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Familias buscan a sus desaparecidos desde hace 10 años en carreteras de Tamaulipas

lunes, agosto 22nd, 2022

En este 2022 se cumplen 10 años desde que las familias Pérez Rodríguez y Mendiola Acosta iniciaron la búsqueda de sus familiares desaparecidos en la carretera 85, que atraviesa el municipio de El Mante, en Tamaulipas, un territorio asolado por la violencia del crimen organizado. Sus búsquedas han dado respuestas sobre qué pasó con cientos de personas desaparecidas en esa región inhóspita.

Por Marcela del Muro

Tamaulipas, 22 de agosto (A dónde van los desaparecidos).– Entre la multitud que se encontraba sentada frente al podio, una mujer vestida de colores claros y de cabello alborotado, que sostenía un cartel, se levantó de su lugar y gritó: “Perdone que lo interrumpa, mi único afán [es] encontrar a mi familia. Mi familia está desaparecida desde el 14 de agosto del 2012… los levantaron en Ciudad Mante, Tamaulipas”.

Unos metros enfrente de ella, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa daba el discurso de arranque de la construcción del Libramiento Valles-Tamuín, en el municipio de Ciudad Valles, conocido como “la puerta grande de la Huasteca potosina”, zona este de San Luis Potosí.

Este hecho fue noticia nacional. “Edith Pérez le reclamó al Presidente la falta de resultados y abandono para encontrar a sus cinco familiares desaparecidos”, registró el encabezado del periódico Expansión, al día siguiente, el 14 de noviembre del 2012.

La administradora Lupita Mendiola Acosta leyó, sorprendida, las notas que relataban cómo aquella valiente mujer exigió que le firmaran un compromiso presidencial para encontrar con vida a su familia ausente. Supo que se referían a la maestra Edith Pérez Rodríguez, de Tamuín, también municipio fronterizo con el estado de Tamaulipas y parte de la Huasteca potosina.

Edith Pérez Rodríguez increpa al Presidente Felipe Calderón Hinojosa, por la falta de apoyo institucional para la búsqueda de su familiares desaparecidos, durante el arranque de la construcción del tramo carretero Valles-Tamuín en noviembre del 2012. Foto: Presidencia Felipe Calderón Hinojosa/Archivo

La noticia impactó a Lupita porque una semana antes, el 7 de noviembre, su hermano menor, Daniel Mendiola Acosta, junto a uno de sus trabajadores que hacía las veces de chofer, Gerardo Uribe Rodríguez, ambos treintañeros, habían sido secuestrados en la misma carretera. Los Mendiola Acosta ya habían entregado el rescate en un entronque de la carretera de Antiguo Morelos, Tamaulipas, pero seguían sin saber dónde estaban.

“A los seis días ponemos la denuncia. Empiezan a rastrear los teléfonos y todavía [las señales] daban en la sierra. Ahí, a mediados de noviembre, es cuando empieza el verdadero calvario: hablar, investigar, esperar, volver a hablar y que las autoridades no te digan nada”, recuerda Lupita, su semblante alegre se nubla cuando recuerda aquellos primeros días.

Angustiada, la administradora de Ciudad Valles se reunió con la maestra.

“Entonces ya me enteré que desaparecieron sus hijos y sobrinos que estaban chicos; desaparecían de todas las edades”, comenta Lupita.

La señora Pérez busca a sus hijos Alexis y José Arturo Dominguez Pérez, de entonces 16 y 20 años; su sobrina Milynali Piña Pérez, de 13, su sobrino Aldo Pérez Salazar, de 20, y su hermano Ignacio Pérez Rodríguez, de 54 años. Aquel martes 14 de agosto del 2012, ellos venían de regreso de Houston, Texas. Pasadas las seis de la tarde, José Arturo avisó a su mamá que iban llegando a Ciudad Mante, Tamaulipas, cabecera municipal de El Mante. Solo les faltaban dos horas para llegar a Tamuín, pero fue pasando el tiempo y los viajeros no volvieron.

En tres meses, Edith y su hermana Graciela Pérez Rodríguez, mamá de Milynali, habían recorrido las comandancias de la Policía Federal, Estatal y Municipal en la zona y las procuradurías de los dos estados; pedido ayuda de las comisiones de derechos humanos, la potosina y la tamaulipeca; y acudido a Províctima, de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) y, en cada instancia, rogaron que buscaran a sus desaparecidos, pero ninguna investigó ni las asesoró.

La familia salió, por su cuenta, a explorar las brechas en medio de la serranía de El Mante, entre los cañaverales y los ranchos abandonados. Peinaron kilómetros de veredas en medio del monte crecido donde, suponían, desapareció la camioneta color arena con sus cinco seres queridos y comenzaron a encontrar indicios de terrenos utilizados como guaridas que, suponían, eran de criminales.

“Estábamos desesperados y pensábamos que el único que nos podía ayudar para que se hiciera la búsqueda era el Presidente”, dice la madre de Alexis y Arturo. Con esa acción de protesta, la averiguación por la desaparición de su familia fue enviada a la delegación estatal de la PGR, con base en Ciudad Victoria, y las autoridades comenzaron a buscar a sus desaparecidos.

Este 2022 se cumplen 10 años desde que Lupita, Edith y Graciela iniciaron la investigación y búsqueda de sus familiares. Del 2006 a junio del 2022, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) se han reportado, al menos, 228 personas desaparecidas en el municipio tamaulipeco de El Mante; un territorio asolado por un tipo de violencia muy organizada, ejercida, desde el 2010, por la corporación criminal Los Zetas, que controlaron las actividades ilícitas en el municipio y tenían la complicidad y el silencio de las autoridades. Desde el 2016, la región es disputada por sus escisiones: los Zetas Vieja Escuela y el Cártel del Noreste.

En esta zona que fue dominada por el terror, Lupita, Graciela y Edith trazaron una brecha para la búsqueda de personas. Ellas, junto a sus colectivos, han descubierto y explorado esas tierras donde los grupos criminales habitaron e intentaron quemar los rastros de las personas que se llevaban. Sus investigaciones arrojan pistas claras que explican la dinámica regional de la desaparición de personas y de la violencia ejercida por este grupo criminal en poblaciones bajo su dominio.

LA CARRETERA FEDERAL 85

Sacos abandonados en la Carretera Federal 85 en el municipio de Ciudad Valles, que funcionó como retén de la Sedena durante los años fuertes de violencia estatal y criminal generada en el sexenio de Felipe Calderón. Foto: Mauricio Palos, ADVLD

La Huasteca está ubicada al noreste de México. Es una región integrada por el sur de Tamaulipas, el norte de Veracruz e Hidalgo, el este de San Luis Potosí, y una parte pequeña del norte de Puebla y Querétaro; un área de clima tropical, con abundantes recursos naturales y gran diversidad cultural que comparte un sistema de creencias, gastronomía y la forma de Gobierno tradicional.

Este territorio ha estado comunicado entre sí desde la época prehispánica. Algunos caminos reales se convirtieron en carreteras o brechas entre los valles y montañas, muchas de ellas aún utilizadas.

En los años 30 del siglo pasado se construyó la carretera federal 85, conocida como la México-Laredo, una vía crucial porque atraviesa y conecta las Huastecas potosina, tamaulipeca e hidalguense. Este camino fue el primero en el país que enlazó a la Ciudad de México con la frontera en Nuevo Laredo.

Atravesar esta carretera en el tramo que une la Huasteca potosina con la tamaulipeca es un viaje en medio de la selva; por el color verde de las plantas y los árboles que, dependiendo de la temporada, florecen y llenan el paisaje de colores chillones. Esta fue una ruta frecuente de Daniel Mendiola, el hermano de Lupita, un joven empresario vallense dedicado al alquiler de maquinitas, que colocaba en tienditas de abarrotes o plazas públicas de la zona.

Ese miércoles 7 de noviembre del 2012, Daniel y su chofer Gerardo habían recorrido la ruta de El Mante, Xicoténcatl y Ocampo. Ese día su familia recibió una llamada anónima donde se solicitaba un rescate de dos millones y medio de pesos a cambio de los dos hombres.

“Nos reunimos en la noche en casa de mi mamá y ahí nos volvieron a marcar del teléfono de Daniel. Hablamos con él y nos dijo: ‘Sí, estoy bien, acabo de comer ceviche’. Le hicimos la prueba de vida, ya sabes, le preguntamos de dónde era mi papá y el nombre del perro de la casa, entonces confirmamos que sí era él”, cuenta Lupita, en entrevista en un restaurante de Ciudad Valles.

Los hermanos Mendiola Acosta abrazan a su madre. De izquierda a derecha: María del Socorro, Daniel, Lupita, la madre María de los Ángeles, Julio César y Miguel Ángel. Foto: Archivo de la familia Mendiola Acosta

Los Mendiola no pudieron conseguir todo el dinero. El siguiente lunes 12 de noviembre, entregaron lo recolectado y la factura de la camioneta que Daniel recién estrenaba a los tripulantes de un camioneta que los esperaban en el entronque de la carretera 85 a la altura del municipio Antiguo Morelos, Tamaulipas.

“Dimos todo y nos dicen: ‘Más adelantito te entregamos a Daniel’”. Los Mendiola siguieron a aquella camioneta que se fue perdiendo entre los caminos sin pavimentar de la Sierra. “Nosotros no desconfiamos, ya habíamos pasado por lo mismo antes, [cuando] secuestraron a mi hermano Miguel. Pero con Daniel fue distinto, fueron pasando los días sin noticias de ellos, íbamos sintiendo más y más desesperación”.

Vacaciones familiares de los Pérez Rodríguez. Al centro aparece la abuela viendo a sus nietos menores. Hasta abajo, Alexis abraza a Mily; en la fila superior aparecen Edith y su hija Isae; Arturo y Aldo se abrazan en el extremo superior derecho. Foto: Archivo familia Pérez Rodríguez.

Graciela Pérez comenta que la desaparición de su familia no fue la primera que sucedió en la zona. “Mily, mis sobrinos y mi hermano desaparecen en agosto del 2012, pero se veían casos de desaparición en el sur de Tamaulipas desde el 2010. Lo veíamos en las noticias de las redes sociales, mucho secuestro y violencia, pero nosotros creíamos que si no nos deteníamos en ningún lado y solo íbamos sobre la carretera, [que] estábamos seguros”.

Cuando Graciela habla de la parte “sur de Tamaulipas” se refiere, en específico, a la zona de El Mante y algunas localidades y municipios vecinos conectados por la carretera federal 85 –tramo de El Mante, pasando por Gómez Farias hasta Llera de Canales–, así como los caminos y brechas que atraviesan esta autopista federal, como la carretera estatal 66, que cruza Ocampo y llega hasta Ciudad Tula; o la carretera estatal 116, que topa en el municipio de Xicoténcatl.

Según el Registro Nacional, del 2009 al 30 de junio del 2022, en esos seis municipios se registran 336 personas desaparecidas, de las cuales la mayoría son hombres (74 por ciento) y jóvenes, de los 15 a los 44 años. De estas, 228 casos han ocurrido en El Mante (70 por ciento) y 47 en Xicoténcatl, donde llama la atención que 133 mujeres, la mayoría entre 5 y 29 años, fueron reportadas como desaparecidas entre 2016 y 2019; 128 fueron localizadas.

Mapa de la ubicación de El Mante, en Tamaulipas. Foto: ADVLD

No sólo la carretera 85 se convirtió en escenario de las desapariciones, datos obtenidos por Quinto Elemento Lab del mismo registro muestran que mil 033 personas han sido desaparecidas mientras realizaban un trayecto de una comunidad o ciudad a otra. La mayoría de estos casos ocurrieron en carreteras y caminos de Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas.

También arroja datos de 325 personas de las que no se supo más en algún punto de su viaje rumbo a Estados Unidos, 51 fueron registradas en Coahuila, 45 en Tamaulipas y 40 en Sonora.

EL MANTE: UN TRRITORIO CONTROLADO POR EL CRIMEN ORGANIZADO

Una mujer camina en una vereda en el municipio de Coxcatlán, San Luis Potosí. Esta área es utilizada como ruta de escape hacia Tamaulipas por miembros del crimen organizado. Marzo 29, 2018. Foto: Mauricio Palos, ADVLD

Las brechas y caminos que conectan a El Mante con las principales ciudades o la frontera norte en Tamaulipas y el Golfo de México; y con las ciudades de San Luis Potosí y Monterrey la convirtieron en una zona estratégica para las organizaciones criminales. Este lugar era manejado por el Cártel del Golfo (CDG), pero en marzo del 2010, sus antiguos aliados, Los Zetas, se interesaron en él e iniciaron una batalla por dominar este territorio.

Su llegada al municipio fue estrepitosa. Cada balacera, enfrentamiento o matanza traía consigo una imagen o video de terror que se difundió por redes sociales, blogs y mensajes de texto. Era parte de la propaganda de Los Zetas, una campaña publicitaria que demostraba sus alcances violentos.

“¿Por qué si ellos solo regresaban de vacaciones, desaparecieron?”, se preguntó la mamá de Milynali, esa noche que su hija y su familia no volvieron. Nacho, su hermano mayor, viajaba a Estados Unidos cada verano a comprar ropa, útiles escolares y herramientas para su taller mecánico; y nunca había sufrido accidentes o robos en la carretera. Ella revisó detalladamente las redes sociales, los medios digitales y los periódicos en busca de información.

“Alcancé a ver lo que pasaba desde el 2010. Te das cuenta que hay miles de personas que han desaparecido, pero que sus familias no tienen una denuncia porque tenían miedo de acercarse a las instituciones, había una falta de credibilidad en la Fiscalía de Tamaulipas y no había la menor voluntad para buscarlos”, relata Graciela, una mujer enérgica y de risa fácil, que vivió durante varios años en Estados Unido y regresó a México para que su única hija, Mily, pudiera tener una vida más tranquila en la Huasteca.

Los datos del extinto registro a cargo del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (Cenapi), de la entonces PGR, le dan la razón a Graciela: de 2010 a 2013, mil desapariciones fueron denuncias más de año después de haber ocurrido.

Madre de una víctima de desaparición coloca fichas de búsqueda sobre el contorno de un hombre que simboliza la ausencia, durante un volanteo del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros en la plaza principal del municipio de Matehuala, en el Altiplano potosino, como protesta por el día de la desaparición forzada, el 30 de agosto de 2019. Foto: Mauricio Palos, ADVLD

Su hermana Edith recuerda que el primer problema con el que se toparon fue la falta de conocimiento e indiferencia de las autoridades. “Para que nos ayudarán a buscarlos fue un verdadero lío. No existía el delito de desaparición, no había leyes de búsqueda ni protocolos de nada. Nosotros no sabíamos quién tenía que buscar a nuestra familia y ellos [las instituciones de Gobierno] tampoco. En Ciudad Mante pusimos la denuncia, pero nos dijeron que teníamos que ir con el Ejército porque ellos no se metían, estaba muy peligroso”.

Tres días después, la familia Pérez Rodríguez fue extorsionada. Edith cree que eran los policías municipales de Ciudad Mante que conocían su tragedia y tenían los datos personales que habían dado al poner la denuncia.

Además de la búsqueda en campo, Graciela comenzó a repartir volantes con el rostro de sus familiares, por las vías principales de Mante y en sus redes sociales. Se fueron acercando decenas de personas de varios estados del país con algún ser querido desaparecido. La mayoría no tenía denuncia; los tamaulipecos por miedo y los foráneos muchas veces por desconocimiento, dato que le hace asegurar que existe una gran “cifra negra” de desapariciones en la zona.

También distribuyó sus fichas de búsqueda entre los miembros del Ejército; ellos no podían investigar la desaparición de su familia, pero detenían a los delincuentes. “Les pedí que enseñaran las fotografías a los detenidos. Por si los ven, por si saben algo, que sepan que los estamos buscando”, relata Graciela.

Dos meses después de la desaparición, en octubre, recibió una llamada del Ejército, habían capturado a un secuestrador que tenía en su poder a cinco personas, quien al confesar sus delitos reconoció a Mily. El hombre fue el encargado de separar a la niña de 13 años de su familia, porque uno de los jefes “la quería para él”. Él se la entregó a una mujer “muy sanguinaria”, eso le dijeron a Graciela. A partir de ese momento ella se concentró en recorrer los lugares mencionados por aquel delincuente.

En aquel momento, los medios de comunicación nacionales y algunos internacionales sí estaban enfocados en la guerra que se vivía en la frontera norte de México, incluida Tamaulipas, pero eran pocos los que volteaban a ver esta área sur del estado.

“Como familia te tocaba buscarlos. La misma Fiscalía los dividía en ese tiempo y te decían que lo que pasaba acá eran problemas de delincuentillos locales, que ‘ahí no se dan los grandes delitos, se dan en el otro sur de Tamaulipas, como Tampico, Madero, Altamira, Aldama’”, narra Graciela.

LOS ZETAS Y EL CONTROL DEL TERRITORIO A PARTIR DE LA VIOLENCIA

Lupita Mendiola y las hermanas Pérez Rodríguez han comprobado que el grupo que dominaba la llamada plaza de Mante era muy organizado. Cada miembro contaba con una función específica dentro de la organización, que era piramidal. Los que administraban la organización no eran los mismos que realizaban el trabajo delincuencial. “Por eso nunca se llega a las personas responsables”, asevera la hermana del empresario de las maquinitas.

La investigadora Guadalupe Correa-Cabrera, quien conoce las dinámicas violentas de la región y es autora del libro “Zetas Inc.”, explica que éste no es un grupo del narcotráfico, sino un modelo conformado por varias células o franquicias que buscan el control absoluto de territorios y realizan un abanico de actividades criminales, entre ellos la extorsión a comerciantes. Asegura que la estructura de este grupo criminal se asemeja al modelo de negocios de una empresa transnacional, conformada por una diversidad de personajes: desde políticos y trabajadores del Estado, agentes de inteligencia y seguridad pública, hasta criminales.

“Ellos [Los Zetas] fueron pioneros en la utilización de la violencia y el miedo como estrategias de control territorial. La sangre, las cabezas, todo esto para seguir justificando su extractivismo”, puntualizó la doctora en Ciencias Políticas, durante una conferencia del Colegio de México (Colmex). “Ellos tenían acceso a armamento de alto calibre para controlar todo lo ilegal, pero, a veces, también lo legal que se produce o se comercia en el territorio”.

Daniel Mendiola tenía varios años pagando una cuota mensual al crimen organizado de Ciudad Mante, para poder mantenerse a salvo y seguir trabajando sus maquinitas en la zona. En espera de su regreso, su familia continuó manejando el negocio.

“Nos comenzaron a hacer llamadas. Nos decían: ‘Ya no regresen para acá, vamos a manejar nosotros el negocio’. Dejamos todo porque teníamos mucho miedo de que nos fueran a desaparecer a alguien más. Nos fuimos a San Luis [Potosí]”, recuerda Lupita.

El terror los hizo huir. La madre de Daniel y los cuatro hermanos Mendiola Acosta con sus familias se fueron más de un año de Ciudad Valles. Pero la estancia en la capital del estado era complicada. Hacía falta el tío alegre, el hermano trabajador y el hijo cariñoso; la familia regresó a Ciudad Valles con la esperanza de que pronto Daniel regresara a casa y no la encontrara vacía.

Edith relata que los Mendiola Acosta contaban con información que complementó lo que ella y su hermana llevaban investigado sobre la desaparición de su familia. “Entonces por ahí nos fuimos como madejita, tratando de desenredar todo. Así fue como empezamos a construir juntas”.

Durante una búsqueda del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros, en febrero de 2019, Lupita Mendiola Acosta, al fondo, hablaba con personal forense que exploraba una bodega abandonada en la capital de San Luis Potosí. En el lugar solo se encontraron objetos balísticos, pero no restos humanos. Foto: Mauricio Palos, ADVLD

Además de El Mante, se sabe que Los Zetas controlaron el corredor fronterizo que va de Nuevo Laredo a Monterrey, Nuevo León, su territorio más valioso; parte de la Huasteca tamaulipeca, potosina y veracruzana, así como el territorio costero del Golfo de México que llega hasta Guatemala.

LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD DE TAMAULIPAS

En mayo del 2014, el Gobierno del entonces Presidente Enrique Peña Nieto presentó la estrategia de seguridad para Tamaulipas, la cual tenía como principal objetivo desarticular a el CDG y Los Zetas. Con la información investigada por las familias, las instituciones de seguridad e inteligencia comenzaron a rastrear los pasos del grupo criminal que operaba en El Mante y ofrecieron recompensas millonarias a quien diera información.

A mediados de junio del 2014, la Marina detuvo al “jefe de plaza” de Los Zetas en El Mante y de Hidalgo, Tamaulipas, apodado “El Ricky”. En la ruta por la carretera federal 85, Hidalgo es el municipio contiguo a Ciudad Victoria, en el centro oeste del estado, fronterizo con Nuevo León.

Este hombre de 29 años y 10 en la organización criminal era señalado por una mujer llamada Blanca Moreno, de ser uno de los responsables del secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición de siete familiares el martes 18 de mayo del 2012, y de llevársela a ella y a otros seis, cuando estaban reunidos discutiendo cómo pagar el rescate, cuatro días después.

A los 14 parientes secuestrados los tuvieron en un rancho localizado en medio de la sierra de Llera de Canales, a una hora de Ciudad Mante.

El “Jerry”, un canino entrenado para encontrar restos humanos escucha indicaciones, mientras peritos y personal forense registran la escena en un campamento que, se cree, fue utilizado como escondite de grupos criminales en Ciudad Mante, Tamaulipas, en noviembre de 2021. Foto: Mauricio Palos, ADVLD

Rodeados de tanta vegetación y vida silvestre, los Moreno vivieron el terror. El séptimo día la familia notó un cambió en la rutina de sus captores, a quienes vieron acarrear tambos, hachas y garrafas. La sospecha se confirmó cuando degollaron a uno de los tíos enfrente del resto de la familia.

Entre el aturdimiento, Blanca y su primo se dieron cuenta que sólo uno de los secuestradores los vigilaba. Un impulso de valentía hizo que Blanca lo golpeara, mientras algunos de sus familiares corrían a una camioneta hasta que pudieron arrancarla y huir. Pero Blanca no alcanzó a subir, su única opción fue aventarse por el barranco . Hasta ahora continúan desaparecidos seis integrantes de la familia Moreno: César Moreno Villela, Angélica y Jose Eduardo Martínez Moreno, Nallely Moreno Martínez, Enedina Moreno Mayorga y Wendy Jhovany Medina Moreno.

Así se descubrió que el grupo retenía a personas secuestradas en “campos de exterminio”, donde los Zetas despojaron de todo rastro de identidad a sus rehenes, quemando sus cuerpos hasta convertirlos en fragmentos de huesos.

“El Ricky” también fue uno de los perpetradores de la desaparición del empresario Daniel Mendiola, del chofer Gerardo Uribe y de la familia Pérez.

“Cada que había una detención, pedíamos que nos dejaran platicar con ellos y les preguntábamos por nuestra familia, pero era raro que nos dijeran algo. El único que declaró con puntos y comas, con croquis y todo, fue ‘El Ricky’”, comenta Lupita Mendiola.

Él les dijo que el secuestro de la familia de Edith y Graciela fue una equivocación, confundieron la camioneta con la de un rival. Ellos sólo iban por una semana de vacaciones.

“El Ricky” señaló la existencia de otro “campo de exterminio” llamado El Papalote, localizado en Gómez Farias, en la Reserva de la Biosfera El Cielo, a unos 20 kilómetros de El Mante. Tras la confesión, este campo quedó abandonado durante tres años, hasta el 2017, que las familias presionaron a las autoridades para explorar la zona y buscar a sus seres queridos ausentes.

Edith Pérez Rodríguez utiliza una criba, que construyó su esposo Arturo, en búsqueda de restos óseos calcinados en el rancho El Papalote, localizado en el municipio de Gómez Farias, Tamaulipas, en octubre de 2017. El lugar era utilizado para incinerar cuerpos de personas desaparecidas en la zona. Al no contar con presupuesto oficial, el colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros utiliza sus propios medios para construir o comprar herramientas para las exploraciones de campos. Foto: Archivo Voz y Dignidad

HASTA ENCONTRARLOS, PORQUE ES LA PROMESA QUE LES HICE

En estos momentos, “estamos muy ocupados trabajando en tres campos en Mante”, dice Graciela cuando se le entrevistó en abril del 2022, y se refiere al trabajo que hacen los colectivos “Milynali Red CFC” y “Voz y Dignidad por los Nuestros”. Estas son agrupaciones hermanas, el primero creado por Graciela en 2017 y establecido en El Mante, Tamaulipas; el segundo fue creado por Edith y Lupita en 2015, y se concentra en la búsqueda de potosinos a lo largo y ancho de México.

“Empezamos sin saber nada sobre forense, pero con el interés de aprender para encontrarlos y regresarlos a casa”, dice Edith. En septiembre del 2017, cuando la crisis de desaparición arreció nuevamente en la zona, atribuida a la fragmentación de Los Zetas y a la disputa del territorio, las familias comenzaron a explorar el rancho El Papalote.

“Es un lugar tan bonito por su vegetación, al otro lado de la sierra; y estar ahí escarbando miles de restos calcinados. Es muy triste, me llena de coraje”, piensa Edith. “[‘El Ricky’] declara y dice que ahí habían quedado Daniel y otras 50 personas más”, explica Lupita. “Es un lugar bellísimo, donde se vivió mucho dolor”, describe Edith.

Plática entre Edith Pérez, Teodora Rodríguez y Danae Uribe, mamá y hermana de Gerardo Uribe, quien desapareció con Daniel Mendiola, durante una búsqueda en un rancho localizado en la periferia de Ciudad Mante, Tamaulipas. Las tres mujeres buscadoras forman parte de Voz y Dignidad por los Nuestros, y colaboraron con el colectivo Milynali Red CFC en la exploración de dicho campo. Foto: Mauricio Palos, ADVLD

En 140 días de trabajo que fueron distribuidos en dos años (entre el 2017 y el 2019), las familias de las agrupaciones caminaron y exploraron el campo de media hectárea localizado en las faldas de la Sierra Madre Oriental.

Ahí encontraron 47 hornos clandestinos de incineración, donde el grupo de “El Ricky” quemó a decenas de hombres y mujeres. Las buscadoras escarbaron y cribaron esas tierras, donde posiblemente estaban sus familiares, y recuperaron más de 150 kilos de restos óseos, algunos calcinados y otros completamente carbonizados, según lo que comenta Lupita. Estos fragmentos fueron recogidos por la Fiscalía General de la República para procesarlos e identificar a las personas que desaparecieron.

“Fue un trabajo exhaustivo, física y mentalmente, pero ahora el trabajo le corresponde al Gobierno. No están listos ni los dictámenes antropológicos, se sabe que todos son ‘restos humanos’, pero solo hay un aproximado de que hay entre 50 y 60 individuos. Necesitamos saber la verdad, saber si ahí está Daniel”.

En agosto del 2021, el último informe del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México comunicó que, según cifras oficiales, existen más de 52 mil personas fallecidas sin identificar en el país, más los cuerpos que se han ido sumando día con día. Pero este dato no incluye los miles de fragmentos de restos humanos que familias, como las de los colectivos que trabajan en Ciudad Mante, han recuperado.

Edith Pérez Rodríguez aplaude a su hermana Graciela Pérez Rodríguez, durante la inauguración del Centro Estatal de Identificación Forense y de Búsqueda de San Luis Potosí, el 28 de abril de 2022. Frente a los expertos del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF), Graciela mencionó que las familias vigilarán que los procesos de capacitación y el arranque del Centro se realicen con eficiencia y respetando la ley. Foto: Mauricio Palos, ADVLD

El pasado 28 de abril, por insistencia de las familias de víctimas, se firmó el convenio entre Gobierno del Estado y la Fiscalía General de San Luis Potosí con el Fondo de Población de las Naciones Unidas en México para que los expertos que integran el Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF) colaboren en la capacitación y arranque de la identificación de los cuerpos y restos en el estado.

“Estamos aquí luchando por amor. Por todo el amor que le tenemos a nuestros hijos, a nuestra familia. Si hay una posibilidad de que mis hijos estén en una fosa clandestina, yo voy a ir a recogerlos, como estén, donde estén. Hasta encontrarlos, porque es la promesa que les hice, así se los entreguen a mi nietos”, las palabras de Edith resuenan en el pequeño salón de juntas del recién inaugurado Centro Estatal de Identificación Forense y de Búsqueda en la ciudad de San Luis Potosí.

Este acuerdo ha llenado de esperanza a Lupita, Edith, Graciela, y de cientos de familias potosinas con seres queridos desaparecidos en todo el país.

Graciela explica que esto es un logro de las familias y de los colectivos de búsqueda. Uno entre los muchos avances que han impulsado en la búsqueda de personas en el país, en un país con más de 100 mil desaparecidos.

El mensaje de Edith: “Ellos tienen nombre, ellos no son un número de carpeta de averiguación, ellos tienen sueños. Estos son mis hijos, esta es mi familia, por favor, ayúdenos a encontrarlos”.

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FGR obtiene sentencias contra 18 miembros de “Los Zetas” por masacre de San Fernando

martes, mayo 3rd, 2022

Dieciocho integrantes de “Los Zetas” recibieron sus sentencias condenatorias por el secuestro de migrantes en Tamaulipas.

Ciudad de México, 3 de mayo (SinEmbargo).- La Fiscalía General de la República (FGR) informó que obtuvo sentencia condenatoria en contra de 18 personas relacionadas con el secuestro de migrantes en el municipio de San Fernando, Tamaulipas. Eran integrantes del cártel de “Los Zetas”.

A través de la Fiscalía Especializada en materia de Delincuencia Organizada (FEMDO), en coordinación con la Fiscalía Especializada de Control Regional (FECOR), el Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales en Tamaulipas ordenó la sentencia condenatoria en contra de los 18 “Zetas”.

“Los ahora sentenciados fueron detenidos en los meses de marzo, abril, mayo, junio y noviembre de 2011, en cumplimiento al mandamiento de captura que existía en su contra, quedando a disposición del Juez del conocimiento”, detalló la FGR.

Además, expuso que los elementos de prueba obtenidos de las diligencias efectuadas por el Ministerio Público Federal permitieron que se dictara sentencia condenatoria en contra de los mencionados en donde se les impuso las siguientes penas:

Para el sujeto identificado como Juan “C”, se le impuso una pena de 58 años seis meses de prisión y 13 mil 650 días multa por los delitos de delincuencia organizada; portación de armas de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

Para Jovana “S” serán 57 años y mil 775 días multa por los ilícitos de delincuencia organizada, secuestro y posesión de cartuchos también de uso exclusivo.

Los elementos de prueba obtenidos de las diligencias efectuadas por el Ministerio Público Federal permitieron que se dictara sentencia condenatoria en contra de los mencionados. Foto: Imagen ilustrativa, Juan Carlos Cruz, Cuartoscuro.

Los detenidos identificados como Julio “L”, Sergio “C”, José “O”, Samuel “M”, Rolando “C”, Claudio “L”, Mauricio “R”, Santitos “R”, se les impuso una sentencia de 43 años seis meses de prisión y seis mil 995 días multa por los delitos de delincuencia organizada, secuestro y portación de arma de fuego de las reservadas para el uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea.

Para Heber “A”, serán 42 años seis meses de prisión y siete mil 165 días multa por los delitos de delincuencia organizada, contra la salud, en la modalidad de “narcomenudeo”; portación de armas de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo.

Adela “O” y Júpiter “A”, cumplirán con 34 años de prisión y seis mil 975 días multa por los delitos de delincuencia organizada y portación de arma de fuego de uso exclusivo.

Por su parte, Erick “Z”, fue sentenciado a 28 años seis meses y seis mil 675 días multa por los delitos de delincuencia organizada, portación de arma de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo.

Para Jonny “T”, serán 15 años y seis mil 375 días multa por el delito de delincuencia organizada.

Asimismo, a Javier “M” y Edgar “M”, deberán cumplir con una condena de 14 años un mes, 15 días de prisión y 281 días multa por los ilícitos de contra la salud, en la modalidad de posesión del narcótico comúnmente denominado marihuana, con fines de comercio; portación de arma de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea, agravado.

Para Julieta “A”, serán 13 años de prisión y 280 días multa por los ilícitos de contra la salud en la modalidad de “narcomenudeo”, en la hipótesis de posesión con fines de comercio; portación de arma de fuego y posesión de cartuchos de uso exclusivo.

“Don Alejo”, hombre de 77 años que se enfrentó al narco y que inspiró un cómic

jueves, octubre 14th, 2021

El hombre murió defendiendo su propiedad de integrantes del cártel de Los Zetas, al que se negó a entregarles su tierra luego de haber recibido una serie de amenazas y un plazo de 24 horas para irse.

Ciudad de México, 14 de octubre (SinEmbargo).- “Llegaron a amedrentarlo y Alejo los recibió a tiro limpio él solito, a nadie necesito”, es una de las estrofas de uno de los tantos corridos que existen sobre el empresario Alejo Garza Tamez quien el 13 de noviembre de 2010 perdió la vida cuando decidió defender sólo su rancho “San José”, a unos 15 KM, de Ciudad Victoria, Tamaulipas, de una invasión del cártel narco de Los Zetas.

Su hazaña se recuerda como una de las más impactantes de resistencia al narco. El 12 de noviembre, el hombre de 77 años, había recibido un ultimátum de hombres armados quienes le  advirtieron que tenía 24 horas para abandonar su rancho, de lo contrario,había consecuencias.

Tras pedirle a sus empleados que se fueran y que no regresaran a trabajar al día siguiente, reunió todas las armas que tenía, y las colocó en todas las ventanas para enfrentar a sicarios que lo habían amenazado.

LA DEFENSA DE LA TIERRA

Los Zetas exigieron el rancho de Alejo advirtiéndole que tenía 24 horas para abandonar su propiedad. Foto: Facebook, Don Alejo Garza Tamez “Un verdadero Héroe”

De acuerdo con las autoridades, la madrugada del 13 de noviembre llegaron en camionetas aproximadamente docena y media de hombres armados a quienes Don Alejo recibió a tiros logrando matar a dos de ellos.

Aunque el comando lo superaba tanto en número de hombres como armamento, ya que arrojaron varias granadas contra la casa, el empresario asesinó a otros dos e hirió a un igual número de sicarios. El resto de los hombres logró huir mientras llegaban elementos de la Marina, pero para Don Alejo, ya era tarde.

Una reconstrucción de lo que pasó supone que después de haber sostenido un enfrentamiento durante minutos, los sicarios volaron la puerta con una granada para finalmente lograr entrar a la casa del empresario a quien ejecutaron y dejaron su cuerpo detrás de una puerta que llevaba al baño de la propiedad.

Alejo Garza Tamez defendió su rancho hasta sus últimos días. Foto: Facebook, Don Alejo Garza Tamez “Un verdadero Héroe”

En el documental “El valiente ve la muerte solo una vez”, del periodista Diego Enrique Osorno, muestra filmaciones caseras de distintas etapas en la vida de “Don Alejo” en las que se ve en su rancho, con la familia -en uno de los videos muestra los primeros pasos de su nieta-, con sus trabajadores, quienes recuerda la hazaña de su “patrón”.

El mismo Osorno, quien tuvo acceso a la averiguación previa, señaló en entrevista con Milenio que luego del tiroteo entre Garza Támez y Los Zetas las autoridades encontraron 900 casquillos de bala.

https://www.youtube.com/watch?v=hMt_Dr30SlI

LA LEYENDA DE “DON ALEJO”

La historia del también conocido como “empresario héroe” ha sido plasmada en libros como “El Cártel” (2015), de Don Wislow, así como de un cómic publicado en 2019 por Panini Comics llamado “El viejo y el narco”, escrita por Ricardo Vílbor y Max Vento.

“’Don Alejo’ era un hombre de palabra, un hombre de honor, algo completamente desfasado hoy en día –asegura Ricardo-. Quizá eso fue lo que me llamó la atención, que don Alejo encarnase una serie de valores que no se ajustan a la doble moral católico-protestante que impera hoy en día en nuestra sociedad y en nuestras redes, ese mundo paralelo”, aseguró Ricardo Vílbor en una entrevista de 2019, en la española RTVE con el periodista Jesús JIménez.

“Con certeza –añade el guionista- no sé qué lo llevó a enfrentarse a los narcos de esa manera. Por eso Max y yo hemos creado un ‘Don Alejo’ basado en lo que leímos de él, en lo que vimos y en lo que le añadimos de nosotros mismos. Para muchos fue una cuestión de testosterona, pero para mí fue una decisión que tomó desde el mismo momento en que decidió que viviría su vida bien derecho, con la cabeza alta y sin doblegarse ante nadie. Esa decisión condicionó el desenlace”.

 

Ciclones, Escorpiones, Panteras, Rojos y viejos Zetas: la multiplicación del mal

jueves, octubre 7th, 2021

Antes era más sencillo: el Cartel del Golfo y sus antecesores mantuvieron el control de Tamaulipas durante ocho décadas.

Por Chris Dalby

Ciudad de México, 7 de octubre (InSight Crime).–En la década de 1930, Juan Nepomuceno Guerra contrabandeó whisky por el Río Grande durante la era de la prohibición. Pronto llegó a controlar todos los tipos de contrabando, mediante conexiones políticas en ambos lados de la frontera. En la década de 1980, el negocio ya estaba formalizado por el Cartel del Golfo (CDG). Desde fiscales federales hasta agentes fronterizos y policías, todos respondían al líder del grupo, Juan García Abrego, sobrino de Nepomuceno Guerra. García Abrego fue el primer narcotraficante mexicano en ser incluido en la lista de los diez más buscados del Buró Federal de Investigaciones​ (FBI, por sus siglas en inglés) en 1985.

Este fue el nacimiento de los carteles fronterizos entre Estados Unidos y México.

Pero aquello no pudo continuar así.

En los años 90, Los Zetas, un grupo estilo paramilitar conformado por exintegrantes de las fuerzas especiales mexicanas, fueron contratados para proteger a los líderes del CDG. La historia de cómo Los Zetas aumentaron en número e influencia hasta superar al CDG, la consecuente guerra y su impacto continuo en la violencia en México hasta la actualidad, ha sido bien documentada.

La traición de Los Zetas dio comienzo a una serie de unidades creadas como guardaespaldas o ejecutores que intentaban suplantar a sus propios líderes. Bajo el mando de la familia Cárdenas Guillén, que dirigía el CDG y había reclutado a Los Zetas, en Tamaulipas se crearon diferentes “unidades”, supuestamente para proteger a líderes o ciudades específicas. Por ejemplo, los Metros en Reynosa, y los Rojos en Camargo y Mier. Años después surgieron los Ciclones en Matamoros. Los Escorpiones eran la guardia privada de Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alias “Tony Tormenta”. Después de que “Tony Tormenta” fue asesinado en 2010, los Escorpiones se replegaron en Matamoros y actualmente están aliados con los Ciclones.

Con el tiempo, Los Zetas también se subdividieron, lo que empeoró la fragmentación de la criminalidad en México. Sin embargo, han tenido menos subgrupos; los principales son los Zetas Vieja Escuela y el Cartel del Noreste.

Estos nombres continúan aterrorizando a Tamaulipas hasta el día de hoy, enfrascados en un ciclo de alianzas endebles y traiciones internas por el control de lo que queda del Cartel del Golfo (CDG). Hay zonas de Tamaulipas que parecen tranquilas por un tiempo, pero vuelven a caer en épocas de violencia. Como el mito de Sísifo, los intentos por detener la violencia resultan inútiles, y continúan los informes según los cuales las fuerzas de seguridad arrestan al líder de una facción o disparan contra un comandante de la otra.

En los últimos meses, Tamaulipas ha estado lidiando con las secuelas de una masacre que ocurrió en junio y en la que murieron 19 personas en la ciudad de Reynosa. Los hechos han sido confusos. Los asesinatos fueron presuntamente cometidos por los Ciclones y los Escorpiones para expulsar a los Metros. Uno de los presuntos responsables de la masacre fue hallado muerto. El líder de los Metros fue detenido por la policía, rescatado de manera espectacular por un comando de sus hombres, y encontrado muerto semanas después. Posteriormente, todas las facciones rivales del CDG incluso pactaron una tregua en julio de 2021.

A continuación, InSight Crime describe el estado actual de los principales actores en el conflicto de Tamaulipas:

FRACCIONES DEL CDG: ESCORPIONES Y CICLONES

Los Ciclones son la facción del CDG con base en Matamoros. Han librado una larga batalla con los Metros en Reynosa, donde ambos bandos se han estado atacando mutuamente desde por lo menos 2015. Los Ciclones obtienen gran parte de su influencia a partir del control que ejercen sobre el cruce fronterizo entre Matamoros y Brownsville, Texas, por el cual, según Borderland Beat, hay un flujo de drogas, armas y bienes de contrabando. Después de un estallido de violencia en 2015, los Ciclones al parecer estuvieron apaciguados hasta 2021, cuando efectuaron un ataque en Reynosa, apoyados por los Escorpiones. Cinco presuntos miembros de esta alianza han sido acusados de llevar a cabo los asesinatos de Reynosa.

Los Ciclones también están involucrados en una guerra con el Cartel del Noreste, un grupo escindido de Los Zetas, por los municipios de San Fernando, El Mante, Ocampo, Méndez, San Carlos y Ciudad Tula.

Elementos de la Secretaria de Marina, realizaron la presentación 36 presuntos delincuentes pertenecientes al Cártel del Golfo, después de diversos operativos en Matamoros, Tamaulipas. Foto: Guillermo Perea, Cuartoscuro.

Los Escorpiones fueron fundados después de una riña entre dos de los principales líderes del CDG, Osiel Cárdenas Guillén y su hermano, Antonio Ezequiel. Creados para hacer frente a Los Zetas fundados por Osiel, estaban conformados por antiguos miembros de la policía y el Ejército, y desde el principio se destacaron por su brutalidad y por el uso de tácticas militares. Se cree que el grupo se disolvió después de la muerte de Antonio Ezequiel en 2010. Sin embargo, en 2015, en Matamoros y Tampico surgió una facción del CDG que se hace llamar Grupo Escorpiones. Estos mantuvieron sus conexiones con la policía, pues su líder era el exdirector de la policía de Madero, una ciudad de Tamaulipas, hasta que también fue asesinado.

Hoy en día, los Escorpiones actúan en connivencia con los Ciclones. Algunos analistas se refieren a los Escorpiones como el brazo armado de los Ciclones, y los ven como una sola amenaza criminal. Su base está en Matamoros, pero los mensajes que dejan junto a los cuerpos confirman que tienen presencia en gran parte de Tamaulipas. La masacre de junio, atribuida a los dos grupos, determinó el punto más álgido de un largo y prolongado conflicto con los Metros, el brazo del CDG en Reynosa. Este conflicto se ha centrado en el control del puente Pharr-Reynosa, una vía esencial para el narcotráfico entre Tamaulipas y Texas.

Sin embargo, una ráfaga de atención a nivel nacional y el aumento de las operaciones militares en Tamaulipas parecen haber contribuido a una tregua entre los Escorpiones, los Ciclones, los Metros y los Rojos.

Narcomanta con noticias de una tregua entre facciones del CDG, los Escorpiones, los Metros y los Rojos, hallada en Tampico en julio de 2021. Foto: Ins

LOS METROS

Si bien los Metros fueron creados en Matamoros por Osiel Cárdenas Guillén en la década de 1990, su base de poder ahora está consolidada en Reynosa y a lo largo de la frontera norte de Tamaulipas, en las ciudades de Camargo, Mier y Miguel Alemán. Este control ha sobrevivido a varias rivalidades, ya que los Metros han estado en el centro de la continua fragmentación del CDG. Primero, después de la muerte y el arresto de varios miembros de la familia Cárdenas Guillén, los Metros se pusieron del lado de Jorge Eduardo Costilla Sánchez, quien asumió gran parte del control del cartel. Los Rojos, una facción rival que apoyaba al clan Cárdenas Guillén, fueron expulsados de la zona fronteriza hacia el sur de Tamaulipas en 2011.

En 2021, los Metros fueron blanco de una campaña de violencia por parte de los Ciclones y los Escorpiones, lo que parece apuntar al asesinato de 19 personas en Reynosa en junio pasado. Los Metros firmaron una tregua con los Ciclones, los Escorpiones y los Rojos en julio de 2021, pero el presunto líder de los Metros, José Alfredo Hernández Campos, alias Comandante Calamardo, fue hallado muerto en el mes de septiembre.

Los Metros también se han enfrentado con el Cartel del Noreste por el control de pequeños municipios entre Reynosa y Nuevo Laredo. Sin embargo, estos parecen estar ahora en manos del Cartel del Noreste.

LOS ROJOS

En la división entre los Metros y los Rojos en 2011, a estos últimos no les fue muy bien. Si bien se originaron a partir de la familia Cárdenas Guillén, actualmente controlan menos territorio que sus rivales en Tamaulipas. Su base de poder se encuentra en el sur del estado, a lo largo de la frontera con Veracruz, y se centra en Altamira, Ciudad Madero y, lo más importante, Tampico.

Han protagonizado actos de violencia de manera esporádica, pero al parecer se han mantenido al margen de la violencia reciente centrada en Reynosa. Hicieron parte de la tregua del Cartel del Golfo en julio de 2021.

Operativo realizado en Matamoros Tamaulipas, por elementos de la Secretaria de Marina, donde fue abatido Antonio Ezequiel Cárdenas Guillen conocido como “Tony Tormenta” líder del cartel del Golfo. Foto: Semar vía Cuartoscuro.

LOS PANTERAS

Últimamente se ha informado poco sobre los Panteras, una división más pequeña del CDG ubicada en el sureste de Tamaulipas. Fueron conformados y liderados por Eleno Salazar Flores, alias “Pantera 6”, y también estaban integrados por expolicías, que son utilizados principalmente para cometer asesinatos.

El grupo se aplacó tras el arresto de Salazar Flores en 2014. Su área de control abarca actualmente los municipios de Abasolo, Soto la Marina, Aldama y González. Estos forman un corredor crucial para el movimiento de drogas desde Veracruz hasta la frontera. Dado que se han reportado pocos brotes de violencia en la zona, se puede suponer que los Panteras mantienen una colaboración neutral con otras facciones del CDG en el estado.

GRUPOD ESCINDIDOS DE LOS ZETAS: CARTEL DEL NOROESTE

La legitimidad del Cartel del Noreste (CDN) como herederos de Los Zetas es innegable. Cuando el fundador de Los Zetas, Omar Treviño Morales, alias “Z-42”, fue capturado en 2015, su hermano Juan Francisco no tardó en aprovechar la oportunidad. El Cartel del Noreste, si bien es de reciente creación, se ha convertido en una de las principales amenazas criminales de México, con presencia en estados clave del norte y centro de México, donde se enfrenta contra grandes enemigos, entre ellos el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Pero el núcleo del poder y las ganancias del Cartel del Noreste proviene de su control de Nuevo Laredo, un cruce clave hacia Estados Unidos, donde regularmente se incautan enormes cantidades de drogas. Al sureste, tiene presencia en Mier, Camargo y Ciudad Alemán, donde ha competido con los Metros.

El brazo armado del CDN, conocido como Tropa del Infierno, se dio a conocer en 2019 y 2020 por una serie de ataques violentos contra el CJNG y por varios enfrentamientos con las autoridades.

Sin embargo, llamar tanto la atención no ha sido beneficioso. En 2021, las fuerzas de seguridad mexicanas han dado duros golpes al CDN, tras matar a varios de sus integrantes y arrestar al líder de la Tropa del Infierno, en el mes de agosto.

Es probable además que ahora esté bajo la presión de facciones más unidas del CDG, que pactaron una tregua en julio y pueden tomar la decisión de enfrentarse a un enemigo común, el CDN.

Camioneta del Cartel del Noreste encontrada en el estado de Coahuila. Foto: Policía Mexicana

LOS ZETAS VIEJA ESCUELA

Si bien ninguno de los grupos escindidos de Los Zetas puede competir en número y agresividad con la organización original, Los Zetas Vieja Escuela han intentado hacerlo. Comenzaron con una base en el norte de Veracruz y se han extendido gradualmente por gran parte del centro y este de México en los últimos años, con operaciones en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí y Quintana Roo.

Pero uno de sus principales objetivos, al igual que sus rivales del CDG, ha sido el control de las ciudades fronterizas de Tamaulipas. Los Zetas Vieja Escuela han estado operando en los municipios de Río Bravo, Valle Hermoso y San Fernando, todos a un paso de la costa del Pacífico desde su sede en Veracruz.

Hasta la fecha, su presencia en Tamaulipas ha sido discreta en comparación con la de sus rivales. El Cartel del Noreste, otro grupo escindido de Los Zetas, ha sido más proactivo en la división del territorio en el extremo norte de Tamaulipas, especialmente en Nuevo Laredo.

Sin embargo, esto podría cambiar, ya que parece que los Zetas Vieja Escuela quizá cruzaron la línea para aliarse con los Ciclones y enfrentar al Cartel del Noreste.

No se sabe de qué manera los Zetas Vieja Escuela se verán afectados por la tregua entre los grupos escindidos del CDG, que también parecen enfocados en derrocar al Cartel del Noreste.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE INSIGHT CRIME. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

La estrategia de Los Zetas hizo escuela y ahora los civiles son el blanco del terror

miércoles, septiembre 1st, 2021

El modelo de crimen organizado de Los Zetas actualmente desgarra a México, sus subdivisiones también ejercen violencia con tácticas brutales, señala un análisis de Insight Crime.

Por Steven Dudley

Ciudad de México, 1 de septiembre (Insight Crime).– Un sábado a mediodía, a eso de las 12:30 horas, una caravana de tres vehículos repletos de hombres y al menos una mujer, todos bien armados, comenzó una violenta arremetida por todo Reynosa, ciudad mexicana de unas 700 mil personas que limita con McAllen, Texas, y es utilizada como un importante centro por parte de numerosos grupos criminales.

Según la detallada narración del medio de comunicación local Elefante Blanco, la caravana partió de la zona oriental de la ciudad, se detuvo para robar un automóvil, y luego continuó hacia un barrio cerca del centro de la ciudad, donde comenzó la masacre.

Primero asesinaron a siete hombres dentro de una casa. Luego se trasladaron a otro barrio, donde mataron a bala a otros dos hombres. A poca distancia, dispararon contra otros dos hombres y los asesinaron. Segundos después, abalearon a dos mujeres y un hombre de la misma familia y robaron el vehículo que conducían.

Una hora y 15 minutos después de comenzada la embestida, las autoridades locales finalmente se enfrentaron al menos a parte de la caravana cerca del Puente Internacional Pharr-Reynosa, que conecta la ciudad con Estados Unidos. Se enfrentaron a disp

aros. Uno de los atacantes fue asesinado y otro capturado. Dentro de uno de los carros, las autoridades encontraron a dos mujeres atadas y amordazadas.

Otros presuntos asaltantes huyeron. Las autoridades volvieron a enfrentarlos a bala unas seis horas después; cuatro de los presuntos atacantes, uno de los cuales era mujer, fueron asesinados.

Sin embargo, las otras víctimas eran civiles, como reporta Elefante Blanco, con base en entrevistas y publicaciones en redes sociales hechas por vecinos, políticos y colegas de los muertos. Entre las víctimas se encontraba un estudiante de enfermería, un obrero de una maquila de la ciudad, el dueño de una tienda y uno de los clientes que se encontraba en la tienda.

En efecto, la arremetida parecía orientada a causar el mayor número de víctimas civiles posibles. En total, al menos 14 de los muertos no tenían vínculos criminales, y más tarde el Gobernador del estado se lamentó por la masacre de “civiles”. Poco después, las autoridades hicieron alarde del arresto de más de una docena de sospechosos, incluido el presunto jefe del Cartel del Golfo en la ciudad de Río Brazo, conocido como “La Vaca”, a quien las autoridades habían estado persiguiendo durante más de dos años.

Las oportunas capturas por parte de un atribulado grupo de operaciones especiales fueron extrañas, especialmente porque los familiares de dos de los capturados dijeron que sus seres queridos habían sido secuestrados en abril. Y las explicaciones de la masacre fueron aún menos satisfactorias. ¿Se trató de una pelea entre facciones de los remanentes del Cártel del Golfo? ¿O quizá fue un intento de una facción de remanentes de Los Zetas de desplazar a sus rivales? En cualquier caso, con su accionar el grupo armado había enviado un mensaje: nadie está a salvo.

“PARA QUE APRENDAN A RESPETAR”

En 2006, cuando Los Zetas no eran más que unos aficionados en la constelación de organizaciones criminales, capturaron a un par de policías en Acapulco, los decapitaron y dejaron un mensaje que decía: “Para que aprendan a respetar”.

Más tarde, la frase “Para que aprendan a respetar” apareció en banderines que circulaban en Internet. Era imposible saber si Los Zetas habían difundido la expresión o los banderines de Internet, pero el hecho es que tuvo resonancia, y por una buena razón.

El modelo de Los Zetas se centraba en el miedo. Conformados por varios desertores de las Fuerzas Especiales Mexicanas a fines de la década de los noventa, Los Zetas operaron inicialmente como el brazo ejecutor del líder del Cartel del Golfo, Osiel Cárdenas. Este cartel se originó en la franja de tierra que se extiende entre Reynosa y Matamoros, un corredor clave para el narcotráfico, el contrabando, el tráfico de personas, la trata de personas, el secuestro y la extorsión.

Cárdenas era de Matamoros, pero no se sentía satisfecho solo con ese territorio, por lo que, a mediados de la década de 2000, después de haber utilizado a Los Zetas para apoderarse de importantes zonas de la frontera noreste con Estados Unidos, los mandó a lugares como el estado de Guerrero, al sur, donde se encuentra Acapulco —y donde sus rivales habían operado durante mucho tiempo—, y a Michoacán, eterno epicentro de la producción y el tráfico de drogas. Finalmente, los líderes de Los Zetas se hicieron a un lugar, traficando drogas con los altos mandos del Cartel del Golfo.

La violencia de los cárteles ha impactado en Baja California Sur. Imagen ilustrativa. Foto: Cuartoscuro.

Poco después, Los Zetas comenzaron a conformar otras organizaciones y a hacerse a un nombre propio, no solo con horrendas decapitaciones de policías y siniestros mensajes, sino además con una nueva forma de operar. Su modelo se basaba en el control del espacio físico, para lo cual eran bastante aptos. Utilizando tecnología sofisticada, tácticas militares y violencia extrema, el grupo ejerció su voluntad sobre amplias franjas de territorio, donde les cobraban rentas a todas las empresas legales e ilegales que operaban en esas áreas.

No necesariamente dirigían los negocios, sino que le cobraban impuestos a todo, desde el licor de contrabando hasta la prostitución, pasando por el microtráfico, el robo y las ventas al por menor. También secuestraban migrantes y extorsionaban a empresas locales. Había una marcada diferencia entre ellos y los carteles tradicionales. Primero obtenían la victoria sobre el territorio, para luego usurpar todos los negocios del lugar. La máxima del hampa de que es mejor “no calentar la plaza” para mantener alejadas a las autoridades no aplicaba en este caso. No hubo negociaciones, ni alianzas, ni piedad para los desobedientes. Se regían por otra máxima: Para que aprendan a respetar.

Mientras que los principales cabecillas de Los Zetas comenzaron a participar en algunas de las actividades de narcotráfico internacional del Cartel del Golfo, los rangos más bajos ganaban dinero con las extorsiones y las actividades criminales depredadoras. Dicho modelo fue útil para el Cartel del Golfo, dado que facilitó la financiación de su miniejército y su expansión a lugares como Guerrero y Michoacán.

Y su modelo funcionó. Según un estudio de Harvard, entre 1998 y 2010, Los Zetas se expandieron a 33 nuevos municipios cada año, la mayor cantidad que cualquier otro grupo criminal; el Cartel del Golfo era entonces el segundo en ese sentido, pues se expandió a poco menos de 20 municipios cada año. Pero, como más tarde descubrirían los líderes del Cartel del Golfo y de otros grupos, esta expansión tenía un alto precio.

Cuando las autoridades mexicanas capturaron a Cárdenas en 2003, Los Zetas comenzaron un proceso de separación del Cartel del Golfo. Dicha decisión surgió no solo de su variada cartera delictiva, facilitada por su nuevo modelo criminal, sino además de su ambición, y, como informó el Dallas Morning News, de la sensación de que estaban siendo traicionados; específicamente, creían que Cárdenas estaba utilizando las pruebas estatales en su contra. Después de que fue extraditado a Estados Unidos en 2007, se declaró culpable en 2009 y fue sentenciado a 25 años de prisión.

Entonces se desató la guerra. Los combates fueron particularmente intensos a lo largo del corredor noreste, donde ambos grupos habían operado durante muchos años. Pocos se enteraron, pero aquello fue el comienzo de un proceso que eventualmente conduciría a la caótica masacre de junio de 2021 en Reynosa, y a muchas otras matanzas similares en todo México durante la última década.

EL MENSAJE ES LO QUE IMPORTA

A medida que se agudizaban las divisiones entre Los Zetas y el Cártel del Golfo, surgieron otras organizaciones criminales similares. La más destacada fue la Familia Michoacana. Aunque tomó el nombre de su estado natal, Michoacán, el grupo siguió en parte el modelo de Los Zetas: el narcotráfico internacional en primer lugar, el control territorial, el cobro de rentas, la extorsión y, en última instancia, el secuestro. Se diferenciaba de ellos en la forma en que buscaba conexiones políticas locales de forma más regular.

Y como ocurrió con Los Zetas, la estrategia de la Familia Michoacana funcionó durante cierto tiempo. El grupo se expandió, pero al poco tiempo comenzó a agrietarse. Actualmente forma parte de un conjunto de grupos que operan en Michoacán, Jalisco y el estado de México.

La violencia provocada por los cárteles azota a México. Imagen ilustrativa. Foto: Cuartoscuro.

El mismo proceso se dio en otras áreas. En Tijuana, los remanentes de las diversas facciones del Cartel de Tijuana se enfrentaban por los mercados locales e internacionales. En Juárez, numerosos grupos comenzaron a luchar por los mercados criminales locales, al mismo tiempo que los carteles de Juárez y Sinaloa buscaban el control del importante corredor de tráfico internacional. En Acapulco, varias disidencias de la Organización Beltrán Leyva buscaban tener el control del mercado local de drogas principalmente, pero también de una parte del mercado internacional.

Pero ninguna de estas complejas guerras fue tan brutal como la del corredor noreste. No se sabe exactamente por qué, pero es claro que en ello influyó el hecho de que Los Zetas y el Cártel del Golfo hubieran nacido en aquella área y se conocieran íntimamente. En 2012, Los Zetas se fragmentaron, pues no lograron controlar a los integrantes que habían entrado en los mercados criminales locales. Actualmente hay al menos cuatro facciones diferentes, según el último recuento de InSight Crime. El Cártel del Golfo sufrió sus propios cismas, dividiéndose en al menos tres facciones.

En muchos sentidos, esto era inevitable. Los Zetas demostraron que mediante terribles mensajes y tácticas brutales se podía controlar el territorio, y de esa manera obtener numerosas rentas criminales locales, incluso mientras competían por la acción en el mercado internacional. La mayoría de estas facciones ahora hacen lo mismo, centrándose en los mercados criminales locales, donde es mucho más fácil ingresar que en los mercados internacionales, y luego buscan un sitio entre los jugadores internacionales. Y en este proceso, ellas también sufren sus propios cismas.

Con el tiempo, estas subdivisiones se han vuelto aún más primitivas de lo que en algún momento fueron Los Zetas, lo que nos lleva de nuevo a la masacre de junio en Reynosa. A principios de agosto, la Fiscalía General de la República capturó a otros cinco sospechosos que fueron vinculados con el caso. Las autoridades también señalaron como culpables a dos disidencias del Cártel del Golfo: los Ciclones y los Escorpiones, que quizá se han unido para luchar contra los Metros, otra disidencia del mismo cártel.

Aun así, no había muchas razones para agredir civiles en este caso, aparte de enviar un mensaje. Así, los mercados criminales parecen casi una añadidura.

El mensaje es lo que importa: Para que aprendan a respetar.

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Casino Royale: Una década de un atentado vil e impune en la era de Felipe Calderón

martes, agosto 24th, 2021

El ataque al Casino Royale, en Monterrey, Nuevo León, fue atribuido a Los Zetas y es  uno de los hechos más sanguinarios y brutales contra civiles que se recuerde durante la “guerra contra el narcotráfico” que lanzó el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa. Es, además, un crimen que sigue impune luego de una década. La administración del Gobernador priista Rodrigo Medina de la Cruz también fue señalada por no entregar resultados ni justicia a los familiares de las víctimas.

Por Marcos Martínez Chacón 

MONTERREY, México (AP) — Frente al terreno que ocupaba el Casino Royale, en la ciudad mexicana de Monterrey, el único recuerdo que queda de uno de los peores atentados del crimen organizado contra civiles -que dejó 52 muertos– es un memorial instalado por familiares de las víctimas que han luchado por mantener viva su demanda de justicia.

Las decenas de cruces blancas llevan escritos los nombres de los fallecidos y fueron colocadas para que la sociedad de esa ciudad industrial en el estado de Nuevo León, al noreste de México, no olvide la tragedia ocurrida el 25 de agosto de 2011.

Samara Pérez, de 48 años y sobreviviente del ataque, recordó la desesperación que sintió al no encontrar a su hijo Brad Xavier Muraira, de 18 años, quien también estaba en el sitio cuando un grupo de hombres armados irrumpieron y comenzaron a rociar con gasolina el lugar para después prenderlo fuego.

CASINO-ROYALE

Los Zetas dejaron cubetas de sangre por donde se hicieron paso. Foto: Saúl López, Cuartoscuro

“Se escuchó una conmoción, volteo y veo a un hombre que le da un golpe a una mujer con un arma. Entran varios, traían botes, y empiezan a rociar y empieza todo mundo a correr y a gritar. No pasó mucho tiempo, no sabíamos que era gasolina hasta que empezó el humo, empecé a buscar a mi hijo y no lo pude encontrar, el caos fue inmediato”, dijo Pérez a The Associated Press con la voz entrecortada. “Muchas horas después me enteré que mi hijo falleció”.

Las autoridades atribuyeron el ataque al sanguinario Cártel de Los Zetas que, de acuerdo con las versiones oficiales, cometieron el atentado en demanda del pago de extorsiones al casino y fue uno de los más brutales desde que en 2006 el gobierno lanzó una ofensiva inédita contra los cárteles de las drogas, los cuales respondieron también con acciones no vistas hasta esos momentos.

Aquel día de 2011 las llamas provocadas por los presuntos miembros del cártel atraparon y asfixiaron a decenas de clientes y empleados. La mayoría de las víctimas eran mujeres que jugaban bingo, en máquinas tragamonedas o simplemente almorzaban con amigos.

A 10 años del ataque Pérez, quien ha sido la vocera de familiares de las víctimas desde entonces, aseguró que tanto las autoridades estatales como las federales han tratado a los deudos con desdén a lo largo de estos años.

Samara Pérez, sobreviviente del ataque del 25 de agosto de 2011 al Casino Royale. Foto: Marcos Martínez Chacón, AP

La principal afrenta, dijo, ha sido la falta de justicia, ya que la mayoría de los detenidos por su presunta participación en el ataque han logrado obstruir la aplicación de sentencias a través de juicios de amparo contra las condenas.

Semanas después del ataque, las autoridades detuvieron a 17 presuntos responsables, sin embargo sólo cinco han sido condenados, pero ninguno por homicidio.

Un funcionario federal, que pidió no ser identificado para hablar del tema, dijo a la AP que la investigación sigue abierta y que los cinco sentenciados recibieron condenas por portación de arma de fuego y cartuchos de uso exclusivo del ejército.

Pérez dijo que las autoridades tampoco les han permitido a los familiares tener acceso a los documentos de la investigación, en la que quedó en evidencia la falta de protocolos de protección civil y de evacuación en el casino, lo que agravó la tragedia.

En el ataque al casino Royale murieron 52 personas. Foto: Cuartoscuro

“Nunca, hasta el día de hoy, hemos visto una justicia palpable”, afirmó la activista. “Todos los detenidos están iniciando los procesos de amparo, es lo grave de la situación, el sistema penal a nivel nacional les permite que todos estos procesos puedan ser reducidos o que puedan salir estas personas”.

Pérez dijo que las víctimas aún esperan que a los acusados se les procese y condene por homicidio.

Fue precisamente para mantener visible su demanda de justicia que desde 2011 los familiares de las víctimas colocaron un primer memorial de cruces de madera con los nombres de los fallecidos frente a las ruinas del casino, aunque desconocidos lo quitaron en dos ocasiones.

Los deudos pusieron entonces cruces metálicas sobre una barda, la cual volvió a ser derribada en abril, ahora por empleados contratados para demoler lo que quedaba del edificio. El gobierno municipal aceptó reconstruir la barda para reinstalar las cruces.

“Ha sido una falta de respeto a las familias que hayan intentado quitar nuestro memorial, esperamos que ahora esté ahí de manera permanente”, dijo Luis Javier Nava Walss, de 31 años, quien perdió en el incendio a su madre, Idalia Walss, una maestra de primaria que murió a los 46 años.

Marisela Ramírez Cano, cuya hija de 25 años murió en el ataque del 25 de agosto de 2011 al Casino Royale. Foto: Marcos Martínez Chacón, AP

Además de la falta de justicia, los familiares han tenido que sortear el incumplimiento de promesas de apoyo gubernamental, dijo Marisela Ramírez Cano, de 62 años, cuya hija Claudia Castillo Ramírez, de 25 años y madre de dos menores, trabajaba en el casino y falleció en el ataque.

Ramírez Cano, trabajadora de una lavandería, dijo que aunque inicialmente las autoridades locales entregaron alimentos a las familias y el municipio ofreció pagar las fosas en los cementerios de la ciudad donde fueron sepultadas algunas de las víctimas, la ayuda fue reducida y hubo confusión en torno al pago por la utilización de las tumbas.

Por ejemplo, dijo Ramírez Cano, seis años después de la muerte de su hija el panteón municipal en el que había sido sepultada y que había sido pagado por el gobierno le informó que el servicio era temporal y, al expirar el plazo, ella debía pagar por la extensión del servicio.

“A los seis años la tuve que sacar del panteón, fue una falta de respeto. Me dieron una caja chiquita en la que no cupo mi hija, tuve que ir en una carroza con los restos de mi hija hasta que encontramos una caja usada y ahí pusieron los restos, y fuimos a otro panteón”, recordó.

A las 15:45 horas del 25 de agosto de 2011, un grupo de personas llegó al Casino Royale en Monterrey. Foto: Cuartoscuro

Las familias le han pedido al actual presidente mexicano que las escuche. “El Gobernador Jaime Rodríguez Calderón no se dignó ni siquiera a recibirnos y al Presidente Andrés Manuel López Obrador le diría que haga una revisión exhaustiva en el Poder Judicial para que vea que en estos casos se aplique la ley. Nadie está por encima de la ley”, afirmó Pérez.

Una de las cosas que mejor ejemplifican la indiferencia oficial hacia el caso, dijo, es una pequeña fuente construida en 2014 por las autoridades locales frente al edificio del casino que luce abandonada.

Como cada año los familiares de las víctimas acudirán este 25 de agosto al sitio donde operaba el casino para protestar contra la impunidad y proyectarán frente al Palacio de Gobierno estatal un video con un recuento de su lucha.

“El Talibán”, el misterioso capo mexicano que, de Los Zetas, creó un violento cártel

lunes, agosto 16th, 2021

El fundador de los talibanes Iván Velázquez Caballero, según reseña Oscar Balmen, recibió en 2007 de manos del “Z-40” la distinción del “Z-50” al tiempo que le entregaba la plaza del estado de Zacatecas, donde fue apodado por sus subalternos como “El Talibán” debido a su afición por decapitar a sus enemigos con machetes. 

Ciudad de México,16 de agosto (SinEmbargo).- Los talibanes habían permanecido durante años como un grupo del que se negaba su existencia. Fue hasta el 6 de marzo de 2020 que el gobierno federal los reconoció cuando en una conferencia de prensa en San Luis Potosí, el nombre del cártel apareció en una diapositiva sobre los grupos delictivos que aquejaban a la región.

“Se les puso así por ser muy radicales”, comentó brevemente Alexei Chévez, consultor en temas de seguridad, a SinEmbargo.

Aunque poco se habla de este cártel, el periodista Oscar Balmen publicó en septiembre de 2020 en Emeequis un breve reportaje titulado El Cártel de los Talibanes: el silencioso grupo del que no habla el gobierno” en el que analizó los orígenes de la organización delictiva y su relación con Los Zetas, durante la época en la que fueron liderados por Heriberto Lazcano y Miguel Ángel Treviño Morales el “Z-40”.

El fundador de los talibanes Iván Velázquez Caballero, según reseña Balmen, recibió en 2007 de manos del “Z-40” la distinción del “Z-50” al tiempo que le entregaba la plaza del estado de Zacatecas, donde fue apodado por sus subalternos como “El Talibán” debido a su afición por decapitar a sus enemigos con machetes, estilo que mostraba en sus videos el grupo extremista que este fin de semana tomó Kabul, la capital de Afganistán.

Iván Velázquez Caballero, ‘El Talibán’,o el Z-50 detenido en San Luis Potosí (Foto: Cuartoscuro)

“Infundía terror por donde caminara. Su violencia extrema era temida hasta por los policías federales del estado y la transmitía a sus subalternos, quienes para impresionarlo inventaban los más crueles métodos de asesinar a enemigos y a campesinos que no pagaban la cuota de extorsión”, expuso el periodista.

Las prácticas del “Talibán” llegaron hasta sus seguidores quienes en el año 2011 se rebelaron al apoyar a otro integrante del cártel para imponer jefes de plaza en los distintos municipios de Zacatecas, lo que lo llevó incluso a amenazar con abandonar Los Zetas para unirse al Cártel del Golfo.

El 26 de septiembre de 2012 fue detenido por elementos de la Secretaría de Marina asesorados por la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) mientras recogía un cargamento en San Luis Potosí.

Imagen del Z-40 dada a conocer después de su detención. (Foto: SinEmbargo, Francisco Cañedo)

Según InSight Crime, el momento del arresto de Velázquez Caballero sugiere que probablemente fue una trampa. Un probable informante detrás del arresto es Jorge Eduardo Costilla Sánchez, del Cártel del Golfo, quien fue arrestado dos semanas antes. También pudo haber sido traicionado por sus propios hombres, quienes por cualquier motivo podrían haber decidido que estaban más dispuestos a alinearse detrás de Miguel Treviño Morales.

Velázquez Caballero inició su carrera criminal robando autos en Nuevo Laredo, Tamaulipas, su ciudad natal, cuando era un adolescente. A la edad de veintidós años, fue arrestado y encarcelado por este delito. Luego de su liberación conoció a Heriberto Lazcano Lazcano “El Lazca”, quien lo designó jefe de plaza en su tierra. Para 2007, “El Talibán” fue reubicado en Zacatecas donde llegó a tener hasta 400 hombres a su mando. 

Desde 2009 hasta su captura había aparecido en la lista de los más buscados por las autoridades mexicanas. El 22 de noviembre de 2013 fue extraditado a Estados Unidos. 

 

Detrás de la matanza de Reynosa: Tres hipótesis de InSight Crime

miércoles, junio 23rd, 2021

Aunque Reynosa ha sido por varios años un epicentro para el crimen organizado en la frontera nororiental de México con Estados Unidos y es una ciudad en la que constantemente ocurren demostraciones de violencia, no había ocurrido una balacera de tal magnitud en al menos los últimos cuatro años.

Por Victoria Dittmar 

Tamaulipas, 23 de junio (InSightCrime).– Un confuso hecho en la ciudad fronteriza de Reynosa, en el norte de México, que dejó varios civiles muertos sigue sin explicarse. Expertas en seguridad señalan tres escenarios posibles: un reajuste criminal del Cártel del Golfo en el mundo criminal, la búsqueda de nuevos acuerdos con actores políticos, o un mero deseo de sembrar el caos.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó durante su conferencia matutina del 21 de junio que “comandos armados” fueron responsables de la violencia y solicitó a la Fiscalía General de la República (FGR) abrir una investigación sobre una serie de balaceras en Reynosa en las que murieron 19 personas.

Los ataques en la ciudad de Reynosa, ubicada en la frontera entre Estados Unidos y México en el estado de Tamaulipas, ocurrieron el 19 de julio a lo largo de 90 minutos. Entre las víctimas se encuentran obreros, enfermeros, trabajadores de maquila, taxistas y estudiantes que presuntamente fueron elegidos al azar, informó el portal tamaulipeco Elefante Blanco.

Por otro lado, cuatro civiles armados –presuntamente involucrados en los tiroteos– murieron en intentos de ser detenidos por las autoridades, según el medio local. Las autoridades también rescataron a dos mujeres que habían sido secuestradas por uno de los comandos.

1. DISPUTAS CRIMINALES

Reynosa, junto con otras ciudades fronterizas como Matamoros y Nuevo Laredo, es uno de los bastiones históricos del Cártel del Golfo y fungió como una especie de refugio en la que la organización gozó de un breve periodo de estabilidad tras el debilitamiento de Los Zetas, su principal rival.

No obstante, la fragmentación que vive el hampa mexicano hoy presenta un complejo escenario criminal en Tamaulipas, ya que varios grupos criminales se disputan el acceso a las economías ilegales y a la frontera, según dijo a InSight Crime Guadalupe Correa, profesora de la Universidad de George Mason en Virginia, Estados Unidos.

“Hoy en día no sólo hablamos de una sola célula del Cártel del Golfo en la frontera, ya que no operan de manera cohesionada […] hablamos de varias células”, dijo Correa a InSight Crime.

“También hay presencia de varias grupos previamente asociados a Los Zetas […] muchos de ellos no solo se dedican al narcotráfico sino también al secuestro, extorsión, venta de combustible y la piratería”, explicó la profesora.

Una de las escisiones más destacables de Los Zetas es el llamado Cártel del Noreste, que ha ganado terreno en la zona nororiental del país en los últimos tres años y se ha movido agresivamente hacia la frontera, alterando el aparente dominio del Cártel del Golfo.

Esto ha resultado en disputas sangrientas. A finales de abril, por ejemplo, el Cártel del Noreste asesinó y calcinó a ocho personas vinculadas al Cártel del Golfo en el municipio de Camargo. En marzo, células de ambos grupos se enfrentaron durante un día entero en los municipios de Matamoros y Río Bravo.

En Reynosa se han reportado enfrentamientos que involucran al Cártel del Noreste desde al menos 2017, por lo que es probable que los recientes hechos estén relacionados a este conflicto o a disputas con otras estructuras criminales.

“Una de las posibles explicaciones es que [los hechos en Reynosa] respondan a la protección de territorio”, dijo a InSight Crime Marisol Ochoa, académica de la Universidad Iberoamericana especializada en seguridad en Tamaulipas.

2. REACOMODOS POLÍTICOS

Otra posible hipótesis es que las recientes balaceras estén relacionadas a un reacomodo de acuerdos político-criminales.

El actual Gobernador de Tamaulipas, Francisco Cabeza de Vaca, ha sido vinculado al Cártel del Golfo desde al menos 2004, cuando buscó la Presidencia Municipal de Reynosa. Las investigaciones de los gobiernos de México y Estados Unidos indican que el mandatario podría haber recibido sobornos por parte del grupo criminal para su campaña a la alcaldía de Reynosa en 2004, a cambio de ofrecerles protección.

https://twitter.com/rochaperiodista/status/1406780810053705731

El partido de Cabeza de Vaca –Partido de Acción Nacional (PAN)– recientemente perdió la mayoría del Congreso local, lo que implica un reacomodo de actores políticos. Por lo tanto, es probable que los grupos criminales estén buscando nuevos acuerdos.

“La participación de varios agentes del orden en actos criminales en Tamaulipas indica que siempre ha existido cierto tipo de protección para la delincuencia organizada […] El actual reacomodo político podría estar generando inestabilidad”, dijo Correa a InSight Crime.

El Gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca. Foto: Cuartoscuro.

3. GENERAR MIEDO

Por su parte, Marisol Ochoa también sugirió a InSight Crime no descartar una tercera hipótesis de que los hechos no responden necesariamente a cálculos racionales o la búsqueda de un objetivo específico, sino a una forma de desestabilizar la sensación de seguridad en la población.

“[Los hechos en Reynosa] parecen haber sido improvisados, murieron 14 civiles que no estaban involucrados. Es una operación muy desorganizada. No necesariamente queda claro qué ajuste de cuentas se pudo haber dado y cuál era el objetivo”, señaló Ochoa.

Tras un periodo de relativa estabilidad en el que actos violentos de esta magnitud ya no eran tan comunes en Reynosa, es posible que algún actor armado vuelva a buscar generar conflicto.

“Generar miedo en la población también es una herramienta para los grupos criminales”, concluyó.

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“Si me va a matar, que sea frente a palacio”. Y allí la mató. Marisela Escobedo no conoció la justicia

miércoles, diciembre 16th, 2020

A pesar de la indignación generalizada por su asesinato, luego de una investigación inicial que estuvo plagada de deficiencias y marcada por el escándalo, prácticamente no ha habido avances en el caso de Escobedo en la última década.

Coahuila, 16 de diciembre (Vanguardia/EFE).– A Marisela Escobedo la asesinaron a las afueras del Palacio de Gobierno de Chihuahua el 16 de diciembre de 2010 mientras realizaba una sentada exigiendo que el asesino de su hija fuera llevado ante la justicia, el exgobernador Cesar Duarte, ahora detenido en Estados Unidos, acababa de tomar posesión.

Los propio guardias del Gobernador cerraron las puertas del recinto cuando quiso ingresar al ser perseguida por su asesino.

Tras 10 años, la causa por la que luchaba sigue impune, al igual que su asesinato.

A pesar de la indignación generalizada por su asesinato, luego de una investigación inicial que estuvo plagada de deficiencias y marcada por el escándalo, prácticamente no se han registrado avances en el caso de Escobedo en la última década.

A principios de noviembre, el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dijo en su conferencia de prensa diaria que el caso Escobedo “debe permanecer abierto” y ser examinado por su administración, un hecho importante después de años en los que las autoridades locales mantuvieron que el caso estaba cerrado.

Estas declaraciones ocurrieron días después de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) informara al Estado mexicano que tenía tres meses para enviar a la comisión sus observaciones sobre los casos de Escobedo y su hija Rubí, un primer paso mientras la CIDH delibera si debe admitir el caso.

El impulso para revisar el caso Escobedo, que es emblemático de muchas de las crisis más desconcertantes que enfrenta el país, no podría llegar en un momento más delicado para el Gobierno mexicano.

Además del impacto económico causado por la pandemia COVID-19, las tasas de homicidio están en su punto más alto, según el Instituto Nacional de Estadísticas.

Marisela Escobedo nació en Piedras Negras, Coahuila, 12 de junio de 1958, fue una enfermera y activista social mexicana, asesinada mientras protestaba por el feminicidio de su hija, Rubí Marisol Frayre Escobedo, de 16 años de edad, ocurrido en el año 2008.

Marisela Escobedo señaló entonces a la pareja de su hija, Sergio Rafael Barraza Bocanegra, como el asesino.

Con recursos propios logró localizar a Barraza en Fresnillo, Zacatecas, donde fue detenido y trasladado a Ciudad Juárez. Allí este confesó la autoría del crimen y señaló el lugar de sepultura de los restos de Rubí Frayre en uno de los primeros juicios orales de la historia de México en donde la confesión no es suficiente.

Marisela Escobedo buscó justicia por el feminicidio de su hija Rubí Marisol, quien fue asesinada por su pareja. Foto: Especial.

De esta manera, aun a pesar de la autoinculpación, los jueces declararon al asesino inocente por falta de pruebas y lo pusieron en libertad. Ello supuso un escándalo que trascendió las fronteras nacionales, convirtiéndose Marisela Escobedo en referente público de su denuncia.

“LAS TRES MUERTES DE MARICELA”

La mexicana Marisela Escobedo pasó de ser madre a llorar a su hija hasta terminar convertida en un símbolo de valentía y activismo cuya historia se refleja en el documental Las tres muertes de Marisela Escobedo, que se estrenó en octubre en la plataforma digital de Netflix.

Dirigido por Carlos Pérez Osorio y producido por Laura Woldenberg, Ivonne Gutiérrez y Sara Rafsky, el largometraje muestra los dos años que Escobedo dedicó a la investigación para esclarecer el feminicidio de su hija, Rubí Marisol, asesinada en la fronteriza Ciudad Juárez en 2008.

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El documental, explicaron, resulta un ejemplo de la podredumbre de la justicia en México que permite que sean asesinadas 10 mujeres al día en el país y que la impunidad en este tipo de casos se mantenga en el 97 por ciento.

“Sin duda, este documental muestra como el sistema de justicia en México está completamente podrido y lamentablemente sigue así. (…) Por supuesto que muestra todas esas fallas. Si el feminicidio (de Rubí Marisol) se hubiera atendido en ese momento, si se hubiera investigado con perspectiva de género, ahí habría acabado la historia”, expresó a EFE Woldenberg.

En este sentido, la historia local de Escobedo se transforma en una fotografía de México que también puede, y debe, ser reconocida en el resto del mundo.

Marisela durante la revisión del expediente de Rubí. Foto: Netflix

Y esto puede llegar, apuntó Pérez Osorio, a través del amor.

“Es una historia que tiene una universalidad en el amor, en extrañar a alguien, en querer hacer justicia y estos sentimientos que en cualquier idioma podemos encontrar. (…) Lo que queremos es que se queden con el tremendo amor que Marisela le tenía a sus hijos y que es responsabilidad de todos hacer que eso ya no suceda”, dijo el director.

LA LUZ DE MARISELA ESCOBEDO

Por ello, todo el documental tiene un halo de lucha y luz alrededor de la figura de Escobedo. El sufrimiento de esta mujer y de toda su familia se transforma en batalla y se transmite al público en forma de esperanza.

Desde el principio, contaron Pérez Osorio y Woldenberg, buscaron no recurrir a contar únicamente una historia de dolor pero tampoco abarcarla desde los tecnicismos judiciales.

Por ello, tuvieron que condensar todo el material al que el director había llegado a través de su trabajo con el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua, en el norte de México, y la posterior investigación del equipo.

Un caso que nunca fue aislado. Foto: Netflix

Además, los diarios de Marisela y Juan Manuel, el hermano de Rubí Marisol, recogían todos los pasos que dieron en lo que fue una investigación obligada debido a la omisión por parte de las autoridades.

Con la información recogida en los diarios, además de decenas de horas de audiencias, artículos, entrevistas y los expedientes, aunque solo a los que pudieron acceder, Las tres muertes de Marisela Escobedo tomó forma hasta construir un relato entendible para múltiples tipos de audiencias, coherente y fiel a la realidad.

AVANCES Y RETROCESOS

Desde el asesinato de Rubí Marisol en 2008, perpetrado por quien era su pareja, Sergio Rafael Barraza, las cosas han cambiado mucho en México con respeto al machismo, perciben las productoras.

Sin embargo, opinó Woldenberg, aunque los medios de comunicación ya recojan la mayoría de los casos, todavía falta que la conciencia social se refleje en las cifras de feminicidios y en la impunidad en el país.

Rubí Marisol fue reconocida como una de las “muertas de Juárez”, que engloban a las más de 700 mujeres que fueron asesinadas entre la década de 1990 y la de 2000, pero hoy ya reconocidos como feminicidios, asesinatos por violencia machista o de género.

“Diez años después la situación cambió: ya tenemos el término feminicidio, ya entendemos que esto es un problema nacional, que es un tema de violencia de género pero tenemos 10 asesinato violentos a mujeres al día”, describió Woldenberg.

La búsqueda de justicia movió a Marisela por foto el país. Foto: Especial

Con todo esto, Las tres muertes de Marisela Escobedo se convierte en un relato fehaciente de la realidad mexicana desde 2008 logrando que la sombra de Escobedo llegue hasta hoy transformada en esperanza, y desde la filosofía de recordar el pasado y aprender de él para no permitir que se sigan perpetrando los mismos errores.

VIOLENCIA DE GÉNERO EN MÉXICO

El pasado 24 de noviembre, se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer sumido en una espiral de feminicidios y con el fantasma de la represión policial planeando sobre las últimas marchas feministas.

Tras la dispersión a tiros de una manifestación por un feminicidio en Cancún, en el suroriental estado de Quintana Roo, la jornada del miércoles se prevé cargada de tensión.

*CIFRAS SOBRE MUJERES EN MÉXICO:

– Mujeres en México: 63 millones 872 mil 223 (de un total de 124 millones 994 mil 566 mexicanos).

– Mujeres en el Gabinete del Presidente Andrés Manuel López Obrador: ocho de 19.

– Brecha salarial en México: 14 por ciento, frente a la media de 13.2 por ciento de los países de la zona de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Tanto la muerte de Marisela como la de su hija Rubí siguen impunes. Foto: Cuartoscuro.

– Un 36 por ciento de las mujeres mexicanas se dedican al trabajo del hogar no remunerado. Cuando su lengua vehicular es indígena, el porcentaje se eleva a 46 por ciento.

– Las mujeres ganan un 34 por ciento menos que los hombres aún cuando empleo y educación son similares.

– La esperanza de vida al nacer de las mujeres mexicanas es de 77.98 años de edad, frente a la de 72.24 años de edad de los hombres.

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN 2020

– De enero a septiembre se registraron 704 feminicidios (asesinatos por razón de género).

– La tasa de feminicidios es de 1.08 por cada 100 mil mujeres.

– 2 mil 150 mujeres fueron víctimas de homicidio doloso en los primeros nueve meses del año.

– 43 mil 108 mujeres sufrieron lesiones de forma dolosa hasta septiembre.

– 167 mujeres fueron secuestradas en ese periodo.

Marisela fue asesinada el 16 de diciembre de 2010, en Chihuahua. Su muerte sigue impune. Foto: Cuartoscuro.

– De enero a septiembre, 347 mujeres fueron víctimas de trata en México.

– 163 mil 868 mujeres sufrieron violencia familiar en los primeros nueve meses de 2020.

– Se registraron 12 mil 241 presuntas violaciones en ese tramo de año.

Esto datos proceden del Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Aguayo, Dayán y Garza: Moreira 1 entronizó a Los Zetas, Moreira 2 los dividió. Y regresó Sinaloa…

sábado, octubre 24th, 2020

Con el Gobernador Humberto Moreira (2005-2011) “terminaron de asentarse Los Zetas” en Coahuila. Pero con Rubén Moreira (2011-2017), “desapareció la pasividad. Fueron contenidos, descabezados y fragmentados”, expone el libro “Reconquistando” La Laguna del Colmex. En 2016, el ahora Diputado priista les dio a los investigadores Sergio Aguayo, Jacobo Dayán y Javier Garza acceso a los expedientes sobre la presencia del cártel en la región. En entrevista, platican sobre cómo la relación de ambos hermanos se deterioró y qué falta para recuperar en su totalidad la paz en la comarca lagunera: justicia para las víctimas.

Ciudad de México, 24 de octubre (SinEmbargo).– La Laguna, conformada por municipios de Coahuila y Durango, es el principal nodo de comunicación entre el Pacífico y la frontera del noreste mexicano con Estados Unidos. La guerra feroz entre Los Zetas y el Cártel de Sinaloa iniciada alrededor de 2007 dejó grandes heridas como la masacre de Allende, el control Zeta de la cárcel de Piedras Negras, el trastorno de las actividades cotidianas de la ciudadanía y un golpe a la economía regional.

En el libro “Reconquistando” La Laguna (Colmex, 2020), los investigadores Sergio Aguayo Quezada, Jacobo Dayán Askenazi y el periodista Javier Garza Ramos, pese a obstáculos de opacidad por parte de la Fiscalía General de la República (FGR) y del Gobierno de Durango, muestran cómo fue posible inclinar la tendencia de miles de homicidios dolosos y desapariciones hacia la baja una década después, con la colaboración de Gobierno, empresarios y sociedad.

“Lo sucedido en La Laguna, sin duda alguna, es la experiencia más exitosa en la construcción de la paz en México. Y además de entender lo acontecido en esa región del noreste mexicano, es un logro indudable que el ‘modelo lagunero’ podría replicarse para otras zonas del país”, concluyen tras una investigación de 2016 a 2020. Pero, reconocen los autores, continúan pendiente la justicia para las víctimas; la reparación de daños, incluyendo los crímenes perpetrados por las fuerzas del Estado; la búsqueda de desaparecidos; y el desmantelamiento de las redes económicas y de protección política del crimen organizado, ya que Los Zetas fueron echados de la región, pero se restauró la presencia del Cártel de Sinaloa.

En el caso particular de Coahuila, los hermanos Moreira gobernaron el estado durante 11 años de 2005 a 2017, a la par del Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018). Los autores del libro marcan un contraste en la gestión de ambos y, en entrevista con SinEmbargo, narran cómo se fue deteriorando su relación y por qué aseguran que Rubén, a diferencia de Humberto que le heredó una megadeuda, no fue pasivo ante Los Zetas.

Humberto Moreira y el Presidente Enrique Peña Nieto cuando el coahuilense fue elegido nuevo presidente nacional del PRI. Era el preámbulo para el lanzamiento oficial de Peña Nieto como candidato presidencial del tricolor en 2012. Foto: Cuartoscuro, archivo.

Con Humberto Moreira (1 diciembre 2005-4 enero 2011) y Jorge Juan Torres López (4 enero 2011-30 noviembre 2011) “terminaron de asentarse los Zetas en el estado. Lograron tener control total del norte de Coahuila, Saltillo se transformó en santuario seguro y le disputaron al Cártel de Sinaloa el control de La Laguna”, dice el libro. En enero de 2016, el expresidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue detenido en España por presunto lavado de dinero, pero liberado días después. Durante el sexenio de Rubén Moreira (1 diciembre 2011-30 noviembre 2017), “desapareció la pasividad. Los Zetas [como ‘El Lazca’, Z-40 y Z-42] fueron contenidos, descabezados y fragmentados”. En 2016, el entonces Gobernador les dio acceso a los expedientes sobre la presencia del cártel en la región de los Cinco Manantiales (entre los municipios destacan Piedras Negras, Nava, Sabinas y Allende).

“Siempre quise blindar la investigación de la demanda de Humberto Moreira en mi contra”, aclaró a este diario digital Sergio Aguayo, investigador del Colegio de México (Colmex) y quien en julio de 2016 fue denunciado por supuesto daño moral por el exgobernador de Coahuila a raíz de la publicación de una columna en el marco de su arresto en Madrid, España. En julio de 2020, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) atrajo el caso luego de que el académico se amparó contra la solicitud de pagar 10 millones de pesos a Moreira.

Ese mismo día de la demanda, compartió, el entonces Gobernador Rubén Moreira le marcó para aclararle que él no tenía relación y era asunto de su hermano. El académico aprovechó y le pidió los expedientes judiciales sobre la presencia zeta en la entidad.

“Rubén nos entregó la información y, como lo he dicho siempre, es el primer funcionario de alto nivel que entrega expedientes tan importantes de manera legal y pública, no con filtración. El Gobernador [Rubén Moreira] se echó el paquete porque Jaime Ruchín [titular de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV)] me comentó en varias ocasiones que le habló el Secretario de Gobernación [Miguel Ángel Osorio Chong] para decirle: ‘cómo que van a firmar un convenio para una Comisión de la Verdad de Coahuila'”, afirmó el académico.

El actual Gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, con el exgobernador Rubén Moreira. Ambos políticos son militantes del Partido Revolucionario Institucional. Foto: Cuartosucro.

Jacobo Dayán, especialista en derechos humanos de la Universidad Iberoamericana, agregó que el colectivo Fundec aseguró que cuando el fenómeno de la desaparición irrumpió en Coahuila y se acercaron al Gobierno estatal, “Humberto Moreira nunca los recibió. Siempre los mandaba con alguien más y nunca le daba seguimiento a los casos, ni le parecía relevante la agenda. Dejó el Gobierno sin atender a las víctimas y se fue a dirigir el PRI nacional”. Cuando llegó Rubén Moreira a finales de 2011, dicen las víctimas, al menos dialogaba con ellos.

Desde La Laguna, el periodista Javier Garza detalló que los hermanos Moreira hicieron un pacto. Rubén le operaría a Humberto su llegada al Gobierno en 2005 para que después, sobre lo construido, siguiera Rubén. Pero el expresidente del PRI “le fastidió la gubernatura”: le entregó una deuda de más de 30 mil millones de pesos sin margen de maniobra y un estado en llamas. Al 2020 la deuda estatal asciende a más de 40 mil millones de pesos, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda.

“Lo que construyó Humberto estaba con pilares muy endebles y cuando llegó Rubén todo se había caído”, dijo Garza. “Rubén empieza su gubernatura severamente golpeado por la situación financiera. Después, se empezó a destapar la situación de inseguridad. Comenzó a destapar poco a poco la cloaca a lo largo de 2012. Después se fugan los reos de Piedras Negras, matan a uno de los hijos de Humberto Moreira [en el marco del asesinato de un sobrino de los Treviño] y es ahí donde la relación queda completamente quebrada. En su primer informe a finales de 2012, Rubén Moreira prácticamente –no directo– pero con frases sutiles culpa de todo a Humberto. [A su vez, Humberto] atribuyó [el asesinato de su hijo] a que Rubén había empezado un combate a los grupos del crimen organizado. Sin dinero y sin seguridad, no iba a ser capaz de lograr nada”.

Cuando el expriista demandó al académico Sergio Aguayo, la interpretación fue que se volvió un problema político para su hermano. “Le manchó todo su esfuerzo por una demanda de difamación en contra de una de las personas que estaba involucrada en la investigación académica de estos hechos”, afirmó Garza.

Los investigadores y el periodista también plantearon que los colectivos de víctimas, pioneros en la búsqueda de restos óseos, y empresarios preocupados por la caída de inversión fue fundamental para alcanzar la reducción de la violencia. “El último eslabón que falta por unirse es que los empresarios se unan con los colectivos para que puedan darle ese último empujón a la búsqueda de la justicia”, dijo el periodista Javier Garza, director editorial del Siglo de Torreón en aquellos años de altos índices de homicidios, secuestros y desapariciones en la zona.

Portada de el libro “Reconquistando La Laguna”. Los Zetas, el Estado y la sociedad organizada. 2007-2014”, que es además un trabajo de El Seminario sobre Violencia y Paz, de El Colegio de México, con apoyo de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y la Fundación Ford. Foto: Colmex

***

P. En materia de combate a violencia e inseguridad, ¿por qué consideran el caso de La Laguna un éxito y qué es lo que falta para quitarle las comillas a “reconquistando” en el título del libro?

Sergio Aguayo. Las cifras hablan. Hubo una baja considerable en el número de homicidios dolosos y desapariciones, que se ha sostenido a lo largo de varios años. En segundo lugar, las encuestas de opinión muestran una reducción en la percepción de la inseguridad de la comunidad. Tercero, es evidente que en todo el estado [Coahuila] ha reducido la actividad zeta en la medida que fueron descabezados y fragmentados. Otro indicador de éxito es que cuando incursionó el cartel de Noreste en Villa Unión el año pasado, quienes lo combatieron fueron las policías del estado de Coahuila con el respaldo de la Guardia Nacional y del Ejército, lo que muestra una capacidad de autogestión. Lo que no quiere decir que esté todo terminado. Si vemos lo que pedían los empresarios y las víctimas, los empresarios sí tuvieron satisfacción a sus peticiones mientras que las víctimas todavía son victorias muy insuficientes.

Jacobo Dayán. Se logró reducir la violencia, pero nunca hubo justicia a las víctimas. Tampoco se llevó a revisión ni a justicia los crímenes perpetrados por las fuerzas del Estado, no se desmantelaron las redes de protección política más que a nivel de policías municipales ni se desmantelaron las redes económicas de los cárteles. Y uno de los grandes pendientes, además de la justicia, es la búsqueda de personas desaparecidas que tampoco se ha podido realizar. Además, por eso está entrecomillado, es que a lo que se regresa es al control hegemónico de un cártel en la región, en este caso Sinaloa.

Javier Garza. Sí hay dos caras de una moneda. Por una parte, la recuperación de la seguridad que para la sociedad en la Comarca Lagunera es lo más tangible y concreto. Hace ocho o diez años la vida en la comunidad estaba muy limitada porque la violencia impedía pocas actividades, la convivencia normal y el desarrollo económico. Una década después, se han recuperado muchos espacios que se habían perdido frente al crimen. La Encuesta Nacional de Seguridad Pública del Inegi confirma que en la Comarca Lagunera ya llevamos varios años divididos a la mitad en cuanto a la percepción de seguridad. La mitad piensa que es seguro y la otra mitad que es inseguro. Pero es un avance respecto a cuando el 80 o 90 por ciento se sentía inseguro. La otra parte, la justicia que se debe, es algo que la sociedad no necesariamente siente en su conjunto, porque no la afectó en general, sino a personas en particular. Eso lo hace menos tangible para la comunidad, aunque eso no quiere decir que sea menos importante, porque el gran logro de la recuperación de la seguridad se puede perder fácilmente si no se construyen las instituciones con una fortaleza que pueda atender todos los aspectos de esta crisis terminando en una justicia plena.

Reducción de tasa de homicidios dolosos de 2011 a 2018 en Torreón, Lerdo y Gómez Palacio. Gráfica: “Reconquistando” La Laguna.

P. Sergio Aguayo mencionaba que los empresarios llegaron a obtener lo que buscaban, ¿qué tanta importancia tuvo el papel de la ciudadanía y de la sociedad civil para recuperar la seguridad?

S.A. Fundamental, porque se alineó con otras variables. La decisión de cambiar la estrategia federal e irse contra los Zetas no se toma por La Laguna solamente. Se toma, según nos comentan, por la matanza de 72 migrantes en San Fernando. Esa fue la gran razón, reforzada por el asesinato de un agente estadounidense en San Luis Potosí en febrero de 2011 por los Zetas. Eso llevó a que Estados Unidos presionara o se uniera con gran entusiasmo a combatir a los Zetas. En 2011 empezaron las reuniones de empresarios y también hay acciones individuales como de Silvia Ortiz, una de las promotoras de colectivos, que van cuajando a lo largo de 2011 y que agarran un impulso con la llegada de Rubén Moreira [diciembre 2011] que llega con el tema de seguridad bajo el brazo. Su hermano [Humberto] es presidente del PRI y están muy cerca del Presidente Enrique Peña Nieto. Entonces, hay un enorme resquicio del Presidente hacia las peticiones de Moreira. A lo que voy es que se van sumando los factores cuando los empresarios van cuajando una propuesta, que creo son los que tienen más claro combatir los homicidios y secuestros, porque es lo que los afectan. En ese momento se va acelerando hasta la reunión del Gabinete de seguridad nacional en el 2014, donde se acepta el Mando Especial. Es decir, hay una secuencia que se acompaña mutuamente y que lleva a que los empresarios y las víctimas aprovechen. Ignoro si tenían claridad esa secuencia. Pero los que tenían clara la película sobre el viraje en la estrategia era el Gobierno federal, no otros actores que yo sepa. No era tan visible, porque, según nos comentaron, no querían que se creara la impresión de que atacaban a los Zetas para favorecer al cartel de Sinaloa. Cuando apareció la Policía metropolitana, ya estaban dadas las condiciones para que tuvieran mayor éxito.

J.D. Los empresarios tienen mucha más capacidad de gestión y de presión ante las autoridades. Pero las víctimas lograron también cambios, hay que reconocerlo. Se articuló un grupo de trabajo en mesas permanentes entre el Gobierno y los colectivos de víctimas con lo que han logrado la creación de algunas políticas públicas y modificación a leyes. Coahuila fue el primer estado con una Ley de Desaparición de Ausencia y con fondos para apoyo a víctimas. A pesar de que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) local no tiene el presupuesto que debería tener, además de las demás de los estados, hay una buena relación y gestión entre la Comisión y los colectivos. Lo que lograron los colectivos fueron transformaciones legales e institucionales con poco resultado. Hay que reflexionar la capacidad de acción que tienen actores económicos a diferencia de actores sociales. Se redujo la violencia y el secuestro que era un tema importante para los empresarios. Y en el caso de las víctimas, en Coahuila, a diferencia de Durango donde las cosas no caminan del todo hasta la fecha, se lograron esos avances que en lo formal están, pero no en la realidad.

J.G. Los empresarios sí son los que tienen la mayor capacidad de gestión, pero también porque históricamente en La Laguna ha sido la empresa la que ha logrado articular mejor las iniciativas de desarrollo de la Comarca Lagunera, desde tiempos de la fundación de la ciudad hace más de 100 años. En los años 30, cuando ya se estaba integrando la zona metropolitana de Torreón y Gómez Palacio, todavía no estaba bien construido el sistema de presas que embalsa el río Nazas que cortaba la zona. No había puentes, el primero que se hizo para vehículos fue en 1931. Lo financió la iniciativa privada. Fueron los empresarios organizados en cámaras de comercio y servicios para construir el puente porque los gobiernos no respondían. Esta articulación de los empresarios no es nuevo. Y, como son los que articulan los clubes de servicio como las sociedades de beneficiencia o cultura, se logra una mayor integración. Las grandes restauraciones de museos y teatros han sido gracias a las aportaciones y organización de empresarios. Y a su vez, son capaces de articular otros sectores de la sociedad civil. El último eslabón que falta por unirse es que los empresarios se unan con los colectivos para que puedan darle ese último empujón a la búsqueda de la justicia. Para los empresarios su principal preocupación era la sequía de inversiones por la inseguridad, estaba teniendo una merma económica en todas las cadenas productivas de La Laguna  de la industria, servicios y agrícola. El reto era bajar la inseguridad para que regresaran las inversiones. Lo cumplieron, pero quedan pendientes para que se articule con la sociedad civil.

Familiares de desaparecidos durante una exhumación en un panteón de Saltillo, Coahuila. Foto: Cuartoscuro.

P. En el caso particular de Coahuila, ustedes hacen un contraste entre la gestión de Humberto Moreira y la de su hermano Rubén en materia de seguridad…

S.A. Ay, los hermanos Moreira. Es evidente que algo hay entre los hermanos Moreira. Hay una relación complicada. Hablé varias veces con Rubén Moreira durante la investigación y jamás profundizamos demasiado, porque yo siempre quise blindar la investigación de la demanda de Humberto Moreira en mi contra. Estoy convencido, pero es una hipótesis no demostrada, que Humberto me demanda porque firmamos un convenio el Colegio de México, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) presidida por Jaime Rochín y el Gobierno de Rubén Moreira en marzo de 2016 para investigar la masacre de Allende de 2011 y el contexto de violencia. El Gobierno de Coahuila nos tenía que entregar la documentación a las pocas semanas o meses, pero no los entregaba. Los tiempos de ellos son diferentes a los de investigadores, para ellos es normal no responder las llamadas o dejarlo a uno colgado meses. Llegó julio de 2016. Viene la demanda, se hizo público y ese mismo día me habla el Gobernador [Rubén] Moreira desde algún lugar de Coahuila. Me dijo  ‘solo te habló para decirte que yo no tengo nada que ver con la demanda de mi hermano. Que a mí no me enreden, es cosa de él’. Y yo aproveché, y le pregunté que si era cosa de él por qué no nos entregaba los expedientes judiciales. Dice ‘órale, ya los tienes’. A los pocos días o semanas entregaron los expedientes y fue el equipo a consultarlos. Hay una interacción en la investigación y la demanda que no me ha quedado claro cómo juega la relación entre hermanos. Para serle franco, ni me interesa demasiado. Sería contaminar la investigación si hubiera dejado que eso se metiera en medio. El hecho es que Rubén nos entregó la información y, como lo he dicho siempre, es el primer funcionario de alto nivel que entrega expedientes tan importantes de manera legal y pública, no con filtración. El Gobernador [Rubén Moreira] se echó el paquete porque Ruchín [titular de la CEAV] me comentó en varias ocasiones que le habló el Secretario de Gobernación [Miguel Ángel Osorio Chong] para decirle: ‘cómo que van a firmar un convenio para una Comisión de la Verdad de Coahuila’. Durante una rueda de prensa de marzo de 2016, hablamos que era una aproximación a la verdad en una minicomisión a la verdad. Es lo que era, porque nos entregaron legalmente los expedientes. No era vinculante el informe de Allende ni de Piedras Negras, pero sí había un acto de autoridad como ahora lo hay. En Ayotzinapa estamos ante una Comisión de la Verdad auspiciada por el Gobierno federal. Aquí fue el Gobierno de un estado. A lo mejor Humberto le arrebató una paleta cuando estaban jugando de niños en las calles de Coahuila y a lo mejor de ahí viene la revancha…

J.D. Yo agregaría lo de que dicen las familias en Coahuila, sobre todo Fundec que ya estaba organizada en la época de Humberto y en la transición con Rubén. Lo que dicen es que cuando el fenómeno de la desaparición irrumpió en Coahuila y se acercaron al Gobierno, Humberto Moreira nunca los recibió. Siempre los mandaba con alguien más y nunca le daba seguimiento a los casos, ni le parecía relevante la agenda. Dejó el Gobierno sin atender a las víctimas y se fue a dirigir el PRI nacional. Torres, el Gobernador interino tampoco. Es hasta que llega Rubén Moreira que las víctimas dicen que el tema se convirtió en algo relevante para el Gobierno, al menos los recibía. Los colectivos creen que se debe a que Rubén ya había trabajado el tema de desaparición y violencia desde la Cámara de Diputados, donde era miembro de la Comisión de Derechos Humanos. No era un tema nuevo y cuando llegó el Gobierno, y asumió la responsabilidad total de la seguridad, es que el diálogo inició de manera fructífera con los colectivos, lo que no había con Humberto.

J.G. Humberto fue el que le arrebató la paleta a Rubén, porque ellos hacen una mancuerna donde Rubén es el principal operador de la llegada de Humberto al Gobierno de Coahuila en 2005 y se hace este pacto de que después seguía Rubén. Desde 2009 Rubén me comentó este relevo antes de que lo destaparan como candidato del PRI. La idea era que Humberto construiría una parte y Rubén [el resto] sobre lo que había avanzado, pero lo que construyó Humberto estaba con pilares muy endebles y cuando llegó Rubén todo se había caído. En 2011 se destapa la cloaca de la megadeuda y resulta que Coahuila está tan endeudado que Rubén no va tener dinero para cumplir todo lo que había prometido en la campaña como un aeropuerto. No había dinero. Humberto le fastidió la gubernatura a Rubén, porque el escándalo de la megadeuda tronó poco después de la elección de Rubén, se tuvo que renegociar con los bancos, el Gobierno asume una deuda de más de 30 mil millones de pesos que prácticamente lo pasó al buró de crédito, es decir, le limitó su capacidad para seguir pidiendo préstamos para financiar proyectos de desarrollo. La mitad de esa deuda nunca se explicó en realidad dónde quedó. Es uno de los grandes pendientes. Rubén empieza su gubernatura severamente inhabilitado, golpeado por la situación financiera. Después, se empezó a destapar la situación de inseguridad. Rubén Moreira no se había metido tanto a explorarlo a fondo a nivel local. En la Comisión de la Cámara de Diputados, donde estaba, uno ve más el bosque que los árboles, pero cuando llega se da cuenta. Unos meses después de que entró en una entrevista que tuve con él me enseñó unas fotos que habían tomado de un operativo en Piedras Negras, donde se habían encontrado unos arsenales terroríficos de armas. Él mismo parecía sorprendido. Empezó a destapar poco a poco la cloaca a lo largo de 2012 que fue su primer año como Gobernador. Después se fugan los reos de Piedras Negras, matan a uno de los hijos de Humberto Moreira [en el marco del asesinato del sobrino del Z-40] y es ahí donde la relación queda completamente quebrada. Matan a ‘El Lazca’ [Heriberto Lazcano, líder de los Zetas] en Progreso, y luego se roban el cuerpo, lo cual deja más en evidencia de que ‘El Lazca’ se estaba moviendo como Pedro por su casa. Ya para 2012 la relación está completamente deteriorada. En su primer informe a finales de 2012, Rubén Moreira prácticamente –no directo– pero con frases sutiles culpa de todo a Humberto. La relación se deteriora sobre todo a partir del golpe familiar por el tema del asesinato del hijo de Humberto, porque lo atribuyó a que Rubén había empezado un combate a los grupos del crimen organizado al ver que si permitía que los criminales siguieran en su avance, su gubernatura se acababa ahí mismo. Sin dinero y sin seguridad no iba a ser capaz de lograr nada. La separación de Humberto y Rubén se va dando cada vez más pronunciada de manera que cuando Humberto le puso la demanda a Sergio, la interpretación fue que se volvió un problema político para Rubén. Le manchó todo su esfuerzo por una demanda de difamación en contra de una de las personas que estaba involucrada en la investigación académica de estos hechos. Ahorita Miguel Ángel Riquelme –principal operador electoral de Rubén– ha tratado de establecer su propio curso en materia de seguridad, que da continuidad a lo de Rubén, pero asumido por él. Su principal prueba de fuego fue lo que ocurrió en Villa Unión hace un año, una balacera respondida más por policías estatales que por soldados, donde se comprobó que había una mayor estrategia institucional. A partir de las elecciones de 2018 cambia la dinámica y se tiene una relación distinta con el Gobierno federal que no vivió Rubén.

Enrique Peña Nieto, entonces Presidente de México, y Rubén Moreira, Gobernador de Coahuila. Los hermanos Humberto y Rubén gobernaron en esa entidad 11 años consecutivos. Foto: Cuartoscuro, archivo.

P. Javier, ¿este cambio de estrategia en seguridad de Rubén Moreira y Miguel Riquelme influyó en los resultados electorales de Coahuila el domingo, donde arrasó el PRI?

J.G. No, yo creo que el tema de seguridad ya no incide en las elecciones. Estas elecciones no son unas que se deciden sobre los temas principales. Es una elección donde nada más van diputados locales, participa menos del 40 por ciento de los votantes y se alimenta del manejo de las estructuras. Por eso el PRI tiende a ganar el carro completo, porque es el que tiene la estructura más afinada. Morena subió a 20 por ciento con respecto a la última elección como esta de diputados locales donde sacó menos de 10 por ciento. Es logro importante porque desbancó al PAN e indica que Morena ya está empezando a manejar las estructuras del Gobierno federal. No creo que la seguridad haya incidido.

P. Por último, ¿de qué manera impactó en la estrategia de seguridad la cooptación del crimen organizado a la prensa de La Laguna?

J.G. Cooptación no, porque —siempre hay medios que fueron cooptados– pero hubo medios como el Siglo de Torreón que se mantuvo insistente en el tema de que la seguridad se estaba deteriorando. Tuvimos enfrentamiento con autoridades porque tampoco les estaba gustando que estuviéramos diciendo cómo estaban empeorando las cosas. Evidencia de que la prensa se estaba volviendo incómoda fue que sufrimos ataques en las instalaciones como cinco veces y secuestraron a varios trabajadores del periódico. A mí me tocó dirigir la redacción durante todos esos años. En 2008-2009 empezamos a sistematizar la información sobre cómo iban los índices delictivos, porque eran datos que la Fiscalía no reportaba a final de mes de manera pública con al cantidad de homicidios. O se tardaban en hacerlo y solo de todo el estado. Así empezamos a darle cuerpo a las primeras narrativas sobre cómo estaba aumentando la violencia.

San Fernando: La masacre de 72 personas que marcó la guerra de Calderón cumple 10 años impune

domingo, agosto 23rd, 2020

Para defensores y familiares de víctimas, la masacre de 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas –los mismo que la de Cadereyta y las fosas clandestinas de Tamaulipas– son parte de la deuda histórica que dejó no sólo el expresidente Felipe Calderón Hinojosa con su “guerra contra el narcotráfico”, sino también de la administración de su sucesor el priista Enrique Peña Nieto, pues en ambos gobiernos “se sentaron las bases de la impunidad en el caso”.

Ciudad de México, 23 de agosto (SinEmbargo).– Nancy Mariela Pineda salió de Guatemala con la bolsa llena de ilusiones. “Me voy por un mejor futuro”, le dijo a Guillermina Vega Sagastume, su suegra, el día que inició su viaje hacia los Estados Unidos. Era el 5 de agosto de 2010. Sin embargo, el sueño americano de la joven, de entonces 24 años de edad, terminó en un asesinato masivo por parte del crimen organizado.

“Mary”, como le decían de cariño, es una de las 72 personas, 58 hombres y 14 mujeres, que fueron torturados y asesinados por integrantes del grupo delictivo Los Zetas en San Fernando, Tamaulipas, entre el 22 y 23 de agosto de 2010.

Este 24 de agosto se cumplen 10 años del hallazgo de la primera masacre de migrantes que se tuvo conocimiento en el país. Las fotografías de los cuerpos apilados de hombres y mujeres maniatados, con los ojos encintados y con disparos en la cabeza le dieron la vuelta al mundo. Las víctimas eran, en su mayoría, originarios de países de Centro y Sudamérica.

Al paso de una década de los hechos que conmocionaron a México, a Latinoamérica y al mundo,la matanza sigue impune.

Fabienne Joelle Marie Cabaret, de la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho, organización que da acompañamiento a siete familias de las víctimas, expuso a SinEmbargo que 15 personas fueron consignadas por el homicidio múltiple, pero hasta la fecha no hay ninguna sentencia.

Además, detalló la defensora, aún faltan por identificar a nueve de las víctimas, además de que entre las 63 identificaciones hay familias que aún dudan haber recibido los restos correctos.

La abogada también destacó que tampoco se ha establecido de rutas de búsqueda que permitan el esclarecimiento del caso. “Las circunstancias del hallazgo, tiempo de muerte de las víctimas y número de sobrevivientes siguen generando dudas y aún hoy no se tiene certeza sobre el número de sobrevivientes”, expuso la también abogada en entrevista con este diario digital.

La responsabilidad del Estado Mexicano en la prevención y comisión de los hechos, a pesar que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ya había advertido en un informe sobre la grave situación de secuestro de migrantes, es otro aspecto que tampoco se ha investigado, destaca la organización Fundación Justicia.

Los familiares de las víctimas continúan en la lucha por justicia y, al cumplirse el décimo aniversario de la tragedia, vuelven a elevar el clamor y la exigencia de verdad y reparación del daño.

“Diez años pueden pasar, pero nosotros lo vivimos hoy como si (la masacre de 72 migrantes) fuera ayer. Es un dolor que no nos ha dejado. Lo que más queremos es que el caso se esclarezca, que se llegue a la verdad y a lo justicia”, expresó en entrevista Guillermina Vega.

“Después de las primeras consignaciones, identificaciones y repatriación de la mayoría de los cuerpos, no hay investigaciones profundas. Si no fuera por las familias y ciertos sectores de la sociedad que siguen poniendo el dedo en la llaga, si no fuera por eso, creo que es un caso que estaba condenado al olvido y contra eso estamos luchando; luchamos contra la impunidad y para reencaminar las investigaciones, porque todavía hay muchos huecos en esa historia”, expresó Fabienne Cabaret.

POR UNA VIDA MEJOR

Era domingo el día en que Nancy Mariela, madre de dos menores, tomó la decisión de irse junto con su padre, su hermano y otros dos familiares a Estados Unidos. Guillermina lo recuerda claramente. La familia se reunió, como cada domingo, para desayunar. Nancy Mariela, esposa de su hijo José, le ayudó a preparar la comida en esa ocasión, pues el joven matrimonio vivía en su casa.

“Nosotros estábamos en la casa cuando su papá llegó para decirle que se regresaba a Estados Unidos y Nancy empezó a llorar. El señor le dijo que él no la quería dejar ahí en Guatemala, que quería que se fuera con él, pero no había conseguido dinero para llevarla”, narró la entrevistada.

Efraín Pineda, padre de Nancy, vivió 15 años en Estados Unidos y decidió regresar a Guatemala con su familia, pero solo duró cuatro meses. Las pocas oportunidades de empleo y desarrollo en la región provocaron que el hombre optara por volver al norte, ya que sus ahorros estaban por terminarse.

La masacre de San Fernando fue cometida por Los Zetas​ en el ejido de El Huizachal, municipio tamaulipeco de San Fernando. Los 72 ejecutados, 58 hombres y 14 mujeres, eran en su mayoría migrantes provenientes de Centro y Sudamérica. Foto: Semar, Cuartoscuro

Nancy Mariela ya había pensado en irse a Estados Unidos. Tenía planeado llegar hasta Los Ángeles, California, con su cuñada, una de las cuatro hijas de Guillermina Vega. Por ello, cuando su padre le notificó que se iría a Estados Unidos sin ella, comenzó a llorar.

Mary le pidió prestado a su suegra para poder pagar su viaje. “Yo estando allá (en EU) se lo pago. Cuando yo esté allá, ustedes van a vivir mejor, yo les voy a echar la mano, le voy a dar un mejor futuro a mis hijos”, dijo, según recordó Guillermina.

“Yo le dije que sí le prestaba el dinero, pero que primero le tenía que pedir permiso a su esposo, mi hijo, porque yo no quería darle dinero y que él después se molestara con nosotros”, relató la mujer.

Nancy le explicó a su esposo que quería irse a Estados Unidos y tenía la oportunidad de cruzar México junto con su familia. Le dijo que al llegar allá comenzaría a trabajar y a los tres meses mandaría por él. La joven convenció a su pareja y su suegra le dio el dinero para pagar el viaje.

La joven partió con su padre, el señor Efraín Pineda Morales, su hermano Richard, una prima, un tío y un cuñado del señor Efraín. A los días, José, el esposo, se arrepintió de darle su apoyo y la llamó para decirle que regresara, pero la joven se negó. “Voy por un mejor futuro para todos”, le habría dicho Mary a su pareja en una llamada.

El 19 de agosto de 2010, Nancy se comunicó con Guillermina. Le avisó que estaban en México, que sus zapatos ya se habían gastado, pero que ya habían conseguido dinero prestado para comprar otro par y un poco de ropa. En la llamada, Mary encomendó sus hijos a su suegra, narró la mujer y citó un dialogo de esa conversación.

–Si miras algún peligro, te vienes– le recomendó Guillermina.

–Mina, mis hijos son sus hijos. Si algún día me pasa algo, no se los voy a dar a nadie más que a usted –respondió la joven.

Eran las 11 de la mañana. Esa fue la última conversación que tuvieron.

La familia de Nancy se enteró del hallazgo de los cuerpos de los 72 migrantes por medio de las noticias que, desde el 25 de agosto, dieron a conocer la tragedia. Con el temor que sus seres queridos estuvieran entre las personas asesinadas, comenzó a buscar a los seis de la familia que viajaba hacia Estados Unidos.

“Hasta que confirmaron que el padre y el hermano sí estaban entre los fallecidos, pero de Mary no decían nada. La mamá de Mary nos dijo que ya habían aparecido Efraín y Richard, el papá y hermano, pero que a Marianita no la encontraban”, narró

La identificación de los cuerpos de Efraín y Richard se realizó en noviembre de ese año. La confirmación e identificación del cuerpo de Nancy Mariela se realizó hasta marzo de 2011, mismo mes en que también fue repatriada. “Ella vino a los ocho meses después de la tragedia”, añadió. Guillermina se quedó a cargo de los dos hijos de Nancy: un niño que en ese entonces tenía seis años y una niña de tres años.

Investigaciones plantearon que los migrantes fueron asesinados porque, luego de ser secuestrados, no pagaron el dinero que Los Zetas les exigían para dejarlos libres y, además, se negaron a formar parte del grupo criminal. El 8 de octubre de 2010, reconocieron 50 de los 72 cuerpos: 21 hondureños, 14 salvadoreños, 10 guatemaltecos, ​un ecuatoriano y 4 brasileños. Foto: Archivo

***

 RESPONSABILIDAD DE ESTADO

La matanza de San Fernando se registró en un contexto general de violencia y desapariciones en México, que repuntaron cuando el entonces Presidente de México, el panista Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), declaró la llamada guerra contra el narcotráfico.

Entre 2010 y 2015 tuvieron lugar al menos cuatro matanzas contra migrantes en el norte del país: tres en Tamaulipas y una más en Nuevo León, las cuales reflejaron el punto máximo de violencia contra personas en tránsito que cruzan territorio mexicano.

Para la organización Fundación Justicia es necesario que se investigue la responsabilidad del Estado Mexicano en la prevención y comisión de los hechos, pues la Comisión Nacional de Derechos Humanos ya había alertado sobre los recurrentes secuestro de migrantes.

En dos informes publicados en 2009 y 2011, el organismo de derechos humanos documentó que, de enero a diciembre de 2010, hubo 11 mil 333 víctimas de desaparición.

“Vienen las preguntas: ¿Por qué (las autoridades) permitieron que eso pasara? ¿Cuál es el papel del Estado en términos de responsabilidad sea por acción o por omisión, por impedir la prevención de la situación (la masacre) u otro tipo de participación? ¿Cuál era el contexto político especifico que permitía que esas situaciones pasaran sin generar nada en términos de justicia? Y obviamente, alrededor de estos casos tenemos esa gran pregunta: ¿qué tanto y de qué manera las autoridades también tienen una responsabilidad?”, expuso la abogada Joelle Marie Cabaret.

En el lugar donde fueron hallados los cuerpos de 72 personas hace 10 años, los elementos de la Secretaría de Marina Armada de México también encontraron armas de diferentes calibres y una camioneta similar a las que entonces, en el Gobierno de Felipe Calderón, utilizaba el Ejército mexicano. Foto: Semar, Cuartoscuro

La abogada consideró que estas grandes masacres son parte de la deuda histórica que dejó no solo el expresidente Felipe Calderón, sino también la administración de Enrique Peña Nieto pues –dijo- en ambos gobiernos se sentaron las bases de la impunidad en el caso.

“Los primeros años del caso abarcaron dos administraciones: un poco la época de Calderón, pero ya para el 2012 estaba Peña Nieto y fue en esos años cuando se dieron esas bases de impunidad. El hecho que fuera mal investigado, mal resguardado, mal atendido desde el principio y, luego, mal investigado, con cortes de responsabilidad muy bajo, con acciones muy por encima, sí abarca por lo menos esas dos administraciones y crearon las bases de la impunidad totalmente”, consideró.

Para Guillermina Vega, el expresidente Felipe Calderón sí tiene una responsabilidad, aunque sea indirecta, por los crímenes que ocurrieron en su periodo de Gobierno porque en sus manos estaba la seguridad del país, pero principalmente la responsabilidad es porque no se hizo una investigación profesional para que el caso se esclareciera.

“Él (Calderón) tiene bastante responsabilidad y lo más triste y lamentable para nosotros los chapines, que somos los dolientes, es que él no ha asumido nunca su responsabilidad. Él se quedó sordo a las peticiones de las familiares de aquí de Guatemala. El gobierno de México no se puso a mano en el corazón en ese entonces para saber el tormento por el que estábamos pasando”, expresó la mujer.

Cabaret, abogada de la organización Fundación Justicia, recordó que la masacre, al presentarse en un contexto de guerra contra el narcotráfico y de extrema violencia, generó que el caso no fuera atendido de la mejor manera.

“Esto en el sentido que todas las primeras diligencias alrededor del análisis del lugar, del levantamiento de los cuerpos y de su resguardo, y el procesamiento de información no fue adecuado. Eso generó que los procesos de identificación y repatriación de cuerpos no fueran acordes a los estándares que podemos esperar de los protocolos para procesar cuerpos”, comentó.

Guillermina añadió que Calderón seguramente pensó para qué investigar, sí para él fue “como si fueran unos perros los que murieron, pero él se equivoca porque nosotros vamos a seguir luchando hasta que se esclarezca la verdad y queremos llegar a la verdad y justicia”.

Sin embargo, a pesar de las recomendaciones internacionales, en particular del Comité Contra la Desaparición Forzada, no hay cifras exactas oficiales sobre el número de migrantes víctimas de desaparición en suelo mexicano.

Para defensores y familiares de víctimas, la masacre de en San Fernando es parte de la deuda histórica que dejaron los expresidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, pues “en ambos gobiernos se sentaron las bases de la impunidad en el caso”. Foto: Cuartoscuro

DIEZ AÑOS DE IMPUNIDAD Y TORMENTO

“Hemos vivido diez años de tormento, como si fuera ayer lo sucedido, diez años de tortura de aflicción, de años de pasar con la economía mal”, expresa Guillermina Vega.

Hasta ahora, 63 de las víctimas han sido identificadas y repatriadas: 60 en 2010, entre los meses octubre y noviembre. Posteriormente, a partir de la conformación de la Comisión Forense, se concretó la identificación de otras tres víctimas. Al día de hoy, faltan por identificar ocho hombres y una mujer.

No obstante, de acuerdo con Fundación Justicia, los procesos de identificación y repatriación se dieron de manera irregular, sin explicaciones a las familias de las víctimas, ni documentación que sustentará las identificaciones establecidas.

Los deudos Guatemala y Brasil, que tienen duda sobre los restos recibidos, pidieron que fueran exhumados con la finalidad de que la Comisión Forense pueda realizar la revisión de las identificaciones. sin embargo, a 10 años de los hechos esto no ha sido posible.

“Tenemos dudas que los que nos mandaron sean ellos, porque cuando mandaron las cajas venían completamente selladas. Había una persona cuidando las cajas y nos prohibieron abrirlas. Las fotos que enseñaron cuando recogieron los cuerpos no coincidían”, narró Guillermina.

Migrantes y Fray Tomás González durante el primer de la masacre de San Fernando. Foto: Cuartoscuro

A pesar que la masacre de San Fernando fue un hecho que generó indignación y consternación, es un caso que no cuenta con ninguna sentencia condenatoria y eso manda un mensaje de impunidad muy fuerte, destacó la abogada de Fundación Justicia.

Cabaret insistió que hasta el momento no ha existido una investigación exhaustiva, a pesar que esta tragedia muestra un caso de macro criminalidad trasnacional. La abogada recordó que las 15 personas detenidas fueron consignadas en dos momentos diferentes: unas en 2020 y otras en 2012.

“Esas consignaciones se dieron de manera somera, basadas en declaraciones de sobrevivientes y de las personas que fueron detenidas”, dijo la abogada. Además, adijo, hubo una sistemática negación de acceso a la justicia para las víctimas. “Sólo a través de litigios (de más de 6 años) se logró conseguir copias del expediente, fundamental para entender el tratamiento que se le ha dado al caso”, añadió.

En el marco del décimo aniversario, activistas, familiares y víctimas colocaron un anti monumento en Avenida Paseo Reforma, frente a la Embajada de Estados Unidos.

La estructura lleva el número 72 en memoria de los migrantes asesinados en San Fernando entre el 22 y 23 de agosto, la leyenda “Migrar es un derecho humano” y el signo “+” por las miles de personas desaparecidas y asesinadas a su paso por México.

“Y aunque la migración es un derecho humano, aunque muchas leyes, tratados internacionales y elegantes foros así lo dicen, lo cierto es que atravesar el territorio mexicano se ha convertido en un viaje peligroso. Pasar por nuestros estados, sea en autobús, tren o caminando, resulta una empresa tan arriesgada que puede costar la salud, la integridad, la vida”, destacó un grupo de manifestantes durante el acto conmemorativo.

El antimonumento fue instalado frente a la embajada de Estados Unidos en conmemoración del décimo aniversario de la masacre de San Fernando, Tamaulipas, donde 58 hombres y 14 mujeres migrantes fueron asesinados. Fotos: Cuartoscuro

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México solicitó información el jueves pasado a diferentes autoridades, para  monitorear el cumplimiento de una recomendación relativa a la masacre de 72 migrantes en Tamaulipas en 2010. La titular de la CNDH, María del Rosario Piedra Ibarra, dijo que el organismo se comunicará de manera directa con los familiares de las víctimas de estos hechos para transmitirles la información que las autoridades destinatarias de la recomendación 80/2013 les ofrezcan.

Los datos recabados acerca de, específicamente, la investigación de los hechos, las sanciones a los responsables, la garantía de no repetición y la reparación del daño serán puestos a disposición no sólo de las víctimas, sino también de todo el pueblo. De acuerdo con un comunicado de la CNDH, el organismo considera la atención a las víctimas de delito y sus familias como una prioridad.

Con información de EFE

Jalisco confirma la muerte por COVID-19 del “Gordo May”, líder de célula de Los Zetas acusado de decapitaciones

domingo, mayo 10th, 2020

Moisés Escamilla May cumplía una condena de 37 años de prisión por delincuencia organizada, portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, y por su posible participación en el asesinato y decapitación de 12 personas en Yucatán.

Ciudad de México, 10 de mayo (SinEmbargo).- La Secretaría de Salud del Estado de Jalisco (SSJ) informó sobre la muerte de un líder de Los Zetas por COVID-19, quien estaba internado en el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 2.

De acuerdo con la dependencia se trata de Moisés Escamilla May, alias “El Gordo May”. El interno tenía 45 años de edad y no contaba con alguna comorbilidad registrada.

Los reportes señalan que “El Gordo May” convalecía en el hospital penitenciario, desde el pasado 6 de mayo, día en el que presentó problemas respiratorios.

El interno habría fallecido el pasado 8 de mayo en el área médica del Cefereso, por lo que las autoridades penitenciaras solicitaron la presencia del Servicio Médico Forense para certificar el fallecimiento de Escamilla May.

“El Gordo May” llevaba preso 11 años y cinco meses. En dicho periodo, reportó la Secretaría de Salud local, no había presentado ningún problema de salud.

Hasta el corte del 10 de mayo, Jalisco suma 48 decesos por COVID-19, dentro de los que se encuentra el del otrora líderes de Los Zetas.

Los reportes de las autoridades de salud locales señalan que en la entidad se tienen 829 casos confirmados de la enfermedad.

De ellos, 74 se han diagnosticado en el Penal de Puente Grande.

¿QUIÉN ERA EL GORDO MAY?

Escamilla May cumplía una condena de 37 años de prisión por delincuencia organizada, portación de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, y por su posible participación en el asesinato y decapitación de 12 personas en Yucatán.

Detenido el 28 de agosto de 2008 en Cancún, Quintana Roo, fue identificado como líder de “Zetas Vieja Escuela”, una de las células de Los Zetas

Las autoridades lo señalaron como el encargado de distribuir cocaína en Cancún, Quintana Roo, y pagar a policías municipales por protección.

“El Gordo May“ fue sentenciado por el Juez Tercero de Distrito en Materia Penal de Jalisco, y considerado como un reo de alta peligrosidad.

Después de 7 años, Mónica sale libre; fue torturada y obligada a declararse miembro de Los Zetas

sábado, marzo 14th, 2020

Mónica Esparza pasó siete años en prisión acusada del delito de delincuencia organizada, pese a que fue detenida arbitrariamente, torturada, violada por agentes policiales y obligada a firmar una confesión en la que admitía el delito.

Ciudad de México, 14 de marzo (RT).- Un Juez federal ordenó el jueves la liberación de Mónica Esparza Castro, una mujer que fue torturada por policías locales y encarcelada injustamente en un penal femenil de Morelos, acusada de delincuencia organizada.

El Juez Yuri Alí Ronquillo, del Juzgado Primero de Distrito de La Laguna (estado de Coahuila), dictó sentencia absolutoria para Mónica Esparza y dos procesados más, tras reconocer que fueron detenidos arbitrariamente y víctimas de tortura por parte de uniformados, con el objetivo de que firmaran una declaración autoinculpatoria.

LA HISTORIA DE MÓNICA

La historia de terror que vivió Mónica se remonta a febrero de 2013, cuando viajaba en un automóvil con su esposo y su hermano por las calles de Torreón, Coahuila, y fueron detenidos sin orden de aprehensión por elementos de la Policía Municipal y trasladados a una bodega cerca de la Secretaría de Seguridad Pública.

En ese lugar, los detenidos fueron golpeados y torturados. A Mónica, le aplicaron descargas eléctricas en los genitales y la violaron entre seis elementos de la Policía Municipal de Torreón, frente a la mirada cómplice de militares, según relató la mujer a la organización Amnistía Internacional.

En el camino a la Procuraduría General de la República (PGR), el esposo de Mónica murió a consecuencia de la tortura a la que fue cometido. La mujer de 26 años fue trasladada a las oficinas de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) en la Ciudad de México, en donde fue obligada a firmar una confesión en la que decía que era parte del Cártel de Los Zetas.

Mónica Esparza pasó siete años en prisión acusada del delito de delincuencia organizada, pese a que fue detenida arbitrariamente, torturada, violada por agentes policiales y obligada a firmar una confesión en la que admitía el delito.

“Tener mi libertad es lo que más deseaba. Volver a estar con mi familia es lo que más anhelo”, fueron las primeras palabras de Esparza al salir del Centro Femenil de Readaptación Social de Coatlán del Río, Morelos.

Su historia ilustra un patrón en México durante la llamada “guerra contra el narcotráfico”, iniciada durante el Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). Según documentó Amnistía Internacional, esa estrategia de seguridad disparó la detención de mujeres que fueron arrestadas arbitrariamente y acusadas de pertenecer a grupos del crimen organizado, sin pruebas sólidas que respaldaran esos señalamientos.

Además, de 100 entrevistas a mujeres que realizó la organización en 11 prisiones federales, 93 internas afirmaron haber sido golpeadas durante su detención y 72 dijeron que sufrieron violencia sexual por parte de uniformados.

La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) también señaló en un informe que las tasas de encarcelamiento de mujeres por delitos relacionados con drogas en países de América presentan los índices más altos a nivel mundial.

Según WOLA, en México mil 342 mujeres están en prisión por delitos de drogas sin haber recibido una sentencia condenatoria.

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En un campo de exterminio de Los Zetas se cuelan cenizas. Buscan lo que sea: un diente, una astilla

martes, febrero 25th, 2020

“¿Cómo mides el dolor o a las personas en cantidades de cenizas?”, se preguntan integrantes de la V Brigada Nacional de Búsqueda en el Rancho La Gallera mientras se rasura el suelo y cuelan las cenizas con tierra de donde no dejan de brotar restos humanos, a pesar que este lugar ya había sido procesado por autoridades federales y locales.

La V Brigada concluyó que los hallazgos reflejan que “es impostergable una política de atención integral a las desapariciones de la zona norte de Veracruz y en el país”, pues obtuvieron indicios de al menos doce cocinas. “El estado está obligado a dar seguimiento”, expuso Noé Amezcua en el cierre público de la jornada.

Papantla, Veracruz, 25 de febrero (SinEmbargo).– Euforia. Ansia. Desesperación. Las emociones recorren en pocos segundos el cuerpo de María Teresa Figueroa Chacón. Con su delgada mano, cubierta con guantes de látex, sostiene un “invaluable tesoro“: una pieza dental, que encontró entre las cenizas y tierra en el rancho La Gallera, en Tihuatlán, Veracruz, considerado un campo de exterminio del cártel de Los Zetas.

“Cuando tuve el diente en mis manos dije: ‘¡Aquí! aquí puede haber información para alguien! Alguien puede regresar a casa'”, narra la madre de Raúl Alejandro Vélez Figueroa, desaparecido en Ensenada, Baja California, hace seis años. Un diente es cómo hallar una aguja en un pajar, debido a que contienen gran información genética, explica.

Teresa, de 66 años de edad, es integrante de la V Brigada Nacional de Búsqueda, que se realizó del 7 al 21 de febrero pasado. Como Teresa al menos unos doscientos familiares de personas desaparecidas y cerca de 50 voluntarios, entre activistas, peritos, estudiantes y académicos, recorrieron diversos puntos de los municipios de Poza Rica, Papantla, Tihuatlán, Coatzintla, Tuxpan y Martínez de la Torre, al norte de Veracruz, en busca de restos, datos, pistas, y esperanzas de encontrarlos.

Los brigadistas concluyeron que los hallazgos reflejan que “es impostergable una política de atención integral a las desapariciones de la zona norte de Veracruz y en el país”, pues obtuvieron indicios de al menos doce cocinas. “El Estado está obligado a dar seguimiento”, señaló Noé Amezcua en el cierre público de la jornada. Además, los colectivos urgieron al Estado mexicano a la inmediata implementación de Mecanismo Extraordinario Forense.

Los buscadores volvieron por cuarta ocasión al rancho La Gallera y SinEmbargo los acompañó. Ahí se percataron de la negligencia y omisión de las autoridades en el procesamiento de fosas y puntos de exterminio de personas desaparecidas, al hallar más restos humanos entre las cenizas mezcladas con tierra.

Arriba: Algunos de los “tesoros” hallados por los integrantes de la V Brigadas de Búsqueda. Abajo: La cocina de restos humanos de Los Zetas, en Tihuatlán, Veracruz. Fotos. Cri Rodríguez, SinEmbargo

I

UN INFIERNO DE LOS ZETAS EN VERACRUZ

El rancho La Gallera. Algunos lo llaman “cocina“, otros prefieren nombrarlo “centro de exterminio” para no replicar el lenguaje del crimen organizado; no obstante, todos coinciden en que no hay forma de dimensionar la barbarie y atrocidad que ahí se vivió. El lugar evoca el terror.

“Como le quieran llamar, es que no hay una forma bonita de matizar todo el horror que se vivió aquí; nosotros llegamos y no hay casi nada (restos humanos). No nos podemos imaginar todo el sufrimiento que hubo en este lugar”, describe Yoltzi Martínez Corrales, una de las familiares que integraron la brigada.

Para llegar al rancho hay que recorrer pedregosos y angostos senderos llenos de vegetación sobre un camino de terracería ubicado a unos kilómetros de la zona urbana de Tihuatlán.

Una casona de dos pisos se posiciona en medio del predio. En la planta baja hay tres alcobas, una estancia que es la sala-comedor, la cocina, y al final de un pasillo hay un baño; en el segundo piso, sólo hay un cuarto y al lado un pequeño aljibe.

Los muros aún describen el infierno que en estos cuartos se padeció. Huellas de manos, marcadas con sangre, persisten sobre una pared gris; ahí mismo, hay otra huella en color negro, quizá de carbón, y letras inconclusas, rasgadas sobre el enjarre del cuarto de aproximadamente 4 x7 metros, ubicado en el segundo piso de la finca.

Tere Figueroa, convertida en una buscadora, comparte en entrevista que sintió mucha rabia al entrar al viejo inmueble, ver las paredes y conocer ese lugar, “nada más de pensar en cuántas de las personas que nosotros andamos buscando pasaron por aquí, te mueve muchas cosas”, dice.

Las paredes de la cocina de Los Zetas en Tihuatlán, Veracruz, describen el horror que ahí se vivió. Foto: Romina Gándara Reyes, SinEmbargo

A unos cuantos metros de la casa, se encuentra un horno, de aproximadamente dos metros de alto. Es del tamaño de un cuarto de seis por seis metros. En su interior, y alrededor, todavía yacen vastos montículos de cenizas, de los cuales, no dejan de brotar huesitos humanos.

José María Velázquez Fernández, busca a su hijo Iker Velázquez. Esta es la primera vez que acude a la Brigada.

La madre del joven, desaparecido el 27 de septiembre de 2017, trabajó en el procesamiento y búsqueda de restos; encontró, “huesos porosos y fragmentos”; pero a María, al igual que muchos familiares, le es imposible entender a quienes operaron ese lugar de terror.

“Es algo diabólico lo que hicieron aquí, dan escalofríos, no puedo creer que hay gente que tenga ese corazón”, señala la buscadora. Y añade: “sentí odio, coraje, impotencia, resentimiento, mucha impotencia que haya gente tan mala, tan descabellada que no tenga corazón”.

Integrantes de la brigada y archivos periodísticos cuentan que los dueños de la propiedad fueron despojados por integrantes de Los Zetas en el año 2011, y que el inmueble fue usado como casa de seguridad, entre los años 2011 y 2016.

“Esta casa estaba tomaba por los señores malos y quemaban a la gente en el horno que está ahí”, deduce con voz bajita Mary Velázquez.

Tere Figueroa describe el lugar como un campo de exterminio, que da una muestra de la realidad oculta en el país.

“Te da una visión de lo que realmente se vive, lo que muchas personas todavía no alcanzan a dimensionar porque afortunadamente no están en el caso, pero los que estamos adentro, aun así y cuando tenemos años recorriendo este calvario, esto te impacta; la maldad sin límite, la saña, la manera de quererlos desaparecer por completo de la faz de la tierra, eso no lo puedes dimensionar. Es tremendo”, expresa.

La huella de mano ensangrentada por la pared y un número puesto por las autoridades como evidencia. A más de tres años, aún se aprecia. Foto: Romina Gándara, SinEmbargo

En algunas habitaciones del primer piso aún se aprecian, aunque ya muy tenues, marcas de sangre. En la segunda recamara, pintada de color rosa, se lee el nombre de Pedro Morales Juares (sic). “Pedro” está escrito con lápiz seis veces, Morales una vez y dos veces “Juáres”.

En uno de los pilares de la cocina dibujaron una pequeña casita. Se desconoce a ciencia cierta si los nombres fueron escritos por personas privadas de la libertad o en fechas posteriores del descubrimiento de la finca, pues luego de que las autoridades intervinieron por primera vez, en 2017, tras el hallazgo realizado por el colectivo Familiares en Búsqueda María Herrera Poza Rica, este predio no se resguardó y se olvidó. Incluso, hoy en día, en otra de sus paredes se lee escrito con gis blanco, ya casi borrado, “Z-35”.

La Gallera ejemplifica la falta de debida diligencia y el mal procesamiento. También muestra lo que para muchas familias ya sabían o se decía: que en Veracruz también hay “cocinas”, lugares donde el crimen organizado quemaba a las personas privadas de la libertad.

La primera vez que los colectivos de la Red de Enlaces ingresaron al rancho fue el 1 de febrero de 2017, explicaron en un comunicado. En ese entonces, hallaron seis cuerpos: cinco eran de hombres y uno de mujer.

Posteriormente, 1 de marzo de 2017, los colectivos ingresaron por segunda ocasión con la presencia de la Fiscalía General del Estado de Veracruz, y volvieron a encontrar restos: el cráneo de una persona menor de edad; además, ubicaron 22 puntos positivos marcados como fosas.

Hasta hoy, a más de tres años, el procesamiento del predio no se ha agotado, ni los puntos marcados como fosas clandestinas. Sin embargo, la autoridad no lo ha resguardado. Foto: Romina Gándara

Una de las habitaciones de la casa, donde incluso aún se lee un escrito con gis blanco: “Z-35”. La Gallera ejemplifica el mal procesamiento de lugares de exterminio. Foto:Romina Gándara, SinEmbargo

En ese entonces, fue por primera vez que las autoridades reconocieron y aceptaron como indicio el horno, pero no procesaron considerables cantidades de ropa encontrada en el lugar.

En ese mismo mes, las familias volvieron a ingresar al predio para confirmar que las autoridades “no habían hecho el trabajo correspondiente, pese se habían comprometido a procesar el horno y escarbar los 22 puntos ubicados, pero al realizar el recorrido se comprobó que el predio no estaba bajo resguardo, dejando expuestos los restos a las condiciones ambientales”, detalla la V Brigada.

Al día de hoy, a más tres años después, el procesamiento del predio no se ha agotado, ni los puntos marcados como fosas clandestinas.

Además, durante las dos semanas de rastreo por parte de los colectivos junto con peritos de la FGR, una novedad a diferencia de otras brigadas, encontraron 12 sitios con fuertes indicios de existencia de cocinas, es decir, lugares en donde el crimen desintegraba cuerpos humanos.

“En estos casos, los pocos fragmentos restantes suelen estar en condiciones desfavorables para la identificación, agravadas por el clima de Veracruz y la actividad agrícola y ganadera”, explicó Noe Amezcua, quien brindó un informe preliminar de la Brigada.

II

ENTRE CENIZAS Y DESESPERANZA

”¿Cómo mides el dolor o las personas en cantidades de cenizas?”, se preguntan integrantes de la V Brigada mientras rasuran el suelo y cuelan la tierra con cenizas del Rancho La Gallera, de donde no dejan de brotar huesos y restos humanos, a pesar de que este lugar ya había sido procesado por autoridades federales y locales.

La desesperanza como una pesada loza se refleja en la cara de los brigadistas que procesan La Gallera. Muchas de las piezas son pequeñas o muy pequeñas. Los familiares saben que, si uno de los esos huesos da positivo para una persona reportada como desaparecida, y sólo encuentran uno, al realizarle las pruebas de ADN, (donde se desintegra la parte a analizar) ya no quedará nada.

Yoltzi busca a su hermana Yatzi Martínez Corrales, desaparecida hace diez años en Guerrero. La joven platica que ellos no están sólo tras las pistas para saber qué pasó con su ser querido, sino que su objetivo como “buscadores” es “regresarlos a casa”.

“Cuando llegué y en cuando comenzamos a encontrar fragmentos óseos muy pequeños, luego luego pensé: ‘ojalá y todo lo que hemos encontrado pertenezca a una persona’, porque así habrá algo que entregarle a una familia pero, lamentablemente, no será así. Entonces, si llega un fragmento óseo muy pequeño y da positivo, y los demás son distintos, ese pedacito ya se va a perder y seguimos con lo mismo: esa familia nada más va tener la conciencia que ya no está su pariente, que está con Dios y a descansar. Pero, ¿dónde va ir a llorarle? , ¿Venir a llorar aquí? ¡No! El saber que no va a quedar nada para entregar a las familias es lo que nos duele”, explica la joven rastreadora.

Familiares y peritos trabajaron, por primera vez, en procesar y buscar restos humanos en el que fuera un centro de exterminio del cártel de Los Zetas. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

El horno, a unos metros de la casa. “Es muy triste encontrar casi puras cenizas porque uno no espera encontrar eso, uno espera encontrar restos o cuerpos y no cenizas”, dice María. Foto: Romina Gándara, SinEmbargo

En ello, coincide María Franca Molina Valenzuela, quien busca a su hijo Bernardo Alán Ruiz Molina, desaparecido en julio de 2018.

“Es muy triste encontrar casi puras cenizas porque uno no espera encontrar eso, uno espera encontrar restos o cuerpos y no cenizas”, dijo la mujer que viajó desde Hermosillo, Sonora.

Victoria Paz Diego busca no a uno, sino a cuatro familiares: su esposo, Javier Barreles Hernández, desaparecido el 13 de agosto 2013, y tres de sus hermanos: Felipe Ramírez Diego, Andrés Ramírez y Javier Paz Diego, todos desaparecidos 5 de agosto de 2013. “Es un sentimiento y coraje de ver lo que hacían con las personas que fueron privadas de libertad en algún momento y que nos dejan sin rastro, ni huella, porque no hay mucho de donde encontrar”, comenta.

III

BUSCAR, LOS HACE GUERREROS

Yotzil hace una pequeña oración a la madre tierra cada vez que entra a campo; con la mano en el corazón le pide que le regrese a sus tesoros. Ese es su ritual.

“Y cuando encontramos, precisamente, decirles a ellos que ya van a casa, que se dejen encontrar, que nos den pistas […] Yo siento que si encontramos una pista es porque la pedimos”, comparte la integrante del colectivo Raúl Trujillo, en Guerrero.

El rastreo de fosas, que es muy duro y a veces hasta desesperanzador, convierte a familias en luchadoras, comparten integrantes de la caravana.

“Aquí la búsqueda en campo nos hace ser guerreras, nos hace fuertes. Experimentamos todo, conocer la tierra, leer buscamos en el agua, fosas y ahorita en una cocina. A nosotros no nos cansa nada. Aquí estamos”, dice Yoltzi. Cada vez que la joven guerrerense encuentra un tesoro, comienza a decir nombres de personas. Ese es su otro ritual. “Porque aquí puede haber una Emilia, un Carlos, una María…”.

“Aquí la búsqueda en campo nos hace ser guerreras, nos hace fuertes… buscamos en el agua, fosas y ahorita en una cocina. A nosotros no nos cansa nada. Aquí estamos”, dice Yoltzi.. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

María Teresa coincide en que para ningún familiar, y mucho menos para una mamá, es nada grato tener que buscar a su hijo rascando la tierra, viendo fotos en Semefos, en Ceresos “es un verdadero calvario”, dice, “pero tenemos que hacerlo”.

Tere explica que al buscar cuerpos en la tierra quisieran estar concentrados al cien por ciento, pero muchas veces no es posible, “no quieres que tu mente se vaya, quieres estar trabajando en lo tuyo, pero en instantes te preguntas, ‘¿cómo es posible que tengamos que estar buscando a nuestros familiares aquí, espulgando la tierra?’; pero -coincide- hay que hacerlo.

El tiempo no cura las heridas de los padres con hijos desaparecidos, la incertidumbre de la desaparición carcome a quienes tienen una ausencia presente. Los años pasan, pero las heridas no cierran.

Demetrio Melo Miranda acudió con toda su familia desde el Estado de México en busca de su hijo desaparecido en Papantla, Veracruz, junto con los hermanos Trujillo Herrera. Lleva diez años buscándolo incansablemente. En cada marcha, en cada brigada.

El hombre se quiebra al hablar de los años sin su hijo, trata de evitar el llanto con una sonrisa, pero no puede y con la voz cortada responde. “Se siente uno triste, pero uno tiene que salir adelante para seguirlos buscando, esa es la esperanza que tenemos en cada uno de nosotros, el chiste es seguir luchando hasta encontrarlos”.

Y añade: “estamos luchando con palas, picos y todo hasta encontrarlos, ya sea vivos o muertos tenemos la esperanza de encontrarlos. No sé cuándo, algún día, a lo mejor será mañana o pasado, o pasen años, no sé, pero tenemos que encontrarlos”, insiste.

Los hallazgos realizados por la V Brigada de Búsqueda en Veracruz reflejan que es impostergable una política de atención integral a las desapariciones de la zona norte de Veracruz. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

 

IV


LA ESPERANZA…

Hay familias que prefieren la búsqueda en vida por su fuerte anhelo de volver a ver y abrazar a sus seres queridos. En ese sentido, la brigada realizó actividades en hospitales, penales y en las calles; también visitaron los Semefos de seis municipios Tuxpán, Papantla, Poza Rica, Misantla, Tantoyuca.

Vicky Garay Cásares, madre de Bryan Eduardo Arias Garay, jovencito desaparecido en Nayarit, destaca que la búsqueda en vida es una parte fundamental “puesto que es el primer paso que debemos hacer, buscar en vida”.

“estuvimos en cada uno de los penales difundiendo las fotos, ellos vieron nuestras fotografías, recibimos información”.

En estas actividades, algunos internos dijeron haber visto a cuatro de las personas desaparecidas que se les mostraron. El proceso será verificar la información, añade Garay.

“Además, también se efectuó una pequeña difusión en plazas públicas. Ahí encontramos a muchas familias que también tienen desaparecidos y no han puesto denuncias por miedo, por vergüenza, o porque la sociedad los señala; sí, la sociedad nos señala a todas las personas que tenemos un desaparecido, nos juzgan y nos excluyen muchas veces y por esa razón muchas personas no ponen denuncia, además del miedo”, manifestó la Vicky.

Vicky Garay Cásares, madre de Bryan Eduardo Arias Garay, joven desaparecido en Nayarit, destaca que la búsqueda en vida es una parte fundamental porque es es el primer paso. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

La brigada realizó actividades en hospitales, penales y en las calles; también visitaron los Semefos de seis municipios Tuxpán, Papantla, Poza Rica, Misantla, Tantoyuca. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

Cecilia García Pacheco, esposa de Miguel Ángel Rodríguez Nieva, desaparecido 24 de abril de 2012 en Nogales, resalta que en la Brigada todos los ejes son importantes, tanto en vida como en campo, en vida porque hay la esperanza de volverlos a ver y abrazarlos y en campo porque “si no encontramos a los nuestros, encontramos a otros, que pronto les den su identidad, porque tienen nombre y apellido”.

Noé Amezcua informó que también encontraron serias deficiencias en el trabajo de los servicios médicos forenses, pues observaron varias irregularidades, como fichas incompletas, y con identificación sin número o secuencia lógica, con fotografías insuficientes y defectuosas, sin evidencia que se haya realizado la toma de muestras de ADN y con fotografías de varios cuerpos mezclados la misma la misma ficha.

“Confirmamos que las capacidades forenses ordinarias del Estado son insuficientes, por lo que es urgente la implementación del Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense al que se comprometió la Comisión Nacional de búsqueda en noviembre pasado”, dijo.

El familiar, en nombre de toda la Brigada, urgió a que las autoridades, en los distintos niveles, continúen con el apoyo y coordinación de colectivos y organizaciones locales.

“El estado de emergencia que se vive en esta zona solamente podrá ser remontado de la mano de las familias y en la medida en que las autoridades de todos los niveles asuman las funciones que les corresponden”.

Por su parte, los buscadores entrevistados comparten que la brigadas y estos movimientos en colectividad se han convertido espacios de enseñanza, unión y sanación.

“Nosotros aquí somos como familia, venimos tratando de aprender cómo encontrar a nuestros seres queridos. Nos llevamos más contactos, más corazones, más familiares a buscar porque siempre lo hemos dicho que al buscar uno buscamos a todos. Seguimos encontrando más tesoros y uniéndolos a la lista de personas que vamos a buscar y que tenemos que encontrar”, comparte Yoltzi.

Trabajos de búsqueda y exhumación. “Si no encontramos a los nuestros, encontramos a otros, que pronto les den su identidad, porque tienen nombre y apellido”, dice Cecilia.Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

Autoridades municipales, estatales, y federales, así como oficiales de la ONU en México, acudieron al evento oficial de clausura de la V Brigada de Búsqueda en la que se urgió al Estado mexicano implementar un mecanismo extraordinario forense. Foto: Cri Rodríguez, SinEmbargo

Tere Figueroa destaca que estas jornadas no sólo son de búsqueda, sino que también tratan de enviar un mensaje de paz a la ciudadanía, tratando de reestructurar un poco el tejido social,

“Yo no busco nada más a mi hijo, buscamos a más de 62 mil desaparecidos en el país. Es el horror que estamos viviendo en México. Las autoridades tienen que aceptar que el exterminio existe, que no estuvo: ¡aún está!”, agrega.

Don Demetrio abunda: “no queremos culpables queremos a nuestros hijos”. Finalmente, Yoltzi resume el clamor de sus compañeros: “Las familias estamos rotas, no hay qué nos componga porque, aunque suena a consigna: se los llevaron vivos y así, vivos los queremos”.

Juez niega amparo a “El Hummer”, presunto sicario de Los Zetas, por lo que será extraditado a EU

lunes, febrero 24th, 2020

El Décimo Tribunal Colegiado Penal en la Ciudad de México los argumentos presentados por la defensa de “El Hummer” contra su extradición, resultaron inoperantes, por lo cual las autoridades ya no tienen impedimento para extraditarlo a EU.

Ciudad de México, 24 febrero (SinEmbargo).- Un Tribunal Federal negó de forma definitiva el amparo a Jaime González Durán, “El Hummer“, uno de los fundadores del grupo criminal de los Zetas, para evitar ser extraditado y juzgado por narcotráfico en Estados Unidos.

De acuerdo al Décimo Tribunal Colegiado Penal en la Ciudad de México los argumentos presentados por la defensa de “El Hummer” contra su extradición, resultaron inoperantes, por lo cual las autoridades ya no tienen impedimento para extraditarlo a EU.

Se prevé que el juicio del líder criminal se lleve acabo en la Corte Federal del Distrito Columbia con sede en Washington, acusado de asociación delictuosa.

El expediente de González Durán señala su responsabilidad en la fabricación y distribución de más de cinco kilos de cocaína y más de mil de marihuana con fines de importación a EU y es uno de lo más importantes llevados a la Corte estadounidense en contra de los Zetas, éste incluye otras dos órdenes de captura contra los hermanos Miguel y Omar Treviño, apodados “El 40” y “El 42”.

Fue en 2008 cuando la Policía Federal detuvo a “El Hummer” en Reynosa, Tamaulipas, donde el sicario operaba, en posesión de 150 mil dólares estadounidenses, éste era buscado por la Procuraduría General de la República (PGR) y autoridades de EU, por delitos de conspiración, manufactura y distribución de cocaína.

En mayo del año pasado el criminal había obtenido una suspensión provisional en contra de su extradición solicitada por una Corte estadounidense.

Este lunes quedó asentado en el fallo de la Corte el acto reclamado en el que el Secretario de Relaciones Exteriores otorgó la extradición de González Durán en cumplimiento a los requisitos constitucionales, legales y convencionales para acceder a la petición formal para extraditar al inculpado al país solicitante.

 

 

Un antropólogo va a Patrocinio, panteón de Los Zetas, y halla los restos de quienes nadie reclamó

martes, febrero 4th, 2020

Después de excavar y realizar hallazgos culturales en Teotihuacán por más de 10 años, “vestigios arqueológicos que hablan de la vida cotidiana de Teotihuacán, pedazos de cerámica a los que llamamos tepalcates, en la jerga arqueológica, obsidiana, una pidiera negra que brilla y que muchas veces está tallada y son puntas de flecha, excéntricos, utensilios de la vida cotidiana, pero también de uso simbólico y ritual”, Miguel se descubrió, de un día para otro, en Patrocinio, municipio de San Pedro, Coahuila, el cementerio subrepticio más grande de Los Zetas, y del que Miguel, junto con el equipo de Identificación Humana de la Fiscalía, ha recuperado miles y miles de restos de fragmentos óseos, que en su mayoría no superan el tamaño de una uña.

Por Jesús Peña 

Coahuila, 4 de febrero (Vanguardia).- La foto, – dice Miguel -, es de una excavación en Teotihuacán, en una zona que le llaman Plaza de las Columnas, que no había sido explorada y en la que se encontró un contexto óseo, como un desecho de talla, fragmentos de huesos humanos que tienen evidencias de haber sido utilizados como herramientas.

-¿Huesos humanos?

-Sí.

-¿Por qué?

-En ese tiempo era así. Era normalizado eso de fabricar artefactos con huesos humanos…

Acá, Miguel está en Tetitla, un conjunto habitacional teotihuacano ligado a la élite de la llamada Ciudad donde nacen los Dioses, por la suntuosidad de sus pinturas murales, la planificación, la traza del conjunto, los materiales que se usaron.

Un conjunto residencial típico teotihuacano, sus casas…

Éste – cuenta Miguel – es el cráneo de un niño.

En Teotihuacán descubrieron un lugar, enfrente de la Pirámide de la Luna, donde, igual que aquí, en Coahuila, hay fosas.

En ese sitio los teotihuacanos cubrieron estelas, unas piedras talladas, y aparte realizaron un entierro de infantes que, al parecer, fueron sacrificados.

Aquí Miguel, en una excavación en el Palacio de Quetzalpapálot, (quetzal – mariposas), donde se descubrió pintura mural teotihuacana, que es suntuosa, con técnicas distintas, plasmada sobre cal al fresco y en la que se utilizaron varios colores para iluminar motivos de jaguares o felinos.

Una fosa vacía queda como una dolorosa cicatriz de los años más crudos de la violencia en México. Foto: Marco Medina/Omar Saucedo/Jesús Peña

Relata Miguel Ángel López Vargas, 32 años, arqueólogo, mientras despliega con la yema de sus dedos largos y delgados, dedos de arqueólogo, las fotos captadas con su celular en las profundidades de Teotihuacán.

Miguel está en la terraza, con mesita y sillas metálicas, de su departamento, en Torreón, terraza a la que se asciende por una escalera famélica que no se parece en nada a las escalinatas de las maravillosas pirámides del Sol y la Launa, en la Ciudad donde nacen los Dioses, el sitio sagrado en el hasta hace poco vivía Miguel.

En ese sitio los teotihuacanos cubrieron estelas, unas piedras talladas, y aparte realizaron un entierro de infantes que, al parecer, fueron sacrificados.

Aquí Miguel, en una excavación en el Palacio de Quetzalpapálot, (quetzal – mariposas), donde se descubrió pintura mural teotihuacana, que es suntuosa, con técnicas distintas, plasmada sobre cal al fresco y en la que se utilizaron varios colores para iluminar motivos de jaguares o felinos.

Relata Miguel Ángel López Vargas, 32 años, arqueólogo, mientras despliega con la yema de sus dedos largos y delgados, dedos de arqueólogo, las fotos captadas con su celular en las profundidades de Teotihuacán.

Miguel está en la terraza, con mesita y sillas metálicas, de su departamento, en Torreón, terraza a la que se asciende por una escalera famélica que no se parece en nada a las escalinatas de las maravillosas pirámides del Sol y la Launa, en la Ciudad donde nacen los Dioses, el sitio sagrado en el hasta hace poco vivía Miguel.

Pero eso ya pasó.

Mediodía canicular de finales de noviembre.

En el panteón municipal La Paz, carretera Saltillo–Torreón, el silencio es una nube que asfixia y enerva.

A lo lejos, delante de la cinta ambarina que dice con letras negras y redondas “CRIMINALÍSTICA P.G.R.”, se ve a un piquete de hombres vestidos de blanco que cargan una camilla.

Sobre la camilla va una bolsa gris y dentro de la bolsa gris los restos de un cadáver sin identificar que acaban de rescatar de una multitudinaria fosa común.

Evento catalogado por el gobierno como la más grande exhumación, una exhumación masiva, realizada en Coahuila en los últimos tiempos.

Esto, por la petición de una madre, Lorena Vallejo, quien durante largos ocho años exigió a las autoridades el rescate de su hijo, Cristhian Mundo, desaparecido en Piedras Negras, muerto en una balacera en Saltillo, diciembre de 2011, y enterrado en esta tumba colectiva,

Sin duda – dijeron las autoridades – una exhumación histórica, inédita, sin precedentes, que concluiría, después de tres semanas de trabajos, con la recuperación de 53 indicios: 44 hombres, cuatro mujeres; lo demás, partes de brazos y piernas, provenientes del Hospital Universitario de la ciudad.

Junto a aquellos hombres ataviados de pies a cabeza con esos trajes blancos que parecen como de astronauta, va Miguel.

Más allá, un grupo de familias, que ha venido a buscar entre los muertos a sus desaparecidos, se resguarda del sol y el viento del otoño bajo dos toldos que resaltan, como tensos globos, en medio de la macha de tumbas y cruces del cementerio.

Otro campo donde se han recuperado restos humanos. Foto: Marco Medina/Omar Saucedo/Jesús Peña

El viento brama y otras veces lanza alaridos como si en su alma cargara una grande pena.

Ya va para un mes que Miguel lleva metido, sumergido, con el resto de la cuadrilla de hombres, en la gran fosa de cuatro metros de hondo por cinco de ancho.

A casi un mes de permanecer en este panteón para rescatar los cuerpos de los muertos que nadie reclamó, que nadie lloró, y que ahora ¿descansan?, en este agujero que mandó cavar aquí el gobierno en 2011, el apogeo de la narcoguerra en la región.

O, como diría Alan García Campos, funcionario de la oficina del alto comisionado de las Naciones Unidas, en el marco de la ceremonia del 10 aniversario de Fuundec realizada en diciembre pasado.

“y de las víctimas, a nivel nacional, en medio de la violencia favorecida por una estrategia de seguridad fallida de corte militarizado, instaurada en 2006”.

De vez en vez se mira a los hombres de blanco, entre los que hay criminalistas, medios forenses, antropólogos, arqueólogos y panteoneros, entrar y salir del hoyo a través de las montañas y montañas de tierra de la excavación.

“En esta fosa lo que primero hacemos es la técnica de campo, el recorrido de superficie. Se hizo una cartografía del lugar, las alteraciones posibles que hubiera en el terreno para identificar las huellas… Eso fue lo que hicimos, se delimitó el área y se empezó a hacer la excavación, pero ya con un método arqueológico. Ya que el método arqueológico permite hacer una excavación sistemática, no arbitraria como se hace en otros lugares, que nada más es sacar por sacar. En este caso se aplicó en este panteón que a pesar de que es ya un lugar institucionalizado y bien planeado para la disposición de cuerpos en fosa común, se tiene que aplicar la técnica arqueológica. Somos los encargados de la excavación y decimos hacia dónde hay que ir”.

-¿Qué tipo de herramienta utilizan?

-Herramienta menor como la picoleta, la cucharilla, las brochas, herramienta de excavación detallada, que son las que les llaman de cirujano, de dentista, esas son para no dañar el hueso, no dañar el elemento biológico y para hacer una limpieza más detallada, pero también tenemos herramientas más grandes como el pico, la pala, herramienta común de excavación.

Durante alguno de sus escasos ratos de descanso, Miguel, perlina tez, facciones finas, ondulados cabellos, barba de candado, dice que hace menos de un año migró de su natal Iztapalapa, en la Ciudad de México, a esta provincia, para enrolarse como arqueólogo forense en el equipo de Identificación Humana, adscrito a la Fiscalía General de Coahuila.

Diez años atrás, siendo estudiante de la Escuela Nacional de Arqueología (ENA), Miguel, había comenzado a trabajar en diversos proyectos de rescate del patrimonio cultural en el Valle de Teotihuacán, pletórico de construcciones prehispánicas, piedras labradas, murales, cerámicas y miles de vestigios más que hicieron de la Ciudad donde nacen los Dioses la mayor entre las antiguas metrópolis de Mesoamérica.

“Todo el tiempo estuve enfocado a lo que era la parte monumental de las pirámides, Pirámide de la Luna, Pirámide del Sol, toda la zona, digamos, central de la ciudad prehispánica; el Quetzalpapálotl, un edificio suntuoso que está ligado al gobierno, el Palacio de Quetzalpapálotl, en Teotihuacán. Por muchos años se ha estado estudiado el lugar, se puede proponer que estuvo ligado a una élite gobernante, más que al gobierno, a una élite gobernante, pero aún siguen las investigaciones”.

Lugares estos que en nada se parece a la necrópolis de La Paz, con sus sepulcros de tierra, cemento y mármol, muchos de los cuales lucen solitarios, abandonados, aun en la víspera misma de la celebración del Día de Difuntos.

“De que están olvidados están olvidados.

Y sí, se siente feo que estén aquí abandonados, viene uno a veces a dar la vuelta para acá, los mira uno y no sabe uno ni qué eran esas personas ni a qué se dedicaban, qué haya sido de su vida”, dice Héctor Salazar Borjas, ayudante del panteón de San Ignacio, en Ramos Arizpe, panteón que tiene un área de fosas comunes donde yacen alrededor de 30 cuerpos no identificados.

Miguel cuenta cómo fue que se zambulló en el mundo de la arqueología forense.

“Empecé a conocer, a ingresar en todo este contexto forense y la problemática que hay en el país, la problemática tan grave de no identificación, de la falta de identificación de las personas”.

Un día Miguel se enteró por una convocatoria que la Fiscalía de Coahuila buscaba arqueólogos, enfocados en el campo forense que desearan trabajar en taras de identificación humana.

Entonces Miguel viajó a Saltillo, entregó su papelería y se presentó a las pruebas de control y confianza.

Al cabo de algunas semanas Miguel fue aceptado y asignado a la Región Lagunera de Coahuila.

De pronto, se vio embutido en un traje blanco, con capucha y cubreboca,

Uno de esos trajes delgaditos, como de polietileno, que usan los peritos de la policía cuando van a la escena del crimen o a algún accidente vial.

Miguel que se había encantado al contemplar el paraíso teotihuacano, conoció la realidad de los cementerios clandestinos que Los Zetas, uno de los grupos criminales más sanguinarios del país, habían establecido en lugares como Patrocinio, Estación Claudio, Santa Elena, San Antonio de Gurza, por citar sólo algunos de los 27 campos de exterminio descubiertos por el Grupo Vida en la Laguna.

Lugares en los cuales los zetas mataban a sus víctimas y luego las quemaban en tambos, a fin de borrarlas de la faz de la tierra.

Miguel empezó a participar también en la recuperación de algunos cuerpos de fosas comunes o entierros clandestinos en Monclova y Piedras Negras, cuando así lo solicitaban los colectivos de familias de desaparecidos.

“Aquí es reconocer en el terreno posibles alteraciones producto de la actividad humana criminal para poder identificar fosas. Contamos con conocimientos de antropología física muy básicos, pero al fin y al cabo nos sirven para poder saber el tiempo en el que un cadáver, un cuerpo se descompone, saber si ya está esqueletizado, cuestión que tiene mucho que ver con las condiciones del terreno, el tipo de tierra, el clima… A partir de ahí establecemos una directriz y la técnica arqueológica tiene que ser muy afinada”.

-¿Qué han encontrado en estas fosas clandestinas?

-Son básicamente entierros humanos completos, bien articulados. Algunos de los cuerpos están en proceso de putrefacción, otros ya en estado de esqueletización. Aquí se tiene que hacer una limpieza sistemática, detallada de los huesos, con brochas, con cucharillas, con estas picoletitas de cirujano…

Las fosas clandestinas de Piedras Negras, donde la gente desaparece así, de la nada, como si se la hubiera tragado la tierra.

Pero nunca de los nuncas Miguel había estado en una exhumación tan grande, como la del panteón La Paz.

Era su primera vez.

“Fue complicado por el número de cuerpos que nos señalaron que hay”.

-¿Pesado?

-Es pesado, sobre todo por la carga física. Como en toda excavación arqueológica la carga física es lo pesado.

De vuelta a la terraza de su departamento en Torreón con mesita y sillas metálicas, Miguel platica de cuando era un crío y le gustaban tanto los dinosaurios que soñaba despierto con, un día, llegar a ser paleontólogo.

Su padre, un modesto maestro de biología, y su madre, una secretaria empleada de la SEP, lo habían acercado, a través de la lectura, al mundo de los llamados lagartos terribles.

Más tarde los intereses intelectuales de Miguel viraron hacia todo lo que tenía que ver con el funcionamiento del cuerpo humano y sus diferentes sistemas y aparatos.

“Mis papás me inculcaron la lectura, el interés más por la ciencia, por la biología, todas estas cosas que tienen que ver con vida. Entonces siempre como que me interesó esta parte”.

Durante sus días de bachiller en el Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM, a Miguel le gustaba visitar la biblioteca y devorar cuanto libro encontraba sobre arqueología.

“El Colegio tenía una buena biblioteca con muchos libros de arqueología. Recuerdo uno que me llamó mucho la atención: “Arqueología. Todas las piedras tienen dos mil años”, de un arqueólogo que se llama Jaime Litvat, muy interesante, fue el que más me apasionó”.

Y ese fue el meteorito que extinguió, sepulto, para siempre su sueño de convertirse en un paleontólogo.

En cambio, una vez que hubo terminado la preparatoria, se inscribió en la Escuela Nacional de, Arqueología (ENA).

Miguel estaba fascinado con las prácticas de campo y el aprendizaje de la teoría en el salón de clase.

Un semestre antes de concluir la carrera ya trabajaba en diferentes proyectos de excavación y rescate en la zona arqueológica de Teotihuacán, a donde con el tiempo se mudaría.

Miles de fragmentos e recuperan por semana. Foto: Marco Medina/Omar Saucedo/Jesús Peña

“En la escuela te ponían propuestas de proyectos a los que tú podías ingresar, insertarte para hacer tus prácticas, y estaba Teotihuacán y dije ‘me gusta Teotihuacán’. Adentro de la zona arqueológica hay un albergue. Ahí viven los arqueólogos, los trabajadores, los investigadores que laboran en distintos proyectos. Teotihuacán es una de las zonas arqueológicas que más arqueólogos tiene. Es uno de los centros de trabajo que más personal tiene. Hay varios investigadores asignados al INAH que son investigadores de tiempo completo y ellos son lo que organizan y planean los proyectos. Estos investigadores tienen su propio personal y se enfocan en distintas áreas en Teotihuacán. Unos trabajan en el Templo de Quetzalcóatl, otros en la Pirámide del Sol, otros en salvamento arqueológico. Hay muchas áreas de trabajo en la parte de restauración de los vestigios arqueológicos”.

Cuando era niño, Miguel había visitado muchas veces la Ciudad donde nacen los Dioses y se había deslumbrado ante majestuosidad de sus paisajes.

¿Quién iba a pensar que algún día hurgaría en sus entrañas de la ciudad sagrada para robar sus secretos?

“De niño era muy bonito estar ahí, pasear, pero uno nunca piensa trabajar en esos lugares, que iba a hacer vida allá o encontrar cosas…”.

Cuando alguien le pregunta a Miguel que por qué fue que cambió el esplendor de la Ciudad donde nacen los Dioses por el desierto de los campos de exterminio de la Laguna y las desiertas fosas clandestinas de la Región Norte de Coahuila, responde:

“Me apasiona. No es algo que tú lo hagas así como que ‘ay que feliz’, pero es material de trabajo y hay que verlo como tal. Siempre habrá este grado de incertidumbre por el tema de seguridad y todas estas cosas, pero uno trata de tomar su material como su objeto de trabajo y ser lo más objetivo posible, entre comillas. A mí me atrajo el aspecto forense en arqueología porque justamente en Teotihuacán conocí muchos colegas que estaban insertados en esto y ellos mencionaban que se necesitaba mucha gente todavía, porque la arqueología en México apenas se está insertando en este campo de lo forense, que se necesitaba mucha gente. que no se daban abasto. Es un nuevo campo de trabajo en México”.

Habla Dolores Soto, arqueóloga, integrante del Grupo Autónomo de Trabajo.

“Tristemente en México no hay una formación de arqueología forense. No puedo entender cómo es posible, dada la tragedia que estamos viviendo, 37 mil personas no identificadas, centenares de restos en campos de exterminio, y que no haya una formación de arqueólogo forense en México. En Europa, en los países donde hubo masacres, la ex Yugoslavia, la arqueología forense está muy desarrollada, es muy vieja ya la arqueología forense 25 a 30 años. Y aquí son contados los arqueólogos que están participando en el tema forense. es vital mayor participación de arqueólogos comprometidos, formados y capacitados en el tema forense”.

Silvia Ortiz, la dirigente del Grupo Vida dice que no solamente se necesitan arqueólogos, sino que urgen antropólogos y médicos forenses, para concluir los trabajos de recuperación y análisis de los restos de fragmentos óseos encontrado en los llamados campos de exterminio.

“Se necesita otro arqueólogo y otro antropólogo. Ahorita tenemos el antropólogo y a Miguel, el arqueólogo, y no se dan abasto, hijo, la vedad no se dan abasto. Los problemas más graves que tenemos acá son: el sol de la Comarca, que contribuye a que se pierda por completo el perfil de los restos; la erosión, porque acá se hacen grandes tolvaneras; los animales que caminan por la zona y escarban. Entonces eso está dañando enormemente todo. Tenemos que darnos prisa para terminar porque de por son restos carbonizados y calcinados, con esto otro que te digo se pierde por completo la posibilidad de identificar.

Cruz de olvido. El paso del tiempo ha dejado muchas tumbas abandonadas. Foto: Marco Medina/Omar Saucedo/Jesús Peña

“Tenemos un enorme rezago en dictámenes, como hemos estado recuperando y recuperando y recuperando, el antropólogo no se da abasto. Necesita el apoyo, cuando menos de un médico forense que pueda ayudar al antropólogo y así avanzar. Necesitamos más peritos, más antropólogos, más arqueólogos, más manos”.

Después de excavar y realizar hallazgos culturales en Teotihuacán por más de 10 años, “vestigios arqueológicos que hablan de la vida cotidiana de Teotihuacán, pedazos de cerámica a los que llamamos tepalcates, en la jerga arqueológica, obsidiana, una pidiera negra que brilla y que muchas veces está tallada y son puntas de flecha, excéntricos, utensilios de la vida cotidiana, pero también de uso simbólico y ritual”, Miguel se descubrió, de un día para otro, en Patrocinio, municipio de San Pedro, Coahuila, el comentario subrepticio más grande de los Zetas, y del que Miguel, junto con el equipo de Identificación Humana de la Fiscalía, ha recuperado miles y miles de restos de fragmentos óseos, que en su mayoría no superan el tamaño de una uña.

“Hay que tener un buen ojo para recuperar todos los fragmentos. Muchos están quemados, hay algunos que todavía están en buenas condiciones, completos, se puede….la genética. Tenemos que registrarlos y decir ‘miren, aquí se propone que es un individuo…’, porque al fin y al cabo son seres humanos… Es el respeto a la vida, se tiene que devolver la identidad y el respeto… Es un derecho humano.

“Y creo que la empatía es una parte fundamental del trabajo, obviamente las familias siempre van a querer resultados rápidos y tangibles, con el trabajo de uno. Si uno estuviera en esos problemas pues también iba a querer resultados, por eso uno trata de hacer el trabajo lo mejor posible”.

“Las personas que a lo mejor se dedicaban a, como dice Miguel, ‘yo andaba buscando reliquias, estaba haciendo otros trabajos de carácter muy académico’, tienen que trasladar sus esfuerzos a colaborar con algunas de las instituciones que estamos tratando de identificar esos restos, a esas personas, para podérselos entregar a sus familiares como una obligación del estado mexicano, pero también es un derecho de las víctimas. Quién se iba a imaginar hace 15 años que un arqueólogo iba a estar haciendo esto…”, dice Ricardo Martínez Loyola, titular de la Comisión de Búsqueda del Estado de Coahuila.

“Las personas desaparecidas no son del pasado, no son números, no son expedientes, son personas que tenían una vida antes de ser desaparecidas…”, dijo Guadalupe Pérez Rodríguez, de la organización Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, durante la celebración, en diciembre pasado, del décimo aniversario de Fuundec.

-¿Cómo ha sido el trabajo en estos lugares de exterminio?

Responde el arqueólogo Miguel Vargas:

-Colectando los fragmentos y no nada más es la colecta, nosotros como arqueólogos necesitamos ubicar, espacialmente, las fosas porque son fosas, a fin de cuentas. No serán como las fosas clandestinas ni como las fosas comunes, son fosas chiquitas que se hacen con la pala para depositar los fragmentos, pero al fin y al cabo son fosas.

¿Y en Teotihuacán?

También allá me tocó liberar muchos entierros, pero son distintos. Para empezar, son de miles de años los entierros Teotihuacanos, Mexicas, mosoamericanos, y son distintos, aunque al mismo tiempo tienen una similitud. Hay algunos que tienen evidencias de violencia, por ejemplo. En el caso de los mesoamericanos, de Teotihuacán, hay algunos que son entierros rituales, con sus ofrendas y todo.

De vuelta al campo santo de La Paz en Saltillo se ve al arqueólogo Miguel, junto al resto de la cuadrilla de hombres de blanco, delante de la cinta ambarina, a unos 20 metros de distancia, escarbado en la enorme fosa, cribando tierra, en busca de algún indicio.

“Muchas veces en el sistema penal antiguo una exhumación se hacía arbitrariamente, se podían dejar muchos indicios afuera y se perdía mucha información, porque la excavación no tenía una sistematización. Es por eso que se ha demandado mucho el arqueólogo, en este caso para aplicar la técnica arqueológica al contexto forense. Uno como arqueólogo tiene una idea de sistematicidad y la técnica de excavación. El método te permite recuperar y registrar todo lo que haya en el suelo y darle una posible interpretación”.

José Ángel Herrera Cepeda, fiscal de Desaparecidos en Coahuila, comenta que actualmente se ha realizado una reingeniería de los perfiles con los que debe contar esta dependencia.

De tal manera que hoy el Estado tiene dos equipos de identificación humana, que se dedican, uno, exclusivamente a la recuperación de restos forenses en campo, prácticamente en la zona de la Laguna.

Y otro, que trabaja en el tema de exhumaciones, para la recuperación de cadáveres sin identificar.

Ambos equipos de identificación humanan están compuestos por especialistas forenses que conforman un grupo multidisciplinario.

“En la zona de la Laguna está el arqueólogo, un antropólogo, un médico forense, un odontólogo forense y un criminalista de campo. Aquí en Saltillo es el mismo equipo, a excepción, del arqueólogo. Hace unos días tuvimos la invitación de la Comisión Nacional de Búsqueda y se planteó que uno de los grandes retos es que la mayoría de los estados no cuentan con arqueólogo forense, solamente con antropólogos.

Hay una gran necesidad, con esta crisis forense que a nivel nacional, de que cada estado cuente con esos equipos de identificación humana y por lo menos tener un arqueólogo”.

El problema, – dice Miguel -, es que en el país no hay muchos arqueólogos forenses y la mayoría de sus colegas están concentrados en el centro de México y dedicados a la arqueología tradicional, arqueología prehispánica, sitios arqueológicos…

“En este rubro todavía tenemos insuficiencia de personal y es importante que la arqueología sirva para otras cosas también, para resolver los problemas sociales actuales, en este caso de violencia y desaparición”.

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