Posts Tagged ‘Desperdicio de alimentos’

Cada año 931 millones de toneladas de comida se desperdician en el mundo, alerta FAO

domingo, julio 17th, 2022

Las cifras corresponden tanto a frutas y vegetales, como  productos ya procesados o preparados. La FAO comentó que un alto porcentaje del desperdicio de alimentos se debe a la estetica de los vegetales, es decir, que muchos de ellos no llegan a los hogares o en éstos simplemente no se consumen debido a que tienen “aspectos poco convencionales”. El problema continúa latente pese a que millones de personas en el mundo padecen inseguridad alimentaria. 

Ciudad de México, 17 de julio (SinEmbargo).– El desperdicio de alimentos, en medio de una pandemia sanitaria que aún no termina y problemas económicos mundiales que han causado la subida de los commodities agrícolas, continúa siendo un problema sin resolver y el cual se ha incrementado en los últimos años causando que a nivel global se desperdicien alrededor de 931 millones de toneladas de alimentos cada año, lo que representa un 17 por ciento del total de alimentos disponibles para los consumidores, de acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

El organismo precisó que esta totalidad de alimentos provienen de los basureros de hogares, tiendas minoristas, restaurantes y otros servicios alimentarios, y que esas toneladas de comida equivalen aproximadamente a 23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados, “suficiente para dar siete vueltas a la Tierra”.

La mayoría del desperdicio de alimentos proviene de los hogares, que desechan un 11 por ciento del total de alimentos disponibles en la etapa de consumo de la cadena de suministro, mientras que los servicios de alimentación y los establecimientos minoristas desperdician entre el 5 y 2 por ciento, respectivamente. A nivel mundial, per cápita, cada año se desperdician 121 kilogramos de alimentos a nivel del consumidor, y 74 de esos kilogramos se desperdician en los hogares.

El informe también incluye estimaciones per cápita regionales y nacionales. Según estimaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), en México 94 kilográmos de comida por cada persona en un año (en un país de poco más de 128 millones de habitantes), lo que significa que se tiran a la basura alrededor de un tercio de los alimentos que se producen en la región en un contexto donde, hasta 2021, el 23.5 por ciento de la población vivía en pobreza alimentaria.

Actualmente hay un programa en México, de la Universidad Anahuác y el WWF México, que busca revertir las prácticas de desperdicio en alimentos y poder aprovechar todos los alimentos en sus diversas etapas. Foto: WWF México.

El desperdicio de alimentos tiene importantes efectos ambientales, sociales y económicos. De hecho, entre 8 por ciento y 10 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen, tomando en cuenta las pérdidas que suceden antes del nivel del consumidor. Y es que este no es un problema nuevo, pero sí es uno en el cual la magnitud todavía no se ha entendido por completo.

En 2011, la FAO publicó que aproximadamente un tercio de los alimentos producidos a escala mundial se perdía o se desperdiciaba, lo que representa un total de mil 300 millones de toneladas cada año. Sin embargo, se reconoció que faltaban datos sobre el desperdicio de alimentos en los hogares fuera de Europa y de América del Norte; además, expertos del mismo organismo han señalado que las diferencias existentes en las definiciones de pérdida y desperdicio de alimentos y los distintos métodos de cuantificación utilizados han aumentado la ambigüedad de los datos, por lo que existen grandes lagunas en las estimaciones de pérdida y desperdicio de alimentos.

Con 828 millones de personas afectadas por el hambre en 2021 -el 9.8 por ciento de la población mundial y un aumento de 46 millones desde 2020 y de 150 millones desde el comienzo de la pandemia de COVID-19–, y 3 mil millones de personas que no pueden pagar una dieta saludable, la FAO junto con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), han insistido en llamado a los consumidores necesitan apoyo para reducir el desperdicio de alimentos en el hogar como parte además del combate a la inseguridad alimentaria.

“Desperdiciar menos, comer mejor y adoptar un estilo de vida sostenible son claves para construir un mundo sin hambre. Las decisiones y las medidas que adoptemos hoy son vitales para nuestro futuro de #HambreCero”, insistió la FAO.

El organismo señaló además que las causas de las pérdidas y el desperdicio de alimentos en los países de ingresos medios y altos se asocian a menudo con el comportamiento del consumidor y con la falta de coordinación entre los diferentes actores en la cadena de suministro. Por ejemplo, las frutas y hortalizas con frecuencia se desechan porque no cumplen con los estándares comerciales de calidad. “Las que no alcanzan la perfección en su apariencia –a nivel de forma, color, tamaño o presentan defectos y/o golpes- son muchas veces rechazadas por los compradores”.

“Las zanahorias tienen forma de patas de gallo. Los pepinos están torcidos. Las papas tienen forma de corazón o son demasiado pequeñas. A la mazorca de maíz le faltan unos cuantos granos. Pero para la mayoría de los comercios de alimentos, estas hortalizas de aspecto peculiar no merecen estar sus estantes. Muy a menudo terminan en el contenedor de la basura”, se lee en el artículo de la organización.

Por ello, la organización recordó que cuando se desechan frutas y hortalizas, también estamos desperdiciando otros los recursos como semillas, tierra, agua e insumos que se utilizaron para producirla, al mismo tiempo que la energía y la mano de obra empleadas para recolectarla, prepararla para su venta y transportarla hasta los mercados o supermercados.

“Tan sólo para producir una naranja se necesitan alrededor de 50 litros de agua. Las pérdidas de frutas y hortalizas representan un despilfarro de recursos crecientemente escasos como el suelo y el agua”, explica la FAO y recalca la gravedad del problema en un contexto de sequías a nivel nacional y global y a una erosión generalizada de la tierra.

PROBLEMA SIN DISTINCIÓN REGIONAL

Pese a que las estimaciones son más en países de la zona europea o la región de América, el problema del desperdicio de alimentos no es esclusivo de los países de ingreso medio y alto.

“Durante mucho tiempo, se asumió que el desperdicio de alimentos en el hogar era un problema importante solo en los países desarrollados. Con la publicación del informe sobre el Índice de desperdicio de alimentos, sin embargo, vemos que las cosas no son exactamente así”, se explicó en la presentación del informe 2021.

Con base en los estudios de alta confianza que la FAO tomó como referencia, en África, específicamente en Ghana, se encontró una similitud del desperdicio de alimentos en todos los grupos de ingresos: los promedios de desperdicio de alimentos eran de 80 kilos por persona al año en el grupo de ingreso bajo y de 86 kilos por persona al año en el de ingreso mediano y en el de ingreso alto.

Los datos de otras regiones, basados en otros estudios también citados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, muestra que los países de África con mayores índices de desperdicio por persona al año son Nigeria (189 kg, estimación 2017), Rwanda (164 kg, estimación 2011), República Unida de Tanzanía (119 kg, estimación 2013) y Kenia (100 kg, estimación 2010).

En América Latina y el Caribe se encontraron siete puntos de datos en cuatro países –de 33 en la región–: Bélice, Brasil, Colombia y México. La FAO recalcó la importante falta de datos señalando que no hay ninguna estimación correspondiente a los países del Caribe. Además, cuatro de los puntos de datos encontrados proceden de un único estudio en Belice, el único país que cuenta con varias estimaciones. Todas las estimaciones que se pueden utilizar corresponden al sector de los hogares; por tanto, faltan muchos datos sobre el desperdicio de alimentos en el sector de la venta al por menor y en el de los servicios de alimentación en la región. Los estudios analizados tienen una confianza media, según la FAO.

En América Latina y el Caribe sólo hay datos sobre desperdicio de alimentos en cuatro países de los 33 que conforman la región. Foto: Captura de pantalla, informe de la FAO.

La cifra de México procede de un informe de 2019 en el que se combinaron análisis de composición del desperdicio medido directamente en hogares de tres estados y cinco municipios, y que se ajustó mediante datos nacionales sobre desechos sólidos en zonas urbanas. En él, los autores señalaron que es posible que se haya sobrestimado el desperdicio de alimentos debido a las pequeñas empresas y al vertido ilegal que realizan empresas más grandes en los desechos municipales de los hogares. Sin embargo, se desconoce la magnitud de este problema. Pese a las complicaciones ya mencionadas de cada recopilación de información, México ocuparía el segundo lugar en desperdicio de alimentos de los cuatro países analizados, con 94 kilos por persona al año, sólo por detrás de Bélice, donde su región con más alto índice de desperdicio fue San Ignacio y Santa Elena (95 kilos por persona).

En Asia y el Pacífico, que abarca varias subregiones —Australasia, Asia Meridional, Asia Sudoriental, Asia Oriental y Asia Central—, se tiene un número elevado de puntos de datos. En todos los sectores, se encontraron 45 puntos de datos en 11 países. En 32 de estos puntos de datos corresponden al sector de los hogares, 9 al sector de los servicios de alimentación y 4 al sector de la venta al por menor. De acuerdo con las estimaciones, el total de zonas urbanas de China sería la de más alto desperdicio, con 150 kg por persona en un año (estimación de 2022); le sigue la ciudad de Jaffna, en Sri Lanka, con 118 kilos por persona al año (estimación 2016); Malasia con 112 kg per cápita anual (estimación 2013); y Australia, con 102 kg por persona en un año (estimación 2019).

Los datos para América del Norte están basados en un total de cuatro puntos de datos procedentes de dos estudios en dos países. En Canadá se encontró una estimación de los desechos en los hogares; mientras que Estados Unidos las estimaciones son para los tres sectores (hogar, servicios y venta al por menor) en un único documento (Organismo de Protección del Medio Ambiente de los Estados Unidos, 2020). Ambos estudios generaron cifras a escala nacional tras agregar otros estudios localizados y ampliar los datos nacionales, según las cuales, los kilos de desperdicio de alimentos por persona en un año es de 79 kg en Canadá, y de 59 en EU (basado en los hogares); la información sobre servicios de alimentación y ventas al por menor en EU muestran un total de 64 y 16 kilos por persona, respectivamente.

Aunque el desperdicio de alimentos en hogares de EU es menor que el promedio mundial, tomando en cuenta las cifras de servicios alimenticios el índice por persona al año sube a 123 kilos. Foto: Captura de pantalla, informe de la FAO.

La FAO recalcó un punto importante en la estimación de los desechos de los hogares en Estados Unidos, ya que ésta destaca por ser reducida. En algunas estimaciones anteriores y suposiciones comunes sostienen que la cantidad de desechos de los hogares del país es muy elevada, mientras que los datos de 2020 apuntan a una cifra por debajo del promedio mundial, pero entre las causas de esta diferencia de datos se ubica en que se ha diferido en cuanto a su metodología y alcance, y aunque los estudios del pasado cuentan con puntos fuertes, no están diseñados para hacer un seguimiento del desperdicio de alimentos a largo plazo. Además, teniendo en cuenta la mayor relevancia del elevado desperdicio de alimentos en los servicios de alimentación se puede entender el desperdicio de alimentos en Estados Unidos.

“Aunque el nivel de desechos de los hogares del país está por debajo del promedio, el nivel de desechos procedentes de los servicios de alimentación es el más alto de todas las estimaciones de confianza alta de los servicios de alimentación. Esta gran generación de desechos puede ser un reflejo de que el estudio de Estados Unidos abarca la totalidad del sector de los servicios de alimentación de manera más exhaustiva que otros estudios. También puede reflejar el mayor consumo de comidas fuera del hogar, lo que aumentaría los desechos de los servicios de alimentación y disminuiría el desperdicio de alimentos en los hogares —siempre y cuando el resto de factores se mantuvieran iguales—”, se lee en el informe de la Organización.

Si bien es cierto que el desperdicio de alimentos en los hogares de los Estados Unidos está por debajodel promedio, los desechos conjuntos de los hogares y de los servicios de alimentación (123 kg por persona al año) son comparables o superan a los de otros países con niveles de desarrollo económico similares para los que existen estimaciones, como es el caso de Australia (124 por persona al año) o el Reino Unido (94 por persona al año).

¿CÓMO REDUCIR EL DESPERDICIO DE ALIMENTOS?

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la meta es reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel de los minoristas y los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.

El primer punto para reducir el desperdicio de alimentos es comprar sólo los alimentos necesarios, consumir las frutas y verduras de aspecto feo, tener en cuenta las fechas de caducidad, donar los excedentes y convertir los alimentos sobrantes en la comida del día siguiente.

“Cuando desperdiciamos comida, también desperdiciamos todos los recursos utilizados para cultivar, procesar, transportar y comercializar esos alimentos. La comida es mucho más que lo que hay en nuestros platos”, insiste Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

– Ser realista: Planifique con antelación con listas de la compra y no prepare comida para 50 personas si sólo vienen a cenar cinco. También es importante tener en cuenta lo que en el hogar se consume y lo que no para que no haya comida que sobre.

– Almacenar los alimentos adecuadamente: Cuando termine de hacer las compras, asegúrese de que todo está almacenado adecuadamente. Por ejemplo, los alimentos perecederos —como los productos lácteos, las frutas y hortalizas— deben guardarse en los compartimentos adecuados del refirgerador. La carne y el pescado pueden meterse en el congelador si no tiene intención de utilizarlos inmediatamente. Los alimentos secos deben guardarse en recipientes cerrados y, junto con otros alimentos enlatados, almacenarse adecuadamente en un aparador.

Las pérdidas y desperdicios ocurren a lo largo de la cadena alimentaria. Foto: Cuartoscuro.

– Entender la diferencia en las fechas del etiquetado: La fecha de “consumo preferente” se refiere a la calidad del alimento; todavía puede ser seguro comerlo después de esta fecha, mientras que la “fecha de caducidad” le indica cuándo ya no es seguro consumir ese alimento. Utilice primero los alimentos cuya fecha de caducidad esté más próxima.

– Congelar la comida que sobra o compártirla con los invitados: Si cocina demasiada comida, anime a los invitados a llevarse un poco a casa. Lo que quede, póngalo de inmediato en el congelador para otra ocasión. En general, la comida no debe dejarse a temperatura ambiente durante más de dos horas.

– Convertir la comida sobrante en el almuerzo del día siguiente: Hay muchas recetas creativas en internet para usar las sobras de comida. Asegúrese de guardar las sobras en el refrigerador o el congelador y usarlas lo antes posible.

– Terminar las sobras antes de cocinar algo nuevo: El impulso de preparar algo diferente para cada comida es bastante común, pero antes de cocinar un plato nuevo, vea si ya tiene algo hecho y que pueda terminar.

– Apoyar a los productores de alimentos: Comprar en mercados locales y darles una oportunidad de negocio equivale a concederles tu reconocimiento y respeto.

– Valora el trabajo que requiere producir los alimentos: En la agricultura se requiere esfuerzo para producir nuestros alimentos… Hacen falta semillas y tierra, agua y trabajo, protección y paciencia. Además, los alimentos que elegimos afectan a la salud de nuestro planeta y al futuro de la alimentación. “Cuando comes estás consumiendo los recursos naturales y el arduo trabajo de los campesinos, las abejas, quienes recolectaron los alimentos y todas las demás personas involucradas en conseguir que los alimentos lleguen a tu plato. Aprecia la comida como si fuera una obra de arte”.

– Adopta una dieta más saludable y sostenible: Obtenemos nuestra energía y mantenemos nuestra salud a partir de los alimentos adecuados, pero normalmente no prestamos atención a la influencia que tienen los alimentos y la nutrición sobre nuestros cuerpos. Es necesario entender que los alimentos son energía y consumir demasiada comida en general, o demasiada comida de un sólo tipo puede conducir a la obesidad, a carencias o a enfermedades relacionadas con la dieta.

Tener porciones adecuadas de alimentos también ayuda a reducir el desperdicio de éstos. Foto: Pixabay

-Composte los restos de comida: Los restos de comida o los alimentos que no se pueden donar o reutilizar se pueden compostar como alternativa a tirarlos a la basura. Esto permite reciclar los nutrientes en la tierra y ayuda a reducir la carga de los vertederos. Si usted no realiza composta, hay iniciativas que ahora recogen los residuos compostables en su hogar y los convierten en composta y la llevan a los huertos donde se necesita.

– Aprende de dónde proceden los alimentos: Al aprender más sobre nuestra comida, de dónde viene, qué alimentos se producen en cada temporada y qué se necesita para producirlos, aumentamos nuestro conocimiento y respeto por lo que estamos comiendo.

Cada mexicano desecha 94 kg de alimentos al año, mientras 23% lucha por conseguirlos

viernes, marzo 25th, 2022

Evitar el desperdicio de alimentos tiene múltiples beneficios para el ambiente: aminora la presión sobre los vertederos existentes y, por tanto, contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y a la disminución de la contaminación de la tierra y el agua. Asimismo, ayuda a acrecentar la conciencia sobre estilos de vida sostenibles y coadyuva a la seguridad alimentaria.

Ciudad de México, 25 de marzo (SinEmbargo).– En México se desperdician alrededor de 94 kilogramos de comida al año por persona (en un país de poco más de 128 millones de habitantes), lo que significa que se tiran a la basura alrededor de un tercio de los alimentos que se producen en la región en un contexto donde, hasta 2021, el 23.5 por ciento de la población vivía en pobreza alimentaria.

De acuerdo con una investigación conjunta del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y la Universidad Anáhuac y la Universidad de Ciencias Aplicadas de Bielefeld, de Alemania, se estima que el 40 por ciento de los alimentos cultivados nunca llegan a la mesa debido a que se tiene poca cultura del aprovechamiento y de la preservación de los alimentos. En contraste, datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población con ingreso inferior a valor monetario de la canasta alimentaria aumentó de 14 por ciento a 17.2 por ciento a nivel nacional.

Con tal cantidad de desperdicio se genera el 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y el derroche de otros recursos como tierra, agua, energía y el trabajo humano necesarios para cultivarlos. El informe Planeta Vivo 2020 señala en ese sentido que la producción de alimentos es la principal causa de la disminución de las poblaciones de especies animales y vegetales, al provocar la pérdida y degradación del hábitat, incluida la deforestación y América Latina es la región donde mayor pérdida de biodiversidad hay producto de las actividades humanas.

El programa busca revertir las prácticas de desperdicio en alimentos y poder aprovechar todos los alimentos en sus diversas etapas. Foto: WWF México.

Las instituciones involucradas en el estudio presentaron una conferencia de prensa el pasado 22 de marzo en la que apuntaron que en México no sólo es una problemática que se presenta en los hogares mexicanos, sino que también en los restaurantes y comercios de giro alimenticio se produce de forma masiva el desperdicio de alimentos. En total, estimaron que al año se van a la basura un total de 30 mil toneladas de comida.

En la rueda de medios, en la que se presentó la investigación “Cambio de comportamiento, retos para evitar el desperdicio de alimentos en casa” a un mes de que ésta iniciara en la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac, se explicó que los primeros resultados han arrojado que los alimentos que más se desperdician son frutas y verduras, especialmente porque ya no son “estéticas” y por ende pensamos que ya están en proceso de descomposición. Sin embargo, muchas veces sólo se trata de un almacenamiento inadecuado de los vegetales y por ello pierden sus colores vivos o su hidratación.

“A escala global, las cinco amenazas más inquietantes que enfrentará la humanidad en los próximos 10 años están relacionadas con el ambiente. Sin un cambio de comportamiento en nuestras vidas cotidianas no podremos hacer frente ni a los climas extremos ni a la pérdida de biodiversidad. El proyecto que hemos emprendido al lado de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac México busca demostrar que el liderazgo de los jóvenes es esencial para transformar nuestras acciones y vivir en armonía con la naturaleza”, destacó Jorge Rickards, director de WWF México.

Además, en la investigación Planeta Vivo se argumentó que la forma en que producimos y consumimos alimentos y energía, “y el flagrante desprecio por el medio ambiente arraigado en nuestro modelo económico actual”, ha puesto en el límite al mundo natural y que pese a que hay varias iniciativas y programas a nivel global para contrarrestar el cambio climático, en cuestión de biodiversidad los esfuerzos aún son muy pocos debido a que los estudios no se concentran por completo en el tema.

Las infancias son una gran parte de los afectados por la violencia económica a nivel mundial, ya que tienen poco o nada de acceso a la educación básica, a la seguridad social y a la comida, todos los anteriores son derechos humanos fundamentales. Foto: Rogelio Morales, Cuartoscuro.

Christine VanDeuren, directora del Proyecto de Comunicación y Política Internacional de Biodiversidad de WWF Alemania, explicó que parte de la aplicación de esta investigación multidisciplinaria está en manos de los jóvenes estudiantes de la Universidad Anáhuac ya que durante el proyecto estarán encargados de observar qué alimentos son los que más se tiran a la basura y por qué razones.

“Uno de los ejercicios es que los alumnos midan el desperdicio que se genera en sus hogares y que empiecen a entender las resistencias propias y colectivas. Se les invita a mirar su cocina con ojos nuevos y así permitir conocer los comportamientos y hábitos de consumo”, explicó frente al alumnado y a la prensa a la par que detalló que estos hábitos de desperdicio vienen de un comportamiento post Guerra Fría, ya que después de ella vino la instauración de super mercados, que incorporaron a la vida cotidiana el concepto de la “comida infinita”.

En su participación en la presentación del proyecto, la chef Mariana Orozco comentó que es complejo entender la cantidad de desperdicio de que se produce en el país, considerando que la gastronomía del lugar es muy diversa y aprovechadora de la mayoría de partes de cualquier ingrediente, y representó lo anterior ejemplificando que para hacer la pasta de algunos moles se muelen semillas de diversos chiles. Orozco comentó que mucho del desperdicio se puede evitar si primordialmente se miden las cantidades correctas de lo que se consumen en los hogares, al mismo tiempo que se almacenen los alimentos de forma adecuada y que además se compren los productos, preferentemente de mercados locales, que no sean tan “agradables a la vista”, porque son los que menor oportunidad tienen de ser ingeridos y que tienen mayor probabilidad de terminar en la basura.

Como parte del proyecto, el WWF también impulsa, de la mano de la chef Mariana, la campaña “Dale chamba”, que promueve acciones precisas contra el desperdicio a partir de tres sencillas estrategias: prevención, uso eficiente de ingredientes, y el cambio en la percepción estética de los alimentos. Adelantaron que por medio de videos publicados en redes sociales se darán consejos que ayuden a utilizar al máximo los alimentos, aunque ya no luzcan tan frescos como el día que se compraron.

“Evitar el desperdicio de alimentos se debe de llevar a cabo en todas nuestras esferas. Hoteles y restaurantes sin duda, pero los cambios más importantes se hacen en cada uno de nuestros hogares. Comprar las verduras y frutas que no son perfectas, evitar el desperdicio y utilizar los ingredientes al 100 por ciento son algunas de las acciones que podemos hacer para salvar nuestra biodiversidad, un plato a la vez”, destacó Orozco.

AMÉRICA LATINA NO CONTARÁ CON SUFICIENTE SEGURIDAD ALIMENTARIA EN 2030

De acuerdo con la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en América Latina la pobreza alimentaria se disparó aún más por la pandemia de la COVID-19, por lo que es necesario transformar los sistemas alimentarios. Pese a la necesidad latente, la organización recalcó que en la región esto resulta más difícil debido a que es el lugar más caro del mundo para adquirir alimentos nutritivos.

En un informe publicado en octubre de 2021, lsobre el estado de la seguridad alimentaria y nutricional en el mundo, el organismo de la ONU indicó que en América Latina y el Caribe para 2030 se afectará a 67 millones de personas y esta previsión se hizo sin considerar la COVID-19.

“Estamos hablando de casi un 10 por ciento de aumento de la pobreza y el hambre para 2030 y esto francamente en 2021 simplemente no se vale”, apuntó Pohl.

Lina Pohl, representante de la FAO en México dijo que es importante integrar la nutrición a los enfoques de la agricultura y reducir los factores que aumentan los costos en la producción como el almacenamiento, el transporte, la distribución y la comercialización de alimentos. Además de reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos ya que si esto se reduce podemos lograr alimentar a nuestra población.

El secretario ejecutivo del Coneval, José Nabor Cruz, dijo que en México la pobreza alimentaria está muy marcada, ya que con cifras del segundo año de la pandemia, en el país apenas el 56 por ciento de los hogares puede consumir diariamente frutas y verduras, situación que se agrava en estados como Guerrero y Chiapas, sur del país, donde este índice es de sólo el 30 por ciento. En contraste con estados del norte, como Nuevo León y Baja California, donde el porcentaje de casi el 75 por ciento.

Precisó que previo a la contingencia sanitaria de la COVID-19 unos 25 millones de mexicanos reportaban carencia por acceso a la alimentación y que entre el 40 y el 50 por ciento de la población “no puede contar con una dieta balanceada, con consumo de frutas y verduras”.

¿Cómo se puede rediseñar el sistema alimentario para evitar el desperdicio de comida?

lunes, agosto 23rd, 2021

La competitividad en el sistema alimentario ha generado en las economías desarrolladas una gran variedad de alimentos a unos precios que se han mantenido bastante estables en términos reales en los últimos años. Pero, ¿cuál es el costo, que normalmente pasa desapercibido, de este relativo éxito para la sociedad?

Por José María Gil Roig
DIRECTOR CREADA-UPC-IRTA, Universitat Politècnica de Catalunya – BarcelonaTech

Madrid, 23 de agosto (The Conversation).- La alimentación constituye una de las necesidades básicas del ser humano atendiendo a la famosa jerarquía de Maslow. Sin embargo, según el trabajo seminal que publicó la FAO en 2011, una tercera parte de los productos agrícolas y ganaderos que se producen en el mundo no son consumidos como alimentos. La magnitud de esta cifra ha despertado conciencias y ha convertido al desperdicio alimentario en uno de los ejes de la política alimentaria a nivel mundial en la última década.

Pérdidas de alimentos en kilogramos per cápita en las fases de consumo (en rojo) y de preconsumo, de la producción a la venta (gris). Foto: FAO, 2016

Sólo por poner un ejemplo relativamente reciente, la estrategia De la granja a la mesa (Farm to Fork) de la Unión Europea, aprobada en mayo de 2020, incluye dos actuaciones específicas, de un total de 27, sobre el desperdicio alimentario. ¿Está justificado este interés por parte de los responsables políticos? ¿Es realmente un problema que debiera preocupar a la sociedad?

¿QUÉ ES EL DESPERDICIO ALIMENTARIO?

Para tratar de responder, intentaremos en primer lugar de definir qué se entiende por desperdicio alimentario y por qué se genera. No está siendo fácil llegar a una definición de consenso, ya que las perspectivas desde las que se enfoca el problema son diferentes.

La FAO lo contempla en el marco de la seguridad alimentaria. Dicho en otras palabras, y simplificando bastante, contrapone desperdicio a malnutrición y a la dificultad de acceso a los alimentos por parte de sectores importantes de la población.

Desde una perspectiva de países desarrollados, se asocia el desperdicio de alimentos a un despilfarro de los recursos necesarios para generarlos.

Dicho en otras palabras, y simplificando bastante, se contrapone desperdicio a malnutrición y a la dificultad de acceso a los alimentos por parte de sectores importantes de la población. Foto: EFE

Estas dos visiones son complementarias. Las estrategias que se puedan diseñar para disminuir el desperdicio deberían contemplar tanto el despilfarro de recursos escasos como la seguridad alimentaria de la población más vulnerable.

¿POR QUÉ EXISTE DESPERDICIO DE ALIMENTOS?

El despilfarro no es sino una consecuencia de cómo están configurados los sistemas alimentarios. Por decirlo en un lenguaje que todo el mundo puede entender: el despilfarro forma parte de los denominados efectos colaterales de los sistemas alimentarios actuales.

La competitividad en el sistema alimentario ha generado en las economías desarrolladas una gran variedad de alimentos a unos precios que se han mantenido bastante estables en términos reales en los últimos años. Pero, ¿cuál es el costo, que normalmente pasa desapercibido, de este relativo éxito para la sociedad?

Es complicado ser muy preciso ya que existen numerosos estudios dedicados a cuantificar el desperdicio con resultados muy heterogéneos. El rango abarca desde los 43 kg per cápita de Japón hasta los 415 kg per cápita de Estados Unidos. En España, el Gobierno da una cifra de 176 Kg per cápita para 2019.

Pero no hagamos mucho caso al valor absoluto, al igual que con la cifra de la FAO, ya que tanto los métodos como lo que se considera desperdicio varía de un estudio a otro. Justamente una de las dos actuaciones de la estrategia De la granja a la mesa consiste en cuantificar el desperdicio, aunque da libertad a los países para elegir la metodología.

Debería primar la simplicidad frente al rigor. No se trata de cuantificar con exactitud, si no de que sea fácil (en base a estadísticas ya existentes o que requieran pocas modificaciones). Lo que interesa es la evolución. Los objetivos de desperdicio siempre se refieren a porcentaje de reducción.

Los objetivos de desperdicio siempre se refieren a porcentaje de reducción. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

¿CUÁNTO CUESTA A LA SOCIEDAD?

Según diversas fuentes, la producción de productos agrícolas y ganaderos ocupa un 37 por ciento de la superficie terrestre, consume el 70 por ciento del agua disponible y genera alrededor del 25 por ciento de las emisiones de gases efecto invernadero.

Si una tercera parte de dichos productos no acaban siendo ingeridos por la población, significa que estamos ocupando un 12 por ciento de la superficie terrestre (equivalente a la extensión de Canadá e India conjuntamente) para no producir nada. Estamos tirando un 23 por ciento del agua disponible (3.6 veces el consumo de agua en EU en un año) y estamos generando un 8 por ciento de los gases efecto invernadero (sería el tercer emisor después de EU y China), con sus consecuencias para el cambio climático, también para nada.

Si añadimos el componente de seguridad alimentaria, reducir el desperdicio alimentario en un 25 por ciento permitiría erradicar la malnutrición en el mundo, que afecta a 900 millones de personas.

Vista la magnitud del problema, las dos últimas preguntas que nos hacemos son: ¿quién es responsable? y ¿qué podemos hacer para prevenir y reducir el desperdicio alimentario?

¿QUIÉN ES RESPONSABLE?

Cada eslabón de la cadena minimiza su responsabilidad y siempre mira al eslabón que tiene por encima o por debajo. Pero, en realidad, todos somos solidariamente responsables.

Lo que sí es cierto es que la totalidad de los trabajos se refieren al consumidor final como el principal responsable (entre el 40 por ciento y el 50 por ciento del desperdicio generado, dependiendo del estudio), pero todos tenemos parte de responsabilidad. Que no generemos mucho desperdicio no implica que nuestras estrategias empresariales no estén produciendo desperdicio a nuestros proveedores o a nuestros clientes.

Reducir el desperdicio alimentario en un 25 por ciento permitiría erradicar la malnutrición en el mundo, que afecta a 900 millones de personas. Foto: Enrique Ordóñez, Cuartoscuro

Por tanto, cualquier solución al problema requiere estrategias conjuntas que deben ser consensuadas y adoptadas por toda la cadena. Esta es quizás una de las principales limitaciones de las actuaciones que se han desarrollado hasta la fecha, muy ligadas a las estrategias de responsabilidad social corporativa de una empresa específica (ya sea de producción, comercialización o transformación).

Que los consumidores sean los máximos responsables del desperdicio, a mi juicio, tiene que ver con el escaso valor que la sociedad concede a la alimentación. No se valora en su justa medida el esfuerzo de muchas personas para que un producto esté en nuestra mesa.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Los precios relativos de los alimentos son muy bajos y tirarlos supone un porcentaje mínimo del gasto de las familias. En este sentido, el diseño de políticas de educación encaminadas a incrementar el valor de los alimentos podría contribuir significativamente a prevenir el desperdicio.

En todo caso, las medidas para reducir y prevenir el desperdicio alimentario deberían respetar la siguiente escala de prioridades:

– En primer lugar, los sistemas deberían de autorregularse mejor con el fin de ajustar oferta y demanda.

– Si esto no es posible, entran en juego las políticas de redistribución tratando de repartir los excedentes entre la población más vulnerable (papel que de forma ejemplar están desarrollando los bancos de alimentos).

– Si aun así se genera un exceso de oferta, se debería apostar por la promoción de soluciones tecnológicas dirigidas a la revalorización de los residuos (por ejemplo, extracción de nutrientes para enriquecer de forma natural otros alimentos).

Los precios relativos de los alimentos son muy bajos y tirarlos supone un porcentaje mínimo del gasto de las familias. Foto: Cristian Hernández, Cuartoscuro

– Finalmente, si esto no es posible, podrían introducirse los alimentos despilfarrados en un ciclo más largo a través de su utilización en los piensos de los animales para convertirlos después en leche, carne o huevos.

Decimos “finalmente” porque la utilización de alimentos no consumidos por la población para la generación de compost o bioenergía se sigue considerando desperdicio. El alimento no se utiliza para el fin para el que se ha producido, que es satisfacer las necesidades de la población, idea con la que comenzaba este artículo.

El 40% de los alimentos cultivados en el mundo se desperdicia cada año, alerta WWF

miércoles, julio 21st, 2021

El informe del Fondo Mundial para la Naturaleza estima que se desperdician 2 mil 500 millones de toneladas de alimentos cada año, de los que mil 200 millones se pierden en el campo y más de 900 millones en establecimientos de venta o domicilios.

Por Cristina Gallego

Ginebra, 21 jul (EFE).- Un 40 por ciento de los productos cultivados para alimentar a la población global no acaban siendo consumidos, un desperdicio que contribuye a un 10 por ciento de los gases de efecto invernadero causantes del cambio climático, advierte hoy un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

La producción de comida utiliza grandes cantidades de terreno, agua y energía, lo que provoca una contribución a los gases de efecto invernadero equivalente a casi el doble de las emisiones anuales de todos los automóviles en EU y Europa, subraya un informe realizado junto a la cadena de supermercados Tesco.

En términos absolutos, el informe estima que cada año se desperdician 2 mil 500 millones de toneladas de alimentos, de los que mil 200 millones se pierden ya en el campo y más de 900 millones en los establecimientos de venta o en los domicilios.

“Este informe muestra que el problema es probablemente más grande de lo que nos imaginábamos”, declaró a Efe el jefe de la Iniciativa mundial sobre pérdida y desperdicio de alimentos de WWF, Pete Pearson.

Con anterioridad, la organización ambientalista había estimado que la pérdida de alimentos era de aproximadamente la mitad (mil 300 millones de toneladas).

UN PROBLEMA ACRECENTADO EN LA PANDEMIA

Según Pearson, la pandemia ha empeorado la tendencia al causar “interrupciones masivas en las cadenas de suministro, forzando cancelaciones de contratos, cierres de restaurantes y dejando grandes cantidades de alimentos perecederos desperdiciados o dejados en las granjas que luego fueron inservibles”.

Unos 4.4 millones de kilómetros cuadrados de terreno y 760 kilómetros cúbicos de agua se utilizan para producir los mil 200 millones de toneladas de comida que se desperdician en el campo, antes, durante y después de la cosecha, o se desvían a otros usos como la alimentación animal o los biocombustibles.

Para ponerlo en perspectiva, estas cantidades equivalen a un terreno más amplio que el subcontinente indio y un volumen de agua de 304 millones de piscinas olímpicas.

El informe confirmó que los países de ingresos altos y medios de Europa, América del Norte y Asia industrializada contribuyen con el 58 por ciento de estas pérdidas en las cosechas mundiales, a pesar de tener una mayor mecanización y mejores sistemas en las granjas.

Pese a que en el medio agrícola es donde se concentran las cifras más altas de desperdicio de comida, las políticas de los gobiernos se concentran más en la última cadena de suministro, la venta y el consumo, criticó el informe, que intenta centrar la atención en la gravedad del problema en vendedores y consumidores.

El informe concluyó que para lograr una reducción significativa, los gobiernos nacionales y los mercados deben tomar medidas para apoyar a los agricultores de todo el mundo y comprometerse a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos en todas las etapas de la cadena de suministro.

CONSUMO DE CARNE

Aunque el estudio se centró en la producción agrícola más que en la ganadera, en un momento en el que el debate sobre el consumo de carne está en la calle Pearson aseguró a Efe que diversos estudios globales han demostrado que hay una necesidad de reducirlo, tanto por el bien de la salud humana como para el medio ambiente.

Sin embargo, el responsable de WWF reconoció que en algunos lugares esto no es posible, y que cualquier reducción no debería de ser a expensas de la salud de las personas.

“Proponer un único patrón de consumo o sistema de producción no lograría apreciar la complejidad de los sistemas de alimentación y la cultura, historia y ciencia detrás de ellos”, declaró a Efe Pearson.

“Proponer un único patrón de consumo o sistema de producción no lograría apreciar la complejidad de los sistemas de alimentación y la cultura, historia y ciencia detrás de ellos”, declaró a Efe Pearson. Foto: Luca Piergiovanni, EFE

“Donde se decida continuar consumiendo comida que viene de los animales, se tiene que asegurar que viene de sistemas de producción sostenibles”, concluyó.

17% de los alimentos del mundo, unas 931 millones de toneladas, se van a la basura cada año: ONU

jueves, marzo 4th, 2021

El “Informe del índice de desperdicio de alimentos 2021” recalca sobre el impacto ambiental del desperdicio de alimentos alrededor del mundo, ya que representa entre el ocho y 10 por ciento de gases de efecto invernadero.

Nairobi, 4 mar (EFE).- Consumidores, minoristas y restaurantes, entre otros, desperdiciaron 931 millones de toneladas de alimentos en 2019, o el 17 por ciento del total de la comida consumible en el mundo, según un nuevo informe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), con sede en Nairobi, y a la organización asociada WRAP.

Esta cantidad equivale en peso a 23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados y suficientes para dar la vuelta a la Tierra siete veces, detalla el estudio publicado hoy, que busca aunar esfuerzos a fin de reducir a la mitad el desperdicio para 2030 de acuerdo con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por las Naciones Unidas.

“Si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, la contaminación y el desperdicio, las empresas, los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo deben hacer su parte para reducir el malgasto de alimentos”, declaró la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.

El llamado “Informe del índice de desperdicio de alimentos 2021“, señala el fuerte impacto ambiental, social y económico de esta práctica en los 54 países analizados, y estima que entre el 8 por ciento y el 10 por ciento de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen.

Además, la investigación revela que la cantidad de residuos comestibles per cápita es muy similar en todos los hogares con independencia de sus ingresos, lo que sugiere que se trata de un “problema global” que afecta por igual a naciones desarrolladas y en desarrollo.

Esto difiere de narrativas anteriores que culpaban del mal uso de alimentos a los consumidores de los países más avanzados y achacaban su desperdicio a deficiencias de producción, almacenamiento y transporte en los países en desarrollo.

La investigación revela que la cantidad de residuos comestibles per cápita es muy similar en todos los hogares con independencia de sus ingresos. Foto: Moisés Pablo, Cuartoscuro

A nivel mundial per cápita se desperdician 121 kilogramos de alimentos al año, según el estudio, si bien 74 de ellos se origina en los hogares, donde se descarta un 11 por ciento del total de alimentos disponibles.

Con 690 millones de personas afectadas por el hambre en 2019 -un número que se espera aumente drásticamente por la COVID-19- y tres mil millones de personas que no pueden pagarse una dieta saludable, los consumidores “necesitan ayuda para reducir el desperdicio de alimentos en el hogar”, subraya el informe.

Así, la Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU, convocada por el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, para septiembre próximo, estudia posibles opciones de sensibilización, cambio de comportamiento y estrategias para otorgar a los alimentos una “vida circular sostenible” y evitar que acaben en vertederos.

“Hay muchas intervenciones efectivas demostradas en una amplia gama de países, con reducciones de hasta el 30 por ciento en el desperdicio de alimentos domésticos”, detalló a EFE la experta del PNUMA en esta materia, Clementine O’Connor.

Un menor derroche “disminuiría las emisiones de gases de efecto invernadero, ralentizaría la destrucción de la naturaleza fruto del deterioro de la tierra y la contaminación, y al hacer los alimentos más accesibles, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial”, resumió Andersen.

FAO: CdMx desperdicia 13 mil toneladas de comida al día, pero 13.9% de la gente está en carencia alimentaria

martes, septiembre 29th, 2020

El transporte, que daña la mercancía, los malos cálculos de la oferta y la demanda, las carencias de refrigeración y los problemas culturales que conducen al desecho de la comida.

La Universidad de Chapingo participa en la transformación de desechos orgánicos en composta y alimento de animales.

México, 29 de septiembre (EFE).- Varios de los mayoristas alimentarios más importantes de México aceptaron este martes el reto de reducir el desperdicio de comida en el país con motivo del primer día mundial de Concienciación sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos.

La representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en México, Lina Pohl, aseguró en un encuentro virtual con los mayoristas que “las cifras a nivel global son increíbles”.

“Se pierde un tercio a nivel mundial de lo que se produce. En América Latina y el Caribe se pierden hasta 127 millones de toneladas de alimentos al año. Esto supondría cada día desperdiciar 348 mil toneladas, lo que es 10 veces lo que produce la Central de Abastos de Ciudad de México”, alertó.

Pohl advirtió de la gravedad del asunto sobre todo en una situación global como la pandemia de COVID-19, que amenaza con dejar hasta “120 o 130 millones de personas con hambre en América Latina y el Caribe”.

La coordinadora general del llamado mercado de alimentos más grande del mundo, la Central de Abasto de Ciudad de México, Marcela Villegas, explicó que el 13.9 por ciento de la población capitalina está en carencia alimentaria, mientras se desperdician 13 mil 073 toneladas de comida cada día en la ciudad.

“En la Central de Abasto hay una pérdida de 561 toneladas diarias de alimento. Esto significa que realmente podemos alimentar a la población de Ciudad de México”, consideró.

Villegas apuntó como causas a solucionar el transporte, que daña la mercancía, los malos cálculos de la oferta y la demanda, las carencias de refrigeración y los problemas culturales que conducen al desecho de la comida.

El presidente de la Confederación Nacional de Agrupaciones de Comerciantes en Centros de Abasto (Conacca), Miguel Fernando Gracián, reconoció que el gremio “tiene y mantiene día a día la responsabilidad social de acopiar, conservar y distribuir lo que se produce en México” porque gestiona el 73 por ciento del alimento generado.

“Las centrales de abastos y los comercios detallistas registran los mayores volúmenes de pérdidas de alimentos dentro de la cadena de suministro, hecho que confirma que nuestro papel debe ser protagónico en la reducción de la pérdida de alimentos”, indicó.

La solución, para Gracián, “radica en la modernización de toda la cadena productiva” impulsada por el poder legislativo.

El presidente de la Central de Abastos de Ecatepec y de la Federación Latinoamericana de Mercados de Abastecimiento, Arturo Fernández, dijo que la asociación trabaja en tres temas para reducir la pérdida de alimentos.

Fernández explicó que colaboran con la Universidad de Chapingo para transformar los desechos orgánicos en composta y alimento de animales, también trabajan para generar una ensalada “con altos niveles nutricionales” accesible económicamente y que evite excedentes, además de imitar un programa brasileño de aprovechamiento.

Los mexicanos desperdician 20.4 millones de toneladas de alimentos al año, revela informe del Banco Mundial

jueves, diciembre 7th, 2017

El 72 por ciento de los alimentos desperdiciados se da en los primeros eslabones de la cadena productiva, desde la precosecha hasta la distribución, y el 28 por ciento ocurre en la venta al menudeo y en los hábitos de los consumidores finales, indica el estudio.

El agua que se utiliza en la producción de alimentos que terminan en desperdicio presenta un volumen que asciende a más de 40 billones de litros y es una cantidad similar al agua utilizada por todos los mexicanos en 2.4 años.

El 72 por ciento de los alimentos desperdiciados se da en los primeros eslabones de la cadena productiva. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 7 de diciembre (EFE).- Los mexicanos desperdician 20.4 millones de toneladas de alimentos al año, desveló hoy el informe “Pérdidas y desperdicios de alimentos en México”, realizado por el Banco Mundial, que analiza los impactos ambientales que genera la producción de diversos alimentos representativos del país.

El informe, presentado por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), destaca “la generación de 36 millones de toneladas de dióxido de carbono, un volumen similar a las emisiones generadas por 15.7 millones de vehículos anualmente”.

El 72 por ciento de los alimentos desperdiciados se da en los primeros eslabones de la cadena productiva, desde la precosecha hasta la distribución, y el 28 por ciento ocurre en la venta al menudeo y en los hábitos de los consumidores finales.

Asimismo, el agua que se utiliza en la producción de alimentos que terminan en desperdicio presenta un volumen que asciende a más de 40 billones de litros y es una cantidad similar al agua utilizada por todos los mexicanos en 2.4 años.

En cuanto a los impactos económicos, el Banco Mundial reportó que el valor de mercado de los alimentos analizados asciende a 491 mil millones de pesos (25.924 millones de dólares).

Con relación a los resultados, el subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental de Semarnat, Cuauhtémoc Ochoa Fernández, anunció una estrategia nacional para el control de residuos, enfocada “en reducir la pérdida y desperdicio de alimentos”.

El plan fue descrito como pionero “entre los países en desarrollo y desarrollados porque considerará la prevención de la pérdida y desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena de su producción”.

Ochoa consideró que “el mayor reto” es lograr una conciencia social en torno a este tema de preocupación medioambiental

La comida no es basura: México, entre el hambre y el desperdicio de alimentos

viernes, abril 28th, 2017

Toneladas de verduras magulladas; millones y millones de kilos de fruta obscurecida y aplastada; miles de productos perecederos que están a punto de caducar y no son aceptados por los supermercados. ¿Comida para la basura? No, todo eso, aunque ya no tiene valor comercial todavía es apto para el consumo humano. El Gobierno y organizaciones de la sociedad civil duplican los esfuerzos para terminar con la pérdida y el desperdicio de alimentos, que en México significa más de la tercera parte de la producción total de comestibles, es decir, alrededor de 30 mil toneladas diarias, lo que sería suficiente para alimentar a 7.4 millones de personas en pobreza extrema.

Ciudad de México, 28 de abril (SinEmbargo).– México es un país en el que la comida es protagonista de su cultura, un orgullo nacional y una herencia de miles de años. Es, en pocas palabras, un Patrimonio para la humanidad, sin embargo, los cambios en las costumbres y en las políticas económicas, han vuelto la alimentación uno de los principales problemas. Por un lado, el sobrepeso está catalogado como una emergencia sanitaria que afecta a siete de cada 10 adultos, mientras que 28 millones de personas no tienen un alimento que llevarse a la boca. Aunado a esto hay otra problemática: más de 10 millones de toneladas de comida fresca y empaquetada se tiran a la basura año con año.

De acuerdo con cifras del Grupo Técnico de Pérdidas y Mermas de Alimentos en México, de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), en el país se desperdicia cada año el 37.26 por ciento de la producción, en un cálculo basado en 34 productos de la canasta básica, como las tortillas, el arroz, el atún y el huevo. Ahí encontraron que los alimentos más desperdiciados son la guayaba, leche de vaca, mango, pescados, sardinas, aguacate, plátano verde y el nopal.

Esta comida, sufre mermas a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la producción, el transporte, la distribución y la comercialización. Etapas en las que recibe el nombre de “pérdida”. El desperdicio como tal, se da en los hogares, hoteles y restaurantes, con los consumidores directos. Pero, hay una alternativa.

POR UNA CULTURA ANTI DESPERDICIO

Apenas en febrero pasado entró en vigor la Ley para la Donación Altruista de Alimentos de la Ciudad de México, con la que se busca “promover, orientar y regular las donaciones de alimentos aptas para el consumo humano para evitar el desperdicio injustificado. Establece principios y criterios orientados dentro del tema de las políticas públicas para la participación del sector público, social y privado para promover una cultura de no desperdicio. Con eso se contribuye a satisfacer las necesidades alimentarias de la población más vulnerable o que tenga carencia alimentaria”, dice Daniel Seedorf, asesor en la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México, (Sedeso) a Mundano.

Con ello, se sancionará a las empresas y particulares que tiren o destruyan alimentos aptos para el consumo humano, así como aquellos que hagan donaciones que no cumplan con las características de inocuidad o que intenten lucrar con ello.

“Esta donación está dirigida específicamente para la población que se encuentra con una carencia alimentaria y a los programas de seguridad alimentaria de la Secretaría de Desarrollo Social y los DIF (Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia). Las donaciones se van a manejar a través de bancos de alimentos, para fomentar que se creen más y está a favor de las instituciones que realicen labores sociales, como albergues, que estén comprobados y con un registro o certificación oficial”, continúa Seedorf.

Aunque los bancos de alimentos van por las donaciones en grandes cantidades, desde casa se puede empezar a acabar con el desperdicio. Imagen: FAO

LOS BANCOS DE ALIMENTOS

Los principales aliados en la lucha contra el desperdicio de comida son justamente los bancos de alimentos, asociaciones sin fines de lucro que se encargan de recibir, seleccionar y entregar aquellos bienes en buen estado. Uno de los más antiguos e importantes en México es Alimentos para Todos (APT), fundado hace 23 años, cuyas alianzas con la Central de Abastos, empresas de la industria alimentaria y cadenas de supermercado, han permitido salvar de la pérdida 900 toneladas mensuales de comida y así beneficiar a 60 mil personas a la semana.

“APT surge a partir de la necesidad que hay de rescatar todo el alimento que todavía es apto para consumo humano, es decir, que aún sirve sin poner en riesgo la salud de las personas, que se puede consumir pero que, por alguna razón, ha perdido su valor comercial, por ejemplo, por fechas de caducidad próximas a vencer, estrictos controles de calidad por parte de las tiendas mayoristas o grandes cadenas comerciales, que estén maltratados. Todo aquello que como producto ya no es tan atractivo o que perdió su valor comercial, pero no quiere decir que ya no sirva”, dice Mariana Jiménez, vocera oficial de la asociación en entrevista.

Junto con los voluntarios, “seleccionan, dignifican y clasifican” las donaciones recibidas, para armar paquetes que generalmente incluyen frijol, arroz, verduras, frutas, cereal, jugo, pasta, pan dulce, bolillo y yogurt.

“Recuperamos alimentos y productos principalmente de la Central de Abastos, de donde recogemos en promedio 300 toneladas de frutas y verduras al mes; de las tiendas de autoservicio actualmente tenemos 237 Walmart que donan todos los días y nueve centros de distribución; Oxxo y también las empresas de la industria alimentaria como Lala, Mondelez, Nestle, algunas cadenas de restaurantes y hoteles”, menciona Jiménez.

Actualmente atienden en promedio a 60 mil personas semanal o quincenalmente, en la Ciudad de México, Estado de México, Puebla, Tlaxcala y Morelos.

“Los atendemos en comunidades, a grupos organizados en una determinada zona geográfica, donde nombran un comité o un líder comunitario que es el que se acerca a nosotros en busca del apoyo y a quien semanalmente le entregamos, vienen a nuestras instalaciones y se llevan el producto. No atendemos a las 60 mil personas directamente sino a través de sus representantes o de instituciones como casas hogar, asilos de ancianos, centros de rehabilitación, hospitales, parroquias”, dice.

Al respecto de la nueva Ley promulgada en la Ciudad de México, la vocera de Alimento para Todos, considera que “es necesario que haya un documento legislativo en el que se establezcan todo los mecanismos de tutela para aplicar las leyes que ya existen, porque ya hay mucha regulación en tema de donación de alimentos, está en la Ley del Impuesto sobre la Renta, donde se pacta cuáles van a ser los incentivos fiscales para las personas que reúnen alimento y es necesario enmarcarlo todo de manera que sea  de más fácil contención y sobre todo que se incentive la donación más allá de que se sancione. En un país donde impera la corrupción, las sanciones muchas veces fomentan más corrupción, en cambio los incentivos resultan mucho más atractivos sobre todo para las empresas que finalmente tienen otros mecanismos para deducir impuestos, qué mejor que lo puedan hacer agregando un valor social a sus procesos”.

Pero, ¿pueden los consumidores sumarse a este esfuerzo? “Nosotros no solemos rescatar el tipo de alimento que preparan en sus casas, sin embargo a través de las colectas que hacemos a lo largo del año, en donde invitamos a los consumidores a participar, ahí es en donde los pequeños donativos se reciben, con apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el servicio militar y Scouts de México, vamos puerta por puerta en diferentes cuadrantes de la ciudad solicitando todo aquel alimento que tienes en tu alacena que no está preparado pero que a lo mejor compraste de más o incluso hay familias que compran arroz, frijol, latas de atún específicamente para las colectas”, finaliza.

LA DISCO SOPA Y OTRAS ALTERNATIVAS

En México se planean actividades en Tulum, Playa del Carmen y la CdMx. Imagen: Slow Food

Este 29 de abril se celebrará el primer World Disco Soup Day, un día en el que la organización Slow Food convoca a todos sus simpatizantes a participar en un llamado global a hacer conciencia sobre el desperdicio de alimentos, en el contexto de que anualmente se tiran a la basura 1.3 billones de toneladas de comida en todo el mundo.

“La disco Sopa es un movimiento internacional que se ocupa de difundir conciencia acerca del desperdicio alimentario, como uno de los grandes temas del sistema agroalimentario pero lo hace de un modo colaborativo y festivo. Surge en Alemania en el año 2012, bajo el nombre de Schnippeldisko, que se traduce como ‘Disco rebanada’, ahí fue donde le incorporaron el factor de la música, para que el mensaje fuera más placentero y menos impactante. De ahí llega a Francia y se hace todo un movimiento, se empieza a esparcir poco a poco por todo el mundo y Slow Food, particularmente los jóvenes, lo toman como una de sus actividades insignia para difundir la consciencia acerca del tema”, dice en entrevista Eduardo Correa, coordinador de la red de jóvenes de Slow Food en México.

Explica que el evento se divide en dos momentos: la recolección y la preparación o fiesta. “En la recolección se trabaja un tiempo antes, sobre todo con comerciantes, dueños de puestos de frutas y verduras de los mercados públicos, para que puedan reservar un poco de los productos que por estar un poco más maduros, por tener algún defecto o estar magullado, van a tirar. Eso también se puede hacer con restaurantes que tengan algo de merma, pero no es habitual, pues casi no desperdician materia prima. También con el apoyo de instituciones o bancos de alimentos. La idea es trabajar directamente con los marchantes para que guarden la fruta y verdura que están por desperdiciar, para que con esa podamos trabajar. A la fiesta se invita a la gente a participar con sus tablas, cuchillos, trastes, para lavar, desinfectar, picar y después cocinar esas frutas y verduras recuperadas y con eso hacer comida para todos los asistentes”.

Contacto

“Slow Food es un movimiento internacional que se funda en los 80 en Italia y en México llega aproximadamente en el 2006, con algunos chefs, cocineros y dueños de restaurantes que lo conocieron y se queda un poquito estancado en ese ambiente gastronómico del cual desde el 2012 se ha podido sacar gracias al trabajo de una red muy diversa, conformada por activistas, voluntarios, productores, campesinos, académicos, que en total tiene unos 450 0 500 socios afiliados aproximadamente a nivel nacional.

Hay diferentes actividades, todas de carácter local, se conforman grupos de interesados en los diferentes territorios donde se quiera tener una presencia de Slow Food y se organizan eventos como visitas a productores, hay mercados campesinos o ‘de la tierra’, la Disco Sopa, todo tipo de actividades para reconectarnos con nuestros alimentos en su origen y concientizarnos de nuestras propias decisiones alimentarias y cómo impactan a nivel local y global”, finaliza Correa.

El alimento es suficiente, pero está desperdiciado y mal distribuido, dice experta de la UNAM

viernes, marzo 17th, 2017

De acuerdo con cifras de la FAO, alrededor de 30 por ciento de los alimentos se desperdician desde que se producen hasta que llegan a la mesa de los consumidores.

Por DGCS-UNAM

Ciudad de México, 17 de marzo (SinEmbargo).– A pesar de que hoy en día se producen tres veces más los alimentos necesarios para alimentar a toda la humanidad, el hambre y la desnutrición siguen azotando a amplios sectores poblacionales de países de África, Asia y América Latina.

Para visibilizar esta paradoja de nuestro tiempo y fortalecer la lucha contra el hambre y la desnutrición, el 16 de octubre de cada año se celebra el Día Mundial de la Alimentación, instaurado en 1979 por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, en inglés).

“La situación es grave porque sí hay alimentos, pero no están bien distribuidos o se desperdician. De acuerdo con cifras de la FAO, alrededor de 30 por ciento de los alimentos se desperdician desde que se producen hasta que llegan a la mesa de los consumidores”, dijo Tihuí Campos, profesora de la licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en un comunicado.

Desde el siglo pasado, la situación alimentaria mundial entró en crisis. Ya no se valora como antes a las familias campesinas, que son quienes producen nuestros alimentos, ni importa su origen, dijo la experta.

“México es uno de los países en donde el problema de la desnutrición alcanza niveles muy altos. Muchos niños, jóvenes y adultos están desnutridos y/o sufren obesidad severa porque hemos olvidado el origen de nuestros alimentos. Este año, nuestro país se convirtió en el mayor importador de maíz del mundo. Ya desbancó a China en este rubro. Es decir, el país de origen del maíz no consume su propio maíz, sino que debe traerlo de Estados Unidos”, indicó Campos.

Por eso, basados en el punto de vista de la FAO, organizaciones sociales y civiles, y organismos gubernamentales han insistido en que se debe retomar y fomentar la producción familiar de alimentos.

“No importa que la gente de la ciudades no podamos producir todos nuestros alimentos. Sin embargo, si producimos uno, dos o tres, no sólo nos nutriremos más sanamente y estaremos ciertos de su origen, sino también cortaremos las cadenas de distribución y, así, contribuiremos a que baje el consumo de combustibles fósiles, entre otras cosas.”

 

En opinión de la académica universitaria, una de las tareas fundamentales en esta lucha es inculcarles a los niños la responsabilidad que deben asumir en relación con los alimentos que consumen.

“Es muy fácil ir a la tienda de la esquina y comprarles un refresco y unas papas fritas para calmar su hambre. Pero creo que los adultos debemos enseñarles que lo óptimo es volver a nuestras raíces y comer alimentos sanos producidos por nosotros mismos”, concluyó.

Conacyt, académicos e investigadores contra la pobreza alimentaria en Jalisco

viernes, marzo 10th, 2017

Con apoyo del Fondo Mixto del Conacyt, organizaciones civiles, bancos de alimentos y la iniciativa privada, se busca que la recuperación de comida desperdiciada sea más eficiente y llegue al más de un millón de personas con carencia alimentaria en ese estado.

Por Montserrat Muñoz, Agencia Informativa Conacyt

Ciudad de México, 10 de marzo (SinEmbargo/AgenciaConacyt).– A nivel nacional, más de 28 millones de personas son consideradas en pobreza alimentaria, acorde con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

En Jalisco, son alrededor de un millón 300 mil personas quienes están en situación de carencia alimentaria. Sin embargo, los bancos de alimentos recuperan únicamente cinco por ciento del alimento desperdiciado.

A través de una convocatoria del Fondo Mixto (Fomix) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) con el Gobierno de Jalisco, se aprobó un apoyo de 20 millones de pesos al proyecto Modelo logístico para el aprovechamiento, conservación y manejo tecnificado de alimentos, en el que participan universidades, centros de investigación, gobierno, iniciativa privada y organizaciones no gubernamentales para buscar disminuir la pobreza alimentaria e impulsar el aprovechamiento de alimentos en el estado.

Esta propuesta está liderada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño del Estado de Jalisco (Ciatej) y el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Guadalajara, así como por los bancos de alimentos de Guadalajara, Zapotlanejo y Tepatitlán.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Francisco Urrutia de la Torre, coordinador de investigación y posgrado del ITESO, señaló que los objetivos del proyecto son promover la donación a los bancos de alimentos, facilitar la logística de recolección y distribución de los productos donados y desarrollar tecnologías que prolonguen la vida de anaquel de los alimentos, así como generar una plataforma que propicie la superación de la pobreza alimentaria de los beneficiarios.

“Los bancos de alimentos hacen una labor titánica, atienden en Jalisco alrededor de 100 mil personas, lo que es cerca de 10 por ciento de lo que se necesita. Es una labor ejemplar. Cada familia atendida por los bancos de alimentos recibe una despensa quincenal con un valor aproximado de mil 200 pesos, por la cual se le solicita una cuota de recuperación de 120 pesos”, aseguró el responsable del proyecto.En tanto, el doctor Urrutia de la Torre señaló que por cada punto porcentual que logre aumentar este proyecto, se atenderán 13 mil personas más, es decir, dos mil 708 familias beneficiadas con despensas quincenales.

El proyecto consta de tres etapas: la primera, de seis meses de duración, para elaborar los diagnósticos y el diseño de las estrategias; una segunda etapa, con 12 meses de duración, será para el desarrollo de los trabajos; y una tercera etapa, también de seis meses, para implementar los pilotos de cada una de las líneas de acción. Se espera que el proyecto esté concluido a inicios de 2019.

“En Jalisco se desperdicia tanto alimento que podríamos darle alimento a todos, el problema es que no tenemos la infraestructura ni la logística. Los bancos de alimentos estamos para rescatar el alimento apto para el consumo humano y hacerlo llegar a aquellas familias que viven en pobreza alimentaria”, señaló en un comunicado Antonio Hernández Orozco, director del Banco de Alimentos de Zapotlanejo.

AUMENTAR LA VIDA DEL ANAQUEL, UN RETO

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor José de Anda Sánchez, investigador adscrito a la Unidad de Tecnología Alimentaria del Ciatej, comentó que los bancos de alimentos frecuentemente reciben los productos muy próximos a caducar, lo cual se refleja en mermas importantes.

“Contrasta la riqueza agroalimentaria de Jalisco con el número de personas que están en pobreza alimentaria. No debería haber. Es uno de los estados que en promedio tiene uno de los mayores ingresos per cápita pero hay miles de personas que no tienen qué comer”, aseveró el investigador.

Dr. José de Anda Sánchez, investigador de Ciatej 2. Foto: Agencia Conacyt

El doctor De Anda Sánchez, quien forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con nivel I, añadió que los sistemas de conservación como refrigeradores implican un costo muy elevado para estas instituciones, por lo cual la contribución del Ciatej al proyecto es la de dotar a los bancos de alimentos de tecnología de procesamiento de alimentos que permita dar mayor vida de anaquel a los productos frescos que se reciben en donación.

“Cuando se reciben en los bancos de alimentos productos del campo como papas, aguacate, cebolla, mangos, jitomate, papaya o plátano, que estén a punto de perecer, se pueden procesar para obtener deshidratados, purés o harinas. Eso extiende muchísimo la vida de anaquel y se puede mejorar la planeación logística para poderlos llevar a las manos más necesitadas, además de que los beneficiarios podrán recibir un producto con una extensión de vida de anaquel de dos a tres meses más”, afirmó el investigador.

Los formatos en que serán entregados los alimentos aún están por decidirse, dado que se debe hacer un estudio que identifique cuáles son las necesidades nutrimentales y la cultura alimentaria de los beneficiarios.

El equipo de Ciatej diseñará y construirá una planta piloto de procesamiento de alimentos que contará con una inversión aproximada de 10 millones de pesos. “Si el modelo funciona, estaría abierto este proyecto a ser replicado, al igual que el sistema logístico, primeramente en el estado de Jalisco, después en la región Occidente y, finalmente, en todo el país”, compartió el doctor De Anda Sánchez.

TECNOLOGÍA VS HAMBRE

Ante la falta de herramientas tecnológicas de vanguardia bajo la que trabajan los bancos de alimentos, una de las propuestas del proyecto es implementar tecnología para optimizar los procesos de logística, almacenamiento y manejo de alimentos. Al momento ya se trabaja en el desarrollo de software para ser implementado en plataformas con base en Internet y en un manual de procedimientos.

A través de una plataforma tecnológica, se buscará mejorar la comunicación entre los bancos de alimentos y los donatarios, así como coordinar la recolección y distribución de los alimentos.

“Se va a desarrollar un software que nos permita llevar esos procesos de manera informatizada y va a tener una versión de teléfono móvil para que los productores puedan avisar en tiempo real cuando tengan alimentos disponibles. Entonces va el camión, acopia y distribuye, no se hacen más viajes de los necesarios y se llega a tiempo por el alimento”, señaló Urrutia de la Torre.

MARCO JURÍDICO ADECUADO

Otra vertiente del proyecto es la creación de un marco jurídico que prevenga el desperdicio de alimentos en el estado, así como una serie de reformas fiscales que incentiven a los potenciales donatarios. Este aspecto será desarrollado por el Observatorio Legislativo del ITESO y será acompañado de una campaña de mercadotecnia social bajo el sistema de innovación abierta desarrollada por el grupo Démola-Guadalajara, en donde el ITESO cuenta con laboratorios de cocreación.

Por otra parte, el Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos y personal de la licenciatura en nutrición y ciencias de los alimentos del ITESO trabajarán una caracterización socioeconómica de la población meta, que pueda definir las necesidades nutricionales específicas de cada sector.

BANCOS DE TERCERA GENERACIÓN

En el afán de alejarse de los esquemas asistencialistas, alumnos e investigadores del ITESM, campus Guadalajara, diseñarán y desarrollarán una plataforma electrónica que promueva que cada vez más personas superen la pobreza alimentaria y se activen económicamente.

“Los bancos de alimentos vienen pensando en transformar su modelo de atención hacia un modelo de superación de pobreza. Esto, en el mundo de los bancos de alimentos, son considerados bancos de tercera generación”, comentó el doctor Francisco Urrutia de la Torre.

Esta segunda plataforma hará las veces de bolsa de trabajo, pero también ofrecerá alternativas de capacitación, emprendimiento, desarrollo humano y acceso a microcréditos.

Nopales, calabazas, tomates: una granja deshidratadora en Xochimilco, contra el desperdicio de comida

viernes, marzo 3rd, 2017

Ubicada en Xochimilco, la granja cuenta con 101 módulos de secadores solares que puede procesar cinco toneladas de producto fresco por semana, el cual había sido desechado pero puede encontrar nuevos consumidores.

Por: FCCyT

Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo).– En México se desperdician cada año 88 millones de toneladas de alimentos de acuerdo con datos del estudio del Grupo Técnico de la Cruzada Nacional contra el Hambre, difundido por el Senado de la República en mayo de 2016. Gran parte de los alimentos que se desperdician son productos agrícolas frescos que no llegan a la vista del consumidor. En la actualidad existe tecnología de concentración solar que puede deshidratar muchos de esos alimentos y encontrarles nuevos consumidores.

En la Ciudad de México, en octubre de 2016 comenzó a operar, en el pueblo de Santa Cruz Acalpixca, delegación Xochimilco, la primera Granja Deshidratadora Solar, con capacidad de procesar hasta cinco toneladas de alimento fresco por semana. Dependiendo del producto que se desea deshidratar el peso final, después de retirarle el agua con energía solar controlada, puede ser de entre una y dos toneladas.

La tecnología base del proyecto, es un deshidratador solar. El primer modelo se construyó hace 12 años y tiene como base la transferencia de calor.

En la actualidad la granja, que es propiedad de la cooperativa Labizet, cuenta con más de 100 módulos de deshidratación. El producto que más procesan es el nopal, por ejemplo, una variedad que se desperdicia mucho, pero es rica en calcio y puede transformarse en harinas.

“Nosotros llevamos, como empresa cooperativa, nueve años en el rubro de deshidratación. La primera planta con la que empezamos estaba en Tláhuac y ahí comenzamos a tener contacto con productores que nos llevaban sus productos para transformación. Tecnológicamente el proceso ha tenido mejoras continuas, adaptándose a los productos. Este equipo fue diseñado para deshidratar uno de los productos que tiene más agua, que es el nopal, pero hemos ofrecido el servicio para diferentes productos que nos han llevado”, explica en la entrevista publicada en el número más reciente de la revista Forum, del Foro Consultivo Científico y Tecnológico, el ingeniero Roberto Alcaraz, miembro de la cooperativa y vocero de Labizet.

Informa que desde que entró en funciones la nueva Granja Deshidratadora se han vinculado con más productores agrícolas de Milpa Alta, Xochimilco y Tláhuac. Un mayor número de agricultores les ha llevado a trabajar con una diversidad de alimentos.

INFRAESTRUCTURA SOLAR

Foto: Labizet.info

Los deshidratadores solares que usa la cooperativa constan de dos partes, que se han modificado y mejorado a lo largo de 12 años. La primera parte es un captador solar plano, que recibe la radiación del Sol y genera aire caliente mediante algo parecido al efecto invernadero porque los rayos del Sol entran y rebotan en el interior, pero ya no los deja salir por la misma superficie. En lugar de esto, envía el calor a la segunda parte del deshidratador que es un contenedor con 24 repisas, en cada una de las cuáles hay una charola, y ahí se coloca el producto agrícola que se va a deshidratar.

“Los productores nos han estado llevando grandes cantidades de nopal que no se estaba aprovechando y que se tiraba. En particular están rescatando un tipo de nopal al que algunos llaman ‘raquetas’ y llega a ver muchos tirados en los campos. Ese tipo de nopal tiene todavía muchas propiedades y es muy rico en calcio y en otros componentes. Gracias al proceso de deshidratación, los campesinos están encantados porque ahora están obteniendo harina de nopal, de alta calidad, que pueden comercializar y los nopales raqueta ya no terminan como basura, sino que generan valor”, dice Alcaraz.

Y continúa: “Hace dos años nos acercamos a la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Ciudad de México y le platicamos estas necesidades que nosotros vemos en el campo; muy enfocados en la necesidad de transformación de los productos frescos para darle un mayor tiempo de vida y aprovechamiento a los alimentos, que sabemos que son productos perecederos.

El doctor René Drucker fue sensible a la problemática de los productores de alimentos y después de un proceso de evaluación se logró obtener un apoyo de la Secretaría de Ciencia de la capital por 15 millones de pesos. Esos recursos tienen un impacto grande al reducir la merma que normalmente afectaba a los productores. El proyecto usa ciencia y contribuye a resolver un problema muy puntual social y económico que se genera cuando los productos frescos no logran ser comercializados rápidamente”.

Por sus características y su innovador proceso de deshidratación, la Granja se considera única en el país. Tiene como objetivo trabajar con altos niveles de eficiencia, generar mayor volumen de producto, así como darle valor agregado a los alimentos, en beneficio de los productores capitalinos.

La Tablée des Chefs combate el desperdicio de alimentos en México

viernes, marzo 3rd, 2017

La iniciativa de esta organización internacional es acercarse con hoteles, restaurantes y servicios de banquetes para recibir la comida sobrante y con ello, preparar platillos para donarlos a personas con carencia de alimentos.

Por Sarah del Moral

Ciudad de México, 1 de marzo (SinEmbargo/ViceMedia).– La relación que existe entre el desperdicio de alimentos y el hambre a nivel mundial es vergonzosa. Según el Programa Mundial de Alimentos, “795 millones de personas, una de cada nueve en el mundo, no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa”, en palabras simples: sufren de hambre.

La medida más recurrida para solucionar este problema es gastar millones y millones de dólares, aunque sería más sencillo administrar bien los recursos actuales.

Cada vez hay más iniciativas en busca de distintas alternativas para aminorar el desperdicio de alimentos. Desde aplicaciones para aprovechar mejor la comida, hasta cerveza elaborada con sobras de pan, cualquier propuesta es bienvenida para poner un alto a nuestro consumismo exorbitante.

La Tablée des Chefs es una organización internacional sin fines de lucro que busca lograr concientizar a chefs, cocineros y foodies en México, sobre el desperdicio de alimentos. Estos héroes culinarios luchan contra el hambre de muchas personas en pobreza –también en Francia y Canadá– recuperando los desperdicios de comida generados en hoteles y otros prestadores de servicios alimentarios.

Primer rescate de alimentos del Hotel Sheraton María Isabel de la Ciudad de México. Foto: La Tablée des Chefs

Su logística es sencilla. La Tablée des Chefs se acerca a hoteles, servicios de bufetes y banquetes y después de hablarles de su misión, les ofrecen suficientes recipientes para almacenar los alimentos sobrantes, que de otra forma acabarían en la basura. Después, chefs voluntarios, ya sea de estas instituciones o externos, preparan nuevos platillos con los residuos y los congelan. Posteriormente, La Tablée se encarga de recolectar los recipientes y entregarlos a distintas instituciones de asistencia social para saciar el hambre de muchas personas.

Además, imparten pequeñas asesorías de cómo reciclar y ahorrar alimentos.

Esta organización, nacida en Canadá, es una iniciativa de Jean-Francois Archambault, quien invirtió mucho tiempo trabajando en hoteles. “Se dio cuenta de todo el desperdicio de alimentos que se daba en ese entorno y junto a chefs, gerentes de hoteles y personas en el mundo de la gastronomía, Jean-Francois emprendió este proyecto en 2002”, me cuenta Florence Roy-Allard, directora de La Tablée des Chefs en México.

Florence me explica que desde 2013 han distribuido más de 90 mil porciones de alimentos a personas en situaciones de pobreza en la Ciudad de México, Estado de México, Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Morelos.

Sin embargo, repartir alimento no es su único eje de intervención. Educar es su segunda herramienta de cambio. Apuestan a las futuras generaciones, tanto los jóvenes que recibirán ayuda, como quienes se desarrollan en el mundo gastronómico. “La idea del programa educativo es crear un vínculo entre los recursos existentes y las necesidades de las personas”, dice Florence.

Diferentes universidades de gastronomía y chefs aliados participan en el Programa de Educación Culinaria trabajando con jóvenes en situación de pobreza, para orientarlos a una alimentación saludable, considerando un presupuesto limitado, y sensibilizarlos sobre el despilfarro de alimentos y el hambre que existe en México. La recaudación de fondos para estos programas se da a través de eventos, cenas o clases de cocina para jóvenes y adultos.

Una muestra de los “desperdicios” reutilizados. Foto: La Tablée des Chefs

Digamos que inscribiéndote a las clases de La Tablée, además tu valiosa contribución a la organización, están puliendo tus habilidades culinarias para dejar de ser un caos en la cocina.

El año pasado llevaron a cabo la primera edición de “Cena con Sentido”, y lograron formar una brigada de chefs como Eduardo Osuna, fundador de Chefs al Rescate, Sergio Chávez, chef ejecutivo de los hoteles W en México, y Sylvain Desbois, chef ejecutivo del St. Regis, entre algunos otros, que ayudaron a elaborar un menú y transmitir sus conocimientos en gastronomía a personas de bajos recursos. En el evento también participaron estudiantes de la Universidad del Claustro de Sor Juan, CESSA y la Universidad Anáhuac, que ayudaron a cocinar más de 27 mil porciones de alimento para 117 instituciones de la Ciudad de México.

Ahí lo tienes, para ayudar no es necesario ser chefs o estudiantes de cocina, simplemente agarra el mandil y cocina por un cambio.


La Tablée des Chefs es una organización internacional sin fines de lucro con sede en Canadá. Para conocer más sobre su misión en México y colaborar con ellos entra a su página web www.tabledeschefs.org.mx o síguelos en Facebook.

 

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE ViceMedia. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

¡Comida, no bombas! El alimento como acción política en México

lunes, marzo 28th, 2016

Esa mercancía de los mercados que los clientes “manosean” y no se llevan, la que dejan a oscurecerse en el fondo de los puestos, es la que un colectivo de jóvenes de la Ciudad de México recolectan, cocinan y luego regalan a personas con bajos recursos.

Por Eunice Lozada

Durante la repartición de la comida rescatada en los puestos del mercado. Foto: Eunice Lozada/Vice

Durante la repartición de la comida rescatada en los puestos del mercado. Foto: Eunice Lozada/Vice

Ciudad de México, 28 de febrero (SinEmbargo/ViceMedia).- Un grupo de jóvenes se reúne afuera del mercado de Medellín, en la colonia Roma de la Ciudad de México. Se reparten bolsas del mandado y recorren los locales recolectando alimentos desechados por los locatarios, no, más bien por los clientes, quienes eligen las frutas y las verduras con mejor apariencia y descartan las que se ven más pasadas, aunque todavía se puedan comer.

Los alimentos acopiados servirán para alimentar sin costo a poco más de cien personas en el Autogestival, un encuentro anual de colectivos sociales autogestivos.

Al día siguiente, por la mañana, los jóvenes —voluntarios en su mayoría— comienzan a cocinar el menú planeado. Varias manos pican verduras e improvisan en la cocina de la casa de cultura El 77, en la colonia Juárez. Hay coliflor en chile pasilla con pimiento morrón, sopa de verduras, tinga de zanahoria, papas salteadas, frijoles, arroz, agua de frutas, y de postre: plátano con amaranto, canela y mango.

Esto ocurrió en noviembre del 2015 y es una de las acciones directas del colectivo Comida No Bombas, dedicado a repartir comida gratuita —muchas veces rescatada del desperdicio— a gente en situación de calle o vulnerabilidad.  El principio de la organización es que “la alimentación es un derecho, no una posibilidad”. Así que esta repartición no se trata de mero asistencialismo, sino de una forma de concientización sobre la justa distribución de los alimentos y la ética con respecto al desperdicio alimentario y la liberación animal —es decir: cocinan bajo una postura vegana—.

El colectivo está conformado por dos células: Comidas No Bombas DF, en la zona centro, y Comida No Bombas Sur. Ambas se rigen bajo los preceptos del movimiento original Food Not Bombs iniciado hace más de treinta años en Estados Unidos, cuando algunos activistas exigieron que su gobierno invirtiera más dinero en alimentación y no en la elaboración de armas nucleares.

Algo de la comida que rescata Comida No Bombas. Foto: Eunice Lozada/Vice

Algo de la comida que rescata Comida No Bombas. Foto: Eunice Lozada/Vice

El anarquismo es la doctrina que guía este movimiento replicado en distintas partes del mundo. Por lo mismo, todas las decisiones se toman de manera horizontal, sin un líder a la cabeza. Esto requiere un esfuerzo colectivo para conformar un equipo en el que la opinión de todos cuente y la participación sea de forma voluntaria.

Quienes acuden son por lo general jóvenes que cuestionan el sistema económico y social del país, y que ven en la compartición gratuita de los alimentos una vía para la solidaridad. Así ocurre desde el 2013 en la zona cercana a Ciudad Universitaria, donde Comida No Bombas Sur sale a repartir comida.

Recientemente, a inicios de marzo, los miembros permanentes de la célula decidieron ayudar a un joven detenido en las inmediaciones de CU, integrante del “okupa Che Guevara”. Acudieron al mercado de Coyoacán, donde los locatarios los conocen y suelen ser solidarios con el proyecto, a recoger un poco de comida. “La gente es rara”, me dijo Isabel, vendedora y donadora de legumbres y verduras en el mercado. “Nada más ve un poco negrito el mango o la coliflor y ya no la quieren, pero está buena, se puede comer”.

Al momento de repartir el alimento. Foto: Eunice Lozada/Vice

Al momento de repartir el alimento. Foto: Eunice Lozada/Vice

Terminada la recolecta, las donaciones se repartieron entre los voluntarios y al día siguiente cada quien llevó sus platillos a Copilco. Esta vez hubo romeros en mole vegano, puré de papas, habas, ensalada, chayotes con ejotes, calabacitas enjitomatadas y calabaza dulce.

Cuando reparten la comida explican a los beneficiados en qué consiste su proyecto y los invitan a cuestionarse sobre el origen de los alimentos. A los curiosos incluso les cuentan sobre el veganismo y sus beneficios.

La logística del trabajo suele tener contratiempos por la falta de espacio para cocinar, o de utensilios o de voluntarios. Sin embargo, ellos apelan a la practicidad y creatividad para solucionarlos. Así pasó cuando quisieron repartir alimentos entre los migrantes que viajan por “La Bestia”, pero como no lo lograron, decidieron dejar las cacerolas con comida en una casa de asistencia para migrantes.

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, en inglés), en México el 60 por ciento de los alimentos son desperdiciados antes de llegar a la mesa. Sin embargo, en la esfera política se afirma que cada vez es más difícil el abasto de alimentos, por lo que ven en los transgénicos la solución.

A la derecha: plátanos rescatados del desperdicio por Comida No Bombas. A la izquierda: voluntarios repartiendo comida gratuita. Foto: Eunice Lozada/Vice

A la derecha: plátanos rescatados del desperdicio por Comida No Bombas. A la izquierda: voluntarios repartiendo comida gratuita. Foto: Eunice Lozada/Vice

“En Comida No Bombas estamos en contra de los transgénicos”, me dijo Paco, integrante de la división del sur. “Con acciones y no solo palabras demostramos que el problema va desde la producción por la falta de apoyo al campesino, hasta la distribución. Lo que se necesita es concientizar a la gente de lo que come”.

Para este colectivo, que también tiene células en Chihuahua y Monterrey, la comida es una vía para la acción política y la conciencia social. “Nosotros seguimos una de las ideas de Food Not Bombs que dice: Piensa global y actúa local”, dice Paco. “Por eso queremos apoyar con alimentos al estudiante, al obrero, incluso al oficinista que luego también anda corto. Hemos repartido entre banda de la calle, en algunas manifestaciones y ahora planeamos ir con mujeres costureras”.

Food Not Bombs es un movimiento mundial. Lo confirmó una chica sueca cuando se acercó a Paco para contarle que en su país hacen lo mismo. Y es que en cualquier parte del mundo, los activistas identificados con alguna causa lo saben: “No se puede luchar con el estómago vacío”.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE ViceMedia. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

La comida “fea”, una opción para combatir el hambre en el mundo

domingo, diciembre 27th, 2015

“Clasificar la comida como fea va más allá de los objetivos del sistema alimentario, que busca la inocuidad y la nutrición de los alimentos”, argumenta la experta de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Camelia Butacariu.

La estética de la comida causa estragos. Foto: WEB

La estética de la comida causa estragos. Foto: WEB

Por Belén Delgado

Roma, 27 dic (EFE).- A menudo despreciadas por tener un aspecto que no va acorde con los “cánones de belleza” impuestos por la industria, las frutas y verduras “feas” se han vuelto un objeto atractivo para quienes luchan contra el desperdicio de alimentos.

Frente a la imagen de los estantes llenos de productos frescos relucientes y de formas perfectas en los supermercados, cada vez es más frecuente ver cómo se van abriendo un hueco otros alimentos “menos agraciados”.

El agricultor francés Nicolas Chabanne, fundador del movimiento “Les gueules cassées” (las caras rotas), trabaja para posicionar esos productos en el mercado y ya ha logrado un millar de socios en todo el mundo.

¿Su estrategia? Vender una manzana con una etiqueta cuyo logotipo muestra una cara con un solo diente a productores que se comprometen a ponerla entre sus alimentos “feos”, ofreciéndolos a un menor precio.

Luego parte del dinero recaudado con cada compra se destina a asociaciones caritativas y de consumidores.

“Cuando se ponen manzanas feas al lado de otras muy bonitas, nuestros ojos se fijan antes en las más bonitas”, sostiene a Efe Chabanne, que se esfuerza en hacer ver a la gente que aquellas menos atractivas también son de calidad e incluso más baratas.

Y explica que, por el lado de los agricultores, “es terrible desechar alimentos de buenas cosechas solo porque no se corresponden con las características habituales”.

Si la iniciativa para optimizar la producción comenzó con las frutas y las legumbres, poco a poco ha aumentado la demanda para otros productos como los quesos o los cereales del desayuno.

El concepto ha ganado adeptos de todo tipo de nacionalidades.

En Portugal existe la cooperativa “Fruta Feia”, en Estados Unidos se han lanzado acciones como la de “Imperfectly Delicious Produce” y en Australia la asociación “Second Bite” pretende dar una segunda oportunidad a los alimentos y repartirlos entre los menos favorecidos para que no pasen hambre.

“Es un negocio social y rentable porque aprovecha la lucha contra los desechos con el fin de volver a vender la parte de la producción que no se pone en valor normalmente”, comenta Thomas Pocher, propietario de un hipermercado de la cadena E. Leclerc en el norte de Francia.

En su caso, se asoció con la multinacional McCain y otras organizaciones para recoger en su zona verduras como las patatas para utilizarlas en sopas en vez de desecharlas “por problemas cosméticos o de forma”.

La experta de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Camelia Butacariu considera que el sector privado está “bastante abierto” a explorar nuevos mercados y aprovechar los cambios en términos de responsabilidad social, pero también por una cuestión de gestión de los recursos.

“Clasificar la comida como fea va más allá de los objetivos del sistema alimentario, que busca la inocuidad y la nutrición de los alimentos”, argumenta.

La ONU calcula que una tercera parte de los alimentos producidos para consumo humano (unas mil 300 toneladas anuales) se pierde o se desperdician a nivel mundial.

Butacariu no ve razones para descartar la comida amparándose en los supuestos gustos de los consumidores, el “marketing” o los problemas de procesamiento.

Algunos hábitos han empezado a cambiar y han surgido soluciones tecnológicas para que no haya que cortar el tamaño, por ejemplo, de zanahorias y judías antes de envasarlas.

Mientras en Brasil ya hay universidades que producen paquetes adaptados para fresas, en la Unión Europea la legislación también se ha flexibilizado eliminando la mayoría de los estándares para frutas y verduras.

Además de concienciar a la industria, hace falta educar a los consumidores para que no se dejen llevar por la estética de los alimentos y busquen solo aquellos nutritivos y en buen estado, según la especialista de la FAO.

Unos consejos también válidos en época navideña, sinónimo a veces de derroche y atracones. Pocher recomienda, por su parte, prever cada día el menú y el número de comensales, comprar poco a poco lo que se necesita y, si sobra algo, donarlo a las familias en dificultades por el bien de todos.

México desperdicia diez millones de toneladas de alimentos al año

martes, noviembre 17th, 2015

México, 17 Nov (Notimex).- El titular de la Sedesol, José Antonio Meade Kuribreña, advirtió que en México el desperdicio de alimentos representa más de 10 millones de toneladas anuales, 37 por ciento de la producción nacional, lo cual se refleja en precios más altos.

En un comunicado, el Secretario de Desarrollo Social aseveró que esa realidad se debe transformar para tener “un México en donde no se desperdicien alimentos, queremos un México en donde el hambre no adquiera carta de naturalización”.

En el marco de una visita a las instalaciones del Banco de Alimentos Maná, en Xalapa, Veracruz, el secretario Meade destacó la labor que llevan a cabo estas instituciones en el cumplimiento de uno de los objetivos de la Cruzada Nacional contra el Hambre.

Uno de los objetivo de dicho programa, que ha logrado abatir la carencia alimentaria de 57 por ciento de los beneficiarios, es minimizar las pérdidas post-cosecha y de alimentos durante su almacenamiento, transporte, distribución y comercialización.

Refirió que de acuerdo con cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el valor de alimentos que terminan en desecho es de 120 mil millones de pesos anuales.

Ello, en un contexto en el que las familias con mayores carencias en el país gastan hasta 50 por ciento de sus ingresos en alimentos, y donde la población con índices de pobreza es la que más resiente los incrementos en los costos.

Por ello, recalcó, “tenemos que unir esfuerzos para que el hambre no tenga pasaporte, para que el hambre no tenga acceso en México, para que desterremos el fantasma del hambre y la preocupación alrededor de la alimentación de todos los mexicanos”.

Además, el funcionario federal recordó que las reformas estructurales, el crecimiento económico y las inversiones en infraestructura deben reflejarse también en una mejora en la calidad de vida de todos, particularmente en los estratos con mayores rezagos.

“Al centro del reto de la pobreza está el tema del hambre, hambre que es enemiga de la ciudadanía plena, es enemiga del desarrollo óptimo de las personas y de las familias”, destacó.

Una alimentación suficiente, nutritiva y de calidad es un derecho fundamental: “si no tenemos satisfecho lo más fundamental que es la nutrición y la alimentación nos va a costar mucho trabajo construir el México de oportunidades”.

El titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) indicó que la Cruzada Nacional contra el Hambre atiende a 4.5 millones de mexicanos en situación de pobreza extrema de alimentación.