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A nivel mundial, la producción alimentaria es responsable de una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que hace a la comida causante y víctima de una creciente industrialización, que abusa de los productos químicos, organismos genéticamente modificados, consumo excesivo de agua de riego, entre otras prácticas que hacen de su impacto ambiental devastador.
Beber miel de la abeja Scaptotrigona Mexicana, beber chile serrano o maíz azul. Beberse la vainilla, el tejocote y el zapote blanco producidos en México. Los chapulines, el mamey, la ciruela y guayaba, todo en forma de cerveza. Hay un movimiento que busca que las cervecerías artesanales usen y fomenten el consumo de productos tradicionales que se dan en el país, a la vez que apoyan a sus productores y salvan dichos ingredientes de su extinción: Slow Beer.
Toneladas de verduras magulladas; millones y millones de kilos de fruta obscurecida y aplastada; miles de productos perecederos que están a punto de caducar y no son aceptados por los supermercados. ¿Comida para la basura? No, todo eso, aunque ya no tiene valor comercial todavía es apto para el consumo humano. El Gobierno y organizaciones de la sociedad civil duplican los esfuerzos para terminar con la pérdida y el desperdicio de alimentos, que en México significa más de la tercera parte de la producción total de comestibles, lo cual sería suficiente para alimentar a 7.4 millones de personas en pobreza extrema.
Tal como en tiempos de Noé, la organización Slow Food trata de salvar todos esos ingredientes que la industrialización y cambios en la alimentación y el estilo de vida ponen en riesgo de desaparecer. Pese a estar en peligro, estos vegetales, frutas, semillas, animales y derivados forman parte de la historia y costumbres de las distintas comunidades alrededor del mundo.
No sólo se trata de cambiar la comida rápida por una de mayor proceso, es todo un movimiento de cambio de hábitos y de dejar los alimentos procesados de los supermercados para volver a la naturaleza de las frutas y hortalizas que hay en los mercados tradicionales. ¿Qué es la comida lenta?
Las hortalizas y frutos de laboratorio buscan dejar atrás la tendencia de maximizar la producción y embellecer los productos, para apuntar más a la recuperación de sabores. Probetas, microscopios y maquinaria variada recuerdan recuerdan, que esto es industria mucho más que agricultura.