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Me interesa contar lo que la gente no habla, lo que nos avergüenza, lo intolerable: Guadalupe Nettel

sábado, diciembre 12th, 2020

La hija única (Anagrama, 2020), la novela más reciente de la autora mexicana, presenta una serie de transgresiones a la norma de la maternidad y explora el grado de hostilidad frente a un hijo o frente a la maternidad misma, a la inseguridad y a los miedos que provoca convertirse en madre.

“Me interesaba hablar de la sensación de aislamiento en la maternidad, sobre todo en esta época. Es trágico, una de las grandes cosas que hemos perdido es la red de solidaridad, de apoyo comunitario. Debemos desacralizar ideas sobre la familia, reconfigurarlas”, opina Nettel en entrevista para Puntos y Comas.

Por América Gutiérrez

Ciudad de México, 12 de diciembre (SinEmbargo).- A distancia, entre enlaces por plataformas virtuales, llamadas telefónicas y de poner en duda nuestra salud mental después de muchos meses de aislamiento, comenzó una conversación en la que Guadalupe Nettel aclara que “si habla de cosas extrañas”, los lectores piensen que tal vez se debe a esto, o tal vez no.

Todos traemos la piel delgada, fluctuamos entre la ansiedad y el desasosiego. Escuela, trabajo en casa; definitivamente no es fácil lidiar con esta abrupta transformación que sufrió nuestra cotidianidad. En ese sentido, la escritura de Nettel es íntima y dirigida a todo tipo de lectores que quieran descubrir su narrativa.

En La hija única (Anagrama, 2020), la novela más reciente de la autora mexicana, hay transgresiones a la norma de la maternidad. Para Puntos y Comas, Nettel compartió más detalles sobre este libro que explora el grado de hostilidad frente a un hijo o frente a la maternidad misma, a la inseguridad y a los miedos que provoca convertirse en madre.

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—Mientras algunos desdeñan la reelaboración del material personal en su narrativa, para esta historia tú lo has convertido en una fortaleza. Cuéntanos de esa posición particular desde la que escribes

—Cuando tenía veintiún años entendí de qué era lo que yo quería escribir. Que ya es una enorme ventaja para un escritor. Si no tienes más o menos claros cuáles son tus intereses, puedes pasar mucho tiempo buscando. Lo que siempre me ha interesado contar es eso de lo que normalmente la gente no quiere hablar. Lo que quisieran esconder a ojos de los demás. Lo que más nos avergüenza, lo que más nos parece intolerable.

Cada una de mis novelas y libros de cuentos hablan un poco de eso, de las supuestas taras que tenemos, nuestros rasgos “anormales”; esta idea de normalidad-anormalidad. Me encanta la figura del monstruo, por ejemplo, entendido como una persona que se sale de todas las normas y las convenciones y que por su sola presencia y con toda fragilidad además las cuestiona. Entonces, mal que bien creo que sí he ido construyendo una pequeña familia de monstruos a lo largo de mi literatura, por más que haga literatura realista últimamente.

La hija única mapea los espacios domésticos, protagonistas durante esta emergencia sanitaria. La importancia del espacio donde vives, los diferentes tipos de hogar, su oposición al espacio exterior, a la ciudad… ¿qué buscabas con este planteamiento de los espacios vitales?

—Esta es una novela muy intimista que habla de personas que viven prácticamente encerradas, así como estamos ahora nosotros. Una de las mujeres, porque está estudiando y haciendo una tesis y entonces no tiene ni siquiera que ir a la universidad, solamente escribir y estudiar en su casa, a veces en la biblioteca. Otra, porque tiene muchísimo miedo de salir, es viuda, tiene un hijo, y tiene miedo de todo lo que pueda pasar en la calle. Sabe que hay mucha violencia y se siente muy vulnerable estando sola con ese niño… Y la tercera porque está embarazada, sobre todo en esa parte no tanto, pero después, cuando pasa lo del parto, se recoge mucho en su casa.

—La maternidad se puede tornar tremendamente oscura en situaciones límite como las que planteas. Construyes un alto grado de identificación con las que tenemos hijos, que por momentos llegamos a pensar que no somos buenas madres. Escribes cosas que todas hemos sentido pero que no decimos. ¿Era tu plan original esta inclusión de maternidades tan diversas?

—Al principio yo solo quería escribir la historia de Alina, Aurelio, el embarazo, el duelo anticipado y todo eso. Era lo que yo tenía en mente. Conforme fue avanzando la escritura, primero decidí que iba a meter otras historias porque la historia principal era demasiado fuerte o triste. Para que pasaran otras cosas en paralelo, creé los personajes de Doris y Nicolás. Después, poco a poco, fueron entrando otras historias, como la de Daniela y su hija Karina, o como las palomas que aparecen en el libro. A veces pasa que mientras una está escribiendo va incorporando cosas que ve todos los días. Por lo menos esto pasó en esta novela, y al final sí siento que es una especie de conjunto de personajes que están viviendo situaciones semejantes.

Hay muchos colectivos: el colectivo de las madres, el colectivo de las mujeres en México que se organizan políticamente, el colectivo de las amigas. Eso fue ocurriendo, no lo tenía planeado al inicio. Creo que tiene que ver mucho que ver con el momento histórico que estamos pasando en el país, sobre todo estos dos últimos años, durante los cuales escribí la novela. Tienen que ver con las marchas feministas, con estas asambleas que han encontrado un apogeo con toda esta discusión que tenemos en la calle, en las redes sociales, con las amigas, que de alguna manera permeó en la novela y me da mucho gusto que haya pasado esto.

—La relación entre madre e hija es parte fundamental de los temas que atraviesan tu prosa. Laura, la narradora de La hija única, experimenta el cambio en su madre, una mujer perteneciente a otra generación, que logra construir una identidad femenina y feminista distinta ¿Cómo delineaste la ruta de estos personajes?

—Me interesaba mucho hablar de la relación madre-hija porque no es unilateral. No solamente las madres respecto a los hijos, sino que siempre va en muchas direcciones. Cómo somos con nuestros hijos tiene que ver con la manera en que fueron nuestros padres con nosotros, o con nosotras. A mí siempre me ha intrigado la relación madre-hija. Y es verdad que hay una especie de actitud a la defensiva porque somos muy intrusivas unas con otras, madres con hijas e hijas con madres, y existe una especie de juicio permanente de una a otra. Me parecía que era necesario ponerlo.

El hecho de que este personaje haya finalmente abrazado la causa de las mujeres me parecía también una manera de decir que no forzosamente tiene que ver con el ímpetu y el brío de la juventud. Cuando una va a esas marchas, te das cuenta de que confluyen todas las edades. Hay mujeres que van en sillas de ruedas, madres que tienen hasta ochenta años. Yo creo que si mi abuela viviera, estaría yendo. No hay una edad para volverse feminista, y me gustaba que tarde o temprano, no importa cuándo, le “cayera ese veinte” a la mamá de Laura.

—Las palomas, el parasitismo del que nos hablas a lo largo de la novela, ¿crees que podría ser una alternativa? Planteas la crianza en comunidad como una opción en estos tiempos, pero de una forma menos cruel como se da en la naturaleza…

—Bueno, a mí me gusta mucho observar la naturaleza porque siento que es un espejo enorme y todo un curso de diversidad. Cuando creemos que las cosas deben ser así porque así han sido siempre y porque la naturaleza lo manda, te asomas justamente a las diferentes especies que hay y te das cuenta de que todo es natural, que nada es contranatura. Hay miles de casos distintos, desde especies que crían en manada, especies que ponen a los huevos y luego se largan y no vuelven a saber de ellos, especies donde el macho es el que gesta o donde un animal puede cambiar de sexo varias veces durante su vida… incluso hasta eso que consideramos como lo más aberrante: la transexualidad.

Lo de las palomas entró por casualidad porque mientras yo escribía, en mi casa se instaló una pareja de palomas, puso un nido y se puso a criar ahí a sus huevos. Un día, uno de esos huevos apareció destruido. Pensé: esto es demasiado parecido, algo tiene que ver. A lo mejor soy de esas personas que están viendo siempre vínculos extraños entre las cosas, como si me hablara el mundo. Sentí que era necesario incluirlo y que podía formar perfectamente parte de la trama, o de las tramas. Después esta idea, cuando empezaba a mirar paralelamente lo del huevo, las palomas, y Laura, que está ocupándose de un hijo ajeno, pensé: ¿qué especies cuidan a hijos ajenos? Eso debe de existir…

Luego me enteré de lo del cucú, donde la hembra va y pone el huevo en nidos de especies extrañas; los cucús ni siquiera tienen nido, ponen el huevo para que otros los críen. Sí tienen la necesidad biológica, digamos, de reproducirse, pero no de cuidar ni de empollar. No pueden, a lo mejor es una incapacidad natural. Pero al mismo tiempo hay algo extraño ahí, porque a veces tiran los otros huevos, los que ya estaban, para que los pájaros se encarguen de su huevo. Eso ya es querer cuidar de alguna manera, aunque sea en mínima dosis, hay una preocupación por tu propio huevo. Todo eso me parecía fascinante y lo quise incorporar pues me parecía que venía muy bien, muy al caso con la historia de Laura y Nicolás, y Laura y Doris.

—El tarot, los signos del zodiaco, aparecen como una especie de oráculos para darnos más información. Estos símbolos para vislumbrar el futuro o entender las personalidades vuelven flexible la novela, ¿en qué momento decidiste incorporar lo místico?

—A mí el tarot me interesa, me gusta, no lo leo, pero a veces, de vez en cuando, sí voy a que me lo lean o algo así, sobre todo si sé de alguien que lo lee bien. Y tienen un significado estas cartas, un significado que tienen que ver con procesos muy profundos dentro de la psique humana, y con momentos vitales que tarde o temprano reproducimos. El tarot ha inspirado a muchos escritores; ahora pienso en Ítalo Calvino, en su novela El castillo de los destinos cruzados, que fue escrito a partir de una lectura de tarot. Las lecturas del tarot son como el inicio de una novela o el inicio de una historia. Tiene que ver, hay personajes, hay conflictos, hay retos, hay desenlaces posibles.

La historia de Alina me reenviaba al tipo de situaciones de las que hablan estas figuras. Y a otras cosas, como la impermanencia de la que hablan todo el tiempo los budistas; esto de lo que hemos hablado tanto durante la pandemia, que es la idea de que todo cambia constantemente, que nada sigue un curso predestinado. No lo podemos siquiera investigar o conocer y la mejor actitud que podemos tener es pensar que nuestra vida es efímera, que todos los fenómenos son efímeros, y así habitar la incertidumbre. Cuando escribí La hija única no tenía ni idea de que íbamos a estar en una pandemia. Yo creo que cuanto más estamos acostumbrados a nuestra fugacidad, más apreciamos la vida y más podemos encontrar un ancla en el momento presente y no estar pensando en lo que podría haber pasado, en lo que debía haber pasado, en lo que ya pasó y en lo que viene.

—Esta novela no es solo sobre el embarazo o la crianza, abordas nuevas masculinidades. Hay numerosos trayectos emocionales, éticos y hasta políticos. El concepto de familia es muy importante también…

—Quería que la narradora, Laura, que no soporta a los niños, estuviera observando como en un laboratorio la dinámica interna de una familia donde a veces se mezclan la violencia con un amor enorme, con una impotencia enorme, pero con una resiliencia gigante. Todas estas cosas pasan muchas veces dentro de la familia.

Me interesaba hablar de la sensación de aislamiento que podemos tener las madres, sobre todo en esta época, en el siglo XXI, porque es trágico. A mí me parece que una de las grandes cosas que hemos perdido es esta red de solidaridad o de apoyo que había en las familias extendidas, en los clanes, en las tribus, durante mucho tiempo, milenios, si contamos desde la prehistoria pues no sé ni cuántos son. Cada vez se ha ido volviendo más nuclear, más nuclear, hasta que a veces sólo es una madre con un hijo y es una carga y una responsabilidad enorme.

A propósito de esto, hay un refrán anglosajón que dice: “se necesita a todo un pueblo para criar a un niño”. Es verdad. Antes era la familia biológica, los abuelos. Pero ya no tienen el mismo papel que tenían antes porque ya no viven en la misma casa, ya no están ayudando a las tareas domésticas como en el pasado. Es como una olla exprés en la que estamos metidos. Sí quería hablar de esto porque es algo que me indigna y me parece que urge cambiar. Tenemos que reconfigurar las familias, desacralizar la familia biológica; hace falta inventar nuevas configuraciones que pueden ser de cualquier tipo, el que te convenga más a ti, el que me convenga más a mí, pero incorporarlas dentro de nuestra idea de naturalidad, sin prejuicio, sin juicio. Abrazarlas dentro de lo posible como ocurre en la naturaleza. No juzgamos a los otros animales, ¿por qué nos juzgamos tanto nosotros como especie?

—Tus personajes van a terapia o recomiendan siempre a alguien que los atienda. Cuéntanos si esto es un recurso, si tiene que ver con la verosimilitud, con lo genuino. Es una ficción, pero tienes personajes muy claros. Háblanos de estas terapias, de lo que sienten los personajes.

—Creo que muchas veces cuando estamos en momentos fronterizos como ahora, en que la salud mental y la demencia son tan poco distinguibles, que estamos en una zona realmente nebulosa y no sabemos bien dónde nos movemos, viene bien que un profesional nos ayude a encontrar un suelo, un ancla, un equilibrio. Es algo que yo vi natural desde chica porque mi padre estudió psicoanálisis, y ejerció en algún momento; después dejó de hacerlo, pero tenía amigos psicoanalistas y yo he ido a terapia algunas veces.

Es algo que vale la pena, lo considero tan natural que lo incorporo. En este caso, uno de los personajes principales, Alina, está inspirada en una historia real; cuento muchas cosas de esa historia real, y entre esos elementos reales estaba su terapeuta. Pero no solo hay una terapeuta, también hay médicos, muchos médicos, y cada uno aporta una visión diferente y algunos traen sobrecogimiento y no saben ni cómo lidiar con los pacientes y la psique tan frágil que tienen enfrente y a la que le están diciendo noticias terribles. Hay otros que son mucho más humanos. Me interesaba también esta figura del médico, del profesional de la salud.

—¿Podrías compartirnos tus principales influencias literarias en este momento? ¿Qué leíste durante tu escritura de La hija única?

—Leí tantas cosas que ya ni me acuerdo. Fueron dos años. Para empezar leo muchos artículos para la revista de la Universidad de México que hacemos. Leí a Vivian Gornick con Apegos feroces; Distancia de rescate, de Samanta Schweblin. Siempre leo a Enrique Vila-Matas, Juan Pablo Villalobos, Alejandro Zambra, Andrea Bajani, a una escritora italiana que se llama Chiara Valerio. Mircea Cărtărescu, que fue un gran descubrimiento también, sale un poquito en mi novela; tiene un cameo, como dicen los españoles.

Leí a muchas mujeres durante estos últimos dos años. Creo que no soy la única, mucha gente ha estado en eso. ¡Y qué bueno! Me parece genial.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

Tejer la oscuridad es una distopía que ya empezó. Debemos buscar otra forma de vivir: Emiliano Monge

sábado, noviembre 14th, 2020

“Los sistemas políticos, económicos y religiosos están mostrando un agotamiento. El neoliberalismo, la distopía que nos tocó vivir, está también tocando su fin. El punto de no retorno del cambio climático se acerca. Nos agotamos una forma de estar en el mundo, tenemos que buscar otra. Lo que yo buscaba con mi novela es la cercanía, pero no quiero ser pesimista: este libro empieza en una distopía y avanza hacia la utopía”, opina Monge en entrevista acerca de su última novela.

Tejer la oscuridad relata la diáspora que emprende un grupo de jóvenes en un mundo desolado, donde la humanidad se ha duplicado y se vive una guerra global. Buscan un nuevo lugar donde rendir culto a sus dioses, enhebrar un nuevo lenguaje y habitar la oscuridad. La trama reinventa nuestra idea de individuo y colectividad, de la memoria y el lenguaje; deja que resuene en sus páginas el eco de libros antiguos y de diversas formas de escritura olvidadas.

Por América Gutiérrez Espinosa

Ciudad de México, 14 de noviembre (SinEmbargo).- Después de leer Tejer la oscuridad ya camino con la fijación de conocer la posición absoluta o relativa del punto en la superficie donde me muevo, sobre todo, ahora que nos movemos menos. Me consuela saber que el punto de encuentro es la librería, que aunque nos separen dos metros, coincidimos en las mismas coordenadas.

Conozco a Emiliano de antes, porque trabajamos junta un extinto grupo editorial llamado Random House Mondadori. Nos sentamos a poco más de metro y medio uno del otro, nos emociona estar rodeados de libros, los ojos nos brillan por encima de nuestros cubrebocas. Ya estamos a una distancia segura que nos permite sostener una conversación tal como la pandemia manda.

—Qué bien se siente estar en la librería, estar contigo y hablar sobre tu nueva novela.

—Siento lo mismo. Muchas gracias por la invitación a Librerías El Sótano. Después de tantos meses, feliz de estar en una librería, de ver cómo ha cambiado, cómo cada vez está más desbordada de libros de fondo, que es lo que hace que las librerías sean librerías en serio y no vendedores de novedades. Entonces, muy contento, de verdad, muy contento.

—Eres autor de dos libros de cuentos: Arrastrar esa sombra y La superficie más honda; las novelas Morirse de memoria, El cielo árido, Las tierras arrasadas, No contar todo. La más reciente Tejer la oscuridad. Desde el epígrafe el lector siente que se enfrentará a una novela diferente… comencemos por el título, ¿cómo lo decidiste?

—Fíjate que me pasó una cosa muy curiosa hace unos días. Me escribió un lector que me hizo darme cuenta de algo que no había notado. Me preguntaba por qué todos mis títulos eran tres palabras, salvo La superficie más honda. Yo nunca había caído en cuenta. Incluso cuando lo leí dije “no puede ser”, empecé a repasar con la mente cada título y sí… todos son tres palabras. Qué obsesivo soy. Es casi un trastorno obsesivo compulsivo ponerle tres palabras a todos los títulos. Esto me sorprendió, en primera por no haberme dado cuenta yo, y después el asunto de cómo refleja la obsesión que tengo con lo conciso. Un poco como lo que me dices del epígrafe, ¿no?

Yo me acuerdo cuando leí Zama de Antoni di Benedetto, el epígrafe me sacudió, más que un epígrafe es una dedicatoria. Así como el primer libro que te hizo leer de corrido, de principio a fin sin parar, hay un primer libro que te hizo ver que existe otro tipo de literatura. El libro dice: “A todos los que han sido víctimas de la espera”. Y en ese sentido, me gusta que el título más que contarte la historia, te permita entrar en una temperatura, en unas tonalidades, en una cosa como el pantone que habrá dentro de la novela. El título en este caso responde más puntualmente a dos cosas: a la historia, a un grupo de niños que crecen, que después se reproducen, que se vuelven un grupo, una comunidad que va buscando la oscuridad. Va huyendo de la luz, digamos, después de un cataclismo mundial.

—De acuerdo con el diccionario de Oxford, tejer es “pasar un hilo repetidamente con distintas combinaciones hechas con el mismo para formar un tejido”. Tú tienes una advertencia: no es solamente el epígrafe.

—Expliqué la parte de la oscuridad y ahora toca la de tejer. El libro tiene, además del epígrafe, una advertencia. El quipu es un sistema de escritura inca que durante muchísimo tiempo, hasta hace muy poco de hecho, se pensó que era sólo un sistema para llevar cuentas, y se pensaba por lo tanto que los incas (porque nunca se había encontrado) no tenían un sistema de escritura. Lo cual era muy confuso porque, ¿cómo una civilización que había construido una visión del mundo como lo hicieron los incas, no hubiera tenido una escritura? Se descubrió que los quipus son un sistema de cuentas y de escritura.

Nos costó mucho entender que era un sistema de escritura porque estamos acostumbrados a leer con un sentido, que es la vista. Resulta que para poder leer los quipus y comprender que eso es una escritura, se necesitan muchos más sentidos. Siendo una escritura multisensorial, se necesita el olfato, el tacto; ver cómo está hecho el hilo, oler de qué fibra es, tocar para saber si el nudo está hecho hacia la izquierda o hacia la derecha. Se necesitan todos los sentidos para poder relacionarse con ellos. Y eso tiene que ver con la búsqueda de todos los personajes en la novela de un nuevo sistema de escritura, un nuevo lenguaje, una nueva manera de nombrar el mundo.

—Hablemos del cambio de género literario. Vienes de un libro, No contar todo, en el que hablas de la relación de tres generaciones: tu abuelo, tu padre y tú. Escrito con la mayor sinceridad posible o con la sinceridad que pudiste soportar. Ahora tenemos una novela un tanto inclasificable, además algo premonitoria…

—No es casual que venga después de No contar todo, que quizá es uno de mis libros que más concesiones tiene hacia el lector, aunque también exige, por supuesto. Después de haber escrito un libro donde la historia estaba dada, y que por lo tanto yo trabajaba como esclavo de la historia, me tocaba escribir un libro en el que yo fuera esclavo de la forma. Y eso obviamente después el lector lo va a encontrar así como lo estamos diciendo. Pero yo creo que responde más a mi necesidad de hacer algo completamente distinto.

Por eso puedo pasar de unos primeros libros tan psicológicos, tan intimistas, a unos sobre la violencia política, social, y económica de México, después a una cosa autobiográfica y después a esto. Trato de hacer cortes porque necesito que la escritura sea un reto, sea un desgaste, una frustración y una lucha. En enero hice las últimas correcciones, pues el libro iba a salir por ahí de mayo… Y ya sabemos lo que se nos vino encima. No sabes cómo lo he pensado y lo difícil que ha sido para mí responderme. Son distintos pero al final, si lo piensas, también tiene un tema en común que es la familia. La idea de cómo la familia deforma al mundo, uno desde la intimidad y el otro quizá desde fuera, desde la descomposición de la familia.

—Varias frases oprimen el corazón: “Esos fueron los años más difíciles del mundo. Los que pasamos escondidos al interior de las montañas”. Ahora, nosotros también estamos saliendo un poco de noche, cuando no hay nadie. Mencionaste que en este relato vas de la distopía hacia la utopía, pero creo que es pertinente referirse a la entropía, que se ocupa de las grietas que marcan los desórdenes en los sistemas y que son insoportables. Es un libro muy fuerte para el confinamiento, para los que apenas estamos asomándonos a la luz.

—No sé cómo se habría leído el libro sin la pandemia. Un poco entre broma y verdad, Andrea Montejo, que es mi agente, me decía hace unos meses: “Cabrón, ¿te das cuenta?, iba a ser tu libro más hermético y va a acabar siendo casi de autoayuda”. Que sí es un poco gracias a la pandemia. Este libro en particular tiene una exigencia distinta a la de los otros libros precisamente porque hay que leerlo con la totalidad de los sentidos. Pero además los sentidos entendidos como siete, ni siquiera como cinco. Nuestra relación con el tiempo es un sentido y se nos olvida, por ejemplo. Y el lenguaje es otro sentido. Después de que asistimos a la primera parte de la novela, que es la más ardua, exige más atención y vemos el mundo destruirse, hay una segunda parte en la que todos salen de las cuevas y empieza la re-habitación del mundo y se asume que somos nómadas no sedentarios y hay toda esta marcha…

No es solamente un ir y venir por ese mundo destruido, sino también ir descubriendo el renacer de ese mundo y cómo el problema de ese renacer seguimos siendo los seres humanos aunque seamos los responsables de salvarnos como especie. Y ahí sí, se meten las grietas. Que además es curioso porque son las grietas de nuestras contradicciones, que al mismo tiempo son las cosas que damos por hecho siempre. Cuando pensamos en cambiar el mundo, quizá lo que debe cambiar es el concepto de familia. No pensamos que lo que tenemos que cambiar quizá es la idea de amor, de amistad. Estas ideas que damos tan por sentadas es donde deberíamos empezar a rascar, a quitarles luz y comenzar a buscar la oscuridad que hay detrás de ellas.

—Nos ubicas en un futuro no muy lejano ¿es 2029? Estamos una especie de cuenta regresiva hacía la destrucción del mundo como lo conocemos. Gobiernos colapsando, el sentido de comunidad se va perdiendo…

—Y no solo los gobiernos, los sistemas políticos en general, los sistemas religiosos; todos están mostrando un agotamiento. Obviamente los sistemas económicos: el neoliberalismo, que es la distopía que nos tocó vivir, está también tocando su fin. Hay muchos síntomas para pensarlo. Pero sobre todo, lo que yo buscaba con la temporalidad (y qué bueno que lo mencionas porque eso ha pasado muy desapercibido en las entrevistas y en las conversaciones que he tenido sobre el libro) es la cosa de la cercanía. Es una distopía, pero que empieza ya.

De algún modo tenemos que llamar la atención sobre, por ejemplo, que el punto de no retorno del cambio climático está ahí entre el 2028-2030. El punto en que ya no se va a poder hacer nada si seguimos como vamos. Ve el mundo que les dejamos a las siguientes generaciones. ¿Por qué van a querer estar en ese mundo que destrozamos, que no es más que un lugar peligroso, cuando pueden estar en ese otro mundo? ¿Qué les vamos a decir? ¿De verdad tenemos cara para decirles que se salgan cuando lo que les dejamos es mucho peor? Tenemos que tomar consciencia. Nos agotamos una forma de estar en el mundo, tenemos que buscar otra. Este libro empieza en una distopía y avanza hacia la utopía; no quiero ser pesimista. 

—Este sentido de irreversibilidad, de destrucción, de anarquía, está muy presente en el libro, pero también de renacimiento, de la memoria, los recuerdos, el libro y la escritura. Siendo que habla de libros antiguos, la búsqueda de la forma literaria tiene como soporte esencial el impreso (si lo lees en digital, no ves la distribución del texto en la página). Es pues, un libro sensorial, como tú dices, que se lee de muchas formas…

—Qué bueno que dices lo del formato porque nos costó muchísimo trabajo. No estoy en contra del libro digital, pero creo que hay libros que deben permanecer en papel, además de que todos deben estar en los dos formatos. Creo que hay libros que sólo pueden estar en papel y este es uno de ellos; la composición de la página fue muy compleja, está pensada para que no se mueva de ahí. El libro en papel es una tecnología acabada. Es como la cuchara, “hazme una cuchara mejor que la cuchara”, no se puede. Hazme un libro mejor que un libro en papel. No se puede. El libro digital es una solución y ayuda cuando estás en un lugar donde no puedes conseguir libros o cuando sufres dislexia, pero es una tecnología inacabada. Todas esas cosas son prácticas para el lector pero no para el libro.

—Tu escritura es compleja, de múltiples capas, pero nunca caótica ni ininteligible. Este no es un libro fácil, pero se puede leer, entender muy bien y tiene una historia que está contada con una estructura singular. Entonces, ¿esto es una defensa, un manifiesto? ¿Qué es este libro después de No contar todo?

—Para empezar, yo creo en la literatura que le exige al lector. No creo que exista la literatura difícil, pero sí la literatura exigente. Con “exigente” no me refiero ni siquiera a un asunto de inteligencia, porque la literatura por suerte salva eso. Me refiero a un asunto de tiempo. Yo creo que la literatura no es algo que escriba el escritor ni que lea el lector. Es algo que sucede en la conjunción de la escritura y la lectura. Por supuesto que hay autores que exigen más que otros. Finnegans Wake exige el noventa por ciento del lector. Hay que estar dispuesto como lector, pero si lo estás, te la vas a pasar muy bien y te vas a divertir mucho. Efectivamente es un libro que exige; sobre todo la primera parte, después la segunda parte es muy distinta, y la tercera quizá vuelve a exigir un poco, pero no tanto como la primera. De tu pregunta, no creo que sea un manifiesto.

—En esta estructura coral, ¿el lenguaje y la memoria son personajes?

—Ellos buscan ese pasado, otros dioses, otra idea de comunidad, de individuo, de oralidad y otra idea del lenguaje. Empieza el camino hacia una nueva civilización, con dos herramientas fundamentales: el lenguaje y la memoria. El libro dialoga con el Popol Vuh, con el Chilam Balam y con la Visión de los vencidos, que es lo que ellos llaman los libros antiguos o los “libros negros”. El libro que estamos leyendo nosotros es el libro que están escribiendo ellos. Van prohibiendo palabras entre ellos, y entonces desaparecen del libro porque van también prohibiendo sentimientos para erradicarlos y poder generar unos nuevos. Entonces el idioma primero se llena de huecos, se va deshilachando, digamos; y después tienen que encontrar la manera de re-hilarlo, de tejerlo a partir del silencio y con la idea del quipu.

—¿Qué proyectos tienes en marcha?

—Entre terminar un libro y empezar otro, nunca había pasado tanto tiempo. Pero me refiero a empezar la escritura, en la cabeza sí lo tengo. Me ha costado porque lo que estoy planeando tiene que ver con la locura y cómo se pueden heredar ciertos miedos. Tiene que ver con la historia de mi madre y tiene que ver con ser mujer a finales del siglo XX en México. También tiene que ver con mi abuelo que era psiquiatra y fue director de La Castañeda; trabajaba con locos y fue uno de los peritos médicos para el juicio a Goyo Cárdenas. Después mi mamá dedicó toda su vida a trabajar con niños con diferentes capacidades. Entonces todavía lo tengo muy vago, pero tiene que ver con la idea del caos y la consciencia. No me he sentado a escribir, y yo creo que tiene que ver con la pandemia, con que es difícil concentrarse, y también con que este último libro me dejó agotado. No me gusta apresurar las cosas. Sé que mientras está en la cabeza ya empezó la escritura, pero todavía no empieza el vaciado de esa escritura.

—Para despedirnos, durante estos meses de aislamiento social por emergencia sanitaria, nos dimos cuenta de la importancia de los libros cuando nos cerraron las librerías. ¿Cómo lo viviste tú?

—Nos agarró en jaque a todos esta situación. Estuvimos muy encerrados y con muchas cosas a las que no podíamos acercarnos, entre ellas las librerías e hicieron mucha falta los libros en las casas. Que no nos vuelva a pasar. Hay que aprovechar estas semanas que vienen para hacernos de bibliotecas, para comprar los libros que podamos porque el invierno va a ser otra vez muy encerrados y tendremos que aferrarnos a lo que nos pueda acompañar en la soledad, y lo mejor que nos puede acompañar en la soledad son los libros. Ya nos dimos cuenta todos de que Netflix se agotó, se agota en dos o tres semanas. Y ahora que puedo ver, no hay nada. Y las bibliotecas no se agotan, las librerías no se agotan. Entonces hay que tratar de aprovechar eso.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Línea nigra, de Jazmina Barrera: lo subversivo de la maternidad, sus retos y dimensiones

sábado, octubre 24th, 2020

Línea nigra (Almadía, 2020) es un libro de acompañamiento, una partera literaria que responde interrogantes turbulentas pero comunes: ¿Tener un bebé hará que deje de ser yo? ¿Cómo cambiará mi cuerpo, mi relación con el mundo y mi independencia? ¿Puedo cuidar a otro ser humano, si no me sé cuidar a mí misma? Entre muchas más.

Jazmina Barrera consigue una lúcida narración de su embarazo desde la curiosidad por maternidades distintas que confluyen. El llamado a reescribir la maternidad como una experiencia aterradora, intensa, transformadora e irrevocable en los límites de la vida, es una postura honesta, casi un manifiesto.

Por América Gutiérrez Espinosa

Ciudad de México, 24 de octubre (SinEmbargo).- Cuando supe que estaba embarazada mi primera sensación fue un miedo indescriptible. Era 2014 y entrenaba para un maratón que por supuesto no corrí. Traía 229 kilómetros de entrenamiento y casi nueve semanas que no se notaban a simple vista; de alguna manera parecía la misma persona, pero ya no lo era.

Convertirme en madre fue algo que no consideré gran parte de mi existencia y que luego elegí. Durante esos meses de preñez, no tardaron en llegar a mis manos libros y publicaciones sobre el embarazo, el parto o la crianza de los hijos, cuya utilidad práctica fue abundante, pero nula emocionalmente.

El instinto materno no aparecía, al menos no como el estado idílico que me habían contado y la espera de “la humanita” estaba más llena de dudas que de ilusión. Habría sido un consuelo leer: “Mi cuerpo se va llenando de señales para alguien más, señales que tienen que explicarme porque yo misma no sé descifrarlas”. Mis sentimientos encontrados sobre la maternidad habrían sido menos tormentosos e inciertos.

A través de textos breves, Línea nigra de Jazmina Barrera explora la maternidad en muchas dimensiones. Comienza con la gestación como experiencia extrema, y siguiendo el curso de su propio embarazo, nos comparte la búsqueda de un parto humanizado y las decepciones y sorpresas a las que se enfrenta. Aborda lo femenino y lo materno desde lo artístico, específicamente la pintura o la fotografía; en cada descripción de un cuadro, el lector buscará, casi sin pensarlo, la imagen para completar la experiencia.

Para la ensayista mexicana, la figura materna es subversiva y el embarazo y crianza son plateados como una irrupción – que no una interrupción- en el trabajo intelectual, más bien como un impulso desconocido. Este registro narrativo es un juego de matrioshkas, donde la escritora es nieta, hija, amiga, pareja y después madre. El juego de las muñecas que se alternan entre niño y niña cobra sentido a lo largo del texto. Una de las tramas más poderosas es la relación con su propia madre, una artista plástica para quien “la pintura no es imagen, es materia”. “Materia” tiene la misma raíz etimológica de madre.

Jazmina Barrera advierte a sus lectores que lo suyo es el ensayo, y que en principio su intención era hacer uno; sin embrago eventualmente dio un paso hacía el relato. Línea nigra es un fino entramado que nos lleva por una profunda variedad de formas literarias en las que autoras como Shirley Jackson, Natalia Ginzburg, Sylvia Plath o Úrsula K. Le Guin nos sorprenden con sus cavilaciones sobre la maternidad.

La reflexión va más allá de la angustia primaria consecuencia de los cambios físicos, emocionales, psicológicos o de identidad. Es un recorrido por las actitudes conflictivas hacia la maternidad, que no son un fenómeno nuevo y que se asocian a nuestra incapacidad de discutir cosas como el ciclo menstrual o la lactancia.

Dar a conocer la posibilidad de que una madre pueda sentir cualquier cosa que no sea alegría y emoción no debería condenarnos, ese sentimiento casi trágico de irrevocabilidad es justo lo que define la maternidad. Lo inevitable es que la virtud maternal se mantiene incómodamente ligada a la sexualidad. Y aunque se evite el tema, durante el embarazo, “el flujo de sangre aumenta en la vulva y con esto la sensibilidad…”

La reflexión sobre la necesidad de una “escritura blanca” trazada con leche materna, para desplazar esos textos matizados sobre la experiencia de tener un hijo es apremiante. El llamado a reescribir el mundo desde la maternidad como una experiencia aterradora, intensa, apremiante y transformadora en los límites de la vida, es una postura honesta, casi una especie de manifiesto. El grado de identificación fue alto, especialmente en el fragmento que comparte su forma de leer mientras amamantaba. Leía libros livianos, que fuera posible sostener con una mano.

Línea nigra es un libro de acompañamiento, una partera literaria que responde interrogantes turbulentas pero comunes: ¿Tener un bebé hará que deje de ser quién soy? ¿De qué manera cambiará mi cuerpo, mi relación con el mundo y mi independencia? ¿Cómo voy a cuidar a otro ser humano, si no me sé cuidar a mí misma? Entre muchas más.

Jazmina Barrera consigue una lúcida narración de su embarazo y del proceso de adaptación al ejercicio materno desde la curiosidad por maternidades distintas que confluyen en la enormidad y la inevitabilidad.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Tipos de agua, de Anne Carson: Andar a pie, poderosa vía de catarsis y auto conocimiento

sábado, septiembre 26th, 2020

La autora Premio Princesa de Asturias 2020 describe, en forma de diario o ensayos líricos, su transitar por el legendario Camino de Santiago, un trayecto de casi 800 kilómetros, que además de estar marcado por una labor evangelizadora desde el medioevo, exige a cualquiera que decida convertirse en peregrino, una gran preparación mental y física.

El Camino crea nuevos santos, leyendas de milagros, y pone desafiantes retos a los peregrinos. Más que hablar del llamado “perdón de Dios”, este libro busca dilucidar las penitencias auto impuestas, explorar la necesidad de una absolución personal y la metafórica lección de cargar poco.

Por América Gutiérrez Espinosa

«Los peregrinos eran personas que con gusto se quitaban la ropa, que estaba en llamas»

Ciudad de México, 22 de agosto (LibreríasElSótano).- Leí Tipos de agua. El camino de Santiago de Anne Carson, por casualidad: fue la propuesta de una amiga estupenda para un singular triángulo de lectura nacido del aislamiento pandémico.

Hasta ese momento sólo conocía algo de su poesía contenida en La belleza del marido. Al poco tiempo, la poeta, profesora y traductora, ganó el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020. Cuando por fin conseguí el ejemplar hecho por Vaso Roto Ediciones, fui feliz con mi pequeño libro amarillo.

Sostenía un objeto realmente hermoso, de cuidado editorial impecable y materiales de calidad. Desde la mera bibliofilia empezó mi viaje; también quería obtener -sin saberlo- un documento que acreditara el tramo recorrido después de esta lectura.

Carson es impredecible, va de la lógica a la mística, y es ahí donde percibimos lo resplandeciente y lo sombrío en sus palabras. Este texto es un aparente registro, en el que a manera de diario o de ensayos líricos, la autora plantea que andar a pie es una poderosa conexión corporal con la tierra. Pero el recorrido que nos comparte no es una caminata cualquiera, es su experiencia de transitar por el legendario Camino de Santiago. Estas reflexiones nos sumergen en un trayecto de casi 800 kilómetros, que además de estar marcado por una labor evangelizadora desde el medioevo, exige a cualquiera que decida convertirse en peregrino, no sólo una preparación mental sino también física.

Además, si no eres creyente fervoroso en busca de tu “Compostela” (documento que acredita a todo aquel peregrino que haya hecho el Camino por motivos religiosos o espirituales) o deportista de alto rendimiento queriendo desafiar tus límites, ¿qué impulso puede ser tan poderoso para recorrer este camino? Carson se descalza, cuenta sus motivaciones iniciales y las que va recogiendo por cada vereda. Observa con ojo agudo detalles que para cualquiera pasarían desapercibidos o que no tendrían sentido.

La peregrinación que registra Carson es una experiencia dura, no romantiza sus pasos. En esta travesía no está sola, hay un ser amado al que ella llama «Mi Cid» y que recorre, al menos en apariencia, el mismo sendero a su lado. Llevar una historia compleja le suma peso al viandante, pero eso no evita que llegué hasta el final.

«Los peregrinos eran personas que resolvían las cosas mientras caminaban». Hacer el camino hasta Santiago de una sola tirada exige alrededor de tres meses, no es un desplazamiento que podría hacer cualquiera. Llega el momento en que los pies se cansan, pero en itinerarios como este, la cabeza no se detiene. Carson va retratando su ruta, con palabras y a veces con fotografías que no vemos pero imaginamos. «¿Cuándo es un peregrino como una fotografía? Cuando la combinación de ácidos y sentimiento es la correcta».

Cada epígrafe, que nos anuncia un nuevo cambio de dirección, proviene también de un peregrino. Son poetas caminantes como ella. En estos 39 registros, encontramos fragmentos de Tanizaki, Basho o Zeami en su mayoría. Cada cita o haiku nos introduce en una bitácora íntima que supera el registro autobiográfico.

La escritora nos presta sus sentidos, vemos con sus ojos, sentimos hambre, enojo y desesperación. Los Tipos de agua también nos ahogan y, superada la atmósfera acuática, muerdes polvo. La autora escribe desde el hambre del peregrino al reflexionar sobre el color del pan y su mimética semejanza a las piedras del camino.

El Camino crea nuevos santos y leyendas de milagros, el recorrido de los peregrinos pasa por varias catarsis como bañarse en la playa da Langosteira, quemar las ropas y ver la puesta de sol en Finisterre. Carson nos transmite el asombro de hacer algo tan exigente, sagrado o descabellado.

Carson crea un texto coherente y relacionado a partir de partes heterogéneas que, a primera vista, parecen aleatorias. Este libro no es sobre el llamado perdón de Dios; aunque suceda en una vía “santa”, cada pieza busca dilucidar aquellas penitencias auto impuestas, explorar la necesidad de una absolución personal y recordar cargar poco, aún cuando lo que te rodea sugiera la contrario.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | La cucaracha: con un guiño a Kafka, Ian McEwan entrega una mordaz sátira del Brexit

sábado, agosto 22nd, 2020

McEwan recrea a la inversa el famoso relato de Kafka: una mañana al despertar, una cucaracha descubre que se ha convertido en un enorme ser humano, el Primer Ministro del Reino Unido. Y no es el único bicho que se mueve por las altas esferas del Parlamento. Ahora ellos promoverán una política extrema, de total absurdo económico: el reversionismo.

Desde las cloacas de la sucia política del Brexit, el autor teje una historia de humor negro que repudia tanto a los dirigentes como a las masas engañadas y obedientes a los llamados de líderes inmorales que desatan la carencia, siembran división y rompen el sentido de comunidad: la suciedad que las cucarachas necesitan para prosperar.

«En mi arcaico horror por las cucarachas aprendí a adivinar, aún a la distancia, sus edades y peligros; incluso sin haber encarado nunca realmente a una cucaracha, conocía sus procesos de existencia». Clarice Lispector

Por América Gutiérrez Espinosa

Ciudad de México, 22 de agosto (LibreríasElSótano).- Las cucarachas habitan de manera furiosa los ecosistemas urbanos, su estrecha relación con el ser humano data de hace 340 millones años.

Esta vez, humanamente encubiertos, los bichos acechan el Parlamento y utilizan su nuevo estado para promover una política de línea dura de indudable absurdo económico, que para variar, cuenta con el apoyo de los ciudadanos.

Para Ian McEwan “escribir ficción se trata de abrir la posibilidad de lo que es ser otra persona”. Con este argumento el autor británico lleva la narración a un límite impetuoso. Se permite un frenético homenaje que comienza con una metamorfosis consumada, en la que Jim Sams (sí, desde ahí, pensamos en Samsa), el protagonista de La cucaracha, recrea a la inversa la transformación del conocido relato de Kafka.

Jim intenta levantarse, y ahora el bicho se siente extraño y… demasiado humano. Toda su percepción y temporalidad se va alterando, Jim termina siendo la criatura compleja del cuento (lo mismo que le sucede a Gregor, el ritmo de los pensamiento no se detiene, aumenta), y se descubre a sí mismo con una apariencia física de dimensiones colosales, con especial atención en su pesada cabeza y en lo desagradable que resulta el órgano que descansa en su cavidad bucal: la lengua. El Primer Ministro ya es otro, y actúa en forma premeditada a pesar de su cambio de especie y del desconcierto. Cruza una línea al adoptar una nueva y extrema corriente: el reversionismo.

Con un lenguaje meticuloso, expresivo y con poco esfuerzo en la sutileza, McEwan recorre las cloacas de donde proviene la devastadora política implantada que llevará a la sociedad a la ruina, pero sobre todo abunda en los detalles que llevan a la división, en aquello que rompe el sentido de comunidad, desata la carencia, y provoca la suciedad que las cucarachas necesitan para prosperar.

El autor no sólo deja por escrito su repudio a los líderes políticos detrás del Brexit. Su tono es implacable y va directo contra las muchedumbres engañadas por líderes inmorales. Las masas, en lugar de intentar comprender lo que les rodea, solo atienden a los llamados de obscenos dirigentes que buscan sembrar división, asfixiar los niveles de vida y promover condiciones sociales en las que los extremistas se muevan a sus anchas. Ya lo decía Stevenson “la política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación”.

El autor de Expiación se empeña en la descripción del conflicto político-ideológico combinado con un evidente malestar cultural que provoca la “obediencia colectiva ciega”; esos son los tópicos que impregnan esta novela breve en páginas, pero extensa en preocupaciones. Explora el impacto en la gente común de situaciones que no pueden controlar como se lee en esta frase del segundo capítulo:

“Que al final de la jornada laboral el empleado pagara a la empresa por todas las horas que había trabajado. Pero que cuando fuese de compras, fuera generosamente recompensado con el importe de cada artículo que se llevara”.

Las primeras novelas de McEwan están marcadas por temas oscuros, con abundante material perverso y hasta gótico. Hallamos todo tipo de transgresión, pedofilia, incesto y violencia. Las perspectivas morales convencionales se trastocan o se invierten.

La cucaracha reúne imágenes, reflexiones, juicios, sensaciones y estados de ánimo entremezclados con situaciones públicas y administrativas, de perpetua vulgaridad. Su narrativa revela su acción dinámica y sintetizadora que culmina en la siguiente reflexión: “No es fácil ser homo sapiens sapiens”.

McEwan teje una historia de humor negro con un hondo componente crítico que hace girar la rueda de la ética moderna. El mundo que existía antes de que interviniera la plaga de lo negativo y lo impuro, ya no será posible. Cumplida su misión, las cucarachas tan sólo se limitan a regresar al desagüe.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | El arte de la lógica: la importancia del razonamiento en la actual marea de la posverdad

sábado, agosto 1st, 2020

Con humor y ejemplos lúdicos, Eugenia Cheng, destacada columnista del Wall Street Journal, nos recuerda la importancia del sentido común y la intuición como brújula en un saturado universo de información adulterada, donde la reacción importa más que la verdad misma.

Pensar con claridad y actuar con inteligencia en los tiempos que corren es un desafío. La autora propone transformarnos en individuos lógicos, con argumentos consistentes, emociones identificadas y en constante disposición de entender al otro.

Por América Gutiérrez Espinosa

«La lógica se cuida de si misma; lo único que tenemos que hacer es mirar y ver cómo lo hace». Ludwig Wittgenstein

Ciudad de México, 1 de agosto (LibreríasElSótano).- No se sabe exactamente por quién ni en qué época fue empleada la palabra lógica en el sentido moderno, lo que si sabemos es que pensar es un complejo proceso que se inicia con la creación de imágenes mentales en nuestro cerebro, mismas que determinan nuestra capacidad para captar y producir ideas en momentos determinados.

Pensar es un esfuerzo reflexivo que no siempre alcanza la profundidad crítica necesaria, pues tendemos a hacerlo con intensidad y nos perdemos en nuestros propios pensamientos. Naturalmente, el curso de nuestros pensamientos se ve inevitablemente influido por nuestras emociones y por factores sociales que nos rodean, lo que significa que amoldan, modulan y evalúan nuestra forma de representar el mundo.

Por eso no basta pensar. De entre los tipos o las llamadas formas de pensamiento, hay una que casi siempre pasamos por alto: el pensamiento lógico. Pero ¿qué es lógico? Aquí es donde “a pan duro, diente agudo” y la intuición parece abandonarnos cuando más la necesitamos.

El arte de la lógica (en un mundo ilógico) es un libro inesperado, perteneciente a una serie de Grano de Sal que propone una interesante biblioteca científica del ciudadano, orientada a la divulgación de diversas ciencias sin perder el rigor. Su autora es Eugenia Cheng, una destacada columnista del Wall Street Journal, cuya especialidad son las matemáticas, precisamente la disciplina que posee una lógica perfecta y cuyo significado se traduce como: lo digno de ser aprendido.

Con humor, intertextualidad y ejemplos lúdicos, Cheng nos sacude los prejuicios para advertir que el razonamiento lógico y emocional, podrían evitar un naufragio más en la tan mencionada marea de la posverdad, donde el flujo de los pensamientos tiene que ver más con nuestra actitud hacia la verdad, en lugar de la verdad misma. En otras palabras: se trata de las formas en las que reaccionamos a la realidad que nos rodea, como por ejemplo el impacto racional o irracional que nos provocan los rumores mediáticos o las llamadas fake news.

Eugenia Cheng lanza una bengala para proyectar luz sobre conceptos que nos recuerdan la importancia del sentido común, de la intuición, pero sobre todo del funcionamiento interno y las limitaciones de la lógica. Analiza la importancia de las emociones para que todo esto funcione, pero también establece la importancia del razonamiento para no perder el rumbo en un saturado universo atestado con definiciones totales, fanatismo e información adulterada.

Este libro es sencillo, que no superficial, pues establece técnicas, procedimientos, reglas, métodos, principios o leyes usados para distinguir deducción correcta de la incorrecta; para discriminar la sospecha válida de la no válida en la vida diaria. Todo esto con entretenidos guiños literarios como en el capítulo 12, cuando se refiere a los acontecimientos que se encuentran en una escala gradual, y nos explica esto con una situación entre los personajes principales de Orgullo y Prejuicio de Jane Austen: Elisabeth le pregunta al señor Darcy cómo y cuando se enamoró de ella. Él responde: “Soy incapaz de precisar el momento, el lugar y la mirada o las palabras que sentaron los cimientos. Ha pasado demasiado tiempo”.

De ahí se desprende un interesante análisis de las llamadas -delgadas líneas y zonas grises-que de acuerdo a Cheng “no se llevan muy bien con la lógica”, pues esta busca deshacerse de la ambigüedad. Fue en este capítulo donde descubrí mis deficiencias en cuanto a pensamiento lógico: el principio del tercero excluido que nos obliga a convertir toda zona gris en blanco o negro.

También encontré algo de consuelo, cuando apunta que lo importante es evitar pretender que una zona gris no existe. Podría afirmar que después de leer este ensayo, lidiar con las zonas grises y mejorar el manejo de matices se ha convertido en un objetivo personal.

Pensar con claridad es casi un deporte de resistencia, para el que hay que entrenar con disciplina y atención. Alejarnos del pensamiento extremo parece fácil, pero actuar con inteligencia y racionalidad en los tiempos que corren es un desafío, casi un duelo a muerte con uno mismo.

Eugenia Cheng propone no sólo aspirar a convertirnos en individuos lógicos, sino transformarnos en personas inteligentemente lógicas, con argumentos consistentes, emociones identificadas y en constante disposición de entender al otro.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Sobrevivientes del abandono y los sueños rotos: Todas hemos perdido algo, de Liliana Blum

sábado, junio 20th, 2020

Esta es una antología atravesada por la incertidumbre del mañana y por la aflicción de separarse de los seres amados, que reúne los relatos cortos de No me pases de largo (2013) y El libro perdido de Heinrich Böll (2008), así como la novela breve Residuos de espanto (2008).

Liliana Blum consigue un tono sórdido, que estremece fibras íntimas, alejada de lo previsible o lo cursi. Cada una de estas historias transcurre en situaciones de extrema soledad y el desencanto es la constante.

Por América Gutiérrez Espinosa

“¿Qué diríamos hoy que es lo indecible?”
Respiración artificial
Ricardo Piglia

Ciudad de México, 20 de junio (LibreríasElSótano).- Nuestra época está marcada por la subjetividad y la memoria, quedaron atrás las primaveras en las que éramos invencibles. Esta vez, las adversidades nos explotan en la cara. Desde mi lugar en el sofá reconozco que mis pérdidas siguen pendientes y que la ficción se cuela por esas grietas.

Me acerqué a la narrativa de Liliana Blum después de una charla con el editor Juan Casamayor a propósito de los veinte años de Páginas de espuma. En esa conversación, me adelantó un poco acerca de las novedades reservadas para aquella temporada: Anatomía sensible y La tristeza de los cítricos. Decidí leer el segundo y no me equivoqué.

Ahora después de poco más de nueve meses de haberla leído por primera vez, me reencuentro con ella en una antología personal, con un título desolador, al que le di la vuelta dos veces antes de atreverme a leer: Todas hemos perdido algo. Una reunión de textos de corta distancia que incluye los libros de cuentos El libro perdido de Heinrich Böll, No me pases de largo y cierra con la novela breve Residuos de Espanto.

El libro perdido de Heinrich Böll deja claro que una obra de ficción no es lo opuesto de la verdad, sino un trabajo con el lenguaje, la realidad y el sentido. La autora consigue que las palabras encuentren su cauce sin que interfiera con su estilo, con ese realismo intencionalmente sórdido que elimina cualquier filtro dulcificador. Las situaciones que enfrentan sus personajes femeninos son brutales, lo que pasa y lo que no sucede. La premisa es un libro perdido y encontrado, que funciona como el hilo de Ariadna, donde el único deber de cada protagonista es saberse en su laberinto.

La segunda parte de la antología está atravesada por la incertidumbre del mañana y por la aflicción de separarse de los seres amados. Las ficciones no sólo se refieren al mundo sino que están en él y lo modifican; eso pasa en los cuentos de Blum: no son mera representación, son capturas, como en “No me pases de largo”, cuya narración tiene un efecto rítmico, quizá marcado por las sutiles menciones a los Beatles que los alejan de su legado festivo.

Mientras avanza la lectura, se revela un compás que entraña nerviosismo, desdicha, carencia o abandono. El que lee no sabe si reír o llorar frente a algunas reacciones incisivas o temerarias de estas mujeres que han estado juntas sin ser demasiado afines o compatibles. Este acompañamiento en soledad es una paradoja que sostiene el costado sensible, lo humano y contradictorio en sus personajes.

Liliana Blum consigue alcanzar un registro que estremece fibras íntimas, alejada de lo previsible o lo cursi. Se desmantelan vínculos familiares, el anonimato y la incomunicación trastornan las vidas privadas. El desencanto es la constante y la muerte no es simplemente un hecho físico, biológico o material; la muerte es una constatación de la tragedia personal.

En la novela corta Residuos de espanto, las guerras, las migraciones, las diversas modalidades del exilio influyen en la articulación de universos personales atravesados por la incertidumbre. Cuando estaba en el último capítulo, recordé una frase de Hannah Arendt: “Sólo mediante una representación convincente podemos acercarnos al hecho objetivo, real, del terror y la crueldad.” A partir de esa reflexión, me acerqué un poco más a la disyuntiva en la que se encuentran los sobrevivientes de las grandes tragedias en la historia de la humanidad, al cuestionarse constantemente ¿cómo es posible convencer a los demás de lo que les ha sucedido, si a ellos mismos se les hace difícil creerlo?

Los recuerdos son materia flexible, siempre puesta en tela de juicio, en algunos casos; no sólo tienden a borrarse con los años sino que, con frecuencia, se modifican o se alteran, agregando perspectivas extrañas. En cada una de estas historias la aceptación de las pérdidas transcurre en situaciones de extrema soledad, en la que incluso se consideran naturales algunas acciones perversas que suceden en la vida cotidiana.

Liliana Blum revela todo aquello que no aparece en los registros familiares e históricos, da prueba de las ausencias invisibilizadas por los vencedores, remueve desde la mirada infantil o adulta una furiosa poética de la violencia.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Chomsky esencial: las ideas fundamentales del lingüista estadounidense y su lado más activista

sábado, mayo 30th, 2020

Justo ahora, que estamos aislados socialmente, frente a una virus sin vacuna y en plena discusión de lo que es o no esencial en la vida de los seres humanos, este libro compilatorio de Noam Chomsky es ideal.

Chomsky irrumpió en la escena política de los Estados Unidos a mediados de los sesenta y se convirtió en uno de los principales críticos de la política exterior ejercida la nación más poderosa del planeta. Todo comenzó con su oposición a la guerra de Vietnam y no se detuvo hasta analizar cada variante de la democracia o el impacto de los medios de comunicación.

Por América Gutiérrez Espinosa

¿Cómo es que tenemos tanta información, pero sabemos tan poco?
Noam Chomsky

Ciudad de México, 30 de mayo (LibreríasElSótano).- Justo ahora, que estamos aislados socialmente, frente a una virus sin vacuna y en plena discusión de lo que es o no esencial en la vida de los seres humanos, reapareció entre mis lecturas Noam Chomsky, un viejo conocido que me hizo compañía buena parte de la Universidad en las materias con dilemas lingüísticos o filosóficos.

Este reencuentro fue en un conveniente formato de bolsillo y está editado por Austral. Comencé su lectura, bajo promesa de contraportada, que advertía de una sugestiva reunión de ideas fundamentales en un sencillo pero poderoso volumen llamado: Chomsky esencial.

La promesa se cumplió, imaginé a este lingüista de aspecto sensible y cuya agudeza es capaz de sensibilizar al cabeza más dura de la región, sentado en mi sofá (llevo 50 días en casa, tengo derecho a imaginar unicornios en mi estancia) respondiendo a todas las preocupaciones del mundo, con casos de estudio lúdicos y comprobables. Pero, después de leer a detalle, es importante establecer que Chomsky antes que un académico, es un activista político y social.

El mismo se reconoce como ciudadano, como integrante de una comunidad; cuyas responsabilidades incluyen: mantenerse informado, participar en el debate público con argumentos consistentes y sobre todo, poner el ejemplo tomando acción.

Chomsky irrumpió en la escena política de los Estados Unidos a mediados de los sesenta y se convirtió en uno de los principales críticos de la política exterior ejercida la nación más poderosa del planeta. Todo comenzó con su oposición a la guerra de Vietnam y no se detuvo hasta analizar cada variante de la democracia o el impacto de los medios de comunicación.

Algo que sorprende es que Chomsky sostiene sus premisas con modelos certeros, no se conforma con limitarse a hablar sobre los hechos desde una posición cómoda y segura. Fue de los primeros pensadores contemporáneos en alzar la voz, en manifestarse durante una época en que cualquier acción de protesta o de desobediencia civil eran juzgadas duramente. Para él, todo está relacionado con la coherencia y los valores, nunca tuvo intenciones de elucubrar y teorizar al margen de los sucesos, su motivación sigue siendo provocar un cambio con acciones específicas.

Chomsky revolucionó no sólo el estudio del lenguaje, sus ideas tienen un profundo impacto en la psicología, filosofía, política, ciencia y la vida intelectual en su conjunto. Para él “expandir las ilusiones es simplemente una parte de organizar y actuar”, en estos momentos es vital alejarnos de cualquier tipo de engaño, de las tristemente célebres fake news.

Es curioso como los autores que lo han influenciado como Kant, Descartes, Russel, Guérin, Luxemburgo, Smith y Bakunin, comparten una ética orientada a la lucha y producción intelectual por una sociedad más justa e igualitaria, en la que los individuos vivan dignamente, en función de su vocación y habilidades, intenciones que difícilmente se puede alcanzar en una sociedad autoritaria o llena de “ilusiones expansivas” que permiten un control social casi imperceptible.

El encierro nos provoca irritabilidad, va más allá de una abrupta alteración de la vida diaria. No elegimos esta situación de confinamiento, nos alcanzó, fue obligatoria, la sobrevivencia depende de ello. Por eso al llegar a una reflexión incluida en el capítulo Enseñar sobre la resistencia, entendí que no puedes enfrentar a ningún sistema político sin información verificada y confiable o terminarás rompiéndote algo más que la cara, “…hay que empezar comprendiendo cómo funciona el mundo: el mundo no recompensa la honestidad y la independencia, recompensa la obediencia y el servicio.”

Una de las cosas más interesantes de un estudioso como Noam Chomsky, es su apuesta por la conciencia y las relaciones de solidaridad comunitaria. La conciencia a la que se refiere el autor, supone que un auténtico proceso de liberación, es una manera de superar la apatía y la indiferencia.

Chomsky nos da ejemplos de cómo asumir un pensamiento libre y expresarlo con responsabilidad. Cada conversación, ensayo o sesión de preguntas incluidas en Chomsky esencial es un todo, una entidad completamente independiente, se puede empezar por cualquiera de ellos y encontrar análisis que no necesariamente están enlazados pero que argumentan, desde pensadores clásicos y contemporáneos, el problema de la libertad humana.

Y elijo terminar con esto: “Blas Pascal planteó lo siguiente: no hay forma de saber si Dios existe. Y dijo: si asumo que existe y resulta que existe, me irá bien. Si no existe, no pierdo nada. Pero si existe y asumo que no existe, puedo tener problemas. Ese es, en esencia, su argumento. Con respecto a la libertad humana, si asumes que no hay esperanza, estás garantizando que no la habrá. Si asumes que existe un instinto de libertad, hay posibilidades de cambiar las cosas, existe la posibilidad de que puedas contribuir a hacer un mundo mejor. Tú eliges.” Noam Chomsky


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Bienvenida a casa: con humor y melancolía, Lucía Berlin ficciona su turbulenta vida en relatos

sábado, abril 25th, 2020

En estos cuentos, Lucía Berlín realiza una cáustica celebración de ser mujer, de estar sola y de sentir que después de haber vivido todas la calamidades del mundo, ya nada puede detenerte. La humanidad y ternura con la que delinea a sus personajes marca un estilo literario que la coloca entre las más inusitadas exponentes del relato breve americano.

La vida de Berlin fue extravagante e itinerante. Además de habitar 33 casas, tuvo una vida amorosa turbulenta que incluye dos divorcios y cuatro hijos. Trabajó como asistente médico, como mujer de la limpieza y como maestra, todo para mantener a sus hijos. Ah, cuando podía, escribía.

Por América Gutiérrez Espinosa

“…como si esta fuese la última carta que me queda por jugar, arreglar las cosas a base de intentar no ser mezquina, no sentirme culpable o abatida …”
Lucía Berlin

Ciudad de México, 25 de abril (LibreríasElSótano).- En Abril de 2016 llegó a mis manos la primera edición de Manual para mujeres de la limpieza. En aquella época trabajaba para un grupo editorial que recién se había hecho del legendario sello literario Alfaguara; esa portada salmón chillante con la llave de un motel americano al centro, venía incluida en el paquete editorial que se había adquirido, sin imaginar que su contenido era cínico, rebelde, alcohólico y que en pocas palabras, era poseedor de todas cualidades de los libros que permanecen en tu vida.

Esa primera lectura de Lucía Berlín, fue una cáustica celebración de ser mujer, de estar sola y de sentir que después de haber vivido todas la calamidades del mundo, ya nada puede detenerte. La humanidad y ternura con la que delinea a sus personajes marca un estilo literario que la coloca entre las más inusitadas exponentes del relato breve americano.

La mayoría de sus protagonistas son madres solteras o solitarias, que enfrentan al mundo con determinación, aunque siempre estén exhaustas y que su único consuelo sea el consumo etílico nocturno después una larga jornada de trabajo o de arrullar a sus pequeños.

Hace unos días terminé su tercera publicación en español: Bienvenida a casa y entendí que Berlin tomó prestado mucho material de su propia vida y además lo hizo en forma insolente y libre. Incluso contagiaba a sus personaje de las enfermedades que sufrió a lo largo de su vida como la escoliosis crónica que padeció desde que era una adolescente.

Todas estas historias, insólitas o ruinosas, son episodios que en mayor o menor medida recopiló desde su infancia, durante los oscuros días de invierno en Alaska, como el episodio donde cuenta sobre aquella tarea de empapelar con revistas una covacha. En ella, mezcló páginas para que las posibilidades de lectura en ese espacio se volvieran infinitas. Cada vez que terminaba una página, tenía que inventar la continuación o el desenlace. Iba y venía dentro de aquel cuarto, cuando agotaba las posibilidades, volvía a tapizar con más páginas en aleatorio y ese ejercicio fue su primera gran lección de literatura.

La vida de Lucía Berlin fue extravagante e itinerante, además de inteligente era una mujer considerablemente bella, con una vida amorosa turbulenta que incluye dos divorcios y cuatro hijos. En sus cartas, es notorio que aunque estaba rodeada de gente, vivió periodos de profunda soledad, en los que daba cuenta de que las historias mejoran cuando se fracturan, cuando hay una herida grave que amerita una intervención, no para curarlas, sino para evitar la catástrofe.

Bienvenida a casa es el testimonio de una vida nómada, de una curiosa lista de los problemas de las 33 casas en las que vivió, de pasar un buen rato al volante de una combi Volkswagen entre El paso, Nueva York, México y Guatemala. Además, trabajó como asistente médico, como mujer de la limpieza y como maestra, todo para mantener a sus hijos, sobra decir que cuando podía escribía.

Si nos ponemos rigurosos podríamos colocar la narrativa de la autora de Una noche en el paraíso en lo que ahora se llama metaficción o autoficción. Pero al mirar con atención, Berlín escribía sin el privilegio de la ironía, escribía acerca de lo que le preocupaba, de su día a día, sus historia son incontenibles porque ella se desbordaba de realidad, sin medir que tan peligroso podía ser tocar tal o cual tema en los años 60, sobre todo, viniendo de la prosa de una dama singular.

En Bienvenida a casa, percibimos los sonidos y los humores de los lugares y la gente que amó y los que no tanto. Hay detalles sensoriales que nos permiten cambiar de escenarios y personalidades, pero entre lo desopilante y la risa que nos causa voluntaria o involuntariamente una escena llena de sangre o un comentario descarado, ahí, exactamente ahí, es donde se percibe la desesperación y la melancolía.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

TOP LIBROS | ¿Qué nos genera el encierro y el distanciamiento social? Estos 7 títulos lo plantean

sábado, abril 4th, 2020

¿Qué pasa en nuestro interior cuando estamos tanto tiempo con nosotros mismos? ¿Mientras salvas el cuerpo desequilibras la mente? En estos títulos, el punto común es la angustia producida por permanecer en lugares cerrados, por la sensación de no tener a donde ir para estar a salvo.

Estos autores nos recuerdan que las epidemias son “una llamada de atención” del equilibrio natural, cósmico o como le quieran llamar. Una alerta para que los seres humanos nos comportemos, no bien, ni mal, sino a la altura de las circunstancias.

Por América Gutiérrez Espinosa

Ciudad de México, 4 de abril (LibreríasElSótano).- En 2014, tuve AH1N1. Después de fiebres delirantes, me dieron un tratamiento de unas capsulitas llamadas Oseltamivir; no fui al trabajo un par de semanas y en la editorial decidieron rociar mi cubículo con lysol y otras sustancias durante ese mismo tiempo. No contagié a nadie.

Me enfermé tres años después de una primera emergencia provocada por el padecimiento que ahora parecía de rutina en la clínica a la que fui. Sin embargo, el brote de este mal fue el que, por primera vez, paralizaría a México. A nueve años de aquella pausa, estamos de nuevo en aislamiento, esta vez el encierro se prolonga más, no tiene un final claro para nadie.

Este escenario de distanciamiento social saca a flote el temor a las epidemias, un tema antiguo y recurrente en la literatura. La diferencia está en los enfoques, por ejemplo, los griegos, relacionaron el pecado con aquello que desataba la furia de los dioses a la que sobrevenía devastación y muerte, generalmente provocada por una peste, como se lee en la Ilíada de Homero y el Edipo de Sófocles.

Está claro que cuando se propaga un virus, ninguna medicina puede ayudar, en lo que se desarrolla una vacuna; la única forma de escapar mientras eso pasa, es evitar el contacto con personas infectadas y objetos contaminados.

La sociedad se recluye, se aísla por el mero instinto de conservación. Entonces, en algunos libros, el tema, ya no es la pandemia, sino el encierro. ¿Qué pasa en nuestro interior cuando estamos tanto tiempo con nosotros mismos? ¿Mientras salvas el cuerpo desequilibras la mente?

Estos siete libros en algunos casos sí incluyen pestes mortíferas, pero el punto común es la angustia producida por permanecer en lugares cerrados, por la sensación de no tener a donde ir para estar a salvo. Recuperar estos títulos nos recuerda que las epidemias son “una llamada de atención” del equilibrio natural, cósmico o como le quieran llamar. Es una alerta para que los seres humanos nos comportemos, no bien, ni mal, sino a la altura de las circunstancias.

Por si se va la luz- Lara Moreno

¿Por qué leerla? ¿Qué pasa cuando te das cuenta de que el ruido es demasiado y no queda más que buscar el silencio? ¿Somos capaces de dejar todo atrás? ¿Qué tan difícil es empezar de nuevo? Es exactamente ahí dónde los personajes de esta historia se dan cuenta que la vida está hecha de repeticiones.

Esta novela aparenta el regreso a las raíces sin anunciar que se trata de una especie de fin del mundo elegido. La historia escrita por esta autora española llega a las tripas y destruye cualquier intento de idealización campestre. Una primera novela cruda y violenta, con una prosa que impide abandonarla aunque resulte perturbadora.

Frase poderosa: “Me aborrecí. Todo lo aprendido en la soledad de estos años no había servido para nada, una mínima señal interpretada de forma errónea desató mis instintos”.

Zona Uno- Colson Whitehead

¿Por qué leerla? Esta novela presenta una fase reveladora del comportamiento humano: las reacciones por el miedo al contagio. Todo sucede después de una epidemia que azota el planeta y deja al descubierto vicios como la avaricia, la voracidad y la corrupción, que paradójicamente fue lo que condujo a la infección, a la muerte moral y a la física de casi toda la humanidad.

Una historia que estremece y confronta con el lado más oscuro de nuestra sociedad contemporánea. La gente no sólo temía su propia muerte sino que también tenía la terrible sensación de estar en el fin del mundo: las ciudades estaban siendo destruidas por el fuego; la gente huía en histeria.

Frase poderosa: “Las glorias anteriores a la epidemia solían exagerarse dada la falta de testigos que afirmaran lo contrario”.

Distancia de rescate- Samanta Schweblin

¿Por qué leerla? Por ser la primera novela de una singular y talentosa autora latinoamericana, que nos cuenta una extraña situación de contaminación en los campos argentinos. La atmósfera durante la lectura es de opresión narrativa, más irrespirable que fresca, más tóxica que natural, que transcurre en una región de campo abierto. Esta paradoja es el escenario que pone en tela de juicio la sincronía del ciclo de las vidas humanas contra el tiempo de la naturaleza.

Distancia de rescate es una historia de urgencia, donde la naturaleza es desafiada y amenazada; un trabajo de experimentación literaria inquietante, donde la protagonista observa sin poder hacer mucho, como la salud de un ser amado queda indefensa ante la alteración silvestre que la misma humanidad ha provocado.

Frase poderosa: “Es que necesito medir el peligro, sin esta medición es difícil calcular la distancia de rescate”.

El murmullo de las abejas- Sofía Segovia

¿Por qué leerla? Resulta que esta novela, instalada en una especie de realismo mágico norteño, recupera en varios de sus capítulos la llamada pandemia olvidada, aquella influenza española que en 1918 mató alrededor de 60 millones de personas en dos años, seis veces el número de muertos en combate durante la Primera Guerra Mundial.

Algunos cayeron gravemente enfermos en cosa de horas, como lo cuenta la autora regiomontana, literalmente ahogados, con los pulmones llenos de líquido. Y otros tuvieron síntomas de gripe normal, se encerraron, reflexionaron sobre sí mismos, sobre la muerte y hasta hubo un milagro. Sin embargo, en este relato la mayoría desarrolló neumonías que los mataron o los dejaron crónicamente convalecientes.

Frase poderosa: “Así había llegado a la conclusión de que en el proceso del bien o del mal morir no quedaba mucho tiempo ni energía para un aburrimiento como el sufrido por él”.

Hijos de hombre- P.D. James

¿Por qué leerla? Esta historia tiene una estructura narrativa impecable, llena de consideraciones pertinentes, alejadas de la ciencia ficción que nos dan a conocer una sociedad que ha perdido la capacidad de reproducción. Sin hijos y sin futuro, la raza humana podría desaparecer a causa de su infertilidad, la última generación en nacer ahora es adulta y pasea frustrada muñecos de plástico en carriolas.

El autor advierte desde la ficción acerca de los peligros que representa centrar la vida en aspiraciones vitales superfluas. La civilización se cae a pedazos mientras la desesperación y la impotencia se vuelven comunes.

Frase poderosa: “La generosidad es una virtud de los individuos, no de los gobiernos. Cuando los gobiernos son generosos es porque se trata del dinero de otros, de la seguridad de otros, del futuro de otros”.

La tierra permanece- George R. Stewart

¿Por qué leerla? Esta historia fue publicada por primera vez en 1949, pero gracias a la sencillez de sus recursos literarios, aun se mantiene vigente hasta nuestros días y su actualidad resulta abrumadora. El protagonista es Isherwood Williams, un geógrafo que descubre que una plaga virulenta ha aniquilado a casi toda la humanidad, dejando unos cuantos sobrevivientes. Una historia reflexiva acerca de una cultura devastada que lucha por sobrevivir, de algo así como la muerte y la “resurrección” de la humanidad.

Frase poderosa: “Los hombres van y vienen, pero la tierra permanece”.

La carretera- Cormac Mc Carthy

¿Por qué leerla? Esta novela concentra su fuerza en la historia de amor entre padre e hijo que ocurre mientras el fin del mundo tiene lugar. Lo que queda de la civilización tan solo son sus restos y lo imaginamos a través de minuciosas descripciones de un escenario poético apocalíptico impecablemente logrado por McCarthy.

La búsqueda de alimentos es la prioridad, y ya queda poco: la complejidad moral de lo que esta carencia representa es el eje de la historia. Escrita en párrafos breves pero contundentes, estamos ante uno de los libros que nos permiten asomarnos al lado más complejo de la supervivencia en situaciones límite: mantenerse humano.

Frase poderosa: “Siempre es mucho tiempo. Pero el chico sabía lo que él sabía. Que siempre es un abrir y cerrar de ojos”.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LANat GeoA&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Monstruas y Centauras: Marta Sanz cuestiona y deconstruye los feminismos, con mirada autocrítica

sábado, marzo 7th, 2020

El feminismo actual no es uno, son muchos, el error es tratar de meterlos a fuerza en un solo cajón, lo cual ha provocado olas y tsunamis ideológicos. Este ensayo, transparente, curioso y con sentido del humor, abre diálogos para transformar y resignificar el mundo, más allá de la disidencia.

La autora repasa el movimiento en diversos momentos históricos, evitando que nos apresuremos a señalar quién nos representa y quién no. La lucha de las mujeres es por mejorar sus condiciones vitales, una lucha contra la injusticia distributiva y de reconocimiento, no contra el hombre.

Por América Gutiérrez Espinosa

Ciudad de México, 7 de marzo (LibreríasElSótano).- En noviembre de 2017, atravesé con prisa el desangelado lobby de un hotel en Guadalajara, faltaban nueve minutos para las cinco de la tarde. Debía encontrar la sala del piano, lugar asignado para entrevistar a Marta Sanz en punto de la hora. Mi impaciencia no estaba relacionada con la hazaña de cruzar la ciudad en plena FIL, la inquietud era personal, algo íntimo.

Di una última leída a las notas y preguntas. No podía dejar de pensar en la influencia que ejercieron en mi Lección de anatomía y Clavícula, motivo de la entrevista. Esas lecturas me provocaron sacudidas de espesa feminidad y tremendas dudas emocionales. Salí del letargo cuando, alguien pronunció mi nombre con clara interrogación. Marta Sanz ya estaba a mitad del salón, jaló el banquito del piano y se sentó. La charla no se detuvo hasta pasada una hora y se publicó meses después bajo el título: La rotura violenta de una cosa sólida.

Sin ser consiente, durante aquel encuentro, me cayeron varios veintes. Sucedió frente una mujer menudita que jugueteaba con sostenidos y bemoles de un piano rojo. El desmoronamiento fue argumentado, confirmé sin temor que, desde niña, fui feminista.

En aquel invierno, hablamos del dolor femenino, de ese dolor como señal nerviosa que indica que algo no anda bien; de las lesiones reales o potenciales que causan ardor, molestia o sufrimiento. Sigue siendo invierno, empecé y terminé de leer Monstruas y Centauras el último día febrero de este año, de manera voluntaria, abrí un nuevo diálogo con Sanz, no en persona, pero casi. Este librito es pequeño, como la fisionomía de su autora, pero sólido como sus ideas. 132 páginas que se leen de un tirón, con una portada simbólicamente morada y carente de fajilla vendedora.

En Monstruas y centauras, Marta Sanz hace un agudo recorrido por los nuevos lenguajes del feminismo. Este ensayo literario, es un honesto ejercicio narrativo que tiene como punto de partida la experiencia de marchar, de ir del brazo de tu amiga, la de toda la vida; de manifestarse juntas como un ejercicio de memoria, de estar y alzar la voz por causas que aún creen justas. Este texto explora la persistencia del movimiento en diversos momentos históricos.

Es un repaso de la lucha de las mujeres por mejorar sus condiciones vitales, desde una perspectiva crítica y autocrítica, estableciendo que la lucha es contra la injusticia distributiva y de reconocimiento, no contra el hombre -entendido como persona adulta del sexo masculino-.

Sanz sostiene que todo tipo de reivindicación feminista tiene que ser conjunta, que las posibilidades de una verdadera lucha por los derechos de las mujeres, penden por un lado, del análisis objetivo y constante aplicado a los discursos que se construyan alrededor del feminismo.

Y por el otro, es necesario que los hombres asuman su masculinidad con la lucidez suficiente para que nuestras diferencias no se conviertan en desventajas, ni en lo público, ni en lo privado.

Para la autora de Farándula, representar el mundo es una manera de construirlo y propone que la literatura rompa cristales, para comunicarnos con el otro, con la conciencia de que las palabras importan y de que quien las toma asume la responsabilidad. Además, plantea su más genuino desconcierto frente a los diversos feminismos y lo que se dice de ellos. El texto abre diálogos, pero es pícaro y sugerente como la simpática pinta con la que comienza el relato mientras camina por Madrid: “vulvita palpita”

El feminismo contemporáneo no es uno, son muchos, el error es tratar de meterlos a fuerza en una sola palabra, propósito que ha provocado olas, marejadas y tsunamis ideológicos que se debían de los propósitos originales. La mirada de Martha Sanz en este ensayo es transparente, curiosa, con un sentido del humor que evita que nos tiremos al drama, o que nos apresuremos a señalar quién nos representa y quién no.

Para entender el feminismo, debemos acercarnos sin prejuicios, tal como ella lo hizo, al confesar que no le sale de manera natural decir “portavoza” o “miembra”, que en esa artificialidad se cuela la dimensión política de una gramática que visibiliza un problema social, pero que no es prueba suficiente para proclamarse más o menos feminista, más o menos incluyente – en tal caso, todos deberíamos saber lenguaje de señas o tener conocimiento para escribir un texto en braille-. La autora deja claro que los movimientos feministas, pueden abordarse desde el lenguaje, alejados de la hipocresía y superando “lo políticamente correcto.”

En cualquier época, desde las primeras sufragistas hasta las seguidoras del ecofeminismo actual, saben que exigir reformas a las leyes y denunciar los crímenes e injusticias de género, no ha sido suficiente. Al terminar el libro, Sanz se pregunta: “hasta qué punto se puede dar la vuelta al calcetín”, no es una cuota, se trata de transformar actitudes y comportamientos humanos, de resignificar el mundo.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LA, Nat Geo, A&E, IMER y Penguin Random House. Siempre se pregunta: ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | La juguetería mágica, de Angela Carter: Del ensueño adolescente a los símbolos del patriarcado

sábado, febrero 22nd, 2020

Melanie acaba de cumplir 15 años, ese delicado borde hacia la edad adulta en el que estados físicos y mentales van evolucionando hacia la creación de una identidad sexual. Esta transición queda marcada “por los pensamientos de sus futuros roles como amante, esposa y madre”.

La prosa de Carter, caracterizada por la ironía y el humor cáustico, expone el control sobre las mujeres como novias, ninfas e incluso víctimas de violación. Muestra también la contradicción entre las imágenes románticas de la feminidad en la cultura y el arte, contra la violencia sexual masculina.

Por América Gutiérrez

«Te pusiste melodramática. Las marionetas no sobreactúan.
Echaste a perder la poesía.» La juguetería mágica.
Angela Carter

Ciudad de México, 22 de febrero (LibreríasElSótano).- La primera vez que leí a Angela Carter tuve la sensación de habérmela perdido durante toda mi vida. En algún rincón del patio de la Universidad, acababa de leer el último cuento de La cámara sangrienta.

Ahora que lo pienso detenidamente no sé dónde quedó aquella edición negra de Minotauro, en la portada había una ilustración teñida de rojo que mostraba a una chica tendida sobre una cama y el título aparecía en una extraña tipografía morada.

Estos cuentos de sangre y amor, me revelaron significados ocultos de historias infantiles que conocía bien, en versiones brutales, de una crudeza inesperada y a la vez hipnótica. Durante la misma década de mi vida pude leer Fuegos artificiales y La venus negra, ambas halladas en librerías de viejo.

En el epílogo de Fuegos artificiales, descubrí la razón por la que Carter escribía relatos de corta duración: “Empecé a escribir piezas breves cuando vivía cuarto demasiado pequeño como para escribir en el una novela. El caso es que el tamaño de mi habitación modificaba lo que hacía dentro de ella y lo mismo sucedía con los textos en sí.” Esta declaración confirmó su impecable capacidad en el manejo la ironía y el humor cáustico que caracteriza su prosa; en la literatura de Carter siempre hay símbolos, conjuros, tinieblas, espejos y tabúes.

La juguetería mágica es una novela que me hizo imaginar a una Angela Carter escribiendo a sus anchas en una amplia estancia en una casa con jardín. La narración que supera las doscientas páginas, en ella la escritora experimenta con una técnica literaria posmoderna, que combina una especie de realismo mágico inglés donde además señala modelo masculino de la época para parodiarlo y criticarlo.

La protagonista de novela de iniciación es Melanie y se presenta al lector al cumplir 15 años, en ese delicado borde hacia la edad adulta, en el que estados físicos y mentales van evolucionando hacia la creación de su identidad sexual. Parada ante su reflejo se da cuenta de que “ya no era una niña pequeña”.

Durante esa danza de la protagonista frente al espejo, Carter deja claro que su personaje principal ve retratos de la feminidad establecidos por autores masculinos, pintores y revistas de mujeres que leen las amigas de su madre. Los ensueños adolescentes quedan “marcados por los pensamientos de sus futuros roles como amante, esposa y madre”.

El espejo es el vehículo para entender cómo la mente de Melanie trata de alcanzar a su físico en evolución. Y justo en ese momento de transformación, su suerte cambia y la vida como la conocía no existe más. El espejo se convierte en una amenaza, Melanie siente que se queda atrapada dentro de él cuando recuerda su exhibición narcisista y asume que eso desató la desgracia que ella y sus hermanos Jonathon y Victoria deben enfrentar de ahora en adelante: la orfandad.

La integración de los hermanos al nuevo orden del mundo tiene como salvavidas la figura de la tía Margaret y sus dos hermanos, quienes son el primer contacto antes del encuentro con el tío Philip. La tía Margaret descrita como un “vago apéndice de su tío que fabricaba juguetes” además es muda. Ella vive obedientemente bajo el poder absoluto de su esposo y su existencia silenciosa reproduce la de sus muñecas y títeres inanimados.

A lo largo de la novela la adaptación al nuevo hogar es compleja. El titiritero y el títere se convierten en símbolos del control ejercido por una cultura patriarcal sobre las mujeres, que incluyen la representación novia, ninfa e incluso a la víctima de violación. Carter señala las ambigüedades en la posición de la mujer sin caer en exageración o histeria, al contrario, se agradece su oscura elegancia.

Carter expone la contradicción entre las imágenes románticas de la feminidad reproducidas en la cultura y el arte contra la violencia sexual ejercida por los personajes masculinos. Incluso través de la introducción del mito de Leda y El cisne, Carter implica que durante toda la narración que el poder patriarcal es también un mito.

La presencia del tío Philip a lo largo de toda la obra sugiere, que la autonomía femenina y el patriarcado no pueden coexistir, al menos, no pacíficamente. En La juguetería mágica, Carter evita deliberadamente afirmar que la protagonista está enamorada –huye el amor romántico- y demuestra que la salvación de las mujeres está en la destrucción de esa casa en la que no tienen una habitación propia.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LA, Nat Geo, A&E, IMER y Penguin Random House.
Siempre se pregunta ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Maldad líquida, una conversación filosófica sobre el vértigo de la sociedad contemporánea

sábado, enero 25th, 2020

Para Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis, el mal líquido es un destructivo sistema financiero, político y militar interconectado que carece de objetivos que beneficien a la humanidad. Dominan la competencia despiadada y el distanciamiento. Estamos solos frente un espejo simbólico, un juego de reflejos: la conciencia de ver y ser visto y la demanda insaciable de seguridad.

Los argumentos para desentrañar el origen de esta viscosa expansión de maldad provienen también de la literatura. Legados como el de Geoge Orwell, Italo Calvino y Aldous Huxley adquieren sentido en vísperas de la catástrofe y en una realidad que toca los límites de la ficción.

Por América Gutiérrez

Ciudad de México, 25 de enero (LibreríasElSótano).- Parecería que la humanidad fue despojada de sus sueños, que las formas de maldad se han vuelto difíciles de contener en lo general y también en lo particular. Aunque suene a película de ciencia ficción las formas del mal fluyen, se derraman, salpican y se desbordan.

El vértigo domina a las sociedades contemporáneas que se enfrentan a la falta de alternativas, revelan una naturaleza líquida del mal y ponen en tela de juicio nuestra supervivencia colectiva.

Maldad líquida es una conversación necesaria entre Zygmunt Bauman y Leonidas Donskis que dio inicio en el libro Ceguera moral. Estos dos influyentes estudiosos argumentan que el presente nos pone frente el desafío de pensar más allá de la pura búsqueda de una doctrina o un modo de ser, y casi se nos exige encontrar la posibilidad de una alternativa radical para cualquier tipo de crisis económica, política y ecológica que nos amenazan hoy.

Cada respuesta en este libro genera más preguntas. Según Bauman y Donskis el mal líquido es un destructivo sistema financiero, político y militar interconectado que ofrece política sin preocuparse por nada en particular y que funciona estratégicamente, es decir, de manera sofisticada que carece de sentido y objetivos que beneficien a la comunidad.

El mal líquido se esconde y acecha en los agujeros negros de un espacio social sin reglas en el que la competencia despiadada y el distanciamiento mutuo han reemplazado a la cooperación y la solidaridad. Quizá los lectores que tomen entre sus manos este texto ya sean conscientes (o no) de que una serie de crisis actuales están conectadas, relacionadas con la búsqueda de una verdad (la que le de certezas al grupo en el poder o dominante) y con la economía y la política.

Pero ¿a qué se refiere Bauman cuando plantea la metáfora central de su teoría, la tan mencionada liquidez? El teórico polaco nos recuerda que el mundo actual está sujeto a una nueva plasticidad, con orígenes intrigantes y a la vez sugerentes.

Es precisamente la crisis del capitalismo tardío y la racionalidad neoliberal lo que ha diluido la posibilidades en el más ciego de los mundos: a que no quiere ver. Hemos llegado al punto donde los aparatos ideológicos del estado, se manifiestan en un individualismo extremo, junto con una sensación de fatalismo casi incontrolable.

Los argumentos para desentrañar lo que provoca esta líquida y viscosa expansión de la maldad, no solo provienen de la filosofía o del análisis político, también la literatura se aparece para indicarnos el camino, legados como el de Geoge Orwell, Italo Calvino, Elias Canetti, Aldous Huxley o Arthur Koestler son citados en víspera de las catástrofes y adquieren sentido frente a una realidad que toca los límites de la ficción al dar la cara a la peor sociedad posible.

Zygmunt Bauman ​​ fue un sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico de origen judío. Foto: Especial

La neutralidad también es una postura, al menos en cuanto a valores, pues ésta incorpora el factor de la exclusión/eliminación por razones de irrelevancia, resulta difícil de imaginar quien o quienes determinan que es importante o no, que es útil dentro de los estándares marcados por un grupo dominante, la exclusión por razones de “utilidad” se convierte en el recipiente directo de esta mal líquido que califica, descarta y juzga sin responsabilidad personal por los tumores malignos del mundo al tiempo que acepta la naturaleza intratable de las crisis que nosotros mismos hemos provocado.

Filósofo, teórico político, analista social, y comentarista político, actualmente profesor de política en la Universidad Vytautas Magnus y Cónsul Honorario de Finlandia en Kaunas. Foto: Especial

El análisis de Bauman y Donskis se hace eco del trabajo de Jean Baudrillard, especialmente de La transparencia del mal, que sitúa al individuo en un universo frío de seductora calidez. De mantenernos en la peligrosa conciencia de ver y ser visto, ser sujeto de la mirada de otro, y tratar de anticipar la mirada ajena en el espejo, ajustarse para el encuentro. Estamos solos frente un espejo simbólico que nos avasalla y que tiene repercusiones más allá de lo personal. Este juego de reflejos resulta traumático y aterrador, da lugar una demanda insaciable de seguridad.

Antes de llegar al final del intercambio de ideas, Bauman y Donskis describen una amenaza mucho más significativa que debe tenerse en cuenta: en lugar de oponer la civilización occidental al fundamentalismo islámico, o al nihilismo tecnológico debemos poner atención al efecto desempoderante de todas las formas de solidaridad y colectividad que hoy son vistas como anticuadas o más bien –peligrosas-.

Es momento de hacer comunidad, de rescatar los últimos gestos humanos reconocibles, de no ser sujetos indiferentes que sólo se mueven según el ritmo de sus propios pensamientos. Este es, quizás, una de los temas poderosos a lo largo de Maldad líquida.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LA, Nat Geo, A&E, IMER y Penguin Random House.
Siempre se pregunta ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

TOP LIBROS | Seis títulos, de escritoras mexicanas y extranjeras, para regalar esta Navidad

sábado, diciembre 21st, 2019

Las mexicanas Socorro Venegas y Brenda Navarro, la canadiense Margaret Atwood, la italiana Alice Milani, la inglesa Penelope Mortimer y la estadounidenses Siri Hustvedt construyen esta lista. Todas con miradas y recursos narrativos distintos, pero con una vena común de talento. Esperamos que alguno de estos libros figure en tu lista de obsequios para estas fiestas.

Por América Gutiérrez

Ciudad de México, 21 de diciembre (LibreríasElSótano).- Cuentos, novela, ensayo y novela gráfica construyen esta lista con una mirada íntima, historias profundas y personajes femeninos fuertes y frágiles al mismo tiempo. Estos libros marcaron a más de uno este año y queremos compartir las experiencia con nuestros lectores.

Las mexicanas Socorro Venegas y Brenda Navarro, la canadiense Margaret Atwood, la italiana Alice Milani, la inglesa Penelope Mortimer y la estadounidenses Siri Hustvedt: todas con miradas distintas, recursos narrativos contrastantes y con historias personales disímiles, pero con una vena común que las une en su experiencia en un mundo cambiante. Lecturas urgentes en este momento político y social.

A continuación te presentamos una breve guía de títulos para regalar en estas fiestas. Consideramos importante seleccionar plumas femeninas para variar un poco los listados de recomendaciones que muchas veces son liderados únicamente por autores. Esperamos que alguno de estos libros figure en tu lista de obsequios para dejar abajo del arbolito.

LA MEMORIA DONDE ARDÍA

Autora: Socorro Venegas

Editorial: Páginas de espuma

¿Por qué leerlo? Este conjunto de relatos escapan al canon del cuento y proponen una mirada íntima y desgarradora de los tiempos que corren. Son 19 cuentos que transpiran soledad, angustia y desolación con una luminosidad estilística inusual. Durante la lectura que puede hacerse de corrido o dosis de un par de cuentos al día, deambulan personajes femeninos, fuertes y frágiles, paradójicos y demasiado humanos. Esta obra de conmueve por su profundidad narrativa y por la minuciosa construcción a partir de evocaciones devastadoras o concluyentes. La fuerza de las palabras tiene una representante poderosa en Socorro Venegas, una narradora cuyo material de escritura es la inevitabilidad en retrospectiva.

RECUERDOS DEL FUTURO

Autora: Siri Hustvedt

Editorial: Seix Barral

¿Por qué leerlo? Esta escritora va del ensayo a la novela con naturalidad y un oficio incansable investigadora y científica. Este año ganó el premio Princesa de Asturias y en noviembre vino a México para presentar en FIL Guadalajara para entrarle al debate feminista de manera argumentada y de paso presentar esta novela. Recuerdos del futuro es un libro que a simple vista cruza la delgada línea de la autobiografía, una especie de no ficción con licencia literaria que extiende su espectro hasta la crítica de cultural. La protagonista es SH (podría ser abreviatura de Sherlok Holmes o Siri Hustvedt) en dos momento de su vida, donde las heridas del heteropatriarcado, normalizado en otras décadas, son reconocibles y contundentes en actitudes de pareja, compañeros de trabajo y especialmente en la figura del padre: «Leeré mucho más que tú, padre. Leeré sin parar todos los libros de tu estudio y todos los libros de la biblioteca de la escuela y todos los libros de todas las bibliotecas del mundo entero, y creceré tanto que seré un gigante sobre la Tierra.»

CASAS VACÍAS

Autora: Brenda Navarro

Editorial: Sexto piso

¿Por qué leerlo? Hay lecturas que te marcan, que llegan un momento inesperado a cimbrar tu existencia, esta novela lo hace, sacude. En Casas vacías, reconocemos personajas (como la autora les llamó en la presentación de la novela en FILO) con carencias emocionales y sociales, imposibilidad de comunicarse y cargando deudas y dolorores que las sume en la más profunda de las incertidumbres. La autora compartió que el título de la novela tiene que ver con lo que las mujeres representan para la sociedad: casas que se construyen con todo cuidado, cariño y como un plan de vida, para terminar abandonadas y deshabitadas cuando ya no cubrimos las necesidades o el interés de las personas que van y habitan otra. La novela cuenta dos historias femeninas que plantean desde sus trincheras las múltiples elaboraciones simbólicas y el ejercicio de la maternidad en situaciones límite. Brenda Navarro hace visible de un modo expresivo y cercano a la sensibilidad de quien la lee, los problemas no resueltos en nuestro país representados en las protagonistas de sus narración. Con sentidos epígrafes de Wisława Szymborska, esta es una novela de lectura necesaria, casi urgente.

NUEVE CUENTOS MALVADOS

Autora: Margaret Atwood

Editorial: Salamandra

¿Por qué leerlo? Por diversión, la razón principal para comenzar la lectura de las historias cortas de esta gran escritora es lo cáustica e ingeniosa que puede ser su prosa. La imaginamos escribiendo cada relato con “maldad” utilizando toda la ironía y el humor negro a su alcance. Margaret Atwood no decepciona. Llevan mención especial los relatos donde las protagonistas son ancianas o viudas o de edades avanzadas, en ellos, brota una agudeza inquietante para tratar un tema al que muchos autores le dan la vuelta o tratan con nostalgia: la vejez. Atwood no permite que los lectores soltemos el libro una vez que lo empezamos a leer, nos acerca a la imperfección y vulnerabilidad de sus personajes, sin volverlos víctimas ni verdugos, sencillamente son seres humanos enfrentados a entornos extraños, crueles o fantásticos.

MARIE CURIE

Autora: Alice Milani

Editorial: Nórdica

¿Por qué leerlo? Es una de las novelas gráficas más expresivas y entrañables que llegaron a nuestra manos. A través de trazos sutiles vamos descubriendo a una Marie Sklodowska-Curie, una de las científicas más importantes del siglo XX. La primera en ganar dos premios Nobel, uno en Física y en Química. Milani se inspiró en la figura de una mujer que enfrentó una fuerte misoginia en los círculos científicos de la ciencia, para crear una esmerada biografía que arroja luz a las dificultades y las batallas que tuvo que librar la científica de origen polaco por el hecho de ser mujer. Las acuarelas captan con texturas vaporosas la revolución científica de finales del siglo XIX y retratan a una Curie de carne, huesos y sentimientos. Un perfil biográfico con hermosas ilustraciones que bosqueja y le pone color a los afectos, aflicciones y motivaciones de una de la mujeres más inteligentes de la historia.

BONUS:

PAPÁ SE HA IDO DE CAZA

Autora: Penelope Mortimer

Editorial: impedimenta

¿Por qué leerlo? Este es un libro que se publicó en España como parte del rescate de fondo literario de esta singular autora. Publicado por primera vez en 1958, cuando no era cool ni estaba de moda compartir las frustraciones femeninas, Mortimer irrumpe con un estilo sobrio y directo, impregnado de rebeldía, que exige de quien se sumerge en su lectura la capacidad de rastrear indicios, de interpretar silencios. Esta novela es de detalles más que de grandes cuadros, la autora proyecta sobre sus personajes una mirada microscópica, atenta a descifrar lo que se oculta en un gesto o en el temblor de una voz. El pulso de lo no dicho o lo dicho entre broma y broma. Una mirada honesta al profundo del aislamiento femenino de la época, experiencias físicas como la esterilización y el aborto son metáforas de un repliegue espiritual profundo. Una reedición oportuna y necesaria.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LA, Nat Geo, A&E, IMER y Penguin Random House.
Siempre se pregunta ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | Quisiera dar un gran rodeo: Las cartas de Henry Miller muestran su vena filosófica y apasionada

sábado, diciembre 14th, 2019

Las misivas de Miller giran en torno al análisis de Hamlet, el príncipe del ocio, adicto al pensamiento y la elucubración fútil. Al escritor le molesta esta actitud en la sociedad contemporánea y dice que “el hombre moderno tiene una forma complaciente y condescendiente de verse a sí mismo que resulta nauseabunda”.

A pesar de que Miller siempre vio en su trabajo graves deficiencias, escribió más de 70 libros: ensayos críticos sobre arte y literatura, novelas, textos sobre viajes y una extensa correspondencia con otros escritores como Blaise Cendrars, Lawrence Durrell, Isaac Bashevis Singer y Anaïs Nin.

Por América Gutiérrez

Ciudad de México, 14 de diciembre (LibreríasElSótano).- Durante mi época universitaria renuncié a la fiebre Miller (autobiografía transgresora y bandera de la desilusión norteamericana) para dedicarme a otro tipo de lecturas alejadas del rompimiento de la tradición literaria, pues apenas estaba entendiendo lo que eso representaba.

El tiempo pasó y llegaron a mis manos: Sexus e Inmóvil como el colibrí. En estas dos publicaciones equidistantes pero de estilo inconfundible, descubrí que Miller es un hombre mucho más complejo que un simple autor controvertido y criticado -el tema candente siempre fueron las alteraciones de su historia personal para hacer más efectivas algunas de sus novelas presuntamente autobiográficas-.

Sorprende la manera en la que ignora por completo la demanda social de lo real que se generó a su alrededor; lo verosímil le importaba más que lo verdadero. Miller no permitió que estas exigencias entraran en tensión con su escritura; reconstruyó su experiencia y se acercó en forma descarada a técnicas narrativas que asume como elemento natural de la ficción, dejando al descubierto totalidad al “yo” autobiográfico en forma escandalosa.

Estos primeros encuentros con Miller hicieron que volteara a la mesa de novedades en la librería cuando descubrí Quisiera dar un gran rodeo. Esta edición de Malpaso es un objeto estéticamente hermoso, el libro es negro, con el canto– la orillita de las páginas- entintado en un inusual color turquesa y con una portada aparece un Henry Miller encendiendo un cigarro.

Más allá de esta atracción meramente visual, mi interés nació del subtítulo, donde la palabra epistolario aparecía sola, como un mensaje. Mi obsesión con la entrometida pero enriquecedora lectura de cartas comenzó hace mucho tiempo cuando leí los amorosos y desgarradores mensajes que le escribió Francis Scott Fitzgerald a su esposa Zelda en un extenso volumen editado por Lumen. Después me seguí con parte de la correspondencia de Cortázar, y para terminar, el intercambio postal entre Paul Auster y J.M. Coetzee.

Carta de Francis Scott Fitzgerald a su esposa Zelda. Foto: Especial

Correspondencia de Julio Cortázar. Foto: Especial

En esa época de mi vida, lo mío era leer cartas. Pero a pesar del coqueteo, no compré el libro; llegó como regalo de cumpleaños unos meses después para provocarme sentimientos encontrados. Aunque el Miller nos pone en contexto al inicio de cada carta y queda claro que este ir y venir de ideas gira en torno al análisis de Hamlet frente al “hombre moderno”, la sensación de estar leyendo un libro incompleto se mantiene hasta el final pues solo se incluyen sus cartas en esta edición. En gran parte del libro se extraña la argumentación de Fraenkel (el verdadero intercambio).

Cuando Miller le exige a Fraenkel que no confunda a Shakespeare con Hamlet, era necesario leer la provocación contenida en la misiva que da pie al debate. Miller explota argumentando que, desde cualquier punto de vista, Hamlet no es un personaje creativo, que Shakespeare fue creativo al escribirlo, pero la importancia de su creación es la de revelar el lado no creativo del hombre.

Establece de Hamlet es un sofista tardío atrapado en un mundo de acción, es un personaje que “jamás se agachó al bote de la basura”. Es el príncipe del ocio, un adicto al pensamiento y la elucubración fútil.

Al escritor de Trópico de cáncer le molestan los efectos persistentes de lo que él llama “Hameletismo” en la sociedad contemporánea. Reitera que “el hombre moderno tiene una forma complaciente y auto condescendiente de verse a sí mismo que resulta nauseabunda.” Miller expone que cuando se analiza cualquier cosa, resulta bastante monstruosa.

Quisiera dar un gran rodeo, recoge sólo las cartas de Miller a Fraenkel, pero a pesar de no tener interlocución en esta edición, quedan por escrito las posturas que nos permiten asomarnos al temperamento filosófico de un Henry Miller apasionado, donde buscar un sistema de pensamiento ordenado es una absoluta pérdida de tiempo, sin embargo, avanzando en la lectura, se revela el lado emocional y dominante que nos coloca frente a lúcidos puntos de vista que exponen más que una sensación de frustración, la parálisis de la voluntad y “todas esas experiencias incompletas que representan un enorme freno que paraliza la rueda de la vida.”

Miller cree que el mundo necesita un tratamiento de choque, quitar la envoltura de plástico a todo sin distingo. El autor deja por escrito que una educación en obscenidad se convierte en una genuina introducción al dilema del mundo moderno.

La vida, para el hombre contemporáneo según Miller, se ha convertido en un infierno eterno, donde se ha perdido toda esperanza de alcanzar ningún tipo de paraíso, sencillamente porque ya nadie cree en paraísos. El hombre se condena a sí mismo.

A pesar de que Henry Miller siempre admitió que su trabajo tenía graves deficiencias como literatura formal, escribió mucho, más de 70 libros, que van desde ensayos críticos sobre arte y literatura, novelas, textos sobre viajes y una extensa correspondencia con otros escritores como Blaise Cendrars, Lawrence Durrell, Isaac Bashevis Singer y Anaïs Nin que sin duda, merece ser leída.


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LA, Nat Geo, A&E, IMER y Penguin Random House.
Siempre se pregunta ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.

RESEÑA | ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?, la biografía temprana de Jeanette Winterson

sábado, noviembre 30th, 2019

La autora busca dejar atrás la orfandad, la falta de cariño de sus padres adoptivos, su constante miedo al abandono y la terrible experiencia de vivir un exorcismo para “curar” su homosexualidad. Para Winterson era difícil creer que podía ser querida y superar esa desconfianza; sabía de su capacidad de dar amor pero era incapaz de recibirlo.

Winterson tenía dos impulsos vitales: encontrar a su madre biológica y también dar testimonio de que la literatura rescata, que puede volverse una especie de faro o salvavidas para mantenerse a flote cuando parece inevitable el hundimiento.

Por América Gutiérrez

“Si no tienes dueño, no te romperán el corazón”
Toy Story 3

Ciudad de México, 30 de noviembre (Librerías El Sótano).- La primera vez que leí a Jeanette Winterson, estaba embarazada y por un momento, creí que mi sensibilidad extrema al terminar La niña del faro se debía a mis cambios hormonales. Después de aquella primera lectura en extremo emocional y ya con mis niveles estrogénicos en orden, decidí leer todo lo que Jeanette Winterson había escrito: La pasión, La mujer de púrpura, Espejismos, Escrito en el cuerpo.

Sus libros no eran fáciles de conseguir en México, pero en poco más de dos años había leído buena parte de su producción literaria. Me volví una fiel lectora, una vez que la conocí, no pude abandonarla.

A finales del año pasado me regalaron ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? En esta biografía temprana, Winterson encuentra en las palabras el camino para dejar atrás lo que ella llama “la imposibilidad de amar”, la manera en la que reconoce que durante muchos años fue inevitable ver la vida desde la orfandad, que es dolorosa, y se mantenía en un estado constante de miedo al abandono.

Este libro no se trata exclusivamente de que tan mal la pasó de niña (el sufrimiento por la falta de cariño de sus padres adoptivos o la terrible experiencia de vivir un exorcismo para “curarla” de la fijación hacia su mismo sexo) la autora no busca que la compadezcan. No puedes hacer amigos o establecer relaciones si le tienes terror al desamparo. Jeanette Winterson, muere de miedo, no puede ser ella misma en el entorno que la eligió (si eres huérfano no tiene posibilidad de elegir, te escogen).

En esta obra la identidad debe entenderse como el producto de influencias, referencias e improvisaciones de la historia de una vida: como lector, imaginas a aquella niña pelirroja que está fuera de su casa, sentada en la puerta toda la noche o encerrada en el lugar más oscuro, sucio y húmedo de toda la casa, dándose ánimos a si misma; mientras la madre adoptiva, fanática religiosa se da calor artificial con un corsé eléctrico, además, guarda una pistola al lado de su cama y espera con dramatismo el apocalipsis.

Winterson también nos ubica en el espacio, es importante, la descripción de la zona geográfica en la que nació, va más allá de las contradicciones y paradojas de encontrarse al sur del norte de Inglaterra. En Manchester todo era “radical”, era una ciudad urbana y agreste. Marx y Engels estuvieron ahí y fueron testigos de la miseria “La suciedad, el humo, la peste a tintes, el amoniaco a sulfuros y carbón. El dinero, la actividad incesante día y noche, el sonido ensordecedor de los telares” (p.23). Charles Dickens también uso esta ciudad como la base para su novela Tiempos difíciles, no era un lugar fácil para crecer.

Esta biografía conecta todo sus libros, como vasos comunicantes que logran alcanzar el equilibrio del líquido que contienen, no importan si pones más o menos, siempre alcanzan el mismo nivel, tampoco importa la cantidad o la turbulencia con la que haya sido vertido. Sus textos se leen como parte de un conjunto, íntimamente conectado cada obra escrita tiene un hilo común, más bien, son cuerdas de rescate.

¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal? Debe ser leída después de todas sus novelas, es una pieza intertextual. La primera parte de su producción literaria asoma con frases y temas que aumentan su sentido si ya leíste su ficción, se podría decir que hay muchas -pistas textuales- Winterson escribe desde la construcción de su identidad: nunca prescribe o condiciona una lectura definitiva de sus textos, ella misma cuestiona su autobiografía al mencionar que “nuestros procesos mentales están más cerca de un laberinto que de una autopista” así que para ella, la identidad está sujeta a la misma flexibilidad que ofrecen las obras de ficción.

No hay nada más difícil que enfrentarte a ti mismo para superar los restos de esa versión cicatrizada y enojada de tu yo más joven, que te ha amenazado toda tu vida. El pasado usualmente es doloroso, a veces es casi imposible creer que puedes ser amado, superar la desconfianza enterrada hasta la raíz, esa que sembró su figura materna. Winterson era consiente de su capacidad de dar amor pero era incapaz de recibirlo.

Más allá del caos que le trajo su preferencia sexual, de la dudas y los temores extra que le sumaron a su vida, había dos impulsos vitales: encontrar a su madre biológica y también dar testimonio de la literatura, sobre cómo leer y escribir, salva. Cómo la prosa y la poesía pueden volverse una especie de guía de luces o bote salvavidas que te mantiene a flote cuando parece inevitable el hundimiento.

Esta es la memoria sobre el trabajo de una vida para mantenerse con energía en busca de la felicidad. Sin embargo, Winterson no lo hizo sola, Malory, T.S Eliot, Stein e incluso La biblia le permitieron entender que la literatura “no es un lugar donde esconderse. Es un lugar donde encontrar.” (p.49)


América Gutiérrez es Coordinadora de contenidos de Librerías El Sótano. Ha trabajado para Discovery Channel LA, Nat Geo, A&E, IMER y Penguin Random House.
Siempre se pregunta ¿en qué se parece un cuervo a su escritorio? Actualmente estudia las leyes que rigen las excepciones.