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“No es feminista el uso de la violencia”, afirma Sheinbaum previo a la Marcha del #8M

martes, marzo 8th, 2022

Este martes, el Presidente López Obrador organizó un evento arropado por las mujeres de su Gobierno, en Palacio Nacional, en donde Claudia Sheinbaum denunció que “el conservadurismo es justamente el que está cargado de misoginia, racismo y clasismo”.

Ciudad de México, 8 de marzo (EFE).- Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, declaró este martes que el uso de la violencia no es ser feminista pues argumentó que en realidad es una “esencia machista”.

“No es feminista el uso de la violencia, no se puede usar la violencia para convencer de una causa, la violencia es esencia machista”, declaró la mandataria en un evento organizado en Palacio Nacional para conmemorar el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Además, Sheinbaum, criticó el “neoliberalismo” y comenzó su discurso agradeciendo “la labor primordial” de todas las mujeres de México, desde las trabajadoras del hogar a las mujeres indígenas, las policías o aquellas de “pueblos originarios que lucharon contra la invasión española”.

La mandataria oficialista replicó los dichos del Presidente Andrés Manuel López Obrador al denunciar que “el conservadurismo es justamente el que está cargado de misoginia, racismo y clasismo”.

“Quienes pagan campañas de calumnias porque quieren regresar al México donde unos pocos tienen control y se beneficiaban de los recursos públicos son los que se quieren apropiar falsamente de la demanda de erradicación de la violencia hacia la mujer”, manifestó.

En el evento, el Presidente López Obrador y las mujeres de su Gobierno cargaron contra “el neoliberalismo” y el “conservadurismo” en la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

Claudia Sheinbaum durante la ceremonia con motivo del Día Internacional de la Mujer en Palacio Nacional. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro.

“No debemos olvidar que es fundamental, básico, luchar por la igualdad económica y social. Luchar en contra de la opresión, luchar en contra del racismo, del clasismo, de la discriminación”, pidió el mandatario.

Mientras afuera del recinto activistas iniciaban sus protestas y escribían “México feminicida” en las vallas que el Gobierno colocó para proteger el Palacio Nacional, también residencia del Presidente, López Obrador destacó los avances políticos de su Gobierno, como un Gabinete paritario, el nombramiento de tres mujeres para la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), la designación de la primera gobernadora del Banco de México (Banxico), un Congreso paritario y la elección de siete mandatarias estatales.

“Como México no hay dos en América en cuanto a participación de las mujeres en las decisiones públicas. No hay otro país en toda América con tantas mujeres en puestos de administración o en puestos de representación política”, sostuvo el Presidente.

Mujeres las intervinieron las vallas colocadas en Palacio Nacional con la frase “México Feminicida”. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro.

Horas antes, el mandatario causó polémica por insistir en que “el conservadurismo” ha “infiltrado” el movimiento feminista en México, donde este martes él espera que haya manifestantes con sopletes, marros y bombas molotov que intenten dañar el Palacio Nacional y la Catedral.

Por ello, las autoridades desplegaron a cientos de agentes y colocaron muros metálicos en el Centro Histórico de la capital, donde las mujeres han comenzado a manifestarse y realizar pintas en las vallas.

Por su parte, Nadine Gasman, titular del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) de México, también resaltó el papel de las “mujeres de la transformación”.

La funcionaria argumentó que el 57 por ciento de los recursos de programas sociales del Gobierno van a las mujeres.

“Son apuestas transformadoras que buscan revertir los efectos nocivos de los años de políticas neoliberales que impusieron el imaginario de un individuo que no necesita de los demás”, dijo.

En tanto, la Diputa oficialista Andrea Chávez también criticó a “aquellos que acaban de descubrir esta lucha de siglos y la utilizan como herramienta de golpeteo electoral”.

Victoria Rodríguez Ceja, gobernadora del Banco de México nombrada por el Presidente, destacó que sólo en Australia un banco central tiene una integración con mayoría de mujeres, como en México.

Victoria Rodríguez Ceja durante la ceremonia con motivo del Día Internacional de la Mujer en Palacio Nacional. Foto: Gaño Cañas, Cuartoscuro.

“México es de las pocas economías que confían el poder adquisitivo de su moneda a un órgano colegiado en donde las mujeres son mayoría. Vale la pena reflexionar sobre cómo la evolución de nuestra sociedad ha producido la actual configuración de nuestra junta de Gobierno”, señaló.

PAN dialoga con 4T; PRI ya es “anti neoliberal”. ¿Cambios de fondo en la oposición?

lunes, diciembre 13th, 2021

El PAN y el PRI dieron un viraje en sus discursos luego de mantener una postura crítica hacia el Gobierno federal que rayaba en el extremismo, aunque los analistas ponen en duda estos cambios, pues consideran que se tardaron tres años para entender que la descalificación no funciona con un Presidente como Andrés Manuel López Obrador. 

Ciudad de México, 13 de diciembre (SinEmbargo).– Los partidos políticos de oposición en México, el Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), han comenzado a dar señales de reconfiguración, ya que se dieron cuenta de que la descalificación no funciona y sólo fortalece al Presidente Andrés Manuel López Obrador, coincidieron expertos en política al cuestionar que este nuevo discurso sea un cambio de fondo.

“Lo que vimos este fin de semana es que comenzamos a ver que hay partidos políticos que ya se dieron cuenta que no hay marcha, el simple bloqueo o la simple descalificación ya no funciona y solamente fortalece a López Obrador y ahí se puede entender el anuncio del PAN de diálogo con el Presidente”, dijo en entrevista el analista y consultor político Fernando Dvorak.

En esto coincidió Telésforo Nava, profesor especialista en política de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

“Hay que observar el revés que sufrieron esos partidos en 2018 ha causado una onda expansiva que aún los está golpeando y buscan la forma de reaccionar”, mencionó el profesor. “Las fuerzas políticas están tratando de reedificarse, de encontrar con qué alternativas políticas logran salir adelante”.

El PRI y el PAN comenzaron a enviar señales de un cambio en su discurso de oposición. Foto: Cuartoscuro.

El PAN y el PRI enviaron dos señales políticas este fin de semana que para algunos analistas se interpretaron como un cambio de discurso en la oposición, luego de mantener una postura crítica que rayaba en el extremismo.

Por un lado Acción Nacional tuvo un primer acercamiento de diálogo con el Gobierno federal. Este lunes el partido fue recibido por el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y acordaron mesas temáticas de trabajo que darán inicio el próximo 10 de enero, “a fin de encontrar coincidencias y analizar las diferencias para fortalecer la unidad nacional”.

En el encuentro, que se llevó a cabo en la biblioteca del conjunto Bucareli, el titular de Gobernación dijo a las y los panistas que también convocará a las dirigencias de los demás partidos políticos, y les reiteró que “siempre van a encontrar en nosotros, como hasta ahora, respeto; no se nos olvida que son cientos de mexicanos los que nos tienen en esta representación y no podemos darnos el lujo de excluir a ninguno”.

La cúpula panista que asistió al encuentro estuvo integrada por los gobernadores de Durango, José Rosas Aispuro Torres, y de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca; los coordinadores parlamentarios de las cámaras de Senadores, Julen Rementería del Puerto, y de Diputados, Jorge Romero Herrera; así como la secretaria general del partido, Cecilia Anunciación Patrón Laviada; el presidente de la Comisión Política, Santiago Creel Miranda, y la coordinadora Nacional de Alcaldes, Alejandra Gutiérrez Campos.

“Cuando el PAN va a diálogo con el Presidente toma una nueva postura de no entrar en una confrontación directa, es para ver cómo evitan el golpeteo del Gobierno y ver si logran armarse y moverse de mejor forma, pero ninguno de los dos partidos la tiene fácil”, consideró el profesor Telésforo Nava.

Hasta hace apenas un mes el PAN, la principal fuerza de oposición, mantenía un discurso de confrontación hacia el Presidente y su partido Morena, a la par de la crisis interna que vive desde que se alió con el PRI y PRD en la coalición “Va por México” y de su cuestionada facción ultraderechista, El Yunque, imbricada con Vox de España.

En la elección de junio pasado Marko Cortés aseguraba que la coalición “Va por México” había logrado ponerle un alto a Morena y a la destrucción del país, pero en realidad esa alianza, en la que también participan los empresarios Claudio X. González Guajardo y Gustavo de Hoyos Walther, perdió 11 de las 15 gubernaturas en juego.

Uno de los últimos episodios de confrontación entre panistas sucedió a principios de noviembre luego de un audio publicado en el noticiario Latinus Diario, donde se escucha al dirigente del PAN admitir que su partido sólo tiene oportunidad de ganar una de las seis gubernaturas para el 2022.

De acuerdo con el audio, Marko Cortés calificó de “muy complicadas” las elecciones para Gobernador en Durango, Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo y Oaxaca, por lo que descartó que su partido tuviera oportunidad de triunfar en dichas entidades.

“De verdad se los digo. No basta un triunfo interno. Se los digo en casa: la única gubernatura que tenemos posibilidades reales de ganar, reales, auténticas, y bien ganadas, es esta”, dijo Marko Cortés el pasado 25 de septiembre en referencia a Aguascalientes.

Para los analistas, el cambio de discurso de confrontación del PAN es estratégico con miras al 2024, aunque reconocen que ni el blanquizaul ni otro partido de oposición tienen un candidato fuerte para la presidencial.

“Estamos viendo el inicio de un proceso de reconfiguración del sistema de partidos que en mi opinión durará hasta 2027 y para que eso suceda los partidos deben enviar señales claras de credibilidad y aquí no es tanto lo que declaren sino lo que hagan”, destacó el analista Fernando Dvorak. “En este momento la oposición no tiene una figura fuerte que pueda contender a la Presidencia”.

Integrantes del PAN en reunión con el Secretario de Gobernación. Foto: Presidencia.

¿EL PRI DEJA ATRÁS EL NEOLIBERALISMO?

El PRI es otro de los partidos de oposición que este fin de semana modificó su discurso. En su 23 Asamblea Nacional aprobó definirse como social demócrata y se deslindaron del neoliberalismo de las administraciones pasadas, así lo dio a conocer Rubén Moreira, coordinador del grupo parlamentario del tricolor en San Lázaro.

Mediante su cuenta de Twitter, Moreira detalló que por mandato el PRI es un partido de centro izquierda y definió a los integrantes de éste como “feministas, ambientalistas, enemigos de la discriminación, progresistas y aliados de las causas populares”.

“Le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”, añadió.

“El PRI está haciendo lo más lógico, entender que el neoliberalismo es una palabra que está desacreditada y van a tratar de hacer un discurso, pero ¿qué tan creíble va a ser?, ¿van a apostar por descentralizarse, por renovar cuadros?”, destacó el politólogo Fernando Dvorak.

Para el profesor Telésforo Nava, el discurso del PRI es un truco político porque ese partido siempre ha sido aliado de la derecha, del gran capital.

“Esos juegos de artificios de que ahora somos socialdemócratas y damos una patada al neoliberalismo porque nos lo impusieron, ¿qué?”, cuestionó el profesor. “El PRI gustoso impuso ese modelo, con toda la violencia del Estado arrasaron con organizaciones sociales y de trabajadores”.

El PRI y PAN forman parte de la coalición “Va por México. Foto: Cuartoscuro.

Los analistas coinciden en que el PRI es un partido que siempre ha buscado la manera de sobrevivir en medio de crisis políticas, como la que ocurrió en la elección de junio pasado, donde perdieron ocho gobiernos estatales, por eso el cambio de discurso.

“Lo que quede del PRI y Movimiento Ciudadano es ir entendiendo que se deben mover hacia un partido socialdemócrata, que eso es lo que vimos el fin de semana con el PRI y para 2027 estos partidos podrían asociarse. El PAN, si sabe jugar las cartas, puede convertirse en una especia de partido republicano de México, una coalición de partidos conservadores locales unidos en uno nacional”, indicó el analista Fernando Dvorak.

Para que el PRI y PAN, que hasta ahora habían estado en contra de las iniciativas de López Obrador, como la Reforma Eléctrica, tengan éxito en la elección de 2024 no solo necesitan cambiar su discurso, también los cuadros políticos, apostarle a las nuevas generaciones porque su actuales líderes ya no convencen.

“El sistema de partidos colapsó en 2018, no supo atender los focos rojos de descontento como desigualdad y corrupción, y naturalmente el Presidente supo canalizarlos a su favor; lamentablemente durante estos últimos tres años los partidos comenzaron a creer que este colapso era un accidente y que iba a ser superado, cuando en realidad estamos hablando del fin de un sistema de partidos”, detalló el politólogo Dvorak.

“Le dimos una patada al neoliberalismo y somos de centro izquierda”, dice Moreira

domingo, diciembre 12th, 2021

Rubén Moreira detalló que por mandato de la Asamblea Nacional, el PRI es un partido de centro izquierda y definió a los integrantes de éste como “feministas, ambientalistas, enemigos de la discriminación, progresistas y aliados de las causas populares”.

Ciudad de México, 12 de diciembre (SinEmbargo).- La 23 Asamblea Nacional aprobó definir al Partido Revolucionario Institucional (PRI) como social demócrata, en el que se deslindaron del neoliberalismo de las administraciones pasadas, así lo dio a conocer Rubén Moreira, coordinador del grupo parlamentario del tricolor en San Lázaro.

Mediante su cuenta de Twitter, Moreira detalló que por mandato el PRI es un partido de centro izquierda y definió a los integrantes de éste como “feministas, ambientalistas, enemigos de la discriminación, progresistas y aliados de las causas populares”.

“Le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”, añadió.

El día de ayer, el Partido Revolucionario Institucional celebró su Asamblea Nacional número 23, en donde Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente del partido informó que se postulará para candidato a la Presidencia en 2024.

“Claro que estamos listos, yo tengo 46 años de edad, pero he sido nada más tres veces Diputado federal, Senador, Gobernador, presidente nacional del PRI, todos estamos listos, al final del camino lo que se necesita es un buen cuadro, un buen liderazgo para enderezar el camino del país”, declaró al final de la 23 Asamblea Nacional.

Además, aseguró que la coalición Va por México tiene todo para competir por la Presidencia porque los tres partidos suman en conjunto el 44 por ciento de las preferencias electorales.

“Somos más competitivos y ganamos la confianza de la ciudadanía. Está claro hoy, que en todas las encuestas públicas a nivel nacional, el PRI tiene 20 por ciento, PAN 20 por ciento y PRD 4 por ciento, somos una coalición potente a nivel nacional, más de 44 puntos y obviamente (Morena) sabe que puede perder, que va a perder espacios de participación, así como le ganamos la mayoría en la Cámara de Diputados (calificada)”, agregó.

También declaró que los tres partidos están trabajando en consolidar las coaliciones para las seis gubernaturas que estarán en disputa en 2022 y que se van a buscar los mejores perfiles.

“Se tiene que gobernar con un perfil cívico, un perfil que encabece la sociedad y a nuestra coalición, en eso estamos trabajando, haciendo Alianza con la sociedad”, dijo.

Moreno Cárdenas afirmó que el PRI regresará, ya no a Los Pinos, sino a Palacio Nacional.

Al menos 120 libros alertan efectos del neoliberalismo: Secretario General de UNAM

jueves, octubre 28th, 2021

Leonardo Villegas Lomelí reiteró que la UNAM ha sido crítica en torno al neoliberalismo desde que éste se comenzó a manifestarse en México durante la crisis de la deuda externa en 1982.

Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).– Ante las críticas por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador, Leonardo Villegas Lomelí, Secretario General de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo este jueves que la máxima casa de estudios fue una de las primeras instituciones que advirtió sobre el cambio de rumbo de la economía mexicana y sobre las implicaciones del modelo neoliberal en el país.

“Yo he contado al menos 120 libros en donde damos cuenta de los efectos del neoliberalismo y también se plantean soluciones al neoliberalismo. Podemos llegar incluso a la conclusión de que hay mucho más si hacemos una revisión más exhaustiva en las distintas facultades, escuelas, institutos y centros de la universidad”, detalló en un video.

Villegas Lomelí puso de ejemplo el libro México, la disputa por la Nación: perspectivas y opciones del desarrollo escrito por Rolando Cordera Campos y Carlos Tello Macías, de la Facultad de Economía, en donde hablaron sobre el cambio de la política económica en el Gabinete del expresidente José López Portillo (1976-1982).

“De hecho, el libro que anuncia propiamente el neoliberalismo antes de que se comience en el país a dar ese viraje desde 1981, ese libro México, la disputa por la Nación: perspectivas y opciones del desarrollo que escribieron Rolando Cordera y Carlos Tello de la Facultad de Economía, en ese momento hablaban de que había ya dos opciones de política económica en el Gabinete de José López Portillo, la llamada ‘nacionalista’ y la llamada ‘orientación neoliberal'”.

“Y va a ser finalmente la orientación neoliberal la que va a predominar ya en la segunda mitad del Gobierno de Miguel de la Madrid a partir de 1985. Entonces, la universidad fue de hecho a una de las primeras instituciones que advirtió sobre el cambio de rumbo de la economía mexicana y sobre las implicaciones del modelo neoliberal para México”, añadió.

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“Podemos hablar ya en los años 80 de una vasta producción editorial en la Facultad de economía, en el Instituto de Investigaciones Económicas, Facultades de Estudios Superiores, y facultades en ese entonces todavía Escuelas Nacionales de Estudios Profesionales de Acatlán y de Aragón donde también se enseña la economía”.

El también exdirector de la Facultad de Economía reiteró que la UNAM ha sido crítica en torno al neoliberalismo desde que éste se comenzó a manifestarse en México durante la crisis de la deuda externa en 1982.

“La universidad ha sido crítica en torno al neoliberalismo desde que se comenzó a manifestar a mediados de los años 80 en nuestro país, un cambio en la política económica claramente influido por principios que hoy conocemos como neoliberales y que en ese momento algunos organismos internacionales recomendaban como salida de la crisis en la que habíamos centrado en 1982 principalmente por la deuda externa del país que ese año se nos salió de control”, comentó.

Villegas Lomelí explicó que estos organismos internacionales recomendaban un cambio estructural que implicaba privatizaciones de empresas públicas, políticas, económicas de ajuste, es decir, reducir el gasto público, aumentar los impuestos y de liberalización financiera.

Leonardo Villegas Lomelí aseguró que la UNAM ha sido crítica desde que comenzó a manifestarse en México. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro.

En ocasiones anteriores, el Presidente López Obrador ha acusado que los académicos de la UNAM se convirtieron en “ideólogos” del neoliberalismo, principalmente en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).

“Fue tomada, puesta al servicio del régimen y se cooptó a académicos, que se convirtieron en ideólogos del neoliberalismo, sobre todo en en el Gobierno de Salinas”, argumentó.

También ha opinado que en la UNAM ya no se tocaron los grandes problemas del país que hoy eran ajenos a la comunidad universitaria, y advirtió “si así está la UNAM, imaginen cómo están otras universidades”.

Además, desde Palacio Nacional, el mandatario ha emitido una serie de opiniones en contra de la UNAM en donde ha reiterado que la institución se ha “derechizado” en el periodo neoliberal y que las facultades de Ciencias Ciencias Sociales se llenaron de conservadores.

Las criticas de López Obrador hacia la UNAM han provocado una división de opiniones y posicionamientos de algunas figuras políticas como Rosario Robles, exsecretaria de Desarrollo Social; Santiago Creel, vicepresidente de Cámara de Diputados; el Senador Emilio Álvarez Icaza Longoria; la presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos en el Senado, Kenia López; el Diputado del Partido Acción Nacional (PAN), Gabriel Quadri; el excandidato presidencial Ricardo Anaya, entre otros.

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La reyerta entre la 4T y el neoliberalismo

domingo, agosto 15th, 2021

“El sistema financiero y los grandes bancos están sumamente enojados de la política de austeridad del gasto público de la 4ta Transformación”. Foto: Gobierno de México

Una vez concluida la disputa entre el proceso de las elecciones nacionales del 6 de julio y la consulta popular en torno a las políticas de bienestar social de la 4ta Transformación, de la noche a la mañana el Poder Legislativo en la sesión extraordinaria optó por postergar y bloquear jurídicamente –como bien lo dijo el Presidente de la República– la revocación o continuación de su mandato en marzo del próximo año, que él promovió constitucionalmente.

Queda en claro que la consulta de revocación de mandato es nociva para los opositores de AMLO, pero también para varias corrientes de su partido.

PRI, PAN y PRD están conscientes que el Presidente López Obrador lograría cuantitativa y cualitativamente concluir los últimos tres años de su Gobierno con las políticas económicas y financieras que añoran recuperar en las próximas elecciones presidenciales.

A las diversas y confrontadas corrientes de Morena lo que les interesa es el poder político, no la consolidación de la 4ta Transformación, esto es, la democracia representativa, no la participativa que dejaron en evidencia en la consulta popular del pasado 1 de agosto.

La derecha y la oligarquía económica y financiera aspiran, no únicamente a revocar el mandato presidencial de López Obrador, sino, sobre todo, en recuperar el régimen neoliberal que tanto añoran, con el apoyo de los managers del Poder Judicial y la Suprema Corte de Justicia y, desde luego, los organismos financieros internacionales y nacionales.

Tan es así, que, desde el inicio de la pandemia de la COVID y la 4ta transformación, el Fondo Monetario Internacional, Citibanamex, Fitch Ratings, el Banco Suizo UBS, entre otros, señalaron que el crecimiento del Producto Interno Bruto de México, se reduciría del 1.6 por ciento de entonces, al 0.9 por ciento y/o el 0.2 en el trimestre de abril a junio de 2021 y el segundo trimestre (julio-septiembre) lo que pondría a México en una “recesión técnica”.

Por supuesto, todos ellos se abstuvieron de informar que la desaceleración del crecimiento económico es mundial, pues afecta lo mismo a China que Europa y Estados Unidos, cuya tasa de crecimiento se redujo al cierre de 2019 del 3.2 por ciento al 1.8 por ciento, en tanto que México tiene una tasa de 5.6 por ciento del PIB.

Tampoco han informado que los programas de bienestar social que se aportan al 70 por ciento de los hogares. Al contrario, el Inegi y el Coneval recientemente dijeron que la pobreza se incrementó en 3.8 millones más de pobres, en lo que va de la 4ta Transformación, lo que es una mentira.

Estos organismos, el sistema financiero y los grandes bancos están sumamente enojados de la política de austeridad del gasto público de la 4ta Transformación. Aducen que las rebajas de las calificaciones crediticias de México se deben –cito textual–, a “que la inversión sigue siendo débil y el consumo privado se ha desacelerado, como resultado de la incertidumbre en torno a las políticas; el deterioro de la confianza y el aumento de los costos de endeudamiento que podrían aumentar tras la rebaja reciente de la calificación soberana” de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. (FMI).

En concreto. Lo que ellos proponen y quieren es que el gasto público se incremente para impulsar la inversión y el consumo del sector privado, con el cual han obtenido cuantiosas ganancias a costa del erario público.

Es por ello que los bancos están desesperados por poner en circulación en el ámbito público y privado su fuente de ingresos mas importantes: el crédito y/o inversión a largo plazo con altas tasas de interés, ya sean ordinarias o moratorias.

Tan es así que la Asociación de Bancos de México ha ofrecido al Presidente de la República hasta 500 mil millones de pesos para que “su Gobierno los invierta en infraestructura, en el sector energético y agropecuario y en las pequeñas empresas”, no en sus políticas de bienestar social.

Ocultan que la mayoría de esos “proyectos de inversión privada” terminan siendo fuentes de enriquecimiento ilícitos y negocios fraudulentos entre empresarios y funcionarios corruptos, que todavía los hay.

El Presidente de la República y la 4ta Transformación NO deben bajar la guardia. Sus rivales del sistema financiero y económico neoliberal son los “pugilistas de peso completo”, en lo que se refiere al crecimiento económico y financiero y control y regulación del desarrollo social. 

El crecimiento económico y financiero es el cambio continuo de la producción; el desarrollo, por el contrario, es el aumento persistente del bienestar de una población, desde el punto de vista económico, social y ambiental.

Para los neoliberales, la tasa de crecimiento de la economía es un parámetro fundamental para su acumulación del capital.

Para la 4ta Transformación, el desarrollo social es un indicador de la distribución equitativa de la distribución de la riqueza y el bienestar social.

Veremos y diremos qué alcance tendrá en lo que resta de este sexenio la democracia participativa, eje fundamental de la 4ta Transformación, y también la democracia representativa que opositores y fariseos de Morena tienen como plataforma para acceder al poder político y desmantelar el régimen de desarrollo social que el Presidente de la República se ha abocado a consolidar en bien de la sociedad y la soberanía de nuestra nación.

ADELANTO | Neoliberalismo, Octavio Paz, y Vuelta en los 80

sábado, mayo 29th, 2021

El escritor y crítico literario Rafael Lemus traza en su más reciente obra, Breve Historia de nuestro neoliberalismo (Debate 2021), el modo en el que neoliberalismo sacudió todos los órdenes del país: la economía, el Estado y particularmente el campo cultural.

Ciudad de México, 29 de mayo (SinEmbargo).– ¿Cómo y cuándo arribó el fantasma del neoliberalismo en México? ¿Cuáles han sido las secuelas que ha propagado este modelo —aún sigue vigente— a lo largo del país? La respuesta a estas cuestiones son abordadas por el escritor y crítico literario Rafael Lemus en su más reciente obra Breve historia de nuestro neoliberalismo (Debate 2021).

Se trata de un ensayo histórico que se centra en la historia cultural del neoliberalismo en México y la manera en la que ciertos intelectuales, escritores y agentes culturales contribuyeron con la imposición de este nuevo orden. La trama que se traza a lo largo de las líneas es alimentada por la figura de Octavio Paz. No el Paz —señala Lemus—  que fue “el vibrante escritor de los años sesenta” sino el que a su regreso a México, en los años ochenta, “asume abiertamente una función política y participa […] en frecuentes disputas coyunturales”.

En las páginas también figuran Gabriel Zaid, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín y la manera en la que emplearon una narrativa que abrazó al modelo neoliberalista y lo afianzó en la cotidianidad del México moderno. 

“Lo que intento hacer en el libro es estudiar la radical transformación del país a partir de los años 80 hasta el presente. El modo en el que neoliberalismo sacudió todos los órdenes del país: la economía, el Estado, la ciudad, las universidades, el hogar, los cuerpos y me concentro, sobre todo, en el campo cultural mexicano”, comentó el propio Lemús en entrevista con Alejandro Páez Varela y Álvaro Delgado para el programa Los Periodista de SinEmbargo Al Aire.

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Lemus compartió que en este amplio ensayo intenta “perforar las leyendas que se han creado alrededor de Paz, Krauze y Aguilar Camín. Por ejemplo, la de Paz como un poeta al margen de la vida material o como la de un intelectual que participa siempre desde la distancia crítica, y la de Enrique Krauze y Aguilar Camín como adalides de la democracia mexicana, como grandes figuras de la transición democrática”.

En ese sentido, desentraña las “alianzas con distintos grupos de poder, funcionarios y empresarios” de estos últimos dos y la manera en el que ese otro Paz, en el que se centra el libro, “se deja consentir” por Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo para ayudarles a “naturalizar la razón neoliberal en el país”.

A continuación, SinEmbargo comparte para sus lectores, el primer capítulo íntegro de Breve historia de nuestro neoliberalismo (Debate 2021), titulado “Editando neoliberalismo: Vuelta en los años ochenta”, una cortesía otorgada bajo el permiso de Penguin Random House.

Breve Historia de nuestro neoliberalismo (Debate 2021).

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EDITANDO NEOLIBERALISMO: VUELTA EN LOS AÑOS OCHENTA

La historia de Vuelta empieza cinco años antes de Vuelta. En octubre de 1971 aparece, entre las páginas del diario Excélsior, el primer número de la revista Plural, fundada y dirigida por Octavio Paz. La revista, de acuerdo con el propio Paz, es un “centro de convergencia de los escritores independientes de México”, apenas emparentados por “la común adhesión a la autonomía del pensamiento y la afición a la literatura no como prédica sino como búsqueda y exploración, ya sea del lenguaje o del hombre, de la sociedad o del individuo”.

Cincuenta y siete números más tarde ese centro se cierra. Se conoce la historia: en julio de 1976, instigados por el gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez, un grupo de periodistas y trabajadores toma el control de la cooperativa de Excélsior —entonces el periódico de mayor circulación en el país y el único que ejerce una crítica constante de la administración echeverrista— y destituye al consejo directivo encabezado por Julio Scherer. También se sabe: tras el golpe al diario, Scherer y su equipo de reporteros, columnistas y caricaturistas fundan el semanario Proceso. Paz vuelve, en diciembre de ese mismo año, con Vuelta.

Sobre la portada blanca, verde y roja del primer número de Vuelta se lee una única frase: “estamos de Vuelta”. En el texto de presentación Paz remacha el mismo mensaje (“Vuelta, como su nombre lo dice, no es un comienzo sino un retorno”) y la página legal presume el mismo consejo de redacción que Plural: José de la Colina, Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Alejandro Rossi, Kazuya Sakai, Tomás Segovia y Gabriel Zaid.

Vuelta no es Plural, sin embargo. Es, desde el principio, una publicación más polémica, más combativa, ideológicamente más definida. Como ha estudiado John King, ya desde los primeros números es posible observar una “tendencia de la revista a distanciarse cada vez más del modelo ‘plural’ en favor de una confrontación claramente definida”. En los términos del propio Paz, se transita de la “confusión Plural” —en la que cabían, a veces en un mismo dossier, autores de distinto signo político— a la “trinchera Vuelta”, sólida, compacta, ferozmente anticomunista y antipopulista. Parte de la contienda es interna: escritores de izquierda alguna vez cercanos a Plural —como Julio Cortázar y Carlos fuentes— son cuestionados en las páginas de Vuelta y, tarde o temprano, expulsados del círculo cercano. En paralelo con esa suerte de purga, el núcleo duro de la revista —constituido en los años que nos ocupan sobre todo por Paz, Gabriel Zaid, Enrique Krauze, de manera intermitente Mario Vargas Llosa y, más tarde, Jaime Sánchez Susarrey— redefine la postura ideológica de la publicación y dirige su batería crítica, número tras número, contra sus dos enemigos declarados: el Estado burocrático, no sólo en su versión mexicana, y el socialismo, tanto el “realmente existente” como la “doctrina” que —en términos de Paz, tan dado a metáforas clíni- cas— “intoxica” a buena parte de los intelectuales latinoamericanos. 

La relevancia de Vuelta en el campo cultural mexicano, desde su lanzamiento en 1976 hasta su desaparición en 1998, es incuestionable. En el plano literario, la revista es el punto de reunión de una amplia gama de poetas y narradores mexicanos (además de los reunidos en el consejo fundador, Jorge Ibargüengoitia, Jaime García Terrés, Julieta Campos, Eduardo Lizalde, Ulalume González de León…), latinoamericanos (Mario Vargas Llosa, Gonzalo Rojas, Ida Vitale, Jorge Edwards, Severo Sarduy…), europeos (Juan Goytisolo, Pere Gimferrer, Hans Magnus Enzensberger, Joseph Brodsky…) y estadounidenses (John Ashbery, Mark Strand, Charles Tomlinson…). Es también —como se verá en el tercer capítulo— un bastión de cierta idea del canon literario, impugnado en esas décadas lo mismo por la noción de la literatura comprometida que por los estudios culturales y las derivas posmodernas. En el plano político, su importancia no es menor. Célebremente, Vuelta es una de las publicaciones que ejerce de manera más sistemática la crítica del comunismo en Europa del este y que acompaña con más entusiasmo los procesos de deshielo y transición política de los años ochenta y noventa. De modo muy notorio, practica también, y con la misma vehemencia, la crítica de las guerrillas y los socialismos latinoamericanos. En el caso del debate político mexicano, Vuelta es mucho más que una mera publicación literaria: es un actor protagónico de ese debate, un grupo cultural que interviene permanentemente en la discusión pública, critica y acompaña a las administraciones en turno y produce discurso para los gobiernos que se empeñan en la reconversión neoliberal del país.

Ésa es la dimensión de Vuelta que importa aquí: su intervención política en el México de los años ochenta. Esto es lo que se quiere: trazar en cámara lenta el vuelco ideológico —el giro neoliberal— que tiene lugar en las páginas de la revista durante esa década.

1 CONTRA El OGRO FILANTRÓPICO

Ocho años antes de la aparición del primer número de Vuelta, el movimiento estudiantil de 1968 coloca en el centro de la vida política mexicana un signo: democracia. Es sólo hasta entonces, con las masivas protestas universitarias y la brutal represión gubernamental que les sigue, que se rompe con la idea de que el régimen priista es, a pesar de todo, una “democracia social” y se torna ya irrebatible que se trata de un régimen no democrático. Como ha notado Javier Contreras Alcántara, son varios los intentos que durante la década de los setenta se realizan por caracterizar al gobierno mexicano, los cuales irán desde “régimen de partido de Estado” hasta “dictadura” y “monarquía sexenal hereditaria”.

Es sólo en las páginas de Vuelta, sin embargo, donde esa crítica adquiere hacia finales de la década una nueva dimensión: ya no nada más crítica del sistema político mexicano sino también, y sobre todo, de lo que Michel Foucault llamaba “el principio de la razón de Estado”, esa lógica política según la cual gobernar significa ante todo “actuar de tal modo que el Estado pueda llegar a ser sólido”, obrar de tal manera que la acción del Estado tenga como principal efecto el fortalecimiento del Estado mismo. Dicho en otros términos: a la crítica, ya no tan infrecuente en el país, del presidencialismo, el centralismo, la corrupción, la burocracia y el corporativismo del régimen priista se le suma en Vuelta otra distinta y más severa —la de la primacía del Estado, la de su pretendida “preeminencia ontológica” sobre el mercado y la sociedad civil—. Son, sobre todo, dos las obras en las que esa operación tiene lugar: “El ogro filantrópico” (1978), acaso el ensayo político más conocido de Paz, y El progreso improductivo (1979), el libro en el que Zaid recoge los artículos sobre economía que había venido publicando desde Plural.

Se acostumbra leer “El ogro filantrópico” como un análisis del sistema político mexicano. Es eso y algo más: una crítica de la idea del Estado. Ya en las primeras líneas del ensayo Paz apunta que “nuestros especialistas”, “obsesionados con el tema de la dependencia y el subdesarrollo”, han olvidado estudiar la realidad “ambigua, contradictoria y, en cierto modo, fascinante” del Estado en América Latina —falla que él, desde luego, se propone reparar—. En México el Estado ha adoptado una forma peculiar: la de un “ogro filantrópico”, a la vez temible y dadivoso, autoritario y clientelista, que alberga “tres órdenes o formaciones distintas en su interior” —la burocracia administrativa, la clase política priista y “el conglomerado heterogéneo de amigos, favoritos, familiares, privados y protegidos” del presidente en turno—. En otras naciones son otras sus formas pero no menor su peso y relevancia: lejos de ser superestructura, el Estado es en todas partes “el modelo de las organizaciones económicas”; antes que servir a la sociedad, termina por absorberla: “fuera del Estado no hay nada ni nadie”. Al final es una, y terrible, su “naturaleza” en todas partes: “el Estado en el siglo XX se ha revelado como una fuerza más poderosa que los antiguos imperios y como un amo más terrible que los viejos tiranos y déspotas. Un amo sin rostro, desalmado y que obra no como un demonio sino como una máquina”.

Los ensayos reunidos en El progreso improductivo practican la crítica del sistema político mexicano y del principio de la razón de Estado desde otro ámbito: la economía. En un primer plano, el libro es una refutación de las políticas económicas (“populistas”) de las administraciones de Luis Echeverría y de José López Portillo. En otro, es una impugnación de la idea de progreso (industrial, urbano, burocrático) fomentada por los regímenes priistas, de Miguel Alemán en adelante. En otro más, es una condena —aún más severa que la de Paz— del aparato estatal, el cual ya no aparece aquí disfrazado de amo terrible y desalmado sino de operador torpe e improductivo, secuestrado por la burocracia y por la tecnocracia universitaria y enemigo tanto de los saberes tradicionales como de la iniciativa privada. Así funciona, someramente, la lógica de Zaid: el Estado, lo mismo en México que en el resto del mundo, actúa “como si fuera una persona: como un fin en sí mismo, como alguien cuyo verdadero fin fuera existir, crecer, multiplicarse, entregado a su vocación, que es la totalidad”; por lo mismo, su acción tiene, en todos los casos, consecuencias negativas: beneficia al Estado y a sus empleados pero perjudica a la gran mayoría que se gana la vida fuera de la burocracia. Da lo mismo si el Estado pretende favorecer, con servicios y subsidios, a la población: los ganadores son los universitarios y burócratas que diseñan y aplican los programas; los perdedores, los hombres y mujeres que, fuera de la nómina gubernamental o lejos de las urbes donde se concentran los servicios y obras públicas, no pueden cobrar su tajada, ni utilizar el puente apenas construido, ni atender la universidad financiada con dinero público. 

El neoliberalismo, se ha visto, no es sólo un proceso destructivo. A la vez que desmantela una racionalidad política, construye otra; antes que pretender desaparecer al Estado, lo reorganiza de acuerdo con criterios propios de las empresas; al tiempo que desalienta ciertas relaciones sociales, promueve nuevas, normalmente bajo el principio de la competencia, y se obstina en crear sujetos que, una vez desincorporados de las redes materiales del Estado de bienestar, se conciban a sí mismos como empresarios encargados de invertir, antes que cualquier otra cosa, su propio “capital humano”. Es más o menos fácil detectar aquí, tanto en “El ogro filantrópico” como en El progreso improductivo, la potencia negativa, destructiva, de una cierta racionalidad neoliberal. Aquí está la crítica del principio de la razón de Estado, de las relaciones sociales que produce y de algunas de sus subjetividades más representativas (el burócrata y el sujeto corporativizado, por ejemplo). Ahora, ¿es también visible la parte creativa, positiva? ¿Se encuentran ya aquí, en estos ensayos de finales de los años setenta, tropos de la racionalidad neoliberal que habrá de volverse hegemónica apenas algunos años más tarde?

No en Paz, no todavía. Aunque su análisis del sistema político es ya de corte liberal y su crítica del Estado raya a veces con el anatema (“un amo sin rostro, desalmado”), no plantea como alternativa una serie de medidas asociables al programa económico neoliberal que entonces empezaba a popularizarse en universidades estadounidenses y think tanks latinoamericanos. Dicho de otro modo: no propone —no todavía— poner en marcha un proceso de liberalización económica, y menos aún transformar al Estado en una suerte de empresa eficiente y productiva. A decir verdad, se opone enfáticamente a esto último: “el Estado —escribe— no es una empresa . las ganancias y las pérdidas de una nación se calculan de una manera distinta a la que nos enseñan las reglas de contabilidad”. Si al final hay una propuesta en “El ogro filantrópico”, es la misma que Paz venía planteando, sin precisión pero con regularidad, desde El laberinto de la soledad (1950): en vez de incorporarse a modernidades “exógenas”, el país debe crear su “propia” modernidad . así lo formula en esta oportunidad: 

No predico el regreso a un pasado, imaginario como todos los pasados, ni pretendo volver al encierro de una tradición que nos ahogaba. Creo que, como los otros países de América Latina, México debe encontrar su propia modernidad. En cierto sentido debe inventarla. Pero inventarla a partir de las formas de vivir y morir, producir y gastar, trabajar y gozar que ha creado nuestro pueblo.

El caso de Zaid es más complejo. Como Paz, Zaid está lejos de proponer un temprano paquete de medidas de liberalización económica. Aún más que Paz, es explícito en su rechazo al poder y las dinámicas de las grandes empresas privadas —nacionales o trasnacionales—, a las que en ese momento observa como “un nuevo recurso del Estado para someter a la sociedad”, para “bloquear el desarrollo” de los ciudadanos por su cuenta. A diferencia de Paz, sin embargo, Zaid realiza un par de operaciones en las que ya despunta otra gubernamentalidad: limitar radicalmente la capacidad económica del Estado y reconocer como agente económico básico al individuo, concebido como un empresario sometido a partes iguales por las grandes empresas y las estructuras estatales. Por una parte, y dado que, de acuerdo con él, el mayor y casi único beneficiario de las acciones del Estado es el estado mismo, propone desconcentrar la iniciativa económica: arrebatársela a la burocracia y devolvérsela a los individuos. Por la otra, y dado que, según su lógica, “[l]os mexicanos más pobres [son] empresarios oprimidos”, sugiere dotar a los ciudadanos ya no tanto de servicios y prestaciones como de herramientas e incentivos capaces de fomentar su pretendido emprendurismo. Ése es el sujeto que Zaid celebra y coloca en el centro de su obra: no el trabajador, y mucho menos el burócrata, sino el pequeño empresario que, lejos de empeñarse en la construcción de un régimen de derechos sociales universales, opera en solitario, se sabe dueño de un cierto “capital humano” y está listo para arriesgarlo en diferentes transacciones comerciales. Apenas si es necesario decir que aquí se asoma ya el homo economicus que años más tarde el orden neoliberal se obstinará en producir.

2. 1988: CRISIS Y DEMOCRACIA

Es justo entonces, justo cuando Vuelta termina de afinar su crítica al principio de la razón de Estado, que el Estado mexicano entra en una de sus crisis más severas. En el transcurso de 1982 la moneda se devalúa de 22 a 70 pesos por dólar, la inflación crece a una tasa de más de 100 por ciento anual, la deuda externa rebasa los 80 mil millones de dólares y la ilusión petrolera, alentada por el gobierno a lo largo de todo el sexenio (“tenemos que acostumbrarnos a administrar la abundancia”), se desvanece. El 1o de septiembre, en su último informe de gobierno, el presidente José López Portillo achaca la crisis a la especulación financiera (“apostar contra el peso se convirtió en el mejor de los negocios”), responsabiliza a los banqueros (“en las mismas ventanillas […] se aconsejaba y apoyaba la dolarización”), acusa a la burguesía nacional (“tenemos datos de que las cuentas bancarias recientes de mexicanos en el exterior ascienden, por lo menos, a 14 mil millones de dólares”) y anuncia, con el argumento de que sólo así se interrumpirá la fuga de capitales, la nacionalización de la banca. “Ya nos saquearon —exclama—. México no se ha acabado. No nos volverán a saquear.” 

A la larga ese anuncio será interpretado repetidamente como el canto de cisne del modelo de desarrollo estatista. A la larga, también, terminará por formarse una suerte de consenso liberal contra la medida. Lo cierto es que en el momento, como ha mostrado Claudio lomnitz, la mayor parte de los intelectuales coincide con el diagnóstico de López Portillo (la crisis se debe sobre todo a la trai- ción de los sacadólares) y aprueba —con más o menos entusiasmo— la decisión presidencial de nacionalizar la banca. En la revista Nexos, por ejemplo, Héctor Aguilar Camín celebra la medida como una atinada vuelta a los principios del nacionalismo revolucionario: “la nacionalización de la banca —escribe— implica para los mexicanos un auténtico regreso de la historia, la inesperada actualización de las poderosas tradiciones políticas y jurídicas”. En otras publicaciones periodistas e intelectuales proceden más o menos del mismo modo, replicando la dicotomía propuesta por López Portillo y alineándose, en el acto, con los nacionalistas y contra los traidores, los sacadólares, previamente vapuleados en el informe de gobierno.

Ejemplo de ello es “El timón y la tormenta”, el artículo que Enrique Krauze —entonces ya subdirector de la revista— publica en octubre de ese año en Vuelta. “Lo que México vivió en este sexenio no fue un saqueo: fue una deserción nacional”, escribe Krauze líneas antes de lanzarse, previsiblemente, contra los sacadólares —o contra los metecos, como prefiere llamarlos repitiendo una expresión de José Vasconcelos—. Aunque critica la “ilusión petrolera” creada y fomentada por el gobierno —así como “la improductividad de las inversiones, su origen crediticio, el ritmo con que se ejercieron y el destino al que se aplicaron”—, no deja de concederle el beneficio de la duda a la determinación de nacionalizar la banca: “es imposible saber ahora si las decisiones anunciadas el 1o de septiembre serán la palanca que el país requiere para superar la crisis económica” . Sorprendentemente Krauze reserva las críticas más severas no a López Portillo sino al expresidente Miguel Alemán, no a las políticas económicas estatistas practicadas entre 1970 y 1982 sino al modelo de desarrollo industrial implementado en el país desde el sexenio alemanista (1946-1952). En sintonía con las ideas económicas de Zaid —opuestas, como ya se vio, a la modernización operada en el país a partir de los años cuarenta—, anota Krauze: “el gran vuelco en la historia mexicana, la verdadera pérdida de paso, ocurrió en 1946. En ese año México comenzó a desandar. Nadie como Frank Tannenbaum entendió la apuesta equivocada de aquel régimen, la creación de una casta —una alianza— urbana de empresarios, burócratas y —hay que decirlo— obreros, que prosperarían a costa del México rural”. Consecuentemente, lo que propone no es —no todavía— acelerar la modernización liberal sino “replantear el modelo de desarrollo” para forjar así, citando a Tannenbaum, un México “modesto pero equilibrado, sano y feliz, que viva a tercias partes de su industria, su agricultura y su minería”. Más aún, sugiere —ahora en sintonía con Paz— una suerte de vuelta al pasado, de algún modo guiada por una imprecisa sabiduría popular: 

en una crisis como ésta deberíamos volver naturalmente [al pasado]. Es nuestra fuente de sabiduría. Si sabemos reconocerlo, lo hallaremos hoy mismo en la calle, en la cultura e identidad de los millones de mexicanos que no tienen voz. Nada firme construiremos sin contar con ellos, sin escucharlos. De allí que nuestra única alternativa de reconstrucción deba partir de la sociedad civil que atesora el pasado. 

Si un discurso representa a la revista Vuelta de finales de los años setenta, principios de los ochenta, es éste: esta combinación de las tesis económicas de Zaid y del relato histórico-cultural de Paz. De un lado, la crítica al modelo de desarrollo económico de los regímenes posrevolucionarios, modelo que, de acuerdo con Zaid, oprime a los pobres y campesinos y premia a los burócratas y universitarios que lo administran. Del otro, la idea, tan cara a Paz, de que México ocupa un espacio excéntrico en Occidente y precisa, por lo tanto, de una modernidad propia, no exógena, abierta lo mismo al presente que a la tradición. A veces Paz encuentra indicios de esa modernidad alternativa en la experiencia zapatista, a veces en el populismo cardenista. En “El timón y la tormenta” la referencia de Krauze, ya se vio, es el sociólogo estadounidense Frank Tannenbaum y su ideal —expuesto en Mexico: The Struggle for Peace and Bread (1950)— de una nación tripartita, minera, agraria e industrial a partes iguales. Un par de meses más tarde, en el número de diciembre, Zaid ilustrará de otro modo, ahora con palabras de Ramón López Velarde, la misma idea: 

López Velarde ve el peligro de un nuevo triunfalismo, de una patria “pomposa, multimillonaria, honorable en el presente y epopéyica en el pasado”, como el porfirismo. Siente que “Han sido precisos los años de sufrimiento para concebir una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa” […] López Velarde no vivió para ver el nuevo porfiriato, la nueva patria pomposa y multimillonaria que hoy está en quiebra. Pero, hace poco, Octavio Paz le dio una nueva expresión al teorema de López Velarde: necesitamos un proyecto nacional más humilde.

Entre este discurso y el discurso liberal que la revista blandirá unos pocos años más tarde media una distancia enorme. El texto que empieza a recortar esa distancia, y que de algún modo sirve a manera de puente entre las dos orillas, es “Por una democracia sin adjetivos”, también de Krauze. Publicado en el número de enero de 1984, este ensayo es importante en, por lo menos, dos sentidos. En principio, es el primero que ofrece un relato liberal sobre la crisis económica del 82, ya lejos de la narrativa nacionalista ofrecida por López Portillo. Después, es el texto que coloca la categoría democracia en el centro del discurso político de Vuelta, desplazando de ahí la idea de una “modernidad propia”, a partir de entonces ya poco procurada en las páginas de la revista.

“Por una democracia sin adjetivos” ofrece un dictamen de la crisis muy distinto al que ofrecía, apenas unos meses antes,“el timón y la tormenta”. Aquí la crisis ya no es sólo económica: es una crisis sistémica. Primero, porque el ogro filantrópico, saqueado y endeudado,“no puede cumplir ya su proverbial función de dar”. Segundo, porque, junto con el ogro, se desgasta la ideología que lo acompañaba: “Todo por servir se acaba: hasta la ideología de la Revolución Mexicana”. Lo que Krauze parece observar aquí es un país al borde de una situación poshegemónica: el discurso del nacionalismo revolucionario no produce ya consentimiento, como tampoco lo hace el —de acuerdo con él— plausible pero insuficiente discurso de austeridad y honestidad que la nueva administración de Miguel de la Madrid promueve. Además, severamente limitados sus fondos, el Estado es ya incapaz de apagar el disenso incorporando a los opositores en su seno. Es un escenario insólito para México: el gobierno no cuenta, por primera vez desde la fundación de Partido Nacional Revolucionario en 1929, con los recursos materiales ni culturales necesarios para reproducir su hegemonía.

Numerosos intelectuales han aprovechado coyunturas como ésta para atender los conflictos políticos y sociales que se develan una vez que el relato ideológico que intentaba suprimirlos empieza a venirse abajo. Otros tantos han llamado a ocupar el vacío de pronto abierto con relatos populares, insurgentes. La postura de Krauze es otra: hay que construir un nuevo relato hegemónico cuanto antes, y hay que construirlo desde el poder ya constituido. Lo apremiante es cerrar la fractura, no mirar a través de ella ni mucho menos agrandarla. Lo fundamental es asegurar la estabilidad política, garantizar la capacidad de gobernar de quienes ya gobiernan, y para ello, propone Krauze, el gobierno debe hacer dos cosas: reformar (democratizar”) algunas de sus prácticas e instituciones y formular una nueva narrativa de legitimación, que ya él mismo esboza. Éste es un punto decisivo en la historia de Vuelta: el momento en que la revista empieza a operar menos como crítica del Estado que como productora de signos y discurso para las administraciones federales en turno, el instante en que este grupo intelectual asume como una de sus tareas principales la de colaborar en la fabricación de esa nueva narrativa. Así, después de trazar un perfil bastante favorable de De la Madrid (“representa una posibilidad de desagravio y democratización”), Krauze aconseja de este modo al presidente y sus ministros: 

El presidente ha logrado transmitir una imagen de reciedumbre, sinceridad y limpieza. Se diría que se ve en la figura de un cirujano obligado a practicar una operación dolorosa […] [Pero] el mensaje no puede consistir solo en la frase de Séneca: “soporta y renuncia.” La gente, más responsable y adulta de lo que los políticos suelen creer, necesita horizontes. La carga de la crisis sería mucho más llevadera si el presidente y sus ministros suministrasen con calor, con claridad y sin tecnicismo una amplia información: causas de la crisis, errores cometidos, proyectos, restricciones, perspectivas, plazos, comparaciones con otros países y recursos, sobre todo recursos: materiales, humanos, históricos. Pero además de la información, una mayor presencia. La sensación de que el Presidente no solo dice compartir sino que, en efecto, comparte los enormes sacrificios del pueblo. El mensaje de De la Madrid ha sido fundamentalmente estoico, pero el mexicano, desde hace siglos, alimenta su estoicismo con un poco de fe. Nada se puede sin creencias.

Esas nuevas “creencias” —que el gobierno necesita proveer a una ciudadanía “adulta” pero crédula— no deben ser ya, no pueden ser ya, las del nacionalismo revolucionario: ya no igualdad y justicia, o seguridad social, o el gastado mito de la excepcionalidad mexicana, sino democracia, definida aquí en términos estrictamente procedimentales: 

El gobierno tiene un as en la manga olvidado desde la presidencia de Madero: la democracia. Ha sido un ideal revolucionario relegado para otros fines, igualmente válidos pero distintos: el bienestar económico, la justicia social, la afirmación nacional, la paz y la estabilidad. Siempre existen argumentos para limitar, posponer o desvirtuar a la democracia […] sin embargo, la lección histórica es clara. Las sociedades más diversas y las estructuras más autoritarias descubren, sobre todo en los momentos de crisis, que el progreso político es un fin en sí mismo. Confiar en la gente, compartir y redistribuir el poder, es la forma más elevada y natural de desagravio.

Aunque Krauze nombra aquí a Madero y presenta la democracia como un “ideal revolucionario”, no es la Revolución mexicana la referencia histórica más relevante en el texto. Junto con el nacionalismo revolucionario, atrás quedan las figuras de Zapata, Cárdenas y Tannenbaum, tan importantes poco antes en el discurso político de Vuelta. Los nuevos héroes son los liberales del siglo XIX, y el “horizonte”, la República Restaurada, reivindicada años antes por Daniel Cosío Villegas y descrita así por Krauze:

Por diez años (1867-1876), bajo las presidencias de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, México ensayó una vida política a la altura de los países avanzados de Europa o de Estados Unidos. No había partidos sino facciones dentro del grupo liberal, pero existía una verdadera división de poderes, un respeto fanático —¿y qué otro cabe?— por la ley, soberanía plena de los estados, elecciones sin sombra de fraude, magistrados independientes, y una absoluta libertad de opinión que se traducía, hasta en los más remotos pueblos del país, en una prensa ágil, inteligente y combativa. Los hombres amaban la libertad política. Los definía más el patriotismo que el nacionalismo. No eran indiferentes a los males económicos o sociales pero desconfiaban de las soluciones autoritarias para aliviarlos.

En el relato histórico que Krauze continúa construyendo no es sólo Porfirio Díaz el responsable de haber destruido esa “arcadia republicana”; también lo es la Revolución, que, aunque animada por la “chispa liberal” de Madero, no pudo ni quiso restaurar el orden político de los liberales del XIX. En vez de ello, los líderes revolucionarios inventaron un peculiar sistema político, contraliberal y antidemocrático, cuyos vicios y excesos condujeron, finalmente, a la gran crisis del 82. Como ha notado lomnitz, lo que Krauze realiza aquí no es una suerte menor: ofrece, por primera vez, una “interpretación de la crisis que sitúa el principio de la caída de México en la construcción del Estado revolucionario” y propone, casi por carambola, una “vuelta a una idealizada República Restaurada”. Para decirlo de otro modo: localiza el problema en el nacionalismo revolucionario y presenta como solución el liberalismo, ahora mostrado en términos políticos pero pronto también en términos económicos. Otro punto de inflexión: a partir de este momento Vuelta ya no sólo realiza la crítica del principio de la razón de estado; empieza a construir una narrativa liberal que rima bien con la racionalidad neoliberal dentro la cual el gobierno de Miguel de la Madrid ya comienza a operar.

Cosa curiosa: el ensayo, que desde su título promueve la democracia, apenas si define qué entiende por ella. En alguna parte se cita el conocido aforismo de Churchill: “la democracia es un mal sistema salvo en un sentido: todos los demás son peores”. En otra se advierte que “la democracia no es la solución de todos los problemas sino un mecanismo —el menos malo, el menos injusto— para resolverlos”. En una más se recurre a un “espejo remoto y aleccionador”, la Inglaterra del siglo XVIII, para observar allí un proceso ejemplar de democratización y un modelo de democracia. Ésa, está claro, es la fuente democrática que Krauze elige: la Inglaterra liberal y no, digamos, la Atenas clásica, la Revolución francesa o alguna efímera experiencia comunitaria. Ése es el tipo de democracia que suscribe: la democracia liberal —los procedimientos de gobernanza de la democracia liberal— y no otras formas democráticas más igualitarias, más horizontales, más radicales. Así, cuando Krauze apremia a democratizar el sistema político, llama en realidad a hacer tres cosas, de cualquier modo no menores en el autoritario contexto mexicano: limitar el poder del presidente, garantizar elecciones limpias y fomentar una prensa crítica. De cierto modo, lo más interesante aquí no es el concepto de democracia —bastante restringido— que Krauze emplea sino su afán de hacer pasar esa democracia por la verdadera democracia, la democracia en Estado puro, sin adjetivos.

Al término democracia se le suelen dar dos usos contradictorios —la “paradoja democrática” de la que ha hablado Jacques Rancière—. Democracia es, en un sentido, un conjunto de instituciones y procedimientos, una forma de gobierno en la que políticos y tecnócratas, en parte electos a través del voto popular, trabajan por el bien común. Democracia es, en otro sentido, una forma de vida social, un Estado de antagonismo permanente en el que —a diferencia de lo que ocurre en las aristocracias, las oligarquías o las gerontocracias— ningún gobierno puede fijarse sólidamente puesto que nadie goza de privilegio alguno para gobernar sobre los otros. De un lado —y para emplear los términos de Rancière—, democracia como police, como una cierta distribución de lo sensible; del otro, democracia como política, como una continua impugnación de toda distribución de lo sensible. Una democracia atenta contra la otra: la democracia como forma de gobierno está siempre amenazada por la democracia como forma de vida social, y la segunda deja de existir si la primera se establece. Para prevalecer, la democracia como forma de gobierno debe reprimir, y hasta suprimir, la política; para existir, la democracia como forma de vida social debe antagonizar incesantemente con la police

En este momento Krauze reivindica vehementemente el primer uso: democracia como forma de gobierno. Apenas unos años más tarde, cuando el conflicto social se extienda por el país y una combativa “sociedad civil” emerja como protagonista en el escenario, él y otros autores de Vuelta militarán activamente contra la segunda: contra la democracia como forma de vida social. 

3. 1985: SISMO Y SOCIEDAD CIVIL

Uno de los lugares comunes que acompaña al giro neoliberal, lo mismo en México que en otros países, es el que afirma que el Estado destruye las virtudes (honestidad, esfuerzo personal, satisfacción por el trabajo bien hecho) de la sociedad civil. Esta idea, ya se vio, está en la base del pensamiento de Zaid y su reivindicación de la iniciativa empresarial, en teoría oprimida por la casta de burócratas y universitarios que administran el Estado. Está también de algún modo en Paz y su noción, un tanto esotérica, de que el pueblo mexicano conserva, en alguna parte de su intrahistoria, hábitos democráticos heredados desde la Colonia. Está, por último, en Krauze y su llamado a que el régimen comparta el poder con la gente, “más responsable y adulta de lo que los políticos suelen creer”.

Esa sociedad civil elogiada por Zaid, Paz y Krauze irrumpe, de golpe, el jueves 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México. Se sabe: a las 7:19 de la mañana un terremoto de 8 .1 grados Richter sacude la ciudad, derrumba casas y multifamiliares y provoca la muerte de miles de personas. También se sabe: ese mismo día miles de ciudadanos salen a las calles y se organizan para asistir a los heridos y rescatar cuerpos y sobrevivientes de entre los escombros. Casi de inmediato, esos ciudadanos se vuelven símbolo de la “sociedad civil” de la que se había venido hablando. También casi de inmediato escritores y periodistas de distinto signo político se apuran a incorporar los sucesos en sus relatos ideológicos previamente armados. En un primer momento los intelectuales de Vuelta parecen coincidir en su apreciación de los hechos con intelectuales de izquierda como Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska: también ellos aplauden los esfuerzos ciudadanos, también ellos vinculan esos esfuerzos con la emergencia de una democratizante “sociedad civil”. Con el paso del tiempo, sin embargo, divergirán radicalmente las posturas: unos y otros hablarán de distintas “sociedades civiles”, unos y otros encargarán distintas funciones a la ciudadanía.

“Los temblores del 19 y el 20 de septiembre —escribe Paz en ‘escombros y semillas’— nos han redescubierto un pueblo que parecía oculto por los fracasos de los últimos años y por la erosión moral de nuestras élites. Un pueblo paciente, pobre, solidario, tenaz, realmente democrático y sabio .” “Acaso la revelación mayor —añade Krauze en ‘Revelación entre ruinas’— fue la actitud pronta, fraternal y solidaria de la ciudadanía sin distinción de clases .” Remata Paz:

La reacción del pueblo de la ciudad de México, sin distinción de clases, mostró que en las profundidades de la sociedad hay —enterrados, pero vivos— muchos gérmenes democráticos. Estas semillas de solidaridad, fraternidad y asociación no son ideológicas, quiero decir, no nacieron con una filosofía moderna, sea la de la Ilustración, el liberalismo o las doctrinas revolucionarias de nuestro siglo. Son más antiguas, y han vivido dormidas en el subsuelo histórico de México . son una extraña mezcla de impulsos libertarios, religiosidad católica tradicional, vínculos prehispánicos y, en fin, esos lazos espontáneos que el hombre inventó al comenzar la historia. Kropotkin y santo Tomás, suárez y Rousseau, suspendiendo por un momento sus disputas, habrían aprobado con una sonrisa conmovida la conducta del pueblo. Las raíces comunitarias del México tradicional están intactas. La acción popular recubrió y rebasó en unas pocas horas el espacio ocupado por las autoridades gubernamentales. No fue una rebelión, un levantamiento o un movimiento político: fue una marea social que demostró, pacíficamente, la realidad verdadera, la realidad histórica de México. O, más exactamente: la realidad intrahistórica de la nación. La enseñanza social e histórica del sismo puede reducirse a esta frase: hay que devolverle a la sociedad lo que es de la sociedad.

A primera vista, los textos de Paz y Krauze coinciden, en su dictamen y entusiasmo, con las crónicas que Monsiváis publicó en aquellos meses y que, ya recogidas en el libro Entrada libre: crónicas de la sociedad que se organiza (1987), terminarían por convertirse, junto con Nada, nadie: las voces del temblor (1988) de Elena Poniatowska, en el relato más influyente sobre el sismo y sus efectos. Hay, sin embargo, diferencias capitales. Primero: para Monsiváis —al revés de para Paz y Krauze— la movilización ciudadana que sigue al terremoto, en vez de ser una anomalía, se inscribe en un continuo de movimientos y protestas populares, de la huelga ferrocarrilera de 1959 al movimiento estudiantil de 1968 a —más tarde— la disidencia magisterial de la CNTE o el paro universitario de 1987. Segundo: de acuerdo con Monsiváis, esa movilización ciudadana, antes que muestra de una “actitud pronta, fraternal y solidaria”, exhibe un conflicto político y es, en rigor, un acto de desobediencia civil. Tercero: si para Paz y Krauze la lección del terremoto es que la sociedad mexicana es democrática y solidaria y por lo mismo el gobierno debe adelgazar y devolverle “a la sociedad lo que es de la sociedad”, para Monsiváis la enseñanza es que la sociedad civil, potente y antagonista, sólo forzará la democratización mediante lo que él mismo llama la “estrategia de la movilización permanente”: “plantones, marchas, mítines, asambleas, exigencia de diálogo con las autoridades correspondientes, boteo, volanteo, pintas, ocasionales huelgas de hambre, arduos viajes a la capital para instalar campamentos de la Dignidad”.

Dos concepciones de la sociedad civil se oponen a partir de entonces (y, de algún modo, hasta el presente): la de aquellos que, como Monsiváis, sostienen que la sociedad civil es un sujeto beligerante que actúa siempre en una “zona de antagonismo”45 y cuya estrategia es el enfrentamiento permanente, y la de aquellos otros que, como Krauze, Paz y Zaid, apuntan que la sociedad civil está conformada por grupos de “mexicanos que no son revoltosos ni dejados” que actúan con objetivos específicos y que vuelven a y se dispersan en la esfera privada una vez que han conseguido sus objetivos o manifestado su preciso desacuerdo en la esfera pública. Allá, sociedad civil como disenso y política; acá, como una pieza más en la “caja de herramientas de la gubernamentalidad liberal”, como un concepto blando y acotado que funciona ante todo para excluir, para sancionar como antidemocráticas todas las prácticas que la rebasan.

Tras el sismo Monsiváis encontrará distintas representaciones de su sociedad civil en la misma Ciudad de México: en la huelga universitaria de 1987, en distintas acciones barriales del “movimiento popular urbano”, en las manifestaciones que en 1994 y 1995 acompañan la emergencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y reclaman el cese de la campaña militar en su contra. Los autores de Vuelta, por el contrario, tendrán que ir a buscarla a otra parte, ya no en la capital, y menos en el sur del país, sino en el norte, liderado por empresarios y con una fuerte presencia del conservador Partido Acción Nacional (PAN). En junio de 1986, casi un año después del temblor y unos meses antes de las elecciones locales allí, Krauze publica “Chihuahua: ida y vuelta”, una suerte de soterrada réplica a las crónicas defeñas de Monsiváis. Lejos de la desordenada multitud de la Ciudad de México, los protagonistas de la crónica de Krauze son empresarios, candidatos panistas, historiadores empeñados en trazar una genealogía liberal del norte, sacerdotes que “no traducen, como Hidalgo, a Racine ni leen a Voltaire pero transmiten una impresión de liberalidad”48 y, al fondo, sin voz, una sociedad dispersa que participa sólo a través de los partidos políticos . en el avión que lo lleva de vuelta a la Ciudad de México, Krauze —“chilango pecador”— concluye: Chihuahua, y no la Ciudad de México, “vive hoy la revolución de la democracia”; Chihuahua, y no la Ciudad de México, “puede ser la cuna de los nuevos tiempos”.

Con el paso de los años se intensificarán en Vuelta los elogios al norte del país y no escasearán las condenas a la Ciudad de México, la que a la primera oportunidad votará al izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) y funcionará, en la imaginación liberal, como un peligro permanente, como “una caldera que —en palabras de Paz— contiene esos elementos inflamables que son las masas urbanas, especialmente las de los jóvenes”. En algún momento, ofuscado por el avance de la izquierda en el centro y sur del país, Krauze incluso llamará al norte a dar un simbólico “Grito de Independencia”. Varios años después, con motivo de la muerte de su amigo y socio el empresario regiomontano Lorenzo Zambrano, director general de Cemex, el mismo Krauze reconocerá que aquella coincidencia entre Vuelta y los empresarios norteños en los años ochenta terminaría por convertirse, décadas más tarde y ya en Letras Libres, en algo más sólido e íntimo: una “familia”.

4. 1988: ELECCIONES Y ESTABILIDAD

La “revolución de la democracia” no vendrá, sin embargo, del norte ni tendrá los colores del PAN. El 30 de septiembre de 1986, apenas tres meses después de la publicación de aquella crónica de Krauze, el michoacano Cuauhtémoc Cárdenas —hijo del expresidente Lázaro Cárdenas— y el defeño Porfirio Muñoz Ledo anuncian la creación de la Corriente Democrática al interior del PRI. El 14 de octubre de 1987, una vez que De la Madrid designa como candidato oficial a Carlos Salinas de Gortari, Cárdenas acepta la candidatura de un pequeño partido opositor, el Partido auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). En cuestión de unos meses se constituye, con la suma de organizaciones de izquierda y de priistas “nacionalistas” desplazados en su partido por los “tecnócratas”, el frente Democrático Nacional, con Cárdenas como candidato a la presidencia. Se conoce el resto de la historia: el 6 de julio de 1988 se celebran elecciones; después de una demora a causa de una pretendida “caída del sistema” de cómputo, el gobierno declara ganador con apenas poco más de 50 por ciento de los votos a Salinas de Gortari; la oposición desconoce los resultados y alega fraude; un largo e intenso conflicto poselectoral estalla.

Ya antes de las elecciones Vuelta concentra sus críticas en Cárdenas y en el frente Democrático Nacional apenas formado. Jaime Sánchez Susarrey —ganador de un concurso de ensayo político convocado por la revista y de ahí en adelante uno de sus analistas políticos de cabecera— advierte, días antes de los comicios, por ejemplo, que “la cultura política de izquierda carece de una tradición democrática”, sentencia que “de Cárdenas a los leninistas y trotskistas existe el acuerdo ‘esencial’ de que la democracia, para ser democracia, debe ser adjetivada” y desliza la idea de que la izquierda mexicana, justo en el momento en que “el sistema político se moderniza y se abre al juego con otras fuentes y proyectos”, es “una suerte de emisario del pasado”.Esta noción —la de la izquierda como un fantasma del pasado— se cuela en prácticamente todos los textos que los autores de Vuelta dedican al conflicto poselectoral —y los acompañará desentonces, lo mismo cuando cuestionen al EZLN que cuando antagonicen, ya entrado el siglo XXI, con el líder de izquierda Andrés Manuel lópez Obrador. Aquí un radical giro ideológico ha concluido en la revista: si a principios de esa década Paz, Zaid y Krauze prescribían —cada uno a su manera— una cierta vuelta al pasado, en 1988 ya acusan a la izquierda de pretender precisamente eso. Es ahora otro su adversario: no más la modernización liberal conducida por los gobiernos priistas —a la que en algún momento concibieron como exógena, burocrática, elitista, alemanista y contraproducente—, sino las fuerzas políticas y sociales que se oponen, justamente, a la modernización neoliberal conducida por los gobiernos priistas.

Es a partir de este momento que la revista empieza a dedicar la mayor parte de sus textos de opinión política a una misma tarea: representar a la izquierda mexicana —entonces todavía sin experiencia alguna de gobierno— como una amenaza para la democracia; democracia, por otra parte, todavía inexistente en México bajo cualquier criterio. En los artículos que preceden, acompañan y siguen a las elecciones del 6 de julio la izquierda partidista mexicana será descrita indistintamente como nostálgica (Sánchez Susarrey: “el movimiento cardenista enarbola la vuelta al modelo anterior como la solución de todos los problemas”), violenta (Sánchez Susarrey: “una vocación revolucionaria que no teme hacer uso de la violencia para defenderse de un gobierno antipopular y antinacional”),57 irracional (Sánchez Susarrey: “la historia de la izquierda mexicana, particularmente la de los marxistas-leninistas, bien puede definirse como la de un desencuentro con la realidad nacional”), fundamentalista (Krauze: “el fundamentalismo cardenista [triunfó] en la ciudad de México y en el mapa biográfico del general Cárdenas: Michoacán, Morelos, buena parte de Guerrero, la zona petrolera”) y, ya de plano, como fatal, genéticamente antidemocrática (Krauze: “no sin dolor sostengo la impopularísima opinión de que la izquierda mexicana, espina intelectual del cardenismo, no es ni será ya nunca democrática”).

Una vez construido, ese enemigo antidemocrático, nostálgico y populista cumple distintas funciones en beneficio de la revista . Para empezar, de algún modo justifica las nuevas alianzas intelectuales y materiales del grupo, lo mismo con el empresariado regiomontano y sectores del PAN que con buena parte de los escritores de Nexos: si coincidimos y nos aliamos con ellos —es el argumento— es porque debemos dejar las diferencias de lado para hacerle frente al peligro que representa la izquierda. También sirve para justificar la cercanía y el apoyo —a veces explícito— de la revista a las administraciones federales en curso: si coincidimos y avalamos, en lo general, sus políticas —continúa el argumento— es sobre todo porque la otra opción, la izquierda mexicana, es temible. La presencia de ese enemigo reporta, asimismo, un beneficio capital para los gobiernos neoliberales, tanto en México como fuera de México. Hay una contradicción en el liberalismo que el neoliberalismo hereda: de acuerdo con la racionalidad liberal, el Estado debería actuar lo menos posible, y sin embargo actúa y vigila y ordena y disciplina y reprime y hace la guerra. En los regímenes neoliberales la paradoja se intensifica: a un mismo tiempo se expresa la necesidad de adelgazar y de fortalecer al Estado, de reducir sus funciones económicas y de robustecer su aparato de seguridad puesto que, se dice, son muchas y poderosas las amenazas. Al final, como apunta Foucault, “no hay liberalismo sin cultura del peligro”;  el Estado liberal necesita de un monstruo siempre acechante, siempre a punto de emerger de debajo de la cama, para justificar su propia acción. En otras partes del mundo gobiernos y grupos intelectuales neoliberales gastan buena parte de los ochenta y noventa en la construcción de una amenaza fundamentalista. En México el monstruo —formado en buena parte con el esfuerzo de Vuelta— será casi exclusivamente la Izquierda —al menos hasta que, ya en el siglo XXI, emerja como competencia el Narco.

De regreso a 1988: mientras el frente Democrático Nacional y numerosos intelectuales de izquierda sospechan de los resultados electorales y exigen un recuento de las actas, la constante entre los autores de Vuelta es —como ha visto Carlos Illades— “evadir la discusión acerca de la inequidad de la contienda, la opacidad informativa y la manipulación de las cifras electorales” así como invitar a “mirar hacia el futuro, asumiendo que el gran derrotado de la jornada había sido el corporativismo y el indiscutible ganador el ciudadano… Salinas” . Otra constante en los textos que publican entonces es la del tópico de la inestabilidad. En las últimas líneas de “Por una democracia sin adjetivos” Krauze llamaba a “no hacer un dios absoluto de la estabilidad” y, más aún, a pagar “el posible precio de inestabilidad” que la transición a la democracia podría implicar. Cinco años más tarde, a la mitad del conflicto poselectoral, la consigna es precisamente la contraria: asegurar la estabilidad, incluso si eso supone posponer, o hasta sacrificar, la “democracia sin adjetivos” tantas veces defendida y reclamada en las páginas de la revista. Tal como se esfuerzan en presentarla los autores de Vuelta, la coyuntura no es tanto un conflicto poselectoral —el cual podría resolverse, como la oposición demanda, con el recuento de los votos— como un estado de emergencia, una disyuntiva entre orden o caos, paz o violencia.

“Ante un presente incierto” es el título de los tres artículos que Paz publica, entre el 10 y 12 de agosto, en el diario La Jornada. Después de dedicar el primero de ellos a repasar algunas de sus tesis sobre la historia política de México, Paz reproduce en el segundo la distinción ya trazada en Vuelta entre modernos y antimodernos. En un extremo, la izquierda cardenista: “el neocardenismo no es un movimiento político moderno, aunque sea otras muchas cosas, unas valiosas, otras deleznables y nocivas: descontento popular, aspiración a la democracia, desatada ambición de varios líderes, demagogia y populismo, adoración al padre terrible, el Estado, y, en fin, nostalgia por una tradición histórica respetable, pero que treinta años de incienso del PRI y los gobiernos han embalsamado en una leyenda piadosa: Lázaro Cárdenas”. En el extremo contrario, el priismo tecnocrático: “Puede definirse a la modernización, sumaria y esencialmente, como una tentativa para devolver a la sociedad la iniciativa que le fue arrebatada y así romper la inmovilidad forzada a que nos ha condenado el patrimonialismo estatal […] una fracción del grupo dirigente —la más joven, inteligente y dinámica— se decidió por la modernización […] hay que continuarla, extenderla y profundizarla”.

Dividido de ese modo el escenario, el tercero de los artículos dibuja la disyuntiva a la que el país pretendidamente se enfrenta: no ya entre un partido u otro, entre una u otra opción política, sino entre modernidad o tradición, futuro o pasado, “transición pacífica a la democracia” o “la doble violencia que ha ensombrecido nuestra historia, la de los partidos y los gobiernos”. Bajo esa luz, los candidatos de los partidos opositores (Cárdenas y el panista Manuel Clouthier) aparecen menos como eso que como agentes de un cierto radicalismo revolucionario: “lo que piden los dos candidatos, en verdad, es la rendición incondicional de sus adversarios. En un abrir y cerrar de ojos quieren desmantelar al PRI y poner de rodillas al gobierno. Otra vez: todo o nada. Poseídos por los fantasmas de nuestro pasado, los líderes de la oposición buscan la derrota total, la aniquilación política de sus antagonistas. No son partidarios de una transición —o sea: una evolución gradual y pacífica, como pedimos algunos desde 1969— sino de un cambio brusco, instantáneo” . Contrario a ello, Paz prescribe moderación y prudencia: “todos exigimos que el colegio electoral examine cada caso con el mayor rigor, con la máxima limpidez y ante los ojos de la opinión pública. No es imposible que la oposición haya ganado en más distritos de los que hasta ahora se le han reconocido. Pero una cosa es formular estas legítimas reservas y reclamaciones, otra exigir la anulación de las elecciones o autoproclamarse presidente electo”.

Los artículos de Paz generan una inmediata controversia en las páginas del mismo diario. El 22 de agosto, por ejemplo, el historiador méxico-argentino Adolfo Gilly escribe en una carta abierta a Paz:

No es con exhortaciones ni con consejos como esa realidad podrá cambiar. Los mexicanos hemos descubierto un método muy sencillo, eminentemente legal y exquisitamente pacífico, y lo estamos poniendo en práctica con el goce de un sentimiento de amor apenas descubierto: defender en nuestro voto, en cada voto, uno por uno, nuestra ciudadanía y nuestra soberanía […] No queremos imponer nuestra verdad: queremos sencillamente que cuenten y demuestren, con las pruebas tan simples que el gobierno está obligado a dar, la veracidad de las cifras oficiales. Defendemos en cada voto, a favor de quien sea, la encarnación más elemental de nuestra condición ciudadana pisoteada y atropellada desde siempre por el poder y su partido, el PRI. ¿Por qué usted, Octavio, no nos acompaña sin reservas en algo tan sencillo, legal y transparente?

Un día después el activista superbarrio Gómez también interpela directamente a Paz: “escribí este artículo con una intención muy precisa. Tú dijiste que había que tendernos la mano. Te voy a decir cómo: ayúdanos a que nos enseñen las actas”. La respuesta de Paz llega días más tarde, en otro artículo en La Jornada, y no sin burlas: “con mucho gusto le doy la mano aunque no sé si podré ayudarlo a encontrar esas actas. ¿Por qué no le pregunta a Cuauhtémoc Cárdenas y a Porfirio Muñoz Ledo? Ellos, después de tantos años de oficiar como obispos en los concilios del PRI, deben conocer todos los escondrijos” .

El artículo que Krauze dedica al conflicto poselectoral (“Oráculos de Tocqueville”, dividido en dos partes) sigue de cerca la lógica de Paz. El dilema es el mismo: estabilidad o caos. La solución propuesta es también la misma: la resignada aceptación de los resultados oficiales, que de un modo u otro reconocen la victoria de la oposición en numerosos distritos y suponen una significativa presencia de ésta en las cámaras legislativas. “Si sabemos consolidar en México lo mucho que se ha ganado —escribe Krauze—, el 6 de julio puede ser todavía la fecha histórica de nuestro bautismo democrático. El triángulo es sinónimo de equilibrio, pero si lo tensamos demasiado podemos desgarrarlo. Hay que construir a partir de hoy la democracia. Podemos empezar a ejercer una auténtica división de poderes y un genuino federalismo. Estamos en el umbral, pero podemos volverlo un abismo.”

Quien exige con mayor claridad —casi se diría: con mayor cinismo— la inmediata claudicación de la oposición es, curiosamente, Gabriel Zaid. En un artículo publicado en la revista Proceso (“País en curva”) Zaid empieza reconociendo tanto la suciedad de las elecciones federales, “torpes y tramposas”, como la falta de credibilidad de los resultados oficiales (“es cierto que los resultados no son creíbles”).

No obstante, concluye recomendado a los partidos opositores olvidar todo ello, aceptar lo concedido y “darle una tregua al país”: 

No estaría de más saber quién ganó las elecciones, hasta por simple curiosidad. Pero una curva peligrosa no es el mejor lugar para ponerse tercos en que no nos rebase el voto presidencial. Anular las elecciones y nombrar a un presidente interino o provisional se llevaría de paso lo que queda del país, después de la maltratada que recibió en estos sexenios.

Para justificar este episodio en la historia de Vuelta, el círculo cercano a Paz ha dado con el tiempo con un argumento weberiano. Lo mismo Krauze que Christopher Domínguez Michael alegan, en sus respectivas obras sobre Paz, que la conducta de Vuelta durante el conflicto poselectoral de 1988, antes que significar una traición a los principios liberales, representó un acto ético. En esas semanas de inestabilidad política Paz y la revista habrían decidido, por el bien del país, dejar de lado momentáneamente la “ética de la convicción” y actuar conforme a una “ética de la responsabilidad”. Este argumento tiene, entre otros defectos, el de presuponer un acontecimiento, la súbita emergencia de una crisis ante la cual Paz y los demás autores del núcleo duro de Vuelta se habrían visto obligados a apurar una decisión. Lo cierto es que la decisión había sido tomada bastante tiempo antes. Lo cierto es que el fantasma de la inestabilidad era un espectro que la revista había venido construyendo desde hacía algunos años y que hace aparecer justo entonces. Lo cierto es que la alineación ideológica de Vuelta con el proyecto y la dirigencia neoliberales no empieza ni termina ese verano de 1988: lleva ya algunos años y durará hasta el fin de la revista —y aún más allá, cuando le suceda Letras Libres, ya del todo adherida al régimen neoliberal.

5. DESPUÉS DE 1988

A finales de 1988 el giro está dado . Cancelada la retórica proteccionista del nacionalismo revolucionario, la nueva administración expone ya abiertamente su estrategia neoliberal y radicaliza las políticas de liberalización económica implementadas desde la segunda mitad del sexenio de Miguel de la Madrid. Cancelado el discurso que demandaba una modernidad particular para el país, Vuelta comienza a definirse, a su vez, como una publicación de corte liberal y a priorizar, en sintonía con el gobierno, los reclamos de modernización económica sobre los de modernización política. Está claro: en el momento en que el Estado mexicano sustituye el principio de la razón de Estado por una gubernamentalidad neoliberal y Vuelta reclama como suyo el legado del liberalismo, el poder y la revista empiezan a operar dentro de una misma racionalidad política.

A partir de este momento ya no es necesario leer entre líneas para identificar aquí y allá indicios del giro neoliberal en Vuelta: los enunciados neoliberales despuntan explícita, repetidamente por todas partes. Un ejemplo entre otros: para oponerse a una fórmula de Héctor Aguilar Camín (“necesitamos más estado y más sociedad”), Krauze señala que la “mayor novedad del fin de siglo —lo mismo en la URSS que en Polonia, en Portugal que en Hungría— apunta justamente en la dirección contraria: menos estado y más sociedad civil no es una propuesta simplificadora. Es la esencia misma de la modernización ‘aquí y en China’”. En otro artículo (“América Latina: el otro milagro”) el mismo Krauze celebra el fracaso del “paradigma de la economía cerrada por la mano invisible del Estado” y aplaude a aquellas naciones que han optado por “poner sus economías en la mano invisible del mercado”: los “dragones” del este asiático, la Bolivia de Víctor Paz Estenssoro, el Chile apenas posterior a Augusto Pinochet. Incluso Paz aprovecha la inauguración del encuentro “la experiencia de la libertad” en 1990, transmitido en vivo y en cadena nacional por Televisa, para suscribir el proceso de liberalización económica impulsado por el gobierno federal y apuntar que “la democracia económica es el necesario complemento de la democracia política” y que “el mercado libre es el sistema mejor —tal vez el único— para asegurar el desarrollo económico de las sociedades y el bienestar de las mayorías”. Nadie, sin embargo, postula con mayor convicción la estrategia neoliberal en la revista que Mario Vargas Llosa, cuya presencia en Vuelta crece a la par que su involucramiento en la política peruana, primero como líder del Movimiento de la libertad y luego como candidato a la presidencia en 1990. Es Vargas Llosa el que cita ya directamente de Milton Friedman y Friedrich Hayek y el que indica: “Reconocer que si se quiere salir de la pobreza en el más corto plazo posible —en este mundo de todos los países que es el nuestro— es preciso optar clara y resueltamente por el mercado, por la empresa privada y la iniciativa individual, en contra del estatismo, el colectivismo y los populismos, es un paso imprescindible”.

Un ensayo del economista Josué Sáenz, publicado en el número de diciembre de 1989 y apenas atendido en las relecturas de la revista, exhibe con peculiar nitidez la dimensión del giro ideológico en Vuelta. Si seis años antes, en “Por una democracia sin adjetivos”, Krauze había reconocido ya agotado el relato del nacionalismo revolucionario y había sugerido reemplazarlo con el de la democracia liberal, en “Contra la economía metafísica” Sáenz considera ya ineficaz ese segundo discurso (“‘Democracia’ es un concepto bello pero no aglutina: todos podemos desearla y seguir difiriendo entre nosotros”) y urge al “estadista” a “crear y proyectar nuevas imágenes capaces de lograr la confluencia de esfuerzos del pueblo mexicano”. Lo que propone —un relato nacional, formulado en términos estrictamente económicos, que prometa un mejoramiento del nivel de vida individual y coloque como meta la completa integración comercial y financiera con Canadá y Estados Unidos— es ya abierta, resueltamente neoliberal:

Quizá sea factible tomar como aglutinante, como medio polarizante, como meta accesible, el mercomunismo —tal vez el único “comunismo” viable y atractivo en nuestra época. La meta tiene que fundarse no en el concepto machista de “insertar” a México en la economía internacional, ni en el entreguista de “abrirnos” a todo. Tiene que ser planteada como forma de expandir nuestros mercados, protegernos contra el proteccionismo externo, aumentar la inversión interna y externa para crear empleos y subir el nivel de vida de los mexicanos. La imagen y el símbolo, la bandera y los lemas, tendrán que basarse en la verdad histórica que hemos olvidado: la Revolución Mexicana fue hecha para aumentar el nivel de vida de nuestros habitantes, no para empobrecerlos. La nueva revolución será la continuación por otros medios de la original. En la disyuntiva actual tenemos que ver el mercomún norteamericano como una oportunidad y no sólo un problema. Debemos adherirnos a él no a escondidas y por la puerta trasera, sino orgullosamente por la entrada principal. La meta debe ser visible para que sirva de aglutinante y atractivo . la integración sigilosa, silenciosa no logra las mismas ventajas .

Vincular la idea de la libertad con la del intercambio comercial, ofrecer una imagen del mundo como la de un solo mercado global, celebrar el saber y la iniciativa empresariales, anteponer los reclamos de modernización económica a los de democratización, colaborar en la construcción del tropo de la amenaza fundamentalista: éstas son algunas de las funciones que desempeñan los intelectuales neoliberales (self-conscious o no) en distintas partes del mundo y los escritores del núcleo duro de Vuelta en México a partir de finales de los años ochenta y a lo largo de los noventa. Estos últimos hacen algo más: apoyar directa, concretamente a las administraciones que operan la estrategia neoliberal en el país .

El caso más paradigmático —pero de ningún modo el único— es el de Paz, cuyo capital simbólico se abulta durante esos años (Premio Cervantes 1981, Premio de la Paz del Comercio librero alemán 1984, Premio Nobel 1990) y el cual él invierte, una y otra vez, en la legitimación de los presidentes en turno. Un primer episodio tiene lugar en 1984, cuando Paz acepta que el gobierno de Miguel de la Madrid lo agasaje, en su cumpleaños número 60, con un homenaje nacional al que son invitados más de 60 escritores de Europa, Estados Unidos y América Latina. El último ocurre apenas tres meses antes de su muerte, durante el anuncio de la creación de la fundación Octavio Paz, cuando frente al presidente ernesto Zedillo (2000-2006) declara que en el corazón de éste “hay una zona luminosa, generosa, solar, en la que yo me reconozco”. Pero, sin duda, la adhesión más polémica y sustantiva es la que ofrece a Salinas de Gortari, apenas tres meses y medio después de que asumiera la presidencia, cuando su legitimidad era escasa y la oposición se negaba a reconocerlo. El 2 de marzo de 1988, en la ceremonia de fundación del Fondo Nacional para la Cultura y las artes, Paz se sienta al costado de Salinas de Gortari y, en su turno al micrófono, declara:

Señor Presidente, señoras y señores: México vive un periodo de cambios. Como todas las transformaciones sociales, estos cambios son el resultado de fuerzas y tendencias, ideas y realidades, que durante los últimos veinte años, a manera de ríos y corrientes subterráneas, han agitado y conmovido el subsuelo social. Ahora, al aparecer en la superficie, nos revelan que nuestro país penetra en una nueva época de su historia. Damos los primeros pasos, no sin titubeos, por un territorio desconocido y al que debemos poblar con nuestros actos y, en cierto modo, inventar con nuestras obras. Las novedades más visibles son las de orden político y económico: pluralismo democrático y modernización económica.

[…] a la fecha no solo hemos presenciado actos de gobierno: Salinas de Gortari está creando las bases para un nuevo pacto político y social de largo alcance. Las transformaciones que se están operando son tan importantes como las que en su momento realizó Lázaro Cárdenas: tienen el sentido de actos de estado y no solo de actos de gobierno. 

Una vez que Vuelta opera dentro de la misma racionalidad política que el Estado mexicano, otra cosa muta: aspectos del sistema político que alguna vez fueron severamente criticados, como el presidencialismo y el corporativismo, empiezan a adquirir en las páginas de la revista una tonalidad menos siniestra —y de pronto son incluso defendidos—. Como ya se vio, y contrario a lo que suele afirmarse, el neoliberalismo no supone el definitivo abatimiento del Estado. Casi por el contrario: implica el desbaratamiento del sistema de seguridad social pero también el fortalecimiento del aparato de seguridad a secas —siempre alerta ante el pretendido peligro fundamentalista— y la decidida acción estatal para crear las condiciones materiales necesarias para el mantenimiento, justamente, del mercado neoliberal.

Así, con el fin de defender un estado sólido, capaz tanto de ejecutar esa transformación económica como de controlar a sus adversarios políticos, Vuelta empieza a justificar, a partir de 1988, características del régimen que años antes censuraba. Es Sánchez Susarrey el que reivindica el presidencialismo justo en el momento en que la oposición gana espacio en las cámaras legislativas: “la institución presidencial continúa siendo el corazón del sistema político mexicano; su debilitamiento repercute en la estabilidad del Estado y no sólo del gobierno”. Es Krauze el que —acaso consciente de que el proceso de liberalización económica necesita, para imponerse, el control de la clase obrera— acomete la nada sencilla tarea de justificar a la oficialista Confederación de Trabajadores de México (CTM): “Contra la opinión convencional, en términos generales la ctm y muchas otras centrales del Congreso del Trabajo han desarrollado una práctica responsable y madura, fincada en conocimientos concretos de toda índole —económicos, jurídicos, sociales, psicológicos—, no en supuestos ideológicos”.

Recapitulando: a lo largo de los años ochenta acontece un radical vuelco ideológico en la revista, vuelco que a su vez acompaña al giro neoliberal que sacude a otras esferas del país. En términos económicos, Vuelta abandona aquel discurso que, aliando las tesis económicas de Zaid y el relato cultural de Paz, exigía una modernidad propia para demandar, en sintonía con las administraciones federales, la rápida inserción del país en el mercado financiero global. En términos políticos, al final de la década ya no es el estado sino la sociedad la que aparece como peligro: el Estado, dirigido por tecnócratas, se torna de pronto racional mientras que la sociedad —supuestamente desordenada, nostálgica del populismo, débil ante la izquierda— adquiere una tonalidad amenazante. Como consecuencia, también muta la tarea intelectual que la revista se asigna. Si amediados de los ochenta Paz aún creía que una de las funciones de los intelectuales era “interpretar y dar forma a las confusas aspira- ciones populares”, a finales de la década ya ordena otra cosa: mantenerse al margen de las tendencias “populistas” de la sociedad, proteger la democracia contra el pueblo mismo, ser demócratas sin demos.

Un ensayo que se ocupara de Vuelta en los años noventa tendría que trazar ya no el vuelco neoliberal de la publicación, ocurrido, como se ha visto, en los ochenta, sino una cierta alineación ideológica de la revista con el conservadurismo —o más precisamente, con el neoconservadurismo, caracterizado, según David Harvey, por perseguir simultáneamente el éxito de la estrategia neoliberal y un efectivo control social—. Aquella reivindicación, a finales de los años ochenta, de algunos elementos autoritarios del régimen priista podría ocupar un espacio en ese ensayo. Otros elementos clave de esa investigación serían la creciente relevancia del término Estado de derecho en el discurso político de la revista (al grado de que en algún momento le disputará la centralidad a la categoría “democracia”); la decisiva cercanía de la publicación con Televisa y con ciertos grupos empresariales regiomontanos; la desvergonzada reivindicación de pensadores conservadores; la necia oposición de algunos de sus autores a la teoría crítica y los estudios culturales (concebidos como resentidos adversarios del humanismo-liberal que ellos profesan), y —ya se verá— la apasionada defensa de una literatura “difícil” y “elitista” ante la emergencia de otras escrituras.

Un episodio axial en ese ensayo sería el encuentro “la experiencia de la libertad” que la revista organiza en 1990, apenas caído el Muro de Berlín, y en el que decenas de escritores mexicanos y extranjeros coinciden en aplaudir la inevitabilidad del “libre mercado” y en advertir sobre el peligro que representan de los nacionalismos y fundamentalismos religiosos. Otro episodio mayor sería, sin duda, el de la magna muestra Mexico: Splendors of Thirty Centuries, montada y financiada por el gobierno de Salinas de Gortari y en la que Paz colabora de manera entusiasta y protagónica. Ningún acontecimiento ocuparía más espacio en ese hipotético ensayo, sin embargo, que el que estalla en Chiapas el 1o de enero de 1994. No sin razón, los autores de Vuelta observarán de inmediato en esa insurgencia indígena una amenaza a la hegemonía neoliberal que tanto habían hecho por apuntalar.

Mineras extranjeras no hacen aquí lo que quieren, sino lo que decidió Salinas hace tres décadas

martes, marzo 23rd, 2021

Aunque en las últimas semanas el Presidente López Obrador ha hecho énfasis en el tema de la minería y en los abusos que provoca tanto en los derechos laborales como en el medio ambiente, la legislación a esta actividad va lenta y aún beneficia a las grandes empresas.

Ciudad de México, 23 de marzo (SinEmbargo).- En los últimos dos años, la anhelada Ley Minera que por fin ponga a las comunidades y al medio ambiente por encima de las empresas, ha quedado en promesa y la legislación que opera es la que se aprobó en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari mientras fue Presidente de la República (1988-1994), la cual fue elaborada en el marco de la puesta en marcha del otrora Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Desde entonces, y aunque ha sido modificada en diversas ocasiones, el fondo es el mismo: tiene un claro beneficio para las empresas extractivas, acorde a la entrada de la política neoliberal en México.

Las razones para insistir en una nueva Ley van desde la importancia económica que tiene esta actividad, en la que México ocupa el primer lugar en la producción de plata a nivel mundial y en la cual está entre los diez principales productores de 16 diferentes minerales. Pero detrás de esto, esta industria ha generado que México encabece la lista de países con el mayor número de conflictos mineros en América Latina, con un total de 58 casos, de los cuales, 29 pertenecen a proyectos de minas canadienses, de acuerdo con el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina.

La mayoría de estos conflictos están relacionados con despojos de tierras, violaciones laborales de mineros, afectaciones a los recursos naturales de las comunidades e incluso asesinatos. El informe anual de la organización Global Witness reportó 18 homicidios ligados a conflictos socioambientales en México en 2019 y la minería fue señalada como la actividad más letal.

De acuerdo con Beatriz Olivera, Directora de la organización Energía, Género y Ambiente (Engenera), la actual Ley Minera es la que le ha permitido operar a las grandes empresas por sobre los derechos de las comunidades; la definió como “el instrumento que ha legalizado el despojo que han cometido estas empresas”.

En entrevista con SinEmbargo, comentó que actualmente hay una serie de propuestas para reformar: una de ellas prevé la modificación del artículo sexto de la Ley Minera, que les da prioridad a las actividades mineras sobre el territorio —excepto la extracción de hidrocarburos y la generación eléctrica—.

“Esta legislación empezó justo en la plena entrada del Neoliberalismo en la década de los 90 con la firma del TLCAN. En general toda la Ley Minera está compuesta por una serie de artículos para dar privilegios a las empresas mineras, al decir que son empresas de prioridad pública se les otorga la prioridad sobre el territorio y eso es muy grave porque atenta contra derechos de pueblos indígenas y otras actividades como la agricultura y usos ceremoniales en algunas zonas”, aseguró Olivera.

Esto quiere decir que si una empresa minera manifiesta interés en un territorio, por ley tiene preferencia sobre cualquier otro uso o aprovechamiento del terreno.

De acuerdo con Jen Moore, investigadora afiliada al Instituto de Estudios Políticos con sede en Washington, legislar la actividad minera no es un objetivo sencillo, ya que la industria tiene un gran poder económico y protección política.

“Las empresas tienen mucho poder y mucho peso sobre los gobiernos y generalmente tienen una legislación hecha a modo para facilitar la destrucción y el despojo que vemos en donde se realiza esta actividad […] Si se quiere legislar realmente, tanto por los  grandes daños al medio ambiente, al tejido social, al desplazamiento, al despojo y por la violencia, se topa con las mismas cuestiones que se repiten en países como Canadá, que es la captura de gobiernos por las empresas, y un modelo también neoliberal que no da margen para un cambio a fondo”, comentó la investigadora.

Añadió que ese proceso de reforma a la ley no genera mucha esperanza, ya que ha enviado “señales débiles” en cuanto a lo que se pretende, ya que aunque se dice que no habrá más concesiones mineras, “al final no toca el fondo del problema y el alcance de lo que ya está instalado con 20 o 24 mil concesiones en todo el país y grandes conflictos y amenazas a pueblos enteros”.

LA LUCHA CONTRA UN MODELO INTERNACIONAL

El pasado 17 de marzo, el Presidente Andrés Manuel López Obrador pidió al Canciller Marcelo Ebrard Casaubon hacer contacto con el Gobierno de Canadá y exponerle el caso de dos de sus mineras: una que se niega a pagar impuestos y otra que no quiere respetar la Ley laboral.

En su conferencia de prensa, López Obrador advirtió que les cancelará la concesión si pretenden mantenerse en esa posición y les pidió respetar a México como lo hacen con su país; dijo que hay “algunos problemas con las mineras canadienses“, por lo que solicitó una explicación al Gobierno de Canadá.

“Que no se vaya a entender como amenaza, ni siquiera como advertencia, pero si no se respeta la legalidad, el Gobierno puede revocar la concesión a la empresa y no va a faltar otra empresa que quiera, cumpliendo la ley, llevar a cabo los trabajos de explotación minera”, expresó el Presidente.

Una batalla legal contra estas empresas no será tarea fácil y por lo tanto, tampoco lo será una reforma de fondo. De acuerdo con la investigadora Moore, especialista en las luchas de las comunidades afectadas por la minería y organizaciones aliadas en América Latina, Canadá y otras partes del mundo, el sector minero está blindado por una estructura legal e internacional incluidas en el Tratado Transpacífico, en el TLCAN (ahora Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, T-MEC) y en otros de protección de inversiones bilaterales.

“Todos esos convenios brindan un recurso poderoso a las empresas para que cuando empiecen a tocar esas fibras sensibles de sus ganancias e inversiones, ellos pueden recurrir a demandar al país y de hecho lo están haciendo, como este caso de First Majestic que no quiere pagar sus impuestos y ahora recurre a un proceso de arbitraje internacional que podría costar millones de dólares […] Esas estructuras permiten que las empresas abusen de este recurso y que usan también como amenaza para influir sobre los gobiernos en un momento de toma de decisiones y eso es parte del modelo de destrucción y el despojo legalizado”, añadió.

Pero contrario a lo que se piensa de que el comportamiento de las empresas canadienses aplica para los países subdesarrollados, el modelo de protección que instauraron en éstos proviene de Canadá, donde operan de la misma manera. Incluso Moore señaló que son “mitos” promocionados por esa industria y por el mismo Gobierno para “facilitar los intereses”.

Agregó que le resultó sorprendente que el Presidente López Obrador hiciera el llamado a la Embajada de Canadá, cuando son éstas las que operan en los países para cuidar los intereses de las empresas.

“Las leyes en Canadá en el tema de la minería están basadas en un pasado y presente colonial que despoja a los pueblos, en donde los gobiernos están capturados por la industria minera, hay pocas inspecciones de las minas, bajas sanciones y mucha impunidad […] Lo que vemos en Canadá es un escenario altamente favorable para la expansión de la industria que no favorece a los pueblos ni al medio ambiente sino que sigue destruyéndolo y esto que se va exportando y promocionando en todo el mundo pero bajo los mitos, de que lo hacen de una manera mejor en el país”, señaló.

LOS PROYECTOS DE REFORMA EN MÉXICO

Beatriz Olivera mencionó que otro de los artículos que se pueden reformar es el 19, que es con el que se establece que se le pongan límites a la minería y que no se realice en áreas naturales protegidas. El 3 de marzo se aprobó la iniciativa en la Cámara de Diputados y se turnó la semana siguiente a la Comisión de Medio Ambiente en el Senado.

“Todavía no se discute, pero ya está turnado. Esta iniciativa no es la única, pero la ventaja que tiene es que ya fue aprobada en el Pleno del Senado. Hay además otras cuatro iniciativas que fueron presentadas en 2018 y 2019 y que buscan lo mismo, sacar a las mineras de las áreas protegidas. Esas iniciativas están en la congeladora”, añadió Olivera.

Miguel Ángel Mancera Espinosa, Senador integrante de la Comisión de Medio Ambiente en esa cámara, explicó que aunque los proyectos están en congeladora, trae consigo coincidencia en los grupos parlamentarios.

“Viene bastante sustentado y respaldado, porque trae una votación ampliamente mayoritaria este decreto por el que se reforma el Artículo 46 de la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente, en donde entre otras cosas lo que se dice es que en las áreas naturales protegidas no se debe autorizar la actividad de exploración, extracción de hidrocarburos ni actividades destinadas a exploración, explotación o beneficio de minerales”, comentó.

Agregó que esa iniciativa va de la mano con otras que han presentado el Partido Acción Nacional (PAN), Movimiento Ciudadano (MC) y el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que coinciden en restringir el evitar que la actividad de las mineras pueda afectar las áreas naturales protegidas.

“Esta idea se va a consolidar y va a tocar esta Ley que hoy viene ya de la Cámara de Diputados y otras leyes que se están manejando en las diferentes iniciativas como la de Desarrollo Forestal Sustentable y la propia Ley Minera […] La iniciativa debe avanzar y se debe aprobar, hasta ahora así pinta. Esperaría que no hubiera freno, y si eso fuera, que se imponga la votación mayoritariamente si viene con este impulso”, comentó el exjefe de Gobierno capitalino y agregó que habrá que esperara que se le de trámite rápido, porque ya que esté en la Comisión, ésta puede pasar a la discusión y posterior aprobación.

Sin embargo, Jen Moore comentó sobre esto que según la experiencia, es la resistencia de los pueblos la que logra poner frenos a la industria.

“En México hay muchos ejemplos de pueblos que se están defendiendo y aprendiendo de lo que ha sucedido […] se están organizando en momentos más tempranos, apenas cuando las concesiones son otorgadas para blindar sus territorios. Antes de que lleguen las grandes inversiones, es cuando tienen mayor tiempo para educarse y tomar decisiones sobre lo que quieren o no quieren que suceda en sus territorios. Por ahí es donde yo pongo más esperanza, en esos procesos de intercambio y conocimiento previo que pueden tener a través de lo que ya ha sucedido lamentablemente en demasiados pueblos”, explicó.

Líder de diputados de Morena enumera 3 desafíos del 2021: vacunación, conservadurismo y economía

domingo, enero 3rd, 2021

Ciudad de México, 03 enero (SinEmbargo).- Ignacio Mier, líder parlamentario del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en la Cámara de Diputados, alertó que el país tiene tres grandes desafíos para el 2021: vacunación, neoliberalismo conservador y economía.

“Lograr la vacunación universal será un desafío del Gobierno, y en ese sentido, el grupo parlamentario de Morena está convencido que se logrará llegar a la meta (…), a pesar de las resistencias de grupos de poder”, señaló el legislador.

Asimismo, Mier enfatizó que este será un año de definiciones para reafirmar el proyecto de nación que antepone al pueblo y vencer el neoliberalismo conservador.

En cuanto al desafío de la economía exaltó que se tendrán que sentar las bases para administrar leyes que permitan gastar menos y mejorar el presupuesto federal, evitar el despilfarro y actuar en contra de la corrupción.

El morenista exaltó la reducción en la deuda pública por segundo mes consecutivo es una buena señal, a pesar de la pandemia, lo cual, dijo, habla de un buen manejo y el avance del país.

LA ALIANZA SÍ POR MÉXICO

Ignacio Mier criticó la alianza conformada por el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde aseguró sólo se busca el poder por el poder.

“La alianza que han firmado tres partidos de oposición es un camino marcado, donde no importan las ideologías, ni los proyectos políticos, sino sólo se busca el poder por el poder”, enfatizó el también presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo).

Con ello, recalcó que la batalla electoral marcará el rumbo del segundo semestre del año, donde el conservadurismo se aferra a seguir en el poder a como dé lugar.

 

AMLO: Financial Times apostó al neoliberalismo; debería ofrecer disculpas a los mexicanos

lunes, octubre 5th, 2020

En su editorial del domingo, el diario británico afirmó que el Presidente López Obrador “se revela como un populista autoritario”; el mandatario contestó que el Financial Times impulsó el modelo económico neoliberal que ha fracasado.

“En vez de estar cuestionando nuestro proyecto alternativo deberían ofrecer disculpas al pueblo de México y al mundo entero, porque la crisis en México y la crisis en el mundo se produjo, fundamentalmente, por el modelo económico neoliberal”, aseguró el mandatario mexicano.

Ciudad de México, 5 de octubre (SinEmbargo).– Andrés Manuel López Obrador dijo esta mañana que el diario inglés The Financial Times le apostó al neoliberalismo y que debería ofrecer una disculpa a los mexicanos. Lo dijo a propósito de un durísimo artículo publicado en la edición de ayer en el que señala al Presidente mexicano básicamente por todo: le llama populista, dictador (“strong man”); acusa que sus políticas no sirven y que las libertades están en peligro.

“El Financial Times siempre impulsó el modelo económico neoliberal en México y en el mundo y ese modelo ha fracasado. Ellos, en vez de estar cuestionando nuestro proyecto alternativo, en lo económico, en lo social, en lo político, deberían ofrecer disculpas al pueblo de México y al mundo entero, porque la crisis en México y la crisis en el mundo se produjo, fundamentalmente, por el modelo económico neoliberal, por apostar todo a las privatizaciones, por apoyar solo a sectores minoritarios y abandonar al pueblo”, aseguró el mandatario mexicano.

Dijo que la pandemia de la COVID-19 precipitó el fracaso del modelo neoliberal, pero ya estaba “sentido”. “La pandemia lo terminó de destruir”, aseguro.

El Presidente López Obrador arremetió contra The Financial Times y a otros medios “famosos, sin ética” y aseguró que no han hecho la autocrítica, pues deberían reflexionar sobre la falla del modelo económico neoliberal. “Siguen apostando a querer mantener privilegios, a querer mantener la política de saqueo y de corrupción que se impuso en países como el nuestro”, destacó.

El Presidente en una de sus conferencias de prensa matutinas.

El Presidente en una de sus conferencias de prensa matutinas. Foto: Galo Cañas, Cuartoscuro.

“Aunque al New York Times, al Financial Times, el Washington Post y el Wall Street Journal no les guste, vamos a seguir adelante con nuestra política. Desde luego que si no le gusta aquí al Reforma, pues es lo mismo. Yo creo que es hasta mejor el Reforma que el Financial Times“, finalizó.

El diario británico afirmó, en su editorial del domingo, afirma que López Obrador “se revela como un populista autoritario” y destacó que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se convirtió “en la última institución en México en ceder a la voluntad del Presidente”.  El jueves, la Suprema Corte declaró constitucional la consulta popular propuesta por el Presidente para decidir si se enjuicia por corrupción a cinco exmandatarios del país, pero ordenó modificar la pregunta original. Financial Times aseguró que la pregunta la hizo “más vaga y eliminando los nombres de los antiguos líderes”.

El editorial reconoció que “López Obrador fue elegido por mayoría abrumadora en 2018 con el mandato de buscar una transformación. Prometió librar a su país de la corrupción, reducir la alta tasa de asesinatos y reemplazar las políticas tecnocráticas y favorables al mercado con acciones que pongan a los pobres y olvidados en primer lugar. Tales ideas tenían un gran atractivo para los votantes: la política mexicana había sido incorregiblemente venal durante décadas y la violencia de las drogas había marcado grandes áreas”.

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, encabezó el Informe de avances a la comunidad de la región Sierra Alta de Sonora e Inauguración de instalaciones de la Guardia Nacional.

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, encabezó el Informe de avances a la comunidad de la región Sierra Alta de Sonora e Inauguración de instalaciones de la Guardia Nacional. Foto: Presidencia, Cuartoscuro.

Agregó que “una pequeña élite dominaba el país, mientras que el crecimiento económico impulsado por el TLCAN había beneficiado al norte pero había dejado atrás al sur”. Sin embargo, refirió que lo que López Obrador no ganó fue un mandato para desmantelar instituciones y ha concentrado un poder cada vez más grande en sus manos:

“La democracia de México ya era frágil y sus órganos públicos débiles, legado de años de poder presidencial sin trabas y el predominio de un solo partido político. Una auténtica reforma progresista habría otorgado mayor autonomía a los estados y municipios, reducido el poder presidencial y reforzado el estado de derecho. En cambio, el autodenominado líder de la ‘Cuarta transformación’ de México ha concentrado un poder aún mayor en sus propias manos. La mayoría de las decisiones importantes son sólo suyas. Las instituciones que se niegan a ceder a su voluntad son el objetivo”.

El Financial Times enumera también los ataques que han sufrido organismos como el Instituto Nacional Electoral (INE), los periodistas y ambientalistas.

“¿Por qué el señor López Obrador es tan intolerante?”, cuestiona Financial Times y enlista los escasos logros que el Presidente de México ha tenido a lo largo de los dos años de Gobierno:

“Después de casi dos años en el poder, los resultados positivos son escasos, aparte de una modesta reforma de las pensiones. El crecimiento económico se detuvo en su primer año y se pronostica que la recesión de este año en México será la peor de cualquier país importante de América Latina, excepto Argentina. La corrupción y el crimen siguen siendo intolerablemente altos y una respuesta errática al coronavirus ha provocado una de las tasas de mortalidad per cápita más altas del mundo”.

Financial Times coincide en que México se está transformando, “pero no de la manera que López Obrador había prometido” y advierte que “a menos que el Presidente cambie de rumbo rápidamente, la segunda economía más grande de América Latina corre el riesgo de volver a caer en un pasado más pobre, oscuro y represivo, habitado por los caudillos autoritarios que la región esperaba haber dejado atrás”.

Corrupción y neoliberalismo acabaron con la soberanía de México en vacunas, dice El País

miércoles, junio 10th, 2020

Los últimos gobiernos federales en México no mostraron interés por apoyar a Birmex, la empresa estatal productora de vacunas, y hoy el país ve hacia el exterior cuando el planeta enfrenta una pandemia sin precedentes. 

Ciudad de México, 10 de junio (SinEmbargo).– La corrupción y el neoliberalismo acabaron con la soberanía de México en vacunas por eso ahora espera la que combata a la COVID-19 mirando hacia el exterior, señala el diario español El País.

“Con una de las pandemias más brutales que se recuerdan desde la gripe de 1918, la palabra vacuna se ha convertido hoy en el término de la esperanza en todo el mundo. Pero México, como tantas otras naciones, ha ido perdiendo su soberanía en este campo, arrastrando con ello la investigación que se desarrollaba en sus laboratorios y el empleo que se generaba. Ahora la dependencia internacional obliga a competir en un mercado donde ganará el que más dinero ponga sobre la mesa”, señala el periódico en el texto México fue una potencia en vacunas: ahora espera la de la COVID-19 mirando al exterior, firmado por Carmen Morán Breña.

Fernando Ramos, profesor de la facultad de Medicina de la UNAM, explicó a El País que más del 90 por ciento de las vacunas que se aplican en México hoy provienen del sector privado. “Hoy el Birmex, como se denomina a los laboratorios nacionales y de reactivos de México apenas se encarga del tétanos, la difteria y la poliomelitis”, detalla El País.

“La UNAM está trabajando en su vacuna contra la covid-19, pero no es lo mismo hacerlo en un laboratorio para probar en animales que producir para millones de personas”, dijo Ramos al periódico español. Y agrega: “México ya no compite a la cabeza en las vacunas”.

En el texto se señala cómo México fue productor de vacunas, incluso exportador. “En 1943, la Asociación Americana de Pediatría aceptó la vacuna contra la tosferina. México la producía desde 1940. Y a finales de los ochenta exportaba a 15 países sus biológicos”. Pero luego vino la corrupción y el neoliberalismo.

Esta pandemia, sin embargo, ha hecho al mundo reflexionar sobre el desmantelamiento de los sistemas de salud, y México podría tomar otro camino a partir de ahora.

Los últimos gobiernos federales en México no mostraron interés por apoyar a Birmex, la empresa estatal productora de vacunas, dijo a SinEmbargo la virotecnóloga Laura Palomares, quien coordina un equipo de investigación en la UNAM para crear una vacuna contra el coronavirus.

“El abandono [a Birmex] ha sido de parte de las políticas públicas, donde no se ha puesto como una prioridad nacional a la fabricación de vacunas en México, sino como algo secundario”, dijo vía telefónica sobre la compañía estatal fundada el 11 de marzo de 1999. “En las últimas administraciones [la de Vicente Fox Quesada (2000-2006), la de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) y la de Enrique Peña Nieto (2012-2018)] los gobiernos no han mostrado ningún interés en apoyar a Birmex o en respaldar la producción de vacunas ni de farmacéuticos”, afirmó Palomares, quien agregó que la nueva dirección de la Licenciada Laura Velázquez ha mostrado voluntad para reimpulsar la producción.

Su presupuesto aumentó de 2018 a 2019 un 50.53 por ciento a más de 4 mil 112 millones de pesos, y otro 43 por ciento en 2020 a más de 5 mil 900 millones de pesos, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda.

Calderón muestra gráfica de AMLO y afirma que la desigualdad se redujo en periodo neoliberal

domingo, mayo 17th, 2020

“Cómo bien lo demuestra la gráfica del Presidente, la desigualdad en México se redujo en el periodo que él equivocadamente llama ‘neoliberal’. La mayor caída en la desigualdad es entre 1996 y 2010”, escribió el expresidente Felipe Calderón en su cuenta de Twitter.

Ciudad de México, 17 de mayo (SinEmbargo).– Felipe Calderón Hinojosa negó que la desigualdad en México haya crecido en el periodo neoliberal, como el Presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró en su ensayo sobre política económica.

“Cómo bien lo demuestra la gráfica del Presidente, la desigualdad en México se redujo en el periodo que él equivocadamente llama ‘neoliberal’. La mayor caída en la desigualdad es entre 1996 y 2010”, escribió en su cuenta de Twitter.

El Presidente López Obrador presentó el sábado un ensayo sobre la nueva política económica que su Gobierno debe seguir aplicando en el país y cómo profundizarla, a partir de la pandemia de la COVID19 que en México ha dejado hasta ahora más de 5 mil muertos.

Bajo el título: “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”, López Obrador dijo que el texto tiene como eje principal “el dejar de ver a la economía sólo en función del crecimiento económico”.

En el documento, de unas 30 cuartillas y que dedicó a fallecidos y enfermos de coronavirus y a sus familiares, dijo que el modelo neoliberal tiene una falla “y esta derrumbándose, está en crisis porque se aplicó como receta para todo el mundo y no se tomaron en cuenta las realidades de cada país”.

López Obrador aseguró que en la aplicación del modelo neoliberal en mexicano se tomó en cuenta la “gran corrupción” que prevalecía, ni el derroche ni los lujos que se llevaban a cabo desde el mismo Gobierno.

Sin embargo, Felipe Calderón cuestionó los dichos del Presidente al destacar una gráfica del ensayo en donde se muestra que el índice Gini (que mide la desigualdad en los ingresos) va a la baja entre los años 1996 al 2010. Es decir, la desigualdad se redujo en este periodo.

Gráfico sobre desigualdad en México.

Gráfico sobre desigualdad en México. Fuente: Presidencia

El pasado 12 de mayo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) alertó que debido al coronavirus, la pobreza, pobreza extrema y la desigualdad crecerán en todos los países de América Latina y El Caribe, pero los mayores aumentos se darán en México, Nicaragua, Ecuador, Argentina y Brasil.

En el caso de México, la directora de la Cepal, Alicia Bárcena, explicó en conferencia de prensa virtual que las estimaciones del organismo calculan que este 2020 la pobreza extrema aumentará 14.9 por ciento en un escenario bajo, en un escenario medio en 15.9 y un 17.1 en un escenario alto.

Sin embargo, Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva del organismo, consideró que las acciones que ha implementado el Gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador frente a esta pandemia “van por buen camino”.

Memo Arriaga: La pandemia puede hacernos reflexionar sobre “lo más oscuro del neoliberalismo”

jueves, mayo 14th, 2020

El escritor y cineasta mexicano, ganador del Premio Alfaguara 2020 por la novela Salvar el fuego, que se publicó en España y América Latina en marzo y la próxima semana saldrá en español en EU, cree que la pandemia “quizás deje una reflexión sobre los mecanismos del capitalismo”.

Miami, 14 de mayo (EFE).- El escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga cree que la pandemia del coronavirus no va a suponer un antes y un después para la sociedad, pero sí puede hacernos reflexionar sobre “lo más oscuro del neoliberalismo“, según dijo este miércoles a Efe.

“La pandemia no va a cambiar nada. Después de la famosa gripe” española de 1918, vinieron los fabulosos 20 y la gente se puso a gastar todo el dinero que pudo, Después llegó la crisis (la depresión de 1929)”, señaló.

Arriaga, ganador del Premio Alfaguara 2020 por la novela Salvar el fuego, que se publicó en España y América Latina en marzo y la próxima semana saldrá en español en EU, cree que la pandemia “quizás” deje una “reflexión sobre los mecanismos del capitalismo“.

El COVID-19 ha “desnudado por completo lo más oscuro del neoliberalismo”, que son “esas masas de personas sin igualdad ni oportunidades”, que incluso no pueden ni “guardarse en casa” para cuidarse del contagio, dijo en una videoconferencia desde su casa en Ciudad de México.

Arriaga ha dejado en pausa una novela que ya tenía empezada para dedicarse con “rigor y disciplina” a promocionar “Salvar el fuego”, que está en el número uno de la lista de venta de libros en México.

Señaló que ya ha recibido una oferta para traducir la novela al inglés, algo que no será fácil, aunque cree que si las obras de James Joyce se han podido traducir al español, todo es posible.

Según dijo, México tiene “muchos más matices” que “el miedo y la rabia”, pero esa visión en “blanco y negro” de uno de los personajes de “Salvar el fuego” ayuda a entender un país “muy complejo”.

La novela cuenta la “colisión a través del amor” que se produce entre Marina, una coreógrafa reconocida que pertenece al grupo de los que tienen “miedo” de perder lo que poseen, y José Cuauhtémoc, un asesino que está entre los que sienten “rabia” por lo que se les ha privado de tener.

Arriaga ha inventado “muchísimas” palabras, entre ellas “atipulado”, “banquita” o “tinquineo”, para ponerlas en boca de José Cuauhtémoc, un “malandro” que conoce a los clásicos y habla varios idiomas, pero se expresa en “slang”, una jerga que castellaniza el inglés.

Con la invención de palabras, Arriaga imita lo que se hace en los pueblos cuando no se encuentra la palabra y sigue las enseñanzas de su admirado Pío Baroja, el escritor español de la generación del 98 que decía que había que “estrujar” el lenguaje para dar con el término correcto.

Escritor antes que cineasta, Arriaga publicó su primera novela, Escuadrón guillotina, en 1991, pero su primera película como director, The Burning Plain, no se estrenó hasta 2008.

Entre medias ha sido guionista de filmes como Amores perros, Babel, 21 gramos y Los tres entierros de Melquiades Estrada, y también productor cinematográfico.

Todavía no hay ofertas para llevar al cine Salvar el fuego. Él lo ve complicado, pues es una novela en la que “lo más importante es lo que pasa dentro de los personajes”.

En su trayectoria siempre ha ido de la literatura al cine y no al revés. “Hay muy poca influencia del cine en mis novelas”, subrayó.

El neoliberalismo ha muerto (el coronavirus le dio la estocada final). Viva… ¿qué? ¿Qué se viene?

miércoles, abril 29th, 2020

“Desde luego vamos a tener problemas por la caída de la economía mundial por el coronavirus y también, fundamentalmente, por la crisis del modelo neoliberal en el mundo”, admitió el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. esta mañana en conferencia de prensa. Repitió que la COVID-19 precipitó la crisis, sin embargo, subrayó que lo que estaba mal desde el inicio era el modelo que se creó para beneficiar a una minoría a costa del sufrimiento de la mayor parte de la población mundial. “Eso es lo que está haciendo crisis, ya hizo agua”, puntualizó.

“Le digo a la gente que tengan confianza. Estamos trabajando para enfrentar la crisis de la pandemia, la crisis sanitaria y la crisis del modelo económico neoliberal, porque también de eso se tiene que hablar”, dijo desde Palacio Nacional. También pidió que se discutiera el daño que este modelo ha hecho a México y al mundo, así como la corrupción.

Ayer, el Presidente criticó el modelo de rescate del pasado, que se enfocaba en los ricos y olvidaba a los pobres. Puso como ejemplo el Fobaproa, un paquete de ayuda destinado a los empresarios más ricos y que después se convirtió en deuda pública que pagan los mexicanos –entre ellos los más de 50 millones de pobres– hasta la fecha. “Decían, para no darle nada a los de abajo, para no darle nada a los pobres: ‘En vez de darle un pescado, enséñale a pescar’. Esa era la frase célebre. ¡Si no hay río! Como si el Estado no tuviera obligación”, dijo. La frase era usada por el ex Presidente Vicente Fox con regularidad.

Por  Jeremy Lent

Ciudad de México, 29 de abril (OpenDemocracy).– Sea lo que sea que estés pensando sobre los impactos a largo plazo de la epidemia de coronavirus, probablemente no estés pensando lo suficiente.

Nuestras vidas ya han sido reformadas tan dramáticamente en las últimas semanas que es difícil ver más allá del próximo ciclo de noticias. Nos preparamos para la recesión que todos sabemos que está aquí, preguntándonos cuánto tiempo durará el encierro, y rezando para que nuestros seres queridos sobrevivan.

Pero, de la misma manera que la COVID-19 se está extendiendo a un ritmo exponencial, también necesitamos pensar exponencialmente sobre su impacto a largo plazo en nuestra cultura y sociedad. Dentro de uno o dos años, el virus mismo probablemente se habrá convertido en una parte manejable de nuestras vidas; habrán surgido tratamientos eficaces; habrá una vacuna disponible. Pero el impacto del coronavirus en nuestra civilización global apenas se estará desarrollando. Los trastornos masivos que ya estamos viendo en nuestras vidas son sólo los primeros heraldos de una transformación histórica en las normas políticas y sociales.

Si la COVID-19 se estaba extendiendo a través de un mundo estable y resistente, su impacto podría ser abrupto pero contenido. Los líderes se consultarían entre sí; las economías se perturbarían temporalmente; la gente se las arreglaría por un tiempo con el cambio de circunstancias y luego, después de la conmoción, esperaría con interés el regreso a la normalidad.

Trabajadores del banco de alimentos Together Omaha cargan suministros alimentarios en un vehículo en Omaha, Nebraska, el jueves, 23 de abril del 2020.

Trabajadores del banco de alimentos Together Omaha cargan suministros alimentarios en un vehículo en Omaha, Nebraska, el jueves, 23 de abril del 2020. La pandemia de coronavirus ha vapuleado la economía mundial a una velocidad sin precedentes, cerrando negocios y dejando a millones sin trabajo. Foto: Nati Harnik, AP

Sin embargo, ese no es el mundo en el que vivimos. En cambio, este coronavirus está revelando las fallas estructurales de un sistema que se ha autoengañado durante décadas a medida que han ido empeorando tenazmente. Las desigualdades económicas, la destrucción ecológica desenfrenada y la corrupción política generalizada son el resultado de sistemas desequilibrados que dependen unos de otros para mantenerse en situación precaria. Ahora, a medida que un sistema se desestabiliza, se espera que otros caigan en tándem en una cascada conocida por los investigadores como “fallo sincrónico”.

Los primeros signos de esta desestabilización estructural están empezando a aparecer. Nuestra economía globalizada depende de una cadena justo a tiempo para una producción híper-eficiente. A medida que las cadenas de suministro se interrumpen por el cierre de fábricas y el cierre de fronteras, la escasez de artículos domésticos, medicamentos y alimentos comenzará a aparecer, lo que llevará a rondas de compras por pánico que sólo exacerbarán la situación. La economía mundial está entrando en un declive tan pronunciado que podría superar la gravedad de la Gran Depresión.

Es probable que el sistema político internacional -ya contra las cuerdas con la xenofobia de “America First” de Trump y el fiasco de Brexit- se deshaga todavía más, al mismo tiempo que la influencia mundial de los tanques de los Estados Unidos mientras que el poder de China se fortalezca. Mientras tanto, el Sur Global, donde la COVID-19 apenas comienza a hacerse sentir, podría enfrentarse a una perturbación a una escala mucho mayor que la del Norte Global, que es más próspero.

LA VENTANA OVERTON

En tiempos normales, de todas las formas posibles de organizar la sociedad, sólo hay una gama limitada de ideas consideradas aceptables para el debate político general, lo que se conoce como la ventana de Overton. La COVID-19 ha abierto de par en par la ventana de los Overton. En sólo unas pocas semanas, hemos visto discutir seriamente ideas políticas y económicas que anteriormente habían sido descartadas como extravagantes o totalmente inaceptables: ingreso básico universal, intervención del Gobierno para alojar a los desamparados y vigilancia estatal de la actividad individual, por nombrar sólo algunas. Pero recuerden que esto es sólo el comienzo de un proceso que se expandirá exponencialmente en los meses siguientes.

Una crisis como la pandemia de coronavirus tiene una forma de amplificar y acelerar masivamente los cambios que ya estaban en marcha: cambios que podrían haber tomado décadas pueden ocurrir en semanas. Como un crisol, tiene el potencial de fundir las estructuras que existen actualmente, y reformarlas, quizás de forma irreconocible.

En esta foto de archivo del 17 de abril de 2020, una persona avanza en una fila para recibir alimentos en Filadelfia.

En esta foto de archivo del 17 de abril de 2020, una persona avanza en una fila para recibir alimentos en Filadelfia. Foto: Matt Rourke, File, AP

¿Cómo podría ser la nueva forma de la sociedad? ¿Cuál será el centro de atención de la ventana de Overton cuando comience a cerrarse de nuevo?

EL EJEMPLO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Estamos entrando en un territorio inexplorado, pero para tener una idea de la escala de transformación que debemos considerar, resulta útil mirar hacia atrás a la última vez que el mundo sufrió un espasmo de cambio equivalente: la Segunda Guerra Mundial.

El mundo de la preguerra estaba dominado por las potencias coloniales europeas que luchaban por mantener sus imperios. La democracia liberal estaba en declive, mientras que el fascismo y el comunismo ascendían, peleando entre sí por la supremacía. La desaparición de la Sociedad de las Naciones parecía haber demostrado la imposibilidad de la cooperación global multinacional. Antes de Pearl Harbor, los Estados Unidos mantenían una política aislacionista, y en los primeros años de la guerra mucha gente creía que era sólo cuestión de tiempo antes de que Hitler y las potencias del Eje invadieran Gran Bretaña y tomaran el control total de Europa.

En pocos años, el mundo era apenas reconocible. Mientras el Imperio Británico se desmoronaba, la geopolítica estaba dominada por la Guerra Fría que dividió al mundo en dos bloques políticos bajo la constante amenaza del Armagedón nuclear. La Europa socialdemócrata formó una unión económica que nadie hubiera imaginado posible anteriormente. Mientras tanto, los EU y sus aliados establecieron un sistema de comercio globalizado, con instituciones como el FMI y el Banco Mundial estableciendo los términos de cómo podría participar el “mundo en desarrollo”. El escenario estaba preparado para la “Gran Aceleración”: de lejos el mayor y más rápido aumento de la actividad humana de la historia en un gran número de dimensiones, incluyendo la población mundial, el comercio, los viajes, la producción y el consumo.

Si los cambios que estamos a punto de experimentar son de una escala similar a estos, ¿cómo podría un futuro historiador resumir el mundo “pre-coronavirus” que está a punto de desaparecer?

LA ERA NEOLIBERAL

Meseros de un restaurante que sólo tiene servicio de comida para llevar, esperan por clientes en la Ciudad de México, el lunes 6 de abril de 2020.

Meseros de un restaurante que sólo tiene servicio de comida para llevar, esperan por clientes en la Ciudad de México, el lunes 6 de abril de 2020. Foto: Fernando Llano, AP

Es muy posible que a esto lo llamen la Era Neoliberal. Hasta los años 70, el mundo de la posguerra en Occidente se caracterizó por un difícil equilibrio entre el Gobierno y la empresa privada. Sin embargo, tras la “crisis del petróleo” y la estanflación de ese periodo -que en su momento representó el mayor trastorno del mundo de la posguerra – una nueva ideología, el neoliberalismo de libre mercado adquirió protagonismo en la ventana de Overton.

El sistema de valores del neoliberalismo, que desde entonces se ha afianzado en el discurso de la corriente global principal, sostiene que los humanos son individualistas, egoístas, calculadores materialistas y, debido a esto, el capitalismo de libre mercado desenfrenado proporciona el mejor marco para todo tipo de esfuerzo humano.

A través de su control del Gobierno, las finanzas, los negocios y los medios de comunicación, los adherentes neoliberales han logrado transformar el mundo en un sistema globalizado basado en el mercado, relajando los controles regulatorios, debilitando las redes de seguridad social, reduciendo los impuestos y, virtualmente, demoliendo el poder del trabajo organizado.

El triunfo del neoliberalismo ha llevado a la mayor desigualdad de la historia, donde (según las estadísticas más recientes) las veintiséis personas más ricas del mundo poseen tanta riqueza como la mitad de la población mundial. Ha permitido que las mayores empresas transnacionales establezcan un dominio sobre otras formas de organización, con el resultado de que, de las cien economías más grandes del mundo, sesenta y nueve son empresas.

La búsqueda incesante de beneficios y crecimiento económico por encima de todo lo demás ha impulsado a la civilización humana a una trayectoria apocalíptica. La crisis climática incontrolada es el peligro más evidente: Las políticas actuales del mundo nos llevan a un aumento de más de 3° para finales de este siglo, y los científicos del clima publican terribles advertencias de que la multiplicación de las crisis podría empeorar las cosas incluso más de lo que está previsto, poniendo así en peligro la propia continuidad de nuestra civilización.

Pero incluso si la crisis climática se controlara de alguna manera, la continuación del crecimiento económico sin freno en las décadas futuras nos enfrentará a una serie de nuevas amenazas existenciales. Actualmente, nuestra civilización funciona a un 40 por ciento por encima de su capacidad sostenible. Estamos agotando rápidamente los bosques de la Tierra, los animales, los insectos, los peces, el agua dulce, incluso la capa superior del suelo que necesitamos para cultivar. Ya hemos transgredido tres de las nueve fronteras planetarias que definen el espacio operativo seguro de la humanidad y, sin embargo, se espera que el PIB mundial se duplique con creces para mediados de siglo, con consecuencias potencialmente irreversibles y devastadoras.

Foto de un edificio en construcción en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, el 15 de abril del 2020.

Foto de un edificio en construcción en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, el 15 de abril del 2020. Foto: Jon Gambrell, AP

En 2017 más de quince mil científicos de 184 países emitieron una calamitosa advertencia a la humanidad de que el tiempo se está acabando: “Pronto será demasiado tarde”, escribieron, “para cambiar el curso de nuestra fallida trayectoria”. Se hace eco de ellas la declaración aprobada por la dirección del Panel Internacional sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), patrocinado por las Naciones Unidas, de que para evitar el desastre necesitamos “cambios rápidos, de gran alcance y sin precedentes, en todos los aspectos de la sociedad”.

Sin embargo, en el clamor por el crecimiento económico, estas advertencias hasta ahora no han sido escuchadas. ¿Cambiará algo el impacto del coronavirus?

FORTALEZA TIERRA

Existe el grave riesgo de que, en lugar de cambiar el rumbo de nuestra fallida trayectoria, el mundo posterior a la COVID-19 sea un mundo en el que las mismas fuerzas que actualmente impulsan nuestra carrera hacia el precipicio afiancen aún más su poder y pisoteen el acelerador directamente hacia la catástrofe global.

China ha flexibilizado sus leyes ambientales para impulsar la producción mientras intenta recuperarse de su brote inicial de coronavirus, y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (de nombre anacrónico) aprovechó inmediatamente la crisis para suspender la aplicación de sus leyes, permitiendo que las empresas contaminen todo lo que quieran siempre que puedan demostrar alguna relación con la pandemia.

A mayor escala, los líderes ávidos de poder de todo el mundo están aprovechando inmediatamente la crisis para tomar medidas drásticas contra las libertades individuales y hacer que sus países avancen rápidamente hacia el autoritarismo.

El Presidente de Hungría, Viktor Orban, liquidó oficialmente la democracia en su país, aprobando un proyecto de ley que le permite gobernar por decreto, con penas de cinco años de prisión para aquellos que determine que están difundiendo información “falsa”. El Primer Ministro de Israel, Netanyahu, cerró los tribunales de su país a tiempo para evitar su propio juicio por corrupción. En los Estados Unidos, el Departamento de Justicia incluso presentó una solicitud para permitir la suspensión de los procedimientos judiciales en casos de emergencia, y hay muchos que temen que Trump aproveche la agitación para instaurar la ley marcial e intente comprometer la elección noviembre.

Incluso en los países que evitan una toma de poder autoritaria, el aumento de la vigilancia de alta tecnología que se está produciendo en todo el mundo está socavando rápidamente los derechos de privacidad que antes eran sacrosantos. Israel aprobó un decreto de emergencia para seguir el ejemplo de China, Taiwán y Corea del Sur en el uso de lecturas de localización de teléfonos inteligentes para rastrear los contactos de personas que dieron positivo en las pruebas de coronavirus.

Los operadores de telefonía móvil europeos están compartiendo los datos de los usuarios (hasta ahora anónimos) con los organismos gubernamentales. Como señaló Yuval Harari, en el mundo pos-coronavirus, estas medidas de emergencia a corto plazo pueden “convertirse en un apéndice de la vida”.

Si estas y otras tendencias emergentes continúan sin control, podríamos dirigirnos rápidamente a un sombrío escenario de lo que podría llamarse “Fortaleza Tierra”, con bloques de poder arraigados que eliminan muchas de las libertades y derechos que han labrado los cimientos del mundo de la posguerra. Podríamos estar viendo estados todopoderosos supervisando las economías dominadas aún más por los pocos gigantes corporativos (piense en Amazon, en Facebook) que pueden monetizar la crisis para obtener mayores ganancias para sus accionistas.

El abismo entre los que tienen y los que no tienen puede ser aún más bestial, especialmente si los tratamientos para el virus están disponibles, pero a un precio fuera del alcance de algunas personas. Los países del Sur, que ya se enfrentan a la perspectiva de un desastre debido al colapso climático, pueden enfrentarse a un colapso si el coronavirus se extiende por toda su población mientras una depresión mundial les priva de fondos para mantener incluso las infraestructuras mínimas.

Las fronteras pueden convertirse en zonas militarizadas, cortando el libre flujo de paso. La desconfianza y el miedo, que ya ha mostrado su cara horrible en los desalojos de médicos a causa del pánico en la India y en la compra de armas automáticas en los Estados Unidos, podrían hacerse endémicos.

SOCIEDADES TRANSFORMADAS

Pero no tiene por qué resultar así. En los primeros días de la Segunda Guerra Mundial, las cosas parecían aún más oscuras, pero surgió una dinámica subyacente que alteró fundamentalmente la trayectoria de la historia.

A menudo, fue la propia tenebrosidad de los desastres lo que catalizó que fuerzas positivas surgieran como reacción, y predominaran. El ataque japonés a Pearl Harbor -el día “que vivirá en la infamia”- fue el momento en que se modificó el equilibrio de poder de la Segunda Guerra Mundial.

La angustia colectiva en respuesta a la devastación de la guerra global llevó a la fundación de las Naciones Unidas. La grotesca atrocidad del holocausto de Hitler llevó al reconocimiento internacional del crimen de genocidio y a la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

¿Podría ser que el crisol de coronavirus lleve a un colapso de las normas neoliberales que finalmente remodele las estructuras dominantes de nuestra civilización global? ¿Podría una reacción colectiva masiva a los excesos del exceso autoritario conducir a un renacimiento de los valores humanitarios?

Ya estamos viendo signos en este sentido. Mientras que la ventana de los Overton está permitiendo que la vigilancia y las prácticas autoritarias entren por un lado, también se está abriendo a nuevas realidades y posibilidades políticas por el otro lado. Echemos un vistazo a algunas de ellas.

Una sociedad más justa. El fantasma de los despidos masivos y el desempleo ya ha llevado a niveles de intervención estatal para proteger a los ciudadanos y las empresas que antes eran impensables.

Dinamarca planea pagar el 75 por ciento de los salarios de los empleados de las empresas privadas afectadas por los efectos de la epidemia, para mantenerlos a ellos y a sus negocios solventes.

El Reino Unido ha anunciado un plan similar para cubrir el 80 por ciento de los salarios. California está alquilando hoteles para albergar a personas sin hogar que de otra manera permanecerían en las calles, y ha autorizado a los gobiernos locales a detener los desalojos de inquilinos y propietarios de viviendas.

El estado de Nueva York está liberando de sus cárceles a los prisioneros de bajo riesgo. España está nacionalizando sus hospitales privados. El Green New Deal, que ya fue respaldado por los principales candidatos presidenciales demócratas, se está debatiendo ahora como el pilar de un programa de recuperación económica. La idea de un ingreso básico universal para todos los americanos, planteada audazmente por el candidato demócrata Andrew Yang, se ha convertido en un tema de conversación incluso para los políticos republicanos.

Estabilización ecológica. El coronavirus ya ha sido más eficaz en la reducción del colapso climático y ecológico que todas las iniciativas políticas del mundo combinadas. En febrero, las emisiones de CO2 de China se redujeron en más de un 25 por ciento. Un científico calculó que la reducción de la contaminación atmosférica ha salvado veinte veces más vidas chinas que las perdidas directamente por el coronavirus.

Durante el próximo año, es probable que veamos una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mayor que la prevista por los modelistas más optimistas, como resultado de la disminución de la actividad económica. Como el filósofo francés Bruno Latour tuiteó: “La próxima vez, cuando los ecologistas sean ridiculizados porque ‘la economía no puede ser frenada’, deberán recordar que puede pararse en cuestión de semanas en todo el mundo cuando resulte ser lo suficientemente urgente”.

Por supuesto, nadie propondría que la actividad económica se interrumpiera de esta manera catastrófica en respuesta a la crisis climática. Sin embargo, la respuesta de emergencia iniciada tan rápidamente por los gobiernos de todo el mundo ha demostrado lo que es realmente posible cuando la gente se enfrenta a lo que reconoce como una crisis. Como resultado del activismo climático, mil 500 municipios de todo el mundo, que representan más del 10 por ciento de la población mundial, declararon oficialmente una emergencia climática.

La respuesta a la COVID-19 puede ahora ser presentada como un icono de lo que es realmente posible cuando la vida de las personas está en juego. En el caso del clima, lo que está en juego es aún mayor: la futura supervivencia de nuestra civilización. Ahora sabemos que el mundo puede responder según sea necesario, una vez que la voluntad política esté comprometida y las sociedades entren en modo de emergencia.

El auge de la “glocalización”. Una de las características definitorias de la era neoliberal ha sido una globalización corrosiva, basada en las normas del libre mercado. Las empresas transnacionales han dictado condiciones a los países para elegir dónde ubicar sus operaciones, llevando a las naciones a competir entre sí para reducir las protecciones de los trabajadores en una “carrera hacia abajo”.

El uso de combustibles fósiles baratos ha causado un mal uso de los recursos, ya que los productos se transportan en avión por todo el mundo para satisfacer la demanda de los consumidores alimentada por la publicidad manipuladora. Esta globalización de los mercados ha sido una de las principales causas del aumento masivo del consumo en la era neoliberal que amenaza el futuro de la civilización. Mientras tanto, las masas de personas desafectas por la creciente desigualdad han sido persuadidas por los populistas de derecha para que dirijan su frustración hacia grupos marginales como los inmigrantes o las minorías étnicas.

Los efectos de la COVID-19 podrían llevar a una inversión de estas normas neoliberales. A medida que las líneas de suministro se quiebran, las comunidades buscarán a los productores locales y regionales para sus necesidades diarias. Cuando un aparato de consumo se rompe, la gente tratará de repararlo, en lugar de comprar uno nuevo. Los trabajadores, recién desempleados, pueden recurrir cada vez más a empleos locales en empresas más pequeñas que sirven directamente a su comunidad.

Al mismo tiempo, la gente se acostumbrará cada vez más a conectarse con otros a través de video reuniones por Internet, donde alguien al otro lado del mundo se siente tan cercano como alguien al otro lado de la ciudad. Esta podría ser una característica definitoria de la nueva era. Mientras la producción se hace local, incluso podemos llegar a ver un aumento dramático en la globalización de nuevas ideas y formas de pensar, un fenómeno conocido como “glocalización”.

Los científicos ya están colaborando en todo el mundo en un esfuerzo colectivo sin precedentes para encontrar una vacuna; y una biblioteca de alcance mundial está ofreciendo un “Manual Técnico del Coronavirus” para recopilar y distribuir las mejores ideas para responder a la pandemia.

Comunidad compasiva. El libro de Rebecca Solnit de 2009, A Paradise Built in Hell, documenta cómo, en contra de la creencia popular, los desastres a menudo sacan lo mejor de las personas, ya que alcanzan y ayudan a los necesitados a su alrededor. Después de la COVID-19, el mundo entero se tambalea por un desastre que nos afecta a todos.

La respuesta compasiva que Solnit observó en las zonas de desastre se ha extendido ahora por todo el planeta con una velocidad equivalente a la del propio virus. Se están formando grupos de ayuda mutua en comunidades de todo el mundo para ayudar a los necesitados. El sitio web Karunavirus (Karuna es una palabra sánscrita que significa compasión) documenta un sinfín de actos cotidianos de heroísmo, como los 30 mil canadienses que han empezado a “cuidadores”, y los restaurantes para familias de Detroit obligados a cerrar ahora preparan comidas para los sin techo.

Ante el desastre, muchas personas están redescubriendo que son mucho más fuertes como comunidad que como individuos aislados. La expresión “distanciamiento social” se está reconvirtiendo útilmente en “distanciamiento físico”, ya que la COVID-19 está acercando a las personas más solidariamente que nunca.

UNA REVOLUCIÓN EN LOS VALORES

Este redescubrimiento del valor de la comunidad tiene el potencial de ser el factor más importante de todos en la configuración de la trayectoria de la próxima era. Las nuevas ideas y posibilidades políticas son de importancia crítica, pero en última instancia una era se define por sus valores subyacentes, sobre los cuales se construye todo lo demás.

La era neoliberal se construyó sobre el mito del individuo egoísta como fundamento de los valores. Como declaró Margaret Thatcher, “No existe la sociedad. Hay hombres y mujeres individuales y hay familias.” Esta creencia en el individuo egoísta no sólo ha sido destructiva para la comunidad, sino que está totalmente equivocada. De hecho, desde una perspectiva evolutiva, una característica definitoria de la humanidad es nuestro conjunto de impulsos pro-sociales -justicia, altruismo y compasión- que hacen que nos identifiquemos con algo más grande que nuestras propias necesidades individuales. Las respuestas compasivas que han surgido a raíz de la pandemia son alentadoras pero no son sorprendentes: son la respuesta humana esperada y natural a otros necesitados.

Una vez que el crisol de coronavirus comience a enfriarse, y un nuevo orden sociopolítico emerja, la absoluta emergencia de colapso climático y ecológico seguirá cerniéndose sobre nosotros.

La era neoliberal ha puesto el rumbo de la civilización directamente hacia un precipicio. Si realmente queremos “cambiar el curso de nuestra fallida trayectoria”, la nueva era debe ser definida, en su nivel más profundo, no sólo por las elecciones políticas o económicas que se están haciendo, sino por una revolución en los valores.

Debe ser una era en la que los valores humanos fundamentales de justicia, ayuda mutua y compasión sean primordiales, que se extiendan más allá del vecindario local al Gobierno estatal y nacional, a la comunidad mundial de seres humanos y, en última instancia, a la comunidad de toda la vida. Si podemos cambiar la base de nuestra civilización global desde una que afirma la riqueza a una que afirma la vida, entonces tenemos la oportunidad de crear un futuro floreciente para la humanidad y la Tierra viva.

En este sentido, el desastre de la COVID-19 representa una oportunidad para la raza humana, en la que cada uno de nosotros tiene un papel significativo que desempeñar. Todos estamos dentro del crisol ahora mismo, y las elecciones que hagamos en las semanas y meses venideros determinarán, colectivamente, la forma y las características definitorias de la próxima era.

Por muy en grande que pensemos en los efectos futuros de esta pandemia, podemos pensar más en grande todavía. Como se ha dicho en otros escenarios, pero nunca más a cuento: “Una crisis es algo demasiado poderoso como para desperdiciarlo”.

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AMLO dice que esta crisis “es la oportunidad de demostrar que el neoliberalismo es un fracaso”

martes, abril 28th, 2020

Desde Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador afirmó que “es la oportunidad de demostrar que el modelo neoliberal es antipopular, entreguista, fracasado, ineficiente. Un modelo que produce miseria pública, que produce violencia, que altera la paz, la tranquilidad. Eso estamos haciendo a un lado”.

Ciudad de México, 28 de abril (SinEmbargo).– El Presidente Andrés Manuel López Obrador criticó esta mañana el modelo de rescate del pasado, que se enfocaba en los ricos y olvidaba a los pobres. Puso como ejemplo el Fobaproa, un paquete de ayuda destinado a los empresarios más ricos y que después se convirtió en deuda pública que pagan los mexicanos –entre ellos los más de 50 millones de pobres– hasta la fecha.

“Decían, para no darle nada a los de abajo, para no darle nada a los pobres: ‘En vez de darle un pescado, enséñale a pescar’. Esa era la frase célebre. ¡Si no hay río! Como si el Estado no tuviera obligación”, dijo. La frase era usada por el ex Presidente Vicente Fox con regularidad.

En su conferencia de prensa matutina, el mandatario aseguró que en el periodo neoliberal se quiso diluir al Estado, pero nada más venía una crisis, “de las muchas” del neoliberalismo, entonces sí, los más ricos recurrían al Estado para que los rescatara.

“Nosotros no vamos a endeudar al país. Estamos aplicando una política de austeridad. Se está apretando el cinturón el Gobierno. También esa es una diferencia importantísima: cada vez que había una crisis, como les pedían en el extranjero, había que aumentar el precio de las gasolina, de la luz; que había que bajar los salarios. No hay que olvidar que en el tiempo del periodo neoliberal el salario mínimo perdió 70 por ciento de su capacidad de compra. Porque los aumentos se daban por debajo dela inflación”, señaló.

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“Todo eso eran recomendaciones para el extranjero. Y no sólo para México, para todos los países. ¿Y qué decían? Ni modo, tenemos todos que apretarnos el cinturón. Le pedían al pueblo que se apretara el cinturón. Ahora es el Gobierno el que se aprieta el cinturón y sobre todo, no permitir la corrupción y que haya justicia”, comentó López Obrador.

“Es la oportunidad de demostrar que el modelo neoliberal es antipopular, entreguista, fracasado, ineficiente. Un modelo que produce miseria pública, que produce violencia, que altera la paz, la tranquilidad. Eso estamos haciendo a un lado”, subrayó.

Desde Palacio Nacional, el Jefe del Ejecutivo federal bautizó este martes su controvertido plan contra la crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus como “bienestar a la mexicana”.

“Esto es bienestar a la mexicana. No tiene nada que ver con el liberalismo”, arrancó así su explicación, aferrado a tres puntales -la rapidez, la honestidad, y la justicia- para que este “nuevo modelo” basado en el “consumo popular” funcione.

El Presidente, que defiende como medida central de recuperación el reparto de tres millones de microcréditos de unos mil dólares, explicó que en su plan la “rapidez” para hacer fluir los préstamos es fundamental.

“Eficiencia. Rapidez. Ser expeditos, sin tanto trámite, sin tanto papeleo, sin garantías, a la palabra”, resumió su proceso de préstamo, porque si no pasa “como decía Keynes, que ya cuando llegue el dinero vamos a estar todos muertos”.

El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

López Obrador repitió que uno de sus objetivos es que haya “una separación clara entre poder económico y poder político”, algo que le recomendó un migrante en un mitin de su campaña presidencial. Foto: Gobierno de México

López Obrador dijo que hasta el momento su Gobierno ha aprobado 300 mil de estos créditos a trabajadores y a pequeños empresarios, y que dentro de 15 días se habrán entregado ya entre 300 mil y 400 mil.

El segundo puntal del “bienestar a la mexicana” es la honestidad y que no haya corrupción, un dogma que el mandatario aplica en todas sus actuaciones desde su toma de posesión en diciembre de 2018.

“Cuando se agravaba la crisis se daban los famosos rescates”, aludió como muestra de corrupción, algo que no volverá a ocurrir porque es una “inmoralidad convertir deuda privada de unos cuantos a deuda pública”.

“¿Cómo vamos nada más a representar a un gremio si el Gobierno es de todos? ¿Por qué rescate?”, lanzó López Obrador en una velada referencia a los grandes empresarios.

Por último, el Presidente mexicano resaltó la importancia de la justicia en la estrategia de recuperación, que tenga en cuenta “a ricos y a pobres, a los que viven en el campo, a los que viven en la ciudad, a los creyentes y no creyentes”, algo que no hay que confundir con el “populismo o paternalismo”.

López Obrador repitió que uno de sus objetivos es que haya “una separación clara entre poder económico y poder político”, algo que le recomendó un migrante en un mitin de su campaña presidencial.

Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.

López Obrador dijo que hasta el momento su Gobierno ha aprobado 300 mil de estos créditos a trabajadores y a pequeños empresarios, y que dentro de 15 días se habrán entregado ya entre 300 mil y 400 mil. Foto: Gobierno de México

“Sobre esas bases elaboramos ya nuestro plan para enfrentar la crisis sanitaria, para enfrentar la crisis del modelo neoliberal mundial. Con un plan distinto, que va a proteger a la mayoría de los mexicanos. Sobre todo a los más necesitados, a los más pobres”, resumió.

La economía mexicana se contrajo un 0.1 por ciento en 2019 y según organismos internacionales se contraerá alrededor de un 6.5 por ciento este año, pese a lo que López Obrador defiende una política pública de austeridad, como demostró con un último recorte del gasto gubernamental para ahorrar 23 mil millones de dólares.

-Con información de EFE

La lección del COVID-19 a México es que debe frenar la chatarra ya, dicen especialistas en salud

martes, abril 28th, 2020

Aunque los cambios al entorno alimentario en México han recibido una fuerte resistencia de parte de la industria alimentaria, especialistas recomiendan distintas políticas, incluyendo impuestos y subsidios, que limiten el acceso a la comida ultraprocesada, principalmente entre niñas y niños.

CUARTA ENTREGA DE UNA SERIE | VER: Primera parte | VER: Segunda parte | VER: Tercera parte

Ciudad de México, 28 de abril (SinEmbargo).– Activistas, científicos y organismos internacionales han advertido durante décadas sobre el avance y gravedad de la obesidad en México, causadas en buena medida por la falta de políticas integrales que mejoren el panorama alimentario del país y su consecuente mala alimentación. Sin embargo, la letalidad del COVID-19 entre personas con enfermedades crónicas reaviva el debate y vuelve urgentes las acciones para atender el problema, coinciden especialistas de distintos sectores.

“Este es un momento en el que tenemos que reflexionar sobre la seriedad que se le tiene que dar a resolver las enfermedades crónicas, porque hay muchas cosas que ya sabemos que podemos hacer”, dijo Simón Barquera, experto en alimentación y director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). 

La clave en la letalidad de esta pandemia entre las personas que padecen obesidad es la inflamación crónica que genera esta condición en el cuerpo, que puede afectar el sistema inmune y la función pulmonar, ambos fundamentales en la lucha contra el COVID-19, expone un resumen de la investigación médica difundido por la Alianza por la Salud Alimentaria.

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La inflamación, que normalmente funciona como mecanismo de defensa del organismo para evitar daños en tejidos ante amenazas biológicas o físicas, en las personas con obesidad y enfermedades crónicas se convierte en una condición constante que genera una hiperactividad en las células del sistema inmune, lo cual daña a las defensas naturales del cuerpo y le impide defenderse efectivamente ante enfermedades como el coronavirus.

PUESTO-COMIDA-CHATARRA

Dulces, frituras y refrescos en un puesto. Foto: Cuartoscuro.

Desde los primeros días de la pandemia, el gabinete médico del Gobierno mexicano ha resaltado que la prevalencia de enfermedades como sobrepeso/obesidad, diabetes, hipertensión, insuficiencia renal y cardiovasculares son derivadas de la mala alimentación y han facilitado más del 40 por ciento de las muertes de mexicanas y mexicanos por COVID-19.

“La magnitud de la epidemia de obesidad, sobrepeso y diabetes […] literalmente nos pesa poblacionalmente. Y hoy enfrentamos una epidemia de COVID-19 con estos estragos prolongados de la mala alimentación”, aseguró el sábado 4 de abril pasado en conferencia de prensa el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell, quien lidera la respuesta a la pandemia en el país.

El zar anti-COVID de México explicó que es equivocado responsabilizar al individuo sobre cómo se alimenta, pues la “causa raíz” son los alimentos que se encuentran disponibles, lo que otros expertos han llamado “entornos alimentarios” o, en el caso de barrios o pueblos con una oferta de comida poco nutritiva, “desiertos alimentarios”.

“En México tenemos una monstruosa y monumental sobreoferta de alimentos industrializados de muy bajo valor nutricional y altísimo poder calórico en forma de bebidas o en forma de productos sólidos”, añadió López-Gatell.

Para dimensionar el problema, el funcionario detalló que la mitad de las muertes registradas anualmente en México, unas 300 mil según el promedio de la última década, “están relacionadas con una mala alimentación” basada en excesos de sal, grasa, azúcar y/o calorías totales.

MÉXICO SIGUE LOS PASOS DE EU

Dado el carácter global de la pandemia de obesidad y diabetes, las complicaciones en pacientes de COVID-19 no son algo exclusivo de México y comienzan a observarse en distintas latitudes del mundo, de manera sobresaliente en Estados Unidos, que comparte con el país los mayores índices de sobrepeso y obesidad.

En lo que ya es considerado el mayor estudio entre personas afectadas por COVID-19 en Estados Unidos, un grupo de investigadores liderados por Christopher M. Petrilli identificaron a la obesidad como la condición crónica con la mayor asociación a padecimiento crónico por coronavirus y como uno de los principales factores de hospitalización entre 4 mil 103 casos analizados en Nueva York entre el 1 de marzo y el 2 de abril. El 71.9 por ciento de estos casos presentó al menos una enfermedad crónica.

Aunque el estudio aún debe ser revisado por científicos pares, sus conclusiones resuenan con lo que han observado otros investigadores en los últimos días.

“La enorme carga de obesidad y otras condiciones críticas entre los estadounidenses nos ponen directamente en riesgo”, señalaron los doctores David S. Ludwig y Richard Malley, del Hospital Infantil de Boston, al New York Times a fines de marzo. “De hecho, con tasas de obesidad en Estados Unidos mucho más altas que en países afectados como Corea del Sur y China, nuestros resultados económicos y de salud podrían ser mucho peores”.

De acuerdo con datos oficiales, el 71.6 por ciento de los estadounidenses de 20 o más años padece sobrepeso u obesidad, una estadística que se ensaña con afroamericanos, hispanos y personas con menor educación.

“Si comparamos a México con países de América Latina, encontramos que México es el principal consumidor de productos ultraprocesados. Esto quizá tenga más que ver con la cercanía cultural y física, geográfica, que tenemos con Estados Unidos”, explicó la nutrióloga Ana Larrañaga, directora de la organización Salud Crítica. “Nos llegan con mucha mayor fuerza los impactos publicitarios y las corrientes de la vida cotidiana de Estados Unidos y eso impacta la forma en la que consumimos los alimentos”.

SOFREOFERTA DE CHATARRA

La sobreoferta monstruosa de comida chatarra a la que se refirió Hugo López Gatell es una consecuencia de políticas de apertura y desregulación comercial típicas del neoliberalismo, y acentuadamente por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), revelan numerosas investigaciones que incluyen el libro Eating NAFTA: Trade, Food, Policies and the Destruction of Mexico, editado por la Universidad de California.

Como ejemplo de estos procesos, la importación de fructuosa desde Estados Unidos creció 500 por ciento y el consumo de cereales azucarados se triplicó. El mercado mexicano fue inundado de aceite de aceite de soya y jarabe de maíz de alta fructuosa, reseñaba el experto en políticas alimentarias Braulio Torres Terán en un texto publicado por la revista Nexos en 2018.

“México necesita una política nacional de alimentación que articule programas y sectores, con el objetivo final de mejorar nuestro sistema de comida. Esto significa producir, procesar, distribuir, querer consumir, saber consumir y tener acceso a consumir comida más balanceada, donde comamos una mayor proporción de legumbres, semillas, nueces, verduras. La meta de una política nacional de alimentación debe ser que haya más disponibilidad, acceso y consumo de comida variada, sana, de lenta digestión”, escribió Torres.

Tras la revelación de los datos que comprueban la letalidad del COVID-19 ante la comorbilidad por enfermedades crónicas, la sobreoferta de alimentos ultraprocesados y sus efectos en la salud ha vuelto a la conversación pública, pero ni la evidencia científica disponible ha podido convencer a segmentos críticos de la población, incluyendo a periodistas y líderes de opinión. Muchos de ellos continúan abordando el tema con filtros ideológicos.

PUESTO-COMIDA-CHATARRA-MÉXICO

Una familia comprando comida chatarra. Foto: Cuartoscuro.

En diciembre de 2018, en su discurso de toma de protesta, el Presidente Andrés Manuel López Obrador advertía que a causa de las políticas neoliberales “tenemos el doble de enfermos de diabetes en comparación con países de América Latina”, una cifra que en realidad corresponde a la mortalidad por diabetes. Minutos después la analista económica Valeria Moy tuiteó: “Qué grueso que todos se traguen el cuento de que el neoliberalismo (que además no se ha implementado) tiene la culpa de absolutamente todos los males del país, hasta de la diabetes”.

La resistencia más reciente a las reformas al sistema agroalimentario ocurrió ante la iniciativa de Ley de etiquetado frontal, una medida obligatoria que haría más fácil entender cuando un producto alimentario exceda los límites recomendados de azúcares, grasas o sodio. A fines de marzo, en plena pandemia por, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) solicitó en una carta pública al Gobierno federal que no se publicara el etiquetado frontal en el Diario Oficial de la Federación (DOF), de manera que no entrara en vigor. El argumento de la gremial alimentaria era que la medida les causaría gastos imposibles de pagar en medio de la crisis, ocasionando “un impacto económico negativo” a la industria.

Estos argumentos fueron respaldados por personajes en medios de comunicación nacional, como Sergio Sarmiento o Paco Calderón. En sendas publicaciones para el diario Reforma, el primero descalificó el etiquetado como una medida de “activistas dentro y fuera del gobierno” para “atacar a los capitalistas que producen alimentos procesados”, mientras que el segundo aseguró que lo que se busca con la iniciativa “no es proteger al consumidor, sino destruir las marcas”. En tanto, este tipo de etiquetado ha mostrado su eficiencia en países como Chile y Perú, y ha sido recomendado por organizaciones como la Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El impuesto a las bebidas azucaradas, otra medida cuestionada por comentaristas como Sarmiento, fue reconocida a fines de 2018 por un comité de la prestigiada revista científica The Lancet por la forma en que fue impulsada desde la sociedad civil en México.

“Nos hemos enfrentado a todo tipo de críticas, hasta algunas que caen en lo ridículo como decir que es una política con intereses socialistas”, aseguró Ana Larrañaga, una de las muchas expertas que impulsaron el etiquetado frontal en el Congreso de la Unión. “Esto es realmente una política de salud que se ha estado tratando de impulsar por muchos años y apenas en este momento encontramos una Secretaría de Salud y un Congreso más receptivo a esta propuesta”, agregó la directora de Salud Crítica.

ANTOJITOS NO SON COMIDA CHATARRA

Un argumento común entre los críticos de regulaciones más astringentes para los alimentos ultraprocesados es que estas medidas no alcanzan a la comida de la economía informal, la que se vende en los puestos de tacos, tamales, quesadillas, tortas o cualquier otra del variado repertorio popular mexicano. La “verdadera” causa de obesidad y enfermedades crónicas es la “fritanga” que come el grueso de la población, señalan incluso en cartones.

Se trata de un error común, según los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018, pues la comida rápida y los antojitos mexicanos se encuentran en el penúltimo lugar de consumo de alimentos no recomendables. En cambio, en los primeros lugares de consumo están las bebidas azucaradas, botanas, panecillos, cereales y bebidas lácteas (yogurts) ultraprocesados.

La omnipresencia de la comida chatarra en México y su desplazamiento de la comida tradicional es tal, que a fines de 2018 la subdirectora de salud pública de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la describió como “inaceptable”.

“Cada vez que voy a la Ciudad de México me da mucha tristeza ver que es muy difícil comprar una fruta o algo que no tenga un aditivo o azúcar”, aseguró la Doctora María Neira. “Es muy difícil sentarse a comer en la mesa de un amigo mexicano y que no ponga una bebida carbonatada en la mesa. Que te ofrezcan agua se ha vuelto algo difícil. Es algo inaceptable en un país como México, que tiene una cocina tradicional tan importante”.

Comida mexicana. Foto: Cuartoscuro.

Clasificar los antojitos mexicanos como no alimento recomendable y ponerla junto a la comida rápida es un error que no permite identificar distintos niveles de calidad en el vasto universo de la comida tradicional mexicana, el cual la Ensanut podría corregir desagregando mejor sus datos, recomendó la nutrióloga Ana Larrañaga.

“Si hay algo que yo criticaría de esta encuesta es que hayan puesto esos dos indicadores en el mismo (nivel), porque sí hay antojitos mexicanos que pueden ser grasosos, pero también hay muchísimos que pueden ser extremadamente saludables”, afirmó.

Como ejemplo, Larrañaga refirió a los tlacoyos, uno de los tantos productos disponibles en puestos callejeros de México. Tradicionalmente hechos con maíz nixtamalizado azul, queso, frijoles o habas, y cocidos en comal, los tlacoyos son ricos en proteínas, fibra, antioxidantes y compuestos que regulan el colesterol y los niveles de glucosa en la sangre. Valores nutricionales similares pueden hallarse en sopes, tacos, tlayudas, tetelas, corundas y tantos otros antojitos tradicionales, en su mayoría elaborados con los ingredientes típicos de la gastronomía mexicana.

“Si la comida mexicana fuera la raíz del problema hubiéramos visto el incremento en las cifras de obesidad muchísimo antes que la llegada de los productos ultraprocesados y no es así”, aseguró Larrañaga. “Vimos el incremento desde que comenzaron a aumentar en México los puestos de comida rápida, desde que se empezaron a llenar las escuelas de papitas, helados, refrescos y todos estos productos”.

CAMBIOS URGENTES EN SISTEMA AGROALIMENTARIO

En distintos lugares del mundo la crisis por COVID-19 está llevando a repensar el sistema agroalimentario. Por ejemplo, en Estados Unidos los inmigrantes que trabajan como jornaleros fueron designados trabajadores esenciales, mientras que en Inglaterra los episodios de escasez de algunos productos detonaron una nueva conversación sobre el sector que fue respaldada por el diario The Guardian en una editorial.

En México hay más de seis tipos de políticas que se podrían aplicar con suficiente efectividad en relación a su costo para reformar el sistema agroalimentario, varias de las cuales se han impulsado por años ante la resistencia de la industria, explicó Simón Barquera, reciente ganador del premio Gerado Varela, el máximo Galardón del gobierno mexicano en el área de salud pública.

“Como que se va postergando, cuesta trabajo lograr voluntad política y hay una gran interferencia de la industria. Este tipo de eventos [la pandemia] nos deben de hacer reflexionar muy fuerte que no vamos a salir como país de la pobreza y no vamos a lograr un desarrollo adecuado con salud y bienestar si no abordamos la alimentación de la manera más seria”, insistió Barquera.

Uno de los compendios más minuciosos de los cambios necesarios para contrarrestar la epidemia de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas en el país fue publicado en 2018 bajo el título “La obesidad en México”, un esfuerzo conjunto entre la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la Academia Nacional de Medicina (ANM). Con la participación de más de 75 científicos de áreas tan variadas como la epidemiología y la economía, el libro ofrece 10 recomendaciones de política pública para atajar el problema:

1. Actualizar y fortalecer el marco legal para la implementación de las políticas y programas de prevención y control de obesidad, y para evitar conflictos de interés.
2. Promover un sistema alimentario que favorezca el consumo de dietas saludables y que minimice los impactos ambientales.
3. Incluir y reforzar las intervenciones para la prevención de la obesidad en etapas tempranas de la vida.
4. Implementar intervenciones para garantizar entornos alimentarios saludables, espacios recreativos seguros y educación alimentaria en las escuelas.
5. Fortalecer la regulación de la promoción y publicidad de alimentos y bebidas dirigidas a niñas y niños.
6. Modificar el actual etiquetado frontal de alimentos con base en las recomendaciones de expertos en nutrición y salud. (Ya aprobado)
7. Mantener y fortalecer las medidas fiscales (impuestos/subsidios) para aumentar el costo de alimentos y bebidas no saludables y reducir el costo de alimentos saludables.
8. Facilitar y promover estilos de vida activos y mejorar los espacios públicos y el transporte para fomentar la actividad física.
9. Aumentar la detección y mejorar la calidad de la atención del paciente con obesidad y sus comorbilidades.
10. Desarrollar un plan de comunicación basado en evidencia para el cambio de comportamientos relacionados con sobrepeso y obesidad, con enfoque en el curso de vida y con alcance nacional.

Los científicos que sustentan estas propuestas suscribieron un posicionamiento sobre la importancia de atajar el problema, en el que afirman:

“El Estado debe implementar una política pública con intervenciones que promuevan el consumo de dietas saludable y sostenibles y la adopción de estilos de vida activos, a través de cambios en el sistema alimentario, y en los entornos alimentario y construido, para que la alimentación saludable y la vida activa se conviertan en las opciones predeterminadas (a menos que, voluntariamente, los individuos elijan otras opciones), y que sean las más viables y cómodas de elegir”.

Analistas: AMLO se contradice al enfrentar la crisis de COVID-19 y se pelea con principios keynesianos

lunes, abril 27th, 2020

Aunque parezca contradictorio, el mandatario asocia neoliberalismo con endeudamiento, porque anteriores Gobiernos conservadores usaron deuda pública para rescatar a empresas con mecanismos financieros que resultaron fallidos.

A los analistas les sorprende que el mandatario mexicano comparara su plan con el New Deal impulsado por Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos en los años 1930, pero hace lo contrario.

México, 27 de abril (EFE).- Hay quien dice que Andrés Manuel López Obrador es como Dr. Jekyll y Mr. Hyde porque tiene una gran habilidad para la contradicción. Su plan económico contra el COVID-19 parece ejemplificarlo: Proclama el fin del neoliberalismo pero aplica un severo plan de austeridad para no endeudar a México.

Según la teoría más ortodoxa, la izquierda busca una mayor participación del Estado en la economía con medidas contracíclicas, es decir, ahorrar en tiempos de bonanza y gastar en tiempos de crisis.

John Maynard Keynes teorizó que durante una recesión el Gobierno debe bajar los impuestos para impulsar el consumo de las familias y aumentar el gasto público con obras que generan empleos.

Pero recaudar menos y gastar más conlleva inevitablemente endeudar el país, la gran pesadilla del Presidente mexicano.

ENTRE LA AUSTERIDAD Y EL AUSTERICIDIO

El plan de López Obrador para afrontar la crisis que se avecina, con una histórica caída del PIB mexicano de alrededor del 6.5 por ciento, según organismos internacionales, ha sido muy criticado.

Busca profundizar su plan de austeridad, el cual no ayudó a la débil economía el año pasado. En 2019, el PIB se contrajo un 0.1 por ciento, cuando al coronavirus, que lleva mil 434 muertos en el país, ni se lo veía ni se lo esperaba.

El nuevo recorte del gasto gubernamental anunciado para ahorrar 23 mil millones de dólares podría empeorar la situación porque en tiempos de confinamiento, el único que gasta y mueve la economía es el gobierno.

“Estamos en una caída de la demanda agregada brutal porque no se puede exportar, consumir ni invertir, y el Gobierno sigue esta postura de mantener el gasto. Es totalmente imposible”, dijo a Efe Marcelo Delajara, economista del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

Para muchos, ahora es el momento de invertir en nuevos proyectos de infraestructura, pero López Obrador se ha limitado a mantener las obras ya existentes.

Entre ellas, una nueva refinería cuya idoneidad parece poca en tiempos de caída de precios del crudo.

Por eso sorprende que el mandatario mexicano comparara su plan con el New Deal impulsado por Franklin D. Roosevelt en Estados Unidos en los años 1930.

“Toma como bandera a Roosevelt pero lo que hace es justo, justo, justo lo contrario. Es muy extraño”, comentó Héctor Villarreal, experto en finanzas públicas del Tecnológico de Monterrey.

MÉXICO Y LA DEUDA

Su plan se olvida de la economía formal. Extenderá pensiones para adultos mayores, que no forman parte de la población en riesgo de perder el empleo. Y repartirá 3 millones de créditos de mil dólares a pequeñas y medianas empresas. Pero son créditos, no regalos.

Ni rastro de los incentivos fiscales que piden las empresas y queda descartado aceptar la línea de crédito de 61 mil millones de dólares del FMI de la que dispone México.

Estas medidas aumentarían la meta de endeudamiento del país, que es del 53 por ciento del PIB para 2020. Algo que López Obrador no se plantea modificar aunque tenga margen de maniobra (la deuda de EU podría superar el 130 por ciento en esta crisis).

“En teoría es un Gobierno de izquierda pero toma una posición muy fundamentalista en cuanto a las balanzas fiscales porque tiene una confusión ideológica. Cree que la deuda sirve para rescatar a los grandes capitales”, explicó Villarreal.

El presidente ha explicado que pretende “demostrar que hay otra forma de enfrentar la crisis” diferenciándose de su gran enemigo, el neoliberalismo.

Aunque parezca contradictorio, el mandatario asocia neoliberalismo con endeudamiento, porque anteriores gobiernos conservadores usaron deuda pública para rescatar a empresas con mecanismos financieros que resultaron fallidos.

No le falta parte de razón. Delajara confirmó que, aunque los gobiernos de derechas suelen pregonar un “gobierno chico”, en países como México “las élites capturaron el Gobierno y se endeudaron brutalmente”.

Pero para los analistas, esta obstinación por desviarse del neoliberalismo lleva al mandatario a tomar decisiones equivocadas. “A veces le atina y otras no”, opinó el economista.

GRIETAS EN EL GOBIERNO

En el culebrón económico del coronavirus hay un convidado de piedra. El Secretario de Hacienda, Arturo Herrera.

Aunque parezca una eternidad, no hace tanto desde que llegó el virus. Por aquel entonces, Herrera defendía a diario las políticas contracíclicas, pero ahora casi no hay rastro de él.

“La Secretaría de Hacienda ha sido siempre el lugar central del gobierno. Allí estaba la mano derecha del presidente. Esto ya no es así”, explicó Delajara.

Al parecer, se repite la misma historia de hace un año, cuando el entonces responsable de Hacienda, Carlos Urzúa, abandonó el Gobierno acusando al presidente de tomar decisiones económicas sin consultarle.

Ahora Urzúa pide al Gobierno mayor gasto público. Para López Obrador es un neoliberal.

“Herrera es un buen técnico. Quiere aplicar sus propuestas de keynesianismo básico pero el presidente lo tiene muy marginado”, opinó Villarreal, quien criticó que en México la gestión sanitaria esté en manos de técnicos pero no la económica.

Frente a esto, el Banco de México apareció al rescate de Keynes. La semana pasada bajó las tasas de interés hasta el 6 por ciento para fomentar las inversiones e inyectó más de 30 mil millones de dólares al sistema financiero.

Este lunes, López Obrador reprendió al banco central y pidió tener “mucho cuidado” con el uso de los recursos porque “son de la nación”.