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¿Te la pasas viendo Netflix todo el día? Podrías estar desarrollando una adicción a las series

martes, septiembre 1st, 2020

Es posible percibir una cierta adicción a las series de televisión cuando olvidamos o abandonamos actividades solo para ver más televisión.

Ciudad de México, 01 se septiembre (LaOpinión).- Como con casi todo lo que realicemos en exceso, es posible desarrollar una adicción a las series de televisión, lo que incide negativamente en nosotros. Para tener un conocimiento más amplio sobre el tema, a continuación te contamos más con respecto a esta condición.

¿CUÁNDO VER SERIES DE TELEVISIÓN SE VUELVE UNA ADICCIÓN?

Según la psicóloga Gabriela Orozco Calderón en una entrada del portal ClickSalud, el riesgo de ver series de televisión surge cuando esta actividad pasa de ser un pasatiempo a una auténtica adicción que ocupa varios espacios de tu vida.

Es posible percibir una cierta adicción a las series de televisión cuando olvidamos o abandonamos actividades solo para ver más televisión, cosa que ocurre con casi todas las otras adicciones que existen dado que el objeto que genera la adicción adquiere una importancia descomunal en la vida del individuo.

Actualmente, las personas tenemos muchas facilidades al momento de ver series de televisión y que pueden fomentar el desarrollo de una adicción en torno a estas. Entre estas facilidades hay que mencionar los servicios de streaming, que nos permiten ver las series en todo dispositivo con internet.

Sin embargo, la responsabilidad sobre la adicción a las series de televisión también puede ser compartida, ya que muchas veces no tendemos a colocar límites sobre esta actividad.

CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE LA ADICCIÓN A LA TELEVISIÓN

La especialista indica que la adicción a las series de televisión trae consigo varios factores de riesgo, como la posibilidad de desarrollar trastornos psicológicos o psiquiátricos. Otras consecuencias negativas que se desprenderían de esta adicción serían:

Deterioro de las tareas y funciones ejecutivas, impulsividad, deterioro del funcionamiento cognitivo, liberación excesiva de dopamina,

La adicción hacia las series de televisión es una actitud muy peligrosa para nuestra salud física y mental, y que además disminuye notablemente nuestro rendimiento en otros ámbitos de la vida, por lo que es una condición ha de resolverse con prontitud.

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Lo que pasa cuando asaltas el refrigerador por la noche se llama “SAN”

martes, marzo 22nd, 2016

Conoce más sobre el Síndrome de Alimentación Nocturna (SAN), que ocurre cuando comemos compulsivamente en la noche.

Foto: Shutterstock

Foto: Shutterstock

Ciudad de México, 22 de marzo (SinEmbargo/LaOpinión).- Cuando las personas se desvelan repetidamente para ir a comer pueden padecer de un desequilibrio que requiere de cuidado y tratamiento. Los expertos dicen que la conducta podría estar relacionada con desórdenes genéticos y emocionales y que más que dejarla pasar como un hecho anecdótico, es un asunto en el que es necesaria la consulta de un especialista. Quizá padeces el llamado Síndrome de Alimentación Nocturna (SAN).

No es para alarmarse si eres de las que se levanta después de la medianoche con mucha hambre y busca algo para calmarla. No es extraño si se trata de algo ocasional. Pero si sueles estar inapetente durante el día y en la noche sientes unas ganas compulsivas de comer que te obligan a despertar y abandonar la cama para ir a la cocina, es posible que se trate de SAN.

Este comportamiento, que consiste en un desajuste de los tiempos de ingesta de alimentos, además de trastornar el sueño, está asociado con desequilibrios genéticos, depresión y ansiedad. Y aunque se desconoce su prevalencia se calcula que afecta al dos por ciento de la población mundial. Incluso una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos, 2003) señala que un 6 por ciento de las personas que sufren obesidad padecen SAN.

Sobre este indicador, el neurólogo y especialista en sueño Miguel Dávila asegura que hoy la cifra es mayor: “Hasta un 30 por ciento de los obesos reconoce que asalta la nevera durante el periodo del sueño. Este trastorno –dice el especialista– es relativamente raro porque, precisamente, la gente no lo confiesa. Es más, hay personas que padecen esto y ni se han dado cuenta de que se levantan a las dos de la mañana a comer”.

También existen personas que en consulta con su médico relatan con detalle estos comportamientos alimenticios nocturnos. “Saben exactamente qué comieron” –dice Dávila–, “que por lo general son alimentos de alto contenido calórico”.

ALGUNAS EXCEPCIONES

Ahora bien, es importante tener en cuenta que no siempre los hábitos alimenticios desordenados o que no están dentro de los horarios del promedio de la gente, indican que se padece Síndrome de Alimentación Nocturna o algún trastorno alimenticio.

El cambio esporádico de los horarios laborales, las jornadas nocturnas de estudio, el no haber quedado satisfecho con la cena o el sufrir de dispepsias (ardor en la boca del estómago) pueden hacer que las personas se levanten por las noches a comer algo. Esto no significa que estén enfermos y los síntomas desaparecen una vez el organismo se compensa.

La primera vez que se habló de este síndrome fue en 1955, cuando el doctor estadounidense Albert Stunkard estudió los casos de pacientes con obesidad que tras no ingerir alimentos durante el díadesarrollaban una necesidad de ingerir comida a partir de las 8 de la noche, o incluso en la madrugada, lo que a su vez les afectaba el sueño.

De acuerdo con un reciente estudio de científicos del Instituto Salk, de California, el SAN se genera por la mutación de un par de genes encargados de sincronizar el reloj biológico; es decir, de ajustar los horarios del cuerpo para comer o dormir, dependiendo de factores como la luz y la temperatura.

Citado por la BBC, Satchidananda Panda, director de dicha investigación (realizada con ratones), publicada en la revista científica “Cell Reports”, señala: “No esperábamos que pudiéramos separar el ciclo de sueño y el de alimentación, especialmente con una mutación simple. Esto abre las puertas a un montón de preguntas sobre cómo se regulan estos ciclos”.

QUÉ HACER

El Síndrome de Alimentación Nocturna (SAN) puede ser tratado. Lo primero que se debe hacer, si sospecha de que sufre este mal, es hablar con su médico para informarle sus síntomas. Luego, a partir del diagnóstico, deberá empezar una serie de tratamientos que incluyen evaluación nutricional, asesoría en higiene del sueño, terapias de manejo del estrés y actividad física.

El doctor Dávila asegura que el tratamiento se determina de acuerdo con las condiciones de cada paciente, pero, dice, “la psicoterapia puede ser bastante útil, pues siempre estamos expuestos a situaciones de estrés y preocupación, que se pueden manejar”.

En eso coincide la psiquiatra Olga Albornoz, quien insiste en que cuando el SAN afecta la calidad de vida de quien lo padece, son necesarias la medicación y la psicoterapia.

SÍNTOMAS

Las personas que padecen SAN suelen presentar, durante mínimo dos meses, los siguientes síntomas:

  • No desayunan. Ingieren comida después de varias horas de despertar.
  • La mitad de las calorías diarias (cerca de 56 por ciento) las consumen entre las 8 de la noche y las 6 de la mañana. Los alimentos que ingieren son, en su mayoría, carbohidratos.
  • Sufren de depresión, baja autoestima y ansiedad. Cuando despiertan, sienten culpa.
  • Padecen de insomnio y, en algunos casos, sonambulismo.
  • Estas manifestaciones se resumen, según la psicóloga Sandra Herrera, en tres condiciones preponderantes: anorexia (inapetencia) matutina, hiperfagia (exceso de apetito y consumo frenético de alimentos) nocturna e insomnio.

CUATRO CATEGORÍAS

En cuanto a los tipos de “comilones” nocturnos, investigaciones médicas apuntan que puede haber cuatro categorías:

Compulsivo de tarde y noche: en el día no tiene apetito y en la noche consume desenfrenadamente alimentos hasta que logra conciliar el sueño.

Ansioso: despierta durante la noche con mucha ansiedad a causa de situaciones presentadas durante el día y solo encuentra tranquilidad al comer. Luego logra dormirse.

Con antojos: tiene antojos de alimentos específicos y busca saciarlos.

Comer para descansar: sufre de insomnio fuerte y siente que al comer recupera las horas de sueño perdidas y descansa.

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Más allá de la anorexia: 10 trastornos alimenticios no tan comunes

martes, enero 26th, 2016

Nombres como potonimia, pregorexia, ortorexia, vigorexia o pica tal vez no te suenen de nada, pero afectan a miles de personas en todo el mundo.

Por Consumo Claro

No comer o comer de más, todo exceso deriva en una mala salud. Foto: Shutterstock

No comer o comer de más, todo exceso deriva en una mala salud. Foto: Shutterstock

Ciudad de México, 26 de enero (SinEmbargo/ElDiario.es).- Los trastornos alimentarios, o nutricionales, son perturbaciones de las pautas habituales de alimentación que pueden a veces tener origen fisiológico. Un ejemplo en esta categoría sería una persona que tiene alterado el gen de producción de la leptina, la hormona que envía al cerebro el mensaje de que hemos saciado nuestra hambre. Si no producimos suficientes cantidades de leptina, nunca dejaremos de tener hambre y por tanto presentaremos un desorden alimentario por exceso de ingestión.

Ahora bien, la mayoría de motivaciones de los trastornos alimentarios tienen un origen psicológico, no necesariamente enraizado en enfermedades mentales pero sí en percepciones inconscientes equivocadas de la persona respecto a lo que la rodea y a sí misma. Las personas con trastornos nutricionales suelen ver tanto a los demás como a sí mismas de una manera equivocada, o bien extrema. Es decir, pueden tener una muy baja autoestima e intuir a sus compañeros o familiares como superiores. También puede pasar al revés: son narcisistas que se ven superiores a lo demás.

Esta concepción polarizada del mundo -el individuo versus los demás-, les impide relacionarse con normalidad y les genera un gran conflicto que deriva en insatisfacción y ansiedad, que tratan de compensar o bien comiendo en exceso para clamar la angustia o, al contrario, evitando comer como un modo de tener bajo control el conflicto. Además, el trastorno puede ir acompañado de una falsa percepción psico-visual del propio cuerpo, en la que las evidencias físicas quedan enmascaradas por la insatisfacción derivada de la tensión psicológica. El caso más evidente es el de la anorexia, en el que la o el paciente nunca tiene la sensación de estar en el peso adecuado.

LOS TRASTORNOS

Ortorexia

Es un trastorno de tipo obsesivo en el que la persona se ve impelida a cuidar al máximo su dieta diaria, solo consumiendo los alimentos que considere saludables. Pero esta etiqueta de “saludable” la coloca la propia persona de una manera parcial y subjetiva, sin que necesariamente el alimento ingerido sea el adecuado.

Así el ortoréxico puede creer en las más estrafalarias dietas, o inventárselas con motivaciones irracionales, siempre en busca de una dieta ‘saludable’ y huyendo de la obesidad. Sin embargo, lo que la persona busca en la dieta es un equilibrio psicológico que nunca alcanza, puesto que no es el origen del conflicto. La ortorexia puede crear graves desarreglos nutricionales si se prescinde de alimentos esenciales.

Vigorexia

Pone el foco en el desarrollo atlético del cuerpo como solución al conflicto interior. Es un trastorno frecuente en los gimnasios y en especial entre los culturistas, aunque por descontado no todos son vigoréxicos. Suele afectar a personas con traumas que les han dejado una baja autoestima.

El o la vigoréxica intenta paliar la inseguridad que deriva de su errónea percepción como inferior con un desarrollo muscular que le dé satisfacción. Para ello no duda en hacer ejercicio y alimentarse con todo tipo de sustancias que favorecen la musculatura, pero nunca alcanza el estado deseado. El peligro es el abuso de suplementos proteicos que afecten al riñón o de sintéticos que degeneren el sistema cardiovascular.

Pregorexia

La obsesión por cuidar la línea puede afectar al bebé. Foto: Shutterstock

La obsesión por cuidar la línea puede afectar al bebé. Foto: Shutterstock

También conocida como anorexia del embarazo, es un trastorno que afecta a algunas mujeres embarazadas, que se obsesionan con evitar que el embarazo les dé un aspecto físico poco agradable. En su empeño, abusan de las dietas radicales y milagrosas – todas ellas falsas- y pueden llegar desnutrirse, poniendo en riesgo la salud del bebé.

Potomanía

Consiste en la ingesta exagerada de cualquier líquido, aunque generalmente se trata de agua. La persona afectada puede llegar a beber más de cinco litros de agua al día, cuando lo recomendable es entre un litro y dos.

El potómano intenta calmar su insatisfacción bebiendo y nunca tiene bastante, por lo que si el trastorno se prolonga durante años, puede llegar a originar problemas renales y cardiovasculares.

Megarexia

Es el opuesto a la anorexia, ya que el o la afectada nunca es consciente ante el espejo de que tiene sobrepeso, por lo que sigue comiendo en exceso todo tipo de productos que le aportan calorías vacías, sobre todo azúcares. Para ella o él, su figura denota vigor, salud y energía, cuando en realidad son obesos desnutridos, pues no ingieren los ingredientes que de verdad son esenciales.

Ebriorexia

Creer que el alcohol "llena" y sustituye a la comida puede derivar en desnutrición. Foto: Shutterstock

Creer que el alcohol “llena” y sustituye a la comida puede derivar en desnutrición. Foto: Shutterstock

O alcoherexia es un trastorno frecuente entre adolescentes que pernoctan y beben mucho alcohol, pero que también están preocupados por su aspecto físico. Consiste en dar por válidas las calorías que aporta el alcohol y creer que pueden sustituir a la comida, lo que en inglés se conoce como el liquid lunch.

Si la persona es bebedora frecuente, entrará en un círculo de desnutrición que puede causarle desde la caída del pelo a problemas dentales por falta de determinadas vitaminas, pasando por episodios de bulimia con vómito, a causa de la falta real de alimento.

Pica

Es un trastorno que se da usualmente en niños y consiste en la práctica de comer cosas que no son alimentos, desde tierra a hierbas, maderas e incluso tiza o cenizas de cigarrillo. Este comportamiento, que puede ser normal en un niño de menos de 18 meses, se hace anómalo a partir de los 24 meses y puede prolongarse a lo largo de toda la infancia.

Se cree que se genera por ansiedad derivada de la falta de afecto, pero no implica el rechazo de productos comestibles. Sin embargo puede conllevar la ingesta de parásitos dentro del sistema digestivo, así como intoxicaciones.

Permarexia

Supone la obsesión con no ganar peso, por lo que la persona trastornada se somete a todo tipo de dietas para intentar bajar, o al menos no ganar, peso. Es un estadio previo a la anorexia, y en ocasiones deriva en esta.

Hiperfagia

Es la sensación permanente de un hambre insaciable. Puede ser causada por ansiedad, con lo que lindaría con la bulimia, pero también puede tener un origen fisiológico en la ausencia de leptina en el cuerpo o bien en alteraciones hormonales como la diabetes y el hipertiroidismo.

Trastorno por atracón

Es una suerte de bulimia episódica en la que el afectado se harta de comer y después pasa a un periodo de restricción alimentaria casi absoluta para compensar su sentimiento de culpabilidad. Pero tras la restricción, regresa el hambre atroz y un nuevo atracón.

 

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La psicología detrás de la acumulación compulsiva de animales

domingo, diciembre 6th, 2015

Tu amiga “la loca de los gatos” no lo es. Existe una verdadera serie de trastornos psicológicos detrás del comportamiento compulsivo no por ayudar animales, sino por acumularlos.

Por Amelia Tait

Foto: shutterstock

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Ciudad de México, 6 de diciembre (SinEmbargo/ViceMedia).- Todos conocen a un par de individuos que aman demasiado a los animales. Ya tienen dos —Molly y Óscar— y quieren adoptar otro (“Manchas” por su manchita de nacimiento). Se describen en Tinder y en Twitter como “La loca de los gatos” y tienen una carpeta llena de imágenes de gatitos en su escritorio. Pero aún no han encontrado su cuerpo momificado dentro de una pila de excremento de gato.

No son como Terry, la mujer que tenía casi 100 gatos congelados en su refrigerador y que salió en la serie de televisión Hoarders. No conservan los restos de sus gatitos muertos ni lloran mientras le piden perdón a sus cadáveres y les dicen lo mucho que los extrañan. ¿Saben por qué? Porque en realidad no son “La loca (o el loco) de los gatos”.

La acumulación de animales es un problema psicológico real. En EU se registran entre 900 y 2 mil casos cada año, con cerca de 250 mil víctimas animales. Sin embargo, el DSM aún no reconoce oficialmente la acumulación compulsiva de animales como un trastorno mental. “No parece que sea un solo trastorno”, dijo Randall Lockwood, miembro de la Sociedad Americana para la Prevención del Maltrato Animal (ASPCA, por sus siglas en inglés) y primer vicepresidente del departamento de ciencias forenses y de los proyectos contra el maltrato que se organizan en la asociación.

Foto: shutterstock

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“Antes se consideraba un comportamiento adictivo y un síntoma del trastorno obsesivo compulsivo. Ahora se considera un trastorno de apego que se produce cuando una persona no tiene la capacidad de formar relaciones con otras personas y, por lo tanto, llena ese vacío con animales”.

Pero no todos los que acumulan animales de forma compulsiva son personas de edad avanzada que tienen una obsesión con los gatos. De hecho, Lockwood dijo que la frase “la loca de los gatos” es una generalización exagerada. Las personas que acumulan animales son de todas las edades, de ambos sexos, pueden tener cualquier orientación sexual, pertenecer a cualquier raza y les gustan todo tipo de animales. Incluso hubo un caso de un maestro que tenía 400 serpientes en su casa. Sí, esta gente existe y anda suelta por el mundo, sufriendo y provocando sufrimiento.

Autumn vive en EU y se dedica a diseñar páginas web. Su madre tenía 20 caballos, cinco ovejas, ocho perros, 20 gatos y una gran variedad de ratas, ratones, jerbos, pájaros, pollos, patos, serpientes y, para colmo, sapos. “Seguro había más cosas, aunque no recuerdo bien”, dijo.

Foto tomada en casa de un acumulador de animales. Foto: Vice

Foto tomada en casa de un acumulador de animales. Foto: Vice

Pero no todo se trata de números. Podrías tener 600 gatos y no ser un acumulador compulsivo, siempre y cuando los cuides bien. Por definición, los acumuladores de animales no son capaces de cuidarlos y proporcionar los cuidados que necesitan sus mascotas, por lo tanto enferman y mueren.

“Mi madre siempre dijo que amaba a los animales”, explicó Autumn. “Estaba convencida de que los estaba ayudando pero, viéndolo bien, ahora me doy cuenta de que sólo empeoraba sus vidas”.

“Los animales morían por muchas razones. Es triste, pero casi siempre era por negligencia. A veces creíamos que se había perdido un animal pero después encontrábamos su cadáver debajo de la cama o de algún mueble que no habíamos movido en años”.

Es irónico que una persona ame tanto a los animales y pueda ser tan cruel con ellos. Según Lockwood, no poder reconocer el sufrimiento es una de las características principales que definen a las personas que acumulan animales de forma compulsiva.

“La negación es muy común y también está presente en otros trastornos adictivos”, señaló. “La acumulación de animales está relacionada con la forma en que las personas se definen a sí mismas. Lo primero que tenemos que hacer cuando lidiamos con acumuladores de animales es tratar de reconocer a hasta qué punto llega la fantasía de que están protegiendo o rescatando a los animales”.

Foto: shutterstock

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La mamá de Autumn aún lo niega. “Nunca va a aceptar lo horrible que era la situación en casa”, explicó. “Aún no sé por qué lo hizo y creo que nunca lo voy a entender. Sé que tuvo una infancia difícil pero nunca me ha contado los detalles”.

Autumn no es la única que se pregunta por qué la gente hace estas cosas. Aún no se ha podido relacionar la acumulación de animales con un solo trastorno. Sin embargo, se cree que puede tener algo que ver con el trastorno delirante, el trastorno de apego, el trastorno obsesivo compulsivo, la zoofilia, la adicción y hasta la demencia. Con frecuencia, las personas que acumulan animales no cuidan de su propia persona y sufrieron maltrato infantil.

“Descubrí que la mayoría de los acumuladores de animales tenían padres alcohólicos o adictos a otras sustancias”, explicó Lockwood. “Muchos presentan sus propias adicciones. En general, los acumuladores son propensos a tener comportamientos adictivos”.

Louis* es estadunidense y diseña programas. Sabe lo que es convivir con ese tipo de personas porque la novia de su padre se volvió alcohólica y empezó a tener más y más animales a raíz de que supo que padecía cáncer de mama. En esa época, la señora vivía en una casa que le rentó a Louis. Un día la tuvieron que hospitalizar por una sepsis y fue entonces que se dieron cuenta el daño que se estaba haciendo a sí misma, a los animales y a la propiedad.

“Habían más o menos 14 perros y cinco o seis gatos dentro de la casa. Mi papá encontró una camada de gatitos muertos en el refrigerador y uno que otro gato adulto muertos. También encontramos cadáveres de otros animales cuando movimos algunas cosas”, explicó Louis.

“La casa estaba llena de heces. Era una gran fuente de metano. El hedor era insoportable. Hasta el equipo que contratamos para limpiar tenía que tomarse un descanso cada hora y eso que traían cascos con tanques de oxígeno externos”.

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Las fotos de Louis hablan por sí mismas. Al final gastó entre 450 y 600 mil pesos en las reparaciones de su hogar y otros 700 mil en las remodelaciones. Tuvieron que quitar el piso y las paredes por el olor. Los muebles fijos estaban tan asquerosos que fue imposible conservarlos. Y lo peor de todo fue que la novia de su padre no aceptaba lo que había hecho.

“No lo aceptaba. Cuando le enseñamos las fotos, le dijo a mi padre que seguro lo había hecho otra persona. Hasta ese momento, mi padre nunca había convivido con una persona delirante y está seguro de que su novia creía su propia historia porque el daño que se había hecho a ella misma y a esos animales era tan grave que su mente no podía asimilarlo. Se desprendió por completo de la realidad”.

Lockwood dice que este tipo de casos son más complejos que la negación. “La pregunta es: ‘¿Cómo pueden no ver (u oler) que tienen un problema?'”. La neurofisiología indica que, hasta cierto punto, los acumuladores no son capaces de procesar la información emocional al mismo tiempo que la información perceptual.

“El cuidado de los animales es parte de su identidad. Hay mecanismos fisiológicos para evitar que se den cuenta que están haciendo sufrir a los animales. Entonces, es posible que en serio no se den cuenta de lo que hacen”.

Existe una clara progresión en la historia de la novia del papá de Louis. La enfermedad generó el alcoholismo, lo cual hizo que se quedara sin trabajo. Cuando presentó síntomas de diabetes, entre estos la perdida de sensibilidad en las manos y los pies, dejó de bañarse y de cuidar su persona. Cuando la multaron por conducir en estado de ebriedad, dejó de invitar a sus amigos a su casa y se alejó de la sociedad. Su consuelo eran los animales y el alcohol. Era lo único que la mantenía viva.

Aunque, ¿qué pasaría si los animales fueran la causa y no el resultado de la enfermedad mental?

El biólogo checo Jaroslav Flegr afirma que el parásito Toxoplasmagondii podría tener algo que ver con algunos trastornos de comportamiento que presentan los humanos. ¿Y adivinen dónde se encuentran estos parásitos? En la caca de los gatos.

¿Existe el "Síndrome de la loca de los gatos"?. Foto: Vice

¿Existe el “Síndrome de la loca de los gatos”?. Foto: Vice

“El síndrome de la loca de los gatos” es un término que describe la relación entre T. gondii y las afecciones psiquiátricas. El parásito provoca toxoplasmosis, lo que altera los niveles de dopamina y provoca esquizofrenia, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y trastornos del estado de ánimo. Incluso algunos científicos aseguran que aumenta el riesgo de suicidio. Pero Lockwood no está muy convencido: “No le doy mucho crédito a esa teoría”, señaló. “Estudios revelan que los roedores que fueron expuestos al toxoplasma desarrollaron un hábito de acumulación compulsiva de alimentos pero no se puede decir lo mismo de los humanos. La definición que tiene uno de sí mismo es uno de los factores que más influyen en la acumulación de animales.

“No hay ningún libro que indique que el nivel de toxoplasma en los acumuladores sea más alto que en las personas que no presentan este trastorno. No podemos asumir que el resultado de un experimento en animales signifique que el parásito afecte el comportamiento de los humanos”.

“De hecho, es mucho más probable que una persona se exponga al toxoplasma por tener demasiados animales. No es causa y efecto, es efecto y causa”. Al parecer no es necesario que te deshagas de tu gato, aún.

No hay de qué preocuparse. Es muy poco probable que tu amor por los gatos se salga de control. No todos son propensos a acumular animales. “Se necesitan otros factores”, explica Lockwood. “En general, los trastornos mentales se trasmiten por los genes y la acumulación compulsiva no es un mal de familia. Por lo visto, el trastorno se genera por factores biológicos y del desarrollo. Con frecuencia, una infancia desorganizada impide que la persona desarrolle la capacidad de establecer relaciones con otras personas”.

Lo único que sabemos a ciencia cierta es que cada vez hay más personas que acumulan animales. “La ansiedad es la causa principal de la acumulación compulsiva. El problema es que estamos ansiosos todo el tiempo. Vivimos en una época de crisis financiera y la presión hace que la acumulación compulsiva de animales se vuelva cada vez peor”.

 

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