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85 escritoras de 15 países (México entre ellos) se unen en un libro para celebrar a Alejandra Pizarnik

miércoles, abril 28th, 2021

En Alejandra y sus múltiples voces, autoras como Chantal Maillard, Cristina Peri Rossi o Fanny Rubio, entre otras muchas, componen con sus poesías y ensayos a una Pizarnik completa, haciendo de este libro una obra de referencia.

Por Carmen Sigüenza

Madrid, 28 abr (EFE).– Exploradora del silencio y de las sombras y hacedora de un lenguaje bello y herido, pero que no pudo salvarla, Alejandra Pizarnik, la gran poeta argentina que se suicidó a los 36 años, en 1972, hubiera cumplido mañana 85 años.

Con este motivo, 85 voces amigas, escritoras de 15 países -España, Argentina, Chile, Cuba, Uruguay, Perú, México, Polonia, Bulgaria, Australia, Marruecos, Francia, Rumanía, Italia e Israel-, se han unido en un libro para celebrar el aniversario de la escritora que dijo: “Yo he firmado un pacto con la tragedia y un acuerdo con la desmesura”.

Publicado por Huso en la colección Homenaje y titulado Alejandra y sus múltiples voces, este libro contiene diferentes miradas sobre Flora Pizarnik Bromiquier, como así se llamó al nacer, luego Alejandra, nacida el 29 de abril de 1936 en Buenos Aires.

La selección de los textos y su edición es de Mayda Bustamante, quien dice en el prólogo que a Pizarnik “el suicidio le jugó una mala pasada. No contó nunca con que su muerte la convertiría en inmortal”.

“Gracias, Alejandra -añade-, por permitirme, como diría mi amiga Marifé Santiago Bolaños, ‘entrar en el bosque para encontrar los claros que todo bosque guarda'”.

Y es que la escritora y filósofa española Marifé Santiago ha tenido también mucho que ver en la costura de este volumen, ya que ha sido quien ha reunido a muchas de las autoras que participan, y ha llevado a sus páginas los textos de Sandra Riaboy y Miriam Pizarnik, sobrina y hermana, respectivamente, de Alejandra.

La sobrina y hermana de la poeta aportan, además, documentos gráficos, imágenes familiares. Miriam Pizarnik, sólo un año mayor que la poeta, incluye para esta ocasión una ponencia leída en la Universidad Hebrea de Jerusalén en representación de la familia de Alejandra Pizarnik, para inaugurar el Coloquio Internacional Pizarnik en Jerusalén.

“Pero el silencio es cierto. Por eso escribo. Estoy sola y escribo. No, no estoy sola. Hay alguien aquí que tiembla”, susurró Pizarnik, una de las voces más importantes de la segunda mitad del siglo XX, cuya vida siempre estuvo rodeada de un cierto malditismo, y a ello contribuyó sin duda el que se quitara tan joven la vida con una sobredosis de barbitúricos.

Transgresora en la vida y en la poesía, que para el caso era lo mismo, Pizarnik era hija de migrantes judíos de origen ruso-polaco que trabajaban en la joyería. Delicada y sensible, en 1954 comenzó a estudiar Filosofía en la Universidad, con el deseo y el sueño de conocer la cultura francesa, y estudió periodismo y literatura.

Portada del libro.

Portada del libro. Foto: Cedida por la editorial Huso/EFE

Empezó a escribir desde muy joven y a escondidas, y publicó un primer libro, La tierra más ajena, con la ayuda de su padre, como relata su propia hermana. A los 18 años ya estaba metida en el mundo de las letras, trabando amistad con Oliverio Girondo, Nora Langué, Manuel Mújica Laínez, Victoria Ocampo, Bioy Casares, Silvina Ocampo y, muy especialmente, con Olga Orozco.

Escribió y publicó mucho. Consiguió la beca Guggenheim en 1968 y en 1971 le otorgaron la Fulbright.

A los 24 cumplió su sueño de viajar a Francia, donde vivió cuatro años. Antes ya había publicado Las aventuras perdidas, en 1958.

En París estudió y tradujo a Artaud, Michaux o Bonnefoy, y conoció a alguien fundamental, Julio Cortázar, con quien entabló una amistad muy estrecha. Después regresó a Buenos Aires, pero siguió con sus vaivenes de angustia, entradas y salidas del hospital e intentos de suicidio.

Entretanto produjo títulos imprescindibles, entre ellos, Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) o El infierno musical (1971).

“La noche tiene la forma de un grito de lobo”. Una selección de poemas de Alejandra Pizarnik

sábado, septiembre 5th, 2020

Los siguientes poemas se extraen del libro Poesía Completa (Debolsillo, 2018), edición que incluye versos inéditos rescatados de manuscritos de Alejandra Pizarnik, una de las autoras argentinas más emblemáticas y figura de culto para las letras hispanas. Nació el 29 de abril 1936, y falleció el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, tras ingerir 50 pastillas de Seconal.

Ciudad de México, 5 de septiembre (BarbasPoéticas).- “El poema es espacio y hiere”.- Los poemas de Alejandra Pizarnik son una verdadera herida abierta, profundamente femeninos, tristes, delicados, melancólicos. Un oscuro preludio a su propio final. Un grito de soledad en medio de la noche.

Flora Alejandra Pizarnik nació en Avellaneda, Argentina, el 29 de abril 1936, y falleció el 25 de septiembre de 1972, a los 36 años, después de ingerir 50 pastillas de Seconal. Esta autora, cuya poesía se caracteriza por un hondo intimismo y sensualidad, es una de las escritoras argentinas más emblemáticas de la segunda mitad del siglo XX y una figura de culto para las letras hispanas.

En 1955 publicó su primer libro de poemas: La tierra más ajena. Cinco años después se trasladó a París, donde trabajó para la revista Cuadernos y publicó poemas y críticas en varios diarios franceses. También tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en La Sorbona.

En esos años conoció a Octavio Paz, Julio Cortázar e Ivonne Bordelois. Volvió a Buenos Aires en 1964 y publicó otras siete obras con poemas, relatos surrealistas y hasta novelas cortas. En 1971, recibió la beca Fullbright. Otros títulos destacados son Árbol de Diana (1962) y Extracción de la piedra de locura (1968).

Barbas Poéticas presenta la siguiente selección de poemas extraídos del libro Poesía Completa, publicado bajo el sello Debolsillo, edición que además incluye poemas inéditos rescatados de manuscritos de la autora.

REMINISCENCIAS

y el tiempo estranguló mi estrella
cuatro números giran insidiosos
ennegreciendo las confituras
y el tiempo estranguló mi estrella
caminaba trillada sobre pozo oscuro
los brillos lloraban a mis verdores
y yo miraba y yo miraba
y el tiempo estranguló mi estrella
recordar tres rugidos de
tiernas montañas y radios oscuras
dos copas amarillas
dos gargantas raspadas
dos besos comunicantes de la visión de
una existencia a otra existencia
dos promesas gimientes de
tremendas locuacidades ajenas
dos promesas de no ser de sí ser de no ser
dos sueños jugando la ronda del sino en
derredor de un cosmos de
champagne amarillo blanquecino
dos miradas cerciorando la avidez de una
estrella chiquita
y el tiempo estranguló mi estrella
cuatro números ríen en volteretas desabridas
muere uno
nace uno
y el tiempo estranguló mi estrella
sones de nenúfares ardientes
desconectan mis futuras sombras
un vaho desconcertante rellena
mi soleado rincón

la sombra del sol tritura la
la esfinge de mi estrella
las promesas se coagulan
frente al signo de estrellas estranguladas
y el tiempo estranguló mi estrella
pero su esencia existirá
en mi intemporal interior
brilla esencia de mi estrella!

LA DE LOS OJOS ABIERTOS

la vida juega en la plaza
con el ser que nunca fui
y aquí estoy
baila pensamiento
en la cuerda de mi sonrisa
y todos dicen esto pasó y es
va pasando
va pasando
mi corazón
abre la ventana
vida
aquí estoy
mi vida
mi sola y aterida sangre
percute en el mundo
pero quiero saberme viva
pero no quiero hablar
de la muerte
ni de sus extrañas manos.

LA ENAMORADA

esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.
hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió
enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado
oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú
te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

NOCHE

Quoi, toujours? Entre
moi sans cesse et
le bonheur!
G. De Nerval

Tal vez esta noche no es noche,
debe ser un sol horrendo, o
lo otro, o cualquier cosa…
¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras,
falta candor, falta poesía
cuando la sangre llora y llora!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Si sólo me fuera dado palpar
las sombras, oír pasos,
decir «buenas noches» a cualquiera
que pasease su perro,
miraría la luna, dijera su
extraña lactescencia, tropezaría
con piedras al azar, como se hace.
Pero hay algo que rompe la piel,
una ciega furia
que corre por mis venas.
¡Quiero salir! Cancerbero del alma:
¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Aún quedan ensueños rezagados.
¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?
La muerte está lejana. No me mira.
¡Tanta vida Señor!
¿Para qué tanta vida?

SIEMPRE

Cansada del estruendo mágico de las vocales
Cansada de inquirir con los ojos elevados
Cansada de la espera del yo de paso
Cansada de aquel amor que no sucedió
Cansada de mis pies que sólo saben caminar
Cansada de la insidiosa fuga de preguntas
Cansada de dormir y de no poder mirarme
Cansada de abrir la boca y beber el viento
Cansada de sostener las mismas vísceras
Cansada del mar indiferente a mis angustias
¡Cansada de Dios! ¡Cansada de Dios!
Cansada por fin de las muertes de turno
a la espera de la hermana mayor
la otra la gran muerte
dulce morada para tanto cansancio.

FIESTA EN EL VACÍO

Como el viento sin alas encerrado en mis ojos
es la llamada de la muerte.
Sólo un ángel me enlazará al sol.
Dónde el ángel,
dónde su palabra.
Oh perforar con vino la suave necesidad de ser.

HIJA DEL VIENTO

Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.

LA CAÍDA

Música jamás oída,
Amada en antiguas fiestas.
¿Ya nunca volveré a abrazar
al que vendrá después del final?
Pero esta inocente necesidad de viajar
entre plegarias y aullidos.
Yo no sé. No sé sino el rostro
de cien ojos de piedra
que llora junto al silencio
y que me espera.
Jardín recorrido en lágrimas,
habitantes que besé
cuando mi muerte aún no había nacido.
En el viento sagrado
tejían mi destino.

AZUL

mis manos crecían con música
detrás de las flores
pero ahora
por qué te busco, noche,
por qué duermo con tus muertos

LA CARENCIA

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

EL AUSENTE

I
La sangre quiere sentarse.
Le han robado su razón de amor.
Ausencia desnuda.
Me deliro, me desplumo.
¿Qué diría el mundo si dios
lo hubiera abandonado así?

II
Sin ti
el sol cae como un muerto abandonado.
Sin ti
me torno en mis brazos
y me llevo la vida
a mendigar fervor.

DESDE ESTA ORILLA

Soy pura
porque la noche que me encerraba
en su negror mortal
ha huido.
W. BLAKE

Aún cuando el amado
brille en mi sangre
como una estrella colérica,
me levanto de mi cadáver
y cuidando de no hollar mi sonrisa muerta
voy al encuentro del sol.
Desde esta orilla de nostalgia
todo es ángel.
La música es amiga del viento
amigo de las flores
amigas de la lluvia
amiga de la muerte.
1
He dado el salto de mí al alba. He dejado mi cuerpo junto a la luz y he cantado la tristeza de lo que nace
19
cuando vea los ojos que tengo en los míos tatuados
23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
33
alguna vez
alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
me iré como quien se va
A Ester Singer
35
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de
fuego, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la
noche, déjate caer y doler, mi vida.

***
los náufragos detrás de la sombra
abrazaron a la que se suicidó
con el silencio de su sangre
lo noche bebió vino
y bailó desnuda entre los huesos de la niebla

I
Tú eliges el lugar de la herida
en donde hablamos nuestro silencio.
Tú haces de mi vida
esta ceremonia demasiado pura.

EN TU ANIVERSARIO

Recibe este rostro mío, mudo, mendigo.
Recibe este amor que te pido.
Recibe lo que hay en mí que eres tú.

AMANTES

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío

EL OLVIDO

en la otra orilla de la noche
el amor es posible
-llévame –
llévame entre las dulces sustancias
que mueren cada día en tu memoria

VERDE PARAÍSO

extraña que fui
cuando vecina de lejanas luces
atesoraba palabras muy puras
para crear nuevos silencios

SOMBRA DE LOS DÍAS A VENIR

A Ivonne A. Bordelois

Mañana
me vestirán con cenizas al alba
me llenarán la boca de flores.
Aprenderé a dormir
en la memoria de un muro,
en la respiración
de un animal que sueña.

LINTERNA SORDA

Los ausentes soplan y la noche es densa.
La noche tiene el color de los párpados del muerto.
Toda la noche hago la noche.
Toda la noche escribo.
Palabra por palabra yo escribo la noche.

ESTAR

Vigilas desde este cuarto
donde la sombra temible es la tuya.
No hay silencio aquí
sino frases que evitas oír.
Signos en los muros
narran la bella lejanía.
(Haz que no muera
sin volver a verte)

ADIOSES DEL VERANO

Suave rumor de la maleza creciendo. Sonidos de lo que destruye el
viento. Llegan a mí como si yo fuera el corazón de lo que existe. Quisiera
estar muerta y entrar yo también en un corazón ajeno.

CAMINOS DEL ESPEJO

II
Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo
como un pájaro del borde filoso de la noche.
XIV
La noche tiene la forma de un grito de lobo.
**
Las verdaderas fiestas tienen lugar en el cuerpo y en los sueños.
**
Toda la noche escucho el llamamiento de la muerte, toda la noche
escucho el canto de la muerte junto al río, toda la noche escucho la
voz de la muerte que me llama.
**
Y yo caminaría por todos los desiertos de este mundo y aún muerta te seguiría buscando, a ti, que fuiste el lugar del amor.
**
(Tú que fuiste mi única patria ¿en dónde buscarte? Tal vez en este poema que voy escribiendo.)
**
En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y mis semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir.
**
Paso desnuda con un cirio en la mano, castillo frío, jardín de las delicias. La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada, mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.
**

FUGA EN LILA

Había que escribir sin para qué, sin para quién.
El cuerpo se acuerda de un amor como encender la lámpara.
Si silencio es tentación y promesa.

LAZO MORTAL

Palabras emitidas por un pensamiento a modo de tabla del náufrago.
Hacer el amor adentro de nuestro abrazo significó una luz negra: la
oscuridad se puso a brillar. Era la luz reencontrada, doblemente apagada
pero de algún modo más viva que mil soles. El color del mausoleo
infantil, el mortuorio color de los detenidos deseos se abrió en la salvaje
habitación. El ritmo de los cuerpos ocultaba el vuelo de los cuervos. El
ritmo de los cuerpos cavaba un espacio de luz adentro de la luz.

L’OBSCURITÉ DES EAUX

Escucho resonar el agua que cae en mi sueño. Las palabras caen como
el agua yo caigo. Dibujo en mis ojos la forma de mis ojos, nado en mis
aguas, me digo en mis silencios. Toda la noche espero que mi lenguaje
logre configurarme. Y pienso en el viento que viene a mí, permanece en
mí. Toda la noche he caminado bajo la lluvia desconocida. A mí me han
dado un silencio pleno de formas y visiones (dices). Y corres desolada
como el único pájaro en el viento.
**
Sí, lo malo de la vida es que no es lo que creemos pero tampoco lo contrario.
**

NOCTURNO DE CHOPIN POR UN PIANISTA DE CUATRO AÑOS

Su música me lleva
a un acantilado con un pájaro
que juega a oírse cantar.
Su música me alumbra en la lluvia
por donde vamos yo y una jaula vacía.
**

APROXIMACIONES

abrazando a tu sombra en un sueño
mis huesos se arqueaban como flores
*
Mi corazón es absurdo como un máscara en la lluvia
El espanto lo asemeja al mar
Mi cuerpo es una invasión de tambores en el silencio de la noche
*
Yo no canto, no celebro,
no bailo desnuda y ebria
sobre mi ataúd.
Pero yo le ruego al poema,
yo le pido la luna la poema.
*
Escribes poemas
porque necesitas
un lugar
en donde sea lo que no es

LA CELESTE SILENCIOSA AL BORDE DEL PANTANO

A Enrique Pichón Rivière

Cerraron el rostro que fue idéntico al más alto sueño de la augusta
infancia y pájaros temerosos en despliegue rapidísimo de plumas negras
hicieron el paisaje del perfecto terror. Soy tu silencio, tu tragedia, tu
veladora. Puesto que sólo soy noche, puesto que toda noche de mi vida es
tuya.

DENSIDAD

Yo era la fuente de la discordancia, la dueña de la disonancia, la niña del
áspero contrapunto. Yo me abría y me cerraba en un ritmo animal muy puro.

CASA DE LA MENTE

la casa mental
reconstruida letra por letra
palabra por palabra
en mi doble figura de papel
atraviesa el mar de tinta
para dar un nueva forma
a un nuevo sentimiento
abre la boca
verde de sin raíces
la palabra sin su cuerpo
la noche me pronuncia
un nuevo orden musical
de colores de cuerpos de excedentes
de formas pequeñas
que se mueven gritan dicen nunca
la noche dice nunca
en un poema

14/IV/1970

A UN POEMA ACERCA DEL AGUA, DE SILVINA OCAMPO

A Silvina y a la condesa de Trípoli que emana toda la noche profecías. O. PAZ

Tu modo de silenciarte en el poema.
Me abrís como a una flor
(sin duda una flor pobre, lamentable)
que ya no esperaba la terrible delicadeza
de la primavera. Me abrís, me abro,
me vuelvo de agua en tu poema de agua
que emana toda la noche profecías.
**
El poema es espacio y hiere.
**
Yo preparo mi muerte
**
Hay palabras con manos

PRESENCIA DE SOMBRA

Alguien habla. Alguien me dice.
Extraordinario silencio el de esta noche.
lguien proyecta su sombra en la pared de mi cuarto.
Alguien me mira con mis ojos que no son los míos.
Ella escribe como una lámpara que se apaga, ella escribe como una
lámpara que se enciende.
Camina silenciosa.
La noche es una mujer vieja con la cabeza llena de flores.
La noche no es la hija preferida de la reina loca.
Camina silenciosa hacia la profundidad hija de los reyes.
De demencia la noche, de no tiempo.
De memoria la noche, de siempre sombras.
**
viejo remaldito, especie de aborto pestífero de fantasmas sifilíticos,
cómo te adoro en tu tortuosidad solamente parecida a la mía,
y cabe decir que siempre desconfié de tu genio (no son genial; sos
un saqueador y un plagiario) y a la vez te confié,
oh, es a vos que mi tesoro fue confiado,
te quiero tanto que mataría a todos estos médico adolescentes para
darte a beber de su sangre y que vos vivas un minuto, un siglo más,
(vos, yo, a quienes la vida no nos merece)

SOUS LA NUIT

A Y. Yván Pizarnik de Kolikovski, mi padre

Los ausentes soplan grismente y la noche es densa. La noche tiene el
color de los párpados del muerto.
Huyo toda la noche, encauzo la persecución y la fuga, canto un canto
para mis males, pájaros negros sobre mortajas negras.
Grito mentalmente, el viento demente me desmiente, me confino, me
alejo de la mano crispada, no quiero saber otra cosa que este clamor, este
resolar en la noche, esta errancia, este no hallarse.
Toda la noche hago la noche.
Toda la noche me abandonas lentamente como el agua cae lentamente.
Toda la noche escribo para buscar a quien me busca.
Palabra por palabra yo escribo la noche.

PARA JANIS JOPLIN

(fragmento)
a cantar dulce y a morirse luego.
no:
a ladrar.
así como duerme la gitana de Rousseau.
así cantás, más las lecciones de terror.
para crear o decir una pequeña canción,
gritar tanto para cubrir los agujeros de la ausencia
eso hiciste vos, eso yo.
me pregunto si eso no aumentó el error.
hiciste bien en morir.
por eso te hablo,
por eso me confío a una niña monstruo.

RECUERDOS DE LA PEQUEÑA CASA DEL CANTO

Era azul como su mano en el instante de la muerte. Era su mano
crispada, era el último orgasmo. Era su pija parada como un pájaro que
está por llover, parada para recibirla a ella, la muerte, la amante (o no)
Ya no sé hablar. ¿Con quién?
Nunca encontré un alma gemela. Nadie fue un sueño. Me dejaron con
los sueños abiertos, con mi herida central abierta, con mi desgarradura.
Me lamento; tengo derecho a hacerlo. Asimismo, desprecio a los que no
se interesan por mí. Mi sólo deseo ha sido
No lo diré. Hasta yo, o sobre todo yo, me traiciono. Como un niño de
pecho he acallado mi alma. Ya no sé hablar. Ya no puedo hablar. He
desbaratado lo que me dieron, que era todo lo que tenía. Y es otra vez la
muerte. Se cierne sobre mí, es mi único horizonte. Nadie se parece a mi
sueño. He sentido amor y lo maltrataron, sí, a mí que nunca había
querido. El amor más profundo desaparecerá para siempre. ¿Qué
podemos amar que no sea una sombra? Murieron ya los sueños sagrados
de la infancia y la naturaleza también, la que amaba.

abril 1972

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE BARBAS POÉTICAS. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

ENSAYO | La muerte es motor del acto poético y detona la consagración de su lenguaje y sus imágenes

sábado, noviembre 2nd, 2019

El alma del poeta busca su propia muerte como la avispa que desea el néctar de la orquídea, con la misma naturalidad y la misma soltura, se trata de un fenómeno dancístico de una suerte de malabar siniestro que fascina y aterroriza por igual.

El poeta es el único ser que se toma en serio la Nada, de otra manera, la humanidad no sería sino una granja de hormigas laboriosas y obedientes. El poeta da cuerpo a lo invisible y carne a lo imperceptible y para lograrlo ha de renunciar a todo.

Por José Miguel Lecumberri

Ciudad de México, 2 de noviembre (BarbasPoéticas).- Ningún placer, por suculento que sea, merece la pena ser vivido a costa de todo el sufrimiento que implica la existencia. En cada goce subsiste el fantasma del desastre. Hegesias de Cirene lo pensó así y llevó al suicidio a un gran número de sus seguidores.

La potencia de sus ideas sólo la podemos suponer gracias a Diógenes Laercio y algunos otros, pues todos sus escritos fueron incinerados por órdenes de Ptolomeo II. Se supone que para este discípulo del hedonismo “tradicional” de Aristipo, el placer no resulta lo suficientemente bueno para justificar cualquiera de las incontables penurias que nuestras existencias deben soportar de manera gratuita.

Muchos siglos después, un filósofo rumano, sintetiza el espíritu de la doctrina hegesíaca en un paradójico y revelador aforismo: “Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera. Sin la idea del suicidio, si no fuera por la posibilidad del suicidio, ya me habría matado”. El suicidio como tónico contra el mal de la muerte, la ironía como estimulante de la tolerancia existencial.

Diógenes Laercio: para este discípulo del hedonismo “tradicional”, el placer no resulta lo suficientemente bueno para justificar cualquiera de las incontables penurias de nuestra existencias. Foto: Especial

Es lugar común el hecho que el oficio poético conlleve la marca del infortunio. Muchos son los vates que han decidido levantar la mano contra sí-mismos para poner fin a sus días y a sus miserias. Lo que algunos podrían juzgar como un acto de cobardía y locura, es para el poeta, una consecuencia de la libertad más absoluta y sublime: la de no depender de criterios y directrices políticos, como lo asume la sociedad occidental desde Aristóteles, o quizás desde antes. El individuo se alza triunfante sobre los poderes del mundo y el orden social por medio de la autoaniquilación.

“Próximo está tu olvido de todo y próximo también el olvido de todo respecto a ti”, reza una máxima de Marco Aurelio, el olvido es pues el ingrediente sustantivo de la vida, pues no son los muertos quienes olvidan, sino los vivos, pues la Muerte representa un cambio radical de paradigmas, sea cual sea su insondable naturaleza.

El poeta no es el ser que piensa, sino el que da a pensar, lo cual es aún más relevante, según lo proponía Deleuze: El poeta crea afectos, a diferencia del filósofo que es un creador de conceptos.

Así, el poeta vive por y para lo desconocido, de ahí que el misticismo encuentre su única vía de expresión a través de la poesía, pues ni siquiera la más excelsa de las artes, la música, resulta eficiente para comunicar el vértigo y la oscuridad en su estado puro, como se lee en este fragmento del célebre poeta de Paul Celan, Fuga de Muerte:

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un maestro de Alemania
te bebemos por la tarde y en la mañana bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania su ojo es azul
te acierta con bala de plomo te acierta preciso
un hombre habita en la casa tu pelo dorado Margarete
atiza sus perros contra nosotros nos regala una tumba en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un maestro de Alemania

La Muerte, sea sueño o la realidad más poderosa de la existencia, es motor del acto poético y detonante de la consagración atemporal de su lenguaje y sus imágenes.

El alma del poeta busca su propia muerte como la avispa que desea el néctar de la orquídea, con la misma naturalidad y la misma soltura, se trata de un fenómeno dancístico de una suerte de malabar siniestro que fascina y aterroriza por igual.

Es, quizás, en los versos de Pizarnik donde el testimonio de este baile trágico queda descrito de una manera a la vez difusa y obvia:

Se fuga la isla.
Y la muchacha vuelve a escalar el viento
y a descubrir la muerte del pájaro profeta.
Ahora
es el fuego sometido.
Ahora
es la carne
..la hoja
..la piedra
perdidas en la fuente del tormento
como el navegante en el horror de la civilización
que purifica la caída de la noche.
Ahora
la muchacha halla la máscara del infinito
y rompe el muro de la poesía.

Para Jabés, el pensamiento y la poesía son siameses unidos por la cabeza; yo diría más bien, que son amantes separados por la cabeza. Todo sistema es la ruina de la expresión poética, como toda política es la ruina de la individualidad. El amor propio, en nuestros días, nace estigmatizado por una serie de convenciones sociales que castran al deseo y lo convierten en una teatralidad idiota, ya sea la de Edipo o la de Hollywood.

Ritualismos plásticos que deviene en la necesidad de reclamar la propia vida a costa de ella misma. No se puede ser con base en la constante premisa de no ser uno mismo, sino una colectividad de pensamientos y emociones compartidas y enajenantes. Escribe Juan Eduardo Cirlot:

Nunca supe quién soy,
pero voy
a ser lo que tú quieres sólo siendo
en el sol absoluto donde ardiendo
mueres porque eres.

Para el poeta no hay amor ni compasión que valgan más que la vanidad y el egoísmo, pues el hombre es un ser escindido y múltiple al que se ha pretendido enclaustrar y clasificar como objeto de laboratorio en aras de un bien común inalcanzable que no justifica ningún crimen histórico o religioso.

El poeta no es un libertador ni un caudillo, es la esencia misma del virus del antialgoritmo, de aquello que repele incluso su propia codificación y fluye sin sentido. Esto resulta un verdadero inconveniente para el estatus quo que hoy día, hasta quiere sistematizar el suicidio, con leyes y normas eutanásicas, privándolo así de su salvajismo intrínseco y su convulsión axiomática.

El poeta es el único ser que se toma en serio la Nada, de otra manera, la humanidad no sería sino una granja de hormigas laboriosas y obedientes.

El poeta da cuerpo a lo invisible y carne a lo imperceptible y para lograrlo ha de renunciar a todo de forma irreversible. El suicidio es el único acto de alegría de los poetas.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE BARBAS POÉTICAS. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

COLUMNISTA INVITADA | Una aproximación a la obra de Alejandra Pizarnik

sábado, octubre 20th, 2018

Por María Elena Sofía

Ciudad de México, 20 de octubre (SinEmbargo/Culturamas).- “Esta lúgubre manía de vivir/ esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra Alejandra no lo niegues.” El yo que recuerda está en el espejo o en el mundo. Extraños, ella jamás se reconocerá. Vivirá buscando las fallidas tentativas frente al cuerpo, que no se acomodará nunca a la cotidiana sórdida opacidad. Amores masculinos y femeninos, somníferos y barbitúricos, experimentos terribles como los primeros intentos con el lenguaje. Acercarse a Alejandra Pizarnik es como mirar una montaña desde un barco que está zarpando. En esa última mirada que es el adiós se comprende el destino, el final de todos los intentos que también fracasa: dominar el mundo, por lo menos la propia vida. Dominar las manos. Plasmar esta intención (obsesión) en el sentido de hacer o formar una cosa, fue la tentación cuya voz escuchó. El material fue su voz escrita y la tentación suele ser drástica: “Yo oculto clavos/ para escarnecer a mis sueños enfermos.” Partir, sin siquiera haber llegado hasta los pies de esa montaña.Ella vivió en el lado literal de la palabra, tratando de escribir extensamente, “pero para eso hay que ver” los fuegos, el brillo, el retorcerse de la vida.

Se detuvo en las cenizas, en los pájaros, en las noches y prefirió a los mártires y profetas. Lo incompleto, lo desproporcionado, el deseo. “Mis manos se han desnudado / y se han ido donde la muerte/ enseña a vivir a los muertos.” El tiempo se encarga del anacronismo, la distancia necesaria contra los miedos, la muerte de la inocencia supone consumar la vida, vida que seguirá igual, voces que sonarán igual, gestos que reemplazarán al amor, pero nada le devolverá la esperanza. No buscó artificios, no fue otra detrás de la letra, ella sabía quién era, y también que moriría. El mundo subjetivo fue el mundo Pizarnik, no se avergonzó de que ello fuera todo en su búsqueda de plasmar (otra vez, mil veces) su ser de ave con el vuelo trazado, segura del mañana sombrío. Hubo risas también, explosiones, caprichos, dibujos de revólveres y monstruos escondidos en los muros. Pactos de amor y de muerte, amores torturantes, muertes posibles, diversas y diferentes claramente expuestas. ¿Dónde estaban sus miedos entonces? A veces pareciera una muchacha loca corriendo sola en la noche por un bosque, plena de terror, y perpleja y maravillada, buscando marcas en los troncos de los árboles, secretos y soles negros.

Ella trabajó con sus fantasmas, luchó con su lucidez, partió un espejo y se miró desde sus pedazos, fue fiel a su búsqueda y se murió ensimismada. Supo escribir y supo morir. No fue mezquina. Permanece en El Despertar, en Exilio, en Madrugada. Fue irónica por tristeza, fue sardónica su risa porque no era bella, fue inquieta porque sabía lo que esperaba más allá de la línea. Fue dura y cruda y destemplada con amigos, amantes y rivales, y con sus propios sentires: “Mi sexo gime. Lo mando al diablo. Insiste.”, dicen sus diarios, cuando ya no se cree que fue una mujer que existió porque el mito la trasciende. Para ir hacia adentro también hay que ser valiente, mucho más que para dejar la costa en una embarcación endeble mirando una montaña jamás conocida. Quizás cruzó la línea para que no quedaran en líneas proféticas aquellos versos de “La última inocencia”.

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Las frases más tristes de la literatura universal

sábado, mayo 19th, 2018

Podría enunciar las experiencias más tristes de mi existencia. Diría la amé, se fue, lloré. Y aún así no los conmoveré como lo harán estos grandes escritores. En lugar de mal escribir un remedo de quebranto citaré un fragmento del cuento ‘Tan triste como ella’ de Juan Carlos Onetti, escritor uruguayo de amplio corazón. Después dejaré que el oleaje oscuro inunde sus corazones con las 25 frases más tristes de la literatura.

Ciudad de México, 19 de mayo (SinEmbargo/Culturamas).- “Querida tan triste: Comprendo, a pesar de ligaduras indecibles e innumerables, que llegó el momento de agradecernos la intimidad de los últimos meses y decirnos adiós. Todas las ventajas serán tuyas. Creo que nunca nos entendimos de veras; acepto mi culpa, la responsabilidad y el fracaso. Intento excusarme –sólo para nosotros, claro– invocando la dificultad que impone navegar entre dos aguas durante X páginas. Acepto también, como merecidos, los momentos dichosos. En todo caso, perdón. Nunca miré de frente tu cara, nunca te mostré la mía”.

“Había contraído contigo compromisos imprudentes y la vida se encargó de protestar: te pido perdón, lo más humildemente posible, no por dejarte, sino por haberme quedado tanto tiempo”. Marguerite Yourcenar, “Alexis o el tratado del inútil combate” (1929).

“El amor siempre ocurre después, en retrospectiva. El amor es siempre una reflexión”. Cristina Rivera Garza, “Lo anterior” (2012).

“Nada extraordinario llega a la vida de los mortales separado de la desgracia”. Sófocles, “Antígona” (443 a. C.).

“La mano de la enamorada del viento acaricia la cara del ausente. La alucinada con su ‘maleta de piel de pájaro’ huye de sí misma con un cuchillo en la memoria. La que fue devorada por el espejo entra en un cofre de cenizas y apacigua a las bestias del olvido”. Alejandra Pizarnik, “Árbol de Diana” (1962).

El amor siempre ocurre después, en retrospectiva. Foto: Shutterstock

“Ella era el tipo de novia que Dios te da de joven; así sabes qué es la pérdida el resto de tu vida”. Junot Díaz, “Así es como la pierdes” (2012)

“Si perecieran todas las demás cosas pero quedara él, podría seguir viviendo. Si, en cambio, todo lo demás permaneciere y él fuera aniquilado, el mundo se me volvería totalmente extraña y no me parecería formar parte de él”. Emily Brontë, “Cumbres Borrascosas” (1847).

“Como suele suceder, tardaron un tiempo en acordarse de que, cuando alguien muere, a los demás les corresponden vivir también por ellos –y no hay nada más que resulte adecuado”. Virgina Woolf, “Las olas” (1931).

“No es amor el amor que se transforma con el cambio o se aleja con la distancia. ¡Oh, no! Es un faro siempre firme que desafía las tempestades sin estremecerse”. William Shakespeare, “Soneto 116”.

“Vivían la lenta e invisible compenetración de sus respectivos universos, eran como dos astros que gravitasen alrededor del mismo eje en órbitas cada vez más próximas y cuyo destino era colisionar en algún punto del espacio y el tiempo”. Paolo Giordano, “La soledad de los números primos” (2008).

“La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza”. George Orwell, “1984” (1949).

La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. Foto: Shutterstock

“Algún día te morirás por besarme”. Markus Zusak, “La ladrona de los libros” (2005).

“Escribo, triste, en mi cuarto quieto, solo, como siempre he sido, solo como siempre seré”. Fernando Pessoa, “Libro del desasosiego” (1984).

“Lo odio por hacerme sentir así. Por darme esperanzas y luego tirar todo por la borda”. Jojo Moyes, “Yo antes de ti” (2016).

“Tiene frío porque está sola: ningún contacto enciende el fuego que late en su interior. Está enferma, porque aparta lejos de usted el mejor de los sentimientos, el más dulce y elevado. Y es tonta, porque, sufriendo como sufre, no deja que se le acerque, ni da un paso para acercarse al lugar donde éste la espera”. Charlotte Bronte, “Jane Eyre” (1847).

“Yo era demasiado joven para saber amarla”. Antoine Saint-Exupery, “El principito” (1943).

“No soy ni lo suficientemente rico para amarla como quisiera ni lo suficientemente pobre para amarla como usted quiere”. Alexandre Dumas, “La dama de las camelias” (1848).

“Sólo estamos la cocina y yo. Pero creo que es mejor que pensar que en este mundo estoy yo sola”. Banana Yoshimoto, “Kitchen” (1988).

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso”. Pablo Neruda, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” (1924).

“El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno”. Gabriel García Márquez, “El amor en los tiempos del cólera” (1985).

“No he sido yo quien ha roto tu corazón, te lo has rota ti misma y al hacerlo has destrozado de paso el mío”. Emily Brontë, “Cumbres Borrascosas” (1847).

No he sido yo quien ha roto tu corazón, te lo has rota ti misma. Foto: Shutterstock

“¡Porque es mi nombre! ¡Porque no puedo tener otro en mi vida! ¡Porque miento y firmo mentiras con mi nombre! ¡Porque no valgo la tierra en los pies de quienes cuelgan ahorcados! ¿Cómo puedo vivir sin mi nombre? ¡Os he dado mi alma; dejadme mi nombre!”. Arthur Miller, “Las brujas de Salem” (1953).

“No quería flores, sólo quería yacer con las palmas vueltas hacia arriba y hallarme totalmente vacía”. Sylvia Plath, “Ariel” (1965).

“¿Qué es eso? ¿Una copa en su mano? Algún veneno ha acabado con él. Oh, avaro. ¿no has dejado ni una sola gota para mí? Pues te besaré: en tus labios quizá quede veneno que, como un bálsamo, me haga morir”. William Shakespeare, “Romeo y Julieta” (1597).

“A veces te descubro en el rostro que no tuviste y en la aparición que no me decías,

a veces es una calle al anochecer donde no habremos de volvernos ya de citarnos,

mientras el tiempo transcurre entre un movimiento de mi corazón y un movimiento de la noche”. José Carlos Becerra, “El otoño recorre las islas” (1973).

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REVISTA ARTES DE MÉXICO | La cámara del taxidermista

sábado, agosto 19th, 2017

Un trabajo de jaula y pájaros, basado en Todo ángel es terrible, con fotografías de José Antonio Martínez y texto de Ethel Krauze, editado por Revista Artes de México

Por Marco Antonio Murillo

Jaulas

La jaula se ha vuelto pájaro, escribió Alejandra Pizarnik. Leo el verso dos veces, primero a vista de pájaro, luego con los pies sobre la tierra; descubro que la imagen de la jaula, laberinto de aire, siempre ha intrigado. La forma de una jaula recuerda la muerte, obliga a preguntarse: ¿Será que la muerte de un pájaro es una caja con barrotes? Ambos conceptos cumplen con la misma función: despojan al ave de sus alas y extinguen su canto, ese calor solar.

En el citado verso, extraído del poema “El despertar”, se descubre un ángel de doble rostro: la liberación del pájaro y su encierro. La primera trama da cuenta de la apertura de la jaula, mientras que la segunda la reclusión perpetua, es decir, la metamorfosis del ave en jaula y viceversa. No importa con cual interpretación nos quedemos, el pájaro de Pizarnik, por ser revelador de todo un universo poético, es un ángel rilkiano, es decir, un ángel terrible. Pero, antes de continuar: ¿A qué se refiere este concepto? Se trata de una metáfora moderna aparecida en “Elegías del Duino” (1923) del poeta alemán Rainer María Rilke; es su arte poética, una nueva formar de entender el objeto poético como una pluralidad cargada de revelaciones, capaces de conmover al lector.

“Todo ángel es terrible”, no sólo es un verso de Rilke, también es el título del libro de fotografías de José Ángel Martínez, publicado por Artes de México. Su tema es sencillo, numerosas tomas fotográficas de pájaros transitan ante la minuciosa mirada del camarógrafo. Un giro de tuerca complejiza la secuencia narrativa de las imágenes, las aves están muertas: algunas solo caídas, otras desplumadas; no volarán más, su canto es ahora un silencio disecado. Si se canta, ya no es por la salida del sol, a la libertad, sino a la muerte de alas abiertas. La jaula de Martínez no es un enrejado de fierro, sino la inmovilidad de yacer las averiadas alas sobre la tierra.

Fotografía de José Antonio Martínez. Foto: RAM

Pájaros sueltos

En su diccionario de símbolos, Leon Deneb observa que las aves llenan el cielo; nacen, se alimentan y descansan en la tierra. Su cuerpo lo forman en la tierra; su esplendor está en el cielo. Su parte más pesada la suelen constituir las alas, pero con ellas alcanzan su grandeza: el vuelo. La tradición poética moderna que se ha interesado en la ornitología, abreva de las definiciones anteriores para recrear un mundo vivo, a veces lleno de emplumados vientos y brisas de huesos planeadores, otras de reflexivas jaulas o negros y alargados picos que invocan calamidades.

Mientras “Oiseaux” (1963) de Saint John Perse y “Arte de pájaros” (1966) de Pablo Neruda, observan, clasifican, realizan una labor de disecado y estudian poéticamente las aves; “The Raven” (1845) de Edgar Allan Poe, las escucha cantar y presiente un hálito funesto. Ambas formas de abordar el tópico son las dos caras de una sola moneda en caída libre: lo positivo y lo negativo de las aves.

Ninguno de ellos, sin embargo, toca la vena rilkeana que estos animales podrían transportar en sus plumas. Es en este nicho donde la fotografía de Martínez consigue realizar un aporte a la literatura sobre pájaros. A lo largo del libro, el autor reflexiona sobre estos animales, esta vez desde el lugar más vulnerable para ellos, el suelo, la tierra como símbolo de mortalidad. Al retratarlos caídos, extendidos y muertos, los pájaros son extraídos de su simbología, si antes denotaban conceptos como altura y vuelo; ahora significan caída, desplome.

Si la muerte que Martínez invoca es terrible, también es bella. No es la muerte total que descompone el cuerpo, pudre las articulaciones y destruye el plumaje, sino es una muerte iniciando y que a veces pareciera provisional, en otras palabras, los animales podrían despertar de repente y levantar el vuelo. Las aves fotografiadas aún conservan altas tonalidades de calor como cuando aleteaban. Así, encontramos todavía los rojos nervios y las suaves nervaduras en las imágenes del pato, los rayados colores en las plumas del águila, el gallo con el plumaje húmedo, y el pequeño pecho del canario que, apenas inflado, aún convoca los primeros amarillos del sol.

Fotografía de José Antonio Martínez. Foto: RAM

Pájaros sobre un cable

La apertura de “Todo ángel es terrible” es un cuento de Ethel Krauze. Se narra la historia de un contador que viaja a un pequeño pueblo para arreglar los papeles de su cliente. Varias semanas de vivir en el poblado le permiten crear una especie de vínculo con las aves de la zona, a tal punto que estas adaptan sus hábitos naturales a los horarios del contador (dejan de cantar mientras él duerme, por ejemplo).

El último párrafo de la narración me recuerda una de las mejores escenas de “The Birds” (1963) de Alfred Hitchcock: Un medio día, bajo el ojo inclemente de una nube encapotada que se negó a cubrir el sol, los pájaros se aprestaron en sus ramas, al unísono. Y, entonces, ocurrió lo inevitable. El final en suspenso tiene varias interpretaciones. Lo inevitable se refiere a: 1) La huida de las aves del pueblo; 2) el ataque de las aves al pueblo, tal como ocurre en la cinta de Hitchcock; o bien, 3) la muerte de cada una de las aves, es decir, las tomas fotográficas que ha realizado José Antonio Martínez.

Fotografía de José Antonio Martínez. Foto: RAM

Pájaros en la mesa de disección

 Una de las virtudes fotográficas de Martínez es su fascinación por jugar con el zoom de la cámara. Mediante este recurso sorprende a su lector con el hallazgo de detalles que, a simple vista, pasarían por invisibles: la textura de las alas, la dureza de un pico, el roto espolón de las patas, los oscurísimos ojos, las salpicaduras negras en un cascarón de huevo o la estrellada yema de éste; así como todo lo que indica pulsiones de vida en las aves, las cuales mencioné en el segundo apartado.

Este fino recurso acerca el oficio del fotógrafo al del poeta; y es precisamente allí donde el verso de Rilke, Todo ángel es terrible, cobra pleno sentido. En una carta a su editor, el Sr. Hulewicz, el poeta alemán explica: El ángel de las elegías es aquella criatura en la cual aparece como ya consumada esa tarea que venimos realizando de transformar lo visible en invisible. El ángel terrible, entonces, es un ente cargado de revelaciones. Revela lo que no está a simple vista del ojo humano (la muerte, el amor, las pequeñas minucias que dan forma a una casa o al paso del tiempo), y con ello se arma de materiales inéditos para explicar el mundo.

Poesía e imágenes son los elementos clave que conjugan el libro de Martínez. Detenerse en una hoja y observar minuciosamente es como imitar las pétreas labores del taxidermista; mientras que pasar y limitarse a mirar de reojo, se parece a hacer volar de nuevo a los pájaros, migrarlos de sitio. Al final de todo, las páginas de “Todo ángel es terrible”, como las aves silenciosas que fotografía, también cantan a través de texturas y detalles; celebran la fragilidad que hay en las alas de vivir, como en la árida tierra de morir.

Fotografía de José Antonio Martínez. Foto: RAM

Ficha biográfica

Marco Antonio Murillo (Mérida, Yucatán, 1986) MFA en Creative Writing por la Universidad de Texas en El Paso. Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos, en 2009. Premio Estatal de la Juventud 2014 en artes. Es Autor de los poemarios “Muerte de Catulo” (La Catarsis Literaria, 2011; Rojo Siena, 2013) y “La luz que no se cumple” (Artepoética Press, 2014). Coautor del libro “Casi una isla: Nueve poetas yucatecos nacidos en la década de los ochenta” (SEDECULTA, 2015). Actualmente es becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de ensayo y miembro del consejo editorial de la revista Pliego 16, perteneciente a la misma institución.

Todo ángel es terrible, con fotografías de José Antonio Martínez y texto de Ethel Krauze, Artes de México, Colección Luz Portátil, 2010, está disponible en esta página. Una sección de Artes de México para SinEmbargo.