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El Día de Muertos -Mihkailwitl o la Fiesta de los Difuntos- es sólo una de las formas de relación con los muertos. Quizás las más visible para la sociedad no indígena pero ciertamente no la única.
Las mujeres nahuas de Santa Ana Tzacuala eran reconocidas regionalmente debido a su extraordinaria labor textil, urdiendo en telar de cintura o bordando, con diversas técnicas, sobre lienzos industriales.
El águila negra hecha con cuentas, la serpiente devorada como una veta de oro, las hojas de nopal sobre la que se posa el ave, de textura granulada, tunas como brillantes rubíes; todo enmarcado en líneas azul turquesa. El encanto de la china poblana sigue vigente, fresco como una flor recién abierta.
Gabriela Olmos, en El sueño de los dioses y otros cuentos huicholes, plasma la conexión entre el mundo y la persona. Si bien Todorov menciona que es imperativo hablar de comunicación al momento en el que el diálogo deja de ser simétrico, en la obra de Gabriela Olmos los mensajes pueden ser ambiguos y asimétricos, pues el mundo se comunica, pero no de una manera directa: su lenguaje es la naturaleza.
Conforme uno se abre paso por las páginas de este bestiario, salta a la vista el uso de frases tales como «alimento bueno» o «bueno para comerse» para describir aquellas que son aceptadas y consumidas tanto por indios como por españoles. Por ejemplo, un extracto de la Historia natural de la Nueva España de Francisco Hernández describe de este modo al michpillin, “una masa de pececillos no mayores que liendres.” Por otro lado, las descripciones de aquellos animales considerados tabú para las culturas europeas, como es el caso de las serpientes, generan una imagen de barbarie respecto a los indígenas que los consumen.
Si el cuerpo de los mexicanos está hecho de maíz, entonces su corazón debe ser un nopal y su sangre el jugo de una tuna. Desde tiempos de antaño el nopal y sus frutos han sido símbolo de la espiritualidad en México, además de ser alimento, sustento económico, deleite, medicina, material de construcción e inclusive arte; el mismo Diego Rivera mezclaba sus pinturas con nopal y cal para la mejor preservación de sus murales.
Traspasos es un libro de pisadas, pasos en falso, escalones, vías de tren, arquitecturas del pie y del tránsito por el mundo. Es un libro de viajes poco convencional que se cifra en las huellas de un andar constante. Aquí, dialogan las fotografías de Antonio Zirión con la escritura de Verónica Gerber Bicecci.
La relación México-Francia no ha sido sencilla ni mucho menos tranquila o pacífica, baste recordar los conflictos bélicos entre estos países durante el Siglo XIX. En la revista-libro Artes de México Número 43, Fascinaciones mutuas, editada en 1998, se da un recuento y una interpretación acerca de algunos de los contactos artísticos y culturales que han existido entre estas naciones.
Ibarra nos lleva de la mano por el laberinto creativo que propone el artista. Los caminos que lo constituyen son tan distintos que nos muestra obras representativas de su labor en la arquitectura emocional; la gestión cultural de exposiciones que acercaron a la comunidad mexicana con la escena internacional de arte; su postura rebelde como Hartista harto de la producción artística de su época; sus incursiones en la poesía concreta y el lenguaje particular que desarrolló, sobre todo, en placas de oro. No sólo eso, sino que, desde el recuento que hace de los proyectos de Goeritz, nos invita a recorrer nuestra propia ciudad laberíntica.
En el segundo semestre de 1967, la revista cambió de manos, iniciando la nueva administración con los números 92-93, Museo Nacional de Historia. Dirigida ahora por Virgilio M. Galindo y José Losada Tomé se formó un nuevo consejo de administración, conformado por René D. Galindo, Raúl Horta, Francisco Fernández Cueto y José Ordoñez de la Vega. La sede de la revista cambió esta vez al número 262 de la calle Amores, en la Colonia del Valle, al sur de la Ciudad de México.
Muchos nos hemos encontrado alguna vez con la revista Artes de México por simple afición o porque al estudiar algún tema relacionado con la cultura mexicana, la búsqueda de material nos lleva a alguno de sus números. Esta revista ha sobrevivido a varias crisis económicas, cambios políticos y sociales e incluso a la competencia frente a otras revistas de arte con buenos presupuestos.
El texto se convierte en un manual extenso y gratificante sobre cómo construir en su totalidad un hogar: desde la búsqueda del terreno hasta la decoración final que se amolde a nuestro imaginario. Se remite a la construcción del cuerpo mismo: lo que se transforma y le sucede, el tiempo, la memoria, las grietas, los cuidados: “la casa es mi cuerpo y me alberga, alberga mi alma, mi espíritu, mi mente, y también todos los órganos y fluidos ocultos que me dan vida”.
Las connotaciones de las flores en Mesoamérica son muy variadas y complejas. Hay brotes que son alusiones en ofrendas, rituales, calendarios, danzas, atavíos. En las lenguas indígenas, la flor se asocia a la poesía, al arte, la belleza, la danza y a los cantos, como se refleja en los versos de Nezahualcóyotl. También simboliza la comunidad, el poder de la palabra, la búsqueda del alma, la guerra y el sacrificio. De igual manera, las plantas eran fuente invaluable de conocimiento y sanidad. Sin embargo, los pueblos sabían que aunque existen flores exóticas, con perfumes embriagadores y placenteros, al final todas se marchitan para renacer una y otra vez. La sabiduría indígena reconocía la tragedia de lo efímero, pero reconocía en las flores y los cantos razones poderosas para disfrutar la vida.
Para la lectura de El ser y la nada, libro compuesto por fotografías de Pedro Tzontémoc y escrito por David Huerta, hay que acercarnos con una idea de lo abandonado. Las piezas que se exponen en esta obra son un recorrido por distintos lugares donde se devela al individuo en su máxima soledad, en su momento más íntimo.
Artes de México tenía una deuda editorial con las artesanas de San Pedro Ocumicho. Desde que reiniciamos esta revista hace 30 años, no hemos dejado de observar, admirar y consumir sus piezas de barro. Hemos visitado el pueblo, nos hemos encontrado con las artesanas en ferias y mercados y, por años, hemos vendido sus piezas en nuestra sede y en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Los cuentos de La raíz y la voz. Cuentos populares nahuas emergen de la rica tradición oral de las culturas indígenas de México. En estos relatos, que provienen del anecdotario de las comunidades nahuas de la región alta del río Balsas del estado de Guerrero, se percibe una tradición milenaria continúa hasta nuestros días. Si bien sus temáticas se desarrollan en un contexto indígena, sus protagonistas, temas y motivos también nos recuerdan que la influencia del Viejo Mundo desdibujó fronteras lingüísticas e históricas que separan a los pueblos.