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“Si no escribo no soy la misma. Escribir es una necesidad”, dice la autora argentina Claudia Piñeiro

lunes, abril 27th, 2020

Piñeiro, una de las plumas más prestigiosas de América Latina, y su colega Sandra Lorenzano protagonizaron la charla “Los libros que nos salvan la vida” de la Fiesta del libro y la rosa, que se celebró de forma virtual el pasado jueves 23 de abril.

El festival se realizó de manera digital para cumplir con las exigencias de la contingencia sanitaria y en él participaron centenares de amantes de la literatura que convivieron a través de internet con varios escritores de primera fila.

México, 27 de abril (EFE).- La novelista argentina Claudia Piñeiro, una de las plumas más prestigiosas de América Latina, reconoció el pasado jueves en la Fiesta del libro y la rosa de la capital mexicana que escribe porque “si no lo hace no es la misma persona”.

“Escribo porque si no escribo no soy la misma persona, no estoy centrada en mi eje. Escribir es casi una cuestión ontológica, algunos tenemos la necesidad de escribir independientemente de si lo hacemos bien o mal”, dijo la autora.

Piñeiro y su colega Sandra Lorenzano, asentada en México, protagonizaron la charla “Los libros que nos salvan las vidas”, que atrajo a numerosos lectores en la red y giró alrededor del tema de la lectura y sobre autoras mujeres u hombres que supieron tratar el tema del feminismo.

El festival se celebró el jueves 23 de abril de manera digital para cumplir con las exigencias de aislamiento como consecuencia del COVID-19 y en él participaron centenares de amantes de la literatura que convivieron a través de internet con varios escritores de primera fila.

Piñeiro confesó que al inicio de la cuarentena pensó en leer libros de ficción pero terminó por acercarse a obras con algo de ficción pero más de ensayo o autoficción.

“Recorridos casi personales como los de Clarice Lispector o Natalia Ginzburg están en la fila de libros”, reconoció.

Lorenzano explicó que en su caso escribe para saber qué pasa en su interior y destacó el toque de introspección relacionado con la escritura.

“Si no escribo siento que me faltarían los lentes que necesito para mirar la realidad”, observó.

El Festival destacó este año el tema de las mujeres en la literatura y el dúo de autoras recomendó obras como “Balún Canán”, de la mexicana Rosario Castellanos, “Inundación”, de la argentina Eugenia Almeida, “Desierto sonoro”, de la mexicana Valeri Luselli o “Cometierra”, de la argentina Dolores Reyes, entre otras.

Lorenzano se refirió a una idea de Anna Ajmatova, a quien le preguntaron alguna vez si podía escribir sobre el horror y al referirse a la poeta ucraniana, señaló que en la sociedad algunas voces preguntan quién va a contar el abuso contra las mujeres.

“Preguntan, ustedes pueden contar esto y uno de esos ‘estos’ tiene que ver con la violencia contra las mujeres. En el primer trimestre de este año en México hubo 244 femenicidios. La pandemia es también esa pandemia y uno debe decir puedo contarlo, aunque no sepa la manera”, observó.

La Fiesta del libro, auspiciada por la Universidad Nacional Autónoma de México transcurrió este jueves con numerosos escritores de primera fila que disertaron sobre diversos temas en charlas, talleres, mesas redondas y lecturas púbicas, todo de manera digital para respetar las leyes de aislamiento por el coronavirus

Por la mañana la escritora española Almudena Grandes aseguró que el aislamiento para evitar el contagio de la COVID-19 tiene puntos de contactos con algunos de sus libros en los cuales hay gente escondida.

“El encierro que tenemos puede recordar a los encierros de mis novelas; en mis novelas de la postguerra hay gente encerrada, escondida, que huye y no puede moverse de un lugar pequeño”, dijo la autora.

Sobre el tema de la mujer hubo debates acerca de cómo se crean las comunidades de lectoras en América Latina y sobre el verso femenino en Latinoamérica, éste con la presencia de la escritora argentina Claudia Masín, entre otros temas.

Los casos de Ingrid y Fátima reavivan el horror. Es la máxima expresión del patriarcado: Sandra Lorenzano

viernes, febrero 21st, 2020

“Vivimos en un país que mata a sus mujeres. Frente al horror de la violencia que cosifica nuestros cuerpos, la primera acción es hacer comunidad, favorecer la empatía, el cuidado, la protección. En eso andamos”, opina la autora Sandra Lorenzano, y hace énfasis en las políticas públicas.

Te presentamos la entrevista con la también poeta y ensayista, quien acaba de publicar El día que no fue (Alfaguara). Platicamos acerca de las rupturas, los duelos, los miedos, el sentido ético de la literatura y la violencia de género.

Ciudad de México, 21 de febrero (SinEmbargo).- Vivimos en un país que mata a sus mujeres. En un país donde por lo menos 10 mujeres son asesinadas al día; en que 6 de cada 10 niñas y mujeres migrantes son violadas. En un país en que la violencia de género contamina cada resquicio de nuestra vida, expresa la escritora Sandra Lorenzano.

“Frente al horror de la violencia patriarcal que cosifica los cuerpos de las mujeres, la primera acción es reconstruir los tejidos comunitarios. Hacer comunidad para favorecer la empatía, el cuidado, la protección. En eso andamos”, agrega la autora y hace especial énfasis en las políticas públicas para frenar la violencia y ante todo, prevenirla.

Al preguntarle de los temas sociales que señala en su última novela, Sandra asegura que, como persona dedicada a las letras, siente una responsabilidad ética, un compromiso ante la realidad y ante sus lectores, aunque encarar la verdad resulte demasiado doloroso: “Si no es para ayudar a sentir y a pensar el mundo, la realidad, la propia interioridad, ¿para qué escribimos? Escribir es también meter el dedo (la palabra, la metáfora, la imagen) en la llaga”, opina.

Para Puntos y Comas, te presentamos la entrevista con la narradora, poeta y ensayista Sandra Lorenzano. A propósito de su novela El día que no fue (Alfaguara), platicamos acerca de las rupturas amorosas, los duelos, los miedos, el sentido ético de la literatura y la violencia de género. Este es un libro que nos ayuda a mirar nuestros miedos no para sucumbir, si no para sobrevivir.

Viviendo una relación feliz y estable con un hombre, la protagonista descubrió el verdadero y más completo amor en una mujer. Sin pensarlo dos veces, tomó el riesgo y se lanzó hacia un romance que duraría más de una década.

Pero la felicidad no le dejó ver que llegaría el día de la ruptura y que ésta traería soledad y un profundo miedo, y miedos más antiguos: exilios, desapariciones, violencias. Encerrada con sus pensamientos, rememora escenas del pasado. Los recuerdos duelen, las fotos son ahora pedazos de memoria que deberá recoger y guardar en algún rincón para poder seguir adelante.

***

—En la novela, la protagonista pasa por mucha agonía debido a una separación. ¿Hay forma de hacer que una ruptura sea menos dolorosa? ¿Qué podemos aprender de los finales en las relaciones?

—Es difícil no vivir el desamor como un duelo. Es una pérdida que nos deja sumergidos en un vacío brutal. En el sinsentido. Mucho más cuando no te lo esperas, cuando te sorprende, como es el caso de la protagonista. ¿Entonces qué mundo estabas construyendo?, te preguntas. ¿Qué proyecto de vida? Y te entra la enorme tristeza de ver a la persona que aún amas como a una desconocida. La pregunta que suele hacerse la gente cuando vive una experiencia similar a la relatada en el libro es: ¿de quién he estado enamorada todo este tiempo?

No sé cómo se puede hacer de esa experiencia algo menos doloroso. Y si la ruptura además es violenta, peor aún: el miedo se mezcla con el dolor y te parece que vas a vivir en la oscuridad el resto de tu vida. La gente que te quiere te dice “Vas a ver qué bien vas a estar después”. Y tú sólo sientes, como decía Sor Juana, el “corazón deshecho entre tus manos”. Y preguntas ¿cuándo? ¿Cuándo voy a salir del horror?

Pero sales. Increíblemente, hay un día en que el cuerpo y el alma te duelen menos, y entonces te das cuenta de que no eres más una mujer rota (o un hombre roto), la abandonada, la traicionada, la dejada, sino que eres una sobreviviente. Y esa palabrita lo cambia todo. Cambia tu manera de pararte ante ti misma y ante el mundo.

—¿Cuál es la mejor forma de superar la soledad, el miedo, las inseguridades y las heridas del pasado? ¿Lo anterior afecta de igual manera tanto a hombres como mujeres o dirías que nosotras lo vivimos distinto?

—La verdad es que no sé cuál es la mejor forma de superar los miedos, las inseguridades, las heridas del pasado. Tampoco lo sabe la protagonista. En mi caso fue la escritura la que me ayudó a revivir. Y la certeza de que la persona que amabas no pudo destruirte. Que sigues en pie, que tienes gente alrededor que te cuida, a veces sin que siquiera te des cuenta, que te da un abrazo cuando lo necesitas, o te echa una llamadita para ver cómo estás. Sí, quizás sea eso lo más importante: dejarte cuidar.

Y descubrir que las heridas van a estar siempre ahí, pero que aprendemos a vivir con ellas. La novela habla de la técnica japonesa del “kintsugi” que reconstruye piezas de porcelana fracturadas, pero en lugar de buscar “tapar” o disimular las fracturas, las destaca poniéndoles polvo de oro. Me gustó mucho esa idea: nuestras heridas están, permanecen, entonces no intentemos disimularlas porque no lo vamos a lograr. Mejor saber que son parte de nosotras. Con ellas nos presentamos ante el mundo. “Ésta soy. Ésta que, como los antiguos guerreros, muestra sus heridas. Muestra su polvo de oro”.

—A lo lago de la trama, la protagonista no sólo recuerda a la mujer que amaba, también rememora las dictaduras militares en América Latina, la desaparición de los 43 normalistas y la migración. ¿Por qué decidiste incluir estos temas? ¿Buscaste mostrar una postura política personal a través del personaje principal?

—Me interesa el sentido ético de la literatura. Quienes nos dedicamos a esto, tenemos una responsabilidad ética ante la realidad y ante quienes nos leen (así se trate de una sola persona). Éste es el sentido más profundo del compromiso literario. Si no es para ayudar a sentir y a pensar (pensamos al sentir y sentimos al pensar) el mundo, la realidad, la interioridad, ¿para qué escribimos? Escribir es también meter el dedo (la palabra, la metáfora, la imagen) en la llaga.

Es por eso que mostrar aquello que los poderes intentan impedir que veamos, o que puede resultar demasiado doloroso mirar directamente, pero mostrarlo desde una perspectiva en que la estética es la clave, es para mí el sentido de lo literario. Lo ético + lo estético produce el sentido político de un texto literario. Es la gran diferencia con un ensayo o con un texto periodístico, por ejemplo. Por eso muchas veces la poesía es la única forma de hablar realmente del horror, por la capacidad de simbolización del lenguaje.

Por otra parte, El día que no fue habla del miedo, y esas historias que aparecen en la novela llevan el miedo más allá del vivido por la protagonista en la ruptura amorosa. Ese miedo resulta pequeño al lado del miedo vivido cotidianamente por las mujeres en nuestro país, mayor aún si eres migrante y pobre, o el miedo vivido bajo dictadura. Mirar esos miedos nos ayuda a construir también la certeza de la sobrevivencia de la que hablaba hace un momento.

—La violencia de género también es un tema central: mencionas el caso de Lesvy Berlín y Mara Castilla. ¿Qué nos puedes decir de esto con respecto a los recientes casos de la niña Fátima y la joven Ingrid Escamilla? ¿Por qué las mujeres continúan siendo asesinadas? ¿Consideras que el actual Gobierno se comprometerá a erradicar la violencia contra las mujeres?

—Vivimos en un país que mata a sus mujeres. En un país donde por lo menos 10 mujeres son asesinadas al día; en que 6 de cada 10 niñas y mujeres migrantes son violadas. En un país en que la violencia de género contamina cada resquicio de nuestra vida. Los casos de Ingrid y de Fátima reavivan el horror en la memoria y en el cuerpo de todas nosotras.

Ésta es la expresión máxima del sistema patriarcal, como lo ha explicado mejor que nadie la antropóloga Rita Laura Segato en su libro La guerra contra las mujeres (Madrid, 2016), y con cuyas ideas crearon las chicas del grupo chileno Las Tesis el baile con el que denuncian las mujeres de todo el mundo: “El violador eres tú”. Frente al horror de la violencia patriarcal que cosifica los cuerpos de las mujeres, la primera acción es reconstruir los tejidos comunitarios. Hacer comunidad para favorecer la empatía, el cuidado, la protección. En eso andamos.

Al mismo tiempo es imprescindible exigir políticas públicas que frenen la violencia, que protejan a las mujeres, que castiguen a los culpables. Y políticas de prevención; educativas, que vayan propiciando un cambio cultural.

¿Si el gobierno actual será capaz de actuar en este sentido? También yo me lo pregunto. ¿Será capaz de pensar en términos políticos de emergencia? ¿De tomar las medidas necesarias para el cambio, en el corto y en el largo plazo? ¿Podrá generar políticas que más allá de dividirnos nos unan en un proyecto compartido?  Yo diría que la “moralización” tendría que empezar por no polarizar: somos todas y todos parte de una sociedad compleja, diversa, lastimada, violentada. La simplificación fifís/chairos sólo estigmatiza, enfrenta, agudizando las terribles diferencias y desigualdades.

Nuestra sociedad es hoy como el cuerpo de nuestras mujeres: un espacio de luchas de poder que está cubierto de sangre. Es imprescindible construir comunidad. Como ves: no tengo respuestas, obviamente. Pero por el bien del país, deseo que quienes están a cargo de los puestos de poder sean sensibles a la situación (basta también de violencia verbal contra las mujeres y el feminismo desde los espacios de poder). Nosotras seguiremos nuestro camino de lucha.

—¿Nos puedes contar un poco acerca del proceso de creación de la novela? ¿Surge a manera de catarsis por una experiencia personal o de alguien cercana? ¿Qué mensaje quisiste compartir?

—Agregaría que a partir de una experiencia personal de ruptura, empecé a reunir experiencias similares de amigas cercanas, y así nació la historia. Al mismo tiempo, la sensación de miedo me llevó a pensar en otros miedos (el miedo que vivo cotidianamente como todas las mujeres de este país, el miedo que pasé en la dictadura, y hasta los miedos que he heredado como el que seguramente sintió mi abuela materna cuando era una bebé judía en la Rusia zarista) y fue a partir de esto que me sentí una sobreviviente. Y quizás ése sea uno de los mensajes más fuertes de la novela: si estamos aquí es porque somos sobrevivientes. Esto es a la vez es una responsabilidad y algo que hay que celebrar.

—Finalmente, ¿algo que quieras agregar para los futuros lectores de tu obra?

—Que ojalá encuentren lo que buscan al leer las páginas de esta breve novela (se lee en un rato, realmente). O a la inversa: que ojalá lo que encuentren en estas páginas les haga sentir que era justamente lo que estaban buscando. Un libro que importa es aquel que le habla a una parte de ti que quizás no eras consciente que tenías. O que le pone palabras a algo que siempre habías querido decir. Quisiera que este libro fuera como un abrazo tibio para aquellas y aquellos que se acerquen a leerlo.

También debo decirte que me sorprende el modo en que los lectores jóvenes se acercan a mi obra. Sé que la gente de más o menos mi generación son mis interlocutores desde hace muchos años y su lectura me ha enriquecido y me sigue enriqueciendo muchísimo. Pero me sorprende la mirada fresca y generosa de las y los jóvenes, que siempre se enganchan mucho con mis propuestas. Eso me hace enormemente feliz.

He aprendido mucho de ellas y ellos. Y cada vez más: la fuerza de las chavas en el movimiento feminista, el cambio en la relación con los hombres; la movilización en temas vinculados al cambio climático, al extractivismo, al fortalecimiento de redes comunitarias, con muchas menos trabas, muchos menos prejuicios y mucha más creatividad y compromiso que los mayores, me hace decirles agradecida, como una canción de Fito Páez, “¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón”.

Sandra nació en Buenos Aires y vive en México desde 1976. Doctora en Letras por la UNAM, ha formado parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Actualmente se desempeña como Coordinadora del Proyecto “Cultura y migración” (UNAM-UNESCO-Universidad Autónoma de Madrid). Forma parte de la Red Internacional de Literatura y Derechos Humanos, del International Women´s Forum, de University of California-Mexicanistas y del Consejo Editorial de Debate Feminista, entre otras asociaciones.

Entre sus obras están los poemarios Vestigios y Herencia, y las novelas Saudades, Fuga en mí menor y La estirpe del silencio. Sus libros han sido traducidos al italiano y al inglés.

RESEÑA | Del amor más luminoso al dolor y la ausencia en El día que no fue, de Sandra Lorenzano

sábado, enero 25th, 2020

Esta novela obliga a hacer memoria, a pensar en el dolor de los otros, entender que hay penas que pueden asimilarse y servir como aprendizaje. Abrir las cajas, liberar los recuerdos, dejar atrás el miedo y recordar que el día que no fue también puede ser el inicio de otra historia.

Ciudad de México, 25 de enero, (SinEmbargo).- ¿Qué pasa cuando una despedida no sólo es dolorosa, sino también violenta? ¿Cómo se le hace para cicatrizar y sanar una herida? ¿A quién se culpa si el motivo de la partida no es claro? ¿Cómo se le dice al corazón que no es el final?

El día que no fue, la novela más reciente de Sandra Lorenzano, cuenta la historia de “yo”, una mujer que a las 3 de la madrugada vio cómo su idilio de amor se derrumbaba. Un mensaje en WhatsApp y tres palabras son el inicio de un periodo en el que cualquier pérdida le hacía sentir el vacío de la ausencia.

Dudas, llantos, ropa en bolsas negras, cajas con objetos que ayer formaban un hogar, y recuerdos de mejores días, son el paisaje sobre el que se desarrolla esta novela editada por Alfaguara.

“Basta un gesto, una palabra, un hecho mínimo para que lo que parecía un tejido firme comience a aflojarse, a dejar asomar hilos sueltos por aquí y por allá. ¿Eso pasó? ¿Eso pasó y yo no me di cuenta hasta que sólo quedaron unas pocas hebras?”, se cuestiona el personaje principal.

Y en la búsqueda de la respuesta, del porqué de la partida, el pasado vuelve, una y otra vez, a la mente de la protagonista: la llegada de su familia a América, su infancia, las dictaduras militares en América Latina y la desaparición de miles de personas, el arribo a México, el fin de su matrimonio, la partida de su madre y el adiós de la mujer que amaba.

Pero la ausencia no sólo duele cuando se trata del ser amado; a la protagonista le lastima la violencia contra las mujeres en México, como el caso de Lesvy Berlín, Mara Castilla o la pequeña que fue ultimada por un chofer del transporte públicos en el Estado de México; también le pesa la ausencia de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa; y de los migrantes que se ven obligados, por la violencia o la falta de oportunidades, a dejar su tierra y exponerse a la sinrazón de los violentos.

El día que no fue confronta a la protagonista de la historia y al lector, obliga a hacer memoria, a pensar en el dolor de los otros y a recordar que aunque un capítulo se termina, no es el final de la historia, porque hay dolores que pueden asimilarse y servir como aprendizaje, para, tiempo después, abrir las cajas, liberar los recuerdos, dejar atrás el miedo y recordar que el día que no fue también puede ser el inicio de otra historia.

Andarse por las ramas

domingo, junio 30th, 2019

1.
“Buscar raíces es una manera subterránea de andarse por las ramas”, escribió José Bergamín, poeta y comunista, católico y exiliado. Y a veces vamos así por la vida: de la tierra al cielo y a la inversa intentando encontrar ese mínimo lugar de pertenencia que nos permita enraizar para después remontar vuelo.
Esa búsqueda se acentúa en quienes deben abandonar su patria, como han debido abandonarla millones de seres humanos en la historia, por violencia política, por carencias económicas, por inseguridad. Son pocos los que dejan los paisajes amados, los recuerdos, los amigos, por el simple gusto de recorrer el mundo. Hoy mismo se calcula que hay unos 260 millones de migrantes en el mundo que han salido.

Migrantes, exiliados, refugiados, desterrados… cada término tiene sus perfiles propios y precisos, pero todos remiten, en última instancia, al dolor del desarraigo. Aunque quizás debería hablar no de dolor, o no únicamente, sino también de universalidad, como lo proponía Tomás Segovia, “la raíces se arrancan hacia arriba –escribió-; el desarraigo es un grado más de universalidad”.

Pienso en estas cosas en una semana que puede condensarse en dos imágenes. La primera es una de las más atroces que hemos visto en los últimos tiempos: la fotografía del salvadoreño Óscar Martínez abrazado a su hija Valeria, de dos años, ambos ahogados en el Río Bravo.

La segunda muestra la frase que apenas el viernes se inscribió con letras de oro en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados de México: “Al exilio republicano español”.

Dos caras de la misma moneda; la moneda de quienes deben dejarlo todo aun a riesgo de la propia vida.
La primera es hija de la violencia de un sistema que considera desechables a los seres humanos. Los pobres no existen más que como mano de obra. Y como fuente de riqueza, claro, a través del tráfico de personas. Según la Organización Internacional del Trabajo, la OIT, se trata de la empresa criminal que crece más rápido del mundo, generando aproximadamente 150 mil millones de dólares anualmente en forma de beneficios ilegales.

La segunda imagen, o la segunda cara de la moneda, muestra uno de los orgullos de México, la época áurea de su política exterior. Una política basada en la solidaridad con los oprimidos, con –en este caso- los derrotados de la Guerra Civil Española. Hace ochenta años llegaban a México, a invitación expresa del Presidente Lázaro Cárdenas, los creadores de unos de los experimentos políticos más maravillosos del siglo XX, la Segunda República. Ese momento está marcado por la llegada del Sinaia que arribó a Veracruz el 13 de junio de 1939, del Mexique y de otros veintidós barcos, por la llegada de los llamados “Niños de Morelia” (una historia que me desgarra el corazón), por la generosidad de don Gilberto Bosques recibiendo a los republicanos en la Francia ocupada, por María Zambrano y su profunda luminosidad, por los versos de Pedro Garfias, por Max Aub y el cuento más genial sobre la difícil convivencia entre peninsulares y chilangos en las calles de nuestro Centro Histórico, “La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco”.

En la Cámara de Diputados, el conmovedor discurso de agradecimiento de María Luisa Capella, una de las grandes especialistas sobre el tema del exilio republicano, nos recordó estos episodios. Ella, que nació en México de padres exiliados y con dos hermanos mayores nacidos en España, un día siendo niña le preguntó a su padre: “Pero, ¿yo qué soy: española o mexicana?”, y el padre sabiamente le respondió “Mexicana, hija, por supuesto”. Le evitó así los complicados conflictos de identidad que suelen tener los hijos del exilio, y a la vez la convirtió en uno de los puentes más generosos entre ambos países y ambas culturas.

En ese barco en que llegó Pepita, su madre, con los pequeños Adela y Antonio, llegó también parte de la historia de muchos de nosotros.

Integrantes del exilio español. Foto. Especial

2.
Si he perdido la vida, el tiempo, todo / lo que tiré, como un anillo, al agua, / si he perdido la voz en la maleza, / me queda la palabra. Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,  /si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra.

Estos versos de Blas de Otero son una especie de mantra en mi vida. Y vuelvo a decirlos ahora que se conmemoran los ochenta años del exilio republicano español. Porque sí, es la palabra lo que nos queda hoy en este mundo desgarrado e injusto en el que vivimos; en este mundo que a la vez amamos tantos. Es la palabra y su capacidad de diálogo, de encuentro con los otros, su capacidad de convertirse en caricia, en cuidado, en herramienta de construcción, pero también de lucha, de compromiso… y sin duda: de memoria. La palabra es la herencia más valiosa que hemos recibido, el puente con nuestra historia, con la íntima y personal, pero también –como hoy- con la de la comunidad de la que formamos parte.

Escribió Pablo Neruda es sus maravillosas memorias, Confieso que he vivido, refiriéndose a la conquista de América: “Se llevaron el oro y nos dejaron el oro. Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.”

Esas palabras de las que hablaba Blas de Otero: “Si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra”.
Mucho antes de que estos versos se volvieran canción, mucho antes de que a Paco Ibáñez se le ocurriera musicalizarlos, mi madre ya me los decía para arrullarme. Así era ella. O cantábamos todos juntos, a los gritos y desafinadamente, claro, en el auto cuando salíamos de viaje: El Ejército del Ebro rumba la rumba la rumba ba

Y el “Ay Carmela” se nos mezclaba con algún tango y con el “Bella Ciao,” y quizás soy la última generación que, sin haber pisado aún el Madrid, cantaba el Himno de Riego y la Internacional: Arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan. Y siempre las palabras.

Y no, ni mi madre ni mi padre eran españoles, ni hijos, ni nietos de españoles. No eran, como Antonio Torres Heredia, ni hijos ni nietos de Camborios, ¿Quién te ha quitado la vida cerca del Guadalquivir?, escribió García Lorca. Eran solidarios, comprometidos, éticos. Es decir, creían que aquello que le afecta, que lastima, que hiere a un solo ser humano por un sistema injusto y desigual, nos afecta también a cada uno de nosotros. “Puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo.” Así crecimos.

Casi como si me estuvieran preparando para el encuentro con los “refugiados” españoles que llegaría tiempo después, a los trece años no sólo me regalaron las poesías completas de García Lorca en esa bellísima edición que en papel biblia publicó editorial Aguilar, sino también, y como yo decía que quería ser maestra, el libro de Vicente Ferrer Guardia, La escuela moderna. De él escribió Anatole France, a raíz de su ejecución en 1909:

Su crimen es el de ser republicano, socialista, librepensador; su crimen es haber creado la enseñanza laica en Barcelona, instruido a millares de niños en la moral independiente, su crimen es haber fundado escuelas.

Otro sería nuestro México sin el aporte de aquellas mujeres y hombres que en 1939 llegaron derrotados, pero aún así cargados de sueños, de proyectos, de esperanzas. Ellos sabían que, como decía el poeta: si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra… Y la palabra fue lo más importante que trajeron en el equipaje. Las palabras, las ideas. Somos herederos de esa historia, de esa memoria.

Mi vida se trenzó con la de los españoles de la República en las aulas generosas del Colegio Madrid, fundado por los exiliados con los principios de la educación republicana, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en los múltiples caminos de la vida: el primer día de prepa, la profesora de literatura Luz Fernández Gordillo nos entregó unas fotocopias con poemas. ¡Eran los mismos con los que me arrullaba mi mamá! Se los juro. El Colegio y luego la Facultad fueron mi Berkeley 1968, mi “peace and love”, mi descubrimiento de Bergman y de Saura; de Pink Floyd y de Patti Smith, de los Folkloristas y del Tri; mi encuentro con el existencialismo y con Nietzsche y con Kundera, con Rosario Castellanos y con Juan Rulfo (por cierto: una querida profesora de historia, Pilar García Fabregat, fue la primera persona en regalarme un libro en México. Era El llano en llamas, y la dedicatoria decía “Para que aprendas a amar a tu nueva patria”. Nunca terminaré de agradecerle lo suficiente ese gesto solidario y amoroso). Luego tuve el entrañable privilegio de escuchar las clases de Luis Rius, al que seguimos extrañando, de Angelina Muñiz, de Arturo Souto, de Ramón Xirau, de Adolfo Sánchez Vázquez, de Federico Álvarez (ayyyy Federico, ¿cómo se te ocurrió irte así, sin que te diéramos un último abrazo?).

Cuenta María Luisa Capella: Recordemos que Luis I. Rodríguez, “como representante personal del Presidente Lázaro Cárdenas, asistió al Presidente Manuel Azaña y a su familia en los más duros momentos […] hasta el momento mismo de su muerte. Antes de encabezar el cortejo fúnebre se enfrentó a las autoridades francesas que no autorizaban la
presencia masiva de españoles que querían acompañar al Presidente Azaña hasta su última morada, (ni autorizaban) la solicitud de colocar sobre el féretro la bandera de la República Española…”, “Pierda cuidado señor prefecto –les respondió- no insisto más sobre el caso. Lo cubrirá con orgullo la bandera de México, para nosotros será un privilegio, para los republicanos una esperanza y para ustedes una dolorosa lección”. Por su parte, don Luis I. Rodríguez fue enterrado en México en 1973 cubierto con la bandera republicana.

La bandera con la que enterraron a Azaña es la que Gilberto Bosques puso en las puertas de los castillos en las afueras de Marsella convirtiéndolos en territorio mexicano para poder acoger a todos los españoles, hombres, mujeres y niños que huían del fascismo, salvándolos de la indignidad y la muerte en los campos franceses de concentración, donde había un 98% de mortalidad infantil.

Y esa misma bandera es la que utilizó el embajador mexicano en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, para cubrir con ella al bajar del coche a una pareja de chilenos que intentaba introducir a la Embajada de México en Chile. “Están envueltos en la bandera mexicana. ¡No se atrevan a tocarlos! –les dijo a los carabineros que los rodeaban en el espacio que quedaba entre el auto y la entrada a la Embajada.

¿Cómo no estar agradecidos con este país?

Ahora que el tema de los migrantes en nuestro país ha provocado tanta violencia y sangre es imprescindible recordar esta cara de la moneda, la de la hospitalidad de los mexicanos. El historiador Javier Garcíadiego recordó en la Cámara, como representante de los exiliados, el telegrama 1699 del Presidente Lázaro Cárdenas: “México está abierto a todos los españoles sin restricciones de ideología política o de especialización laboral”. México siguió abierto para muchos durante décadas. Dejemos de cerrar puertas, honremos la tradición de acogida, tiene que ser nuestra exigencia hoy, más allá de presiones del norte (3).

¿Qué quieren que les diga? A mí, que soy de lágrima fácil, saber que la bandera con que el ejército republicano venció en la Batalla del Ebro está en el Colegio, me conmueve enormemente. O saber que parte del bronce que se utilizó para fundir el busto de don Lázaro provino de las llaves que donó la comunidad española en México. Algún día escribiré algo sobre las llaves: casi no hay exiliado, refugiado, transterrado que no salga de su tierra con las llaves de su casa, aun teniendo la certeza de que nunca regresará, o aun sabiendo que la casa ya no existe.

“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”, dice una zamba, triste como todas las zambas. Y el exilio republicano español –hoy inscrito en letras de oro- me dio uno de los sitios donde más he amado la vida. Y aquí sigo, cuarenta y tres años después de haber llegado. Pienso “cuarenta y tres años” y me da vértigo. Recuerdo a los refugiados españoles que conocí al llegar, y recuerdo también mi mirada de conmiseración adolescente cuando los oía hablar de las décadas y décadas que llevaban viviendo lejos de su tierra. Yo pensaba “A mí no me va a pasar algo así. Envejeceré allá, al sur de todos los sures”. Quién me iba a decir entonces que no querría irme nunca más de la otrora región más transparente. Quién me iba a decir que aquí encontraría ese sitio donde enraizar para poder después levantar vuelo. Que elegiría quedarme aquí para ver crecer a mi hija, para ir sintiendo cómo se me aja la piel y me lleno de canas. Que elegiría quedarme aquí, con los otros exiliados, con esta lluvia pertinaz que cae cada verano, con la voz de mis padres sonando dulce y profunda: “Si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra”.

(1) En Digo yo, México, Fondo de Cultura Económica, 2011.
(2) https://www.europapress.es/internacional/noticia-trafico-personas-mundo-diez-datos-20170506174236.html
(3) Aunque, como bien nos recuerda el historiador Carlos Martínez Assad, la generosidad de Lázaro Cárdenas con los españoles republicanos –generosidad que luego nos tocaría a los exiliados sudamericanos- no se expresó de igual forma con los inmigrantes judíos que huían del nazismo. En 1936 la Ley General de Población prohibió, por ejemplo, el ejercicio de profesiones liberales, entre otras medidas. A las restricciones, las cuotas o el franco rechazo les daban “explicaciones” económicas, aunque se decía también que los judíos eran una comunidad no “asimilable” a la sociedad mexicana (¿?). Tema espinoso, sin duda, que habrá que seguir revisando.

Ver Carlos Martínez Assad, “La colonización judía en el gobierno de Lázaro Cárdenas”
https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/la-colonizacion-judia-en-el-gobierno-de-lazaro-cardenas
José Woldenberg, “El exilio incómodo” (sobre el libro de Daniela Gleizer, El exilio incómodo. México y los regugiados judíos) https://www.nexos.com.mx/?p=14719

México debe recuperar su tradición de acogida al migrante: Lorenzano; lamenta acuerdo con EU

martes, junio 11th, 2019

Lorenzano, originaria de Argentina, lamentó que, para contener la amenaza de Washington y evitar los aranceles a sus exportaciones, el Gobierno mexicano haya convertido su frontera sur en “un río de sangre”, en el que los centroamericanos viven situaciones “incluso peores” que los mexicanos que migran a Estados Unidos.

Madrid, 11 jun (EFE).- México debe recuperar su tradición de acogida al migrante, que está trastocada por la violencia, la corrupción y el narcotráfico, señaló hoy Sandra Lorenzano, coordinadora del proyecto “Cultura y Migración” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En declaraciones a Efe durante un foro en la Casa de México en Madrid, la investigadora indicó que México está abandonando sus políticas de asilo, que permitieron la llegada de los exiliados españoles hace 80 años- tras la Guerra Civil – y la de refugiados que huían de las dictaduras latinoamericanas durante la década de los 70.

La académica se refirió al acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos y México, en el que el Ejecutivo del Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se comprometió a desplegar 6 mil miembros de la recién creada Guardia Nacional para contener el flujo migratorio en la frontera con Guatemala.

“Sabemos que México y los mexicanos son inmensamente generosos, entonces ¿qué está pasando hoy, que se han quebrado algunos de estos principios básicos de la política exterior mexicana, de la política de acogida del gobierno?”, expresó Lorenzano.

Lorenzano, originaria de Argentina, lamentó que, para contener la amenaza de Washington y evitar los aranceles a sus exportaciones, el Gobierno mexicano haya convertido su frontera sur en “un río de sangre”, en el que los centroamericanos viven situaciones “incluso peores” que los mexicanos que migran a Estados Unidos.

La investigadora afirmó que la violencia en las fronteras norte y sur de México provoca situaciones de “crisis permanentes”, pues México se caracteriza por ser al mismo tiempo un país de origen, tránsito y destino de migrantes.

Motivada por estos hechos, Lorenzano organizó el primer “Foro de Cultura y Migración”, que se inauguró hoy en la Casa de México en España, en colaboración con el Centro de Estudios Mexicanos de la UNAM en España, la Universidad Autónoma de Madrid, la Unesco y el Instituto Cervantes.

“Estamos viviendo una crisis humanitaria en torno al tema de la migración. Entonces nos parecía que no podíamos permanecer incólumes, con los brazos cruzados, como si no sucediera nada, ante esta situación”, expuso.

El proyecto consistirá en seminarios, diálogos y exposiciones con activistas, artistas y académicos internacionales de los que surgirán proyectos de investigación y creación con el propósito de reunirse dos veces por año.

La académica apuntó que la idea de realizar el primer foro en España es encontrar similitudes entre el fenómeno migratorio de América y Europa, donde la inmigración de africanos y la crisis de refugiados “han convertido al Mediterráneo en un cementerio”.

Los mares de todos

domingo, enero 13th, 2019

El “Mare Nostrum” (Mar nuestro) se transformó en el “Mar de otros”. Ahora es el “Mar de ellos”, porque se nutre con los cuerpos y la vida de los migrantes.
Erri de Luca.

Están en las calles de Roma, de Milán o de París. Venden libros, o pañuelos de papel, o encendedores. Se llaman Shehu, o Mohamed, o Kadi, o Awa. Llegan de Senegal, de Gambia, de Libia, de Nigeria. Viven de a ratos en centros de acogida, de a ratos en cuartos precarios que comparten entre varios, o directamente a la intemperie. Eso si bien les va, claro. Eso si no mueren en el Mediterráneo. 2018 ha sido el año de mayor número de muertes en el mar: 3456, dicen los datos oficiales. 3456 personas que buscaban mejores condiciones de vida. El gran Erri de Luca ya lo había escrito en el desgarrador poema “Mare nostro”: “Te hemos sembrado de más ahogados / que cualquier otra edad de tempestades”.

Cada migrante debe pagar miles de euros para llegar a las costas europeas. Foto: AP

Sin embargo, el gobierno italiano presume de que durante el año que acaba de terminar llegaron muchas menos personas por mar a Europa (113,145 contra las 168,258 del 2017, según cifras de la Organización Internacional para las Migraciones). Sin duda la política del xenófobo Matteo Salvini, Ministro del Interior de Italia, es una política asesina. Su orden de desmantelar campamentos como el Baobab de Roma por el cual se calcula que pasaron unas 70 mil personas en el último año y medio, o bloquear la ayuda de las fuerzas navales italianas y decretar el cierre de los puertos, impidiendo que las organizaciones humanitarias ayuden a los migrantes, constituye una violación a los más elementales derechos humanos. Si no quieren morir, que no salgan de sus países, escribió Salvini en su cuenta de twitter.

Mientras, las redes de tráfico siguen enriqueciéndose. Cada migrante debe pagar miles de euros para llegar a las costas europeas; si no logra juntar la cantidad exigida queda en condición de esclavo o, en el caso de las mujeres lo más frecuente es que sean obligadas a prostituirse.

Mientras escribo, siguen en altamar dos barcos alemanes de las organizaciones Sea Watch y  Sea Eye que han rescatado a más de medio centenar de personas, incluidos varios menores, y que no han sido recibidos aún en ningún puerto europeo. El Papa Francisco habló sobre la solidaridad con estos migrantes en la misa de la Epifanía. Sus palabras parecen caer en el vacío.

Lo cierto es que son pocas las voces que se levantan en contra de las brutales restricciones puestas a los migrantes africanos por la mayor parte de los países de Europa occidental. Como si la historia de miseria que obliga a la migración no tuviera nada que ver con el “primer mundo”, como si no hubiera relación entre la riqueza del norte y la pobreza del sur.

En Italia, un grupo de alcaldes se opone a las políticas xenófobas de Salvini. La tensión entre ambas partes crece día con día. Nápoles, Palermo y Parma, entre otras ciudades, tienen autoridades dispuestas a transgredir las leyes antiinmigración del gobierno nacional. El ministro amenaza con mandarles al ejército.

Luigi de Magistris, alcalde de Nápoles, dijo: “El comportamiento de los gobernantes se parece al de los traficantes de seres humanos, porque lucran con esta gente, lucran políticamente haciendo creer a la personas que la infelicidad de los países occidentales se debe a la gente y a los niños que mueren en mitad del mar”.[1]

Junto a ellos, las palabras de Roberto Saviano en un video que transmite desde su propio canal, dirigidas a Salvini, tienen un peso importante: “Que deje de hacerse el payaso y abra los puertos. Que deje de mentir y de hacer campaña con la vida de la gente”.[2]

Por la brutalidad de las medidas tomadas por el gobierno podría pensarse que la migración del África negra es la más numerosa en Italia, sin embargo los datos lo desmienten: el mayor número de migrantes corresponde a Rumania, con más de un millón según información de 2017. Siguen Albania, Marruecos, Ucrania, Alemania, China, Suiza, y otros hasta llegar a Senegal que ocupa el lugar número veinte con 86 mil personas. ¡Número veinte! Nigeria en el veintisiete.[3] ¿Entonces? ¿Tiene la furia de Salvini y sus seguidores contra los migrantes del Mediterráneo un componente racista? No sólo se trata del rechazo al diferente, al pobre, sino también al de piel oscura. Entre los libros que leí estas vacaciones está Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie[4]. Si no lo han leído aún, por favor háganlo; además de ser una novela deliciosa y brillante, es una excepcional reflexión sobre la negritud, a partir de la historia de una joven nigeriana que va a estudiar a Estados Unidos y debe enfrentarse allí a todos los prejuicios de una sociedad racista. “Allí descubrí lo que era la raza”, escribe. En un blog va dando cuenta de sus reflexiones sobre la identidad, el “multiculturalismo”, la convivencia, los ambientes académicos, los desencuentros culturales, todas teñidas de inteligencia e ironía. El sentido del humor es su principal arma crítica. En esas páginas, la autora conocida por su fuerte conciencia social y su feminismo, dice algo que pienso que puede ser aplicado a prácticamente todos los países “desarrollados” y a unos cuantos “subdesarrollados”: en la parte más alta de la pirámide social están siempre los blancos, en la parte más baja los negros. En el medio se mueven los demás. Algo así parece dominar la mirada de Salvini y de la mayor parte de los gobernantes europeos con respecto a la migración.

Frente a esta realidad me conmueve una vez más un  film de Nanni Moretti. ¿Quién no se ha conmovido viendo “Caro diario”, o “La stanza del figlio”, o “Mia madre”. Es un director que adoro.

Santiago, Italia. Foto: Especial

Su nueva película se llama “Santiago, Italia”, y aunque el tema central es el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno de Salvador Allende, en cierto sentido éste pareciera ser un pretexto para hablar de la solidaridad con el exilio chileno. Todos los entrevistados pasaron su exilio en Italia, después de haber sido recibidos en la Embajada italiana en Chile como asilados. Es decir: se trata de recuperar con estos relatos la mejor tradición de acogida de este país europeo hacia los necesitados. En este sentido es, sin duda, una forma de intervenir en el debate actual sobre el tema, cuestionando al mismo tiempo el silencio cómplice de la izquierda.

A partir de 1860 emigraron desde Italia hacia América Latina millones de personas. Sólo a la Argentina llegaron más de tres millones. Los descendientes de estos migrantes nos llamamos Lorenzano, o Ferro, o Rivara, o Carlotto, o Bergoglio… Lo recuerdo cuando veo a Shehu, o a Mohamed, o a Kadi, o a Awa vendiendo libros, o pañuelos de papel, o encendedores, en las calles de la ciudades europeas. No estaría mal que también lo recordaran Salvini y los demás.

Para que los mares “de ellos” vuelvan a ser de todos.

[1] En Público, 5 de enero de 2019 https://www.publico.es/internacional/napoles-alcaldes-sur-italia-rebelan-salvini-no-cerraran-puertos-migrantes.html

[2] https://video.repubblica.it/dossier/immigrati-2015/migranti-saviano-a-salvini-smetti-di-fare-il-pagliaccio-e-apri-i-porti/323813/324431

[3] https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/inmigracion/italia

[4] Chimamanda Ngozi Adichie, Americanah, Prólogo de Elvira Lindo. Traducción de Carlos Milla Soler. Literatura Random House, 2014.

“Nunca más el desprecio por la dignidad humana”, dice CNDH, al iniciar actividades por 50 años de 1968

miércoles, marzo 7th, 2018

Hoy se anunciaron las actividades en torno a los 50 años por los hechos del 2 de octubre de 1968. La reunión fue en Tlatelolco, donde desde el Rector de la UNAM, Enrique Luis Graue, hasta el director de Comunicación Cultural, Jorge Volpi, hablaron de este hito con el que vemos el pasado y también el futuro de México.

Ciudad de México, 7 de marzo (SinEmbargo).- Después de los discursos oficiales los sobrevivientes de 1968 se pararon y defendieron el papel del Politécnico en aquellos hechos. Cantaron a voz en cuello la consigna universitaria y dijeron que los 43 de Ayotzinapa siguen el mandato de las víctimas aquellas.

En la conferencia de prensa, Ricardo Rafael habló de que no lo tomaron como un reclamo, que los del Politécnico estaban avisados e invitados, ocuparon un sitio privilegiado y desde allí expusieron sus pareceres.

Así fue hoy el anuncio por la conmemoración de los 50 años de 1968, de aquel 2 de octubre cuyas víctimas, a cargo del Estado que comandaba en ese momento Gustavo Díaz Ordaz, todavía se desconocen.

Enrique Krauze y Jorge Woldenberg, en el anuncio de la conmemoración. Foto: Cuartoscuro

“Esta elección, la más libre y la más competida de la que tengamos historia, se convertirá en celebración de los 50 años del 68”, dijo Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del INE. “Nunca más el desprecio por la dignidad humana”, pidió el licenciado Raúl González Pérez, para dar voz a la profesora Mercedes de Vega, quien habló de los archivos digitales, una de las máximas conmemoraciones del ’68, junto al Museo que se abrirá en una parte de Nonoalco, en Tlatelolco.

“Las víctimas del ’68 imprimieron una huella que ha trascendido la memoria a lo largo de cinco décadas. Fue un momento histórico en que la sociedad mexicana, impulsada por sus jóvenes, tomó conciencia de la necesidad de cambiar. La universidad de hoy no podría entenderse sin ese punto de inflexión que representó el movimiento del ‘68”, dijo el rector de la UNAM, Enrique Luis Graue.

“A 50 años de ese movimiento, la Universidad Nacional toma la herencia de libertad, pluralidad, conciencia crítica y de tolerancia y lo haremos celebrando con el patrimonio de libertades y derechos que se edificó durante los últimos 50 años”, agregó.

Salvador Martínez della Rocca y Rolando Cordera Campos, durante la presentación del programa conmemorativo por los 50 años del Movimiento Estudiantil de 1968 “M68”, que se realizó en el Centro Cultural Tlatelolco. Foto. Cuartoscuro

UN VASTO PROGRAMA DE ACTIVIDADES

La Universidad Nacional ha puesto casi 40 millones de pesos y muchas firmas privadas pondrán lo que faltan para llegar a buen término el vasto programa de actividades, así lo aclararon Jorge Volpi y Ricardo Rafael.

“Mantener viva la memoria y combatir el olvido en torno al movimiento estudiantil de 1968”, dijo el reciente ganador del Premio Alfaguara.

“El archivo digital que busca recuperar la memoria y el memorial, el nuevo museo, que tendrá sede en Tlatelolco. Nuestra preocupación es mantener una conversación intergeneracional y el desarrollo tecnológico nos permite capturar objetos de todo tipo y el archivo de la Nación, entre ellas colecciones individuales, colectivas, de manera que todo ese material pueda ser consultado a distancia y de manera libre”, informo Ricardo.

“En segundo lugar viene el memorial, el museo dedicado a todos los movimientos sociales, que duplica su tamaño y da a la Plaza de las Tres Culturas, que estará abriendo sus puertas hacia el 2 de octubre e incorpora una pieza de arte visual, que tendremos en el patio principal, homenaje a los desaparecidos del 68”, agregó.

El historiador Enrique Krauzer y Gilberto Guevara Niebla, líder estudiantil de los sesenta. Foto: Cuartoscuro

LAS PUBLICACIONES Y EL COLOQUIO DEL ‘68

Se llevará a cabo un coloquio internacional y nacional en septiembre, “con todas las voces históricas que están en el movimiento”, dijo Volpi, al tiempo de presentar a Alberto Vital, coordinador de humanidades, para que cuente el programa editorial.

¨Quiero comenzar diciendo que M68 corresponde a un hito. Que cuando se trata de una circunstancia histórica así, que se hace hito, conviene poner la inicial como es nuestra conmemoración. Haremos 9 ediciones y una revista, entre ellas el Libro Movimiento del 68, aquí y ahora, a 50 años del movimiento estudiantil, con Ricardo Valero y Rafael Vargas, que recoge testimonios de los principales protagonistas y sobrevivientes”, afirmó.

Luego se hará El grito, de Leobardo López Arretche, una edición conmemorativa del libro con la película, totalmente restaurada y Memorial del 68. Ciudadanía y movimientos, que consiste en 15 capítulos escritos por distintos autores, cada uno de ellos un estudioso que ha contribuido a la construcción de la ciudadanía.

Dieron a conocer el programa. Foto: SinEmbargo

Alejandro Brito (movimiento LGTB), Marta Lamas (feminismo), Rafael Barajas, Fisgón (caricatura política del ’68), José Luis Paredes Pacho (la música y el 68) y Phillipe Ollé Laprune (el 68 en Francia), entre otros.

Sandra Lorenzano, Subdirectora de Vinculación y Comunidades de la UNAM, fue la última en hablar, destacando sobre todo que las conmemoraciones traen “más preguntas que respuestas”.

“Nuestra noción de memoria es una noción de memoria en plural. Siempre la memoria pensada para nosotros, como suma de voces, como construcción colectiva, que hace del ayer una presencia hoy. La memoria no será jamás para nosotros un recuerdo rígido y anquilosado, sino memoria viva, permanentemente y cada vez más joven, ese es nuestro objetivo”, remarcó.

¿Cómo entender el México que vivimos en una servilleta?

sábado, mayo 27th, 2017

El momento que vive nuestro país en un sistema de dibujo, para quien no dibuja, pero que tiene muchos rasgos con qué esbozar una actitud de protesta.

Ciudad de México, 27 de mayo (SinEmbargo).- La idea era sencilla: darle a los escritores una servilleta de papel para que dibujara espontáneamente su sentir acerca del país.

Hubo personas que dijeron que no, con mucha amabilidad: “Sabes cuanto te estimo, pero no podré: por un lado, estoy abrumado de tareas; por otro, dibujo muy, pero muy mal”, dijo Enrique Krauze y hubo otros que se apresuraron a decir que sí, pero luego no mandaron nada.

Hay escritores que no invitamos (por nuestra distracción) y que podrían haber participado, hay otros que no nos contestaron ni el correo, pero en estas líneas siempre la historia es tirar la propuesta para que la agarren los más dispuestos, los más solidarios.

Guillermo Fadanelli, unas cifras malévolas

​”Querida Mónica. Me puse a escribir en una servilleta ideas y cifras sueltas en picada. Lo hice en dos minutos. El resultado es horroroso. No las cifras —que lo son per se— sino la imagen.  Pero no quería dejar de responder a tu llamado. Si puedes evitar publicarla sería saludable, pero haz lo que desees, mi estimada amiga”. El resultado es tremendo y cayó el día en que asesinaron a Javier Valdez.

Unas cifras malévolas, un dolor para el que no parece haber salida. Foto: Especial

Luciano Concheiro, un joven en espiral

Luciano Concheiro es uno de esos jóvenes ultra-inteligentes que ha escrito un libro que ha sido finalista en el Premio de Ensayo Anagrama. Contra el tiempo es una prédica contra el neo-liberalismo y la expresión de un pensador que, inspirado por Carlos Marx y Giorgio Agamben, nos habla de la celeridad de nuestros días. ¿Afuera del espiral o a punto de entrar?

¿Afuera del espiral o a punto de entrar? Foto: Especial

Julio López “Astillero”: corrupción, injusticia, miseria y violencia

El director de La Jornada en San Luis Potosí está Encabronado, como el nombre de su libro lo indica. Muchas de las razones para enojarse está en este dibujo.

“Astillero” y sus razones para el Encabronamiento. Foto: Especial

Luis Muñoz Oliveira, el pesimismo de un hombre que escribe

Escribe y escribe el novelista y ensayista Luis Muñoz Oliveira, consciente de que estamos en un hoyo sin salida. “Va mi triste dibujo”, pone en su whatsapp, mientras presenta su nueva historia, Por la noche blanca, de Ediciones B.

Un dibujo triste. Foto: Especial

Sandra Lorenzano, ¿para qué poetas en tiempos de penurias?

Sandra Lorenzano es columnista de SinEmbargo. Como tal podremos siempre saber qué piensa de México y la cultura. “Quisiera tener talento para hacer un dibujo dark, pero hacía aaaaaños que no dibujaba nada (es obvio por qué). ¡Hasta me compré una goma!”, dice la escritora.

Sandra Lorenzano se pregunta por los poetas. Foto: Especial

Alberto Chimal, las siluetas de los muertos

Alberto Chimal elige las siluetas de los muertos para hablar de un México que no quiere ver a tantos que pierde y pierde. Al costado del camino, miles pidiendo identidad, pidiendo justicia.

Las siluetas de lo que somos. Foto: Especial

Luis Panini, la mancha que todos vemos

Luis Panini vive en California, pero está todo el tiempo en el Facebook y relacionado con México. De hecho, esta semana ha venido a presentar su novela La hora mala en Tijuana, la feria de la frontera. La mancha que ha marcado con la salsa Sriracha es la que todos vemos.

La mancha que todos vemos. Foto: Especial

Martín Solares, el hombre que sabe dibujar

Cuando le propusimos a Guillermo Fadanelli que dibujara algo, nos dijo que no nos olvidáramos de Martín Solares. Es un gran novelista y también sabe dibujar, así que nos mandó dos propuestas, que aquí reproducimos.

La impunidad, la injusticia…los males de nuestro México. Foto: Especial

El muro en el ojo de Martín Solares. Foto: Especial

Magali Tercero, las armas a tomar

Magali Tercero, la que ha descripto muy bien la vida en Sinaloa en su crónica Cuando llegaron los bárbaros, participa con dos dibujos muy emocionales y símbolo de una protesta sinfín. Son las armas a tomar contra nuestro pueblo, contra nuestra dignidad.

Dos dibujos de Magali Tercero. Foto: Especial

Leonardo Da Jandra, un árbol y la filosofía

Leonardo Da Jandra viene de editar un libro sobre Aforismos. Desde su colección y revista Avispero, el escritor expresa sus ideas sobre México y el mundo. El dibujo que nos mandó es un árbol y la queja -filosófica y no tanto- es por la impunidad que reina en nuestro país.

Un árbol y la impunidad. Foto: Especial

Javier Martínez Staines, un abecedario mortal

Javier Martínez Staines es periodista y flamante novelista, con Por mi gran culpa. Los ojos ciegos de un muñeco que somos nosotros mismos y la pistola que habla en abecedario.

El abecedario mortal de una pistola. Foto: Especial

Emiliano Monge, ¿Hay alguien allá afuera?

El narrador Emiliano Monge se ha convertido en un verdadero denunciante de lo que pasa en México, preguntarse cómo hemos llegado hasta aquí y cómo saldremos de esto. Aquí su dibujo.

La pregunta por alguien que está allá afuera. Foto: Especial

MUJERES QUE ESCRIBEN | Sandra Lorenzano y una literatura que transcurre entre la ética política y el deseo

sábado, junio 18th, 2016
Lo que es insoslayable es que uno lee a partir de lo que es, tengo la perspectiva de género incorporada porque soy una mujer que se ha formado con el discurso feminista. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Lo que es insoslayable es que uno lee a partir de lo que es, tengo la perspectiva de género incorporada porque soy una mujer que se ha formado con el discurso feminista. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Con su reciente novela, La estirpe del silencio, editada por Seix Barral, la autora “argenmex” transitó el horroroso mundo de la trata de mujeres. Su personaje, Rita Hayworth, además, le sirvió para explorar dos temas que la obsesionan: la decadencia del cuerpo y la pérdida del deseo

Ciudad de México, 18 de junio (SinEmbargo).- Nacida en Buenos Aires, sin haber abandonado nunca su acento argentino ni su amor por el futbol, le gusta que la llamen “argenmex”. Después de todo, tanto su corazón como su inteligencia le alcanzan para trascender fronteras y disfrutar lo mejor de cada casa sin correr el riesgo de perder un ápice de su identidad.

Pequeña y vivaz, Sandra Lorenzano ha recorrido la ancha ruta de la academia provocando siempre encuentros con las culturas populares de las que se nutre para experimentar vivencias que luego redundan en poemarios como Vestigios o novelas como Saudades (FCE), Fuga en Mí menor (Tusquets) y la reciente La estirpe del silencio (Seix Barral).

De su escritura ha dicho la también poeta Silvia Molloy que tiene “la urgencia y el goce doliente de quien, conociendo la distancia insalvable que separa del objeto añorado —país que se ha dejado atrás, infancia, cuerpo desaparecido, cuerpo erótico— sin embargo insiste en evocarlo a través de fragmentos, de pedazos rotos, de reliquias”.

Para ella no constituye una experiencia personal el hecho de escribir y ser mujer, al menos no siente que sus lectores hagan esa distinción. Por otro lado destaca que de los autores más leídos en México, varias de ellas son mujeres, por caso, Elena Poniatowska.

Docente, ensayista, Lorenzano ha comenzado a releer recientemente Alexis o el tratado del inútil combate, de la célebre Marguerite Yourcenar (1903-1987), en busca de un texto que la ilumine para poder entender algo del pacto suicida dado a conocer en las noticias entre dos adolescentes michoacanas el pasado abril.

Las niñas se colgaron de un árbol, tenían 13 años cada una y se conocían desde la infancia. Dejaron cartas póstumas a sus familias, cuyo contenido se desconocen y hay rumores en torno a una presunta relación amorosa entre ambas y que no habría sido bien vista por sus parientes.

“Probablemente tenían una relación lésbica y recibieron tanta presión por parte de sus familias que decidieron matarse. De pronto pensé que algo voy a tener que decir sobre eso, que me corresponde como alguien sensible a estos temas y recordando textos pensé en el de Yourcenar, alguien que nos la han querido vender, por decirlo de algún modo, como si fuera casi un hombre”, explica Sandra Lorenzano en entrevista con Puntos y Comas.

“Ella era una mujer que por otra parte nunca había negado que vivía con su pareja mujer, con la que compartió una pila de años. De hecho se fueron a vivir a los Estados Unidos, para que las dejaran en paz. Justo para reivindicar el discurso contrario, acuérdate cuando fue Marguerite a dar su discurso de incorporación a la Academia Francesa de la Lengua, lo hizo envuelta en tules. La gente pensaba que iba a entrar casi casi en saco y corbata”, recuerda Sandra.

No siempre escribe desde una perspectiva de género y en su literatura los temas no son a priori. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

No siempre escribe desde una perspectiva de género y en su literatura los temas no son a priori. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

“Es todo un tema. ¿Qué es lo que miramos del escritor, su género? ¿Los temas, cómo escribe? Algunos de mis escritores favoritos son mujeres, pero porque me gusta su literatura y los autores hombres que me gustan suelen escribir aquello que la crítica francesa antigua llamaba escritura femenina. Son los poetas. Es Proust o entre los nuevos novelas como El mar, de John Banville… ¿qué me importa el sexo del escritor? Allí hay pura poesía”, agrega.

“Es probable que haya un prejuicio contra las mujeres que escriben y debemos desarticularlo en el sentido de que los lectores piensen que las mujeres escribimos cosas que sólo le pueden interesar a otras mujeres y que en cambio los hombres están destinados a escribir cosas que les pueden interesar a todos. Ese es el gran cliché a combatir”, expresa, sin dejar de reconocer que históricamente las grandes consumidoras de literatura en todo el mundo pertenecen al género femenino.

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EL PRIVILEGIO DE LA CULTURA

Sandra Lorenzano (Buenos Aires, 1960) es poeta, narradora y ensayista. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Entre 2010 y 2016 creó y condujo el programa de radio En busca del cuento perdido (IMER) y el programa Las otras voces (TV UNAM). Actualmente colabora en W Radio (México), SinEmbargo (México), Capital21 el canal de televisión de la Ciudad de México y la Revista de la Universidad de México.

Ser mujer y ser creadora, pertenecer a un ámbito como el de la cultura, constituye para ella “un verdadero privilegio”.

“Es verdad que los clubes de Tobi funcionan y a las mujeres nos cuesta más entrar al círculo rojo de la literatura, pero al lado del horror que viven las mujeres en nuestro país, nosotras somos afortunadas. Por lo mismo, creo que tenemos el compromiso ético e ineludible no te digo en toda nuestra obra de hablar de este tema”, aclara.

A veces me miro al espejo y me pregunto desde cuándo tengo esta cara, dice. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

A veces me miro al espejo y me pregunto desde cuándo tengo esta cara, dice. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿Cuándo comenzó tu literatura a verse enfrentada e influida por esa perspectiva de género que mencionas?

–Bueno, no creo por empezar que yo siempre escriba con perspectiva de género o sobre mujeres. Lo que es insoslayable es que uno lee a partir de lo que es, tengo la perspectiva de género incorporado porque soy una mujer que se ha formado con el discurso feminista. Mi compromiso ético no es sólo con las mujeres, sino también con otros grupos, no funcionan a priori en mi trabajo. Hablo de lo que me lastima, de lo que me duele y en ese sentido a veces se cruzan los desaparecidos, los 43 de Ayotzinapa o sencillamente el amor y el desamor. Mi poesía es intimista y se refiere en general al cuerpo amado o ahora en etapa de mi vida al cuerpo en decadencia y el deseo. Con el exilio también aprendí que somos seres políticos y me refiero a la política en el sentido amplio, que incluye lo ético como clave. Desde mi primera novela Saudades, entendí que esos son los dos ejes de mi literatura: lo ético-político y el deseo.

–Es raro que hables del cuerpo y el deseo sin referirte a la memoria. Es verdad que la decadencia del cuerpo es algo horroroso, pero no cambio eso por la posibilidad de recordar hasta la muerte

–Justo mi novela reciente La estirpe del silencio y en realidad todos mis libros tienen la memoria como preocupación. Ese es un tema, me preocupa la memoria en términos históricos y la memoria individual si bien se cruza con la memoria colectiva, pero en estos momentos que intento cruzar lo ético político con el deseo aparecen la pérdida de la memoria de Rita Hayworth, la pérdida de la memoria de mi abuela, de mi padre y por supuesto mi propio pánico de no poder ya recordar. No es por la decadencia del cuerpo en sí. Lo que me angustiaría más es perder el deseo, la idea de un cuerpo que deja de desear también la palabra y el placer de los propios cuerpos y si encima sumamos a eso que uno puede olvidar hasta su propio nombre…

–La pérdida de la memoria no es algo inevitable…

–Bueno, pero ahí está Iris Murdoch y la película que se hizo alrededor de ella, Iris. Esa escena feroz en que ella está dando clases y se olvida de lo que está hablando. No necesitamos por otra parte que nadie nos diga que tanto México como Argentina son campeones en borrar la memoria social.  Ayotzinapa como símbolo que está borrando a otros miles de desplazados y desaparecidos.

–Tus tres novelas todavía no contemplan este lado divertido, de humor negro, que hay otras intervenciones culturales tuyas…

–Me pasa mucho eso, siempre que me pongo a escribir me gana la melancolía. Es casi inevitable. Sin embargo, mientras escribía mi próxima novela, comencé a hacer un texto de humor negro que por ahora creo que voy a enterrar en la última maceta de mi balcón por los próximos 40 años. Hay ciertos temas sobre los cuales uno no puede hablar desde el humor, pero tengo ganas de tener una columna en alguna revista femenina para hablar de las mujeres de mi generación. El tema de la cincuentona se ha vuelto un tema de sarcasmo e ironía. Cada mañana que me miro al espejo me pregunto cuándo fue que se me puso esta cara, porque de pronto me olvido que la tengo…Desde el punto de vista intelectual, estas mujeres privilegiadas de la cultura que somos, estamos en nuestro mejor momento, pero la sociedad nos ve como a unas viejas. ¡Momentito, momentito! Estamos aquí y todavía tenemos mucho para decir.

 

Alianza Editorial cumple 50 años de vida y de libros

sábado, mayo 21st, 2016
50 años de una editorial de pensadores. Foto: Especial

50 años de una editorial de pensadores. Foto: Especial

Con un ciclo de conferencias en el auditorio del Centro Cultural Bella Época (Tamaulipas 202, Hipódromo Condesa), la empresa festeja el medio siglo dedicado fundamentalmente a los libros de ensayo y filosofía

Ciudad de México, 21 de mayo (SinEmbargo).- Alianza Editorial fue fundada en 1966 por un destacado grupo de intelectuales, con el objetivo de vivificar y agitar la claustrofóbica atmósfera cultural española, de promover el debate y de difundir el conocimiento entendido como una de las herramientas de cambio más poderosas para la sociedad española del momento.

Corrían los últimos años de la dictadura de Francisco Franco, que duraría hasta finales de 1975; por entonces, los autores más destacados y sus obras literarias circulaban únicamente en ediciones extranjeras o clandestinas.

Uno de los creadores fue José Ortega Spottorno, hijo del filósofo José Ortega y Gasset. Él, junto con algunos otros fundadores de Alianza, también contribuyó a la creación, diez años después, del diario El País.

Con Alianza se llevó a la práctica con éxito la idea de constituir una editorial que albergase las obras esenciales de autores de todos los tiempos y a la vez introdujese contenidos innovadores y de máxima actualidad. Una de las prioridades fue el encargo de nuevas y rigurosas traducciones, y el exquisito cuidado aplicado a la edición y producción de sus libros, con especial énfasis en el diseño de las portadas, para lo que se contó con la genial contribución de Daniel Gil.

Un ciclo de conferencias para celebrar 50 años de vida editorial. Foto: Especial

Un ciclo de conferencias para celebrar 50 años de vida editorial. Foto: Especial

Posiblemente, el hito más importante de la editorial fue la creación de la más completa colección de libro de bolsillo en lengua española. “El libro de bolsillo” le ha valido a Alianza una reputación y prestigio únicos en el panorama cultural español contemporáneo.

Desde sus inicios, “El libro de bolsillo” de Alianza Editorial ha proporcionado a varias generaciones de lectores la oportunidad de formarse y de alimentar su espíritu crítico, una tarea que ha continuado brillantemente a través de un catálogo de casi 2.000 títulos.

Uno de sus eslóganes publicitarios, “El mismo precio que una entrada de cine”, resultó ser un éxito en un país que estaba recuperándose de los traumas de la Guerra Civil y de sus secuelas de pobreza, de opresión y de falta de libertades.

Cuando la censura estaba aún vigente, la colaboración con prestigiosas editoriales de Latinoamérica (como, por ejemplo, Losada y Emecé en Argentina) fue esencial para incluir en el catálogo de Alianza a autores política y socialmente controvertidos (Sartre, Camus, Gide, etc).

La mezcla de clásicos, clásicos contemporáneos, literatura actual y no ficción, junto con obras dirigidas al mundo académico y universitario, apela a un amplio espectro de lectores, al ofrecer una completa a la vez que diversa biblioteca.

Desde la mejor literatura hasta el ensayo, el catálogo reúne un gran número de autores de prestigio. Sin citarlos a todos, se podrían mencionar nombres como los de Salinger, Kafka, Golding, Freud, Ortega, Proust, Hesse, Bulgakov, Harris, Baroja, Stendhal, Brecht, Hammett, Scott Fitzgerald, Bernhard, Lorca, Mishima, Lovecraft, Poe, Graves, Handke, James, Twain, Unamuno, Melville, Giddens, Flaubert y Maupassant, entre muchos otros.

Alianza está especialmente orgullosa de sus autores contemporáneos tales como Amin Maalouf, Premio Príncipe de Asturias de Literatura 2010, Ismaíl Kadaré, Príncipe de Asturias de Literatura 2009, Boualem Sansal, Premio de la Paz de los Libreros Alemanes 2011 y  Tahar Ben Jelloun.

Sin dejar de mencionar la amplia oferta de clásicos de Grecia y Roma y de obras de filosofía y ciencias sociales. Autores que van de Aristóteles a Nietzsche, ode Isaiah Berlin a Manuel Castells, encuentran su lugar en el amplio catálogo del sello.

En 1989, Grupo Anaya, una editorial fuertemente implantada en España y Latinoamérica, adquirió Alianza Editorial y le permitió continuar con su filosofía de trabajo. En 2004, Hachette Livre adquirió Grupo Anaya, lo que permitió a la editorial acceder a muchas y enriquecedoras colaboraciones internacionales con sellos del Grupo Hachette.

Con una serie de conferencias a llevarse a cabo en la Librería Rosario Castellanos, Alianza Editorial celebra los 50 años de vida.

EL ENSAYO Y LA FILOSOFÍA EN ALIANZA EDITORIAL

Participan: Eduardo Casar y Óscar de la Borbolla

9 de junio, a las 19 horas

EL CINE Y LA LITERATURA EN ALIANZA EDITORIAL

Participan: Eduardo Limón y Salvador Quiauhtlazollin

16 de junio, a las 19 horas

EL AMOR Y LA LITERATURA EN ALIANZA EDITORIAL

Participan: Sandra Lorenzano y Fernando Rivera Calderón

23 de junio, a las 19 horas

“Tenemos 3 500 razones para celebrar nuestros primeros cincuenta años manteniendo la voluntad de apostar por el catálogo y el trabajo editorial riguroso y creativo con una sólida política de autores. Encaminamos nuestro trabajo a la publicación de nuevas obras, nuevas traducciones, revisión de contenidos y la atención a nuevas voces tanto en literatura como en pensamiento”, afirman los editores.