Posts Tagged ‘Claudia Piñeiro’

“Si no escribo no soy la misma. Escribir es una necesidad”, dice la autora argentina Claudia Piñeiro

lunes, abril 27th, 2020

Piñeiro, una de las plumas más prestigiosas de América Latina, y su colega Sandra Lorenzano protagonizaron la charla “Los libros que nos salvan la vida” de la Fiesta del libro y la rosa, que se celebró de forma virtual el pasado jueves 23 de abril.

El festival se realizó de manera digital para cumplir con las exigencias de la contingencia sanitaria y en él participaron centenares de amantes de la literatura que convivieron a través de internet con varios escritores de primera fila.

México, 27 de abril (EFE).- La novelista argentina Claudia Piñeiro, una de las plumas más prestigiosas de América Latina, reconoció el pasado jueves en la Fiesta del libro y la rosa de la capital mexicana que escribe porque “si no lo hace no es la misma persona”.

“Escribo porque si no escribo no soy la misma persona, no estoy centrada en mi eje. Escribir es casi una cuestión ontológica, algunos tenemos la necesidad de escribir independientemente de si lo hacemos bien o mal”, dijo la autora.

Piñeiro y su colega Sandra Lorenzano, asentada en México, protagonizaron la charla “Los libros que nos salvan las vidas”, que atrajo a numerosos lectores en la red y giró alrededor del tema de la lectura y sobre autoras mujeres u hombres que supieron tratar el tema del feminismo.

El festival se celebró el jueves 23 de abril de manera digital para cumplir con las exigencias de aislamiento como consecuencia del COVID-19 y en él participaron centenares de amantes de la literatura que convivieron a través de internet con varios escritores de primera fila.

Piñeiro confesó que al inicio de la cuarentena pensó en leer libros de ficción pero terminó por acercarse a obras con algo de ficción pero más de ensayo o autoficción.

“Recorridos casi personales como los de Clarice Lispector o Natalia Ginzburg están en la fila de libros”, reconoció.

Lorenzano explicó que en su caso escribe para saber qué pasa en su interior y destacó el toque de introspección relacionado con la escritura.

“Si no escribo siento que me faltarían los lentes que necesito para mirar la realidad”, observó.

El Festival destacó este año el tema de las mujeres en la literatura y el dúo de autoras recomendó obras como “Balún Canán”, de la mexicana Rosario Castellanos, “Inundación”, de la argentina Eugenia Almeida, “Desierto sonoro”, de la mexicana Valeri Luselli o “Cometierra”, de la argentina Dolores Reyes, entre otras.

Lorenzano se refirió a una idea de Anna Ajmatova, a quien le preguntaron alguna vez si podía escribir sobre el horror y al referirse a la poeta ucraniana, señaló que en la sociedad algunas voces preguntan quién va a contar el abuso contra las mujeres.

“Preguntan, ustedes pueden contar esto y uno de esos ‘estos’ tiene que ver con la violencia contra las mujeres. En el primer trimestre de este año en México hubo 244 femenicidios. La pandemia es también esa pandemia y uno debe decir puedo contarlo, aunque no sepa la manera”, observó.

La Fiesta del libro, auspiciada por la Universidad Nacional Autónoma de México transcurrió este jueves con numerosos escritores de primera fila que disertaron sobre diversos temas en charlas, talleres, mesas redondas y lecturas púbicas, todo de manera digital para respetar las leyes de aislamiento por el coronavirus

Por la mañana la escritora española Almudena Grandes aseguró que el aislamiento para evitar el contagio de la COVID-19 tiene puntos de contactos con algunos de sus libros en los cuales hay gente escondida.

“El encierro que tenemos puede recordar a los encierros de mis novelas; en mis novelas de la postguerra hay gente encerrada, escondida, que huye y no puede moverse de un lugar pequeño”, dijo la autora.

Sobre el tema de la mujer hubo debates acerca de cómo se crean las comunidades de lectoras en América Latina y sobre el verso femenino en Latinoamérica, éste con la presencia de la escritora argentina Claudia Masín, entre otros temas.

Claudia Piñeiro: “Las mujeres relatamos el detalle y a veces no tiene que ver con el crimen”

sábado, enero 12th, 2019

La autora de novela negra en Argentina presenta un libro de cuentos Quién no, en donde muestra que criminales, asesinos, podemos ser todos. “Uno da unos pasos más allá y de pronto está en el otro lado”, dice la autora de Betibú, ganadora del Premio Pepe Carvalho de literatura policial.

Ciudad de México, 12 de enero (SinEmbargo).- La escritora argentina Claudia Piñeiro ha ganado la XIV edición del Premio Pepe Carvalho de novela negra, que recibirá el próximo 31 enero en el Ayuntamiento de Barcelona en el marco del festival BCNegra, que tendrá lugar entre el 24 de enero y el 3 de febrero de 2019.

Es un orgullo para alguien que realiza búsquedas en el lenguaje no sólo desde su condición de escritor, sino también desde su carácter de mujer.

Así las cosas, una mujer se detienen en los detalles de las historias, que a veces no tiene mucho que ver con el crimen, pero que aportan a la trama muchos ingredientes novedosos y sensibles.

Ahora presenta un libro titulado Quién no, un compilado de sus cuentos escritos a lo largo de 15 años, en donde por supuesto no falta el tema del aborto, algo que la ha convertido además de escritora exitosa en una defensora del pañuelo verde en su país de origen.

“Un hombre egoísta realiza un acto generoso, un muerto puede hablar a través de sus pertenencias, un solitario vive su noche de amor de la manera más absurda, una pareja crea su propio infierno, un escritor famoso se oculta en su prestigio, y así, como ellos, todos los protagonistas de estas historias se ven enfrentados a fantasmas más o menos reales, dice la sinopsis.

Y nadie, por supuesto, está a salvo de la violencia.

–Giran alrededor de un objeto y los cuentos no tienen nada que ver con tus novelas.

–Hay fantasmas que se repiten, pero la estructura del cuento te lleva a agarrarte de otros elementos literarios. Hay cuentos que tienen a los objetos como muy importantes y llevan hacia adelante la acción más que los verbos. En el cuento de las gallinas, por ejemplo, hago la descripción de una serie de objetos y lo que está detrás, como diría Ricardo Piglia con su teoría de las dos historias, es el tema del aborto.

–Leí el del aborto, es tétrico.

–Sí. Es lo que hace Ernest Hemingway cuando escribe “Colinas como elefantes blancos” que no se lee la palabra aborto, es el maestro de lo poco que se pone arriba y de lo mucho que hay abajo. En Argentina la palabra aborto está prohibida y por eso no la nombro mucho.

–¿Hay un lenguaje machista en los temas alrededor de la mujer?

–La palabra está prohibida porque hay una cuestión machista, pero en Argentina es delito y ahí también hay una cuestión machista de hombres que dictaminan leyes en contra de los intereses de la mujer.

–¿Cómo te llevas en el género negro siendo mujer, sobre todo en el tema del lenguaje?

–Me acaban de dar el Premio Pepe Carvalho, que se entrega en España, en Barcelona Negra. Creo que uno va haciendo búsquedas en el lenguaje que no es igual en todos los autores y a veces la cuestión de ser mujer marca una diferencia. Como tiene una diferencia en la China, en Argentina, en donde sea. Por lo menos de las escritoras mujeres en novela negra, hay una meticulosidad con el detalle en cosas que no hacen necesariamente al crimen, que los hombres no tienen. Los hombres van directo. Me pasaba cuando escribía Betibú, en ese momento nos juntábamos con amigos escritores, un varón, dos mujeres y yo. El varón apuntaba cosas que me ayudaban con la trama netamente criminal, pero las mujeres no le importaba nada esos errores, se los explicábamos, pero les interesaba otra cosa del relato.

–Las mujeres nunca serán psicópatas, dice la medicina.

–No sé si técnica o científicamente las mujeres pueden ser psicópatas, de hecho hay muchísimos hombres psicópatas y mujeres no, pero sinceramente creo que hay mujeres psicópatas, así como podemos ser como mujeres cualquier cosa, también tenemos que absorber las causas de la psicopatía. Yo conozco a algunas mujeres psicópatas, a lo mejor el nombre técnico es otro, pero sinceramente dan miedo.

“Es la más femenina porque esa mujer se maneja de un modo obsesivo”, dice de su novela Tuya. Foto: FIL en Guadalajara

–¿Cuál sería tu novela negra más femenina?

–Yo creo que Tuya, pues se desarrolla en la cabeza de una mujer y de una mujer muy plantada en su rol, que acepta la infidelidad de su marido para que todo siga igual, que la amante se murió y entonces a barrer todo y seguimos para adelante, el marido además es responsable de esa muerte pero seguimos para adelante. Es una novela que tiene mucho humor, si la hubiera tenido que escribir desde el no humor me hubiera costado mucho. Es la más femenina porque esa mujer se maneja de un modo obsesivo, revisando los bolsillos del marido, está en todos los detalles y al mismo tiempo quiere taparlo del crimen.

–¿Cómo te animaste a escribir cuentos?

­–Las editoriales son una industria y tienen deseos que no se corresponden con la realidad de un escritor. Escribo cuentos hace 15 años y como mis novelas tienen muchos lectores, la editorial me venía pidiendo una antología de cuentos. Mi gran preocupación es que no se publiquen cosas que no quiero. Lo cierto es que ahora, este año, tenía muchos cuentos, podía encontrar un hilo conductor, ese hilo tenía que ver con personajes que cuando están frente a un abismo uno como escritor diría: -Yo no haría eso. ¿Quién no?, es un poco la respuesta. Por eso lleva el título. Sacar un libro ahora en Argentina, cuando la industria editorial está quebrada y siempre está el mito de que los libros de cuentos no se vende. Me parece que las editoriales fuerzan un poco el concepto de que los libros de cuentos no se venden. Hay que empezar a desmitificar eso, porque muchos cuentistas no pueden publicar.

–¿Son personas entonces frente a situaciones límite?

–Sí y esas situaciones límite si das un paso más a lo mejor te coloca en una situación juzgada mal por los demás o ante un crimen. Las personas que cometen crímenes en mis historias es el vecino, el que está a la vuelta, uno mismo. Diste un paso más y de pronto te fuiste del otro lado.

–¿De cuántos años son?

–Son de 15 años, algunos cuentos son del taller que hacía con Guillermo Saccomanno. Otros me los pidieron para Antologías, otro el periódico El País, otro un periódico alemán. Me los tienen que pedir, porque sino mi cabeza va hacia la novela.

–¿Quién es tu cuentista favorito?

– Antón Chéjov, que es más conocido por las obras de teatro, pero es un cuentista espectacular. La narrativa cuentística americana como Carver, como Cheever y en la Argentina el autor Antonio DiBenedetto y de las jóvenes, Mariana Enríquez, Vera Giaconi (de Uruguay), Samanta Schweblin, Edgardo Cozarinzky que se acaba de ganar el Premio Tusquets.

Un libro de cuentos con un hilo conductor. Foto: Alfaguara

Fragmento de Quién no, de Claudia Piñeiro, con la autorización de Alfaguara

Lo de papá

Si hoy no fuera un día especial, Julián tomaría el juego de llaves de algún departamento de la inmobiliaria, cerraría el tablero, bajaría la persiana, apagaría las luces y saldría. Así lo hizo cada noche desde que se separó de Silvia, cinco meses atrás. Apenas con unas pocas pertenencias dentro del bolso de Estudiantes de La Plata que, miente, usa para hacer deporte. Pero hoy cumple años Tomás, su hijo mayor, y Silvia lo conminó a que, como parte del festejo, duerma con él por primera vez desde la separación. En realidad, sus dos hijos dormirán con él, Tomás y Anita. Silvia fue terminante. Él no atinó a esgrimir ninguna de las tantas excusas que puso en esos meses con la intención de no dar una dirección exacta. Hasta hacía poco había funcionado, pero ya no. Incluso parecía desvanecida la ventaja que solía tener en cualquier negociación frente a Silvia por el hecho de que era ella quien había tomado la decisión de dar por finalizado su matrimonio. Desde el día en que le dijo “quiero que te vayas”, él había quedado girando en falso sin entender qué había pasado para tener que desarmar lo que habían construido juntos durante quince años. ¿Lo habían construido juntos? ¿En qué consistía esa supuesta construcción? No podía encontrar respuesta. Aún hoy seguía sin entender y con la esperanza de que a Silvia se le pasara lo que fuera que la había llevado a echarlo de la casa. Lo que fuera, hasta otro hombre. Y ése era el motivo por el que Julián no se decidía a resolver el problema de dónde vivir, como corresponde que haga un marido que se separa: cinco meses después, no se sentía separado. Es más, había creído que el cumpleaños de Tomás lo pasarían todos juntos, él, Silvia y los chicos, en su casa, la casa de todos. Pensó que era la ocasión ideal para el reencuentro. Pero en cambio Silvia parecía haber pensado exactamente lo contrario. Fue terminante e incluso se lo dijo a los chicos antes que a él, probablemente para no dejarle alternativa. “Hoy duermen en lo de papá”. Sin sospechar que aún no había “lo de papá”. O que “lo de papá” no era un lugar fijo sino escoger una llave del tablero de la inmobiliaria para rotar de departamento en departamento y acostarse adentro de una bolsa de dormir.

El tablero lo había implementado él mismo, hacía años, al poco tiempo de entrar a trabajar en la inmobiliaria Rosetti. Cuando llegó había dos cajas, en una se tiraban todas las llaves de los departamentos en alquiler y en otra las de los departamentos en venta. Hasta ese entonces cada juego iba en un llavero de plástico trasparente, con logo de la inmobiliaria, donde se podía introducir por una ranura un pequeño papel con la dirección del inmueble en cuestión. Julián juzgó el método no sólo desprolijo sino peligroso. La desprolijidad se hacía evidente en el tiempo que le llevaba a cada empleado encontrar la llave buscada dentro de la respectiva caja, operativo que muchas veces se realizaba delante del propio cliente, fastidiado y sorprendido. Pero el argumento con el que Julián convenció al dueño de la inmobiliaria —entonces su jefe directo— fue que si alguien perdía un llavero por la calle, quien lo encontrara podría cometer con facilidad cualquier tipo de atraco. “No están los tiempos ni la calle como para perder llaves con la dirección exacta de la puerta que pueden abrir, Rosetti”, había dicho un Julián de apenas veinticinco años, bastante más arrogante y seguro de sí mismo que este hombre vacilante en que se convirtió, veinte años después, por más que el dueño se haya retirado y haya dejado en sus manos —“con confianza ciega”— el manejo de la inmobiliaria familiar. Rosetti, en aquel lejano tiempo en que apenas se conocían, aun a pesar de la mirada desconfiada y celosa del resto del personal más antiguo y experimentado que Julián, accedió a cambiar el método usado desde hacía tanto tiempo por el que proponía ese empleado recién llegado, el más joven de todos, simplemente porque tenía razón. El tablero lo diseñó y lo mandó a hacer Julián: una caja con tapa de vidrio, para amurar en forma vertical en la pared, con ganchos de donde colgar cada llavero. Los llaveros rojos correspondían a inmuebles en venta y los azules a inmuebles en alquiler. Y sobre cada llavero había un número dibujado con marcador indeleble que correspondía a la ficha donde se detallaba, además de las características de la propiedad, su dirección. De ese tablero, Julián había escogido durante los últimos cinco meses el lugar donde pasar cada noche, tratando de no dormir dos veces seguidas en el mismo lugar, ni siquiera en el mismo barrio. Para no aquerenciarse: él estaba de paso, él volvería a su casa.

Pero por ahora parece que no será así. Y aunque lo sea en un futuro, es el cumpleaños de Tomás y sus hijos dormirán con él. Así que esta noche, al dejar la oficina, no puede elegir el llavero de cualquier departamento. Él sí puede dormir en el piso de un ambiente totalmente vacío, pero los chicos no. Las opciones amuebladas son departamentos en alquiler, francamente deprimentes, puestos a las apuradas para sacarle una renta mayor a algo que no lo vale. La mayoría de los departamentos en venta están vacíos. El único departamento que se ajusta a lo que Julián necesita esta noche es el de la calle República de la India, por eso lo elige. Un departamento puesto a la venta hace tres años a un valor más alto que el de mercado, como si sus dueños en realidad no quisieran venderlo, y que contiene unos pocos muebles y objetos de buen gusto que prometieron sacar ni bien hubiera una oferta concreta. Un lugar que seguramente conserva poco de aquel hogar que fue, pero lo suficiente como para decir que es “lo de papá”.

Si hoy no fuera un día especial, George Mac Laughlin aprovecharía su visita a Buenos Aires, tal vez la última, para tomar un whisky en la barra del bar de la calle San Martín donde solía hacerlo cada tarde, hace tanto tiempo. Salía de la oficina pero antes de volver a su casa se sentaba en la barra y sin decir nada el mozo le traía su escocés con hielo. Un rito que empezó cuando era un junior del área financiera y que continuó hasta verse convertido en director general de la cerealera multinacional para la que trabajaba. Luego vino el traslado a Londres; su mujer, Sonia, no estaba convencida de acompañarlo. Su familia en Buenos Aires y él allá durante meses. Una amante. Dos, tres. Finalmente conoció a Barbra, se enamoró y, cuando ella quedó embarazada, decidió formalizar una nueva familia en Inglaterra y dejar atrás los restos de su familia argentina: una mujer con la que ya eran dos extraños y un hijo, Charlie, que se las arreglaba para estar lo más lejos posible cada vez que venía a verlo. El embarazo de Barbra no llegó al quinto mes y ya no intentaron tener más hijos, pero para entonces su nueva pareja estaba consolidada. Durante muchos años intentó mantener el vínculo con Charlie; al principio viajaba todos los meses, luego cada tres, al tiempo cada seis. Lo llevaba a Londres a pasar las vacaciones con ellos. O lo intentaba. Y por supuesto le mandaba puntualmente el dinero que correspondía, y más dinero aún si Charlie o su madre se lo pedían. Por eso todavía le cuesta entender qué fue lo que hizo tan mal para que ese vínculo nunca haya funcionado. “¿Qué? Todo hiciste mal, papá”, le respondió su hijo la última vez que lo vio, tres años atrás. Y lo corrigió: “No me llamo Charlie, sólo vos me llamás así, me llamo Carlos”. Algún intercambio posterior de reproches vía mail y por fin silencio durante ¿dos años? Hasta que recibió por correo la participación de la boda de su hijo, anunciando que se casaba en menos de un mes. Carlos Mac Laughlin, con una mujer que él nunca había oído nombrar, en una iglesia católica siendo que ellos no lo son. O no lo eran. O al menos él no lo es, aunque no puede hablar por Charlie —o Carlos—, si ya no sabe a quién le reza su hijo, de quién se enamora, de qué se ríe, por qué llora. Preguntó tímidamente si había fiesta, si podía colaborar con algo. La respuesta fue: “Hay fiesta pero no estás invitado. Si te alcanza con la ceremonia religiosa, vení”. Y luego el número de una caja de ahorro donde recibían “regalos” de boda.

Entonces vino, y acaba de estar en la iglesia. Sentado en uno de los últimos bancos, viendo cómo su hijo esperaba a la novia en el altar. Unas pocas personas lo reconocieron y se acercaron a saludarlo, con timidez, como si supieran algo que él ignoraba. Pero no conocía a la mayoría de la gente que lo rodeaba. Sonia casi no tiene familia y la poca que le queda a él, nadie muy cercano, no debió de haber sido invitada. La mayoría de los que estaban a su alrededor eran jóvenes, seguramente amigos de su hijo y de la que estaba a punto de ser su mujer. Por fin entró ella, la novia, del brazo de un hombre que debía de ser su padre, y se situó junto a Charlie. Luego las seis espaldas alineadas frente al altar: su hijo y la novia, los padres de ella, Sonia y un hombre. El hombre que lo reemplaza, el que ocupaba el lugar que debería ocupar él. No le importó si era un novio, amigo, amante o marido de Sonia, sólo que estaba junto a su hijo en el lugar donde debía haber estado su padre. Pensó que podría resistirlo, pensó que podría saludar a todos en el atrio. Había cruzado el océano para estar allí, para hacer las cosas bien por más que dolieran, por más que siempre le quedase la sensación de que no sabía cómo ser padre. Había cruzado el océano para serlo, aunque lo hubiera sido tan mal todos estos años a pesar del esfuerzo y de las ganas. “Primero siempre estás vos, siempre primero vos”, le había reprochado Sonia muchas veces. ¿Fue así? Tal vez, sí. ¿Y eso estaba mal? ¿No podía formar una nueva familia y seguir siendo un buen padre para Charlie? Ni siquiera un buen padre, un padre a secas. No había podido. Tampoco esta tarde en la iglesia. Quiso pero no pudo. Quiere pero no puede. Si ni puede llamarlo por el nombre que le pide: Carlos. Apenas Charlie le puso el anillo a la novia, se levantó y se fue. Caminó, no sabe cuánto, caminó hasta no dar más. Pasó por lugares que recordaba con precisión: la casa que compartió con Sonia, la oficina en el Bajo, la plaza donde llevaba a su hijo a patear una pelota número cinco del Manchester United que aún debe de estar en alguna parte, el consultorio del psicólogo donde siguieron intentando mejorar el vínculo intermitentemente cuando ya no vivía en Buenos Aires, el departamento que compró al poco tiempo de decidir quedarse en Londres. Quería tener un lugar propio donde estar cada vez que venía, un sitio más acogedor que un cuarto de hotel para compartir con su hijo. Se decidió por uno frente al zoológico, una zona de Buenos Aires que siempre le gustó; desde el balcón Charlie podía ver la jaula del elefante. Los primeros años lo usó con frecuencia. Luego cada vez menos. Por fin nada. Las pocas veces que volvió en los últimos tiempos, pensó que era más práctico quedarse en un h …

Festival de Novela Negra: Las huellas del crimen detectan los pasos de John Connolly

miércoles, agosto 8th, 2018

En San Luis Potosí, en ese hermoso Centro de las Artes que dirige Laura Elena González, se llevará a cabo la tercera edición de Huellas del Crimen. Esta vez el festival se viste de gala para recibir al sueco John Ajvide Lindqvist, a la argentina Claudia Piñeiro, al colombiano Evelio Rosero y al irlandés John Connolly.

Ciudad de México, 8 de agosto (SinEmbargo).- El año pasado decía Mauricio Montiel que uno de los que siempre había querido traer para este Festival de Huellas del Crimen, que ya va por su tercera edición, era precisamente a John Connolly.

Montiel ya no está más dirigiendo el encuentro pero se mantiene cerca para disfrutar a este autor nacido en Dublín en 1968, creador de Charlie Parker, un detective de ficción que protagoniza una serie de libros cargados de misterio, violencia y seres sobrenaturales.

Como cualquier detective de novela negra, Parker es un antihéroe que carga con sus culpas y remordimientos; sin embargo, la conexión que él es capaz de establecer con el mundo sobrenatural lo diferencia del resto de sus colegas literarios.

También estará el colombiano Evelio Rosero, autor de una de sus novelas más famosas y que entra dentro del género policial: En el lejero. Allí, en busca de su nieta Rosaura, perdida hace varios años, Jeremías Andrade llega a un pueblo rezumante de ratas y neblina. La dueña del putrefacto hotel y la enana que parece acompañarla siempre, niños que juegan fútbol con balones siniestros y observan la vida desde los techos ruinosos; el carretero cuya única tarea pareciera consistir en recoger los cadáveres que se apilan noche tras noche y las “caritativas” monjas, son los personajes que convergen en esta pesadilla y esta vigilia; son seres determinados por la lejanía, por el olvido, por la niebla y la suciedad.

Evelio, nacido en 1958 en Bogotá, acaba de sacar su novela Toño Ciruelo, alguien que él mismo ha catalogado de “monstruo trastornado”.

Será de la partida la representante de la novela policial argentina, Claudia Piñeiro, con una gran cantidad de lectores en su país de origen y con muchas películas hechas en base a sus libros. Nacida en Burzaco en 1960, acaba de sacar Las maldiciones y está muy metida para sacar la ley del aborto, que mañana se vota por Cámara de Senadores en Buenos Aires.

Kike Ferrari, el trabajador del metro y gran novelista argentino, sumados a los mexicanos Jorge Alberto Gudiño, Antonio Malpica y Jesús Ramírez Bermúdez (que hablará sobre la psiquiatría del asesino), animarán las charlas, talleres y conferencias que se llevarán a cabo entre el 6 y el 9 de septiembre.

No hay famosos escritores locales, pero este es un festival internacional y en ese sentido la tercera edición ha decidido sacar la casa por la ventana y tener a grandes autores del género.

Tal es el caso de John Ajvide Lindqvist (Blackeberg, Suecia, 1968), quien fuera mago y comediante antes de dedicarse a la escritura. Es, en palabras del secretario de la Academia Sueca, uno de los autores europeos más singulares y de más talento de su generación. Con su primera obra, Déjame entrar, obtuvo el Premio Selma Lagerlöf. Encuadradas en el género del terror, sus novelas están llamadas a convertirse en auténticos clásicos, por la calidad de su estilo, la originalidad de sus tramas y su peculiar y lúcida visión del mundo contemporáneo. Ha recibido excelentes críticas, tanto en Suecia como en los países donde se han traducido sus obras.

[youtube wBMgy8lAj_M]

EL FESTIVAL EN SAN LUIS POTOSÍ

Las series y las películas han hecho del género negro uno de los más leídos en el mundo. Como tal, México se ha unido a esa corriente haciendo Huellas del Crimen en nada más ni nada menos que el Centro de Artes de San Luis Potosí, donde antes funcionó el Centro Penitenciario, mandado a construir por Porfirio Díaz.

La cárcel operó durante 105 años, hasta que en 1999 cerró porque había demasiados reclusos y la ciudad había crecido tanto que la prisión quedaba en el centro de San Luis Potosí.

Ayer era cárcel, hoy es el Centro de las Artes de San Luis Potosí. Foto: Especial

Hoy es un centro de educación para las artes maravilloso, con una arquitectura que si se hubiera querido no sería tan adecuada para Huellas del Crimen y donde además se ha inaugurado el reciente Museo Leonora Carrington.

Hoy, en conferencia de prensa, el Secretario de Cultura de San Luis, Armando Herrera, la directora del Centro de las Artes, Laura Elena González, Marina Núñez Bespalova, Directora General de Publicaciones y Epigmenio León, subdirector de Literatura del INBA, anunciaron el Festival, que tendrá sus días de gloria entre el 6 y el 9 de septiembre.

La conferencia de prensa para presentar HUELLAS DEL CRIMEN 3. Foto: Especial

Claudia Piñeiro, “Las maldiciones” y una nueva forma de hacer política

lunes, noviembre 27th, 2017

La escritora argentina es una de las más  leídas en su país de origen y ha ganado el Premio Sor Juana por Las grietas de Jara. Ahora ha venido a Guadalajara para presentar Las maldiciones.

Guadalajara, 27 de noviembre (SinEmbargo).- La escritora argentina Claudia Piñeiro (Burzado, 1960) es una de las más leídas en su país de origen, además, desde que ganó el Premio Sor Juana por Las grietas de Jara, una de las más conocidas internacionalmente y como bien dice “cada vez más ligada a México, un país que comienzo a entender, donde tengo muchos amigos y leo cada vez a autores nacionales”.

Su nueva novela es Las maldiciones, donde un joven (Román Sabaté) se convierte en secretario privado de Fernando Rovira, haciendo gala de lo que el ciudadano común entiende como “nueva política”.

“Alguien puede llegar a la política por muchos motivos. Unos más legítimos, otros menos. También por error, por desidia. O por no saber decir que no”, dice Piñeiro en donde la permanente tensión entre la necesidad de trabajo de un joven de provincia y las ocultas intenciones del político que lo ha elegido como empleado, mueven los hilos de esta novela.

Una novela que la pone otra vez en el candelero. Foto: Especial

Magia, doble discurso o crimen, todo vale. Las maldiciones desnuda la verdad de la llamada “nueva política”, basada en un pragmatismo absoluto que esconde la inescrupulosidad del engaño y la ambición sin límites.

En Guadalajara estuvo para presentar en el marco de la 31 edición de la Feria Internacional del Libro su nueva novela. La entrevistamos donde hablamos de muchas cosas y de paso no tuvo problemas en decir que lee con mucha atención SinEmbargo.

[youtube kLdoCnvmdSM]

–¿El jefe de Román Sabaté, Fernando Rovira, se parece a los políticos argentinos?

–Se parece mucho a los políticos argentinos, pero también a muchos políticos del mundo. Digamos que de alguna manera Trump por derecha o Macron por izquierda también vienen de un proceso relacionado con el marketing y la publicidad, que se opone un poco a lo que entendemos como ser político.

–También es cierto que hay una construcción del votante bastante parecida. Somos votantes que accionamos en esto que llamas nueva política

–Totalmente. Uno no sabe dónde está el huevo y dónde está la gallina, sin que uno se dé cuenta totalmente. El que vota se conforma con una sola frase, que me diga lo que yo quiero escuchar y lo voto, sin analizar cosas más profundas que están quedando de lado totalmente.

–Esta cuestión profunda que tú mencionas tiene que ver con la cultura, con la literatura, hay menos notas largas, todo es más veloz

–Sí, es el pensamiento crítico que falta y la disponibilidad, esa cosa de voy a pensar esto para ver si tienen razón, en realidad hay una cosa deglutida, como que todos tienen las cosas más fáciles para digerir y que ese proceso anterior lo haga otro y me diga qué es lo que me conviene.

La escritora siempre intenta algo mejor con su nueva novela. Foto: SinEmbargo

–¿Las maldiciones tiene una voz de esperanza?

–Tiene la mayor esperanza que puedo darle a una historia así. Creo que sí la tiene, el final tiene una cuota de esperanza no infantil, sino a lo mejor dentro de unas generaciones, si armamos generaciones que tengan pensamiento crítico, tal vez pueda cambiar. Pero no mañana, los ciclos históricos no son tan rápidos. El mismo año que ganó Donald Trump en los Estados Unidos, perdieron los acuerdos de paz en Colombia y ganó el brexit en Inglaterra y eran todas elecciones que a lo mejor en el mundo donde uno se mueve, pensábamos que iban a salir al revés.  ¿Qué pasa con el mundo, es como nosotros creemos que es o está pasando por un proceso político que marca un ciclo histórico?

–Desde Las viudas de los jueves hasta Una suerte pequeña, ¿cuánto has cambiado?

–Yo siempre trato de hacer las cosas un poco mejor, a veces sale, a veces no sale. Sí, sin duda uno tiene mayores búsquedas y para eso te ayudan los maestros, las lecturas, la vida. En cada novela trato de avanzar en algo que me quedó más rengo en la anterior. En esta, en Las maldiciones, exploré mucho a los personajes secundarios, que en otras novelas me parece que había personajes secundarios que eran nombrados pero nada más, la trama principal me arrasaba y esos personajes quedaban como ilusión. En esta novela le quise dar un momento como de gloria, Adolfo, la madre de Rovira, esos personajes van apareciendo y te muestran un poco como son. Tienen la oportunidad de construir una voz coral, donde se construye la historia, que es casi una road movie, te van contando el pasado y por qué se llega a este momento en que el personaje principal escapa. Cada uno lo cuenta desde su punto de vista y hay desajustes. El lector lo lee y se da cuenta que las cosas no son así y eso tiene que ver con los personajes, con la vida, uno no recuerda lo mismo que recuerda otro. Las piezas que se van tomando de distintos personajes no encajan como en una rompecabezas, se sobreponen, se manchan, más al estilo de cómo es un caleidoscopio.

–¿También puede pasar que alguno de esos personajes secundarios de provoque otra historia?

–Puede ser, yo soy muy de que lo próximo quiero que sea distinto, porque me aburro, nunca hice una novela parecida a la anterior, me cuesta decir eso. Lo he pensado, lo he pensado con respecto a Betibú y Guillermo Martínez, un gran escritor y muy buen amigo, fue a dar unos cursos a los Estados Unidos y una de las novelas que llevó fue Tuya, una de mis primeras novelas y siempre me dice, este personaje tiene que aparecer. Cada tanto me viene la idea de reaparecer algún personaje y en Las maldiciones hay muchos.

[youtube U1LiMn6jBco]

–¿Te cambió en algo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz?

–Me sirvió mucho para darme a conocer fuera de Argentina. Es un premio muy prestigioso, es una gran oportunidad y también me cambió en mi relación con México. Vengo muy seguido, cada vez entiendo más a este país, tengo amigos argentinos, es un país que me encanta, hay cosas que te da el premio que son cosas más allá de lo literario.

–¿Qué cosas han cambiado en el país, en el mundo, desde La viuda de los jueves? Pregunto esto porque Paul Auster decía que en 50 años el mundo sigue teniendo los mismos problemas, parece ser que estamos otra vez como adictos al fascismo…

–Lo que me pasa en torno a lo que dices de Paul Auster, sobre todo en Argentina, que hay cosas con que nos parecía que habíamos llegado a un consenso. Con respecto al nazismo, al fascismo, a la Dictadura Militar, con sus crímenes, habíamos llegado a un consenso. Pero no es así. Un día aparece uno y dice una cosa y la gente ya no se asusta tanto, pero ¿cómo, no habíamos llegado a un consenso en el que nunca más iba a pasar? Me parece que eso que dice Paul Auster es muy interesante en ese sentido. Nos tiene que seguir asustando, si no hay una alerta enseguida cuando aparecen esas manifestaciones, avanzan. Hay un cuento de Franz Kafka que se llama “En la penitenciaría”, donde llega un momento en que a una máquina de tortura muy tremenda la desarman y el tipo que la ejecutaba se muere. En el bar de oficiales hay una lápida con el nombre del tipo y hay uno que dice: -Este era nuestro líder, ahora llegan tiempos en que no podemos ni nombrarlo, pero ya llegarán otros tiempos en que podremos reivindicarlo. Y eso es lo que pasa en el mundo y en mi país. Las sociedades crecen, hacen un acuerdo y van para mejor, pero cuando pasan estas cosas te asustas mucho.

–Sé que has leído El salvaje, escrito por un hombre que también hace cine ¿Te gustó?

–Me gustó mucho y creo que es una novela con una potencia tremenda, yo ya lo conocía a él por sus películas, su literatura le permite ser mucho más expansivo. Las películas son muy concentradas y acá lo ve a Guillermo Arriaga en su expansión. Uno lo ve muy auténtico y con una fuerza narrativa de muchísima potencia.

–¿Las maldiciones irá al cine?

–Con las películas tienes algunos ofrecimientos, que no se han cerrado, a lo mejor sí o a lo mejor no. Ahora se estrena Las grietas de Jara, todos empiezan con algo que les interesa, comienzan a evaluarlo, no lo sé.

–¿No escribes pensando en el cine?

–No, es una pregunta que me llama la atención. Escribo por escribir, ni siquiera pensaba que La viuda de los jueves iba a salir publicada. Evidentemente tengo una forma de contar las historias, donde viene otro, se mete y la hace suya.

–Decía Pierre Lemaitre, que publicó su libro a los 55 años, que por qué le preguntaba por la edad, si lo veía viejo. Paul Auster decía que estamos cambiando como seres humanos, ¿qué piensas tú?

–Me interesa mucho un ensayo que hizo Edward Said, que se llama “El estilo tardío”, donde él estudia a un montón de músicos y escritores y dicen que se dividen entre los que a partir de determinada edad empiezan a trabajar para la obra completa, la totalidad, dejar el legado, el monolito, ir preparando su propia autobiografía, su mito y los que en cada momento siguen luchando por hacer en cada momento algo diferente, aunque a veces fracasen. Me gusta estar entre los segundos, seguir intentando y no tenerle miedo a fracasar.

[youtube Utqvhpok7-c]