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REVISTA ARTES DE MÉXICO | Imperecedera riqueza natural

sábado, junio 2nd, 2018

El chile, fruto ancestral es un número más de la revista Artes de México que se suma a una de las premisas que la editorial ha explorado: de qué manera la naturaleza es cultura y cómo ha configurado un discurso por el cual el hombre siente pertenencia a un territorio, cómo se crean costumbres culinarias, de qué forma se edifica la literatura y el arte, incluso la historia de una civilización entorno a ella.

Por Laura de la Torre

Ciudad de México, 2 de junio (SinEmbargo).- Algo que Salvador Novo descubrió en un número anterior sobre los alimentos endémicos de México es que “lo que da alimento al hombre, y lo que, como el hombre, es capaz de reproducirse y prosperar, frutecer, ser eterno, nuevo a cada primavera, a cada reencarnación, ésa es la verdadera, la imperecedera riqueza”, y que no es más que la riqueza natural de nuestro entorno.

Así como los primeros misioneros y viajeros que llegaron al Nuevo Mundo, el equipo que elaboró esta publicación se adentró al fenómeno cultural y culinario del chile: como una Nueva Naturaleza o la Otra Naturaleza que es vista por primera vez. La labor era hacer del chile una empresa de conocimiento, que diera cuenta, desde una visión original y estimulante, de nuestra maravilla natural; “el rey, el alma de los mexicanos”, como lo llama Arturo Lomelí, quien abre el número con una reflexión del chile como parte sustancial de nuestra cultura.

El trabajo en equipo dio como resultado este ejemplar que se configura como un mosaico interdisciplinario del chile. En él, hablamos de las rutas de evolución del Capsicum, cuyos registros en nuestro territorio datan del 7000 a.C. aproximadamente. Abordamos el chile como objeto ritual en el ámbito prehispánico y recuperamos los testimonios que dan cuenta de cómo se usaba el humo de chiles secos para corregir a la población. También incluimos usos tradicionales, como las fiestas que se realizan a san Francisco en Olinalá, Guerrero, cada 4 de octubre, y en las que se hacen procesiones con masúchiles: inmensos estandartes decorados con chiles, que recuerdan las ofrendas realizadas a los dioses del agua posteriores a la llegada de los españoles. No dejamos de lado la anatomía ni el picor del chile y tampoco olvidamos hablar sobre sus andanzas por Europa y Asia. En el proceso de investigación descubrimos muchas vertientes de las que podríamos dar cuenta y, por los descubrimientos visuales y literarios, podemos comparar la labor de edición y diseño con un concepto que Alejo Carpentier exploró en su poética literaria que es “dejar que lo maravilloso fluya libremente de una realidad estrictamente seguida en todos sus detalles”. Sin duda, hay muchas otras vías que aún se pueden explorar.

Masúchiles de la fiesta de san Francisco, 1987, Olinalá, Guerrero. Fotografía: D.R. © Janet Long

Todo esto se entreteje en un poderoso diálogo visual. Al revisar las páginas notarán la confluencia de las obras, desde ilustraciones científicas del siglo xvi hasta las que realiza hoy día Elvia Esparza; murales, grabados, fotografía y, por supuesto, los óleos de Eugenia Marcos. Ella misma ha definido su labor como una especie de brujería, y quizá pueda hablarse más bien de alquimia. Cuando era niña, Eugenia visitaba el mercado de La Merced, y desde entonces se dedicó a entender las bondades del chile: se convirtió en una especialista que nos deleita con el sabor de su cocina. Si bien su labor no transmuta el oro en vida eterna, sí transfigura el chile en belleza por medio de sus óleos.

Lorenzo Rodríguez menciona que somos una cultura chilecéntrica, pues además de hacer presente al chile en nuestros platillos, también es parte sustancial de nuestra habla cotidiana. Así, en el número podrán ver que albures, dichos, adivinanzas y canciones confluyen y nos hablan de la manera en la que los mexicanos configuramos el mundo. En este sentido, Iván Pérez Téllez realiza un análisis sobre el encuentro de dos ámbitos: el mundo de los muertos y el humano. Y es que entre los nahuas serranos, el lenguaje que se utiliza para nombrar algunos alimentos en el inframundo, como los chiles, se ha filtrado al mundo de los vivos. Por ello, encontramos confluencias lingüísticas entre la denominación para pulga, tekpin, o garrapata chipohtli.

Elvia Esparza, Sarta de chiles, 2017. Acuarela

Retomo una reflexión que José Luis Trueba Lara realizó sobre la publicación Elogio de la cocina mexicana. Él recurrió al mito de las sirenas y Ulises para hablar sobre el encantamiento de la comida mexicana que, como la voz de las sirenas, atrae y embelesa a los comensales. Tal parece ser el mismo encantamiento que el chile a veces suele producir en los paladares extranjeros, los cuales, atraídos por su forma, color y sabor, muchas veces caen en la tentación de probarlo, sin prever las consecuencias de tal acto. Por esto Paco Ignacio Taibo I, a quien también incluimos en la publicación, nos advierte: “Yo pienso que el mejor sistema para acercarse a los chiles es el de no rehuir el combate (como Ulises ante las sirenas). Al paladar hay que asustarlo desde el primer día”. De ahí que prevenga a los novatos con una nómina de picores, pues hay que entender que cuando el mexicano dice “no pica”, debe entenderse que “pica”, por lo que si “pica rete mucho” es mejor abandonar el establecimiento.

Por último, se ha configurado desde tiempos prehispánicos una de las virtudes que mejor define a nuestra cultura. Se trata del albur construido en torno a la concepción del chile. En el suplemento cultural de la revista Alebrije, monstruo de papel, podrán encontrar lo que quizá sea el origen de este fenómeno, “La historia del tohuenyo, narración erótica náhuatl”. Trata del mito de una de las transfiguraciones de Tezcatlipoca para derrotar a Quetzalcóatl, cómo en esta versión se encarna en la figura de un vendedor que enamora con “su chile” a la hija de Huémac, unión que provocaría posteriormente la caída de Tula. Más allá del desciframiento mitológico, quisimos dar cuenta de la peculiar construcción literaria erótica, a partir de las múltiples connotaciones sexuales en torno al chile. Retomamos la traducción que Miguel León Portilla realizó de la versión del Códice Florentino, y la acompañamos con los grabados de Joel Rendón y Alejandra Ríos. Aquí un fragmento:

Pues aquella hija de Húemac

miró hacia el mercado,

y fue viendo al tohuenyo: esta[ba] con la cosa colgando.

Tan pronto como lo vio,

inmediatamente se metió al palacio.

Por eso enfermó entonces la hija de Huémac,

se puso en tensión, entró en grande calentura,

como sintiéndose pobre

del pájaro —miembro viril— del tohuenyo.

La palabra masúchil proviene del náhuatl ma, abreviatura de maitl (mano), y súchil, variante de la palabra xochitl (flor), es decir, “manojo de flores”. Folio 158, libroII, Códice Florentino. D.R. © Biblioteca Medicea Laurenciana, Florencia.

ENTREVISTA | Escribí este libro como periodista, no como activista: Braulio Peralta

sábado, abril 7th, 2018

Este es el último libro que escribe sobre la minoría lésbico-gay en nuestro país. No quiere ser encasillado y lo cierto es que ha escrito muchos otros libros. El clóset de cristal (la crónica de un aspecto poco conocido de Carlos Monsiváis) y Lo que se ve no se pregunta (la historia de Juan Gabriel) son otros de sus trabajos. En tiempos donde la palabra necesita ser nombrada, Braulio también acude a las imágenes con fotografías de Maritza López, para hacer Otros nombres del arcoíris. Todos con Ediciones B.

Ciudad de México, 7 de abril (SinEmbargo).- Una mañana en el Centro. Decir que Braulio Peralta vive exactamente a la vuelta del Palacio de Gobierno equivale a mencionar su forma de estar presente en pleno corazón de la ciudad. Es mexicano al ciento por ciento y desde allí acaba de hacer Otros nombres del arcoíris (Ediciones B), para dar reflejo del movimiento de la comunidad LGBTTTI en nuestro país.

Hace más de 10 años que hizo el libro Los nombres del arcoíris: trazos para redescubrir el movimiento homosexual (CONACULTA) y este trabajo es un poco la respuesta aunque también la prosecución de aquel.

“En los setenta surgen los colectivos en defensa de sus derechos humanos y Braulio Peralta ofrece su historia: crónicas de los orígenes de la disidencia gay en México, aquella que con ímpetu buscó un lugar desde el cual existir en igualdad y diversidad junto con el resto de la sociedad”, dice la contraportada.

Personajes contradictorios y valientes, el tema del SIDA, los homicidios de odio, todo mezclado con fotografías de Maritza López, para adentrarnos en el mosaico de la sexualidad humana.

–Me gustaría empezar a hablar de tu libro sobre el SIDA. Siempre hablamos eso con Wenceslao Bruciaga que el SIDA tuvo una cosa trágica para los homosexuales, no sólo por la gente que murió sino también porque retrotrajo muchísimo a la comunidad. ¿Es así?

–A mí me encanta mucho Wenceslao Bruciaga por su forma radical y confrontadora que tiene con la sociedad, pero soy más liviano con eso, sobre todo al pensar que por su edad él no lo vivió. Mi juventud fue en los ’80 y vivir esa época con el tema del SIDA, cuando venían las comunidades homosexuales frente al Estado que no consideraba derechos, frente a la iglesia y de pronto aparece el SIDA. Entonces vuelve a aparecer el tabú, el prejuicio contra todos los homosexuales.

–Y la muerte. Hoy puedes tener diabetes y SIDA y ambas enfermedades se controlan

–Aunque esa versión de que hay bastantes remedios implica que muchos jóvenes se están infectando de muchas maneras, pero estamos hablando de un conglomerado sexual enorme que incluye a prostitutas y mujeres esposas de hombres que traen el VIH a su casa. En los ’80 murió una cantidad de gente enorme. Yo me quedé solo, sin generación. Yo sobrevivo porque no tengo el VIH y mi generación desaparece. Los ’80 un padre o una madre o un sobrino o una tía tuvo VIH. No era sólo una cuestión de los homosexuales. Cuento la historia de Marta Aurora Espinosa, una mujer hermosa, heterosexual y con SIDA. La prueba es que éramos todos. Me duele hablar de eso y mi libro es muy crudo, doloroso. A veces siento que Wenceslao no tiene esa parte de la historia como para que sé cuenta de lo terrible que es.

–Tú también cuentas en el libro que te vas a hacer los análisis y te das cuenta de que no lo tienes, es una crónica sobre ese hecho

–Sí. Sentirte salvado en esa época era algo muy doloroso, trágico, triste, se juntó el temblor del ’85, se juntó las declaraciones de los sacerdotes contra los homosexuales, lo cierto es que fue algo doloroso. Al decirte esto y contestando tu primera pregunta es que en realidad en los ’90 vino el humanismo, vino la compasión y la comprensión de lo que estaba pasando con la homosexualidad en el mundo. Vinieron entonces los derechos, parece mentira pero eso fue lo que sucedió. La culpa o la responsabilidad de una sociedad heteronormativa cambió mucho las dinámicas de comprender y ver la homosexualidad. La frase de Wilhelm Reich de “No hay libertad política si no hay libertad sexual”, se dio de manera natural. De repente empezó a hacer publicidad en torno al preservativo, hubo comprensión de las feministas hacia la prostitución femenina y masculina, todo se vino reproduciendo de manera civilizada. Todos los homosexuales trabajaron por los enfermos, por los muertos, por sus duelos.

La historia de la comunidad homosexual en México. Foto: Especial

–Tú hablas siempre de las leyes, ¿tienes confianza en las leyes?

–No tengo especial confianza en las leyes, pero pienso que si vivo en una sociedad democrática hay que tener confianza en las leyes. Al final de cuenta sigue habiendo crímenes contra los homosexuales, porque las leyes no se cumplen. Creo en las leyes, porque creo en Juárez, en la Constitución, en los principios que marcaron la Revolución de Lázaro Cárdenas, porque es la única posibilidad de cualquier civilización y de cualquier régimen llamado democrático. Llamamos democracia a la mexicana y hay que ver qué queremos decir con eso. No se respeta a las mujeres, matándolas en Ciudad Juárez o en el Estado de México o en Veracruz o en Puebla, hay asesinatos de gays en Chiapas o en Ciudad de México. Ya existe el delito por homofobia, pero sigue existiendo la homofobia.

Ya existe el delito por homofobia, pero sigue existiendo la homofobia, dice Braulio Peralta. Foto: SinEmbargo

–¿Qué pasó después del encuentro con Enrique Peña Nieto?

–Creo yo que fue importante ese encuentro, ¿por qué le queremos quitar una palomita al Presidente? Rebasó a la izquierda que tenía a los homosexuales en Los Pinos y dijo: Se van estas leyes a la Suprema Corte de Justicia, en el Día Mundial contra la Homofobia, declaró el sistema de matrimonio igualitario y sólo cuatro Estados, de 32, cumplieron. No le hicieron caso al Presidente y los Gobernantes siguen hincados ante la Basílica de Guadalupe.

–¿Crees que la homofobia ha unido a las mujeres con los homosexuales?

–Los gays y las lesbianas trabajaron siempre juntos desde los ’60. Lo que pasa es que ahora estamos todos divididos, se dividió la izquierda, la derecha está muy sólida y el PRI, de acuerdo a cómo vaya la circunstancia. El tema de las mujeres es muy delicado porque siempre hubo muchos feminismos. Siempre fue así, desde la época de Camille Paglia, con las sufragistas desde el principio, si participaban o no en la prostitución que era algo ilegal. Tenemos la voz conciliadora de Marta Lamas y tenemos la voz contra los hombres de cierto feminismo radical.

–También está Lydia Cacho que habla contra la prostitución y está en contra de Marta Lamas…

–Yo estoy más a favor de Lydia Cacho, pero creo muy valioso el discurso de Marta Lamas y creo que cuando los dos se acerquen, se encontrará un feminismo radical pero no con gérmenes nazis. Es necesario articular un discurso porque los hombres y las mujeres vamos a estar aquí todo el tiempo.

–También es cierto que el patriarcado está cada vez más acendrado

–La pregunta es si todos los hombres son como ese hombre que asesinó a esa mujer de Reforma 322. ¿Todos los hombres son asesinos? Yo diría que no. ¿Todas las mujeres son santas? Diría que tampoco. En la Biblia las mujeres no son muy aceptadas, empezando por Magdalena. Oriente está con el caso de las mujeres, las feministas radicales tendrían que escribir libros como el de Sabina Berman, que está con las leyes de Dios o las leyes de Darwin. Este es uno de los problemas que tenemos que discutir en el siglo XXI, nos están faltando ideólogos, los perdimos. Estamos recurriendo a viejas formas de convivencia de cómo tenemos que vivir hombres y mujeres.

–Hay una circunstancia absolutamente nueva, cada vez más derechos y cada vez más violencias

–Hay guerra en Siria, contra los kurdos, contra los saharauis, hay guerra entre México y los Estados Unidos, México vive una guerra comercial ni cuenta nos damos de eso. Donald Trump es un enemigo profundo de México. En cualquier momento NorCorea y Estados Unidos nos lanza una bomba y bye bye.

–¿Eres una voz importante dentro de la comunidad?

–No, no soy una voz importante dentro de la comunidad. Me circunscribo a mi trabajo periodístico, he escrito libros de arte, escribí un libro sobre Octavio Paz, un libro sobre mi trabajo como corresponsal en España y he escrito estos dos libros porque no se había hecho la historia del movimiento homosexual en México. A los historiadores no les interesa el movimiento homosexual. Sí veo a Carlos Monsiváis en Lo marginal en el centro, preocupado por rescatar a Salvador Novo; sí veo a José Joaquín Blanco que escribe Ojos que da pánico soñar; sí veo a Luis Zapata, escribir El vampiro de la Colonia Roma, preocupado por describir un homosexual en la prostitución durante los años ’60, que es la historia de Adonis García. Yo no soy el único que puede escribir la historia de los homosexuales en nuestro país. Fui muy criticado cuando publiqué El clóset de cristal, por haber revelado ciertas intimidades de Carlos Monsiváis, cuando él mismo fue parte de esta comunidad. Puedo entender que puedo lastimar sobre todo a la familia o a los que considero prejuiciosos, pero ¿los homosexuales no nos podemos interesar en la vida de nuestros compañeros? La historia es historia y por eso soy periodista. No puedo dejar a Carlos Monsiváis lejos nuestro, por eso escribí con el cerebro su libro. Mi trabajo es periodista no es de un activista.

–¿Qué opinas del libro de Guillermo Osorno, Tengo que morir todas las noches?

­–Es la historia del francés Henri Donnadieu, he discutido con amigos y he dicho que lo que pasa en un bar no es la historia de lo que pasa en la comunidad homosexual. Está bien escrito, pero esa no es la historia del movimiento homosexual, es la historia del bar 9, muy clasista y jamás nos dice de dónde viene Henri Donnadieu de París, acusado de lavado de dinero y no nos dice nunca quién es el dueño del bar 9, qué es lo que hay detrás de ese bar. Muy fallido periodísticamente, es para mí ese libro.

–¿Hay un canon en la literatura mexicana?

–Creo que Octavio Paz es un canon, que Salvador Novo es otro canon y creo que no hay uno solo canon en la literatura mexicana. El canon no lo conocemos hoy. Lo que más se acerca al canon de la actualidad son Juan Villoro y Enrique Serna, que ambos influyeron muchísimo con su literatura. Fernanda Melchor acaba de dar una sorpresa con Temporada de huracanes, creo que va a trascender.

 

ENTREVISTA | El gran poeta nacional, Xavier Villaurrutia: Pedro Ángel Palou

sábado, marzo 10th, 2018

En una gran biografía, en forma de novela basada en sus cartas, el escritor recrea los años que pasó el poeta en los Estados Unidos, sus paseos por las calles del centro de la Ciudad de México y sus noches de fiesta en las décadas del treinta y cuarenta, iluminadas por el amor que le profesaba a Agustín Lazo, compañero de toda una vida.

Ciudad de México, 10 de marzo (SinEmbargo).- Como Alejandra Pizarnik –que se suicidó en 1972–, la muerte de Xavier Villaurrutia tiene ese misterio de los poetas y a veces uno piensa “médicamente” si cuántas de las pastillas que ahora se toman en contra de la depresión, de la bipolaridad, no podrían haberle ayudado.

Fue un 25 de diciembre de 1950, él tenía apenas 47 años y había dejado una obra literaria inmensa, propia de un hombre de más edad, en un país que fluía culturalmente, tanto así que Elena Poniatowska dijo en Mérida: “México es inferior a su pasado”.

Amigo íntimo de Salvador Novo –quien murió a los 70 años, víctima de un infarto-, hoy se recuperan varias de esas figuras. Por caso, Luis Felipe Fabre acaba de publicar, Escribir con caca (Sexto Piso), contradiciendo o valiéndose más del decir de Octavio Paz para ensalzar la importancia de Novo y Palou nos ofrece En la alcoba de un mundo. El amor y la oscura muerte de Xavier Villaurrutia (Seix Barral) para decir era el poeta nacional y hoy podemos leer a la cultura más allá de Octavio Paz.

“El más célebre de los Contemporáneos –cuya altísima sensibilidad lo volvió vulnerable- contempló a la muerte y quiso darle forma de verso”, dice Pedro Ángel, en una novela prodigiosa, que nos obliga a leer los poemas, la crítica literaria y las obras de teatro de un hombre que fue central y lo sigue siendo para nuestra cultura.

Un libro esclarecedor que nos obliga a revalorar a Xavier Villaurrutia. Foto: Especial

–Viendo la biografía de Xavier Villaurrutia, uno se conmueve mucho. ¿No será él el gran poeta nacional?

–Sí es el gran poeta nacional, estaba llamado a serlo, la muerte tan temprana a los 47 años le sustrajo esa posibilidad. Era lo mismo un gran crítico como el gran impulsor del cine, estaba metido en todas las artes y estaba construyendo una poesía cada vez más intensa, más íntima, más poderosa. El otro poeta contemporáneo sería José Gorostiza, que estaba planteando ese gran libro que es Muerte sin fin, pero Villaurrutia estaba con el tema de la intimidad, algo casi imposible en esos años, plantearse la propia intimidad. Lo vemos por ejemplo en el “Nocturno a Los Ángeles”, donde vemos absolutamente de lo que está hablando. Algo que sólo Novo había podido hacerlo.

–Tú escribiste una novela, usaste la primera persona, hay pasajes que son conmovedores, ¿cómo fue la escritura?

–La esquizofrenia de escribir este libro fue fundamental. Meterse en la vida de Villaurrutia, es tremendo. Los diarios son inexistentes, porque las familias son muy pacatas, en su caso se conserva muy poco para la memoria. Hay algunas cartas que le escribió a Salvador Novo, son ocho cartas que me ayudaron a sumergirme en la obra completa de Xavier Villaurrutia y empecé a entender su estilo, las sutilezas de su prosa e intentar escribir como él en la primera parte del libro. Había que arrojarse a su insomnio, a sus lecturas, Eugene O’Neill me fue fundamental para entenderlo. María Izquierdo, su propio amante Agustín Lazo, eran los pintores que le gustaban y también entender ese México que vemos demasiado anquilosado por la idea de nacionalismo versus cosmopolitismo que no existía. Eso es una lectura posterior que hacemos de la realidad de los ’30, a propósito de una guerra ficticia que el propio Octavio Paz inventó. Villaurrutia y sus amigos bailaban danzón en el Salón México en la noche, buscaban amantes, a comprar sexo en las calles, fumaban marihuana con Diego y con Frida, no había esa separación en la vida cotidiana.

–Acaba de sacar el libro Escribir con caca, sobre Salvador Novo, el gran poeta Luis Felipe Fabre y uno ve eso, no estaba esa separación

–Exacto, es un invento de la crítica y también un invento de Paz, que inventa una tradición para él quedar como el gran poeta. Hay un libro peligrosísimo que se llama Contemporáneos: Xavier se escribe con equis, donde hace operaciones muy curiosas. La primera es meter a Villaurrutia en un cajoncito pequeño del que no sale, alguien que no se atreve a hablar de su sexualidad, que es un escritor de la clase media, escribe un teatro de ideas. Luego convierte a Jorge Cuesta en el gran poeta y “Canto a un dios mineral” en el gran poema, para poder después decir –aunque sin decirlo­– que “Piedra de sol” es el gran poema largo mexicano y no “Muerte sin fin”. Hay un momento del libro, muy peligroso, insisto, en el que Paz dice que Jorge Cuesta revela la estafeta de la literatura mexicana. No sabemos lo que dice y además la literatura no está hecha de esos secretos. No es que alguien tenga el juego y se lo pase al elegido. Los escritores en particular entre los 30 y los 40 eran funcionarios, estaban formando un país de la nada, era un país en pañales.

–Octavio Paz escribió sobre Salvador Novo…

–Claro, porque él quería establecer un canon donde él fuera un poco la excepción, donde hubiera salido de la nada. Villaurrutia y Novo construían otra tradición, que iniciaba en Ramón López Velarde con “La suave Patria”.

La esquizofrenia de escribir este libro fue fundamental. Meterse en la vida de Villaurrutia, es tremendo. Foto: Secretaría de Cultura

–Hablas mucho del sexo, como algo muy íntimo, pero con idas y vueltas al decirlo

–Yo he trabajado mucho Los contemporáneos y ahora que hablas del libro de Fabre, es muy bueno, pero no cuenta todo, como los juegos que había entre ellos. Villaurrutia jugaba al travesti con los soldados del Colegio Militar, Novo se vestía de Adelita, para que estos caballeros tuvieran sexo con él, iban mucho a Puebla y a Veracruz, porque se sentían más en libertad no sólo en el sexo sino también con el tema de la droga, ambos fumaban marihuana. Villaurrutia, al mismo tiempo que hacía eso, tenía una colección de muñecas de porcelana en su casa, en la calle Donceles, muy cerca de dónde está la Dirección de Literatura de la Secretaría de Cultura. Villaurrutia venía no de una clase media como Paz lo quiere ver sino de una familia aristocrática.

–¿Quién es Agustín?

–Agustín Lazo, el gran pintor mexicano, cuya tragedia es mayor que la de Villaurrutia. Cuando muere Xavier él tira todos sus cuadros, se encierra y muere veinte años después. En la segunda y en la tercera yo le doy cierto protagonismo a la relación íntima y a las infidelidades de Lazo que a Villaurrutia le cuesta mucho aceptar. Es una sexualidad muy abierta la de ambos, lo que al poeta le molestaba no era buscar un sexo nocturno, eran las relaciones largas que Lazo tenía. Hay un rompimiento muy fuerte con Lazo, que está documentado y sobre el que yo trabajo mucho para construir la historia de Xavier Villaurrutia.

–¿Fue suicidio lo de Xavier Villaurrutia, en esa época si eras poeta te suicidabas?

–Bueno, él venía del suicidio de quien consideraba su mejor amigo, Jorge Cuesta. He discutido mucho con Octavio Paz, quien no aceptaba que Villaurrutia se había suicidado. Yo hablé mucho con Elías Nandino y Luis Cardoza y Aragón, escritor y artista guatemalteco que vivía en México, que fue muy amigo de ambos, y ellos aseguraban que se había suicidado.

ENTREVISTA | El siglo XX es el gran siglo de la poesía mexicana: Juan Domingo Argüelles

sábado, febrero 3rd, 2018

La Antología esencial de la poesía mexicana es una versión “portátil” de los dos gruesos volúmenes (casi dos mil páginas y más de dos millares de poemas) de la Antología general de la poesía mexicana, también publicada por Océano. La Antología esencial no sustituye a la Antología general que, por cierto, los lectores siguen adquiriendo, sino que ofrece una propuesta intermedia de lectura en un solo volumen.

Ciudad de México, 3 de febrero (SinEmbargo).- Desde un principio este proyecto editorial se propuso en tres etapas: la gran suma de la Antología general (en sus dos volúmenes), el volumen intermedio que es la Antología esencial y, finalmente, la Antología mínima de la poesía mexicana: un tomo que se publicará luego de Antología esencial. El motivo es muy preciso en su humildad: Poner al alcance de los lectores, y no sólo de los lectores de poesía, y no sólo de los poetas, obras antológicas que abran el apetito para seguir leyendo poesía mexicana.

Detrás de todo este trabajo está el poeta e investigador Juan Domingo Argüelles, originario de Chetumal, Quintana Roo, un hombre comprometido con las letras y muy solícito, que habla la mar de bien de Sor Juana, como de Hernán Bravo Varela, uno de los poetas de nuestro tiempo antologado.

Hay esta Antología esencial nombres primordiales de nuestra lírica (Nezahualcóyotl, Sor Juana, Díaz Mirón, Othón), pasando por los poetas fundadores de nuestra modernidad (Gutiérrez Nájera, Nervo, Tablada, González Martínez, Rebolledo, López Velarte, Tablada), los más altos exponentes de la poesía mexicana contemporánea (Pellicer, Leduc, Gorostiza, Novo, Villaurrutia, Huerta, Paz, Castellanos, Sabines, Pacheco, Lizalde, Deniz), hasta llegar a los autores más recientes cuya obra ya posee una recepción entusiasta por parte de los lectores y una valoración significativa de la crítica especializada (Kenia Cano, Lulio Trujillo, María Rivera, Hernán Bravo Varela, Diego José, entre otros).

–La revolución de la literatura mexicana se da por la poesía, ¿es así?

–Por supuesto. Creo que es así. No sólo en México, el gran género literario de todas las épocas es la poesía. Con ese género se inicia la literatura. En el caso de la poesía mexicana es la poesía como generadora no sólo de emociones sino también de ideas. En México no olvidemos como en el caso de la Independencia, que va a acompañada por la poesía del siglo XIX, también en el caso de la Revolución, va acompañada de los corridos, de la poesía popular, mucha de la poesía del siglo XX refleja la realidad social de la época.

La poesía mexicana actual no está a favor del mercado. Foto: Especial

–¿Quién es el poeta nacional Octavio Paz o Xavier Villaurrutia?

–Yo lo plantearía del siguiente modo. Para mí el más grande poeta de la historia es Sor Juana Inés de la Cruz. A mí me parece que Sor Juana se adelanta a todos y a todo. Estamos hablando de una poeta de la época virreinal, de la colonia y que de alguna manera para los españoles forma parte también de la poesía española. Creo definitivamente que cuando hablamos de la poesía es que un poema grandioso no sustituye a otro. Para mí, Ramón López Velarde no está agotado. Sigue dándonos de qué hablar y ese gran poeta complejo que descubrió Xavier Villaurrutia y que luego volvió a tomar Octavio Paz. La poesía mexicana tiene unas figuras extraordinarias. El siglo XX es el gran siglo de la poesía mexicana y especialmente el ciclo de Los Contemporáneos. Posteriormente tenemos a autores tan intensos como Octavio Paz, Rubén Bonifaz Nuño, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Dolores Castro, Margarita Michelena. Ya no son poetas recientes, sino configurados como importantes en nuestras letras. Lo mismo Coral Bracho, David Huerta, Francisco Hernández, Javier Sicilia, Marco Antonio Campos, todos estos grandes poetas que ya tienen un lugar en ese panorama. Y después los poetas que vinieron en la década del ’60 y la década del ’70. Es una corriente literaria muy rica.

–Claro que hay gustos. A mí me parece que Xavier Villaurrutia hubiera escrito los versos ayer, tan moderno que resulta. Juan Villoro por otra parte defiende muchísimo a Ramón López Velarde

–Es que Ramón López Velarde es el fundador de esa modernidad. No nos ponemos de acuerdo si es él primero o es José Juan Tablada, si es Efrén Rebolledo; indudablemente quien hace al poeta como parte de esa modernidad es Ramón López Velarde. Lo que pasa con él es que es un poeta mucho más privado para la poesía nacional, para la poesía mexicana, mucho menos universal, pero Jorge Luis Borges se sabía de memoria “La suave patria”. Había una magia en la poesía de Ramón López Velarde que era apreciado por grandes escritores.

–Acaba de sacar Luis Felipe Fabre un ensayo sobre Salvador Novo, donde dice que era un poeta más propositivo que José Gorostiza, que era un poeta más formal

–No he leído todavía el trabajo de Fabre, pero creo definitivamente que Novo es uno de nuestros grandes autores. En distintas vertientes. En Los Contemporáneos teníamos a poetas tan grandiosos como Xavier Villaurrutia, como Gilberto Owen, como José Gorostiza, como Carlos Pellicer y por supuesto a Salvador Novo. Tiene una extraordinaria época de la poesía amorosa, que escribió maravillosos poemas de amor, pero también tiene la poesía escatológica, burlesca, de una fuerza tan extraordinaria, después de Francisco de Quevedo no se han escrito poemas así…

–Salvador Novo se parece, efectivamente, a Francisco de Quevedo…

–Claro. Viene de allá. Estos sonetos que escribió, estos sonetos burlescos donde a la vez tiene una gran virtud, habla de su homosexualidad y asume como tal la homosexualidad sin que se sienta escarnecido; reivindica la parte escatológica de la poesía, pero tiene una capacidad para herir, para colocar ese golpe que quiere dar cuando trata de defenderse. Nadie quería tener como enemigo a Novo. Esas sátiras, esos epigramas, son de una maestría extraordinaria.

–Tampoco nos podemos olvidar de Carlos Pellicer

–No, como dice Gabriel Zaid, “al leer a Carlos Pellicer se limpia uno los ojos”. Lo que trae es el paisaje, el sol, el trópico y tiene unos poemas maravillosos. Creo que es otro de los grandes autores que cuando uno lo lee se da cuenta de que es un poeta de muy joven, de que en la adolescencia escribió poemas ya extraordinarios.

–¿Cómo hiciste la selección de los nuevos poetas?

–Yo veo el asunto así: como de un principio planteamos la antología, es decir, se la propongo a Rogelio Villarreal Cueva, que es un gran lector de poesía. Planteo un gran corpus de poetas vivos y muertos, con más de 800 autores. Luego de hacer una selección, es decir, uno tiene que hacer la antología y tiene que incluir a Octavio Paz, a Díaz Mirón, a Ramón López Velarde, pero la complicación siempre viene con los autores que tienen una obra en proceso. Hay autores vivos como Eduardo Lizalde, que a pesar de que él pueda publicar un poemario mañana, ya tiene la obra completa, ya publicó lo más importante de su obra. Lo que planteé fue un corpus desde la época prehispánica hasta nuestros días, con 288 autores, en dos gruesos volúmenes, de casi dos millares de páginas, la Antología general de la poesía mexicana. La Antología esencial de la poesía mexicana tiene el propósito de hacer el volumen portátil, con 100 autores, representativos de esa gran antología general. El libro comienza con Nezahualcóyotl y termina con Hernán Bravo Varela, nacido en 1979. La antología forma públicos de poesía y eso es lo que principalmente deseamos. Hay una tercera etapa en proceso, la Antología mínima de la poesía mexicana. Contendrá a esos poetas y a esos poemas que ningún mexicano debería ignorar.

–¿Qué piensas de la poesía mexicana actual? Hay quienes dicen que está en una etapa de formalidad feroz y que le falta sentimiento…¿crees eso?

­–No, para nada. Hay mucha poesía y mucha diversidad. Después de la lectura exhaustiva que he hecho de la poesía mexicana reciente una de las características que la define es justamente su diversidad. En esa diversidad cada quien está escribiendo como se le da la gana y en ese escribir la poesía no está condicionada por el éxito comercial. Como la poesía no vive del mercado, los poetas están escribiendo no para el mercado sino para ellos mismos.

También ha escrito muchos libros para propiciar la lectura. Foto: Especial

Juan Domingo Argüelles es originario de Chetumal, Quintana Roo. Realizó estudios de Letras Hispánicas en la UNAM. Como poeta, ensayista, crítico literario y editor, sus trabajos comprenden varios volúmenes. Es director editorial de IBERO, Revista de la Universidad Iberoamericana y columnista de temas culturales en diversas publicaciones periódicas, entre ellas los diarios El Financiero y La Jornada, y la revista Quehacer Editorial. Ha abordado el tema de la lectura en: ¿Qué leen los que no leen? (2003), Leer es un camino (2004), Ustedes que leen (Océano, 2006), Antimanual para lectores y promotores del libro y la lectura (Océano, 2008), Del libro, con el libro, por el libro… pero más allá del libro (2008), Si quieres… lee (2009), La letra muerta (Océano, 2010) y Escribir y leer con los niños, los adolescentes y los jóvenes (Océano, 2011). Es responsable de los libros antológicos: Dos siglos de poesía mexicana (Océano, 2001 y reeditado en 2009) y Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días (Océano, 2012), Antología General de la poesía. Poesía del México actual. De la segunda mitad del siglo XX a nuestros días (Océano 2014) y Breve antología de poesía mexicana impúdica, procaz, satírica y burlesca (Océano exprés 2015).

REVISTA ARTES DE MÉXICO | De chiles y chilitos

sábado, enero 27th, 2018

El número de la Revista Artes de México, El chile, fruto ancestral está muy bien equilibrado. Mi primera sorpresa fue de tipo visual al observar las bellísimas ilustraciones. Yo soy un enamorado de las plantas, lo mismo que mi esposa; ver para qué sirven y cómo se usan. Siempre he estado acostumbrado a las ilustraciones de tipo decimonónico y me da mucho gusto que, en esta obra, esa tradición de ilustración botánica continúe en artistas actuales y de muy alto nivel.

Por Otto Shöndube

Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).- Así como las ilustraciones de estos artistas contemporáneos, se incluyen en esta edición las ilustraciones referentes al mundo prehispánico como las del Códice Florentino y las del Códice Mendocino que siempre me han gustado. Al leer los artículos, veo que se realizó una buena selección de autores, algunos de ellos me traen recuerdos y otros me enseñan muchas cosas.

La autora de “La evolución del chile”, Janet Long, después de hablar del capsicum, aborda el tema de un chile que, alguna vez, me dio una sorpresa tremenda. Cuando yo era joven, en una ocasión entré a comer al mercado de Villa Hermosa, yo no conocía los habaneros. Ya podrán imaginarse cómo me fue. Pero la sorpresa es que habanero no es un chile originalmente mexicano, sino del Caribe. Los mayas no tienen nombre propio para éste, sino la salsa que hacen con él la llaman algo así como “nariz del perro” porque al perro le gotea la nariz. Pero, ¿por qué le llaman habanero? Porque quizás entró por La Habana, sin embargo, mis conocimientos de los vecinos cubanos, es que a los cubanos no les gusta el chile y prácticamente no lo usan.

El otro chile del que habla Janet Long, el chile perón, lo conocí en un pueblo que me gusta mucho y creo que a una mayoría, sobre todo por sus calles: San Sebastián del Oeste. Este chile crece como una enredadera y con colores muy vistosos. Al hablar de su origen, las memorias se despiertan porque en este artículo se describe el uso que le daban los antiguos mexicanos (5000, 6000 años a.C.). En Tehuacán, Puebla, vi a maestros rescatar, por medio de flotación, las semillas carbonizadas o no, de los yacimientos, lo mismo que los trabajos de flaming. Todo esto me trae recuerdos de mis años más mozos cuando todavía andaba de noche por ciertos lugares, y de mi necesidad de saber en qué se basaba la alimentación de los antiguos grupos mexicanos.

Habanero D.R.Imágenes integradas 4 Fernando Olivares, 2018.

A propósito de esta edición, quisiera echar una flor, no sé si me la reciba, a mi amigo Eduardo Merlo de Puebla, excelente arqueólogo pero además, evidentemente, un buen gastrónomo y, hasta cierto punto, un buen nahuatlato ya que en su texto utiliza términos en náhuatl para describir diversos platillos.

Otro aspecto que me gusta de la revista es el nombre que le dieron al suplemento, Alebrije. Una parte mágica porque en sus páginas se desarrolla un aspecto de los mexicanos, el de ser muy amigos de las picardías y de los albures, pese a decirse que los antiguos mexicanos no tenían ese tipo de raíz o sí la tenían, no muy marcada, quizá la ocultaron un poco los frailes. En el Alebrije se publica una traducción del náhuatl de Miguel León Portilla, a quien yo le digo con mucho cariño “mi chaparrito de oro”. Miguel, un excelente nahuatlato, titula esta traducción como La historia del Tohuenyo. Narración erótica náhuatl. Generalmente no se conocen estos temas del mundo prehispánico. Sin embargo, platicábamos con el profesor Jiménez Moreno, esta leyenda del Tohuenyo, quizás el nombre no lo leía muy bien porque yo lo recordaba como el Tohueyo o el Tehueyo, es una evidencia de la decadencia de Tula. La historia es de la princesa de Tula que ve, en el mercado o plaza, a un vendedor de chile enteramente desvestido. La princesa cae tremendamente enamorada de él. Entre la nostalgia, veremos cómo se realiza este matrimonio.

Jiménez Moreno hablaba de la intromisión de otros grupos en la historia y cómo la casa real de Tula se va unir con los plebeyos huastecos mal portados. El nombre del padre de la princesa es Huémac, uno de los último señores de Tula, su nombre quiere decir mano grande.

Paco Ignacio Taibo I también escribe muy bonito y da su versión de la experiencia de comer chile. Creo que él vino de España, y da su particular escala de los chiles: “si te dicen que no pica, pica poquito, ya ve con cuidado”. Esto contrasta con otras cosas de la revista que son más científicas. Me llama también mucho la atención esto del picor porque ahora sé que debo seguir aprendiendo a diferenciar el sabor del picor del chile, porque en ocasiones lo consideramos como uno solo y no alcanzamos a detectar el sabor.

_Capsicum indicum_. Dibujo de Maria Sibylla Merian. Lámina de _Merian’s Drawings of Surinam Insects_, ca. 1705. Acuarela y tinta sobre pergamino. D.R. Imágenes integradas 3Trustees of the British Museum, Londres.

Aprendí mucho de esta revista, entre otras cosas, que estos chiles no son originalmente mexicanos -el habanero y perón- , pero también la evolución del capsicum. Aprendí también que los chilitos que conocemos muy bien, el chilpete, por ejemplo, son chilitos que crecen con el Apis hacia arriba y fácilmente llegan los pájaros y lo distribuyen por jardines y otros lugares. En mi casa, por ejemplo, isn que yo los haya plantado, hay como cuatro plantas de chile piquín. Si van a Tomatlán, deben pasar a ver si todavía existen las salsas chilpete que en mis tiempos las embotellaban en recipientes chiquitos de cerveza.

Le comentaba a Margarita de Orellana que presumía a un amigo, médico por cierto, de la revista de Artes de México. Él la estuvo hojeando y me dijo: “Oye, la revista me está dando una idea, en vez de poner ramos de flores en floreros voy a hacer restras de chiles secos para adornar mi casa”. Realmente vale la pena ver por qué el chile no sólo tiene distintos sabores y picores sino también muchos colores, muchas texturas, por esto me llama mucho la atención la foto de Edwar Weston que se reproduce en las páginas de la edición, a él le gustaban mucho las sombras y las luces, y esa foto es extraordinaria por eso, retrata a un chile poblano, si no me equivoco.

Muchos de estos artículos son hechos por gente que le gusta el buen comer, como a Salvador Novo, que hizo un libro sobre cocina. Además de ser, a veces, un poco exagerado en sus sarcasmos y opiniones, era bastante bien hablado, entonces él conversa sobre los chiles como un elemento trasterrado, que llegó a España y sobre las razones por las que se le llamó pimiento. Aquí aprendí también que la palabra uno la puede equivocar, en mis pininos de cocina, en una ocasión, la receta decía all species y lo traduje como “todas las especies” y empecé a echar todo, cuando , en realidad, all species es el nombre de una pimienta en especial. Todos tenemos que aprender, pero destrozando a veces salen platillos o que nos matan o que nos enaltecen.

En la sociedad mexica, los niños que desobedecían a sus padres eran obligados a inhalar humo de chile quemado a manera de castigo. Detalles del folio 60r del _Códice Mendoza_. D.R.Imágenes integradas 1 Bodleian Library, University of Oxford, 2017. Reprografía de Marco Pacheco.

Lo que me gusta también es cómo entreveran los editores, las adivinanzas, refranes y letras de canciones: “yo soy como el chile verde llorona”. Quizá debemos aplicarle a políticos o embajadores que no queramos ver por aquí, lo que les paso a los embajadores mexicas yendo a cobrar el tributo a un pueblo. Cuando los recibieron, éstos les dijeron: “adelante pasen”, les dieron sus bebidas, los acomodaron, cerraron las puertas y el cacique local mandó traer un manojo de chiles, los quemó y éstos murieron ahogados por el humo.

Hace poco salió un artículo de los chicos y los berrinches. Esto me recordó a los cuadritos del Códice Mendocino donde se ilustra que a los niños mal portados, como castigo, los ponen cerca de chiles que se están quemando. Con el humo desprendido, los niños se ponen a lloriquear. Janet Long, en otro texto, nos narra su visita a unos poblados de Guerrero, Olinalá. Ella nos narra las fiestas de San Francisco que ocurren cerca de octubre en este pueblo y en las que, las restras de chiles sirven para adornar al santo. Sabemos, entonces, que el chile siempre ha estado con nosotros como nuestra marca de presentación. Debemos recordar, además, esas bromas que hacemos a las personas que no están acostumbradas al chile, que vienen de fuera. También, vienen a mi memoria, aquellos dulcecitos de tipo colación que en vez de tener una cascarita de naranja o un pedacito de nuez, lo que tenían adentro era un chile piquín. Es cierto, el chile ha estado nosotros siempre.

Dentro del material iconográfico que está en la revista, resalta una imagen que nos muestra la anatomía del chile. En ella, se nos indica donde está lo que podríamos llamar la matriz, el lugar donde está la mayoría de las semillas, sus venas y su epidermis. Esta imagen me recordó a un primo ya fallecido que cultivaba chiles en San Luis de la Paz y quien nos decía, con justa razón, que entre menos venas tuvieran los chiles grandes, menos picosos iban a estar. Yo pensaba, al contrario, que las semillas eran portadoras de mucho capsicum, pero esta parte de la revista nos dice que esto no es cierto. Entonces ya no voy a desperdiciar tanto las semillitas. A mí la palabra capsicum me recuerda a la palabra cápsula y yo veo a los chiles como esto, como una especie de cascabel y sus piedritas son las semillas.

Ahora sabemos, que el chile se puede secar y así se puede transportar muy lejos, aunque en la época antigua no había más que los mecapales en los hombros de los indígenas para cargar. Es muy interesante, también, las mezclas que acostumbraban realizar los indígenas, que son iguales a las que seguimos haciendo nosotros cuando agregamos chile al chocolate o a mermeladas que mezclan lo dulce y lo picante. Para terminar, quisiera saber qué sería de nosotros los tapatíos sin el chile Tajín, por ejemplo, que lo colocamos sobre la jícama o sobre los mangos junto con un poquito de limón, ese cítrico que nos vino de Europa. Este intercambio de productos es lo que hace a nuestra gastronomía sabrosa.

REVISTA ARTES DE MÉXICO | “Iniciación picante” y todo lo que querías saber sobre el chile

sábado, noviembre 25th, 2017

Una de las líneas de investigación que realiza Artes de México se ocupa de todos esos elementos naturales que al mismo tiempo son cultura. La importancia de vegetales como el nopal, el cacao o el maíz no sólo recae en su consumo abundante en este país, sino en que además se han vuelto parte inseparable de la vida social e individual a muy diferentes niveles, desde las fiestas y rituales populares, hasta el placer particular de una gastronomía nacional, regional y creativamente individual.

Por Margarita de Orellana

Ciudad de México, 25 de noviembre (SinEmbargo).- El chile es, sin duda, uno de los protagonistas de la cultura mexicana desde ese punto de vista transversal que nos une y deleita, y su historia es tan apasionante como la del maíz, el cacao, el nopal y el maguey, de los que nos hemos ocupado en ediciones anteriores. Para llegar a comprender la importancia y singularidad del chile, debemos recorrer diversos caminos de conocimiento. Uno de ellos es la historia cultural.

Una forma amena y directa de investigación y difusión es aquella que Janet Long Solís exploró magistralmente hace algunas décadas en su libro ya clásico Capsicum y cultura, la historia del chilli. Su estudio abarcó múltiples facetas del chile que nos descubrieron aspectos insospechados sobre esta planta y sus frutos. Esta autora es inspiración de esta edición como lo fueron Sophie y Michael Coe cuando trabajamos el cacao. El Capsicum fue una de las primeras plantas domesticadas en este país; pertenece a la familia de las solanáceas, en la que se incluyen el jitomate, la papa, el tabaco, etcétera. Janet Long nos habla de las diversas especies y de cómo, a través de los siglos, el chile ha satisfecho las necesidades de la dieta mexicana. En un segundo texto, Long nos describe la fiesta de San Francisco en Olinalá y Temalacatzingo, Guerrero, donde el chile es protagonista en las bellas ofrendas que recibe el santo patrón, llamadas masúchiles: estandartes de hojas y chiles de colores que los peregrinos depositan en la iglesia al final de la procesión.

©Isaac Hernández, _Chilería_ (2015), 2017.

Los cronistas y médicos del siglo xvi y xvii describieron muchos de los usos del chile en la sociedad prehispánica, como los gastronómicos, rituales, mágicos, educativos, punitivos, agrícolas, medicinales y comerciales. También registraron el empleo de los chiles malolientes, podridos, ásperos o de los que no picaban. Algunas de sus representaciones aparecen en varios códices. De estos fines nos hablan Francisco Román Gutiérrez y Leticia Ivonne del Río.

Iván Pérez Téllez narra brevemente cómo el chile y otros alimentos de México son consumidos por los seres del inframundo náhuatl. Para los ojos humanos, esos alimentos son insectos, y estas diferentes perspectivas han incidido en la manera en la que se denominan, como el chiltepín, chiltekpin (pulga) o el chipotle, chipohtli (garrapatas), nombres que hemos heredado del inframundo como prueba de la existencia del miktlan, el mundo de los muertos con vida propia.

Antes de la llegada de los españoles, el chilmolli cumplía las mismas funciones que el mole virreinal, que sigue vigente como platillo de fiesta. Eduardo Merlo lo llama el abuelo del mole. Es preparado siempre con una variedad de chiles molidos y cocidos al vapor y combinados a veces con alguna carne. Era considerado en esas antiguas culturas como manjar de dioses.

©Elvia Esparza, _De sabores y picores, sabrosos los colores_, 2017

Salvador Novo rinde un homenaje al chile y nos habla de las transformaciones de este vegetal en los países a los que llegó después de la Conquista. En Europa, al asentarse, perdería no sólo el picor, sino el sabor. Es por eso que se ríe de cómo para los españoles todo lo que picaba era pimienta: “para ellos el chile picante era equivalente a plomo derretido”.

Finalmente un breve y divertido texto de Paco Ignacio Taibo I nos invita a desafiar el picor del chile como quien se atreve a enfrentar un gran combate.

Para agregar más picante a esta publicación, hemos seleccionado algunos refranes, adivinanzas y canciones que son expresiones de lo arraigado que está el chile en nuestra cultura popular, en todo el país. Esta salsa los dejará picados. La diversidad de sabores sabios que componen los textos de esta edición tiene el valor de una verdadera iniciación al chile. Los que somos aficionados a degustarlo, estoy segura de que lo disfrutaremos aún mucho más. Y los que ya lo miran con respeto, más respeto le tendrán.

©Eugenia Marcos, _Del poblano al ancho_ (2005), 2017

Asiste a la presentación editorial de El chile, fruto ancestral, revista número 126 de Artes de México en la FIL Guadalajara 2017, domingo 26 de noviembre, salón Alatorre, 17:30 hrs. Y visita su stand F6 donde encontrarás todas sus novedades editoriales.

ENTREVISTA | “Escribir con caca”, la literatura de Salvador Novo: Luis Felipe Fabre

sábado, agosto 12th, 2017

Fue Octavio Paz que con un discurso negativista dijo que Salvador Novo escribía con caca. El poeta y ensayista toma la frase de nuestro Nobel y la pone como algo positivo en un intento por rescatar la obra y la figura de un ser tan público.

Ciudad de México, 12 de agosto (SinEmbargo).- Salvador Novo (1900-1974) es sin duda una de las figuras más fascinantes y enigmáticas de la literatura mexicana contemporánea, al grado de que ha merecido la atención crítica de personajes de la altura de Octavio Paz, Carlos Monsiváis y Guillermo Sheridan, por mencionar sólo unos cuantos.

Fue precisamente nuestro Premio Nobel el que dijo que Novo “escribía con caca”, a través de su poesía y de sus sonetos escatológicos, mordaces, inmisericordes principalmente consigo mismo.

Salvador Novo, homosexual, combinó como nadie una prodigiosa sensibilidad con una originalidad transgresora, que lo llevó a incorporar a su obra elementos sucios, plenamente viscerales, que a través de su precisa escritura resuenan en lo más hondo de nuestros anhelos y miedos más soterrados.

El libro dice además mucho de su autor, que ya ensayó provocadoramente con Mario Santiago Papasquiaro, en una línea de investigación propia y desafiante.

–¿Cuánto hay de ti en estas biografías, en estos ensayos?

–Muy interesante la pregunta, pero de difícil respuestas. Nunca se sabe cuánto hay, uno lee con uno mismo, probablemente mucho de uno está proyectado allí, sobre todo en términos de un escritor tan empático como Salvador Novo. Si hay momentos en que uno más conscientemente me metía allí, es uno de los pocos ensayos donde me permito decir “yo”

–Vi de lo Mario Santiago Papasquiaro, donde me pareció una cosa más de postura, pero después conociéndote más y leyendo esto, digo, hay mucho de él…

–Creo que lo notas, hay una especie de continuación de Mario Santiago Papasquiaro, te acuerdas todo lo que generó ese libro y de hecho pensando en esta ilación, hay un libro de él que lo menciono en el ensayo sobre Salvador Novo que se titula “Alba clara sobre el cagadero”. Un título fascinante, que está de alguna manera en el nombre de este libro.

–¿Por qué Salvador Novo?

–Se presta porque él tenía algo de exhibicionista, creo que le gustaba gustar y le gustaba horrorizar. Me parece en esta sociedad tan pudorosa como la mexicana que le tocó vivir gozó siendo un impúdico. No hay quien se le compare en impudicia, pero incluso la literatura de la época pocas se le comparan en el grado de crudeza, en el poder decir determinadas cosas. Si uno lee la Estatua de sal, tiene poco de esteticista; si pienso en Cocteau, con el Libro Blanco, me parece bastante fresa en comparación con la Estatua de sal y con los poemas de Novo. Agrupados en el espacio de lo satírico, pero de un grado de crudeza, exhibicionismo, ¿autodegradación…? A veces Monsiváis decía que la supervivencia gay consistía en autodegradarse para evitar la degradación, será porque estamos en otra época, pero yo leo en Novo a un Narciso fascinado de mostrarse.

Escribir con caca, editó Sexto Piso. Foto: Especial

–¿También un reaccionario y un prostituido?

–Sí y que se asume como tal, no quiere aparentar ser otra cosa. Lo digo en un paréntesis pero a veces cuando leo a Salvador Novo no puedo dejar de pensar en Divine y en John Waters. La más desagradable del mundo, una lucha de antivalores, a veces noto eso en Novo, un gesto “divine”. En el aspecto político no se lo puede agarrar ni la izquierda, ni la derecha. En la derecha tiene algo disruptivo que no le permite ser tomado y en la izquierda ve su costado conservador y lo hace aparte. No puede ser tomado por ninguna bandera y eso lo convierte en algo totalmente desagradable, queda en un espacio así extrañísimo, donde probablemente quede solo, su única causa era él.

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–Tú lo rescatas y lo haces interesante para las nuevas generaciones

­–Mira, ojalá lograra que se reedite su poesía satírica, que está desde los ’70 sin aparecer. Ahora se lee muy bien y se conecta con muchas cosas de ahora. Ojalá se pudiera leer Never ever, después de Galaxias, de Haroldo de Campos, que como se pudo haber leído en el momento. Ahora que a todos los poetas les gusta Galaxias, creo que es distinto como Monsiváis leía como “obra fallida” a Never ever.

–Hablas de Gorostiza, como la gran poesía institucional

–A mí Gorostiza me parece como Bellas Artes, este pastelazo de mármol, que a mucha gente le gusta, sienten el corazón latir de gozo estético y se emocionan con sus poemas. No niego de Gorostiza sea un muy buen poeta, el asunto es que esa estética que me parece mucho menos interesante, mucho menos radical, es la que acabó convirtiéndose en una especie de gran modelo para la poesía mexicana.

–Hablas mucho del ingreso de los poetas sudamericanos como el sacar el formalismo de la poesía mexicana, ¿en ese contexto es leído ahora Salvador Novo?

–Esa es mi formación, yo lo leo desde allí, yo lo leo después del cubano Severo Sarduy, sus poemas eróticos, mi lectura de Novo no es una lectura contemporánea a Novo, sino contemporánea mía. Desde ahí lo leo y probablemente lo que me interesa de él es totalmente distinto a sus contemporáneos como Octavio Paz o como analistas posteriores como Carlos Monsiváis, que estaba fascinando por Novo pero por motivos distintos a como yo estoy fascinado con él.

Salvador Novo fue un gran poeta. Foto: SinEmbargo

–Te preguntas por qué la gente dice que no publicó una gran obra; al contrario dices que publicó una gran obra

–Lo digo en un país de gente obsesionada con la gran obra, he escuchado a mucha gente tratando de ningunear a Monsiváis preguntando dónde está su gran obra, cuando lo más interesante es que está en ninguna parte y en todas partes, eso es lo más interesante de él; la ubicuidad de Monsiváis que aparecía en dos cenas, en tres cócteles y en una presentación, al mismo tiempo, pasa lo mismo con su obra. En el caso de Novo es distinto, porque tiene muchos libros, pero sucede un poco la recepción crítica, que frente a un poema tan grande como “Muerte sin fin”, de José Gorostiza, aparece el poema pequeño “Epifanía”, de Salvador Novo, que me parece extraordinario, lo mejor que se ha escrito en México y queda empequeñecido frente a esa cosa grandota de la cultura. Novo es más moderno en ese sentido, desconfía mucho más de esa obra monolítica. A veces digo que la mayor competencia de Novo poeta es el Novo prosista. La gente suele verlo como el Novo cronista, que los poetas fueran otros. Y como la crónica es algo periodístico, pasó mucho con los caricaturistas en México, cuánto tiempo se tardaron en darles el valor real frente a la cultura. Hay una manera anticuada de querer valorar el arte.

–¿Por qué Escribir con caca?

­–Porque era el título que más trabajo me costaba y pensé que tenía que ser ese. Justamente caca me parece tan cacofónico, brutal, me parecía por punk y surge de la frase de Paz. Era una frase para descartar, para desechar a Novo, desde un juicio moral vestido de juicio literario; Paz no era nada tonto, describió algo a pesar de rechazarlo, su juicio era maravilloso. Lo tomé para “positivarlo”.

EPIFANIA

Un domingo

Epifania no volvió más a la casa.

Yo sorprendí conversaciones

en que contaban que un hombre se la había robado

y luego, interrogando a las criadas,

averigüé que se la había llevado a un cuarto.

No supe nunca dónde estaba ese cuarto

pero lo imaginé, frío, sin muebles,

con el piso de tierra húmeda

y una sola puerta a la calle.

Cuando yo pensaba en ese cuarto

no veía a nadie en él.

Epifania volvió una tarde

y yo la perseguí por el jardín

rogándole que me dijera qué le había hecho el hombre

porque mi cuarto estaba vació

como una caja sin sorpresas.

Epifania reía y corría

y al fin abrió la puerta

y dejó que la calle entrara en el jardín.

SÁBADO / Por si te lo perdiste…

domingo, enero 17th, 2016

Del Rey Juan Carlos al asesino de Cecil, 7 cazadores que nos avergüenzan | Canciones de Bowie escogidas por personajes famosos | El abrazo de la serpiente, un filme violento y psicodélico sobre la colonización del Amazonas | Vitaminomanía: 10 razones contra los suplementos alimenticios | ¿Y si la tierra deja de girar?, ésta y otras preguntas científicas | Cin3mbargo: Documentales de videojuegos | Microhistorias: “Yo no he tenido biografía”, palabras de Salvador Novo

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Microhistorias: “Yo no he tenido biografía”, palabras de Salvador Novo

sábado, enero 16th, 2016

“Jaime [Torres Bodet] no ha tenido vida -afirmaba Novo en una entrevista, en  1958, realizada por Emmanuel Carballo- ha tenido desde pequeño biografía. Yo, por el contrario, he tenido vida. La biografía de un hombre como yo heriría las buenas costumbres”, dijo

Ciudad de México, 16 de enero (SinEmbargo/WikiMéxico).- Salvador Novo nació el 30 de julio de 1904 en el Distrito Federal; de los 6 a los 12 años vivió en Torreón, “en un rumbo entonces muy despoblado y que nadie quería habitar porque nada lo defendía de las balas y de las bombas y además era siempre por ahí por donde entraba Villa con sus hordas”.

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Ahí, en medio de la revolución y los libros, Novo descubrió su pasión por las letras y vivió uno de los sucesos que lo marcaría más profundamente: cursó los últimos grados de primara en un colegio exclusivo para mujeres.

Novo vivió abiertamente la homosexualidad en una época cerrada y represiva, pero este detalle solo se suma a su perenne modernidad, demostrada no solo en su estilo de vida personal, sino en todas las formas de su literatura y su visión del mundo.

Dice de él Octavio Paz: “en aquel México lleno todavía de supervivencias del siglo XIX, Novo afirmaba casi como un desafío su voluntad de ser moderno. Nos azoraban sus corbatas, sus juicios irreverentes, sus zapatos bayos y chatos, su pelo untado de stacomb, sus cejas depiladas, sus anglicismos. Su programa era asombrar o irritar. Lo conseguía”.

Fue poeta, ensayista, dramaturgo, cronista, crítico mordaz y hasta guionista, productor y dialoguista de varias cintas mexicanas; también incursionó en la televisión y en la publicidad, a él se le adjudica la autoría del famoso eslogan “remoje, sacuda y tienda” de un detergente para ropa.

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Formó parte del grupo de los Contemporáneos, fundado en 1928 y donde militaban figuras de la talla de Jaime Torres Bodet, Enrique González Rojo, José Gorostiza, Carlos Pellicer, Gilberto Owen, Jorge Cuesta y Xavier Villaurrutia. Con este último dirigió de 1927 a 1928 la revista Ulises, publicación con la que se inició la modernidad literaria en México.

En 1947, junto a Xavier Villaurrutia, Celestino Gorostiza y Clementina Otero, formó la Escuela de Arte Teatral de Bellas Artes. Fue el primer director de la Coordinación Nacional de Literatura de Bellas Artes, llamado: Departamento de Teatro y Literatura en aquella época.

Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, en 1965 fue designado cronista oficial de la ciudad de México y galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1967.

Murió el 13 de enero de 1974, su cuerpo fue velado en el Zócalo, en el Departamento del Distrito Federal.

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