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Rosario Ibarra y el Comité Eureka

domingo, noviembre 10th, 2019

Rosario Ibarra de Piedra Foto: Cuartoscuro .

Rosario Ibarra de Piedra fue reconocida el pasado 24 de octubre con la medalla Belisario Domínguez, que el Senado de la república entrega a mexicanos distinguidos. El reconocimiento a Rosario Ibarra fue por sus décadas de lucha en la búsqueda de personas desaparecidas en México y contra la represión política y violación a los derechos humanos cometida por el Estado.

La vida de Rosario Ibarra cambió de a partir de 1973 cuando grupos policiacos ilegales perseguían a su hijo Jesús Piedra Ibarra, por pertenecer a la Liga Comunista 23 de Septiembre. Al final, Jesús Piedra fue detenido el 18 de abril de 1975 por la policía política mexicana. En el camino de la búsqueda de su hijo por las cárceles y cuarteles de todo el país, se encontró con decenas de madres, padres, hijos y hermanos de cientos de desaparecidos por los gobiernos de la época.

Luego de años de caminar juntos, el 17 de abril de 1977 estas madres y familias, entre ellas Rosario Ibarra de Piedra, fundaron el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, posteriormente renombrado Comité Eureka.

El Comité Eureka y años más adelante el Frente Nacional Contra la Represión (FNCR) se convirtieron en la punta de lanza para la búsqueda de los desaparecidos, la defensa de los presos y exiliados políticos y en la denuncia de los excesos represivos de los gobiernos de Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y los subsecuentes.

Era una lucha dura y difícil, pues no existían organizaciones profesionales de defensa de derechos humanos (salvo Amnistía Internacional que no tenía oficina en México) y eran tiempos en que el Estado, la clase política y los medios comerciales calificaban a las víctimas de la represión (desapariciones, torturas, ejecuciones extrajudiciales) como delincuentes y trataban la información como asuntos de nota roja.

Fue la tenacidad y la lucha política de las madres y familiares que integraron el comité Eureka en todo el país, quienes lograron que la información sobre sus hijos dejara de ser un asunto de nota roja para convertirlo en un problema político, como lo era.

Gracias a actividades como la huelga de hambre en la Catedral de la Ciudad de México (en agosto de 1978), marchas, plantones y difusión mediante volantes, carteles, folletos y periódicos, el Comité Eureka logró que la sociedad mexicana y mundial se enterara de que el gobierno mexicano echó a andar una estrategia represiva ilegal para perseguir, detener, encarcelar, torturar y desaparecer a los disidentes políticos y a civiles que incluso no participaban en actividades políticas.

El Comité Eureka logró visibilizar los casos de más de 600 desparecidos y contribuyó a la liberación y rescate de unos 160 personas que estaban detenidas-desparecidas.

El Comité Eureka tuvo como antecedente el Comité de Familiares en Defensa de los Presos Políticos formado en Guadalajara por don Luciano Rentería y otras familias cuyos hijos eran perseguidos o estaban encarcelados. Este comité se integró al Comité Eureka donde destacaban la participación de señoras como María Isabel Román quien buscaba a su esposo de José Reyes Mayoral Jáuregui, desaparecido por la policía judicial estatal el 23 de agosto de 1977 y la señora María Luisa Gutiérrez, quien buscó a su hijo Jorge Carrasco, desaparecido el 28 de febrero de 1977.

Como señaló Leticia Carrasco, hija de María Luisa Gutiérrez, Rosario Ibarra de Piedra fue la cara más visible de un movimiento de madres y familias que se levantó contra la arbitrariedad y represión desatada por el Estado mexicano hace 40 años. El reconocimiento a Rosario Ibarra debe entenderse como un reconocimiento al Comité Eureka y todas las familias que lo integran y que todavía siguen luchando y exigiendo: ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!

Una medalla no cierra el ciclo de injusticia, dice la hija de Rosario Ibarra, gloria de la lucha social

martes, octubre 22nd, 2019

La Medalla a Belisario Domínguez será entregada a Rosario Ibarra de Piedra ante su incasable lucha por los desaparecidos políticos de la Guerra Sucia.

“Una medalla no vale la vida de un ser humano, y no es la justicia para ese ser humano. De parte nuestra no se cerrará un ciclo hasta encontrar la justicia. Lo que dice mi madre y nosotros avalamos, es que no hay nada a cambio. ¿Con que se puede resarcir el daño?, nada más que con la justicia y,  esa demanda la mantenemos firme”, señaló Rosario Piedra Ibarra.

Ciudad de México, 22 de octubre (SinEmbargo).- A Rosario Ibarra de Piedra no se le podría describir con una sola escena, momento, acción o anécdota, ni se le podría reducir a una frase icónica. De Doña Rosario se tendría que decir que “toda su vida es emblemática”.

Así lo recalcan, y coinciden, quienes la conocen, quienes saben de su lucha, trayectoria, activismo social y político que realizó junto con Las Doñas, madres de los desaparecidos de la Guerra Sucia.

El Senado de la República entregará este miércoles la Medalla Belisario Domínguez a Rosario Ibarra de Piedra, activista reconocida por la indomable búsqueda de su hijo Jesús de Piedra, desaparecido después de ser detenido por policías estatales en Monterrey, Nuevo León, en 1975.

La defensora de derechos humanos fue elegida entre 450 candidatos y candidatas nominadas a este máximo galardón que entrega el Poder Legislativo Federal, entre las que figuraron destacadas personalidades de la vida pública mexicana como la Senadora, catedrática y diplomática Ifigenia Martínez y la periodista y escritora Elena Poniatowska.

“Doña Rosario se lanzó por los caminos de la patria, por las brechas más pedregosas, por las antesalas de funcionarios más que indiferentes, por las cárceles clandestinas sin más apoyo que su fuerza de voluntad y la generosidad que la caracteriza, y con su Comité Eureka, conformado por otras doñas con hijos desaparecidos, logró encontrar a 150 víctimas de las 500 denunciadas, pero no a su hijo Jesús. Delgada, ágil, de movimientos rápidos y llenos de destreza, en su rostro se delineó muy pronto su determinación, ya que se enfrentó durante años a torturadores, a policías, a políticos, a simuladores”, escribió Poniatowska sobre Rosario Ibarra, en una columna publicada el pasado 13 de octubre en La Jornada .

En su búsqueda por la verdad y la presentación con vida de su hijo, Doña Rosario hizo historia en el país: fue la primera mujer candidata a la Presidencia de la República; madre de un desaparecido político, como ella, había muchas más en la nación.

“Ella tenía claro que no iba a ganar, pero la candidatura le permitía presentar la denuncia ante el mundo. Sabía que todo lo que ella hablara, al momento de ser candidata, se iba a publicar. Y la denuncia de ella es que su hijo había sido desaparecido”, recuerda Shula Erenberg, creadora del documental Rosario, un trabajo que se adentró a la vida de la activista.

Rosario Ibarra de Piedra por recomendación de su doctor y salud no podrá asistir a la ceremonia donde será reconocida con la Medalla Belisario Domínguez. Foto: Cuartoscuro.

Rosario Piedra Ibarra, hija mayor, destaca en entrevista con SinEmbargo que frente a la adversidad que ha enfrentado su madre –del sistema represivo del Estado mexicano–, siempre ha mantenido la entereza y ha tratado de preservar la unidad familiar .

“A pesar de ese dolor tan grande que ella sintió al momento en que secuestraron a mi hermano; eso en lugar de arrinconarla o mandarla a algún lugar donde ella se pusiera a llorar, todo eso lo transformó en fortalezas para seguir luchando no sólo por la libertad y presentación con vida de su hijo Jesús, sino por la presentación de los desaparecidos de la Guerra Sucia”, comentó.

La vieja casona de Xicoténcatl será la sede del evento, al que se espera la asistencia del Presidente, Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, Doña Rosario, por motivos de salud y recomendaciones médicas, no asistirá. Serán sus hijas Claudia y Rosario, quienes acudirán en su representación para recibir el reconocimiento.

***

Doña Rosario Ibarra de Piedra se encuentra tranquila en su casa; ese inmueble con paredes llenas de fotografías y recuerdos, ubicado en Monterrey, Nuevo León.

La música clásica acompaña gran parte de sus jornadas. Piezas de Beethoven, Mozart, Verdi y Rossini integran su repertorio lírico.

Los días de Doña Rosario, ahora, a sus 92 años de edad, son serenos. Su familia trata que sean así: “Es justo y necesario que ella esté descansando […] que ella pueda hacer las cosas que le gustan y que tanto se limitó de ellas, precisamente por esta larga lucha de más de 44 años”, narra Rosario Piedra, su hija mayor, en entrevista con esta redacción.

Doña Rosario es una mujer con esperanza y optimismo. Su carácter alegre, fuerte y amable, su voz firme y franca sonrisa, son aspectos característicos de ella.

Hoy en día, la vida cotidiana consiste es descansar bien, comer sanamente, para mantener su salud estable, y en momentos de esparcimiento; pero, en tantos ratos, ilustra a quienes están cerca de ella. “En la medida de sus posibilidades, que nos oriente en esta lucha que continuamos todas las familias que integramos el Comité Eureka”, añade su hija.

Rosario Ibarra de Piedra, tiene 92 años de edad. La mitad de su vida la ha dedicado a buscar a su hijo desaparecido. Foto: Casa Museo de la Memoria Indómita.

Su vista cansada no le permite devorar los libros con la misma intensidad que hacía tiempo atrás, pero no ha dejado de leer, aunque lo haga con menor frecuencia. Su familia “también le lee y le comenta detalles”, comenta su hija. Rosario Ibarra gusta de ver películas “ya sea actuales y que sabemos que el género le será de interés o películas  que ya hace mucho conoce y le gusta recordar”.

Hay un factor que en los últimos años no ha cambiado para Doña Rosario: el fantasma de la incertidumbre. Clavada en sus pensamientos, persiste la tormentosa pregunta que no ha podido ser respondida: ¿Dónde está su hijo Jesús?, ¿qué pasó con él?, ¿dónde están los desaparecidos políticos?

“Lo que más extraña es a Jesús. Una parte muy importante de la familia, en el caso de mi madre, es su hijo. Es mi hermano, lo que ella más añora”, comparte Rosario Piedra.

La familia Piedra Ibarra se prepara para el galardón. Durante el fin de semana, Doña Rosario redactó el discurso que será leído por alguna de sus dos hijas. Integrantes del Comité Eureka acudirán también a la ceremonia.

Al ser el máximo galardón que entrega el Senado de la República, significa el reconocimiento del estado Estado a la lucha de una mujer indómita, que empezó a hacer activismo en una época sin redes sociales, con medios masivos bajo control de Gobierno y con una fuerte represión. Ahí es donde –para muchos– radica mucho de su mérito.

“La historia reivindica a Rosario Ibarra después de su lucha y la búsqueda que hizo durante años y años de su hijo”, expresó en días pasados la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, entrevistada sobre el galardón.

Shula Erenberg reitera: “es una mujer muy valiente para su época, donde era muy difícil para cualquiera poder tener acceso a oficinas del Estado, a personajes como fue Gutiérrez Barrio, Secretario de Gobernación. Fue una mujer muy valiente como se enfrentó y todos los artilugios que utilizó para hacerse escuchar”.

Rosario Ibarra de Piedra cuando recibió la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad en Monterrey en 2011. Foto: Cuartoscuro

NO VALEN LOS RECONOCIMIENTOS SIN JUSTICIA

Doña Rosario entiende esta medalla como el reconocimiento del Estado mexicano, un reconocimiento que no hicieron los gobiernos anteriores, platica su hija, sin embargo, “ella no quiere el reconocimiento, sin justicia”.

Su clamor es el mismo que hace más de cuatro décadas: verdad y presentación de los desaparecidos.

“No es nada más con reconocimientos como se va a lograr establecer la justicia. La justicia se tiene que llevar a través de la investigación, de saber qué pasó con nuestros familiares; saber dónde están; ¿continúan con vida?, ¿quiénes son los que pudieran estar con vida? todas esas interrogantes que nos hemos planteado durante más de 40 años y sobre todo ella, junto con las familiares del Comité Eureka”, dice Piedra Ibarra.

Rosario comparte la pesada e inevitable preocupación que abraza a cientos madres de personas desaparecidas: no quiere cerrar por última vez sus ojos, sin antes saber que pasó con su hijo. Es por ello, que la demanda y exigencia  búsqueda de los desaparecidos, siempre es imperativa.

Rosario Ibarra de Piedra ha mantenido su sonrisa franca pese a la adversidad. Foto: Cuartoscuro

¿QUIÉN ES ROSARIO IBARRA?

María del Rosario Ibarra de la Garza nació en Saltillo. Fue la única mujer de tres hermanos, hija de ingeniero agrónomo de origen vasco, egresado de la Escuela Hermanos Escobar de Ciudad Juárez, Chihuahua.

El activismo de Doña Rosario inició tras la desaparición forzada de su hijo Jesús Piedra Ibarra el 18 de abril de 1975 en Monterrey, Nuevo León. Sin embargo, Rosario no creció alejada de la política, ni de la lucha social. Era hija de un militar en la Revolución mexicana.

“Su padre había tenido participación política con Lázaro Cárdenas. Y la formación que ella tuvo de pequeña, por parte de su madre, aunque fue para casarse; pero, entre las cosas que su madre le enseñó, fue oratoria y, la verdad, es que ella es una excelente oradora”, relata Shula Erenberg.

Para la realización del documental, Shula convivió y siguió de cerca los pasos de la activista por dos años. “Me sorprendía a cada rato. Todo de ella es una enseñanza”, recuerda la documentalista.

Rosario Ibarra de la Garza se casó con el doctor Jesús Piedra Rosales, integrante del Partido Comunista Mexicano. Desde entonces, uso como nombre Rosario Ibarra de Piedra. La pareja tuvo cuatro  hijos: Rosario, Jesús,  Claudia y Carlos.

La familia siempre estuvo comprometida con la causa social, incluso antes de 1968: “Éramos estudiantes que estamos muy comprometidos y muy inmersos en la problemática de este país […] Luego, el “68” nos sacude a todos, y después viene la represión de 1972”, recordó Rosario Piedra en un conversario realizado en la Casa de la Memoria Indómita, uno de los logros de su madre.

Jesús, estudiante de medicina, de entonces 21 años de edad, fue detenido y desaparecido por policías estatales el 18 de abril de 1975. Lo acusaban de pertenecer a un grupo armado comunista y de presuntamente participar en el asalto y asesinato del reconocido empresario regiomontano, hijo del fundador de la Cervecería Cuauhtémoc, Don Eugenio Garza Sada, en septiembre de 1973.

La labor social de María del Rosario Ibarra fue encaminada hasta la política. Foto: Casa Museo de la Memoria Indómita.

La hermana de Jesús Piedra comentó –en aquella rueda de prensa previa– que al enterarse de su arresto, la familia jamás se imaginó lo que vendría después.

“La noticia de su detención trascendió hasta el 30 de abril y nosotros ilusos, ilusos, porque creíamos que lo acababan de detener, inmediatamente nos movilizamos y tocamos todas las puertas de todo aquello que nos pudiera decir donde estaba mi hermano, pero no nos daban noticia”, dijo.

Y añadió: “un abogado dijo ‘no se preocupen, al rato lo van a presenta’, él tenía la plena confianza que así iba hacer. Pasó un día, pasa otro, los días se convirtieron en semanas en semanas, y las semanas en años”.

En su búsqueda, ella estableció contacto con las abuelas de Plaza de Mayo, y fue así como empezó a visibilizar la represión, los presos políticos del país.

Erenberg  lo detalla: “Ella tuvo la capacidad de darse cuenta que había una denuncia que estaba sucediendo en todo el continente, entonces va teniendo contacto con familiares de desaparecidos de muchas partes de México, y a partir del contacto con ellas, ella empieza a liderar, hacer labor gestión, se empieza a dar cuenta de la importancia que tenía poder juntarse con otras madres y empezar hacer denuncia y tomar protesta juntas, porque sola no la iban a lograr. Va tomando contacto con madres de Plaza de mayo en Argentina, va juntándose con familiares de desaparecidos de todo el continente”,

En cuatro ocasiones ha sido candidata al Premio Nobel de la Paz: 1986, 1987, 1989 y 2006. Foto: Casa Museo de la Memoria Indómita.

En abril de 1977, Rosario Ibarra fundó el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, mejor conocido como Comité Eureka.

Junto con Las Doñas, encabezó diversas huelgas de hambre para pedir amnistía los presos políticos, víctimas de la represión que encabezaron los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez. La primera huelga de hambre en el país, la realizó en la acera de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, en 1978. Su movimiento logró la liberación de 2 mil presos políticos.

La  labor social de María del Rosario Ibarra fue encaminada hasta la política: fue dos veces candidata a la Presidencia de República, en 1982 y 1988, por el extinto Partido Revolucionario de los Trabajadores, lo que la convirtió en la primera mujer aspirante a ocupar ese cargo.

Aunque su hija ha aclarado y asegurado que Rosario jamás militó para un partido político.

“Ante el triunfo del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, en 1988, participó activamente en la protesta por el fraude electoral de ese año, calificado así por la oposición”, dice su biografía.

La activista de izquierda ocupó una curul en el Senado de la República en el año 2006, desde donde se unió a la lucha para exigir el esclarecimiento de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y de las matanzas de indígenas en Chiapas y Guerrero, durante el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León.

Además, en cuatro ocasiones ha sido candidata al Premio Nobel de la Paz: 1986, 1987, 1989 y 2006.

Junto con Las Doñas, Rosario Ibarra encabezó diversas huelgas de hambre para pedir amnistía los presos políticos. Foto: Casa Museo de la Memoria Indómita.

El Comité Eureka ha sido pionero en la lucha por los derechos humanos, destaca en entrevista Rosario Piedra. Este colectivo  fue el que acuñó la reconocida frase “Vivos se los llevaron, vivos  lo queremos”, la cual, desafortunadamente ahora también se ha dado a conocer en todo el mundo a raíz de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Se trata de un grito esperanzador, explica la hija, porque en palabras de Doña Rosario Ibarra a los desaparecidos “no los podemos matar ni con el pensamiento, porque eso sería volverlos a traicionar”.

“Fue hace más de 40 años que se acuñó ese grito y, lamentablemente, creímos que iba a parar ahí, pero con toda la represión brutal que se ejerció en los sexenios anteriores, vino a traer a este país a miles y miles de desaparecidos, y esto es algo muy terrible, porque se ha retomado este grito. Nosotros hubiésemos querido que se hubiera quedado en la memoria y no que estuviera vigente”, añade Rosario Piedra.

La desaparición forzada no era solo llevarse a la víctima, sino era desaparecer todo rastro indicio de esa persona o el activista.

Junto a Andrés Manuel López Obrador, entonces ex candidato presidencial, encabezó un acto en “defensa del petróleo” en el Zócalo de la Ciudad de México en el año 2008. Foto: Cuartoscuro.

Cuando Doña Rosario buscaba a su hijo, justo con varias madres, el Gobierno les decía ya estaban muertos, que los habían aventado de una avioneta al mar o estaban enterrados.

“Eso lo aprendimos conforme a la lucha, esa era la intensión, borrar la memoria de estas personas, y entonces, el Comité Eureka hizo lo contrario, o sea, traerlos a la luz”, remora.

Por ese motivo, insiste la defensora, no aceptan que sus desaparecidos estén muertos porque eso significaría facilitarle al estado poder deslindarse de su responsabilidad de buscarlos. “La desaparición forzada no prescribe es un delito de lesa humanidad, hasta que la víctima aparece viva o muerta”, comentó.

Para recuperar los soles robados: un mural en Oaxaca por los 43

jueves, octubre 1st, 2015

Un mural para recuperar 43 soles robados. Foto: Especial

Un mural para recuperar 43 soles robados. Foto: Especial

El artista grafitero Said Dokins y el colectivo Lapiztola realizan un mural de 50 metros en los muros del taller Okupa Visual, en Oaxaca, para clamar por la aparición de los 43 de Ayotzinapa

Ciudad de México, 1 de octubre (SinEmbargo).- Que determinar si hubo o no normalistas en el quinto camión no nos quite el foco de atención verdadera: nos faltan 43 y todavía los esperamos vivos, tal cual se los llevaron.

Esa es la consigna de los cientos de organizaciones de derechos humanos, colectivos de artistas y líderes de opinión que no abandonarán la lucha por verdad y justicia en uno de los crímenes de estado más cruentos e inexplicables de los últimos años en México.

A un día de otra conmemoración por aquellos estudiantes que perdieron la vida en La Matanza de Tlatelolco, con la presencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Iguala, las palabras de Rosario Ibarra dan testimonio a una gestión artística y militante que dan rostro a los 43 de Ayotzinapa en Oaxaca.

“Saldrás de cualquier lugar, en cualquier parte, a recibirme y abrazarme, y recuperaré en ese abrazo, todos los soles que me han robado”.

“El abrazo ausente. Soles robados” es un mural realizado por el colectivo de esténcil Lapiztola y el artista visual y calígrafo Said Dokins el 26 de septiembre en los muros del taller Okupa Visual, ubicado en la calle de Melchor Ocampo y la Noria, en el centro de Oaxaca.

El abrazo ausente es un abrazo a esa persona que no está, que fue desaparecida y que aún su madre, hermana o amigos esperan encontrar.

La iniciativa artística se plegó así a lo que fue llamada “La marcha de la dignidad”, convocada por familiares de los normalistas en el Zócalo capitalino del Distrito Federal para conmemorar el año de desaparición de los estudiantes, en la que participaron más de cien mil personas.

El artista Said Dokins teme por la pervivencia de los murales en la ciudad. Foto: Especial

El artista Said Dokins teme por la pervivencia de los murales en la ciudad. Foto: Especial

El mural tiene más de 50 metros cuadrados y según su autor intenta hacer un paralelismo entre la represión a los movimientos políticos durante la Guerra Sucia de los ’70 y ’80 –citando la lucha del Comité Eureka-, por parte del entonces Presidente Luis Echeverría, con el actual mandatario Enrique Peña Nieto y su responsabilidad en “la desaparición forzada de los 43 estudiantes normalistas, de la brutal violencia y represión en Tlatlaya y de múltiples homicidios y violaciones a Derechos Humanos durante su mandato”. Se trata de las palabras que Rosario Ibarra, líder del Comité Eureka (Comité Pro-Defensa de Presos Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos de México) encontró en un viejo periódico de Colombia, pensadas y escritas por algún desaparecido imaginando su libertad.

El artista también comentó la preocupación que existe de que varios murales sean borrados: “hay una serie de amenazas, multas por parte del Municipio para borrar los murales ubicados en el centro de la ciudad, esto me parece preocupante ya que cada una de estas intervenciones responde a momentos específicos de la historia de la ciudad, del país y son parte ya de la identidad del lugar”, dijo Said Dokins.

¿QUIÉN ES SAID DOKINS?

Said Dokins nació en la ciudad de México en 1983. Estudió Artes Visuales y Filosofía y Letras en la UNAM. Recientemente cursó el seminario Zonas de Disturbio, dirigido por Mariana Botey y Cuauhtémoc Medina en el MUAC. Se dedica al arte en espacio público, investigación y prácticas de graffiti, performance, instalación, intervención y videoarte.

Said Dokins nació en la ciudad de México en 1983. Foto: Especial

Said Dokins nació en la ciudad de México en 1983. Foto: Especial

Su proyecto reciente es la curaduría de la muestra internacional Intersticios Urbanos, llevada a cabo en el Centro Cultural de España, de agosto a octubre.

“La orientación de mi trabajo se dirige a la reflexión de nuestra sociedad con respecto a su historia, el símbolo de la muerte en relación al conflicto de poder, destrucción, supervivencia y discursos explicativos del mundo como mecanismos de control de regímenes impuestos; problemas muy antiguos que se reflejan en nuestra situación actual”, explica el artista en su blog.

“En mi creación cotidiana, la urbe es mi principal foco de acción, pues encuentro en la calle infinidad de niveles y mecanismos de operar y relacionarme con las personas; me valgo de diversos modos de hacer como graffiti, caligrafía, performance, instalación, intervención y videoarte”, afirma.

“El territorio urbano me ha tragado y siempre he vivido en grandes ciudades, a pesar de que conozco la calle, todo el tiempo me sorprende la cantidad de manchas y colores que veo en la ciudad, los conflictos y las penurias, la actitud defensiva de los que aquí vivimos, la multitud y la disfuncionalidad de la ciudad”, agrega.

La tarea encomendada. Foto: Especial

La tarea encomendada. Foto: Especial

Lapiztola es un colectivo de arte en espacio público conformado por Roberto Vega J., Rosario Martínez y Yankel Balderas -diseñadores y arquitecto., surgido en el 2006 cuando se generó una revuelta política y social en Oaxaca.

Los miembros del colectivo explican que este levantamiento dio pie para armar un movimiento de grafica social en la ciudad, donde propios y extraños aportaban obra callejera en protesta por el descontento de lo que pasaba en ese momento.

“Cuando tenemos oportunidad de trabajar en la calle queremos que la pieza que pintamos sea como un grito en la pared, manejando el arte urbano en cierto sentido como protesta, intentando hacer un diálogo visual con la sociedad, usando como soporte técnico, el esténcil y la serigrafía, creando módulos o tapices impresos para después si es posible intervenirlos y lograr así una gráfica urbana, que logre darle un carácter personal al espacio”, informan.