El año de los buitres
En los últimos tiempos se ha hecho más que evidente el avance que las ideologías radicales han ganado terreno en la sociedad mundial, al grado de que personajes reconocidos por sus tendencias intolerantes y ultranacionalistas han llegado hasta la presidencia de varios países. En Reforma, el escritor Jorge Volpi, escribe que: “el problema no radica en si debemos llamarlos fascistas o no, si aplicar categorías del siglo XX a individuos y problemas del XXI: lo crucial es identificar los peligros que representan y las políticas que están definiendo nuestro tiempo. Donald Trump, Jair Bolsonaro, Vladímir Putin, Viktor Orbán, Benjamin Netanyahu, al igual que sus pares que por fortuna (aún) no están en el poder o los partidos ultraderechistas o ultranacionalistas en Alemania, los países escandinavos y de Europa del Este, Grecia o, incluso ahora, España, encarnan una ola de pensamiento y de acción que está conduciendo al mundo a otra de sus eras oscuras […] La defensa de un individualismo a ultranza, basado en la idea de que la avaricia es buena, el desmantelamiento del estado de bienestar y la consagración del mercado como único dios generó sociedades que, al día de hoy, son mucho menos solidarias, sensatas y abiertas que en otros tiempos. Cuando la Gran Recesión demostró, para colmo, que sus promesas de redistribución de la riqueza eran una falacia, ello no bastó para eliminar su predominio: sólo aumentó las dosis de miedo y rencor en una población de por sí ya desencantada por el descenso en su nivel de vida. El fracaso del modelo neoliberal, puesto en evidencia en 2008, no trajo como remedio un nuevo modelo, sino la preservación del anterior, defendido con los dientes por las élites políticas y económicas a fin de preservar sus privilegios supranacionales. Es aquí donde la comparación con el fascismo clásico vuelve a resultar eficaz: a fin de conservar el poder -y una incalculable cantidad de recursos-, estas élites se dieron a la tarea de inventarse nuevos enemigos a los cuales volver responsables de las mermas en el nivel de vida de buena parte de los ciudadanos. Consecuencia funesta del neoliberalismo ha sido, pues, que buena parte de nuestras clases medias, así como numerosos trabajadores, campesinos y pequeños empresarios se han vuelto profundamente conservadores, en el sentido de querer mantener el statu quo a toda costa. Nos hallamos ante grandes sectores de la población que, debido a esta manipulación y adoctrinamiento, aborrecen a los políticos tradicionales -a aquellos que, por corrupción o simple desidia, se desinteresaron de ellos-, tienen pánico de perder su nivel de vida y aceptan, por tanto, el dictado de que sus rivales son esos extranjeros dispuestos a desplazarlos y ocupar sus trabajos. Poco importa que toda esta construcción sea falsa: la operación ideológica ha sido lo suficientemente eficaz como para que estos energúmenos, de Trump a Orbán, hayan conseguido hacérselo creer a sus votantes. El escenario es muy desalentador: mientras la izquierda (o los sectores progresistas) no sean capaces de articular antídotos eficaces contra esta gigantesca operación ideológica, seguiremos viendo, en este año, el triunfo de los buitres”.
Inicio de año, despegue de gestión
En Milenio, el columnista Liébano Sáenz, escribe que: “los problemas que existen y el reto de resolverlos no son de una administración o de un partido que gobierna, sino de un país. Desde luego que las autoridades tienen la obligación primaria de actuar en consecuencia, más las de mayor jerarquía, pero se trata de asuntos que nos atañen a todos. Sin embargo, una cosa es el ideal de la razón y otra, la realidad. Lo cierto es que el país vive en un entramado de sentimientos: mientras la mayoría suscribe optimismo sobre el futuro, una minoría importante se instala en la incertidumbre y otro tanto en el rechazo a lo que ve y percibe. Lo sano y deseable para que las cosas resulten de mejor manera es que no sean tiempos de cheques en blanco, como tampoco de condenas anticipadas. El consenso y el apoyo popular al gobernante son un importante activo, más ahora cuando la sociedad desconfía de las instituciones, autoridades e instituciones políticas, sean partidos o legisladores. Sin embargo, un gobierno popular no lo hace por sí mismo eficaz, particularmente en una perspectiva de largo plazo. Hay decisiones necesarias, que seguramente habrán de tomarse, independientemente de que conciten o no aceptación. En el caso del Congreso, éste actúa a partir de las condiciones de su propia integración, esto es, una coalición gobernante con suficiente mayoría para aprobar los proyectos que vienen del Ejecutivo. Esta no es una realidad política nueva, pero el país ha vivido más de dos décadas de gobierno dividido […] Muchos mexicanos se verán favorecidos con los programas sociales, así como el sur de país tendrá obras de infraestructura con un gran potencial para el desarrollo de las regiones más pobres del país. Sin embargo, no queda claro todavía los términos de la participación privada, fundamental para dar respuesta estructural al problema de la pobreza. El empleo productivo es la mejor respuesta a la falta de oportunidades. Además, muchos otros sectores, así como el centro y el norte del país, están a la espera de una respuesta que dé cauce a su potencial y capacidad de generación de desarrollo y riqueza. El inicio de año, que coincide con el despegue del nuevo gobierno, es una gran oportunidad de reflexionar sobre las tareas que tenemos que emprender colectivamente, para hacer realidad el país que anhelamos”.
Camila
En el Excélsior, la periodista Yuriria Sierra, escribe que: “cuarenta o setenta años, incluso prisión vitalicia. Eso le espera a Marciano “N”, presunto asesino y violador de Camila, en Chalco. Me lo dijo Dilcya García, fiscal de Delitos Vinculados a la Violencia de Género en el Estado de México, tras la primera audiencia del inculpado, detenido la noche del jueves en Puebla. Tras comparecer ante el juez se le imputó feminicidio. Cabeza abajo, sin mirar a la familia de la menor, según me lo reportó la corresponsal Ángeles Velasco, en Imagen Noticias, escuchó los testimonios de siete personas que lo vieron en las inmediaciones del lugar donde fue encontrado el cuerpo de Camila. Su destino parece estar dictado. La cárcel, los años que pase dentro ya dependerán de las autoridades, ya la fiscal me adelantó a cuánto podría ascender su sentencia […] A la pequeña la encontraron horas después de haber sido reportada como desaparecida. Salió de casa para jugar. Este sujeto acabó con su vida, no sin antes someterla a aquel, tal vez uno de los actos más abominables. Tristemente, su caso es uno de tantos que se cuentan en el Estado de México y en todo el país. A todo esto: ¿alguien sabe dónde está Alfredo Del Mazo? Públicamente, ni un tuit ha dedicado el gobernador a este caso, ni como mero acto de solidaridad. Ni a éste ni a tantos otros. El Estado de México cerró el 2018 como la entidad puntera en feminicidios en el país. Según números del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el año pasado una mujer fue asesinada cada 24 horas en territorio mexiquense. Sólo 70 de ellos, ocurridos en los primeros 274 días del año, fueron tipificados como feminicidios. Ecatepec, Nezahualcóyotl, Tecámac y Zumpango son los municipios que más casos registraron. Si bien, en el caso de Camila las autoridades actuaron con velocidad, incluso evitaron el posible linchamiento del responsable, es claro que éste es un asunto que requiere de más rigor, de más fuerza al interior de la Fiscalía para resolver las investigaciones ya en marcha, pero más aún, para detener la incidencia”.
No intervención
En El Universal, su Editorial, asegura que: “por décadas, la bandera de la política exterior mexicana fue el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos, en una época en la cual la característica de nuestro país era el régimen de partido único y una escasa apertura en materia de derechos ciudadanos y de libertad de expresión. A inicios de este siglo, con la llegada de gobiernos panistas, se modificó la línea de la política exterior; lo cual se hizo evidente con la ríspida relación que se tuvo con Cuba. Desde entonces, los vínculos de México con el mundo han sido los del gobierno en turno. Actualmente se habla de la neutralidad mexicana al exterior, una posición que implica riesgos. Ahora un nuevo capítulo de la diplomacia mexicana se abre con la postura adoptada por el recién estrenado gobierno de nuestro país, al manifestar su oposición a la declaración signada por trece naciones americanas, englobadas en el Grupo de Lima, mediante la cual éstas desconocen el resultado del proceso electoral en Venezuela y, por consiguiente, un nuevo periodo de Nicolás Maduro al frente de la presidencia en esa nación sudamericana. Nuestro país ha invocado una vez más el derecho de los países a autodeterminarse y clama por la no injerencia del exterior en asuntos internos, por lo que expresó su negativa a secundar la posición del grupo, el cual califica de ilegítima la forma en que Maduro llega a asumir un nuevo periodo de su presidencia. Con este acto, vuelve a hacerse presente el principio mexicano de no intervención, tesis principal de la denominada Doctrina Estrada, llamada así por su creador Genaro Estrada, secretario de Relaciones Exteriores durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio. Dicho documento de 1930 exponía, entre otros puntos, el “derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades”. Si bien no se puede negar que el actual régimen venezolano ha demostrado ser en los hechos un gobierno represor y antidemocrático, que persigue y reprime a sus opositores, se puede entender también la posición de México de decidir sostener relaciones con la autoridad que representa el presidente Maduro, explicando que sólo busca mantener abiertos los canales diplomáticos con Venezuela para ayudar a encontrar una solución a su crisis política y humanitaria. Ahora, el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, si bien se apega al principio diplomático que tanta fama diera a nuestro país durante buena parte del siglo XX, debería también tener cuidado de no cruzar la delgada línea que divide el mantenerse neutral con la de legitimar un gobierno que prácticamente todas las democracias del mundo condenan”.
Desacuerdos patrimoniales
En el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, asegura que: “dentro de los pasillos de Palacio Nacional se comenta que la relación entre Andrés Manuel López Obrador y Olga Sánchez Cordero no pasa por su mejor momento. De hecho, dicen que entre ambos hay una distancia del tamaño de una declaración patrimonial. Según esto, la secretaria de Gobernación no está de acuerdo en hacer pública su fortuna, que no debe ser poca cosa dado que viene de familia de abolengo, está casada con un exitoso notario público, vive en una mansión en Las Lomas y sus ingresos como ministra de la Suprema Corte son millonarios (sueldo y pensión). Y el problema no es la riqueza de la funcionaria, sino la insistencia del Presidente para que haga públicos sus bienes. Quienes saben del asunto dicen que la relación se ha puesto bastante tensa y les preocupa que pudiera darse un rompimiento. A menos, claro, que Sánchez Cordero aplique la misma estrategia de AMLO, que resultó más humilde que un San Francisco, pues no posee bienes (todo está a nombre de su familia) y en su declaración ya ni siquiera incluyó las regalías de sus libros… esas de las que siempre dijo que vivía”.
Sheinbaum pide seguridad
En Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, solicitará el próximo lunes al presidente Andrés Manuel López Obrador, en la mesa del gabinete de seguridad nacional, que haya presencia permanente de un representante de las fuerzas armadas en las reuniones equivalentes a nivel local, con el fin de garantizar la coordinación en el combate a la delincuencia en la capital. No sea que se vayan a hacer bolas como con el lío en Morelos, que apenas ayer aclaró Alfonso Durazo Montaño en el sentido de que el gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo es el que tiene a cargo la seguridad en la entidad”.
Estrategia
En el Excélsior, su columna de trascendidos, Frentes Políticos, asegura que: “el exprocurador de Nayarit, Edgar Veytia, se declaró culpable de cargos de narcotráfico en el mismo tribunal donde enjuician a Joaquín El Chapo Guzmán. Tanto él como Guzmán están siendo enjuiciados por distintos casos en la corte federal de Brooklyn. Veytia dijo haber aceptado dinero de los cárteles para ayudarlos a contrabandear cocaína, heroína y metanfetaminas a EU de 2013 a 2017. Hizo arreglos para evitar la captura de narcotraficantes o para que fueran liberados de custodia. El clan, con su compadre, el exgobernador inhabilitado Roberto Sandoval, no acabó bien. Y tienen pendientes aún despojos, levantones y desapariciones durante su macabra administración”.
La muina de Noroña
En El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: “tremendo disgusto pasó el diputado federal del PT, Gerardo Fernández Noroña, quien posteó en su cuenta de Twitter fotografías de sus vacaciones en Nueva York. Por supuesto, nos hacen ver, el legislador fue duramente criticado por señalar que es una fregadera que ya no exista el lugar donde él solía ir a escuchar blues en la Gran Manzana. Don Gerardo respondió a sus detractores: “Si digo donde ando, joden, si no digo, joden. Lo suyo es la jodienda. Me refiero a los derechosos”. ¡Hombre, dejen en paz a Fernández Noroña!, pues a él jamás critica al prójimo ni se mete con los políticos, líderes sociales, opositores o periodistas. Ahora déjenlo volver en paz de NY a la Ciudad de México para que luego asista a la toma de protesta del presidente Nicolás Maduro en Caracas, el próximo 10 de enero. ¡Faltaba más!”.