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El ensayo de Óscar de la Borbolla, así como las fotografías de Jorge Lépez Vela nos presentan dos maneras nuevas de repensar nuestra relación con el mar, ambas profundamente íntimas. Frente a la inconmensurabilidad parece que no podemos más que intentar comunicar la experiencia individual que al mar nos enfrenta.
«Y respecto del amor, ¿qué es lo que se da cuando se da amor? ¿Qué clase de bien es el que se regala al otro?»
Artistas y escritores se reunieron en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes la tarde ayer para rendirle un homenaje al ensayista, académico, narrador y poeta Óscar de la Borbolla, con motivo de sus 70 años de vida.
A los seres humanos también se les conoce por sus dioses y, no cabe duda, que los de hoy, al haber adoptado como dios emblemático Lo Divertido, son, somos, los más infantiles y ñoños de toda la historia.
«Hay una ocasión en que la vida alcanza un punto desde el que se puede mirar con desdén el porvenir».
Estos tres niveles se alternan en la vida y, a veces, por largos trechos, nos quedamos instalados en alguno ignorando todo lo demás. El más frecuente es el primero, pues por lo regular los apremios son tan insistentes que no hay manera más que de abocarse a resolver los problemas y a escalar y a impedir que nos tiren al abismo del desempleo o del hambre.
No pretendo descubrir el hilo negro: sé que a propósito de la promoción de la lectura corren y han corrido caudalosos ríos de tinta; pretendo, tan sólo, ordenar algunas ideas y elaborar una reflexión, que por fuerza resultará incompleta, a partir de dos simples preguntas:
1 ¿Por qué hay algunos que no pueden leer? y
2 ¿Por qué quienes puede leer no lo hacen?
Desde que tengo uso de razón me he percatado de lo veloces que han sido los primeros quince días de todos los eneros de mi vida: en un abrir y cerrar de ojos vuela la primera quincena de cada año. Y también he notado que el tiempo se alenta o va más de prisa según esté yo aburrido o divertido. Y pensaba, como es lógico y real, que era tan solo una experiencia psicológica que tenían relación no con el tiempo mismo sino con mi percepción del tiempo.
Las ciudades son como organismos que se renuevan para subsistir. Los hombres que las habitan realizan el cotidiano ritual de adaptarse a ellas, de llenarlas idealmente con su propio ser. Vicente Quirarte menciona que “fundar una ciudad es la misión del héroe que en este acto consuma su destino. Conservarla en la memoria, conquistar la eternidad para la cual nació es obra del artista”.
“Contra el signo más sobresaliente de nuestro tiempo, la prisa, ofrezco la duda como preventivo y contención. Dudar permite frenar la precipitación del juicio y las acciones que son mera reacción. Quien duda considera y reconsidera, pesa y sopesa, discierne y distingue; en una palabra, hace que su vida sea resultado de la elección y no esa inercia de quienes se pierden en el coro aborregado de la sociedad”, dice el escritor y filósofo mexicano Óscar de la Borbolla en el prefacio de su libro más reciente “El arte de dudar”.