Posts Tagged ‘Falta de oportunidades’

“Una de las peores violencias es la falta de oportunidades”, dice el escritor Guillermo Arriaga

sábado, septiembre 19th, 2020

En México, Arriaga ha señalado que el racismo se ceba con los indígenas, quienes se enfrentan constantemente a insultos y falta de oportunidades por razón de su origen.

Segovia (España), 19 sep (EFE).- El escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga ha expresado este sábado que una de las peores violencias que existe es “la falta de oportunidades” con la que en su país se castiga, sobre todo, a la población indígena.

El ganador del Premio Alfaguara 2020 por su última novela, “Salvar el fuego”, ha participado a través de videoconferencia en una conversación con el periodista y poeta Antonio Lucas en el marco del Hay Festival de Segovia, centro de España, después de que no haya conseguido desplazarse hasta este país por la crisis sanitaria.

Durante la charla, el novelista ha abordado algunos de los temas sobre los que versa su última obra, como el amor, la violencia o el racismo, y ha calificado este último de “la actitud humana más pendeja y estúpida que puede haber”, además de “lo más deleznable” que puede llegar a hacer una persona.

En el caso de México, Arriaga ha señalado que esta problemática se ceba con los indígenas, quienes se enfrentan constantemente a insultos y falta de oportunidades por razón de su origen.

Se ha referido entonces a uno de los diálogos de su obra, en el que un personaje le dice a otro, a modo de consuelo, que al menos en México no hubo un genocidio de indígenas como en Estados Unidos.

Ante esta afirmación, su interlocutor le responde que en realidad se trata de “un genocidio por goteo, pero un genocidio, al fin y al cabo”, según ha reproducido Arriaga.

El escritor ha precisado que este fenómeno no es exclusivo de su país, sino que ocurre en muchos otros lugares como en Australia o en Chile.

“Parece como si los europeos que los conquistaron quisieran repetir a diario a los pueblos originarios que fueron vencidos”, ha reflexionado el autor.

Arriaga a menudo es más conocido por su faceta de guionista en películas como Amores perros, Babel, 21 gramos y Los tres entierros de Melquíades Estrada, dirigida esta última por Tommy Lee Jones, aunque fue escritor antes que cineasta.

Publicó su primera novela, “Escuadrón guillotina”, en 1991 y también es autor de “Un dulce olor a muerte”, “El búfalo de la noche”, “El salvaje” y el libro de relatos “Retorno 201”.

Su primera película como director, The Burning Plain (en España Lejos de la tierra quemada) no se estrenó hasta 2008, después de realizar varios cortometrajes.

De vuelta a un análisis de su país, el mexicano ha afirmado que, en su opinión, todos los Estados tienen un momento “de quiebre”, como en su día lo tuvo España con la guerra civil, cuando la violencia “brotó de manera explosiva” y es lo que sucede en México actualmente.

Se trata, a su juicio, de “una guerra civil escondida y oculta” en la que la violencia es ejercida a través del crimen organizado y que, en el fondo, no es más que “una lucha de clases”.

Arriaga ha profundizado también sobre algunos elementos de su obra, la cual ha reconocido que, como siempre que crea, no tiene ni idea de “hacia dónde va” en el momento en que la escribe, razón por la que comenzó con la idea de hacer una novela corta de unas 120 páginas y está acabó teniendo más de 600.

En ella relata la historia de amor entre Marina, una coreógrafa de clase acomodada, casada y con tres hijos, y José Cuauhtémoc, un homicida condenado a 50 años de prisión.

El autor de esta trama ha explicado que uno de lo principales motivos por los que comenzó a escribir esta historia es porque recibió una carta de un preso brasileño que le confesó que su obra “El búfalo de la noche” era la favorita de los internos porque les hacía sentirse libres a pesar de estar encerrados.

Por ello sintió Arriaga el impulso de profundizar en esta cuestión, la “complicada” vida de los condenados en las cárceles, algunos de los cuales saben que morirán privados de libertad y sin poder ni siquiera decidir “con quién duermen ni cuándo se duchan”, ha destacado el escritor.

Aurora tiene postdoctorados y, como a miles, no sirven para abrir puertas o para conseguir empleo

sábado, marzo 3rd, 2018

Las cifras sobre desempleo muestran una realidad que se ha gestado en los últimos 15 años: estudiar ya no es sinónimo de un buen empleo y un buen salario. Estudios privados y del Inegi sustentan que actualmente de entre el grupo de personas en edad de trabajar, el porcentaje de quienes tienen más estudios, va en aumento.

La causa, según la voz de alguien que vive en esta situación, es un problema estructural: el Estado no sabe a dónde dirigir la ciencia y el conocimiento. Aunado a esto, está la crisis económica de las universidades públicas y las políticas del Conacyt, que parece sólo crear paliativos para los investigadores.

Aurora López (*) compartió su testimonio con SinEmbargo. Es una mujer que invirtió 12 años de su vida en su formación académica –tiene una licenciatura, una maestría, un doctorado y dos estancias postdoctorales– y que a pesar de los intentos, no ha logrado obtener una plaza como docente o como investigadora.

SinEmbargo realizó este ejercicio tomando como referencia las cifras más recientes de empleo y salarios, que identifican al país en el último lugar entre los países de la OCDE y con los sueldos y prestaciones más bajas en América Latina, para reflejar la realidad de de jóvenes y adultos en un país que no ha podido cerrar la brecha de desigualdad y falta de oportunidades.

PRIMERA DE TRES PARTES

Ciudad de México, 3 de marzo (SinEmbargo).- Desde que terminó su Licenciatura en Letras, Aurora tuvo en mente que quería continuar su preparación académica porque confiaba en que eso le abriría las puertas de un buen empleo y un buen salario.

Ella misma dice que 12 años después –tiempo en el que estudió su licenciatura, maestría, doctorado y dos estancias postdoctorales– los intentos que ha hecho por conseguir un empleo han tenido resultados negativos: le han negado un puesto por estar “sobre calificada” y otros porque no hay plazas en las universidades.

Esta es la realidad de 1.9 millones de mexicanos. De acuerdo con el estudio Empleo Precario y Mala Educación en México, elaborado por el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), del año 2000 a la fecha, la tendencia de contratar personas con estudios de nivel medio superior y superior disminuyó, ya que mientras antes representaban el 30 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) desocupada, en 2017 se ubicó en 47 por ciento.

Esta tendencia en la contratación fue reforzada con las cifras más recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi): el 78.6 por ciento de las personas desocupadas tienen altos niveles de estudios.

Aurora tenía 28 cuando ya era doctora en Ciencias Humanas. Cuando terminó la licenciatura, siguió con los estudios por razones personales, por inquietudes, porque le gusta la investigación y sobre todo porque lo vio como una opción laboral viable.

[youtube qZ07dRBUWuA]

“Pensaba: voy, estudio el doctorado, regreso y encontraré trabajo porque seré doctora. Ese fue el razonamiento que seguí cuando decidí estudiar”, comentó en la entrevista con SinEmbargo.

Fueron en total cinco años de licenciatura, dos de maestría y tres de doctorado. Todos los estudios los realizó con el apoyo del Centro Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), ya que no contaba con recursos propios para estudiar la maestría y “mucho menos” para estudiar un doctorado.

“Todo ese tiempo cumplí con todos los requisitos tanto en el doctorado como en la maestría. Mandaba mis informes y todo. Fue un posgrado muy demandante. Algunas personas hasta sufrieron problemas de salud porque era mucho el estrés cumplir con todas las normas de calidad y los requisitos necesarios de Conacyt. No es algo fácil, estudiar un posgrado es una actividad que demanda mucho tiempo, se tiene que sacrificar la vida personal, se pone en pausa. Yo no hubiera sido capaz de al mismo tiempo casarme, tener hijos y hacer la maestría, no en uno que esté en Conacyt”, comentó.

Enfatizó en que la inversión en tiempos y cuestiones personales es fuerte, lo que convierte ese camino en una gran apuesta, “yo dije: ‘dejo mi vida personal, dejo todo y me voy por mi doctorado, lo hago lo más rápido que puedo, me doctoro y luego regreso a retomar todo’. Pero regresé y la Universidad en la que yo me quería insertar tenía graves problemas económicos. Enormes. Y no es la única universidad pública que está así. Al menos hay seis en esa situación”.

LA FRUSTRACIÓN DE LA BÚSQUEDA

Aurora buscó trabajo en la ciudad en la que nació y no logró ser aceptada. Evaluó su entorno y al ver que es una ciudad que depende mucho de remesas, pensó que el problema era la ciudad y se mudó a Morelia, donde puso sus expectativas en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Vio que era una ciudad más grande, con más movimiento económico y con más institutos de investigación. Llegó con esa esperanza, pero igual: en la universidad “la situación económica es deplorable y tienen muchos problemas de sindicato, rectoría y profesorado”.

Fue en ese momento que decidió intentar como freelance y aprovechar su experiencia como editora y correctora. Trabajó así por un tiempo, pero tenía a cambio un trabajo inseguro, poco estable y mal pagado. Entonces optó por hacer un postdoctorado, que es otra opción que ofrece el Conacyt.

“Me puse en contacto con la Universidad Michoacana y propuse un proyecto en conjunto en una maestría y Conacyt lo aceptó. Estuve realizando investigación durante un año. El posdoctorado es una estancia que es como un desahogo que encontró Conacyt para todos los doctores jóvenes que no sabíamos cómo insertarnos en las universidades. Uno propone el proyecto, nos insertamos en el núcleo académico de los profesores, damos clase, asesoramos tesis, estamos en los comités de evaluación. Es decir, eres un profesor de ese postgrado pero no te paga la Universidad, sino Conacyt y es una manera de que las universidades pueden tener a los investigadores sin necesariamente tener los recursos”, explicó.

La esperanza al final es que la Universidad contrate, ya que esa política se pensó como una especia de puente entre los doctores jóvenes y las universidades públicas.

Ahí estuvo un año y al terminar presentó un segundo proyecto que también le aceptó Conacyt, “pero realmente esto fue un paliativo. Cuando salí de la estancia posdoctoral, parece que regresé en el tiempo a cuando había terminado el doctorado. Otra vez estaba desempleada, otra vez seguía haciendo trabajos freelance y otra vez la Universidad me decía que no había plazas. Entonces el propósito original de la estancia no se cumplió”.

“Ha sido un camino bastante frustraste en ese sentido, porque es una apuesta que haces para tu vida y no ha salido como querías o como pensaste cuando apostaste por esto. A partir de eso yo dedico tiempo a revisar convocatorias en distintas universidades, pero hay pocas, son muy específicas, a veces ya tienen nombre… no sé”, agregó Aurora.

Por otro lado, está la calidad del trabajo que hay y el salario que ofrecen.

La última experiencia que tuvo Aurora ocurrió cuando aplicó a un trabajo de edición. Vio que la paga no era buena, pero la daría por sentado porque lo que quería era trabajar aunque no fuera realizando investigación.

“En la entrevista me dijeron que estaba sobre calificada. Yo respondí que sabía cuál era el sueldo y que qué más daba que estuviera sobre calificada, que no podía ser ni siquiera un pretexto o argumento para que no me contrataran, y que incluso sería mejor para ellos. Pero no”, recordó.

UN PROBLEMA ESTRUCTURAL

“Hay toda una masa crítica de doctores que anda por ahí flotando que no pueden conseguir ni ese tipo de trabajos. Conozco personas que son doctores por el Colegio de México y dan clases de preparatoria y es muy frustrante para ellos, es trabajar sin recursos, sin bibliotecas. Otra opción son las universidades privadas, pero ahí se descarta la investigación, es una dinámica completamente distinta, algo para lo que no fui formada”, señaló Aurora.

En medio de todo ella no considera su formación como una pérdida de tiempo y tampoco se arrepiente porque es lo que le “gusta”.

Ahora sigue intentando entrar a alguna universidad. El proceso lleva más de un año. Entiende que las universidades públicas se han vuelto mucho más agresivas al momento de contratar personas porque son pocas las plazas..

Pero insiste en que son muchos los factores que la tienen en esta situación: “por  un lado estuvo muy bien que Conacyt apoye y dé becas, pero le faltó pensar qué iba a pasar con todos los maestros y doctores. No se está apoyando a las universidades públicas y al contrario, el Estado les recorta el presupuesto. ¿Dónde espera que trabajen todos los jóvenes si no hay una inversión? Les faltó un plan más integral, buscó paliativos que son las estancias posdoctorales y las cátedras Conacyt”, señaló.

Ve un problema aún más grave en el terreno de las ciencias humanas, ya que se les da prioridad a los proyectos de tecnología, biología, física y matemáticas, “hasta hay un problema en la concepción de ciencia y conocimiento que tenemos los mexicanos, que se considera que esos estudios no son ciencia, no son observables. Esa idea la reproducen las mismas personas en Conacyt e influye en la inserción al campo laboral. Cuando yo digo en mi currículum que son doctora en Ciencias Humanas y que hago cosas de literatura, me preguntan que si hago como ‘cosas de español’. Hay ignorancia de ciertas personas sobre lo que son las humanidades”, agregó.

Desde la perspectiva de Aurora, existe una mala planeación del Estado hacia dónde quiere dirigir la educación de su país, de los ciudadanos, y una mala distribución de los recursos, que deja en crisis a las universidades públicas y no permite la apertura de más institutos de investigación que calmen la demanda de los profesionistas.

“No es una cosa aislada, es una tendencia. No hubo un camino claro desde que se otorgan las becas Conacyt de hacia dónde iban a trabajar esos jóvenes. No saben qué hacer con esa masa crítica y le dan estancias pos doctorales y desahogan el problema de momento. Mientras siguen y siguen saliendo doctores, pero ¿qué van a hacer? No hay plazas en las universidades y no hay centros de investigación”, lamentó.

Aurora concluyó con una crítica hacia quienes sí tienen un empleo bien pagado: los legisladores.

“Con un salario de un legislador se podría sostener un centro de investigación. De que hay recursos los hay, pero hay una mala distribución. Pero ahí hay gente ignorante que está a cargo de decisiones importantes. El dinero y las decisiones están en sus manos. Y se están tomando malas decisiones”, sostuvo.

–(*) El nombre real de Aurora fue cambiado a petición expresa.

La guerra de Calderón y EPN mató el futuro de millones de niños: Save the Children

sábado, agosto 13th, 2016

El grueso de los niños, adolescentes y jóvenes en México no tiene esperanza sobre su futuro. Viven sin un plan de vida, porque la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades les han quitado todo. Son unos pocos los que llegan a estudiar una profesión o una carrera técnica después de la preparatoria, y el Estado es insuficiente para responder a las necesidades de la niñez mexicana, afirma la organización internacional Save The Children.

Ciudad de México, 13 de agosto (SinEmbargo).– La organización civil internacional Save The Children afirma que en México existe desesperanza e incertidumbre sobre el futuro entre la niñez y la juventud. Los niños y adolescentes no saben qué les espera en los próximos años, producto de una década de “guerra contra el narco” iniciada por el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, y continuada por la administración del Presidente Enrique Peña Nieto.

Jorge Vidal, director de Programas de Save The Children en México, dice en entrevista con SinEmbargo que no sólo son los estados más golpeados por la inseguridad y la lucha de las bandas del crimen organizado en territorios como Michoacán, Guerrero, Tamaulipas o Chihuahua los que se encuentran en esa situación. “Es todo el país el que está inmerso en una desesperanza”, afirma.

“Cada vez más nos encontramos con una sensación de los adolescentes, de los jóvenes que no tienen posibilidades de vida futura, de tener incertidumbre sobre lo que viene. Hace unos 30 años que nuestros padres o nosotros mismos podríamos tener planeado hacia dónde ibas, hoy ya no hay nada de eso eso. Hay chicos de 15 años a los que es bien triste escuchar y que te dicen ‘espero poder acabar la secundaria y después no sé qué es lo que va a seguir’. Tenemos que empezar a trabajar para darles elementos y mantenerlos motivados en la construcción de un plan de vida, enseñarlos a creer que ellos tienen la capacidad para hacer cosas diferentes”, explica Vidal.

Entrevistado en las oficinas de la organización y desde el jardín de la sede de Save The Children en México, el directivo afirma que para rescatar a las nuevas generaciones de la violencia, hace falta inversión  y políticas públicas a mediano plazo, acordes a cada una de las regiones del país. Los esfuerzos del Gobierno mexicano son insuficientes.

“Los esfuerzos del Estado no llegan a ser suficientes: primero, por presupuesto, y segundo, por la intención de establecer una política pública uniforme para todo el país. Tenemos condiciones diferentes que nos llevan a la necesidad a políticas públicas mas particulares para cada zona del país”, detalla.

De acuerdo con el estudio “Pobreza y derechos sociales de niños, niñas y adolescentes en México 2014” –realizado por la Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)–, México invierte en la atención de la niñez entre 0 a 5 años 0.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), una cantidad inferior que países como Honduras, Costa Rica, Argentina y Guatemala; aunado a ello, el gasto per cápita en desarrollo humano es inferior en la primera infancia que en el resto de los menores de 18 años.

Países como Honduras, Costa Rica y Argentina destinaron 1 por ciento del PIB en 2014, con 1.6, 1.5 y 1.3 por ciento, respectivamente. 

“Cuando se estima la proporción del gasto público total en este grupo de edad, México sigue estando por debajo de países como Honduras y Guatemala, y una tendencia similar se observa al analizar el gasto en la primera infancia como porcentaje del gasto público social, que en México fue de 7.6 por ciento, pero en Honduras fue de 14.1 y en Costa Rica de 13.3 por ciento, de acuerdo con el estudio sobre inversión en la primera infancia en América Latina elaborado por UNICEF, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)”, indica dado a conocer en abril.

Es decir, México destina menos gasto público para elevar el Índice de Desarrollo Humano de la niñez – aquel que mide salud, educación e ingreso– mientras que en otros rubros, como en el gasto en obra pública se registró un incremento entre  2009 y 2014 (de 658 mil 200 a 820 mil millones de pesos) según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), sin que ello se tradujera en un mayor valor de la inversión (866 mil 300 a 691 mil 800 millones de pesos). 

***

Casi 5 mil niños inmigrantes que fueron detenidos en octubre pasado cuando intentaban cruzar hacia Estados Unidos. Foto: EFE.

La violencia ha provocado que cientos de niños y adolescentes mexicanos intenten cruzar la frontera de EU cada año, en busca de mejores condiciones de vida, alerta Save the Children. Foto: EFE.

–¿Cual es la realidad que ha dejado la guerra contra el narco en México en la niñez y juventud?

–Lo que ha sido denominado como ‘guerra contra el narco’ es una estrategia de Gobierno que ha tenido sin duda movilizaciones en todas las características del actuar del Estado y que también, debo decir, no ha sido esta estrategia que pudiera parecer que es únicamente un elemento policiaco, militarizado. En realidad va acompañado de muchas estrategias que el Gobierno federal ha realizado, como el rescate de espacios públicos, acciones de carácter preventivo en escuelas, en instancias juveniles, infantiles, a través de la cultura, el arte y la educación. Pero hay mucho por hacer todavía, que es lo que da la pauta para que las organizaciones de la sociedad civil participemos en esta suma de acciones con los gobiernos estatales, municipales y federal. En muchas ocasiones de manera complementaria ante las limitaciones que el Estado presenta para cubrir todo el espectro.

–¿Cuáles son los estados en donde hay más problemas con los niños o donde los niños han quedado más impactados por la violencia e inseguridad en México?

–A nivel impacto, pues todos los días los niños y los adultos nos encontramos con información de todo lo que está sucediendo en el país, incluyendo el estar muy conscientes de lo que pasa en el día a día y que no sale en los medios de comunicación. Yo creo que el reto es no dejar de ser sensibles ante lo que pasa. Ya es preocupante y alarmante para nosotros las cifras de muertes que encontramos en los medios de comunicación. Reconocemos toda la situación de violencia como un fenómeno que está causado por muchos elementos: tenemos una gran falta de oportunidad en la educación para los jóvenes en la etapa posterior a los 15 años años; dificultades para el empleo, para la cobertura de atención de la salud, un incremento en el embarazo adolescente, en la muerte de la población juvenil a causa de accidentes de tránsito y que son parte de lo que genera un entorno de violencia, inequidad e inestabilidad social. Pienso que el impacto es por igual a todos los estados, no es sólo ante las muertes a partir del crimen organizado, es una violencia generada en otros espacios, el acoso escolar por ejemplo. En las estadísticas nacionales más de 30 por ciento de los niños reportan haber sufrido violencia en las escuelas y cuando ves la gráfica por estado es muy estable y similar en todo el país.

–¿Tienen datos de cuántos niños han sido víctimas de la violencia?

–Mira tenemos un subregistro muy amplio y lo que hacemos es basarnos en las estadísticas oficiales. Lo más adecuado para hablar es tomar las bases oficiales, pero sí decirte que los datos nuestros son una muestra de la gran diferencia que existe en el país. Hay escuelas en espacios y ciudades con gran calidad de vida y altos niveles de acoso. Hay escuelas rurales, indígenas con una gran armonía y mejores situaciones de respeto que favorece la misma cultura local.

–Sobre los estados, mi pregunta más concreta es: en Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo Léon, que son estados golpeados por el crimen organizado y militarizados, hay muchos huérfanos de la guerra contra el narco. ¿Qué pasa con estos niños? ¿Cómo están creciendo? ¿Cómo están impactando en la sociedad?

–Es una buena pregunta porque finalmente pone en la mesa un reto que el propio Estado empezó a dialogar con la sociedad civil, en términos de reconocer que hace falta un programa de atención y sensibilización, de acompañamiento a estos niños y niñas que han quedado sin un padre y madre a causa de estas situaciones. Y no son las chicas y chicos únicamente hijos de participantes en grupos del crimen organizado, sino hijos e hijas de militares que forman parte de estos fenómenos y que tenemos que mirar como sociedad a estos niños. Sobre todo pensando que representa un reto para poner en la mesa otro tipo de oportunidades y poder mostrar que debemos construir juntos espacios alternativos en donde el desarrollo económico y social de su propia familia pueda darse dentro de un marco de ley, que hoy no se está dando, y que muchas de las ocasiones los jóvenes y los adultos que entran al crimen organizado, insisto, surge a partir de las dificultades y falta de oportunidades que la gente tiene para una inclusión laboral en espacios dignos. También debe uno decirlo, la inclusión de muchas estas personas al crimen organizado es por amenaza, que es lo que pasa en muchas ocasiones, cuando chicos de 16, 17 años se ven obligados a participar cuando son amenazados, con relación a su propia vida y de la familia. Son atractivos para el crimen organizado y las características del entorno no están brindando la oportunidad a los jóvenes para poder negarse.

–Cuando hablamos de características del entorno, ¿hablamos de una falta de atención de parte del Estado a estos entornos como Chihuahua o Tamaulipas?

–Por supuesto en estas ciudades y en cualquier otra, sin duda se ha visibilizado más el fenómeno en estados como Guerreo Michoacán, Chihuahua y Tamaulipas. Pero pasa en todos los estados donde tenemos un porcentaje importante de jóvenes que dejan la escuela después de la secundaria o bachillerato, el número de planteles educativos se reduce y los jóvenes tienen la escuela a 30 kilómetros de su comunidad, no hay transporte que permita que se trasladen a estos espacios y no tienen los recursos para poder pagar el transporte diario o para irse a vivir a la comunidad donde está el plantel educativo.

–¿Cuántos jóvenes ya no siguen estudiando?

–En términos oficiales hoy en día el 62 por ciento de jóvenes entre 15 y 19 años están estudiando. Superior a los 19 años, lo que es equivalente a la formación técnica, profesional universitaria, solo están 25 por ciento. Cuando están arriba de los 25 años, solo 7 por ciento, hablamos de posgrado. Hay una gran diferencia, pues  tres de cada cuatro jóvenes mayores a 19 años ya no están en un espacio educativo. Chicos que en el mejor de los casos tienen una formación de preparatoria. Hay dificultades para que se empleen y encuentran empleo en el sector formal con salarios no adecuados, que no son suficientes para tener las condiciones de vida mínimas y una adecuada alimentación y cobertura médica. Cuando tenemos jóvenes en esta edad de 19 a 24 años que empiezan con una vida económica, que han empezado una vida sexual, nos encontramos con un porcentaje importante de chicas que están embarazadas, aun siendo menores de 19 años. Recientemente presentamos un estudio en mayo con relación al embarazo adolescente y nos encontramos con fuentes oficiales que uno de cada seis embarazos en el país, están relacionado con chicas de 15 a 19 años. Tenemos chicas y chicos que no pueden seguir estudiando, que son padres y madres de familias. Cada vez más nos encontramos con una sensación de la gente, de los jóvenes que no tienen posibilidades de vida futura, de tener incertidumbre sobre lo que viene. Hace unos 30 años que nuestros padres o nosotros mismos podríamos tener planeado hacia dónde ibas, hoy ya no hay eso. Hay chicos de 15 años que es bien triaste escuchar y que te dicen ‘espero poder acabar la secundaria y después no sé qué es lo que va a seguir’. Tenemos que empezar a trabajar en darles elementos y mantenerlos motivados en la construcción de un plan, en creer que ellos tienen la capacidad para hacer cosas diferentes.

LA DESESPERANZA

–Esto me parece muy importante. Ya lo he escuchado de otros especialistas cuando se refieren a la población en general y hablan sobre que hay una falta de esperanza. ¿Cuáles serían los principales motivos que han llevado a que la juventud no vea un futuro? ¿Es la violencia? ¿La pobreza? ¿La falta de empleo?

–Es todo lo que mencionas. Es la falta de oportunidades en las comunidades. Es la falta de servicios para todos, de políticas públicas realizadas de manera más específica a las características y condiciones de cada uno de los sectores. No es posible que pensemos políticas públicas generales que tienen que ser aplicadas por igual en todos los entornos. Tenemos un país tan grande y complejo, en términos de una gran cantidad de grupos indígenas, de situaciones, comunidades rurales, tenemos dos fronteras importantes. Somos un espacio de tránsito para un grupo numeroso de gente sudamericana que quiere llegar a Estados Unidos. Es importante decir que la gente que migra del país, 47 por ciento están entre los 24 y 29 años, lo que llamamos fuga de cerebros. Ellos tienen formación académica. Están en las becas del Conacyt y otros organismos. Se van a estudiar al extranjero y ya no regresan, porque las propias condiciones sociales de esos países, los invita a quedarse en esos espacios. Es un grupo pequeño, el resto de los jóvenes son los que esperan irse a Estados unidos y trabajan a partir de la fuerza física, como parte de la fuerza informal de ese país que recibe a muchos compatriotas. La migración es un fenómeno que hemos visto poco, pero que en México es una crisis humanitaria.

–En México, ¿qué tantos niños están dejando solos el país?

–Mira es un número importante. Hay datos muy amplios, ahora se habla de un par de decenas de miles de niños que intentan cruzar la frontera y que el gobierno estadounidense los regresa. Muchos de ellos en búsqueda de sus familias, muchos los logran, porque históricamente ha habido migración. Alrededor de 26 mil niños y niñas están desaparecidos de México y Centroamérica, que iniciaron la ruta migratoria y no llegaron a su destino.

–¿Ven que México esté tomando medidas, visibles y medibles, para que este sentimiento de los jóvenes de que ya no hay futuro en el país, se modifique?

–Sin duda hay un esfuerzo del Gobierno mexicano, hay ejercicios de la Secretaría de Gobernación, de la Secretaría de Desarrollo Social, hay acciones de la Secretaría de Salud, hay esos esfuerzos cotidianos.

–¿Pero qué hace falta?

–Hace falta inversión, hay una carencia importante del presupuesto para la inversión en el carácter preventivo en niños y niñas, una falta de inversión en jóvenes. Los esfuerzos del Estado no llegan a ser suficientes, primero por presupuesto y segundo, por la intención de establecer una política pública uniforme para todo el país. Tenemos condiciones diferentes que nos llevan a la necesidad a políticas públicas mas particulares para cada zona del país. Falta eso y establecer pautas para programas de mediano plazo. Los programas están definidos de manera anual, no es posible mantener programas permanentes de acción en las comunidades.

El suicidio y la “voluntad”

lunes, septiembre 28th, 2015
Creo que jóvenes que se matan lo hacen empujados por la desesperanza. Imagen tomada de Internet

Creo que jóvenes que se matan lo hacen empujados por la desesperanza. Imagen tomada de Internet

Siempre he concebido el suicidio como un atajo para alcanzar un desenlace que de cualquier modo llegará. Y por ello, entiendo que el dilema del suicida no es entre morir y no morir (entre morir y vivir), sino entre morir ahora o morir después, entre morir por voluntad o morir porque, cualesquiera que sean las causas, la vida se acaba. Así, aunque el desenlace de los seres humanos siempre sea la muerte no es igual morir por elección que morir porque somos mortales.

He elegido este tema no porque Albert Camus haya comenzado su libro El mito de Sísifo diciendo: “Solo hay un problema filosóficamente serio: el suicidio”, sino por una información que me ha dejado consternado: el suicidio es la segunda causa de muerte en México en la población que va de los 15 a los 24 años, o sea, la segunda causa de muerte entre los jóvenes mexicanos, según el INEGI.

Hay muchos ángulos para reflexionar sobre el suicidio, pero me centraré tan sólo en el que he propuesto: si el suicidio introduce el factor de la voluntad para abreviar un desenlace natural, entonces resulta pertinente pensar, dado lo grave del asunto, al menos si esa voluntad es auténtica y por ello la he entrecomillado en el título de este artículo.

El contexto en el que hoy muchos se suicidan, principalmente jóvenes, me hace considerar que aunque su acto sea voluntario, está inducido por las circunstancias. Estamos en un mundo, y sobre todo en un país, que no ofrece muchas ni muy halagadoras posibilidades para prefigurarnos gustosos el futuro. Creo que jóvenes que se matan lo hacen empujados por la desesperanza, una desesperanza diferente de la de un viejo que opta por el suicidio a causa de una enfermedad terminal. En un caso, el suicidio se relaciona con la injusta circunstancia, en el otro con una imposibilidad marcada fatalmente con la biología. Ambos, el joven desesperado y el viejo desahuciado juzgan que la vida, lo que a cada cual le reste, no merece la pena vivirse. Sin embargo, mientras que la decisión del viejo me resulta pese a todo, en alguna medida, razonable, la del joven suicida para nada. Quiero decir que la del viejo me parece una decisión ante el destino y la del joven un asesinato que él ejecuta pero quien lo comete es la sociedad.

Ya que no es lo mismo matarse porque la vida, entendida biológicamente, ya solo nos reserva el tiempo del desastre, que matarse porque la realidad social, ese mundo del que todos somos responsables, parece no tener ni puertas ni ventanas.

Creo que cuando el suicidio alcanza los primeros lugares entre las causas de muerte de la población juvenil de un país es necesario replantear muchas cosas. El suicidio no es una epidemia que pueda atacarse con un programa de salud; es, cuando alcanza estos primeros sitios, la revelación inocultable de que todo está mal.