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Susan Crowley

21/08/2020 - 12:03 am

La última infamia de Los Pinos

Los Pinos encierra una larga historia de infamias y mezquindades, no dejemos que el último capítulo de su vida también lo sea.

Los Pinos encierra una larga historia de infamias y mezquindades, no dejemos que el último capítulo de su vida también lo sea. Foto: Cuartoscuro.

Por amigos mutuos supe de Alejandra Frausto hace varios años. Se dedicaba a la gestión cultural en Guerrero. Con la creación de la Secretaría fue nombrada directora de Culturas Populares. La política de Rafael Tovar y de Teresa como presidente de Conaculta y luego Secretario de Cultura consistió en impulsar proyectos de lucimiento personal que incluyeron desde traer luminarias de la música a nuestro país hasta crear elefantes blancos como el CNA. Lejos de ver la cultura como un elemento orgánico, inherente al desarrollo comunitario, necesaria para poder enriquecer su tejido social, su origen, sus capacidades y habilidades, se crearon megaproyectos como el FONCA que en muchos casos derivaron en círculos cerrados de privilegios.

Como parte del TLC, el sistema nacional de creadores dejó fuera a millones de talentos que cada año aplicaban sin suerte. La concentración del presupuesto en las principales ciudades terminó por excluir a las colectividades apartadas. Las consecuencias hoy están a la vista, casi todos los grupos indígenas se aislaron y empobrecieron. Esto no quiere decir que carezcan de expresiones culturales pero cada vez es más difícil rescatar sus cosmogonías. Si miramos dentro de ellas, encontramos una seria descomposición social, falta de recursos, delincuencia, abusos a los débiles, crimen organizado y mafias que se han adueñado del entorno.

En esta precaria situación quien no ha tenido que salir a buscar mejor suerte se ha resignado a medio vivir de las limosnas y de los programas de Gobierno. Una vida sin estímulos, sin creatividad, sin motivación para resaltar los valores regionales; una existencia destinada al consumo de productos chatarra que inciden en una pésima alimentación, con todas las consecuencias que ello supone.

Como directora de Culturas Populares a Frausto le tocó adentrarse en este otro lado de nuestra realidad. Lejos de los puestos glamurosos a los que se les confirieron altos presupuestos, ella viajó de un lado a otro visitando comunidades y conviviendo con una sociedad que, para muchos, es desconocida. Con una enorme empatía se llenó de la belleza y el esplendor que subsisten en cada uno de los habitantes de nuestro país; los conoció por sus nombres y supo de sus necesidades y frustraciones, pero también de sus alegrías y sueños. Por lo poco que he tratado a Alejandra sé que ama su labor, que está más cómoda y a sus anchas al lado de los artesanos, de los teatreros, de los músicos y de los coros de niñas y de niños, que en el palco principal de Bellas Artes. Es una mujer preparada, pero, sobretodo consciente de la desastrosa realidad que el centralismo ha generado en nuestro país.

Cuando Andrés Manuel López Obrador inició su campaña de las primeras cosas que dijo es que sacaría al mandatario de Los Pinos, un espacio consagrado a los lujos de la familia presidencial, que tenía a su servicio a una especie de guardia prusiana de 7 mil elementos que se dedicaba a cumplir todos los caprichos. En más de un sentido el triunfo de AMLO es el resultado de la manera ofensiva en que se usó el poder por tantos sexenios. De inmediato se echó a andar el proyecto de Los Pinos que pretendía ser un símbolo de la expulsión de los malos gobiernos.

La regeneración de las zonas verdes, la recuperación de un jardín botánico, la reconexión de las distintas áreas de Chapultepec, una bodega para preservar la obra de artistas mexicanos, un museo del maíz, se convirtieron en el emblema de un nuevo espíritu. Es la oportunidad de que el pueblo mexicano goce de la cultura, la ecología y el sano esparcimiento.

Sin embargo, los escándalos en la Secretaria de Cultura arrancaron con la gestión de Alejandra Frausto. Quizá un error de su parte fue aislarse de los críticos y no abrirse a las sugerencias inteligentes de la comunidad. A pesar de haber organizado mesas con los distintos gremios de intelectuales y artistas durante los meses previos a la toma de posesión, el diálogo no continuó y esto minó la relación. Alejandra reaccionó mal; incluso  quienes la rodeaban con ganas de ser parte de la 4T fueron víctimas de los cambios de humor de la Secretaria.

El otro escándalo fue el nombramiento del artista Gabriel Orozco. En cuanto se escuchó su nombre como líder del proyecto, de inmediato llovieron los memes, las críticas y los malos presagios. A diferencia de Frausto, Orozco parece estar blindado en contra de cualquier ataque. Quizá uno de los más ridículos y fuera de lugar es el que se escuchó de boca de Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del Museo Universitario. Al decir de Medina, con este proyecto se intenta asociar el nombre de un artista emblemático a una obra del estado, como ocurrió con los muralistas en su época.

Me parece absurdo que se argumente esto de quien construyó su carrera internacional fuera de México, que siempre ha regresado a impulsar a nuevas generaciones, que fue parte fundamental de la apertura de los mercados y el coleccionismo de nuestro país; en suma, alguien que no necesita de un reconocimiento sexenal. Medina también llama peyorativamente sierva del Presidente a Alejandra. Me parece que son ganas de provocar. Es cierto que Alejandra siempre se pronunció por la descentralización y este proyecto contradice tal premisa al colocar cerca de mil cien millones de pesos (en su primera etapa) en la capital del país. Es una paradoja. Lo correcto, piensan muchos, es que ese dinero se utilizara para apoyar a las comunidades indígenas; otros creerían que sería más útil destinarlo a impulsar a artistas.

Sin embargo, “Los Pinos”, hoy Bosque de Chapultepec, no excluye la posibilidad de apoyar y financiar los otros proyectos de cultura comunitaria impulsados por Frausto, que están dando sus frutos poco a poco y que son de suma importancia en un Gobierno que ha puesto primero a los pobres.

A Gabriel Orozco, estoy segura, nada lo detiene cuando se monta en un sueño, por eso ha llegado a ser quien es sin apoyo de ningún Gobierno; y menos se dejará amedrentar por un crítico que se ostenta como el nuevo tlatoani de la cultura nacional. El artista piensa en grande y es así como se realizan los sueños.

¿Un proyecto que, como todos los anteriores, privilegia y centraliza el presupuesto? La diferencia con la gestión de administraciones anteriores estriba, hasta ahora, en que aquellas hacían elefantes blancos para sus intereses y negocios personales a los que nunca se les veía el sentido y la utilidad. Véase si no la Estela de Luz. Los Pinos es un pulmón además de un sitio recreativo que siempre hemos visitado, es un privilegio tenerlo y es bueno que esté en una ciudad, como la de México, tan castigada por el concreto y la privatización de los espacios públicos. Un pulmón lúdico y saludable como alternativa a los malls o centros comerciales a los que se arroja a las familias en los días de esparcimiento. Con el amparo del Gobierno de la ciudad, Claudia Sheinbaum se ve muy feliz dentro del equipo, y porque al Presidente este proyecto le importa y mucho, sigue caminando.

Más allá de la personalidad de la Secretaria de Cultura o de los claroscuros de su gestión, es evidente que parte de las críticas obedecen a la animadversión que en muchos círculos provoca la 4T. Ella, como otros ministros de estado, son los receptores del cuestionamiento de una parte de la opinión pública a las políticas de López Obrador. Los círculos culturales no han sido la excepción.

Ojalá que Alejandra Frausto logre hacer entender a la gente que la critica, y que últimamente la detesta, que el plan de Los Pinos no es un capricho ni una ocurrencia de las mañaneras, que es algo trascendente y serio en la historia de nuestro país: un bastión de la nueva forma de entender las ligas comunitarias y culturales; y en la medida que se haga bien, que eso es lo que importa, será un ejemplo de cómo debe recuperarse un espacio en cualquier parte de la República. Los Pinos encierra una larga historia de infamias y mezquindades, no dejemos que el último capítulo de su vida también lo sea.

@suscrowley

www.susancrowley.com.mx

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.
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