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01/06/2019 - 12:43 am
López-Gatell desestimó, desde el principio de la actual pandemia en México (febrero-marzo de 2020), el uso del cubrebocas.
+ Regaños en Los Pinos
+ La pandemia lo exhibió
-¡Son unos pendejos…!-, les recriminaba en 2009, cara a cara, la poderosa Jefa de la Oficina de la Presidencia durante el sexenio de Felipe Calderón, Patricia Flores Elizondo, a dos funcionarios: al entonces director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades, Miguel Ángel Lezana, y al director general Adjunto de Epidemiología: Hugo López-Gatell. Los tenía sentados frente a ella en su oficina de Los Pinos. La escuchaban en silencio, la cabeza gacha.
La razón del severo regaño – fueron varias las ocasiones en las que Flores Elizondo les llamó “pendejos” a Lezana y a López-Gatell-, fue la incompetencia que ambos mostraban con las estadísticas referentes a la pandemia de influenza que México enfrentó hace 12 años. Tanto Lezana como Gatell eran un desastre con los números, contribuyendo a la confusión que en ese momento se generaba respecto a la enfermedad (una mutación del virus de la influenza). Sus cifras no eran confiables. Traían un desorden monumental.
A partir de ese momento, los hicieron a un lado, dejando el control de la epidemia en México a Pablo Kuri – Morales, considerado por especialistas como el mejor epidemiólogo del país (por supuesto, un médico de su nivel, con poder de decisión y criterios propios, no tiene cabida dentro del Gobierno de un solo hombre de la 4T, y que mucha ayuda hubiera brindado en estos momentos de coronavirus). Las cosas, de inmediato, mejoraron.
Aún más:
El Presidente Calderón le había pedido en al menos dos ocasiones al Secretario de Salud, José Ángel Córdova, que removiera de su cargo al Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de Secretaría de Salud, Mauricio Hernández, por su incompetencia. Hernández era, a su vez, el protector principal de Lezana y de López-Gatell, sus incondicionales, quienes dependían en lo absoluto de la suerte y voluntad de Hernández.
Los protegidos del Subsecretario hicieron mancuerna en la SSa. Pero por su torpeza ante el manejo de la influenza, Lezana y López-Gatell -hoy, el responsable estrella de AMLO en el fracasado y fallido control de la pandemia de COVID-19 que hasta la entrega de esta columna registraba 248 mil 652 muertos y tres millones 108 mil 438 contagiados-, fueron llamados a Los Pinos por Patricia Flores para recibir la reprimenda de su vida, debido a su errática conducción con las estadísticas manejadas con la epidemia de influenza, exigidas tanto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La estrategia de Lezana y de su comparsa, López-Gatell, era un caos. La queja llegó hasta Los Pinos y por eso fueron reprendidos. En la oficina de Flores había otros funcionarios como testigos.
-¿Les llamó pendejos, literal?-, preguntó el columnista.
– Sí. Cincuenta veces se los dijo…
Con Kuri – Morales a la cabeza de la estrategia gubernamental en contra de la epidemia de influenza de 2009, los resultados no fueron tan dañinos: hubo alrededor de mil 172 fallecidos. No se salió de control, como hoy sí lo está el coronavirus. En ningún momento de la emergencia sanitaria -de marzo de 2009 a abril de 2010-, Calderón contradijo a Kuri-Morales, quien tampoco se mostró complaciente o zalamero hacia el Presidente de la República. Cada quien cumplió con sus papeles.
Y más que pertinente resulta recordar este pasaje vergonzante para López-Gatell quien, once años después, parece no haber aprendido nada o muy poco sobre cómo se debe enfrentar una pandemia, como hoy ocurre con la COVID-19.
Revisemos:
López-Gatell desestimó, desde el principio de la actual pandemia en México (febrero-marzo de 2020), el uso del cubrebocas, que fue una de las primeras medidas esenciales del Gobierno calderonista para evitar que los contagios de influenza se esparcieran con rapidez. Gatell, muy al contrario, recomendó no usarlo, y hoy todos pagamos las consecuencias.
López Gatell no quiso suspender el festival musical “Vive Latino” celebrado en la Ciudad de México a mediados de marzo del año pasado, donde se reunieron cerca de 140 mil personas y que especialistas consideraron un error monumental porque fue caldo de cultivo del coronavirus. Hubo decenas de contagios. ¿Qué hizo el Gobierno de Calderón en 2009? Sí canceló el “Vive Latino” por la influenza. Esa es la diferencia.
López-Gatell ha sido errático y necio frente a la pandemia de COVID-19. Más que epidemiólogo, se erigió en palero político del Presidente, diciendo cualquier cantidad de sandeces y tonterías con tal de agradar y alimentar el criterio chabacano y confuso de López Obrador: “El coronavirus nuevo se comporta como una enfermedad respiratoria de moderada a baja gravedad. Es más leve que la influenza estacional… La fuerza del Presidente es moral, no de contagio… Esta idea de hacernos todos la prueba (de la COVID-19), parte de una visión completamente fuera de lugar… (El mínimo de fallecimientos) se redondea a treinta mil o treinta y cinco mil, y un número catastrófico puede ser de sesenta mil…Saldremos ´más o menos´ de la gravedad en abril (de 2020)…”, es parte del catálogo vergonzante dicho por López-Gatell desde hace más de 17 meses.
Y así le fue a México.
*****
Regañado y devaluado durante el Gobierno de Felipe Calderón por su manifiesta incompetencia, Hugo López-Gatell anidó un odio feroz en contra del calderonismo y de sus representantes. Así, fue el perfecto aliado anticalderonista de AMLO, quien lo utilizó para sus propósitos: atacar al Gobierno del panista, aprovechando los rencores de Gatell, pero dejando de lado tres cosas fundamentales para enfrentar una pandemia: conocimientos, experiencia y sensibilidad. No fue así. Y los platos rotos los pagaron millones de mexicanos.
López-Gatell ha sido una calamidad para México.
No ha podido -ni podrá- con la pandemia.
Por algo lo pendejeaban.
TW @_martinmoreno
FB / Martin Moreno
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01/06/2019 - 12:43 am
Ningún ciudadano propuso la revocación, fue el mismo Andrés Manuel López Obrador, el presidente, quien prometió en campaña, someterse a la revocación de mandato.
Hace poco los mexicanos tuvimos una consulta para decidir si investigar a los ex presidentes, en cuya pregunta no aparecían los ex presidentes, y es probable que el próximo año los mexicanos acudan a su primera revocación de mandato, sin que en la pregunta se aborde la revocación de mandato.
A este gobierno de la República, muy dado a las consultas, en la formulación de las preguntas está la trampa, y los ejercicios de participación ciudadana terminan en farsas populistas que, al menos con la experiencia inmediata anterior, ni siquiera llegan a ser vinculatorias ante el desánimo del electorado.
Organizadas por el Instituto Nacional Electoral, pero propuestas por la presidencia de la República, la consulta y la revocación de mandato parecen estar destinadas al fracaso. No solo por las preguntas engañosas y fuera de lugar, sino porque parecen ser instrumento de manipulación popular más que verdaderos ejercicios de participación.
Morena, en este caso, ha pasado del ánimo del presidente de someterse a la revocación de mandato, pasados sus primeros tres años de gobierno, a promover una ratificación para determinar si el mandatario nacional continúa en el poder.
A la reforma al artículo 35 fracción IX, para adicionar la figura de revocación de mandato del presidente de la República, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 20 de diciembre de 2019, le hace falta desde entonces, la ley reglamentaria, que está a cargo del poder legislativo. Un año ocho meses después de entrar en vigor la Ley, hace unos días, y hoy miércoles 18 de agosto, se discute en el senado de la República si se vota o no, en una sesión extraordinaria, la dichosa ley reglamentaria, que a propuesta del senador de Morena Ricardo Monreal, incluiría la pregunta:
“¿Estás de acuerdo en que (nombre) presidente de los Estados Unidos Mexicanos, continúe ejerciendo el cargo hasta que concluya su mandato?”
Lejos quedó de una pregunta que se centre en la revocación de un mandato, o aquella propuesta inicial que incluía la frase “estas de acuerdo con que se concluya de manera anticipada el desempeño del cargo de la persona titular de la presidencia de la República…”.
Lo de hoy es una revocación sin revocación, pretendiendo que la población decida por dar continuidad a la presidencia del mandatario más popular que se ha tenido en los últimos años, en la persona de Andrés Manuel López Obrador, y no revocarla. Una vez más, en la pregunta está la maña, que anticipa que la consulta para la revocación de mandato no será para ello, sino para medir la popularidad, oficialmente, del presidente López Obrador.
La ley indica que la revocación de mandato solo puede ser convocada cuando 3 por ciento del listado nominal del INE, este de acuerdo. Y se entiende que si se trata de revocación, será este un instrumento que los ciudadanos utilizarán cuando consideren que quien encabeza el gobierno de la República, está haciendo daño al país, tanto, que es necesario quitarlo antes de concluir su mandato. Aunque en la ley reglamentaria, instruyen que también pueden solicitar la revocación de mandato, el presidente de la República, o a solicitud del 33 por ciento de cualquiera de las cámaras legislativas.
Ningún ciudadano propuso la revocación, fue el mismo Andrés Manuel López Obrador, el presidente, quien prometió en campaña, someterse a la revocación de mandato, más en un ánimo de refrendarse en el poder, que querer dejar el mismo.
Hace unos días se abordó la ley reglamentaria en comisiones del Senado y se aprobó con la pregunta de Monreal, el tema será propuesto este día para ser votado en una sesión extraordinaria si así lo deciden los senadores de la República, y aun hay tiempo de cambiar la ley reglamentaria, de cambiar la pregunta tan engañosa propuesta por Morena, hay tiempo que el propio presidente a través de sus legisladores, se decida a enmendar el camino de la revocación para que sea tal y no una farsa más para medir la popularidad. Porque otra vez, si no participa el 40 por ciento del listado nominal, no será vinculatoria, es decir, el presidente no se irá, o no se quedará porque así lo hayan dispuesto los ciudadanos, sino porque no hubo motivos para salir a votar, y está obligado a cumplir los 5 años 10 meses para los cuáles fue electo en el 2018, no menos, no más.
Ojalá los senadores trabajaran y votaran en razón de una ley de participación ciudadana y no en seguimiento de una promesa individual de un ciudadano, así sea el presidente de la República, y considerando que no será López Obrador el único en someterse una revocación, es decir, que redacten la ley complementaria no pensando en quien hoy ocupa Palacio Nacional, sino en los que vienen, que pueden ser, de cualquier partido, y abusar también de los instrumentos ciudadanos. Porque esto, parece más una ratificación, que una revocación.
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01/06/2019 - 12:43 am
Es tan grave la enfermedad que padece el gobierno, que ya perdió incluso la capacidad de distinguir entre las mentiras que solito se cuenta.
Hay días que dan ganas de vivir en otro país, querido lector. Días en los que la constatación de la realidad resulta abrumadora. Hoy es un día de ellos, aunque cada vez son más agobiantes y ominosos, hay que decirlo, bajo el gobierno de López Obrador. Y es que no es lo mismo tener diferencias en torno a temas menores, que tenerlas en torno a temas que definen la supervivencia. Vaya tiempo que nos tocó vivir, en medio de una emergencia sanitaria, y bajo el peor gobierno posible para enfrentarla. Un gobierno que desprecia la ciencia, cree que los fenómenos se rigen por la voluntad de los políticos o peor aún, que pueden desaparecer bajo la densa nata de la demagogia.
No importa que haya datos y evidencias por todos lados que indican que la realidad es otra distinta a la que predica el presidente, no importa. Solo importa lo que él decidió que era la realidad. En su mundo de fantasía vive muy contento auto convenciéndose de que las evidencias no son más que ataques de sus enemigos, o adversarios, como les llama. Así, con esa coartada, descarta cualquier dato que pudiera incomodarlo o cuestionar la legitimidad de sus acciones. Todo es producto del malvado neoliberalismo, o de las campañas mediáticas de grupos corporativos. Cada día que pasa, casi con precisión de cirujano, el presidente va ahondando la distancia entre él y sus conciudadanos, cada día que agrede a un grupo social, sienta las bases de la discordia y el natural declive de su presidencia.
Contrario a lo que mucha gente piensa, yo creo que a López Obrador no le interesa conservar el poder, sino haberlo obtenido, es decir, inscribirse en la Historia. No le interesa gobernar, ni la suerte de sus gobernados, como tal, sino crear una gesta discursiva. Única y exclusivamente discursiva, un cuento, pues. No le interesan las personas, de carne y hueso, ni los pobres, y mucho menos las víctimas, estorbosas, de sus políticas. Vamos, no le interesa siquiera conservar a sus votantes. No, a él lo que le interesa es el cuento que se cuenta y le reiteran sus subalternos serviles, prestos para cuadrar los datos de la realidad a su narrativa demencial.
Debajo de toda esa narrativa fantasiosa, sin embargo, se esconde la racionalidad que mueve al presidente López Obrador y que le da ese cariz cruel y tiránico: el dinero. No el dinero como un botín personal, pero sí como un botín del cual él dispone para utilizarlo en contra del bien de la mayoría o del “pueblo” como le gusta llamarnos. Más un medio que un fin para satisfacer sus ideas, caprichos y ocurrencias. No para servir a la justicia social, sino para servir a concepciones personalísimas que no tienen nada que ver con la creación de un estado de bienestar. Basta con saber que no priorizó al sector salud, ni al educativo, ni a la ciencia y la cultura, sino que los ha depauperado y en cambio empoderó al ejército. No, al presidente no le interesan esos sectores más que como parte de su narrativa demagógica; basta con ver el presupuesto y “los ahorros” para constatar la realidad. Hospitales que trabajan sin insumos, falta de medicamentos, un instituto nuevo que nadie sabe dónde está o para qué sirve o siquiera, si funciona. Pero no importa, su gobierno hace alarde de lo que solo existe como idea y deseo del presidente. Mientras, la realidad ahoga a la gente que no tiene medicamentos, a la gente que no tiene hospitales para atenderse, a la gente de a pie que no solo no ha visto ningún beneficio en sus políticas, sino que se ha visto perjudicada por ellas.
Es tan grave la enfermedad que padece el gobierno, que ya perdió incluso la capacidad de distinguir entre las mentiras que solito se cuenta; ya viven en una fake news permanente, compartida por sus seguidores, contagiados por la misma enfermedad. No importa que los datos estén ahí, no importa que los reportajes estén ahí, la información es rechazada como si fuera falsa. No es gratuita la guerra contra los medios que desde la mañanera libra el presidente todas las mañanas, desde hace casi tres años. Ha logrado convencer a la gente de que el gobierno, es decir, él, siempre tiene “la razón y el derecho”, aunque no tenga ni la una, ni el otro.
No importa, por ejemplo, que en el país hayan muerto casi seiscientos niños y adolescentes por covid, él repite que a los niños no les pasa nada y pone como ejemplo a su hijo. No importa incluso que esos datos provengan de su mismo gobierno y tampoco importan, naturalmente, las vidas perdidas de esos niños sin privilegios que han muerto en Sinaloa, en Veracruz, en el Estado de México, en la Ciudad de México, en Tabasco, en Guanajuato… no, al presidente no le merecen el menor reconocimiento las tragedias de cientos de familias. Sencillamente, para él no existen, son parte de la campaña facciosa contra su gobierno. Tampoco importará la tragedia que se avecina con la reapertura de las escuelas y los consiguientes contagios, enfermedad y muerte de menores: si no le importan seiscientos niños muertos, créame, no le importará su hijo, querido lector, o su nieto o sus sobrinos. No, el presidente no corregirá el rumbo, no vacunará a adolescentes, ni a niños, los mandará a la escuela totalmente inermes. No evitará tragedias prevenibles, los mandará amparados en “la buena suerte”.
La irresponsabilidad y el cinismo criminal con los que el presidente descarta toda evidencia del fracaso de su gobierno, ha creado una realidad alterna, una forma de enajenamiento, con no pocos tintes fascistas. La grotesca respuesta ante la pandemia es un ejemplo de ello y un monumental desastre humanitario y por desgracia, lo seguirá siendo: el presidente ya decidió, en una más de sus costosas ficciones, que la pandemia ya terminó y por ello no inmunizará a niños y adolescentes, no pondrá dosis extras a maestros, y no hará absolutamente nada para intentar contener la tercera ola que nos azota: que se mueran los que tengan que morirse, los niños que no tuvieron suerte (que serán, ya lo sabemos, mayoritariamente pobres).
El motivo es uno y solamente uno: dejar de gastar en la salud de los mexicanos. Nada de comprar más vacunas para nadie, ni completar los esquemas en toda la población, y mucho menos aplicar dosis extras en un futuro cercano. Ni un peso más para las malvadas farmacéuticas, ni para nada que tenga que ver con la pandemia. Así que ya lo sabe, querido lector, sálvese quien pueda.
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01/06/2019 - 12:43 am
"Una preparación plena para los elementos policiales requiere, además de técnicas de sometimiento y manejo de armas, comprensión de los niveles en el uso de la fuerza y respeto a los derechos humanos".
Policías municipales vuelven a estar en el ojo del huracán por un nuevo caso de abuso, en el que son señalados por la muerte de un joven de 23 años. Los hechos ocurrieron en Mérida, Yucatán.
Aunque cuatro elementos fueron detenidos e imputados por homicidio calificado en pandilla, tortura y violación agravada, un Juez de control los liberó por no tener elementos suficientes para probar su responsabilidad.
La decisión del juzgador no contradice los abusos cometidos contra José Eduardo, un joven originario de Veracruz a quien detuvieron en Mérida acusado de haber arrojado un pedazo de concreto contra un local.
La denuncia indica que José Eduardo tenía perforado un pulmón a consecuencia de golpes y mostraba signos de violación sexual.
Aunque la Fiscalía del estado presentó a cuatro elementos de la Policía Municipal, no pudo probar, de acuerdo con el juez, que ellos fueran los agresores.
Hace cinco meses, agentes de Quintana Roo se vieron inmiscuidos en la muerte, por abuso policial, de una joven centroamericana, a quien habían acusado de escandalizar en la vía pública.
Ambos casos evidencian la urgente necesidad de atender la capacitación y profesionalización de las policías municipales y estatales, y la importancia de la aplicación de protocolos en el uso de la fuerza.
Los policías preventivos o municipales son el primer contacto con el ciudadano, la cara visible de la ley y la justicia, para decirlo en términos llanos. La forma como ellos se relacionan con la población está determinada por el conjunto de normas que los rigen y la vocación de servicio que manifiestan.
Una preparación plena para los elementos policiales requiere, además de técnicas de sometimiento y manejo de armas, comprensión de los niveles en el uso de la fuerza y respeto a los derechos humanos. No es lo mismo someter a un joven desarmado que a un traficante que los repele a balazos.
Es evidente, en los dos casos mencionados y por lo que se aprecia en los videos que circulan en redes sociales, el abuso de fuerza contra las víctimas. Situaciones como estas, aunque son las menos, tienen un impacto negativo en la confianza ciudadana hacia las instituciones.
La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi revela que en Mérida el 66% de la población considera efectivo el desempeño de la Policía Municipal, que contrasta con el 92% de San Pedro Garza, Nuevo León.
La generación de esquemas adecuados de seguridad pública demanda la formación de policías con vocación, cercanía con la gente y encaminados a aplicar la inteligencia en el combate a los generadores de violencia.
Esas son tres condiciones que se han aplicado en la Ciudad de México, impulsadas por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y articuladas por el Secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, que han redundado en una disminución sostenida en la incidencia delictiva.
La ciudadanía requiere policías convencidos del servicio que ofrecen y de la importancia del respeto a la ciudadanía. Es un pendiente en el que hay mucho por trabajar.
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01/06/2019 - 12:43 am
Quizás el único poder que el Presidente ha enfrentado es el mediático. Enfrentado… a medias.
La pregunta que me hacía en 2018 es la misma que me hago hoy, ya muy avanzado 2021. Y es simple: si Andrés Manuel López Obrador logrará contener a los poderes fácticos y luego obligar su retirada. La semana pasada, SNTE, Televisa, Teletón, Emilio Azcárraga y el Presidente lanzaron un programa juntos; una noble causa. Casi siempre es loable una noble causa, por supuesto. Pero esos poderes (la televisora y el sindicato-pantalla-para-robar) son los que AMLO había prometido encapsular y luego sacar de los presupuestos de la Nación. Ahora les da tribuna. No voy a ocultar que sentí desilusión.
Quizás los más jóvenes no recuerdan que López Obrador fue un látigo de esos intereses cuando era un líder opositor. Casi siempre es loable una noble causa, por supuesto, pero no siempre: en 2006, cómo olvidar, fueron parte de una “noble causa” más –y así la vendieron–: el “fraude patriótico”, cometido en contra del ahora Presidente y en contra de los mexicanos. Ayudaron a imponer a Felipe Calderón y ustedes conocen las consecuencias que trajo a México esa imposición. La “noble causa” del Teletón fue sacar dinero de los programas sociales de los gobiernos de PAN y PRI (ahora PRIAN) y administrarlos a su antojo y sin ninguna fiscalización. Y de Emilio Azcárraga, qué les cuento. De eso sabe mucho López Obrador. Y lo denunció en su momento.
Quizás el único poder que el Presidente ha enfrentado es el mediático. Enfrentado… a medias. Exhibe lo que Enrique Peña Nieto, Calderón y Vicente Fox le dieron a Reforma y a El Universal en publicidad oficial pero no dice que actualmente le da gran parte de la publicidad oficial a Televisa, Azteca y La Jornada. Se generaliza cuando se denuesta a los periodistas, y los columnistas que no eran ejemplo para nadie y que ya nadie leía se han revaluado con los ataques, o pregunte quiénes han salido por la puerta detrás de sus medios. Nadie.
Y lo peor es que esos medios y periodistas que todos sabíamos que tenían relación con, al menos, Genaro García Luna, Calderón o Peña Nieto, muy probablemente sobrevivirán con todo y sus prácticas a este sexenio. A esos gallos no les habrán quitado ni una sola pluma mientras el otro gallo sueña con que se irá a su rancho: no, lo obligarán a quedarse acá para defenderse porque se le irán a la yugular, como se le van ahorita, porque López Obrador lo ha hecho parecer con un asunto personal. Es él contra ellos, pues. Debió ser la razón contra la desvergüenza, pero no. Se personalizó y se convirtió en un tema entre dos o de uno contra varios.
Casi todos los banqueros de hoy fueron impuestos por Carlos Salinas. Los hombres más ricos de México vienen de la era Carlos Salinas. Las grandes empresas de México hoy le deben algo al salinismo y los líderes sindicales que dejó el llamado “padre de la desigualdad” se murieron de viejos y fueron sustituidos por iguales o peores. El Poder Judicial sigue siendo corrupto y todopoderoso y en resumen: la estructura del país, sustentada en los poderes fácticos de los últimos 40 años de neoliberalismo, siguen sólidas y desafiantes.
Cuando el Presidente anunció que atajar la corrupción sería el corazón de su Gobierno yo vi el primer paso: encapsular a los poderosos, ponerlos en espera. Pero no vino el zarpazo, es decir: no se puso manos en la obra y los grandes corruptos de sexenios anteriores siguen disfrutando del dinero mal habido y pongo un solo ejemplo: ¿con qué se paga Enrique Peña Nieto los viajes en vuelos particulares entre Europa y América? ¿Cómo puede vivir rodeado de lujos y pagar pensiones multimillonarias?
Quizás no sea esto lo que los seguidores de López Obrador quisieran escuchar o leer, pero deben hacerlo. Porque los únicos que pueden advertirle al Presidente no son los medios, que están más que descalificados; no son los que lo rodean o que asisten a sus actos. Son los lopezobradoristas. Hace falta que otro ciclista alcance el auto de Andrés Manuel y le grite: “¡No nos vayas a fallar!”, porque eso lo recuerda muy bien. Hace falta que desde el mismo movimiento se levante la voz y se le advierta al líder del Estado mexicano que necesita mostrar músculo. Y no por mostrarlo, simplemente, sino porque este país debe dejar de oler a impunidad.
Porque sí, el aire huele a impunidad. Y el Presidente necesita saberlo. Aunque hay quienes defienden que suba a la tribuna a Televisa, a Azcárraga, al SNTE o al Teletón porque ven “una causa noble”, otros deben superar esa especie de tabú que existe en el movimiento lopezobradorista; ese temor a señalar errores. Por el bien del mismo movimiento lopezobradorista. Todavía hay mucho sexenio para enmendar. Todavía es posible agarrar a varios pesos pesados, rateros vulgares, para ponerlos de ejemplo. Yo salí a criticar ese evento de Televisa-Azcárraga-Teletón-SNTE y me cayeron a palos. Y es porque la crítica debe venir de adentro del movimiento y López Obrador debe aceptarlo y promoverlo por una razón: porque le conviene.
Los poderes fácticos son hábiles para colarse con “causas nobles”. El nombre de Roberto Hernández, a quien Fox perdonó todos los impuestos de la venta de Banamex-Accival, está en todos los museos de México por sus “causas nobles”. La próxima vez que vaya a un museo, busque la placa de bronce más grande a la entrada y allí lo encontrará: ROBERTO HERNÁNDEZ. Y es porque se la pasa de “causa noble” en “causa noble”. Y es uno de los mayores beneficiarios del salinismo. Y es uno de los que financiaron el fraude de 2006. ¡Su nombre está en todos los museos del país! Qué cosa.
Serán de bronce pero no, ellos no son nobles. Son lo que son. Y discúlpenme de antemano porque no voy a ocultar mi desilusión cada vez que el Presidente los suban a la tribuna. Alguien cerca del Presidente debe decirle cómo se ve desde acá. Alguien debe recordarle que el día en que no tenga poder, esos que abraza por sus “causas nobles” serán los primeros en darle la puñalada. No son nobles, me cae. Esos no.
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01/06/2019 - 12:43 am
En el caso de la obsolescencia programada es clarísimo, pues no es sensato producir de manera ilimitada en un mundo limitado, y los efectos los estamos observando: un desgaste excesivo del planeta que pone en peligro incluso nuestra subsistencia como especie.
En la reflexión anterior hablaba de la obsolescencia programada, una ocurrencia propuesta por una persona o un grupo de personas en el siglo pasado y que, una vez echada a andar, terminó por apoderarse del curso de los acontecimientos, al grado de que hoy parece imposible suspenderla: el argumento era que producir artefactos que durasen para toda la vida pondría en riesgo la vida económica de las empresas, pues con productos que no se descompusieran se saturaría el mercado y cesaría la demanda; con lo que se acabarían también las fuentes de trabajo al dejar de ser sustentables las empresas, o para decirlo de la forma más esquemática: producir deliberadamente objetos de moda y con un plazo de vida determinada para mantener la economía, aunque se saquee el mundo y se condene al consumismo a los seres humanos.
Hoy quiero referirme a los procesos que cuando se inician no hay poder humano que los detenga y que si bien suceden en todos los campos, resultan sobre todo evidentes en la economía: los que comienzan —insisto— con una ocurrencia y terminan por someternos a todos sin que parezca posible frenarlos, aun cuando todo el mundo reconozca que nos conducen a un despeñadero. En el caso de la obsolescencia programada es clarísimo, pues no es sensato producir de manera ilimitada en un mundo limitado, y los efectos los estamos observando: un desgaste excesivo del planeta que pone en peligro incluso nuestra subsistencia como especie.
Estos procesos que comienzan con una ocurrencia que termina por enseñorearse y volverse autónomos e imparables se están dando en muchas esferas de la vida. Pongo otro ejemplo:
Lo ocurrido en el campo del entretenimiento televisivo: hubo una época en la que los contenidos eran decididos por alguna idea de lo correcto (por una idea cultural, estética, religiosa, política, moral, etc., elegida por un consejo de programación o, si se quiere, por el dueño… en pocas palabras: la programación la decidía alguien); luego, en un momento, que yo fijaría —aunque sea inexacto— con la aparición del programa Big Brother (cuyo éxito mundial fue arrollador) las distintas televisoras, para no quedar fuera del mercado se vieron obligadas a replicar ese modelo de entretenimiento. Y poco después resultó muy claro que toda la programación, y no sólo la relacionada con el entretenimiento, era elegida por los resultados que arrojaban los grupos focales que anticipaban lo que muy presumiblemente sería el rating. La calidad como criterio, las ideas particulares de los Consejos de programación y hasta los deseos de los dueños fueron cancelados en aras de elevar la audiencia: el rating comenzó a gobernar la información y fue inundando la televisión, la radio, los periódicos, las revistas, el mundo de los libros, las películas… y ocurrió lo indeseable: comenzamos ahogarnos en una realidad de contenidos de basura.
Nadie en su sano juicio había querido ni planeado la invasión de la cultura chatarra, pero todos “por razones económicas” tuvieron que arriar sus banderas, sus ideales y sus gustos para no sucumbir en un mercado dominado por las masas consumidoras: el nadie que es el todos fue invadiendo los distintos campos: quien desee experimentar este horror, que se asome al currículum de quienes ocupan las curules de los representantes del pueblo en las Cámaras legislativas.
Estos procesos que se inician con una ocurrencia y terminan, como he dicho, enseñoreándose y volviéndose imparables constituyen el mundo en el que vivimos. ¿Cómo frenarlos? Es muy fácil. Oponiéndonos. La oposición frena, retarda el advenimiento del desastre, pero no lo corrige de fondo. ¿Cómo cancelarlos y recuperar el rumbo? Esto es algo muy diferente y no tengo la respuesta; desterrarlos parece imposible, pues una vez activados se desencadena la fatalidad, una forzosidad que está implicada en la naturaleza misma de esos procesos, tal y como hay una forzosidad en la naturaleza del agua.
La naturaleza del agua a la que me refiero no me la enseñaron la Química ni la Filosofía, sino un albañil que una vez me dijo: “El agua siempre busca su nivel”, o sea, siempre busca la pendiente y por ahí escapa, hacia ahí va. Se trata de una sabiduría profunda y muy fácil de comprobar: si se vierte agua en cualquier superficie, primero se estanca y se extiende y, luego se dirige hacia donde está la pendiente. Si se estanca y se extiende necesariamente llega un punto en que colma el recipiente y busca la pendiente. No importa si vertimos agua en un vaso y el vaso lo ponemos en una tina y la tina la metemos en una alberca: si echamos lo suficiente, el agua terminará llenándolo todo y al final fatalmente caerá.
Twitter: @oscardelaborbol
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01/06/2019 - 12:43 am
"Aunque cercana en algunas áreas, la relación entre México y los Estados Unidos parece ahora en lo general más distante".
En los últimos años, varios autores y analistas habían intentado dejar atrás la famosa frase que inmortalizó el periodista británico—nacido en Brasil y radicado en México por varios años—Alan Riding con su libro titulado Vecinos Distantes: Un Retrato de los Mexicanos. Es evidente que Riding conoce bien México y comprende mucho mejor la compleja y tensa relación de nuestro país con los Estados Unidos. Después del TLCAN, la “Guerra contra las drogas” de Calderón en el marco de la Iniciativa Mérida y la reforma energética mexicana del 2013, parecía ser que los vecinos se habían acercado bastante.
El malinchismo de la tecnocracia mexicana en la era que unos denominan “neoliberal” acercó a México con Estados Unidos como nunca antes en la historia. La banca, empresas paraestatales y recursos naturales estratégicos de México—que se enmarcan de forma simbólica en el concepto de “Patria”—se vendieron al mejor postor. Y muchos de estos postores resultaron tener sus sedes o headquarters en los Estados Unidos. La crisis de la deuda de principios de los ochenta desembocó en un apego condicionado al Consenso de Washington, que hizo aún más dependiente a México de su socio, “amigo” y vecino del norte. La tecnocracia mexicana y su contraparte en Washington, así como parte del sector manufacturero mexicano y sobre todo las transnacionales estadounidenses que se beneficiaron mayormente por el TLCAN cantaron victoria. Los “vende-patrias” mexicanos de las administraciones de Calderón y Peña Nieto hicieron realidad los sueños de sus entonces “vecinos cercanos”.
Y todo esto no derivó en ganancias para la mayoría de los mexicanos. Así, la elección del 2018 en México se dio entre el descontento de gran parte de la sociedad con la élite política y las políticas llamadas “neoliberales”, al tiempo que representó una especie de cambio en el discurso sobre el modelo económico. En lo que se refiere al discurso oficial, por lo menos, pareciera que México dejó de ser tan dócil. También aparentemente decide negociar con su principal socio comercial sin ofrecer de inmediato los recursos naturales, ni una puerta abierta para el control geoestratégico en territorio mexicano por parte de las agencias antidrogas y de inteligencia del vecino país. México, con Andrés Manuel López Obrador como Presidente, detiene relativamente el avance meteórico de la reforma estratégica, cancela de alguna forma la Iniciativa Mérida (aunque continúa colaborando en temas de seguridad) y comienza a establecer algunos controles a la participación en territorio nacional de agencias de seguridad estadounidenses.
Esto comienza a incomodar al vecino del norte quien—aunque enfrenta retos geopolíticos aún mayores—decide reaccionar distanciándose con la actitud arrogante que le caracteriza. No sorprenden entonces los reportes de think tanks estadounidenses, de ONGs con financiamiento del país vecino, de la banca de inversión, y de otros actores influyentes que se enfocan en la relación bilateral, los cuales resaltan la problemática con México y muy en especial el problema de seguridad en el país, o mejor dicho el tema de los carteles que, según sus cifras, controlan poco más de una tercera parte del territorio. Otro tema que incomoda a nuestros vecinos es la nueva visión por parte de México con miras a la soberanía energética. Parecen algo lejos los años en que los burócratas mexicanos estaban dispuesto a vender todos nuestros recursos naturales en forma de materias primas y a consumir esos mismos recursos con valor agregado y a precio multiplicado.
Así, los principales puntos de presión parecen venir por el lado de la peligrosidad de los carteles mexicanos, la agenda de desaparecidos, la violación a los derechos humanos, la política migratoria y la supuesta necesidad de que México incursione en los mercados de energías limpias o renovables cuando la prioridad del Gobierno de la Cuarta Transformación es desarrollar el sector de las energías no renovables pues representan para el país menores costos—y quizás muchos más beneficios. La crítica hacia México, originada en el vecino país, va subiendo de tono y algunos actores bastante influyentes sugieren acciones unilaterales y presiones más directas por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Publicaciones recientes en prestigiosos think tanks estadounidense—y organizaciones sin fines de lucro enfocadas en temas de política pública o política exterior—nos llegan a hablar de que la colaboración en temas de seguridad con México no resucitará fácilmente y algunos incluso sugieren mantener sobre la mesa la posibilidad de designar a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas. Esto parece preocupante considerando las implicaciones que ello podrían tener en la relación bilateral y en las acciones directas de los Estados Unidos en territorio mexicano.
Hace poco sucedió algo que nos dejó muy sorprendidos a muchos y que ilustra un posible distanciamiento entre vecinos. En un comunicado con fecha 4 de agosto, el Gobierno de Tamaulipas anunció que “Las Oficinas de la Administración para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y de Investigaciones en Seguridad Nacional (HSI), en el Consulado de Matamoros, otorgaron un reconocimiento al Director del Grupo de Operaciones Especiales (GOPES) de la Policía Estatal de Tamaulipas, Arturo Rodríguez Rodríguez”. Esto parece increíble y dejó muy molestos a muchos en ambos países, quienes conocen y han investigado la trayectoria del GOPES (antes CAIET o Centro de Análisis, Inteligencia y Estudios de Tamaulipas) y todas las supuestas tropelías, abusos y alegados crímenes cometidos por esta fuerza policiaca. Dicho grupo trabaja bajo el mando último del Gobernador del estado de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, quien actualmente enfrenta un proceso de desafuero para ser juzgado por enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias y presuntos vínculos con la delincuencia organizada, entre otros delitos.
Cabe destacar que miembros del GOPES han sido señalados por la propia Fiscalía General de Tamaulipas de participar en la masacre del 22 de enero en Camargo, la cual cobró la vida de 19 personas (la mayoría de ellos migrantes). Es sorprendente, por decir lo menos, que agencias clave del Gobierno estadounidense reconozcan la labor de quien comanda las tareas de un grupo de élite policiaco acusado de perpetrar crímenes múltiples e incluso masacres que nos remiten a acciones de delincuencia organizada transnacional. ¿Qué mensaje querrá dar con esto la administración de Jose Biden? ¿Intentará dar un mensaje o estará cerrando filas con una agrupación fuertemente cuestionada que claramente representa intereses estatales antagónicos al Gobierno federal? Es preciso recordar que el reconocimiento que se da a Arturo Rodríguez parece avalarlo el Departamento de Justicia, el Departamento de Seguridad Interior y el Departamento de Estado. En otras palabras, el reconocimiento se otorgó en un consulado estadounidense y fue extendido por la DEA y el HSI. Esto parece representar la postura del Gobierno del país vecino. La simbología detrás de este hecho se antoja complicada, pero aún no se debe anticipar nada.
Para algunos, todo lo anterior parece ser una afrenta o una señal inequívoca de que los vecinos siguen siendo muy distantes o, mejor dicho, de que los vecinos se están distanciando. Y debe tenerse bastante cuidado con esto. Estados Unidos sale de Afganistán y establecerá nuevas prioridades dentro y fuera de nuestro hemisferio. De cualquier forma, los vecinos se necesitan y Estados Unidos necesita a su vecino para enfrentar la actual situación migratoria en la región. México ha sido dócil en este sentido y ya comenzó a operar vuelos para repatriar migrantes centroamericanos.
Por el otro lado, están los señalamientos de supuesta pérdida de control de una tercera parte del territorio por parte del Gobierno mexicano y las propuestas de denominar a los carteles de la droga (o grupos criminales relacionados) como organizaciones terroristas internacionales con todo lo que ello conlleva. ¿Es aceptable esto para el pueblo mexicano? ¿Seguirá siendo nuestro país dócil y colaborador ante esta actitud tan prepotente? Aunque cercana en algunas áreas, la relación entre México y los Estados Unidos parece ahora en lo general más distante. La cercanía de la Iniciativa Mérida y la Reforma Energética no parece haber sido del agrado de muchos mexicanos. Quizás añoren la era de los “vecinos distantes”.
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01/06/2019 - 12:43 am
Sea lo que decidan, ya es una victoria el compromiso presidencial de que no se inundarán las tres comunidades en riesgo.
Por donde quiera que se mire, la propuesta planteada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador sobre el megaproyecto hidráulico de El Zapotillo, es un triunfo y es fruto de la tenaz resistencia que emprendieron las comunidades que corrían el riesgo de verse inundadas: Temacapulín, Acasico y Palmarejo.
Como se sabe, la presa El Zapotillo, en el municipio de Cañadas de Obregón en Jalisco, fue impuesta por el Gobierno federal desde el sexenio de Vicente Fox Quesada, con la complacencia de los gobiernos de Jalisco y de Guanajuato (los tres mandatarios eran panistas) y consistía en un reparto del agua almacenada en la represa que se destinaría mayoritariamente a la ciudad de León y al corredor agropecuario-automotriz de El Bajío guanajuatense mediante un acueducto.
Después de 16 años de intentos de imponer un proyecto, y después de varios años que la construcción de la presa por amparos que han ganado las comunidades y ejidatarios de Los Altos de Jalisco, el Presidente López Obrador viajó directamente el sábado 14 de agosto hasta la localidad de Temacapulín, Cañadas de Obregón, donde les planteó una alternativa para que se pudiera utilizar la presa con una cortina de 80 metros y no los 105 metros como fue diseñada originalmente en 2005 por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) con el compromiso de que los tres pueblos, Temacapulín, Acasico y Palmarejo, no se inundarían.
Esta nueva propuesta del Gobierno de la Cuarta Transformación cambia el destino final del agua que eventualmente sea almacenada en El Zapotillo, pues deja fuera del reparto a León, Guanajuato; el embalse tendría capacidad para surtir unos 3.5 metros cúbicos de agua para localidades de Los Altos y zona metropolitana de Guadalajara.
López Obrador informó a los pobladores de las localidades afectadas que el próximo sábado 21 de agosto, el director de Conagua, Germán Martínez Santoyo, regresaría a Temacapulín para presentar la propuesta de modo más detallado y que en un mes el mismo Presidente regresaría a esa localidad a escuchar la respuesta de las comunidades.
Desde el sábado por la tarde, los pobladores discutían en asamblea la visita del Presidente y la propuesta que les dejó ahí mismo, en la plaza principal del pueblo. Pero sea lo que decidan, ya es una victoria el compromiso presidencial de que no se inundarán las tres comunidades en riesgo.
Las comunidades de Temacapulín, Acasico y Palmarejo nunca fueron consultadas, ni preguntadas si querían ser reubicadas en nuevos centros de población y que cambiaran radicalmente sus medios de ganarse la vida para convertirlos de campesinos en pescadores o proveedores de servicios turísticos como se imaginaron desde el escritorio de la capital los burócratas que diseñaron este megaproyecto.
Al enterarse de este despropósito, de inundarlos y obligarlos a cambiar sus medios de vida, las comunidades emprendieron una lucha que ha incluido todos los medios pacíficos disponibles: peticiones a la autoridad, solicitudes de información, desplegados, comunicados y ruedas de prensa, carreras de atletismo, concurso de preparación de salsas de chile, consultas populares, marchas, manifestaciones, toma de la presa, plantones, y un amplio abanico de recursos jurídicos.
Gracias a esta combinación de denuncia pública, movilización social y defensa jurídica las comunidades organizadas en el Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo lograron crear un movimiento social que primero organizó y cohesionó a las comunidades, llamó la atención de la sociedad civil de Guadalajara y del país y creo vínculos y resonancias con organizaciones y pueblos que padecen el mismo problema: la imposición de megaproyectos privados por parte de gobiernos y de empresas privadas a quienes les importa un comino la vida de los pueblos y el destino de las personas con tal de sacar adelante una obra costosa que además de dejarles grandes ganancias a las constructoras, por lo regular terminan privatizando el agua debido a las concesiones que el Estado entrega a particulares.
En el camino, la comunidad de Temacapulín fue anfitriona del Tercer Encuentro Internacional de Afectados por Represas y sus Aliados en octubre de 2010 y donde recibieron a activistas de diferentes partes del mundo que luchaban por una misma causa: defenderse de los megaproyectos hidráulicos que lo despojaba de sus territorios y de los medios para la reproducción de su vida.
En el camino, las comunidades que han resistido a El Zapotillo también se encontraron con la imposición, el engaño, la mentira y las manipulaciones de parte de la clase política de todos los colores. El entonces Gobernador panista de Jalisco, Emilio González Márquez, les dijo en 2010 que si la mayoría de la población rechazaba la presa, ésta no se construiría. La comunidad organizó una consulta popular en enero de 2011 y más de 98 por ciento de los pobladores dijeron no a la construcción de la presa. A pesar de ello, el Gobernador de Jalisco siguió con las obras complementarias a la presa como la construcción del Nuevo Centro de Población de Talicoyunque a donde se quería obligar a reubicar a los habitantes de Temacapulín.
Llegó en 2013 un Gobernador priista, Aristóteles Sandoval Díaz, y les dijo que se opondría a la presa, pero cambió de opinión y avanzó en el proyecto. Y en 2018, llegó bajo las siglas de Movimiento Ciudadano el actual Gobernador, Enrique Alfaro Ramírez, y también dijo que se oponía a El Zapotillo. Pero al igual que los anteriores políticos, se echó para atrás y desde hace más de un año pedía al Gobierno federal que se reactivara el proyecto de la mano del Gobernador panista de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez, y bajo una intensa presión de empresarios de ambos estados.
Pero las comunidades siguieron resistiendo. De modo que la decisión anunciada este sábado 14 de agosto en la plaza principal de Temacapulín es fruto de la lucha de las comunidades, es una victoria para la tenaz resistencia que han mantenido a lo largo ya de 16 años. En tiempos del capitalismo donde impera la acumulación por despojo, y donde lo habitual es la imposición de megaproyectos contra los pueblos, la victoria de una resistencia a estos megaproyectos del Estado y el capital es una luz de esperanza para otras luchas que defienden el territorio, el agua y la vida.
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01/06/2019 - 12:43 am
Me propusieron que eligiera entre varias obras que Miró había creado a partir de las palabras de sus amigos poetas: Lise Hirtz, Paul Éluard, Tristan Tzara, Jacques Dupin, Joan Brossa, Jacques Prévert.
Poème. Poema (III), 17 mayo 1968. Acrílico sobre tela. 205 x 174 cm. FJM 4708. Fundacióm Joan Miró, Barcelona. Imagen tomada del catálogo de la exposición “Miró Poema”, Fundación Mapfre.
Para papá, por el amor a las imágenes
Para Amalia Iglesias Serna, por la invitación
No hago ninguna distinción entre pintura y poesía,
Joan Miró
A veces la vida nos tiene reservados regalos maravillosos. Eso pensé hace pocos meses cuando un correo, en pleno confinamiento, me invitaba a respirar el más puro de los aires, el que nos dan el juego, la creatividad, la libertad. Se trataba de escribir un poema sobre una obra de Joan Miró. ¡Ni más ni menos!
La exposición de la cual el poema formaría parte -organizada por la Fundación Joan Miró y la Fundación Mapfre- quería destacar el vínculo del artista con la poesía. Me propusieron que eligiera entre varias obras que Miró había creado a partir de las palabras de sus amigos poetas: Lise Hirtz, Paul Éluard, Tristan Tzara, Jacques Dupin, Joan Brossa, Jacques Prévert.
Elegí el cuadro que ven al comienzo de estas líneas porque me llevaba a mi propia MA, a sus pájaros, a las tardes de verano, a los ríos de mi infancia. Ella, mi madre, había encontrado en el arte un camino de sanación (cada día acaricio alguna de sus esculturas de madera, sabiendo que ahí están las huellas amorosas de sus propias manos), quizás por eso nos enseñó a jugar con los colores, a sentirnos libres frente a la hoja en blanco y, por supuesto, a disfrutar de la obra de ese catalán que con su pincel hablaba una lengua feliz.
Así, cuando una nube negra se paseaba sobre el techo de mi casa (quien no haya sentido desasosiego o melancolía durante la pandemia, que tire la primera piedra), y me hacía recordar aquel poema de Borges que dice: “Mis padres me engendraron para el juego / arriesgado y hermoso de la vida, / para la tierra, el agua, el aire, el fuego./ Los defraudé. No fui feliz. Cumplida / no fue su joven voluntad…” (pero no se preocupen, los bajones me duran poco), la vida -invitación a escribir mediante- me volvió a reconectar a la poesía y a la alegría solar que puede surgir de un cuadro, de un paisaje, de un trazo luminoso.
Éstos son los versos que nacieron entonces:
MA
Una araña dulce tejía tu cielo
MA
compartíamos un sol como ovillo de azafrán
cuando los pájaros volvían al árbol
de tu casa
Allí fui también yo
la que nunca más he sido
la de las tardes plenas
y el silencio
La de la noche que llegaba
de a poco
sin prisas
porque la vida era canto de venas tibias
vientres amados
y poco más
Cada trazo era un verso
en un horizonte incandescente
Pero a veces
la sed no me dejaba oírte
MA
me alejaba de esa paz pequeña
y me vaciaba
Hoy murmuro las palabras
que eran puentes de sosiego:
sauce, río, liquidámbar
No hacía falta otra cosa
“¡Escucha!”, decías
“Ha vuelto el mirlo”.
Y la azalea aún era un balbuceo.
Hoy acompañan, junto con una grabación que adjunto, una exposición que busca mostrar la relación de Miró con la palabra poética.
¿Se puede traducir un texto literario al lenguaje plástico?, se preguntaba. Y en decenas de obras exploró los caminos que esa pregunta le abría. La selección hecha para la muestra “trata de desentrañar el papel de la escritura poética en su abordaje y práctica de la pintura, tanto conceptual como literalmente, desde los años 1920 hasta su obra tardía”, explica Carlos Martín, comisario de la exposición [1].
¿Cómo recuperar el placer del juego, del inconsciente, de la búsqueda incesante de nuevos rumbos creativos? ¿Cómo lograr sacudir, conmover, sorprender a través del propio lenguaje?
“Insisto en que mis cuadros más profundamente conmovedores son aquellos simplemente dibujados, con algunos pequeños puntos de color o un arco iris. Estos nos conmueven en el sentido elevado de la palabra, como el llanto de un niño en su cuna”, le escribe Miró a Michel Leiris en 1924.
Conmoción “en el sentido elevado de la palabra”, eso es lo que me provoca su obra. Y eso es justo lo que hacía falta para que la nube negra dejara de pasearse por encima de mi techo. Y el pintor / poeta me contagiara la felicidad de la búsqueda permanente que es el verdadero sentido de estar vivo.
***
[1] Textos de sala de la exposición “Miró Poema”: https://www.fundacionmapfre.org/media/arte-cultura/exposiciones/textos-sala-miro-poema-es.pdf
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01/06/2019 - 12:43 am
"El que creíamos que había sido rebasado o mejor, muerto, reaparece vigoroso, retador y extraordinariamente mediático, y lo sabemos hoy, gracias al escándalo penoso que provocó la semana pasada el despido del escritor Jorge F. Hernández de la Embajada de México en España".
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, reveló alguna vez el guatemalteco Augusto Monterroso en un mini relato muy celebrado que nos recordó que los dinosaurios existen como pasado, pero, también, como presente; como representación y visión dura e intemporal, de lo que se resiste a cambiar y que siempre, habrá el momento, quizá el más inesperado, para recordarnos su presencia.
Uno de ellos es el dogma de la fe marxista no como pensamiento creativo y crítico del capitalismo, sino como la bagatela ideológica de los manuales, aquellos que marcaron a una parte de mi generación a la que se le animó leer antes que al propio Marx, la obra de Martha Harnecker o, también aquellos libros gruesos de la Academia de Ciencias de la URSS, y que muchos lo asumieron como verdad absoluta en lugar de problematizarla como recomendaría el autor de El Capital.
Estos manuales tenían la virtud de simplificar la realidad al mínimo con un toque académico, lo que les abrió las puertas de las universidades, y se volvieron libros de texto para enseñar sociología, historia, antropología, economía o simplemente, como instrumento teórico, de lucha ideológica al servicio de la revolución.
Sin embargo, estos manuales estaban lejos de cumplir con el objetivo formativo, con ellos los estudiantes no aprendían sociología; no aprendían historia; no aprendían antropología y mucho menos economía, sino lo único que aprendían era una serie de conceptos estáticos, inservibles, para entender la dinámica social, pero, eso sí, sirvieron para que muchos profesores vivillos hicieran de ellos su modus vivendi frente a públicos jóvenes que hacían esfuerzos extraordinarios para comprender ese lenguaje bizarro, farragoso, que terminaba sin dejar de comprender meridianamente la cuestión.
Sucedía en las llamadas universidades rojas de los pasados años 70 (Puebla, Guerrero, Sinaloa) pero su alcance llegó hasta la UNAM, y su impronta se irradió en mayor o menor grado por todo el territorio nacional, eso explica que los Elementos del Materialismo Histórico, se convirtiera en una suerte best seller, quizá, el mayor de este tipo que se haya producido en América Latina, lejos de lo logrado por académicos marxistas del calibre de Louis Althusser, Ernest Mandel, Charles Bettelheim y esa pléyade de pensadores creativos, de la llamada Escuela de Frankfurt, entre ellos Hebert Marcuse, Theodor Adorno, obras para públicos rigurosos, selectos y mejor informado del debate marxista luego del descubrimiento del Gulag que magistralmente reveló Alexander Solyenitzin.
Sin embargo, esto que representó una “época” ideológica, se empezó, al menos eso pensaba, a diluir felizmente a finales del siglo pasado y a los programas de estudios en ciencias sociales de las universidades públicas se incorporaron lecturas acordes con las necesidades de conocimiento en un mundo global, plural, y fue así que se avanzó en la pluralidad de enfoques y metodologías y aunque, aquello, parecía haber quedado en el pasado, pero ¡oh, sorpresa! el dinosaurio seguía estando ahí. Haciendo eco de aquel viejo debate que se suscitó después de la Revolución de Octubre, entre quienes reivindicaban con el poeta Vladimir Mayakowski la literatura panfletaria de la revolución y los que lo hacían, por la literatura revolucionaria, que representaba el también poeta Sergei Esenin y lo mejor de la rica tradición rusa.
Pero, el dinosaurio sigue allí, muchos de los lectores de estos manuales se convirtieron en profesores y explicaban a sus alumnos la realidad con este tipo de simplificación de burguesía-proletariado; pobres y ricos, sin espacio para los tonos grises de la complejidad social.
Y hoy, el dinosaurio, que creíamos que había sido rebasado o mejor muerto, reaparece vigoroso, retador y extraordinariamente mediático, y lo sabemos hoy, gracias al escándalo penoso que provocó la semana pasada el despido del escritor Jorge F. Hernández de la Embajada de México en España.
Las razones del despido señalan ofensas, mentiras, descalificativos, enconos que ponen en una mala posición no a los actores, sino a la SEP y SRE, que dirigen Delfina Gómez y Marcelo Ebrard que no debería moverse en esas coordenadas lastimosas y llamar al orden a quienes desde posiciones de poder siguen hilando el viejo telar.
Y es que mire estimado lector, Jorge F. Hernández publicó el texto “Por placer” en el diario Milenio donde salió al paso a esta visión diciendo lapidariamente “…por supuesto que se puede leer bajo la muy ideologizada militancia del errado o confundido bibliotecario improvisado que acaba de clamar algo en torno al consumismo capitalista…”, que ha levantado ámpula con la polémica expresión de “leer por gozo es un acto de consumismo capitalista” y que Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP, lo ha negado pero lo real, es que está hoy en los medios como un atavismo.
Será golpeteo o el sereno, pero estas visiones perviven y cuando menos se piensa reaparecen como un dictado que nos recuerda que la ideología polpotiana existe en algunas mentes y flaco favor le hacen al Gobierno obradorista por vincularlo a modelos dogmáticos y todo por ajustes de cuentas entre las camarillas burocráticas que se disputan cuotas de poder en la diplomacia mexicana, quizá, eso explique, que el tema no haya escalado en la Cancillería y la urgencia de que no se deje pasar como un asunto menor de resabios del pasado.
Y es que, no olvidemos, los dinosaurios existen, siempre estuvieron por allí dispuestos a aparecer y lanzar un zarpazo.
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