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Tomás Calvillo Unna

20/04/2022 - 12:05 am

La ignorada ausencia

“Zurce los referentes/ para descifrar una y otra vez:/ los caminos minados,/ los infiernos superados,/ los efímeros paraísos”.

Los efímeros paraísos. Pintura Tomás Calvillo Unna

Te adelantaste Paty Guerrero,
corazón rebelde y amoroso,
de madre y amiga;
donde quiera que andes
su ritmo te guía.

Rendijas:

La política extravió el don de la palabra
y pacto con el crimen su destino:
la amargura es su sello.
La vanidad de la riqueza expresa una dosis grave de demencia:
la pérdida del sentido que ignora
la desnudes primigenia de la vida, su agradecimiento.

I

El amor en su permanente invitación
a las exequias de sus representaciones
(biografías que se extinguen noche y día)
arropa el arrojo;
es la tarea de la naturaleza,
su ritmo lo advierte;
la añoranza siempre suelta,
resta en querencia.

Las fibras presentidas,
esas cuerdas
donde el alma se anuda,
tensan la resolución del tiempo;
aun así,
expresan el anhelo
al umbral de la ausencia
que tarde o temprano
traza los invisibles pasos
de un gélido silencio.

II
Las lágrimas del esplendor
atajan la interpretación:
la conmoción es un legado vivo,
antecede a la compasión.

El llanto ante el resplandor
es una limpia,
la exquisita luz corpuscular
que graba la visión,
y absorbe las pausas
que permiten tocarnos,
y tratar de entender
quiénes somos,
para poder sonreír juntos.

III
El tiempo recorre sus cortinas
y esa luz amable
es la ofrenda de la reconciliación;
es el don de la Paz interior
que marca el compás
de la memoria y su narración.
La historia se destila así,
la personal y la colectiva.

Zurce los referentes
para descifrar una y otra vez:
los caminos minados,
los infiernos superados,
los efímeros paraísos.

IV

La inercia es parte de la estructura
que sostiene la experiencia,
sus reflejos de las causas idas continúan,
y aunque débiles,
suelen empañar los vínculos
a pesar de carecer ya de vitalidad
y haber perdido sus raíces.

Este tránsito incierto
propio del mundo
que atraviesa
una densa neblina,
podemos apreciarlo
por las ventanas de la cultura;
su ánimo creativo exhausto
estrujado, aturdido,
un desvaído abanico
en su amontonamiento civilizatorio.

Como un autobús detenido
en medio de la carretera
donde la sociedad aguarda
sin saber que le espera
después de la curva
al descender de la montaña,
ya sin mandamiento alguno.

V
El desapego conserva el poder
de su sabiduría, su práctica diaria,
tiene que ver con la trascendencia:
deshilar las contingencias de cada día.

Un elixir impregna la partida
la dicha que se hereda
en medio del dolor,
es una buena señal,
en las inagotables posibilidades,
que se volverán una sola,
al menos mientras se cortan
las ataduras y resta solo
el viento helado.

La muerte posee su propia órbita
y las leyes de la misma: intimar
con el desprendimiento
la antecede.
La soltura es el arte
se despliega de lo denso
a lo sutil:
el apego sin contención pudre.

en Sinembargo al Aire

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