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Tomás Calvillo Unna

13/04/2022 - 12:05 am

El lúdico despertar de la adivinanza

“El olvido de su dominio/ es la hipnosis elegida/ en fantasías que carcomen/ e idolatrías que se apoderan/ y enceguecen”.

La inquietante soledad del cielo. Pintura: Tomás Calvillo Unna

Cuando callamos

reconocemos sus contornos

que emergen;

la contemplamos y nos acoge.

El silencio nos envuelve

es su voz, sin color,

sin aroma,

es ya nuestro sudor metafísico.

Si callamos también dentro

no deja de ser una interrogante.

No deja de ser presencia

a pesar de su etérea realidad.

Nos damos cuenta

que ha estado ahí

desde el principio;

y seguirá

cuando hayamos partido.

Asemeja una atmósfera,

más que una compañía.

Podríamos pensar

que es resonancia,

de nuestro andar.

Pareciera prisionera

de la conciencia, pero

de esta última no sabemos

su suerte final, si encarna

un desprendimiento,

o sólo se consume en las cenizas

de nuestro cuerpo.

El olvido de su dominio

es la hipnosis elegida

en fantasías que carcomen

e idolatrías que se apoderan

y enceguecen.

En su paradoja,

es la cercanía perenne

que acoge el trayecto

y el necesario compás

del misterio

que nuestras manos

inquieren.

Llegará el momento

en la incontable noche

que esta concreción

que nos permite conocernos

se disolverá sin dejar rastro,

huella,

ni eco.

De esa profunda oquedad

que se oculta en nuestros poros

proviene su palpitar,

cuyo nombre impronunciable,

será una elipsis más

que se pierda.

en Sinembargo al Aire

Opinión

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