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Susan Crowley

12/02/2021 - 12:03 am

La Barbie vengadora

La experiencia delante del buen cine es la misma que en la tragedia. Nos ayuda a explorar las distintas capas de una historia, a denunciar y no aceptar concesiones ante un hecho reprobable.

La experiencia delante del buen cine es la misma que en la tragedia. Nos ayuda a explorar las distintas capas de una historia, a denunciar y no aceptar concesiones ante un hecho reprobable. Foto: Especial.

Este artículo puede adelantar la trama de Promising Young Woman. Recomiendo verla antes de leerlo.

La anécdota no tiene nada de novedosa. La historia de la vengadora en contra de su violador ha sido contada en muchas ocasiones. Desde las películas de Clint Eastwood, en las que un duro policía persigue a la asesina que dispara a sus violadores en los genitales, pasando por Lipstik en la que la espectacular Margaux Hemingway, con escopeta en mano, venga a su hermana violada o la gloriosa The Acussed en la que Joddy Foster acusa a una comunidad entera de hombres cómplices de abuso, o la famosa saga Kill Bill, en la que Uma Thurman va destruyendo a cada uno de sus atacantes. El tema es el mismo: poner en la mesa una de las más tristes y aberrantes conductas humanas, el abuso en contra de la mujer.

Promising Young Woman (Una joven prometedora), es la revancha obligada, actual y urgente que nos ayuda a entender muchas de las razones que generaron el movimiento #MeToo. En este caso se trata de una vengadora en contra del abuso, que en el fondo es una víctima anunciada. En apariencia un thriller de corte comercial narra cómo una mediocre treintañera sin aspiraciones se convierte por las noches en una vampiresa cuyo propósito es vengar a su amiga abusada y orillada al suicidio.

Hasta aquí, la película dirigida, escrita y producida por Emerald Fenell, a quien ya queremos por su acertada interpretación de Camilla Parker en The Crown, no parece sorprendernos salvo por algunos detalles estridentes: unos padres cursis y decepcionados de que su hija, pasada de años, siga viviendo con ellos en un hogar ostensiblemente kitsch, ambiente ideal para una Barbie. Pero algo en la atmósfera nos habla de los sueños rotos, metáfora de la casita de muñecas en la que Barbie doctora, Barbie tenista, Barbie enfermera vivía una vida color de rosa esperando a su amado Ken. Esa idílica imagen se estrella contra la dura realidad de la misoginia, el sistema patriarcal lleno de controles, la ley que desprotege, la sociedad de prejuicios y la agresión y descalificación de las mismas mujeres.

Esa es una de las claves de esta historia; nadie, ni los padres, ni las amigas, incluso la madre de la víctima, se han rebelado en contra de un acto tan espeluznante como el abuso multitudinario que sufrió. Por lo tanto, Cassie (Carrey Mulligan), su mejor amiga y protagonista de la historia, está sola y así deberá perpetrar la venganza que a todas luces parece condenada al fracaso. Cassie no es la típica heroína vengadora, muestra su debilidad, incluso en el momento de atacar lo que la vuelve una presa fácil. Mulligan se ha caracterizado por sus roles camaleónicos, en esta ocasión es sorprendente la capacidad de distraer con sus cambios radicales, que podrían ser percibidos como una bipolaridad. Pero es mucho más.

En realidad, Cassie representa el dolor y la desesperanza que vivimos las mujeres cuando sabemos que, una vez más, otra mujer fue abusada y, lejos de ser protegida, resultó condenada por la sociedad o simplemente ignorada por un sistema legal a modo. Los crímenes sexuales no son perseguidos ni castigados. Lo sabemos de memoria. Así que dulce, tierna, voraz o sádica, Cassie tiene la batalla perdida. Con la genial dirección de Fenell y la capacidad actoral de Mulligan, el personaje nos convence de inmediato. Nos hace cómplices de la infértil venganza. Autodestruirse será su condición de principio a fin.

El ritmo de la película es vertiginoso y no deja de salpicar de guiños al cine de los años ochenta en el que las mujeres solían representar el eterno estereotipo de muñecas sexuales, juguetes para los hombres que soñaban con la rubia sexy o con la prostituta que podía aspirar a su príncipe azul porque en el fondo tenía nobles sentimientos. ¿Cuántos abusos y crímenes no se han cometido en contra de este cliché? Un punto más para la película, la mujer es juzgada y agredida por su imagen. La belleza es un blanco fatal para ser consumido por todos los demás. Ser joven y bella va de la mano del castigo que significa serlo.

Conforme la trama avanza no podemos dejar de involucrarnos con la ternura y vulnerabilidad de nuestra protagonista “vengadora-víctima”. Cassie es una presa destinada al sacrificio en nombre de una justicia imposible y más terrible, de la indiferencia. La víctima siempre será sospechosa de haber provocado al atacante. Él, delante de los demás, hombres y mujeres, será considerado un provocador provocado. Contará con más adeptos a su causa que justifiquen sus acciones. ¿Qué hace una mujer sola y borracha en un bar?, ¿no tiene principios?, ¿qué pensar de una mujer que ejerce su sexualidad con libertad?

Para los griegos, la tragedia servía como medio de representación de un acto reprobable. Es ejemplificación del bien y del mal. Al descubrimiento de un enigma que nos ayuda entender las razones del personaje se le conoció como anagnórisis. A medida que el drama se llevaba a cabo, el espectador recibía una lección o aprendizaje que le permitía ser mejor persona. La plasmación de la condición humana se consideraba un ejercicio de crecimiento espiritual. Para eso servía el teatro en Grecia. En nuestra sociedad mandada por hombres, la mujer es considerada objeto para el uso, disfrute y conveniencia, así hemos sido educados. Elegida ya sea como madre, hija, novia, esposa, amante, ha sido concebida como dependiente de las decisiones, los juicios y la moral acomodaticia de los hombres.

Cassie es cada una de nosotras con sus sueños, metas, ambiciones rotas. Es la impotencia que hemos sentido cada vez que recibimos o nos enteramos de un intento de abuso. Lo más triste es que esos abusos son perpetrados por jóvenes de moral intachable, incapaces de ningún acto deplorable más que cuando actúan como bestias azuzados por otras bestias. ¿Qué los lleva a actuar como animales? La justificación de una violación multitudinaria suele darse cuando son los mismos victimarios quienes la tratan de explicar y se confiesan instigados por la víctima.

De la mano de Cassie penetramos en el sórdido universo de la misoginia ejercida por hombres y mujeres que se creen autoridades morales; esto es una realidad que nos debería pesar a todos. La justicia nunca será suficiente para mitigar el dolor de la pérdida de un ser humano que por su género y condición puede ser presa de cualquier perversión.

La experiencia delante del buen cine es la misma que en la tragedia. Nos ayuda a explorar las distintas capas de una historia, a denunciar y no aceptar concesiones ante un hecho reprobable. El cine no solo narra un acontecimiento, tiene la responsabilidad de colocar en perspectiva las cosas. Promising Young Woman nos permite adentrarnos a la rabia, a la frustración y la impotencia que sufren miles de mujeres en contra de un abusador, y no solo eso, es una representación que nos hace conscientes de lo indiferentes que hemos sido.

Una perspectiva fresca e innovadora; su tono casi desenfadado, a veces de comedia, siempre candoroso, termina por sorprender ofreciendo un ángulo original de una historia sobre la cual creíamos que ya lo habíamos visto todo.

@suscrowley

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.
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