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Los versos comunistas de Pablo Neruda, más allá de una canción desesperada

sábado, diciembre 22nd, 2018

El hispanista italiano Gabrielle Morelli presenta la antología que reúne la poesía política de Pablo Neruda. Es un recorrido por su evolución ideológica, desde el anarquismo estudiantil al marxismo y estalinismo y finalmente el socialismo del Frente Popular de Allende. “Hoy Neruda seguiría pensando que la idea socialista es la única que puede cambiar el mundo”, dice Morelli.

Por Paula Corroto, para eldiario.es

Ciudad de México, 22 de diciembre (SinEmbargo/eldiario.es).- Pablo Neruda solía pasearse por los mercados de Milán para comprar baratijas. Muchas veces eran cubiertos antiguos, ya ennegrecidos. Nadie entendía bien por qué le gustaban, pero el poeta chileno siempre respondía: “Aunque estén feos o sucios, ahí está la mano del hombre”.

Esta anécdota la cuenta a eldiario.es el hispanista italiano Gabrielle Morelli, que conoció a Neruda en los sesenta y que acaba de compilar toda su Poesía política en un volumen del mismo nombre publicado por Cátedra. Le sirve para explicar cómo era la lírica comprometida del Nobel que se afilió al Partido Comunista en 1945. “Neruda era un poeta de la materia, de las cosas, de los objetos, del hombre. Es el único poeta del siglo XX que materializa la palabra y le da un peso… Tiende a recuperar los objetos que nos rodean y que han tenido la presencia del hombre”, afirma Morelli.

Hace mucho tiempo que los poemas más políticos del chileno quedaron sepultados por la poesía amorosa. Su poemario Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), escrito cuando solo tenía 18 años, sigue siendo a día de hoy un bestseller con ediciones que han traspasado el millón de ejemplares vendidos.

Foto de la cubierta de ‘Poesía política’ (Cátedra) que muestra a Salvador Allende junto a Pablo Neruda. Foto: eldiario.es

“Estos poemas han influido mucho, porque la gracia que un poeta tiene con 18 años, que está enamorado y es correspondido, no la puede tener después. Eso siempre queda, pero él decía que el poeta podía ser marxista, hablar de la calle, pero tampoco se le podía decir que renunciara a la belleza”, manifiesta Morelli, que recuerda una oda que escribió a la rosa, símbolo de la belleza: “Rosa, tú crees que yo te he olvidado porque me preocupo por el pueblo. No, rosa, yo te amo”.

Más allá del amor, Neruda escribió contra Franco en España en el corazón (1937) -“tuvieron una relación tremenda, Neruda le insultaba a menudo”, señala el hispanista- pero también a favor de Stalin en la oda que se incluye dentro de Las uvas y el viento (1953).

EVOLUCIÓN POLÍTICA

En este volumen, que recoge por primera vez todos los poemas de cariz político, el lector se puede acercar a la evolución ideológica del poeta más allá de su lirismo romántico. Y también acercarse a la historia del siglo XX. Como este martes resaltó el escritor Jorge Edwards durante la presentación del libro en Casa de América, “Neruda fue un poeta político desde su adolescencia”: “Era joven en una época de gran autoritarismo. Su poema República, en contra del patrioterismo, lo escribió con 14 años y fue publicado en la revista Claridad”.

En sus años de juventud perteneció al anarquismo estudiantil “y en esa poesía de esos años juveniles ya está esa visión de que él tiene una misión futura”, sostiene Morelli. De hecho, ya hay versos con esta consigna en Crepusculario (1923). Sin embargo, su gran afiliación política llegó en 1935 cuando fue nombrado cónsul de Chile en España y conoció a poetas como Rafael Alberti, que ya militaba en el Partido Comunista.

En ese momento, aún sin carnet, ya que “como cónsul tampoco podía ponerse a favor de nadie”, admite su estudioso, Neruda ya se dejó mecer por los cantos del socialismo y el marxismo. Como señala Luis García Montero, “fue cuando decidió dejar de ser un lobo estepario y participar de un sueño colectivo”. Le influyen sus relaciones personales, como la que tuvo con su segunda esposa, Delia del Carril, a la que llamaban ‘hormiguita’ y ‘molotov’ -y que era veinte años mayor que el poeta- por su marxismo descarnado. “Son años en los que su poesía es la de la solidaridad humana. Hay que pensar que estamos en los años treinta y cuarenta, que no eran fáciles. Él pensaba que la única fuerza o ideología que podía cambiar el mundo era el marxismo”, manifiesta Morelli.

Pablo Neruda fue un hombre hipócrita, extraño y sensible, según Hagar Peeters EFE

EL APOYO A STALIN Y LOS PROBLEMAS DE CONCIENCIA

También son años de cierta oscuridad por el apoyo que mostró a Stalin (desde un punto de vista político y en su poesía afectada por el realismo socialista). Y por sus visitas a la URSS donde se reunía con Breznev. “Es verdad que al principio él no lo vio como un tirano. Ahora, con todo lo que ha pasado con el comunismo, es una poesía fácil de criticar, pero no entonces”, explica el hispanista, quien también sostiene que en el ambiente en el que se movía el poeta no era fácil de denunciar. “Yo lo he visto comer como un sibarita, como un cardenal. Matilde Urrutia [su tercera mujer] le ponía una especie de sábana porque se manchaba entero, y comía pescado, langosta, los vinos mejores… En realidad, era un burgués, como decía mi profesor, pero él sabía que era un privilegiado, y pensaba que, precisamente por eso, tenía que existir una mayor solidaridad”, añade.

Tiempo después, ya a partir de los años sesenta, con la Guerra Fría, su visión con respecto al comunismo fue cambiando. “Él admite la deriva del estalinismo y tuvo muchos problemas de conciencia”, corrobora García Montero, que recuerda cómo también escribió contra Fidel Castro, a quien le dijo que “la revolución es como el vino, no se hace con una mano, sino con muchas”, y contra Stalin y el realismo socialista: “Por tu culpa hay una soga de ahorcado en cada jardín de la URSS”, le escribió, aunque el dictador soviético ya estaba muerto. Para el poeta granadino y actual director del Instituto Cervantes, “Neruda demostró que se puede ser de izquierdas llamando asesino a Stalin y que la poesía política no es sólo la consigna de un partido, sino una reflexión desde un punto de vista”.

Precisamente, su apoyo a quien fuera su amigo, Salvador Allende, y a la candidatura del Frente Popular, también refleja la evolución política del poeta. “A principios de los setenta pensaba que el marxismo podía transformarse en un socialismo humanitario internacionalista, no sólo ruso”, señala Morelli, quien ratifica que después de todas las décadas pasadas, de que hoy ya se sabe qué ocurrió en los gulag, pero también de cómo ha evolucionado el mundo, “Neruda seguiría pensando que la idea socialista es la única que puede cambiar el mundo”.

CRÍTICAS ACTUALES

El juicio a Neruda, no obstante, nunca concluyó, ni siquiera con su muerte. Fue muy vilipendiado por el régimen de Pinochet en los ochenta. Y en los últimos tiempos su figura ha vuelto a estar inmersa en la polémica tras conocerse cómo abandonó a su hija de dos años, que padecía hidrocefalia, gracias a la investigación de la escritora Hagaar Peters en el libro Malva (publicado en español por Rey Naranjo en 2018), además de por la violación de una joven cuando era cónsul en Ceilán (actual Sri Lanka). De hecho, esta controversia ha llevado a que colectivos feministas se hayan postulado en contra de que el aeropuerto de Chile tome el nombre de Pablo Neruda en favor del de Gabriela Mistral.

Para el hispanista Morelli, “una cosa es el hombre y otra el poeta. A nosotros lo que nos interesa es su poesía, su mensaje, que tiene altos y bajos, pero como tal es hoy uno de los grandes poetas universales”. También García Montero sostiene que “hay que reivindicar a Neruda como uno de los grandes. A veces ocurre que parece que hay que meterse con poetas pero no desde el punto de vista literario”. Neruda todavía forma parte del canon.

Los enemigos (1950)

Ellos aquí trajeron los fusiles repletos

de pólvora, ellos mandaron el acerbo

exterminio,

ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,

un pueblo por deber y por amor reunido,

y la delgada niña cayó con su bandera,

y el joven sonriente rodó a su lado herido,

y el estupor del pueblo vio caer a los muertos

con furia y con dolor.

Entonces, en el sitio

donde cayeron los asesinados,

bajaron las banderas a empaparse de sangre

para alzarse de nuevo frente a los asesinos.

Por esos muertos, nuestros muertos,

pido castigo.

Para los que de sangre salpicaron la patria,

pido castigo.

Para el verdugo que mandó esta muerte,

pido castigo.

Para el traidor que ascendió sobre el crimen,

pido castigo.

Para el que dio la orden de agonía,

pido castigo.

Para los que defendieron este crimen,

pido castigo.

No quiero que me den la mano

empapada con nuestra sangre.

Pido castigo.

No los quiero de embajadores,

tampoco en su casa tranquilos,

los quiero ver aquí juzgados

en esta plaza, en este sitio.

Quiero castigo.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE eldiario.es. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

¿Sabes algo de la Revolución Rusa o eres demasiado millenial?

sábado, febrero 17th, 2018

Hace poco pusimos una nota un tanto polémica diciendo que los chicos de la UNAM no saben quién es Marcos, o sea, el jefe zapatista. Ahora nos vamos unos cuantos años más atrás para explicar cómo fue el acontecimiento más trascendental del siglo XX y cómo todo también terminó en dicho siglo.

Ciudad de México, 17 de febrero (SinEmbargo).- Ahora han comenzado a usarse la palabra soviético, como si no fuera un vocablo vintage y nos dijera algo que está pasando actualmente. Fuimos hace poco a un restaurante llamado así y casi todo era parecido, menos el vodka, una delicia helada.

Pero, ¿Qué ha pasado con la Revolución Rusa?. Juan Andrade y Fernando Hernández Sánchez, ambos editores de AKAL, han sacado un gran libro para conmemorar los 100 años que han pasado desde aquel 25 de octubre de 1917, cuando la ocupación del poder por parte del proletariado y la construcción de una nueva sociedad sin clases se hizo materia.

Una mirada nueva sobre la Revolución Rusa. Juan Andrade, escritor y editor. Foto: Especial

La Revolución rusa cien años después, una visión poliédrica, diversa y coral, de la revolución y el siglo que engendró, por parte de pensadores como Josep Fontana, Leopoldo A. Moscoso, Pablo Sánchez León, Antoni Domènech, Wendy Z. Goldman, Rosa Ferré, Serge Wolikow, Aurora Bosch, Elvira Concheiro, Sebastiaan Faber, Ángel Duarte, Francisco Erice, José Luis Martín Ramos, Josep Puigsech Farràs, José M. Faraldo, Michelangela Di Giacomo, Novella di Nunzio, Jesús Izquierdo Martín, Jairo Pulpillo López, Constantino Bértolo, Guillem Martínez, Álvaro García Linera, Enzo Traverso, Juan Andrade y Fernando Hernández.

Con una portada en rojo, con Vladímir Ilich Uliánov (seudónimo Lenin) poniendo su perfil desafiante, el libro es de ensayos y nos viene ahora en estos momentos tan “neoliberales”, como si nada hubiera ocurrido ayer y nada vaya a pasar mañana.

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“Las revoluciones son excepcionales y no existe ningún algoritmo social que nos permita predecirlos”, dice el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en un debate para presentar el libro.

Un libro de Akal. Foto: Especial

–¿La revolución rusa 100 años después implica una mirada nueva sobre ese acontecimiento?

–Hombre, nosotros lo hemos hecho con esa idea, con esa intención, una mirada nueva de lo que intuíamos iba a publicarse. Se han publicado o reeditado muchos libros y en varios casos ha predominado una visión moralizante o muy negra sobre la experiencia revolucionaria. Nosotros queríamos ofrecer una mirada más poliédrica. Es cierto que la Revolución Rusa ha tenido una dosis muy grande violencia, pero también ha tenido un crecimiento colosal. Lo que nosotros queríamos, por medio de una obra tan colectiva, es ofrecer múltiples miradas, que se complementasen desde el punto de vista temático, pero que discrepasen entre sí y eso era un poco nuestra originalidad.

–La Revolución Rusa fue una revolución desde abajo, desde la gente del pueblo, pero luego fue perpetuándose en el poder, ¿a quién rescatan?

–Es cierto que fue una revolución desde abajo y también es cierto que se guarda una visión un poco épica de la Revolución que la concibe como resultado de una acción políticamente y teóricamente fundamentada sobre una circunstancias concretas por unas mentes prodigiosas. Sin menoscabo de la genialidad estratégica y táctica de los bolcheviques son esas dinámicas tan complejas de una movilización social autónoma y una orientación política por arriba que en un momento dado convergen. Hay una parte de una la historiografía que lo concibe como un simple Golpe de Estado perpetrado por una minoría exigua, ajena al proceso anterior que quería imponer un modelo totalitario, pero eso no se sostiene. Las revoluciones no se pueden imponer de manera coactiva, sin una base social amplia o por un grupo de intelectuales audaces. En esas lecturas hay mucho idealismo y también mucho paternalismo. En cualquier caso, creo que lo explica muy bien en libro Álvaro García Linera, los momentos clave de la Revolución Rusa son aquellos donde se trata de compatibilizar la energía revolucionaria que llega de toda la sociedad con la articulación de todas las experiencias democráticas hasta la nacional, para lo cual hace falta la acción centralizadora de un Estado. Lo ideal sería que esa acción centralizadora la no asfixiase la fuerza social sino que la canalizase. Construir un Estado democrático y al mismo tiempo fuerte, que no asfixie las fuerzas sociales, es algo muy complicado, sobre todo en Estados que no tienen un pasado republicano fuerte, como el de Rusia. Se recurre al caso de un Leviatán vigoroso para hacer frente a las fuerzas contrarrevolucionarias.

Álvaro García Linera y Pablo Iglesias, presentando el libro. Foto: Especial

–¿Tú escribes desde la Revolución o a partir de la Revolución?

–Todos escribimos desde nuestro tiempo. Es inevitable, hacerlo desde los anhelos y las inquietudes del presente. En este libro, tratamos de incorporar dos cosas. Una es explicar la revolución desde sus propios parámetros y la otra es tratar de ver qué memorias, qué discursos, qué herencia tiene ese acontecimiento sobre nuestra realidad.

–Hay quienes dicen que Stalin no era tan malo, que estaba Lenin detrás de él

–A ver, no hago lecturas moralizantes sobre el pasado. La absolución y la condena pertenecen a sustancias escatológicas y trascendentes. Yo la pregunta la contesto así, ¿qué grado de ruptura marcó Stalin con el proceso anterior y con la Revolución Rusa en sí? Creo que hubo un proceso de ruptura con el leninismo muy marcada. En cierto sentido hay una degeneración del proceso originario, que tiene que ver por un lado con Lenin pero también con esa Guerra Civil que se establece en medio y que condicionan las visiones futuras. Hay un culto a la personalidad, una reclamación de infalibilidad, que están en Stalin y no están en Lenin. En Lenin hay una honestidad intelectual muy fuerte, no tiene empacho en reconocer sus propias equivocaciones o incluso los repliegues en el mismo proceso revolucionario. La cultura stalinista hace de la necesidad una virtud y tiene muchísimos menos elementos de honestidad intelectual. También es cierto que sobre Joseph Stalin se han querido cargar derivaciones de la Revolución que no estaban sobre él, sino sobre Lenin, sobre León Trotski y en el propio curso de un proceso imprevisible dislocado que se va haciendo y deshaciendo como resultado de la aplicación de programas previos, también de circunstancias sobrevenidas, decisiones que se toman en el momento sin saber qué repercusiones va a tener. Lo que yo destacaría en Stalin son sus intentos de ruptura y también sus intentos de continuidad.

–¿Qué pasa hoy con Rusia?

–¿En qué se parece la Rusia de hoy a la Rusia de antes? Bueno, la Revolución genera una memoria muy incómoda y se ha puesto cómo lo ha gestionado Putin. Por una parte se apela a la memoria de la Revolución Rusa porque de ella va a emerger una República Soviética muy poderosa y en Putin laten esos anhelos de grandeza, pero otro lado es una memoria subversiva, pone en evidencia los valores de orden y de jerarquía que se bajan desde el poder. Putin prefiere otras grandezas imperiales que tienen que ver con Pedro El Grande. En otros sectores subyace ese deseo subversivo de irrupción plebeya, pero en general la gente extraña ese orden y ese progreso económico que va desde el stalinismo hasta los 60 y 70 y Leonid Brézhnev, una Rusia estable y no esa Rusia convulsa…

–Los países afectados no guardan una buena idea de la Revolución Rusa, desde Alemania Oriental hasta Rumania, Bulgaria…

–Son países muy distintos, todos con el avance del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial y contra el nazismo. No es lo mismo Checoslovaquia, donde hay un movimiento revolucionario muy fuerte que lugares como Polonia, donde el auge del socialismo se dio por la entrada del Ejército Rojo. El socialismo real se va a romper por ahí. Se va a romper por Polonia y no tanto se va a romper por Rusia.

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ENTREVISTA | Los deseos de la serpiente y la Revolución Rusa: Alberto Ruy Sánchez

sábado, octubre 14th, 2017

“Una especie de canto poseído me retumbaba en la cabeza, insistente y escalofriante como el viento de invierno entre los árboles”, escribe el autor de Los sueños de la serpiente, mediante la cual intenta borrar los clichés en torno a la Revolución Rusa y a echar por tierra eso de que la novia de Ramón Mercader, Sylvia Ageloff, era fea.

Ciudad de México, 14 de octubre (SinEmbargo).- Alberto Ruy Sánchez está empeñado en tirar algunos clichés que pueblan la historia, como decir que Vladimir Lenin era el bueno y Joseph Stalin era el malo. “Pocos saben o pocos quieren saber que fue Lenin el que empezó las purgas y que cuando se conocieron él le dijo a Stalin: estás destinado a ser el malo de la historia”.

Los sueños de la serpiente tardó ocho años en escribirse y no sólo recorre la Revolución Rusa –el autor dice que no intenta escribir un nuevo acontecimiento sobre aquel, pero sí dar a entender algunos elementos que no son tomados en cuenta-, sino que trata sobre el deseo y el mal, algo que no había escrito en el quinteto de Mogador.

“Cada deseo requiere una forma literaria distinta”, dice Alberto Ruy Sánchez y en este libro insiste con su estudio sobre la revolución soviética, teniendo en cuenta que su tesis fue sobre Serguéi Eisenstein y la película Octubre, “una idealización del director”, además de una narración distinta en torno a Sylvia Ageloff, la novia de Ramón Mercader.

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“Todas las novelas y libros que leí dicen que era fea, incluido El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura. Una de los mejores que leí es el libro de José Ramón Garmabella, El grito de Trotsky, quien llega al exceso de decir que el verdadero castigo del asesino de Trotsky no fue haber sido condenado sino haber vivido con esta mujer, que era chaparrita, tenía voz tipluda y mal aliento. Me parecía no sólo un juicio sexista, sino un juicio capital, cultural”, dice el autor.

“Hablo también de la madre, que era todo un personaje. Es un tema trágico, que no es banal, tiene una raíz profundamente humana”, agrega.

Revisando la Revolución Rusa y el alma humana. Foto: Crisanto Rodríguez, SinEmbargo

Un hombre que intenta recuperar la memoria en un hospital psiquiátrico y a partir de su misterio todos los hechos que se desencadenas: aparentemente es un mexicano emigrado a Estados Unidos, convertido en trabajador automotriz; enamorado frustrado de la mujer que sería seducida utilitariamente por el asesino de Trotsky. Emigrado de nuevo a la Unión Soviética, se vuelve obrero en la planta armadora que Henry Ford le vendió a Stalin para crear una utópica Detroit soviética. Fue tutor de inglés de Sergo Beria, hijo del jefe de la Policía Secreta, de la que fue más de una vez peón y víctima.

La raíz de una novela muy emocionante y que nos obliga a revisar gran parte de lo que sabemos como historia. ¿El deseo está en contra del mal o hay un deseo del mal? ¿Si no creo en la polarización, me convierto en anarquista? Muchas preguntas y muchas respuestas en Los sueños de la serpiente. Ve el video.

Las máquinas van a cambiar lo que significa ser humano: Slavoj Zizek

sábado, julio 1st, 2017

En sus discursos salta de Habermas a “The Hunger Games”, sus ensayos son éxitos de ventas y su público hace cola para escucharlo. El filósofo esloveno Slavoj Zizek cree que hoy más que nunca interesan las grandes preguntas metafísicas porque la tecnología está cambiando lo que significa ser humano.

Ciudad de México, 1 de julio (SinEmbargo).- “No digo que las máquinas nos vayan a controlar, aún hay mucho por recorrer, pero sí que están cambiando lo que significa ser humano”, señaló Slavoj Zizek durante un encuentro con periodistas en el Museo Reina Sofía.

Zizek (Liubliana, 1949) pone como ejemplo los videojuegos, que cambian la percepción del sujeto de sí mismo y alientan la “cultura de la inmortalidad” en la que vivimos; pero sobre todo los avances de las ciencias del cerebro y la digitalización.

“Hasta ahora hemos creído que la realidad estaba fuera, separada de nosotros, pero eso está cambiando: el cerebro puede conectarse con una máquina. Stephen Hawking ya no necesita sus manos para manejar su computadora, lo hace directamente con su cerebro”, argumenta.

Enérgico y nervioso, Zizek proclama que “estamos entrando en una nueva era”. Habla de las clínicas de los suburbios de Shangai a las que acuden parejas occidentales para seleccionar genéticamente a sus embriones y recuerda lo que le dijo el responsable de la Academia de biogenética de China cuando lo conoció.

“Me dio un folleto en el que ponía que su tarea era controlar el bienestar físico y -subrayando la palabra- mental de la gente. Pensé, ‘dios mío, ya lo están haciendo: el control de los impulsos, la ansiedad'”, explica.

En este contexto, Zizek vislumbra un futuro inquietante, una “sociedad del control”, en la que los ciudadanos están vigilados constantemente y una nueva división de clases aún más fuerte: privilegiados y esclavos.

UNA CLASE SOCIAL BIOLÓGICA

Una clase que no solo vendrá determinada socialmente sino también biológicamente y es aquí donde cita a Hollywood y películas recientes como Elysium o la saga de The Hunger Games, que dibujaban esas divisiones.

Ante ese panorama, el filósofo y crítico cultural hace gala de su espíritu más corrosivo y apuesta por un nuevo tipo de comunismo. “El capitalismo, tal y como lo conocemos, está llegando a sus límites”, señala. “Necesitamos grandes estructuras reguladoras para hacer frente al calentamiento global, la desertización, los refugiados, la biogenética”.

En su opinión, esas estructuras no pueden ser los Estados. Zizek habla de entes burocráticos públicos en los que habría expertos pero también miembros seleccionados aleatoriamente, como en los jurados populares. La cuestión es quién controlaría esos entes.

Slavoj Zizek, pensador esloveno un filósofo controvertido y polémico, un agitador de conciencias afiliado a lo políticamente incorrecto. Foto: efe

Y aquí vuelve el Zizek provocador: “La burocracia funciona mejor si se siente aterrorizada. Stalin tuvo una buena idea cuando se le ocurrió aterrorizar no solo a la gente ordinaria sino también a los burócratas”, proclama.

“En mi Estado ideal, puedes ser un burócrata influyente, pero sabes que antes o después puedes perder la cabeza”.
Antes de empezar la comparecencia, Zizek había hecho una petición a los periodistas. “Si es posible, no utilicen una serie de palabras en sus preguntas: ‘brexit’, Le Pen, Macron y Trump. Es muy aburrido”.

Y alguien pregunta por Podemos, la formación española de izquierda, que no figura en la lista de palabras prohibidas. “Estoy perplejo porque aún no sé y temo que ellos tampoco lo sepan, qué es lo que quieren una vez en el poder”, reflexiona.

Ayer miércoles, Zizek comenzó su periplo madrileño con una charla en el Círculo de Bellas Artes para la que hubo colas y mucha gente que se quedó fuera. El 30 en el Reina Sofía volvió a encontrarse con el público con una charla titulada “Lecciones del airepocalipsis”.

“Hay un público sustancial para los trabajos teóricos y de pensamiento”, sostiene. “No es verdad que vivamos tiempos superficiales en los que nadie lee ni profundiza”.