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¿Sabes algo de la Revolución Rusa o eres demasiado millenial?

sábado, febrero 17th, 2018

Hace poco pusimos una nota un tanto polémica diciendo que los chicos de la UNAM no saben quién es Marcos, o sea, el jefe zapatista. Ahora nos vamos unos cuantos años más atrás para explicar cómo fue el acontecimiento más trascendental del siglo XX y cómo todo también terminó en dicho siglo.

Ciudad de México, 17 de febrero (SinEmbargo).- Ahora han comenzado a usarse la palabra soviético, como si no fuera un vocablo vintage y nos dijera algo que está pasando actualmente. Fuimos hace poco a un restaurante llamado así y casi todo era parecido, menos el vodka, una delicia helada.

Pero, ¿Qué ha pasado con la Revolución Rusa?. Juan Andrade y Fernando Hernández Sánchez, ambos editores de AKAL, han sacado un gran libro para conmemorar los 100 años que han pasado desde aquel 25 de octubre de 1917, cuando la ocupación del poder por parte del proletariado y la construcción de una nueva sociedad sin clases se hizo materia.

Una mirada nueva sobre la Revolución Rusa. Juan Andrade, escritor y editor. Foto: Especial

La Revolución rusa cien años después, una visión poliédrica, diversa y coral, de la revolución y el siglo que engendró, por parte de pensadores como Josep Fontana, Leopoldo A. Moscoso, Pablo Sánchez León, Antoni Domènech, Wendy Z. Goldman, Rosa Ferré, Serge Wolikow, Aurora Bosch, Elvira Concheiro, Sebastiaan Faber, Ángel Duarte, Francisco Erice, José Luis Martín Ramos, Josep Puigsech Farràs, José M. Faraldo, Michelangela Di Giacomo, Novella di Nunzio, Jesús Izquierdo Martín, Jairo Pulpillo López, Constantino Bértolo, Guillem Martínez, Álvaro García Linera, Enzo Traverso, Juan Andrade y Fernando Hernández.

Con una portada en rojo, con Vladímir Ilich Uliánov (seudónimo Lenin) poniendo su perfil desafiante, el libro es de ensayos y nos viene ahora en estos momentos tan “neoliberales”, como si nada hubiera ocurrido ayer y nada vaya a pasar mañana.

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“Las revoluciones son excepcionales y no existe ningún algoritmo social que nos permita predecirlos”, dice el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, en un debate para presentar el libro.

Un libro de Akal. Foto: Especial

–¿La revolución rusa 100 años después implica una mirada nueva sobre ese acontecimiento?

–Hombre, nosotros lo hemos hecho con esa idea, con esa intención, una mirada nueva de lo que intuíamos iba a publicarse. Se han publicado o reeditado muchos libros y en varios casos ha predominado una visión moralizante o muy negra sobre la experiencia revolucionaria. Nosotros queríamos ofrecer una mirada más poliédrica. Es cierto que la Revolución Rusa ha tenido una dosis muy grande violencia, pero también ha tenido un crecimiento colosal. Lo que nosotros queríamos, por medio de una obra tan colectiva, es ofrecer múltiples miradas, que se complementasen desde el punto de vista temático, pero que discrepasen entre sí y eso era un poco nuestra originalidad.

–La Revolución Rusa fue una revolución desde abajo, desde la gente del pueblo, pero luego fue perpetuándose en el poder, ¿a quién rescatan?

–Es cierto que fue una revolución desde abajo y también es cierto que se guarda una visión un poco épica de la Revolución que la concibe como resultado de una acción políticamente y teóricamente fundamentada sobre una circunstancias concretas por unas mentes prodigiosas. Sin menoscabo de la genialidad estratégica y táctica de los bolcheviques son esas dinámicas tan complejas de una movilización social autónoma y una orientación política por arriba que en un momento dado convergen. Hay una parte de una la historiografía que lo concibe como un simple Golpe de Estado perpetrado por una minoría exigua, ajena al proceso anterior que quería imponer un modelo totalitario, pero eso no se sostiene. Las revoluciones no se pueden imponer de manera coactiva, sin una base social amplia o por un grupo de intelectuales audaces. En esas lecturas hay mucho idealismo y también mucho paternalismo. En cualquier caso, creo que lo explica muy bien en libro Álvaro García Linera, los momentos clave de la Revolución Rusa son aquellos donde se trata de compatibilizar la energía revolucionaria que llega de toda la sociedad con la articulación de todas las experiencias democráticas hasta la nacional, para lo cual hace falta la acción centralizadora de un Estado. Lo ideal sería que esa acción centralizadora la no asfixiase la fuerza social sino que la canalizase. Construir un Estado democrático y al mismo tiempo fuerte, que no asfixie las fuerzas sociales, es algo muy complicado, sobre todo en Estados que no tienen un pasado republicano fuerte, como el de Rusia. Se recurre al caso de un Leviatán vigoroso para hacer frente a las fuerzas contrarrevolucionarias.

Álvaro García Linera y Pablo Iglesias, presentando el libro. Foto: Especial

–¿Tú escribes desde la Revolución o a partir de la Revolución?

–Todos escribimos desde nuestro tiempo. Es inevitable, hacerlo desde los anhelos y las inquietudes del presente. En este libro, tratamos de incorporar dos cosas. Una es explicar la revolución desde sus propios parámetros y la otra es tratar de ver qué memorias, qué discursos, qué herencia tiene ese acontecimiento sobre nuestra realidad.

–Hay quienes dicen que Stalin no era tan malo, que estaba Lenin detrás de él

–A ver, no hago lecturas moralizantes sobre el pasado. La absolución y la condena pertenecen a sustancias escatológicas y trascendentes. Yo la pregunta la contesto así, ¿qué grado de ruptura marcó Stalin con el proceso anterior y con la Revolución Rusa en sí? Creo que hubo un proceso de ruptura con el leninismo muy marcada. En cierto sentido hay una degeneración del proceso originario, que tiene que ver por un lado con Lenin pero también con esa Guerra Civil que se establece en medio y que condicionan las visiones futuras. Hay un culto a la personalidad, una reclamación de infalibilidad, que están en Stalin y no están en Lenin. En Lenin hay una honestidad intelectual muy fuerte, no tiene empacho en reconocer sus propias equivocaciones o incluso los repliegues en el mismo proceso revolucionario. La cultura stalinista hace de la necesidad una virtud y tiene muchísimos menos elementos de honestidad intelectual. También es cierto que sobre Joseph Stalin se han querido cargar derivaciones de la Revolución que no estaban sobre él, sino sobre Lenin, sobre León Trotski y en el propio curso de un proceso imprevisible dislocado que se va haciendo y deshaciendo como resultado de la aplicación de programas previos, también de circunstancias sobrevenidas, decisiones que se toman en el momento sin saber qué repercusiones va a tener. Lo que yo destacaría en Stalin son sus intentos de ruptura y también sus intentos de continuidad.

–¿Qué pasa hoy con Rusia?

–¿En qué se parece la Rusia de hoy a la Rusia de antes? Bueno, la Revolución genera una memoria muy incómoda y se ha puesto cómo lo ha gestionado Putin. Por una parte se apela a la memoria de la Revolución Rusa porque de ella va a emerger una República Soviética muy poderosa y en Putin laten esos anhelos de grandeza, pero otro lado es una memoria subversiva, pone en evidencia los valores de orden y de jerarquía que se bajan desde el poder. Putin prefiere otras grandezas imperiales que tienen que ver con Pedro El Grande. En otros sectores subyace ese deseo subversivo de irrupción plebeya, pero en general la gente extraña ese orden y ese progreso económico que va desde el stalinismo hasta los 60 y 70 y Leonid Brézhnev, una Rusia estable y no esa Rusia convulsa…

–Los países afectados no guardan una buena idea de la Revolución Rusa, desde Alemania Oriental hasta Rumania, Bulgaria…

–Son países muy distintos, todos con el avance del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial y contra el nazismo. No es lo mismo Checoslovaquia, donde hay un movimiento revolucionario muy fuerte que lugares como Polonia, donde el auge del socialismo se dio por la entrada del Ejército Rojo. El socialismo real se va a romper por ahí. Se va a romper por Polonia y no tanto se va a romper por Rusia.

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“Estados Unidos no cuenta para nosotros”, dice Álvaro García Linera desde México

jueves, octubre 15th, 2015
El renombrado político boliviano ofreció una encendida conferencia en el Foro Eduardo Galeano de la FIL Zócalo. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

El renombrado político boliviano ofreció una encendida conferencia en el Foro Eduardo Galeano de la FIL Zócalo. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

El vicepresidente de Bolivia ofrece una encendida conferencia ante mil personas en la Feria del Zócalo, donde explica los lineamientos del Gobierno de Evo Morales y da cuenta de la nueva situación en Latinoamérica

Ciudad de México, 15 de octubre (SinEmbargo).- En una conferencia que resultó casi un discurso, de pie, con el micrófono en la mano -rodeado del escritor Paco Ignacio Taibo II, el intelectual argentino Ricardo Forster, el poeta venezolano Luis Britto y el antropólogo Héctor García Polanco- el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, habló ante casi mil personas que abarrotaron el Foro Eduardo Galeano, en la Feria Internacional del libro en el Zócalo.

Organizadas por la directora de la Brigada para Leer en Libertad, Paloma Saiz, las charlas en torno a “Qué es Latinoamérica hoy”, en un contexto sudamericano con gobiernos de democracia popular, entre ellos Bolivia, al mando de Evo Morales, propiciaron una visión distinta, alejada de la que ofrecen los medios de comunicación hegemónicos, del continente.

Nacido en Cochabamba el 22 de enero de 1962, Álvaro García Linera es el joven intelectual considerado el cerebro de la experiencia popular en Bolivia, donde las comunidades indígenas han cobrado un papel protagónico, en el marco de un estado de las cosas que en Sudamérica ha sido llamado “el ciclo progresista” de la historia contemporánea, iniciado por Hugo Chávez en Venezuela, Lula Da Silva en Brasil y Néstor y Cristina Kirchner, en Argentina, entre otros.

La vida de Álvaro García está marcada por la lucha por el poder de los pueblos indígenas y las clases trabajadoras. Uno de los momentos que recuerda permanentemente, como un hito en la construcción de su pensamiento y accionar político, es noviembre de 1979.

Un instante de unidad y sublevación del proletariado minero y las comunidades indígenas, todos los elementos que confluyen a través de su vida: “Armé una imagen epopéyica de lo que sucedía. Era el despertar indígena. Se me convirtió en una obsesión entender qué significaba eso, era y hasta ahora soy un marxista seducido por la insurgencia indígena”, dice la página oficial del Vicepresidente boliviano.

Se identifica como “marxista clásico” y la elaboración de su pensamiento proviene de sus primeros años de juventud, cuando se acercó a varios clásicos del conocimiento universal, como Kant, Hegel, Gramsci, Nietzsche y, por supuesto, Marx y Lenin.

En 1981, partió con destino a México, para continuar con sus estudios en matemática en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde obtuvo su pregrado y postgrado. Allí encontró, además, respuestas a algunos de sus interrogantes, gracias al influjo de las guerrillas indígenas campesinas de El Salvador, Guatemala y por el movimiento nicaragüense.

“En ese periodo hallé otra veta. Encontré explicaciones a muchas cosas que no pude con la izquierda boliviana de la Unidad Democrática Popular (UDP), del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), del Partido Socialista 1 (PS-1)”, dice.

En la FIL Zócalo, donde además trajo algunos de sus libros (entre ellos,  Socialismo Comunitario, Las tensiones creativas de la revolución e Identidad Boliviana)  fue recibido con grandes ovaciones y aplausos por un público esencialmente joven que lo escuchó con suma atención durante los 40 minutos que ocupó su alocución. Luego “huyó” literalmente en Metro, para seguir su viaje rumbo a China.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LATINOAMÉRICA?

¿Qué está pasando en Latinoamérica?, es una de las grandes preguntas que se plantean en el continente, destinada a saber si el ciclo progresista concluye, cómo evolucionarán las economías del área y si, en el caso específico de Bolivia, el actual sistema financiero basado fundamentalmente en las exportaciones y en el gas, crecerá hacia formas más armónicas y genuinas.

Para García Linera, Latinoamérica ha vivido en los últimos 10 años “una década virtuosa” precedida por los golpes militares, neoliberalismo que se resumen “en 40 años de retroceso social, político y económico”, al que se suma “un proceso de desindustrialización y sometimiento a los circuitos de la economía mundial”.

La privatización de los recursos públicos, el asesinato de los intelectuales y el exilio de las voces disidentes, pérdida de soberanía, pérdida de los bienes comunes, dieron sustancia a lo que el político boliviano considera “el continente más castigado en la última mitad del siglo XX”.

Sin embargo, el siglo XXI comenzó distinto para Latinoamérica, mediante un proceso diverso, plural, de articulación social, política y gradualmente económica.

“En términos históricos, es muy poco tiempo”, a pesar de lo cual los recientes 10  años han servido para lograr “una serie de conquistas que no podemos menos que celebrar”, afirmó.

Esos logros iniciaron con una recomposición social que si bien no se ha manifestado como el heroico movimiento obrero de los ’40 y ’50, se propone como “un nuevo potenciamiento de la condición obrera”, ahora nómada y fragmentada, en un mundo laboral donde la mujer es líder activa.

Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia y Ricardo Forster, intelectual argentino: el debate latinoamericano. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia y Ricardo Forster, intelectual argentino: el debate latinoamericano. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

En la sociedad latinoamericana del siglo XXI, la juventud tiene un papel también preponderante, ya sea asociándose a los partidos políticos, ya sea generando espacios culturales en forma independiente, pero siempre integrada a los movimientos por los derechos humanos y el medioambiente.

“En el caso de Bolivia, se da además una reemergencia de lo indígena, que desde el centro jala tanto a la juventud como a las fuerzas obrera y universitaria”, explicó Álvaro García Linera, para quien esa recomposición social constituye “una virtud que nos permite pensar en un horizonte revolucionario para adentro y en una articulación regional para afuera”.

Si en el pasado reciente, Latinoamérica vivió el despojo de los bienes públicos estatales, mediante el saqueo a las empresas de gas, telecomunicaciones, petróleo y otras, la primera década del siglo XXI se caracteriza en muchos países del área, incluido Bolivia, por la recuperación de esos bienes que son comunes a todos los habitantes de dichas naciones.

“Ya vivimos en el pasado la vieja receta neoliberal: “estrangulas a las empresas públicas y luego dices que son deficitarias y pesadas y por tanto las privatizas y las saqueas”, dijo García Linera.

En su concepción, quien hoy defienda en el continente la privatización de los bienes comunes del Estado corre el riesgo de ser visto como un “dinosaurio” ideal para aumentar la población en un “Jurassic Park”.

“Un Estado fuerte que controle excedente económico constituye la base material de un Estado soberano”, sentenció, para definir lo que considera “Estados post-neoliberales de gestión económica, a los que no llamo ni comunistas ni socialistas”, que generan tasas de interés distintas a las del mercado, privilegiando en algunos países el valor de uso en el sentido marxista del término sobre el valor de cambio y en otros basándose en el valor de cambio del mercado.

“Soy un leninista convencido, la política es economía concentrada y la economía es política concentrada”, afirmó el mandatario boliviano.

A este proceso se unen los bienes comunes no estatales, como los usos y costumbres para administrar el agua, los bosques y la energía, que dan como resultado la gestión de lo que a todos pertenece, para beneficio de todos, remarcó.

LA POLÍTICA EN LAS CALLES

Para Álvaro García Linera, esta nueva Latinoamérica ha creado también un nuevo contexto de participación política que se da incluso por fuera del Estado, con la gente movilizándose en las calles.

Así es en Bolivia, donde la fuerza del Gobierno no se mide en el Parlamento, sino en las carreteras y en las plazas, describió el Vicepresidente, quien define a este tipo de gobernabilidad como “dual”, desde el Parlamento a las calles, desde el sistema de partidos políticos a sindicatos y organizaciones no gubernamentales.

El Foro Eduardo Galeano abarrotado para escuchar al político boliviano. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

El Foro Eduardo Galeano abarrotado para escuchar al político boliviano. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

“En el caso de Bolivia, los sectores sociales se han convertido en sectores de poder”, manifestó, al tiempo de considerar que gran parte del debate latinoamericano contemporáneo está dado por la paradoja de articular monopolio estatal con movimiento social, cómo se articulan esas dos fuerzas en apariencia contradictoria.

Ese debate ha rejuvenecido a su juicio a las democracias latinoamericanas, dejando sin efecto lo que él llama “democracia fósil”, que es aquella en la que un ciudadano vota cada cinco o seis años y luego deja que los gobernantes decidan sobre las cuestiones esenciales de la sociedad.

Para el político boliviano ya no sirven los textos de Giovanni Sartori ni los de Norberto Bobbio. Para entender la Latinoamérica contemporánea, hay que leer sobre movimientos sociales y avistar la renovación democrática, la reinvención de la política participativa, que caracteriza hoy a gran parte del continente.

“El que esto haya sucedido en forma más o menos simultánea en distintos países latinoamericanos, ha cambiado sin duda la geopolítica continental”, remarcó.

CON O SIN LOS ESTADOS UNIDOS

“Antes de esta última década, ¿cuándo los países de Latinoamérica se reunieron sin la presencia de los Estados Unidos?, denme un solo ejemplo”, desafió Álvaro García Linera.

“En los últimos 10 años, ¿cuándo los países de Latinoamérica se reunieron con la presencia de los Estados Unidos?”, agregó.

“Estados Unidos no cuenta para nosotros. Nos reunimos los latinoamericanos para arreglar nuestros problemas entre nosotros”, afirmó el político sudamericano, logrando con ello un largo aplauso por parte de los asistentes a su conferencia.

Dijo que en su adolescencia creció pensando que las leyes para Bolivia debían leerse en inglés y que viene de los tiempos en que para hacer política en su país una persona debía primero tener la bendición de la embajada de los Estados Unidos.

La sociedad latinoamericana del siglo XXI, en la lupa de los intelectuales. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

La sociedad latinoamericana del siglo XXI, en la lupa de los intelectuales. Foto: Luis Barrón, SinEmbargo

“Nosotros hemos botado al embajador norteamericano y estamos muy contentos sin el embajador norteamericano”, destacó.

“Ahora en Bolivia, si usted quiere ser político, ya no tiene que vestirse de vaquero o de cowboy para ir a las fiestas de la embajada”, agregó.

LA CAMPAÑA FEROZ CONTRA EVO MORALES

En otro tramo de su alocución, Álvaro García Linera contó la “campaña feroz” orquestada por los Estados Unidos contra el Gobierno de Evo Morales, neutralizada por la acción de la UNASUR (organización internacional formada por 12 países latinoamericanos), sin cuya acción “ahora estarían hablando de mí in memoriam”, dijo.

“Sin el Presidente Kirchner, sin el Presidente Hugo Chávez, sin el Presidente Lula Da Silva a nosotros nos hubieran aniquilado. Por tanto, ¿cómo no voy a valorar a esta Latinoamérica emancipada que no le pregunta a los Estados Unidos qué es lo que tiene que hacer?”, afirmó con entusiasmo.

Con respecto al futuro del llamado “ciclo progresista”, Álvaro García Linera afirmó que “todo puede suceder”, porque hay circunstancias como las crisis económicas o la caída de los precios de los minerales, el gas y el petróleo ponen a prueba los distintos procesos revolucionarios de la América Latina.

“Veremos cómo atravesamos esta prueba. Hay la posibilidad de ampliar los procesos, hay la posibilidad de que esos procesos caigan. Todo es posible. En todo caso, ¿qué es lo que hace un revolucionario colocado en un punto de bifurcación? Ve el abanico de opciones y elige la revolucionaria”, dijo.

“Eso es lo que tenemos que hacer. Cada día lo hacemos. Toda revolución es confusa y caótica, corres el riesgo de que te maten, pero no nos atemorizamos, seguiremos haciendo revolución mientras nos quede vida”, concluyó.