Posts Tagged ‘dramaturgia’

ENSAYO desde Juárez | La búsqueda del amor en las obras de la dramaturga chihuahuense Valeria Loera

sábado, octubre 10th, 2020

Bajo el auspicio municipal y el Programa Editorial Chihuahua, una convocatoria ofreció como premio un tiraje de medio millar. Bajo estas condiciones, la dramaturga Valeria Loera resultó galardonada en una de las categorías y dos de sus obras pasaron al impreso: Planeta Kepler o los datos inútiles y Auroras boreales o nos vemos en Alaska.

Lo que deslumbra en la escritura de Valeria es la sencillez con la que aborda uno de los temas vitales para el individuo y la sociedad: el amor. Con gran creatividad, nos muestra una mirada fresca, diferente y auténtica de un tema tan importante y trascendente, que ha sido visitado desde diferentes aristas a lo largo del tiempo.

Por Baudelia Armas Cortés

Ciudad Juárez, Chihuahua, 10 de octubre (JuaritosLiterario).- Un par de obras dramáticas de la escritora chihuahuense, Valeria Loera, recientemente galardonada con el Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo, se publicaron bajo el auspicio del Consejo Municipal de las Artes de Chihuahua capital. Este libro fue presentado a mediados de febrero de este año en la sala Guirnalda del Museo Sebastián.

El Programa Editorial Chihuahua permite que, a través de una convocatoria dividida en tres categorías, participen y expongan su talento los nuevos escritores del llamado estado grande: Soltar las amarras, dirigida a escritores emergentes, Con trayectoria, para quien cuente con por lo menos dos libros publicados e Historias de mi ciudad para todo aquel que aborde temas históricos o culturales de Chihuahua.

El premio de los ganadores consiste en la publicación de su obra con un tiraje de medio millar; además, en la búsqueda de un mayor impacto y lectores, las obras se encuentran disponibles para su consulta y descarga en la plataforma digital del organismo.

Bajo estas condiciones, la dramaturga Valeria Loera resultó galardonada en la categoría Con trayectoria, por lo que Planeta Kepler o los datos inútiles Auroras boreales o nos vemos en Alaska pasaron a la estampa. Ambas ya habían sido montadas y probando fortuna en las tablas, ya sea con la misma escritora como actriz protagónica o como directora. ¡Mujer de teatro!

Como nota aparte, llama la atención que el proyecto editorial del estado haya beneficiado, en la misma categoría, a otras escrituras destinadas para la escena. Me refiero a Dramaturgia doméstica de Raúl Valles, y a Náufragos de la existencia de Adrián Alonso Villegas. Si bien la dramaturgia de Chihuahua cuenta con destacados exponentes (Víctor Hugo Rascón Banda, Manuel Talavera, “Pilo” Galindo o Antonio Zúñiga) resulta necesario voltear la plana a favor de un cambio generacional sobre una misma tradición.

Valeria Edith Loera Gutiérrez es una dramaturga y actriz chihuahuense nacida en 1993, licenciada en teatro por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ha sido becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de dramaturgia; ganadora del premio Municipal de la Juventud y finalista, con mención honorífica, del premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo, que, como ya se dijo, acaba de ganar con su obra ¡Violencia! Como actriz, ha participado en más de veinte obras y espectáculos; ha publicado su trabajo en diversos medios digitales e impresos como: Tierra Adentro, Este País, Pliego 16, Revista Borde, entre otras.

El común denominador del libro en cuestión es la búsqueda del amor. En la primera obra, Planeta Kepler o los datos inútiles, se intuye desde el inicio que cualquier tipo de ser vivo capaz de albergar sentimientos, sea “hombre, mujer, no binario, extraterrestre”, pretende y está en su derecho de encontrar el amor. En cada una de las diez escenas que componen la pieza, se perciben partículas y corpúsculos que al final integran un todo. El proceso de búsqueda del ser amado –después de una decepción amorosa–, lleva a la mujer protagónica a vivir una serie de experiencias intensas y de carácter introspectivo: “¿Qué estoy haciendo aquí?” Para responderse: encontrar el amor; así de convencida se nos muestra, aunque más tarde verá frustrado ese deseo. Tener ideas suicidas y a la vez disfrutar de los atardeceres; padecer de soledad y tristemente constatar que el amor fulgura para todos, pero no para ella. Encontrarse con “él”, al fin, y no tener el valor de decir lo que siente. Tomar las cosas con cierto humor ácido le hace más llevadera la existencia.

Por otra parte, en el siguiente texto dramático, Auroras boreales o nos vemos en Alaska, tenemos a dos mujeres en una estación de trenes, desconocidas y diferentes entre sí, pero tan iguales por las circunstancias que las llevaron ahí. Una de ellas comienza la charla, mientras que la otra, indiferente, apenas contesta y parece no prestar atención. Al cabo de unos minutos, ambas, desde su muy particular punto de vista, reflexionan acerca del amor. En plena conversación se sorprenden, pues jamás pensaron que le podían contar a una persona extraña detalles tan íntimos; surge la empatía entre ellas. Pero ¿por qué Alaska? ¿Qué van a buscar allá? Quizá intentan ser testigos de la aparición de un fenómeno natural que aliente y permita creer que existe ese otro ser especial que las complementaría. Se aproxima el tren, pero solo una de ellas lo aborda, porque “yo ya encontré el amor, tú tienes que ir a buscar el tuyo. No puedo acompañarte ahora, debo hacer algo antes, ir por alguien. Nos vemos en Alaska”.

Lo que deslumbra en la escritura de Valeria Loera es la sencillez con la que aborda uno de los temas vitales, por todo lo que representa en el individuo y la sociedad: el amor. Con gran creatividad nos muestra los hechos que le acontecen a sus protagonistas (en este caso féminas, pero puede ser cualquiera, porque así de universal son los apegos), valiéndose de diferentes recursos. Con la intertextualidad, por ejemplo, da origen a nuevos discursos que atrapan al lector/espectadora: el mito de Zeus, la alusión a la cucaracha (no podemos dejar de pensar en Kafka), los zapatos rojos de la protagonista del Mago de oz, Godzilla, su conocimiento de la cultura japonesa. Todas estas referencia son ingredientes que abonan al peso y valía de las obras.

El detalle del planeta Kepler personificado en la portada de este libro es interesantísimo; por mucho tiempo se ha mencionado la posibilidad de que se puedan poblar otros planetas; pues bien, Kepler cumple con las características básicas para que así suceda.

“Los datos inútiles” no lo fueron del todo tanto, ya que, consultando la página oficial de la NASA y leyendo la biografía de Tycho Brahe, Johannes Kepler e Issac Newton, constaté que sí, sí es posible que el amor pueda llegar a aquel planeta. Asimismo, resulta innegable que al encontrarlo (no me refiero al astro), se puede pelear por él aun yendo en contra de las convenciones sociales y familiares, como ocurre en el caso de la mujer que reconoce haber encontrado el amor en un ser idéntico a ella.

Valeria Loera nos regala en este libro una mirada fresca, auténtica y hasta divertida, de un tema tan importante y trascendente, que ha sido visitado desde diferentes aristas a lo largo de todos los tiempos. Pero ella, Valeria Loera, dramaturga chihuahuense, le da un toque diferente, aderezado de los pequeños momentos que orbitan alrededor de sus obras.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE JUARITOS LITERARIO. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

La escena teatral mexicana a prueba: “puestas en pantalla” realizadas desde el confinamiento

sábado, mayo 2nd, 2020

Tras la cancelación masiva de festivales, temporadas y todo tipo de espectáculo que implique la cercanía y el convivió colectivo, las puestas en escenas se trasladan ahora al streaming a través de plataformas digitales.

A través de una colaboración entre los colectivos de crítica teatral Norteatro (Chihuahua) y Sinestesia Escénica (Michoacán), se ha lanzado una convocatoria para escribir ensayos sobre “puestas en pantalla” y reflexionar sobre el diálogo que entabla el arte escénico con su contexto.

Por Urani Montiel y Said Soberanes 

Ciudad Juárez, Chihuahua, 2 de mayo (JuaritosLiterario).- Vivimos una situación excepcional en la que nuestros quehaceres laborales y pasiones cotidianas se han visto interrumpidos mientras nuestros cuerpos, con una latente posibilidad de contagio, han sido arrojados al confinamiento debido a un virus que parece no ceder.

Estas circunstancias nos han orillado, en tanto observadores de la escena teatral mexicana, a cuestionar nuestras nociones y convenciones sobre el hecho teatral. Tras la cancelación masiva de festivales, temporadas y todo tipo de espectáculo que implique la cercanía y el convivio colectivo han aparecido –a mediados de marzo– producciones audiovisuales en soporte digital que ponen ante la pantalla ejercicios performativos donde el “aquí” y “ahora” se dislocan, favoreciendo una distancia vital ante la pandemia.

Estas “puestas en pantalla”, realizadas a partir del confinamiento y transmitidas en streaming a través de plataformas virtuales, prescinden de la presencia orgánica de los cuerpos (como en el cine), pero inquieren la incertidumbre del presente.

A través de una colaboración entre los colectivos de crítica teatral de Norteatro (Chihuahua) y Sinestesia Escénica (Michoacán), hemos lanzado una convocatoria para escribir ensayos de reflexión sobre puestas en pantalla. En este sentido, nos sumamos a distintas iniciativas que reflexionan sobre el diálogo que entabla el arte escénico con su contexto, su continuidad una vez que se establezcan las condiciones necesarias para el convivio y sobre su posible reacomodo de cara a una inminente crisis económica.

Destaca la respuesta inmediata de Teatro UNAM que, desde marzo, reajustó programación, lanzó convocatorias para producciones teatrales: Escenas a distancia, y armó proyectos audiovisuales exprofeso, como el de Acción + Aislamiento: 15 ejercicios de liberación virtual. Hace una semana, la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral estrenó un canal de YouTube, Artes Escénicas en Virtualidad, con una conferencia en Zoom en donde varios especialistas, como Jorge Dubatti, abordaron el tema del teatro en el contexto del aislamiento social.

Una serie de ensayos de opinión publicados en Hiedra, revista digital de divulgación de las artes escénicas en Chile, indaga sobre los posibles efectos del teatro por streaming o el Teatro Zoom, manifestaciones no antropocéntricas que, según Manuela Infante, resultan in-humanas debido a “la inmanejable interacción de múltiples fuerzas que se tejen en el teatro (espacio, tiempo, sonido, poesía, cosa, cuerpo)”.

Así, afirma la dramaturga y directora chilena, el des-conocimiento del que partimos cuando damos clic en el reproductor de teatro puesto-on-line favorece la transmisión exclusiva de contenidos, pero afecta, por otro lado, la capacidad de lidiar con escenas de opacidad.

Por nuestra parte, pensamos como prioridad dejar testimonio y hacer memoria de la respuesta ante estos acontecimientos que han puesto en pausa (algo que se puede hacer de manera literal en los dispositivos) a teatristas, instituciones y público en general. ¿Cómo ha reaccionado cada uno de estos agentes ante el aislamiento? ¿De qué manera estas condiciones han afectado a la creación/recepción escénica?

La colección de ensayos que estaremos publicando en el portal de Norteatro se centrarán en las condiciones de producción de puestas específicas, prácticas de significación a través del entorno virtual y la fabricación de sociabilidad en sus audiencias que, estaríamos dando por hecho, consumen los videos en un aislamiento semejante.

Deseamos de corazón que la vida se sostenga durante la presente pandemia; sin embargo, mientras la contingencia avanza, podemos ver pedazos de la imagen de un mundo previo al riesgo sanitario latente romperse sutil, pero consistentemente, por lo que creemos urgente empezar a imaginar las formas de remendar lo que podamos del mundo que viene. Pensar hoy lo que le genera y seguirá generando al teatro este Gran Confinamiento.

“Sentí la obligación de escribir sobre la trata y los feminicidios”: “Pilo” Galindo, dramaturgo juarense

sábado, febrero 29th, 2020

El autor chihuahuense habla acerca de Lomas de Poleo y El caimán y los sapos, dos de sus obras de teatro más reconocidas, cada una con una denuncia social: los feminicidios en Ciudad Juárez y la historia de violencia física, sexual y psicológica que vive un grupo de chicas, casi niñas, secuestradas por una red de proxenetas.

Edeberto cuenta cómo le afectaron los crímenes y la responsabilidad que sintió como autor: “Me volví muy psicótico, mis hijas eran adolescentes, muy pequeñas […] “Me estremeció mucho el tema, necesitaba escribirlo y lo hice, por todos los que cierran los ojos para no ver”.

Por Sandra Rosas

Ciudad Juárez, Chihuahua, 29 de febrero (JuaritosLiterario).- Dos de la tarde de un jueves, la ciudad me quema. Estoy en el Sanborns de la avenida Paseo Triunfo de la República, en Ciudad Juárez. Espero al escritor y dramaturgo chihuahuense Edeberto “Pilo” Galindo para una entrevista.

Le he pedido que conversemos sobre dos de sus obras de teatro: Lomas de Poleo (morir con las alas plegadas) y El caimán y los sapos. La primera aborda el tema de los feminicidios en Ciudad Juárez a finales de los años noventa. La otra pieza denuncia la historia de violencia física, sexual y psicológica que vive un grupo de chicas, casi niñas, secuestradas por una red de proxenetas.

Ambos temas, el día de hoy, presentes y urgentes de resolver en todo México. Estoy a punto de apretar play, mientras la ventana pareciera proteger con sus barrotes negros el aire.

***

—Sandra Rosas (S): Sobre la trata de personas en México, ¿quiénes lo saben y por qué lo callan?

—Pilo Galindo (P): Escribí El caimán y los sapos cuando descubrí la historia de una muchacha que logró liberarse de un grupo de proxenetas. Me estremeció mucho el tema, necesitaba escribirlo; lo necesitaba como escritor, como persona, como juarense, como ser humano. Y sí, es muy fuerte, pero debía hacerlo y lo hice, por todos los que cierran los ojos para no verlo, los policías que se corrompen, la gente que vende chucherías y sabe que las chicas están ahí. Yo sentí que era mi obligación.

A mí la obra no me gusta. Entiendo cuando me dice la gente: “¡Ay!, me sentí muy incómoda” … ¡De eso va, de eso se trata! Imagínate, la trata de personas es una historia donde no hay salidas. Por eso, en la puesta en escena de 1939 Teatro Norte tampoco las hay. Aquí no hay para dónde hacerse. Cuando la chica dice “no me gusta mi vida, cómprame el veneno para ratas” al momento de acabársele la esperanza, representó mi pesar cuando empecé a descubrir esas cosas terribles. ¿Cómo se sentirán ellas, ahí, encerradas, salpicadas con su propia sangre? Yo sentí esa obligación, y pensé que con la escritura de la obra me iba a drenar.

Montaje de “El caimán y los sapos”. Foto: Juaritos Literario

El caimán y los sapos es una crítica a nosotros, porque todos somos culpables, corresponsales. Yo soy culpable, me guste o no, soy corresponsable de este asunto, por mi violencia, porque me tardé en dar con este tema. Y, sí, es muy fuerte, pero necesitaba escribirlo y lo hice. He escrito ya sobre las diferencias sexuales, la discriminación por el color de piel, por la religión. En este caso, una noche, estando con mi hija, le pedí que buscara la canción de Chayanne, Un dos tres. Si te das cuenta, todas las personas abrigamos la ilusión de un primer amor y las adolescentes más; por ello, también estamos obligados a ver lo que más nos duele.

Escribir la obra de teatro no va a cambiar el mundo. Picar en tu conciencia, eso es lo que debiera pasar y no pasa. Estamos obligados a ver el lado que nadie quiere ver y que es el que más nos duele. Finalmente, hay que decir que esa mayoría silenciosa que elige no mirar, está ahí a la par de una minoría que se preocupa por el exceso de plástico, por los animales… Esa minoría son gente salvando el mundo sin saber que lo salvan, gente que hace posible un mejor mundo.

—S: ¿Tu teatro es una denuncia?

—P: Claro, desde luego. Es denuncia, una acusación a nosotros como sociedad. Es documento. En este momento alguien se está robando a una niña. No obstante, como decía la chica en escena “El hecho de que hagas una película no va a resolver nada”. Tú vas por la Sullivan, en el Distrito Federal y ves a las muchachas disfrazadas de mujeres, casi en ropa interior, y pasan los católicos por ahí y no las ven, pasan los beatos y no las ven, pasan los policías y no las ven.

—S: ¿Cómo surge la publicación de tus obras completas de teatro?

—P: Hay un premio nacional de dramaturgia que se llama Juan Luis Alarcón. Mi hija y mi esposa le propusieron a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez que me eligieran, pero no quiso. Entonces, la Universidad de Querétaro me propuso. Cuando obtengo el premio, cuando supieron que me había ganado el premio, pues los de aquí de Juárez se agüitaron. Para corregir este descuido, querían publicar todas mis obras. Mi hija Austria hizo la selección. Tenía 60 obras. Luego vinieron y me dijeron “queremos que hagas un cuento sinfónico”; lo hice gratis. Se llenó el teatro. Después, les pedí ayuda con la compra de un boleto de avión para ir a Querétaro y no me lo dieron. Así son estos gobiernos. Usan a los artistas y cuando no les sirven los desechan.

—S: ¿Cómo ve la luz tu obra de teatro Lomas de Poleo?

—Después de que monté Puente negro, alguien me preguntó que de qué iba a escribir en mi siguiente obra. “Yo voy a hablar sobre los feminicidios”, dije. Por ese tiempo estaba escribiendo Amores que matan, en la cual hablé sobre los indocumentados; me gané una mención de honor con ese texto. Tiempo después, cuando trabajaba en Dallas en un McDonald’s, Eduardo Trías me llamó por teléfono y me dijo que se acaba de ganar la beca para escenificar tres obras de teatro. Me propuso que regresara y presentara Lomas de Poleo. “¿Pero Lomas de Poleo? Todavía no la escribo”, le dije. Y me hizo regresar a Juárez.

En esa época me volví muy psicótico, mis hijas eran adolescentes, muy pequeñas, por lo que me afectaron mucho esos crímenes. Lo difícil es que cuando escribes también tienes que ser el asesino. El escritor tiene que convertirse en cada uno de los personajes para poder entrar en diálogo.

En este caso, la escritura vino del caso de Barrio azul. La escribí basándome en el tolteca, en el Egipcio, en los dueños de bares que cometieron muchas atrocidades contra niñas, en eso me basé. Yo pensaba: “A ver, qué tipo de miedos tienen esos tipos. Ellos de lo que tienen miedo es de que descubran quiénes son. Porque ellos son padres, señores de oficina, hombres comunes y corrientes.”

—S: ¿Cómo narrar el feminicidio y escenificarlo sin violentar nuevamente a las víctimas?

—P: Alguien me cuestionó si pondría en el escenario la violación. No, ya las mataron una vez, no hay que volverlas a matar. En la primera escena de Lomas de Poleo, la chica tumba al suelo al violador y le saca el corazón, mientras le preguntaba qué iba a hacer con ella. Volvieron a interrogarme, “Pero, ¿la chica le está haciendo eso al muchacho?”. No, ella le está haciendo lo que a ella le hicieron. Invertimos el papel, porque no quería volvérselos a hacer.

Porque fueron hijas, hermanas, madres y nunca pensaron que les iba a pasar eso. Eran gente como tú y como yo, gente normal que vivió el horror. No estaban tan lejos, pasaron rozándonos el hombro. Eran gente que estaba aquí, oímos su risa. No son distantes.

Fueron a la tienda, fueron al baile, fueron al trabajo, a la maquiladora y no volvieron. “Salí de mi casa y en esta bolsa están todos mis gritos”, dice una chica, en otro momento de la obra. Cuando yo la estaba escribiendo pensaba: “Son niñas, son niñas que un cabrón despedazó y con ello despedazó a mucha gente”.

—S: ¿Cómo te sientes cuando dicen que eres el dramaturgo más famoso de Chihuahua y del Norte?

—P: Bochornoso. Me da pena. Ahora en Guadalajara me decían: “Oiga, lo invitamos allá.” Yo no pasé al público, me da pena. Soy muy vergonzoso. Empecé a mandar obras de teatro a concursos, porque me estaba muriendo de hambre y claro que da gusto pasar de pedir 20 pesos para la gasolina a escuchar que acabas de ganar 50, 000 pesos o 100, 000 pues. Un concurso no hace tu obra mejor, pero te da reconocimiento. Sin embargo, la lisonja no me gusta, huyo de ella. Nunca perseguí eso. No escribo para eso; aunque mentiría si te dijera que no me gusta el reconocimiento. Yo me estaba muriendo de hambre.

—S: ¿Sobre qué estás escribiendo ahora?

—P: Ahora estoy hablando sobre el abandono. Cuando nos hacemos mayores, cuando nuestros padres se hacen mayores dejamos de oírlos, de verlos. Muriel Barbery decía que dejamos a los mayores en esos mataderos como a un perro viejo.

Así hacemos con nuestros padres, con nuestros abuelos. Y pienso que a mí me hizo falta abrazarlos, quererlos más. Yo vivo casi al resguardo de mi máquina de escribir, me refugio mucho en mi trabajo. A lo mejor y debo escribir obras más esperanzadoras. ¿Tú crees que hay esperanza? La esperanza también es una ilusión.

—S: ¿Pilo Galindo en un par de palabras?

—P: ¿Sabes que soy autodidacta? Yo no estudié ni español, ni gramática, ni dramaturgia. Cuando imparto un taller de dramaturgia y me preguntan “maestro, ¿qué método va a utilizar?”, siempre digo, “pues, el mío”. Ese es el único que conozco. Creo que si los escritores no tienen nada que decir, no deberían escribir. No solo porque esté de moda un tema hay que escribir sobre él. Víctor Hugo Rascón Banda decía que mi teatro se parece mucho a el teatro alemán. Pero, yo no lo sé. A mí solo me gustaría que mi trabajo, el trabajo de Pilo, se conociera.

Le pido que me firme el libro Antología teatral y nos despedimos con un abrazo.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE JUARITOS LITERARIO. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Un laboratorio de reseña crítica y la dramaturgia convergen en la Muestra Nacional de Teatro en Colima

sábado, noviembre 30th, 2019

El fin de la Muestra Crítica 2019 es reseñar cada uno de los montajes. En un taller de escritura, el crítico trabaja su texto con una de las editoras y entre correcciones y ajustes, se llega a un consenso. La multiplicidad de miradas ayuda a ser cautos con los juicios, matizar las impresiones y profundizar la mirada.

Un grupo de diez personas asiste a todas las funciones y la asignación de las obras para los textos, hasta cuatro por crítico, es aleatoria. Al día siguiente, se reflexiona y discute sobre los lenguajes escénicos, la dramaturgia, la producción, los procesos creativos y el público al que va dirigida la puesta en escena.

Por Carlos Urani Montiel

Ciudad de México, 30 de noviembre (SinEmbargo).- Por tercer año consecutivo, Luz Emilia Aguilar Zinzer e Ilona Goyeneche han logrado conjuntar a un equipo de trabajo que se encarga de dar seguimiento a través del ejercicio de la crítica a la programación del evento teatral más importante a nivel nacional. La labor de estas curadoras, programadoras y especialistas en el estudio del arte dramático va desde la gestión del proyecto –mediante la convocatoria, selección de participantes y obtención de recursos–[1] hasta el cuidado editorial del último punto y coma de cada reseña crítica. En estas líneas, me propongo describir la experiencia del trabajo realizado en el laboratorio de crítica teatral, al que asisto por segunda ocasión.

La Coordinación Nacional de Teatro, dependiente del INBAL, exhibe en promedio entre 35 y 40 puestas en escena que, durante poco más de una semana, dan vida y forma a la Muestra Nacional de Teatro, un evento anual que en su edición número 40 se celebra en la ciudad de Colima, del pasado 21 hasta este día 30 de noviembre.

El cometido de la Muestra Crítica es reseñar cada uno de los montajes; para lo cual, un grupo de diez personas, más las dos coordinadoras y una editora general (Araceli Álvarez), asiste a todas las funciones programadas. La asignación de las obras, de tres a cuatro por crítico, se realiza de manera aleatoria, en función de los tiempos de entrega y buscando evitar que alguien escriba sobre una puesta en escena procedente de su mismo estado o que ya haya analizado con anterioridad.

Cabe señalar que, en esta ocasión, el equipo se conforma por representantes de ocho entidades: Carlos López Díaz (Nuevo León), Enrique Arroyo Bernal (Jalisco), Guadalupe Gómez (Hidalgo), Juan Carlos Araujo y Marysol Cordourier (Ciudad de México), Karla Gómez (Chiapas), Katia Rejón y Ricardo Tatto (Yucatán), Sonia Díaz (Oaxaca) y quien aquí suscribe, de Chihuahua. La distribución previa permite que los críticos se presenten a los distintos inmuebles con una investigación de fondo, habiendo leído el texto dramático o el dossier de cada producción.

Al día siguiente de las funciones, tres o cuatro diarias, nos reunimos en un foro en el que reflexionamos y discutimos sobre los lenguajes escénicos, la dramaturgia y los contextos de producción de cada puesta en escena. La discusión en la que todos participamos la guía aquel quien va a firmar la crítica. La multiplicidad de miradas nos ayuda a ser cautos con los juicios, a matizar las impresiones y a profundizar la mirada.

Nos interesa comprender al público a quien va dirigida la obra, el espacio escénico en donde se montó originalmente, las líneas curatoriales con que se decidió incluirla como parte de la Muestra,[2] así como los procesos creativos y tomas de decisiones que dieron voz y cuerpo a lo que ocurrió ante los espectadores.

Posteriormente, en un formato de taller de escritura, el crítico trabaja su texto con una de las editoras. Entre correcciones, ajustes y versiones se llega a un consenso que satisface a ambas partes y que conserva el eco de las discusiones grupales. El producto final se enriquece con las fotografías de Raúl Kigra y José Jorge Carreón. La página oficial del evento, a través de la Coordinación de Difusión y Editorial, hospeda y difunde cada reseña crítica, producto de una labor conjunta y de arduas jornadas de trabajo e intercambio.

Nos complace que el ejercicio de la crítica tenga cabida y se vuelva consustancial a las actividades de la Muestra Nacional de Teatro. El laboratorio dirigido por Luz Emilia Aguilar Zinzer e Ilona Goyeneche es un espacio que propicia el diálogo con los creadores artísticos y promueve el respeto hacia una escena teatral de la que también somos parte. En un ambiente de formación, los lazos intelectivos y argumentales se entrelazan sobre una red interpersonal afectiva donde las opiniones, emociones y experiencias se convierten en un conocimiento que transita de manera horizontal. La Muestra Crítica espera con ansias la edición número 41 de la MNT.

[1] La Muestra Crítica se sostiene, en gran medida, gracias al apoyo del Goethe-Institut Mexiko.

[2] La dirección artística de la 40 MNT estuvo a cargo de María del Carmen Cortés, Aracelia Guerrero, Rodolfo Guerrero, Abraham Oceransky y Circee Rangel, quienes escogieron un total de 34 obras.

Broadway apaga sus luces durante un minuto para rendir homenaje a Sam Shepard

miércoles, agosto 2nd, 2017

Tras el fallecimiento del dramaturgo estadounidense Sam Shepard, los letreros de Broadway permanecieron apagados por un minuto. Esta es una de las múltiples muestras de condolencia que ha realizado Hollywood.

Broadway apagó sus luces durante un minuto en señal de duelo, tras la muerte de Sam Shepard este jueves. Foto: AP

Nueva York, 1 de agosto (EFE).- Los letreros luminosos de Broadway permanecerán apagados el miércoles durante un minuto en memoria del recién fallecido Sam Shepard, que murió el pasado jueves por complicaciones de la enfermedad neuronal que padecía.

La Broadway League anunció hoy que los teatros de Nueva York apagarán sus luces el 2 de agosto a las 19:45 hora local, en señal de duelo por la muerte del celebrado dramaturgo y actor.

El mundo del teatro continúa así con una tradición que, según coinciden en señalar los expertos, se inició en 1952 tras el fallecimiento de la actriz de musicales Gertrude Lawrence.

Con este teatral homenaje el gremio quiere reconocer la trayectoria profesional del ganador en 1979 de un premio Pulitzer por la pieza dramática “Buried Child”.

“Sam Shepard fue un narrador prolífico, creador de una obra provocativa, fascinante y reflexiva para Broadway, el circuito teatral alternativo y el cine”, aseguró Charlotte St. Martin, presidenta de la Broadway League en el comunicado.

“La originalidad de su voz fue un atractivo para el público y tuvo una influencia innegable en otros artistas”, agregó.

El dramaturgo y actor falleció a los 73 años el pasado 27 de julio por complicaciones derivadas de la esclerosis lateral amiotrófica que padecía.

El anuncio se suma a las múltiples muestras de condolencia que el mundo del espectáculo ha manifestado desde que se conociera la noticia.

Sam Sheppard, el artista que revolucionó Broadway y dio voz a una sociedad acechada por el rechazo

martes, agosto 1st, 2017

Hijo de un maestro de escuela alcohólico, Sam Shepard, fue uno de los dramaturgos más influyentes de Broadway. Murió a los 73 años de edad.

Nueva York, 1 de agosto (AP).- Suficientemente viejo como para ver desaparecer el mundo rústico de su niñez, Sam Shepard fue un nuevo tipo de hombre que renovó el lenguaje del teatro estadounidense.

En True West, Buried Child y otras obras revolucionarias, los personajes de Shepard hablaban con una dura poesía y una introspección cruda rara vez escuchada de un hombre o una mujer del oeste estadounidense. Al igual que William Faulkner al escribir sobre el sur del país, Shepard le dio voz a una sociedad acechada por el rechazo y la derrota y un temor a estar del lado errado de un viejo argumento moral.

“Hay algo oculto, profundamente arraigado en el hombre angloamericano que tiene que ver con inferioridad, que tiene que ver con no ser un hombre, y siempre, continuamente tener que representar alguna idea de hombría que es invariablemente violenta”, dijo Shepard, fallecido la semana pasada a los 73 años, al New York Times en 1984. “Este sentido de fracaso corre muy profundo — quizás tiene que ver con que la frontera sea sistemáticamente incautada, con la culpa de haber conseguido este país aniquilando una raza nativa de personas, con toda la ética laboral protestante. No puedo identificarlo, pero es fuente de mucha curiosidad para mí”.

El apuesto y taciturno Shepard fue moldeado por la vida fronteriza que lloró y criticó y por los cambios revolucionarios de la era post Segunda Guerra Mundial que ayudaron a vencerla. Parecía un heredero de Gary Cooper y otros astros de westerns de Hollywood, pero era un artista para una época rebelde y desafiante. En su obra de un solo acto de 1971 Cowboy Mouth, que escribió con su entonces novia, la músico y poeta Patti Smith, un personaje dice: “La gente quiere un ángel callejero. Quiere un santo pero con boca de vaquero”, un papel que Shepard representó para muchos.

“Básicamente escribía para actores”, dijo Shepard a The Associated Press en el 2011. “Y los actores parecían apropiarse inmediatamente de ellas, de su ritmo, del sonido y de los personajes. Comencé a entender que hay una posibilidad de conversación entre los actores y así fue como empezó todo”.

Shepard era más recordado por sus obras desgarradoras y su papel prominente en el movimiento Off-Off-Broadway. Su drama de 1979 Buried Child ganó el Pulitzer de teatro. Otras dos obras, True West, sobre dos hermanos en guerra, y Fool for Love, sobre un hombre que teme que se está convirtiendo en su padre, también fueron nominadas a este premio.

Sus muchos créditos en el cine incluyeron Days of Heaven (Días de gloria) de Terrence Malick, Steel Magnolias (Magnolias de acero), The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) y Mud (El niño y el fugitivo) del 2012. Fue nominado a un Oscar por su interpretación del piloto Chuck Yeager en The Right Stuff (Los elegidos) de 1983 y escribió el aclamado drama de Wim Wenders de 1984 París, Texas. Actuó con mayor frecuencia con el pasar de los años; apuntó que con una película podían pagarse 16 obras de teatro.

“Siempre sentí que la dramaturgia era el hilo conductor de todo”, dijo Shepard en el 2011. “Si lo piensas, el teatro contiene todo. Puede contener al cine, pero el cine no puede contener al teatro. Música, danza, pintura, actuación. Es todo”.

Samuel Shepard Rogers VII nació en Fort Sheridan, Illinois, en 1943. Vivió por el suroeste estadounidense de niño, pero pasó gran parte de su tiempo en una hacienda aguacatera en Duarte, California. Su padre era un maestro de escuela alcohólico y expiloto del ejército; Shepard más adelante escribió con frecuencia sobre los daños cometidos por borrachos, incluyéndose. Sus primeras obras — ataques verbales fogosos y surrealistas — empujaron al teatro estadounidense en una dirección energizada y frenética que iba a tono con los tiempos. Shepard, también un baterista, consiguió su propio ritmo de rock ‘n roll. En busca de espontaneidad, inicialmente se negó a reescribir sus borradores, una estrategia que luego desestimó como “simplemente estúpida”.

Su conexión con la música fue duradera. Acompañó a Bob Dylan en la gira de 1975 Rolling Thunder Revue y con Dylan escribió Brownsville Girl, un relato lleno de imágenes de vaqueros que incluía al menos una línea que uno esperaría oír en una obra de Shepard: “Es extraño cómo la gente que sufre junta tiene conexiones más fuertes que la gente que está más contenta”. Shepard y Patti Smith fueron amigos toda la vida. “Simplemente somos iguales”, dijo Smith una vez. “Cuando Sam y yo estamos juntos, no es como ningún momento en particular”.

Mientras hacía la cinta biográfica de 1982 sobre Frances Farmer, Frances, conoció a Jessica Lange y los dos permanecieron juntos casi 30 años. Tuvieron dos hijos, Hannah Jane y Samuel Walker, y una relación de extraordinaria intensidad antes de separarse en el 2009. Lange una vez dijo de Shepard: “Ningún hombre que haya conocido se compara a Sam en términos de hombría”.

En su libro de 1982 Motel Chronicles, Shepard dijo que se sentía como si nunca hubiera tenido un hogar. Ese sentimiento, reconoció más tarde, lo mantuvo siempre.

“Básicamente vivo en un camión”, dijo Shepard en el 2011. “Me siento más en casa en mi camión que en cualquier otra parte, lo que es algo triste que decir. Pero es verdad”.