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La UNAM busca aprovechar residuos de la industria tequilera para producir biocombustible

domingo, mayo 17th, 2020

En sus investigaciones, los especialistas buscan enzimas denominadas inulinasas, presentes en microorganismos aislados del bagazo y tras estudiarlas, pretende obtener fructosa y moléculas conocidas como fructooligosacáridos (FOS), dijo la investigadora del Departamento de Alimentos y Biotecnología de la FQ, Carmina Montiel Pacheco.

México, 17 de mayo (EFE).- Las 400 mil toneladas de bagazo y las 300 mil toneladas de hojas de la planta de agave, residuos que anualmente produce la industria tequilera en México buscan ser aprovechados por investigadores de la Facultad de Química (FQ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En un comunicado de la institución, se señaló que como hasta ahora esas miles de toneladas de residuos “no tienen un uso determinado” los científicos mexicanos trabajan en diferentes proyectos para producir fibra dietética, prebióticos, jarabe de alta fructosa y biocombustibles, entre otros productos

En sus investigaciones, los especialistas buscan enzimas denominadas inulinasas, presentes en microorganismos aislados del bagazo y tras estudiarlas, pretende obtener fructosa y moléculas conocidas como fructooligosacáridos (FOS), dijo la investigadora del Departamento de Alimentos y Biotecnología de la FQ, Carmina Montiel Pacheco.

Anualmente 400 mil toneladas de bagazo y 300 mil toneladas de hojas de la planta de agave podrían aprovecharse. Foto: UNAM

Explicó que las hojas contienen alrededor del 20 por ciento (peso seco) de agavina o inulina de agave, un polímero de fructosa ramificado que puede ser utilizado como fibra dietética.

Contó que hasta el momento, los científicos de la UNAM han aislado levaduras, bacterias y hongos provenientes del bagazo de agave y del agave propio.

“Estos microorganismos pueden degradar y aprovechar la inulina; contienen enzimas capaces de hidrolizarla (romper), y eso se podría usar para producir prebióticos y favorecer una microbiota sana en los humanos”, dijo Montiel Pacheco.

Además, servirían para generar fructosa, que puede ser utilizada para producir jarabe de alta fructosa (endulzantes), biocombustibles y polímeros biodegradables.

Explicó que en los procesos industriales actuales, la fructosa, que se utiliza en la industria alimenticia (en la elaboración de mieles y refrescos (gaseosas), se obtiene del almidón y una alternativa podría ser mediante el uso de la agavina.

La investigadora relató que su trabajo ocurre en torno a microorganismos productores de enzimas (inulinasas), moléculas biológicas que se obtienen a partir de residuos de agave tequilero.

Dijo que los prebióticos que se obtengan a partir de la inulina del agave podrían aplicarse también en el área de alimentos, pues tienen bajo aporte calórico y alto poder edulcorante.

“Pueden ser el alimento de los probióticos, es decir, de los microorganismos que viven en el intestino grueso o en el colon y, por lo tanto, producir una microbiota sana, ayudar a la absorción de elementos como el calcio y mejorar el sistema inmune en niños”, expuso.

En México, la producción anual es de cerca de 350 millones de litros de tequila y en su proceso se utilizan más de un millón de toneladas de agave.

En el proyecto también colabora la investigadora Julia Sáinz, del Instituto Rocasolano de Madrid, España.

Además de Eduardo Bárzana, del mismo Departamento de Alimentos y Biotecnología; Ismael Bustos, de la Facultad de Medicina; Javier Plasencia, del Departamento de Bioquímica de la FQ junto con estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado.

EU: Estudios revelan que el maíz podría optimizar la producción de biocombustibles

lunes, enero 21st, 2019

El experto y sus colegas de la LSU han sido los primeros en analizar a “nivel atómico” un tallo de una planta de maíz “inalterada” con tecnologías de alta resolución, concretamente con un instrumento de espectroscopia de resonancia magnética nuclear, precisan.

Londres, 21 de enero (EFE).- La estructura molecular de la planta del maíz aún guarda secretos que podrían ayudar a los expertos a optimizar la producción de biocombustibles, según han descubierto un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Louisiana (LSU), en Estados Unidos.

Su trabajo, publicado hoy por la revista Nature, presenta detalles de una “arquitectura” interna desconocida hasta ahora, lo que da más valor incluso a esta planta, la más importante desde el punto de vista económico en ese país.

“Nuestra economía depende del etanol, por lo que resulta fascinante que no hayamos tenido antes un conocimiento más preciso y completo de la estructura molecular el maíz”, señala en un comunicado Tuo Wang, líder del equipo de investigación del Departamento de Química de la LSU.

Actualmente, explica, “casi toda” la gasolina que se consume en el mundo contiene en torno a un 10 % de etanol, mientras que un tercio de toda la producción de maíz en EE.UU. se destina a producir ese alcohol.

“Si al final pudiéramos incluso mejorar la eficiencia de la producción de etanol en un 1 o 2 por ciento, ello podría aportar beneficios significativos a la sociedad”, destaca Tuo Wang.

El experto y sus colegas de la LSU han sido los primeros en analizar a “nivel atómico” un tallo de una planta de maíz “inalterada” con tecnologías de alta resolución, concretamente con un instrumento de espectroscopia de resonancia magnética nuclear, precisan.

“Nos ha sorprendido. Los hallazgos, de hecho, contradicen los libros de texto”, dice Tuo Wang.

Hasta ahora, se creía que la celulosa de esta gramínea, un carbohidrato complejo rígido que actúa como andamiaje en este y otro tipo de plantas, estaba directamente conectada con un polímero impermeable llamado lignina.

No obstante, constataron que la lignina tiene un contacto limitado con la celulosa dentro de la planta y que, en realidad, es otro carbohidrato, el “xylan”, el que funciona como un pegamento para unirlos.

Su investigación es importante porque las propiedades impermeables de la lignina dificultan la producción de etanol, ya que impiden que los azúcares se transformen en el alcohol dentro de la planta.

La comunidad científica, recuerdan, lleva años tratando de mejorar las técnicas de modificación de la estructura interna de estas plantas e investigando con otras especies más propicias, si bien lo han hecho sin tener una “radiografía” completa de su estructura molecular.

“Es posible que tengamos que investigar más para lograr un mayor grado de optimización en los métodos de producción de etanol, pero se abre una puerta a nuevas oportunidades para mejorar la manera en que procesamos este valioso producto”, apunta Tuo Wang.

Por ejemplo, agrega, será necesario “diseñar enzimas o químicos” capaces de “romper eficazmente el núcleo de la biomasa” de una planta, un enfoque que puede ser aplicado a las biomasas de otras plantas u organismos.

Mexicana trabaja en proyecto para crear biocombustible de segunda generación con restos de piña

jueves, enero 4th, 2018

Los combustibles de origen biológico pueden sustituir parte del consumo en combustibles fósiles tradicionales, por ello, la estudiante de ingeniería en industrias alimentarias Adriana Barona puso en marcha un proyecto para obtener energía a partir de los restos de la piña.

México, 4 enero (EFE).- La cáscara y otros restos de frutas como la piña son útiles para crear bioetanol, un biocombustible de segunda generación más comprometido con el medio ambiente, informó hoy el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT).

Los combustibles de origen biológico pueden sustituir parte del consumo en combustibles fósiles tradicionales, por ello, la estudiante de ingeniería en industrias alimentarias Adriana Barona puso en marcha un proyecto para obtener energía a partir de los restos de la piña.

La ganadora de la categoría Energía del concurso “Vive conCiencia 2017” indicó que urge empezar a utilizar biocombustibles de segunda generación ya que los de primera no resultaron ser del todo respetuosos con el medio ambiente y “trajeron también grandes problemas sociales y ambientales”.

El bioetanol es un ejemplo de ello ya que “se produce a partir de fuentes de carbohidratos mediante la fermentación microbiana, especialmente por la levadura Saccharomyces cerevisiae”.

La biomasa lignocelulósica con la que se origina este combustible -que propone una alternativa al monopólico consumo de los combustibles fósiles- no competiría con los cultivos alimentarios.

Además, las materias primas lignocelulósicas tienen un precio más competitivo que las materias primas agrícolas convencionales.

Barona explicó que los subproductos de la industria del jugo- constituidos por la cáscara- son habitualmente desechados o utilizados para la alimentación de ganado bovino, desaprovechando el valor de los mismos.

“El impacto ambiental que se pretende generar al desarrollar el método de producción de bioetanol de segunda generación es producir un combustible cuyo proceso de producción sea más ecológico, al aprovechar en mayor cantidad la planta (materia prima)”, aseguró.

Un proceso de segunda generación presenta índices de conversión más elevados, lo cual se traduce en menor cantidad de residuos y una mejora de la huella de carbono, concluyó.

Científicos alemanes transforman aceite de colza en biodiésel para vehículos actuales

sábado, junio 17th, 2017

La Unión Europea (UE) apunta a que, para 2020, el 10 por ciento del combustible utilizado en el transporte provenga de recursos renovables.

Washington, 17 junio (EFE).- Un proceso químico diseñado por científicos de Alemania puede transformar una mezcla de aceite de colza en combustible diésel sustentable apto para los motores tradicionales, afirma un estudio publicado en Science Advances.

El desarrollo podría permitir que los vehículos actuales reciban este combustible, en lugar de modificar los automóviles para que funcionen con diésel de origen vegetal.

La Unión Europea (UE) apunta a que, para 2020, el 10 por ciento del combustible utilizado en el transporte provenga de recursos renovables.

Sin embargo, los motores diésel tradicionales no están diseñados para utilizar los combustibles de origen vegetal.

“Los autos que funcionan con biodiésel puro requieren motores especialmente diseñados”, sostuvo Lukas Goossen, quien lideró este estudio.

El biodiésel tiene propiedades diferentes de las que tiene el combustible mineral, por ejemplo, el punto de ebullición, lo que provoca que se evapore solo parcialmente y se deposite en el motor.

Ante este desafío técnico, un grupo de investigadores de Alemania desarrolló este proceso químico que transforma una mezcla de aceite en un combustible apto para los motores actuales.

“Esto demuestra que el desafío apremiante de incrementar la fracción de renovables en los combustibles puede encararse de forma puramente química”, apunta el estudio.

Para lograrlo, diseñaron un modelo con un auto que poseía un motor diésel en miniatura, en el que pudieron probar que el combustible funcionaba.

Uno de los principales elementos utilizados en este estudio fue el etileno, un gas inflamable sin color con el que lograron transformar las largas cadenas de carbono del aceite de carbono.

El etileno logró que estas cadenas, estructuras de átomos, fueran más cortas en la mezcla de compuestos que resultó del proceso.

Según Goossen, el proceso “virtualmente no requiere de energía” y podría utilizar recursos renovables completamente, pues el etileno puede partir del maíz y otros vegetales.

El experimento aún es muy incipiente y está lejos de ser comercializado, pero los investigadores continuarán enfocados en encontrar nuevos usos para esta técnica y en bajar los costos de esta producción.

Estudiante mexicano crea biocombustible a partir de lirio acuático

lunes, enero 16th, 2017

El lirio acuático, considerado plaga en los canales del área natural protegida (ANP) de Xochimilco, es una de las plantas con mejor reproducción y tasa de crecimiento, por lo cual se extiende rápidamente y forma tapetes o esteras constriñen las plantas nativas sumergidas y flotantes en los cuerpos de agua, disminuye la entrada de luz y merma el oxígeno disuelto en el agua. El método creado por este mexicano convierte esta planta en biocombustible.

Foto: Especial Conacyt / UNAM

Foto: Especial Conacyt / UNAM

Por Génesis Gatica Porcayo

Ciudad de México. 13 de enero de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Con el fin de disminuir la contaminación ambiental y al mismo tiempo contribuir a eliminar la plaga de lirio acuático —considerada como una de las más incontrolables por su alta capacidad de reproducción— el estudiante de 19 años José Alberto Espejel Pérez creó un método que convierte esta planta en biocombustible.

La intención de dicho descubrimiento es que en un futuro cercano este producto pueda utilizarse como una vía segura que sustituya los combustibles hechos a base de hidrocarburos y que además tenga una producción y alcance accesible para toda la población.

Actualmente el proyecto se encuentra con la patente en trámite y se espera que para el año 2020 pueda concluirse oficialmente.

Con la reciente aprobación y elogios por parte de los ganadores del Premio Nobel 2016 por exponer este proyecto en el Seminario Internacional Juvenil de Ciencia en Estocolmo, Suecia, el estudiante de la licenciatura en ingeniería ambiental de la Universidad La Salle contó para la Agencia Informativa Conacyt las razones e impresiones que esta investigación ha generado a nivel mundial.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿De qué trata este proyecto y cómo surgió la idea de materializarlo?

José Alberto Espejel Pérez (JAEP): Es acerca de la producción de bioetanol a partir de lirio acuático y la idea comenzó en la preparatoria, en el Centro Universitario México (CUM), gracias a una actividad extraescolar que se llama Jóvenes en la Investigación, en la que hay maestros que te asesoran en las áreas de biología, física, matemáticas, psicología y química.

Escogí el área de química y, con ayuda de mi maestra asesora, se llevó a cabo. Ella tiene inclinación por el estudio de los lirios; sin embargo, no había algún protocolo de este tipo.

Es así como iniciamos la investigación de manera básica y después surgieron las preguntas sobre cómo trataríamos el lirio: líquido, composta, en pilas de carbón, etcétera. Comenzamos a ver varias opciones y una de esas fue hacer bioetanol.

Después de concretar el manejo de la materia empezamos a revisar la bibliografía necesaria de los procesos actuales de revisión de etanol y así identificar los procesos que más se adecuaran al tratamiento del lirio.

AIC: ¿Podrías explicar en qué consiste el proceso de conversión?

JAEP: Todo empieza con la colecta de la planta y se trabaja de manera íntegra, después pasamos a molerla hasta producir una especie de jugo, que va a una fase de pretratamiento y consiste nada más en elevar la temperatura para deshacer la planta en su interior.

Posteriormente, pasa a una de las fases más importantes llamada hidrólisis y trata de agregar ácido —en este caso ácido sulfúrico (H2SO4)— a la mezcla para que funcione como catalizador y así con la molécula del agua, literalmente, se rompen todas las estructuras y cadenas de la planta, y para que esta mezcla no permanezca en niveles altos de acidez, se le agrega una base —hidróxido de sodio (NaOH)— para que de esta manera neutralice fuertemente.

El resultado de este proceso es la formación de una sal, además de que se queda la materia que no se pudo degradar con ninguno de los procesos anteriores de acidificación y neutralización de la mezcla, lo cual es completamente normal.

Se filtra la masa no degradada y sale una especie de lodo que es materia orgánica que resultó de la planta, además de un jarabe que es ya la concentración de azúcares en el que se encuentran la glucosa, fructosa, maltosa, etcétera, enfocándonos más en la glucosa en esta primera parte del proyecto.

El jarabe que resulta de este proceso se fermenta y se utiliza la levadura comercial Saccharomyces cerevisiae, mejor conocida como levadura de cerveza y que es muy utilizada en el mundo de la panadería.

Después de cinco días de fermentación destilamos la mezcla y de esta manera se obtiene el alcohol.

En la experimentación inicial era mucho pedir que saliera una sola gota de bioetanol, ahora ya sabemos que por cada kilo de lirio que se recolecta obtenemos veinte mililitros del producto.

AIC: ¿Cuáles son las aplicaciones prácticas que este proyecto podría tener?

JAEP: El proyecto en general tiene dos ejes: el primero es ocupar el lirio acuático para eliminar la plaga, ya que esta planta es considerada como tal y, de hecho, está catalogada como una de las diez plagas más agresivas del mundo, y es por su comportamiento invasivo y altos índices de reproducción que queríamos ayudar a todas las zonas infestadas como Xochimilco.

El segundo eje fue este proceso de obtención de etanol. En otros países ya se utiliza el alcohol a partir de la caña de azúcar, maíz y otros residuos aplicándolo en los autos como aditivos en la gasolina o aplicándolo directamente en el motor.

Si lo ves como mezcla, está reemplazando aditivos con contenido de plomo o compuestos de nitrógeno en su fórmula, los cuales perjudican la calidad del aire, y si se utiliza de manera íntegra, es mucho mejor ya que se reemplaza la gasolina en su totalidad.

AIC: Esta investigación te ha llevado a viajar por muchos lugares con el objetivo de exponer lo descubierto, ¿cómo ha sido el recibimiento de este trabajo?

JAEP: Ha sido muy bien recibido, utilizamos como primera vía de divulgación la ExpoCiencias Metropolitana que organiza el Instituto Politécnico Nacional (IPN) a través de la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME), unidad Culhuacán, y la Red Nacional de Actividades Juveniles en Ciencia y Tecnología.

En 2014, había participado con otros proyectos; en 2015, estuvimos en la etapa metropolitana, gané el primer lugar en mi categoría, así como el pase nacional, y para diciembre de 2015 viajé a Tampico, Tamaulipas, para las nacionales donde gané el primer lugar absoluto que me dio la oportunidad de participar en el Seminario Internacional Juvenil de Ciencia de Estocolmo en Suecia.

En ese seminario en Suecia participamos 25 chavos de 18 países y me tocó ser el único representante de México.

Durante la estancia en aquel país me sorprendió mucho el recibimiento del proyecto, ya que es conocido que ellos tienen un buen manejo de residuos y buena producción de etanol, por lo tanto, pensé que no les enseñaba nada nuevo.

Sin embargo, fue todo lo contrario, pues, en primer lugar, en Suecia no se producen estas plantas por tratarse de plaga de clima tropical y el hecho de combatir dos problemas —mejorar calidad de aire y detener la plaga-– en un solo producto llamó fuertemente la atención de los especialistas.

Anterior a este viaje a Suecia visité Campeche y puedo considerar que ha sido la mejor conferencia que he tenido, ya que en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado (Cecytec) expuse a un público de mil 300 estudiantes aproximadamente y el proyecto fue muy bien recibido, pues en la zona tienen este problema de plaga, por lo que me abrieron las puertas para trabajar en el área.

AIC: ¿Quién te asesoró en este proceso?

JAEP: Fue la doctora Norma del Rocío Mireles López y se especializa en el campo ambiental. De hecho, el proyecto empezó con cuatro alumnos, pero a los dos meses y por diferentes circunstancias salieron dos miembros.

Después de la renuncia de los dos integrantes, quedé con otro compañero y con él ganamos la etapa metropolitana, pero ya en la fase nacional me quedé solo y fue con la ayuda de la doctora Norma que el proyecto se sacó adelante y pudimos llegar hasta donde estamos hoy.

AIC: ¿Qué significa para ti ser parte de un proyecto de esta magnitud y cuál es el siguiente paso?

JAEP: Honestamente yo empecé este proyecto sin expectativas de nada, pero con el tiempo empecé a darme cuenta que tenía mucho potencial y seguí trabajando a pesar de las dificultades.

Para mí, la ciencia es buscar soluciones prácticas que permitan mantener y elevar el nivel de vida que tenemos y me da mucha satisfacción poder dar palabras motivacionales en cada conferencia porque alienta a la gente a seguir con sus objetivos.

En cuanto al futuro próximo de este proyecto, está por terminar el trabajo de laboratorio, estandarizar técnicas para que termine siendo un proceso amigable con el ambiente, económicamente viable y poderlo llevar a escala industrial.

Actualmente tenemos la solicitud de la patente y en cuanto ya la tengamos podremos trabajar en planta piloto y hacer un ensayo a escala industrial para que a partir de ahí podamos buscar inversionistas o, en su defecto, vender el proyecto o dividirlo.

Son muchas las posibilidades, pues le veo futuro y quiero buscar que tenga un lugar en la producción de etanol, todavía somos dependientes del petróleo y esta implementación podría ser un principio para cambiar el uso de la materia prima, como esta planta, de manera eficiente.

También creo que este mismo método puede ser empleado en otro tipo de plantas o malezas que no se tratan y siguen deteriorando los ecosistemas. Hay mucha materia prima para trabajar y a nivel local le veo mucho impacto para generar grandes cambios, pero todo comienza poco a poco.

Cinvestav desarrolla biocombustible con nopal para generar energías limpias

miércoles, agosto 17th, 2016

El objetivo, de acuerdo con el estudiante Luis Fernando Ríos de Benito, es aprovechar recursos naturales, como lo es el nopal y las condiciones favorables para su producción en todo el país para la generación de energías limpias para el futuro.

Foto: Conacyt

Foto: Conacyt

Ciudad de México, 17 de agosoto (SinEmbargo).- La Unidad Querétaro del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional, desarrolla un proyecto de producción anaerobia de metano e hidrógeno utilizando nopal y urea a través del Laboratorio de Síntesis de Materiales Nanoestructurados y Caracterización Electroquímica.

El proyecto, a cargo del docente investigador Juan Francisco Pérez Robles, tiene como objetivo utilizar herramientas tecnológicas que permitan un aprovechamiento de materia orgánica para la producción de biogás —biometano y biohidrógeno—, a través de reactores biodigestores anaerobios donde los sistemas auxiliares y automatizados trabajan con energía proveniente de un banco de celdas fotovoltaicas que suministran un total de mil 500 watts y un aerogenerador de 500 watts.

“Se presentó un proyecto para un reactor de 300 litros, que integraba todo lo que habíamos estado desarrollando, sobre todo la automatización. Logramos integrarlo a un Fondo Mixto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología con el gobierno del estado, con esto pudimos hacerlo funcionar utilizando nopal como materia prima a través de una empresa que produce un tipo de nopal que es de calidad muy controlada. La intención era la producción de biometano”, afirmó el investigador a la Agencia Informativa del Conacyt.

Pérez Robles aseguró que se tomó en cuenta el nopal como materia prima porque tiene 95 por ciento de agua y cinco por ciento de materia orgánica con un gran contenido de azúcares o compuestos lignocelulósicos, que, pueden incrementar la producción de hidrógeno y metano.

“La siguiente etapa del proyecto fue otro reactor automatizado mucho más grande. Paralelo a eso surgió otra idea, que fue la obtención de biohidrógeno, se estructuró un proyecto con el doctor Omar Solorza Feria, de la Unidad Zacatenco del Cinvestav, para utilizarlo en un auto que se desplaza con celdas de combustible, y el doctor José Gerardo Cabañas Moreno, coordinador del programa de Nanociencia y Nanotecnología del Cinvestav que trabaja la parte de almacenaje, a través de una convocatoria del Fondo Sectorial Conacyt-Sener (Secretaría de energía)-Sustentabilidad Energética”, puntualizó en una entrevista realizada al reportero Israel Pérez Valencia de la Agencia Informativa del Conacyt.

Pérez Robles aseguró que el nuevo reactor está completamente automatizado con sistemas de National Instruments con un biodigestor de una capacidad total de 10 mil litros, siendo una quinta parte del mismo utilizada como cámara de gas y el resto para la suspensión a tratar. Además, agregó, cuenta con un sistema de calentamiento basado en la recirculación de biogás, el cual es templado por un calentador solar auxiliado por resistencias de baja potencia.

“Estamos dando un mayor impulso a la parte de biohidrógeno, tenemos ya un equipo de estudiantes trabajando la parte de bacterias, el acondicionamiento del nopal, y en estos días vamos a terminar dos reactores pequeños para poder hacer la transición de la escala piloto a la semiindustrial. La siguiente etapa sería trabajar la parte del almacenaje y manejo del biohidrógeno”, abundó.

ESTUDIANTES PARTICIPATIVOS

En ese sentido, los trabajos de obtención del hidrógeno se llevan a cabo por los estudiantes de la carrera de ingeniería en bioquímica del Instituto Tecnológico de Acapulco —que es parte del Tecnológico Nacional de México—, Luis Fernando Ríos de Benito y Fernando Campos Olivares, quienes se encuentran en una estancia académica en el Laboratorio de Síntesis de Materiales Nanoestructurados y Caracterización Electroquímica, gracias a un verano de investigación científica, apoyado por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y la Unidad Querétaro del Cinvestav.

El objetivo, de acuerdo con el estudiante Luis Fernando Ríos de Benito, es aprovechar recursos naturales, como lo es el nopal y las condiciones favorables para su producción en todo el país para la generación de energías limpias para el futuro.

“Lo que estamos haciendo es la obtención del hidrógeno a través de cladodios de nopal, haciendo pruebas de glucosa en cada uno con pretratamiento térmico en un kit de glucosa oxidasa; también construimos reactores e hicimos pruebas de un medidor de hidrógeno. Contamos con el apoyo de la empresa Grupo Productor de Energías Limpias, de San Luis Potosí, con el que se puede obtener una gran cantidad de nopal y, por ende, la biomasa para producir el hidrógeno. Lo que normalmente se obtiene en la actualidad es 40 por ciento de hidrógeno, lo que se busca es alcanzar la mayor cantidad de hidrógeno posible, que en este caso sería de 70 por ciento”, aseguró.

PROCUCCIÓN DE BIOHIDRÓGENO

Por su parte, la estudiante de ingeniería bioquímica del Instituto Tecnológico de Acapulco, Mariu Trejo Vázquez, quien también se encuentra en una estancia académica en la Unidad Querétaro del Cinvestav, informó que desarrolla una línea de investigación paralela que es la obtención de biohidrógeno a través de hidróxido de amonio y urea en una corriente simulada de aguas residuales.

“Lo que se busca aquí es la obtención del biohidrógeno para crear biocombustible que cause un menor impacto ambiental; el hidrógeno tiene características energéticas muy altas y que, al igual que el biocombustible, cumplen ciertas funciones como lo es propulsar vehículos o dispositivos eléctricos. Lo que se ha realizado en este periodo es crear un sistema de flujo continuo por medio de zeolitas, como la clinoptilolita, que contiene iones de calcio, sodio y azufre, que es un elemento que se da de forma natural y cumple funciones de absorber, tanto hidróxido de amonio como urea, para obtener lo que es el hidrógeno de una manera sencilla, práctica y muy económica”, aseguró.

Lo que se pretende con ese material, indicó Trejo Vázquez, es absorber el hidróxido de amonio y la urea, la revisión de cálculos y la revisión de bibliografía.

“Llevamos como un mes y medio de que se empezó el proyecto y apenas se están haciendo pruebas de lo que es la activación de las zeolitas. Es una gran oportunidad que nos brinda el verano de investigación porque no habíamos realizado una estancia en ningún centro y el Cinvestav está muy completo, todos los temas que hemos abarcado nos ha permitido adentrarnos de lleno, tanto la investigación básica como en la práctica directa de esos conocimientos”, finalizó.

Invento de mexicano transforma la orina en electricidad y gas

viernes, mayo 20th, 2016

El científico mexicano Gabriel Luna desarrolló una celda que genera electricidad y gas a partir de orina. El prototipo funciona realizando el efecto de electrólisis, que es cuando se separa el hidrogeno del oxígeno, utilizando este último como combustible. Esta celda puede servir para calentar agua y alimentos.

El investigador Gabriel Luna explicó cómo por medio de la hidrólisis puede generarse energía para consumo diario. Foto: Conacyt

El investigador Gabriel Luna explicó cómo por medio de la electrólisis puede generarse energía para consumo diario. Foto: Conacyt

Ciudad de México, 20 de mayo (SinEmbargo).- El ingeniero investigador de la Universidad Estatal de Sonora, Gabriel Luna Sandoval, desarrolló una celda para generar gas y electricidad, la cual utiliza como combustible la orina humana. La energía producida por la celda, se puede ocupar para cocinar o calentar agua para la ducha, así lo informó el académico a la Agencia informativa del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología (Conacyt).

El especialista explicó que dicha celda funciona pasando corriente eléctrica para poder realizar el efecto de electrólisis, para separar el hidrógeno y el oxígeno. La orina está compuesta principalmente por agua y sales, y aproximadamente dos por ciento está conformada por urea, la cual tiene cuatro moléculas extras de hidrógeno. Al pasar la corriente eléctrica entre los electrodos se produce una electrólisis, utilizando el hidrógeno como biocombustible.

El prototipo realizado por Luna podría ser funcional en la vida diaria. Foto: Conacyt

El prototipo realizado por Luna funciona con orina, pero el gas que genera no huele mal, asegura el científico. Foto: Conacyt

El prototipo de celda es un tanque de acrílico y de electrodos metálicos de aproximadamente 20 centímetros cuadrados,la cual se llenaría con la orina que uno o máximo dos adultos generan por en la mañana. Con esta cantidad, se podrían abastecer las necesidades de gas de un hogar de cuatro personas durante casi una semana.

“Con una celda de estas dimensiones se puede producir alrededor de 563 mililitros de hidrógeno por minuto, lo cual sería suficiente para hacer el desayuno, la comida y la cena en un hogar de cuatro personas. Además alcanzaría para calentar el agua para que toda la familia se bañe”, dijo el científico a Conacyt.

A través de un generador con motor de combustión interna, se puede producir electricidad a partir de orina; el gas generado por la celda de orina se utiliza como combustible en el generador y este a su vez produce la energía eléctrica, señaló el investigador a Conacyt.

Gabriel Luna hizo hincapié en que el gas no huele mal, pues lo que despide el mal olor es la concentración de amoniaco en la orina; si se llegara a destapara la celda, olería mal pero el gas, en sí mismo es inodoro.

Alga australiana podría ser utilizada para producir combustible para aviones

domingo, mayo 1st, 2016

“El Oedogonium es una especie fuerte no invasora, altamente productiva y fácil de cultivar a gran escala con aguas residuales. Esto hace que esta alga sea una fuerte atractiva de biomasa para ser procesada y crear combustibles renovables y químicos”, señaló Rocky Nys, líder de la investigación.

Las algas de la especia Oedogonium pueden ser procesadas a un equivalente del petróleo crudo. Foto: Shutterstock.

Las algas de la especia Oedogonium pueden ser procesadas a un equivalente del petróleo crudo. Foto: Shutterstock.

Sídney (Australia), 27 de abril (EFE).- Un alga de agua dulce que crece en el norte de Australia podría ser una alternativa para producir biocombustible de alta calidad para los aviones, según una investigación realizada por un equipo internacional publicada hoy.

Los científicos de la Universidad James Cook y Universidad de Sídney, en Australia, y la Universidad Ben Gurion, en Israel, desarrollaron un proceso de prueba para crear este biocombustible a partir del alga Oedogonium, que es baja en nitrógeno, y que se convierte en un biocombustible crudo que se combina con otro sintético.

“El Oedogonium es una especie fuerte no invasora, altamente productiva y fácil de cultivar a gran escala con aguas residuales. Esto hace que esta alga sea una fuerte atractiva de biomasa para ser procesada y crear combustibles renovables y químicos”, señaló Rocky Nys, líder de la investigación.

El alga que cultivaron los investigadores se hizo bajo condiciones especiales ajustándose a las necesidades del proyecto, sin que esto suponga un conflicto con los recursos agrícolas destinados a la alimentación, según un comunicado de la Universidad James Cook.

En el proceso de transformación del alga de agua dulce a un equivalente de petróleo crudo, los científicos afrontaron el reto de la presencia de nitrógeno vinculado a las proteínas de esta planta, según explicó Thomas Maschmeyer, otro de los investigadores que participaron en el experimento.

“Sin embargo, el contenido de nitrógeno, puede ser controlado en distintos puntos de la cadena de producción que va desde la biomasa hasta el combustible de alto grado”, remarcó Maschmeyer al referirse al estudio publicado en la revista científica “Energy & Environmental Science”.

Mexicanos crean aparato que convierte desechos en biocombustible

miércoles, abril 27th, 2016

Les llaman “Los BioRefineros”, son un grupo de jóvenes científicos de Saltillo que están produciendo Bioetanol con desechos de trigo y centeno. De la Facultad de Ciencias Químicas, para el mundo…

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Por Jesús Peña

Ciudad de México, 27 de abril (SinEmbargo/Vanguardia).- ¡Hijo, pero qué demonios no inventarán en estos tiempos!, pienso, mientras el Doctor Héctor Arturo Ruiz Leza, profesor investigador de la Facultad de Ciencias Químicas, de la UAdeC, me muestra un extraño aparato que convierte los desechos agroindustriales, en bioetanol.

Un artefacto al que metes residuos y sacas biocombustible.

No es un chiste mexicano, tampoco un cuento futurista, menos una película de ciencia ficción ni un truco de magia.
Estamos en el Laboratorio de Biorefinería del Departamento de Investigación en Alimentos, de la Facultad de Ciencias Químicas, con el Doctor Héctor Ruiz y su grupo de estudiantes, jóvenes rostros, guapos, sonrientes, vestidos de bata blanca impecable, a quienes sus compas de la Universidad les han puesto el sobrenombre de “Los BioRefineros”.

–¿Va con “Los BioRefineros”?, me preguntó una chica de blusa, jeans y mochila al hombro, una tarde que caminaba yo por los jardines de la Facultad rumbo al área de posgrado e investigación.

Que sí, le respondí riendo.

–Están en una reunión, en el aula que se encuentra frente al laboratorio”, soltó la estudiante y se fue.

La muchacha se refería a las reuniones, en inglés, que cada viernes por la tarde sostiene este equipo de científicos para presentar los avances de sus respectivos proyectos de tesis, mismos que versan, en su mayoría, sobre la producción de bioenergía, biocombustibles y compuestos de alto valor agregado.

Las juntas en inglés, me dirá Jesús Velázquez, estudiante de la maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos y miembro del Grupo de Biorefinería, les sirven básicamente para practicar dicho idioma, el inglés técnico que se utiliza en el ámbito científico y, desde luego, acrecentar su desarrollo personal.

De vuelta al laboratorio, el Doctor Héctor Ruiz me está explicando cómo este aparato que se llama Bioreactor, y que fue diseñado por los profesores y el equipo de chavales que forman parte del Laboratorio de Biorefinería, convierte los residuos agroindustriales, derivados del maíz, el trigo, el arroz, el agave, los pastos y la madera, en biocombustible.

Lo que Héctor Ruiz, 34 años, Doctorado en Ingeniería Química y Biológica por la Universidad de Minho, Portugal, y líder del Grupo de “Los BioRefineros”, está diciendo, es que a partir de desechos orgánicos como las pajas de trigo, los residuos de maíz, (hojas, tallos u olote), y el bagazo de agave, que generalmente son incinerados o echados a los campos para alimentar al ganado, se puede producir bioetanol, usando este invento.

Ello serviría, entre otras cosas, para sustituir gradualmente la gasolina de los coches por bioetanol, o combinarla con este biocombustible, y así contribuir a salvar al planeta del calentamiento global, generado por las altas emisiones de CO2 (dióxido de carbono).

“Los biocombustibles son de origen biológico obtenidos de manera renovable a partir de residuos agroindustriales. Todos estos residuos reducen el volumen de CO2, que está en la atmósfera, producido por la quema de combustibles fósiles como la gasolina, pero este CO2 lo absorben las plantas vegetales a medida que se desarrollan (la famosa fotosíntesis). Por lo que el bioetanol, (biocombustible), producido a partir de estos residuos ayuda a disminuir la contaminación haciendo un proceso de ciclo cerrado”, dirá el investigador Héctor Arturo Ruiz.

Por tanto este Bioreactor disminuiría el consumo de combustibles fósiles derivados del petróleo, un recurso natural no renovable, y alentaría el aprovechamiento de residuos agroindustriales que no son aplicados en México y que en el futuro podrían llegar a alcanzar un alto valor económico.

“En Brasil y en Estados Unidos, específicamente en Brasil, el etanol tiene menos rendimiento que la gasolina, pero es más barato y menos contaminante que este combustible, por lo que en estos países ya existen automóviles que usan sólo bioetanol”, dice Ruiz Leza, también Editor en Jefe del Bioethanol Journal.

El prototipo del Bioreactor que, ya lo dije, pero lo voy a volver a decir porque es un orgullo para la Facultad de Ciencias Químicas y la UAdeC, en su conjunto, fue inventado por “Los BioRefineros”, se construyó en Portugal, a base de acrílico y no tiene acero inoxidable, como el resto de los reactores industriales, lo que hace más barato su costo.

“En las escuelas públicas se realiza investigación, y de esta forma nos gusta contribuir para que la sociedad se desarrolle de la mejor manera posible. Esperamos que con esto se den una idea, un poco, de lo que  hacemos, que es para el beneficio de Saltillo, de Coahuila y de México”, dirá Anely Lara, Química Fármacobióloga, estudiante de la maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos e integrante del Grupo de Biorefinería.

El Bioreactor se parece mucho a un pequeño cohete espacial que estuviera listo para surcar el cielo; se parece a una probeta y se parece a la columna de un castillo medieval o algo así.

Es trasparente, tiene un distribuidor de aire o gas en la parte inferior, un tubo concéntrico, compuertas a los lados y una manguera alimentadora.

La ventaja de esta innovación tecnológica, con respecto a otros reactores, dice el Doctor Ruiz, es que no necesita de electricidad ni de otros mecanismos para funcionar y solamente requiere de un gas, que puede ser nitrógeno, o aire, suministrado a través de un compresor doméstico o industrial.

“Nada más: aire, residuo agroindustrial y un microorganismo, una levadura, parecida a la que se utiliza en la industria cervecera o en la industria del pan”,

Dice el profe Ruiz que en este momento está haciendo un simulacro de cómo es que jala este Bioreactor, sus jóvenes condiscípulos observan colocados alrededor nuestro en el Laboratorio de Biorefineria.
Ahora mismo estoy viendo al Doctor Ruiz vertiendo agua y una especie como de pasta amarillenta, mezcla de centeno y trigo, dentro del Bioreactor.

El Doctor enciende una bomba de vacío, que previamente ha conectado a la manguera alimentadora de aire o gas del bioreactor, y entonces sobreviene una tormenta de burbujas enloquecidas al interior de la máquina, que quieren como escapar, fugarse, pero no pueden.

El ruido como de licuadora que hace la bomba ensordece a todo el laboratorio.
Es el sistema de mezclado del bioreactor, dice el Doctor Héctor Ruiz, que crean las burbujas de aire producidas en el distribuidor.

Se supone que así, está diciendo el líder del Grupo de “Los BioRefineros”, ocurre el proceso de fermentación de los residuos agroindustriales y su posterior transformación en bioetenol.

“Lo que se favorece con este equipo es el diseño de un proceso que ayuda a que las partículas de los residuos agroindustriales se estén mezclando en el sistema, junto con la levadura y enzima, logrando de esta forma la producción de biocombustible, vía la fermentación alcoholica de dichos residuos”.

Y a mí me parece que esto de fabricar bioetanol, no tiene ningún chiste. En fin que… la ignorancia es muy osada.

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

Mejor dejo que hable el investigador Héctor Arturo Ruiz Leza:“Ahorita es simplemente para simular, pero realmente lo que tendríamos que estar colocando en el Bioreactor es un medio de cultivo para que un microorganismo que se va alimentar aquí, y que es una levadura, haga el proceso de fermentación.

“Claro que necesitamos realizar previamente un proceso hidrotérmico, (descomposición o rompimiento de sustancias orgánicas, por acción del agua a altas temperaturas y presiones), para la producción de azúcares. Esos azúcares, son glucosa y van a estar en el medio como fuente de carbono para lograr el proceso de fermentación y subsecuente producción de bioetanol”.

Le pido al profe Héctor que me explique, con peras y manzanas, de qué va el proceso completo para la obtención de etanol a partir de residuos agroindustriales.

Dice que lo hará en términos muy generales, para que “Rosita”, la de Ramos Arizpe, lo pueda entender.

La materia prima, que es cualquier residuo agroindustrial, se muele a un tamaño de partícula de un milímetro, más o menos; después pasa a una etapa de pretratamiento en donde se van fraccionar los componentes principales de esa materia prima, que luego serán sometidos a otro proceso que se llama hidrólisis enzimática, donde al residuo, ya pretratado, se le adicionan unas enzimas que son proteínas y que van a hidrolizar la materia prima pretratada para producir azúcares, glucosa; esta glucosa va a ser fermentada por un microorganismo llamado Saccharomyces cerevisiae, y de esta reacción bioquímica se obtiene el etanol.

No sé si “Rosita”, la de Ramos Arizpe, lo entienda, pero a mí parece que no me ha caído el veinte todavía.
Después del proceso de fermentación, sigue diciendo el profe Héctor, que dura alrededor de 48 o 72 horas, se separa el  biocombustible que se encuentra en la parte líquida y se pasa por un proceso de destilación del que resulta el etanol con mayor pureza.

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

Son las 3:00 de otra tarde en el Departamento de Investigación en Alimentos de la Facultad de Ciencias Químicas, de la UAdeC., donde, como en todas las veces que he venido, veo movimiento de estudiantes, batas inmaculadas, que van y vienen cargando tubos de ensayo por el Laboratorio de Biorefinería.

Los estudiantes no ponen cara de velorio ni plantan jeta. “¿Cómo está?”, saludan siempre sonriendo al reportero que busca pasarse un buen rato con ellos en este laboratorio.

“La verdad es que es un grupo muy dinámico y con una gran capacidad de trabajo y unión, donde todos están al pendiente de los demás, estamos muy orgullosos de cada uno de nuestros estudiantes …”, dirá Rosa María Rodríguez Jasso, Doctora en Ingeniería Química y Biológica por la Universidad de Minho, Portugal, también profesora investigadora de la UAdeC, investigador lider de los  “Los BioRefineros” y responsable de los estudios de la valorización de macro algas mexicanas para la producción de compuestos de alto valor agregado y biocombustibles.

Quiero saber, les digo a los estudiantes, si sus vidas son como las del resto de la gente. Si se divierten, si van de rumba, si bailan, si echan novio, novia, y me cuentan que sí, que todo, todo. De hecho el grupo se reúne para convivir, al menos una vez al mes,  y hasta han ido de viaje.

Al rato le estoy preguntando al Doctor Héctor Ruiz que si existe en el mundo otro bioreactor como el que ellos han inventado.
“Igualito, no lo hay”, responde. Y me explica que una de las cosas que hace diferente a este invento,  de otros, es que es dos en uno.

Basta con quitar y poner piezas, un tubo concéntrico, un distribuidor, para convertirlo de un bioreactor en columna a un bioreactor gas lift, los cuales tienen funciones y operaciones distintas.
“Producen etanol, pero uno puede ser más eficiente que el otro, dependiendo de las características del material que estamos colocando dentro.

“Otra es de que este reactor puede ser fácilmente escalado, significa llevarlo de una escala laboratorial a una escala piloto o industrial”.

Una mañana más en el Departamento de Investigación en Alimentos, de la Facultad de Ciencias Químicas de la UAdeC, “Los BioRefineros”, la mayoría con estancias de investigación en universidades de países como Alemania, España, Canadá, Brasil, Portugal y Estados Unidos, me están contando que tardaron cerca de dos años en desarrollar este prototipo de Bioreactor.

Para eso tuvieron que devorarse muchos, pero que si muchos, artículos científicos sobre bioenergía, biocombustibles y reactores, y luego trabajar, día y noche, “Los BioRefineros” se desvelan seguido, en la conceptualización y el diseño del invento.

“Antes de comenzar cualquier proyecto uno tiene que meterse ahora sí que… en su cueva y leer y leer y buscar qué se está haciendo en otras partes del mundo para no repetir, porque si no, no tendría sentido”, dice Jesús Velázquez, estudiante de la maestría de Ciencia y Tecnología de Alimentos.

Entonces el Laboratorio de Biorefinería era apenas una mesa desvencijada, un horno viejo, tres o cuatro estudiantes y dos investigadores.

“En la primera sección del laboratorio hace tres años, no había nada, nada, nomás una mesa ahí, y un horno, pero aquí no había nada, estaba solo. Se ha ido equipando poco a poco”, dirá el Doctor Héctor Ruiz.

Los chavales del Grupo de Biorefinería, unos 15, se pusieron a pensar fuerte en un artefacto que, construido a base de materiales baratos y desprovisto de sistemas costosos de operación, convirtiera los residuos agroindustriales, hasta ahora desaprovechados en México, en un biocombustible sustituto de la gasolina.

“Ahorita se está utilizando en automóviles principalmente en Brasil y Estados Unidos. Ellos hacen bioetanol de primera generación, que es partir de alimentos, de granos y semillas. Lo que hacemos aquí es utilizar residuos de esos alimentos para que el alimento siga siendo usado para consumo humano, para el ganado.

Es decir, aprovechar el residuo, que es un desecho, para producir bioetanol y no tomar materia prima que es esencial en el consumo alimenticio, como lamentablemente ha sucedido con el uso del maíz y la caña para producir biocombustibles…”, dice Jesús Velázquez, alumno de la maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos.

Ariel García, un estudiante cubano que ahora está de visita en la Facultad, desarrollando procesos para la producción de biocombustibles utilizando Jatrofa,  planta muy abundante en nuestro país, tiene algo que decir:

“A Estados Unidos le es muy económico producir etanol a partir de granos de maíz, pero el maíz es alimento, entonces es poco ético coger alimento para producir etanol y echarle a los carros. Aquí lo que se hace es utilizar esos residuos agroindustriales que se queman o se quedan en los campos…”.

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

–¿Qué opina del uso de coches eléctricos en la ciudad de México, ahora con eso de las contingencias ambientales?

–No es mi área, pero el etanol, el biocombustible que estamos produciendo aquí, impacta directamente en eso que está pasando en la ciudad de México.

Actualmente el Grupo de Biorefinería trabaja en la realización de pruebas experimentales, con miras a mejorar los rendimientos en la producción de etanol, aprovechando otro tipo residuos como las macroalgas y microalgas, a fin de ampliar la gama de materiales biológicos subvalorizados en el país que se pueden utilizar para la obtención de biocombustibles.

“Todo en este laboratorio está, hasta cierto punto, secuenciado. Unas personas se enfocan a una cosa que tiene que ver con lo que hacen otras personas. Formamos una cadena entre todos y todo mundo aporta al trabajo de los demás”, dice Anely Lara, estudiante de la maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos.

Mi último día en el Laboratorio de Biorefinería, platico con Rodolfo García, estudiante de la licenciatura de Químico Fármacobiólogo, cuyo trabajo se basa en la producción de bioetanol, a partir de algas castañas y algas rojas; con Alejandra Cabello, alumna de la maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos, quien estudia lo referente a la viabilidad de los microorganismos para los procesos de fermentación; con Anely Lara, que está leyendo un artículo científico sobre el aprovechamiento de los residuos agroindustriales en diversas áreas de importancia económica; con Elisa Zanuso, alumna de Ingeniería Química, y Daniela Aguilar, estudiante de la maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos, las cuales analizan números sobre la producción de bioetanol a partir de bagazo de agave (el residuo de la producción del tequila); con Daniela Cervantes y Gabriela Victorino, que revisan sus resultados de azúcares fermentables, a partir de macroalgas en un cromatógrafo de líquidos; y con, Jesús Velázquez, el primer estudiante de “Los BioRefineros”, que está concentrado en el desarrollo de un proceso para la producción de bioetanol, utilizando microalgas.

¡Hijo, pero qué demonios no inventarán en estos tiempos!, me quedo pensando…

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

Foto: Marco Medina y Jonathan Duarte/Vanguardia

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Biocombustible, una respuesta a la creciente demanda de energía

martes, octubre 27th, 2015

México, 27 Oct (Notimex).- El consumo de energía mundial se ha incrementado en 38 por ciento desde 1990, lo que plantea la urgente necesidad de buscar formas alternativas para su producción a partir de fuentes limpias y sustentables.

El jefe de Departamento Académico de la División de Ciencias Naturales e Ingeniería de la UAM Cuajimalpa, José Campos Terán, advirtió lo anterior al participar en el seminario Camino a la COP 21 de París.

Al abrir las mesas con la exposición “Biocombustibles, oportunidades para descarbonizar el sector transporte”, el investigador destacó lo grave de esta situación, ya que solo en 2009 el 43 por ciento de las emisiones de bióxido de carbono (CO2) fueron producto del uso de biocombustibles como el carbón.

Otro 37 por ciento fue resultado de la combustión de petróleo y 20 por ciento de gas natural, cuyo consumo las áreas que más emitieron gases de efecto invernadero (GEI) fueron la generación de electricidad y calor, la industria de transformación y el transporte, en ese orden.

Si a ello se agregan cifras, como que 70 por ciento del petróleo en el mundo se refina para combustibles y sólo 30 por ciento se aplica para refinería o petroquímica, subrayó que con el tiempo la demanda de energía no podrá ser satisfecha a partir de esta fuente.

Ante ello aseguró que una opción que comienza a estudiarse, por su potencial y alta capacidad de renovación es la de los biocombustibles, ya que esta fuente de energía garantiza la producción de carburantes líquidos y que son la base de muchos sistemas de combustión interna.

En ese sentido, refirió que la producción de vegetal en el mundo es de tres a cuatro veces mayor al consumo de energía, sin embargo advirtió que se tiene que considerar que de esta fuente hay que descontar las áreas que no pueden ser utilizadas para este fin.

Puntualizó que hay que descontar lo que son áreas de cultivo y las forestales, lo que nos lleva a descubrir que esta fuente puede aportar 35 por ciento de la demanda de energía mundial.

A esto se suma otro factor importante, como el hecho de que todo el CO2 que es producido a partir de fuentes biocombustibles, es igualmente absorbido por el resto de la vegetación mundial, lo que lo lleva a convertirse en una fuente equilibrada entre emisión y absorción.

Asimismo, explicó que los biocombustibles, por su origen son relativamente biodegradables, por lo que en caso de producirse algún accidente por derrame, sus efectos no serían tan catastróficos como los de los petrolíferos.

Desde luego esto representa una oportunidad que México bien podría aprovechar, sobre todo considerando que el país ha pasado de ser un productor de combustibles a uno importador, de manera que requiere de alternativas que le permitan autoabastecerse.

No obstante, advirtió que el problema de esta fuente de energía es que se enfrenta a diversos factores que desincentivan su explotación y desarrollo, ya que para poder obtener la biomasa para su producción se requiere de la producción agrícola.

En ese sentido se considera más importante la producción para alimentación que para la generación de energía, por lo que en México no existen proyectos agrícolas que sean para la producción de biocombustible como en Brasil.

De igual forma está el boom generado por la explotación de gas de esquisto o Shale, lo que ha enfocado la inversión para la extracción de este carburante en lugar de fomentar la investigación para desarrollar biocombustible.

Sin embargo, advirtió que ya sea petróleo o gas, los combustibles de origen fósil no son renovables, por lo que lo ideal es voltear a tiempo a explotar fuentes que garanticen su producción en el futuro y su amabilidad con el medio ambiente.