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Familias campesinas llaman hoy, Día Nacional del Maíz, a defender el grano de Monsanto y Syngenta

martes, septiembre 29th, 2020

Este Día Nacional del Maíz, cereal con 64 tipos en México incluyendo 59 razas nativas, desde las comunidades campesinas y la Secretaría de Agricultura se llamó a defender las formas tradicionales y milenarias de producción de alimentos frente al uso de transgénicos y agroquímicos tóxicos que devastan la salud, el agua y el suelo.

Ciudad de México, 29 de septiembre (SinEmbargo).– Cada 29 de septiembre, como hoy, familias campesinas, sobre todo en el centro del país, colocan en las puertas de sus casas cruces con flores naranja y festejan en sus milpas la cosecha de los primeros elotes.

En este Día Nacional del Maíz, productores y organizaciones recordaron la urgencia de seguir defendiendo la producción de semillas y alimentos por parte de las comunidades campesinas e indígenas frente a los monopolios de empresas transnacionales como Monsanto y Syngenta que promueven el uso de agroquímicos tóxicos, como el glifosato y semillas transgénicas que dañan la salud humana, el agua, la tierra, los polinizadores, la agrobiodiversidad y, también, a las variedades de maíz en México que este martes se celebran como el cacahuacintle, el palomero, el colorado, el olotón, el pepitilla, entre otros regalos del país al mundo, junto con el chile, el amaranto, el frijol…

“El maíz está en todo México y todo México es lugar de origen, los cuales debemos defender. Alimentan al país, pero los maíces están siendo desplazados por otros cultivos comerciales. En Tlaxcala estamos perdiendo dos variedades, el arrocillo y el palomero, que por cuestiones económicas muchos campesinos los han hecho a un ladito por la introducción de los maíces híbridos y la amenaza de los transgénicos”, dijo el productor Pánfilo Hernández durante un evento virtual organizado por la Secretaría de Agricultura (Sader).

En América Latina hay 220 tipos de maíz y en México 64, de los cuales 59 son razas de maíces nativas que forman parte de nuestras culturas, de nuestras raíces, de nuestras cocinas, de nuestra cosmogonía, de nuestra diversidad biocultural y tradiciones, enfatizó el colectivo Sin Maíz no Hay País, impulsado por más de 300 comunidades campesinas e indígenas.

“Los bienes comunes como el agua, los bosques, las selvas, el suelo, las semillas nativas -entre ellas la del maíz- están en riesgo de ser privatizados a través del uso de transgénicos, ser contaminados y agotados. Ante eso, es necesario garantizar nuestros derechos humanos a la alimentación sana y suficiente, a la salud, a la biodiversidad y a un ambiente sano”, alertó la organización. “Celebremos la diversidad de nuestros maíces y la diversidad de las cocinas tradicionales mexicanas, celebremos a la milpa como una forma de producir alimentos, pero también como una forma de entretejernos y de hacer país. Celebremos a las diferentes culturas presentes en México”.

De la Sierra Negra de Puebla. Foto: Sin Maíz no hay País/Guadalupe Bolaños.

Desde el sur de Yucatán, Pepe Roger May compartió que ellos se basan en las fases lunares. Esperan a la luna llena para doblar la milpa y hacer la cosecha, porque los granos ya están maduros. “El maíz es una herencia de nuestros abuelos, por lo tanto nos toca cuidarla. Tenemos esa gran tarea de seguir conservándolo”, afirmó.

La organización Sin Maíz No hay País manifestó su rechazo a la reforma de la Ley Federal de Variedades Vegetales propuesta en la Cámara de Diputados que, como ha denunciado durante meses, despojaría a las comunidades campesinas e indígenas de sus semillas, una herencia cultural milenaria. También dice no a los alimentos ultraprocesados que dañan la salud de la población mexicana. En contraste, demanda la soberanía y autosuficiencia alimentaria, el fomento y producción de maíces nativos y a la multiplicidad de milpas en manos campesinas, transición a la agroecología y alternativas amigables con el medio ambiente, además de un impulso a los alimentos sanos, nutritivos y culturalmente adecuados.

En la misma línea, la organización ambientalista Greenpeace México reiteró su exigencia al Gobierno federal de prohibir el uso de Organismos Genéticamente Modificados (OGM/Transgénicos) y de agroquímicos tóxicos como el glifosato, porque afectan de manera grave la enorme diversidad del maíz nativo, contaminan el agua y el suelo e implican un serio riesgo para la salud humana.

“Las grandes empresas transnacionales que promueven el uso de OGM y del herbicida glifosato no solo ponen en riesgo la salud humana, sino el medio ambiente en su conjunto y con ello la herencia ancestral que implican el maíz, el chile, la calabaza y otros cultivos, así como el sistema de milpas, que los pueblos originarios han conservado durante miles de años”, expuso.

Viridiana Lázaro Lembrino, especialista en Agricultura y Cambio Climático de Greenpeace México, recordó la importancia de avanzar hacia una producción ecológica, que preserve la biodiversidad y la agrobiodiversidad mexicana forjada por manos campesinas desde hace milenios, para darnos oportunidad a gozar de un medio ambiente sano y de una alimentación saludable, local y natural.

Por eso, indicó que es urgente la publicación del decreto presidencial para la prohibición de transgénicos y glifosato, para proteger la integridad de México como Centro de Origen del maíz y numerosos cultivos, entre ellos el chile, el frijol, la calabaza, la vainilla, el algodón, el aguacate, el amaranto, el chayote y el maguey.

En México existen por lo menos 700 formas de comer maíz. Foto: Sin Maíz no Hay País/Karla G. Hernández-Aguilar.

MAÍZ, ELEMENTO CENTRAL DE LA ALIMENTACIÓN

El Secretario de Agricultura, Víctor Villalobos Arámbula (recién recuperado de la COVID-19), recordó que el maíz, nacido en Mesoamérica hace unos 10 mil años y domesticado en pueblos indígenas del valle de Teotihucán, Puebla, y de Oaxaca, es el cereal con mayor volumen en el mundo (2 mil millones de toneladas), incluso por arriba del trigo.

“El maíz es el elemento central de la seguridad alimentaria de México y lo es también para muchos países del mundo. Tortillas, tacos, totopos, tlayudas, chilaquiles, quesadillas, panuchos, chalupas, gorditas, tamales, tlacoyos, palomitas, esquites, pozoles, pinole, atoles… híjole, ya me dio hambre”, enlistó Villalobos. “En México existen por lo menos 700 formas de comer maíz. El maíz blanco y amarillo son los más conocidos, pero tenemos morados, rojos, azules, duros, blandos, dulces, harinados, opacos. Abundante diversidad paralela a la gran diversidad biocultural de nuestros pueblos”.

Este año se producirán alrededor de 29 millones de toneladas de maíz, adelantó el Secretario, provenientes de todos los estados de la República, principalmente de productores de pequeña y mediana escala.

Cultivo en San Matías Atzala, Puebla. Foto: Sin Maíz no Hay País/Carolina Gamboa.

Campesinos en Puebla. Foto: Sin Maíz no Hay País/Guadalupe Bolaños.

El subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria, Víctor Suárez Carrera, agregó que donde hay más diversidad lingüística, donde hay más diversidad de tradiciones y de fiestas, es donde hay más variedad de maíces.

“Hoy es más que una celebración, es un espacio para generar propuestas para la protección de la agricultura tradicional, del sistema milpa, de nuestras semillas criollas, nuestro patrimonio biocultural. Es un momento para revalorar las formas en que producimos nuestros alimentos y la forma en como comemos y cómo nos nutrimos”, afirmó Suárez, quien formó parte del colectivo Sin Maíz no Hay País, y –a diferencia de la omisión de Villalobos– recriminó la insistencia de proyectos de siembra transgénica que, “si le diéramos entrada erosionaría nuestra riqueza genética de maíz”.

José Sarukhán Kermez, coordinador general de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio), detalló que no hay ningún otro cultivo que se haya diferenciado tanto de la planta de la que se originó (teocintle) como el maíz.

“Los campesinos de México producen suficiente maíz (2.9 millones de toneladas) para alimentar potencialmente a 54.7 millones de personas. Pero no ocurre porque no hay los medios de movilidad para que vayan de municipios superavitarios a deficitarios. Pero lo más importante es que los mexicanos llevan el experimento de selección más grande del mundo; cada año seleccionan la semilla que sembrarán de 5 mil millones de plantas. Cada año siembran 4.6 millones de hectáreas en todos los climas”, destacó.

El abuso de los agroquímicos, la estigmatización y la mancha urbana acaban con los insectos

miércoles, octubre 9th, 2019

Los insectos son considerados por diversos estudios, como las especies que más han visto reducida su población y por ende cercanas a su extinción.

 Por Andrés Domínguez

Chiapas, 9 octubre (ChiapasParalelo).- Carlos Alberto Guichard Romero, Director Operativo del Zoológico Regional “Miguel Álvarez del Toro” (ZooMAT) mencionó que uno de los factores de su disminución en la población de insectos es el abuso de los agroquímicos para fertilizar el campo, la estigmatización y el avance de la mancha urbana.

La revista científica Biological Conservation, en un reciente estudio expresó que los ecosistemas no pueden funcionar sin los millones de insectos que forman la base de la cadena alimenticia. “Antes de que existieran los humanos, se encontraban los bichos”, mencionó.

El director del ZooMAT reflexionó al decir que si bien existen ciertos insectos favoritos de la población como son las mariposas, existen otras como los escorpiones, ciempiés y las arañas los cuales no tienen esa misma aceptación.

“A pesar de los beneficios que nos proveen, el que exista una sola especie mortal hace que sean estigmatizadas y las tratemos de eliminar”,  dijo.

 De forma local, Guichard Romero comentó que la población cada vez que encuentra una especie que no conoce “la despanchurra”, es decir, la mata. Sin embargo, no nos damos cuenta de la reducción de su población por la actividad humana.

“El 80 por ciento de los animales que podemos distinguir con la vista son insectos. No nos hemos dado cuenta de los efectos negativos y la crisis que afrontarían estos seres que son tan esenciales para los ecosistemas”, añadió.

PRODUCCIÓN DE ALIMENTOS

El Gobierno alemán en 2018 inició un “Programa de acción para la protección de insectos” debido a que diversos estudios informaban de la disminución sustancial de la población, los más afectados eran las abejas, mariposas, polillas, escarabajos y libélulas.

Este estudio determinó que las posibles causas de la disminución era la destrucción del hábitat, incluida la agricultura intensiva el uso de pesticidas, la urbanización, la industrialización, las especies introducidas y el cambio climático.

 Sobre esto, Óscar Farrera Sarmiento, Director del Jardín Botánico “Dr. Faustino Miranda”, comentó que la población de polinizadores en Chiapas se encuentra en una crisis debido al uso excesivo de insecticidas, herbicidas y agroquímicos, lo que ha llevado a que 270 especies de plantas e insectos de la Depresión Central de Chiapas se encuentren en una situación de riesgo.

Según estimaciones, el proceso de polinización por abejas incrementa entre un 30 y 50 por ciento la calidad de las producciones. Sin embargo, a nivel mundial el abuso de agroquímicos los ha llevado a una crisis en su población.

Farrera indicó que actualmente se tiene un aproximado de 270 especies de flora y fauna que se encuentran en una situación de riesgo debido a su rareza, vulneración o peligro de extinción; en las que se incluyen tanto plantas como animales polinizadores.

Mariposas entre los insectos favoritos de la población. Foto: José I. Hernández, Cuartoscuro

En Chiapas, los colibríes prefieren polinizar flores brillantes, por su parte, las abejas que son diurnas prefieren tonos más claros de flores y plantas ya que contienen mayor cantidad de polen y néctar, así mismo, las polillas, realizan el proceso en la noche por medio de la captación de olores.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los insectos intervienen en un 75 por ciento de los alimentos del mundo.

Así mismo, 310 mil especies de plantas en el mundo depende de los polinizadores, de los cuales el 35 por ciento son invertebrados y el 17 vertebrados, todos ellos, en peligro de extinción.

 ASPECTO

Guichard Romero recordó que es importante tomar en cuenta la diversidad de insectos, por ejemplo, existen dentro de las abejas, algunas que son específicas para cada planta, por lo que al extinguirse también lo harían estas especies de flora.

Al hablar de arañas, el director informó que existe una ínfima parte que tiene un veneno considerable para afectar la salud de las personas.

Las arañas combaten plagas como las cucarachas y moscas. Foto: Tonatiu Cruz, Cuartoscuro

Sobre los arácnidos, Miguel Ángel García Villafuerte, Coordinador Regional de Proyecto del Museo de Paleontología “Eliseo Palacios”, mencionó que un temor generalizado infundado por las arañas, quienes son de suma importancia ya que pueden controlar plagas que pueden ser nocivos para los humanos.

“En 1998, un doctor de República Dominicana, documentó qué una especie de araña; que también se encuentra en Chiapas, ayudaba a controlar el dengue”, comentó.

 García Villafuerte comentó que las arañas combaten plagas como las cucarachas y moscas, quienes son transmisoras de enfermedades, por lo que es mejor verla como aliadas.

El investigador mencionó que pese a tener el registro de especies más grande de México, ésta de seguro podría duplicarse, sin embargo, existe una falta de personas interesadas en el estudio de las arañas.

Por último, Guichard Romero recordó que ante el desconocimiento de estas especies, existen instancias como el ZooMAT, Protección Civil o la PROFEPA, que pueden atender estos alertamientos y así no disminuir la población, hecho que nos afecta a todos y todas.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE CHIAPAS PARALELO. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

México usa 111 plaguicidas que en otros países ya están prohibidos para cultivar papa, maíz, limón…

jueves, marzo 21st, 2019

La falta de control sobre el uso de los plaguicidas o agroquímicos en México se ha convertido en una amenaza directa e indirecta que llega a los mexicanos a través de su alimentación. Cultivos de papa, algodón, maíz, limón, chía o mandarina son rociados con estas sustancias –capaces de producir cáncer y problemas neurológicos– sin que existan mecanismos que controlen, contabilicen y adviertan de los riesgos de salud que implica su uso.

Ciudad de México, 21 de marzo (SinEmbargo).- El uso de agrotóxicos o plaguicidas de síntesis química se ha incrementado en los últimos años en México sin que exista una regulación que controle a las sustancias más peligrosas. A pesar de que la evidencia científica ha demostrado que estas sustancias son capaces de generar cáncer y otros efectos en el sistema endócrino, metabólico y neurológico, en México se permite la utilización de 140 ingredientes activos prohibidos en otros países.

En opinión de los especialistas, el problema radica en la desactualización y desconocimiento de las autoridades y usuarios sobre las normativas internacionales, tales como el Convenio de Rotterdam y el Convenio de Estocolmo, los cuales establecen protocolos para la eliminación o restricción de las sustancias tóxicas persistentes y bioacumulables de fabricación intencional.

Omar Arellano, investigador de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y miembro de la Unidad de Análisis ambiental de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), sostuvo que en sexenios anteriores instituciones como las secretarías de Salud (SSA) y Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) –actualmente Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader)–, incurrieron en la omisión del uso de dichas sustancias.

“Es una situación un poco anárquica, no hay control, primero porque el uso de sustancias químicas en México, particularmente plaguicidas, no cuenta con una revisión de uso, además no se han actualizado los catálogos de plaguicidas, de hecho los que son altamente peligrosos tienen autorizaciones indeterminadas, es decir, la Secretaría de Salud no ha establecido los mecanismos temporales necesarios para dejarlas de usar. Esto es algo que solo ocurre en México. Por otro lado, la misma Sagarpa hizo recomendaciones de sustancias químicas contenidas en los convenios de regulación internacional, por lo que la misma dependencia incurrió en una desactualización. También se encuentran los consumidores que pueden acceder a ellos sin ninguna vigilancia, son ellos quienes están usando de manera indiscriminada muchas de estas sustancias, generando un problema ambiental y de salud”, dijo.

Recientemente en entrevista para SinEmbargo, Víctor Villalobos, nuevo titular de la Sader, aseveró que se impulsarán las buenas prácticas agrícolas con las que se retomará el uso de composta y fertilizantes orgánicos en el campo; además de que “no se promoverá el uso de semilla transgénica para los cultivos que van a la cadena alimenticia”. Son  los cultivos transgénicos y agroindustriales en donde más se emplean plaguicidas, por lo que esta medida podría representar una reducción importante en el incremento.

A pesar de que el Secretario del Gobierno federal afirmó que México es uno de los países con menor incidencia en el uso de químicos, las cifras oficiales demuestran un aumento acelerado de estos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) registró que la agricultura mexicana utilizó en promedio 4.55 toneladas de plaguicidas (funguicidas, herbicidas e insecticidas) por cada mil hectáreas entre los años 2009 y 2010; en el año 2013 el número incrementó de manera significativa: se utilizaron 37 mil 455 toneladas de insecticidas, 31 mil 195 toneladas en herbicidas y 42 mil 233 toneladas de fungicidas.

Debido a la falta de monitoreo no se tienen cifras actualizadas o con claridad sobre qué agroquímicos y en qué concentraciones fueron utilizados.

El pasado 26 de diciembre de 2018, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) expidió la recomendación 82/2018 en la que sugiere la adopción de “acciones de carácter normativo, administrativo y de políticas públicas para regular adecuadamente el manejo de plaguicidas altamente peligrosos”, reconociendo que la falta de control constituye violaciones a los derechos a la alimentación, el agua salubre, un medioambiente sano y a la salud.

La respuesta del nuevo gobierno ha sido positiva, ya que se ha comprometido a acatar todas las medidas necesarias que garanticen el ejercicio de los convenios establecidos con la FAO y  la Organización Mundial de la Salud (OMS).

María Colín, asesora legal de Greenpeace México, reconoció la buena voluntad que ha tenido la autoridad, sin embargo, confirmó que la expectativa continuará hasta que se incluya el discurso de prohibición en las políticas nacionales rectoras, es decir, el Plan Nacional de Desarrollo.

“Hay compromiso por parte de ellos [autoridades] de dar cumplimiento absoluto a la recomendación, la cual es bastante tajante sobre la revisión de los registros que actualmente existen en el mercado de estas sustancias, así como de sus afectaciones. Por un lado, se tiene que hacer un retiro progreso de estas sustancias y por el otro se tienen que incluir medidas para el retiro de estas sustancias en el Plan Nacional de Desarrollo y en programas sectoriales. Este compromiso implica también trabajar modificaciones a las regulaciones de las relacionadas con los temas de salud y agricultura, específicamente la Ley Federal de Variedad Vegetales, porque se ha dejado de evaluar la efectividad agrícola que tienen los productos. Es grave la falta de regulación”.

LAS SUSTANCIAS Y SUS EFECTOS

En México se permite el uso de 183 plaguicidas considerados como altamente peligrosos, la mayoría de estas sustancias- 111- se encuentran prohibidas en otras partes del mundo por el efecto que pueden tener en el aire, agua, tierra y la salud humana y animal. A este número se suman otros 29 que no son considerados en este nivel de toxicidad, pero que también se encuentran prohibidos en otras partes del mundo.

La Red de Acción sobre Plaguicidas y sus Alternativas en México (Rapam) estima que existen 3 mil 140 autorizaciones de distintos usos sanitarios para los plaguicidas.  El uso en la agricultura es uno de los más alarmantes, primero porque es riego para los jornaleros agrícolas que no cuentan con información clara sobre las sustancias, y segundo porque es capaz de generar afectaciones directas (al suelo y otros recursos naturales) e indirectas (producidos por el consumo de alimentos).

El científico Omar Arellano afirmó que en el país algunas de las sustancias más usadas son el endusolfán, el paratión metílico, el metamidofos, el cloropirifós, la astrazina y el glifosato. Con excepción del glifosato, del que aún se discute su nivel de toxicidad, todas las sustancias son parte de plaguicidas altamente peligrosos.

Endusolfán: De acuerdo con los datos de la CNDH, basados en las investigaciones realizadas por la RAPAM, este herbicida se encuentra prohibido en 75 países. El Perfil Nacional de Sustancias Químicas del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático lo reconoce como una sustancia prohibida o restringida por el convenio de Estocolmo, sin embargo, su uso está autorizado en México para 20 cultivos distintos, entre los cuales está el maíz, algodón, frijol, diversas hortalizas y el café.

Paratión Metílico: El insecticida se encuentra prohibido en 59 países. En México se reconoce como una sustancia sujeta al procedimiento de conocimiento fundamentado previó por el Convenio de Rótterdam (en donde se le considera altamente tóxico). Se usa en cultivos como el algodón, cebolla, cacahuate, frijol, jitomate, maíz y trigo.

El uso de plaguicidas  contribuye al desarrollo de enfermedades  metabólicas  y neuróticas, además contaminan agua, aire y suelo, contribuyendo a la destrucción de la capa de ozono y el cambio climático.  Foto: Cuartoscuro.

Metamidofós: Es un insecticida prohibido en 49 países. En el convenio de Rotterdam se clasifica como extremadamente peligroso, así lo reconoce el Perfil Nacional de Sustancias Químicas, sin embargo, no se establece una prohibición para su uso. Algunos de los cultivos en los que se autoriza su aplicación son los de la chía, jitomate, pepino, papa, chile, sandía, soya, algodón, col, berenjena, tabaco, brócoli y el melón.

Astrazina: Es un herbicida considerado como un alterador endocrino que causa un desequilibrio hormonal. Esta clasificado en la categoría 3 del Convenio de Ospar por carcinogenicidad. Se usa en los cultivos de manzana, caña de azúcar y maíz.

Glifosato: Aún no es parte de la categoría de compuestos considerados como altamente peligrosos, sin embargo, fue considerado como posible cancerígeno para las personas por la Agencia de Investigación para el Cáncer de la OMS. Este herbicida se usa sobre todo en cultivos transgénicos resistentes de maíz, algodón y soya. No obstante, también se usa en cultivos tradicionales de sorgo, aguacate, limón, naranja, mandarina, tangerina. Es el herbicida más usado en México.

El uso de estas sustancias en el campo pone en situación de vulnerabilidad a los agricultores y a las comunidades rurales, sobre todo indígenas, sin embargo, también representa un riesgo indirecto para los consumidores de alimentos orgánicos y transgénicos.

“A través de la alimentación estamos expuestos de manera indirecta a estos químicos asociados con distintas enfermedades crónicas. Muchos de estos compuestos están asociados con problemas cardiovasculares, son neurotóxicos y están asociados a problemas del síndrome metabólico que pueden generar enfermedades como la diabetes, no hay todavía una asociación directa, pero sí es un factor de riesgo. Los problemas neurológicos se han ubicado en las comunidades de jornaleros, en niños que están expuestos a los plaguicidas que tienen problemas de aprendizaje y de desarrollo neuromotor. Los agricultores son una de las poblaciones más vulnerables”, agregó Arellano.

 El MAÍZ Y LA CERVEZA

En octubre del 2018 la Asociación de Consumidores Orgánicos ACO dio a conocer el resultado de unos análisis de laboratorio donde se encontraron niveles del glifosato y de AMPA -ácido amino metil fosfónico, el metabolito principal del glifosato- en diversas muestras de harina de maíz blanco y amarillo de la marca Maseca.

Los casos más destacados del estudio fueron los de las tortillas de harina de maíz, en las que se ubicaron concentraciones efectivas de glifosato de 17.59 por ciento, así como en sus tortillas de maíz blanco, en las que la concentración fue de 12.43 por ciento. En la marca estadounidense de maíz deshidratado HoneyVille, el hallazgo fue de 29.98 por ciento.

Los resultados del ejercicio destacan que: “una tercera parte de las harinas de maíz (3 de 9) de marca Maseca que se analizaron contienen altos porcentajes de maíz transgénico y del herbicida glifosato asociado a los cultivos transgénicos, mientras que en el resto de muestras analizadas, las cantidades de maíz genéticamente modificado y de glifosato son menores o indetectables”.

El estudio concluyó que esta era la evidencia de la omisión de las autoridades mexicanas para controlar a los químicos, asimismo urgía la necesidad de regresar el consumo de tortilla nixtamalizada.

La tortilla es uno de los alimentos básicos de los mexicanos, aunque en algunos lugares del país aún se consumen con masa de nixtamal, en general se ha extendido el  uso de harina Maseca para su preparación. Estudios recientes han relacionado a esta harina con el maíz  transgénico y  con el glifosato. Foto: Margarito Pérez Retana, Cuartoscuro.

De la misma manera un estudio realizado por la organización U.S. Pirg, con presencia en Estados Unidos y Canadá, detectó un incremento en las partículas de glifosato cervezas y vinos de distintas marcas, entre ellas Heineken, Stella Artois y Corona Extra.

El estudio registró el consumo de las cervezas en Estados Unidos, sin embargo, no dejó fuera a México debido a la presencia de 25.1 particular por mil millones (ppb por sus siglas en ingles) de glifosato de la marca mexicana Corona Extra, rebasando el límite aceptable de 3.5 ppb.

Este no es el primer hallazgo de químicos en la cerveza. Omar Arellano aseguró que en países como Argentina y Alemania se han registrado con anterioridad.

LAS ALTERNATIVAS 

Se han propuesto alternativas para frenar el incremento del uso de plaguicidas y la ingesta de estos. Las propuestas coinciden en que es necesario cambiar la normatividad y procurar  la revisión de los programas de fomento al campo, que con anterioridad eran promovidos por la Sagarpa y Senasica y en los cuales se recomendó el uso de algunas sustancias consideradas como altamente peligrosas.

Asimismo, se propone el retorno a la agricultura ecológica con un enfoque de derechos humanos. Para María Colín el eje focal deber ser la información y la garantía del respeto al derecho a la alimentación de los consumidores.

“Si tú no quieres tener esta presencia de este tipo de sustancias en tus alimentos, tienes el derecho a decir. No tendríamos por qué estar padeciendo con este tipo de sustancias en nuestros cuerpos cuando nadie nos ha preguntado y nadie nos ha informado. Nuestra recomendación es en torno a la agricultura sustentable, estamos intentando este sistema a través del uso de transgénicos y plaguicidas cambie. Demandamos el cambio al modelo agroecológico con el uso de biofertilizantes y de plaguicidas biológicos. Reconocemos las declaraciones del secretario de la Sader sobre la transición, pero el cambio debe ser más rápido y masivo porque aún se observa un uso limitado de bioinsumos”, afirmó.

Cofepris dejó entrar 140 activos de plaguicidas prohibidos por dañar la salud y medio ambiente

domingo, febrero 3rd, 2019

La Comisión Federal de Protección a Riesgos Sanitarios autorizó el uso de hasta 140 activos de plaguicidas que, de acuerdo con especialistas y estudios de organizaciones internacionales, fueron aprobados a pesar de que están prohibidos en otros países, o bien son clasificados como “altamente peligrosos” para la salud y el medio ambiente.

La Cofepris, acusan expertos consultados por este diario digital, ha sido omisa respecto a los efectos provocados por dichas sustancias. La normalización de su uso, afirman, fue el efecto del cambio en el modo de producción agrícola que persigue el modelo de EU, en el que los monocultivos dependientes plaguicidas desplazan a la agricultura tradicional.

 Ciudad de México, 3 de febrero (SinEmbargo).– El Gobierno de México autorizó para su uso cerca de 140 ingredientes activos de plaguicidas que están prohibidos en otro países y otros 183 que están clasificados como “altamente peligrosos” por diversos organismos internacionales. Su entrada fue admitida por la Comisión Federal de Protección a Riesgos Sanitarios (Cofepris).

La evidencia científica ha demostrado que dichos compuestos son capaces de producir efectos irreversibles en el medio ambiente, como la contaminación del aire, el agua y del suelo, y también producen enfermedades como el cáncer, malformaciones congénitas y desequilibrios hormonales.

El Catálogo de Plaguicidas de Cofepris, realizado en 2016, contiene el registro de dichos compuestos; dicho catálogo fue realizado durante la administración de Mikel Arreola Peñalosa, quién ocupó el puesto como Alto Comisionado del instituto de 2011 al 2016.

Los plaguicidas se han convertido en enemigos silenciosos que, de acuerdo con la la Red de Acción sobre Plaguicidas y sus alternativas en México (Rapam), cuentan con más 3 mil 140 autorizaciones de diferentes usos sanitarios, que incluyen la jardinería, la industria, los usos agrícolas, forestales, pecuarios, domésticos y urbanos. La mayoría de los registros de plaguicidas altamente peligros -el 91 por ciento con 2 mil 865 registros– cuentan con una vigencia indeterminada, debido a que fueron otorgadas antes de 2005.

María Colín, asesora legal de Greenpeace México, asevera que hay poca claridad en la lista de agroquímicos autorizados en el país. La falta de seguridad sobre cuáles son las sustancias y cuáles son las atribuciones de las autoridades que las regulan es lo que ha permitido la entrada de compuestos químicos considerados como altamente peligrosos por los Convenios de Rótterdam y Estocolmo. México está adscrito desde hace más de una década a ambos mecanismos internacionales que tienen como objetivo la protección de medio ambiente y la salud humana de los contaminantes orgánicos persistentes (COP).

“Es un sistema sumamente confuso. Incluso cuando se dan los registros que no tienen caducidad, es necesario que tengamos claro cuál es el catálogo de agroquímicos del 2016. Además o se sabe cuántas actualizaciones se han dado. La primera parte es saber qué tenemos, qué estamos permitiendo, qué estamos registrando, qé estamos aceptando como importación y comercialización (…) Hace falta saber cuáles son las atribuciones de autoridades –como la Cofepris, la Secretaría de Agricultura– respecto a la efectividad biológica de estos plaguicidas y cuáles son las acreditaciones otorgadas por parte de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)”, afirmó la abogada Colín.

La falta de seguridad sobre cuáles son las sustancias y cuáles son las atribuciones de las autoridades que las regulan es lo que ha permitido la entrada de compuestos químicos considerados como altamente peligrosos por los Convenios de Rótterdam y Estocolmo, dice María Colín. Foto: Juan José Estrada, Cuartoscuro

El pasado 9 de enero, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reconoció que la omisión de las autoridades federales “para adoptar acciones de carácter normativo, administrativo y de políticas públicas para regular adecuadamente el manejo de plaguicidas altamente peligrosos” constituye violaciones a los derechos a la alimentación, el agua salubre, un medioambiente sano y a la salud.

En el escrito se reconoce que “de los 35 plaguicidas restringidos por el convenio de Rótterdam, por ejemplo, México prohibió la importación de sólo 20 de ellos, permite el intercambio con sujeción a determinadas condiciones para 10 y del resto no se han pronunciado. De los 17 pesticidas incluidos en el convenio de Estocolmo, el Estado mexicano sólo se ha adherido a las condiciones de dicho Tratado para 8 de ellos”.

De los 183 activos considerados altamente peligrosos, la mayoría 111 están prohibidos en otros países. A estos se suman 29 a los que no se los considera con esta toxicidad.

La recomendación 82/ 2018 se encuentra dirigida a los titulares de la Secretarías de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y a Cofepris, y tiene como antecedente 43 escritos interpuestos por particulares ante la Comisión entre julio y agosto de 2017, como efecto de años de oposición que han sostenido diferentes organizaciones campesinas, agrícolas y de la sociedad civil.

Fernando Bejarano, presidente de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (RAPAM), una organización sin fines de lucro que ha trabajado en la sistematización de información relacionada con los agroquímicos, asevera que la recomendación es una buena oportunidad para coloca en agenda el tema, así como las alternativas agroecológicas que se podrían implementar para el control de plagas:

“La CNDH acaba de expedir una recomendación que se debe cumplir de manera cabal. Ahí recomienda que el Plan Nacional de Desarrollo incluya estrategias y prioridades para que se restrinja el uso de tóxicos de alta peligrosidad. Lo que le falta a la recomendación es que se este plan se acompañe de una política de sanidad vegetal y de control de opciones alternativas. Una opción que promueva insumos agroecológicos”, dijo en entrevista con SinEmbargo.

LA REVOLUCIÓN VERDE

Los agroquímicos en México tuvieron su primera aparición en los años cincuenta durante la llamada “Revolución Verde”, un paradigma tecnológico que adoptaba algunas de las técnicas de campos estadounidense con el pretexto de modernizar los modos de producción mexicanos.

Fernando Bejarano explica que dicha modelo promovió la adopción de monocultivos dependientes de insumos externos como semillas, fertilizantes, plaguicidas, maquinaria agrícola y suministro de agua a través de obras de riego, una idea opuesta a la agricultura campesina indígena basada en la siembra diversa.

“La promoción del monocultivo frente a la agricultura campesina indígena, que dejó de reconocerse como sujeto de apoyo para la producción y soberanía alimentaria, nos llevó a esta dependencia alimentaria y mental de grave riesgo para la salud humana y el entorno (…) Se pensaba que como Estados Unidos era el modelo de la modernidad había que modernizar la agricultura y junto a la política neoliberal y los tratados de libre comercio se promovió la compra al mercado externo de cultivos importantes como el maíz. Con el nuevo Gobierno federal el reto será recuperar la autosuficiencia alimentaria, pero con una política de control de plagas y enfermedades”, afirmó el experto.

Fernando Bejarano, de la RAPAM, afirma que el modelo de EU promovió la adopción de monocultivos dependientes de insumos externos como semillas, fertilizantes, plaguicidas, maquinaria agrícola y suministro de agua a través de obras de riego. Foto: Jorge Luis Menéndez, Cuartoscuro

El cambio en el modelo de siembra abrió al paso a los agroquímicos y a los transgénicos con el pretexto de resolver la insuficiencia alimentaria. Sin embargo, la pauta sólo ha favorecido a la industria de los plaguicidas.

En el informe“Plaguicidas Altamente Peligros”, realizado por diferentes organizaciones entre ellas la RAPAM, se explica que cuatro corporaciones transnacionales dominan el mercado mundial de plaguicidas y semillas: la alemana BASF –que aún busca con quién aliarse en la producción de semillas–, DowDupont –resultado de las fusión de las empresas estadounidenses Dow y Dupont–; ChemChina –que es producto de la compra de la suiza Syngenta por China National Chemical Corporation– y la adquisición de la empresa estadounidense Monsanto por la alemana Bayer.

La fusión entre Monsanto y Bayer consolidaría a la empresa global como la productora de semillas y plaguicidas más grande del mundo, además de ser una de las principales corporaciones farmacéuticas.

En un informe de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofese) se estima que el mercado de plaguicidas en México depende en gran medida de las importaciones de Estados Unidos. De ahí proviene el 38 por ciento de las importaciones de este producto. En segundo lugar se encuentra China con una participación total del 7 por ciento, le siguen Alemania, Israel y Francia con un 6 por ciento.

La industria nacional de los plaguicidas esta formada por 119 empresas, de las cuáles, solo 14 están registradas como fabricantes de moléculas químicas de los ingredientes activos; lo que significa que la mayoría importa los productos ya formulados.

 AUSENCIA DE REGULACIÓN

“La falta de control de los gobiernos anteriores favorecía los intereses de las empresas de plaguicidas dejando de lado todo el tema del interés público: la protección a la salud y los ecosistemas. El tema del medio ambiente ha quedado pro completo de lado. Si no se tiene control, ni registro cualquiera puede ir a una casa de productos químicos y comprar plaguicidas. Sin registro incluso un menor de edad puede comprarlos sin que se sepa quién, cómo lo compro y si esta capacitado para usarlo (…) Aún cuando parece que hay mucha legislación, esta es fragmentada, incompleta, desactualizada. Tenemos la necesidad de contar con un marco jurídico encuadrado en un solo instrumento con una real comunicación entre las autoridades, cosa que no existe”, aseveró Colín.

La regulación de plaguicidas en México se ha modificado desde la entrada de la entrada al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), durante el sexenio de Miguel de la Madrid. Luego, la entrada del Tratado de Libre Comercio (TLC) condicionó la manera en la que estas sustancias se distribuyeron en el país, además de que armonizo el registro de plaguicidas con Canadá y Estados Unidos.

A partir de 2001, la Cofepris fue designada como la encargada de la venta y el uso de plaguicidas. Su trabajo debe considerar la opinión técnica de la Semarnat y la Sagarpa que debe entregarse en 50 días hábiles y de acuerdo con el reglamento de para el registro de Plaguicidas, Fertilizantes y Sustancias Tóxicas (R-Plasfest), emitido por la Secretaría de Salud. Aquellas que se encuentran en un catálogo común con los sus socios comerciales del TLC no pasan por las revisiones de las secretarías.

Desde 2013 se realiza un nuevo procedimiento de registro de moléculas nuevas de plaguicidas, mediante un mecanismo de de cooperación multilateral con la EPA de Estados Unidos y la Agencia reguladora de Plaguicidas de Canadá. En este año, Mikel Arriola, quién era Alto Comisionado de la Cofepris anunció la entrada de cuatro nuevas moléculas.

Maria Colin explica que en 2014 se realizaron cambios en el reglamento de plaguicidas, además de que se otorgaron más atribuciones a Cofepris sin que se resuelva el problema de fondo.

El análisis del catálogo 2016 realizado por la RAPAM especifica que de los 183 ingredientes activos de plaguicidas altamente peligrosos, entre los que se encuentran casi la tercera parte (63), tiene una toxicidad aguda alta, según las clasificaciones de la OMS 1A t 1B. Considerados con una toxicidad crónica, están autorizados 43 probables causantes de cáncer humano; otros 35 considerados como perturbadores endocrinos; 21 que son tóxicos para la reproducción y dos que son mutagénicos. Además, cerca de la mitad (44.81) tienen una toxicidad muy alta en abejas.

Activistas de Greenpeace depositaron una abeja de papel maché de casi dos metros de largo, para representar un ejemplar sin vida, en la entrada de las oficinas de la Cofepris para demandar la prohibición de Plaguicidas Altamente Peligrosos (PAP). Mario Jasso, Cuartoscuro

AFECTACIONES A LA SALUD

Los efectos de los agrotóxicos en la salud humana pueden ir desde los impactos a corto plazo –como la muerte–, hasta los impactos de mediano o largo plazo como el cáncer, el desequilibrio hormonal y las malformaciones congénitas.

Hasta el momento, la evidencia científica sólo ha comprobado la existencia de dichas efectos en la población que entra en contacto de manera directa con las sustancias. Sin embargo, se estudian los posibles efectos ocasionados a las poblaciones indirectas.

Omar Amador Muñoz, jefe del Laboratorio de Especiación Química de Aerosoles Orgánicos Atmosféricos del Departamento de Ciencias Ambientales, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Autónoma de México (UNAM), sostiene que la gran mayoría de los plaguicidas se distribuyen en reservorios distintos a los que se encuentran destinados. Al menos un 90 por ciento del total de los químicos usados terminan en el agua, en el aire o en la tierra.

“La gran mayoría de los plaguicidas se distribuyen en otros reservorios. Existen estudios que han comprobado que sólo el 10 por ciento de del total de lo usado llega su destino final. Es importante entender que estos agroquímicos se distribuyen a través del aire, del agua y de la tierra, y que las partículas –por más pequeñas que sean– tienen la capacidad de perdurar meses o años en la atmósfera”, aseveró el científico. Amador Muñoz insiste en la relevancia de entender que la distribución de las sustancias no es menor, ya que éstas son capaces de integrarse en el organismo de los alimentos animales y vegetales que comemos.

 TRANSITAR A LA AGRICULTURA ECOLÓGICA

Los expertos coinciden en que el problema de los plaguicidas es la administración propuesta para ellos, ya que en pequeñas dosis son útiles para sus fines. Por lo que instan al nuevo Gobierno federal a que preste atención en el manejo de las sustancias químicas con efectos tan nocivos para el ambiente y la salud.

“El compromiso del nuevo Gobierno debe consistir en generar condiciones para transitar hacia al agricultura ecológica. Hay una buena señal en los compromisos que ha hecho, incluyendo el que ha realizado con relación a los cultivos transgénicos. Sin embargo, lo primero que tiene que hacerse es la revisión del catálogo, saber cómo esta conformado, abrir la información y respetar las recomendaciones hechas”, afirmó María Colin.

Entre las recomendaciones más destacadas realizadas por la comisión se encuentra el llamado a incluir en metas, estrategias y prioridades dentro del Plan Nacional de Desarrollo y los programas sectoriales que busquen reducir los riesgos ocasionados por el uso de plaguicidas. Asimismo se pide la actualización de las Normas Oficiales Mexicanas que destacan el tema –Norma 032– e instan a la Cofepris a proponer al Ejecutivo federal a implementar medidas de carácter prohibitivo o restrictivo para la totalidad de las sustancias contenidas en los tratados internacionales.

“Lo que se requiere es una estrategia de transición que vaya fomentando alternativas y al mismo tiempo se vayan sacando del mercado los plaguicidas de mayor peligrosidad. Entre las formas alternativas de control de plagas se usan desde enemigos naturales como insectos benéficos que usan cambio en el manejo de cultivo. Ya hay una amplia experiencia y toda una generación de agrónomos que ya no sólo se dedican a aplicar veneno, si no que aplican métodos agroecológicos que junto a las técnicas tradicionales están construyendo alternativas”, destacó Fernando Bejarano.

Autosuficiencia alimentaria, sí, ¿pero con cuáles suelos? Casi se los acabaron, alerta especialista

martes, diciembre 4th, 2018

Los Gobiernos neoliberales han acabado con los suelos del campo mexicano por el uso de fertilizantes, afirma Helena Cotler Ávalos en este artículo escrito en exclusiva para los lectores de SinEmbargo. Privilegiaron, añade, subsidios a agroquímicos, a combustibles, a una agricultura industrializada y abandonaron al 70 por ciento de los productores.

Las consecuencias de la erosión de éstos afecta las actividades agropecuarias, da pie a la emisión de gases de efecto invernadero, inundaciones y hasta disminuye la capacidad de almacenamiento de agua y su purificación, alerta la especialista en Ciencias Agronómicas, cuyas investigaciones se centran en la conservación del suelo, la integridad de las cuencas hidrográficas y la política pública.

Ciudad de México, 5 de diciembre (SinEmbargo).– El interés por la autosuficiencia y la soberanía alimentaria es retomado con fuerza por el nuevo Gobierno. En efecto, este es un objetivo cada vez más urgente ante la actual pobreza alimentaria, el crecimiento de la población y los impactos del cambio climático (desertificación, nuevas plagas). Las soluciones que se han utilizado en el pasado, basadas exclusivamente en fertilizantes y agroquímicos nos dejaron impactos ambientales y sociales que no podemos repetir: eutrofización y contaminación de cuerpos de agua, contaminación de suelos, daños irreversibles en salud humana, eliminación de insectos polinizadores, pérdida de especies vegetales nativas, pérdida de conocimiento local, migración, entre otros.

La calidad de los suelos también ha sido víctima de gobiernos neoliberales que dieron la espalda a la sostenibilidad del campo mexicano, privilegiando subsidios a agroquímicos, a combustibles, a una agricultura industrializada y abandonando al 70 por ciento de los productores, que con menos de cinco hectáreas producen, cada vez con más dificultades, los alimentos que consumimos.

Los gobiernos neoliberales han acabado con los suelos fértiles de México. Foto: Helena Cloter

En 2014, la Encuesta Nacional Agropecuaria (Inegi) mencionaba que cerca del 40 por ciento de los agricultores se les dificultaba realizar actividades agropecuarias debido a la pérdida de fertilidad de los suelos. En efecto, el costo de reemplazo de la fertilidad natural, a través de fertilizantes puede alcanzar los 38-54 dólar /hectárea (Cotler et al. 2011), es decir que la erosión de suelos les cuesta a los agricultores más del 60 por ciento de Proagro.

La erosión de suelos, que ya alcanza 66 por ciento del país (INEGI, 2015) impacta seriamente sobre los rendimientos agrícolas. Algunos estudios (González-Mateo et al. 2007) concluyen que el rendimiento de maíz en Guerrero disminuyó de 0.47 ton/ha a 2.6 ton/ha en zonas de erosión ligera a erosión fuerte, respectivamente. Considerando que el rendimiento promedio nacional es de 3.2 ton/ha, las áreas agrícolas de temporal con erosión pueden estar perdiendo hasta el 81 por ciento de su producción. De estos datos puede inferirse que una de las causas de la carencia alimentaria (Coneval) puede ser la erosión de los suelos.

La pérdida de los suelos no sólo afecta las actividades agropecuarias, sino toda nuestra vida. Perder este cuerpo natural, significa también perder una inmensa biodiversidad que en ella habita y que mantiene (vegetación, animales); la remoción y mineralización de la materia orgánica de los suelos, a través de la erosión, promueve la emisión de gases de efecto invernadero (CO2 y CH4); el incremento de azolve en presas, disminuye su capacidad de almacenamiento de agua e incrementa los costos de su purificación; los azolves en ríos aumentan los riesgos por inundaciones, además que deteriora ecosistemas acuáticos, ocasionando la pérdida de su biodiversidad.

Estos impactos son cada vez mayores, teniendo en cuenta que las tasas de pérdida de los suelos calculadas actualmente son entre 10 y 40 veces más altas que las de reposición de éstos. Esta situación incrementa nuestra vulnerabilidad ante el cambio climático, ya que suelos pobres en materia orgánica tienen menos posibilidad de retener humedad, quedando así expuestos a procesos de desertificación. La CNULD (Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación) menciona que la desertificación podría hacer migrar a entre 50 y 700 millones de personas antes del 2050. Sólo en México entre 700 mil y 900 mil personas emigran anualmente de las tierras secas hacia Estados Unidos (CNULD).

Indicador Integrado de Degradación del Recurso Edáfico. Imagen: Inegi Fuente: Conafor (2013)

El tema de conservación de suelos no es exclusivo de las zonas rurales, queda aún mucho por entender y por hacer en las zonas urbanas. En éstas los suelos también son esenciales para promover la infiltración de agua, para absorber metales pesados, para disminuir tolvaneras, capturar carbono, mantener nutrientes suficientes para sostener vegetación que disminuye la temperatura y regula los picos de calor. Entendiéndolo de este modo, no se trata solamente de tener “áreas verdes” sino de promover suelos de calidad.

Continuar con los mismos paradigmas que hemos mantenido hasta hoy sobre el manejo de los suelos amenaza nuestra posibilidad de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con relación a tema vitales como la Reducción de desastres, Hambre cero, Agua limpia, Ciudades y comunidades sostenibles, Acción por el clima, Vida de ecosistemas terrestres.

Por ello, urgen políticas públicas que aborden el manejo de los suelos con flexibilidad, en función de las condiciones socioambientales diversas del país, programas que enfaticen en la incorporación de materia orgánica hacia los suelos, coadyuvando saberes tradicionales con conocimiento científico, fortaleciendo las instituciones gubernamentales y académicas para que aporten mayor conocimiento en el análisis y el monitoreo del estado de los suelos, y en el contexto de un manejo adaptativo se evalúen las prácticas de conservación para asegurar que éstas cumplen con los objetivos buscados.

A nivel mundial, el 5 de diciembre se conmemora el Día Mundial de los Suelos y es una llamada urgente para regresar la vista a lo más esencial, aquello que nos da vida, a los suelos.

La erosión de los suelos incrementa nuestra vulnerabilidad ante el cambio climático. Foto: Helena Cloter

CNDH toma caso de niños jornaleros intoxicados por comer tomates fumigados en El Walamo, Sinaloa

sábado, enero 27th, 2018

Personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se comunicó al nosocomio y pidió hablar con los familiares de los menores.

Imelda Martí, jefe de Trabajo Social del Hospital General, dijo que la Comisión Nacional de Derechos Humanos ofrece a los familiares de los niños jornaleros intoxicados, dos apoyos.

Por Verenice Peraza

Sinaloa/Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).- “Cuando me dio hambre, corrí para los surcos y corté unos tomates, mi hermano Josué quiso uno y se lo di, yo me comí el mío, pero me dolió aquí (la nuca), luego me dieron ganas de vomitar y vomité, mi hermanito no pudo”, expresó Misael “N”, de 7 años, quien ya fue dado de alta desde de presentar intoxicación por agroquímicos, en los campos de la sindicatura de Villa Unión.

Custodiado por su abuelita Luisa Ríos, de 44 años, quien habla dialecto tlapaneco, Josué dice que le dio mucho miedo cuando se sintió mal.

“Yo no podía vomitar, pero me metí el dedo a la boca y vomité, luego mis pies no podía estar derechos y paraditos”, recordó.

Fue así como fue trasladado al Hospital General “Doctor Martiniano Carvajal”.

Su hermano Josué, de 12 años, ya está estable de salud, pero aún está débil, por lo que ocupa la cama 6 del área de Pediatría del nosocomio.

Josué y su hermano Misael son hijos de jornaleros agrícolas de Guerrero.

No van a la escuela como tampoco lo hace su hermana María y Lupita, de 13 y 10 años.

Pero también tiene otra hermanita de 6 meses.

“Somos 4 hermanos y yo, mi mamá, mi papá, mi abuelita, mi abuelito, mi tío, mi tía y todos vivimos juntos”, dijo.

Ayer, luego de que el caso de estos menores fuera dado a conocer por este diario, personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se comunicó al nosocomio y pidió hablar con los familiares de los menores.

Imelda Martí, jefe de Trabajo Social del Hospital General, dijo que la Comisión Nacional de Derechos Humanos ofrece a los familiares de los niños jornaleros intoxicados, dos apoyos.

“El primero de ellos es apoyarlos con su traslado de regreso a Guerrero, si es que así lo desean, mientras que el segundo apoyo es ubicarlos en un lugar donde puedan estar seguros, tener comida y que no sean violentados sus derechos”.

Martí destacó que el Hospital General será el enlace con la CNDH, de tal manera que “se hará lo que la familia determine”.

Médicos del nosocomio informaron que el menor que aún permanece internado podría ser dado de alta este fin de semana o el próximo lunes, luego de que su estado de salud mejoró.

“Yo no podía vomitar, pero me metí el dedo a la boca y vomité, luego mis pies no podía estar derechos y paraditos”. Misael, niño jornalero.

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Alimentos ecológicos, biológicos, orgánicos y sostenibles tienen sutiles diferencias

sábado, septiembre 2nd, 2017

Los productos eco, bio, orgánicos y sostenibles presentan algunas diferencias en la manera en que son cultivados y procesados. Saber definirlos ayuda a identificar si los alimentos adquiridos han sido alterados genéticamente o han llevado algún proceso químico.

Ciudad de México, 2 de septiembre (TICBeat/SinEmbargo).- La alimentación sana está en boga desde hace bastantes años, pero todavía son muchas las personas que confunden los términos. De hecho mucha gente cree que ecológico, biológico y sostenible son conceptos muy similares cuando hablamos de comida, o que su significado es idéntico.

Aunque la legislación de la Comunidad Europea considera sinónimos los adjetivos ecológico -comúnmente denominado “eco”-, biológico -“bio”-, orgánico y sostenible, designando a aquellos productos que no han sido concebidos ni tratados bajo químicos o pesticidas, que no han recibido manipulación genética y que respetan los ciclos naturales, beneficiando al medio ambiente y a las comunidades ganaderas y agrícolas locales, lo cierto es que existen algunas pequeñas diferencias y matices entre estos conceptos. Te contamos cuáles son, a continuación.

DEFINICIÓN Y DIFERENCIAS ENTRE PRODUCTOS ECO, BIO, ORGÁNICOS Y SOSTENIBLES

Es importante destacar que el empleo de uno de estos términos se suele hacer para destacar un aspecto concreto del producto. El reglamento europeo establece que los productos de este tipo no pueden tener más un 5 por ciento de ingredientes procedentes de Organismos Genéticamente Manipulados (OGM), justificando el porcentaje como el margen tolerable que puede controlar el producto. Veamos las diferencias entre estos conceptos ligados a la compra responsable y a la defensa del medio ambiente:

ALIMENTOS ECOLÓGICOS
Abarca aquellos productos que desarrollan todas sus etapas de crecimiento y producción respetando los ciclos de naturaleza y sin intervención artificial. Por tanto, son aquellos que se cultivan y procesan sin abonos, pesticidas o conservantes genéticos, ni irradiación, ni tampoco ingeniería genética. Para su cultivo se emplean fertilizantes naturales, se aprovechan las condiciones naturales como el suelo o el clima, y en el caso de la ganadería, se respeta la crianza en condiciones óptimas -suficiente espacio o pasto al aire libre-, sin intervención como hormonas o antibióticos. Los alimentos ecológicos contienen menor cantidad de contaminantes y nutrientes con acciones prooxidantes y proinflamatorias, y mayor cantidad de nutrientes con acciones antiinflamatorias y antioxidantes.

ALIMENTOS BIO

Este término -tan empleado en el mercado de la alimentación, en el que abundan desde hace bastantes años productos con prefijo bio- nombra a aquellos alimentos que no contienen ningún componente que haya sido alterado genéticamente ni recibido intervenciones de laboratorio para conseguir el resultado final. De este modo, estos productores realizan un proceso natural de selección de especies, cierran su ciclo reproductivo y mejoran su patrimonio genético y apoyan que se preserven niveles altos de biodiversidad.

ALIMENTOS ORGÁNICOS
La etiqueta “orgánico” hace hincapié en que no se ha realizado ninguna intervención química para desarrollar el alimento y que por tanto, no se ha usado en su producción fertilizantes o pesticidas. Es preciso subrayar que no todos los alimentos orgánicos son biológicos, puesto que pueden no contener sustancias químicas pero si haber sido manipulados genéticamente.

ALIMENTOS SOSTENIBLES

Mujeres cafeticultoras de la sierra de Chiapas.
Foto: Cuartoscuro/Elizabeth Ruiz

El término es más amplio y está ligado tanto al medio ambiente como a la economía y comercio locales. La economía sostenible es una forma de producción potenciadora de la economía local a medio y largo plazo y respetuosa con el planeta y el medio ambiente, basada en el cultivo ecológico y éticamente responsable. Mientras que por ejemplo, agricultura ecológica es sinónimo de agricultura sostenible, los productos orgánicos -sin pesticidas ni químicos- pueden ser producidos en granjas industriales que no son sostenibles.

Algunos dicen que son más sanos y sostenibles. Otros cuestionan estos dos argumentos, recordando que no hay estudios que confirmen ninguna de estas dos supuestas ventajas de los productos ecológicos, que simplemente son más caros y tienen un sello de certificación.

Pero de lo que no hay ninguna duda es de que su consumo está en auge y cada vez son más las personas que apuestan por los alimentos ecológicos a la hora de hacer la compra. Un creciente negocio que ha hecho proliferar las líneas de productos de este tipo.

¿Pero qué significa realmente que un producto sea ecológico? ¿Y qué diferencia hay entre lo ecológico, lo “bio” y lo “orgánico”?, tres categorías que se suelen usar en este ámbito sin que esté demasiado claro si se trata de lo mismo, hay diferencias o, básicamente, nos están tomando el pelo para cobrar más por lo mismo. Y es que no hay que olvidar que la diferencia de precio entre los productos convencionales y los ecológicos es considerable.

De entrada, no está de más aclarar qué es y que no es un producto ecológico. Porque, aunque muchos lo relacionen con conceptos como producto de temporada o de proximidad, no tiene nada que ver. Puede serlo, pero en realidad la certificación ecológica no obliga a ello.

Ecológico significa que se ha producido según la normativa para estos productos. Básicamente, y por resumirlo mucho, no se permite el uso de pesticidas ni fertilizantes químicos, ni tampoco transgénicos.

SELLO DE LA UE QUE IDENTIFICA A LOS PRODUCTOS ECOLÓGICOS

El término “ecológico” y se usa indistintamente según el idioma y el país, lo que constituye un problema. Foto: Especial

¿Puede ser un producto ecológico de invernadero? Por supuesto. De hecho, Almería se ha convertido en una de las zonas punteras de Europa en producción ecológica bajo plásticos. Seguro que a muchos esta idea de combinar lo ecológico con la agricultura intensiva les sorprende.

En el caso de los alimentos, el sello de la Unión Europea se encarga de identificar los productos ecológicos certificados que han pasado los controles necesarios. Y que han pagado por ello, evidentemente.

Es decir, los tomates del vecino que tiene una huerta podrían ser ecológicos, pero si quiere venderlos como tal, tendría que pasar por este proceso de certificación. Que estén más o menos buenos ya es otro tema que, por otra parte, también suele generar muchas discusiones.

El lío llega cuando entran en juego otras denominaciones que, en realidad, a nivel legal, son consideradas sinónimos de “ecológico” y se usan indistintamente según el idioma y el país. Es decir “bio” y “orgánico” (en realidad una mala traducción de “organic”) significan exactamente lo mismo que “ecológico” y, de serlo, llevarán el citado sello identificativo de la UE.

No obstante, es verdad que si algo suele abundar en este tipo de productos son los sellos. De entrada, el de agricultura ecológica, que en España concede cada comunidad autónoma. Otros países europeos, además, tienen sus propios sellos, con lo que -y aquí viene la confusión- es habitual encontrarse en un supermercado ecológico productos alemanes con la certificación “bio” o franceses certificados como “agricultura biológica”.

Hasta ahí lo que dice la ley y lo que el consumidor puede exigir. Pero según leemos en diversos medios especializados en este tipo de productos, sí existe cierta percepción diferente de lo que significa cada uno de ellos o cómo se interpretan. Insistimos, ya al margen de lo que dice la normativa.

Así, “bio” suele entenderse como productos que no han sido modificados genéticamente, aunque también existe una certificación “non GMO” que emiten diversas organizaciones privadas. ¿Un producto no transgénico es necesariamente ecológico? No. ¿Uno ecológico está libre de trasngénicos? Por ahora sí, aunque hay debate entre los productores sobre si tiene sentido mantener esta normativa.

Con lo “orgánico” ocurre justo lo contrario. En este caso, se entiende que se trata de producciones libres de pesticidas y químicos, pero podría tratarse de semillas transgénicas. De nuevo, no pueden acceder a la certificación ecológica, al no cumplir todos los requisitos.

¿Ha quedado más claro dentro de lo poco claro que en realidad está todo el tema? En cualquier caso, compres o no ecológico, siempre que se pueda, que sea de temporada y de proximidad.

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Científicos de EU encuentran relación entre el uso de pesticidas y problemas en nacimiento

martes, agosto 29th, 2017

Un grupo de científicos de la Universidad de California se trasladó al Valle de San Joaquín para investigar los efectos de los pesticidas en 500 mil mujeres embarazadas entre 1997 y el 2011.

La exposición a niveles muy elevados de pesticidas durante el embarazo aumenta las probabilidades de tener partos con problemas, revela el estudio. Foto: Especial.

Londres, 29 de agosto (EFE).- Un estudio divulgado hoy por Nature Communications vincula la exposición de las mujeres embarazadas a los pesticidas con anomalías en bebés recién nacidos, aunque solo cuando el contacto con esos químicos se produce a niveles muy altos.

La investigación fue realizada por un grupo de expertos de la Universidad de California (Estados Unidos), que evaluaron datos extraídos de la zona del Valle de San Joaquín, en California, un entorno eminentemente agrícola.

Según indica la citada publicación británica especializada, hasta la fecha los estudios científicos previos mostraron que los trabajadores del sector agrario sufrían efectos negativos en su salud derivados del contacto con los pesticidas empleados.

No obstante, no quedaba claro cómo afectaba exactamente a esos individuos vivir al lado de áreas agrícolas.

La experta Ashley Larsen y un grupo de colegas investigaron la relación entre la exposición a los pesticidas y los nacimientos de niños, tras analizar 500 mil partos registrados entre 1997 y 2011 junto con los niveles de pesticidas empleados en la zona del Valle de San Joaquín.

Para llegar a esos hallazgos, los expertos se centraron en el peso que tenían los bebés al nacer, la edad gestacional y las anomalías que sufrían.

Según los resultados de la investigación, la exposición a niveles muy elevados de pesticidas durante el embarazo aumenta, entre un 5 y un 9 por ciento, las probabilidades de tener partos con problemas, relacionados con factores como el peso del bebé, la edad gestacional, y posibles anomalías.

Los expertos consideran que con la aplicación de políticas adecuadas, centradas en aquellas personas que se encuentran en situación de riesgo, se podrían reducir las anomalías detectadas en los partos a consecuencia de la exposición de la madre a pesticidas durante el embarazo.

La agroecología: innovación campesina en el cultivo del maíz

viernes, octubre 28th, 2016

Un investigador de la BUAP estudia las tres formas de manejo de cultivo que existen actualmente: convencional, orgánico y agroecológico. Mientras las dos primeras están impulsadas por las transnacionales para usar agroquímicos, el último no afecta el medio ambiente.

Por Dalia Patiño González, Agencia Conacyt

Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).– La milpa no empobrece el suelo, al contrario, lo enriquece y eleva su producción en la siembra de maíz por temporal a diferencia de la de riego, es la conclusión de un trabajo de investigación realizado por el agroecólogo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Miguel Ángel Damián Huato, quien lleva 16 años estudiando el manejo agroecológico de la milpa.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, explicó que en México, 86 por ciento de los productores de maíz siembra bajo condiciones de temporal más de seis millones de hectáreas. No obstante, tanto en la siembra temporal como en la de riego, el manejo de agroquímicos ha derivado en una deficiente producción.

Al respecto, refiere que el rendimiento del cultivo de maíz de temporal de 1980 a 2014 apenas aumentó 660 kilogramos con tecnologías basadas en el uso de fertilizantes agroindustriales, es decir, que en un promedio de 35 años, su crecimiento solo ha sido de 0.82 por ciento por año; en cambio, aseguró que con un modelo agroecológico, la producción podría duplicar sus rendimientos en 10 años.

LAS FORMAS DE MANEJO

El ingeniero agrónomo dice que la milpa es uno de los sistemas agroecológicos eficaces para mejorar la productividad. Foto: Cuartoscuro

El ingeniero agrónomo dice que la milpa es uno de los sistemas agroecológicos eficaces para mejorar la productividad. Foto: Cuartoscuro

A nivel mundial, el doctor Damián Huato explica que hay tres formas de manejo de cultivos: el convencional, el orgánico y el agroecológico.

La diferencia es que el convencional, que deriva de la llamada Revolución Verde, tiene como característica principal la utilización de agroquímicos y la siembra de híbridos o transgénicos.

El manejo orgánico, que generalmente promueven las empresas transnacionales, se caracteriza por sustituir los agroquímicos por insumos como composta e insecticidas orgánicos.

En tanto, el manejo agroecológico, impulsado por organizaciones científicas como Socla (Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología) o Maela (Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe), implica el aprovechamiento de las ventajas que tienen los distintos cultivos que están sembrados de manera asociada para crear complementariedades y sinergias entre sí.

“Por ejemplo, cuando se siembra maíz y frijol al mismo tiempo en una parcela, el maíz le sirve de tutor al frijol para su crecimiento y la leguminosa, a su vez, le proporciona nitrógeno atmosférico a la tierra, lo que nutre al maíz, es decir, el manejo agroecológico exige que los cultivos se siembren de forma asociada y puede ser desde tres a más de una docena de tipos de plantas en una sola parcela”, explica el doctor Damián Huato, miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

ANÁLISIS COMPARATIVO

Para determinar las ventajas del modelo agroecológico, el doctor Damián Huato señala que se evaluaron las tecnologías aplicadas al manejo del maíz. El objetivo de la investigación en una primera etapa (2002-2009) era medir cuánta tecnología recomendada por el INIFAP (Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias) era utilizada.

En una segunda etapa (2010-2016), se agregaron otros dos otros objetivos: diseñar modelos de intervención agroecológicos a fin de identificar a los productores más eficientes y el patrón tecnológico utilizado en el manejo de la milpa, proponiendo su transferencia a los productores que registraban menor productividad.

“Es un patrón tecnológico acorde con las condiciones en que viven y manejan el maíz los productores, que revalora la milpa como uno de los sistemas agroecológicos eficaces para mejorar la productividad”, añade.

Entre los parámetros considerados para esta investigación está el nivel de productividad por hectárea, además otras características como la fecha de siembra, distancias entre surcos, pendiente de suelos, profundidad, aplicación de fertilizantes, número de campesinos que intervienen en el cultivo, entre otras.

Parte de sus conclusiones están en el libro "Utopística agroecológica. Innovaciones campesinas y seguridad alimentaria en maíz". Foto: Cuartoscuro

Parte de sus conclusiones están en el libro “Utopística agroecológica. Innovaciones campesinas y seguridad alimentaria en maíz”. Foto: Cuartoscuro

 

¿CÓMO FUNCIONA LA AGROECOLOGÍA?

Para el agroecólogo Damián Huato, el campo mexicano necesita volver a escuchar los saberes ancestrales de los campesinos, quienes no reconocen las malezas y plagas como tales. El argumento es que las distintas plantas denominadas arvenses en la agroecología crean un hábitat propicio para el desarrollo de miles de insectos, los cuales forman parte de cadenas tróficas, que crean un equilibrio biológico dentro de la milpa, por lo que el campesino utiliza poco insecticida para el combate de plagas.

Además, las arvenses generan cientos de kilogramos de materia orgánica que será reciclada por los microorganismos que existen debajo del suelo para la formación de humus y de nutrientes que serán absorbidos por la planta.

La diferencia entre el policultivo o manejo agroecológico con el monocultivo es que este último necesita de grandes cantidades de agroquímicos, ocasionando la generación de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático, además de la contaminación de suelos y aguas.

LA SEGURIDAD ALIMENTARIA

El investigador Damián Huato, miembro de Socla desde 2010, indicó que lo que sigue a esta investigación, después de crear los modelos de intervención agroecológica, es promover su transferencia para incrementar los rendimientos hasta en un 50 por ciento, un aspecto relacionado directamente con la seguridad alimentaria.

Agregó que en promedio una familia rural requiere de dos mil 500 kilogramos de maíz al año para tener seguridad alimentaria y en los municipios analizados en Puebla, apenas 15 por ciento de los productores la tiene, ya que en promedio cosechan 746 kilogramos al año.

Finalmente, añadió que parte de estas investigaciones se ven reflejadas en el libro Utopística agroecológica. Innovaciones campesinas y seguridad alimentaria en maíz, que escribió junto con el doctor Víctor M. Toledo, presentado el 29 de septiembre en el Museo Nacional de Culturas Populares en la Ciudad de México.

Imagen: Agencia Conacyt

Imagen: Agencia Conacyt

92 agroquímicos que ya fueron prohibidos en otros países son usados en el campo mexicano

sábado, abril 2nd, 2016

México se ha rezagado en la supervisión de los productos agroquímicos en comparación con otros países de la región, como Costa Rica o Colombia. Pero, ¿qué daños provocan esas sustancias en los cultivos del campo y en la salud de los mexicanos?

El investigador Omar Arellano alertó del uso exacerbado de agroquímicos en México. Foto: Juan García, SinEmbargo

El investigador Omar Arellano alertó del uso exacerbado de agroquímicos en México. Foto: Juan Luis García, SinEmbargo

Ciudad de México, 2 de abril (SinEmbargo).– Los productos del campo en México recorren un largo camino de aplicación de agroquímicos antes de llegar al consumidor. Un hecho preocupante si se considera que en el país se utilizan 92 sustancias químicas que ya han sido prohibidas en otros países por sus consecuencias a la salud y el ecosistema, advirtió Omar Arellano Aguilar, toxicólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) cuenta con un catálogo de plaguicidas que no ha sido actualizado desde el 2004, explicó Arellano.

“Este catalogo no ha tenido muchas modificaciones significativas, así que existe un letargo, o retraso en la actualización”, precisó.

El listado sólo ha sido modificado de forma limitada debido a que hay sustancias sujetas a convenios internacionales, como el de Estocolmo que prohíbe sustancias químicas conocidas como compuestos orgánicos persistentes.

Los químicos que aún se utilizan en el campo mexicano ponen en jaque la vanguardia de sanidad internacional.

“En el caso de los agroquímicos que están prohibidos en otros países está el paration metílico, yo en algún momento estuve estudiando su impacto en organismos acuáticos, en peces mexicanos en la Cuenca de Lerma, Balsas y Panuco. Y encontramos trazas de metil paration en peces silvestres, y con impactos de la reproducción, la conducta reproductiva y la supervivencia, porque esta sustancia es neurotóxica, mutagénica y provoca malformaciones en los peces expuestos”, dijo Arellano.

Y es que el uso de sustancias químicas en el campo es el motor para la contaminación de mantos acuíferos y de la fauna dentro de un ecosistema. Datos de Greenpeace sostienen que en México, por cada mil hectáreas se utilizan 3 mil 307 toneladas de plaguicidas y el glifosato sería uno de los más aplicados.

“Estos productos, aunque se aplican en el campo, terminan en los campos de agua, cuerpos de agua que están anexos a campos de cultivo, y que muchas veces son arrastrados por la lluvia y el riego que se les da”, detalló Arellano en entrevista con SinEmbargo.

El investigador detalló otros químicos prohibidos en Estados Unidos o en países de la Unión Europea, pero no en México: Paraquat herbicida, el metamidofos y el glifosato.

Este último fue prohibido en Francia e incluido dentro de la lista de cancerígenos por la Agencia Internacional de la Investigación del Cáncer (IARC), que pertenece a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Y en otros países como Latinoamérica también se han tomado acciones. El Consejo Nacional de Estupefacientes (CNE) de Colombia resolvió, en mayo del año pasado, recortar a la mitad el uso de glifosato, que se suele utilizar para rociar plantaciones ilegales de coca.

Los agricultores son los más expuestos a los químicos. Foto: Cuartoscuro

Los agricultores son los más expuestos a los químicos que se usan en el campo mexicano. Foto: Cuartoscuro

Cuestionado sobre los riesgos a la salud humana que conllevan estas sustancias agroquímicas, Arellano acotó que hace falta mayor investigación: “Es un tema que desafortunadamente desconocemos a nivel nacional. Pero tenemos algunos indicios. Por ejemplo, Chiapas, es un lugar donde hay problemas fuertes de envenenamientos por agroquímicos en los trabajadores, en Veracruz, en San Luis Potosí, Oaxaca, incluso en Baja California”.

Esta situación fue corroborada por Víctor Peña Villalobos, representante de la asociación civil Agricultores del Río Fuerte Sur, en Sinaloa. Sin embargo, los agroquímicos aún son necesarios para la producción del campo, refirió.

“Tenemos medidas para minimizar el uso de agroquímicos, porque son los que más impactan la salud humana. Yo tengo un primo hermano que falleció así. Imagina una avioneta en rociando un millón de hectáreas, todos estamos contaminados aquí. Hay organismos más débiles y esos son los que truenan, de acuerdo a los índices de mortandad”, sostuvo.

Uno de los métodos que promueve la asociación con 632 productos activos es la utilización de insectos y hongos.

“Hacemos juntas de sanidad vegetal para utilizar insectos que combaten insectos, hongos que combaten hongos, pero no se ha hecho de forma grande en la agricultura. Esto lo aplicamos en el Valle de Obregón”, explicó Peña.

Si bien, está estrategia desciende del uso de plaguicidas, el representante de los agricultores en un foro llamado “Construcción Ciudadana para el Buen Gobierno del Agua”, indicó que el principal reto es que los propios agroquímicos matan estos métodos biológicos y orillan al campesino a utilizar también estos productos.

“Nosotros estamos en el campo todo el día, no nos queremos matar solos”, dijo Peña, quien es agricultor en el Valle del Fuerte, en la ciudad de Los Mochis, Sinaloa.

Arellano explicó que los efectos de los agroquímicos varían de acuerdo al tipo de exposición.

“La exposición aguda causa algún daño, pero cuando esto es exposición crónica, hay otro tipo de efectos. Ahorita lo único que vemos son reportes de caso, pero a nivel nacional desafortunadamente no hay esa información. No hay un seguimiento epidemiológico. Muchas veces se diagnostican mal, o no se diagnostican”, dijo.

LA AGROINDUSTRIA

Cinco grandes transnacionales controlan el mercado de los agroquímicos. Foto: Shutterstock

Cinco grandes trasnacionales controlan el mercado de los agroquímicos. Foto: Shutterstock

Arellano, quien es miembro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, informó que el modelo industrial ha propiciado el mantenimiento del uso de plaguicidas.

“Lo que sabemos es que en las últimas décadas la industria química mexicana en cierta manera se ha venido a menos y el monopolio de la venta de sustancias químicas actualmente se aloja en cinco grandes transnacionales [en referencia a Bayer, Dow AgroSciences, Dupont-Pioneer, Monsanto y Syngenta]”, expresó.

Asimismo, las empresas de alimentos tienen una responsabilidad por utilizar productos que requieren una gran cantidad de agroquímicos. En agosto pasado Greenpeace detalló que las empresas Bachoco, Herdez, La Costeña y Maseca no dieron ninguna información sobre el uso de agrotóxicos.

Por su parte, Bimbo aceptó abastecer suministros en varios estados, incluido Sinaloa, donde el uso de agrotóxicos es alto.

“A lo mejor el Gobierno no está haciendo el papel que esperaríamos que hiciera”, dijo Arellano .