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Gustavo De la Rosa

25/02/2022 - 12:05 am

Es bueno el verde pero no tan intenso

El Presidente Andrés Manuel encontró en el Ejército un cuerpo estructurado, obediente y eficaz para cumplir las acciones cotidianas necesarias en la transformación del país que se da día a día.

Me preocupa que repetidamente, el Presidente repita que en el Ejército hay completa honorabilidad y es un cuerpo libre de corrupción, me preocupa qué el Presidente no priorice la construcción de una dirección civil honesta. Foto: Graciela López, Cuartoscuro.

Yo que conocí la rudeza del Ejército, la investigación bajo tortura, allanamiento de Casas, confiscación de las despensas de los juarenses, detenciones sin procedimiento por 10 días en los cuarteles del Ejército y por lo menos supe de 29 ejecuciones extrajudiciales, qué fui desterrado de mi casa, en el valle de Juárez y de la ciudad por los generales Espitia y Juárez , y me vi forzado a vivir un año en el paso Texas, puedo dar testimonio de que el comportamiento del Ejército de AMLO es diametralmente opuesto al Ejército de Calderón.

Viví esa transición de un Ejército represor a un Ejército no intrusivo, con quien relevo a Espitia, el general Zarate Landeros y por instrucciones del general secretario Guillermo Galván organizamos un programa de capacitación en Derechos Humanos para los mandos castrenses en la región de Chihuahua y Coahuila, advertimos qué las grandes dificultades en comprender qué el Ejército forma parte de las instituciones nacionales y que no es un ente autónomo, se pueden superar incluso por los más renuentes cuando les ordenan desde arriba, desde mero arriba que respeten los derechos humanos y qué atiendan a las autoridades civiles.

En 2009 con Espitia, en mi visitaduría de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y una dependencia municipal ad hoc, para recibir quejas de esa naturaleza documentamos mil cien quejas por abusos de la tropa, en cambio en 2010 con Zarate Landeros solo 47.

Tengo para mi la convicción, de que la ley suprema que aplica en el Ejército es la ley de Newton, es decir todo cae de arriba para abajo, obediencia, obediencia, obediencia.

Han pasado 12 años de aquellos fatídicos 2008 y 2009. El pueblo de México decidió probar un nuevo gobierno donde se da prioridad a los seres humanos sobre los negocios, donde se busca el bienestar, la honestidad y la verdad como buena administración.

En esa búsqueda de transformar al país en una nación, simplemente respetable en el concierto internacional, hay muchos cambios y muchas dificultades, y entendemos que muchos de los obstáculos que encuentra el nuevo presidente están en la vieja burocracia que durante 100 años, funcionó lubricada por los billetes, el trafico de influencias y el compadrazgo, no olvidemos que uno de los primeros verbos del nuevo lenguaje revolucionario desde 1917 fue “Carrancear” equivalente a corrupción gubernamental.

En esas condiciones, el Presidente Andrés Manuel encontró en el Ejército un cuerpo estructurado, obediente y eficaz para cumplir las acciones cotidianas necesarias en la transformación del país que se da día a día. Además muy barato, gracias al aparato castrense, a los miles de soldados, que solo entrenaban para una guerra imaginaria, ha podido sacar adelante las grandes obras destinadas a gobernar con equidad entre el sur, el centro y el norte, apoyando a la región que durante 500 años había sido explotada por los españoles, criollos y mestizos sucesivamente del centro del país.

Pero ciertamente que el Ejército mexicano no es un Ejército de guerra contra otro país o para invadir otras naciones, pero si tiene una historia de ser un Ejército represor contra la oposición o delincuencia interna en México.

Por eso por las características propias del Ejército mexicano se le pueden confiar muchas tareas que el gobierno civil no había aprovechado, incluso se le pueden confiar tareas urgentes de Seguridad Pública, porque ese es el origen de la actual Ejército mexicano, entre 1920 y 1930, ante la inexistencia de fuerzas de seguridad pública en el país, el Ejército era el gran policía, fue quien pudo brindar un margen de seguridad a la nación mientras se reconstruyó después de la revolución.

Sin embargo no se le puede confiar todo porque se pierden los equilibrios necesarios entre civiles y militares para el buen gobierno y repentinamente un sector se convierte en superior y en México solamente se reconoce el poder del Presidente de la República y es un poder civil elegido por los ciudadanos que le entregan la confianza a un ciudadano para que gobierne como ciudadano.

Me preocupa que repetidamente, el Presidente repita que en el Ejército hay completa honorabilidad y es un cuerpo libre de corrupción, me preocupa qué el Presidente no priorice la construcción de una dirección civil honesta, comprometida con sus fines y con el proyecto de nación de la cuarta transformación, y prefiera la ruta fácil de confiar en quienes desde su perspectiva se han mantenido un tanto ajenos a las prácticas cotidianas de corrupción, engaño y simulación de la burocracia mexicana.

Me preocupa específicamente su visión acerca de las aduanas fronterizas, el Ejército puede jugar el papel de la vigilancia y control de trafico fronterizo pero la administración interna, financiera y toma de decisiones estratégicas respecto al comercio internacional y al intercambio binacional de mercancías debe residir en el responsable de la Hacienda Pública en México, allí se deben de construir los perfiles honestos, honorables, eficaces, cumplidos, incorruptibles que se encarguen del comercio internacional de México porque si nos negamos a considerar la posibilidad de generar una administración aduanera de excelencia a partir del ciudadano común, del profesionista mexicano, de los expertos nacionales en la materia que están comprometidos seriamente con la transformación del país, nos estamos negando a construir un futuro diferente.

La interacción cotidiana con el tráfico corrompido pudiera tener como resultado que la corrupción profunda y permanente que es tradicional en las aduanas mexicanas contaminen a los militares y el resultado a la larga tenga efectos perversos opuestos a los que se espera y pierdan credibilidad las fuerzas armadas.

Igualmente me preocupa la militarización de la Guardia Nacional de manera permanente, porque si vivimos una experiencia aceptable con la conducta de los miembros de la guardia, una vez militarizados y cuando AMLO se haya retirado de la política activa, quién sabe quién pueda ser el siguiente Presidenta o Presidente, y el siguiente, recordemos el periodo de 1920 a 1946, cuando los presidentes, incluso Cárdena excepto Ortiz Rubio fueron generales. Por eso es bueno lo verde pero es preferible el verde limón que el verde aguacate.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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