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María Rivera

15/12/2021 - 12:00 am

Ómicron

La amenaza de Ómicron, que está demostrando transmitirse a una velocidad muy alta, es muy real, sobre todo, si pensamos que la inmunidad que teníamos se ha visto seriamente disminuida por el tiempo.

La vacunación continúa. Foto: Cuartoscuro.

Escribo esta columna cuando todos los especialistas discuten en el mundo sobre la nueva variante del virus, a veces de manera encontrada. Como es una variante con muchos cambios, la incertidumbre es mayor, y los puntos de vista están lejos de ser uniformes. Hay cosas que no se saben aún y, como hace dos años, la información científica está desarrollándose en tiempo real por lo que equivocarse es más fácil y hacer pronósticos puede ser irresponsable. No cabe sino la mesura y estar atentos a los datos que en otras partes del mundo se vayan generando. Apresurarse a asumir información que aún no ha sido verificada, puede costarnos muy caro o dar una falsa sensación de seguridad. Una de esas informaciones, que se han reproducido en los medios, es que el virus será menos patogénico, más “leve”. Aunque hay indicios de que está causando menos hospitalizaciones, aún no se sabe si esto es así o no, y si lo fuera, qué significaría. Es decir, ¿para quiénes exactamente el covid sería más leve? ¿para los no vacunados o los vacunados, con cuantas dosis y con qué vacunas? Hay una multitud de factores que intervienen y que aún no han sido aclarados. Mientras, habrá que esperar a ver qué ocurre, para conocer la verdadera naturaleza de la variante. De lo que sí hay información bastante sólida es de que las vacunas pierden eficacia con el tiempo y que, además, la han perdido frente a Ómicron. Unas más que otras, ya hay estudios que señalan que las vacunas de vector viral, como AstraZeneca han perdido más eficacia, frente a las de mRNA, como serían Pfizer o Moderna. Se sabe ya que será ineludible poner terceras dosis y que la vacuna ideal para ello es la que utiliza la tecnología mRNA, que son capaces de potenciar la inmunidad para evitar la enfermedad severa o la muerte.

La elección de las terceras dosis en México, sin embargo, fue otra. Como escribía la semana pasada, se decidió poner terceras dosis con la vacuna de AstraZeneca, que no se ha usado en el mundo para ello, por no ser adecuada como refuerzo. Por supuesto, frente a la incertidumbre y el riesgo, es mejor vacunarse que no hacerlo, pero una decisión tan seria debía haberse tomado por razones científicas, no económicas, como parece haberse hecho. El presidente López Obrador y su equipo de salud tuvieron muchos meses para prever esta situación y asegurarse de comprar las dosis que los mexicanos requeriríamos, así como el tipo de biológico. Es una vergüenza, un crimen, que hayan excluido a los adolescentes menores de quince años del programa de vacunación, por ejemplo, porque no compraron vacunas de Pfizer, las únicas autorizadas para ellos. Y, por lo visto, tampoco contemplan aplicar terceras dosis al personal de salud y a los enfermos con comorbilidades. De pensar en las mejores vacunas, Pfizer y Moderna, como lo están haciendo en el resto del mundo, ya ni hablamos. Son capaces de ponernos lo que sea, antes que gastar en nuestra salud.

Hay quienes creen que al gobierno no puede exigírsele que compre mejores vacunas para todos, porque México no es rico, pero se equivocan; preservar la vida de mexicanos es una prioridad o debiera serlo, frente a Pémex o los megaproyectos del Presidente. Yo soy de las que creen que un gobierno que descuida la salud está en falta con sus ciudadanos de manera esencial. Lamentablemente, la pandemia no va a acabar pronto, y requerirá planeación en cuanto a la adquisición de vacunas, como estamos viendo. Si el gobierno se niega a aceptar la realidad, estaremos de pico en pico, como hemos estado desde que comenzó la pandemia, con muchas más vidas perdidas.

La amenaza de Ómicron, que está demostrando transmitirse a una velocidad muy alta, es muy real, sobre todo, si pensamos que la inmunidad que teníamos se ha visto seriamente disminuida por el tiempo (después de seis meses disminuye considerablemente) y por la capacidad de la variante de escapar a la inmunidad conferida por las vacunas. Aún no sabemos cuánto, querido lector, pero es evidente que en cuanto a la infección, estaremos más expuestos que con las variantes previas. Si la contagiosidad es tan alta como lo estamos viendo en países como Reino Unido, no bastará con aplicarse una tercera dosis de AstraZeneca, si usted es un adulto mayor, o si usted recibió dos dosis, o una. Los expertos recomiendan que, además de vacunarnos cuando esto sea posible, debemos aplicar todas las medidas que ya conocemos de manera más estricta. Esto quiere decir que si usted relajó sus medidas de protección, sería sensato retomarlas: cuide el aire que respira y comparte con los otros, use siempre mascarillas bien ajustadas al rostro cuando se encuentre en interiores, trate de limitar el tiempo que pase en ellos, ventile los espacios compartidos, y, sobre todo, limite los encuentros sociales. Si va a convivir sin cubrebocas que sea, de preferencia, en espacios abiertos, o bien ventilados y de corta duración. Asimismo, trate de evitar exponer o exponerse si usted es una persona de alto riesgo por la edad o por tener comorbilidades.

Aunque Ómicron resultara ser menos letal, que sería una muy buena noticia, el covid deja secuelas en quienes lo padecen. Se calcula que el 50% de quienes lo sufren desarrolla una enfermedad persistente, aun en casos leves o asintomáticos, con afectaciones que pueden ser graves, del corazón, el cerebro, los pulmones, entre otros órganos, a largo plazo.

Es frustrante, sin duda, querido lector. Vaya que lo es, porque se aproximan las fiestas, y de alguna manera sentíamos que la pandemia estaba terminando. Pero es mejor ser sensatos y evitar contagiarnos y contribuir a crear el tsunami de infecciones que muy probablemente en este momento se está gestando ya en nuestro país. Cuídese mucho.

María Rivera
María Rivera es poeta, ensayista, cocinera, polemista. Nació en la ciudad de México, en los años setenta, todavía bajo la dictadura perfecta. Defiende la causa feminista, la pacificación, y la libertad. También es promotora y maestra de poesía. Es autora de los libros de poesía Traslación de dominio (FETA 2000) Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005), Los muertos (Calygramma, 2011) Casa de los Heridos (Parentalia, 2017). Obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes.
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