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Gustavo de Hoyos Walther

08/02/2022 - 12:05 am

Diplomacia accidentada

“El Gobierno que suceda al de López Obrador deberá, sin duda, recuperar esta la iniciativa de Jorge Castañeda, para que sean artistas e intelectuales destacados  los que en algunos casos de evidente conveniencia para la política exterior, representen a México en ultramar”.

El estadista y pensador inglés Harold Nicolson escribió, en su obra clásica sobre el tema, que la diplomacia no era ni la invención ni el pasatiempo de ciertos gobiernos, sino un elemento esencial en las relaciones de las naciones.

El ideal a conseguir en la nominación de los diplomáticos en un país debería ser la coincidencia entre el experto en asuntos internacionales y el individuo habilidoso con capacidad para resolver problemas con otra nación o grupo de naciones.

En la práctica se sabe que las misiones en el exterior de muchos países están ocupadas por tres tipos de personas. Las que llegan ahí por razones políticas, las que ocupan esas posiciones por su reconocimiento público o celebridad, y finalmente, las que forman parte de servicio exterior de carrera y que se han capacitado específicamente para esas tareas.

El nombramiento de políticos como representantes de un país, no necesariamente tiene que ser perjudicial. Muchas veces conviene tener como emisarios de un gobierno a personas que puedan destrabar asuntos complejos que quizás requieran habilidades políticas o la cercanía del diplomático con el Jefe del Estado que lo envía.

Infortunadamente, lo que ocurre con frecuencia, es que se designan políticos como diplomáticos por razones de orden doméstico, y no para beneficiar una relación bilateral o multilateral. Ese parece haber sido el caso del nombramiento del exgobernador de Sinaloa como Embajador de México en España. En este sentido, parece haber un retroceso en la política exterior nacional, pues el Gobierno que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador es el que menos miembros del Servicio Exterior Mexicano ha nominado como titulares de Embajadas, Consulados o Jefes de Misión en los últimos sexenios.

En la historia contemporánea de México, se han observado nominaciones más afortunadas, tratándose de artistas célebres en puestos diplomáticos de alto nivel. Esto ha sido así porque México tiene un gran poder suave. De Octavio Paz a Carlos Fuentes, de Alfonso Reyes a Manuel Maples Arce, los escritores y artistas mexicanos han brillado en estos puestos. Muchos de ellos combinaron una visión artística con la pericia diplomática. Aunque tampoco es siempre el caso. Cuando en el sexenio encabezado por el Presidente Vicente Fox, se decidió enviar a artistas como agregados culturales el resultado no siempre fue exitoso. Sin embargo, esta estrategia de Estado fue bien pensada y, en el balance, fue benéfica para la imagen de México. El Gobierno que suceda al de López Obrador deberá, sin duda, recuperar esta la iniciativa de Jorge Castañeda, para que sean artistas e intelectuales destacados  los que en algunos casos de evidente conveniencia para la política exterior, representen a México en ultramar.

Nada de esto sucede con el actual Gobierno. El reciente proceso de nominación del historiador, Pedro Salmerón, para ocupar la Embajada de México en Panamá estuvo lleno de pifias. En primer lugar no se siguió la norma diplomática de obtener el beneplácito del Gobierno ante el cual se pretendía la acreditación antes de hacer público el nombramiento. En segundo lugar, las acusaciones por parte de varias mujeres contra el historiador eran muy severas, las cuales fueron consideradas por el Gobierno del país centroamericano que negó el beneplácito. Esto llevo al Gobierno mexicano a la necesidad de retirar la postulación de Salmerón. El predicamento se agravó cuando, en lugar de nominar a un diplomático experimentado y de credenciales intachables, el Presidente de la República anunció el nombramiento de Jesusa Rodríguez para la misma posición.

De manera gratuita la falta de tacto y cuidado del protocolo, convirtió un simple nombramiento diplomático en una crisis con otro país.

A la luz de esto quizás valga la pena reconsiderar las designaciones diplomáticas y pensar en darle el lugar que le corresponde al Servicio Exterior Mexicano, cuyos miembros forman parte de un grupo de profesionales de la política exterior, muchos de ellos con décadas de experiencia y preparación en las relaciones diplomáticas.

El Gobierno federal que sea producto de la alternancia política en 2024, deberá reconstruir capacidades humanas y materiales que se han deteriorado en los últimos años. Un país como México requiere de una política exterior vigorosa donde el Jefe del Estado tenga un rol central y no residual, y para ello requiere del acompañamiento primordial de profesionales de la diplomacia entregados a servir a la Nación.

Gustavo de Hoyos Walther
Abogado y empresario. Ha encabezado diversas organizaciones empresariales, comunitarias, educativas y filantrópicas. Concentra su agenda pública en el desarrollo de líderes sociales (Alternativas por México), la participación ciudadana en política (Sí por México) y el fortalecimiento del estado de derecho (Consejo Nacional de Litigio Estratégico).
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