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Álvaro Delgado Gómez

05/09/2023 - 12:05 am

Xóchitl: Una mujer llamada derrota

“El “fenómeno” que sus propagandistas le atribuyen a Xóchitl Gálvez ha sido también, hasta ahora, un embuste. De otra manera la senadora panista habría arrasado no sólo en las encuestas, que apenas le ganó a Paredes […]”.

Programé volver de mis vacaciones el domingo 4 de septiembre, día en que el PRIAN tenía previsto coronar su proceso interno con una consulta a tres millones de mexicanos para definir a su candidata presidencial entre Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes. El insólito ejercicio en urnas daría legitimidad a la ganadora, en un claro contraste con el oficialismo, pero la cancelación fue otro capítulo de la misma farsa, que entre otros factores anticipa el fracaso opositor en 2024.

De por sí la elección con boletas y urnas anticipaba un torneo de mapaches contra tejones de estos partidos que saben hacer fraudes electorales, pero la cancelación de la consulta y la declinación de Paredes sólo le volvió a dar la razón al presidente Andrés Manuel López Obrador en que un montaje para imponer a Gálvez.

La ausencia de la priista Paredes en la unción de la senadora panista como la candidata de la derecha, en el escuálido mitin del domingo en el Ángel de la Independencia, desmiente además la cohesión de ese proyecto, con las elocuentes inasistencias también de Lilly Téllez, Miguel Ángel Mancera, Ignacio Loyola y Jorge Luis Preciado, hechos a un lado para abrirle a ella el camino que trazaron sus cupulares patrocinadores.

Pero un factor clave que anticipa el fiasco del proyecto que enarbola Gálvez es la fotografía con Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano, quienes no sólo representan a la desprestigiada partidocracia de PRI, PAN y PRD, que respectivamente presiden, sino que encarnan a quienes ella dice repudiar: “ni huevones ni rateros ni pendejos”.

El “fenómeno” que sus propagandistas le atribuyen a Xóchitl Gálvez ha sido también, hasta ahora, un embuste. De otra manera la senadora panista habría arrasado no sólo en las encuestas, que apenas le ganó a Paredes, sino en la consulta en las urnas a los tres millones de ciudadanos que se inscribieron y a quienes les jugaron el dedo en la boca, con el aval de un grupo de exconsejeros electorales asociados a fraudes electorales.

Aquí se ha escrito desde hace meses que cualquier candidato de la oposición del PRIAN tendría el voto que detesta al presidente Andrés Manuel López Obrador y a Morena, unos 25 puntos, pero el reto de Gálvez es no sólo mantener cohesionado ese porcentaje, sino crecer hasta los 40 puntos para ser competitiva. Y eso se ve muy remoto.

Y no sólo por el desprestigio de los partidos políticos que postulan a Gálvez, manchada también por la corrupción de sus empresas, sino por el equipo que integra, empezando por su coordinador de campaña, Santiago Creel, un político mediocre que ya ostentó ese cargo con Ricardo Anaya, en 2018, y ha fracasado en cuatro ocasiones para conquistar la candidatura presidencial.

Aunque no se incorporen formalmente a la campaña de Gálvez, otros dos personales del gobierno de Vicente Fox y del equipo de Anaya en 2018 son sus allegados y consejeros: El excanciller Jorge Castañeda Gutman fue el coordinador Estratégico, al nivel de Creel, y Rubén Aguilar Valenzuela fue el vocero.

La propia Gálvez formó parte del equipo de campaña de Anaya como la coordinadora de Asuntos Indígenas, derivado del área que tuvo en el gobierno de Fox, y también se integró Josefina Vázquez Mota, secretaria de Desarrollo Social del expresidente de México.

Del lado del PRI, Gálvez aprovecha toda la experiencia de la cúpula encabezada por “Alito” Moreno Cárdenas, que ha perdido todas las gubernaturas que tenía y que, por vez primera desde la función de este partido, hace 95 años, no postulará candidato presidencial.

Aunque sus principales allegados están en el equipo del excanciller Marcelo Ebrard, el candidato presidencial priista en 2018, José Antonio Meade, es prosélito de Gálvez, como lo es formalmente también otro prominente tecnócrata, José Ángel Gurría, responsable de elaborar el proyecto de nación que en cinco años el PRIAN ni siquiera ha esbozado.

Y, claro, el jefe de todos ellos es Claudio X. González Guajardo, hijo del por décadas articulador político de los principales oligarcas del país, Claudio X. González Laporte, expresidente del Consejo Mexicano de Negocios y del Consejo Coordinador Empresarial.

¿Cómo pueden esperarse resultados diferentes haciendo exactamente lo mismo y con los mismos?

Más aún, el discurso de la oposición durante cinco años es que el gobierno de López Obrador es sinónimo de destrucción, pero lo que dominará los meses siguientes será la inauguración de obras públicas en todo el territorio nacional con recursos que no endeudan al país ni se entregan a los privados.

Y se trata no sólo de las obras emblemáticas, como el Tren Maya, la Refinería Olmeca de Dos Bocas, el Tren Transístmico y el aeropuerto Felipe Carrillos Puerto, sino hidráulicas para el abastecimiento de agua para ciudades y de riego para potenciar la agricultura.

La seguridad será un tema que eventualmente favorecerá a Gálvez y al PRIAN, pero operarán en su contra los programas sociales con el consecuente disminución de pobres y los indicadores positivos en materia económica.

Sí, López Obrador no estará en la boleta electoral en la jornada del 2 de junio de 2024, pero su presencia ese día y durante la campaña será permanente, porque se trata también de una lección plebiscitaria: Continuidad o cambio de proyecto de nación en el poder.

Mala noticia para el proyecto de Gálvez y del PRIAN, así como de las élites económica, mediática, intelectual y académica, es también que el partido Movimiento Ciudadano decida no sumarse a esa coalición.

Y peor noticia para Xóchitl y el PRIAN es la candidatura presidencial del actor Eduardo Verástegui, quien atraerá el voto ultraderechista del PAN y del PRI.

Sus propagandistas afirman que Gálvez es una magnífica candidata —para la derecha, claro—, pero ya se verá si lo es también para la mayoría de los mexicanos. Por lo que recién escribí, el “fenómeno Xóchitl” será un fiasco.

Álvaro Delgado Gómez
Álvaro Delgado Gómez es periodista, nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, en 1966. Empezó en 1986 como reportero y ha pasado por las redacciones de El Financiero, El Nacional y El Universal. En noviembre de 1994 ingresó como reportero al semanario Proceso, en el que fue jefe de Información Política y especializado en la cobertura de asuntos políticos. Ha escrito varios libros, entre los que destacan El Yunque, la ultraderecha en el poder (Plaza y Janés); El Ejército de Dios (Plaza y Janés) y El engaño. Prédica y práctica del PAN (Grijalbo). El amasiato. El pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas (Editorial Proceso) es su más reciente libro.
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