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REVISTA ARTES DE MÉXICO | Doña Rosita Ascencio, la fuerza de la medicina tradicional

sábado, marzo 18th, 2017

El libro Doña Rosita Ascencio, curandera purépecha es un proyecto que el doctor Campos Navarro propuso a la Facultad de Medicina de la UNAM en el 2011; fue mi primer acercamiento a la antropología médica como pasante de servicio social. Con él, tendría mi primera experiencia en el trabajo de campo para encontrarme no sólo con personas y contextos desconocidos, sino también con distintas realidades sociales, nuevos paradigmas, teorías y formas de hacer investigación: nuevas formas de ver el mundo.

Por Bianca Vargas Escamilla- Médico general con especialidad en Antropología en Salud

Ciudad de México, 18 de marzo (SinEmbargo).- De esta manera, tengo la fortuna de poder hablar acerca de esta obra desde diferentes aristas. Sin embargo, me interesa particularmente poder dar cuenta de su gran valor como un producto terminado, capaz de despertar un gran asombro, pero también como un proceso de notable complejidad que conjunta el rigor teórico-metodológico con la subjetividad, en los diálogos que se antojan interminables, las memorias compartidas, las emociones y la profunda reciprocidad.

No es sencillo que un trabajo antropológico culmine en una obra con estas cualidades. Es decir, un texto cuya amenidad y fluidez no pierde la vasta información recabada cuidadosamente por el doctor Campos Navarro; la presencia asible de doña Rosita Ascencio como autora de su historia de vida; el invaluable aporte del estudio etnobotánico de la doctora Abigail Aguilar del Herbario del Centro Médico Nacional Siglo XXI, del Instituto mexicano del Seguro Social, y el acompañamiento, con gran estética y precisión, de las ilustraciones originales de Elvia Esparza del Instituto de Biología de la unam. Esta mirada interdisciplinaria, la voluntad de reconocimiento y colaboración, y este esfuerzo de trascender la dicotomía ciencia-arte no es tarea fácil, pero resulta cada vez más necesaria.

En su contenido se percibe la relación de más de veinte años y la intención de compartir saberes entre Roberto Campos y doña Rosita, quien ya cumple noventas años de edad. La voz de doña Rosita se convierte en muchas voces, y esta polifonía presente en sus narraciones vislumbra los diferentes procesos históricos que ha vivido y los eventos que ha protagonizado. Habla a su familia y a su comunidad, el pueblo purépecha, y evidencia las relaciones siempre cambiantes y a menudo contradictorias con los personajes políticos y con figuras públicas.

Doña Rosita Ascensio. Foto: RAM

Doña Rosita es originaria de Puácuaro, una comunidad de la cuenca del Lago de Pátzcuaro en Michoacán. Esta región constituye un territorio en el que instancias gubernamentales, instituciones académicas, financiadoras y organizaciones de la sociedad civil han intervenido con proyectos, obras y programas de diversa índole. Desde el cardenismo hasta la consolidación del Plan Tarasco, Pátzcuaro y el área de la cuenca llegaron a describirse como un “laboratorio vivo” para la experimentación, implementación y socialización de conocimientos útiles para el desarrollo rural y los procesos de modernización en México. No obstante, el camino recorrido hacia este punto data de los años subsecuentes a la invasión española, cito a Díaz Cervantes (2013):

“La Región Lacustre de Pátzcuaro, durante la sangrienta colonización española, fue el centro de mayor importancia de pacificación y control indígena de occidente y del centro-norte. Ahí, Vasco de Quiroga ensayó la utopía de Tomas Moro (1516), creando los sistemas de hospitales (denominados huataperas, que provienen del purépecha y significa “lugar de diálogo”) y dando pie a la vigente organización comunitaria indígena purépecha”.

Este breve recuento histórico permite situar lo que de primera impresión parecería un estudio de caso, una biografía, pero que da cuenta de las interacciones entre lo global y lo local, y así también de una (o varias) colectividades, como precisa Carlos Zolla en el prólogo de la obra. En ella, se plasman las diversas relaciones que el pueblo mexicano ha establecido con sus medicinas tradicionales, que como narran Rosita y Roberto Campos, han tenido varios intentos de articulación, pero sobre todo, contradicciones, tensiones y un largo camino de lucha y resistencias, como se diría en purépecha Juchari Uinapekua ( nuestra fuerza).

Portada Doña Rosita Ascensio. Foto: RAM

Las resistencias no siempre se muestran al espacio público. Cuando se pregunta en la región si hay curanderas, yerberas, parteras, se dice: “ya no existen”, resaltando sólo el éxito de programas de desarrollo. Sin embargo, los relatos de Rosita nos permiten cuestionar estas aseveraciones. Así sucedió con ella, quien pronunció sus luchas de una manera pública, y que caracterizó a lar organizaciones de médicos indígenas y su relación con el estado. Ella afirma:”yo lo hacía sin que nadie lo viera”, para evitar que médicos, organizaciones religiosas, la misma comunidad en desacuerdo o con dudas supieran de su trabajo. En otro apartado menciona: “yo lo hago porque es un llamado, porque la gente lo necesita”. Es cierto, lo necesitamos porque da sentido y significado, porque reconforta y porque nos sirve.

En la región de la cuenca, hay mujeres y hombres que curan en lo privado para evitar ser cuestionados por las autoridades: la medicina tradicional también busca cierta emancipación. También existen silencios, unos que son difíciles de interpretar porque es nostalgia de un tiempo que ha quedado atrás; otros, son desentrañados a partir del trabajo antropológico que nos adentra en una memoria colectiva como lo es el sitio en donde la vida de Rosita tuvo lugar.

Doña Rosita tuvo la voluntad de compartir sus saberes con la confianza y la certeza en la capacidad integradora de Campos. Dice ella: “Todo esto se los dejo a ustedes y con esos deseos espero que les sirva. Yo me acabo porque no soy de piedra. Sólo Dios sabe quién se va a ir primero, pero nadie sabe que ya está guardado mi conocimiento que ¡no se acaba!, ¡no se acaba!”

Doña Rosita Ascencio, curandera purépecha está disponible en esta página. Una sección curada por Artes de México para SinEmbargo.

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Doña Rosita Ascencio, la voz de la medicina tradicional indígena

sábado, agosto 27th, 2016

De forma natural, la medicina tradicional es uno de los temas que explora Artes de México. Entre los ingredientes de la cocina tradicional y el chamanismo, las prácticas de las curanderas merecen más estudio, preservación y difusión.

Por Carlos Zolla Luque

Ciudad de México, 27 de agosto (SinEmbargo).- Doña Rosita Ascencio nació en 1925 en Puácuaro, Michoacán. A muy temprana edad, se interesó por la medicina tradicional, práctica que se convertiría en una vocación. A lo largo de su vida, no sólo cultivó y elaboró un registro detallado sobre el conocimiento curanderil, sino que fue además una de las dirigentes de la Organización de Médicos Indígenas Purépechas.

Para honrar su labor, el doctor Roberto Campos Navarro presenta la publicación Doña Rosita Ascencio, curandera purépecha, coeditado por la UNAM, la fundación Patrimonio Indígena y Artes de México. Además de ser un estudio detallado sobre las libretas de registro, en las que Rosita anota las enfermedades que atiende, los pacientes y diagnósticos realizados desde 1993 hasta la fecha, en esta obra ella también relata en voz propia su trayectoria.

Eryngium carlinae Delaroche. Libreta de Rosita Ascencio. Foto: RAM

Eryngium carlinae Delaroche. Libreta de Rosita Ascencio. Foto: RAM .

El próximo 29 de agosto, Rosita cumple 91 años. Ese día, se le realizará un homenaje en el Palacio de la Escuela de Medicina, plaza de Santo Domingo en el centro histórico de la Ciudad de México, a las 18:30 horas, en el que se presentará este libro, del que reproducimos aquí algunas reflexiones tomadas del prólogo doctor Carlos Zolla Luque

“La modestia de Roberto Campos Navarro es evidente cuando apunta que la obra Doña Rosita Ascencio, curandera purépecha brinda una aproximación a la vida de Rosita y a sus dos formidables libretas de registro de consulta, que abarcan más de veintidós años de trabajo. Además de médico y antropólogo, el autor es uno de los más sólidos investigadores de medicina tradicional urbana y figura clave en los procesos de reconocimiento y legalización de las medicinas de los pueblos originarios de México, Bolivia y, en general, de América Latina. Este libro es mucho más de lo que adelanta el autor.

Campos Navarro suma ahora los frutos del etnógrafo que aporta un material esencial para la antropología médica, la epidemiología sociocultural y la comprensión de la medicina tradicional indígena no sólo del área purépecha, sino del mundo.

La figura de Rosita Ascencio se inscribe en las actividades terapéuticas locales y regionales —en su condición de curandera y hierbera— que cobraron relevancia cuando se gestó el nuevo y difícil diálogo entre los pueblos indígenas y los Estados nacionales, entre la medicina tradicional y los otros modelos de lo que llamo “el sistema real de salud” —que incluye la medicina académica, la tradicional doméstica y las terapias alternativas y complementarias— y en un momento en el que la atención primaria de salud revalorizó los recursos locales y los procesos organizativos de los médicos tradicionales indígenas.

Estos aspectos son el núcleo esencial del libro y se complementan con los registros sistemáticos que Rosita realizó de sus consultas médicas, en los que da cuenta del nombre del paciente, su origen, edad, diagnóstico y el tratamiento recomendado. Pese a ser un lugar común señalar que determinado personaje es un hijo de su tiempo, en el caso de Rosita Ascencio se trata de un rasgo esencial que la define como ejemplar.

Su larga y fructífera vida se desenvuelve en un escenario que sobrepasa los límites de su comunidad y de Michoacán. Nos permite referirnos a un proceso marcado por las políticas internacionales, nacionales y estatales de salud, por la presencia y desarrollo de la medicina tradicional indígena, y por ese movimiento al que genéricamente se denomina indigenismo y, específicamente, indigenismo de Estado. Todo ello en casi seis décadas del siglo xx y el primer decenio del siglo XXI.”

Rosita en una curación de caída de mollera. Archivo Roberto Campos

Rosita en una curación de caída de mollera. Archivo Roberto Campos

“El impulso gubernamental a los procesos organizativos de los médicos tradicionales indígenas ha sido protagónico, y este libro da cuenta de los esfuerzos, las aspiraciones y las conquistas, así como de las contradicciones, desavenencias, avances y retrocesos en los logros de reconocimiento y apoyo para las numerosas organizaciones que surgieron en esos años, impulsadas especialmente por el Instituto Nacional Indigenista (ini). Es significativo que en las propuestas indígenas no figurara la apertura de escuelas de medicina tradicional.

Esto confirma lo que la etnohistoria, antropología y etnobotánica han subrayado: la transmisión de los conocimientos etnomédicos se ha dado en el seno de las comunidades, generalmente de un terapeuta experimentado hacia uno o más aprendices. La conservación y el desarrollo sistemáticos de los contenidos esenciales, las prácticas y los recursos de la medicina tradicional —sin el auxilio de estructuras institucionales— son una verdadera hazaña de las culturas comunitarias. Es una labor dinámica, como se comprueba en el caso de Rosita, quien fue influida por otras corrientes médicas, se llamen éstas hipocráticogalénicas, africanas o modernas.

Rosita con su primera libreta de registro. Foto: RAM

Rosita con su primera libreta de registro. Foto: RAM

Éste es otro hecho que el libro ilustra sobradamente: cómo los pueblos indígenas adquieren los saberes de la medicina tradicional. La experiencia de Rosita inicia en contacto con la medicina alopática y, progresivamente, con la medicina tradicional. Son relaciones interculturales entre un modelo médico hegemónico —oficial, occidental, moderno, científico— y uno subalterno, que se ejerce en el seno del hogar o de la comunidad, entre los terapeutas tradicionales reconocidos.”

“Lúcida, generosa, incansable, Rosita cumplió en 2015 sus noventa años de vida. La publicación de este libro podría interpretarse como un homenaje de los académicos hacia su labor, aunque es mucho más lo que nosotros recibimos de ella, y quienes a lo largo de los años acudieron a curarse en su casa de Puácuaro, o la recibieron en otras comunidades a donde la llevaron su saber, su vocación de servicio y su solidaria labor de terapeuta. Por su práctica médica, su tesón en el impulso a la Organización de Médicos Indígenas Purépechas, su saber y su amistad, celebremos que sus palabras y su imagen queden en este libro para beneficio del porvenir.”

Artes de México: Roberto Campos Navarro, Doña Rosita Ascencio, curandera purépecha. Disponible en: esta página. Una sección curada por Artes de México.