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El Muro que dividió capitalismo y socialismo

domingo, noviembre 17th, 2019

El Muro de Berlín. Foto: EFE

Lo que parecía un muro sólido e infranqueable, que según sus constructores seguiría erguido durante décadas y que dividía no sólo a la ciudad de Berlín sino a dos sistemas sociales (capitalismo y socialismo), se hizo agua en apenas unas horas por una desafortunada rueda de prensa.

Era la tarde del 9 de noviembre de 1989 en Berlín, capital de la entonces República Democrática de Alemania (RDA), la parte socialista de acuerdo al reparto de las potencias ganadoras de la II Guerra Mundial.

El gobierno de Alemania oriental, controlado por Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA), alineado con el bloque socialista hegemonizado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), convocó a una rueda de prensa para dar a conocer el levantamiento de restricciones para la movilidad de sus ciudadanos al extranjero.

Un miembro del Buró Político del PSUA informó sobre levantamiento de restricciones para salir del país. En la ronda de preguntas un periodista italiano preguntó a partir de cuando entrarían en vigor las medidas. El funcionario, sin tener información completa, respondió: “inmediatamente”.

Tras escuchar las declaraciones, decenas de miles de berlineses orientales acudieron a los puestos fronterizos demandando pasar al Berlín occidental, en manos de la República Federal de Alemania (RFA).
Desorientados y temerosos de provocar una represión, los guardias fronterizos abrieron las puertas del muro. Los encuentros entre berlineses de ambos lados se multiplicaron el 10 de noviembre de 1989 y adquirieron su momento épico cuando miles se subieron y empezaron a derribar el Muro que dividía Berlín con sus marros y martillo.

Para la opinión pública mundial, este hecho, marcó no solo el derrumbe del Muro de Berlín sino también el fin de la Guerra Fría que existió entre el occidente capitalista y el oriente socialista. En 28 años de existencia del muro, miles de berlineses intentaron cruzarlo. En el intento cientos murieron (las cifras varían entre 160 y 200, según las distintas fuentes), en tanto de cerca de 5,000 berlineses orientales lograron cruzarlo.

Más allá de la frontera física y real y represora que supuso, el Muro de Berlín se convirtió no sólo en el símbolo de la división de una ciudad y una nación (Alemania) sino en la frontera física entra dos sistemas sociales: el capitalismo real y el socialismo real. La caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 fue interpretada como el colapso del llamado bloque Soviético.

En efecto. A la par de Alemania, ocurrieron rebeliones en todos los países socialistas: Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumanía y Polonia. Casi como piezas de dominó alineadas unas tras otra, los gobiernos del campo socialista fueron cayendo entre finales de 1989 y principios de 1990. El fin de la URSS demoró un año más.

Este acontecimiento político de enorme relevancia histórica, se aprovechó mediáticamente por el aparato de propaganda capitalista como el fin del socialismo y el triunfo del capitalismo. Como resultado de esa propaganda, incluso se llegó a la temeridad de decretar el fin de la historia (según Francis Fukuyama). Nada más equivocado.

Lo que ocurrió fue el fin de un experimento de revolución y emancipación social: el socialismo, que fracasó. Fue un sistema social que se erigió sobre otras restricciones sociales. Es decir, que canceló la vía de la autoemancipación. El derrumbe del Muro de Berlín mostró una vía extraviada de la emancipación, pero dicha derrota no supuso una victoria del capitalismo sino la evidencia de otras explotaciones y dominaciones.

La existencia del Muro de Berlín exhibió los controles y opresiones del sistema socialista realmente existente. Pero el resultado no es el fin de la historia, sino la evidencia de un sistema capitalista que se construye sobre otros muros. El muro de la explotación, del racismo, del patriarcado y de la opresión. Quienes buscaban en la caída del Muro de Berlín la libertad y emancipación, deben esperar el fin del capitalismo.

Un pedazo del Muro de Berlín es colocado en la frontera México-EU; Trump no lo quiso en la Casa Blanca

sábado, noviembre 16th, 2019

La Casa Blanca rechazó la pieza, pese a que el día anterior, en Berlín, la fundación donante informó en una carta al Secretario de Estado, Mike Pompeo, quien se encontraba en esa ciudad, que el tramo había sido enviado al Presidente Trump.

San Diego, 16 nov (EFE).- Un trozo del muro original que durante años partió en dos a Berlín (Alemania), en el que se grabó una carta dirigida al Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó este sábado a la frontera entre EU y México, específicamente a la demarcación que corresponde a San Diego y Tijuana.

La pieza de cuatro metros de alto y 2,7 toneladas fue presentada a solo unos pasos de la ciudad mexicana de Tijuana sin ser desmontada de la plataforma que la soporta, con la que recorrió más de 4300 kilómetros desde la capital estadounidense.

El pedazo de muro fue enviado originalmente a la Casa Blanca para entregarse el 9 de noviembre, cuando se cumplieron 30 años de la caída histórica del Muro de Berlín.

“Justo en el minuto en que hace tres décadas derrumbaban el muro (se entregó en EU)”, explicó Marcos Cline Marquéz, uno de los encargados de traer la pieza a este país y productor ejecutivo del proyecto “El Muro en contra de Muros”.

La Casa Blanca rechazó la pieza, pese a que el día anterior, en Berlín, la fundación donante informó en una carta al Secretario de Estado, Mike Pompeo, quien se encontraba en esa ciudad, que el tramo había sido enviado al Presidente Trump.

“Decidimos entonces llevar la pieza en un recorrido por lugares históricos de Washington, Distrito de Columbia, donde fue muy bien recibida por la gente, que se tomaba fotos, motivada por la fecha, cuando se cumplían los 30 años de la caída del Muro de Berlín“, dijo por su parte Sergio Alcocer, de la empresa The Rest of The World, de Austin, Texas, encargada del traslado.

Tras consultas con la organización donante en Alemania (Initiative Offene Gesellschaft, que forma parte de la Fundación del Muro de Berlín), los encargados del proyecto en EU decidieron llevar la pieza a la frontera de California, lo más cerca posible de México.

“Traemos la pieza del Muro de Berlín, y esto coincide con todo este barullo por el posible juicio político al Presidente, pero la carta escrita en el pedazo de muro no es una posición política sino un agradecimiento del pueblo de Alemania”, destacó Alcocer.

La carta esculpida en la pieza dice que “por décadas, Estados Unidos jugó un papel mayor para derribar este muro. De John F. Kennedy a Ronald Reagan, los presidentes estadounidenses lucharon contra él”.

“Nos gustaría entregar a usted una de las últimas piezas del fallido muro de Berlín, para conmemorar la dedicación de Estados Unidos en la construcción de un mundo sin muros”, agrega la misiva a Trump.

La organización de “El Muro en contra de Muros” decidirá en lo adelante algún lugar para que la pieza quede permanentemente a la vista del público, indicó Marcos Cline Marquéz.

En la frontera de San Diego fue ubicada temporalmente este sábado junto a una de las bardas fronterizas paralelas, hasta donde pudo acceder la prensa.

El trozo estuvo abierto al público sólo hasta las 14:00 hora local de este sábado en 3260 Monument Road, en San Ysidro, California.

Los ángeles del Muro

viernes, noviembre 15th, 2019

Imagen de Las Alas del Deseo de Win Wenders Foto: Especial

Cuando el niño era niño,

Andaba con los brazos colgando,

Quería que el arroyo fuera río,

Que el río fuera un torrente,

Y este charco el mar.

Frente al muro, trepados en las alas de la Victoria, dos ángeles observan Berlín. Cassiel, el desencantado, escucha a Damiel conmovido por los pensamientos de los seres humanos: una prostituta deprimida esperando a un cliente, un hombre desesperado por el abandono de su pareja, una mujer en la incertidumbre del parto. Nadie parece percatarse de su presencia, solo los niños les sonríen. Cassiel acompaña a un viejo que parece urgido de contar una historia. Damiel fascinado observa a una trapecista con falsas alas de ángel columpiarse. El Berlín castigado por sus faltas históricas, en blanco y negro, sin futuro aparente, con un muro que parte en dos su centro es la metáfora visual que se completa con el poema del premio Nobel Peter Handke. Evocación a la infancia de la historia en la que los ángeles eran los protagonistas, Las Alas del Deseo de Win Wenders crea un relato de complicidad y esperanza necesario en estos tiempos de incertidumbre.

En la desolación el arte es un medio para construir nuevas épicas, espacios de redención. Alemania hundida bajo los escombros provocados por sus pecados supo revitalizarse gracias a sus artistas. Siempre rebeldes y autónomos, dispuestos a arriesgarse en contra de los sistemas totalitarios, han asumido el desastre y edificado un mundo de imágenes cargadas de ideas potentes. Pintores ante todo, emergieron de los residuos de las guerras y han logrado dejar una huella cargada de una expresión honesta, de una lucidez que muchas veces raya en lo macabro, pero que siempre es luminosa. El rescate del espíritu alemán se debe sin duda a la voz que cambió por completo la manera de entender el quehacer y la importancia del artista dentro de la sociedad, Joseph Beuys. Más allá del genio intocable, propiciador del arte como consciencia social, de la unidad, del bien colectivo, él fue el vehículo para la reconstrucción de las ruinas de odio convertidas en gesto de hermandad. A través sus enseñanzas el llamado chamán del arte mostró al mundo que la construcción de los muros destruye la comunión de los hombres, que la única posibilidad de rehabilitar al ser humano se da en el diálogo y en la responsabilidad hacia la vida de los otros. Beuys no solo proclamaba el bien por la vía de la creación, pensó que la edificación de un arte verdadero es a través del rescate del medio ambiente. Amante de la naturaleza, su lucha ecológica llegó al extremo de fundar un partido verde en 1967, con el cual pugnó por el compromiso y la defensa de nuestro entorno. Basando sus teorías en la filosofía de la voluntad de Artur Schopenhauer, en el reducto trágico de Friedrich Nietzsche, en la poesía de Novalis y Paul Celan, movido por el impulso de la melodía infinita de Richard Wagner, construyó un pensamiento que desbancó a todas las teorías previas. De Marcel Duchamp tomó la noción del ready made pero lo cargó de la energía y el simbolismo que le permitían sobrevivir a cualquier cambio o eventualidad de la historia. Más allá de su valor pasajero, el objeto es para Beuys la manifestación de la historia en su posible expiación. El intercambio de materiales y de ideas le permitió establecer nuevas relaciones y formar una generación de seguidores, casi todos alumnos. Pero Beuys fue más que un maestro, se convirtió en el guía de un movimiento de jóvenes artistas que permitieron a Alemania dar la otra mejilla al mundo, la de la reconciliación tan necesaria.

Estos artistas se conocieron como neo expresionistas o “nuevos salvajes”, evocando a los fauvistas. Nacidos al final de la Segunda Guerra Mundial, fueron impetuosos, rechazaron la idea de ofrecer perdón al mundo por una historia de la que no se hacían responsables. Iniciaron sus carreras a partir de las enseñanzas de Beuys y vivieron los riesgos por el ímpetu que los caracterizaba. Abusaron de todo tipo de experimentaciones, desde las ideologías hasta las drogas de moda en los años sesenta. Se mostraron resistentes al adoctrinamiento de la Europa del Este al igual que adversos a lo que Occidente ofrecía como salvación de la izquierda. Anarquistas, románticos por naturaleza, implacables en la forma de expresar sus obsesiones, violentos ante cualquier provocación que pusiera en duda su libertad. En una época en la que el arte conceptual pugnaba por más y mejores métodos artísticos y recibía los apoyos del gobierno estadounidense, decidieron penetrar en el painterly como una auto regulación. Para ellos el lienzo era el campo en el que se podían crear nuevos mitos y leyendas cargadas de ironía y de gestos que retaban a las “buenas consciencias” de la postguerra.

Gerhard Richter tomó la fotografía como confesionario para los excesos y la banalización de la imagen. Su obra ha permitido que la pintura exonere todos esos actos que duelen y que se ocultan en archivos obligándolos a guardar silencio.

Georg Baselitz exploró en el cuerpo, lo convirtió en su centro. En su trabajo el ser flota ajeno, aislado de la realidad histórica. Como una mueca, desde la muralla construida por él mismo, observa el devenir de los acontecimientos y se ríe.

Sigmar Polke es el artista del exceso. Se expuso a ser un laboratorio; en él mismo probó las sustancias que posteriormente trasladó al lienzo. Su muerte temprana permitió a su obra instituirse como fuente de aprendizaje para los que le siguieron. Junto con Richter creó el movimiento pictórico Realismo Capitalista como una mofa al pop y a la creciente sociedad de consumo. Rió a carcajadas dolorosas hasta el final de su vida contemplando los horrores de la llamada Unión Europea.

Anselm Kiefer, el filósofo por excelencia de la pintura. Gracias a ella ha creado los espacios de la memoria y la poesía más dolorosos y bellos que puedan existir en el arte. Suyos, de todos, habitan en el interior de cada uno de nosotros como un ático pleno de abandonos. Su trabajo nos remite al romanticismo alemán, especialmente al de Caspar David Friedrich, paisajes melancólicos que seducen y duelen. Desgarradora ausencia que subsiste en los campos desolados atrapados en su obra; sus dimensiones colosales traducen la idea de infinito que se abre delante de una pared con el simple uso de la memoria.

Jörg Immendorff, el mordaz contador de historias, creador de pasajes sórdidos en los que un montón de muecas deambulan. Noches de libertinaje y desenfreno que nos incluyen como miembros de una masa sin voluntad arrastrada por la grandilocuencia de los discursos populistas. Atado a una silla de ruedas, no se privó de la posibilidad de engullir el horror de un proceso histórico cuya salvación sería el espectáculo vacío y degradante que hoy hemos construido.

Markus Lüpertz, la monumentalidad de sus figuras arcaicas que se rebelan contra cualquier sistema impuesto o temporalidad, le permiten horadar en los arquetipos. Su obra retrata a los dioses que, narcisistas, husmean en el mundo de los hombres, entre aterrados y divertidos

Por último, A.R. Penck quien inundó de signos y símbolos sus telas, mezcla del expresionismo y art brut, precursor de Basquiat y de Haring. Se burló de la censura dentro del muro y logró crear un lenguaje de pictogramas en el que personajes esquemáticos representan la necesidad de no ser nadie, de pasar inadvertidos, anónimos ante un sistema totalitario, pero también frente a la vorágine del capitalismo.

Lejos de la representación tradicional, cada uno de ellos inauguró un nuevo lenguaje que permitió el renacimiento de la pintura. Comprobaron que el muro de Berlín era un límite que se podía rebasar con la imaginación y el compromiso artístico. Seguramente los ángeles Cassiel y Damiel los han acompañado muchas veces en sus distintas prisiones y han fungido como musas o tal vez víctimas de su obra. A treinta años de la caída del muro, en una Europa desbordada por las migraciones, por las culpas, por el consumismo, por los abusos del poder y la decadencia de su imposible unión, el arte permite un refugio en el que todo vuelve a adquirir sentido. Tal vez un paraíso en el que juguemos como niños y pensemos que un pequeño charco puede ser el mar.

Esta historia continuará…


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ADELANTO | Stasiland: Historias y archivos reales del otro lado del Muro de Berlín, a 30 años de su caída

sábado, noviembre 9th, 2019

A través de entrevistas con antiguos miembros de la Stasi alemana y algunas de sus víctimas, Anna Funder reúne testimonios para mostrar el verdadero poder de la Stasi, que contaba con el mayor número de miembros por ciudadano que cualquier otro estado totalitario de la historia.

La autora configura una visión espeluznante de una sociedad controlada: la policía secreta en Occidente, su infiltración en medios políticos, cómo vendían a los disidentes por divisas de la Alemania Occidental y qué sucedió en los últimos días de la RDA.

Ciudad de México, 8 de noviembre (SinEmbargo).- Durante años se creyó que en la RDA no existía oposición al comunismo, una afirmación amparada por la historia y la naturaleza de los alemanes del Este, un pueblo disciplinado y educado para obedecer órdenes. Pero más allá de estas concepciones, existía el poder de la Stasi, la policía secreta de la RDA, que contaba con el mayor número de miembros y confidentes por ciudadano que cualquier otro estado totalitario de la historia.

A través de diferentes entrevistas con antiguos miembros de la Stasi y algunas de sus víctimas, la autora reúne testimonios para configurar una visión espeluznante de una sociedad controlada: la acción de la policía secreta en Occidente, su infiltración en medios políticos, cómo vendían a los disidentes por divisas de la Alemania Occidental y qué sucedió en los últimos días de la RDA.

A continuación, SinEmbargo comparte, en exclusiva para sus lectores, un fragmento de Stasiland, escrito por la abogada especialista en derecho internacional Anna Funder. Por cortesía otorgada bajo el permiso de Penguin Random House, este es el libro que recopila casos, documentos y archivos que muestran el verdadero poder de la Stasi alemana.

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Berlín, invierno de 1996

Tengo resaca y voy sorteando la muchedumbre de la estación de Alexanderplatz como si fuera un coche. En varias ocasiones calculo mal mi anchura y acabo chocando contra un basurero o contra un poste de publicidad. Mañana se me revelarán moretones en la piel, igual que una fotografía en un negativo.

Un hombre que está de cara a la pared se da la vuelta sonriendo y subiéndose la bragueta. No tiene cordones en los zapatos y apenas dientes en la boca; su cara y su calzado están igual de dados de sí. Otro hombre vestido con un overol, con una escoba del tamaño de un secapistas de tenis, esparce por el andén desinfectante en bolitas; va formando arcos de polvo verde, colillas y orín. Un borracho matutino camina por el suelo como si éste fuese a desaparecer. Voy a coger el metro que va a la Ostbahnhof para desde allí tomar un tren regional a Leipzig, un trayecto de un par de horas. Me siento en un banco verde; miro los azulejos verdes, el aire verde.

De buenas a primeras, no me encuentro muy bien. Tengo que salir a toda prisa a la superficie, volver por las escaleras por las que he venido. Por arriba, Alexanderplatz es una monstruosa extensión de cemento gris diseñada para que la gente se sienta pequeña. Funciona. Fuera está nevando. Atravieso la nieve medio derretida hasta donde sé que hay unos urinarios; al igual que las vías del metro, también están bajo tierra, pero a nadie se le ha ocurrido conectarlos con la estación a la que prestan servicio. Al bajar los escalones el nauseabundo olor a antiséptico es abrumador.

Al fondo se ve a una mujer corpulenta con un delantal morado y un maquillaje de lo más estridente. Está detrás de un mostrador de cristal que custodia su alijo de preservativos, pañuelos y tampones. No cabe duda de que se trata de una mujer a la que no le asustan los desechos de la vida. Tiene una piel suave y reluciente y varios niveles de papada. Debe de rondar los sesenta y cinco años.

—Buenos días—le digo. Me siento incómoda. He oído historias sobre bebés alemanes y sobre pesar sus alimentos y sus heces para intentar establecer el peso de la vida. Esta clase de historias maternales siempre me han parecido muy poco apropiadas. Hago uso del baño, salgo y dejo una moneda en el platillo. Se me ocurre que la única función de las perlas desinfectantes es disimular el olor del cuerpo humano con uno aún peor.
—¿Cómo está la cosa por ahí arriba? —me pregunta la señora de los baños, señalando el tramo de escalones con la cabeza.
—Bastante frío.—Me cuelgo la mochila a la espalda—. Pero tampoco es para tanto, no hay mucho hielo por el suelo.
—Eso no es nada todavía —resopla. No sé si se trata de una amenaza o de un alarde. A esto es a lo que llaman Berliner Schnauze, u hocico berlinés: una actitud de «chúpate ésa». No quiero estar aquí pero tampoco quiero subir al frío. El olor a desinfectante es tan fuerte que no sabría decir si me siento mejor o más mareada.
—Llevo aquí veintiún años, desde el invierno de 1975. He visto cosas mucho peores.
—Sí que lleva tiempo.
—Desde luego.Tengo una clientela fija, te lo aseguro. Me conocen, les conozco. Una vez vino hasta un príncipe, un tal Von Hohenzollern. Supongo que le contará lo del príncipe a todo el mundo. Pero funciona, siento curiosidad.
—Ajá.¿Antes o después de la caída del Muro?
—Antes. Era del Oeste y había venido de viaje de un día. Solían pasar bastantes occidentales, ¿sabe usted? Y me invitó a su palacio.—Se da una palmadita sobre el voluminoso busto—. Pero, claro, no podía ir.

Por supuesto que no: el Muro de Berlín pasaba a unos dos kilómetros de aquí y no había manera de saltarlo. Junto con la Gran Muralla china, fue una de las estructuras más largas que jamás se hayan construido para mantener separada a la gente. La señora pierde credibilidad por momentos pero, en consonancia, su historia va mejorando. Y, de pronto, ya no huelo nada.

—¿Ha viajado usted desde que cayó el Muro? —le pregunto.
Echa la cabeza hacia atrás con cierto desdén. Veo que lleva un perfilador de ojos morado que, desde ese ángulo, parece fosforito.
—Todavía no. Pero me gustaría… A Bali o algún sitio porel estilo. O a China. Sí,a China.—Tamborilea con sus uñas pintadas sobre la vitrina de cristal y fantasea a media distancia, por encima de mi hombro izquierdo—. ¿Sabe lo que deverdad me gustaría hacer? Me gustaría echarle un vistazo al Muro, a la muralla esa que tienen allí.

El tren sale de la Ostbahnhof y va acelerando hasta alcanzar velocidad de crucero. El ritmo mece como una cuna y acalla el repiqueteo de mis dedos. La voz del conductor llega a través de los altavoces recitando las paradas: Wannsee, Bitterfeld, Lutherstadt, Wittenberg. En el norte de Alemania habito el extremo gris del espectro: edificios grises, tierra gris, pájaros grises, árboles grises. Fuera de ahí la bobina de la ciudad, y luego la del campo, pasan en blanco y negro. Anoche es una borrosa nube de humo: otra sesión de bar con Klaus y sus amigos. Pero ésta no es de esa clase de resaca con la que tienes que borrar de un tachón el día. Es de una clase más interesante, de esa en que las sinapsis destruidas se van regenerando poco a poco por su cuenta, perdiéndose a veces a medio camino y provocando así nuevas y extrañas conexiones.

Me acuerdo de cosas que no había recordado con anterioridad, cosas que no salen del ordenado almacén de recuerdos al que llamo «Mi pasado». Me acuerdo del bigote de mi madre al sol, me acuerdo de la pronunciada sensación de ansiedad y angustia de la adolescencia, me acuerdo del olor a cal viva de los frenos del tranvía en verano. Crees que tienes tu pasado archivado por temas pero, en realidad, está esperando a reconectarse, en algún momento, por sí solo.

Me acuerdo de que aprendí alemán, tan bello y exótico, en la escuela, en Australia, en la otra punta de la Tierra. A mi familia no le hacía mucha gracia que aprendiera una lengua tan fea y extraña, una lengua que, aunque resultaba complicado expresarlo así, era la lengua del enemigo. Sin embargo, a mí me gustaba su parecido con un juego de construcciones, por eso de crear largas palabras compuestas a partir de varias pequeñas. Se podía dar vida a cosas que no tenían nombre en inglés: Weltanschauung, Schadenfreude, sippenhaft, Sonderweg, Scheissfreundlichkeit, Vergangenheitsbewältigung. Me gustaba la amplia gama de palabras entre lo «descorazonador» y lo «acorazonado». Me gustaba el orden, la diligencia con que imaginaba a la gente. Más tarde, en los años ochenta, cuando pasé una temporada en Berlín Occidental no pude dejar de preguntarme qué estaría pasando al otrolado del Muro.

Sentada frente a mí, una mujer con la barriga como un tonel desenvuelve unos emparedados de pan negro. Hasta el momento ha hecho como si yo no existiera, como si no estuviésemos pendientes de que nuestras rodillas se rozasen. Tiene las cejas pintadas en arcos de sorpresa, o puede que de amenaza.

Me paro a pensar en los sentimientos que he desarrollado hacia la antigua República Democrática de Alemania. A pesarde que es un país que ya no existe, aquí estoy yo, en un trenque lo atraviesa a todo trapo, dejando atrás sus casas en ruinas y a su gente desconcertada. Esta sensación requiere una palabra de juego de construcciones: sólo puedo calificarla de «horrormance». Es una sensación tonta, pero no quiero deshacerme de ella. El romance es por ese sueño de un mundo mejor que los comunistas alemanes quisieron construir sobre las cenizas del pasado nazi: de uno que se adecuase a sus capacidades a uno que se adecuase a sus necesidades.El horror es por lo que hicieron en su nombre. Alemania del Este habrá desaparecido, pero sus rescoldos siguen a la vista.

Mi compañera de viaje saca un paquete de West, la marca más popular, por lo que se ve, desde que cayera el Muro. Se enciende uno y echa el humo por encima de mi cabeza. Cuando se lo acaba apaga la colilla en la papelera, se cruza de brazos sobre el regazo y se queda dormida. Su expresión, fijada a lápiz, no se inmuta.

La primera vez que estuve en Leipzig fue en 1994, casi cinco años después de la caída del Muro en noviembre de 1989. Alemania del Este seguía sintiéndose como un jardín amurallado, como un lugar perdido en el tiempo. No me habría sorprendido que las cosas supiesen aquí de otra manera, las manzanas a peras, por ejemplo, o el vino a sangre. Leipzig fue el núcleo de lo que ahora todo el mundo llama die Wende, «el Giro».El Wende fue la revolución pacífica contra la dictadura comunista de Alemania Oriental, la única revolución que ha triunfado en toda la historia alemana. Leipzig fue el punto de partida y el corazón. Ahora, dos años después, vuelvo una vez más.

En 1994 me encontré con una ciudad de aluvión. Las calles serpenteaban con el gesto torcido, había cochambrosos pasajes entre edificios que te llevaban sin esperarlo al siguiente bloque y arcos bajos que canalizaban a la gente hacia bares subterráneos. Mi mapa no guardaba ningún parecido con cómo se vivía la vida en Leipzig. La gente informada cogía atajos ocultos através de los edificios, o seguía líneas no dibujadas entre bloques, caminando por encima y por debajo del nivel del suelo. Me perdí sin remedio. Estaba buscando el museo de la Stasi enla Runde Ecke, o el edificio de la «esquina redonda», sede, en sus tiempos, de las oficinas de la Stasi. Necesitaba ver con mis propios ojos parte del vasto aparato que había constituido el Ministerio para la Seguridad del Estado de Alemania del Este.

La Stasi era el ejército interno mediante el cual ejercía el control el gobierno. Su función era saberlo todo sobre todo el mundo, valiéndose para ello de cualquier medio. Sabía quién venía a visitarte, sabía a quién llamabas por teléfono y sabía si tu esposa se acostaba con alguien. Era la metástasis de la burocracia en la sociedad de la RDA: abierta o veladamente, siempre había alguien informando a la Stasi sobre sus colegas y amigos, en cada escuela, en cada fábrica, en cada bloque de pisos, en cada bar. Obsesionada como estaba por el detalle, la Stasi no fue capaz de predecir en ningún momento el fin del comunismo ni, por ende, el fin del país. Entre 1989 y 1990 todo quedó patas arriba: un día, unidad de espionaje estalinista; al siguiente, museo. En sus cuarenta años, «la Compañía» generó el equivalente a todos los archivos históricos de Alemania desde la Edad Media. Si los pusiésemos en vertical, uno detrás de otro, los expedientes que la Stasi recopiló sobre sus conciudadanos y conciudadanas formarían una línea recta de 180 kilómetros de largo.

Por fin encontré la Runde Ecke: era enorme. Un tramo de escaleras conducía hasta unas gruesas puertas dobles tachonadas y revestidas de metal. Me encogí como Alicia. A la derecha, sobre la fachada de hormigón, había un rectángulo descolorido, una mínima parte del edificio que no había quedado teñida por la contaminación; allí había estado colgada una placa que decía «Ministerio para la Seguridad del Estado: Delegación de Leipzig» o algo por el estilo. Entre el júbilo y el miedo, la habían arrancado durante la revolución y desde entonces nadie había vuelto a verla.

Deambulé por el interior. Todos los escritorios estaban tal y como habían quedado la noche en que los manifestantes habían tomado el edificio, de un orden que daba miedo: teléfonos de disco de dos en dos; trituradoras tiradas a la basura tras averiarse durante los últimos intentos desesperados de la Stasipor eliminar los expedientes más incriminatorios. Encima de un escritorio había colgado un calendario de 1989 con una foto de una mujer desnuda de cintura para arriba, pero, aparte de eso, lo que atestaba las paredes eran las insignias comunistas. Las celdas estaban abiertas, y como dispuestas a recibir más presos. A pesar de los grandes esfuerzos de Miss Diciembre, el edificio destilaba humedad y burocracia.

El comité de ciudadanos que administraba el museo había expuesto algunas piezas sobre mamparas de conglomerado barato. Había un negativo de la famosa fotografía de las manifestaciones de otoño de 1989, donde se veía un mar de gente con velas y con las cabezas apuntando hacia el edificio, mirando a la cara a sus supervisores. Sabían que era desde aquí desde donde se observaban sus vidas, se manipulaban y, en ocasiones, hasta se destruían. Había copias de los télex cada vez más histéricos entre el cuartel general de la Stasi en Berlín y esta delegación, donde los funcionarios se habían atrincherado tapiando las ventanas con trozos de hojalata. «Salvaguardentodas las premisas del Ministerio» ,ordenaban, y «Protejantodos los elementos encubiertos».

Mis favoritas eran las fotos de los protestantes ocupando el edificio el 4 de diciembre de 1989, tomando los pasillos aún con la sorpresa en las caras, como si estuviesen medio esperando a que les pidiesen que abandonasen el edificio. De hecho, al entrar, los guardias de la Stasi requirieron verlas identificaciones de los manifestantes, en una extraña parodia del control que, justo en ese momento, estaban perdiendo. Los manifestantes, en la conmoción, se sacaron obedientemente el documento de identidad de la cartera. Luego conquistaron el edificio.

A medida que fueron saliendo a la luz los archivos se fueron revelando grandes y pequeños misterios. Entre ellos destacaban los tics del hombre de a pie en plena calle. El siguiente documento se podía ver en la exposición:

Señales que han de observarse:

1. ¡Cuidado! El sujeto se aproxima.
(tocar nariz con mano o pañuelo)
2. El sujeto está caminando, se aleja o se adelanta.
(acariciar pelo con mano o saludar con sombrero un instante)
3. El sujeto está quieto.
(llevarse una mano a la espaldao al vientre)
4. El observador desea terminar la observación porque corre peligro de ser descubierto.
(agacharse y atarse los cordones)
5. El sujeto vuelve.
(ambas manos tras la espaldao al vientre)
6. El observador desea hablar con el líder del equipo o con otros observadores.
(sacar el maletín o equivalente y examinar su contenido)

Me imagino la danza callejera del sordo mudo; agentes haciéndose señas entre sí desde una esquina a otra: tocándose la nariz, la barriga, la espalda y el pelo, atándose y desatándose cordones, descubriéndose ante extraños y rebuscando entre papeles. Toda una coreografía para niños exploradores traviesos.

Hacia el fondo del edificio, tres estancias albergaban artefactos de la Stasi en vitrinas de cristal. Había una caja de pelucas y bigotes falsos acompañados de pequeños botes de pegamento para fijarlos. Había bolsos de vinilo con micrófonos disimulados entre los pétalos de unas flores tachonadas. Había escuchas ocultas que habían estado en paredes de pisos y una montaña de cartas que nunca llegaron al Oeste. En uno de los sobres se veía una caligrafía infantil en lápices de colores, un color para cada letra de la dirección.

Una de las vitrinas no contenía más que botes vacíos. Estaba mirándolos extrañada cuando se me acercó una mujer. Parecía la versión femenina de Lutero, pero en guapa. Rondaba los cincuenta, tenía los pómulos marcados y una mirada franca. Parecía simpática, pero también parecía como si supiese que yo me había estado mofando mentalmente de un régimen que requería que sus miembros firmasen juramentos de lealtad semejantes a certificados de matrimonio, que confiscaba las tarjetas de cumpleaños que mandaban los niños a sus abuelosy que mecanografiaba estúpidos memorandos en escritorios bajo calendarios de mujeres pechugonas. La mujer era Frau Hollitzer, la directora del museo.

Frau Hollitzer me explicó que los botes que teníamos frente a nosotras eran «muestras de olor». La Stasi había desarrollado un método seudocientífico, el «muestreo de olor», para encontrar a delincuentes. La teoría se basaba en que todos tenemos un olor que nos distingue y que vamos dejando allá por donde tocamos. Este olor se puede aislar y, con la ayuda de perros entrenados, comparar para encontrar coincidencias. La Stasi llevaba sus perros y sus botes a una localización en la que sospechaban que había habido una reunión ilegal y probaban a ver si los perros podían captar olores de gente cuyas esencias ya tenían en botes.

En la mayoría de los casos, las muestras de olor se requisaban sin permiso. La Stasi podía irrumpir en el piso de cualquiera y hacerse con alguna prenda, preferentemente lo más cercana a la piel posible, con frecuencia ropa interior. En otras ocasiones, hacían venir al «sospechoso» bajo cualquier pretexto y después del interrogatorio pasaban un paño por elasiento de vinilo donde había estado sentado. Las prendas robadas o el paño se guardaban entonces en un bote sellado. Los envases parecían botes de mermelada. En una etiqueta pude leer: «Nombre: Herr (Apellido). Tiempo: 1hora. Objeto: Calzoncillos del sujeto».

Cuando los ciudadanos de Leipzig entraron en el edificio, encontraron una colección de muestras de olor de lo más completa. Luego los botes se esfumaron. No volverían a aparecer hasta junio de 1990, en la «despensa de olores» de la Policía de Leipzig; aunque, eso sí, vacíos. Al parecer, la Policía de Leipzigse los había apropiado para utilizarlos con fines propios, incluso durante el periodo posterior a la caída del Muro, cuando la democracia daba aquí sus primeros pasos. Los botes seguían teniendo sus meticulosas etiquetas, por lo que se pudo demostrar que la Stasi de Leipzig había requisado muestras de olor de toda la oposición política a este lado de la Sajonia. Quién sabe quién tendrá ahora estos restos de materia y de calcetines viejos,ni para qué los querrá.

Más tarde, Frau Hollitzer me hablaría de Miriam, una mujer cuyo marido murió en una celda de los calabozos de la Stasi. Se rumoreaba que la Stasi había orquestado el funeral, hasta el punto de sustituir un ataúd lleno por uno vacío e incinerar el cuerpo para destruir cualquier prueba de la causa de la muerte. Imaginé a portadores de féretro pagados haciendo como si estuviesen soportando el peso de un ataúd vacío, o talvez soportando en realidad un ataúd relleno con ochenta kilos de periódicos viejos y piedras. Imaginé no saber si tu marido se ha colgado o si lo ha matado alguien con quien te has cruzado por la calle. Pensé que estaría bien hablar con Miriam, antes de que mis imaginaciones se convirtiesen en falsos recuerdos.

Regresé a casa, a Australia, pero ahora estoy de vuelta en Berlín. No me podía sacar de la cabeza la historia de Miriam, un extraño relato de segunda mano de una mujer a la que nunca he visto. Encontré un trabajo de media jornada en la televisión y me dediqué a buscar algunas de las historias de un país echado a perder.

Treinta años después, Scorpions habla de “Wind of Change”, himno de la caída del Muro de Berlín

sábado, noviembre 9th, 2019

Pese a ser la canción por excelencia de la caída del Muro de Berlín, “Wind of Change” (Viento de Cambio) no habla del histórico acontecimiento que tuvo lugar en la noche del 9 de noviembre de 1989, hace ya tres décadas.

Por Céline Aemisegger

Moscú, 9 noviembre (EFE).- El grupo de rock alemán Scorpions jamás pudo imaginar que su canción “Wind of Change” se convertiría en el himno no oficial de la caída del Muro de Berlín y de la reunificación alemana, pero cuando los músicos tocaron en 1988 y 1989 en la Unión Soviética ya presintieron “vientos de cambio”.

“Teníamos la sensación de que el mundo estaba cambiando delante de nuestros ojos”, señala Klaus Meine, vocalista y líder del grupo, que triunfó en 1988 en Leningrado (hoy San Petersburgo) y especialmente un año más tarde en el Festival por la Paz de Moscú, que sirvió de inspiración para el tema más vendido de los Scorpions.

Pese a ser la canción por excelencia de la caída del muro, “Wind of Change” (Viento de Cambio) no habla del histórico acontecimiento que tuvo lugar en la noche del 9 de noviembre de 1989. Fue concebida antes de que se abrieran los pasos entre las dos mitades de Berlín y sólo se convirtió en el “himno” con la salida del álbum “Crazy World” (1990) y el sencillo (1991).

El WOODSTOCK RUSO

La canción expresa lo que en el verano de 1989 sentían muchos cuando los Scorpions estaban en el Festival por la Paz de Moscú: “la esperanza de que el mundo cambie y podamos vivir juntos en un mundo pacífico”, relata Meine por teléfono desde Alemania, durante un descanso de la gira mundial del grupo.

“Se podía sentir que el mundo estaba transformándose y en cierto sentido todo lo que ocurrió pocos meses después en Berlín, es decir la caída del muro, era palpable en agosto en Moscú: que las cosas estaban cambiando y que los tiempos de la Guerra Fría quedarían pronto atrás”, explica el músico de 71 años.

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Era difícil tocar en la Unión Soviética y a un grupo de rock occidental se le miraba con suspicacia. En 1988 las autoridades rusas les habían “desinvitado” de Moscú, donde iban a dar cinco conciertos y les propusieron a cambio diez en Leningrado. El KGB les seguía a cada paso, recuerda el cantante.

Como grupo de rock internacional que había triunfado en los años 80, especialmente en EU, con éxitos como “Blackout”, “Still Loving You” o “Rock You Like A Hurricane”, los Scorpions se sintieron en su primera aventura soviética de repente “muy alemanes”.

“Decíamos que nuestros padres habían venido con tanques, nosotros con guitarras”, afirma Meine.

Pero triunfaron en Leningrado. Y abrieron “las puertas de par en par” a los demás músicos occidentales que, como Ozzy Osbourne, Bon Jovi y Mötley Crüe, tocarían un año más tarde junto a los Scorpions durante dos días ante 100 mil fans en el estadio moscovita Lenin (hoy Luzhnikí).

El EFECTO GORBACHOV

Meine está convencido de que el evento internacional, el “Woodstock ruso”, fue además posible porque “había alguien en el Kremlin, Mijaíl Gorbachov, cuya política de Glasnóst (transparencia) y Perestroika (reestructuración), su apertura, la nueva apertura, lo facilitó”.

En Moscú “se notaba que en tan solo un año había cambiado muchísimo y cuando salimos al escenario los soldados del Ejército Rojo, los soldados asignados a la seguridad se giraron y lanzaron al aire sus gorras. Se convirtieron en uno con el público”.

Recuerda que muchos jóvenes se acercaban a él y le decían: “Klaus, los tiempos de la Guerra Fría habrán pasado pronto. Aquí está una nueva generación y los viejos tiempos quedarán atrás. Las señales apuntan todas al futuro”.

“Era, en otras palabras, como decir aquí hay un nuevo viento y eso, unido a todo lo que habíamos vivido (en los conciertos en la URSS) fue lo que sirvió de inspiración para ‘Wind of Change'”, explica.

Meine tenía “la esperanza” de que el cambio que habíá precibido en Moscú se hiciera realidad. Pero jamás pensó que el muro caería “tan rápido” cuando empezó a escribir el éxito a principios de septiembre, a su regreso del “Woodstock ruso”.

Fue una noche durante el Festival por la Paz cuando Meine comenzó a construir la canción en su mente.

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“Estábamos todos en un barco navegando en el río Moscova. Todos los músicos, la MTV, periodistas. Era un poco como si estuviera todo el mundo en un solo barco y todos hablaban el mismo lenguaje: la música”. “El lenguaje de la música se entendía en todos los lugares y eso se notaba especialmente en la URSS en 1988 y 1989”.

De ese viaje en barco salió la primera estrofa de la canción: “Sigo el Moscova/ hacia el parque Gorky/ escuchando los vientos de cambio. Una noche de verano en agosto/ soldados pasan por allí/ escuchando los vientos de cambio”.

UN GRUPO QUE CRECIÓ CON EL MURO

Para un grupo alemán como los Scorpions, cuyo núcleo creció en Hannover, en la República Federal de Alemania (RFA) y vivió de cerca las tensiones, los vientos de cambio que habían sentido en Moscú fueron algo emotivo y especial.

El músico vivió con “miedo y sobrecogimiento” la construcción del muro y todas las “confrontaciones” que había entre los dos bloques.

“A veces había esa sensación de que el mundo estaba ante una nueva guerra mundial”. Por ejemplo cuando en 1960 el entonces líder soviético, Nikita Jruschov se quitó el zapato y “aporreó” la tribuna de la ONU en una sesión de la Asamblea General.

“Fue tan agresivo que uno pensaba realmente que no estábamos lejos de una confrontación militar”, dijo. Y en octubre de 1961, de hecho, los tanques americanos y soviéticos estaban enfrentados en el mítico Check Point Charlie de Berlín, recuerda. “Hubo momentos muy delicados”, enfatiza.

Cuando el grupo era “joven” viajaba a menudo a Berlín occidental en su furgoneta y tenía que pasar por el paso fronterizo de Helmstedt, donde los soldados registraban sus pertenencias.

“Cada vez que conduzco hoy en día a Berlín y paso cerca de Helmstedt pienso a menudo en aquellos tiempos y me alegro de que vivamos hoy en una Alemania reunificada. Y pienso que tampoco las generaciones jóvenes deben olvidar nunca qué significa vivir en un país partido”, señala.

UN MENSAJE VIGENTE

Quizás por eso, el mensaje de “Wind of Change” va más allá de su asociación con la caída del muro. También inspira a muchas personas en todo el mundo, que aplican ese mismo mensaje de esperanza a su propia situación política, por ejemplo en Oriente Medio, dice Meine.

“Todavía es una canción de la esperanza”, de que es posible un mundo “mejor y más pacífico”.

Echando una vista a la actualidad, 30 años después de la caída del muro, el vocalista de los Scorpions admite que “a menudo asusta ver cómo está evolucionando el mundo”.

“Uno solo puede esperar que el viento cambie de nuevo, ojalá como hace 30 años, en una dirección optimista, positiva y pacífica”, concluye el alemán.

Cuando cayó el muro, el grupo estaba en una cena de trabajo en París y de repente vieron en las televisiones a gente “bailando sobre el muro”. En ese instante los Scorpions no tenían mayor deseo que estar en Berlín. “Fue muy emotivo, simplemente maravilloso”.

A Gorbachov el grupo le ha vuelto a ver en varias ocasiones. En aniversarios de la caída del muro y en cumpleaños del último dirigente de la Unión Soviética. Pero uno de los encuentros fue especialmente importante, porque de nuevo los Scorpions estaban “muy cerca de la historia”.

En diciembre de 1991 fueron invitados por Gorbachov al Kremlin, donde hablaron durante una hora con él y su esposa Raísa. Fue 11 días antes de que el 25 de diciembre anunciara en un discurso por televisión la desaparición de la URSS.

Virtually History: The Berlin Wall, el nuevo especial que retrata las historias del muro de Berlín

miércoles, noviembre 6th, 2019

Durante 30 minutos y con ayuda de la realidad virtual, tres personas que tienen una conexión con el Muro de Berlín podrán entrar en sus fotos familiares y recordar los momentos que sucedieron en esa época.

Madrid, 6 de noviembre (EFE).- YouTube Originals y la empresa Remarkable TV se han unido para lanzar Virtually History: The Berlin Wall, un nuevo especial de 30 minutos que se enmarca en el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín, con el que gracias a la realidad virtual los espectadores podrán sumergirse en aquella historia.

Así, transportados al pasado gracias a esta tecnología, tres personas que tienen una conexión personal con el Muro de Berlín se unen a la presentadora, la estudiosa de historia social Emma Dabiri, y “entran” en sus fotos de familia.

El objetivo, mostrar “historias sorprendentes de personas que cavaron un túnel bajo el muro, escaparon por los pelos de la policía secreta de Alemania del Este o levantaron la bandera de la Alemania ‘casi’ unida cuando la caída del Muro”, explica en una nota YouTube Originals.

Este vídeo tiene secciones especiales de realidad virtual narradas por el actor británico Paul McGann; “este especial representa la primera incursión en este período hecha con todo el detalle que permite la realidad virtual”, según la compañía.

La realidad virtual ha permitido llevar las historias a otro nivel. Foto: Especial

Con vistas al 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín, que se celebrará el próximo 9 de noviembre, el estreno mañana de Virtually History: The Berlin Wall quiere ser “un recordatorio de la necesidad de unión y colaboración entre los pueblos y las culturas”.

Luke Hyams, responsable de YouTube Originals EMEA, ha afirmado que la comunidad de YouTube está buscando siempre nuevas formas de unir a las personas, ya sea para conocer sus intereses y aficiones o como un entorno donde aprender y, en este caso, “hemos conseguido hacer que un momento tan crucial de la historia vuelva a la vida”.

Por su parte, la directora ejecutiva adjunta de Remarkable TV, Kitty Walshe, ha dicho que el uso de la realidad virtual y de efectos visuales de última generación han permitido llevar la narración de historias en YouTube a otro nivel.

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Un remanente del Muro de Berlín hallado hace poco recibe el estatus de protección

lunes, febrero 5th, 2018

La antigua muralla de ladrillo en el distrito Pankow se incorporó a las fortificaciones originales de la Alemania Oriental cuando se selló la frontera con Berlín Occidental en 1961.

Tramo del Muro de Berlín, hallado recientemente. Foto: AP

Berlín, 5 febrero (AP).- Un remanente recientemente descubierto del Muro de Berlín, de los primeros momentos en que fue construido, recibirá estatus de protección, informaron el lunes las autoridades de la ciudad.

Un historiador aficionado dijo el mes pasado que encontró el tramo de 80 metros (260 pies) de pared y lo reportó a las autoridades debido a las preocupaciones sobre su condición.

La antigua muralla de ladrillo en el distrito Pankow se incorporó a las fortificaciones originales de la Alemania Oriental cuando se selló la frontera con Berlín Occidental en 1961. Se expandió y se coronó con alambrado como parte de los esfuerzos para evitar que los alemanes orientales huyeran al lado Occidental.

El remanente ilustra cómo las estructuras existentes inicialmente se incorporaron a la pared para permitir el sellado rápido de la frontera, dijo el gobierno de la ciudad.

Las fortificaciones fronterizas se expandieron a lo largo de los años, y la barrera era mucho más sofisticada cuando cayó en 1989. La mayor parte del muro fue demolido a partir de 1990, y solo quedan algunas secciones preservadas.

El remanente recién descubierto fue transferido al distrito de Reinickendorf en Berlín Occidental en 1988 en una de varias modificaciones menores a la frontera durante la Guerra Fría. Esa parece ser una razón por la que escapó a la atención de los investigadores hasta hace poco.

Berlín celebra 10 mil 316 días sin muro, los mismos que estuvo dividida y en pie

lunes, febrero 5th, 2018

Los restos del muro hoy no son fáciles de encontrar en la capital alemana, a menos que quien los busque se dirija a lugares específicos. El aniversario ha sido registrado por todos los partidos y por el Gobierno alemán.

Por Rodrigo Zuleta

Berlín, 5 febrero (EFE).- Berlín celebra hoy 10 mil 316 días sin muro, los mismos días que la ciudad estuvo dividida y convertida en símbolo mundial de la guerra fría.

El aniversario ha sido registrado por todos los partidos y por el Gobierno alemán, que han recordado en las redes sociales y en distintos comunicados la división de Europa y su superación con la caída del telón del acero.

“28 años, 2 meses y 26 días; ese tiempo dividió el muro Alemania y exactamente ese tiempo es hoy historia. Lo que ha conseguido nuestro país desde la caída debe ser celebrado y debe servir para hacer frente a las fuerzas que escinden la sociedad”, subrayó el Ministro de Interior, Thomas de Maizière.

Los restos del muro hoy no son fáciles de encontrar en la capital alemana, a menos que quien los busque se dirija a lugares específicos como el centro conmemorativo de la Bernauerstrasse o la East Side Galerie, donde está pintada la célebre escena del beso en la boca de los jerarcas comunistas Leonid Bresnev y Erich Honecker.

La transformación de la ciudad, justo en las zonas en las que estuvo atravesada, ha sido tan profunda que resulta casi imposible adivinar la configuración que tuvo.

Una exposición, que se inaugura mañana en el centro conmemorativo, trata de recuperar esa imagen perdida y mostrar el contraste con el Berlín actual.

El más claro se encuentra en la emblemática Puerta de Brandeburgo, que hasta 1989 estuvo encerrada por el muro y se ha convertido en un símbolo de la ciudad unificada, justo donde se unen las avenidas 17 de junio, que atraviesa el Tiergarten, y Unter den Linden, eje del que fue el Berlín comunista.

La Puerta de Brandeburgo estuvo cerrada hasta 1989 por el muro y se ha convertido en un símbolo de la ciudad unificada. Foto: Twitter / @RodMesaG

Tal vez la foto más difundida del 9 de noviembre de 1989, día en que se abrió la frontera, sea la que muestra a los berlineses celebrando en pie sobre el muro, con la Puerta de Brandeburgo a sus espaldas.

El contraste es también evidente en la Potsdamerplatz y sus alrededores, que hoy concentra los principales rascacielos de la ciudad y que, a la sombra del muro, era considerada prácticamente tierra de nadie, en la parte occidental de Berlín.

El edificio del Reichstag, sede del actual Parlamento, quedó durante años junto al muro, en el lado oeste, mientras que el moderno edificio de la Cancillería se levanta en lo que también era “tierra de nadie”, un gran descampado junto a la franja.

Otro lugar emblemático de la guerra fría es el puente de Glieneke, que separa Berlín de Potsdam, en el territorio de la extinta República Democrática Alemana (RDA), que fue escenario de intercambio de espías -tanto ficticios como reales- y que ha pasado a ser sencillamente parte de una carretera nacional.

La lista de sitios clave en la historia del muro es larga e incluye muchos que probablemente no sean tan llamativos a primera vista, pero sí significativos.

Muy cerca de la actual estación central de trenes de Berlín y del hospital universitario de La Charité, por ejemplo, cayó muerto a tiros Günter Lifkin, el 24 de agosto de 1961, cuando intentaba escapar hacia Berlín occidental.

Lifkin fue el segundo muerto del muro. Dos días antes Ida Siekmann había sido la primera víctima al tratar de escapar, saltando desde un tercer piso en la Bernauerstrasse, cuando todavía las casas de la zona fronteriza no habían sido desalojadas.

La última víctima de los disparos de los guardias de fronteras fue Christ Gueffroy, un camarero de 20 años que murió el 6 de febrero de 1989, mañana hace exactamente 29 años.

En el lugar donde murió Gueffroy, en el barrio de Treptow y al lado de un canal que intentaba atravesar nadando hacia occidente cuando fue alcanzado por las balas, hay un monumento en su honor que es lo único que recuerda que por ese lugar pasaba el muro.

Gueffroy fue alcanzado por las balas, hay un monumento en su honor que es lo único que recuerda que por ese lugar pasaba el muro. Foto: Twitter / @HistoryNed

Otras esquinas de la ciudad permiten evocar el carácter casi esperpéntico de aquella idea que partió en dos a Berlín.

Es el caso del “Invalidenfriedhof”, un cementerio que en 1961 quedó cortado por el muro, que pasaba por entre las tumbas de viejas glorias militares prusianas, y que el escritor Uwe Timm ha convertido en el epicentro de la novela “Halbschatten (Medias sombras).

Por el cementerio pasa hoy una ruta conocida como “El camino del muro” y a su entrada, un letrero que dice: “Bicicletas permitidas en caminos asfaltados. Los peatones tienen prioridad”.

Con rosas y velas, conmemoran el 28 aniversario de la caída del Muro de Berlín

jueves, noviembre 9th, 2017

El Muro de Berlín se convirtió en el símbolo por excelencia de la Guerra Fría. Hoy se cumplen 28 años de su caída y el final de la bipolaridad política y económica del mundo.

Berlín, 9 noviembre (EFE).- La capital alemana conmemoró hoy los 28 años de la caída del muro de Berlín con un acto al que asistió el alcalde-gobernador de la ciudad, Michael Müller, y en el que rosas y velas recordaron a las 327 personas que murieron en la frontera interalemana cuando intentaban huir a Occidente.

De esas 327 personas, al menos 140 murieron en el muro de Berlín, que se convirtió en el símbolo por excelencia de la guerra fría desde su construcción en 1961.

Los actos centrales en esta jornada tuvieron lugar en los restos del muro conservados en la calle Bernauer de Berlín y en la cercana Capilla de la Reconciliación, con participación de 160 escolares de Alemania, Francia y Noruega.

Aunque este año no se celebra un aniversario redondo, sí puede decirse que se cumple un aniversario simétrico, ya el denominado muro de la vergüenza estuvo en pie también 28 años, hasta que cayó por la presión popular el 9 de noviembre de 1989.

El acontecimiento se considera el momento clave del proceso que llevó a la reunificación de Alemania, que se hizo realidad el 3 de octubre de 1990.

Tras la reunificación hubo discusiones acerca de la fecha que se debía declarar oficialmente como día de la unidad alemana.

Una placa muestra donde se levantaba el muro de Berlín. Foto: EFE.

La presidenta de la época del Bundestag (cámara baja del parlamento), Rita Süsmuth, era partidaria de escoger el 9 de noviembre, pero otro bando, en el que la personalidad más destacada era el canciller Helmut Kohl, se impuso y la fecha en la que se celebra hoy la fiesta nacional es el 3 de octubre.

Una de las razones para descartar el 9 de noviembre es que se trata de una fecha ambigua, en la que se unen luces y sombras de la historia alemana.

El 9 de noviembre es el día de la caída del muro, pero también en un 9 de noviembre, en 1938, se registró el pogromo contra los judíos conocido como la noche de los cristales rotos.

En 1918, también un 9 de noviembre, se proclamó la primera república alemana pero en 1923, en la misma fecha, tuvo lugar el intentó de golpe de estado urdido por Eric Luddendorf y Adolf Hitler, que por primera vez saltó al primer plano de la actualidad alemana.

Ceremonia conmemorativa por la caída del Muro de Berlín. Foto: EFE.

Los 9 de noviembre suelen recordarse juntos todos esos acontecimientos, dándole prioridad a aquel que tenga en el año en cuestión un aniversario redondo, pero sin olvidar los otros.

Así lo hizo hoy el ministro del Interior, Thomas de Maiziere, en un mensaje de vídeo colgado en la cuenta oficial de Twitter de su departamento.

“El 9 de noviembre de 1989 nos abrazamos todos. El muro se abrió como consecuencia de la revolución pacífica. Fue un día de felicidad, como un milagro. Un día así hay que guardarlo en el corazón, aunque hoy tengamos muchos problemas por resolver”, dijo el ministro.

“El 9 de noviembre de 1938 fue un día negro en nuestra historia, las sinagogas ardieron y ciudadanos judíos fueron detenidos y maltratados. Eso tiene que ser para nosotros una lección de que hay que defender la tolerancia y de que el antisemitismo no puede tener cabida en nuestra sociedad”, agregó.

Tres toneladas del muro de Berlín son subastadas en México por hasta 900 mil pesos

jueves, mayo 25th, 2017

El fragmento es un recuerdo de “la reunificación de dos países” tanto como de “la mudanza política de las naciones de Europa que estaban detrás de la llamada cortina de hierro”.

México, 25 de mayo (EFE).- La subasta de un fragmento de tres toneladas del Muro de Berlín tiene como objetivo preservarlo para las nuevas generaciones de jóvenes mexicanos, afirmó hoy Luis Alonso Sordo Noriega, quien en 1990 lo trajo a México.

Dueño del Museo de Historia Moderna, donde el fragmento del muro fue exhibido durante diez años, Sordo señaló a Efe que no le importa ni el nombre del comprador ni el destino del monolito en tanto pueda ser “respetado y admirado”.

Sordo se hizo con el trozo de muro el 25 de junio de 1990, lo embarcó en Hamburgo (Alemania) el 14 de julio y llegó a Tuxpan (México) el 31 del mismo mes y el 7 de agosto estaba ya en la capital mexicana.

El fragmento es un recuerdo de “la reunificación de dos países” tanto como de “la mudanza política de las naciones de Europa que estaban detrás de la llamada cortina de hierro”, apuntó.

Ahora, este monolito “pasará a otras manos, pero a manos de coleccionistas, de amantes de los objetos que son vestigios de la historia”, apuntó Sordo.

“Hicimos todo un estudio de precios obtenidos en piezas similares”. Foto: Especial.

El trozo de hormigón armado y con medidas de 3,6 x 1,25 y 2,10 metros saldrá a la puja en la subasta de este sábado en la Casa Mortono, que incluye parte de la colección del recinto privado propiedad de Sordo.

El catálogo de la subasta “Colección Museo de Historia Moderna. Memorias de Europa del Este, Siglo XX” ha establecido un precio de salida entre 850 mil y 900 mil pesos (45 mil 871 a 48 mil 569 dólares) para esa parte del muro.

Entre los objetos a subasta están también un casco de presurización que se asegura perteneció al astronauta de origen kazako Alexander Viktorenko, así como gramófonos, máquinas de escribir y un busto gigante de Lenin.

La directora comercial de Casa Morton, Vivian Gorinstein, mostró a Efe su satisfacción por poner al alcance de coleccionistas o de instituciones artículos como este pedazo del muro de Berlín.

“Después de haber estado como una colección privada es un gusto ponerla al alcance de nuevos coleccionistas o de instituciones o museos que sigan construyendo historia, que los revaloren y los atesoren”, declaró la directora.

El director del Museo de Historia Moderna, Luis Alonso Sordo, posa hoy, jueves 25 de mayo de 2017, junto a un trozo del Muro de Berlín, en Ciudad de México. Foto: EFE.

Gorinstein apuntó que le encantaría que el monolito estuviera exhibido en un lugar público como el Museo Memoria y Tolerancia de la Ciudad de México, que está dedicado a difundir el respeto a la diversidad.

Agregó que, no obstante, en una subasta se dan sorpresas porque las personas mas insospechadas pueden adquirir piezas que pensábamos pudieran estar en un lugar concreto y acaban en lugares insólitos.

El precio de subasta para este segmento del muro de Berlín fue calculado al comparar el que en su momento tuvieron piezas similares que están en otras colecciones, aunque en opinión de la directora, el valor del objeto es incalculable.

“Hicimos todo un estudio de precios obtenidos en piezas similares” hasta llegar a una cifra aceptable para la venta.

Diego Luna expresa ante los restos del muro de Berlín su rechazo hacia las barreras de Trump (VIDEO)

martes, febrero 14th, 2017

El actor y director mexicano recordó que hay “mucha gente en Estados Unidos” que no está de acuerdo con las políticas y proclamas de Trump y pidió al resto del mundo tratar de conectar “con esa parte que está ahora resistiendo”.

Berlín, 14 feb (EFE).- El actor y director mexicano Diego Luna criticó hoy ante los restos del muro de Berlín el plan del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de levantar una pared en la frontera sur del país.

Luna, aprovechando su visita a la capital alemana con motivo de la Berlinale, se reunió frente a uno de los mayores fragmentos del muro de Berlín aún en pie con el director del festival de cine, Dieter Kosslick, y el actor hispano-alemán Daniel Brühl para mostrar “paz y unidad”.

“En un tiempo tumultuoso de barreras y desplazamientos globales de personas vulnerables nos reunimos en una ciudad que ha luchado para superar la división”, comienza el comunicado conjunto emitido por Luna y Kosslick.

La protesta, ante los restos de muro de Berlín que escoltan un lateral de la exposición “Topografía del terror” sobre la brutal violencia del aparato de seguridad nazi, pretendía “ser tan sólo un gesto en favor de la paz y la unidad”.

“Como ciudadanos de este mundo debemos de preocuparnos y me alegro mucho de que la Berlinale nos esté recordando esto”, aseguró Luna a los medios tras el acto.

A su juicio, “el mundo entero se ha vuelto más político” y ahora “te exige que tengas una opinión y que te involucres”: “No sólo nosotros que hacemos cine, da igual a qué te dediques. Primero somos ciudadanos y después profesionales de lo que sea que hagamos”.

Además, el actor y director mexicano recordó que hay “mucha gente en Estados Unidos” que no está de acuerdo con las políticas y proclamas de Trump y pidió al resto del mundo tratar de conectar “con esa parte de Estados Unidos que está ahora resistiendo”.

Kosslick, por su parte, tachó de “locura” la idea de levantar un muro entre México y EU y recordó el pasado de Berlín, una ciudad dividida en un sector oriental y otro occidental durante décadas.

“Ahora queremos explicar a nuestros amigos mexicanos cómo se tumban (los muros), porque no sólo se levantan. Son los más tontos los que los construyen y nosotros somos los más listos, los que los volvemos a derribar”, señaló el director del festival internacional de cine de Berlín.

Ya el pasado jueves, al presentarse como miembro del jurado de la Berlinale, Luna avanzó que también estaba en la capital alemana para “investigar cómo derribar muros”.

“Lo único rescatable de lo que está ocurriendo es que tal vez eso sirva para hacer reaccionar”, dijo el director y actor, y en ese caso se mostró deseoso de “ser parte de eso”.

No obstante, el mexicano recalcó que cruza “todos los meses tres o cuatro veces esa frontera” y que mantiene “muchas historias de amor con Estados Unidos” por lo que no está dispuesto a “permitir que ninguna muralla se ponga en el camino de esas historias”. EFE

No construya el muro. Sabemos el sufrimiento que trae la división: Alcalde de Berlín a Trump

viernes, enero 27th, 2017

La capital alemana estuvo dividida por un muro de 1961 hasta 1989, convirtiéndose en un poderoso símbolo de la opresión de la Guerra Fría. Con ese atecedente, el Alcalde de Berlín pidió al Presidente de EU que no construya un muro a lo largo de su frontera con México y le recordó que fue Ronald Reagan quien exhortó a derribar el muro de Berlín.

BERLIN, 27 de enero (AP) — El Alcalde de Berlín exhortó este viernes al Presidente estadounidense Donald Trump a no construir un muro en la frontera con México.

La capital alemana estuvo dividida por un muro de 1961 hasta 1989. Fue construido por la dictadura socialista de Alemania Oriental para impedir que sus ciudadanos escaparan a Occidente, convirtiéndose en un poderoso símbolo de la opresión de la Guerra Fría.

El Alcalde Michael Mueller dijo que “nosotros los berlineses sabemos muy bien cuánto sufrimiento provocó la división de un continente, consolidada por alambre de púas y concreto”.

Indicó que los habitantes de Berlín “no debemos aceptar con los brazos cruzados que toda nuestra experiencia histórica sea descartada por aquellos a los que en gran medida debemos nuestra libertad, los estadounidenses”.

Mueller citó textualmente la famosa exhortación del ex Presidente estadounidense Ronald Reagan de “derribar” el Muro de Berlín, y pidió a Trump que “no construya este muro”.

Un mundo de muros: de Mesopotamia al que quiere Trump con México

domingo, octubre 9th, 2016

Empezó desde la antigua Mesopotamia y para muchos, terminó en 1989 con la caída del “muro de la vergüenza”, no obstante, en este siglo se han construido más barreras físicas entre países, ciudades y barrios que nunca antes, la mayoría después de septiembre de 2001. Desde Berlín, las grandes murallas dejaron de funcionar para protegerse de ejércitos enemigos y empezaron a vigilar, detener y matar a civiles inocentes, migrantes desarmados como los 229 mil mexicanos aprehendidos en la frontera con Estados Unidos en 2014 o los casi 3 mil muertos en el Mediterráneo en lo que va de este año. Más fronteras, más muros, ¿es tiempo de terminar con su época de oro?

Ciudad de México, 9 de octubre (SinEmbargo).– “Es triste que existan, a veces es hasta sarcástico que haya un muro y que divida mundos tan diferentes, que haya gente viviendo de un lado y del otro de manera tan distinta, que marquen las injusticias, la calidad de vida”, dice Gregor Maaß, alemán que convivió con el Muro de Berlín durante 12 años a SinEmbargo.

Aun cuando decenas de barreras se han tumbado o inutilizado a lo largo de la historia, desde la caída de la que dividió Berlín del Este y del Oeste por casi 30 años, más de 40 países han construido vallas o muros en contra de más de 60 de sus naciones vecinas. 30 de estas decisiones se tomaron a partir de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y otras 15 el año pasado, de acuerdo con The Economist.

Apenas a finales de septiembre pasado, Reino Unido comenzó la construcción del Muro de Calais, en la ciudad francesa del mismo nombre y justo al lado de “la jungla”, el campamento en el que viven hacinados cerca de 9 mil refugiados, según organizaciones civiles locales. “La gente se sigue pasando, ya hicimos las vallas, ahora estamos haciendo la pared”, confirmó el ministro de migración inglés Robert Goodwill a los medios franceses y británicos, quienes compararon la medida con la principal promesa de campaña de Donald Trump: hacer un muro en la frontera con México, que además, pagarán los mexicanos.

¿Sirven estas medidas cuyos cimientos están siglos antes de nuestra era?, ¿por qué los políticos y las naciones insisten en hacerlos?

“En primer lugar, las fronteras no son naturales, nunca lo han sido, las fronteras son siempre ficciones y construcciones políticas que depende de una correlación de fuerza, de un momento histórico, de coyunturas o de procesos de más larga data pero que han sido fundamentales en la construcción de un orden mundial, regional, hemisférico. Desde ese punto de vista, no existen las fronteras naturales, todas son creaciones humanas y por tanto, creaciones políticas”, dice el doctor Yerko Castro Neira, académico del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana en entrevista.

Activistas de la agrupación "Ángeles sin Fronteras" y "Juventud 2000" se reunieron a un costado del muro fronterizo en Tijuana para protestar contra Trump. Foto: Cuartoscuro

Activistas de la agrupación “Ángeles sin Fronteras” y “Juventud 2000” se reunieron a un costado del muro fronterizo en Tijuana para protestar contra Trump. Foto: Cuartoscuro

El experto en fenómenos de migración internacional menciona que el impacto que los muros y las fronteras tienen en la actualidad es “psicopatológico” y simbólico. “De alguna manera, a partir de la construcción de estos muros que todavía existen creemos que estamos muy seguros en nuestro nicho nacional, en nuestro barrio, pero el efecto es más psicológico que real, porque en realidad no existen las fronteras absolutamente impermeables, es una especie de sueño el tener un espacio que va a ser impenetrable”, dice.

“El mundo ya no es como lo conocíamos, se empequeñeció, se interconectó, se hizo interdependiente y desde ese punto de vista, lo que pasa en otro espacio afecta profundamente y atraviesa las fronteras de múltiples maneras, porque aunque existan físicamente, las fronteras digitales están atravesadas todo el tiempo, pero no deja de tener un efecto en la vida cotidiana de las personas, al punto que nos da miedo si venimos de zonas populares atravesar a las zonas ricas de nuestras ciudades, da terror tomar el aeropuerto y saber que vamos a atravesar la estación migratoria cuando entramos a Europa o si venimos de México cuando vamos a EU, etc.

Hay un efecto en la vida cotidiana, en la manera que nos desenvolvemos en la sociedad, desde ese ángulo de observación, las fronteras siguen absolutamente vivas aunque los muros se están cayendo a pedazos”.

Por su parte, la experta Olivia Mena, quien ahora escribe un libro sobre este tema dice a SinEmbargo: “En la historia ves que los muros originales eran más efectivos en cuestiones de costo que mantener tropas, pero hoy en día es al revés, el muro sale más costoso porque hay que seguir manteniéndolo, repararlo, ahora es más barato mandar personas a aguardar la frontera o drones en vez de un muro, entonces sí tenemos más recursos tecnológicos para asegurar las fronteras pero sigue muy de moda y presente los muros y las cercas como tecnología de seguridad, tal vez por el significado que tiene para nosotros como humanos, es la arquitectura más básica, la primera arquitectura del mundo es el muro”.

DISPAROS, CERCAS ELECTRIFICADAS, ALAMBRES DE PÚAS

La frontera de Israel y la Franja de Gaza. Foto: AP

La frontera de Israel y la Franja de Gaza. Foto: AP

Medio Oriente es el ejemplo de una región amurallada, desde 1993 Israel comenzó a cercarse en un acto que a la fecha bloquea a Palestina, Líbano, Egipto, Siria y Jordania, en medio de un conflicto armado que simplemente en julio y agosto de 2014, durante los enfrentamientos en la Franja de Gaza, dejó dos mil 100 palestinos muertos, de los cuales la Organización de las Naciones Unidas (ONU) identificó a mil 500 civiles.

Incluso antes de estas batallas, en la primera mitad de 2014, las fuerzas armadas israelíes mataron a cuatro e hirieron a 87 civiles palestinos aunque se encontraban a más de 500 metros dentro de Gaza. Y eso no es todo, este bloqueo ha devenido en un aumento del 45 por ciento del desempleo y la desaparición de 71 mil casas y 200 escuelas, además de la imposibilidad de importar de Egipto materiales para reconstruir los sitios destruidos.

Amnistía Internacional (AI) ha hecho varios llamados a las figuras en el poder para terminar con los “homicidios ilegítimos” contra palestinos, que “revelan un estremecedor desprecio por la vida humana y plantean graves cuestiones a las autoridades israelíes”.

Pero no son las únicas divisiones, el año pasado Turquía levantó una pared de concretó en la frontera con Siria, ante la ola de ataques terroristas.

Arabia Saudita e Irak comparten también un muro de 900 kilómetros; India y Pakistán y su conflicto por la Línea de Control de Cachemira, sobre la que ambos países reclaman soberanía desde 1947 ha dejado 3 mil 510 muertos a septiembre de 2016.

En una de las fronteras más conflictivas y que refleja mejor los contrastes de la separación está la de Corea del Norte con Corea del Sur, que después de uno de los conflictos armados más violentos desde la Segunda Guerra Mundial, que dejó 2.5 millones de civiles y casi dos millones de militares de ambos bandos muertos, estableció en 1953 su “zona desmilitarizada”, un sitio hostil que se ha prestado a más enfrentamientos durante el siglo pasado, pues se han descubierto cuatro túneles que Norcorea construyó.

Las autoridades europeas impiden el paso de migrantes africanos en Melilla. Foto: AP

Las autoridades europeas impiden el paso de migrantes africanos en Melilla. Foto: AP

Sin embargo, actualmente es Europa la que más críticas se ha ganado por su falta de preparación para abrir sus fronteras a refugiados, y no sólo ello, el informe Miedo y Vallas, publicado por Amnistía Internacional en noviembre de 2015 señala que los “dirigentes de la Unión Europea (UE) han intentado evitar su entrada en el bloque político más rico del mundo, levantando vallas en las fronteras terrestres, desplegando cada vez más guardias de fronteras, invirtiendo en tecnología de vigilancia e intentando que los países vecinos que ya acogen a un gran número de refugiados actúen de guardabarreras”.

Sus tácticas, no obstante, no hay llegado a sus objetivos, pues el número de llegadas ilegales a la UE casi dobló la cifra de 2014 (280 mil), pues llegó a las 500 mil sólo en los primeros meses de 2015. “Aunque en estas cifras están incluidas personas que huyen de la pobreza, la mayoría de los hombres, mujeres, niños y niñas que llegan son personas refugiadas que huyen de la violencia y de las violaciones de derechos humanos generalizadas en Siria, Afganistán, Eritrea, Irak, Somalia y Sudán”, escribe AI.

Casi el 90 por ciento de los que lograron ingresar llegó por mar, pero no todos corren con la misma suerte pues en 2014, 3 mil 500 personas murieron en el Mediterráneo en su intento por entrar al continente europeo, cifra cuando intentaban llegar a la Unión Europea (UE) en 2014.

Sus principales vías de acceso están en las ciudades de Ceuta y Melilla, en España. Muros de seis metros con alambres de cuchillas, cámaras térmicas y detectores de movimiento, que en el mejor de los casos someten a los refugiados al hacinamientos de los centros de acogida, detenciones arbitrarias, la devolución a su país de origen, y golpes.

“El éxito de los muros lo podemos medir en huesos fracturados que ven los médicos en las salas de emergencia en las ciudades fronterizas, podemos medirlo en la gran cantidad de escaleras caseras que se hacen y dejan al lado del muro cuando lo cruzan, en daños humanos, también en las economías, el flujo de dinero. Porque el muro es más que un sitio, es como un monumento de una política, el muro debe que tener un toque de amenaza, debe de tener fuerza”, continúa Mena, estudiosa de estas barreras desde el ámbito sociopolítico.

MÁS QUE UNA BARRERA FÍSICA

Foto del Muro de Berlín en 1990. Imagen: Wikimedia Commons

Foto del Muro de Berlín en 1990. Imagen: Wikimedia Commons

“Tenía 12 años cuando se cayó el muro, mis primeros seis años fueron muy cercanos pero me di cuenta mucho tiempo después, hasta hace como seis años me di cuenta que mi jardín infantil y mi escuela estaban como a 300 metros del muro, como dos o tres cuadras, y lo curioso es que no me había dado cuenta, porque el mundo de los niños es limitado, mi horizonte geográfico también estaba limitado, no me importaba, nunca me había preguntado qué había más allá, estaba tan integrado a la cotidianidad, pero estaba claro que todo terminaba ahí, que no se podía ir más allá”, cuenta Gregor, quien sigue viviendo en Berlín y es consultor independiente en cuestiones de transformación de conflicto y derechos humanos.

Pero estos muros no sólo son fronterizos, segregan también dentro de las propias comunidades. Pasó durante la Segunda Guerra Mundial con el gueto de Varsovia, en el que la Alemania nazi confinó a los judíos de la capital polaca. Sucede ahora en Brasil, que desde 2009 levantó placas de concreto en algunas favelas para evitar su expansión.

“Hay múltiples fronteras, hay nacionales, regionales, urbanas, que separan clases sociales, grupos étnicos, raciales, que funcionan como una especie de barrera que clasifican y desclasifican a grupos y personas. No sólo existen fronteras sino procesos de fronterización, que lo que hacen es marcar diferencias entre unos lugares, entre una clase de personas y otras”, dice Yerko Castro.

Pero –explica– este distanciamiento no sólo está en manos de las autoridades, sino que es ya una moneda corriente de todos los días entre la sociedad. “estamos muy enojados y tenemos todo el derecho a estarlo, con la propuesta de Donald Trump de construir un muro, que además lo pagaríamos en México, sin embargo, si lo pensamos bien, nosotros mismos demandamos muros y los estamos construyendo todo el tiempo. Tenemos múltiples maneras de las cuales estamos deseosos de participar en la vigilancia ciudadana, en la construcción y la defensa de las fronteras, basta con observar cómo viven las elites de la Ciudad de México, hay distintos tipos de mecanismos a través de vigilantes, guaruras, perros adiestrados, cámaras, de alguna manera somos la sociedad de la vigilancia, del control”.

Por su parte, Olivia Mena refiere a una “realidad carcelaria” que incluye cercas y muros a todos los niveles.

EL EFECTO TRUMP Y LA PESADILLA MEXICANA

La noche del 2 de octubre llegaron a Tijuana, México, más de 600 migrantes haitianos para pedir asilo político en Estados Unidos. Foto: Cuartoscuro

La noche del 2 de octubre llegaron a Tijuana, México, más de 600 migrantes haitianos para pedir asilo político en Estados Unidos. Foto: Cuartoscuro

Una columna publicada en el diario The New York Times en septiembre de este año titulada “¿Construir un muro en la frontera con México resolvería algo?”, su autor Eduardo Porter cita un artículo del Journal of Economic Perspectives que establece que “los mexicanos ya no van a Estados Unidos”. Y el Pew Research Center lo constata, pues el número de migrantes mexicanos viviendo en la Unión Americana cayó de 6.9 millones en 2007 a 5.6 millones en 2014.

“Los que llegaron en las décadas de los ochenta y los noventa nacieron en los años 1960 y 1970, cuando los índices de fertilidad en México llegaron a la cifra de siete niños por mujer. México además sufrió repetidas crisis macroeconómicas en las últimas dos décadas del siglo pasado. Para los mexicanos que crecieron en esa época, valía la pena enfrentar el desierto de Arizona y a la Patrulla Fronteriza para conseguir un trabajo en la próspera economía estadounidense. El México de hoy es un país distinto. Es más viejo. Desde 1970, el índice de natalidad ha disminuido hasta algo más de 2.1, la fertilidad necesaria para mantener una población estable. La fuerza laboral mexicana crece al mismo ritmo que la de Estados Unidos. Y aunque México todavía es mucho más pobre, ya no cae en crisis cada dos por tres”, escribe Porter en el NYT.

Aun así, una de las piedras angulares del discurso del candidato continúa centrada en la contención de la migración mexicana y centroamericana a través de la construcción de un muro, porque el reforzamiento de las vallas metálicas, drones, patrullas fronterizas, cámaras y un promedio de 300 y 450 indocumentados muertos cada año no es suficiente.

“Realmente han sido los mexicanos los que ya han pagado por este muro con sus vidas, las personas que han muerto cruzando en el desierto, estas regulaciones y reconfiguraciones de seguridad nacional de EU les han cobrado la vida”, dice Olivia Mena.

Para el investigador Yerko Castro, alrededor de las fronteras hay “diferentes tipos de perversidad”: “En el caso de México tenemos que muchas personas que vienen de países de Centroamérica intentan cruzar hacia el sueño americano pasando, en muchos sentidos, la pesadilla mexicana. Lo que vemos ahí es una industria de la migración que produce millones de dólares – en 2012 calculábamos cerca de 7 mil mdd en ganancias para el crimen organizado– en términos de tráfico de personas, de drogas, de armas, asociadas a los flujos migratorios que pasan por México hacia Estados Unidos.

Hoy día, si bien no existe la esclavitud como tal, no transportamos personas engrilladas, con una placa y el nombre de un patrón, sí tenemos personas que van directamente a los mercados más precarios de Estados Unidos, de los países más poderosos del planeta y por supuesto también de México. La peligrosidad es parte consustancial de la propia experiencia migratoria, la ha acompañado por siglos y la acompaña hoy día con una intensidad probablemente mucho mayor”.

Sin embargo, desestima los dichos del magnate neoyorkino y, dice, son parte de su estrategia de mercadotecnia, “es un efecto mediático, de show, recordemos que este candidato es una especie de show man que está interesado en ganar adeptos de una manera fácil y lo está logrando. Es el recurso que le queda, él no va a apelar a la gente inteligente de EU, él está tratando de hacer un discurso fácil donde el enemigo tiene un color de piel, una nacionalidad, una cultura y es fácilmente identificable”.

Para Gregor, las propuestas de Trump no merecen la pena tomarse en cuenta: “Yo creo que no hay que darle mucha importancia, ni siquiera vale, ha dicho tantas tonterías y tantas cosas raras que no sé si realmente vale la pena estar hablando de las cosas que él propone. Es un argumento que está fuera de lugar”.

DERRIBA EL MURO

Una ilusión óptica para borrar y visibilizar las fronteras. Foto: anateresafernandez.com/

Una ilusión óptica para borrar y visibilizar las fronteras. Foto: anateresafernandez.com/

El 1 de octubre el músico inglés Roger Waters se presentó en el Zócalo de la Ciudad de México ante 200 mil personas, ahí, durante la interpretación de “Another Brick in the Wall” niños de distintas edades portaron una playera con un mensaje tan claro como el que el fundador de Pink Floyd envió a Enrique Peña Nieto y Donald Trump los días anteriores: Derriba el Muro.

Por su parte, la artista Ana Teresa Fernández sigue su proyecto “Borrando Fronteras”, con el que pinta de azul el muro fronterizo entre México y Estados Unidos para crear la ilusión óptica de que “desaparece”. No son los únicos, asociaciones internacionales, la ONU, defensores de derechos humanos y hasta organizaciones en defensa de los animales y el medio ambiente denuncian constantemente cómo estas fronteras de concreto afectan los movimientos humanos y de la fauna, así como la conservación de su hábitat.

¿Es momento de acabar con la “época de oro de los muros”?

Gregor Maaß, quien critica a sus padres adheridos a la ideología de la República Democrática Alemana por no otorgarle una visión más crítica, finaliza con un comentario sobre lo mucho que estas barreras separan territorios y personas: “Para la gente que está en el poder sí siguen teniendo un función, para protegerse, para resguardar los privilegios, para eso están, tal vez si lo ves desde una perspectiva de poder no son una tontería. Son muy duros. Sí, son de piedra pero también cumplen con una función muy dura. Sobre todo que representan esa injusticia y deciden por la gente que vive a los dos lados y que no tiene posibilidad de encontrarse porque están separados por un muro. En ese sentido, también refuerzan estereotipos, odio que pueda existir, porque no le deja la posibilidad a la gente de encontrarse, de compartir, de convivir y más bien los deja separados para cultivar sus prejuicios”.

El doctor Yerko Castro concluye: “Desde el punto de vista de los Derechos Humanos, es una infamia, una vergüenza. Y más allá de eso, un muro simboliza lo mal que hemos construido el mundo en que vivimos, lo mal que hemos hechos las cosas en términos de una sociedad global y consciente”.

Pero al final, como diría Barack Obama, “un muro no frenará ni al mosquito del zika”.

Un trozo del Muro de Berlín que tiene la firma de Ronald Reagan será subastado

lunes, agosto 22nd, 2016

Se trata de un trozo de 60 centímetros de largo por 30 de ancho y cinco de grosor del muro que dividió la capital alemana y en el que puede verse el colorido graffiti de Reagan.

Foto: Especial

Foto: Especial

Nueva York, 22 ago (dpa) – Un trozo del Muro de Berlín firmado por el ex presidente estadounidense Ronald Reagan (1911-2004) será subastado en Nueva York y podría recaudar hasta 20 mil dólares, según informó hoy la casa Christie’s.

Se trata de un trozo de 60 centímetros de largo por 30 de ancho y cinco de grosor del muro que dividió la capital alemana y en el que puede verse el colorido graffiti de Reagan. La subasta se celebrará entre el 21 y el 22 de septiembre.

En junio de 1987, Reagan instó al entonces mandatario soviético Mijail Gorbachov a derribar el muro en un famoso discurso pronunciado en Berlín.

El trozo de muro es sólo una parte del patrimonio de Reagan y su mujer, Nancy (1921-2016), que será subastado por Christie’s, en el que figuran desde obras de arte a libros, muebles o joyas valorados en entre mil y 50 mil dólares.

El Presidente alemán visita a Obama y regala parte del muro de Berlín a Kerry

miércoles, octubre 7th, 2015

Washington, 7 oct (EFE).- El Presidente alemán, Joachim Gauck, visitó hoy Washington, donde se reunió con el Presidente estadounidense, Barack Obama; el vicepresidente, Joseph Biden; y el Secretario de Estado, John Kerry, a quien regaló un bloque de hormigón del muro de Berlín.

En su reunión con Obama en el Despacho Oval de la Casa Blanca, Gauck aseguró que las relaciones entre los dos países son “sólidas y con cimientos estables”, aunque mencionó que ha habido “desacuerdos y malentendidos”.

Alemania y EU pasaron por una importante crisis diplomática en 2013 después de que el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense Edward Snowden revelara el espionaje masivo de ciudadanos y líderes europeos, entre ellos la canciller alemana, Ángela Merkel.

Asimismo, Gauck se refirió a la crisis de refugiados de la guerra civil siria: “Alemania, por su historia, es un país siempre listo para ayudar a aquellos que lo necesitan”, aseguró el presidente alemán.

Alemania prevé recibir unos 800 mil refugiados sirios solo este años, mientras que Estados Unidos se ha comprometido a aceptar 10.000 refugiados en el año fiscal que comenzó este mes, por encima de los alrededor de mil 200 del ejercicio previo.

Gauck centró su visita en agradecer a Estados Unidos el papel que jugó desde el fin de la II Guerra Mundial, durante la reconstrucción de su país, la Guerra Fría y tras la caída del Muro de Berlín, del que se cumplieron 25 años en 2014.

Además, este año se cumple también un cuarto de siglo de la reunificación alemana, algo que ha marcado esta simbólica visita de Gauck a Washington.

El jefe de Estado germano, que también se reunió con el vicepresidente Biden, mantuvo un encuentro en el Departamento de Estado con John Kerry, que recibió una parte del Muro de Berlín, regalo de Alemania.

“Este regalo es un tributo a una asociación indeleble y hay que pensar que hubo un tiempo en que un acto como este era algo impensable”, aseguró el secretario de Estado.

“Las civilizaciones han levantado muros para mantener lejos a los adversarios, pero nunca antes un país vio tan necesario derribar un muro para integrar a todos sus ciudadanos”, dijo Kerry, al recordar que ese trozo de historia será un recordatorio para quienes visiten el Centro Diplomático, un museo sobre la historia de la diplomacia.

La parte de muro donada hoy por Gauck contiene las firmas de personas que contribuyeron de manera significativa a la reunificación alemana de 1990.