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La corrupción como protectora de asesinos: Los minutos negros llega al FICM

jueves, octubre 28th, 2021

Los minutos negros tiene una función presencial en el Festival Internacional de Cine de Morelia y online para todo México a través de Cinépolis Klic a partir de las 19:15 horas de este jueves con un número limitado de visionados, pero de forma gratuita.

Ciudad de México, 28 de octubre (SinEmbargo).– Los minutos negros, cinta dirigida por el director Mario Muñoz que forma parte de la competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia, está basada en la novela homónima del escritor tamaulipeco Martín Solares, que enmarca su trama en el ente de la corrupción en México.

La historia está ubicada en los años 70 en el zona del Golfo de México, un territorio asediado por narcotraficantes y policías corruptos, en donde reina la impunidad, y los que están en busca de la verdad y la justicia son los menos.

“La historia parte de una leyenda urbana que se escuchaba de Tampico, Tamaulipas, cuando yo tenía unos cinco o seis años. En aquel entonces hubo una persona que mató a varias niñas después de acecharlas al salir de las escuelas, fue como leyenda urbana, aunque se repitió varias veces, no fue un caso aislado. Me quedé obsesionado y traté de escribir una novela sobre eso, me tardé en escribirla como novela, solo, y después otros diez años como guión con Mario Muñoz, así que le invertido la mitad de mi vida”, cuenta Martín Solares en una charla con medios de comunicación.

Las principales motivaciones de Solares con su historia fue hacer una novela sobre la zona del Golfo de México, un territorio del que no se había escrito, y que se narrara como era la vida ahí, la ausencia de justicia que imperaba.

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Tan pronto se publicó la novela y llegó a los estantes de las librerías, Mario Muñoz se topó con ella y la trama reseñada en la contraportada lo cautivó. Al leer el libro supo que era lo que buscaba para su siguiente filme justo cuando se encontraba en la postproducción de Bajo la sal (2008), su ópera prima.

“No podía más que pensar en la fuerza del libro, en los 10 años en los que Martín había invertido en esa historia, el crear un mundo de esa complejidad. Me acuerdo que nada más de principio todos los personajes, de los que hacía un listado, pensaba ‘¡Esto es increíble parecen los 100 años de soledad policiaco!’ Era la verdad un universo increíble de habitar”, relata Muñoz.

ESCENARIOS MASCULINOS, VOCES FEMENINAS

La trama sigue al policía Vicente Rangel (Leonardo Ortizgris) a quien le es encomendado atrapar al “Chacal”, un hombre que roba a niñas y las asesina. Sin embargo, la posición de este asesino lo cubre bajo una red de poder.

Rangel lucha contra la misma corrupción que inunda su estación de policía, y la que encubre a este asesino, de la mano de una periodista (Sofia Espinosa), también envuelta en el seguimiento del caso en busca de la verdad:

“Es un personaje muy importante en esta película, y en esta novela de entrada porque es la voz femenina en este universo tan masculino que es la prensa representada por esta chava que todavía tiene esperanza y cree que sí se pueden cambiar las cosas, que está dispuesta a llegar a todo por dar con la verdad y por resolver eso que tanta gente está ocultando. […] Este personaje representa a los periodistas, lo difícil, lo peligroso y lo tremendo que es serlo en un país en esta época y hoy en día todavía”, cuanta la actriz.

La cinta tiene en su mayoría a personajes masculinos en escena, la razón, como la explica el director, es justo porque en la década de los 70 era aún más así. Sólo los hombres ocupaban los puestos de poder en las corporaciones y los puestos políticos, y es por eso que el peso del personaje de de Sofia Espinosa toma tanta notoriedad.

Leonardo Ortizgris es Vicente Rangel. Foto: Cortesía para SinEmbargo

Las voces de las mujeres que aparecen en las escenas no son escuchadas, y la cinta a pesar de estar ubicada en los años 70 de pronto también se siente muy actual, pues la realidad es que aunque hay avances, las mujeres aún luchan por hacerse de un lugar en una sociedad patriarcal.

VIOLENCIA Y CORRUPCIÓN

La novela fue escrita por Solares 20 años después de ocurridos los hechos que la inspiraron, y junto a Mario Muñoz, les tomó otros 10 más en terminar el guión, pero pese a las décadas que pasaron, la historia se siete muy actual.

“Es interesante ver cómo estás cosas que están en la cultura se van gestando durante los años. Yo creo que el tema de la corrupción, algo que ahí me atrapaba mucho de la novela cuando platicaba con Martín, era que de algún modo estábamos hablando de un momento en donde la corrupción se estacionó”, explica el director.

Siempre ha habido corrupción, siempre han habido problemas, y no son exclusivos de México, pero esto habla de un momento en donde esto ya se vació en la política permanente”, agrega.

En la adaptación cinematográfica de Los minutos negros la violencia está presente en la escenas, pese a que en la novela se evitó darle lugar:

“Yo me propuse que fuera una novela policial en donde no se soltara un solo disparo, y que sin embargo se sintiera esa violencia todo el tiempo. Al principio le dije a Mario que si animaría a hacer todo eso, y mi segundo impulso fue refrenarlo, y le dije ‘no, por favor, muchacho no hagas eso’ porque consiguió reproducir el clima de angustia que le genera a cualquier ciudadano los excesos de la violencia y el desamparo total”.

La violencia es mostrada en la cinta. Foto: Cortesía para SinEmbargo

Mario Muñoz explica por qué decidió incluir escenas violentas en la cinta:

“Yo sentía una preocupación enorme de no cerrar los ojos, porque a veces en el nombre de buen gusto cortamos, no se ve lo que pasa y se sugiere, pero la verdad es que esta película también conectaba a un momento de la historia que a un niño le tocó a vivir a finales de los 70 y esta sensación tan tremenda de que el estado puede llegar a aplastar las ideas de justicia, de juventud, de entusiasmo y de hacer lo correcto, y a los ideales hacerlos polvo, me parece que se suma la idea muy clara de la época y que desafortunadamente seguimos viendo ahora. Para mí la destrucción de la belleza, de los ideales y de la juventud, y todo lo que representan era algo que tenía que ver, que había que tenerlos en pantalla y yo lo filmé con el objetivo de ver si en la edición B era demasiado, pero la verdad es que yo no sentía que fuera demasiado, creo que valía la pena verlo y sobre todo de no alejarnos de estas cosas, de esta violencia masculina, violencia corrupta, violencia de estado y verla de frente a los ojos. Es muy fuerte lo que pasa por momentos en la película, pero creo que es responsable ponerlo”.

Los minutos negros tiene una función presencial en el Festival Internacional de Cine de Morelia y online para todo México a través de Cinépolis Klic a partir de las 19:15 horas de este jueves con un número limitado de visionados, pero de forma gratuita.

Foto: Cortesía para SinEmbargo

COLUMNISTA INVITADO | Despedir al amigo Sergio Pitol

sábado, abril 14th, 2018

La noche del 12 de abril, a las 20:00 horas, nos dimos cita algunos profesores de la Facultad de Letras para despedir a nuestro maestro y entrañable amigo Sergio Pitol. En una ciudad de provincia como Xalapa, parecería que la única funeraria que hay es la de Bosques del Recuerdo: los funerales son una ominosa secuencia de dejá vu.

Por Magali Velasco

Ciudad de México, 14 de abril (SinEmbargo).- Rodeado de coronas, el féretro de madera oscura resaltaba como una isla. Extrañé una fotografía de él, algo que nos indicara que realmente su cuerpo reposaba ahí. Durante la ajetreada mañana, los rumores de si la familia de Sergio permitiría o no el acceso a la funeraria, desanimó a alumnos de la Facultad y a colegas a querer manifestar su respeto y cariño. Hacia las ocho de la noche, cuando llegamos y vimos que había mucha gente, periodistas, la directora del INBA, Dra. Lidia Camacho, el Coordinador de Literatura del INBA, Dr. Geney Beltrán, la rectora de la UV y demás funcionarios, sentimos un alivio Mario Muñoz y yo, de poder decirle adiós.

La irrupción de la muerte trastoca y nos obliga a cuestionarnos el sentido de la vida, en este caso, la sensación de orfandad reaparece. La generación del Medio Siglo es una llama tenue alimentada por el soplo de Amparo Dávila, Elena Poniatowska y Fernando del Paso. Es difícil decirles adiós a esa generación que escribió el México del siglo XX. Sí, queda el legado, la obra, la memoria, las enseñanzas, pero definitivamente, ese espíritu único se lo han llevado junto con ellos.

Vista del velatorio de Sergio Pitol. Foto: cortesía

Apenas supe de la noticia de la partida de Sergio, pensé en que su cielo sería Venecia, esta ciudad mítica que quizá un día sólo exista en libros e imágenes. Recordé lo mucho que a Pitol le gustaba Muerte en Venecia y luego su cuento “El relato veneciano de Billie Upward”. Lo imaginé caminando por las callecitas laberínticas de Venecia, ataviado con uno de sus trajes de lino blanco, su bastón, llevando con la otra mano la correa de Sacho, el perro pachón blanco y negro con el que llegó a Xalapa. Allá va el hombre, el escritor, el maestro, al encuentro de esa generación que ya lo está recibiendo con los brazos abiertos. También lo reciben sus otros perros labradores y todo el cariño de los que nos quedamos un rato más por aquí.

COLUMNISTA INVITADA | “Un aria para Sergio Pitol”, de Magalí Velasco

sábado, julio 1st, 2017

La última vez que vi a Sergio Pitol en la calle fue en la primavera de 2016, en compañía de Margot Glanz y Mario Bellatin. Fue uno de esos encuentros fantásticos –definiendo el término al estilo Roger Caillois como un evento que irrumpe y trastoca la realidad-. Sobre la calle 5 de mayo, del pueblo cafetalero de Coatepec, me acerqué a darle un abrazo y surgió la imagen fresca de la veces en que Sergio pasaba a saludarnos a “Caballito azul”, la pequeña librería que en esa misma vía, César Silva y yo manteníamos.

Por Magalí Velasco

Ciudad de México, 1 de julio (SinEmbargo).- Terminó 2016 y yo preguntaba por aquí y por allá sobre la salud de Sergio y las dos hospitalizaciones que sufrió; las respuestas que recibí fueron que no se le permitían las visitas, que era complicado acercarse y que, incluso, no abrían la puerta de su casa.

Desde enero de este año 2017, la pintora y entrañable amiga de Pitol, Leticia Tarragó, deseaba visitarlo; sin embargo, con el panorama que le dibujé, también desistió.

Una mañana de junio, mientras conducía mi auto, quise escuchar “La Reina de la noche”, de Mozart, adoro esta aria y más desde que un día, en voz de mi amiga soprano Cynthia Toscano, el techo de madera de mi casa vibró al igual que todos los que previamente le habíamos rogado para que cantara.

Aquella mañana de junio, dentro de mi auto y con ópera a todo volumen, pensé que no sabía nada en absoluto de este arte y que lo poquito que sé se lo debo a la literatura de Sergio Pitol y a mi amiga, la soprano. Pensé también en lo triste que me resultaba no ver más a mi maestro, no poder expresarle cuánto lo extraño y cuánto lo aprecio. Entonces vino la idea de, cual enamorado, ir a hasta el quicio de su casa y ofrecerle una “diurnata” de opera.

De inmediato le llamé a Mario Muñoz, me importaba su opinión, le encantó la idea y me recordó que un par de años atrás Alfonso Colorado organizó un petit concierto en la casa del escritor, cuando aún podían reunirse los famosos sábados de ópera. El plan creció y sumó a otras personas que al igual que yo, deseaban darle un abrazo a través de la voz y la música, principalmente, de Mozart, su favorito.

Sergio Pitol, un hombre que se dedicó a escribir y a leer. Foto: Leticia Tarragó

Hace un año, exactamente, murió mi abuela. Ahí estuvimos, mi madre y yo, sosteniendo su mano hasta el último estertor. La madrugada de su fallecimiento me quedó claro que nadie debe irse solo y este acompañamiento hacia el umbral puede abarcar años, meses y días. Con todo el ánimo, Rodolfo Mendoza, Nidia Vincent, Bety Corral, Mercedes Lozano, Alfonso Colorado, Leticia Mora, Mario Muñoz, Agustín del Moral y otros amigos con quien nos une la literatura y el cariño a Sergio, me instaron a contactar a la tutora del DIF y solicitar su anuencia y la de la familia para llevarle música a Sergio.

Hoy sábado 1 de julio, con todo y la tupida lluvia, a las 13:00 hrs. un grupo reducido pero significativo, llegamos a la casa del maestro. Toqué, me recibió otra sobrina Pitol y la Dra. Eos López Romero, me explicaron amablemente que por la salud y edad del maestro ver gente o recibir emociones –alegres o no- lo exaltaban y no era pertinente.

Les comuniqué que la idea original era permanecer todos afuera de la casa, respetar el símbolo de la serenata porque no queríamos invadir y porque entendíamos perfectamente lo que significa para alguien mayor tener impresiones fuertes. La idea original era que las notas llegaran a él, así, sin más, como sus palabras e ideas llegaron a nosotros.

Sin embargo, por cuestiones del clima, solicité que únicamente los músicos entraran a la sala. Me fue permitido subir a sus recámara y saludarlo. Veinte años atrás había estado en ese estudio amplio y acogedor a la vez, una tarde en que mi maestro me recibió con sonrisa y café y paciencia para que le dejara el engargolado de mis primeros cuentos.

Hoy, Sergio estaba sentado en un reposet, con una frazada en las piernas y una fina bufanda gris al cuello, despierto, alerta. Le dije quién era, que lo quería mucho, que me alegraba de verlo, y él sólo me miró con esa expresión que lo acompañaba desde hace algunos años. Laura Demeneghi me pidió que Leticia Tarragó acompañara a su tío durante el concierto y que comunicara que cualquiera podía visitarlo otro día, agendando la cita, de uno en uno y registrándose en el cuaderno que permanece a la entrada de la casa. Hicieron pasar al pianista y a los cantantes y al final terminamos todos dentro de la sala, llovía a cántaros.

La pintora Tarragó estuvo junto a su amigo y otrora vecino, los treinta minutos que duró el regalo. El concierto comenzó: las mezzosopranos Gabriela Beltrán y Marcela Vargas, el barítono Mariano Fernández y la soprano Cynthia Toscano, interpretaron arias de diversas ópera de Mozart entre ellas, Le Nozze di Figaro. La casa vibraba y estaba segura de que esas notas llegaron directo al cuerpo y al alma de nuestro querido maestro. La última aria, “La reina de la noche”, perteneciente a la Flauta Mágica de Mozart, la cantó Toscano y entonces sí, varios no aguantamos la emoción que creció cuando Leticia Tarragó, al salir de la casa, nos contó que ella en todo momento le sujetó la mano, que su amigo estaba tranquilo, luego dormitó un poco, “y es que Sergio siempre se quedaba dormido en todos los conciertos, así era”, dijo Leti, pero que cuando “La reina de la noche” estremeció las estructuras de todo y de todos, Pitol abrió los ojos y sonrió con esa sonrisa con la que será recordado.

Sergio Pitol, Premio Cervantes 2005. Foto: Leticia Tarragó

Abrazos, gracias, besos, fotos y videos, por unos instantes la casa permaneció abierta, las ventanas abiertas; por unos instantes creímos que nuestra presencia, energía, vibra, llámese como se guste llamar, de alguna manera quedaría en su hogar y lo reconfortaría.

Un hombre que vivió para leer y que los libros lo hicieron escritor. Un hombre que honró el arte, lo bello, el valor de la amistad, el valor de la inteligencia. No hay nada que podamos hacer frente a la ley de la vida, la vela se extingue pero la luz permanecerá. En una de las paredes de la “Caballito azul”, yo pegué la frase que me es de las más entrañables de Sergio Pitol:

“Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores, bastantes fastidios. Uno es una suma mermada por infinitas restas”.

PD: Acabo de recibir un correo electrónico de parte de la tutora del DIF Dra. Eon López y de parte también de la familia, para agradecer el gesto a todos los que estuvimos y para comunicar que la casa está abierta para recibir nuevas propuestas que nazcan del corazón en beneficio de Don Sergio.