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La cresta de Ilión me permitió explorar lo fantástico y lo gótico”: Rivera Garza

sábado, febrero 9th, 2019

Este libro clave en la carrera de Cristina, nos obliga a hacer varias preguntas, entre ellas las corrientes que se han dado entre los lectores en inglés y los del español. La cresta ilíaca, traduce Sarah Booker y ese término es el fiel reflejo de andar y desandar por los dos países.

Ciudad de México, 9 de febrero (Sin Embargo).- “Hace poco más de un año, gracias a la traducción de Sarah Booker, La cresta de Ilión se convirtió en The Iliac Crest, un título que, publicado por The Feminist Press, dejaba atrás las raíces clásicas de esa ubicación originaria y se afianzaba más en los huesos de los que nació. La cresta ilíaca. Habían pasado unos 15 años de su publicación inicial y, más que nunca y por desgracia, el aumento de la violencia contra los cuerpos de mujeres e inmigrantes no sólo en la línea fronteriza sino en todo el país (y en varios países) hacía que su contenido tuviera incluso mayor sentido ahora”, dice Cristina Rivera Garza en el prólogo de La cresta de Ilión, ahora nutrida y revisitada.

Tal vez, se lo decimos a ella, sea un libro de terror, como si lo hubiera escrito Stephen King: “Durante una inclemente noche de tormenta, alguien llama a la puerta de una casa ubicada en un agreste y solitario lugar frente al océano. Su dueño, un médico dedicado a paliar el dolor de los enfermos terminales, no imagina que su vida está a punto de cambiar de forma definitiva.

Al abrir la puerta, dos mujeres misteriosas invaden su casa y someten a su anfitrión a un despiadado interrogatorio. Mientras que ellas muestran una extraña complicidad -e incluso hablan un lenguaje privado-, acosan al médico repitiendo a cada instante que conocen su mayor secreto, uno que pone en riesgo su identidad”.

Más allá de los géneros, este libro clave en la carrera de Cristina, nos obliga a hacer varias preguntas, entre ellas las corrientes que se han dado entre los lectores en inglés y los del español.

“Tuve una relación muy productiva con la editora y con la traductora al inglés, hablando con ellas vimos algunos temas para actualizar el libro y decidí abrirlo para incorporar algunas frases, cuando me pareció adecuado hacerlo. Entonces, cuando estuve en el proceso de esta edición con Random, tomamos la edición que se fue al inglés. Verlo así refleja mi propia experiencia, yendo y viniendo, de un país a otro, creo que el libro está siendo un fiel reflejo de este tipo de transiciones”, dice Cristina Rivera Garza.

Ese otro que define lo que uno es puede ser es un poder invisible, autoritario, que nos lanza a viajes de paranoia. Foto: FIL en Guadalajara

–El libro define lo que uno es, uno no lo define totalmente. Ahí está el terror.

–Eso es fundamental. Ese otro que define lo que uno es puede ser es un poder invisible, autoritario, que nos lanza a viajes de paranoia. Por otra parte, el someterse a influencias de otros de lo que somos, habla de identidades, en conexión con nuestro entorno. Esta imposición con lo que uno siempre está luchando y la apertura que siempre puede ser muy deseable.

Tú no eres una autora de terror, no eres Stephen King.

–Me encantaría ser una autora de terror. Yo venía, antes de escribir La cresta de Ilión, de haber publicado un libro más realista como Nadie me verá llorar. Este libro me permitió explorar lo fantástico, lo gótico, lo de ficción especulativa. Algo que no se detuvo con La cresta de Ilión, hay otros libros donde aparecen la mujer detective. Son registros de esa exploración han resultado enriquecedores.

Una novela que incorpora la fuerza de los dos lenguajes. Foto: Especial

–¿Qué piensas del mercado literario?

–Me ha interesado desde hace mucho tiempo atrás una novela crítica que se posiciona de manera incómoda con la realidad. Una novela que algunos podrían llamar experimental, aunque el término tiene pocos allegados en Latinoamérica. A la vez me interesa mucho tener puentes de comunicación con los lectores. Creo que ha sido siempre importante en lo que he estado haciendo inscribir mi trabajo en ciertas tradiciones de lectura que ya existen. Me refiero a la novela negra, hay una audiencia importante para cuentos de hadas, donde los lectores se mueven con más familiaridad. En La cresta de Ilión he recurrido a cierto tipo de registros no para portarme bien, no para respetar los puntos del contrato, sino precisamente para subvertir lo que está hecho, de verles el dobladillo. Eso me interesa. Pienso en eso en la capacidad de comunicación con los lectores, menos en una cuestión de mercado, como si estuviéramos hablando de una clientela.

–Los lectores deberían poder leer toda tu obra. ¿Te parece eso?

–Me gustaría mucho pensar en eso. Creo que hay una conexión en todos los libros, no es una conexión progresiva, sino enigmas que me han interesado. Hay un recorrido, es importante para saltar al siguiente. Claro, también se pueden leer de manera individual, pero sí se ganaría algo si se leen de uno a otro.

Hubo el afán de la Fundación de que siga resultando su punto de vista hegemónico, sobre la obra y el trabajo de él. Foto: FIL en Guadalajara

–Han pasado dos años de tu publicación de Había mucha neblina o humo o no sé qué. ¿Qué te deja el escándalo que se armó con tu libro durante el centenario?

–Por empezar no hubo muchos libros nuevos dedicados a Juan Rulfo, hubo el afán de la Fundación de que siga resultando su punto de vista hegemónico, sobre la obra y el trabajo de él. Su resistencia y su rechazo pusieron al libro en una multiplicidad de conversaciones. Se ha editado varias veces, ha estado en la boca de medio mundo, la Fundación hizo eso y generó un interés morboso, pero cuando se aplacaron los ánimos hubo muchas discusiones valiosas.

–Hay muy pocos libros críticos en la literatura mexicana.

–Me parece que hay una intención de crear esta imagen perfecta del gran genio. Hay que hacer otras lecturas laterales, que no han estado bajo la lupa del público salvo en fechas más recientes. Y lo que se refiere a libros de crítica, creo que el gran reto es ese, ofrecer libros que puedan poner en cuestión el estado de las cosas. Ahora los que más me han interesado son los de mujeres. Me interesan esos libros que conjuntan una honestidad, una presencia emotiva, completa, de sus autores.

–Hay libros como el de Liliana Pedroza o de Luis Felipe Fabre (Escribir con caca), que nos acercan a los autores, ¿verdad?

–Algo que he leído recientemente y que me ha reconciliado con el mundo de la novela es el libro de Álvaro Enrigue, Ahora me rindo y eso es todo, donde hay una mezcla muy interesante, un apego al documento y a la vez la fuerza de alguien que maneja su oficio de manera magistral y que tiene la entereza de traer a colación su mundo familiar. Es un libro que nos enseña a repensar la apachería, la pertenencia de Jerónimo, las fronteras del norte de México.

Contra el patriarcado: 10 libros feministas

sábado, diciembre 29th, 2018

Leer sobre el patriarcado es informarse. No es acabar con sus dictámenes antiguos y que cada vez más se golpean contra una realidad en donde la mujer dice: Hasta aquí, Esta soy yo. Estos libros, estos textos, nos aclaran la cabeza y nos hacen soñar con un 2019 mejor y mucho más justo.

Ciudad de México, 29 de diciembre (SinEmbargo).- En este año ha sonado muchísimo el discurso feminista y si bien no podemos saber un balance real verdadero, muchas de las cosas que antes se quedaban guardadas o en secreto, hoy cobran luz para poner al hombre, ese ser desorientado y sin el poder de antes, en el tapete.

Uno dice patriarcado, que es el reino de lo masculino, lo que dice el varón es lo que está bien, lo que establece la sociedad formada por un “jefe de familia” y todos los que están a su alrededor, el hombre como centro, pero no sabe exactamente cuándo se originó y hacia dónde va.

En ese sentido, el primer libro que se ha leído mucho sobre el tema es La creación del patriarcado, de Gerda Lerner (1920-2013). Es como una especie de manual que uno debería llevar en la bolsa en forma permanente.

Gerda Lerner dice: “Los hombres se apropiaban del producto de ese valor de cambio dado a las mujeres: el precio de la novia, el precio de venta y los niños. Puede perfectamente ser la primera acumulación de propiedad privada. La reducción a la esclavitud de las mujeres de tribus conquistadas no sólo se convirtió en un símbolo de estatus para los nobles y los guerreros, sino que realmente permitía a los conquistadores adquirir riquezas tangibles gracias a la venta o el comercio del producto del trabajo de las esclavas y su producto reproductivo: niños en esclavitud.”, dando un carácter histórico al patriarcado.

¿Qué es el patriarcado?, de Gerda Lerner. Foto: Especial

Aunque también aclara: “El sistema patriarcal solo puede funcionar gracias a la cooperación de las mujeres. Esta cooperación le viene avalada de varias maneras: la inculcación de los géneros; la privación de la enseñanza; la prohibición a las mujeres a que conozcan su propia historia; la división entre ellas al definir la “respetabilidad” y la “desviación” a partir de sus actividades sexuales; mediante la represión y la coerción total; por medio de la discriminación en el acceso a los recursos económicos y el poder político; y al recompensar con privilegios de clase a las mujeres que se conforman”.

Ave Barrera, la escritora que este año ha ganado el Premio Lipp La Brasserie 2018, por una novela que leeremos en 2019, da algunos libros que son orientación en el feminismo, como algo además que le ha hecho mella, en esta lucha que va más allá de la igualdad entre hombres y mujeres, en un país donde cada día nueve mujeres son asesinadas en México, según denunció la ONU Mujeres.

Ave se refiere al diálogo que establecieron en la FIL del Zócalo las feministas y pensadoras Silvia Federici y Silvia Rivera Cusicanqui.

“Mi querida Lola Horner me había platicado acerca de los planteamientos que hace Federici a partir de la caza de brujas, y de cómo el patriarcado ha declarado una verdadera guerra en contra de las mujeres, las ha relegado no solo al espacio doméstico sino a una forma de esclavitud asimilada como cosa normal. Escuchar a este par de grandes pronunciarse desde una perspectiva teórica y hermosamente argumentada acerca de los conflictos que nos atañen a nosotras, a nuestras abuelas, a nuestras madres, a nuestros pueblos y a nuestra especie fue tremendamente refrescante, vitamínico y estimulante”, dice Barrera.

De Silvia Federici (Parma, Italia, 1942), que tiene muchos libros, podemos citar dos que son los que vino a presentar a la FIL Zócalo.

Críticas feministas al marxismo. Foto: Especial

El patriarcado del salario, una crítica al marxismo desde el feminismo: Marx entendió el capitalismo como una etapa necesaria para llegar a una sociedad sin clases en un mundo sin escasez. Fascinado por la potencia productiva del capitalismo industrial que tan ferozmente combatía, dejó de lado la explotación del trabajo no asalariado, el trabajo no pagado de las mujeres dedicado a la reproducción de la mano de obra; un trabajo que consideraba natural y arcaico. Estas dos limitaciones del trabajo teórico de Marx marcaron en enorme medida el desarrollo de las teorías y luchas marxistas, centradas desde entonces en la fábrica y casi siempre magnetizadas por el fetichismo tecnológico.

Silvia Federici y otras feministas de los ‘70, tomando a Marx pero siempre más allá de Marx, partieron de su idea de que “el capitalismo debe producir el más valioso medio de producción, el trabajador mismo”. A fin de explotar esta producción se estableció el patriarcado del salario. La exclusión de las mujeres del salario otorga un inmenso poder de control y disciplina a los varones a la vez que invisibiliza su trabajo. Esta invisibilización no solo es útil para explotar el gigantesco ámbito de la reproducción de la fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, y al igual que la desvalorización de otras muchas figuras (esclavos, colonizados, migrantes), sirve al capitalismo en su principal objetivo: construir un entramado de desigualdades en el cuerpo del proletariado mundial que le permita reproducirse.

Silvia Federici, una pensadora que ha dejado huella en México. Foto: Especial

Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, de Silvia Federici: “De la emancipación de la servidumbre a las herejías subversivas, un hilo rojo recorre la historia de la transición del feudalismo al capitalismo. Todavía hoy expurgado de la gran mayoría de los manuales de historia, la imposición de los poderes del Estado y el nacimiento de esa formación social que acabaría por tomar el nombre de capitalismo no se produjeron sin el recurso a la violencia extrema. La acumulación originaria exigió la derrota de los movimientos urbanos y campesinos, que normalmente bajo la forma de herejía religiosa reivindicaron y pusieron en práctica diversos experimentos de vida comunal y reparto de riqueza. Su aniquilación abrió el camino a la formación del Estado moderno, la expropiación y cercado de las tierras comunes, la conquista y el expolio de América, la apertura del comercio de esclavos a gran escala y una guerra contra las formas de vida y las culturas populares que tomó a las mujeres como su principal objetivo. Al analizar la quema de brujas, Federici no sólo desentraña uno de los episodios más inefables de la historia moderna, sino el corazón de una poderosa dinámica de expropiación social dirigida sobre el cuerpo, los saberes y la reproducción de las mujeres. Esta obra es también el registro de unas voces imprevistas (las de los subalternos: Calibán y la bruja) que todavía hoy resuenan con fuerza en las luchas que resisten a la continua actualización de la violencia originaria. Silvia Federici es profesora en la Hofstra University de Nueva York. Militante feminista desde 1960, fue una de las principales animadoras de los debates internacionales sobre la condición y la remuneración del trabajo doméstico. Durante la década de 1980 trabajó varios años como profesora en Nigeria, donde fue testigo de la nueva oleada de ataques contra los bienes comunes. Ambas trayectorias confluyen en esta obra”, dice El traficante de sueños.

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Silvia Rivera Cusicanqui es una socióloga, activista, teórica contemporánea e historiadora boliviana, nacida en La Paz en 1949. En la FIL Zócalo pudimos conocer el libro Un mundo ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis, donde entre otras cosas dice que: “Dentro de nuestro pequeño mundo de la cocina se produce filosofía y se produce cuidado de la vida. Como nunca, creo que la crisis hoy alude a una crisis epistémica, a una crisis ética, de sentido. Ya no podemos hablar solo de una crisis económica, sino de significado, que nos hace descubrir cuan falsa pudo haber sido esa idea de que el capitalismo es humanista, progresista, que esa etapa es necesaria. ¡Todo eso quedó atrás! Porque el planeta está siendo destruido. Y en ese sentido, la ética del cuidado, de la reproducción, de la capacidad de solidarizarnos con hermanas y hermanos de comunidades indígenas en todo el mundo es algo que nos puede permitir valorar el sentido más abstracto, la propuesta más altamente filosófica de la lucha de las mujeres. Es decir que lo de las mujeres no es una cosa de mujeres, ni vamos a hablar de cosas de mujeres, sino que vamos a hablar de cosas del mundo, de cosas del planeta, de nuestras responsabilidades como especie humana”.

Como nunca, creo que la crisis hoy alude a una crisis epistémica, a una crisis ética, de sentido. Foto: Especial

Ave Barrera habla también de La historia de todos mis kilos, de María del Mar Ramón, una nota que se hizo viral y que retrató como las mujeres nos hemos muerto de hambre, cómo hemos aprendido a odiar la comida y cómo siempre hemos tratado de cumplir con ese ideal de belleza instituido por los hombres.

“Si yo hubiera sido flaca esa señora no habría opinado sobre mi decisión de comer o no. Entiendo, no entonces pero sí después, que caer en esa categoría social del sobrepeso parece habilitar un diálogo en el que está bien que cualquier persona, hasta la señora de la tienda, cuestione un ejercicio tan íntimo y personal como comerse un arequipito. Se siente como perder poder y autonomía total sobre el cuerpo, como si el cuerpo propio fuera un bien público sobre el que todos pueden opinar”, dice María del Mar.

Un texto que se ha hecho viral de María del Mar Ramón. Foto: Shutterstock

“Aprendo que la delgadez tiene un poder de impunidad, nadie te cuestiona si estás flaca. Nadie siente pena por lo que pudiste haber sido pero no eres, por tu belleza potencial, por esa cara tan linda y lo hermosa que serías con varios kilos menos, por la soledad a la que estás condenada de no adelgazar, por tu salud futura. El poder de la flacura implica libertad. Esa libertad tiene el costo de todos los panes, azúcares y harinas blancas de la tierra, pero no parece un precio caro a pagar”, prosigue. Una nota muy especial que ojalá decantara en un libro, para que todos los leamos con atención y sinceridad.

Ave Barrera, como tantos otros en la literatura, elogió la salida del libro La historia secreta del cuento mexicano (UANL), escrito por Liliana Pedroza, algo que cuestiona nuestro patriarcado literario y que nos ha hecho pensar que el canon hay que empezarlo desde cero.

“El catálogo de mujeres cuentistas, del que da testimonio el acucioso trabajo de investigación de Liliana Pedroza, resulta asombroso primero por dar cuenta la existencia de tantas buenas escritoras, pero todavía más por la ausencia, la borradura, de muchos de estos nombres en el canon literario pasado y no tan pasado. Lo bonito del trabajo de Liliana, es su intención de sumar, de descubrir nuevas voces, antes ignoradas, que enriquecen de forma importantísima y muy necesaria el panorama de la literatura mexicana”, dice Ave Barrera.

Liliana Pedroza se consagró con su excelente libro Historia secreta del cuento mexicano. Foto: FIL en Guadalajara

“De 2003 a 2005 realicé un viaje intermitente por los 31 estados del territorio mexicano. Sin saber que ése sería sólo el inicio de un largo periplo, mi propósito fue realizar una investigación de campo para la elaboración de un catálogo de cuento en México y sumar al trabajo de Luis Leal con su Bibliografía del cuento mexicano de 1958, de Emmanuel Carballo con Bibliografía del cuento mexicano del siglo XX de 1988 y de Russell M. Cluff con Panorama crítico-bibliográfico del cuento mexicano (1950-1995) de 1997. Sólo que mi búsqueda ponía el acento en dos aspectos: cuentos escritos por mujeres y ediciones de distribución limitada”, cuenta Liliana Pedroza.

Una visita de la que disfrutamos en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara fue de la italiana Dacia Maraini (Fiesoli, 1936), quien dejó un libro Pasos apresurados (Abismos Casa Editorial).

El libro nace de una serie de testimonios reales sobre el tema de la violencia contra las mujeres. El texto se compone por ocho historias de mujeres de diferentes países, con diferentes religiones y estilos de vida, que sin embargo comparten una triste realidad, la de ser víctimas de la violencia, a veces ciega y sin sentido.

“En general, podemos decir que el costo de la emancipación femenina es más agresividad masculina. Y a menudo son las parejas y los maridos los que golpean, en especial después de separaciones conflictivas”, dice Lily Gruber en el prefacio.

Un libro estremecedor de Dacia Maraini. Foto: Especial

“Hay una aldea en Jordania donde, a diario, les pegan a las mujeres. Es normal que las apaleen, que las amarren a un poste en el establo o, si tienen bonito cabello largo, que lo corten a la fuerza. Bocas inútiles que alimentar, cuando al nacer no son asfixiadas con una zalea, las niñas sueñan con el matrimonio para recibir como regalo el primer par de zapatos. A los catorce años, Aisha cree que el chico guapo que vive enfrente será su esposo y se deja poseer. Luego el tipo desaparece y la deja embarazada. Rociada con gasolina y quemada por decisión de su familia, sobrevive gracias a la ayuda del único médico que tiene el valor de socorrerla: una mujer francesa. En lugar de dos ojos le quedan dos agujeros y la boca torcida, pero sigue viva”, cuenta Lily.

Ese es uno de los casos que Dacia cuenta en Pasos apresurados, donde también cuenta la violación sufrida por un acreedor de su hermano, una madre violada por unos soldados que parecían aliados, una mujer que se fue del Tibet, al ejército chino, la forzaron cinco militares y luego la apresaron por denunciar la violación de sus compañeros.

En estos días, varias entrevistas a Rita Segato (Buenos Aires, 1951) han puesto a su figura en las redes, más allá de Argentina, donde ha nacido y es bastante popular. “Basta de llanto. No queremos solamente consolar a una víctima que llora. El punto es cómo educamos a la sociedad para entender el problema de la violencia sexual como un problema político y no moral. Cómo mostramos el orden patriarcal, que es un orden político escondido por detrás de una moralidad. El problema es que está siendo mostrado en términos de moralidad. Y es insuficiente mostrarlo así por varias razones”, añadió.

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Uno de sus libros, publicado en 2017, es La guerra contra las mujeres (Traficante de sueños): Las últimas décadas, periodo de neoliberalismo y de giro autoritario de las formas de gobierno, han venido igualmente marcadas por una creciente violencia contra las mujeres. Los asesinatos sistemáticos de Ciudad Juárez se han convertido en un ensayo a escala planetaria, desbordándose allí donde el Estado se ha descompuesto en sus tradicionales funciones soberanas. El capitalismo exacerbado, producto de una modernidad-colonialidad nunca superada, se descarga ahora en las nuevas guerras contra las mujeres, destruyendo la sociedad al tiempo que sus cuerpos. Comprender este nuevo giro violento del patriarcado, que Segato considera acertadamente la primera estructura de dominación en la historia de la humanidad, implica desplazarlo «del borde al centro». De acuerdo con la autora, sólo a partir de una revitalización de la comunidad y de una repolitización de lo doméstico será posible detener el femigenocidio hoy en marcha. Se juega en ello nada menos que el futuro de la humanidad.

Las últimas décadas, periodo de neoliberalismo y de giro autoritario de las formas de gobierno, han venido igualmente marcadas por una creciente violencia contra las mujeres. Los asesinatos sistemáticos de Ciudad Juárez se han convertido en un ensayo a escala planetaria, desbordándose allí donde el Estado se ha descompuesto en sus tradicionales funciones soberanas. El capitalismo exacerbado, producto de una modernidad-colonialidad nunca superada, se descarga ahora en las nuevas guerras contra las mujeres, destruyendo la sociedad al tiempo que sus cuerpos. Comprender este nuevo giro violento del patriarcado, que Segato considera acertadamente la primera estructura de dominación en la historia de la humanidad, implica desplazarlo “del borde al centro”. De acuerdo con la autora, sólo a partir de una revitalización de la comunidad y de una repolitización de lo doméstico será posible detener el femigenocidio hoy en marcha. Se juega en ello nada menos que el futuro de la humanidad.

Rita Segato y su libro La guerra contra las mujeres. Foto: Especial

Uno de los libros a finales de año es Tsunami (Sexto Piso) y está entre los más vendidos en las librerías. Se trata de un trabajo de la escritora Gabriela Jáuregui, quien ha dicho en entrevista con Puntos y Comas: “Sentía y era un diálogo que habíamos tenido un montón de veces con Diego y Eduardo Rabasa que hacía falta mujeres que hablaran del acoso, de la violencia de género y ellos fueron los que me dijeron que tenía que hacer algo. Voy a invitar a mujeres que leo y que admiro y vamos a darles el espacio y el tiempo, como la carta blanca de hacer lo que quisieran. No había un juego obligatorio, podría ser un cuento, una fábula, un ensayo personal, poema y buscaba yo a mujeres que vinieran de experiencia distintas, de lugares muy distintas. Todas trabajamos con la palabra, pero no todas somos escritoras con E mayúscula. Yasnaya es lingüista mixe, Daniela Rea es una gran periodista y Verónica Gerber es artista visual, así que hizo una pieza más visual, como que el chiste de la invitación era que ellas se sintieran con la libertad de hacer lo que quisieran”.

Tsunami, la fuerza interior de Gabriela Jáuregui. Foto: Especial

En el libro hay muchas mujeres que citan libros y pensadoras en torno al feminismo, entre ellas está Margo Glanz quien habla de Acoso ¿Denuncia legítima o victimización?, escrito por Marta Lamas y publicado recientemente (2018) por el Fondo de Cultura Económica.

Es un libro polémico, que ha levantado muchas críticas, entre ellas la de Nosotras, la Red mexicana de Feministas Diversas, quienes manifiestan su preocupación por el aumento de los casos de diferentes formas de violencia contra las mujeres en nuestro país. “En este sentido, y reconociendo nuestra pluralidad, condenamos las nuevas formas de justificación, normalización, naturalización y perpetuación de acoso, hostigamiento, violación sexual y feminicidios, que son legitimadas en el contenido del libro”, afirman.

El libro polémico de Marta Lamas. Foto: Especial

Marta Lamas realiza una profunda reflexión ante la urgencia ética para enfrentar el acoso de las diferentes corrientes teóricas del feminismo, así como de las actitudes sociales en relación a éste. La autora busca, para ello, abrir el debate para definir aquellos actos que pueden ser considerados como acoso, de otros que no lo son y que encaminan, por otro lado, a la persecución y la difamación. En este proceso de crear una sociedad más justa e igualitaria, es necesario reflexionar críticamente entorno a aquellas prácticas que resultan emancipadoras, así como aquellas otras que son más bien, un tropiezo. Un tratado sobre el Me Too.

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Hay que hacer el canon de la literatura mexicana otra vez: Liliana Pedroza

sábado, noviembre 3rd, 2018

La historia secreta del cuento femenino es que nunca se han ocupado de ellas. Tanto Luis Leal como Emmanuel Carballo han hecho bibliografías sin incluirlas, a pesar de que estaban ahí. Liliana Pedroza es una justiciera apasionada y nos obliga a pensar seriamente en el tema.

Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).- Liliana Pedroza (Chihuahua, 1976) no sabe si es primero feminista o escritora. Lo que es cierto es que toda su visión de género se refiere a su mirada sobre las letras escritas en su país.

Tiene una historia con Elena Garro (1916-1998), de quien se considera experta, que cuando cumplió el centenario (hace dos años) tenía un proyecto para hacer una investigación y publicación en la revista Tierra Adentro.

Sucede que cambiaron las autoridades y su proyecto se vio empequeñecido y la portada de Elena Garro (al cabo que cumplía 100 años), iba a ser reemplazado por un mapa de Latinoamérica, que ese año iba a ser invitada a la FIL Guadalajara.

Tuvo que ir a los medios para denunciar este hecho, que al principio resulta mínimo en un mar de letras y escritores, pero que comprueba lo retrasada que están las mujeres en ese canon de la literatura mexicana impuesta por varones.

Un libro fundamental para empezar a ver distinta a nuestra literatura. Foto: Especial

Un libro fundamental para empezar a ver distinta a nuestra literatura. Foto: Especial

Liliana Pedroza ha publicado, entre otros libros, Andamos huyendo, Elena (Tierra Adentro, 2007) y Vida en otra parte (Ficticia, 2009) y recientemente ha dado a conocer Historia secreta del cuento mexicano 1910-2017 (Universidad Autónoma de Nuevo León), para el cual investigó en México y quiso enfrentar la Bibliografía del cuento mexicano (1958), de Luis Leal y la Bibliografía del cuento mexicano de Emmanuel Carballo.

“El canon de Luis Leal, por ejemplo, trae a doce escritoras, cuando en realidad había ochenta”, dice con voz firme una autora que camina todo México en busca de difundir sus ideas y de dar justicia a varias escritoras que se han difuminado con el tiempo y el olvido.

Liliana Pedroza ha investigado en 108 años, reuniendo a 512 autoras, 856 libros y 312 antologías.

Liliana Pedroza presentando su cuento en el Festival de Mexicali, Tiempo de Literatura. Foto: Facebook

–¿Eres escritora o dirigente feminista?

–Soy las dos cosas. Soy feminista antes de nombrarme a mí misma como feminista. Las causas que he llevado a través de la academia, de la literatura o de acciones sociales tienen mucho que ver con esta restitución de justicia hacia un grupo oprimido que somos las mujeres

­–Emiliano Monge me decía la semana pasada que el feminismo debería ser mucho más radical

–Yo creo que los cambios sociales históricamente en Latinoamérica no se han conseguido por la vía pacífica. ¿Por qué tendríamos que ser condescendientes con todos los mecanismos de opresión hacia las mujeres? Tendríamos que radicalizarnos porque si no nunca vamos a ser consideradas como personas.

Elena Garro, en su centenario. Revista Tierra Adentro. Foto: Facebook

–Tampoco pensar en si los hombres sufren o no sufren

–Es que el feminismo es una manera de liberarnos a todos, de la opresión a los hombres, el hecho de que ellos tengan que ser por fuerza cabeza de familia es una opresión hacia ellos. Cuando hablamos de radicalización y que nada más esto tiene que ver con las mujeres, eso está desde una perspectiva también sesgada. La liberación también beneficia a los hombres.

–Hiciste una investigación sobre el cuento femenino

­–Esa investigación tiene 15 años. Empecé a imaginarla desde el 2000, arrancó en el 2003 cuando estaba haciendo mi posgrado en España. Viajé durante dos años por todo el país, ver en físico los libros de las mujeres que habían escrito aunque sea un libro de cuentos. No sabía en qué iba desencadenar esta investigación, pero encontré a 512 escritoras, más de 812 libros de cuentos y pues es un asunto de decir el canon no está considerando las narrativas escritas por mujeres. Está el estereotipo de que hablar de los espacios íntimos, de la maternidad, o del erotismo femenino, es una cosa aparte. El canon tiene que ver con todos los órdenes en donde están vinculados hombres. La guerra, por ejemplo. Una amiga me decía es que la poesía femenina habla de menstruación. ¿La poesía hecha por hombres no habla de semen? Está muy normalizado como lectores, como escritores, como investigadores, que los temas universales estén masculinizados. Lo extraño, lo raro, lo que no encaja, son las narrativas de las realidades de las mujeres.

–De esos libros que encontraste, ¿qué lugar tiene más libros?

–Por regiones, es el centro del país el que tiene más libros, mayor desarrollo, la ciudad de México. La distancia es enorme entre Guadalajara y Monterrey, por ejemplo. A partir de los 90, se abren publicaciones en los Estados y eso rompe un poco la estadística. Yo soy de Chihuahua, hice mi licenciatura allá y lo difícil que lleguen libros publicados en mi ciudad es muy difícil. Somos como islas y creo que como construcción cultural sólo vale la pena lo que llega a la Ciudad de México. Si las mujeres somos las menos visibles culturalmente, las que no viven en la Ciudad de México, son doblemente invisibilizadas.

–¿Quién es buenísima en las escritoras que descubriste?

–Que no se conozcan, yo me maravillé con Dolores Bolio, su publicación fue en 1917 y es una mujer muy aguda, ella estuvo en los movimientos feministas en Mérida. Ella publica en Nueva York con un nombre de hombre, Luis Avellaneda y al final del prólogo ella dice: Luis Avellaneda no existe, porque soy Dolores Bolio, la autora. Ahora vas a ser tú, lector, que te he engañado, sabrás que no es un hombre el que ha escrito. Es una estupenda escritora.

–Eres experta en Elena Garro

–Sí. Elena Garro es una gran conocedora de la cultura prehispánica y creo que en ese sentido deberíamos seguirla estudiando. Deberíamos regresar a su libro de cuentos La semana de colores, uno de los mejores libros de la literatura mexicana. Otro aspecto que no se conoce es que ella fue agente literario de Jorge Luis Borges y de Adolfo Bioy Casares. Ella hizo la adaptación de un cuento bellísimo de Bioy Casares, “En memoria de Paulina”. No se llegó a filmar, pero ahí está el guión, bellísimo.

–Los premios literarios también son muy misóginos

–Hay mujeres investigando los premios y una de las cosas que de han dado cuenta es que hay pocas mujeres en el jurado. Las mujeres nos leemos más entre nosotras, no todas tienen esas perspectiva histórica de cómo las narrativas de mujeres han sido invisibilizadas, pero poner a las mujeres en los jurados han producido un cambio de timón. Tenemos mucho que hacer respecto a eso. Yo cuento la historia de las mujeres no sólo como académica sino también como escritora. He tenido que descolonizarme, dejar de decir qué aburrido, otra mujer hablando de la cocina. No, ese es un tema y puede ser contado de manera magistral como lo hiciera Rosario Castellanos. Ha sido de manera natural hacer historia con perspectiva de mujeres. No necesariamente mis personajes son todas mujeres, pero he intentado dar una vuelta de tuercas sobre esta perspectiva.

Descarga el libro en forma gratuita: editorialuniversitaria.uanl.mx