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Insectos, poderosa fuente de nutrientes, son el alimento del futuro… y del presente

sábado, marzo 5th, 2022

Los insectos son un alimento muy valioso que aporta nutrientes de calidad y que se presenta como una opción para disfrutar en diversos alimentos. “Cuando nosotros hablamos del consumo de insectos te puedo hablar también de esa identidad cultural que está cargada de símbolos, de expresiones de identidad, eso que nos caracteriza, los insectos forman parte de una dieta que nos representa a nivel internacional y que no podemos hoy olvidar”, aseveró la chef Beverly Ramos, especialista en insectos comestibles y autora del libro Recetas con insectos.

Ciudad de México, 5 de marzo (SinEmbargo).- Es muy probable que al hablar de comer insectos aparezca aquella frase de película: “Viscosos pero sabrosos”.  Si algo tienen los insectos es un gran aporte nutrimental, además de versatilidad para usarlos en platillos como gorditas, tamales, ensaladas, salsas y ahora hasta en la coctelería. Pero, ¿en realidad son tan buenos los insectos? ¿Qué nutrientes aportan? ¿Cómo contribuyen al cuidado del medio ambiente?

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) menciona que el consumo de insectos por seres humanos recibe el nombre de entomofagia y aunque es un hábito que “siempre ha estado presente en la conducta alimentaria de los seres humanos” desde hace un tiempo ha tomado mayor relevancia al tener la atención de medios de comunicación, miembros de la industria alimentaria y organismos que se ocupan de la alimentación humana y animal.

“Estos organismos, estos insectos son ricos en proteína, en fibra, vitaminas y minerales nutritivos y además de todo, también tiene un gran aporte en carbohidratos y aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo no produce”, explicó a SinEmbargo la chef Beverly Ramos, especialista en insectos comestibles y autora del libro Recetas con insectos de la editorial Larousse.

Los insectos utilizan mucha menos agua que el ganado tradicional. Foto: José I. Hernández, Cuartoscuro

“La alimentación debe ser variada, completa, inocua, suficiente y equilibrada, según la NOM 043; de acuerdo a este concepto puede ser opción integrar de manera inclusiva alimentos alternativos, a pesar de lo exóticos que parezcan, el consumo de insectos, es llamado entomofagia de la cual se practica principalmente en Asia, África y América Latina”, compartió en entrevista a este medio el maestro Esaú Espinosa Velázquez, nutriólogo clínico.

EL ALIMENTO DEL PRESENTE

“Cuando le llaman a estos alimento, alimentos del futuro se refiere a justo el poder tener un alimento práctico con alta cantidad de nutrientes o nutrimentos para el cuerpo que se puedan asimilar rápidamente”, apuntó la chef. “En el caso del futuro para mí, ya nos alcanzó cuando hablamos de lugares donde hay hambruna, desnutrición o que en México hemos sustituido nuestros productos tradicionales por muchos productos de las dietas internacionales debido a fenómenos como la globalización y la transculturización. ¿Qué es lo que sucede? Que finalmente estamos adoptando alimentos que no nos corresponden y esto ha generado que seamos primeros lugares en distintas rubros como la obesidad”, agregó.

Los insectos son ricos en fibra y micronutrientes como cobre, hierro, magnesio, fósforo, manganeso, selenio y zinc.

En Frontiers in Nutrition se encuentra un estudio realizado por científicos de la Universidad de Roma, el cual reveló que las propiedades antioxidantes de los saltamontes y gusanos de seda son muy parecidas a las de un jugo de naranja fresco. De hecho, los insectos aportan cinco veces más que un jugo fresco. ¿Pero para qué son los antioxidantes? Estos previenen o retardan la oxidación de las células y son los encargados de reducir las reacciones químicas del cuerpo que generan radicales libres, sustancias que están relacionadas a enfermedades cardiovasculares e incluso el cáncer.

Los insectos producen menos gases de efecto invernadero en comparación con los animales de granja convencionales. Foto: Shutterstock

“[Insectos como alimento] para el futuro, sí por supuesto, pero ese futuro ya está muy próximo, los debemos utilizar ya, es un recurso natural renovable y sobre todo optimizar esto que la naturaleza nos brinda”,  señaló la autora de Recetas con insectos, libro que la chef Beverly Ramos preparó con el objetivo de romper con la idea de que los insectos no tienen un buen sabor o no se pueden combinar con otros ingredientes.

UNA TRADICIÓN MEXICANA

De acuerdo con el texto La contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el medio ambiente de la FAO: “La ingesta de insectos complementa la dieta de aproximadamente 2 mil millones de personas, y se trata de un hábito que siempre ha estado presente en la conducta alimentaria de los seres humanos”.

En México los insectos forman parte de varios platillos, entre los que más se consumen están los chapulines, los gusanos de maguey, escamoles y los jumiles que se integran a diversos platillos que han pasado de generación en generación gracias a la transmisión oral.

“Los insectos comestibles están documentados en distintos códices prehispánicos, yo cuando realicé la investigación de tipo doctoral para graduarme y conocer más de los insectos, encontré documentos como El Códice prehispánico de San Bernardino de Sahagún, donde él menciona en ese entonces que había entre 89 y 96 especies de insectos comestibles en México y que además eran algunos de ellos entregados como tributo al emperador Moctezuma, era un producto que nutria a los guerreros incluso en temas de la guerra”, señaló la chef Beverly.

Nuestros ancestros no tenían otra fuente de proteína así que se enfocaban en los insectos, como grillos, langostas, gusanos, libélulas, termitas, chinches y los escamoles, conocidos como caviar mexicano, incluso del ahuautle que es huevo del mosco axayácatl, “es un huevo muy nutritivo que llega a rebasar hasta en un 60 o 70 por ciento de proteína que es lo que contiene, es decir, más que el pescado”.

Chinicuiles preparados por la chef Adriana Pérez Garrido en el restaurante La Oveja Negra. Foto: Nancy Chávez, SinEmbargo

“Los antiguos mexicanos tenían un elemento para considerar algún alimento como bueno para comer y eso que los nutriera. Ellos identificaban un alimento y querían siempre que éste fuera bueno para comer, esto significa que nutre y los mantiene fuerte, que les daba los requerimientos necesarios. Los ancestros mexicanos tenían una sabiduría todavía más grande que la que poseemos ahora”, recordó la chef.

VENTAJAS AMBIENTALES DE COMER INSECTOS

“La FAO sugiere utilizar los insectos como alimentos, ya que trae mas beneficios que perjuicios, sus ventajas ambientales, sanitarias y medios sociales; como el reducir los gases por el efecto invernadero, los insectos se alimentan de residuos biológicos y transformar esto en proteínas de alto valor biológico”, dijo Esaú Espinosa.

El nutriólogo clínico apuntó que como beneficios sociales se encuentran que se pueden recolectar en el medio ambiente de manera sencilla, otra opción es la de “cultivarlos”, además de que los insectos se pueden procesar para servir como alimento humano y ganadero.

Integrar a los insectos a la dieta de las personas puede ayudar al medio ambiente, según la FAO “los gusanos de la harina, por ejemplo, son más resistentes a las sequías que el ganado”.

El consumo de insectos por seres humanos recibe el nombre de entomofagia, aunque se practica en muchos países, principalmente se da en las regiones de América Latina, Asia y África. (Imagen ilustrativa) Foto: Shutterstock

En La contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el medio ambiente de la FAO se explica que entre los beneficios de carácter ambiental se encuentran:

-Los insectos son especies de sangre fría y esto los hace eficientes en las tasas de conversión alimento-carne, es decir,  la cantidad de alimento que se necesita para producir un incremento de 1 kilogramo en el peso, por lo que “los insectos pueden convertir 2 kg de alimento en 1 kilogramo de masa de insecto, mientras que el ganado requiere 8 kg de alimento para producir 1 kg aumento de peso corporal”, de acuerdo con la FAO.

-Otra gran diferencia con el ganado es la cantidad de gases de efecto invernadero, ya que los producidos por los insectos son inferiores a los del ganado convencional. “Los cerdos, por ejemplo, producen entre 10 y 100 veces más gases de efecto invernadero por kilogramo de peso”, se lee en el documento de la FAO.

-Los insectos se pueden alimentar con residuos alimentarios o de origen humano,  además de abono, esto lo transforman en proteínas de calidad que pueden usarse incluso como piensos, es decir, alimento seco para el ganado.

¿LOS INSECTOS PUEDEN SER UNA ALTERNATIVA PARA SUSTITUIR LA CARNE?

“De las grandes ventajas en el consumo de insectos o de la entomofagia es que no se conocen casos de transmisión de enfermedades o parasitoides a humanos (siempre y cuando hayan sido manipulados en las mismas condiciones de higiene que cualquier otro alimento) según el Fondo de las Naciones Unidad para la alimentación, la FAO. En comparación con los mamíferos y las aves, los insectos pueden plantear un riesgo menor de transmisión de infecciones zoonóticas a los humanos, el ganado y la fauna”, acotó el maestro Esaú.

Los insectos podrían ser una pieza clave en la lucha contra la inseguridad alimentaria. Foto: Shutterstock

El especialista citó el trabajo de Gloria Patricia Arango Gutiérrez, Los insectos: una materia prima alimenticia promisoria contra la hambruna para señalar que: “su valor nutritivo los convierte en un alimento complejo, su masa corporal está compuesta entre el 60 y 70 por ciento por proteínas y el tipo de grasas que poseen son polinsaturadas, algunas de fácil digestión, pudiéndose comparar con el valor nutricional del pollo, res, cerdo o pescado”.

Un nuevo estudio dice que comer manzana estimula la producción de nuevas células cerebrales

viernes, febrero 12th, 2021

Los compuestos naturales que se encuentran en las manzanas estimular la producción de nuevas células cerebrales.

Madrid, 12 de febrero (Europa Press).- Se sabe que la manzana aporta hidratos de carbono fundamentalmente en forma de azúcares como fructosa, glucosa y sacarosa, y contiene cantidades apreciables de fibra, tanto soluble como insoluble, siendo esta última la más abundante, y que hace de este alimento un eficaz regulador de enfermedades del intestino grueso; la fibra soluble (pectina), tiene por su parte, actividad hipocolesterolémica.

Además, la manzanas son una importante fuente de flavonoides diversos que propiedades antioxidantes que se han relacionado con la reducción de algunos cánceres. Y se han relacionado algunos de sus compuestos a agentes antidiabéticos, debido a su capacidad de limitar la absorción intestinal de la glucosa.

Ahora, una nueva investigación asocia los compuestos naturales que se encuentran en las manzanas y otras frutas pueden ayudar a estimular la producción de nuevas células cerebrales, lo que puede tener implicaciones para el aprendizaje y la memoria, según un nuevo estudio en ratones publicado en la revista Stem Cell Reports.

Las sustancias químicas que se encuentran en las plantas, los llamados fitonutrientes, como el resveratrol en las uvas rojas o la epigalocatequina-3-galato (EGCG) en el té verde, pueden tener efectos positivos en diferentes partes del cuerpo, incluido el cerebro.

Los investigadores Tara Louise Walker, de la Universidad de Queensland, en Australia, y Gerd Kempermann, del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas, en Alemania, y sus colegas encontraron que las altas concentraciones de fitonutrientes de las manzanas estimulan la generación de nuevas neuronas, un proceso llamado neurogénesis.

El estudio mostró que las células madre cultivadas en laboratorio de cerebros de ratones adultos generaban más neuronas y estaban protegidas de la muerte celular cuando se agregaban a los cultivos quercetina o ácido dihidroxibézoico (DHBA), fitonutrientes que se encuentran comúnmente en las manzanas.

Pruebas posteriores en ratones mostraron que en distintas estructuras del cerebro adulto asociadas con el aprendizaje y la memoria, las células madre se multiplicaron y generaron más neuronas cuando los ratones recibieron altas dosis de quercetina o DHBA. Los efectos sobre la neurogénesis fueron comparables a los efectos observados después del ejercicio físico.

Este estudio sugiere que los compuestos naturales de las frutas, como la quercetina, DHBA y potencialmente otros, pueden actuar en sinergia para promover la neurogénesis y la función cerebral cuando se administran en altas concentraciones. Los autores precisan, no obstante que se necesitarán estudios futuros para determinar si estos y otros fitonutrientes pueden mejorar el aprendizaje y la función cognitiva en modelos animales y en humanos.

¿Qué alimentos nos dejan con hambre y cuáles nos pueden saciar más?

viernes, abril 3rd, 2020

Siempre hay que tener presente que el hecho de que un alimento nos sacie más o menos no significa que sea más o menos saludable. Un plato de verdura previsiblemente nos sacie menos que uno de legumbres, y ambos son saludables, en las proporciones adecuadas y siguiendo una dieta equilibrada. Un bollo nos saciará más que todo lo anterior pero sabemos de sobra que no nos conviene para nuestra salud.

MADRID, 31 Mar. (EDIZIONES).- Generalmente los alimentos que más nos apetecen por regla general suelen ser los que menos nos aportan nutricionalmente, y además los que menos nos convienen. ¿Qué pena, verdad? No obstante, comer es un placer, y no por eso un alimento saludable no tiene por qué gustarnos menos.

Además, hay alimentos que nos llenan más que otros. Por eso, Alma Mª Palau, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, explica en una entrevista con Infosalus cuáles son esos alimentos que nos dejan con hambre y cuáles son los que más nos sacian.

Ojo, siempre hay que tener presente que el hecho de que un alimento nos sacie más o menos no significa que sea más o menos saludable. Un plato de verdura previsiblemente nos sacie menos que uno de legumbres, y ambos son saludables, en las proporciones adecuadas y siguiendo una dieta equilibrada. Un bollo nos saciará más que todo lo anterior pero sabemos de sobra que no nos conviene para nuestra salud.

Pero para poder entender por qué esos alimentos ‘actúan así’ debemos comprender primero qué es la saciedad, cuando y por qué logramos estar ‘llenos’ después de comer. “La saciedad en parte es subjetiva o, mejor dicho, muy personal. Juega un papel importante la mente. Y, por otro lado, se sabe que parte de nuestro genoma está implicado; es decir, que hay personas que por causas genéticas tienen menos saciedad que otras”, sostiene la dietista-nutricionista.

Así, y por regla general, dice que la saciedad depende del espacio físico ocupado en el estómago, del tiempo que el alimento esté en proceso de digestión, y también de la densidad de nutrientes. “Sin embargo, juega un papel importante el reloj biológico de nuestro organismo, el estado anímico y el momento social, entre otros factores”, según precisa la experta.

Los alimentos que no nos sacian nada tras comerlos son los de más fácil digestión. (Imagen ilustrativa) Foto: Stefano Lancia, EFE

LOS MÁS SACIANTES: LA FIBRA

Con ello, sostiene que los alimentos más saciantes son los ricos en fibra, tanto soluble como insoluble: “En fibra soluble se incluyen las hortalizas, las verduras y las frutas, fundamentalmente; en las insolubles, los cereales integrales. Y el grupo de alimentos por excelencia que presenta alto contenido en fibra, que aportan una gran saciedad, son todos los tipos de legumbres”.

Según recuerda Palau, un metaanálisis de 10 pequeños ensayos de control aleatorio, principalmente en hombres de mediana edad con niveles de colesterol normales o elevados, muestra que la incorporación de una variedad de legumbres en la dieta de aproximadamente 150 g/día, contribuye a reducir el colesterol total y el ‘colesterol malo’ o ‘LDL’, así como los triglicéridos, manteniendo los niveles de ‘colesterol HDL’ o ‘colesterol bueno’, pudiendo tener efectos positivos en la salud cardiovascular, en la diabetes, y además contribuir al control de peso.

“Las frutas y hortalizas sacian por su alto contenido en fibra; sin embargo, cuando las preparamos en zumo o las licuamos perdemos por completo su capacidad saciante”, advierte la presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.

LOS QUE MENOS SACIAN

En cambio, remarca que los alimentos que no nos sacian nada tras comerlos son los de más fácil digestión. “Por ejemplo, la pasta se digiere mucho más rápido que las legumbres porque no tienen fibra y son muy fáciles de digerir; el pan blanco se digiere más rápido que el pan integral; el arroz blanco cocido se digiere más rápido que el sofrito. Por tanto, la digestibilidad de los alimentos está también asociada con su nivel de saciedad”, agrega la experta.

En esta línea, indica que, en general, los alimentos cuanto más cocinados, más fácil será su digestión y menos saciedad nos aportarán. “Unas verduras cocidas se digieren más rápido que hechas a la plancha, porque están mucho más cocinadas y el estómago necesita trabajar menos en su digestión. Y lo mismo ocurre por ejemplo con las carnes”, añade.

Eso sí, Palau sostiene que la cronobiología del organismo, el reloj biológico de nuestro estómago, tiene que ser respetado si queremos tener bajo control la saciedad. Por tanto, insiste en que lo más aconsejable de forma general es comer cada 3 horas, y mantener siempre un horario de comidas estable. Si no, si pasa mucho tiempo entre una comida y otra, o bien comemos a diferentes horas según el día, llegaremos con un hambre espectacular que, previsiblemente, nos hará comer más rápido o incluso lo que menos nos conviene para nuestra dieta.

La pasta se digiere mucho más rápido que las legumbres porque no tienen fibra. (Imagen ilustrativa) Foto: EFE

EL MODELO DE DIETA TAMBIÉN AFECTA

Finalmente, Palau señala que también hay algunos estudios sobre la saciedad de diferentes modelos de dieta: “Hay algunas conclusiones sobre que personas con obesidad que estaban igualmente saciados en una dieta paleolítica, una dieta para diabetes, o una dieta mediterránea”.

En comparación con la dieta diabética, la dietista-nutricionista dice que una dieta paleolítica reportó un cociente de saciedad significativamente mayor por calorías consumidas. En comparación con la dieta mediterránea, añade que la dieta paleolítica no observó ninguna diferencia significativa en el cociente de saciedad por calorías consumidas.

“La dieta paleolítica generalmente incluye carne, pescado, verduras, frutas y frutos secos, y excluye todos los alimentos lácteos, granos, legumbres, azúcar añadido y alimentos procesados. Esta dieta no se basa en la ciencia de la nutrición, sino en interpretaciones erróneas de la antropología y la opinión. Es preocupante que requiera la eliminación de dos grupos de alimentos enteros (leche y granos). También existe el riesgo de insuficiencia de nutrientes (por ejemplo, fibra, calcio, hierro y vitamina D), y puede ser difícil de seguir”, alerta la presidenta de los dietistas-nutricionistas españoles.

Cocina y ciencia | Fibra dietética: otra virtud del café

viernes, septiembre 22nd, 2017

Un grupo de académicos mexicanos encontró que los residuos del café utilizado para bebidas y el café soluble son una fuente importante de fibra dietética antioxidante con potencial para ejercer diversos efectos benéficos a la salud del consumidor.

Por Israel Pérez Valencia

Ciudad de México, 22 de septiembre (SinEmbargo/AgenciaConacyt).– Académicos y estudiantes del Departamento de Investigación y Posgrado en Alimentos de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) desarrollan un proyecto para la obtención de fibra dietética a partir de subproductos de la industria del café (Coffea).

El proyecto lo encabeza la profesora investigadora Rocío Campos Vega, quien a través de estudios de composición nutritiva, nutracéutica y bioaccesibilidad en el tracto digestivo, encontró que los residuos del café utilizado para bebidas y los de la industria del café soluble son una fuente importante de fibra dietética antioxidante con potencial para ejercer diversos efectos benéficos a la salud del consumidor.

En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la doctora Rocío Campos Vega, quien es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), abundó que este proyecto surgió ante la necesidad de responder a las inquietudes internacionales respecto a la producción y demanda de alimentos para los próximos años.

La doctora Rocío Campos Vega. Foto: Agencia Conacyt

– ¿Cómo surge la inquietud por desarrollar esta investigación?

– Una de las propuestas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) es la utilización de subproductos de la industria de los alimentos, de ahí nace la idea. Por otra parte, el café es uno de los productos que más se consumen a nivel mundial y de los que más divisas generan a nuestro país.

Los subproductos que se producen en esta industria son elevados, uno de ellos es el residuo que queda en las cafeteras posterior a la preparación de la bebida y a la producción industrial del café soluble. En términos reales, solo se utiliza de cinco a 10 por ciento de la cereza del café, todo lo demás son subproductos entre la cáscara, el mucílago o la piel plateada; en ese sentido, el residuo representa aproximadamente el 50 por ciento.

– ¿Cómo se da el proceso de identificación de la fibra en estos residuos?

– Aunque ya se sabe que el café  es buena fuente de compuestos con efectos benéficos a la salud, la utilización de sus residuos en la industria de alimentos es pobre, debido a que no existe investigación suficiente respecto a que el café usado es rico en fibra insoluble, proteínas, lípidos y antioxidantes.

Otras investigaciones lo habían explorado como compuesto para la generación de biocombustibles o antioxidantes y se había estudiado su composición nutritiva y nutracéutica; no obstante, la factibilidad respecto a la digestión, si es bioaccesible en el tracto gastrointestinal y sus efectos fisiológicos, no se habían estudiado a fondo.

– ¿Qué fue lo que se desarrolló para la obtención de esta fibra insoluble a partir de los residuos de café usado?

– En colaboración con otros investigadores, extrajimos y concentramos la fibra del café mediante una tecnología llamada calentamiento óhmico, que es la elevación de la temperatura de un material mediante el paso de una corriente eléctrica. Esta tecnología permite un procesamiento en tiempos cortos, es decir, en  segundos. Ya es utilizada en la industria de los alimentos para la pasteurización, entre otras aplicaciones, pero hasta el momento nadie había reportado la concentración de fibra del café mediante esta metodología.

Con esta propuesta tecnológica, que además es amigable con el medio ambiente y cuya patente ya tenemos en trámite, hemos obtenido un ingrediente alto en fibra dietaria antioxidante a partir de este residuo del café; se ha demostrado su potencial para ejercer la capacidad antioxidante en plasma, el incremento de la excreción fecal y la promoción de la saciedad, entre otros beneficios. Además, con estudios in vitro hemos mostrado su potencial para inhibir la enzima α-glucosidasa, un indicador del potencial de la fibra dietética antioxidante del café usado como fuente natural de compuestos antidiabéticos.

– Usted mencionó que el producto obtenido es un ingrediente, ¿a qué se refería?

– Una de las ventajas que hemos visto en el proceso por calentamiento óhmico es que quita el sabor amargo a nuestro producto, aunque sigue conservando el sabor. Estamos por determinar qué es lo que ocurre a nivel estructural en la matriz del café usado para que pase eso. Lo que hemos hecho es incorporar esta fibra como ingrediente en un alimento modelo, en este caso un producto panificado, que fueron galletas.

Han tenido un buen recibimiento, se realizaron análisis sensoriales preliminares en dos formulaciones diferentes donde demostramos que esta fibra podía ser adicionada en productos con una buena aceptabilidad sensorial por parte del consumidor, porque además le ofrece un plus nutricional.

– ¿En este estudio han encontrado otros beneficios del producto?

– También hemos estudiado su efecto fisiológico en personas. Hicimos un estudio agudo, que es una prueba corta en la que evaluamos la sensación de saciedad, es decir, la disminución del hambre en las personas.

Les dimos una porción de 45 gramos de galletas a las personas y nos percatamos que no solo inhibía el hambre sino que además había una disminución en la ingesta de sus alimentos diarios, es decir, el consumo de estas galletas promovía la saciedad en los sujetos, lo que nos lleva a pensar en una estrategia potencial, utilizando esta fibra, que contribuya al control de peso corporal a través de una disminución en la ingesta calórica.

– ¿Hay otras instancias que estén trabajando en este proyecto de investigación?

– El trabajo se está llevando a cabo en el posgrado en Alimentos y el grupo de investigación de Nutracéuticos de la Facultad de Química de la UAQ, particularmente con la doctora Marcela Gaytán Martínez. Además, estamos trabajando en colaboración con la especialista del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), María Dolores del Castillo Bilbao, que también estudia los subproductos del café y su incorporación en alimentos.