Posts Tagged ‘Fernando Aramburu’

Cristian Alarcón gana el Premio Alfaguara 2022 por su novela El tercer paraíso

jueves, enero 20th, 2022

La obra del escritor y periodista chileno-argentino fue reconocida por su “vigor narrativo”. El premio está dotado con 175 mil  dólares, una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea de esta obra en todo el territorio de habla hispana.

Ciudad de México, 20 de enero (SinEmbargo).– El escritor y periodista chileno-argentino Cristian Alarcón fue galardonado con el Premio Alfaguara 2022 por su novela El tercer paraíso, la cual ahonda en las raíces familiares y cuenta con una estructura dual al estar ambientada en Argentina y Chile. 

“El protagonista reconstruye la historia de sus antepasados, al tiempo que ahonda en su pasión por el cultivo de un jardín, en busca de un paraíso personal. La novela abre una puerta a la esperanza de hallar en lo pequeño un refugio frente a las tragedias colectivas”, leyó el presidente del jurado, el reconocido escritor español Fernando Aramburu.

La novela, presentada con el mismo título y bajo el seudónimo de Daniel Vitulich, fue elegida por unanimidad y podrá encontrarse en librerías a partir del 24 de marzo. El premio está dotado con 175 mil  dólares, una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea de esta obra en todo el territorio de habla hispana.

El jurado destacó en El tercer paraíso “el vigor narrativo de una hermosa novela, con una estructura dual. Ambientada en diversos parajes de Chile y Argentina”.

La obra se sitúa de cara al confinamiento de 2020. En ella el protagonista siente la tentación de retirarse a su cabaña en las afueras de Buenos Aires para hacer frente desde allí a lo que pueda venir. Mientras espera, cultiva un jardín con todo tipo de plantas y flores.

En su retiro, el protagonista rememora la historia de su familia, que fue arrancada de cuajo de sus raíces en Daglipulli, Chile, por la dictadura de Pinochet.

“Es una historia familiar, es una novela familiar latinoamericana en la que también honro a quienes considero mis maestros, que son los grandes escritores a los que he leído siendo demasiado joven”, expresó el autor al hablar sobre los dos tiempos en los que está escrito su texto.

Alarcón expresó a través de una video llamada desde Argentina que El tercer paraíso, su primera obra de ficción, fue escrita durante la pandemia. Explicó que surgió de la soledad y de la necesidad de mirar “adentro en vez de afuera” por el confinamiento. En el acta del jurado se cita al autor en ese mismo sentido: “la belleza comienza en la maravilla de las flores, tan hermosas como finitas, en las que siempre veremos el misterio que no puede ser resuelto”.

El jurado de esta edición estuvo presidido por Aramburu y compuesto por los escritores españoles Olga Merino y Ray Loriga; la escritora argentina y librera de Lata Peinada, Paula Vázquez, y la editora mexicana y directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Marisol Schulz Manaut.

El jurado de la XXV edición del Premio Alfaguara de novela. Foto: Cortesía.

La XXV edición del Premio Alfaguara de novela, uno de los más importantes galardones literarios otorgados a una obra inédita escrita en español, recibió un total de  899 manuscritos, 131 desde Argentina, 87 desde Colombia, 43 en Chile, 408 por España, 57 desde Estados Unidos, México con 119 y Perú y Uruguay con 29 y 25 respectivamente.

Esta edición se da además en el marco del reconocimiento que recibió ​​Alfaguara por parte del Ministerio de Cultura y Deporte de España, que le otorgó a este sello editorial el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural correspondiente al año 2021 “en reconocimiento a su papel en la historia de la edición española, por su contribución a la formación de los lectores en la mejor narrativa internacional, por su papel en la difusión de la creación en español de ambas orillas y por su aportación innovadora a la literatura infantil y juvenil”.

Cristian Alarcón ha liderado un proceso de mutación permanente de la crónica latinoamericana. Foto: Alejandra López, cortesía Random House.

¿QUIÉN ES CRISTIÁN ALARCÓN?

Cristian Alarcón inició su carrera periodística desde comienzos de los noventa a través del periodismo de investigación y la escritura de crónicas en los diarios Clarín, Página 12, Crítica de la Argentina y en las revistas TXT, Rolling Stone y Gatopardo

Es autor de los libros Cuando me muera quiero que me toquen cumbia (2003) y Si me querés, quereme transa (2010) y de Un mar de castillos peronistas (2013), en el que escribe crónicas de viaje y perfiles de personajes disidentes, subalternos y marginales. 

En el año 2012 fundó la Revista Anfibia y el sitio Cosecha Roja. Desde entonces ha liderado un proceso de mutación permanente de la crónica latinoamericana. Allí ha experimentado con los límites de la narrativa de no ficción hasta llevarla a una última experiencia en el Laboratorio de Periodismo Performático de Revista Anfibia

“Yo he sido periodista toda mi vida, siempre he escrito libros, siempre he luchado por la literatura en el periodismo o por considerar al periodismo literatura”, expresó Alarcón en la ceremonia de este día.

Fue profesor visitante en el Lozano Long Institute of Latin American Studies de la Universidad de Austin, Texas,y en la Universidad de Lille, Francia. Ha sido galardonado con el Samuel Chavkin Prize, el Premio Konex–Diploma al Mérito en la categoría Crónicas y Testimonios (2014) y el Premio Perfil a la libertad de expresión(2019). Es profesor titular de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad de La Plata y dirige la Maestría en Periodismo Narrativo de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín.

El escritor Aramburu califica de “desacierto” el póster de Patria, de HBO, al no respetar el dolor de las víctimas

miércoles, septiembre 2nd, 2020

El cartel promocional de la serie publicado por HBO en sus redes sociales ha despertado un aluvión de críticas tanto de muchos usuarios como de políticos y asociaciones.

MADRID, 2 de septiembre (EUROPA PRESS).– El escritor español Fernando Aramburu considera un “desacierto” el cartel de HBO para el lanzamiento de la serie Patria –inspirada en su novela– y lo ha atribuido a “una estrategia de marketing” que no comparte.

“El primer cartel promocional de la serie de televisión Patria me parece un desacierto. Incumple una norma que yo me impuse cuando escribí mi libro: no perder de vista el dolor de las víctimas del terrorismo, tratarlas con la empatía y el cariño que merecen. La serie, en mi opinión, sí lo hace”, ha señalado en un texto recogido por Europa Press de su blog.

Aramburu ha recordado que, “a diferencia de numerosos opinantes precipitados”, ya ha visto los ocho capítulos de la serie y hay en dichos capítulos “una o dos secuencias” que le “chirrían”. “Pero la trama es en líneas generales próxima a lo que yo narré en mi novela, con una clara línea divisoria entre quien sufre y quien hace sufrir”, ha añadido.

Además, considera que al mismo tiempo hay “un nítido propósito” de mostrar la circunstancia humana de cada uno de los personajes. “Los pasajes de la filmación en que se muestran escenas de atentados de ETA son explícitos y están claramente vinculados a la ideología que los propició, no dejando margen alguno para lucubraciones justificadoras”, ha asegurado.

   Para el escritor, en la serie también “quedan claras” las consecuencias del terrorismo en la vida privada de quienes lo padecieron. Es por ello que entiende que este primer cartel –al que, en sus palabras, “seguirán otros menos susceptibles de generar polémica”– no es “suficiente para formarse una impresión completa” de la serie.

“Por más que esta incluya, como mi novela, un episodio de malos tratos en comisaría, cosa que solía ocurrir, si bien a espaldas de la ley; ley, que como se sabe, fue aplicada en ocasiones con resultados condenatorios. Atribuyo el cartel a una estrategia de marketing que no comparto”, ha concluido.

El cartel promocional de la serie publicado por HBO en sus redes sociales ha despertado un aluvión de críticas tanto de muchos usuarios como de políticos y asociaciones, al entender que equipara el sufrimiento de las víctimas de ETA y sus familiares con el de los presos de la banda terrorista y su entorno. El propio Aramburu subía el pasado martes a sus redes sociales una foto del cartel en la plaza de Callao acompañada de la frase ‘Madrid, hoy, ahora’.

El póster está compuesto de dos imágenes. A la derecha aparece, bajo una lluvia torrencial, una mujer sujetando el cadáver de su marido, que acaba de ser objetivo de un atentado de la banda terrorista. A la izquierda aparece un joven desnudo tirado en el suelo de una oscura habitación en la que al fondo aparecen otras tres personas, es decir, un condenado o sospechoso de ETA aparentemente torturado en dependencias policiales. Dos imágenes unidas en un mismo cartel bajo el lema “Todos somos parte de esta historia”.

El idioma español protagoniza la séptima edición del Festival de literatura mundial en Croacia

viernes, septiembre 6th, 2019

La séptima edición del Festival de literatura mundial se celebrará entre el 8 y el 14 de septiembre en las ciudades de Zagreb y Split. Será inaugurada por el escritor español Fernando Aramburu.

Zagreb, 5 de septiembre (EFE).- La literatura en español protagoniza la séptima edición del Festival de literatura mundial, que se celebrará entre el 8 y el 14 de septiembre en Zagreb y Split, y que será inaugurada por el escritor español Fernando Aramburu, anunció hoy la organización del evento.

“Es un escritor que, con su novela Patria, ha logrado mover las fronteras de la narración. (..) Se trata de un libro serio que habla del País Vasco pero que, más que ninguno otro, habla de nosotros mismos”, comentó el director del Festival, Seid Serdarevic, en una entrevista que publica hoy la agencia croata Hina.

Durante la inauguración del Festival este domingo, Aramburu presentará al público la edición en croata de Patria.

También participarán en el Festival el escritor argentino Jorge Bucay, que el martes día 10 dará una conferencia sobre las historias que han marcado su vida, para la que ya se han agotado las entradas.

La también argentina Samanta Schweblin hablará el miércoles sobre la relación entre autor y lector.

El español Carles Torner y el colombiano George Mario Angel Quintero participaran el jueves 12, junto a varios escritores más, en un debate sobre los nuevos muros, visibles e invisibles, que dividen a las personas.

La colombiana Laura Restrepo y las españolas Elena Medel y Cristina López Barrio participan también en esta cita literaria.

Entre otros escritores conocidos participarán en el festival el sueco David Lagercrantz, Paul Beatty, de EEUU, la rusa Ljudmila Ulicka, y la francesa Leila Slimani, y el austríaco Robert Menasse.

Todo es posible, de Elizabeth Strout: una novela de las debilidades humanas

sábado, noviembre 3rd, 2018

Lo más valioso de Elizabeth Strout es la sutileza con que explora los recovecos de la condición humana, ha dicho Fernando Aramburu. “Esta mujer que tanto me ha dado llenando mis horas de insomnio”, afirmó Elvira Lindo. Todo es posible, la nueva novela de Elizabeth Strout, es un retrato único y compasivo de las debilidades humanas. Aquí, el primer capítulo.

Ciudad de México, 3 de noviembre (SinEmbargo).-Una famosa escritora vuelve al Medio Oeste americano, a la ciudad de su infancia, y desencadena una serie de historias narradas por aquellos que la conocieron: recuerdos de soledad y condescendencia, sutiles y poderosos sentimientos y el siempre creciente abismo entre el desear y el tener.

Por la autora de Me llamo Lucy Barton. Foto: Especial

Fragmento de Todo es posible, de Elizabeth Strouth, con autorización de Océano

LA SEÑAL

Tommy Guptill había tenido una vaquería en su día, que había heredado de su padre y estaba a unos tres kilómetros del pueblo de Amgash, Illinois. Ya hacía muchos años de eso, pero por las noches Tommy aún se despertaba a veces con el miedo que había tenido la noche que su granja había ardido hasta los cimientos. La vivienda también había sido pasto de las llamas; el viento había llevado chispas a la casa, que no estaba lejos de las cuadras. Había sido culpa suya –siempre pensaba que la culpa era suya–, porque aquella noche no había comprobado que las ordeñadoras mecánicas estuvieran bien apagadas, y allí fue donde se originó el fuego. En cuanto prendió, arrasó la vaquería entera. Lo perdieron todo, salvo el marco de bronce del espejo del salón, que encontró entre los escombros al día siguiente y dejó donde estaba. Se organizó una colecta: durante varias semanas sus hijos fueron al colegio con la ropa de sus compañeros de clase, hasta que él pudo recomponerse y reunir el poco dinero que tenía; vendió las tierras al granjero vecino, pero no sacó mucho por ellas. Luego, él y su esposa, una mujer bonita y menuda que se llamaba  Shirley, se compraron ropa nueva. Él también compró una casa, y Shirley mantuvo la moral admirablemente alta mientras todo aquello sucedía. Habían tenido que comprarse la casa en Amgash, que era un pueblo destartalado, y sus hijos fueron al colegio ahí en vez de en Carlisle, donde iban antes, dado que su vaquería estaba justo en la frontera entre los dos pueblos. Tommy empezó a trabajar como conserje en la escuela de Amgash; la estabilidad del empleo lo atraía, y jamás podría trabajar en una granja ajena: no se sentía con ánimos para eso.

Tenía treinta y cinco años por aquel entonces.

Ahora sus hijos eran mayores, con hijos propios que también eran mayores, y Shirley y él seguían viviendo en su casita; ella había plantado flores alrededor, lo que era poco corriente en ese pueblo. Tommy se había preocupado mucho por sus hijos en la época del incendio; habían pasado de que su casa fuera un lugar al que el colegio iba de excursión –todos los años en primavera los alumnos de quinto curso del colegio de Carlisle iban a pasar el día allí; comían al aire libre en las mesas de madera próximas a las cuadras y luego entraban para ver cómo los hombres ordeñaban las vacas y el espumoso líquido blanco subía y circulaba por encima de ellos en los tubos de plástico transparente– a tener que ver a su padre como al hombre que pasaba la escoba por el “polvo mágico” que se echaba sobre el vómito de algún niño que había devuelto en los pasillos, vestido con su pantalón gris y una camisa blanca que llevaba “Tommy” cosido con hilo rojo.

Bueno. Todos habían superado el bache.

* * *

Esa mañana Tommy iba a hacer recados al pueblo de Carlisle conduciendo despacio; era un soleado sábado de mayo y solo faltaban unos días para que su mujer cumpliera ochenta y dos años. Había campos por doquier, con el maíz recién sembrado, y también la soja. Algunos seguían marrones, pues los habían arado a fondo para sembrarlos, pero sobre todo el cielo era azul y despejado, con unas pocas nubes blancas dispersas cerca del horizonte. Tommy pasó junto al letrero de la carretera que señalaba la casa de los Barton; aún ponía costura y arreglos, aunque la mujer, Lydia Barton, que cosía y arreglaba ropa, había muerto hacía muchos años. Los Barton habían sido unos marginados, incluso en un pueblo como Amgash, debido a su extrema pobreza y excentricidad. Ahora, el hijo mayor, un hombre llamado Pete, vivía solo en la casa, la hija mediana residía dos pueblos más allá y la menor, Lucy Barton, había huido hacía muchos años y había acabado viviendo en Nueva York. Tommy había pensado mucho en Lucy. En todos los años que se había quedado después de las clases, sola en un aula, desde cuarto hasta el final de secundaria; había tardado varios años en tan siquiera atreverse a mirarlo a los ojos.

Tommy estaba pasando ahora por la zona donde antes tenía la vaquería –ya solo había campos, no quedaba ni rastro de ella– y pensó, como a menudo hacía, en su vida de esa época. Había sido una buena vida, pero no lamentaba lo que había sucedido. No era propio de él lamentarse, y la noche del incendio –atenazado por un miedo incontrolable– comprendió que lo único que importaba en el mundo eran su mujer y sus hijos, y pensaba que las personas vivían toda la vida sin tener eso tan presente ni tan claro como él. En su fuero interno, veía el incendio como una señal de Dios para aferrarse bien a ese regalo. En su fuero interno, porque no quería que lo tuvieran por un hombre que buscaba pretextos para una tragedia; y no quería que nadie, ni tan siquiera su amada esposa, pensara que haría tal cosa. Aquella noche había sentido, mientras su mujer estaba con sus hijos junto a la carretera –él los había sacado rápidamente de casa cuando vio que las cuadras estaban ardiendo–, al ver las enormes llamas ascendiendo hacia el cielo nocturno y oír los espantosos mugidos de las vacas agonizando, había sentido muchas cosas, pero fue justo cuando el techo de su casa se desplomó y cayó entre las cuatro paredes, de lleno sobre las habitaciones y el salón de debajo, donde estaban las fotografías de sus hijos y sus padres, al ver eso, había sentido –de forma innegable– lo que solo podía pensar que era la presencia de Dios, y comprendió por qué los ángeles siempre se representaban con alas, porque lo había sentido –el sonido de un aleteo, o ni tan siquiera un sonido–, y había sido como si Dios, que no tenía rostro, pero era Dios, se apretara contra él y le comunicara sin palabras –en un brevísimo instante– un mensaje que Tommy entendió que era: Está bien, Tommy. Y Tommy había comprendido que estaba bien. Estaba más allá de su entendimiento, pero estaba bien. Y lo había estado. A menudo pensaba que sus hijos eran más compasivos por haber debido ir al colegio con niños que eran pobres y no de hogares como el que ellos habían tenido. Sentía la presencia de Dios desde entonces, a veces, como si un color dorado estuviera muy cerca de él, pero ya no volvió a sentirse visitado por Dios como esa noche, y sabía demasiado bien qué pensaría la gente, y por eso se llevaría con él a la tumba la señal de Dios.

Aun así, en una mañana de primavera como esa, el olor de la tierra le recordó los olores de las vacas, la humedad de sus ollares, el calor de sus vientres y sus cuadras –tenía dos–, y se permitió cavilar sobre retazos de escenas que le venían a la mente. Quizá porque acababa de pasar por delante de la casa de los Barton, pensó en el hombre, Ken Barton, que había sido el padre de aquellos pobres niños tristes y había trabajado para él a temporadas, y luego pensó –como hacía más a menudo– en Lucy, que se había ido para estudiar en la universidad y había acabado en Nueva York. Se había hecho escritora.

Lucy Barton.

Al volante, Tommy negó ligeramente con la cabeza. Sabía muchas cosas después de haber sido conserje en ese colegio durante más de treinta años; sabía de alumnas embarazadas, madres alcohólicas y cónyuges infieles, pues oía a los alumnos hablar de esos temas en los corrillos que formaban en los baños o cerca de la cafetería; en muchos aspectos, él era invisible, lo sabía. Pero Lucy Barton le había preocupado más que nadie. Ella, su hermana Vicky y su hermano Pete habían sufrido las crueles burlas de los otros alumnos, y también de algunos de los profesores. No obstante, como Lucy se había quedado después de clase tan a menudo durante tantos años, sentía –aunque ella no hablaba casi nunca– que la conocía mejor que a sus hermanos. Una vez, cuando Lucy estaba en cuarto curso, fue durante su primer año de conserje, Tommy había abierto la puerta de un aula y la había encontrado acostada en tres sillas puestas juntas cerca de los radiadores, con su abrigo por manta, durmiendo a pierna suelta. Se había quedado mirándola, viendo cómo el pecho se le movía ligeramente al respirar, le había visto las ojeras, las largas pestañas como diminutas estrellas titilantes, pues tenía los párpados húmedos como si hubiera estado llorando antes de dormirse, y había retrocedido despacio, haciendo el menor ruido posible; le había parecido casi indecoroso sorprenderla así.

Pero una vez –recordó ahora– ella debía de estar en bachillerato y él entró en el aula y la encontró dibujando con tiza en la pizarra. Lucy paró en cuanto lo vio.

–Sigue –dijo él.

En la pizarra había un dibujo de una enredadera con muchas hojitas. Lucy se apartó de ella y después, de repente, le habló.

–He roto la tiza –explicó. Tommy le dijo que no pasaba nada–. Lo he hecho a propósito –añadió ella, y una sonrisita asomó a sus labios antes de apartar la mirada.

–¿A propósito? –preguntó él, y ella asintió, con la misma sonrisita. Así que Tommy fue a coger una tiza, entera, la partió por la mitad y le guiñó un ojo. En su recuerdo, ella casi se había reído–. ¿La has dibujado tú? –preguntó, señalando la enredadera con las hojitas.

Ella se encogió de hombros y se dio la vuelta. Pero ha- bitualmente solo estaba sentada en un pupitre leyendo, o haciendo los deberes, él veía que hacía eso.

Se detuvo en una señal de stop y dijo, las palabras en voz baja, hablando solo: “Lucy, Lucy, Lucy B. ¿Dónde te fuiste, cómo huiste?”.

Tommy sabía cómo. En la primavera de su último curso, la había visto en el pasillo después de clase y ella le había dicho, con una candidez que lo sorprendió y sus ojos como platos: “¡Señor Guptill, voy a estudiar en la universidad!”. Y él había respondido: “Oh, Lucy. Eso es estupendo”. Ella le había dado un abrazo; no lo soltaba, así que él también la abrazó. Siempre recordaba ese abrazo, por lo delgadísima que estaba; le notó los huesos y los pequeños pechos, y porque más adelante se preguntó cuánto, o cuán poco, habrían abrazado a aquella muchacha.

Tommy pasó la señal de stop y entró en el pueblo; un poco más adelante había un hueco para aparcar. Dejó el coche ahí, bajó y entrecerró los ojos por el sol.

–Tommy Guptill –gritó un hombre, y cuando Tommy se volvió vio a Griff Johnson acercándose con su característica cojera, pues Griff tenía una pierna más corta que la otra y ni tan siquiera su zapato con alza podía evitar que cojeara. Griff tenía un brazo extendido, listo para un apretón de manos.

–Griffith –dijo Tommy, y estuvieron un buen rato estrechándose la mano, mientras los coches pasaban despacio junto a ellos por la calle Mayor.

Griff era el agente de seguros del pueblo y se había portado muy bien con Tommy; al enterarse de que no había asegurado la granja por su valor, Griff había dicho: “Te he conocido demasiado tarde”, lo que era cierto. Pero Griff, con su cara afable, y ahora su gran barriga, seguía portándose bien con Tommy. De hecho, Tommy no conocía a nadie, pensó, que no se portara bien con él. Mientras un suave viento soplaba alrededor de ellos, hablaron de sus hijos y nietos; Griff tenía un nieto que estaba enganchado a las drogas, lo que Tommy pensaba que era una pena, y solo escuchó y asintió, mirando de vez en cuando los árboles que bordeaban la calle Mayor, con las hojas tan nuevas y verdes, y después le oyó hablar de otro nieto que estaba estudiando Medicina, y dijo:

–Oye, eso es estupendo, enhorabuena –y se dieron palmadas en los hombros y cada uno siguió su camino.

En la tienda de ropa, con la campanilla de la puerta que anunció su llegada, estaba Marilyn Macauley probándose un vestido.

–Tommy, ¿qué te trae por aquí? –Marilyn estaba pensando en comprarse el vestido para el bautizo de su nieta que se celebraría en domingo dentro de varias semanas, dijo, y lo estiró de un lado; era de color beige con grandes rosas rojas; Marilyn iba sin zapatos, solo con las medias. Dijo que era un despilfarro comprarse un vestido nuevo para algo así, pero que le apetecía.

Tommy –que conocía a Marilyn desde hacía años, desde que estudiaba secundaria en Amgash– vio su incomodidad y comentó que no le parecía ningún despilfarro. Y añadió:

–Cuando puedas, Marilyn, ¿me ayudarás a elegir un regalo para mi mujer? –Vio como entonces ella adquiría un aire eficiente y ella dijo sí, por supuesto, y entró en el vestuario y salió con su ropa habitual, una falda negra y un jersey azul, con los zapatos planos negros puestos, y de inmediato lo condujo hacia los pañuelos.

–Mira –dijo, y sacó un pañuelo rojo entretejido con hilo de oro.

Tommy lo sostuvo, pero cogió un pañuelo de flores con la otra mano.

–Este quizá –sugirió. Y Marilyn dijo:

–Sí, es del estilo de Shirley –y entonces Tommy comprendió que el pañuelo rojo le gustaba a ella, pero que jamás se permitiría comprarlo. Marilyn, durante el primer año que Tommy trabajó de conserje, había sido una muchacha encantadora que decía: “¡Hola, señor Guptill!” siempre que lo veía, pero ahora era una mujer madura, nerviosa, delgada, con la cara chupada. Tommy pensaba lo que otras personas, que era porque su marido había ido a Vietnam y ya no había vuelto a ser el mismo; veía a Charlie Macauley por el pueblo y siempre parecía ausente, el pobre hombre, y también pobre Marilyn. Así que Tommy sostuvo un momento el pañuelo rojo entretejido con hilo de oro como si estuviera pensándoselo, y dijo:

–Creo que tienes razón, este es más del estilo de Shirley –y llevó el pañuelo de flores a la caja. Dio las gracias a Marilyn por su ayuda.

Creo que le encantará –observó ella, y Tommy respondió que seguro que sí.

De nuevo en la calle, Tommy se dirigió a la librería. Pensaba que quizá habría un libro de jardinería que a su mujer le gustara; una vez dentro, se paseó por la tienda y vio –en el mismo centro de la librería– un expositor con el nuevo libro de Lucy Barton. Lo cogió –tenía en la cubierta un edificio urbano– y miró la solapa posterior, donde estaba su fotografía. Pensó que no la reconocería si se la encontrara ahora, que solo porque sabía que era Lucy podía ver lo que quedaba de ella, en su sonrisa, aún tímida. Volvió a recordar la tarde que Lucy le dijo que había roto la tiza a propósito, su divertida sonrisita de ese día. Ahora era una mujer madura, y en la fotografía llevaba el pelo recogido, y cuanto más la miraba, más veía a la niña que fue. Tommy se apartó para dejar sitio a una madre con dos niños; la mujer pasó por su lado con sus hijos y dijo: “Perdone, lo siento”, y él respondió: “Oh, claro”, y luego se preguntó, como a veces hacía, qué vida habría llevado Lucy, tan lejos en Nueva York.

Volvió a dejar el libro en el expositor y fue a buscar a la dependienta para preguntarle por un libro de jardinería.

–Es posible que tenga justo lo que quiere, acabamos de recibir esto –y la muchacha, que en realidad no era una muchacha, salvo que a Tommy todas le parecían muchachas últimamente, le mostró un libro con jacintos en la tapa, y él dijo: “Oh, es perfecto”. La chica le preguntó si quería que se lo envolviera y él dijo: “Sí, sería estupendo”, y la miró cuando colocó el papel de plata alrededor del libro, con las uñas pintadas de azul, y sacando un poco la lengua, entre los dientes, mientras se concentraba; puso la cinta adhesiva y le dirigió una sonrisa radiante cuando terminó.

–Es perfecto –repitió él, y ella dijo:

–Pues que tenga un buen día –y él le respondió lo mismo.

Salió de la librería y atravesó la soleada calle; le contaría a Shirley lo del libro de Lucy; ella había querido a Lucy porque él la quería. Luego puso el coche en marcha, lo sacó del hueco en el que había aparcado y puso rumbo a casa.

El chico de los Johnson le vino a la cabeza, cómo no era capaz de dejar las drogas, y después pensó en Marilyn Macauley y en su marido, Charlie, y luego en su hermano mayor, que había muerto hacía unos años, y pensó que su hermano –que había luchado en la Segunda Guerra Mundial, que había estado en los campos cuando los vaciaban–, pensó que su hermano había regresado de la guerra cambiado; su matrimonio se acabó, la relación con sus hijos se enfrió. No mucho antes de morir, habló a Tommy de lo que había visto en los campos, y de cómo él y sus compañeros eran los encargados de enseñárselos a la gente del pueblo. Por alguna razón, habían llevado a un grupo de mujeres para mostrarles lo que había sucedido ahí mismo, y el hermano de Tommy dijo que, aunque algunas lloraron, otras levantaron la barbilla y parecieron enfadadas, como si se negaran a que nadie les hiciera sentirse culpables. Tommy jamás había olvidado esa imagen, y se preguntó por qué la recordaba ahora. Bajó la ventanilla del todo. Parecía que cuantos más años tenía, y ya era viejo, más comprendía que no podía entender esa confusa lucha entre el bien y el mal, y que quizá las personas no estaban hechas para entenderla ahí en la Tierra.

Pero cuando estuvo cerca del cartel que anunciaba costura y arreglos, redujo la velocidad y giró por la larga carretera que conducía a la casa de los Barton. Tommy tenía por costumbre pasar a ver a Pete Barton, quien por supuesto ya no era un niño sino un hombre maduro, desde que Ken –el padre de Pete– había muerto. Pete se había quedado solo en la casa, y Tommy llevaba uno o dos meses sin verlo.

Avanzó por la larga carretera, esa parte estaba aislada, algo de lo que Shirley y él habían hablado a lo largo de los años, pues el aislamiento no era bueno para los niños. Había maizales en un lado y sembrados de soja en el otro. El único árbol –inmenso– que antes se alzaba en mitad de los maizales había sido alcanzado por un rayo hacía unos años y ahora estaba caído sobre un costado, con las largas ramas peladas, rotas y apuntando hacia el cielo.

Elizabeth Strout. Foto: efe

Elizabeth Strout (1956) es una escritora estadounidense de ciencia ficción. Ganadora del premio Pulitzer.

ENTREVISTA | Hay que aparcar la ingenuidad y creer todavía en la democracia: Almudena Grandes

sábado, diciembre 2nd, 2017

La escritora española defiende su posición en la posguerra y completa la serie sobre la Guerra Civil Española con la novela Los pacientes del doctor García. “Soy una escritora anti-sistema”, se declara.

Ciudad de México, 2 de diciembre (SinEmbargo).- Hay muchas historias de posguerra en España y Almudena Grandes (Madrid, 1960) no va a poder contarlas a todas. Mientras tanto, está empeñada en terminar su serie, sabiéndose una “escritora antisistema”, no puesta para definir si hubo buenos o malos en la Guerra Civil Española, sino para saber que la República “era lo mejor que nos podía pasar” y a cambio hubo una cruel dictadura, que duró 40 años.

“Cuarenta años de represión atroz para bordar en el alma de los españoles el ideal imperial y ultracatólico no han servido para mucho porque, tras su muerte, la sociedad española dejó de tener que ver. Esa herencia se evaporó en la vida cotidiana, en los usos, en las costumbres. Sin embargo, queda una imagen del propio Franco que a él le habría gustado bastante”, supo decir Almudena Grandes al periódico El País, una imagen que ella no tiene ningún empacho en contradecir.

“Franco fue el mayor criminal de Europa Occidental, que ostenta el récord de mayor número de muertos en tiempos de paz de Europa Occidental, Franco fue un dictador fascista, sanguinario y fue una calamidad para mi país. No hay nada que reivindicar de su figura ni de su obra”, clama Grandes.

Viene a presentar su nueva novela sobre la serie de la Guerra Civil Española, Los pacientes del doctor García, un fascinante thriller y novela de espías, tal como lo vende la editorial, aunque la esencia de la novela es precisamente como ser héroe, casi por casualidad o por azar, en un mundo lleno de héroes silenciosos, que debieron pasar tanto tiempo de sojuzgamiento desde la Segunda Guerra Mundial y el franquismo.

Almudena Grandes cree que hubo buenos y malos en todas las guerras del mundo, eso no es la esencia. Foto: FIL

Tras la victoria de Franco, el doctor Guillermo García Medina sigue viviendo en Madrid bajo una identidad falsa. La documentación que lo libró del paredón fue un regalo de su mejor amigo, Manuel Arroyo Benítez, un diplomático republicano al que salvó la vida en 1937. Cree que nunca volverá a verlo, pero en septiembre de 1946, Manuel vuelve del exilio con una misión secreta y peligrosa. Pretende infiltrarse en una organización clandestina, la red de evasión de criminales de guerra y prófugos del Tercer Reich que dirige desde el barrio de Argüelles una mujer alemana y española, nazi y falangista, llamada Clara Stauffer. Mientras el doctor García se deja reclutar por él, el nombre de otro español se cruza en el destino de los dos amigos. Adrián Gallardo Ortega, que tuvo su momento de gloria como boxeador profesional antes de alistarse en la División Azul, para seguir luchando como voluntario de las SS y participar en la última defensa de Berlín, malvive en Alemania, ignorando que alguien pretende suplantar su identidad para huir a la Argentina de Perón.

Esa es la sinopsis y esta es la entrevista con la gran Almudena Grandes.

[youtube pg2aWOo5QyU]

–Cuántas historias hay de la posguerra, muchísimas

–Hay muchísimas y no sé si yo las voy a poder contar todas. El impulso que me llevó a escribir esta serie fue descubrir que los españoles vivimos dentro de una mina de oro. Pisamos un filón de historias desconocidas, a veces tan grandes como la invasión  del Valle de Arán, historias que no se han contado y eso es como el sueño de un novelista.

–Tienes muchos lectores y ¿qué te dicen?

–Me dicen los lectores que no son novelas históricas, es que las novelas históricas las suelen protagonizar la emperatriz Carlota, los Presidentes, las reinas, los reyes y sin embargo en mis novelas lo que cuenta es la historia desde abajo. Cuenta la historia a través de la vida privada de la gente corriente, lo que para mí es un camino tan bueno como cualquier otro para contar la historia de las sociedades. Una cosa que me gusta es que el doctor García y su amigo Manolo Arroyo, que son los protagonistas de esta novela, es que ellos no son gente corriente, sino que ellos se meten en unos líos fregados, toman riesgos y peligros que algunos héroes profesionales no afrontarían y se comprometen por los impulsos y las razones que llevan a comprometerse a la gente corriente. Por amistad, por lealtad, por gratitud, por ese tipo de cosas por las que asumiríamos riesgos cualquiera de nosotros. Ese es el tipo de historia que me interesa contar, no me interesa contar historias de reyes y reinas, me interesa contar la vida privada de la gente corriente.

Una novela que alimenta la serie sobre la Guerra Civil Española. Foto: Especial

–Los héroes y las heroínas, ¿dónde están hoy en España?

–Lo que está pasando es poco heroico, la verdad. Creo que de todos los adjetivos esdrújulos que se suponían que iban a caracterizar el proceso, el que ha prevalecido es el ridículo. Creo que el proceso catalán es muy característico de estos tiempos, del siglo XXI. Las verdaderas revoluciones  siempre van de abajo hacia arriba y siempre parten de los márgenes para invadir al centro. Y el proceso catalán se ha estructurado de arriba hacia abajo y se ha originado en el propio centro del poder. Eso como revolución es discutible, una revolución ordenada desde el poder. Donde los gobiernos convocan huelgas y pasan cosas inverosímiles. Es un proceso donde no hay héroes ni heroínas, la verdad. Los héroes y las heroínas en todo caso podrían seguir siendo las personas anónimas que luchan por las condiciones de la vida de la gente, en Barcelona, en Madrid, en el resto del mundo.

–¿Tus novelas como están dentro de lo que es España hoy?

–Mis novelas tienen mucho éxito, Tengo muchos lectores y para mí es importantísimo tener lectores porque yo me he convertido en una escritora anti-sistema. La mayoría de los escritores que novelan la historia reciente de mi país escriben novelas desde el punto de vista de la equidistancia. Los dos bandos fueron igual de malos, los dos bandos hicieron cosas horribles y yo me niego a participar de eso. Yo tengo muy claro que en España hubo un bando que representaban los valores democráticos y otro bando que representaba los valores del fascismo. Tengo muy claro adonde pertenecer y quiénes eran los buenos y quiénes eran los malos. A pesar de todo yo publico, vendo muchos libros y mis libros se leen porque tengo lectores maravillosos que me siguen y me sostienen. Mientras mis lectores me den de comer, yo seguiré existiendo y escribiendo los libros que a mí me parece que tengo que escribir. En el momento que me dejen de sostener, tendré que hacer libros que me mande mi editor. No serán los mismos.

–¿Cómo ves entonces la posición de Javier Cercas, que acaba de sacar una novela de posguerra, El monarca de las sombras, donde dice que había buenos de un lado y del otro?

–Vale, yo es que no me meto con la posición de los demás, cada uno es muy libre de opinar, pero yo, por supuesto, te diré que había buenas personas y malas personas en los dos bandos, pero ha habido buenas personas y malas personas en cualquier guerra del mundo, desde los asirios. Sin embargo, creo que la victoria de Francisco Franco fue la gran catástrofe de la historia de España, no solamente por lo que supuso sino por la posibilidad con la que acabó. La gran oportunidad de España fue la segunda República y creo que los republicanos encarnaban el mejor futuro posible para mi país. De ahí no me muevo.

–En el siglo XXI la democracia se ha vuelto un poco complicada

–La democracia siempre es complicada y muchas veces efectivamente los resultados te pueden llevar a discutir la idoneidad de la democracia. Lo que hay que hacer es aparcar la ingenuidad, la derecha siempre tiene el poder, siempre tiene el dinero, los medios de comunicación…particularmente en España la situación de los medios de comunicación es patética, en el sentido de que por ejemplo durante el conflicto catalán, la Generalitat daba una información sesgada, pero Antena 3 y todos los otros medios daban igual una información sesgada al otro lado. Es difícil, pero sigo creyendo en la democracia. Es el mejor de todos los sistemas posibles, ya sé que no es perfecto, ya sé que es manipulable, ya sé que es mejorable, pero me parece el mejor de todos los sistemas posibles. Lo que hay que esperar es que la izquierda supere de una vez la ingenuidad de hacer como que no se cree que pasan las cosas que todos sabemos que pasan.

–¿Cómo está el tema con los autores españoles, es decir conversan con Fernando Aramburu, Rosa Montero, Elvira Lindo, el propio Javier Cercas?

–Mira, Mónica, en España soy una escritora anti-sistema. Escribo sobre el pasado desde una posición que no comparte nadie más. Porque en general la mayoría de los escritores que has citado son partidarios de la equidistancia de la que te hablaba antes. Bueno, salvo Fernando Aramburu, que ha escrito sobre otro conflicto. Con todos tengo una muy buena relación personal, pero me siento bastante francotiradora en el ámbito de la literatura española contemporánea.

–¿Quién fue Francisco Franco?

–Franco fue el mayor criminal de Europa Occidental, que ostenta el récord de mayor número de muertos en tiempos de paz de Europa Occidental, Franco fue un dictador fascista, sanguinario y fue una calamidad para mi país. No hay nada que reivindicar de su figura ni de su obra.

–¿Qué vas a hacer ahora, porque después de semejante novelón?

–Voy a escribir la quinta novela de la serie, un poco más cortita, que es una novela de los años 50, de una época en la que ya no había épica, fueron los años de plomo, del nacional-catolicismo, cuando España se volvió un país muy gris, muy polvoriento, escribiré una novela pequeña que pasa en un manicomio. Y luego acabaré la serie. Para mí esta serie siempre ha sido un privilegio y lo sigue siendo, así que lo voy a apurar hasta el final.

Huachicoleros de Antaño / Inai, credibilidad a prueba

sábado, mayo 13th, 2017

Huachicoleros de Antaño 
Uno de los principales temas que estuvo en jaque durante la semana, fue el de los huachicoleros, esto no es algo de reciente aparición sino que es un problema que han arrastrado los gobiernos locales ya que no han sido prioridad atenderlos, al respecto el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, asegura que: “el ex Gobernador de Puebla y suspirante presidencial del PAN Rafael Moreno Valle anda tan ocupado presentando por todo el país su libro ‘La Fuerza del Cambio’ muchos de sus paisanos se preguntan si le podría dedicar un rato a explicarles un asunto que los trae preocupados. ¿Cómo diablos fue que durante su administración creció tanto el robo de combustible en el llamado Triángulo Rojo y por qué le dejó a su sucesor, Antonio Gali, un conflicto de ese tamaño. Porque nadie en su sano juicio puede pensar que los llamados huachicoleros brotaron por generación espontánea en un par de meses para apoderarse de un negocio ilegal millonario en el que, según se afirma, andan metidos incluso cárteles de la droga. Y ya enterados en gastos, quizás Moreno Valle podría explicar cómo es que en su libro, que le ha permitido colocar espectaculares con su imagen por todos lados, no le dedica ni una línea a ese broncón.”

Una vez más las violaciones a derechos civiles por parte de las autoridades en Palmarito, Puebla se sumo a la lista de las violaciones en su tipo que se han cometido en el presente sexenio. En El Universal, el periodista Salvador García Soto, escribe que: “el país fue testigo de dos hechos graves[…]el robo de combustibles como negocio creciente del crimen organizado y los riesgos de violaciones graves a derechos civiles por el uso indiscriminado del Ejército en labores policíacas para enfrentar a la delincuencia.El robo de combustibles,[…] nunca creció tanto como en lo que va del sexenio del presidente Peña Nieto. Cada año […] se incrementó en un promedio de casi 300 por ciento, para un incremento total de más del mil por ciento durante esta administración […]. El crimen organizado que controla esa industria ilegal y millonaria, con cárteles como Los Zetas, Del Golfo y Jalisco Nueva Generación, se roban un promedio de 5.5 millones […].Ganan los narcos, que encontraron en este robo, relativamente fácil ante un Estado débil e incapaz de cuidar la kilométrica red de ductos, un actividad más lucrativa incluso que el tráfico de drogas; también ganan los pobladores de zonas depauperadas […], los cárteles han logrado meterlos a la ordeña donde obtienen ingresos que nunca ganarían como campesinos y obreros en trabajos eventuales y mal pagados. […] El otro hecho que tampoco es nuevo, […] es el abuso cometido por un soldado que en el operativo del Ejército en Palmarito,[…]. La misma Sedena reconoció y pidió que se investigue y se sancione a uno de sus integrantes que actuó fuera del orden legal[…]. Tuvieron que pasar las cuatro bajas de los soldados y la ejecución extrajudicial registrada en video para que otra vez, en medio de ‘condenas enérgicas’, ‘rechazos contundentes’ y ‘lamentos’ de los políticos y gobernantes, se vuelva a hablar de la necesidad de legislar sobre la participación del Ejército en labores de vigilancia, pero también del aplazado y evitado tema que subyace en este debate: la incapacidad del Estado —Federación, estados y municipios— para brindar seguridad a los mexicanos.”

Inai, credibilidad a prueba
Tras haber cumplido el plazo como Presidenta Comisionada del Inai, Ximena Puente de la Mora, el pasado viernes el Instituto eligió a su nuevo Presidente, Javier Acuña Llamas quien obtuvo cinco votos de siete. El ahora Titular del Instituto tiene un enorme reto y metas por cumplir para que el Inai se consolide como una institución solida con la capacidad de salvaguardar el derecho de acceso a la información pública y la protección de datos personales.  En El Universal, su Editorial, asegura que:”siempre que comienza una gestión en alguna institución o dependencia se abre la posibilidad de continuar con los avances logrados, pero también de revertir y combatir problemáticas que empañan el desempeño de la institución[…]. Con el nombramiento de Javier Acuña como nuevo Presidente del Inai para el periodo 2017-2020, a este instituto se le presenta la gran oportunidad de consolidarse como un pilar para la incipiente democracia mexicana[…]. Como organismo autónomo, el Inai debe salvaguardar su autonomía y credibilidad, manchadas desde su origen por diversas acusaciones sobre un arreglo de cuotas en el Senado para la integración de los consejeros[…]. Deberá gestionar para que el fracaso de la Plataforma Nacional de Transparencia […]En su último informe Ximena Puente, ahora ex Presidenta de este instituto, señaló que se habían presentado 74 denuncias ante la Auditoría Superior de la Federación por incumplimiento en la entrega de información. Ninguna de ellas ha sido causal de un castigo ejemplar por parte de la ASF[…]. El Inai es sólo una parte del gran mecanismo para transitar con paso firme hacia un pleno Estado de Derecho; si los demás engranajes se resisten a moverse de nada servirán los esfuerzos aislados. Es necesario que las demás instancias, en principio las relacionadas con la transparencia en el uso de recursos públicos y de impartición de justicia, operen en la misma ruta[…].El Inai no se puede dar el lujo de perder la frágil confianza del ciudadano. Debe trabajar para ocupar el lugar que le toca como un actor preponderante en el combate a la corrupción y para ello debe mantener intacta su autonomía. Es una tarea que puede enfatizar el recién nombrado Presidente, quien contribuiría a sentar las bases para un sistema político si no plenamente transparente, sí menos opaco.”

Desafuero PRD
Tras los escándalos de corrupción del Partido de la Revolución Democrática PRD (Eva Cadena) y del Partido Revolucionario Institucional PRI (Antonio Tarek) ambos partidos se encuentran en jaque en la Cámara de Diputados ya que entre ellos piden desafuero para cada uno de los integrantes, al respecto Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “la solicitud de desafuero contra la legisladora de Morena Eva Cadena pone en aprietos a la bancada del PRI en la Cámara de Diputados debido a que por lo menos el Vicecoordinador del PRD, Jesús Zambrano, ya cuestionó que si le quitan el fuero a la veracruzana también deberán buscar que concluya el mismo proceso para Antonio Tarek Abdalá, ex tesorero de Javier Duarte. El problema es que la Sección Instructora, que preside el priista Ricardo Ramírez Nieto, ya dijo que mientras continúe vigente el amparo que emitió un juez federal, que evita cualquier acción penal emitida por la Fiscalía General de Veracruz contra Tarek Abdalá, simplemente no pueden hacer nada.”

¿Decir no a todo?
Se aproximan las elecciones presidenciales y tanto el país como los partidos políticos que nos representan no se encuentran en el escenario más optimo para lanzar a sus candidatos, sin embargo es importante que justo ahora se busque sumar y buscar una solución en conjunto para atender las problemáticas que atañen al país, en Milenio, el periodista Hugo García Michel, escribe que: “cuando recién me afilié al Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), en 1976, en una de las primeras asambleas[…] Eduardo Valle, ex líder estudiantil del 68 bien conocido como El Búho[…] dijo que, si éramos un partido de oposición, teníamos que oponernos y decir que no a todo lo que hiciera o propusiera el gobierno.[…]Según la lógica del estimado y extrañado Búho, sí. Esto sucedió hace 41 años, […] ¿Qué tanto ha cambiado en ese sentido la oposición de izquierda? ¿Se sigue oponiendo hoy por consigna a todo lo que venga del gobierno? […] Andrés Manuel López Obrador dijo lo mismo a pregunta expresa […].Todo es negro para el iluminado Mesías más allá de su entorno. No hay matices. El maniqueísmo como vocación delirante.[…].Se trata de sumar y buscar entre la mayoría que este país resuelva sus muchos problemas (pobreza, inseguridad, violencia, educación, corrupción), a pesar de las rémoras de todo tipo que tratan de atascarlo y detenerlo.El proceso hacia 2018 será importantísimo en ese sentido y necesitamos escoger la mejor opción de gobierno. Ya se perfilan algunas. La cuestión es saber elegir la adecuada.”

Marko aprende la lección
En la ola de servidores públicos que abusan de su posición aparece el panista Marko Cortés, quién fue exhibido de evitar las fotos multas sin recibir una sanción administrativa, sin embargo El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: “fue duro el balconeo de sus propios compañeros de partido, pero el coordinador del PAN en la Cámara de Diputados, Marko Cortés, aprendió la lección y ordenó retirarle a su vehículo híbrido el cartón que le cubría la mitad de la placa trasera, que le permitía evadir las fotomultas en la CDMX. Desde la noche de este jueves se pudo observar en el estacionamiento de la Cámara de Diputados el vehículo Leaf de Nissan sin el cartón y ya se aprecia la placa completa: M55 AHS. Antes de quitar el cartón a la placa, el Director administrativo de la bancada azul, Omar Francisco Gudiño, había escrito en una carta que “desconocía” que la placa del auto estuviera cubierta y giró instrucciones para que este tipo de conductas no vuelvan a ocurrir, “porque son hechos absolutamente reprochables”. Don Marko hizo lo correcto, nos comentan.”

Patria
A través de la literatura y la ficción es posible retratar a una sociedad marcada por la violencia afirma en Reforma, el escritor Jorge Volpi, escribe que: “la literatura es, o debería ser, antes que nada, un placer; el problema es que, en nuestros días, ese placer suele ser visto como mero entretenimiento: una distracción bella o simpática pero a fin de cuentas inútil[…].Si a ello se suma la añeja concepción romántica del arte por el arte -esto es, de un arte cerrado en sí mismo, ajeno a los afanes de la vida cotidiana-, su impacto en la realidad, y sobre todo en el conocimiento de la realidad, parecería tornarse aún menos significativo. Pero las artes, […] son formas de conocimiento tan sólidas y profundas como la ciencia o las ciencias sociales, […] hay que propiciar la lectura de novelas y cuentos en la universidad en primera instancia debido al placer que le proporcionarán a los alumnos, pero también hay que usarlas[…] como fuentes de investigación tan aptas y válidas como las que suelen acompañar a la investigación científica[…]. A diferencia de las ciencias y las ciencias sociales, la ficción nos permite reconstruir vidas y, algo acaso más importante, conciencias, y experimentarlas de pronto como si fueran nuestras[…].He terminado de leer Patria, la última novela de Fernando Aramburu[…]. Muestra las aristas del conflicto vasco como no podría hacerlo ningún tratado histórico, periodístico o sociológico. Su ambición, como en Tolstói, es mayúscula: valerse de apenas dos familias[…].Una de ellas con el padre asesinado por ETA, la otra con un hijo en la cárcel por su pertenencia a la banda-, así como el sinfín de sutilezas, contradicciones y paradojas en el comportamiento de sus miembros, expone, más que explica, el denso entramado de una sociedad curtida por la violencia. La generosidad de Aramburu con sus personajes es admirable: unos y otros, los malos y los buenos[…]. Leyendo Patria me doy cuenta de que quizás en México nos falte una novela así, que se aventure a retratar otra sociedad, la nuestra, marcada a fuego desde hace once años por una violencia todavía mayor-”