Posts Tagged ‘campesinos mexicanos’

Campesinos niegan apoyo a Meade: “No apoyó al campo, es coautor del gasolinazo y del Fobaproa”

martes, noviembre 28th, 2017

Organizaciones campesinas mexicanas rechazaron la precandidatura presidencial de José Antonio Meade porque consideraron que su labor en los sexenios del PAN y PRI perjudicó al campo.

“Meade nunca apoyó al campo. Como Secretario de Hacienda fue el autor del gasolinazo, además de ser un operador político del PRI y PAN. Por eso, no queremos apoyar esa candidatura”, expuso Max Correa, líder de la Central Campesina Cardenista.

Los dirigentes campesinos expresaron su respaldo a Morena, y ofrecieron 5 millones de votos a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

Ciudad de México, 28 de noviembre (SinEmbargo).- Organizaciones campesinas nacionales rechazaron la postulación de José Antonio Meade Kuribreña como precandidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI) pues representa la continuidad de los privilegios de las grandes empresas y no encuentran en él una alternativa al rescate del campo en México.

“José Antonio Meade ha sido un operador político del PAN y el PRI. Representa, como lo dijo ayer Aceves del Olmo [líder de la CTM], la esperanza, pero la esperanza de la continuidad de esos privilegios, de esa casta divina de políticos y sindicales que han empobrecido a la nación”, dijo a SinEmbargo Max Correa, dirigente de la Central Campesina Cardenista (CCC).

Líderes de organizaciones campesinas celebraron este martes lo que llamaron “El Plan de Ayala del siglo XXI”. En el evento, realizado en la Ciudad de México, expusieron que en Meade no encuentran una alternativa para el rescate rural de México.

“Meade es el coautor o instrumentador del Fobaproa. Fue el primer director de la Financiera Rural, que le ha servido sólo a los grandes agricultores del país. Como Secretario de Hacienda siempre se caracterizó por los recortes al campo y subejericios, como Secretario de Desarrollo Social modificó la metodología para medir la pobreza y rompió el seguimiento que el Coneval traía queriendo resolver de manera artificial las cifras que no se pueden ocultar porque la realidad nos dice que los mexicanos cada vez somos mas pobres.

“Nunca apoyó al campo, este 2017 es uno de los años donde peor le va a ir al campo y a los programas productivos y sociales. Meade también es el autor del gasolinazo, por eso, no queremos nosotros apoyar esa candidatura”, expuso el líder de la de la Central Campesina Cardenista.

Al tiempo que criticaron a Meade, los dirigentes campesinos expresaron su respaldo al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y ofrecieron 5 millones de “votos verdes” a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.

“Nos estamos declarando en insurgencia electoral campesina. Estamos acordando convocar a foros para enriquecer el proyecto de nación de AMLO”, dijo Max Correa.

Entre las organizaciones que manifestaron su rechazo a la candidatura de José Antonio Meade y su apoyo a López Obrador están la Central Campesina Cardenista, la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), la Central de Organizaciones Campesinas y Populares (Cocyp), la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, la Unidad de la Fuerza Indígena y Campesina, y organizaciones regionales de productores de maíz.

Víctor Suárez, dirigente de la ANEC, dijo que Meade es “el que ha favorecido la gran concentración del ingreso en muy pocas manos”.

“Él abandono al campo y ha cancelado las oportunidades de trabajo e ingreso de la gente que vive ahí, que ha tenido que migrar a las ciudades o a Estados Unidos (…) Ha sido cómplice y ejecutor de políticas que han perjudicado a la población rural del país”, refirió.

 

Los dirigentes de las organizaciones campesinas señalaron que decidieron apoyar a López Obrador porque “tiene una propuesta que nos permite tomar en cuenta todo lo que representa la soberanía alimentaria, el combate a la corrupción, la inclusión de indígenas, pobres y jóvenes”.

Anunciaron que buscarán coordinar el voto campesino en 25 mil secciones electorales en orden de congregar 5 millones de votos para Morena.

EL TLCAN enfrenta la rebelión de los campesinos pobres de México: “Nos da en la torre”, resumen

jueves, agosto 10th, 2017

“El TLC nos da en la torre (golpea) por la competencia que tenemos con Estados Unidos. No es lo mismo un agricultor mexicano que un ‘gringo’, ellos tienen más superficie, más maquinaria y más tecnología. Es una competencia desleal”, aseguró a Efe, Ricardo Gabriel Hernández, campesino de Jalisco.

En estos años del TLCAN la restricción de las políticas públicas para el campo ha obligado a que seis millones de hectáreas dejen de trabajarse. Las cifras que esgrime la Central de Organizaciones Campesinas y Populares son preocupantes. Cien mil expertos agrícolas que trabajaban en instituciones públicas y programas gubernamentales perdieron su trabajo, 50 mil ingenieros agrónomos ya no se dedican al campo y millones de mexicanos viven en zonas rurales subsistiendo bajo mínimos.

Por Martí Quintana

México, 10 de agosto (EFE).- Por desleal, empobrecedor e injusto, miles de pequeños productores agrícolas de México exigen la eliminación del capítulo agropecuario en el nuevo TLCAN, un convenio al que acusan de llevarlos casi a la miseria junto al desdén de las autoridades.

“En estos años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) la restricción de las políticas públicas para el campo ha obligado a que seis millones de hectáreas dejen de trabajarse”, dijo a Efe José Jacobo Femat, presidente nacional de la Central de Organizaciones Campesinas y Populares (Cocyp).

Las cifras que esgrime Femat son preocupantes. Cien mil expertos agrícolas que trabajaban en instituciones públicas y programas gubernamentales perdieron su trabajo, 50 mil ingenieros agrónomos ya no se dedican al campo y millones de mexicanos viven en zonas rurales subsistiendo bajo mínimos.

De acuerdo con el representante de Cocyp, entidad que forma parte del Consejo Nacional de Organismos Rurales y Pesqueros (Conorp), que representa a unos 200.000 pequeños productores, ello lleva a buena parte de la población campesina a “la miseria y supermiseria”.

Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la población rural pobre ascendía al 61,1 % en 2014, mientras que la urbana era del 41.7 por ciento.

El mayor problema, argumentó Femat, es la libre colocación de precios, la falta de control estatal y los exportadores e intermediarios, que compran el producto a precios irrisorios y luego los venden con grandes ganancias.

“Es el exportador, el empaquetador final que manda el producto al extranjero quien se beneficia del productor, esquilmándolo al máximo”, denunció.

A sus 53 años, Ricardo Gabriel Hernández vive en Jalisco y es cosechador de maíz, uno de los productos con más compraventa desde y hacia Estados Unidos.

“El TLC nos da en la torre (golpea) por la competencia que tenemos con Estados Unidos. No es lo mismo un agricultor mexicano que un ‘gringo’, ellos tienen más superficie, más maquinaria y más tecnología. Es una competencia desleal”, aseguró a Efe.

Hoy en día, el precio del maíz -uno de los alimentos insignes de México- lo estipula la Bolsa de Chicago, cuando antes en el país latinoamericano existían precios mínimos o “de garantía”, y recibían ayudas que hoy continúan, pero apenas rondan los 140 pesos (7.83 dólares) por hectárea.

El mercado local, presionado por los precios de la competencia estadounidense, tampoco ayuda a este agricultor con seis hijos.

A él le dan alrededor de 3 mil 500 pesos por cada tonelada de maíz, que luego se vende a los fabricantes de tortillas a 5 mil 500 pesos.

Lo más preocupante es que lo que gana el campesino por tonelada equivale, prácticamente, al costo del cultivo y cosecha, aseguró.

En el estado de Oaxaca, Humberto Castro pasa por las mismas penurias. Tiene 41 años y lleva desde los 21 en el campo. Planta fríjoles, una legumbre que, como el maíz, acompaña el plato diario de millones de personas.

Por hectárea de fríjol, tiene unas seis, gana alrededor de 16 mil pesos, a dividir entre 12 meses.

“Prácticamente no alcanza, tiene uno que diversificar con la crianza de borregos, ovinos, y cuando hay oportunidad actividades de comercio”, apuntó.

Él es de los afortunados: “Hay agricultores que solo tienen una hectárea o dos hectáreas, el común. Solo trabajan un ciclo de cultivo y luego migran”.

En este contexto, la Conorp anunció que buscará que se celebre un plebiscito para que la ciudadanía decida si se excluye el capítulo VII “Sector Agropecuario y Medidas Sanitarias y Fitosanitarias” del TLCAN, en vigor desde 1994 entre México, Estados Unidos y Canadá.

Para ello están cabildeando legisladores para que soliciten la realización de esta consulta, de la que se encargaría el Instituto Nacional Electoral (INE) el próximo año.

Ello significa trabajar contrarreloj, pues la renegociación del TLCAN comienza este 16 de agosto y los Ejecutivos de México y Estados Unidos desean que se desarrolle con rapidez y concluya antes de los procesos electorales de 2018 en ambos países.

Además de la Conorp, otras organizaciones campesinas se han manifestado recientemente en contra del TLCAN. Incluso el sector lechero denunció competencia desleal de Estados Unidos, llevando a la quiebra a más de 500 mil unidades productivas.

Esta posición choca con el discurso oficial, que ve en el convenio comercial un instrumento beneficioso para productores y consumidores de los países socios.

En todo 2016, el intercambio comercial de productos agroalimentarios entre México y Estados Unidos fue de 42.785 millones de dólares, y desde 1994 el comercio bilateral aumentó un promedio anual del 9 por ciento, según la Secretaría de Agricultura.

ENTREVISTA | Bon Marché México: abasto responsable, la justa oferta y la demanda ética

viernes, febrero 17th, 2017

Ehitel Silva Zegarra fundó en abril del año pasado “Bon Marché”, una empresa que busca llevar los ingredientes más frescos y sanos a las mesas de los mexicanos, con la particularidad de que su origen está en los sembradíos de Xochimilco, Puebla y Guanajuato, por mencionar algunos. Con esto, quieren apoyar la economía local, reducir los intermediarios y ofrecer los productos a un precio justo, que permita una ganancia digna para los campesinos.

Ciudad de México, 17 de febrero (SinEmbargo).– El escritor y promotor cultural Antonio Calera-Grobet entrevistó a Ehitel Silva, plática en la que charlan no sólo de Bon Marché, sino también del gran placer que significa para el peruano la cocina, la comida y el compartir la mesa con sus seres queridos.

– Compártenos los objetivos de tu empresa, ¿quiénes la conforman y cuáles son sus objetivos?

– En México he formado una empresa que se llama “Bon Marché México”. A través de una plataforma de internet trata de llevar los mejores productos del campo mexicano, impulsando a los pequeños y medianos productores, directamente a los consumidores. Tratando con esto de romper la cadena de tantos intermediarios que lo que hacen es encarecer los productos y abusar en muchos sentidos de los productores.

Nosotros estamos trabajando y fomentando el comercio justo. Tratando de darle dignidad y oportunidad a los pequeños productores. Nuestros principales objetivos son principalmente dos:

1. El apoyo a la economía doméstica dentro de los distintos poblados de las regiones aledañas.

2. El comercio justo. Por comercio justo entendamos la reducción de canales de distribución comprando directamente a precios mejores precios a los productores de diversas las  regiones.

La conformamos un servidor y mi socio César Barrera, así como personal operativo que nos apoya en todo momento a la distribución de los diferentes clientes que tenemos.

– La entrevista que te hago pretende descubrir tu sentir en el tema del abastecimiento de insumos, (de vegetales y legumbres, lácteos y demás elementos alimentarios que manejas): cómo has analizado la participación de los grandes consorcios como intermediarios entre los agricultores y nuestra mesa, toda esa desigual relación que ha venido a dar al traste no sólo con el comercio justo sino con el agro mexicano, la dignidad de nuestros agricultores, tantas cosas más. ¿De qué puntos de la geografía te abasteces? ¿Qué productos manejas? ¿Cuál es tu relación con los productores?

– Nuestros principales surtidores provienen de Puebla, Hidalgo, Michoacán, Xochimilco, Guanajuato. Tenemos productos de consumo básico tales como jitomate, cebolla, tomate, chile, las principales hierbas como cilantro, perejil, espinacas, hierbabuena, limones, naranjas, plátanos, melones, sandías, frutos rojos finos, en fin una gran variedad capaz de satisfacer desde un negocio que consume lo más convencional, hasta lugares que cuentan con las mayores exigencias gastronómicas.

Ehitel Silva Zegarra en una playa de su natal Perú. Foto: Cortesía del entrevistado

– Hemos sabido que muy recientemente tu empresa acaba de ser nombrada como una suerte de abastecedor oficial de la Sociedad Gastronómica Francesa afincada en la Ciudad de México. ¿Qué significa esto para ti y qué responsabilidad adquieres con tal nombramiento?

– Sí, estamos muy orgullosos. Recientemente, la asociación gastronómica francesa, llamada Vatel Club México, que reúne a 400 chefs en México y que representa a la Academia Culinaria de Francia, ha nombrado a nuestra empresa “Bon Marché México” como proveedor oficial de la asociación. Nos ha nombrado por nuestra calidad de productos y por la labor social que estamos desarrollando, en apoyo de los pequeños productores del campo mexicano.

Justamente, ahora con la coyuntura política, es el momento en que hay que apoyar más que nunca a nuestros pequeños productores del campo. Hay que dignificarlo, dándole fortaleza y recursos para que crezcan. Ahora, ante los retos de un nuevo y fallido reacomodo de las reglas del comercio mundial, hay que tratar de hacer más énfasis en los ingredientes producidos en México, acercando al gremio de los cocineros con los productores de alimentos. Así, iremos promoviendo la biodiversidad y la identidad. Es el momento de crear nuevas oportunidades.

– Cuál es el papel de los consumidores ordinarios, es decir de cualquiera de nosotros, en pos de un abastecimiento ético, equilibrado, que rompa el cínico “monopolio” de la oferta y el consumo de víveres. En otras palabras: ¿Qué piensas que debemos hacer para fortalecer el consumo de productos nacionales? ¿Qué para frenar el avasallamiento que de tales productos vienen haciendo los supermercados de cuño extranjero?

– Pues es muy simple: una vez que comencemos a desarrollar el consumo interno, eliminando en medida paulatina la compra de los productos nacionales de las manos de los monopolios extranjeros, podremos hacer llegar los beneficios de manera directa a los productores del campo ya que ahí es donde radica la riqueza de nuestra tierra: ahí, en las cosechas tan poco valoradas por parte de nuestro gobierno, a través de décadas de abandono y años de desvíos de presupuestos en beneficio de compradores extranjeros. Pero hay que tomar en cuenta que esto, de antemano, no sucederá de la noche a la mañana y que será trabajoso, pero que sin duda, tarde o temprano dependiendo de cada uno de nosotros, se logrará beneficiar a los productores mexicanos.

– ¿Podrías compartirnos algunas anécdotas sobre la injusticia cometida contra el agricultor nacional, específicamente en cuanto a la disparidad o incongruencia de los precios en que se compra a tales productores un determinado alimento y el precio al que se revende a los mexicanos?

– Para darte un ejemplo: si tú vas a un supermercado a comprar una piña, el 47 por ciento de lo que pagaste por esa piña se lo queda el supermercado. Lo demás se distribuye entre los otros intermediarios. Y solamente el 3 por ciento de lo que pagaste por esa piña le llegará al agricultor, que es el dueño de esa piña. Además, ese porcentaje le llegará en un promedio 90 días hábiles después de lo que pagaste por esa piña. Es un abuso, en todos sentidos.

Lo que nosotros hacemos es que el pequeño productor reciba a la brevedad, la venta de sus productos: máximo en tres días. Y además fomentamos que el precio de sus productos sea un precio justo para darle una vida digna al agricultor.

– ¿Crees en el autoconsumo por lo menos a pequeña escala es en verdad viable o que es ya una realidad?

– Claro que lo es ya. Así se verán beneficiadas de inmediato las pequeñas poblaciones de productores con flujos de capital directo y el capital dejará de alimentar a los grandes consorcios en el extranjero.

– ¿Tus esfuerzos van encaminados también al abasto familiar o sólo restaurantero? ¿Cómo podría alguien solicitarte lleguen a su casa productos de primera a bajo costo?

– Por supuesto que además de restaurantes van enfocados al abasto de las familias, ya que podemos surtir de manera directa a los domicilios de los interesados con 24 horas de anticipación, mediante el acceso de nuestro portal bon-marche.mx, donde podrán ver la gran variedad de productos que tenemos disponibles para llevar de manera directa los productos del campo a su casa.

Los pedidos se pueden hacer por internet 24 horas antes y se entregan a domicilio en la zona centro y poniente de la CdMx. Imagen: bon-marche.mx

– Me gustaría que conversaras de tu interés por el tema gastronómico. ¿Qué es lo que te gusta comer?  Y si te gusta cocinar,  ¿qué sueles cocinar para la tuyos?

– Siempre, cuando hablo de comida o de cocina, inevitablemente, vienen a mí, se agolpan, como atesorados recuerdos, tantísimas cosas. Hay un poeta decimonónico peruano que tiene los siguientes versos:

Mi infancia, que fue dulce, serena, triste y sola,
se deslizó en la paz de una aldea lejana,
entre el manso rumor con que muere una ola
y el tañer doloroso de una vieja campana.
Dábame el mar la nota de su melancolía:

el cielo, la serena quietud de su belleza;
los besos de mi madre, una dulce alegría.

De esta manera quiero yo aproximarme a la comida y a la cocina. Siento que en ellas, no solamente florecen los gustos y se tornan los sabores, se descubren los privilegios y también se suman, siempre, los recuerdos. Yo nací en Lima, en los principios de los años setenta, en una ciudad que ya no existe, pero que era pausada, melancólica y florida.

Mi barrio, que se llama San Isidro, está muy cerca de un bosque de olivos y es allí donde pasé las candentes tardes del verano limeño y muchos años de infancia. Es ahí donde metí mis mejores goles, jugando partidos de futbol con gente de mi barrio y es allí en esas tardes heroicas, en donde se forjó la persona que soy. Saber de tus orígenes, es, creo la mejor forma de aproximarse al presente y de manera digna enfrentar lo que la vida te ponga de frente. Me encanta cocinar. Me parece que es dosificar o amaestrar el fuego, amarlo y potenciarlo, a través de las brasas y las ollas, es un privilegio metafísico de la civilización.

En la época de las cavernas, el guardián del fuego era en la tribu de un rol importantísimo. Su labor era preservar el fuego, no dejar que se apague. Si se apagaba, podía ser una tragedia para la tribu. Los que cocinamos, somos los herederos de los guardianes del fuego de las cavernas antiguas. Creo que cocinar es un ejercicio furioso, amatorio. Cocinar es brindar el placer de lo que se transforma a través del fuego y de su tiempo. Cocinar es el ejercicio de transformar y personalizar lo que la tierra y sus frutos nos dan. Es de alguna manera, transformar con un sello particular, los frutos de la tierra.

Algunos de los productos frescos, orgánicos y 100 por ciento mexicanos. Foto: Cortesía del entrevistado

– ¿De dónde es que te viene el gusto de comer bien, ver en la comida algo más que pura alimentación?

– Como peruano, hablar de la cocina es hablar de nuestra cultura y de nuestra historia. Los peruanos somos una sociedad que gira alrededor de nuestra comida. Es finalmente la comida lo que ha dado al Perú una identidad. La geografía peruana, es demasiada compleja. Somos un país atravesado por tantas montañas. Nos ha sido muy difícil forjarnos una identidad común. La geografía ha separado a los peruanos de manera natural. Sin embargo, con la comida, hemos creado una identidad propia. Guardamos un celo profundo por nuestra comida típica. Es el sello de nuestra peruanidad.

– ¿Qué significa para ti reunirte con las amistades a compartir el pan y el vino?

– En mi casa familiar en Lima, frente al jardín de mi abuela que permanece intacto aunque pasen los años, los botones de los rosales siempre están en su punto. Allí es donde he compartido el pan y el vino con los amigos desde chico. Al final, uno no solamente es de donde nace, sino también de donde lo recuerdan. Ahora viviendo en México, trato lo más posible de congregar a mis amigos alrededor de una mesa. Allí es donde se festeja, donde se discierne y donde se resuelve el mundo. Alrededor de un plato, alrededor de una botella, se descubren los adagios y las verdades más nobles y más íntimas.

– ¿Cómo es la comida peruana que recuerdas como comida de la cotidianidad, comida entre familiares en el día a día con la familia?

– La comida peruana es una comida que representa y que trae consigo, a la gran variedad de culturas que conforman el Perú. La llegada de los chinos, de los españoles, de los japoneses. Todos ellos han llegado en diferentes oleadas al Perú desde la época virreinal hasta nuestros días. Y desde entonces, cada cultura trajo su comida y la fue adaptando y fusionando. Es por eso que la comida peruana es una comida fusión que lleva 300 años de existencia. Perú en los últimos años se ha convertido en un referente gastronómico mundial. Dentro del Perú, como siempre, hay algunos que se quejan porque dicen que la comida se ha encarecido y que los platos se han achicado. Y tienen algo de razón. Esta moda, ha querido sofisticar a los platillos, tratando de volverlos más enrevesados. De todas maneras, la mejor comida, en el Perú, así como en México, se come en las casas, en las mesas de todos los días, en los almuerzos familiares.

Más de 4 años pasaron, y EPN no presenta política integral para el campo; así nos agarra Trump

martes, febrero 7th, 2017

Agonizante. Afectado por la disminución de sus recursos. Víctima de las corruptelas históricas. Vacío en varias regiones por la violencia o la pobreza. Abusado por los intereses políticos. Con dependencia alimentaria de más de 50 por ciento. En crisis y sin política integral. Así será el campo mexicano cuando, dentro de tres meses, el Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, y el de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal, se sienten a negociar el TLCAN como lo quiere el nuevo Presidente de Estados Unidos, Donald John Trump. Han pasado cuatro años de Gobierno y Enrique Peña Nieto, Presidente de México, no ha presentado una política integral para el agro mexicano. En 2013, anunció que impulsaría una reforma estructural que lo transformaría, pero hasta ahora, cuando las circunstancias políticas del mundo han cambiado por la llegada de Trump a la Presidencia de Estados Unidos, la tiene guardada.

Por Linaloe R. Flores y Efrén Flores
SEGUNDA PARTE

Ciudad de México, 7 de marzo (SinEmbargo).- El 4 de marzo de 2013, Peña Nieto asistió al primer evento de su gobierno relacionado con el sector agropecuario, en Culiacán, Sinaloa.

Ahí tuvo que escuchar del líder de la Liga de Comunidades Agrarias, Germán Escobar Manjarrez, que las cosas habían cambiado y que ese estado ya no era el granero generoso de México que fue.

El agricultor y político también del PRI –fuera del discurso que llevaba escrito- le pidió al primer mandatario que detuviera el acaparamiento de maíz que resultó del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN), firmado en 1994 y que para el campo empezó en 2008. Le hizo ver que por el acuerdo había una crisis.

Ante el Presidente, hizo cuentas. Que la semilla, el fertilizante y el diésel costaban el triple que hacía tres años. Y que además, las transnacionales amenazaban con traer maíz blanco de Sudáfrica.

Pero el Presidente no le contestó nada. Peña Nieto indicó que refrendaba el compromiso del gobierno federal para la modernización y tecnificación del campo sinaloense. Esa vez, cuando su Gobierno tenía apenas tres meses, el Presidente fijó su postura respecto al campo mexicano: el silencio. Después, el sector no volvió a ser tema de sus discursos ni de su agenda política. Si en materia de seguridad y violencia, en la presente Administración se impuso la discreción, en la del campo mexicano se instaló la omisión.

Para los ex presidentes priistas, el campo era el eje temático tanto de sus campañas como de sus Gobiernos. Por lo menos en la palabra, los campesinos eran personajes respetados y hasta inmaculados. Vicente Fox continuó con esa tradición, aunque Felipe Calderón, concentrado en el tema de la seguridad, la rompió.

Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) creó en 1965 el Banco Nacional de Crédito Agropecuario y la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo).

Luis Echeverrría Álvarez (1970-1976) promulgó en 1971 la Ley Federal de la Reforma Agraria y la Ley Federal de Aguas.

José López Portillo (1976-1982) le pidió perdón a los campesinos durante su campaña electoral y en 1979, expidió la Ley de Fomento Agropecuario.

Miguel de la Madrid (1982-1988) reactivó el reparto agrario con la formación de la UNORCA.

Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) reformó el artículo 27 constitucional en materia agraria en 1992 y en 1994, ya en vigor el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), creó el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo).

Ernesto Zedillo (1994-2000), dirigió en 1997 el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa) a las familias rurales y en 1999, hizo desaparecer a la Conasupo dado que el cáncer de la corrupción la carcomía.

Vicente Fox Quesada (2000-2006), en la alternancia política, lanzó la Financiera Rural, y;

Felipe Calderón (2006-2012), concentrado en la Guerra en contra del Narcotráfico, lo olvidó.

Enrique Peña Nieto (2012-2018) no ha presentado nada.

El Presidente Peña Nieto sólo ha hecho anuncios como el de noviembre de 2013, durante la entrega del Premio Nacional Agroalimentario, cuando dijo que enviaría al Congreso de la Unión una iniciativa para “una gran reforma” que modificaría el rostro del agro. O ha lanzado frases triunfalistas como las de los congresos extraordinarios de la Confederación Nacional Campesina (CNC) a los que ha asistido cada año. “Sigamos trabajando unidos, sigamos trabajando de la mano, hombro con hombro, mirando hacia delante en ese México de esperanza que se va abriendo ante los ojos de todas y de todos”, fue la de agosto de 2016.

El tiempo corre en contra. Porque en cada declaración y tweet, Donald John Trump lo que muestra es prisa. Y aunque tomará meses conseguir nuevos acuerdos o ponerle fin al TLCAN, al campo mexicano le llegó otra vez otra vuelta del destino y la encarará sin la reforma ofrecida por el Presidente.

EL GRAN PERDEDOR ANTE SU NUEVA OPORTUNIDAD

Antes del TLCAN, México importaba 19 por ciento de alimentos y hoy, la dependencia es de poco más de 50 por ciento, según datos de José Luis Calva Téllez, del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La misma Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) reconoce el déficit de la balanza en este sector de cuatro mil 792 millones de dólares, en promedio en la última década.

Ante el paisaje, el Gobierno federal respondió con austeridad. De 2014 a 2016, recortó 37.4 mil millones de pesos al Programa Especial Concurrente (PEC) debido a las medidas de austeridad anunciadas por la Secretaría de Hacienda en esos dos años. Este 2017, el PEC tiene 304 mil 751.1 millones de pesos, lo cual es 48 mil 91 mil millones de pesos de lo ejercido en 2016. Es una cifra similar en términos reales a la ejercida en 2009, según el Presupuesto de Egresos de la Federación.

La estrategia gubernamental de disminuir el presupuesto ocasionó un aumento de importaciones de granos básicos como maíz, sorgo, trigo, soya, arroz y hasta frijol, según una revisión de esta Unidad de Datos.

Si ante la negociación del TLCAN lo que falta es productividad en el campo, la organización “Iniciativa Valor al Campesino” expone que ese presupuesto es insuficiente. Un cálculo de esta Organización no Gubernamental arroja que seis de cada 10 pesos invertidos corresponden a rubros sociales y 3.6 se aplican en apoyo a la producción; es decir, para infraestructura, competitividad, materia financiera y medio ambiente.

Para Adriana Berrocal, presidenta del Instituto Mexicano de Ejecutivos y Finanzas (IMEF), el campo representa uno de los sectores que deben ser revisados en la oportunidad que abre la probable negociación del TLCAN porque fue ahí donde no se vio una integración a los procesos de la globalización.

Hay que decir que en 2015, por primera vez, la balanza comercial del sector agroalimentario presentó un superávit de mil 289 millones de dólares. Si bien llegó el auge, los campesinos continuaron en una situación de pobreza, sin soberanía alimentaria y con dependencia de Estados Unidos.

En los años del TLCAN, según el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (Inegi), desaparecieron 391 mil unidades de producción porcícola y 322 mil ganaderas, afectadas por las importaciones y el aumento en los costos de producción.

Incluso la Confederación Nacional Campesina -una organización de la entraña del Partido Revolucionario Institucional- reconoce en el estudio “Estado Eficaz: Modernización de la Administración Pública Mexicana para Atender al Campo” que desde la entrada en vigor del TLCAN en enero de 1994, unos 2.3 millones de campesinos dejaron sus tierras para emigrar a Estados Unidos o las ciudades en el mismo país. La misma organización sostiene que otros cinco millones de productores eligieron dedicarse a otras actividades.

Lo que plantea la organización priista, bastión de poderío por los votos que representa el campo, no es lejano al panorama que tiene José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico quien indica que el agro ha sido “un sector perdedor por el TLCAN y la evidencia de ello es que México se estancó en la producción per cápita de los 15 principales cultivos y productos, como maíz blanco, frijol, trigo, tomate, arroz, huevo, leche, y otros”.

De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la dependencia alimentaria de México se puede atribuir tanto al declive del apoyo al sector primario por parte del Gobierno como a las políticas de liberalización del comercio que entraron en vigencia tras el Tratado.

“El resultado combinado de la disminución del apoyo gubernamental y de la estrategia de liberalización del comercio dirigida por el TLCAN, ha sido una brecha en constante crecimiento entre la producción nacional de alimentos y la demanda”, se lee en el documento “Mexico: food price increases and growth constraints” de Moritz Cruz, Armando Sánchez y Edmund Amann.

NO SÓLO ES CONTAR GRANOS

El politólogo Eduardo Huchim May, especialista en sistema electoral, describe que el campo mexicano frente al TLCAN no sólo debe ser visto desde los análisis económicos; sino políticos. Y de corrupción. El especialista expone que la pobreza rural tiene un vínculo cada vez más fortificado con las elecciones y por ello, se ha convertido en “víctima propiciatoria” de los actos más funestos de corrupción. “Con sus habitantes se integran los padrones de pobres y personas en miseria. Estos individuos siempre han significado votos. Así que es un problema histórico, circular y que la coyuntura obliga a revisar”.

En torno al campo mexicano han ocurrido las historias más marcadas de la corrupción nacional. En 2013, 53 funcionarios de Veracruz hicieron uso de los padrones de Oportunidades y la Cruzada Nacional contra el Hambre para promover el voto a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI), delito que rompió el Pacto por México, la figura en la que el Presidente Enrique Peña Nieto utilizó para impulsar cinco reformas.

Y apenas cuatro años antes -2009- una investigación periodística de El Universal dio con que el Procampo –creado en 1994 para apoyar a los productores más pobres afectados por el TLCAN- le entregaba beneficios millonarios a funcionarios públicos, entre ellos, el mismo titular de la Sagarpa, Francisco Javier Mayorga y su familia. Además, en la lista de beneficiarios estaban ex funcionarios, poderosos agroindustriales y personajes relacionados con el crimen organizado.

Hay otro pasaje. De 1982 a 1994, Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex Presidente, ocupó varios cargos de la Conasupo. Fue gerente general de Sistema de Distribuidoras Conasupo (Diconsa), director general de Imconsa y director de Planeación y Programación Presupuestal.

En 1994, fue descubierto en millonarias compras de semilla de maíz, frijol, arroz y leche con posibles residuos radioactivos del extranjero, lo que ayudó a quebrar la industria campesina nacional. Fue llevado a prisión por enriquecimiento ilícito pues poseía cuentas en Suiza y 54 propiedades, patrimonio que no coincidía con sus ingresos. En 1995 ingresó al penal de máxima seguridad, en ese tiempo llamado Almoloya de Juárez. Y en 2013, un juez lo absolvió.

Si en materia de seguridad y violencia, en la presente Administración se impuso la política del silencio, en la del campo mexicano se instaló el olvido. Foto: Cuartoscuro.

SAGARPA Y SEDATU, LAS INSTANCIAS DEL CAMPO

El Gabinete agrario está integrado por dos instancias gubernamentales, la Sagarpa y la Sedatu. Los dos funcionarios que las ocupan, José Calzada Rovirosa y Rosario Robleas Berlanga tienen un denominador: son amigos cercanos de Enrique Peña Nieto, Presidente de México. Cada uno percibe al mes, 205 mil 122 pesos en salario bruto. El titular de la Agricultura es un hombre que no incluye en su declaración patrimonial su casa, pero sí un local de 778 metros cuadrados construidos. Por su parte, Robles Berlanga, de Desarrollo Territorial, declara que no desea hacer públicos sus bienes patrimoniales.

José Calzada Rovirosa, ex Gobernador de Querétaro y priista cercano al grupo de Atlacomulco, tiene un Doctorado en Economía y Administración por la Universidad de Querétaro. Llegó a la Sagarpa en agosto de 2015, en sustitución de Enrique Martínez y Martínez.

Calzada Rovirosa ha dejado claro lo que piensa del matiz que se le pondría al TLCAN. Ahí están sus palabras de cuando compareció ante comisiones unidas de Agricultura y Sistema de Riego, Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural, con motivo del análisis del IV Informe de Gobierno en octubre de 2016. “La situación del campo mexicano es espectacular pues crece por encima de la media nacional, pero aún está muy lejos de su potencial”, dijo el Secretario frente a los diputados que criticaron la falta de productividad.

Luego, en noviembre, en el Foro Económico de Pesca y Acuacultura, el funcionario expresó que la eventual renegociación del TLCAN no dañará al campo mexicano porque la relación entre México y Estados Unidos es “muy madura”.

Rosario Robles, la otra Secretaria que tendrá que hacerle frente a la negociación del TLCAN, ocupa la silla principal de la Sedatu, después de haber conducido la Secretaría de Desarrollo Social, dependencia encargada de abatir la pobreza. Su cartera, cuando fue Reforma Agraria, es una de las dependencias más agotada de la Administración federal. En 2009, el ex Presidente Felipe Calderón envió una iniciativa al Congreso de la Unión para desaparecerla con el argumento de que su objetivo de reparto agrario era anacrónico, pero la propuesta no prosperó. Durante el peñanietismo ha estado ocupada por tres Secretarios: Jorge Carlos Ramírez Marín, Jesús Murillo Karam y ella, Rosario Robles Berlanga.

La Sedatu recibió a Murillo Karam después de que la investigación de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, aterrizó en “una verdad histórica” endeble e inverosímil, derruida por las pesquisas del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), enviado a México por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En agosto de 2015,Robles Berlanga lo sustituyó.

En estos días, tiene en cartera unos 500 conflictos de disputa de tierra, algunos con antigüedad de hasta un siglo. Ahí están incluidos los programas de Vivienda Digna, los de Prevención de Riesgos en los Asentamientos Humanos, el de Reordenamiento y Rescate de Unidades Habitacionales, el de Vivienda Rural, el de Apoyo a Jóvenes Emprendedores Agrarios, el de Fomento al Desarrollo Agrario, el de Apoyo a Jóvenes Emprendedores Agrarios y el de Fomento a la Urbanización Rural.

Con todo, al campo mexicano lo han puesto de nuevo frente a otro destino, uno que de nuevo le marcará la historia.

De acuerdo con “Iniciativa Valor al Campesino”, seis de cada 10 pesos invertidos por el Gobierno federal corresponden a rubros sociales y sólo 3.6 se aplican en apoyo a la producción del campo. Un presupuesto insuficiente, refiere la organización. Foto: Cuartoscuro.

EL CAMPO MEXICANO:
LAS PROMESAS MUERTAS DE OLVIDO

25 de noviembre de 1911. Emiliano Zapata y Otilio Montaño firman el Plan de Ayala que será proclamado tres días después. El caudillo del sur había roto con uno de los iniciadores de la Revolución Mexicana, Francisco I. Madero, quien ahora ha asumido la Presidencia de la República. Al momento de firmar, Zapata pronuncia la frase: “La tierra es de quien la trabaja”. La usa también para levantarse en armas. Sus palabras perdurarán en las manifestaciones sociales de los años por venir.

En 1912, el Presidente Francisco I. Madero se opone al Plan de Ayala. Con la investidura de Presidente, en 1912, Francisco I. Madero dice en el Congreso: “Por fortuna este amorfo socialismo agrario, que para las rudas inteligencias de los campesinos de Morelos sólo puede tomar la forma de vandalismo siniestro, no ha encontrado eco en las demás regiones del país”.

Pascual Orozco, caudillo en Chihuahua, se levanta en contra de Madero y lanza el Plan de La Empacadora, el cual reconoce los principios del Plan de San Luis y el Plan de Ayala. A las proclamas de los campesinos, añade un programa en beneficio de los obreros que incluye la reducción de la jornada laboral y la prohibición del trabajo a menores de diez años.

El Presidente Francisco I. Madero y el Vicepresidente José María Pino Suárez presentan su renuncia al Congreso de la Unión y la noche del 22 de febrero de 1913, en el perímetro del penal de Lecumberri, son asesinados.

El 20 de agosto de 1914, al frente del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza entra triunfante a la Ciudad de México. Concluye así la segunda etapa armada de la Revolución Mexicana. Se erige como Presidente de México.

El caudillo mestizo Emiliano Zapata va a morir. La trampa se la tenderán en San Juan Chinameca, Morelos. Es 10 de abril de 1919 y mediante una carta, el coronel Jesús M. Guajardo, a las órdenes del Presidente Venustiano Carranza, le dirá que se unirá a su causa. Que le dará armas, le dice. Pero será mentira. La lluvia de balas le caerá apenas toque el dintel de la puerta de la Hacienda de Chinameca. Guajardo trasladará su cuerpo a lomo de mula a Cuautla y lo entregará al general Pablo González. A partir de ahora, Emiliano Zapata se convertirá en el símbolo de la resistencia, la Revolución y redención de los campesinos de México bajo los emblemas de todos los movimientos sociales. También lo será de los pueblos indígenas. “¡Zapata vive! ¡La lucha sigue!” será la arenga más usada en las manifestaciones callejeras de lucha social.

En 1922, el gobierno de Álvaro Obregón establece que las tierras de riego deben medir entre tres y cinco hectáreas y las de temporal, entre cuatro y seis hectáreas. Se propone repartir minifundios.

El Presidente Álvaro Obregón entrega tierras como complemento del salario de los trabajadores rurales. Ese era un eufemismo pues en realidad eran empleados en haciendas. Eran propiedades para que los hombres del campo complementaran su base alimentaria, vivienda y otros bienes.

En 1926, bajo el mandato de Plutarco Elías Calles, se expide la Ley de Crédito Agrícola. Son creados el Banco Nacional de Crédito Agrícola y la Comisión Nacional de Irrigación.

1930:las propiedades de más de mil hectáreas abarcan 83.5 por ciento de la superficie de fincas rústicas. Hay 2.5 millones de campesinos sin tierra; es decir, 77 por ciento de la población ocupada en la agricultura. Pese al paisaje, el gobierno de Pascual Ortiz Rubio declara el fin del reparto agrario.

La disminución del apoyo gubernamental y la estrategia de liberalización del comercio dirigida por el TLCAN, han sido una brecha en constante crecimiento entre la producción nacional de alimentos y la demanda. Foto: Cuartoscuro.

Surge el Código Agrario en 1934, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, que fija las dimensiones mínimas del Ejido en cuatro y ocho hectáreas.

En 1935 es creado el Banco Nacional de Crédito Ejidal.

 Por estos años, el compositor e intérprete sinaloense, Luis Pérez Meza, compone “El Barzón”, antecedente de la llamada canción de protesta. La pieza cuenta la intrincada relación de un campesino y el terrateniente para el que está obligado a trabajar. En los noventa, “El Barzón” será el nombre de una agrupación social para saldar deudas.

[youtube p6Au9duuvZE]

En 1937 es creado el Comité Regulador del Mercado del Trigo. En 1965 se transformará en la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo). Este organismo se convertirá en escenario de robo y corruptelas en todos los niveles.

Es 1935 y a través del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Presidente Cárdenas organiza a los campesinos en una central única y mayoritaria: la Confederación Nacional Campesina (CNC).

El Presidente Lázaro Cárdenas recorre el país. En 1940 desea cambiar los conceptos que hasta ahora han regido al campo mexicano. Quiere que se finque la agricultura comercial en consonancia con la demanda de la Nación. No encuentra razón para que se continúe el fomento de la agricultura doméstica. Aspira a un mercado nacional de productos agrícolas. De modo que modifica el Código Agrario de 1934 y emite otro.

La CNC conforma grupos armados para acotar corrientes políticas contrarias a las decisiones presidenciales. En este escenario, con estos ambientes, el reparto de la tierra continúa.

El Presidente Manuel Ávila Camacho emite a través de un decreto otro Código Agrario en 1942, que establece cinco hectáreas para el Ejido.

En campaña, en 1945, el candidato del PRI, Miguel Alemán Valdés, anuncia su intención de terminar con la reforma agraria para transformarla en reforma agrícola.

Una reforma constitucional en 1946, a instancias del Presidente Miguel Alemán Valdés, eleva a 10 hectáreas el ejido.

En 1951, en campaña, el candidato priista Adolfo Ruiz Cortines centra sus discursos en los próceres agrarios de la Revolución Mexicana. “… A ese evangelio de la tierra que obliga con auténtica convicción revolucionario a proseguir con la Reforma Agraria al mismo tiempo que proteger los derechos del pequeño agricultor, pues en el ejido y la pequeña sociedad se sustenta la economía agrícola de México”, dice apenas sabe que es el candidato del PRI a la Presidencia. Ya investido como Primer Mandatario no atiende la alarma que representa el latifundio disfrazado y se concentra en el incremento social de la producción. Los beneficiarios de su política serán los empresarios agrícolas.

En cuanto asume la Presidencia, en 1952, el Presidente Ruiz Cortines instaura el Plan Agrícola de Emergencia.

El Fondo de Cultura Económica publica “El Llano en Llamas” de Juan Rulfo, en 1953. Es una recopilación de cuentos que abre con “Nos han dado la tierra”. Rulfo pone en la primera persona de un campesino la historia del reparto agrario. “Nos dijeron: _Del pueblo para acá es de ustedes. Nosotros preguntamos: _ ¿El Llano? _ Sí, el Llano. Todo el Llano Grande. Nosotros paramos la jeta para decir que el Llano no lo queríamos. Que queríamos lo que estaba junto al río. Del río para allá, por Las Vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama Llano”.

En 1954, el gobierno de Ruiz Cortines promulga el Fondo de Garantía y Fomento para la Agricultura, la Ganadería y la Avicultura. Incrementa el gasto en infraestructura hidráulica, aumenta el crédito agrícola y la inversión de fertilizantes.

Entre 1956 y 1958, se desarrolla la llamada política de estabilidad con desarrollo, esfuerzo que después será bautizado como desarrollo estabilizador.

En el informe rendido el 1 de septiembre de 1961, Adolfo López Mateos exclama: “Vertical e inflexible ha sido y seguirá siendo, por definición, la política agrarista del régimen actual”.

En 1964, Gustavo Díaz Ordaz asume la Presidencia de la República. Crea el Programa Nacional de Ganadería con el fin de fomentar la importación. Durante el sexenio se importan productos agropecuarios por mil 781 millones de pesos.

Una de las primeras acciones de Díaz Ordaz [este Presidente quedará en el centro de la tragedia de Tlatelolco de 1968 en la que cientos de estudiantes murieron y desaparecieron], en 1965, es crear el Banco Nacional de Crédito Agropecuario.

La otra gran acción por el campo ocurre el 23 de marzo de 1965. Por decreto presidencial surge la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), organismo regulador de los precios de los productos de la canasta básica. Será el centro de las historias de corrupción más señaladas en la historia del siglo XX en el país. Entre 1986 y 1993, habrá mal uso de los recursos públicos y ocurrirá una negligencia histórica: Raúl Salinas de Gortari, Director de Liconsa, y el Director General de Conasupo, José Ernesto Costemalle distribuirán 45 mil toneladas de leche contaminada proveniente de la región de Chernobil. Salinas de Gortari obtendrá millones de pesos por esta triquiñuela. Para 1998, el Gobierno federal cerrará la Conasupo de un plumazo.

El Censo de 1970 indica que la desigualdad en el campo es evidente. El reparto ejidatario ha dependido de la localización geográfica y la correlación de las fuerzas políticas.

Los campesinos de la Revolución envejecen. En 1970, la mitad de los ejidatarios certificados tenía más de cincuenta años de edad y la cuarta parte del total más de 65. La carencia de un sistema de seguridad social y de pensiones para los agricultores convierte a la parcela en el único patrimonio para enfrentar la vejez.

 Es en esta época cuando el compositor jalisciense Francisco Madrigal escribe “Jacinto Cenobio”, una pieza que será interpretada por Amparo Ochoa y Guadalupe Pineda, exponentes de la Trova o Canto Nuevo. En primera persona, un campesino mexicano expone sus motivos para pasar su vejez en un mercado en la Ciudad de México. Prefiere estar ahí antes que regresar con la humillación en el hombro a la parcela, esa que le dio el gobierno. “Me dijo, un favor, vuá pedirle ahijado, que a naide le cuente que me ha encontrado, que yo ya no quero volver pallá, al fin ya no tengo dónde llegar”.

[youtube ZYn47FezOzo]

A partir de 1970 aparecen grupos organizados de campesinos en demanda de la tierra. Son hijos o nietos de ejidatarios, jornaleros o trabajadores rurales migrantes que fueron de sur a norte. Reclaman la afectación de latifundios simulados.

Luis Echeverría Álvarez asume el gobierno en 1970 y está enfrentado a la efervescencia del movimiento campesino. Quiere lograr consenso en los sectores campesinos repartidos en el país. Organiza ejidos colectivos, aumenta los precios de garantía y crea instituciones para controlar el intermediarismo como Tabamex, Inmecafé y Proquivemex.

En 1971 se promulgan la Ley Federal de la Reforma Agraria y la Ley Federal de Aguas.

En 1973 se crea el Consejo Permanente Agrario (Conpa) que integra las centrales campesinas formadas hasta el momento, con excepción de la CCI dirigida por Danzos Palomino y la UGOCM, bajo la dirigencia de Jesús Orta.

Resultado de la la transformación del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC), el 29 de diciembre de 1974 es creada la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) a la cual, le corresponderá el ejercicio de las atribuciones y facultades que señala el Artículo 27 de la Constitución.

Un año después, es instituido el Banco Nacional de Crédito Rural (Banrural). Si bien esta institución logró elevar el financiamiento al campo, al país le costó rescatarlo y liquidarlo en más de 150 mil millones de pesos; además de 50 mil millones de ANAGSA, la institución que garantizaba los créditos del banco. Su gasto operativo llegó a lo grotesco: más de 20 mil empleados en los 80 y la mayor flota aérea, sólo después de las Fuerzas Armadas.

LLega 1976 y la CCI, la UGOCM y la CNC firman el Pacto de Ocampo para agrupar en un solo organismo a las centrales oficiales.

Durante la campaña electoral, el candidato del PRI a la Presidencia de la República, José López Portillo, le pide perdón a los campesinos del país.

Dos años de lopezportillismo bastan para que el ritmo del reparto de tierra disminuya. La política económica está centrada en el petróleo. La importación de granos y oleaginosas aumenta en 52 por ciento.

En 1979 se expide la Ley de Fomento Agropecuario.

Cuando en 1982, de la Madrid Hurtado asume la Presidencia de la República, se reinicia el reparto de la tierra. La política se concentrará durante el sexenio en dar certeza jurídica a los propietarios.

Entre 1983 y 1986 el precio de los fertilizantes se incrementa en 291 por ciento. Algunos reclaman tierra, pero otros ya no pueden sembrar.

En esos mismos años, el presupuesto destinado al desarrollo rural disminuye en 37 por ciento. Ya no se puede sembrar porque el crédito ha descendido en 68 por ciento, 86 por ciento para el arroz y 88 por ciento para el trigo.

La lucha organizada por el campo continúa. Y la represión es la marca del gobierno de Miguel de la Madrid. Entre 1982 y 1987 ocurren 760 asesinatos políticos en el campo mexicano en 25 de los 32 estados de la República.

En 1988 asume la Presidencia de la República, Carlos Salinas de Gortari, y el minifundismo y la pobreza son las características del campo mexicano. El 49 por ciento de las parcelas es menor a cinco hectáreas.

A la par del cultivo deteriorado, el gobierno federal reconoce grandes extensiones sembradas con marihuana en el norte del país, en la región que bautiza como “Triángulo Dorado”.

En 1988 las compañías que se ocupaban de la venta de semillas, fertilizantes y almacenamiento son privatizadas.

En el mismo año las empresas estatales dedicadas a la comercialización de Tabaco, Café y Azúcar son eliminadas.

Han pasado cuatro años de Gobierno y Enrique Peña Nieto, Presidente de México, no ha presentado una política integral para el agro mexicano. Foto: Cuartoscuro.

En 1990 se erradican los permisos de importación a productos del agro.

En 1992, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, es reformado el Artículo 27 constitucional en materia agraria. Se promulgan también la Ley Agraria y la Ley Forestal.

Dada la enmienda constitucional, los ejidos dejan de estar subordinados a las autoridades gubernamentales. La impartición de justicia se traslada a los tribunales agrarios ordinarios. Se rompe el vínculo tutelar entre el Estado y los campesinos.

En 1993 surge el Programa de Certificación de Derechos Ejidales (PROCEDE) que expide certificados a los parceleros. En 2000, este organismo logra la certificación del 80 por ciento de los ejidos del país.

Surge, también en 1993, con el gobierno salinista, el Registro Agrario Nacional.

El Tratado de Libre Comercio firmado en 1993 y con vigor a partir de 1994 incluye un capítulo para el campo mexicano que será puesto en vigor en 2008. Se determina la desgravación arancelaria de los productos agrícolas entre México, Estados Unidos y Canadá. Los precios serán determinados por las condiciones del mercado y no influenciados por las políticas públicas nacionales.

En 1994 y como medida complementaria a la reforma del artículo 27, se crea el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo), un programa de pagos directos a los productores de granos básicos con base en la superficie cultivada. El programa pronto se volverá presa de la corrupción y el narcotráfico. Los padrones serán utilizados durante los gobiernos de la alternancia con fines electorales. En Michoacán se descubrirán los nombres de narcotraficantes en los padrones.

En 1997, a instancias del Presidente Ernesto Zedillo, es creado el Programa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA) para dar transferencias directas a las familias rurales pobres, ese año contabilizadas en 2.5 millones.

En 1999, con el aval del Congreso de la Unión, el Presidente Ernesto Zedillo desaparece la Conasupo.

En 2000, por primera vez, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) es derrotado en las elecciones presidenciales. Vicente Fox, candidato del Partido Acción Nacional (PAN) asume la Presidencia de la República. Su origen se encuentra justo en el campo mexicano. Se ostenta como ranchero. Pero no presenta una política clara para restablecer al agro.

Le bastan tres años en el gobierno para poner en marcha la Financiera Rural, organismo que constituye un nuevo sistema de financiamiento y que hará llegar el crédito a las manos de los productores agropecuarios.

Al sexenio de Vicente Fox se le atribuye la etapa de mayor deterioro del campo mexicano. Pero en el Programa Sectorial de Agricultura y Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación 2001-2006, él dice que son los productores rurales los responsables. La producción ha caído en 85 por ciento.

En 2006 llega a la Presidencia Felipe Calderón Hinojosa y en su Plan Nacional de Desarrollo tampoco queda clara la política para el campo.

El 8 de septiembre de 2009, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa propone al Congreso de la Unión la desaparición de la SRA como medida de austeridad y bajo una recomendación de la OCDE. No lo logra.

En la persona de Enrique Peña Nieto, el PRI gana las elecciones presidenciales de 2012. Un año transcurre sin que se conozcan los lineamientos de la política para el campo. El 6 de noviembre de 2013 anuncia una reforma revolucionaria que modificará el campo jurídico.

La política para el campo, que implicará una revolución, no ha sido presentada. Por lo pronto y sin debate previo, la Secretaría de la Reforma Agraria se ha transformado desde enero de 2013 en Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

Campesinos llaman a producir alimentos nacionales: el agro es lo urgente, no Trump y su muro

lunes, noviembre 28th, 2016

Organizaciones de campesinos e indígenas del país destacaron el impacto negativo a los grandes agricultores y jornaleros si se logran implementar las barreras a las exportaciones mexicanas mediante aranceles, como lo planea Donald Trump. Pidieron al Gobierno producir más alimentos nacionales para evitar que México se alimente de productos importados y transgénicos, como ocurre actualmente. Solo el 40 por ciento de lo que se consume se produce en el país.

Texcoco, Estado de México, 28 de noviembre (SinEmbargo).- Más de 15 organizaciones de campesinos e indígenas del país que conforman el movimiento “El campo es de todos” se reunieron hoy para evaluar los logros de este año y debatir los planes de acción para 2017 con el objetivo de retomar la agenda de política pública a favor de la soberanía alimentaria, el financiamiento a pequeños productores, la defensa del territorio contra los despojos de empresas trasnacionales y el combate a la pobreza en zonas rurales.

Respecto a los retos ante los planes del Presidente electo de Estados Unidos, destacaron el impacto a los grandes agricultores y jornaleros si se logran implementar las barreras a las exportaciones mexicanas mediante aranceles.

Ante ello, el dirigente de la Unión Campesina Nacional, Javier Ortega, pidió preocuparse más por producir alimentos nacionales “que por el muro de Trump”.

“Solo el 40 por ciento de lo que se consume se produce en México; hay que luchar por el derecho a la alimentación”, dijo.

Sobre la soberanía alimentaria y la miseria, Ernesto Guevara, dirigente de UNORCA, documentó que “uno de cada cuatro mexicanos no alcanza a comer las tres comidas del día y gastamos 10 veces más en importar alimentos que en producir, por ejemplo, arroz, soya o maíz”.

Como resultado de que México se alimenta principalmente de productos importados y transgénicos, afirmó, “tenemos serios problemas de diabetes”.

El encuentro se celebra exactamente a 105 años de la firma del Plan de Ayala.

La sede, no es coincidencia, es el auditorio principal de la Universidad de Chapingo, Estado de México, cuya “razón de ser son los campesinos e indígenas” y, dijo el académico Pedro Ponce, “mejorar las condiciones de los más desprotegidos con técnicas e investigación aplicada”.

Antes de comenzar, los asistentes aplaudieron al unísono durante un minuto por “la partida física” de Fidel Castro, líder cubano fallecido la noche del viernes. Luego gritaron la consigna: “Zapata vive, la lucha sigue”, rodeados de dos cuadros de la Revolución Mexicana.

“El campo sigue atrasado. Hay una deuda histórica con el desarrollo agrícola”, enfatizó Gregorio Miramontes, dirigente de Unimoss. “Siguen tiempos difíciles por los recortes de presupuesto”, declaró.

David Contreras, representante de la Red Nacional de Organizaciones de la Sociedad Civil, aseguró que por ello “es momento de modernizarse”.

Los empresarios, comparó, se han ido transformando y tienen grandes ganancias, “pero nosotros recibimos del Gobierno migajas y programitos”.

“No pensemos como pobres, sino como empresarios porque nosotros producimos el alimento de este país”, reflexionó.

José Juárez, del Consejo Nacional Ciudadano, añadió la importancia de luchar juntos “para que este país tenga qué comer”.

Sin embargo, Sergio Gil, de la Unión Campesina Popular, dijo que los miles de campesinos exigen “condiciones dignas de vida”, no sólo presupuesto.

CONTRA TRASNACIONALES

Durante las intervenciones de los dirigentes campesinos e indígenas, también se coincidió en luchar por la autosuficiencia alimentaria del país y la crítica al gobierno por favorecer a la industria trasnacional.

Engel López, dirigente de la Central Independiente de Obreros y Campesinos, destacó que los resultados de la lucha no han sido satisfactorios, por lo que el movimiento de “El campo somos todos” debe ser más enérgico.

“Exijamos que el Gobierno entregue el dinero a los campesinos, no a las empresas trasnacionales”, dijo.

En voz de la Central Campesina Cardenista, Max Correa coincidió al asegurar que “desde el gobierno se promueve la desunión del movimiento campesino para seguir lucrando en perjuicio de los campesinos”.

Para Martín Osorio, del Consejo Nacional Campesino, el movimiento no debe seguir permitiendo que el gobierno siga dando prioridad a las trasnacionales, por lo que “México tiene que ser autosuficiente con su alimentación”.

Sobre los despojos de territorio a comunidades indígenas para que operen empresas nacionales y globales, Felipe Rodríguez subrayó la necesidad de pedir una Ley Indígena que respete las tierras y “se imponga” contra la falta de consultas previas y democracia.

A lo largo del día, mediante cuatro mesas de diálogo, los campesinos e indígenas discutirán las estrategias para enfrentar los retos del sector para 2017.