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Brasil confirma que los restos encontrados corresponden al periodista Dom Phillips

viernes, junio 17th, 2022

La Policía Federal de Brasil intentará conocer los motivos del crimen en contra del indigenista Brujo Araújo y el periodista británico Dom Phillips, así como la causa de la muerte y el motivo del ocultamiento de los cuerpos.

MADRID, 17 de junio (EUROPA PRESS).– La Policía Federal de Brasil ha confirmado este viernes que los restos examinados por el Instituto Nacional de Criminalística de Brasilia corresponden al cuerpo del periodista británico, Dom Phillips, que desapareció junto al indigenista brasileño Brujo Araújo en la región del Valle del Yavarí, en Amazonas.

Tras un análisis dental, la Policía ha confirmado la identidad del cuerpo y ha indicado en un comunicado que ya se trabaja para identificar “completamente” los restos con el objetivo de entender la causa de la muerte, así como el motivo del crimen y el ocultamiento de los cuerpos, tal y como ha recogido el diario O Globo.

La Policía Federal encontró este miércoles dos cuerpos en la zona, conocida por ser una de las más inaccesibles de la región, hogar no solo para la mayor concentración de pueblos indígenas sin contactar, sino también escenario de una de las mayores rutas de circulación de la cocaína que llega desde Perú, con destino a Europa, y de otras materias primas, como madera y oro extraídos ilegalmente.

Un agente de la policía federal carga una camioneta con objetos encontrados durante la búsqueda del experto indígena Bruno Pereira y el periodista británico Dom Phillips, el domingo 12 de junio de 2022, en Atalaia do Norte, en el estado de Amazonas, Brasil. Foto: Edmar Barros, AP.

En el caso de los restos humanos encontrados en la embarcación de Amarildo da Costa de Oliveira, alias “Pelado”, sospechoso de las desapariciones de ambos, el cuerpo policial brasileño ha descartado que pertenezcan al periodista, mientras que, en el caso del indigenista, el examen ha sido “no concluyente”.

Con respecto al material orgánico, aparentemente humano, recogido en el río de la región de Itaguaí, cerca del puerto de Atalaia del Norte, la PF ha informado de que los análisis no han encontrado ADN humano, aunque apuntan que se podría deber a una posible contaminación de las muestras.

ACTUARON SOLOS, SEGÚN LA PF

Por otro lado, en el marco de las investigaciones, la PF ha explicado este viernes que los principales sospechosos involucrados en la desaparición del periodista británico Dom Phillips y el indigenista brasileño Bruno Araújo actuaron solos, sin un autor intelectual ni una organización criminal detrás.

Esta información se produce después de que esta misma semana el cuerpo policial haya señalado que cinco personas estaban siendo investigadas en el marco de este caso, según recogieron distintos medios brasileños.

Según recogió el diario O Globo, la PF indicó este mismo jueves que se estaba investigando a tres personas que participaron “de forma directa” en el asesinato, mientras que habría otro presunto sospechoso, quien se habría encargado de esconder los restos mortales, y, finalmente, un quinto, que sería el presunto autor intelectual.

Agentes de la policía federal se desplazan en una camioneta con objetos encontrados durante la búsqueda del experto indígena Bruno Pereira y el periodista independiente Dom Phillips, el domingo 12 de junio de 2022, en Atalaia do Norte, en el estado de Amazonas, Brasil. Foto: Edmar Barros, AP.

Así las cosas, la PF ha descartado esta hipótesis y ahora trabaja en que Amarildo da Costa de Oliveira, también conocido como “Pelado”, y su hermano Oseney, actuaron en solitario, por lo que han descartado, por el momento, ampliar la búsqueda o detener a nuevos sospechosos. El propio sospechoso le dijo a la PF dónde se encontraban los cuerpos del periodista y el indigenista.

Phillips y Araújo habían sido vistos por última vez el pasado 5 de junio en la comunidad de Sao Rafael –dentro de las tierras indígenas del Valle del Yavarí–, desde donde partieron hacia Atalaia del Norte, aunque finalmente no llegaron a su destino.

Elon Musk anuncia plan de ampliación de cobertura de internet en la Amazonía

sábado, mayo 21st, 2022

Durante su encuentro con el Presidente Jair Bolsonaro, el empresario y dueño de Tesla anunció la instalación de sistemas satélites Starlink en 19 mil escuelas en áreas rurales, lo cual también permitirá “monitorizar” el ambiente de la Amazonía.

Sao Paulo, 21 may (EFE).- El magnate Elonk Musk se reunió este viernes con el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, para analizar el “potencial económico” del país y anunció su plan para “monitorizar” la Amazonía y ampliar la red de internet que llegará hasta los puntos más remotos de la región gracias a su red de satélites.

Musk, hombre más rico del mundo y fundador de Tesla, sorprendió hoy con su visita a Brasil, donde mantuvo un encuentro con el Jefe de Estado en un hotel de lujo en Porto Feliz, en el interior del estado de Sao Paulo, cuando faltan cinco meses para las elecciones presidenciales.

Sobre la mesa, según Bolsonaro, estuvieron temas como el “potencial económico de Brasil”, las inversiones, la innovación, la conectividad y el uso de la tecnología para “reforzar la protección” en la Amazonía.

En ese sentido, Musk anunció el “lanzamiento” de su sistema de satélites Starlink en 19 mil escuelas sin conexión en áreas rurales, una tecnología que, según dijo, permitirá también la “monitorización” ambiental de la Amazonía.

“Necesitamos esa conectividad” para proteger la Amazonía, resaltó Musk ante un selecto grupo de empresarios y estudiantes.

El Ministro de Comunicaciones de Brasil, Fabio Farias, promotor del encuentro, señaló que los satélites de baja altitud podrán ser lanzados en la región amazónica en “los próximos meses”, aunque no detalló la inversión del proyecto que busca ampliar la conectividad en la Amazonía.

La Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil (Anatel) había autorizado a comienzos de este año la operación de los satélites de Starlink, el cual permite acceder a la red mediante pequeñas antenas fáciles de instalar en cualquier lugar donde no llegan los proveedores regulares de internet.

Starlink tiene autorización para colocar 40 mil satélites en el mundo y actualmente hay dos mil lanzados a 500 kilómetros de la tierra. Según los propios planes de Musk, Starlink podría estar accesible para la Amazonía en el primer trimestre de 2023.

Fotografía del archivo de una vista general de una área selvática cercana a Manaos, en la Amazonía (Brasil). Imagen ilustrativa. Foto: Marcelo Sayão, EFE.

Según el líder de la ultraderecha brasileña, la propuesta de Musk para conectar las regiones más remotas de la Amazonía con internet vía satélite puede ayudar a mostrar la “realidad” sobre el mayor bosque tropical del planeta.

“Contamos con Musk para que la Amazonía sea conocida por todos en Brasil y el mundo, para mostrar la exuberancia de esa región, cómo es preservada y qué daño causa para nosotros aquellos que difunden mentiras sobre esa región”, señaló Bolsonaro durante el pronunciamiento.

La deforestación en la Amazonía ha alcanzado niveles récord durante el Gobierno del líder de la ultraderecha, según han revelado los actuales sistemas de vigilancia, y las organizaciones ecologistas atribuyen el aumento de la destrucción a la menor fiscalización debido a sucesivos recortes presupuestarios y al discurso antiambientalista del Presidente.

Bolsonaro, además, es partidario de la explotación económica en la selva y defiende un proyecto de ley para legalizar la minería industrial en tierras indígenas.

https://www.instagram.com/p/CdzEGNGMZaj/

MUSK, “MITO DE LA LIBERTAD”

El viaje de Elon Musk a Brasil se produce casi un mes después de que el empresario anunciara la compra de la red social Twitter por 44 mil millones de dólares, operación que se encuentra suspendida y que recibió los elogios de Bolsonaro.

El capitán de la reserva del Ejército, en el poder desde enero de 2019, calificó a Musk de “mito de la libertad” y consideró que su decisión de comprar Twitter supone un “soplo de esperanza”.

“Su presencia es algo inmaterial. Hoy en día, podríamos llamarlo de mito de la libertad. El ejemplo que nos dio, hace pocos días, cuando anunció la compra de Twitter, para nosotros fue como un soplo de esperanza”, aseguró Bolsonaro, quien dio una amplia difusión al encuentro en sus redes sociales, donde el asunto #BolsoMusk llegó a ser el más comentado del día.

Elon Musk anunció la compra de Twitter por más de 40 millones de dólares. Foto: Alexander Becher, EFE/EPA

Tanto Bolsonaro como sus seguidores de ultraderecha han denunciado las políticas de combate a las noticias falsas y mensajes de odio en redes sociales al considerar que supone una violación de la libertad de expresión.

El mandatario aspira a su reelección en las elecciones del próximo octubre, en las que enfrentará al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en las encuestas, y desde hace meses siembra dudas sobre la fiabilidad del proceso electoral en el país, pese a que no existen denuncias de fraude.

Bolsonaro, quien ha emulado en su discurso al expresidente estadounidense Donald Trump, llegó a anunciar que su Partido Liberal contratará una auditoría propia para acompañar las elecciones del próximo octubre.

“Sería bueno que DiCaprio mantuviera la boca cerrada” sobre la Amazonía: Bolsonaro

miércoles, mayo 4th, 2022

El Presidente brasileño, Jair Bolsonaro, dijo en una entrevista que Leonardo DiCaprio no dijera “tonterías” después de que el actor Ganador al Óscar criticara la deforestación en la selva del Amazonas en Brasil.

MADRID, 4 May. (EUROPA PRESS).- El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha asegurado este martes que lo “mejor” sería que el actor Leonardo DiCaprio “mantuviera la boca cerrada en vez de decir tonterías”, en referencia a las críticas que lanzó hace unos días por los altos índices de deforestación de la Amazonía.

“Sería bueno que Dicaprio mantuviera la boca cerrada en lugar de decir tonterías”, ha soltado el Presidente brasileño durante uno de esos encuentros habituales que suele mantener con sus seguidores a las puertas del Palacio de la a Alvorada, ha contado el diario Correio Braziliense.

La arremetida de Bolsonaro se da pocos días después de que DiCaprio agradeciera a “los héroes de la democracia en Brasil que están ayudando a los jóvenes a registrarse para votar” en las próximas elecciones de octubre. “Lo que sucede allí es importante para todos nosotros”, enfatizó.

“Brasil es el hogar de la Amazonía y otros ecosistemas críticos para el cambio climático […] el voto de los jóvenes es fundamental para impulsar el cambio hacia un planeta saludable”, recalcó el actor ganador de un Oscar, que en 2019 donó cinco millones de dólares para programas de conservación en esa región.

En esta ocasión Bolsonaro le ha reprochado estar utilizando “fotos de hace veinte años” para criticar al Gobierno y le ha recalcado que la directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, señaló que “sin la agroindustria brasileña el mundo pasaría hambre”.

Vista general de una área selvática en la Amazonía (Brasil). Foto: Marcelo Sayão, EFE

“Nuestra agroindustria es un ejemplo para el mundo, además de la preservación ambiental. Somos ejemplo para el mundo, tanto que Europa está cambiando su legislación ambiental”, ha afirmado Bolsonaro.

“No sirve de nada videítos mentirosos de que está ardiendo la Amazonía, de que va a cambiar el clima en el mundo. Eso no funciona”, ha dicho Bolsonaro, quien días antes respondió en Twitter al actor asegurando que sería el pueblo brasileño quien decidiría sobre la soberanía de la Amazonia y no los “tramposos que sirven a los intereses extranjeros”.

Un sismo de magnitud 6.8 sacude la región del Amazonas de Perú; no se reportan daños

jueves, febrero 3rd, 2022

El epicentro del fenómeno se registró a 90 kilómetros al este de la localidad Santa Maria de Nieva, en la provincia de Condorcanqui, en la zona amazónica del país.

Lima, 3 feb (EFE).- Un fuerte sismo de magnitud 6.8 en la escala de Richter sacudió este jueves la región peruana del Amazonas, sin que de momento se reporten daños personales ni materiales, según informó el Instituto Geofísico del Perú (IGP).

El temblor se registró a las 10:58 hora local (15:58 GMT) y el epicentro se localizó a 90 kilómetros al este de la localidad de Santa María de Nieva, en la provincia de Condorcanqui, ubicada en el departamento del Amazonas.

El movimiento telúrico se originó a una profundidad de 139 kilómetros de la superficie, por lo que la población de Santa María de Nieva lo sintió con una intensidad de grado seis en la escala de Mercalli, considerada “fuerte” por los especialistas.

El evento sísmico no generó ninguna alerta de tsunami en el litoral peruano, según precisó la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú.

Perú se ubica en la zona denominada Cinturón de Fuego del Pacífico, donde se registra aproximadamente el 85 por ciento de la actividad sísmica mundial.

VIDEOS: Un terremoto ​de magnitud 7.5 sacude Perú; reportan afectaciones en viviendas

domingo, noviembre 28th, 2021

El sismo se registró a 98 kilómetros al este de Santa María de Nieva, a una profundidad de 131 kilómetros, una localidad más al norte a unos mil 100 kilómetros de Barranca.

Lima, 28 de noviembre (EFE).- Un nuevo terremoto en Perú, esta vez de magnitud 7.5, sacudió esta mañana Barranca y parte de la costa, según informó la página web del Servicio Geólógico de Estados Unidos, que registra los movimientos telúricos en todo el mundo.

El temblor, según este servicio, se produjo a las 10:52 GMT (05:52 local) y se localizó su epicentro a 42 kilómetros al nor-noroeste de la ciudad de Barranca, localidad costera peruana a unos 175 kilómetros al norte de Lima.

Según dio a conocer el Instituto Geofísico del Perú (IGP) a través de Twiter, el sismo se registró a 98 kilómetros al este de Santa María de Nieva, a una profundidad de 131 kilómetros, una localidad más al norte a unos mil 100 kilómetros de Barranca.

De acuerdo con el servicio geológico estadounidense, los terremotos con profundidad entre 70 y 300 kilómetros en general causan menos daño en la superficie, aunque puedan sentirse a grandes distancias.

Más tarde, el Instituto Geofísico del Perú, a través del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI), detalló que el movimiento sísmico de magnitud 7.5, ocasionó daños en los distritos Valera, San Jerónimo y Leimebamba, ubicados en las provincias Bongará, Luya y Chachapoyas, respectivamente (Amazonas).

De manera preliminar, la Dirección Desconcentrada del INDECI informó que hasta el momento el sismo ha originado daños a una cantidad todavía indeterminada de viviendas de las jurisdicciones mencionadas. Sin embargo, las autoridades competentes continúan realizando la evaluación de daños y análisis de necesidades.

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Por lo anterior, el INDECI recomendó a la población mantener la calma. Asimismo, dijo que es necesario elaborar un plan de evacuación familiar, verificar las vías de salida, ubicar las zonas de seguridad internas y externas, y tener una mochila de emergencia a la mano.

Por otro lado, recordó que Perú se encuentra ubicado en la zona denominada Cinturón de Fuego del Pacífico, donde se registra aproximadamente el 85 por ciento de la actividad sísmica mundial.

Este es el segundo sismo que se produce este domingo en Perú.

Un sismo de magnitud 5.2 sacudió esta madrugada Lima y la costa central de Perú, sin que de momento se hayan reportado daños personales ni materiales.

El temblor se registró a la 1:32 hora local (6:32 GMT) y su epicentro se situó en el océano Pacífico, a 44 kilómetros al oeste del Callao, la ciudad portuaria aledaña a Lima, según los datos reportados por el Instituto Geofísico del Perú (IGP).

El movimiento telúrico se originó a 65 kilómetros de profundidad y fue sentido con una intensidad fuerte por los habitantes de Lima y del Callao, quienes en numerosos barrios salieron de sus casas en la madrugada ante la persistencia del temblor, cuya duración rondó los 20 segundos.

Aerogeneradores usan madera de balsa. Generan “energía limpia”… consumiendo bosques

lunes, noviembre 8th, 2021

Las aspas de los aerogeneradores, fabricadas con madera de balsa, plantean la paradoja de que las energías renovables causan un gran impacto social y ambiental.

Por Francesc Badia i Dalmases

Londres, 8 de noviembre (OpenDemocracy).- ¿Qué tiene que ver la deforestación de madera de balsa en la selva amazónica ecuatoriana con la generación de energía eólica en Europa? Estas dos actividades, aparentemente tan alejadas, tienen un vínculo perverso: la fiebre de la energía eólica ha disparado la demanda mundial de este recurso natural.

La madera de balsa se utiliza en Europa y también intensamente en China como componente en la construcción de las aspas de los aerogeneradores que se levantan al calor de la transición energética impulsada por la necesidad de descarbonizar de la economía.

Los aerogeneradores, con palas de 80 metros de longitud, pueden cubrir una superficie de aproximadamente 21 mil metros cuadrados, equivalente a casi tres campos de futbol. Las nuevas generaciones de estos aerogeneradores pueden tener palas de hasta 100 metros, lo que supone unos 150 metros cúbicos de madera cada una, es decir, varias toneladas, según cálculos del National Renewable Energy Laboratory de Estados Unidos.

Que algo importante estaba sucediendo en la demanda internacional de esta madera tropical, muy flexible y dura a la vez, muy ligera y a la vez resistente, se empezó a notar con gran intensidad en los territorios indígenas de la Amazonía ecuatoriana en el 2018.

Ecuador, que es el principal exportador de esta madera con un 75 por ciento del mercado global, cuenta con varios grandes exportadores como Plantabal S.A. en Guayaquil, que dedica hasta 10 mil hectáreas al cultivo de balsa para la exportación. Pero con el boom de la demanda a partir de 2018, ésta, y otras grandes empresas que compran la balsa a proveedores independientes, tuvieron muchas dificultades en hacer frente a los pedidos internacionales.

Este incremento de la demanda propició la deforestación de la balsa virgen del Amazonas. Proliferaron los “balseros” irregulares e ilegales, que empezaron a deforestar masivamente la balsa virgen que crece en las islas y riberas de los ríos amazónicos ante la escasez de madera cultivada. El impacto de esta explotación en los pueblos indígenas de la Amazonía ecuatoriana es muy fuerte, como también lo es la minería y la extracción de petróleo y lo fue en su momento la fiebre del caucho.

Aerogenerador fotografiado en la comarca del Baix Camp, Cataluña, España. Foto: Francesc Badia, OpenDemocracy

En el 2019, en la provincia de Pastaza, al oeste de Ecuador, frontera con Perú, la acelerada construcción de una carretera a través de territorio Shuar para unir la ciudad occidental de Puyo, puerta de entrada a la Amazonía, con la comunidad de Copataza y con su embarcadero sobre el río Pastaza, generaba controversia entre los indígenas.

Los pueblos shuar y achuar percibían la carretera como una infraestructura destinada al extracción y deforestación y no como una contribución al desarrollo de sus comunidades. Pero la carretera, que no esperó a que el consenso indígena fuera pleno, avanzó inexorable, como una jeringa clavada en la selva, y llegó a su destino en noviembre de ese mismo 2019.

Simultáneamente, a miles de kilómetros de distancia, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, presentaba en Bruselas el ambicioso pacto Verde Europeo, que propone, entre otras cosas, frenar y revertir el cambio climático impulsando la transición energética.

Von der Leyen presentó el plan de inversiones diciendo que “el pacto Verde lleva aparejadas grandes necesidades de inversión, que convertiremos en oportunidades de inversión. El plan que presentamos hoy para movilizar como mínimo un billón de euros indicará el camino a seguir y propiciará una oleada de inversiones ecológicas”.

Las perspectivas financieras para las energías renovables, y en particular para la eólica, disparó la construcción de aerogeneradores en el continente europeo. Lo mismo sucedió en China, que también trata de aumentar el peso de las renovables a su mix energético. En diciembre del 2020, el Presidente Xi Jinping declaró que de los 243 gigavatios de capacidad energética eólica y solar se pasaría a más de  mil 200 en el 2030.

Esta fiebre eólica provocó la fiebre de la balsa, que ha tenido consecuencias devastadoras para las comunidades indígenas ecuatorianas entre ellas el pueblo Waorani, cerca del parque nacional de Wasuní, tal y como señaló The Economist el pasado mes de enero.

Vista de una isla sobre el río Pastaza desde Sharamentsa, Ecuador. Foto: Francesc Badia, OpenDemocracy

En septiembre de este año, cuando Open Democracy visitó el territorio Achuar, bajando por el río Pastaza, uno de los más afectados por la fiebre, constatamos la deforestación total de la balsa y que los balseros, en su voracidad por obtener más madera, habían pasado a deforestar Perú. Aunque los precios ya empezaban a hundirse, ellos seguían remontando el Pastaza con grandes canoas para desembarcar la madera en Copataza, donde se cargaba en mulas (camiones) y salía del territorio a través de la nueva carretera.

Las consecuencias sociales de esta práctica extractiva son muy destructivas. El pasado junio, los líderes indígenas de la Nacionalidad Achuar del Ecuador (NAE) se plantaron. “No hagan ninguna inversión, así talen balsa no van a poder sacar, no va a ser vendida” publicaron en Facebook.

La NAE añadió que no permitiría la salida de la balsa desde su territorio a la ciudad. “Es un llamado urgente a que comprendamos los graves problemas que trae a países vecinos como Perú. Los madereros están causando división entre hermanos (…)”.

La declaración, sin embargo, llegó demasiado tarde.

Sharamentsa es una comunidad que ha apostado por la innovación energética con un proyecto de canoas impulsadas por energía solar. Se había resistido a abrir sus islas a los madereros, pero un dirigente de la tribu cedió a la presión y vendió la balsa de la comunidad, lo que provocó dolor, rechazo y división en las familias.

El expolio tiene consecuencias también para el ecosistema de las islas y para el mismo río.

Fábrica de aspas de aerogeneradores de Siemens-Gamesa en Vago, Portugal. Foto: Francesc Badia, OpenDemocracy

Los balseros traen alcohol, droga, prostitución, y contaminan los lugares de extracción con plásticos, latas, maquinaria, vertidos de gasolina y aceite, abandonan las cadenas usadas de las sierras mecánicas, se comen las tortugas y ahuyentan a los loros, tucanes y otros pájaros que se alimentan de las flores de los árboles de balsa. La quiebra de los ecosistemas por la deforestación ilegal tiene impactos profundos en los equilibrios de la flora y la fauna.

La industria de los aerogeneradores, como piden los defensores de la Amazonía, debería implantar estrictas medidas para determinar el origen de la madera de balsa y evitar que la presión del mercado lleve a la deforestación. En última instancia, también debería abandonar definitivamente el uso masivo de este recurso natural.

El incremento del precio de la madera de balsa por la demanda elevada y la oferta insuficiente favorece que la industria busque materiales alternativos. Según The Economist, el precio se duplicó desde mediados del 2019 a mediados del 2020. En el 2019, Ecuador exportó madera de balsa por valor de 219 millones de dólares, un 30 por ciento más que el récord anterior de 2015. En los primeros 11 meses del 2020, exportó balsa por valor de 784 millones de dólares.

Las aspas de las turbinas eólicas están fabricadas principalmente con espuma de PMI, madera de balsa y espuma de PET. Un diseño típico es utilizar la balsa, que es de mayor resistencia (densidad 150 kg / m3), para la parte que soporta la carga cerca de la raíz de la pala, y espuma de PVC reticulada (densidad 60 kg / m3) a medida que se acerca a la punta, puesto que el grosor del material sándwich disminuye gradualmente desde su anclaje en el buje a su extremo libre. Los elementos de madera de balsa utilizados son planchas que conforman parte del núcleo de la pala y que colaboran, especialmente, en la rigidez y la resistencia del conjunto.

Sin embargo, si bien la balsa tiene propiedades de rigidez excelentes, la necesidad de construir aspas cada vez más largas y de menos peso, así como de asegurar una cadena de suministro confiable, ha puesto sobre la mesa las limitaciones cada vez más evidentes de esta madera.

Bidones de combustible para los motores de las canoas en la pista de aterrizaje de avionetas en Sharamentsa, al borde del río Pastaza, Ecuador. Foto: Francesc Badia, Open Democracy

El Tereftalato de Polietileno (PET), espuma de baja densidad generada a partir de botellas de plástico, es un sustituto de la balsa. Paul Dansereau, ingeniero de materiales de la empresa danesa LM WindPower, explica que sus aspas incorporan el PET desde el 2017 y que “hoy en día usamos la espuma de PET en palas de más de 80 metros” y el 60 por ciento de este material, además, es reciclado.

La empresa danesa Vestas y la hispano-alemana Siemens-Gamesa son los mayores fabricantes de aerogeneradores del mundo. Consumen balsa que se procesa y transporta a más de 10 mil kilómetros de distancia, como es el caso de la que desde el Amazonas llega hasta la fábrica de Ria Blades de Vago, en Portugal, propiedad de Siemens-Gamesa.

Cuando Vestas y Siemens-Gamesa introdujeron los primeros diseños de palas usando solo PET, otros competidores les siguieron. La consultora Wood Mackenzie pronostica que la proporción de uso de PET “aumentará desde el 20 por ciento que había en el 2018 a más del 55 por ciento en el 2023, mientras que la demanda de balsa se mantendrá estable”.

Las aspas también presentan el problema de su reciclabilidad. Ahora que la primera generación de aerogeneradores está llegando al final de su vida útil, miles serán desmanteladas. Sólo en Europa serán unas 14 mil en el 2023, según cálculos del profesor en resistencia de materiales y teoría de estructuras de la Universidad Politécnica de Cataluña, Ramón González-Drigo. “En la actualidad -dice- entre el 85 y el 90 por ciento de la masa total de los generadores eólicos puede ser reciclada. Pero las palas representan un desafío debido a los materiales compuestos que las conforman y cuyo reciclaje requiere de procesos muy específicos”.

La sombra de un aerogenerador se proyecta sobre el territorio del Baix Camp, limítrofe con la comarca del Matarraña. Foto: Francesc Badia, Open Democracy

El profesor González-Drigo considera que “la fabricación de palas de aerogeneradores requiere de soluciones técnicas que sean a la vez sostenibles, económicamente viables y responsables y que encajen en un modelo de economía circular”.

El impacto socioambiental de los parques eólicos no termina con la deforestación de la balsa amazónica, sino que se extiende a los territorios que los albergan, zonas de vientos constantes y poco pobladas, donde la oposición de los municipios es débil debido a su dispersión, fragmentación y baja demografía.

Este es el caso de la comarca del Matarraña, en el sur de la provincia de Teruel, en España, donde varios proyectos de parques eólicos es muy probable que empiecen a instalarse en breve.

Este desarrollo se debe a la necesidad de aumentar la producción de energía eólica, que ahora aporta un 21.9 por ciento de la electricidad consumida en España.

La población local se siente impotente ante la llegada de estas inversiones millonarias que afectan a la fauna, la flora, el paisaje y la cohesión social. “Aquí tenemos un debate entre la necesidad de las energías renovables, donde los parques eólicos tienen un papel clarísimo, y la necesidad de preservar el territorio, el paisaje. Esto no casa bien,” explica Eduard Susanna, productor de aceite en Mas de Flandí, en Calaceite.

Esperanza Miravete, profesora de Geografía e Historia en Valjunquera, una localidad de 338 habitantes en el Matarraña, critica “la agresión muy fuerte” de las empresas eólicas sobre el territorio. “Las mismas agresiones -añade- se están produciendo en la España vaciada. No hay ninguna figura de protección del paisaje, no hay ningún parque natural ni nada que pueda frenar una implantación industrial aquí”.

La transición energética, como demuestra la energía eólica, plantea una paradoja verde. Es necesaria, pero no tiene un origen verdaderamente “limpio”. No parece ético ni sostenible que las empresas eólicas no respondan con claridad a esta cuestión. El ciudadano que este invierno encienda su calefacción de calor azul y consumo eficiente en la fría Europa tiene derecho a saberlo.

¿El Amazonas estéril y el Medio Oeste de EU tropical? Así lucirá la Tierra en el 2500

domingo, octubre 17th, 2021

Uno de los mayores afectados sería el subcontinente indio, hogar de miles de millones de personas cuyos descendientes se verían obligados a usar trajes protectores para salir a la calle debido a las altas temperaturas.

Ciudad de México, 17 de octubre (RT).- Un grupo de investigadores dirigidos por la Universidad McGill de Montreal, Canadá, publicó un estudio en el que advierten que, si las emisiones de dióxido de carbono continúan aumentando, dentro de 480 años la selva amazónica habrá desaparecido, el Medio Oeste de Estados Unidos tendrá un clima tropical y la India será demasiado calurosa para albergar vida humana.

“Necesitamos visualizar la Tierra a la que nuestros hijos y nietos se podrían enfrentar, y lo que podemos hacer ahora para que sea justa y habitable para ellos”, señaló Christopher Lyon, autor principal del estudio, quien añade que “si no cumplimos con los objetivos del Acuerdo de París y las emisiones siguen aumentando, muchos lugares del mundo cambiarán drásticamente”.

Los investigadores exponen el futuro de nuestro planeta basándose en tres escenarios de reducción de gases de efecto invernadero hasta el año 2500, e ilustran varias de las proyecciones que plantean.

En los peores escenarios, que son los de mitigación baja y media, y no cumplen con los objetivos del Acuerdo de París, la vegetación y las áreas de cultivo se moverían hacia los polos y se reduciría la superficie total apta para varias especies de cultivos. La cuenca del Amazonas, poseedora de la mayor biodiversidad animal y vegetal del mundo, podría volverse completamente estéril.

El Amazonas: La primera imagen muestra una aldea indígena tradicional antes del contacto con los europeos. La segunda imagen presenta un paisaje actual. La última imagen representa al Amazonas en el año 2500 y muestra un paisaje árido. Foto: Global Change Biology

Por otra parte, lugares ricos en la producción de cereales como el medio oeste de los EU se volverían mucho más húmedos y cálidos, lo que obligaría a sus habitantes a adaptarse a una agricultura de clima tropical, con especies basadas principalmente en palmas productoras de aceite.

Lyon y sus colegas también determinaron que bajo los modelos de mitigación baja y media, las zonas del mundo que experimentan constantes períodos de calor extremo podrían aumentar significativamente. Uno de los mayores afectados sería el subcontinente indio, hogar de miles de millones de personas cuyos descendientes se verían obligados a usar trajes protectores para salir a la calle debido a las altas temperaturas.

“El estrés por calor puede ser fatal para los seres humanos cuando las temperaturas de bulbo húmedo superan los 35 grados Celsius durante seis horas o más”, explicaron los científicos.

Por otro lado, el equipo descubrió que el nivel del mar seguirá aumentando incluso en escenarios de alta atenuación de los niveles de gases. Esto se debe a la expansión y la mezcla de agua caliente en los océanos, un proceso muy lento que ya ha comenzado y que tardará décadas en estabilizarse.

Medio oeste de EU.: La primera imagen muestra comunidades indígenas anteriores a la colonización. En la segunda se ve la misma zona en la actualidad, con grandes cosechadoras. La última imagen muestra la adaptación agrícola a un clima subtropical cálido y húmedo en el año 2500. Foto: Global Change Biology

Hasta ahora, la mayoría de estudios sobre el impacto de las actividades antropogénicas en el clima realizaban proyecciones hasta el año 2100. No obstante, según Lyon, esto no le resultará de gran ayuda a las próximas generaciones.

“El Acuerdo de París, las Naciones Unidas y los informes de evaluación científica del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático nos muestran lo que debemos hacer antes de 2100 para alcanzar nuestros objetivos y lo que podría suceder si no lo hacemos”, señaló Lyon. “Pero este punto de referencia, que se ha utilizado durante más de 30 años, es miope porque las personas que nacen ahora solo tendrán 70 años en el 2100”.

Por este motivo, Lyon y sus colegas concluyeron que las proyecciones climáticas y las políticas que dependen de ellas deberían mirar más allá del año 2100 para poder comprender completamente el alcance potencial a largo plazo de los impactos climáticos.

https://www.youtube.com/watch?v=aFYlY4__3_g&t=163s

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE RT. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

Nueva especie de «rana zombi» es descubierta en el Amazonas; tiene la piel naranja

martes, julio 6th, 2021

La “rana zombi” mide unos 40 milímetros de largo, tiene morro puntiagudo y presenta pequeñas manchas de color naranja en una piel de la misma tonalidad.

Ciudad de México, 6 de julio (RT).- Un equipo internacional de investigadores ha descubierto en el Amazonas una especie de “rana zombi” de piel naranja moteada que suele vivir bajo tierra y que, por lo general, sale a la superficie sólo cuando está lloviendo, comunica la Colección de Historia Natural Senckenberg en Dresde, Alemania.

Esa especie, que ha sido identificada como Synapturanus zombie sp., pertenece al género Synapturanus y fue descubierta en Guayana Francesa y el norte de Brasil. El anfibio mide unos 40 milímetros de largo, tiene morro puntiagudo y presenta pequeñas manchas de color naranja en una piel de la misma tonalidad.

“Los sonidos de las ranas macho sólo se pueden oír después o durante las fuertes lluvias”, explica el herpetólogo alemán Raffael Ernst, coautor del estudio sobre el descubrimiento, publicado en la revista Zoologischer Anzeiger. El Synapturanus zombie sp. es una de las tres especies del género Synapturanus descubiertas por Ernst y sus colegas.

“HÁBITATS DE DIFÍCIL ACCESO”

“Hasta ahora se ha prestado poca atención científica a este género”, entre otras cosas, porque sus “hábitats son de difícil acceso y sus áreas de distribución son muy pequeñas”, comenta el herpetólogo alemán. Además, “sus sonidos son bastantes difíciles de diferenciar”, ya que los animales se esconden bajo tierra.

“Suponemos que hay seis veces más especies de Synapturanus que las que hemos descrito hasta ahora. Por lo tanto, queda mucho trabajo por hacer, sobre todo porque aún no podemos evaluar de manera concluyente el estado de riesgo de la especie debido a la compleja situación de los datos”, concluyó.

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El tráfico de mercurio empieza en México y atraviesa América Latina

sábado, mayo 15th, 2021

Bolivia es el segundo mayor importador mundial de mercurio, según un estudio de 2020 sobre esta industria. Y el país andino se ha convertido en un nuevo epicentro del tráfico de este metal en Sudamérica desde que su vecino Perú comenzó a restringirlo. El tráfico también se extiende hacia Brasil, Colombia, Venezuela y Guyana.

Por Katie Jones

La Paz, Bolivia, 15 de mayo (InSightCrime).- Redes ilícitas suplen de mercurio las operaciones mineras en toda la cuenca del Amazonas, pese a las campañas globales por restringir la circulación de este químico.

La Convención de Minamata promovida por las Naciones Unidas buscó acabar con la producción, importación y exportación de productos que contuvieran este elemento para 2020. Pero los mineros ilegales desde Colombia hasta Perú siguen usando azogue, como se conoce comúnmente el mercurio, para separar el oro de la tierra y el sedimento, dejando a su paso enormes charcos de barro mezclado con mercurio.

InSight Crime desentraña los factores que promueven el tráfico ilícito en la región y la manera como se trafica el mercurio líquido de un país a otro en la Amazonía.

PERÚ: IMÁS PARA EL MERCURIO DE CONTRABANDO

Perú ha mostrado una reducción significativa de sus importaciones formales de mercurio, desde que ratificó la Convención de Minamata en 2015.

Pero en los centros nacionales de minería ilícita, como la región de Madre de Dios, nunca parece escasear el mercurio. Como InSight Crime lo informó en 2016, en la región se declaró un estado de emergencia general por la aguda contaminación con mercurio asociada a la minería ilegal.

César A. Ipenza, abogado y profesor peruano especializado en temas ambientales, confirmó a InSight Crime que desde Bolivia entra ilegalmente mercurio en grandes cantidades.

Destrucción de una mina ilegal de mercurio. Foto: Fernando Vergara, AP.

En la porosa zona trifronteriza que Perú comparte con Brasil y Bolivia, se observa tráfico ilegal de todo tipo de productos, con el paso por la zona de suministros mineros, armas y narcóticos.

La ingeniera química y una de las mayores expertas en mercurio en Perú, Vilma Morales, declaró a Mongabay que en la población fronteriza de Desaguadero, que conecta la región de Puno, al sureste de Perú, con el departamento fronterizo de La Paz, en Bolivia, es prácticamente imposible ejercer un control fronterizo.

Al consultar al personal que sirve en la Dirección Ejecutiva de Salud Ambiental de Perú, Morales supo que los grupos criminales dedicados al tráfico por Puno asesinarían a quien se interpusiera en su camino, por lo que algunos funcionarios optan por hacer la vista gorda ante cualquier tentativa de tráfico.

El mercurio también se abre paso hasta Perú por medio de Ecuador. Morales habló con varios mineros de la ciudad peruana de Piura, que solían regresar a la frontera con Ecuador para recoger azogue en botellas más pequeñas que latas de gaseosa.

Se han hecho algunos grandes decomisos. En 2019, agentes de aduana en Puno confiscaron un envío de unos 110 litros de mercurio hallados en un camión abandonado en la carretera de Huancané, en la ciudad de Juliaca, al sureste de Perú. Las autoridades avaluaron la carga —procedente de Bolivia— en 300.000 soles peruanos, alrededor de 82 mil dólares.

Pero es mucho más común el tráfico hormiga, donde se contrabandea un producto en pequeñas cantidades para evitar su detección, pues a bordo de autobuses públicos los pasajeros llevan mercurio en frascos. Otros esconden el químico bajo las sillas de los automóviles para cruzar la frontera.

El año pasado, el Centro para Estudios Avanzados de Defensa (C4ADS) reveló que algunas personas incluidas en la lista de usuarios autorizados de mercurio en Perú —que incluía influyentes políticos y personalidades— tenían un historial documentado de presunta participación en minería ilegal.

El C4ADS también detalló cómo los suministros del principal importador de mercurio en Perú, la Minera Triveño del Perú SAC, presuntamente había estado contactando a “compradores independientes” no autorizados.

Luis E. Fernández, director del Proyecto Carnegie para el Ecosistema del Amazonas por el Mercurio (Carnegie Amazon Mercury Ecosystem Project, CAMEP) declaró a InSight Crime que puede estarse filtrando el mercurio de uso industrial y odontológico a las cadenas ilícitas de suministro.

Mina ilegal de mercurio en Colombia. Foto: Fernando Vergara, AP.

BOLIVIA: PUNTO DE TRÁNSITO IDEAL

Bolivia es el segundo mayor importador mundial de mercurio, según un estudio de 2020 sobre esta industria, publicado por el Comité Nacional de los Países Bajos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN NL).

Y el país andino se ha convertido en un nuevo epicentro del tráfico de este metal en Suramérica desde que su vecino Perú comenzó a restringirlo, así lo señaló Mariel Cabero Ugalde, experta en justicia ambiental del en declaraciones a Mongabay.

Las redes que abastecen el químico a los comerciantes bolivianos tienen nexos con organizaciones criminales transnacionales que participan en la trata de personas y el narcotráfico, según el IUCN NL.

El mercurio llega en grandes cantidades al país procedente de México, aprovechando un vacío legal en las regulaciones. Las importaciones con destino a Chile entran en su mayoría al país andino por vía terrestre, hasta la ciudad de La Paz.

Notas de medios locales indican que el azogue puede conseguirse ilegalmente en ciudades como Cobija, Trinidad, Santa Cruz, Oruro y también Potosí en Bolivia.

Oscar Campanini Gonzales, director del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), dijo a InSight Crime que las ventas de mercurio por lo general son «rápidas y ágiles», facilitadas por plataformas digitales, como Facebook.

El experto reveló que el mercurio también llega a los centros de minería aurífera en el país que se encuentran coincidencialmente cerca de las fronteras con Perú y Brasil. Según el IUCN NL, el químico puede ser «desviado» por importadores legales o comerciantes minoristas asentados en zonas limítrofes.

Posteriormente, el azogue se filtra de forma ilegal a los campamentos mineros de todo Perú, en particular los de la región de Madre de Dios.

De los cuatro exportadores en Bolivia que tienen vínculos con Perú, dos se han asociado con pares peruanos con antecedentes de participación en el contrabando de químicos para el tráfico de estupefacientes, según Campanini.

Un informe del CEDIB reveló que “las redes de tráfico de mercurio se conforman de manera similar a los carteles, con la participación de múltiples niveles de importadores, mayoristas y minoristas. Ellos están bien posicionados y por lo general operan en secreto, dado que la mayor parte de las transacciones son informales”.

LA PUERTA ABIERTA DE GUYANA

En 2020, el IUCN NL reveló que Guyana dejó sus puertas abiertas al ingreso de mercurio, el cual parece abastecer las operaciones mineras ilegales en los países vecinos de Surinam, Brasil y Venezuela.

Pese a haber ratificado la convención de Minamata en 2014, Guyana fijó un límite de importaciones de 34 mil 500 kilogramos anuales.

En su informe de 2020, el IUCN NL señaló que las autoridades guyanesas nunca han decomisado una “importación informal de mercurio”.

Mina ilegal de mercurio. Foto: Fernando Vergara, AP.

Pero al consultar con una diversidad de informantes, los investigadores de la IUCN informaron que el metal ingresa al país de manera informal procedente de China en barcos de contenedores que eluden las inspecciones aduaneras.

Aunque el químico —que arriba generalmente al puerto marítimo de Georgetown— se usa para alimentar la minería de oro en Guyana, hay denuncias que señalan que también se desvía para suplir operaciones ilícitas en los países vecinos.

El mercurio se trafica al otro lado de la frontera hasta el estado brasileño de Roraima, según fuentes locales consultadas por el medio InfoAmazonia. El químico se adquiere sin problemas en el río Takutu, donde se usan los pasos fronterizos ilegales para el contrabando de mercancías y el tráfico de personas.

Al pasar el río, se dice que muchas veces se contrabandea el mercurio hasta Boa Vista, la capital de Roraima, usando autobuses o taxis.

También se cree que el químico llega al vecino país Surinam. “La frontera es porosa y en su mayor parte no tiene vigilancia, por lo que no sería difícil para cualquier persona llevar contrabando, mercurio incluido, en cualquier dirección”, como lo comentó Ian Sutherland, responsable de la investigación del IUCN NL en Guyana, a InfoAmazonia.

Y desde Guyana hasta Venezuela se trafica el azogue por rutas aéreas o marítimas, según el IUCN NL.

Esos movimientos muchas veces pasan desapercibidos, dado que en la mayoría de los casos el mercurio se contrabandea en cantidades muy pequeñas.

Pero otros problemas muy arraigados también pueden contribuir a amplificar el tráfico. “Los sobornos son un problema importante en Guyana”, declaró Sutherland a InfoAmazonia. “En las zonas mineras, es común ver a policías con gruesas cadenas y joyas de oro, y puede adivinarse de dónde vienen”.

TRÁFICO TÓXICO EN COLOMBIA

Es poco lo que se sabe del comercio ilícito del mercurio en Colombia. Pero es claro que no hay escasez de suministros.

Como lo informó InSight Crime, en agosto de 2019, el gobierno colombiano ratificó la Convención de Minamata, en un intento por reducir el uso interno de mercurio en 180 toneladas anuales y declarar el país libre de mercurio para 2023.

Pero la demanda de mercurio en los centros de minería ilegal de todo el país, desde el departamento de Chocó hasta la región de la Amazonía, es cubierta por diversas fuentes.

Datos de la Dirección Nacional de Impuestos y Aduanas de Colombia señala que el comercio ilegal de mercurio se originaba en China, como señala un informe de 2019 publicado por el Fondo Mundial de la Vida Silvestre (WWF) y la Fundación Gaia Amazonas, una organización para la protección de la selva amazónica y las comunidades que la habitan.

El mercurio se filtra a los departamentos de Nariño y Putumayo por la frontera sur que el país comparte con Perú, en general oculto dentro de botellas de 2.5 litros de bebidas gaseosas, como lo reveló el geólogo Jairo Herrera.

Gran parte del mercurio que ingresa de manera irregular al país se transporta hasta la ciudad de Medellín, para distribuirse desde allí a las explotaciones ilegales del norte de Antioquia y Chocó.

En Colombia también se ha movido el mercurio en la modalidad de “contrabando interno”. InSight Crime supo que hay redes de tráfico que adquieren el metal de manera “legal” para usos médicos y abastecen la minería informal que pulula en Chocó.

El tráfico también ha pasado a canales digitales, por las dificultades en la obtención del químico, pero se vende sin problemas por medio de plataformas como Mercado Libre y Facebook en la ciudad de Medellín.

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#DefensoresdelaSelva | El sueño de Nantu: canoas solares para preservar al Amazonas limpio

lunes, marzo 8th, 2021

Este joven tiene una solución para evitar la llegada de una carretera a su pueblo en el Amazonas ecuatoriano: conectar con barcas que usen energía limpia hasta nueve comunidades del territorio achuar. Nantu sueña con canoas solares manejadas por los propios achuar, con estaciones de recarga a lo largo del río. Una Amazonía sin más carreteras, capaz de proteger la selva virgen, el agua limpia, el aire puro.

Por Francesc Badia I Dalmases

Ciudad de México, 8 de marzo (OpenDemocracy).– En un paisaje de nubes luminosas que se reflejan en el espejo del agua, propulsada por energía eléctrica, una canoa se desliza silenciosa río arriba. A bordo de la embarcación va un equipo de jóvenes indígenas achuar. Regresan a casa después de asistir a una capacitación en instalación y control de paneles solares que tuvo lugar en el Capahuari, afluente del río Pastaza en la Amazonía ecuatoriana, cerca de la frontera con Perú.

La canoa solar apenas vibra. Se escuchan las voces de proa a popa, y en la confluencia de ambos ríos, unos cuantos delfines de agua dulce emergen para respirar, confiados y cercanos, gracias a que el suave rumor no los ahuyenta. Esta escena, que parece ficción, es completamente real. La hacen posible un grupo de jóvenes valerosos, que defienden la selva y plantan cara al petróleo, que tanto daño ha causado ya a la Amazonía ecuatoriana.

Los yacimientos significan la sentencia de muerte de este territorio, como ya pasó con los pueblos huaorani, más al norte. Junto al petróleo, también la minería, la deforestación y la caza ilegal son amenazas abrumadoras para comunidades relativamente aisladas como la de Sharamentsa, compuesta por unos 70 individuos y situada unos 30 kilómetros arriba del Capahuari, a la ribera del mismo río Pastaza.

Una de las barcas solares que Nantu quiere implantar en todo el río. Foto: Pablo Albarenga.

Una carretera que ya ha penetrado decenas de kilómetros en el territorio del vecino pueblo shuar, está a punto de entrar en territorio achuar. El fin de esta nueva infraestructura es facilitar la extracción de petróleo y otras materias primas. Foto: Pablo Albarenga.

Pero en vez de lamentarse del triste destino al que los aboca el extractivismo, resignarse o cerrar los ojos ante lo irremediable, los jóvenes de esta comunidad están despiertos. Están de pie, y luchan por defender la selva que encarna su futuro, y el de sus hijos. Saben que con ello les va la vida.

HACER FRENTE AL EXTRACTIVISMO

Nantu, como otros miles de jóvenes indígenas de todo Ecuador, acudió a la llamada de sus líderes para hacer frente a un Gobierno dispuesto a plegarse a las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI) y a abrir, todavía más, las puertas a los intereses de las grandes transnacionales extractivas.

De madrugada, junto a quince compañeros armados con lanzas y tocados con sus cintas tradicionales, Nantu emprendió un largo y azaroso viaje río arriba para luego montarse en un camión y llegar a Quito, a cientos de kilómetros de la comunidad. “En el país hubo un levantamiento indígena para hacer frente a los préstamos del FMI. Vendieron nuestros recursos. Y están expandiendo los pozos de petróleo”, dice Nantu. “Nos están robando, sin que nos demos cuenta. Por eso nos levantamos, para defender lo que es nuestro: nuestros territorios”.

Así, esa expedición a Quito no fue una movilización puntual ni aislada. No. Nantu, de 31 años, junto a compañeros de su generación, está liderando un proyecto de futuro para su comunidad. Tiene muy claro que de lo que hagan él y los suyos depende el destino, no sólo de un área milagrosamente preservada de la selva ecuatoriana, sino en parte el futuro de la cuenca amazónica y, en consecuencia, el de uno de los pulmones del planeta hoy más amenazados.

Los achuar tienen todavía una oportunidad de evitar el desastre que vivieron, más al norte, sus hermanos huaorani, a quienes diezmó el petróleo. Nantu lo sabe. Entiende que, o construye una alternativa, o acabará devorado por el inexorable avance de la voracidad de las industrias petrolera, maderera y minera.

Nantu penetra en la selva ecuatoriana, dentro del territorio achuar. Foto: Pablo Albarenga.

Una carretera que parte de Puyo, y que ya ha penetrado decenas de kilómetros en el territorio del vecino pueblo shuar, está a punto de entrar en territorio achuar. “La carretera es un veneno”, dice José, compañero de Nantu, quien agrega: “La carretera no nos respeta, nos es impuesta desde la ciudad. Es un medio terrestre muy peligroso para nosotros”.

ALTERNATIVA ENERGÉTICA

Ante esta conciencia lúcida, la implicación de Nantu, desde hace ya varios años, en el desarrollo de canoas propulsadas por energía solar es fundamental para tener argumentos capaces de detener el avance de esta carretera letal.

El proyecto, ideado por la Fundación Kara Solar, con sede en Quito, es de una gran ambición: conectar con barcas que usen energía limpia de transporte colectivo hasta nueve comunidades del territorio achuar. Se trata de un proyecto con un fuerte componente de investigación y desarrollo que tiene una proyección revolucionaria para la región amazónica, especialmente para los territorios indígenas.

Su visión es la de una Amazonía poblada por canoas solares que sustituirán potencialmente a decenas de miles de embarcaciones que andan quemando miles y miles de metros cúbicos de gasolina cada año en motores de explosión.

Sustituir esa tecnología, que es por lo menos tan antigua como la de los motores eléctricos a base de magnetos, pero que depende de un ciclo económico insensato y totalmente ineficiente, es el sueño que impulsa Kara Solar. Oliver Utne, su fundador, lo resume en una frase: “Las colaboraciones sostenidas y verdaderamente interculturales pueden crear soluciones tecnológicas que sirvan a las comunidades indígenas, en lugar de destruirlas”.

Es incontestable que el ciclo de la gasolina es absurdo. El petróleo se extrae gracias a una formidable inversión en carreteras de acceso y transporte de maquinaria pesada de extracción hacia la selva que contiene los grandes yacimientos. Se construyen kilométricos oleoductos que canalizan el hidrocarburo fósil hacia la costa, y lo embarca en superpetroleros propulsados por diesel hacia refinerías situadas miles de kilómetros al norte, en California.

Una vez refinado, se transporta de vuelta a puerto ecuatoriano, se almacena en grandes tanques de combustible para su posterior distribución en camiones cisterna, también propulsados por diesel, hacia las gasolineras. Desde ahí se carga en bidones y se transporta en camiones y autos hacia avionetas o canoas propulsadas por motores Yamaha de dos o cuatro tiempos, o peque-peques Honda de cola larga. El hidrocarburo va de regreso a la selva, al lugar desde donde se extrajo en primer lugar.

Nantu comprende que este proceso no se detiene sino es con una defensa cerrada del territorio y construyendo una alternativa. Trabaja, por ejemplo, en un proyecto que instalará sistemas de energía alternativos, mucho más amables con una economía verde y circular, de proximidad y subsistencia. La armonía de cualquier desarrollo con el ecosistema actual es, para él, imprescindible.

Los jóvenes achuar trabajan en un nuevo panel solar. Foto: Pablo Albarenga.

En la selva, que Nantu conoce a fondo, hay recursos suficientes para que la comunidad viva tranquila y en equilibrio. Ahí hay frutas, raíces, fibras, caza, pesca y plantas medicinales. Contiene tierra fértil donde abrir pequeñas huertas de subsistencia para el cultivo de lo esencial. Maderas para casas, canoas, combustible para cocinar.

“La selva es vida para nosotros”, afirma. Un bosque tan fértil y preservada como el del suroeste ecuatoriano provee generosamente. “Es el mercado y la farmacia”, sentencia, “también es el pulmón y la fuente”.

Es el lugar de Arutam, la entidad sagrada que mora en las cascadas, que engloba las distintas fuerzas que integran la cosmovisión de estos indígenas, para los que el sol, el agua, la fertilidad y la propia selva gobiernan la vida espiritual y proveen la subsistencia material de un pueblo que era nómada hasta hace pocas décadas.

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APROPIACIÓN INDÍGENA DE LA TECNOLOGÍA

Como cualquier proyecto de I+D, las dos canoas solares que hoy existen han presentado problemas técnicos, accidentes y contratiempos en este territorio hostil. El río es bravo, presenta crecidas y decrecidas periódicas, experimenta una corriente considerable que las canoas deben ser capaces de remontar. Además, presenta remolinos que superar, junto a obstáculos como árboles semihundidos, bancos de arena y, más arriba, suelo rocoso, impredecible.

Amanecer sobre la la selva ecuatoriana, en el territorio achuar. Foto: Pablo Albarenga.

Hay que optimizar la superficie del toldo de la canoa para que pueda albergar la máxima superficie de células fotovoltaicas sin que se ponga en peligro su estabilidad. Hay que mejorar la durabilidad y capacidad de almacenaje de las baterías, hacerlas más ligeras, sustituir el plomo por litio, idealmente, sin que ello dispare los costes…

La lista es larga, pero el proceso está bien avanzado. En la fase siguiente del desarrollo se contempla, por ejemplo, instalar estaciones solares de recarga a lo largo del itinerario de las canoas. De ahí la importancia de capacitar a los siete jóvenes achuar que participan en el programa de Kara Solar. Se trata de conseguir que se apropien de la tecnología, que desarrollen su propia manera de gestionar el sistema. Son programas de capacitación interculturales impartidos entre pares, que son instruidos también por técnicos indígenas. Esto resulta clave para el rápido aprendizaje y para el aterrizaje adaptado de las técnicas a los territorios. Es esta combinación entre tecnologías verdes en desarrollo y sociedades que conservan una cosmovisión decolonizada y un sistema de vida totalmente integrado en el ecosistema de un territorio prácticamente virgen, lo que hace de este proyecto algo excepcional.

Los achuar conservan una manera asamblearia de tomar decisiones. Se reúnen en grandes casas comunitarias, y mantienen ritos como el de tomar chicha (una bebida alimenticia a base de yuca masticada y fermentada) todos juntos, o beber wayusa en común —una infusión que provoca el vómito, purifica y fortifica para días duros de trabajo, antes de que salga el sol—.

Preocupados por el futuro de una población en aumento, poco a poco la comunidad está introduciendo en Sharamentsa alguna diversificación en términos de actividad económica que apunta a su sostenibilidad más allá de la autosuficiencia. Ya existe un proyecto de ecoturismo, con dos cabinas con capacidad total para 24 visitantes, gestionado por la comunidad, y un proyecto de alimentación que usa una planta de energía solar en construcción. Pero la principal e inminente amenaza es, sin duda, la proximidad de la carretera.

Es el caso de Nantu, que posa para un retrato en la selva ecuatoriana, en territorio achuar. Junto a compañeros de su generación, está liderando un proyecto de futuro para su comunidad. Foto: Pablo Albarenga.

Nantu tiene una queja directa frente al Gobierno de Quito: “Yo le diría al Gobierno que no realice proyectos sin preguntar a las nacionalidades. Que realice proyectos consultando a los pueblos, que son los dueños de los territorios. Que deje de expandir fronteras petroleras, que deje de expandir carreteras que lleguen hasta los rincones de la Amazonía. Eso es súper peligroso para nosotros”.

En un momento vital de plenitud Nantu lidera, junto a su generación, una comunidad joven, equilibrada, en evolución. Es consciente de que los cambios que se están dando en el clima y cómo el calentamiento global afecta al territorio, y al mundo. “Hay variación de actividad aquí en la selva. El ciclo de floración ha cambiado de fecha, estamos hablando de uno a dos meses. Las lluvias son demasiado intensas, y el sol, demasiado fuerte”.

El joven Nantu tiene una visión para el futuro de sus cinco hijos. Se imagina una Amazonía capaz de ser autosuficiente económicamente, con centros de turismo comunitario gestionados por los mismos indígenas, con canoas solares manejadas por los propios achuar, con estaciones de recarga a lo largo del río. Una Amazonía sin más carreteras, capaz de proteger la selva virgen, el agua limpia, el aire puro. Para él, para los suyos, y para toda la humanidad.

Este artículo pertenece a la serie Rainforest Defenders, un proyecto de democraciaAbierta en colaboración con Engajamundo Brasil, con el apoyo del Rainforest Journalism Fund del Pulitzer Center. Fue originalmente publicado por El País aquí.

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#DefensoresdelaSelva | Lilia protege al delfín rosado y a la fauna acuática del Amazonas

domingo, marzo 7th, 2021

Para Lilia Isolina Java Tapayuri, proteger al delfín rosado es sagrado. Esta es la décima y última historia de la serie ‘Rainforest Defenders’, que presenta a líderes que luchan por la conservación de los bosques, esta vez en Colombia.

Por Francesc Badia I Dalmases

Ciudad de México, 8 de marzo (OpenDemocracy).– La exuberancia vital del alto Amazonas, en la triple frontera de Colombia con Perú y con Brasil, tiene algo de estática. Destila una armonía aparente, aunque esconde en su tranquilidad tensiones múltiples. Aquí, entre los meandros de sus abundantes afluentes, que bajan cargados de vida, donde una biodiversidad excepcional prolifera en la inundación de sus aguas lentas, nada el delfín rosado del Amazonas. Desde tiempos remotos, este mamífero acuático ocupa un lugar sagrado en las cosmologías indígenas, como también lo hace en muchos rincones de la inmensa cuenca amazónica.

También para Lilia Isolina Java Tapayuri, líder comunitaria de la etnia cocama, en el resguardo Tikuna-Cocama-Yagua, el delfín rosado es sagrado. Y ocupa una parte central en su trayecto vital y profesional que la ha llevado a ocupar hoy un papel importante en la conservación de la fauna fluvial de este rincón de la selva amazónica.

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Lilia, hace 35 años, nació en la comunidad de San Francisco, a pocas millas al noroeste de Puerto Nariño, sobre el río Loretoyacu, afluente del Amazonas, y desde pequeña se sintió atraída por la fauna del río, que ha marcado tanto el sentido de su espiritualidad como su vida profesional.

En la cosmovisión de los pueblos indígenas del trapecio amazónico, en un mundo dominado por el agua, reina el delfín rosado: una criatura esquiva, a la vez enigmática, inteligente y codiciada. En los últimos tiempos, el delfín se ha erigido en icono de las iniciativas que luchan por conservar el ecosistema y que han llegado también a esta remota región amazónica.

Estos indígenas, reasentados lejos de su territorio de origen en el interior de la selva por las explotaciones caucheras en el siglo XIX, permanecieron al lado del río incluso cuando los precios del caucho se hundieron y se abandonó la esclavización de los indígenas. Con la llegada de misioneros mesiánicos a mediados del siglo XX, abandonaron sus viviendas comunales, consideradas promiscuas por los ministros de la iglesia, y se reasentaron en casas rectangulares unifamiliares con cuartos separados, paredes de madera y techo de zinc.

Lilia posa para un retrato en el río Amazonas. Su camino, como el de tantas otras mujeres indígenas, ha sido el de la lucha permanente y la determinación. Foto: Pablo Albarenga.

A pesar de la evangelización, muchos conservaron en su sincretismo fragmentos de su universo místico ancestral, donde el mundo se divide en tres niveles, el agua, el aire y la tierra, pero donde la fauna acuática desempeña un papel central. Y es en este contexto donde, para Lilia, la conservación y defensa de la fauna del río, como el manatí, el delfín, la nutria o el caimán, significa no sólo defender la selva y el ciclo biológico del ecosistema, sino los modos de vida de los pueblos indígenas y su espiritualidad.

Pero de toda la rica fauna acuática amazónica, es el delfín rosado el que ocupa un lugar central en el imaginario indígena. Lilia cuenta que este se aparece en las celebraciones rituales como la “pelazón”, un doloroso rito de pasaje consistente en arrancar todo el cabello de las muchachas en el momento en que entran en la pubertad. El delfín se aparece a la comunidad convertido en persona, llevando siempre unos atributos que lo identifican como son un gorro, un reloj de pulsera, un cinturón, o unos zapatos. “En esas reuniones, —prosigue—, el único capaz de determinar quién de las personas presentes sea un delfín es el chamán”. La persona misteriosa, que asiste de incógnito a esos ritos festivos, desaparece de madrugada sin apenas dejar rastro.

“Hasta que un día el chamán”, cuenta Lilia, “les dijo a los dueños de la fiesta: si ustedes no me creen que ese no es una persona sino que es un animal, que es la Yakuruna, la madre del agua, háganme caso: le vamos a hacer tomar toda la chicha, lo vamos a emborrachar. Y empezó la fiesta, y todas las muchachas lo pusieron a bailar y a darle chicha hasta que se emborrachó, y no alcanzó a llegar al río, y se quedó dormido en la orilla. Y cuando empezó a salir el sol, empezó a transformarse en delfín. Y ahí el chamán les dijo: miren, el gorro de esa persona-delfín es una raya; el reloj es un cangrejo: el cinturón es una boa; y los zapatos son unos pescados. Y es así como descubren a la Yakuruna”.

“Y a partir de ahí también descubren que las mujeres que vivían en las orillas de los ríos empezaban a desaparecer”, prosigue con un brillo en los ojos y un timbre de voz algo quebrado por la emoción que le provoca el relato. “Estaban encantadas, estaban en el agua, y la Yakuruna se las había llevado. Se habían enamorado del delfín. Algunas quedaban embarazadas, y los bebés nacían con forma de delfín”.

Bosque inundado cerca de la comunidad de San Francisco. En la estación de lluvias, que coincide con el invierno amazónico, los ríos suben su cota creando bosques inundados, donde los delfines rosados cazan a sus presas. Foto: Pablo Albarenga.

Lilia tiene una relación muy poderosa con la Yakuruna, y hoy dedica su vida a la defensa cotidiana de un ecosistema sometido a múltiples y continuas pruebas de estrés. Por fortuna, las amenazas de la pesca ilegal, que hace años fuera muy agresiva por la presencia de barcos frigoríficos, en su mayor parte procedentes del Perú, al otro lado del río, y artes de pesca no tradicional que diezmaban la población piscícola muy rápidamente, se han conseguido controlar.

La instalación hace unos años de una balsa a la entrada del lago Tarapoto, destinada a ser estación de control del tráfico de canoas, y desde donde se autoriza su entrada y fiscaliza su salida, ha sido una contribución determinante al trabajo de la conservación de este entorno. Decenas de especies protegidas están siendo monitorizadas, y ella dirige con valentía y autoridad indiscutida las operaciones de la balsa, desde donde se realiza el recuento de la población de distintas especies de peces y mamíferos acuáticos como nutrias, manatíes y delfines.

UNA MUJER EN UN MUNDO DE HOMBRES

Pero el camino de Lilia, como el de tantas otras mujeres indígenas, ha sido el de la lucha permanente y la determinación. En medio del patriarcalismo dominante, en un mundo en que la cosmovisión ancestral sitúa a los hombres en el agua y a las mujeres en la tierra, el control masculino acostumbra a ser absoluto. Esto exige a las mujeres una audacia añadida si quieren colarse por una rendija y empezar a trabajar de tú a tú con los hombres.

Y eso es lo que Lilia consiguió gracias a su relación emocional y espiritual con los delfines rosados. Su fascinación, de niña, hizo que en algún momento, animada por su padre, se prestara a colaborar en el cuidado de algunos ejemplares. Y a través de su especial sensibilidad en el cuidado es donde encontró la puerta de acceso a ese mundo, desde siempre intervenido, material y espiritualmente, por lo masculino.

Lilia y Karina, de la fundación Natütama, alimentan a un manatí que encontraron varado en la orilla del río Amazonas, mientras intentan ubicar a su madre. Foto: Pablo Albarenga.

Lilia y su esposo cuidan de un manatí que encontraron varado en la orilla del río Amazonas, mientras intentan ubicar a su madre. Lilia consiguió colarse en un mundo dominado por hombres gracias a su relación emocional y espiritual con los delfines rosados. Foto: Pablo Albarenga.

Es notable el cuidado con el que acoge y mima entre sus brazos a un pequeño manatí estresado y desconsolado, que encontraron varado en la orilla unos pescadores y se lo entregaron o para su custodia. Cuenta cómo, de un tiempo a esta parte, a causa del cambio en las condiciones climáticas y la disminución del caudal de los ríos, las orillas se secan con más frecuencia y aparecen crías de manatíes, que quedan varadas lejos del alcance de sus madres.

Lilia abraza y alimenta al pequeño manatí con dedicación y cariño. La escena revela hasta qué punto la relación con la naturaleza y con los seres vivos, no tan distintos de los humanos, es una cuestión de empatía y sensibilidad, dos cualidades demasiado desconocidas hasta hace poco por el universo masculino.

Como el manatí, el delfín es un animal inteligente y poderoso en el agua, pero una vez fuera de ella es un ser absolutamente vulnerable. Requiere hidratación continua, caricias para calmar el tremendo estrés, cuidado de sus pequeñas pupilas poderosas.

Fue ahí, en esos cuidados, por donde Lilia entró. Su abuelo, ya dedicado a la catalogación y protección de la población de delfines, apreció la devoción con la que su nieta miraba al delfín mientras contribuía a mantenerle la cola inmovilizada. Para eso no es necesaria fuerza, sino ternura. Y ese poder de calmar a los delfines es lo que hizo a Lilia ascender en la Fundación Omacha hasta convertirse en la coordinadora del área fronteriza de Puerto Nariño.

Comparte con Aldo Curico, su esposo, esa vocación por el cuidado. Ambos llevan viviendo juntos 13 años, y juntos transmiten sus saberes a sus tres hijos mientras comparten el proyecto de conservación. Lilia ha sumado a Aldo como compañero de lucha ambiental y de protección del territorio. Él conoce las zonas de reproducción de la fauna acuática, y también la acompaña en las largas jornadas dedicadas al cuidado de los animales.

Lilia Isolina Java Tapayuri posa para un retrato junto a su esposo Aldo, sus hijas Ainara y Michel y su madre Tapayuri, frente a su casa en la comunidad colombiana de San Francisco, a pocas millas al noroeste de Puerto Nariño, sobre el río Loretoyacu. Foto: Pablo Albarenga.

Esto les permite llevar adelante a su familia, y Lila puede compatibilizar su papel como madre de familia y su desempeño profesional como lideresa ambiental, mientras anima a otras mujeres indígenas a hacer lo mismo y a sumarse a la lucha por conservar la fauna y prevenir el cambio climático, que ya está afectando demasiado al territorio.

Pero la lucha de las mujeres indígenas aquí es larga y dura. Como área de una enorme belleza natural, esta tierra tikuna ha sido sometida recientemente a la explotación turística, lo que ha traído una cierta prosperidad, sin duda, pero a la vez ha hecho proliferar actividades ilícitas de toda índole. Las más dolorosas y perversas tienen que ver con la trata de niños, la prostitución infantil y de jóvenes indígenas adolescentes, asaltadas por turistas y otros tipos sin escrúpulos.

En el último año fueron detenidos en Puerto Nariño varios sujetos implicados en tráfico y la explotación sexual de niñas y adolescentes colombianas, peruanas y brasileñas. La porosidad de la frontera, y la facilidad para cambiar de jurisdicción nacional en 15 minutos de canoa al pasar de un lado a otro del río, favorece la impunidad ante el delito.

El equipo de control de la balsa del lago Tarapoto realiza una inspección de rutina para controlar a las embarcaciones de pesca locales. Lilia dedica su vida a la defensa cotidiana de un ecosistema sometido a múltiples y continuas pruebas de estrés. Foto: Pablo Albarenga.

Lo mismo ocurre con el tráfico de madera, obtenida de forma ilegal. No parece que sea una actividad a gran escala, pero lancha tras lancha, la madera baja por el Amazonas, cruzas fronteras, rompe regulaciones. O con la pesca del pirarucú, un gustoso pescado amazónico, que aunque está prohibida en Colombia durante unos meses de veda, no lo está en Brasil ni en Perú. En consecuencia, el pescado acaba consumiéndose igualmente de este lado de la frontera, siendo prácticamente imposible determinar su nacionalidad.

LA INCONTROLABLE FUERZA DE LA COVID-19

Pero la enfermedad de la COVID-19 que ha llegado con toda su incontrolable fuerza en la Amazonía, ha añadido aún más incertidumbre a estas dinámicas, ya de por sí demasiado complejas. Más de 350 muertes y casi 15 mil contagiados (datos a 30 de julio) son el preludio de lo que puede acabar sucediendo en el territorio fronterizo donde habita Lilia y su familia.

Atardecer sobre el lago Tarapoto. Foto: Pablo Albarenga.

Además, la restricción de movilidad ha hecho que los controles ambientales sobre los afluentes hayan disminuido notablemente. Ahora, el reto como comunidad ha sido protegerse para evitar la propagación del virus. “Al principio fue una pesadilla para nosotros, sobre todo por escuchar que era una enfermedad que no tenía cura, pero nos estamos tratando a base de hojas y cortezas de las plantas”, dice Lilia, aferrada a su fe en los saberes ancestrales y al espíritu de lucha de estas comunidades indígenas para quienes, desde los tiempos de la conquista, resistir es existir.

A pesar de todas las inseguridades de este territorio lejano, Lilia está determinada a defender la selva y el rico mundo acuático que la habita, jornada tras jornada, y al cabo de algunos días entrega al pequeño manatí para que lo lleven hasta Leticia, capital de la región transfronteriza, donde cuentan con mejores instalaciones para cuidar de él.

Los chamanes dicen que entrar al agua es como levantar un telón y alcanzar el otro lado. Es como atravesar la puerta a otro mundo, como se hace también a través del yagé (ayahuasca). Y Lilia sabe que ese mundo se aleja de estos territorios a una velocidad ya inalcanzable.

A pesar de todo, Lilia sabe también que existe, todavía, una oportunidad para que el agua, la fauna y el bosque tropical. Por eso sigue en pie. Esa es su lucha.

Este artículo pertenece a la serie Rainforest Defenders, un proyecto de democraciaAbierta en colaboración con Engajamundo Brasil, con el apoyo del Rainforest Journalism Fund del Pulitzer Center. Fue originalmente publicado por El País aquí.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE OPEN DEMOCRACY. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

#DefensoresdelaSelva | La lucha de José Gregorio para preservar la selva amazónica en Colombia

sábado, marzo 6th, 2021

Este colombiano lleva años capacitando a jóvenes para trabajar en labores de protección medioambiental. Su historia es la novena de la serie ‘Rainforest Defenders’, que presenta a líderes que luchan por la conservación de los bosques, esta vez en Colombia.

Por Francesc Badia I Dalmases

Ciudad de México, 7 de marzo (OpenDemocracy).– Liderada por José Gregorio Vázquez, una patrulla de la guardia indígena ambiental remonta el río Amacayacu, en el Amazonas colombiano. Menos él, que ya supera los 40, todos los integrantes de la guardia ambiental son indígenas muy jóvenes, aunque demuestran gran serenidad y aplomo cuando alcanzan a interceptar una canoa sospechosa que viaja, sigilosa, río arriba.

Se trata de una inspección rutinaria, pero no exenta de tensión. Si bien los dos ocupantes de la embarcación, propulsada por un motor Honda peque-peque que parece recién salido de la tienda, tienen las respuestas al chequeo bien ensayadas: son cortas, lacónicas. Se les nota que no quieren entablar conversación. Están nerviosos, con prisa por quitarse a los guardianes de encima.

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Medio ocultos tras sus gorras bien caladas y sin descubrir sus caras, los muchachos cuentan que suben a pescar río arriba. Argumentan que, en su comunidad, se celebrará una minga al día siguiente; es decir, una reunión colectiva para llevar a cabo algún trabajo comunitario que culmina con una comida celebratoria, según la tradición indígena.

Tras varias anotaciones cuidadosas en el cuaderno de control, la guardia indígena ambiental los autoriza a seguir su camino, no sin antes advertirles que el territorio está bajo su control y que la próxima vez deben obtener un permiso previo para ingresar al río, que fluye dentro del Parque Nacional Natural Amacayacu, que se superpone a la Reserva Indígena Tikuna, Cocama y Yagua.

Bebeto, integrante de la G.I.A. lleva por la selva un racimo de açaí. Foto: Pablo Albarenga.

La presión sobre el medio ambiente es continua y proporcional a la biodiversidad y a los recursos naturales de esta selva amazónica. Las amenazas son múltiples, desde la sobrepesca hasta la minería ilegal, los madereros, o bien la reinstalación de laboratorios de procesamiento de coca, como los que existieron en el pasado, aunque ya hace un tiempo que se desplazaron al otro lado del río Amazonas, por la parte del Perú. Esta combinación de riquezas y amenazas han hecho que la creación de la guardia indígena ambiental haya sido clave en la defensa y la conservación de estos territorios vulnerables.

Ya desde antiguo estos territorios y los pueblos que los habitan sufrieron deterioro y fragmentación. Una de las aportaciones olvidadas de la extinta Sociedad de Naciones en los convulsos años treinta del siglo pasado fue la resolución del conflicto con Perú, cuando Colombia quiso asegurarse un acceso al gran río Amazonas. Ese es el origen del área conocida hoy como trapecio amazónico, dibujada por los diplomáticos con compás y cartabón sobre una mesa de negociación, como tantas fronteras que vemos sobre el mapa africano, por ejemplo, fruto de acuerdos de colonización.

Esos cortes a cuchillo sobre un mapa teórico encima de la mesa lo que hacen es fragmentar de manera arbitraria ecosistemas complejos, trazando fronteras que dividen universos culturales y etnias enteras, creando espacios y entornos políticos artificiales que la realidad y la selva se encargan casi siempre de impugnar.

Integrantes de la G.I.A. durante un recorrido de rutina por el río Amacayacu, cerca de la comunidad de San Martín. Foto: Pablo Albarenga.

Integrantes de la G.I.A. durante un recorrido de rutina por el río Amacayacu, cerca de la comunidad de San Martín. Foto: Pablo Albarenga.

Así, esta triple frontera entre Colombia, Brasil y Perú, a lo largo de los 120 kilómetros de soberanía colombiana sobre el Amazonas, se convirtió en una fuente continua de tráfico de todo tipo de ricas mercancías, obtenidas legal o ilegalmente.

Así hoy, sobre el trapecio, mantener el equilibrio no es nada fácil. Como territorio atravesado por tres legalidades distintas, la presencia del Estado es muy débil y queda mucho espacio para la impunidad: existe una vasta región que ni las autoridades ni los propios pueblos indígenas tienen capacidad de controlar.

Esto lo sabe bien José Gregorio Vázquez, el curtido líder de la guardia indígena, él mismo de etnia tikuna y perteneciente al clan Cascabel. Después de salir de la comunidad para estudiar y trabajar en Leticia, la capital de esta región olvidada, ingresó en la escuela militar de Bogotá. Pero una inoportuna lesión en la rodilla y poderosas razones familiares le aconsejaron regresar a su comunidad de San Martín, sobre el río Amacayacu. Tenía entonces 25 años.

Cuenta que, a su regreso a San Martín, inició una conversación con los abuelos, reserva cultural y espiritual de la comunidad, y entabló a la vez un diálogo político con las autoridades. Soñaba con hacer valer los valores de la Constitución colombiana de 1991, que recoge los derechos de las comunidades indígenas a organizar políticamente el territorio y la comunidad. Era el tiempo de la conformación del resguardo indígena Tikuna-Cocama-Yagua, y José Gregorio lo vio claro cuando dijo: “Mi tarea está aquí”.

De nada sirven los derechos si no se pueden ejercer y por más que, sobre el papel, el Gobierno reconociese a las comunidades, existían muchos obstáculos y dificultades en el manejo administrativo y financiero. Pero para él lo importante era reconocer que el sistema territorial forma un todo integrado y que, según dice, “existe una unión entre lo espiritual, lo humano, y lo natural”.

José Gregorio muestra a su equipo el recorrido a realizar en la inspección de rutina por su territorio, antes de partir. Foto: Pablo Albarenga.

Para José Gregorio, la clave está en tener una mirada muy fuerte sobre el control y manejo del medioambiente, porque siente que ahí está el futuro de las comunidades. Para ello hay que manejar también el turismo (él mismo regenta un hotel para viajeros europeos en el mismo San Martín). Y también sabe que es crucial ejercer el autogobierno para preservar lo que llama “la propiedad de nuestro conocimiento”, porque es muy consciente de que “cada vez que la humanidad cambia de modelo, perdemos mucho conocimiento”.

“Yo creo —abunda José Gregorio en su reflexión— que todo lo que estamos haciendo es para beneficiar al mundo, no sólo a mí. Y esto me da mucha esperanza”. De ahí el origen de su gran proyecto: la guardia indígena. Capacitando y entrenando a muchachas y muchachos jóvenes, con el tiempo ha constituido un grupo pequeño pero muy versátil, que trabaja en labores de conservación y protección a múltiples niveles. “Para los hijos”, dice, “pero también para los ancestros que ya murieron”.

Gloria, una de las mujeres que forman parte de la Guardia Indígena Ambiental de San Martín de Amacayacu, toma notas durante la charla previa a una inspección de rutina por el territorio ticuna. Foto: Pablo Albarenga.

Así, la conservación del entorno y su vigilancia son su ocupación principal. Mientras su actual esposa se encarga de que el negocio del hotel genere suficientes ingresos como para mantener a la guardia indígena en condiciones, José se ocupa de planificar sus labores, jornada a jornada.

El trabajo es enorme, los problemas ambientales son grandes, y las consecuencias de la crisis climática sobre el ecosistema se han acelerado, por lo menos desde el año 2000. Las comunidades han visto cambios drásticos en el ciclo de la floración y en el ciclo del agua, y tanto la cosecha como la pesca se están viendo seriamente afectadas.

Según la percepción de José Gregorio, el gran cambio se produjo entre 2000 y 2010: “Los ríos pequeños están muertos, los pescaditos chiquitos no están preparados, nosotros no estamos preparados. Las cosas caen de un momento a otro y el ritmo anual de las crecidas del río, que se mantenía uniforme, ya se perdió”.

Es por esto por lo que a José Gregorio le preocupa ahora que la guardia indígena que él fundó se consolide, que adquiera autonomía y que, si puede ser, se amplíe a otras comunidades. Las muchachas y los muchachos han visto en ella una oportunidad para aprender, para aplicarse en la defensa del territorio y permanecer en San Martín en vez de emigrar a Leticia o más allá, donde las ciudades lo consumen todo.

Gregorio muestra los árboles de macacauba plantados por su padre. La madera de macacauba es de las más buscadas de la Amazonía colombiana. Foto: Pablo Albarenga.

Para los tikunas, como para la mayoría de los pueblos indígenas amazónicos, la selva lo contiene todo. “Allá está todo lo nuestro. Allá está la vida, nuestros dioses, la Yakuruna, el agua. Sin eso todo se perderá, no habrá más vida”, dice José Gregorio. “Todo lo que hay en San Martín y en el trapecio amazónico existe, vive porque nosotros lo hemos cuidado durante milenios, porque es una construcción de los ancestros”.

José Gregorio mira el río Amacayacu y ve un mundo de equilibrio demasiado frágil que quiere preservar a toda costa y emplear a cuantos jóvenes haga falta en su conservación. Con ojos algo vidriosos y la mirada perdida más allá de la cortina de agua que cae con estruendo en la selva tropical, José Gregorio tiene un mensaje para el mundo exterior, aquel que él decidió abandonar cuando era joven para venirse a San Martín: “A los de allá les diría que se preocupen de mirar su forma de vida. Que reduzcan el consumo masivo. Que piensen en que lo que nos queda ya es muy poco. Que nos estamos quedando sin aire, sin agua limpia. Hay que pensar en lo que viene”.

José Gregorio muestra la savia de un árbol de caucho en la selva que la G.I.A. custodia. Antiguamente, el caucho constituía uno de los negocios más redituables de la Amazonía y que más consecuencias sociales implicaba para las comunidades. Foto: Pablo Albarenga.

Bebeto, uno de los jóvenes de la G.I.A. sopla rapé en la nariz de Christian, uno de sus compañeros, durante una recorrida de rutina. El rapé es un polvo hecho de una mezcla de tabacos y otras plantas medicinales, considerado una medicina tradicional. Foto: Pablo Albarenga.

Y cuando por fin, entrada la tarde, amaina el diluvio infinito, José Gregorio sale a caminar. Va por la trocha, junto a algunos miembros de la guardia indígena, ataviado con su camiseta de verde camuflaje, sus botas pantaneras, y su sombrero a juego. Y de pronto, a la ribera del Amacayacu que ya quiere desbordarse, se detiene ante un árbol inmenso, monumental.

Como un espíritu antiguo, consciente de que lo que va a decir es una predicción que le compromete, fijando la vista en el agua y con voz oracular, vaticina: “En algún momento, esta naturaleza y el mundo de la espiritualidad va a tomar decisiones por nosotros. Y cuando tome decisiones por nosotros no hay quien diga yo tengo poder. El que va a tomar venganza va a ser el sol, y eso no hay quien lo pare”. Pocas semanas después de que pronunciara estas palabras, el mundo entero entró en la profunda crisis de la Covid-19 y quizás aún hoy mismo José Gregorio esté diciendo: “Yo ya lo advertí, que la naturaleza iba a tomar venganza”.

Las restricciones de movilidad por culpa de la pandemia han hecho que la guardia indígena ambiental haya disminuido significativamente sus recorridos por la zona. Además, bajaron drásticamente los ingresos disponibles para el combustible de las canoas.

Contactado a principios de agosto, José Gregorio cuenta que reiniciaron las labores de control ambiental del territorio y que, con relación a la enfermedad, allí se cuidan con plantas de la selva que protegen y ayudan a la resiliencia de estas comunidades amazónicas, determinadas a sobrevivir a todos los males desde los tiempos antiguos de la colonización.

Este artículo pertenece a la serie Rainforest Defenders, un proyecto de democraciaAbierta en colaboración con Engajamundo Brasil, con el apoyo del Rainforest Journalism Fund del Pulitzer Center. Fue originalmente publicado por El País aquí.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE OPEN DEMOCRACY. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

#DefensoresdelaSelva | Julián da batalla contra la carretera que arruina la Amazonas de Ecuador

jueves, marzo 4th, 2021

La lucha de este líder achuar contra el extractivismo y el avance de las infraestructuras hacia la selva se enfrenta a las contradicciones entre progreso y preservación. Pero los achuar han visto la dimensión de la catástrofe que las carreteras conllevan en el norte de la Amazonía ecuatoriana, donde opera la industria petrolera. Y están alerta.

Por Francesc Badia I Dalmases

Ciudad de México, 4 de marzo (OpenDemocracy).– A pesar de la crisis política que vive Ecuador, y del valor con que las comunidades indígenas se enfrentan al extractivismo galopante en el país, el avance de las infraestructuras hacia la selva es imparable. Todo será beneficioso, cuenta el discurso oficial. ¿Quién podría dudarlo? Sin embargo, para algunas comunidades indígenas en el suroeste amazónico de Ecuador, cerca de la frontera con Perú, el carácter incontestable de ese beneficio se pone hoy en duda. Más que nunca.

Desde hace algunos años está en marcha la construcción de una carretera que, a partir de la ciudad de Puyo, como una aguja afilada introducida sin piedad para extraer toda su sangre, penetra hacia la cuenca amazónica habitada por los pueblos shuar y achuar. La construcción avanza, como avanza una columna incansable de hormigas obreras. Se abre camino, conquista el interior de la selva, derriba cualquier obstáculo, irrumpiendo estrepitosamente en territorio virgen.

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Siguiendo la vía hasta la comunidad de Copataza, corriendo en paralelo el torrentoso río Pastaza, la carretera atraviesa territorio de la nacionalidad shuar. Esta comunidad acordó en su día que los beneficios de la carretera compensarían su potencia destructora. Y aprobaron su avance. Las consecuencias están a la vista. Por todas partes, a lo largo de la vía, se observan edificaciones de madera de nueva planta, rodeadas de áreas incipientemente deforestadas. También proliferan las nuevas iglesias evangélicas, de ladrillo y acero.

Todo es muy reciente y, a la vez, muy explícito. Aquí y allá se hace aparente el repentino capital que traen los madereros. A lo largo de la ruta se acumulan en el arcén pilones de árboles cortados, con precisión geométrica, listos para su carga, transporte y comercialización.

Pero este capital repentino puede resultar un efímero espejismo a tenor de algunos relatos que se escuchan: una vez talada y vendida su parcela de selva, la familia propietaria queda empobrecida y despojada. Obligada entonces a venderse como mano de obra barata, a menudo desplazada hacia la periferia de la ciudad, apenas sí alcanzan a subsistir.

Vista aérea de la comunidad de Copataza, el próximo punto que será alcanzado por la nueva carretera. Foto: Pablo Albarenga.

En muchos rincones de la Amazonia, los efectos de abrir una vía de comunicación por carretera son devastadores. Basta observar fotografías satelitales para ver cómo, en cuanto se abre una carretera que penetra el bosque, inmediatamente se abren vías secundarias que extraen las maderas. Las más valiosas primero, y luego todas la demás. La depredación es inmisericorde.

El viaje de Puyo a la comunidad de Wisui, donde por el momento termina la carretera, lo sigue Julián Illanes, un líder achuar que terminó recientemente su mandato político como dirigente de territorio de la NAE (Nacionalidad Achuar del Ecuador). Illanes se plantea ahora acompañar la llegada de la carretera y paliar los efectos que esta infraestructura tendrá inevitablemente en sus comunidades.

La NAE aprobó en su día el trazado de la pista ahora en vías de ejecución, y Julián tiene por objetivo disminuir su impacto en Copataza, que es la próxima comunidad en la línea trazada por el proyecto, y cabeza de puente para penetrar de lleno en territorio virgen.

Antes de llegar a Wisui se levanta, rodeado de terreno deforestado, un ceibo centenario de madera preciosa. Es un orgulloso gigante que se mantiene en pie pese a las ofertas que el dueño ha recibido por él. “Primero le ofrecieron 100 dólares americanos, y más tarde 500. Por suerte, el dueño del árbol es un profesor de escuela. No necesita el dinero y no lo vende”, cuenta Julián. En cualquier caso, ese ser majestuoso, sagrado, es la excepción que confirma la regla: todos sus vecinos han sido derribados sin remedio, uno tras otro.

Julián Illanes es un líder achuar que terminó recientemente su mandato político como dirigente de territorio de la NAE (Nacionalidad Achuar del Ecuador). Foto: Pablo Albarenga.

Todavía en territorio shuar, al pie de la carretera, Julián identifica unas estaciones de extracción de madera. Son instalaciones de cable de acero suspendido que penetra en la selva para cargar de vuelta el producto más precioso que está siendo talado a toda velocidad. La proliferación de estas estaciones extractivas y el sonido de fondo de las motosierras alarman a Julián y aumentan su escepticismo sobre los beneficios de la pista en construcción.

Conforme avanza la carretera y el territorio shuar queda atrás, las imágenes que se agolpan en la retina hablan por sí solas y levantan un sentimiento profundo, a caballo entre la tristeza y la estupefacción.

INTRUSIONES CONSTANTES

Hace tiempo que el pueblo achuar se protege de las intrusiones exteriores todo lo que puede, y el ingreso en su territorio debe ser autorizado. Por eso, junto a Julián, la expedición incorpora a Ernesto Senkuam, dirigente de comunicación de la NAE, con la misión de abrir la puerta “política” de las comunidades, presentar a los visitantes y negociar la autorización de entrevistas y la toma de imágenes en el interior del territorio.

Hasta que no esté lista la carretera, para llegar a Copataza es necesario embarcarse en una canoa y enfrentar un río lleno de corrientes y bajos pedregosos, cuya navegación se convierte en una aventura azarosa. La naturaleza torrentosa e impredecible del río ha sido, junto a la densidad del bosque primario en esta Amazonía remota, una protección portentosa para estos pueblos. Por lo menos hasta ahora.

Estos viajes en canoa son costosos. Si vienen de río arriba, además del pasaje, necesitan bajar cargados de combustible, un suministro esencial para generadores de electricidad, bombas de agua o motores fuera borda. El peso reduce la altura del francobordo que asegura la flotabilidad. Eso facilita que la ola de un rápido mal acometido pueda anegar la fina canoa y llevar a pique carga y pasaje en un abrir y cerrar de ojos.

En consecuencia, el transporte seguro de pasaje y combustible, junto a la escolarización en la ciudad y al acceso expeditivo a un centro de salud en caso de emergencia, son argumentos poderosos para defender la carretera.

Los achuar han sido un pueblo nómada hasta hace muy poco tiempo y sus asentamientos en el territorio son relativamente recientes (solo unas cuantas décadas), pero las comunidades están altamente organizadas política y socialmente. Jaime Vargas, que ocupa un lugar prominente en Copataza como síndico (así se denomina al jefe de la comunidad en territorio achuar), tiene una voz grave y una mirada imponente, de una enorme profundidad. Él habla desde el orgullo de este pueblo y desde la responsabilidad que tiene de procurar lo mejor para la comunidad.

Julián contempla un pedazo de selva recién deforestado camino de Copataza. Foto: Pablo Albarenga.

Jaime determina que la decisión de autorizar a Julián a hablar en nombre de la comunidad no le corresponde a él, sino a la comunidad entera, que queda convocada en asamblea para las siete de la tarde.

El sentido de la autoridad y la decisión colectiva son rasgos esenciales de las comunidades achuar. Es por eso que validar en asamblea la opinión que Julián emita sobre la carretera es tan importante.

Los achuar también han visto la dimensión de la catástrofe que las carreteras conllevan en el norte de la Amazonía, donde opera la industria petrolera. Y están alerta.

Es éste un momento decisivo para el pueblo, que ha visto cómo sus hermanos shuar se han beneficiado con transporte rápido a la capital en todoterrenos y omnibuses que milagrosamente superan los obstáculos más pedregosos e inciertos, sobre todo cuando bajan caudalosos los torrentes en las crecidas. A pesar de ello, la carretera es funcional y ahorra días de duras caminatas.

Pero los achuar también han visto la dimensión de la catástrofe que las carreteras conllevan en el norte de la Amazonía, donde opera la industria petrolera. Y están alerta.

Sin embargo, la decisión está tomada: la carretera llegará a la antigua pista de aterrizaje de las avionetas que construyeron los misioneros en Copataza, como ya está a punto de suceder en Wisui. Desde el principio de los asentamientos de estas comunidades, hace no más de cinco o seis décadas, esas pistas han significado su vía de comunicación primordial para superar, en poco tiempo, distancias que en canoa o a pie llevan varios días, o a veces incluso semanas.

Niños indígenas shuar observan los camiones cargando una excavadora para trabajar en la nueva carretera. Esta comunidad acordó en su día que los beneficios de la carretera compensarían su potencia destructora. Foto: Pablo Albarenga.

EFECTOS INDESEADOS 

Durante el debate abierto en la casa comunal, los mayores de la comunidad expresan su escepticismo a la llegada de la carretera y no se cansan de repetir los peligros que ésta entraña. Llegarán los madereros ilegales, el alcohol, las peleas. Los misioneros evangelistas tendrán más fácil acceso. Otros elementos negativos se filtrarán, inevitablemente, por la vía abierta.

Pero el consenso político no se rompe. Abrirán el territorio a la carretera. Aurelio, el líder más elocuente, afirma: “La decisión está tomada, y harían falta cien Aurelios para revertirla”.

Tras la asamblea, Julián queda autorizado a hablar en nombre de la comunidad y a defender la llegada de la carretera, aunque esta decisión no contente a casi nadie. Con bastante más entusiasmo que de la carretera, Julián habla de las decisiones que habrá que tomar, a partir de ahora, para controlar el fuerte impacto inminente.

Queda alguna incertidumbre sobre el calendario de ejecución de la obra. Mucho depende del gobernador de la provincia de Pastaza, y la situación política que vive el país es tensa y complicada. Dos semanas antes de la visita a territorio achuar, Ecuador estaba bloqueado y Quito, la capital, ocupada por más de 40 mil indígenas.

Llegados del altiplano andino y de la cuenca amazónica en protesta ante las medidas de austeridad adoptadas sin previo aviso por el Gobierno, los indígenas plantaron cara. La protesta derivó en revueltas que duraron 12 días consecutivos.

La represión de la policía militarizada fue feroz; la resistencia. Invencible. Y finalmente, cuando las víctimas mortales empezaban ya a acumularse, el Gobierno retiró el paquete de medidas. Luego estableció una mesa de diálogo con los representantes indígenas, quienes tras dos semanas de trabajos, presentaron una alternativa a la reducción del déficit que el Gobierno planificó para complacer al FMI. No es banal que por parte de la comunidad indígena, el líder sea Jaime Vargas, precisamente un indígena achuar, que lleva el mismo nombre que el síndico de Copataza.

Desplazado a Puyo, Julián participó activamente en las protestas, lo que aumentó su convicción de la necesidad de paliar los efectos indeseables de la llegada de la carretera a Copataza. Lo que se plantea ahora es cuál va a ser el trazado final de esa llegada, dónde conectará la carretera con el río, y si efectivamente lo va a cruzar.

La oposición a la construcción de un puente es unánime. Abrir una vía que cruce el río significa hipotecar el bosque virgen del otro costado, donde controlar las actividades extractivas ilegales se haría prácticamente imposible para la comunidad. Aquí, por ejemplo, la construcción de un teleférico para cruzar el río sería la opción soñada.

Río abajo, durante el viaje en canoa hacia la comunidad de Sharamentsa, las trazas de agresión al territorio continúan apareciendo bien visibles. En algunas de las islas se observa actividad extractiva de madera de balsa, un material a la vez duro y muy ligero que es muy valorado por los mercados exteriores.

A la vista de este nuevo impacto, Julián siente el peso de la responsabilidad. Sabe que su territorio y la vida comunitaria, hasta ahora protegidos por el aislamiento y la inaccesibilidad, están condenados a transformarse en algo muy diferente de lo que es ahora.

Julián posa para un retrato junto a un ejemplar de cebio de más de 100 años de edad. Un maderero ofreció 100 dólares para derribarlo. Foto: Pablo Albarenga.

EL SUEÑO DE JULIÁN

Pero si los achuar conservan la toma colectiva de decisiones, probablemente intentarán paliar las tensiones que, de manera inevitable, se van a producir por la tentación de las riquezas que se supone traerá la carretera.

La determinación que encarna Julián es conservar la soberanía, hacer que el nuevo puerto fluvial funcione. Conseguir evitar que la carretera continúe penetrando, inexorable, selva adentro.

Que el río solo sea atravesado por un teleférico. Que se afiance el proyecto de canoas eléctricas propulsadas por energía solar que lidera la Fundación Kara Solar. Que se instalen las estaciones de recarga necesarias a lo largo del río Pastaza. Julián aspira, en definitiva, a conectar su sueño con el sueño solar de los achuar, que aporte energía limpia a la soberanía de su territorio.

Los indígenas achuar, que no fueron colonizados y que han sobrevivido a múltiples amenazas, otorgan una importancia primordial a los sueños. Los usan para guiar su vida cotidiana y también sus decisiones más trascendentales.

Y se los cuentan de madrugada, mientras beben en oblongas calabazas la wayusa. Se trata de una infusión que acaba produciendo un vómito purificador, que los fortalece, antes de enfrentar sus duras jornadas de trabajo.

Hoy, ante la llegada inminente de la carretera, la capacidad de continuar defendiendo la selva de agresiones exteriores depende, quizás más que nunca en la historia del pueblo, de los sueños solares de Julián y los suyos.

Y a fe que los achuar están soñando mucho.

Este artículo pertenece a la serie Rainforest Defenders, un proyecto de democraciaAbierta en colaboración con Engajamundo Brasil, con el apoyo del Rainforest Journalism Fund del Pulitzer Center. Fue originalmente publicado por El País aquí.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE OPEN DEMOCRACY. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

La P.1, variante de COVID, alza ola de contagios en Brasil. Sería más dañina que las de UK y Sudáfrica

sábado, enero 30th, 2021

La primera voz de alarma la dieron las autoridades japonesas, cuando cuatro pasajeros presentaban una nueva variante del SARS-CoV-2. Bautizada como variante del Amazonas, a la fecha ha presentado “un número de alteraciones genéticas fuera de lo común”, en un breve espacio de tiempo.

Por Carlos Meneses Sánchez

Sao Paulo, 30 ene (EFE).- Una nueva variante del coronavirus surgida en el corazón de la Amazonía brasileña ha vuelto a encender la alerta internacional. Los científicos se afanan ahora en descifrar los misterios de esta variante identificada ya en ocho países y que puede ser más infecciosa, aunque todavía se conoce poco de ella.

Hay indicios de que la bautizada como P.1 sea uno de los factores que están detrás de la explosión de casos de COVID-19 en Manaos, capital del estado de Amazonas, donde los servicios sanitarios se han visto completamente desbordados.

Con un número más alto de mutaciones, también se estudia si la brasileña es más peligrosa que las variantes encontradas en Reino Unido y Sudáfrica, que son las tres que más preocupan a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En medio de este preocupante hallazgo, la pandemia vuelve a azotar con fuerza todo Brasil, que ya acumula 222.666 muertes y 9,1 millones de casos, según datos oficiales.

Manaos vive una situación compleja por la aparición de una nueva variante del SARS-CoV-2. Foto: Edmar Barros, AP.

¿DÓNDE Y CUÁNDO APARECIÓ LA VARIANTE BRASILEÑA?

La primera voz de alarma la dieron las autoridades japonesas el pasado 9 de enero, después de analizar las muestras de cuatro pasajeros que llegaron una semana antes a Tokio tras viajar una temporada por Amazonas.

Una pesquisa preliminar de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), centro de investigación médica de referencia en Latinoamérica, indicó que esta nueva variante es un “fenómeno reciente”.

Probablemente se desarrolló en diciembre y evolucionó a partir de variantes que se encontraban en circulación en Amazonas.

De hecho, en Manaos se han detectado ya cerca de 30 variantes del coronavirus, pero la más inquietante es la P.1, según explica a Efe José Eduardo Levi, investigador del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad de Sao Paulo (USP).

¿QUÉ LA CARACTERIZA? ¿CUÁNTAS MUTACIONES TIENE?

Según Fiocruz, la variante de Manaos acumuló en un breve espacio de tiempo “un número de alteraciones genéticas fuera de lo común”, varias de ellas en la proteína “spike” (espiga), de la que se vale el nuevo coronavirus para entrar en las células humanas.

Se han identificado 12 mutaciones únicamente en esa proteína “spike” de la variante brasileña, tres de ellas preocupan especialmente: K417N, E484K, N501Y.

¿ES MÁS CONTAGIOSA?

Esos tres conjuntos de letras y números representan aminoácidos de la “spike”, cuya mutación está asociada a un mayor poder de transmisibilidad. Ayudarían a que el virus se replique más y que se ensamble mejor con el receptor de entrada de la célula.

“Es como si tienes una puerta, que es la célula, y la cerradura, que es el receptor. Y ahora tienes un virus que abre más fácilmente esa cerradura. Si consigue entrar de forma más fácil aumenta el poder de ser más infecciosa”, indica a Efe Felipe Naveca, virólogo del Instituto Leônidas & María Deane (Fiocruz Amazonía).

Hay indicios de que la bautizada como P.1 sea uno de los factores que potenció los casos en el Amazonas, Brasil. Foto: Federico Anfitti, EFE.

Por otro lado, se desconoce si esta nueva variante produce cuadros más graves de la enfermedad.

¿CUÁL ES EL POTENCIAL DE REINFECCIÓN?

Hasta el momento hay un caso confirmado de una persona que contrajo el coronavirus en marzo de 2020 y fue reinfectada por la variante amazónica, a pesar de tener anticuerpos.

“No tenemos como afirmar que el virus escapó a los anticuerpos o si bajaron tanto que no consiguieron neutralizarlo. Eso está en estudio”, apunta Naveca.

¿GUARDA SIMILITUDES CON LA BRITÁNICA Y LA SUDAFRICANA?

La brasileña no surgió a partir de la británica o la sudafricana.

Las tres evolucionaron de manera independiente y surgieron esporádicamente en los tres países, aunque se ha descubierto que algunas de las mutaciones identificadas en la proteína “spike” son las mismas.

“Creemos que son más contagiosas por tener esa mutación en común que aumenta la transmisibilidad”, apunta Levi, virólogo también del laboratorio DASA.

Levi cree que la brasileña podría ser la más “peligrosa”, al menos por el número de mutaciones identificadas en la proteína “spike”: 12 frente a las 8 encontradas en la británica o las 10 de la sudafricana.

¿LA VARIANTE AMAZÓNICA ESTÁ DETRÁS DEL COLAPSO EN MANAOS?

Las números dicen que sí, pero no sería la única causa del caos en la capital amazónica brasileña.

Las muestras analizadas en diciembre por la Fiocruz detectaron la P.1 en el 51 por ciento de los casos. Ese porcentaje se ha disparado hasta el 91 por ciento en enero, lo que indica que se extiende rápido y se ha convertido en el linaje predominante en Amazonas.

No obstante, a la tragedia de Manaos también han contribuido otros factores. En estos meses hay una mayor circulación de otros virus respiratorios en la región amazónica, como influenza, complementado con un agotamiento social de las medidas de distanciamiento en plenas fiestas navideñas.

Los científicos han puesto su atención en la variante brasileña del SARS-CoV-2. Foto: Eraldo Peres, EFE.

Todo ello, unido a la nueva variante y la escasa infraestructura hospitalaria de Amazonas, ha provocado el colapso de su sistema de salud y una escasez de oxígeno para los pacientes graves que podría haber causado más muertes.

El ministro de Salud de Brasil, Eduardo Pazuello, está siendo investigado por ello.

¿HAY RIESGO DE UN AGRAVAMIENTO DE LA PANDEMIA EN BRASIL?

Según los expertos consultados, si esta nueva variante se asienta en todo el territorio, lo que ya puede estar ocurriendo, es posible que agrave la delicada situación sanitaria del país.

El exministro de Salud Luiz Henrique Mandetta, quien fue destituido en plena pandemia por el presidente Jair Bolsonaro por defender el aislamiento, alertó en una entrevista a una televisión local de que la nueva variante puede provocar una “megaepidemia” en 60 días, si no se toman medidas.

Por el momento, en Brasil, fuera de Amazonas, se han detectado tres casos importados de la variante en el estado de Sao Paulo (sureste), pero el número puede ser mucho mayor.

¿EN QUÉ OTROS PAÍSES SE HA DETECTADO?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya se han identificado casos de este nuevo linaje en otros siete países además de Brasil: Japón, Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Alemania, Corea del Sur e Irlanda.

Algunas de estas naciones y otras, como Portugal, Perú, Turquía o Colombia, han suspendido los vuelos procedentes de Brasil ante el temor por la P.1.

¿LAS VACUNAS DE HOY SON EFECTIVAS?

Varias de las vacunas desarrolladas hasta la fecha fueron pensadas a partir de la proteína “spike” del coronavirus.

En este sentido, aquellas que estén basadas puramente en esa proteína, las mutaciones registradas en las variantes británica, sudafricana y brasileña “pueden llevar a una pérdida de eficacia” de esas fórmulas, “aunque no total”, considera Levi.

Todavía no se han publicado estudios de efectividad con la variante brasileña.

Brasil confirma la aparición y circulación de nueva variante del SARS-CoV-2 originaria del Amazonas

martes, enero 12th, 2021

Se trata de la misma que llegó a Japón después de que cuatro viajeros nipones visitaran la región amazónica brasileña. Las muestras analizadas acumularon un número “inusual” de alteraciones genéticas, más allá de las observadas en la llamada proteína Spike y que se “asemejan al patrón observado” en las variantes identificadas en el Reino Unido y Sudáfrica.

Sao Paulo, 12 de enero (EFE).- La estatal Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), el mayor centro de investigación médica de Latinoamérica, confirmó este martes la identificación y circulación de una nueva variante del coronavirus originaria en el estado del Amazonas.

Se trata de la misma que llegó a Japón después de que cuatro viajeros nipones visitaran la región amazónica brasileña y, según el subdirector de investigación de Fiocruz Amazonía, Felipe Naveca, la nueva variante presenta una serie de mutaciones inéditas.

Una nota técnica divulgada este martes señala que las muestras analizadas en los japoneses acumularon un número “inusual” de alteraciones genéticas, más allá de las observadas en la llamada proteína Spike y que se “asemejan al patrón observado” en las variantes identificadas en el Reino Unido y Sudáfrica.

“Si esas mutaciones confieren alguna ventaja selectiva para la transmisibilidad viral, debemos esperar un aumento de la frecuencia de esos linajes virales en Brasil y en el mundo en los próximos meses”, dice el documento.

Asimismo, explica que las mutaciones detectadas son un “fenómeno reciente, probablemente ocurrido entre diciembre de 2020 y enero de 2021”, y “pueden ser representantes de un virus potencialmente de un linaje emergente en Brasil”.

El surgimiento simultáneo de nuevas variantes del virus SARS-CoV-2, que causa la COVID-19, en diferentes partes del mundo sugiere “cambios convergentes en la evolución” del patógeno, lo que ha despertado la preocupación de la comunidad médica y científica alrededor del globo.

“El surgimiento de nuevas variantes del SARS-CoV-2 que abrigan mutaciones en la proteína Spike, que pueden impactar la aptitud viral y la transmisibilidad, viene siendo una cuestión de gran preocupación”, resalta Fiocruz en la nota técnica.

Esta semana, el Ministerio de Salud brasileño ya había confirmado que Japón identificó en los cuatro viajeros la nueva variante, que posee doce mutaciones, entre las cuales figura la misma encontrada en variantes ya identificadas en Reino Unido y Sudáfrica, lo que implica un mayor potencial de transmisión del virus.

Asimismo, la variante detectada en el Amazonas se trata de la segunda inédita del coronavirus identificada en Brasil.

A finales del pasado diciembre, un grupo de investigadores detectó una variación del patógeno en el estado de Río de Janeiro, que es, al lado del Amazonas, una de las regiones más golpeadas por la emergencia sanitaria en Brasil.

Con unos 210 millones de habitantes, el gigante sudamericano es uno de los países más castigados por la pandemia de COVID, con casi 205 mil muertos y cerca de 8.2 millones de casos confirmados de la enfermedad.

Incendios en el Amazonas podrían ser peores este año

domingo, agosto 23rd, 2020

El equipo de Greenpeace capturó evidencia de los incendios. Foto: Christian Braga/Greenpeace

Ha pasado ya un año desde aquellas noticias que estremecieron al mundo: los terribles incendios en la selva amazónica. ¿Recuerdas lo impactantes que eran las imágenes? Tomando en cuenta los daños del año pasado, se estima que más de un millón de hectáreas fueron quemadas, pero en la actualidad los bosques no han dejado de arder a pesar de que el Gobierno brasileño recientemente emitiera un comunicado en donde estaría prohibida la quema durante 120 días. Claramente esta táctica no fue exitosa, el gobierno desea eliminar toda ley y agencia ambiental para seguir con estas prácticas y seguir enriqueciéndose. Tan solo durante las primeras dos semanas de agosto de este año, se presentaron más de 15 mil incendios.

El equipo de Greenpeace capturó evidencia de los incendios el pasado 9 de julio en una zona de bosque en el estado de Mato Grosso, justo cuando comenzaba la estación seca en el sur del Amazonas. Otras imágenes mostraban áreas cerca de otras ciudades que ya habían sido convertidas en zonas de pastoreo. Según especialistas, todo indica que este año habrá muchos más incendios.

Imágenes captadas entre el 7 y 10 de julio. Foto: Christian Braga/Greenpeace

A nivel mundial, la elaboración de productos lácteos y cárnicos utiliza el 83 por ciento de las tierras agrícolas (Science, 2018). En el Amazonas se trata de “liberar” espacio para poder criar animales para consumo y también para crecer su alimento. Casi dos tercios de todos los cultivos de soya, maíz y cebada y aproximadamente un tercio de todos los cultivos de granos se utilizan para alimentar a los animales (Lancet, 2019).

Estas prácticas también vulneran a las comunidades indígenas del área, los incendios en las zonas donde habitan se han incrementado en un 8 por ciento comparado con el año pasado, esto amenaza la supervivencia de estas comunidades, ya que dependen de los bosques. También el aire está repleto de humo y hollín, lo cual no solo hace que las comunidades estén más propensas a enfermedades respiratorias, sino que también les hace más vulnerables ante la pandemia que estamos enfrentando.

Al igual que el cambio climático y la pandemia, la quema de la selva amazónica es una de las varias crisis mundiales causadas por la demanda de carne y otros productos de origen animal. Estamos terminando con los bosques que nos dan vida y esto también acabará con nosotras y nosotros si no actuamos. Un estudio de la Universidad de Oxford planteó el siguiente supuesto: si todas las personas dejaran de comer animales y productos lácteos, el uso de las tierras agrícolas a escala global podría reducirse en un 75 por ciento, el área equivalente al tamaño de EU, China, Australia y la Unión Europea, combinados.

Afortunadamente, después de las protestas y demandas hechas por la sociedad el año pasado, hay una presión mayor sobre el gobierno brasileño y sobre las empresas, muchas de estas han dejado de hacer negocios con quienes destruyen los bosques. Debemos seguir exigiendo a los gobiernos que trabajen y financien a las agencias ambientales, exigir que se refuercen y se cumplan las leyes. También seguir motivando a las compañías a dejar de ser parte de esta problemática y, a nivel personal, cuestionar nuestros hábitos de consumo y comenzar a tomar acción.

No permitamos que el mundo siga cayéndose a pedazos por un trozo de carne.