Gregoria Gómez fue encontrada con señales de violencia dentro de una construcción en obra negra, bajo un árbol de naranjas, en Ixhuatlán del Sureste, Veracruz. Cristina Cruz Cruz, madre de la víctima, relata que se enteró del asesinato de su hija a través de las redes sociales.
Al pie del ataúd donde reposa el cadáver de su pequeña, rememora el sentimiento de impotencia al ver cómo las mismas autoridades municipales dieron a conocer las fotos de la masacre. La cabeza casi desprendida, el reguero de su sangre, los desconocidos comentando sobre su honra, no pudo más y se enfocó en recuperar su cuerpo para traerlo de vuelta a casa.
Ixhuatlán del Sureste, Veracruz/Ciudad de México, 9 de septiembre (BlogExpediente/SinEmbargo).- Gregoria Gómez Cruz quería ser bailarina de Jimmy y sus Teclados, un músico popular entre habitantes de los municipios del sur de Veracruz. A diario se paraba temprano para ir a conseguir los ingredientes para cocinar las donas, churros y manjares que vendía para ganarse la vida. Por la tarde salía a recorrer las calles de su pueblo con una canastita y un monedero con sencillo para dar cambio. Por las noches soñaba con las quimeras, le tiraba a la luna, de algún día llegaría a ser una gran bailarina.
Pero Gregoria Gómez no alcanzó estrellato: murió asesinada. Sus asesinos por poco la decapitan. Sus restos aparecieron cerca de su casa, en el poblado de Ixhuatlán del Sureste.
Se trata de una comunidad apacible cuya población se dedica a la agricultura y al trabajo en factorías de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.
La muerte de Gregoria Gómez sacudió la paz, pues fue encontrada con señales de violencia dentro de una construcción en obra negra, bajo un árbol de naranjas.
Cristina Cruz Cruz, su madre, relata que se dio cuenta de su asesinato por las redes sociales.
Al pie del ataúd donde reposa el cadáver de su pequeña, rememora el sentimiento de impotencia al ver cómo las mismas autoridades municipales dieron a conocer las fotos de la masacre. La cabeza casi desprendida, el reguero de su sangre, los desconocidos comentando sobre su honra, no pudo más y se enfocó en recuperar su cuerpo para traerlo de vuelta a casa.
Horas antes, la pareja de la joven se presentó a su casa para avisar que no sabía de su paradero, que no había llegado a dormir la noche del martes, por lo que se cree que fue asesinada en ese lapso de tiempo.
Ahora es velada en casa de sus padres, ubicada en lo alto de un cerro, alejados del casco urbano, donde crían animales de corral y se dedican al campo.
Unos cuantos familiares son quienes acompañan a la madre en el duelo. Pese a que el caso escaló notoriamente en redes sociales, es palpable la falta de solidaridad.
Los que más se dejan sentir son los habitantes de las colonias Santa María y la Libertad, «nos acordamos de ella y de sus donas, a diario le comprábamos, la venimos a despedir», dice una de las presentes, que se identifica como una de sus clientas.
Gregoria Gómez Cruz no tenía hijos. Se dedicaba a vender donas y panes rellenos de manjar para costear el gasto de la renta de la casa en donde vivía de manera independiente con su pareja, a quien la familia rechazaba por motivos personales.
Desde el inicio de las diferencias con la familia, Gregoria estableció sus límites y abandonó el hogar paternal para hacer vida propia a lado de su pareja, y no discutir con los seres queridos.
Ella comenzaba a vender sus productos por las calles de Ixhuatlán desde las cinco de la tarde, hasta antes de las ocho de la noche.
Luego, se encerraba en su vivienda y de ahí no pasaba. Sólo cuando había bailes, es que pedía que la acompañaran, pues sacar brillo a la pista era su gran pasión. Y una de sus grandes ilusiones era, precisamente, cuenta su madre, convertirse en la bailarina estelar de algún famoso tecladista. El más cercano, era Jimmy y sus Teclados, a quien conoció en un baile en Ixhuatlán de los Reyes.
Ella le propuso irse a trabajar a su lado y convertirse en parte del show, pero la madre se opuso. Le convenció de la ajetreada vida a lado de los músicos quienes van de pueblo en pueblo, muy lejos de la familia.
Ahora la madre llora apenada la partida de su hija, y el dolor de que se marchó sin haber alcanzado su sueño.
Datos del Observatorio Universitario de Violencias contra las Mujeres, indican que ha julio pasado, han sido asesinadas 100 mujeres en distintos puntos del estado.
El jueves pasado le tocó a Ixhuatlán del Sureste (14 mil habitantes) despertar al horror por la muerte de la joven. Hasta ahora las autoridades no cuentan con pistas del móvil o sobre el agresor.