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Yanín, con tres hijos, limpiaba casas. La mataron en Tlapacoyan, y ese día su mamá perdió el habla

17/06/2018 - 7:00 pm

Era madre soltera que fue asesinada con su amiga en Tlapacoyan provenía de familia con alto nivel de marginación. Se ganaba la vida limpiando casas; a veces le pagaban 100 ó 150 pesos que usaba para mantener a sus tres hijos. En ocasiones no le salía empleo y le trabajaba a su hermana a cambio de un poco de despensa.

Durante el mandato del priísta Javier Duarte (2010-2016) –actualmente en prisión acusado de delincuencia organizada, corrupción y enriquecimiento ilícito– las mafias no tuvieron problemas para hacer desaparecer los cadáveres de cientos de personas. Se han encontrado más de 30 mil restos humanos en 44 municipios de todo Veracruz, y siguen apareciendo fosas clandestinas.

Las denuncias públicas de cientos de madres que buscaban a sus hijos y denunciaban la complicidad de las autoridades con los grupos de la delincuencia pronto se convirtieron en una molestia para el gobierno: Duarte ocultó 1 mil 824 casos, según afirmó Jorge Winckler.

Por Ignacio Carvajal

Tlapacoyan/Ciudad de México, 17 de junio (BlogExpediente/SinEmbargo).- En ocasiones Yanín Bocarando Sánchez no contaba con ofertas para limpiar casas y se iba a ver a su hermana, en la colonia Centro de Tlapacoyan:

“Mana, no tengo para darle de comer a mis hijos, por favor, dame un poco de empleo haciendo el quehacer en tu casa”, recuerda la hermana de la joven de 30 años que apareció asesinada en Tlapacoyan hace poco más de ocho días.

Yo le decía –dice su familiar bajo anonimato- pues yo tampoco tengo dinero para pagarte por el trabajo, pero por ahí tengo un poquito de despensa, si quieres te doy.

Así, en medio de la pobreza y las necesidades elementales, en este poblado del norte de Veracruz, las dos hermanas se apoyaban.

El reportero encuentra a la familia de Yanín Bocarando Sánchez una mañana lluviosa, como la misma en la cual vieron por última vez con vida a la joven madre de tres hijos.

Han pasado varias horas desde que fue enterrada en el camposanto de la ciudad, sus restos habían sido localizados en una finca limonera, junto a los restos de su mejor amiga, Yunerri Bravo Reyes, quien también dejó en orfandad a una pequeña.

La madre de Yanín Bocarando Sánchez sostiene en sus manos una biblia.

Quiere leer algunos salmos que le den bálsamo de paz a su alma, pero no los encuentra.

«Ella no puede hablar mucho ahorita, ni reacciona, está medicada por la impresión», dice la hermana de la víctima.

Foto Blog Expediente

Al principio, la familiar no quiere decir palabras a la prensa. Piensa y habla por teléfono consultando a sus seres queridos.

Recuerdan lo mal que les fue en los medios de comunicación locales, donde se expuso la foto de los restos de su hermana, que ahora solo causan dolor.

Finalmente acceden a la charla siempre y cuando sea bajo anonimato.

Hay mucha desconfianza en el pueblo, reconoce.

Los comercios han cerrado por las extorsiones y son cientos de personas las que se marchan a Estados Unidos cada año para buscar empleo, ante las carencias de Tlapacoyan.

En medio de todo, su hermana buscaba sacar adelante a la familia.

Diariamente ofertaba su trabajo limpiando casas y haciendo el quehacer con personas con las que laboraba tiempo atrás, cuando comenzó a trabajar por su cuenta, al separase del padre de sus hijos.

De esa forma obtenía dinero para darle de comer a sus pequeños y vestirlos.

«Y cuando tenía algo, se iba con ellos al centro o si había feria los llevaba y ahí iba bien contenta ella solita», relata la hermana.

Cuando bien le iba, le daban 100 o 150 pesos por su trabajo fregando ropa ajena o limpiando trastos o casas.

A veces era menos y en ocasiones, cuando era peor, ni empleo había.

Era cuando corría con su hermana a pedirle caridad para alimentar a los pequeños.

«Yo le decía que bueno, estaba lo que me diera mi esposo, pero con gusto la ayudaba».

Y en otras ocasiones, llegaba su mejor amiga, Yunerri Bravo Reyes, para decirle que no había comida en su casa, que su madre solo contaba con frutas para vender en su puesto en la calle y que ella tampoco tenía empleo, así que le pedía un taco.

Las dos mujeres, madres solteras, se disponían así a compartir los alimentos que eran contados pero les servían para librar el día.

Pese a esa situación de marginación, Yanín Bocarando no perdía la alegría, «le gustaba mucho esa canción de ‘Vete yaaa’, de salsa, todo lo relacionado con la salsa y el baile, le gustaba.

Foto Blog Expediente

 

Foto Blog Expediente

Durante su juventud, recuerdan, bailó en una comparsa para la fiesta del pueblo.

Este año uno de sus hijos también participó en una comparsa en el carnaval de Jalacingo, y ella, orgullosa, le apoyó para verle danzar.

Si notaba que alguien de su familia estaba enojado o triste, se ponía a cantarle.

El día que desapareció, el martes de la semana anterior, dejó la casa después de las doce del día. En el camino se iba encontrar con su amiga. Las dos planeaban viajar al norte al corte de lichi para hacerse de unos centavos.

Aunque la familia de Yanín no estaban convencidos de ese viaje.

Dieron la medianoche y la familia se percató de la ausencia, «nunca llegaba después de las nueve de la noche a casa», dice la hermana, quien confiesa que presentía algo malo.

Cuando desapareció, pensaron que ya se había ido al norte, con su amiga, y pensaron en buscarla, por eso demoraron en poner la denuncia.

Se convencieron de que algo malo había pasado cuando la madre de Yunerri Bravo Reyes, se les adelantó, y se presentó en la casa para pedir razones de su hija, pues tampoco había llegado desde hace varios días.

Las dos aparecieron asesinadas. Se acabaron los proyectos de Yanín de ver crecer a sus hijos con su propio esfuerzo. Sus restos presentaban señales de violencia, aunque el cadáver de Yanín no tenía golpes, no tantos como los de su amiga, quien al parecer era el blanco de la agresión.

-Con información de Blog Expediente

 

Redacción/SinEmbargo
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