Pocas cosas atraen la pasión de tantas personas como el futbol y la religión, y no, no están peleados. Para muestra está el Papa Francisco, aficionado y socio del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, así como otros sacerdotes que por debajo de la sotana llevan la camiseta. Y, seamos serios, quien no haya elevado sus plegarias al cielo para pedir que su equipo gane, que tire la primera piedra.
Por Iván Pérez
Ciudad de México, 13 de febrero (SinEmbargo/JuanFutbol).- Francisco I lanza bendiciones, hasta que su mirada se cruza con una playera azul y oro. Sonríe y dibuja con sus dedos meñique, anular y medio, un tres y luego con el pulgar e índice un cero: 3-0, el marcador con el que San Lorenzo derrotó el domingo anterior a Boca Juniors en la Liga argentina. Lo que hizo es un reto, una burla para el hincha devoto que viajó al Vaticano para admirarlo. Se llevó una bendición y la afrenta de un rival. El Papamóvil continua en la Plaza de San Pedro y el Papa pinta varias veces la cruz en el aire. ¿Los sacerdotes son capaces de mofarse o maldecir por un partido de futbol?
La Iglesia Católica es una de las tres religiones más practicadas en el mundo y el futbol, el deporte más popular del planeta. Al Papa Juan Pablo II -guardameta en su juventud- le atribuyen la frase que “de las cosas sin importancia, el futbol es la más importante”. Se puede cambiar de auto, de pareja, es complicado mudarse de iglesia, pero jamás se dejará al club de tu vida: el cariño más fiel de todos.
“El futbol es la única religión que no tiene ateos”, escribió Eduardo Galeano. Algunos historiadores y académicos sostienen la tesis de que la pasión por el futbol es equivalente con el efecto de la fe en la religión.
Stephen Tomikis en su libro Una breve historia de la cristiandad, comenta que los “jugadores son los dioses y las gradas los bancos del templo”.
Para Juan Gabriel Arias -el cura argentino que tiene tatuado en el brazo derecho al Sagrado Corazón con el escudo del Racing de Avellaneda- tienen una unión de sentimientos que les hace fuertes: “El amor es la base de la religión. La religión y el futbol se complementan”.
Tarcisio Pietro Bertone – ex Secretario de Estado del Vaticano- representa el ala conservadora del catolicismo y es fanático de uno de los clubes más racistas y corruptos de toda Europa: la Juventus de Turín. En 2013 el equipo recibió tres sanciones por cánticos contra jugadores de color en apenas seis meses, y en 2006 fue sancionado por organizar una red de fraudes arbitrales. La “Juve” de Pietro faltó al menos al sexto y octavo mandamiento de la Iglesia Católica: no cometerás actos impuros y no darás falso testimonio.
El hombre que fue destituido por Francisco I tras estar involucrado en el caso de los VatiLeaks – documentos que ventilaron corrupción y mala gestión en la Santa Sede- tiene además un acto más de fe: narrar partidos de futbol. En sus tiempos como obispo fue invitado para comentar y describir las jugadas que sucedieron en el terreno de juego en los partidos de local del Génova y Sampdoria. Fue popular en la radio y la televisión local.
También hay sacerdotes que adoran al diablo: le rezan, le suplican y le imploran copas. Hurtado Galvis es un cura colombiano hincha del América de Cali, equipo que lleva en la imagen del escudo un demonio con el trinche en la mano. “El diablo no es como lo pinta”, se ha excusado. Pero no sólo es que apoye al club rojo, sino que los rumores dicen que acudió al Estadio Pascual Guerrero para hacer un exorcismo después de tantos años de sequía. Él lo niega. ¿Un exorcismo en la casa de satanás?
Y aparecen los herejes. Ese lugar le corresponde a Gonzalo Bravo, chileno y seguidor del Santiago Wanderers. El cura decidió colgar en el altar de su parroquia la bandera del club durante una misa, se atrevió a decir que Jesucristo fue el primer “Vagabundo” (así le apodan al equipo) de la historia y que el mal empieza con la letra “E” y no tiene que ver con “Evil”, sino con la del rival más odiado de Santiago: Everton.
Benedicto XVI calza con zapatos rojos, los mismos colores que el Bayern Múnich.
Sería mera casualidad sino fuera porque se ha declarado fanático, es socio del club y con esa frialdad que caracteriza su personalidad poco expresiva se fundió en un abrazo emotivo y fuerte con Franz Beckenbauer, el “Kaiser”, jugador leyenda de los “Bávaros”. Joseph Ratzinger mantuvo la sonrisa por un buen tiempo, estaba claro que eso le hacía feliz.
Juan Gabriel Arias, el cura argentino que apoya al Racing y estuvo un tiempo como dirigente del club, dice que el futbol y la religión tienen muchas similitudes. “Desde la manera de vestirse con la camiseta (como la túnica de los padres), la decoración de la bandera (la iglesia tiene sus propios simbolismos), ciertos horarios que llevan a la gente a juntarse (el calendario de las misas) o hasta hacer la señal de la cruz (el símbolo máximo del catolicismo)”.
Pero también hay momentos en que la pasión por el futbol deja de ser sólo un acto de apoyo o de fe. Se practica. Juan Manuel Basurco cruzó la línea del hincha, fue un killer temible, peligroso, un nueve nato como dirían los ojeadores de la actualidad: alto, fuerte y con un prodigioso remate de cabeza. Muy del tipo Martín Palermo, histórico jugador del Boca Juniors.
Él viajó a Latinoamérica como parte de las misiones de la iglesia católica y se encontró con un contrato de futbolista profesional. Todo Ecuador le recordará por siempre por un hecho: el gol que consiguió con Barcelona de Guayaquil ante Estudiantes de La Plata, el Real Madrid de aquella época.
El futbol ha sido capaz de crear sus propias religiones. Un amigo argentino me cuenta que aquello que dicen los “memes” es verdad: creen que tienen a D10S, que ha llegado el “Messias” y que ahora tienen al Papa. En Argentina estos tres personajes son un acto de culto. Y tienen razón, D10S es argentino y tiene su templo: la Iglesia Maradoniana, creada por hinchas que han colocado en deidad a Diego Armando Maradona, el chico que conquistó el mundo con sus gambetas y que fue detenido por consumo de cocaína en Italia.
Una religión que está en 60 países y también – como la iglesia católica- tiene sus 10 mandamientos. ¡Te vas a la mierda, tú y todo el equipo, a la mierda! Para aquel momento Rubens Sambueza, el delantero del América de México, había errado un gol. Aquella seguidilla de insultos llegó del padre Miguel, ahora párroco del pueblo Autlán, Jalisco. Cuando se le pregunta ¿a qué equipo le va? Pronto uno se da cuenta que es americanista, levanta la ceja, sonríe con el típico gesto altivo de los aficionados de ese club y dice: “Al mejor de todos… a las Águilas”.
El sacerdote comenta que ellos son tan pasionales como cualquier persona: “¿A quién no le encabrita que su equipo falle un gol?, a todos”. La afición ha llevado a la iglesia católica a organizarse para jugar a que son profesionales. La Clericus Cup y la Selección del Vaticano suspiran por jugar algún día la Champions y llegar a la Eurocopa.
A algunos metros de la Capilla Sixtina -uno de los símbolos arquitectónicos de la Iglesia Católica- se juega la Clericus Cup, un torneo que nació en 2007 impulsado por Tarsicio Bertone, hay dos divisiones y cada año se reúne equipos de futbol de Brasil, Italia, México y Estados Unidos principalmente. ¿Hay tarjetas rojas?… claro que sí. Una cartulina colorada representa el juego más sucio e inmoral dentro de la cancha y el mexicano Wilbert Palomo Carillo fue el primero en ser sancionado. “Una entrada brutal”, reseña la crónica de aquel juego.
Vicente del Bosque, seleccionador de España y técnico campeón del mundo en el pasado Mundial de Sudáfrica, fue el encargado en un acto de promoción del torneo de dar la lista de la selección de su país para la Clericus Cup en el canal oficial de Youtube. “Les pido que sean limpios, que jueguen unidos, que los gestos y los comportamientos sean buenos”, dijo. Una clase de moralidad para quienes predican con ella cada domingo en las iglesias.
Para los curiosos, uno de los más recientes campeones fueron los Mártires Norteamericanos que ganaron 1-0 a los controvertidos Legionarios de Cristo, bajo la mira por los casos de pederastia del padre mexicano Marcial Maciel.
Pero no sólo hablamos del torneo de futbol, también el Vaticano tiene su selección nacional. La UEFA- el máximo organismo de futbol europeo- debatió hace tres años si el equipo jugaba las eliminatorias para la Eurocopa 2016. El presidente Michel Platini coqueteó: “ya lo veremos”.
La Santa Sede tiene su estadio, se llama Pio XII, polémico por ser considerado por algunos historiadores como un aliado de Adolf Hitler en la Segunda Guerra Mundial. En aquel estadio el Vaticano goleó 6-0 a Samoa Americana, una nación que ya está afiliada a la FIFA y ha disputado eliminatorias para acudir a una Copa del Mundo.
Philip Mulryne será sacerdote este 2016. Se titulará en algunas meses en Filosofía y Teología en el Pontificio Colegio Irlandés. ¿Recordará aquellos pases milimétricos de David Beckham? Fue futbolista profesional durante 15 años y jugo con los Diablos Rojos, el Manchester United. Compartió vestidor con el legendario entrenador Alex Ferguson, con Ryan Giggs, mantuvo una relación sentimental con la modelo Nicla Champman y alguna vez fue separado por ingerir cervezas en el hotel de concentración. Hoy le ha entregado la vida a Dios. Mario Vargas Llosa, Nobel de Literatura en 2010 y ferviente hincha del Universitario, un equipo popular en Perú, dice que el futbol es un deporte “apasionante, pero al mismo tiempo genera actitudes de desfogue que uno ni si imagina que pueden suceder”.
El propio Papa Francisco I es un aficionado activo de San Lorenzo de Almagro, cuenta con su carnet actualizado y el mundo sabe de su pasión, por ello la Federación Italiana y la Argentina organizaron en honor a él un partido.
En otra ocasión, también mientras se trasladaba en el Papamóvil, un hincha de San Lorenzo no tuvo mucho que hacer para llamar su atención, levantó con la mano derecha una playera del “Cuervo” y Bergoglio abrió la boca en círculo, hundió los labios y los ojos casi se le salían. La imagen de un hincha extasiado con la remera de uno de sus más queridos amores, la misma pasión con la que cada 28 de mes peregrinos le rinden culto a San Judas Tadeo. Está claro, nada se le resiste a la pelota.
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