Viable, en Sian Ka´an, actividad pesquera en ambiente sustentable

22/09/2013 - 1:40 pm

Punta Allen, Q. Roo, 22 Sep. (Notimex).- Hace poco que bajo el seudónimo de “Mujer del mar”, Martha incursionó en las redes sociales, pero hace mucho que colgó las redes como arte esencial en su trabajo como pescadora, para hacerlo de una forma sustentable.

Ella es la única mujer en la costa oriente de la Península de Yucatán que se dedica a la pesca de la langosta espinosa del Caribe y le viene de familia. Así fue su padre y también su hermana. Por supuesto que también su esposo, pero cada uno capitanea su propia lancha y lleva su chalán.

En la red social tiene aún pocos “amigos”, pero en la cooperativa los 30 años que lleva con su buceo a pulmón le ganan el reconocimiento de los 35 compañeros de Pescadores de Cozumel.

También, saber que es una de las socias fundadoras, que desde los 15 años de edad se dedica a esta actividad y en cinco años destacó. Un esfuerzo que le valió además ser la ganadora del Gladding Memorial Award 2011, reconocimiento internacional a la pesca sustentable que otorga el Gulf and Caribbean Fisheries Institute.

En una jornada de trabajo puede capturar hasta 60 langostas de talla (de cola) mayor a los 13.5 centímetros que garantizan una pesca responsable, “marcar” y liberar algunas más que quedan fuera de las especificaciones, que incluyen las llamadas “baby” o las hembras con hueva.

La pesca, que se convirtió en captura desde que los cooperativistas de la zona comprendieron la importancia de una actividad responsable, sustentable y amigable con la naturaleza, la realiza en dos “campos”.

Ahí tiene instaladas unas 250 “casitas” ?planchas de cemento de poco más de un metro cuadrado en sustitución de las que antes elaboraban con palma chit- y que, asentadas a unos centímetros del fondo del mar, sirven de refugio a la langosta juvenil.

El mar, lo sabe Martha Ruth Góngora, es un recurso federal del que nadie puede decirse propietario, lo único que hace cada cooperativista es ejercer derechos para explotar los recursos pesqueros susceptibles de captura en esos campos perfectamente delimitados, equipados incluso con sistema GPS, y que al verlos trazados en un mapa semejan parcelas de labranza.

Es el mismo modelo que siguen las cooperativas de las reservas de la Biósfera de Sian Ka? an y de Banco Chinchorro, unidas en la Integradora de Pescadores de Quintana Roo: Vigía Chico, que opera en Punta Allen; Pescadores de Cozumel, en la comunidad María Elena; José María Azcorra, en Punta Herrero; o Langosteros del Caribe, Andrés Quintana Roo, y Pescadores de Banco Chinchorro.

Todos respetan los acuerdos para un aprovechamiento regulado: la rigurosa veda ?de marzo a junio-, sólo en los campos correspondientes, buceo a pulmón, captura con “jamo” -aro con red similar pero más resistente que el utilizado para cazar mariposas-, y que al mantenerla viva garantiza calidad.

Los “ganchos” de pesca fueron abandonados desde que entendieron que ennegrecen la carne y demeritan sabor y calidad del producto. Han aprendido además a aprovechar cada parte del producto, a prepararlo frito o en crema, en ceviche o en sopa.

La langosta no tolera el agua dulce, así que las capturadas se mantienen en “gallineros” dentro del mar, pequeños corrales donde quedan cautivas, y ahí las alimentan con sardina o pequeñas especies hasta ser entregadas al comprador.

Una langosta viva triplica el valor de una muerta, y aunque todavía puede venderse descabezada, entera es mucho más redituable, comenta Gerardo Velázquez en Punta Allen.

En la comprensión de los ciclos ha sido fundamental la tarea de organizaciones como Razonatura, el colectivo civil orientado al desarrollo sustentable y la conservación de los recursos naturales, así como de “El biólogo”, como llaman con aprecio a Kim Ley, el fundador y presidente de esa Asociación Civil. Juntos, ya consiguieron registrar la marca colectiva “Chakay” que hoy comercializan en Cancún, Cozumel y en menor medida en mercados asiáticos.

“Quisimos registrar la marca ‘Langosta’ y el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial lo rechazó, por genérico; pero fregamos con ‘Chakay’, que es lo mismo pero en lengua maya”, comenta con orgullo Rubén Joyle, presidente de la cooperativa José María Azcorra.

Y es que ese es uno de los principios de Razonatura, la conservación de la biodiversidad y la defensa de la identidad de las comunidades asociadas, lograr el reconocimiento comercial pero también ligar el mercado con las comunidades, explica Kim Ley y comenta además que se trabaja para buscar la denominación de origen.

Maestro en recursos naturales y doctorado en manejo ambiental, detalla la importancia de estas acciones, pues diferenciará el producto de una langosta ilegal, con el reconocimiento de que fue capturada en la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’ an, en aguas no contaminadas, en un proceso sustentable, de conservación del ecosistema y que propicia el bienestar de las comunidades.

Todos los pescadores coinciden. Martha, en María Elena; Rubén, en Punta Herrero; Gerardo, en Vigía Chico; igual los que operan en Bahía la Asunción que los de Bahía del Espíritu Santo. Dejar las redes benefició la reproducción de las especies y evitó la captura incidental de delfines, mantarrayas o de tortugas.

Respetar la veda mejoró la especie y garantizó pesca por más tiempo y de mejor calidad; tanto, que incluso ahora apoyan las tareas de técnicos en el monitoreo para ver cómo evolucionan, por dónde se mueven, cómo se recuperan tallas, arrecifes, especies.

Las comunidades no tienen lujos, el agua que beben la captan de la lluvia; energía eléctrica tienen por horas -en Punta Allen-, por plantas suministradoras o paneles solares que cada uno se procura; servicios de salud se limitan a Primeros Auxilios en los que se han capacitado.

Igual que el sustento, cuidan como sus bienes más preciados la gasolina para movilizarse por mar, la radio para comunicarse, y el hielo para preservar sus alimentos. Al cumplir 60 años podrán jubilarse, por la cooperativa y porque rigurosamente aportan su cuota al Seguro Social.

Eglé Flores, de Comunidad y Biodiversidad (Cobi), destaca el alto grado de concientización de los cooperativistas por el respeto a los ecosistemas en la captura de langosta, un modelo innovador que integra sectores con un fin común en favor de la biodiversidad y sustentabilidad.

Respetan la veda, las tallas mínimas e incluso han propuesto una talla máxima para la captura de langosta, pues las hembras de más edad son mucho más reproductivas que las juveniles; y a esto se suman los refugios pesqueros que favorecen la reproducción de las especie con su posterior “desbordamiento” hacia áreas de pesca legal.

El modelo innovador para lograrlo fue garantizar en todo tiempo fuente de ingresos para los pescadores: la explotación pesquera en temporada legal, la capacitación para recibir turismo de bajo impacto en época de veda, el aprovechamiento de sus conocimientos para acercar a los visitantes a zonas de avistamiento de especies, a los arrecifes, a su cocina y herbolaria tradicional, a la naturaleza.

en Sinembargo al Aire

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