Gallina y nostalgia

Gallinas pintas. Foto: shutterstock

Gallinas pintas. Foto: shutterstock

Deben ser las fechas, o ese frío que se cuela por la ventana, o que uno va envejeciendo casi sin darse cuenta, no lo sé.

El caso es que descubro que la nostalgia tiene diversas y curiosas maneras de funcionar dentro de nuestra cabeza, y sus disparadores pueden ser nimios o enloquecidos, pero que te toman siempre por sorpresa.

Hace un rato, traía sobre el hombro una pluma (que salió de mi almohada) y como por arte de magia, vino acompañada por el recuerdo de dos personajes entrañables y fantásticos que siempre en los primeros meses del año llegaban hasta la casa de mis padres a llenarla de risas, conversaciones inteligentes y regalos.

Me refiero a los escritores María Luisa Puga y su pareja, Isaac Levin. Esos que a finales de los años 90, hartos de la ciudad se marcharon a formar una escuela en Zirahuén, Michoacán, a la orilla de un lago, para enseñar a otros a juntar las palabras para que salieran de allí cuentos, novelas o poesía.

Fabulosos los dos, habían logrado lo que muchos ni siquiera nos atrevemos a soñar, construir una suerte de paraíso autosustentable donde la única ley que regía era la dictada por el talento.

Pero tal vez todo era demasiado bucólico, demasiado perfecto, así que caían un par de veces por año a la casa de los Taibo a recibir una dosis grande de abrazos y algarabía, de libros y de vino escanciado generosamente.

María Luisa reía bajo y fumaba como carretero mientras hablaba de literatura y contaba cosas maravillosas e imposibles; Isaac, por lo contrario, como una fuerza de la naturaleza, desplegaba un humor negro y ácido al cual yo siempre me plegaba.

Sus visitas eran siempre una delicia, intelectual y gastronómica. Uchepos, quesos, huevos de rancho, mantequilla, corundas y otras muchas maravillas michoacanas, salían de la enorme canasta que nos regalaban siempre.

Un día, mi madre, para festejar esos encuentros, sacó una caja de “Huesos de santo”, una suerte de mazapán asturiano por el cual había siempre bofetadas en la mesa y que venían de contrabando en maletas llegadas de España, envueltos en ropa sucia (para confundir al aduanero de turno). Isaac miró el que tenía en su plato con desconfianza, lo mordió, y casi a volapié soltó un: “Tanto pedo por unos camotitos capeados”. Y casi fue expulsado del jolgorio.

Fue en esa comida, cuando se habló de la “Gallina en pepitoria”, una receta familiar que ha pasado de generación en generación y que se había dejado de hacer por la escasa calidad de las gallinas que se podían encontrar entonces en el DF. –Gallinas pintas.- Dijo mi madre seriamente. –No valen las blancas- puntualizó.

Para no hacer el cuento largo, la siguiente visita de María Luisa e Isaac vino acompañada por una caja con una gallina pinta. Que estaba viva, y que fue llamada casi al momento y por decisión unánime: Almudena.

E Isaac advirtió que volvería al día siguiente a probar la famosa pepitoria.

Y así lo hicieron, pero comieron fabada…

Nadie se atrevía a matar a la gallina pinta que se había acomodado rápidamente en una esquina del despacho de mi padre, entre un libro de Martín Luis Guzmán y una biografía de Truffaut.

Almudena vivió cuatro años entre nosotros y era de una civilidad asombrosa.

Salía a cagar sólo cuando papá abría la puerta de la terraza y ponía un huevo cada semana, supongo que para no olvidar su condición de gallina. De vez en cuando bajaba al comedor y se sentaba a un costado de mi padre, mientras lo escuchaba embelesada.

Volvían año con año Isaac y María Luisa en diciembre a traer comida y amor y acariciaban a Almudena como se acaricia a un perro.

Murió de muerte natural.

Hoy, esa pluma en mi hombro, trajo hasta mí a Almudena, a María Luisa (y sí ustedes no creen en la casualidades, les dejo ésta: puedo decirles que a la altura de mi vista, ahora donde escribo, puedo ver en el librero en el cuarto estante a la izquierda, su magnífica novela “Las posibilidades del odio”, que llevo años buscando) a Isaac, el único judío tarasco del mundo con ese humor ácido e inteligente que extraño tanto, a las comidas multitudinarias en casa de mis padres, y a esos tiempos tan dulces que se fueron.

Serán las fechas, el frío que se cuela, los años que pasan. Será el sereno.

María Luisa murió el 25 de diciembre de 2004. Papá el 13 de noviembre de 2008. Isaac, el año pasado.

Pero esta madrugada, vinieron hasta mi casa a acariciar a Almudena, todos, a decirle que no se preocupe, que todo va a estar bien, que será siempre gallina de guardia y protección (como la considerábamos) y jamás terminará en un plato vuelta pepitoria.

13 Responses to “Gallina y nostalgia”

  1. Juan Collignon dice:

    Benito, ¿alguna vez te ha dicho alguien que quisiera ser tú? Pues yo me ahorraré la tentación de hacerlo a expensas de que pudiera ofenderte semejante aspiración, pero tus historias me parecen tan genuinas, entrañables y lúdicas que cada que las leo las vuelvo virtualmente mías. Tú pareces ser aquel nigromante que pudo retornar a la torre donde quedó su infancia prisionera y tomándola de la mano salió a echar maromas por el mundo. ¡Qué maravilla saber de Almudena y tu jirafa! Decía Orson Welles que el hombre amaba tanto a la vida que para poder vivirla muchas veces había inventado al cine, pero corrigiendo su venerable dicho creo que de haberte conocido el buen Orson, estoy cierto, él hubiera remplazado al cine por ti: tal vez seas tú su mejor invento.

    • Benito Taibo dice:

      Juan. No puedo ni siquiera responder. Gracias por tus palabras. Sólo estoy ejerciendo mi oficio. Y me divierto mientra lo hago. Te envío un fuerte abrazo.

  2. Elena gonzalez dice:

    Querido Benito, cada vez que te leo (o te releo como en este caso), me regalas sentimientos bellos como alegría, ternura, etc. Te conozco a través de tus letras y me doy cuenta que eres un hermoso ser humano. Tengo y he leído todos tus libros, te recomiendo continuamente para que disfruten de tu pluma. Sigue diviertiendote con la vida y haciendo feliz a la maravillosa Imelda. Ahí y también escribiendo y participando en tantos eventos literarios.

  3. Mai dice:

    Es maravilloso amanecer el domingo con el corazón contento gracias a su relato.. Creo que seguirá así durante el día y de ahora en adelante llamaré Almudena a esa nostalgia que a todos nos embarga de vez en cuando y no podré hacer más que sonreír.
    Gracias

  4. Marisa dice:

    Sr. Taibo, como siempre es un placer leerlo, y con menos elocuencia que el Sr. Collignon, me uno a su sentir. Cuando leo sus historias, siempre me hace añorar esos momentos y personajes como si fueran míos. Un abrazo.

  5. silvestre valle dice:

    Disfrutable como siempre la columna, a partir de ahora no vere igual a las gallinas pintas y si, la nostalgia llega de esa manera Benito. Buen domingo

  6. Juan Collignon dice:

    Mil gracias por tu abrazo Benito, lo voy a enmarcar y lo colgaré en un distinguido muro de esta tu casa, pues llevo muchos años siguiendo tus letras, entrevistas, documentales y, créeme, que sé cuánto bien has hecho al promover la lectura entre los jóvenes mexicanos. Por mi parte, aunque relacionado con el arte en el ámbito de la fotografía, la arquitectura y la producción de libros de lujo sobre el tema México, soy un emprendedor asociado en algunas constructoras y trabajo, denodadamente, para mejorarme profesionalmente y como persona, pero quisiera poder compartirte que el mundo de los negocios, tomados tan en serio como yo lo tomo, pareciera tan divertido como el tuyo, pero no lo es. Desde mi humilde trinchera yo trabajo para proyectar una mejor imagen de México hacia el exterior y, por ende, prefiero por mucho hablar de sus bondades que de sus defectos, y haciéndolo, en tal tenor, nuestro grupo promueve nuestra bellísima zona como destino turístico y de inversión para los extranjeros. Hoy hay evidente desanimo en nuestro país de frente a esta crisis, y aunque nada luzca tan bien como quisiéramos, también sé, más allá de toda duda, que la grandeza de nuestra nación acabará por asomar los ímpetus de aquella idealizada raza cósmica si todos jalamos la carreta fuera del atolladero. Pienso que la evolución pacífica hacia una institucionalidad fortalecida, al modo de los países más avanzados, sería nuestra mejor opción para florecer plenamente. Así mismo confirmó en tus maravillosos textos que tu curiosidad por el saber es tan infatigable como apasionada y, en consecuencia, deseo recomendarte un libro extraordinario titulado “Abundance” y que fuera recientemente publicado por sus distinguidos autores, profesores y empresarios de vanguardia, Peter H Diamandis y Steven Kutler, quienes pronostican un mucho mejor futuro para la humanidad y la economía global; en particular en aquellas de las naciones emergentes, justamente generando oportunidad de negocios y tecnologías masivas a partir de la reparación de nuestros desastres actuales. Entre estas oportunidades de negocio se vislumbra la generación de energía renovable y muy económica, la descontaminación de mantos acuíferos a bajo costo con tecnologías de punta, la producción de alimentos más baratos y nutritivos, la reforestación y las comunicaciones generadas por internet que en un futuro cercano llegarán a 4.5 billones de usuarios concitando sinergías e invenciones ineludibles y muchos más lectores de tus maravillosos textos. El libro reboza de estadísticas y proyecciones tecno-económicas que sorprenderán a cualquier interesado en que la brechas abismal y oprobiosa que actualmente existe entre los que tienen de sobra y los que de todo carecen se reduzca progresivamente por medio de las nuevas estructuras del mercado, sin acaso mediar ideología alguna que no sea las de las propias leyes de la oferta y la demanda contemporáneas. Su lectura ha sido francamente esperanzadora y da cuenta de que el mundo está construyendo nuevos paradigmas económicos destinados a equilibrar la horrible situación actual. Ojalá y que sus estudiadísimas proyecciones les haga la boca de profetas a tan brillantes autores. Con el abrazo que te corresponde al seguirte leyendo, porque la dulzura de tus textos consuela a este viejo y admirador tuyo, me despido hasta la próxima.

    • juan encinas dice:

      Amen, tocayo
      me conformo con llegar pronto al punto de quiebre,
      ese donde se revierte la tendencia
      se neutraliza la impunidad
      se reinicia el vuelo
      levantándonos de la lona
      como después del tratamiento extremo…

  7. Michelle dice:

    Como todas las semanas su columna es una delicia Benito. Gracias por compartir. Se aprecia y mucho.

  8. Arturo Abascal dice:

    La escuela de María Luisa Puga estaba -efectivamente en Michoacán pero en el poblado de Erongarícuaro, estimado Benito. Saludos cordiales.

  9. juan encinas dice:

    Sí, Benito, se están muriendo los que antes no se morían…
    pero viven en ti, y así en mi, en todos tus lectores. Gracias.
    .
    En casa también ha sido siempre venerada la pepitoria de la abuela,
    pero no se tentaron el corazón con las pobres Almudenas.
    .
    Lo triste en mi familia es que ya no se dan esas comidas
    y ni siquiera existe el pretexto de la huesuda ! Muy triste.

  10. val dice:

    Upsssss difícil superar tus relato o experiencias de vida, también la de tu público , que a juzgar es culto, yo por mi parte me limitare a decirte que el leerte me hace y evoca felicidad , gracias

  11. Javier Lucero dice:

    Estimado Benito. Interesante relato como siempre. Lo único que no me quedó claro es de dónde sacaba los huevos la gallina si no se menciona la existencia de gallo alguno.
    Saludos desde La Paz, B.C.S.

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