El mejor Mundial de la historia es asunto de mujeres para España

04/08/2013 - 2:50 pm

Barcelona, 4 ago (dpa) – La natación española se ha convertido en una cosa de mujeres: 12 medallas en los Mundiales de Barcelona, 12 féminas detrás de ellas.

Sólo un hombre, Aschwin Wildeboer, puede presumir de haber protagonizado una de las 13 finales disputadas por los nadadores españoles en estos campeonatos, los mejores de la historia para la natación española. Todas las demás finales llevaron el nombre de una mujer.

“Hemos demostrado que tenemos un papel importante, que no somos aquella minoría que habíamos sido”, afirma Judit Ignacio, una de las finalistas.

A diferencia de otras ocasiones, estos campeonatos no han sido sólo los de las chicas de la sincronizada, protagonistas solitarias durante años del medallero femenino español.

En Barcelona, una década después de la eclosión de esta disciplina, Ona Carbonell, la nueva solista, ha regresado a casa cargada con siete medallas, todas las conquistadas por la sincronizada, que ha igualado su mejor actuación en unos Mundiales.

Tampoco Mireia Belmonte, la reina de la natación española, ha estado sola esta vez. La doble medallista olímpica, con un generoso programa de pruebas, ha acaparado tres preseas y seis finales.

Pero, junto a ella, han aparecido Melani Costa, con una plata y tres finales; Mireia García (dos finales); Judit Ignacio; Mercedes Peris y el relevo 4×200 compuesto por Patricia Castro y Beatriz Gómez junto a Belmonte y Costa.

A todas ellas, se han sumado, “las guerreras” del waterpolo, ganadoras del único oro de la delegación española en estos campeonatos. En su primera final mundialista, las subcampeonas olímpicas se alzaron al primer cajón del pódium.

Su conquista ilustra en buena medida el salto cualitativo de las féminas también en los deportes de agua.

En casa y con más medios, las chicas han confirmado la tendencia que ya se apuntó en el pasado Mundial de Shanghai: que llevan la voz cantante de la natación.

En Shanghai, el balance de los nadadores españoles fue desastroso: ninguna medalla que contar, apenas dos cuartos puestos. Pero de las seis finales que alcanzaron, en cinco de ellas nadaron mujeres. Wildeboer fue también entonces el único hombre finalista.

“Tener referentes e ídolos siempre inspira y nosotras tenemos a Mireia y a Melani que están a muy buen nivel, ganando medallas, y eso nos anima a todas a trabajar”, apunta Beatriz Gómez como factor de un fenómeno que les cuesta explicar.

“Antes, quizá no teníamos el apoyo suficiente. Ahora, hemos tenido un apoyo extra que también ha ayudado a que se nos conozca más y a que el deporte se popularice”, prosigue la relevista.

“La gran actuación de las mujeres se explica no sólo porque tengamos referentes, sino también porque las formas de trabajar y los resultados son buenos y eso crea una dinámica que lleva las deportistas a querer acudir a las competiciones internacionales para ganarse su plaza con una marca A”, abunda Fernando Carpena, presidente de la Federación Española.

“Las chicas están más implicadas en el día a día y, desde los Juegos de Londres, tomaron decisiones porque se dijeron que ellas también querían ganar medallas como Mireia y estar en el top”, apunta Fred Vergnoux, el entrenador de Belmonte. “Lo que han hecho aquí, con el nivel que había entre las mujeres, aún tiene más mérito”, añade.

Carpena celebra que, en Barcelona, la delegación española haya superado su mejor cosecha en un Mundial, la de Roma 2009. Entonces, España echó el cierre a la competición con 11 preseas, una menos que ahora.

Y con cuatro récords nacionales, en la época de los bañadores tecnológicos. En Barcelona, las plusmarcas se han elevado a 18, la mayoría batidas por las mujeres.

Además, más del 80 por ciento de los nadadores han mejorado su marca de inscripción, un dato que habla de su buen nivel competitivo. En Roma, al margen de las siete medallas de la sincronizada, los cuatro metales restantes fueron conquistados por hombres: los bronces de Rafa Muñoz (dos) y Wildeboer, y la plata de los chicos del waterpolo. Ni una sola mujer.

Cinco años después, los varones han desaparecido del medallero español y prácticamente de las finales, que en Roma fueron nueve en total.

“Nos preocupa que los hombres estén por debajo del nivel de las mujeres”, admite Carpena. “Pero creo que, si ajustamos el trabajo en breve, corregiremos la situación a medio plazo”, matiza.

“Necesitamos un equipo de chicos más amplio y consistente”, admite José Antonio del Castillo, director técnico español. “Hace tiempo que existe un desequilibrio respecto a las chicas y no podemos pedirles los mismos objetivos. Necesitamos un plan que ya empezó a funcionar el año pasado”, prosigue.

“Pero que hayamos tenido dos relevos aquí es muy importante porque eso anima e implica a los nadadores”, interviene Vergnoux. A la espera de resultados masculinos, el fenómeno de las féminas se consolida y no es aislado. Sucedió antes en el atletismo, por ejemplo. Y se repite a escala internacional.

Los Mundiales de Barcelona han sido los de las mujeres. Y no sólo porque las estadounidenses Katie Ledecky y Missy Franklin hayan acaparado la mayoría de focos por sus numerosos triunfos y sus récords. También porque las seis plusmarcas mundiales batidas en estos campeonatos han sido todas de mujeres.

El agua es de ellas ahora más que nunca.

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