México pierde al año 200 mmdp por culpa del tráfico: análisis; capitalinos claman por un mejor transporte

02/02/2014 - 12:01 am
Los capitalinos pueden llegar a gastar hasta dos horas en el traslado a sus trabajos o centros de estudio. Foto: Cuartoscuro
Los capitalinos pueden llegar a gastar hasta dos horas en el traslado a sus trabajos o centros de estudio. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 2 de febrero (SinEmbargo) -¡Oiga, no puede ser! –le grita una mujer con su hija de 5 años a la policía de la estación de Metrobús Dr. Vértiz – llevo media hora parada aquí y todos los metrobuses se dirigen hasta Etiopía. ¿Qué no van a más estaciones?

Son las 5 de la tarde en la estación Dr. Vértiz del Metrobús de la línea 2, morada. La policía se disculpa con las 15 personas que llevan esperando y les pide que no se desesperen, que ella no tiene la culpa y que va a preguntar qué es lo que ocurre.

La madre de la niña de 5 años comienza a quejarse junto a los otros, además que va tarde a una cita con el dentista por el World Trade Center, por lo que debe tomar el metrobús con dirección Colonia del Valle, que, según ella, dejó de pasar hace más de media hora.

La policía entonces informa que hay un bloqueo y que por eso no llegan más vehículos.

“Tendremos que tomar taxi” le dice a la niña pequeña y cuenta 30 pesos en su monedero.

En el 2006 el Metrobús transportaba a 240 mil pasajeros al día y hasta diciembre del 2013, se reportó que 900 mil personas viajaron diariamente en este medio de transporte.

La línea 2 es la segunda del transporte colectivo con mayor afluencia, ya que diariamente viajan 175 mil transeúntes. La línea 1 lidera la lista con 470 mil pasajeros, en la línea 3 viajan 140 mil usuarios y la 5 es utilizada por 55 mil personas.

Para Emma Guajardo, de 34 años, invertir tres horas de su tiempo y 18 pesos en viajes de ida y de regreso diarios en el Metrobús no le representa alguna dificultad. Vive en Iztapalapa y va desde la estación Centro SCOP hacia su trabajo, además que viaja con una enorme maleta y eventualmente trabaja en casa.

Sin embargo, afirma que si tuviera la oportunidad de invertir la mitad del tiempo que usa para movilizarse, lo usaría para estar más tiempo con su hijo.

Los habitantes del Distrito Federal están acostumbrados a invertir cantidades de tiempo que van desde los 30 minutos, hasta por lo menos 2 horas en transporte público hacia sus destinos cotidianos.

Además que no sólo se limitan a un solo transporte para un recorrido, sino que también recurren al Sistema Colectivo Metro, el Metrobús, el Trolebús, los microbuses, los camiones RTP, el tren ligero, vehículos personales, entre otros.

Y aunque los gobiernos en turno han procurado mediante diversos esfuerzos ofrecer variedad y mejoras, los vehículos son incómodos, obsoletos e insuficientes.

En el 2011 los fondos federales no representaron, por lo menos en la Ciudad de México una prioridad, aportando sólo el 26% junto con la Zona Metropolitana del Valle de México a comparación de Puebla que invirtió un 51%, seguido de Veracruz con un 33%, según un análisis del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo México (ITDP) con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

LA ODISEA DEL MICRO

El chofer Ramírez Cruz o “El Vampiro”, como lo conocen en la ruta 70 o 90, cree que una de las soluciones para poder disminuir la molestia del tránsito, es que los dueños de automóviles confiaran en el transporte público, dejaran estacionados sus vehículos y lo utilizaran.

La ruta comienza afuera de la estación de Metro Salto del Agua y su destino final es en Acoxpa. Pasa por la colonia Buenos Aires, recorre Dr. Vértiz, sale en Avenida División del Norte, pasa por Calzada de Tlalpan, llega al Estadio Azteca y luego a su base final. El trayecto tiene una duración de aproximadamente 1 hora y 35 minutos durante la tarde de un miércoles cualquiera.

Aunque Alejandro sabe que tiene una grabadora a su lado izquierdo, no se intimida y emprende el viaje que hace al menos 3 veces al día de ida y de regreso desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche. Y cuando le da tiempo, da una vuelta más.

“El Vampiro” sigue todas las reglas al manejar, no se pasa semáforos y no falta el señor que quiere tomar la parada en una esquina, por lo que Alejandro se enoja. El señor que no abordó, se ve a lo lejos por el espejo retrovisor haciendo señas obscenas.

Cuenta que a él no le gusta hacer carreritas ni ir corriendo, pero dice que a veces sí es necesario, cuando alguna unidad que salió antes le va “quitando” su pasaje. El chofer nunca ha chocado en sus 12 años de experiencia frente al volante, pero sí lo han asaltado: “Te dicen que sigas manejando y que no voltees mientras le quitan las pertenencias a los pasajeros”, recuerda. Además que esa vez recibió reclamos de ellos porque pensaron que estaba coludido con los asaltantes.

Hizo parada en un semáforo en rojo y un señor malhumorado le grita “¿te vas a parar en todos los semáforos?”. “El vampiro” no le responde. “¿Ves? –dice en voz baja–si corres, se molestan, si te esperas, se molestan. Ahí está el detalle”.

La peor parte es cuando hay partido en el Estadio Azteca “el tráfico se pone pesado y la gente también”, confiesa. Además que los usuarios que abordan su microbús ya están “mareados” y muchas veces ya no le quieren pagar. Si él pudiera no iría, pero como la tarifa sube a máximo 10 pesos, pues le gana más.

De repente el camión queda en el cruce entre Dr. José María Vértiz, Avenida División del Norte y el Eje 7 Félix Cuevas y ocasiona que los autos toquen su claxon con desesperación: “no lo hubiera querido hacer”, pero explica que si no se pasaba, el microbús de atrás lo alcanzaría y le quitaría pasaje.

Alejandro es padre de un niño de 6 años y vive solo. Aunque no es nada segura una ganancia neta al final del día, afirma que le alcanza para lo necesario, a pesar de que trabaje 6 días a la semana con jornadas de 14 horas y no tenga aguinaldo ni seguro médico. El día que descansa lo usa para darle mantenimiento a su vehículo, pues además es mecánico, sólo que lo dejó porque le aburre “estar encerrado todo el día”.

Sobre su trabajo, afirma que lo hace porque, “así como hay gente que se pone muy mal, también hay gente muy amable y te da las gracias”. Aunque admite que da tedio, también es una forma para relajarse: toma un baño frío, hace su trabajo y duerme tranquilo.

Estaciona finalmente en Acoxpa y todavía hay personas que se subieron desde Dr. Vértiz. Hay una madre con su hijo en las piernas, acalorada y el niño durmiendo en sus brazos, lleva por lo menos media hora de recorrido. Y un señor grande con bolsas del súper mercado que pide lo dejen lo más cerca de su destino final.

Que las unidades no estén totalmente acondicionadas con asientos óptimos, espacio suficiente, amortiguadores para los topes, baches y frenos podría no ser tan importante para los pasajeros, si tan solo no viajaran en un promedio entre 8 y 18 horas a la semana en estos vehículos.

Estas horas perdidas equivalen a 33 mil millones de pesos al año y según el Centro de Transporte Sustentable EMBARQ, las pérdidas anuales por congestionamiento en el país ascienden a 200 mil millones de pesos.

En el trayecto, las mujeres se maquillan, los jóvenes en su mayoría leen un libro o platican; un señor lee su periódico y otro se asoma a ver también la información, hay quien juega en una tableta y también alguien que dormido cabecea y de inmediato se despierta.

“La hora puerco”, como se refieren algunos choferes de microbuses a la “hora pico”, normalmente entre las 18 horas y media y 20:00 horas cuand las personas salen de trabajar y se dirigen hacia sus casas en sus automóviles.

Tan sólo en 1992, se registraron en el Distrito Federal unos 2 millones 257 mil automóviles en circulación y en el 2012 había 4 millones 619 mil unidades, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

México lideraba en el 2011 una lista de 20 ciudades del mundo con alto índice de malestar por viajes traslado hogar-trabajo-estudio, de acuerdo a 10 factores entre los que estaban tiempo de traslado, tiempo atrapado en el tránsito, precio de la gasolina y la provocación de estrés. Después de México está la Ciudad de Shenzen, seguido de Beijing y en cuarto lugar, Nairobi.

LAS ALTERNATIVAS

Aún con las nuevas tarifas del costo del boleto del Metro, que pasó de tres a cinco pesos, así como los “gasolinazos” cada mes florecen en el país formas distintas para transportarse a sus destinos. Pues cada vez más las personas que conducen vehículos en el tráfico presentan problemas de salud como estrés, ansiedad u obesidad.

Muchos usuarios, tras el anuncio del Jefe del Gobierno del Distrito Federal de subir el precio del metro, optaron por adquirir una bicicleta o una membresía del sistema Ecobici para trasladarse por diferentes rutas distribuidas en la Ciudad de México.

Asimismo, existen programas en Internet para quienes busquen compartir un automóvil y no sólo se traslade una persona por vehículo, además de dividir los gastos de éste.

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