Me voy…

El circo es el alambique donde se destilan los sueños. Foto: Cuartoscuro

El circo es el alambique donde se destilan los sueños. Foto: Cuartoscuro

Debía yo tener unos doce años, la primera vez que intenté escaparme con el circo.

Estaba convencido que mi vida de trashumante sería mucho más emocionante y divertida de lo que había sido hasta entonces.

Mi padre, en sus andanzas periodísticas, y lo contaba con enorme orgullo, fue nombrado “Mozo de pista honorario” del mítico Circo Price de Madrid. Hay una muy bella foto donde se le ve, con su impecable uniforme rojo de galones dorados, paleando mierda de elefante. Sonríe exactamente igual que si estuviera paleando oro.

Nos contó que haciendo uno de los reportajes que lo llevaron hasta la gran carpa, había  entrado a una jaula con 16 leones africanos de enormes melenas. El jefe tenía una infinita fascinación por el circo, y nos la contagió. Así que de alguna u otra manera fue su culpa.

Y yo, a mis doce años, con una obstinación a prueba de desengaños,  hice una pequeña maleta donde puse unos tenis, un pantalón de mezclilla, unas cuantas camisetas y un álbum con fotos familiares, previendo que en algún momento de mis viajes por el mundo en el vagón del espectáculo, pudiera extrañarlos, aunque fuera un poco.

Y salí a la calle.

En un mal momento.

No había ningún circo en la ciudad.

Y por eso acabé siendo escritor. Sí no podía irme con el circo, por lo menos tendría la oportunidad de contarlo lo mejor que pudiera.

El circo, pues, ha estado en mi vida desde siempre. Y particularmente, el Circo Atayde.

Papá organizaba expediciones numerosas y caóticas cada diciembre para ver qué nuevos prodigios, sorpresas y maravillas nos deparaban los hermanos Atayde, a los que sin conocer, considerábamos parte esencial de la familia. Incluso, un poco en broma y un poco en serio, mi padre nos bautizó como “El circo Ataibo”, en homenaje  al mejor de los circos del continente.

Yo me sentaba en el palco y aspiraba profundamente esos olores inconfundibles y llenos de magia que había bajo la carpa, o en su caso, en la mítica Arena México, que olvidaba por la temporada navideña su vocación de box y lucha para vestirse de colores, luces y misterios; aspiraba pues, agradecido, esa mezcla de aserrín, sudores, algodón de azúcar y el almizclado orín de las fieras, sabiendo que por fin estaba en casa.

Y me dejaba llevar guiar por la voz inconfundible del maestro de ceremonias, para sumirme, complacido y feliz, en el asombro.

El circo es el alambique donde se destilan los sueños.

E incluso, tamiz para elegir pareja. Me explico; cada vez que una chica me gustaba, primero la llevaba al circo. Sí decían, al recibir la invitación,  cosas como: “a mí los payasos me dan tristeza”, “pobres animalitos” o “me dan nervios” (como si los nervios “dieran”), salían inmediatamente de mi radar y de mis deseos. Llevo 25 felices años junto al amor de mi vida, Imelda, a la que el circo le produce la misma fascinación y alegría que a mí. El circo es entonces, sí cabe, también un gran casamentero.

Un buen día,  en el siglo pasado, tuve la oportunidad única de pasar casi un mes en el Atayde, en sus entretelones y su cotidianeidad. Ni más menos que en la gran temporada de aniversario, cuando cumplía la friolera de 100 años de vida.

Don Andrés Atayde, al que quiero y respeto profundamente, me abrió las puertas del circo; todas las puertas del circo, y pude deambular libremente y a mi antojo por todos sus rincones.

Así, conocí la “gruta del payaso”, un lugar secreto del que jamás daría su ubicación exacta aunque me torturaran, donde se reunían noche tras noche algunos miembros de la compañía a contar las anécdotas del día, los pequeños trucos, los malentendidos, los amores secretos. Fui, pues, durante esos maravillosos días, uno más de la “troupe” y supe de primera mano un montón de secretos y de maravillas.

Invitado por el domador norteamericano Doug Terranova, entré a la jaula de las fieras con ocho espléndidos tigres de Bengala, imitando a mi padre y sintiéndome tan gratificado y feliz como él mismo. Esa entrevista, mientras los inmensos felinos nos circundaban y lanzaban poderosos gruñidos, fue grabada para la televisión, y editada en todas aquellas partes donde yo, asido al cinturón de Doug, salía de cuerpo entero. Así evitamos que se viera que tanto me temblaban las rodillas. Nunca durante el tiempo que estuve en el Atayde, ni en el montón de funciones subsecuentes que presencié,  vi ningún tipo de maltrato a los animales. Terranova, por ejemplo, daba instrucciones a los bellísimos tigres, tan sólo con la voz y las manos desnudas.

Me subí, gracias a Alberto y Alfredo Atayde, los otros dos hermanos de la dinastía, y que se han dedicado al manejo y doma de animales, sobre una elefanta de la India, enorme y preciosa que me dio varias vueltas a la pista, suave, amablemente. Y mientras avanzaba, recordaba el “Libro de la selva” de Kipling y me mecía como en el mejor de los sueños.

E incluso estuve en una boda entre artistas donde me reí y divertí como un enano; como el resto de los enanos del circo, quiero decir.

Fue un tiempo espléndido que hoy recuerdo con enorme nostalgia, cariño y agradecimiento.

Sí dejamos que los circos mueran, dejaremos que mueran nuestros mejores sueños.

Hoy, andan de capa caída, por una reglamentación inútil que los está dejando sin sustento. En todas mis aventuras circenses, que no fueron pocas, los animales eran tratados como lo merecían, como artistas. Casi todos ellos nacidos en cautiverio, no eran, por lo menos en el Atayde, y me consta, maltratados de modo alguno. Si no por el contrario, como miembros importantes de la familia. Mejor que en muchas familias de humanos, por ejemplo.

Muchas noches, en la oscuridad y silencio de mi habitación, regresa a mi nariz esa mezcla maravillosa de olores que me transportan de nuevo hasta la pista, iluminada con un seguidor. Suena la música, comienza el desfile, y yo estoy allí, como siempre, detrás de los fabulosos artistas, con mi traje rojo de galones dorados, pala en mano, listo para limpiar la caca de los elefantes.

Estoy esperando con ansias la temporada de invierno del Circo Atayde y empacando una pequeña maleta, con los tenis, un par de camisetas, un pantalón de mezclilla. El álbum de fotos de la familia.

Esa noche que llegará muy pronto, definitivamente, me escaparé con el circo.

Y seré, de ahora en adelante, feliz.

Lo sé de cierto.

37 Responses to “Me voy…”

  1. Benito, Yo me voy contigo. y si te quedas,de todas maneras me voy. Creo que los seres de la naturaleza desarrollados en condiciones controladas adecuadamente, tienen mejor posibilidad de vida que en el caos que impone la misma naturaleza. La entropía..

    • Edith Lara dice:

      Claro, que se puede esperar de un admirador de Benito Juarez, desinformador profesional, izquierdista, comunista, etc. que apoyara el nefasto espectáculo de animales en el circo, seguro como buen español que eres, te deben encantar las corridas de toros. Entiendanlo, es imposible, darle una vida digna a un animal en las condiciones en que se vive en un circo, por supuesto, ha de ser muy “agradable” para un leon o un elefante ser llevado a Toluca o a la Paz, y a un oso blanco, a Veracruz o a Rio de Janeiro, estar arrinconado en un pequeño espacio toda la vida. Verguenzxa les habia de dar a los que apoyan a los circos con animales, y por cierto, ¿andan de capa caida¡? entonces el resto de numeros. los trapecistas, magos, payasos, etc, no entretienen a nadie? ¿Las estrellas eran los animales? ¿Entonces porque a ninguno de ellos le dieron un camerino? Bueno creo que sol,o a Dumbo.

      • TuiteraMx dice:

        Cuánta enfermedad en tus palabras. Es evidente que no puedes reconocer una buena narración porque todo lo minimizas y lo reduces a falsas posiciones políticas. Muy cerrada tu posición, esa sí, totalmente de derecha. Lo peor es que lo presumas y no te dé ni tantita vergüenza.

      • Yannetta dice:

        Tuitera, no inventes. Sin comentarios tu pequeñez de miras. Saluditos. 🙂

      • Juan Collignon dice:

        Apreciable Judith, leyendo su apasionado comentario se revela un genuino interés por los animales lo cual es muy valioso. Sin embargo denota gran intolerancia e inclusive imprecisión con su juicio. Los librepensadores e ideólogos izquierdistas han mostrado mucho mayor interés por el derecho de los animales y la conservación ecológica que los de la extrema derecha, y bástele ver que el Sr. Trump prefiere verlos en un cuarto de trofeos que en las llanuras de Kenya, para corroborarlo. Vivimos en una sociedad pluralista que cobija de todo, pero dicha representatividad del gran capital incluso patrocina la tergiversación de la evidencia que demuestra el origen industrial del cambio climático, para impedir programas que protejan la biodiversidad a precio de otros intereses menos nobles. Este lector suyo es empresario y ha contribuido a la defensa de los animales desde muchos años h,a y no es comunista, izquierdista o de otra filiación ideológica alguna, salvo que su proclive democrática se juzgue como una ideología económica. Para mi la izquierda o la derecha son los brazos de un solo cuerpo que se llama México y que todos amamos Fundamentalmente soy apolítico y sólo me estimula construir democracia porque implica libertad de credo y de ideología económica, pero esta visión después conlleva la comprometida tolerancia para convivir civilizadamente con quienes piensan distinto a uno mismo y que para mi son muchos siempre. El propio gobierno, que tan consistentemente criticamos, hace serios esfuerzos por salvar algunas especies de su inminente extinción, entre las que se encuentra el jaguar y la vaquita marina del golfo de BC, pero también apoyan numerosas causas a favor de animales menos notables mediáticamente hablando como son perros y gatos. Benito es un intelectual de primer orden que ha contribuido de manera muy importante a la difusión cultural en nuestro país, y aun siendo este lector suyo de opinión muy distinta respecto de la visión económica que el Sr Taibo profesa, también le respeto y admiro profundamente. Lo que debemos combatir quienes creemos en la democracia son los actos de intolerancia, pues muy fácilmente pasarían de palabras altisonantes a las acciones radicales como las que vimos en el sistema de transporte público con atentados incendiarios en sus autobuses, lo que es totalmente inadmisible. Ademas, a tanteo de su gran amor a todo lo mas vivo, podría apostarle que Benito aprecia a los animales genuinamente. Yo personalmente los amo y usted parece que también, pero no se permita radicalizar su postura porque entonces perderán los hombres y los animales. Solo el amor y la compasión serán fuente de vida para todos. Saludos

      • Juancho Perrera dice:

        Recibe mis simpatías, Juan. La tuya me parece voz sensata que (acaso infructuosamente) trata de aplacar el vendaval. Siempre me ha asombrado la facilidad con que en estos lares, en fracciones de milisegundo pasamos del disenso a la condena y el insulto, antes de haber dado ningún argumento. Y a veces, ni disenso hace falta para arribar a esos extremos (En este caso sí lo hay, pues la Sra. Edith parece simpatizar con las consignas anticirqueras del ñoño-Verde)

      • José Enrique (Gijón) dice:

        Y, añado, Benito no es español, qué más quisiéramos en España tener tipazos como él. No es español porque a su padre, que si lo era le hicieron la vida imposible los intolerantes “triunfadores” de la vergonzosa contienda civil española, que si no, Benito, al igual que su hermano pequeño Carlos serían españoles para mayor orgullo nuestro. Seguro que Vd. no pertenece a la subclase anteriormente mencionada (vencedores de guerra), pero no les anda mucho a la zaga dado su vergonzosa declaración.
        .

      • Juan Collignon dice:

        Perdón: Edith!! Saludos

    • SANDRA ROSAS G. dice:

      Uff!, por un momento me asusté.

  2. juan encinas dice:

    C feliz Benito
    que feliz es
    nos AC´s
    A brazo

  3. Yannetta dice:

    Con todo respeto, que manera de engañarse a si mismo Don Benito. Una cosa es que usted no haya percibido “maltrato alguno” y otra muy distinta que no exista o haya existido. Ademàs, referir lo que usted hacìa cuando otra persona comentaba: “a mí los payasos me dan tristeza”, “pobres animalitos” o “me dan nervios” (como si los nervios “dieran”), salían inmediatamente de mi radar y de mis deseos” dice mucho de una personalidad oculta. Increìble que una persona mayor como usted permita que sus fantasìas infantiles, por hermosas que estas hayan sido, se impongan a su capacidad de raciocinio. Por Dios….

    • Irlanda dice:

      Conozco gente mayor que Benito con capacidad de raciocinio menor que el de una uva, porque se consigue cultivándose, no solo con tiempo vacío. Por otro lado, yo no me casaría con un hombre que no pueda entender mi amor por la lectura, o mi amiga Karen que no se casaría con un “prieto”, porque son gustos personales que ni tu ni nadie tienen el derecho de juzgar. Pero sobretodo, imagino que hiciste una investigación concreta y fundamentada acerca del maltrato en el circo Atayde para poder levantar juicios de este tipo, y de seguro no te enteraste que la mayoría de los animales “liberados” de los circos no tuvieron seguimiento por parte de sus “liberadores” y ahora están muertos por inanición. No hay que caer en sentimentalismos. Por Dios…

  4. Luis Mèndez dice:

    No tengo la hermosa experiencia de Benito, pero tuve la oportunidad de conocer el profundo significado del circo desde la antropología, que lo considera como antecedente vivo de esta importante ciencia social. Por eso estoy en contra de las leyes que están proliferando actualmente y que no son más que producto de visiones oscurantistas, intolerantes y autoritarias. Por desgracia, eso es lo políticamente correcto en eesta era de la oscuridad.

  5. Nora Aguilar dice:

    Disfruté enormemente la lectura. Da color a esta vida que está llena de tragedias. Seguro que en cada uno de nosotros aparecen intersticios de momentos esplendorosos. Gracias Benito.

  6. Pat dice:

    Yo también me voy contigo.
    He trabajado con animales (mamíferos marinos) desde hace ya algunos años, y le pregunto a Yannetta, alguna vez, te has acercado al circo, a ver cómo son entrenados y manejados los animales?
    Has trabajado en un acuario, delfinario, reserva, zoológico?
    Perdón pero siempre que alguien toca este tema de manera tan aguerrida, supongo que es porque le consta, porque uno ya estuvo ahí y entonces puede “con los pelos de la burra en la mano, decir pues, que es parda”.
    De otra manera, lo siento, pero no se vale, no se vale venir a decir que en los lugares donde cuidamos y protegemos a los animales, donde se les cuida incluso mejor que a uno de nosotros, se les dan cuidados médicos, alimento diario y mucho cariño, porque es lo que nos mueve a estar ahí, a pasar incluso noches en vela porque el animal está enfermo y hay que hacer guardias, porque va a parir y hay que contar las respiraciones de la madre y una vez nacida, también de la cría, donde somos familia con los ejemplares que tenemos a nuestro cargo. Y por supuesto nos enoja, que maten animales para ponerlos como trofeos en sus casas. y por último, donde nos ( perdón por la vulgar expresión) emperra, que vengan personas, que no tienen idea de lo que es cuidar animales, a decirnos que maltratamos a los seres que más amamos.

    • Yannetta dice:

      Hola. Me considero suficientemente informada. Soy rescatista. Saluditos….

    • Yannetta dice:

      Y si te “emperra, que vengan personas, que no tienen idea de lo que es cuidar animales, a decirnos que maltratamos a los seres que más amamos” pues has de considerar que no eres la ùnica persona que, debido a la experiencia que narras, ama a los animales. He tenido mascotas en casa desde que tenìa 11 años y llevo años, años, deteniendo el trànsito en avenidas, confrontando patanes y pasando penurias para poder rescatar a algùn ser desvariado… ¿Lo has hecho tù acaso? No creo… Saluditos, de nuevo 🙂

      • Pat dice:

        Claro que lo he hecho….
        Pero de verdad, te invito y sin afán de ofender, te invito a visitar un lugar de estos (zoológico, acuario, delfinario, reserva, etc), ver de cerca lo que ocurre, entender que leyes como la del verde, apoyada por “animalistas”, lejos de beneficiar a los animales, fue un simple trend mediático para ellos y una desgracia para los animales y sus cuidadores.

      • Yannetta dice:

        Pat. Ese no es el punto. Y si lo fuese podemos tomar como ejemplo las protestas en los EEUU en contra de los “Sea Worlds” Por mucho que no te falte verdad acerca de lo bien que se trata a los animales en ciertos lugares, te aseguro que son muchos mas aquellos en los que los mismos sufren penurias. ¿Recuerdas la elefanta que escapò enloquecida de un circo en Hidalgo y terminò atropellada en la autopista? No escapò por nada. Te copio parte de mi respuesta a otros forista, Juan Collignon: “porque finalmente el derecho que defienden los ecologistas, a falta de tener los animales mejores representantes en los foros humanos, es su derecho; el derecho que ellos mismos tienen a la vida en sus propios términos, y sin verse sujetos a los vulgares ajetreos de nuestra triste condición laboral y atávica en las vanidades humanas”

        Saluditos 🙂

      • Yannetta dice:

        Fe de erratas: Copio parte de lo que Juan escribe en excelente disertaciòn y que yo incluì en mi respuesta a la misma.

  7. Judith Melendez dice:

    Desgraciadamente, en la actualidad, la lucha contra la crueldad hacia los animales se ha convertido en un fundamentalismo que obnubila la mente de quienes quieren convertirse en héroes sociales y los hace perder la objetividad en cuanto a una ancestral relación de humanos y animales, que no siempre es de maltrato, crueldad y demás horrores, porque hay gente, si mucha gente, que no es “animalista” y que da a los animales un trato excelente.

    Esa ley que usó el partido Verde para darse notoriedad y que fue apoyada de la manera más inconsciente por mucha gente con buenas intenciones es, como muchas leyes que se hacen en México, un bomberazo incompleto que hizo que muchos animales queden sin casa, sin dueños comprometidos, sin lugares en donde puedan vivir y ha hecho que muchos circos los abandonen en cualquier lugar a sufrir hambre y muertes indignas.

    Benito, hermoso artículo, lleno de añoranzas y hermosas fantasías que por lo menos a mí, me trajo recuerdos maravillosos. Nosotros también íbamos al Atayde, pero parte de mis mejores recuerdos circenses son del Circo Ruso que venía con cierta frecuencia a dejarnos con la boca abierta en cada función.

  8. Lirio Díaz dice:

    Gracias!!

  9. Sara dice:

    ¡Gracias! Sr. Taibo por llevar mi memoria de viaje a muchos de los más felices días de mi ya lejana infancia…yo repetí la historia con mis hijos, los llevé a cuanto circo estaba al alcance en algunas de las ciudades que hemos vivido…ahora adultos, ellos también recuerdan con nostalgia los días de circo…Bendiciones y saludos.

  10. El circo, cuando era yo chiquita, se ponía en la esquina de mi casa, en la colonia Primavera de Aguascalientes. Tengo recuerdos preciosos de la humanidad de sus artistas y sus trabajadores, como cuando mi mamá les echaba la mano llamando a nuestro tío médico para alguna urgencia y velaba junto con las bellas trapacistas al enfermito. ¡Muchas gracias por llevarme a recuerdos tan hermosos!

  11. Juan Collignon dice:

    Siempre entrañable Benito, afortunado miembro seas de “Los Hermanos Ataibo” y de otras cofradías circenses que igual se nutren en las cotidianas artes de tu reconocido apetito cultural y, por supuesto, en las de tu más alto y noble altruismo; tú lo sabes mejor que yo: todos los humanos somos y vivimos en un circo, veces propio los más afortunados, y otras, tristemente en uno ajeno. Pero siendo el tuyo pleno de insignias y notas varias y muy tuyas con las que, desde algunas perspectivas, aunque no todas, simpatizo profundamente, hoy te agradezco mucho “Me voy…” Y no es importante que coincida o no con algunas de tus visiones más izquierdosas, e incluso las revolucionarias, porque aún siéndome ajenas por nacimiento, me importan mucho y también me estimulan la conciencia de tu propia humanidad. Quienes amamos al prójimo y la vida, toda ella incluida, simpatizamos con cuanto de bienaventurado y vivo existe en ella pero, para mi total desencanto, y tras leer tu dominical consuelo en “Me voy…”, también leí con verdadera incredulidad que unos animalistas son los nuevos…¡Unabombers! ¿Qué tal? ¿Acaso perdimos la brújula de la compasión y la mesura en todo ámbito y para toda causa? ¿Cómo diablos puede defenderse una noble razón e inteligentemente con actos de terrorismo? ¿Cómo diantres se puede defender a un halcón arriesgándole los ojos o la vida a un niño que gatea entre las bancas del bus? ¿Están locos? ¿Ahora también los pacifistas se manifestarán armados hasta los dientes? Recuérdenlo…También los humanos somos parte de la ecología y la naturaleza nos pondrá en orden sin necesidad de colocar bombas en los camiones donde viajan criaturas inocentes. ¡Caray! ¡Por caridad de Dios sean sensatos! ¿Acaso este ya es el mundo al revés y quizá también el universo del debate y las ideas progresistas habrán de supeditarse al mundejo de la violencia y la intimidación en cualquier frente? ¿Qué nos pasa? ¿Será todo ya “A “Clock Work Orange” con nuestra Diosa la violencia reinando? En efecto estaba a punto de contradecirte Benito, muy puntualmente, en defensa de los animales circenses, y ahora tendré que hacerlo con aprehensión o aun avergonzándome de que se me pueda siquiera tomar por un animalista con tan desquiciado sentido de responsabilidad como el de estos grupos radicales? ¡Válgame! Uno pensaría que en civilidad simplemente habrá veces en que no se conjuguen las ideas o las perspectivas respecto de como puede mejorarse determinado entorno, en este caso el de los animales circenses, o el de los animales salvajes mediante inadmisibles métodos como el de tan extraños defensores, y aun otras veces el del más payaso entre todos los animales que es el mismo hombre, porque este circo en que vivimos hoy, apreciable Benito, se da mediante otra función y en otras carpas sin el humanizado instinto que inspiró a nuestra juventud hace 50 o más años; como es mi caso y seguramente el tuyo. ¿Donde quedó el sentido común y la decencia? La banalización pura del mal de la que habla Hannah Arenth, pasa a ser una trivialidad filosófica ante el mal que se legitima o encumbra por sectas con deidades que lo auspician o santifican como la Santa Muerte de los Montante. Yo soy artista y empresario, y creo en la meritocracia y el fruto del esfuerzo creativo, y sin embargo te he considerado una fuente de inspiración toda mi vida aunque yo sea más conservador que tú. Todos tenemos algo que aprender de todos y un emprendedor especializado sin duda sabrá mucho más de un proceso industrial que un poeta, pero el poeta sabrá mucho más que el empresario sobre el profundo significado de la vida y, algún día llegará, en que los humanos alcancemos un estado más evolucionado y universal de conciencia sin mediar violencia alguna y solamente nuestra compasión nos unirá en nombre del bien común. Ese día honraremos verdaderamente la inteligencia de nuestra especie. Esa evolución, que no revolución, se conseguirá con amor, oportunidad para todos y libros no con las armas, odios, maldad o egoísmos. Desde hace muchos años sé que pocos mexicanos han contribuido a nuestra escena cultural o hecho tanto por estimular el placer y deber con la lectura entre los jóvenes como tú, y si sólo ese fuese tu logro y si aun te resultará poco distinguirte por él, sabe que para muchos de nosotros ya has cumplido con la misión de una vida entera. Evidente es que tú -como decía Orson Wells- y siendo el gran asombrado que eres se ve que aún tienes muchas más misiones que cumplir. Decía Wells, que “El hombre ama tanto la vida que para poder vivirla muchas veces había inventado el cine”. Y yo creo que tu padre hizo lo mismo multiplicándose, como diáspora infinita en cada uno de sus hijos, tú incluido, en su polifacética existencia para el bien de todos. Y si yo, aun de viejo conservador que soy, aun te sigo leyendo es porque en ti aun existe esa pasión inextinguible del saber y la alegría de vivir que encarna Cristo y que antes politizó a personajes como Tolstoy, Gandhi o quien ahora ilumina a Bergoglio y a quienes yo valoro mas por su amor al hombre que por sus ideas políticas, porque de suyo soy un animal apolítico. Creo que debemos amar y luego hacer lo que deseemos, y esto es suficiente freno a nuestra vanidad. Y si el estro socialista que en mi apenas poliníza una parte cristiana volviéndome sensible al otro y en ti ya crece como un formidable árbol que le da sombra, yo seguiré trabajando y cumpliendo con mis obligaciones ciudadanas, en tanto que tú estarás transformando conciencias, no la mía incluida, porque ya estoy viejo. Pero regresemos al circo y a sus animales. Como apasionado del cine e imprescindiblemente de Fellini, tampoco yo pude escapar del circo ni de sus animales, y al revivirme con los Payasos de Fellini o con el “Fellini’s Cirus” de Adiano Aprà, también descubrí que por mis venas como por las tuyas aun corre abundante coulrofilia y ninguna coulrofobia. Y si, también como tú, desde niño inicie mi largo peregrinar tras el circo y ya de adolescente o adulto rondé sus carpas y me entregué a fotografiar su entorno que siempre me pareció fascinante. Incluso llegué a pensar que la vida de sus fieras era más entretenida y cómoda que la que podían tener sus congéneres en una estepa africana; me consolaba pensando que no tenían que batallar con sequías polvorientas y hambrunas o estiajes prolongados y, estos romances personales, de ida y vuelta, o sin ton ni son, son insustanciales fuera de sus propias existencias que pude ahorrármelos. Pobres de ellos tras las rejas y el látigo del domador… No obstante todas nuestras reflexiones sobre los animales estas serán siempre vacuas y distantes, porque finalmente el derecho que defienden los ecologistas, a falta de tener los animales mejores representantes en los foros humanos, es su derecho; el derecho que ellos mismos tienen a la vida en sus propios términos, y sin verse sujetos a los vulgares ajetreos de nuestra triste condición laboral y atávica en las vanidades humanas. Sigmund Freud, en “El malestar en la cultura” reflexionó que es mucho más asequible la felicidad al hombre primitivo que al que vive bajo las exigencias y expectativas de una civilización altamente cultivada y, sólo bajo esa perspectiva quien tendría una vida más plena en su medioambiente natural, ¿el hombre o el animal?
    Para revivir el espíritu circense ahora escucho a los Blue Devils quienes van marchando, ordenadisímamente, para encerrar a unos honorables dignatarios con un cerco musical de tambores, tubas y trombones! También el Circ du Soleil es un paso cuántico de la vida circense.

    • Yannetta dice:

      Estimado Juan. 🙂 Impecable disertaciòn… Me quedo con “porque finalmente el derecho que defienden los ecologistas, a falta de tener los animales mejores representantes en los foros humanos, es su derecho; el derecho que ellos mismos tienen a la vida en sus propios términos, y sin verse sujetos a los vulgares ajetreos de nuestra triste condición laboral y atávica en las vanidades humanas” 🙂

      • Juan Collignon dice:

        Apreciable Yanneta, gracias por coincidir con este servidor…¿qué puede decirse en favor de especies que disfrutan el mismo derecho que tenemos nosotros a la vida? Un derecho inalienable que por la supremacia y depredación del hombre se les ha arrebatado en función de cosmogónias mediterráneas y poco amorosas como las contenidas en el antiguo testamento de nuestro libro más sagrado: la Biblia. Los textos orientales son mucho más incluyentes de otras especies afortunadamente. No por nada la extinción masiva de ellos que ahora enfrentamos se llamará el Antropoceno. Somos una especie feroz y en muchísimos de nuestros gestos simplemente patética. Nos falta evolucionar mucho para ser realmente lucidos.

    • Sara dice:

      Sr.Collignon
      ¿Es Ud. escritor o poeta? ¿Escribe en algún periódico o algún portal digital? Muy inteligente e interesante su comentario…felicidades y saludos.

      • Juan Collignon dice:

        Estimadas Sara, poeta fui en mi juventud y ahora ni a prosaico llego, pero le agradezco el comentario. Me dedico al diseño del espacio arquitectónico, pero mi verdadera pasión está en el ámbito editorial y la buena literatura. Actualmente produzco libros sobre la buena arquitectura mexicana y también una revista para promover nuestro bellísimo país en los EUA. En ambas producciones fotografió y escribo parte sustancial de los textos lo que también me mantiene en este oficio epistolar. Por otro lado soy lector de Benito desde hace lustros, y siguiéndole llegué accidentalmente a Sinembargo donde ocasionalmente me permito insertar mis comentarios. Saludos cordiales

  12. Realista dice:

    El tiempo avanza y las brechas generacionales van eliminando pasatiempos, cambian el concepto de lo que es divertido y obligan a los empresarios a cambiar sus costumbres, el circo se quedó en una era en donde el entretenimiento digital no era competencia, hoy podemos ver en YouTube a entrenadores metiendo la cabeza en mandíbulas de cocodrilos y leones, accidentes violentos, malabares y acrobacias de niveles muy elevados pero el circo no ha evolucionado y honestamente no creo que pueda hacerlo incluso los más sofisticados como solei están empezando a perder ese misticismo que los caracterizaba, me gustaría que el circo subsistiera pero no lo veo como algo posible.

  13. Roberto Martínez dice:

    Benito, felicidades por tu artículo. No hagas casos de fanáticos neófitos.

  14. gjurrea dice:

    Ya se sabía, que la propuesta del nefasto partido verde (asquerosa extensión del p ri) de prohibir los animales en los circos era hipócrita, inútil y populista. El crecimiento ilimitado de la población humana por el mundo ya casi ha terminado con cualquier territorio natural donde puedan vivir animales sin que los ataque algun grupo de cazadores furtivos o no, su única esperanza de vida está en zoologicos y circos donde además son generadores de bastantes empleos que hacen tanta falta en países pobres como México.

  15. jgonz dice:

    Simplemente……humano. Y demoledor, para los torpes que se quieren ostentar como redentores.

  16. Juancho Perrera dice:

    Encantadora sarta de anécdotas, Benito. Disfrutable en sentido amplio, gracias. Vaya, ¡si hasta les dio muina a los verdes! Doble regalo: pueque en tus textos hasta aprendan algunos a dejar de balbucear su mala uva, para articular razones: con suerte y hasta empiezan a hacer sinapsis. ENTONCES veremos con atención sus argumentos, no? Entre tanto, un abrazo.

  17. Lucía dice:

    Sr. Taibo: si condicional no se acentúa! Esas faltas de ortografía echan a perder el placer de la lectura. Sí ustedes los autores no tienen tiempo de corregir sus columnas, contraten correctores editoriales para que sus columnas no desmerezcan.

  18. Leí a Don Benito y a sus coescribientes, y es de agradecer sus líneas, sin excepción; una delicia que estimula. ¡Yo quería ser Tarzán de circo! Pero soy un payaso sin nariz roja ni zapatotes. Un abrazo a todas/os por tan buen debate, y una buena noticia: Con el amparo judicial, los circos pueden ya presentar animales en sus funciones y zoológicos, eso sí, con cariño antes que respeto.

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