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¿Estar solo o sentirse solo? Caras de la soledad no deseada, un tema de salud pública

jueves, marzo 3rd, 2022

Hay diferencia entre estar solo y sentirse solo. El primero puede basarse en una decisión, mientras el segundo suele basarse en una percepción, producto de sentimientos negativos. En la actualidad, cada vez más personas de diversas edades sufren de soledad no deseada, lo que comienza a convertirse en un problema de salud pública.

Por Inés Monjas Casares
Profesora colaboradora honorífica en el Departamento de Psicología e investigadora sobre Psicología de la Educación., Universidad de Valladolid

Madrid, 3 de marzo (The Conversation).- La felicidad de una persona está determinada principalmente por la calidad de sus relaciones interpersonales y de sus vínculos afectivos. Como seres sociales, necesitamos tener un círculo social que nos aporte intimidad, protección, compañía, pertenencia y afecto. A ser posible, en un plano de igualdad y reciprocidad, de dar y recibir mutuamente.

Por eso preocupa el número de personas que, en las sociedades occidentales, se sienten solas y no disponen del paraguas protector de familia, amigos, compañeros, vecinos, pareja o ciberamigos.

ESTAR SOLO PUEDE SER UN PLACER, SENTIRSE SOLO ES UN INFIERNO

Estar solo, sin compañía, es una soledad física, objetivable. Cuando se está solo, por voluntad propia, es tiempo propicio para la introspección y la conexión con los propios pensamientos. También para la concentración, la creatividad, el rendimiento intelectual o la relajación. Todo ello se acompaña de emociones positivas y bienestar.

Estar solo, sin sentirse solo, es un placer. Por eso se habla de “soledad deseada” y disfrutada.

Cuando se está solo, por voluntad propia, es tiempo propicio para la introspección y la conexión con los propios pensamientos. Foto: Brais Lorenzo, EFE

Por el contrario, sentirse solo es una percepción personal asociada a sentimientos negativos y desagradables. Es una soledad que se etiqueta como “no deseada”.

En este sentido, la soledad es una experiencia subjetiva dolorosa derivada de la carencia, deficiencia, inadecuación o insatisfacción de las relaciones interpersonales, especialmente de las más significativas e íntimas.

DISTINTAS CARAS DE LA SOLEDAD NO DESEADA

La soledad es un fenómeno complejo que tiene distintas caras.

Por un lado tenemos la soledad emocional, es decir, la experiencia de carecer o tener pocos lazos afectivos íntimos, o tenerlos negativos y dañinos. Este desamparo puede producirse aunque se tenga vida social y se esté rodeado de gente. Es la forma más dolorosa, empapada de tristeza, melancolía, irritación, desesperación y otras emociones negativas.

Se experimenta soledad social cuando se tiene escaso tejido interpersonal o insuficientes contactos, no se está conforme con el propio círculo social y se desea tener un lugar en otros grupos. A veces esto acontece sólo en alguno de los contextos en los que interactuamos. Por ejemplo en el trabajo, en el lugar de estudios, en el barrio, o en las redes sociales.

En cuanto a la soledad circunstancial o situacional se debe a una coyuntura que obliga a permanecer solo o hace difícil establecer nuevas conexiones. Por ejemplo, al trasladarse a otra ciudad o país. En ocasiones puede ser resultado de pérdida de roles o actividades, como ocurre al jubilarse, al quedarse en paro o al finalizar los estudios. O surgir a partir de eventos traumáticos como la pérdida de alguien querido, la ruptura de pareja o la independización de los hijos. La persona inicialmente experimenta el desvalimiento, y progresivamente va reponiéndose y retoma su vida social.

Se experimenta soledad social cuando se tiene escaso tejido interpersonal o insuficientes contactos, no se está conforme con el propio círculo social y se desea tener un lugar en otros grupos. Foto: EFE

LA SOLEDAD EN CIFRAS

En la actualidad se está prestando especial atención a la soledad no deseada en las personas mayores, ya que las investigaciones evidencian que son un grupo en riesgo. Sin ir más lejos, en el estudio del Observatorio Social de La Caixa en 2021, el 14.8 por ciento de los mayores informa de soledad grave o muy grave y el 64 por ciento experimenta soledad en alguna medida.

La constatación de esta situación está impulsando cambios significativos en las políticas y en la atención que se presta a este grupo.

En los últimos tiempos, las cifras evidencian que la soledad crece en otras edades, principalmente adolescentes y jóvenes. En un estudio realizado en 2019 por la BBC junto a varias universidades británicas se afirma que el 40 por ciento de los jóvenes de 16 a 24 años se sienten solos a menudo o muy a menudo, frente al 27 por ciento de los mayores de 75 años.

Asimismo el 31 por ciento de los menores de 30 años sintió soledad intensa en la semana anterior a ser preguntados, según se recoge en el trabajo sobre “La soledad del siglo XXI” en el INFORME España 2020.

LA SOLEDAD ES UN PROBLEMA CRÍTICO DE SALUD PÚBLICA

La experiencia de soledad, especialmente cuando es duradera y se hace crónica, además del notable sufrimiento emocional, tiene gran impacto en la salud física, mental e interpersonal.

En personas adultas y mayores es factor de riesgo de mortalidad porque se asocia con vida sedentaria, hipercolesterolemia, alteraciones del sueño y abuso de tabaco, alcohol o drogas, entre otros.

En personas adultas y mayores es factor de riesgo de mortalidad. Foto: Jorge Luis Plata, EFE

Tiene que ver con problemas de salud mental como ansiedad, depresión e ideación suicida. En adolescentes y jóvenes se asocia con baja autoestima, rechazo, acoso escolar, exclusión social, adicciones tecnológicas, autolesiones, suicidio o aislamiento social extremo (hikikomori).

En ocasiones, el miedo a quedarse solas hace que algunas personas mantengan o se enganchen en interacciones negativas y tóxicas que agrandan el problema.

Teniendo en cuenta este apreciable incremento de personas que experimentan soledad y las preocupantes consecuencias implicadas, se alerta de un creciente problema de salud pública. Y se empieza a considerar la llegada de una epidemia callada y silenciosa.

Por ello se ve necesario visibilizar la soledad desde edades adolescentes y, de forma decidida, apostar por la promoción de relaciones positivas y nutritivas de confianza y afecto profundo.

¿ES POSIBLE SENTIRSE SOLO EN UNA SOCIEDAD HIPERCONECTADA?

Llama la atención que un alto porcentaje de adolescentes y jóvenes que son nativos digitales se sientan aislados en una vida hiperconectada. Tener amigos virtuales o recibir likes puede no ayudar a profundizar en la relación ni a construir vínculos gratificantes y, en consecuencia, no atenúa el sentirse solo.

Teniendo en cuenta este apreciable incremento de personas que experimentan soledad y las preocupantes consecuencias implicadas, se alerta de un creciente problema de salud pública. Foto: Jenny Kane, AP

Parece que, en la línea de lo afirmado por el filósofo y sociólogo polaco Zygmunt Bauman, las relaciones interpersonales actuales son líquidas, frágiles y etéreas, y tienden a ser más superficiales y fugaces. En contraposición a lo que entendemos como relaciones sólidas, que requieren compromiso, equidad y reciprocidad.

¿Significa eso que estamos definitivamente cambiando el modo en que vivimos, nos comunicamos e interactuamos?

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La soledad, un problema de salud física y mental que ya afecta a nivel mundial

sábado, febrero 26th, 2022

Las estimaciones sugieren que un tercio de la población de los países industrializados experimenta la soledad, y una de cada 12 personas la experimenta a un nivel que puede llevar a graves problemas de salud.

Madrid, 26 de febrero (Europa Press).- La soledad a nivel problemático está muy extendida en muchos países, según un análisis de pruebas de 113 países y territorios durante el periodo 2000-19 publicado en The BMJ.

Los resultados identifican importantes lagunas en los datos, especialmente en los países de ingresos bajos y medios, y una variación geográfica sustancial en la soledad, con los países del norte de Europa mostrando sistemáticamente niveles más bajos en comparación con otras regiones.

Los datos existentes muestran que la soledad no sólo afecta a la salud mental y al bienestar, sino que también está relacionada con una serie de problemas de salud física y con la muerte prematura.

Una estimación reciente realizada por investigadores estadounidenses sugiere que un tercio de la población de los países industrializados experimenta la soledad, y una de cada 12 personas la experimenta a un nivel que puede conducir a graves problemas de salud. Sin embargo, aún no está claro el alcance de la soledad a escala mundial.

Por ello, un equipo de investigadores australianos dirigidos por la Universidad de Sidney (Australia) se propuso resumir la prevalencia de la soledad en el mundo para ayudar a los responsables de la toma de decisiones a calibrar el alcance y la gravedad del problema.

Para ello, han buscado en las bases de datos de investigación y han encontrado 57 estudios de observación con estimaciones nacionales sobre la soledad en 113 países o territorios durante el periodo 2000-19.

Se disponía de datos sobre los adolescentes (12-17 años) en 77 países o territorios, adultos jóvenes (18-29 años) en 30 países, adultos de mediana edad (30-59 años) en 32 países y adultos mayores (60 años o más) en 40 países. La cobertura de datos fue notablemente mayor en los países de renta alta (especialmente en Europa) en comparación con los países de renta baja y media.

En total, se incluyeron en el metanálisis 212 estimaciones de 106 países procedentes de 24 estudios. En el caso de los adolescentes, la prevalencia conjunta de la soledad osciló entre el 9.2 por ciento en el sudeste asiático y el 14.4 por ciento en la región del Mediterráneo oriental.

En el caso de los adultos, el meta-análisis se realizó sólo para la región europea, y se encontró un patrón geográfico consistente para todos los grupos de edad.

Estimaciones internacionales de prevalencia de soledad por grupos de edad. Foto: Daniel L Surkalim et. al, The prevalence of loneliness across 113 countries: systematic review and meta-analysis, febrero 2022.

Por ejemplo, la prevalencia más baja de la soledad se observó sistemáticamente en los países del norte de Europa (2.9 por ciento para los adultos jóvenes; 2.7 por ciento para los adultos de mediana edad; y 5.2 por ciento, para los adultos mayores) y la más alta en los países de Europa oriental (7.5 por ciento para los adultos jóvenes; 9.6 por ciento para los adultos de mediana edad; y 21.3 por ciento para los adultos mayores).

Los datos eran insuficientes para sacar conclusiones sobre las tendencias de la soledad a lo largo del tiempo a escala mundial, pero los investigadores señalan que, incluso si el problema de la soledad no hubiera empeorado durante su periodo de búsqueda (2000-19), COVID-19 podría haber tenido un profundo impacto en la soledad. En este contexto, dicen que su revisión “proporciona una importante línea de base prepandémica para la vigilancia futura”.

Reconocen asimismo que su revisión estaba sujeta a limitaciones, como los diferentes procedimientos de muestreo y las medidas adoptadas por los estudios. Y señalan que las lagunas de datos en los países de ingresos bajos y medios plantean una importante cuestión de equidad.

Sin embargo, teniendo en cuenta los efectos negativos de la soledad sobre la salud y la longevidad, los autores afirman que sus resultados refuerzan la urgencia de abordar la soledad como un importante problema de salud pública.

“Los esfuerzos de salud pública para prevenir y reducir la soledad requieren una vigilancia continua y bien coordinada en las diferentes etapas de la vida y en amplias zonas geográficas”, escriben.

La prevalencia más baja de la soledad se observó sistemáticamente en los países del norte de Europa. Foto: EFE

“Las considerables diferencias en la prevalencia de la soledad entre países y regiones exigen una investigación en profundidad para desentrañar los factores que impulsan la soledad a nivel sistémico y desarrollar intervenciones para hacerles frente”, concluyen.

La soledad es costosa para los individuos y la sociedad y debería ser una prioridad política, sostienen Roger O’Sullivan, del Instituto de Salud Pública de Irlanda, y sus colegas, en un editorial vinculado.

Señalan que la pandemia ha disipado el mito de que la soledad es sólo un problema de las personas mayores y afirman que las intervenciones de salud pública deben tener en cuenta este hecho y adoptar un enfoque a lo largo de la vida.

Esto significa abordar los factores sociales y estructurales que influyen en el riesgo de soledad, como la pobreza, la educación, el transporte, las desigualdades y la vivienda, así como aumentar las medidas de protección, como las campañas de concienciación pública que abordan el estigma y los estereotipos en torno a la soledad, valorando la implicación y la participación de la comunidad.

La curiosa relación entre los microbios del intestino, la soledad y la sabiduría

miércoles, septiembre 8th, 2021

Investigaciones recientes evidencian cada vez más la compleja relación que existe entre nuestra flora intestinal y el cerebro, así como su incidencia en el estado emocional. Los resultados sustentan el conocimiento previo sobre la pobreza microbiótica y la salud mental, con miras al futuro de la psicoterapia.

Por Joaquín Mateu Mollá
Profesor Adjunto en Universidad Internacional de Valencia, Doctor en Psicología Clínica, Universidad Internacional de Valencia

Madrid, 8 de septiembre (The Conversation).- Las personas sabias albergan un conocimiento que trasciende lo puramente académico. Por su parte, las personas que viven en soledad experimentan un sentimiento de dolorosa desconexión respecto al resto de seres humanos que les rodean. ¿Pero qué relación guardan ambos fenómenos con lo que sucede en nuestras tripas? Mucho más de lo que parece, según los últimos estudios científicos. Concretamente, la elevada riqueza de nuestra flora intestinal se asocia a niveles bajos de soledad, a mayor sabiduría y a una tendencia acentuada a aprovechar el apoyo social disponible.

EL EJE INTESTINO-CEREBRO

Decir que el cerebro humano alberga misterios insondables no es nada nuevo. Después de todo, se trata del órgano sobre el cual se cimienta todo cuanto somos, nuestra personalidad y nuestros anhelos. Pese a que el conocimiento acumulado sobre el mismo crece exponencialmente, todavía estamos muy lejos de desentrañar por completo sus complejidades.

Uno de los aspectos que más interés está suscitando durante los últimos años es el modo particular en que la microbiota intestinal, entendida como el conjunto de microorganismos que habita en ese rincón tan recóndito del cuerpo, puede asociarse a dimensiones psicológicas tan aparentemente alejadas de las entrañas como los pensamientos y los sentimientos.

El eje intestino-cerebro (gut-brain axis) escenifica nítidamente este tipo de relaciones. Lo hace planteando una comunicación bidireccional entre ambos órganos e introduciendo incógnitas fascinantes sobre cómo ciertos hábitos interfieren en la salud emocional o neurológica.

Foto de la inauguración del II Encuentro Internacional de Sabiduría Ancestral.
Foto: Hilda Ríos, Cuartoscuro

Pese a que en sus inicios la mayor parte de los estudios se centraban en las interacciones entre la dieta y los trastornos de ansiedad o del estado de ánimo, recientemente se ha introducido la posibilidad de que la citada microbiota pueda explicar (al menos parcialmente) fenómenos tan filosóficamente profundos como la sabiduría o la soledad. En este artículo se delineará, precisamente, esta interesante cuestión.

SABIDURÍA, SOLEDAD Y SALUD EMOCIONAL

La sabiduría y la soledad son fenómenos difícilmente definibles, aunque en ambos casos existen acepciones coloquiales que nos ayudan a apresar su significado. Entenderlos es importante porque ambos impactan directamente en nuestro bienestar psicológico: mientras el primero nos protege del sufrimiento inherente a la vida, el segundo promueve trastornos como la depresión mayor.

Las personas sabias albergan un conocimiento que trasciende lo puramente académico, y que generalmente parte de la experiencia reflexiva sobre la propia existencia. Se trata de una dimensión que no sólo facilita una mejor resolución de los problemas cotidianos, sino que también supone una aproximación más serena a las tensiones naturales que se desprenden del hecho de vivir. La sabiduría permite una visión privilegiada de las cosas que aúna la sensibilidad y la inteligencia de un modo armónico y proactivo.

La soledad, por su parte, es un sentimiento de dolorosa desconexión respecto al resto de seres humanos que nos rodean. Como valoración subjetiva que es, cuesta cuantificarla. Quien vive sumido en esta sensación cree estar desprovisto de todo tipo de apoyos (emocional, instrumental, etc.), lo que entorpece extremadamente su capacidad percibida para adaptarse al estrés.

Una de las funciones de la psicología es comprender ambas realidades y determinar qué mecanismos psicoterapéuticos permiten optimizarlas. No obstante, el enfoque integral desde el cual hoy en día se contempla la salud ha abierto la puerta a que puedan analizarse también bajo el prisma de la Biología. Veamos, pues, qué nos dice la Ciencia actual sobre la forma en que el intestino puede contribuir a esta empresa.

En algún rincón de la soledad. Foto: Oswaldo Ramírez, Cuartoscuro

SENTIR QUE ESTAMOS SOLOS EN EL MUNDO DEPENDE DE LA FLORA INTESTINAL

En el cuerpo humano habitan aproximadamente 38 billones de microorganismos. Cada uno de nosotros actúa, por tanto, como anfitrión de una cantidad impresionante de virus, bacterias y arqueas. Aproximadamente tres kilogramos de nuestro peso corporal corresponden a estas… ¡el doble de lo que pesa un cerebro promedio!

El intestino es uno de sus repositorios fundamentales, al dar cobijo a la mayoría de estos diminutos polizones. Su número o composición es variable, además de único para cada individuo, como una huella digital.

Concretamente depende de aspectos tan específicos como la dieta, el modo en que se cocinan los alimentos, la masa corporal o el consumo de fármacos. A todo ello se suman el estilo de vida, el ejercicio físico o el entorno en que residimos habitualmente.

En este contexto, un estudio reciente concluyó que la elevada riqueza de nuestra flora intestinal se asocia a niveles bajos de soledad, a mayor sabiduría y a una tendencia acentuada a aprovechar el apoyo social disponible. Así pues, la variedad de microorganismos en esta región del cuerpo influye en variables clave para la vida emocional y puede explicar indirectamente los efectos positivos de ciertos hábitos sobre la salud psicológica.

Más en concreto, se encuentra una relación lineal entre la diversidad alfa (que considera la flora a nivel local) y la sensación subjetiva de no estar solos en el mundo. Por su parte, existe una asociación positiva entre la diversidad beta (que contempla el número de microorganismos locales en contraste con el de los regionales) y los índices de sabiduría.

Estos resultados son muy interesantes, pues sustentan el conocimiento previo sobre la relación entre la pobreza microbiótica y la fragilidad de la salud mental, pero aportando un punto de vista útil para el futuro de la psicoterapia.

Quizá, en el futuro, podamos hacer uso de estos avances para contribuir a mejorar la calidad de vida de muchas personas.

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VIDEO: Japonés que se renta “para no hacer nada” en realidad sí hace algo: acompañar la soledad

domingo, enero 31st, 2021

Una persona contó que recurrió a sus servicios porque le alegra “dar un paseo con alguien, manteniendo una distancia cómoda, donde no teníamos que hablar, pero podríamos hacerlo si quisiéramos”.

Ciudad de México, 31 de enero (RT).- Shoji Morimoto, es un japonés de 37 años, que se gana la vida ofreciéndose como compañía a personas en diferentes ocasiones.

Desde junio del 2018 Morimoto se promociona como una persona que puede “comer y beber, y dar comentarios simples, pero no hacer nada más”.

Primero, en forma gratuita, pero ahora cobra alrededor de 100 dólares por solicitud.

“No soy un amigo ni un conocido. Estoy libre de las cosas molestas que acompañan a las relaciones, pero puedo aliviar la sensación de soledad de las personas”, comenta Morimoto.

La gente lo contrata por diversas razones. Por ejemplo, un cliente contó que hace 3 meses falleció su amigo, “pero no podía creérmelo y no podía visitar su tumba, así que pedí al ‘Sr. Alquilado’ para que me acompañara aquí”.

Otra persona recurrió a sus servicios porque le alegra “dar un paseo con alguien, manteniendo una distancia cómoda, donde no teníamos que hablar, pero podríamos hacerlo si quisiéramos”.

Recibe un montón de calificaciones positivas de clientes, que afirman que “el acto de no hacer nada les sirve de apoyo”.

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Las mascotas pueden ayudar a controlar el estrés causado por el confinamiento, asegura estudio

domingo, octubre 18th, 2020

“La fuerza del vínculo humano-animal no difirió significativamente entre las especies, siendo las mascotas más comunes los gatos y los perros, seguidos de los pequeños mamíferos y los peces.”

MADRID, 18 de octubre (EuropaPress).- Compartir la casa con una mascota pareció actuar como un amortiguador contra el estrés psicológico durante el encierro, según una encuesta realizada por la Universidad de York y la Universidad de Lincoln, en Reino Unido, publicada en la revista PLOS ONE.

La mayoría de las personas que participaron en la investigación, entre el 23 de marzo y el 1 de junio pasados, percibieron que sus mascotas eran una fuente de apoyo considerable durante el período de encierro.

El estudio encontró que tener una mascota estaba relacionado con el mantenimiento de una mejor salud mental y la reducción de la soledad. Alrededor del 90 por ciento de los 6 mil participantes tenían al menos una mascota. La fuerza del vínculo humano-animal no difirió significativamente entre las especies, siendo las mascotas más comunes los gatos y los perros, seguidos de los pequeños mamíferos y los peces.

Más del 90 por ciento de los encuestados dijo que su mascota los ayudó a sobrellevar emocionalmente el encierro y el 96 por ciento dijo que su mascota los ayudó a mantenerse en forma y activos.

Los gatos se encuentran entre las mascotas más comunes. Foto: Crisanta Espinosa, Cuartoscuro

Sin embargo, el 68 por ciento de los dueños de mascotas informaron haber estado preocupados por sus animales durante el encierro, por ejemplo, debido a restricciones de acceso a la atención veterinaria y al ejercicio o porque no sabían quién cuidaría de su mascota si se enfermaba.

La autora principal, la doctora Elena Ratschen, del Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de York, destaca que “los hallazgos de este estudio también demostraron vínculos potenciales entre la salud mental de las personas y los vínculos emocionales que forman con sus mascotas: medidas de la fuerza del vínculo humano-animal fueron más altos entre las personas que informaron puntuaciones más bajas para los resultados relacionados con la salud mental al inicio del estudio”.

“También descubrimos que en este estudio la fuerza del vínculo emocional con las mascotas no difirió estadísticamente según la especie animal, lo que significa que las personas de nuestra muestra se sintieron en promedio tan emocionalmente cercanas, por ejemplo, a su conejillo de indias como a su perro — añade–. Será importante asegurarse de que los dueños de mascotas reciban el apoyo adecuado para cuidar a su mascota durante la pandemia”.

El coautor, el profesor Daniel Mills, de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Lincoln, resalta que “este trabajo es particularmente importante en el momento actual, ya que indica cómo tener un animal de compañía en su hogar puede amortiguar parte del estrés psicológico asociado. Sin embargo –precisa–, es importante que todos aprecien las necesidades de sus mascotas también, ya que nuestro otro trabajo muestra que no satisfacerlas puede tener un efecto perjudicial tanto para las personas como para sus mascotas”.

La doctora Ratschen puntualiza que, si bien el estudio mostró que tener una mascota puede mitigar algunos de los efectos psicológicos perjudiciales del encierro de COVID-19, “es importante comprender que es poco probable que este hallazgo sea de importancia clínica y no justifica ninguna sugerencia de que las personas deben adquirir mascotas para proteger su salud mental durante la pandemia”.

El vínculo afectivo no difiere de la especie animal. Foto: Magdalena Montiel, Cuartoscuro

El estudio también mostró que la interacción más popular con animales que no eran mascotas era la observación de aves. Casi el 55 por ciento de las personas encuestadas informó haber observado y alimentado aves en su jardín.

La soledad hace que sea más difícil dejar de fumar, revela una nuevo estudio de la Universidad de Bristol

miércoles, julio 1st, 2020

De acuerdo a un estudio estar solo aumenta la probabilidad de comenzar a fumar, la cantidad de cigarrillos fumados por día y disminuye la probabilidad de dejar de fumar con éxito. Esto refleja las tendencias observadas durante la pandemia.

MADRID, 01 de julio (EUROPA PRESS).- Los investigadores de la Universidad de Bristol, en Reino Unido, han encontrado evidencia de un vínculo causal entre la experiencia prolongada de la soledad y el tabaquismo, según publican en la revista Addiction.

Aunque numerosos estudios han demostrado que existe una asociación, hasta ahora ha sido difícil discernir si estar solo conduce al abuso de sustancias o si el abuso de sustancias conduce a la soledad.

Al aplicar un nuevo método de investigación a la pregunta, la aleatorización mendeliana, que utiliza datos genéticos y de encuestas de cientos de miles de personas, el equipo descubrió que la soledad parece conducir a una mayor probabilidad de fumar.

“Este método nunca antes se había aplicado a esta pregunta y, por lo tanto, los resultados son novedosos, pero también provisionales. Encontramos evidencia que sugiere que la soledad conduce a un aumento en el tabaquismo, y las personas tienen más probabilidades de comenzar a fumar, fumar más cigarrillos y tener menos probabilidades de renunciar”, apunta el coautor principal, el doctor Robyn Wootton.

Hubo evidencia de que estar solo aumenta la probabilidad de comenzar a fumar, la cantidad de cigarrillos fumados por día y disminuye la probabilidad de dejar de fumar con éxito. Esto refleja las tendencias observadas durante la pandemia: el rastreador COVID-19 de YouGov sugiere que 2,2 millones de personas en todo el Reino Unido están fumando más de lo que estaban antes del confinamiento. En la otra dirección, también hubo evidencia de que comenzar a fumar aumentó la soledad de las personas.

“Nuestro hallazgo de que fumar también puede conducir a una mayor soledad es provisional, pero está en línea con otros estudios recientes que identificaron fumar como un factor de riesgo para la mala salud mental. Un mecanismo potencial para esta relación es que la nicotina del humo del cigarrillo interfiere con los neurotransmisores como la dopamina en el cerebro”, añade el autor principal, el doctor Jorien Treur.

Por su parte, Deborah Arnott, directora ejecutiva de Action of Smoking & Health (ASH), comenta que “si las personas solitarias tienen más probabilidades de comenzar a fumar y les resulta más difícil dejar de fumar, es más probable que sufran el daño causado por el tabaquismo,
la principal causa de muerte prematura prevenible, con treinta veces más personas que mueren sufriendo enfermedades graves relacionadas con el tabaquismo, como cáncer, enfermedades cardíacas y respiratorias”.

Según destaca, “esta investigación destaca la necesidad de que los fumadores que sufren de soledad reciban apoyo para dejar de fumar, para mejorar no solo su salud y bienestar, pero también para ayudar a reducir su soledad”.

El equipo también investigó la relación entre la soledad y el uso y abuso del alcohol, y no encontró evidencia clara de una relación causal. “Si bien el método que utilizamos en este estudio tiene ventajas importantes, también es temprano para este tipo de estudio –señala el doctor Jorien Treur–. Por lo tanto, sugerimos que se realicen más investigaciones cuando se sepa más sobre la genética de la dependencia del alcohol y la soledad”.

Según la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS) del Reino Unido, durante el primer mes de confinamiento, el equivalente a 7.4 millones de personas dijo que su bienestar se vio afectado al sentirse solo. Las personas sola tenían más probabilidades que otras de tener dificultades para encontrar cosas que les ayudaran a sobrellevar la situación y también tenían menos probabilidades de sentir que tenían redes de apoyo a las que recurrir.

Saber si hay un efecto causal de la soledad en el tabaquismo es importante para informar los servicios para dejar de fumar y ayudar a las personas a dejar de fumar.

“De repente, todo el Reino Unido se ha vuelto más aislado socialmente que nunca, y para muchas personas esto probablemente aumentará su soledad. Estábamos realmente interesados en descubrir que la soledad disminuye la probabilidad de dejar de fumar y creemos que esto es realmente importante consideración para aquellos que intentan dejar de fumar durante la pandemia”, explica el doctor Wootton.

“Todavía no hemos visto los efectos completos de la pandemia de coronavirus en el consumo de alcohol y cigarrillos en el Reino Unido –admite–. Si bien nuestro estudio no analiza los efectos de la soledad y el aislamiento social como resultado de la pandemia, puede arrojar algo de luz sobre las consecuencias de la soledad en general

El funcionamiento del cerebro en las personas solitarias difiere de los demás, revela un estudio

domingo, junio 21st, 2020

Cuando una persona sociable piensa en sus allegados, en su cerebro se activa la región cerebral asociada con el yo. En las personas solitarias, en cambio, esta actividad neuronal se diferencia.

Ciudad de México, 21 de junio (RT).- Un estudio publicado este lunes en la revista Journal of Neuroscience señala que el cerebro de las personas solitarias representa al yo y a los demás de manera distinta a como lo hace el cerebro de las personas socialmente más activas.

Para estudiar los efectos que tiene la intensidad de la vida social en el cerebro, los autores del estudio —Meghan Meyer y Andrea Courtney, del Colegio Dartmouth y la Universidad de Stanford— con la ayuda de la imagen de resonancia magnética analizaron a 43 voluntarios, a quienes pidieron pensar en sí mismos, en cinco personas cercanas, cinco conocidos y cinco celebridades. Tras analizar los resultados del experimento llegaron a la conclusión de que el cerebro agrupa las representaciones de personas en tres conjuntos: la propia persona, su entorno social y las personas famosas a las que el sujeto no conoce directamente.

El cerebro agrupa las representaciones de personas en tres conjuntos: la propia persona, su entorno social y las personas famosas. Foto: Rashide Frías, Cuartoscuro

Asimismo, descubrieron que los voluntarios tenían tendencia a representar de manera más parecida a ellos mismos a las personas más cercanas. De hecho, cuando uno piensa en sus allegados se activa la corteza prefrontal medial, la región del cerebro que se asocia con el concepto del yo, explican las autoras.

Por lo tanto, las personas solitarias podrían ser identificadas con base en el funcionamiento de su cerebro, indica Meyer en un comunicado del colegio.

“Si tuviéramos un sello de actividad neuronal que reflejara la autorrepresentación y uno que reflejara la representación de las personas cercanas, veríamos que los sellos de actividad neuronal de la mayoría de nosotros serían bastante similares. Sin embargo, para las personas más solitarias, la actividad neuronal realmente se diferenciaría de la de los demás”, señala.

“Es casi como si tuviera una constelación específica de actividad neuronal que se activa cuando piensa en sí mismo. Y cuando piensa en sus amigos, se recluta gran parte de la misma constelación. Sin embargo, si está solo, cuando piensa en los demás se activa una constelación bastante diferente a la que se activa cuando piensa en sí mismo. Es como si la representación que su cerebro tiene de usted estuviera más desconectada de la de las otras personas, lo que es consistente con lo sola que dice sentirse la gente”, agrega Meyer.

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FOTOS: El silencio y la soledad toman las calles de las capitales del mundo: París, Estambul, NY…

martes, marzo 24th, 2020

Nueva York, París, Londres, Los Ángeles, y muchas otras ciudades relevantes lucen vacías o semi vacías. El Palacio de Buckingham, el Museo de Louvre, el Arco del Triunfo, Times Square, la Plaza Roja de Moscú, la Plaza de San Pedro y los sitios más representativos del orbe se notan desiertos ante la pandemia del coronavirus.

Madrid, 24 de marzo (ElDiario.Es).- Desde que la epidemia del COVID-19 saliera de China y se extendiera por el mundo, está dejando imágenes insólitas: los lugares emblemáticos, habitualmente abarrotados de gente, ahora están vacíos y cerrados al público.

Nueva York, París, Londres, Los Ángeles, y muchas otras ciudades relevantes lucen vacías o semi vacías. El Palacio de Buckingham, el Museo de Louvre, el Arco del Triunfo, Times Square, la Plaza Roja de Moscú, la Plaza de San Pedro y los sitios más representativos del orbe se notan desiertos ante la pandemia del coronavirus.

Los alrededores del Palacio de Buckingham, en Londres (Reino Unido), vacíos por el coronavirus. Foto: EFE.

Los alrededores de la Mezquita Azul de Estambul. El Gobierno turco ha prohibido los eventos públicos y cerrado centros escolares. Foto: EFE.

Vista de la Plaza Roja de Moscú (Rusia). El Gobierno ha pedido a sus ciudadanos que eviten las aglomeraciones y los lugares públicos. Foto: EFE.

Teherán, Irán, durante la epidemia de coronavirus. Foto: Europa Press.

La plaza de San Pedro en el Vaticano cerrada al público por la epidemia de coronavirus. Foto: EFE.

El museo del Louvre está cerrado por el brote de coronavirus. Foto: EFE.

El Fuerte Rojo en Delhi (India) cerrado al público como medida de precaución frente al coronavirus. Foto: EFE.

El Arco del Triunfo en París vacío después de que se decretara el confinamiento de la población en Francia. Foto: EFE.

Vista de la Plaza Italia, rebautizada popularmente como “Plaza de la Dignidad”, vacía en Santiago (Chile), por el estado de excepción decretado en el país. Foto: EFE.

Vista área del sector del Obelisco, prácticamente vacío, durante el primer día de aislamiento en Buenos Aires (Argentina). Foto: EFE.

La Iglesia de los Santos Sepulcros en la Ciudad Vieja de Jerusalén vacía por las restricciones de movimiento impuestas en Israel. Foto: EFE.

Las inmediaciones del Parlamento griego a vista de dron, vacías por el coronavirus. Foto: EFE.

Un policía cruza una 7ma Avenida desierta en Times Square el 20 de marzo del 2020. Casi no se ve gente en las calles de Nueva York por el coronavirus. Teatros y negocios, no obstante, siguen iluminados como si nada estuviese sucediendo. Foto: John Minchillo, AP.

Los gobiernos de los distintos países han tomado medidas extremas con la intención de frenar la propagación del virus, que ha dejado más de 10 mil muertes en todo el mundo. Tan sólo Italia supera los 4 mil fallecidos a causa del coronavirus, España ha llegado a 2 mil 600 e Irán ronda los 2 mil.

El Gobierno español implementó un estado de alarma para disminuir la afluencia de personas en las calles madrileñas; en Chile también se impuso un estado de excepción. En otras naciones también se han tomado diversas medidas para contener la pandemia.

Por su parte, la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en la que comenzó a propagarse masivamente el brote de coronavirus, levantará el 8 de abril la cuarentena que impuso a sus habitantes desde el 23 de enero pasado, anunciaron las autoridades municipales.

-Con información de SinEmbargo y EFE.

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ADELANTO | Vivian Gornick reflexiona sobre la soledad, las relaciones y el feminismo en Mirarse de frente

sábado, febrero 22nd, 2020

La crítica, periodista y ensayista estadounidense reflexiona sobre su relación con la ciudad, de su evolución como feminista, de las desigualdades de clase y de género y de los motivos de la soledad y la evasión de la intimidad.

En este nuevo libro, publicado por Sexto Piso, Gornick vuelve a ofrecernos la singular mirada –valiente, feroz, empática– con la que encara el mundo: un recuento de sus vivencias con esa mezcla de ingenio, frescura y sabiduría que la caracteriza.

Ciudad de México, 22 de febrero (SinEmbargo).- Vivian Gornick reflexiona temas fundamentales en el ser humano a partir de recuerdos y experiencias que comparte de forma honesta y analítica: desde su trabajo como camarera hasta el de profesora por varias universidades estadounidenses, donde traza una tragicómica radiografía del paisaje académico como suplicio para el espíritu: comunidades aisladas, con ritos y rencillas, con una peculiar dinámica de sociabilidad, rodeada de seres sólo afines en apariencia.

Ya sea para hablarnos de su relación con la ciudad, de su evolución como feminista, del deseo juvenil, de las desigualdades de clase y de género o para meditar sobre los motivos de la soledad y la evasión de cualquier atisbo de intimidad, Gornick vuelve a ofrecernos la singular mirada –valiente, feroz, empática– con la que encara el mundo: un recuento de sus vivencias con esa mezcla de ingenio, frescura y sabiduría que la caracteriza.

A continuación, SinEmbargo comparte, en exclusiva para sus lectores, un fragmento del libro Mirarse de frente, de la crítica, periodista y ensayista estadounidense Vivian Gornick, conocida por dar voz al movimiento feminista, algo que ha hecho toda su carrera y que se refleja también en Apegos feroces y La mujer singular y la ciudad. Cortesía otorgada bajo el permiso de Sexto Piso.

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LO QUE SIGNIFICA PARA MÍ EL FEMINISMO

El Village Voiceme encargó que fuera a investigar a «esas de la liberación de la mujer». Era noviembre de 1970. «¿De qué hablas?», le pregunté al redactor jefe. Al cabo de una semana ya era feminista conversa.

En los primeros tres días conocí a Ti-Grace Atkinson, Kate Millet y Shulamith Firestone; en los tres siguientes, a Phyllis Chesler, Ellen Willis y Alix Kates Shulman. Hablaban todas a la vez, y me empapé de hasta la última palabra que salió de sus bocas. O más bien debió de ser que las escuché a todas diciendo lo mismo, porque volví de esa semana con un único pensamiento grabado a fuego en la cabeza. Era el siguiente: la idea de que los hombres, por naturaleza,se toman en serio sus cerebros, mientras que las mujeres, por naturaleza, no, es una creencia, no una realidad; esta idea está al servicio de la cultura imperante; y nuestras vidas parten de esa base. Bastante sencillo, la verdad. Y seguramente ya lo habría dicho alguien. ¿Cómo era posible que yo no pareciera haberlo oído hasta entonces? ¿Y por qué ahora sí lo había escuchado?

Tanto en política como en el amor, sigue siendo uno de los grandes misterios de la vida: la disposición, ese momento en que los elementos se alean en la medida justa para materializarse en un cambio interior. Si eres de los que reaccionan al momento nunca puedes explicarlo del todo, sólo puedes describir lo que sientes.

Yo siempre había sabido que la vida no era apetencia y consecución. A mi manera, la de chica buena, concienzuda y enfadada, perseguía «el sentido». Era importante hacer un trabajo que importara (o sea, trabajo mental o espiritual) y querer a un hombre que fuera el compañero adecuado. Eran, yo lo sabía, requisitos siameses: entrelazados, inconcebibles el uno sin el otro. Y así y todo crecí y acabé siendo una charlatana compulsiva que no soportaba la soledad ni el tiempo necesario para estudiar. No aprendí a dominar el pensamiento estable. Leía novelas, fantaseaba con una vida importante, pensaba en chicos. Daba igual que me pasara la vida moralizando sobre la seriedad: estaba visto que podía perseguir al hombre pero no el trabajo. Eso, sin embargo, y esto que voy a decir es crucial, no lo sabía. No sabía que podía dedicarme al amor pero no podía dedicarme al trabajo. Siempre andaba pensando: «Cuando las cosas vayan bien, trabajaré». Nunca pensaba: «¿Cómo puedo seguir obsesionada con este chico o este otro aunque las cosas no vayan bien?».

Con veinticuatro años me enamoré de un pintor y me casé con él. Tenía la vida resuelta. Tenía una mesa de trabajo a la que sentarme, un compañero que me animaba, tiempo y dinero suficientes. Ahora sí que trabajaría. Nuevo error. Diez años después pasaba los días vagando por Nueva York, una «chica» divorciada de treinta y cinco años que tenía un estilo agresivo y había escrito un par de artículos. Más allá de mis bravatas, la confusión era honda, la desorientación, profunda. ¿Cómo había acabado así?, palpitaba a diario mi cabeza con aquella idea, ¿y cómo podía escapar? Preguntas para las que no tenía respuestas hasta que escuché a «esas de la liberación de la mujer». Me pareció verlo todo cristalino. Tenía edad, hastío, agotamiento y dolor de sobra. Mi incapacidad perenne para tomarme en serio como trabajadora: aquél sí que era el dilema central en la existencia de una mujer.

Igual que Arthur Koestler descubriendo el marxismo, fue como si me estallara la sesera y me salieran luces y música de la cabeza. ¡Qué júbilo sentí cuando conseguí hacer el análisis! Me despertaba con él, me pasaba el día bailando en sus brazos y me dormía sonriendo con él. Me volví impermeable: los reveses de la fortuna cotidiana no podían hacerme mella. Si me aferraba a lo que me había hecho ver el feminismo, pronto sería dueña de mí misma; en cuanto fuera dueña de mí misma, sería dueña de todo. La vida me sonreía. Tenía discernimiento, y tenía compañía. Estaba plantada en medio de mi propia vivencia, gira que te gira: y a mi alrededor veía una sala llena de mujeres, también gira que te gira.

Sin duda es un momento de alegría cuando un número bastante amplio de personas se sienten impulsadas a actuar por una explicación social de cómo han tomado forma sus vidas y se reúnen bajo un mismo techo en un mismo momento, hablando el mismo idioma, haciendo el mismo análisis, quedando una y otra vez en restaurantes, salones de lectura y pisos de Nueva York, por el mero placer de elaborar el discernimiento y repetir el análisis. Es la alegría de la política revolucionaria, y era nuestra. Ser feminista a principios de los setenta: ¡qué bendición que te toque vivir ese despertar! Ningún «te quiero» del mundo le llegaba a la altura. No había otro sitio donde estar,salvo con las demás. Todas vivimos entonces dentro del abrazo holgado del feminismo. Creí que pasaría allí el resto de mi vida.

De la mano del júbilo, surgió para mí el convencimiento, formulado en un abrir y cerrar de ojos, de que el trabajo era ya algo sin lo que no podía pasar. Me juré que querer a un hombre no volvería a ser prioritario. De hecho, quizá ambas cosas fueran incompatibles; quizá tuviera que pasar sin el amor tal y como lo había conocido hasta la fecha. Abordé la idea como si no fuera nada, la tarea más factible del mundo. Al fin y al cabo, siempre había sido una beligerante agitada, una de esas mujeres que siempre se quejan de que a los hombres les asustan «las mujeres como yo». No se me daba bien ligar, fue un alivio despedirme del tema. Si el amor entre iguales era imposible –y todo apuntaba a que así era–, ¿quién lo necesitaba? Me acurruqué con mi corazón recién encallecido. La emoción de la realidad feminista me hizo renunciar de buen grado al sentimentalismo y encontrar placer en la perseverancia. Lo único importante, me decía, era el trabajo. Tengo que enseñarme a trabajar. Si trabajo, conseguiré lo que necesito. Seré una persona en el mundo. ¿Qué importancia tendrá entonces estar renunciando al «amor»?

Resultó, sin embargo, que no, que sí que importaba. Mucho más de lo que jamás habría imaginado. Sí, ya no podía vivir con hombres bajo las antiguas condiciones. Sí, no me contentaría con menos que un apego adulto. Sí, si suponía tener que vivir sin eso, estaba preparada para vivir sin eso. Pero era imposible renunciar a la idea del amor, cuando no a la realidad. Conforme pasaron los años, me di cuenta de que el amor romántico estaba inyectado como un tinte en el sistema nervioso de mis emociones, bordado por todo el paño de mis deseos, fantasías y sentimientos; acosaba mi psique como un fantasma, era un dolor de huesos; estaba tan profundamente incrustado en la composición del espíritu que mirar directamente su influjo me hacía daño en los ojos. Sería causa de dolor y conflicto el resto de mi vida. Me encantaba mi corazón encallecido –lo había adorado todos esos años–, pero la pérdida del amor romántico seguía siendo capaz de desgarrarlo.

Siempre estuvo ahí, acechando, ese cisma interior sobre el amor, por mucho que nunca hablara de él. Y nunca lo hablaba porque no tenía necesidad de hablar. No tenía necesidad de hablar porque era soportable. Se podía soportar porque había hecho un hallazgo importante. El descubrimiento era mi ingrediente secreto, lo que hacía que mi bizcocho subiera todas las mañanas. Era lo siguiente: mientras tuviera un cuarto lleno de feministas al que llamar mi hogar, tendría compañía de serie toda la vida. No volvería a estar sola. Las feministas eran mi espada y mi escudo: mi consuelo, mi alivio, mi emoción. Si tenía a las feministas, tenía comunidad, podía vivir sin amor romántico. Y era cierto: podía.

Hasta que ocurrió lo impensable. Lentamente, hacia 1980, la solidaridad feminista empezó a deshilacharse. Conforme el mundo no había sabido cambiar lo suficiente para reflejar nuestros esfuerzos, lo que antes nos había separado a todas las mujeres volvió a reafirmarse, ahora en nosotras. La sensación de vínculo empezó a erosionarse. Cada vez más parecíamos tener cada vez menos que decirnos. Los caracteres empezaron a chocar, las conversaciones a aburrir y las ideas a repetirse. Las reuniones empezaron a ser cansinas y las fiestas menos atrayentes.

Al principio el cambio en el ambiente fue sólo una débil sospecha (¡con lo sólida que parecía la camaradería feminista!), pero poco a poco se convirtió en una desdichada convicción y, más adelante, en una realidad innegable. Un buen día me desperté y comprendí que la emoción, el anhelo y la expectativa de comunidad habían desaparecido. Como con el amor romántico, la discrepancia entre deseo y realidad se hizo tan grande que resultó insalvable.

Caí en una dolorosa depresión. La soledad existencial me reconcomió el corazón, mi corazón lleno de bonitos callos. Se apoderó de mí el miedo a la soledad de por vida. Trabaja, me decía, trabaja duro. Pero es que no sé trabajar duro, me contestaba, hace poco que he aprendido a trabajar con constancia, soy incapaz de trabajar duro. Inténtalo, me respondía, y vuelve a intentarlo. Es lo único que tienes.

El primer fogonazo de iluminación feminista volvió a mí. Años antes el feminismo me había hecho ver el valor del trabajo; ahora estaba haciéndomelo ver de nuevo con otros ojos. Empezó a celebrarse una segunda conversación, esa en que el saber va a más. Comprendí que tendría que encarar sola justo aquello para lo que mi política me había estado preparando todo ese tiempo. Entendí lo que las feministas visionarias llevaban doscientos años entendiendo: que el poder sobre la vida propia sólo llega a través del control estable del pensamiento propio.

Una consideración fácil de expresar, pero la tarea de una vida. Me senté a mi mesa, como si fuera la primera vez, para enseñarme a permanecer con mis pensamientos: a ordenar los, extenderlos, ponerlos a mi servicio. No lo conseguí. Al día siguiente volví a sentarme. Una vez más no lo conseguí.

Al cabo de tres días me arrastré hasta la mesa y una vez más volví derrotada. Al siguiente, sin embargo, la neblina de mi cabeza se despejó: resolví un problema de escritura sencillo, uno que parecía incorregible, y una piedra me rodó del pecho. Me costaba menos respirar, el aire olía dulce, el café estaba cargado y el día me llamaba.

Empezó a evaporarse en mí la retórica del fervor religioso, y la sustituí por el dolor tranquilizador del esfuerzo diario. No podía seguir repitiendo «el trabajo lo es todo» como un mantra, cuando era evidente que no lo era todo. Pero sentarme a la tarea todos los días se convirtió en un acto de iluminación. Las palabras de Chéjov hallaban su eco en mí: «Otros me hicieron esclavo pero tengo que sacarme al esclavo que llevo dentro, gota a gota». Había clavado esas palabras con chinchetas en la pared detrás de mi mesa en algún momento de principios de los setenta y llevaba más de diez años mirándolas sin verlas. Volví a leerlas entonces, a leerlas de verdad: no era el «trabajo» lo que me salvaría sino el penoso esfuerzo diario.

El esfuerzo diario se convirtió para mí en una especie de conexión. El sentimiento de conexión se fue fortaleciendo. La fuerza empezó a hacerme sentir independiente. La independencia me permitió pensar. Cuando pensaba, me sentía menos sola. Me tenía a mí de compañía. Me tenía a mí, y punto. Sentí el poder de la sabiduría renovada. De los griegos a Chéjov, y de ahí a Elizabeth Cady Stanton: todo el que se ha molestado alguna vez en indagar en la naturaleza de la soledad humana ha entendido que sólo la mente trabajadora de uno mismo quiebra la soledad del ser.

Una verdad a la que cuesta mirar a la cara. Cuesta mucho. Y por eso anhelamos el amor, y la comunidad, dos aspiraciones encomiables en la vida, pero no como anhelos. Anhelar es letal. Anhelar te vuelve sentimental. El sentimentalismo te hace caer en el romanticismo. Para mí la belleza del feminismo estaba en haberme hecho valorar la cruda verdad por encima del romance. Y era la cruda verdad lo que yo seguía persiguiendo.

Todo lo que acabo de escribir lo he perdido de vista en incontables ocasiones. La angustia, el aburrimiento, la depresión me abruman, me emborronan la cabeza, «me olvido». La esclavitud del alma es una especie de amnesia: no puedes aferrarte a lo que sabes; si no puedes aferrarte a lo que sabes, no puedes asimilar tus propias vivencias; si no asimilas las vivencias, no hay cambio. Sin cambio, la conexión con una misma perece. Y como eso es insoportable, la vida es una infinitud de «recordar» lo que ya sé.

¿Dónde me deja todo eso? En un forcejeo perpetuo. He soportado la pérdida de tres romances de salvación: la idea de amor, la idea de comunidad, la idea de trabajo. Con cada pérdida me he encontrado volviendo a esos momentos reveladores de noviembre de 1970. El feminismo de los primeros tiempos sigue siendo para mí el fogonazo vital de discernimiento que me despeja la mente. Me rescata de la auto compasión, me brinda el regalo incomparable de querer ver las cosas como son.

Sigo forcejeando con el amor: forcejeo para poder querer a la vez a mi corazón con callos y a otro ser humano. Y forcejeo también con el trabajo. El esfuerzo diario sigue siendo extenuante. Pero al hacer el esfuerzo, estoy resistiendo al romance. Cuando resisto al romance –cuando miro sin parpadear toda la cruda verdad que puedo asimilar–, tengo más de mí. El feminismo vive en mí.

Las personas que viven solas tienen más posibilidades de desarrollar un trastorno mental: estudio

martes, mayo 14th, 2019

Un estudio publicado recientemente señala que vivir solo se asocia con trastornos mentales comunes, independientemente de la edad y el sexo.

MADRID, 14 de mayo (EUROPA PRESS).– La proporción de personas que viven solas ha aumentado en los últimos años debido al envejecimiento de la población, la disminución de las tasas de matrimonio y la disminución de la fertilidad. Estudios anteriores han investigado la relación entre vivir solo y trastornos mentales, pero en general se han realizado en poblaciones de ancianos y no son generalizables a adultos más jóvenes.

Un estudio publicado recientemente en la revista PLOS ONE y realizado por Louis Jacob de la Universidad de Versalles Saint-Quentin-en-Yvelines, Francia, y colegas, señala que vivir solo se asocia con trastornos mentales comunes, independientemente de la edad y el sexo.

En el nuevo trabajo, los autores utilizaron datos de 20 mil 500 personas de 16 a 64 años que vivían en Inglaterra que participaron en las Encuestas Nacionales de Morbilidad Psiquiátrica de 1993, 2000 o 2007. Si una persona tenía un trastorno mental común (CMD, por sus siglas en inglés) se evaluó mediante el Programa de entrevista clínica revisado (CIS-R, por sus siglas en inglés), un cuestionario que se centra en los síntomas neuróticos durante la semana anterior. Además del número de personas que viven en un hogar, había datos disponibles sobre factores como el peso y la estatura, la dependencia del alcohol, el consumo de drogas, el apoyo social y la soledad.

Vivir solo y trastornos mentales, descubren su asociación. Foto: Victoria Valtierra, Cuartoscuro

La prevalencia de personas que viven solas en 1993, 2000 y 2007 fue de 8.8; 9.8 y 10.7 por ciento. En esos años, las tasas de CMD fueron 14,1; 16,3 y 16,4 por ciento. En todos los años, en todas las edades, tanto en hombres como en mujeres, hubo una relación positiva entre vivir solos y CMD (razón de probabilidades de 1993: 1,69; 2000 o 1,63; 2007 o 1,88).

En diferentes subgrupos de personas, vivir solo elevó el riesgo de CMD de una persona de 1,39 a 2,43 veces. En general, la soledad explicó el 84 por ciento de la relación de CMD con vivir solo. Los autores sugieren que las intervenciones que abordan la soledad también podrían ayudar al bienestar mental de las personas que viven solas.

Por no estar con su familia el Día del Padre, hombre intenta suicidarse e incendia su casa en Saltillo

lunes, junio 18th, 2018

Al conocer de la situación, la familia de Héctor Orta llegó, por lo que él pidió que lo vuelvan a tomar en cuenta, ante la aceptación prometió no volver a intentarlo.

Los vecinos apreciaron el fuego y llamaron a los bomberos, quienes minutos después arribaron al sitio y controlaron el fuego. Foto: Especial

Por Ulises Martínez

Saltillo, Coahuila/Ciudad de México, 18 de junio (Vanguardia/SinEmbargo).- El sentimiento por la soledad en pleno Día del Padre llevó a Héctor Orta a intentar suicidarse al incendiar su casa en la colonia Provivienda, sin embargo, bomberos lograron ponerlo a salvo.

Ayer por la tarde, el sentimiento pesó sobre Héctor, quien confesó ante los rescatistas que buscó quitarse la vida, por problemas familiares.

Desde hace siete años se había distanciado de sus hermanos, además no podía ver a sus hijos, luego de separarse de su mujer.

Ante ello, decidió atentar contra su vida. Cerró su casa y comenzó a incendiar todo lo que encontraba.

Los vecinos apreciaron el fuego y llamaron a los bomberos, quienes minutos después arribaron al sitio y controlaron el fuego.

Al conocer de la situación, la familia de Héctor llegó, por lo que él le pidió que lo vuelvan a tomar en cuenta, ante la aceptación prometió no volver a intentarlo.

En lo que va del año se ha presentado una ola de suicidios en la Región Sureste, en donde la cifra ya alcanza los 50.

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Robots sin corazón, pero amables, son utilizados para combatir soledad de personas en la tercera edad

domingo, junio 17th, 2018

La vida de las personas de la tercera edad, normalmente presenta el problema de la soledad, pues poca gente está dispuesta a pasar tiempos con ellos, pero en China combaten este problema con tecnología, el robot Snow promete ser una buen recurso para este sector de la población.

Por Paula Escalada Medrano

Shanghái, China/Ciudad de México, 17 de junio (EFE).-Snow mide un metro, pesa 30 kilos, es amable, entrañable y sorprendente y, pese a no tener corazón, ni sangre, ni venas, aspira a ser la fórmula contra uno de los dramas humanos por excelencia, la soledad, un problema al que se enfrentan cada vez más ancianos en China.

Fabricado por Csjbot y de género femenino pero forma de pingüino, Snow es uno de los “robots de acompañamiento” que estos días se han presentado en la feria CES de Shanghái, uno de los eventos tecnológicos más importantes de Asia.

Snow, aseguran sus creadores, es capaz de reconocer las principales emociones humanas y adaptar su comportamiento al estado de ánimo de su interlocutor.

“Puede reproducir música, contar historias, responder preguntas(…). Los ancianos que viven solos o que están en una residencia muchas veces se sienten solos porque sus hijos están trabajando, o viven lejos. Los robots pueden ser una compañía familiar, como la de un gato”, cuenta a Efe Shirlin Na, directora para Europa de la compañía.

El precio de mercado de este robot, fabricado en China con tecnología japonesa, es de 12 mil dólares, y ya puede conseguirse en una veintena de países, explica Na.

Como otras regiones del mundo, China sufre un creciente envejecimiento de la población, un problema que se volverá aún más acuciante en los próximos años por los estragos que causó durante cuatro décadas la ya finalizada política del hijo único.

A finales de 2017 el número de personas de 60 años o más había alcanzado los 241 millones en China, el 17.3 por ciento de la población, y se estima que en 2050 llegue a 487 millones, el 34.9 por ciento de la población.

A esto se suma otro problema adicional, el de los ancianos que tenían solo un hijo, este fallece y no tienen quien los cuide. En un país donde la tradición marca que son los hijos los que cuidan a los padres cuando se hacen mayores, se ven abocados a la soledad.

“Nosotros no te vendemos un aparato, te vendemos un compañero con un corazón. Nuestro robot social de acompañamiento crece y evoluciona conforme lo usas, se acostumbra a tus hábitos, no es solo un robot”, cuenta a Efe Revathi, encargada de las relaciones públicas de la empresa de Singapur GT Robot, participante en la feria en Shanghái.

El GT Wonder Boy tiene un precio más asequible que Snow, mil 900 dólares, aunque un tamaño mucho menor, 23.8 centímetros. Y también promete que con el tiempo evoluciona, se personaliza y es como si “humanizas el robot”, explica Revathi.

“Tiene funcionalidades especiales para ancianos, los entretiene, les cuenta historias, incluso tiene la función de establecer conversaciones y hacer ejercicios para ejercitar el cerebro”, apunta. Además, les ayuda con una de las tareas más vitales de los ancianos, la toma de sus medicaciones, con alertas y recordatorios.

Según un reciente informe publicado por la Academia de Ciencias Sociales sobre las condiciones de vida de las personas mayores de China, alrededor del 15.3 por ciento de los ancianos necesitan atención adicional a la que tienen, una cifra que ha aumentado en 9 puntos porcentuales desde 2000.

Según el informe, los tipos de atención deseados por las personas mayores incluyen las visitas domiciliarias del médico, las tareas domésticas, la educación sanitaria y el asesoramiento psicológico. Algunas de estas tareas podrían ser realizadas por los robots.

“El Wonder Boy es muy sencillo, es parecido a un teléfono. El sistema de reconocimiento de voz es muy útil para la gente mayor que muchas veces tiene problemas de vista y gracias a él pueden hacer llamadas, hacer reservas, comprar viajes”, cuenta Revathi.

En su opinión, el hecho de que un robot pueda sustituir a los humanos en algunas tareas “no es triste” porque “el objetivo es mejorar nuestras vidas”. “El tema es usar la tecnología inteligentemente, hacer un balance”, explica.

Los robots están empezando a ser utilizados también en residencias de ancianos, entre ellas una de la ciudad de Hangzhou, donde desempeña sus tareas A-Tai para ayudar a los cuidadores de un asilo y entretener a los más de mil 300 ancianos que viven allí.

A-Tai es capaz de cantar ópera tradicional china, la música favorita de muchos ancianos, y de llamar por teléfono a los parientes de los residentes.

Aunque todavía es minoritario el uso de humanoides en el mundo, en China cada vez está más extendido y muchos de los expertos participantes en CES Asia concordaron que es una cuestión de tiempo que estos seres se integren en el funcionamiento de la sociedad.

Un hombre vive solo en una isla de Italia; el Gobierno trató de echarlo y 18 mil personas firmaron porque se quedara

domingo, enero 14th, 2018

El septuagenario asegura que lo que más disfruta de estar en la isla es “el silencio estival de la puesta de sol” durante el invierno, y desea morir en ella.

Mauro incluso ha publicado el libro “Unisola” con las fotografías que realiza de la isla. Foto: Twitter

Ciudad de México, 14 de enero (RT/SinEmbargo).- Mauro Morandi, de 78 años, es el único habitante de la isla Budelli, en el norte de la región de Cerdeña, en Italia, donde vive desde 1989, después de que su cataramán deteriorado con el que navegaba lo arrastrara hasta allí, informa National Geographic.

Cuando supo que su cuidador dejaría su puesto en dos días, Morandi, desencantado de la sociedad desde hacía tiempo, vendió su cataramán y se quedó en la isla. Allí ha vivido en soledad durante los últimos 28 años. “Lo que más me gusta es el silencio […] El silencio en invierno, cuando no hay tormenta y no hay nadie alrededor, solo el silencio estival de la puesta de sol”, dice Morandi.

En 2016 el Parque Nacional de Maddalena pidió a Morandi que abandonara la isla, pero hubo una petición popular firmada por 18 mil personas a favor de que no se le expulsara del lugar, obligando a las autoridades a que le permitieran vivir allí.

Morandi se dedica a pasear por la isla, a leer obras de filósofos griegos, a mantener la playa limpia y a cuidar la flora y la fauna, entre otras cosas. “Nunca me iré […] espero morir aquí, ser incinerado y que esparzan mis cenizas en el viento”, comenta Morandi.

El hombre disfruta realizar retratos de los paisajes de la isla y leer obras de literatura clásica. Foto: Twitter/@MauroMorandi8

La isla Budelli, ubicada en el archipiélago de la Maddalena, es considerada como uno de los lugares más bellos por su Spiaggia Rosa, ya que en la parte suroriental de la isla hay fragmentos microscópicos de corales y conchas que dan ese color tan particular al agua de la orilla.

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Terapeutas de EU utilizan animales robóticos para aliviar demencia, soledad y estrés de personas de la tercera edad

jueves, enero 11th, 2018

Digno de un capítulo de Black Mirror, un grupo de terapeutas implementa un peculiar método para aliviar la ansiedad y la soledad de personas de la tercera edad recluidas en un internado de Florida, EU. Los doctores utilizan  animales robóticos para acompañar a los ancianos; la respuesta ha sorprendido a los especialistas pues la reacción de los pacientes ha sido positiva.

Por Mar Vila Pruneda

Miami, 10 de enero (Efe).- El ronroneo de un gato robot y el suave ladrido de un perro de la misma clase se han convertido en una eficaz terapia para aliviar la ansiedad y soledad de los inquilinos de una residencia de la tercera edad en el estado de Florida, Estados Unidos.

La residencia Palace Gardens, en la ciudad de Homestead (sur de Florida), decidió hace un año adoptar como terapia para residentes con enfermedades como el Alzheimer un gato y un perro robóticos con apariencia real,

Esta medida ha resultado ser beneficiosa para los más de 90 residentes de este centro, algunos de los cuales ya cuentan hoy con sus propios animales artificiales, comprados por sus familiares.

“Mi madre tiene demencia y es difícil para ella articular lo que quiere decir. Se siente nerviosa y frustrada. Cuando le dimos uno de estos animales se calmó inmediatamente”, asegura Barbara Brunet, hija de una de las residentes.

Al ver la “magnífica” reacción de su madre, Barbara decidió comprar un gato y un perro robóticos para que su madre pudiera centrar “toda la atención en el animal”, y familiares de otros residentes en Palace Gardens siguieron su ejemplo.

Comprobó enseguida el efecto tranquilizador: “el gato ronronea, y ella lo sujeta y lo abraza. Se siente mucho mejor, la excitación se va enseguida. No se si mi madre se piensa que es un animal real”, se cuestiona.

A media mañana, en una de las salas de este centro, un grupo de residentes en corro centran la atención en una pelota de grandes dimensiones que tienen la misión de atrapar y pasar a otro compañero.

La actitud de los pacientes cambia cuando los animales robóticos están cerca. Foto: Efe.

En la sala de al lado, en cambio, el escenario es más calmado: los residentes se sientan alrededor de mesas donde entre objetos sensoriales y rompecabezas reinan ahora perros, gatos y muñecas que acaparan el interés de muchos de ellos, y a los que se aferran bien fuerte.

Un aura de delicadeza invade la sala, mientras dos mujeres acarician a un gato de pelo gris que mueve la cabeza con una intensidad proporcional al estímulo que recibe.

Sus miradas no se despegan de ese pelo gris y su rostro complaciente se combina con caras de sorpresa cada vez que el gato emite algún sonido o hace un movimiento más brusco de lo normal.

Aunque la cara de sorpresa es aun mayor cuando, al no ver a los animales durante un rato, las terapeutas vuelven a ponerlos sobre la mesa.

“Cada vez que los ven se sorprenden. Les aporta ese sentimiento de sorpresa”, afirma Jennifer Almodóvar, terapeuta y directora de las actividades de tratamiento de la memoria del centro.

Los perros, que tienen la apariencia de Golden Retrievers, también responden al sonido y al tacto, y al acariciarlos se dan la vuelta y ladran, además de tener un latido simulado.

“Hay muchos momentos en los que algunos residentes se ponen nerviosos e inquietos, pero cuando les traemos los gatos y perros se calman, y tienen algo en lo que centrarse”, asegura la terapeuta.

A su juicio, “es como si volvieran a tener esa compañía que un día tuvieron a lo largo de su vida”.

El ronroneo de un gato robot y el suave ladrido de un perro electrónico se han convertido en una eficaz terapia para aliviar la ansiedad y soledad de los inquilinos de una residencia de la tercera edad en el estado de Florida. Foto: Efe.

Del mismo modo que con los animales, en esta sala también se reviven sentimientos ahora olvidados, en este caso el instinto maternal, gracias a muñecos en forma de bebés.

“Muchos de los residentes tuvieron hijos en su día. Cuando ven a los muñecos, inmediatamente tienen ese instinto de cuidarlos y sólo quieren agarrarlos”, asegura Almodóvar.

Si la terapeuta sujeta del revés a alguno de estos muñecos, más de un residente pondrá el grito en el cielo: “¡Cuidado que le harás daño!”.

Sin necesidad de limpiarlos y llevarlos a pasear, “cosa que los residentes no podrían hacer”, estos animales robóticos, así como los muñecos, hacen más placenteras las horas de estas longevas personas del sur de Florida.

Los casos de depresión aumentan durante temporada invernal, alerta ONG mexicana

jueves, diciembre 14th, 2017

Los casos de depresión estacional aumentarán durante esta época del año debido a factores climáticos, biológicos y psicológicos, asegura la asociación Voz Pro Salud Mental-Ciudad de México.

México, 13 de diciembre (Efe).- Los casos de depresión estacional aumentan durante la temporada invernal y las fiestas navideñas debido a la disminución de luz solar y la finalización del año, alertó hoy la asociación Voz Pro Salud Mental-Ciudad de México.

Este trastorno no solo afecta a pacientes psiquiátricos, sino que puede presentarse en cualquier persona durante el invierno, explicó la organización no gubernamental en un comunicado.

Uno de los motivos por los que se diagnostican más depresiones es la alteración de la luz, lo que interfiere con la emisión de las sustancias reguladoras del estado de ánimo y el sueño.

Asimismo, el periodo navideño de reuniones familiares y amigos puede ser otro factor que cause en las personas este padecimiento, dado que hay quienes no cuentan con quién pasar las fiestas, otros recuerdan a seres queridos fallecidos y otros hacen un balance de lo obtenido durante el año.

Voz Pro Salud Mental-Ciudad de México, agrupación formada por familiares, usuarios y profesionales dedicados a mejorar la calidad de vida de personas que tienen alguna enfermedad mental y la de sus familias, aseguró que estas fechas “constituyen un reto” para los pacientes con un trastorno psiquiátrico dado que rompen con la rutina a la que están acostumbrados.

Por ello, recomendó que dichos pacientes visiten a sus médicos antes de los días festivos para revisar cualquier ajuste en la medicación, hagan ejercicio y tomen sol.

De acuerdo con estudios realizados por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, al menos 4,5 millones de personas sufrieron depresión estacional en México en 2010.

Factores climáticos, psicológicos y biológicos, entre las causas que generan aumento en casos de depresión en esta temporada invernal. Foto: Cuartoscuro, Misael Valtierra.

Especialistas aseguran que apagar tu móvil 15 minutos al día puede darte grandes beneficios

jueves, noviembre 23rd, 2017

Un estudio realizado por la Universidad de Rochster, en Estados Unidos, develo que desconectarte del mundo virtual por lo menos 15 minutos al día puede brindarte la posibilidad de conocer tus problemas. Los investigadores aseguran que ante la dinámica social moderna tener un instante de soledad, puede traer grandes beneficios.

Por Ana Muñoz

Ciudad de México, 23 de noviembre (TICbeat/SinEmbargo).- La ciencia demuestra los beneficios de apagar tu smartphone, al menos, 15 minutos al día. ¿Quieres saber cuáles son?

Aunque hoy en día es muy fácil mantenerse en contacto con los demás gracias a la tecnología, encontrar un poco de soledad resulta increíblemente complicado, a pesar de que sea muy necesario.

Y es que un nuevo estudio científico realizado por la Universidad de Rochester ha demostrado que, para ser más felices, debemos apagar nuestro móvil 15 minutos al día.

Pero, ¿cómo llegaron a esta conclusión? Los investigadores responsables de esta premisa pidieron a 75 sujetos que se sentaran en una silla durante 15 minutos sin sus móviles. A su vez, el grupo de control habló con los científicos durante un cuarto de hora.
Tal y como señalaron estos expertos, durante ese momento las emociones que más alteraban a los participantes que apagaron el móvil desaparecieron, independientemente de si estaban sintiendo algo muy positivo (alegría), o negativo (ansiedad).

Como los sentimientos más fuertes se “desactivaron” momentáneamente, las emociones más sutiles (como la calma o la soledad) aumentaron.

A continuación, se les pidió a estos sujetos que continuaran con el experimento en casa y que, durante 15 minutos al día, apagaran su smartphone y disfrutaran de la soledad. Los sentimientos que experimentaron durante los siguientes días fueron idénticos a los de la primera prueba: menos emociones intensas y aumento de las sutiles.

¿POR QUÉ LA SOLEDAD ES BUENA PERO NOS RESULTA INCÓMODA?

Este hecho nos sugiere que la soledad es un sentimiento valioso para el ser humano, pero también explica por qué nos resulta incómodo.

El contacto con otras personas (virtual o real) hace que nos mantengamos activos y alterados y, si estás intentando no enfrentarte a otras preocupaciones, resulta bastante útil como método de distracción.

Por lo tanto, desconectar de todo ese “ruido” hace que escuchemos nuestros problemas con más intensidad y que reflexiones sobre ellos, lo que hace que nos sintamos incómodos.

Si estás pensando que esto no te beneficia y que lo que necesitas son distracciones, te equivocas. No puedes arreglar los problemas que no conoces, por lo que te recomendamos que disfrutes de unos cuantos minutos de silencio al día y pienses sobre tus verdaderos sentimientos.

Así que si quieres ser más feliz y buscas una vida más relajada, te recomendamos apagar tus dispositivos, al menos, 15 minutos al día.