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La muerte del comendador: la banda sonora que se escucha en la nueva novela de Murakami

martes, noviembre 13th, 2018

La muerte del comendador es una historia escrita en la más amplia soledad. En una casa en el bosque, que fuera hogar de un anciano que ahora tiene demencia senil y que fuera un pintor de pintura japonesa, que todo lo dejó para dedicarse a ese género y que tiene guardado un cuadro que da título al libro, quién sabe para qué y por qué.

Ciudad de México, 13 de noviembre (SinEmbargo).- Siempre que uno lee las nuevas novelas o los libros de cuentos de Haruki Murakami (Kioto, 1949) hay una banda de sonido que se cuela por las aficiones del escritor: un melómano irredento.

Claro que para demostrar eso está por supuesto Tokio Blues, su novela emblemática y que lo hiciera famoso en todo el mundo, pero ahora, en su notable madurez, con esta novela un poco entre la fantasía y la realidad, donde la pintura ocupa un espacio que todo lo corroe y lo envuelve, la música establece una relación obligada.

La muerte del comendador es una historia escrita en la más amplia soledad. En una casa en el bosque, que fuera hogar de un anciano que ahora tiene demencia senil y que fuera un pintor de pintura japonesa, que todo lo dejó para dedicarse a ese género y que tiene guardado un cuadro que da título al libro, quién sabe para qué y por qué.

Murakami ha dicho que su novela favorita es El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald y hacia ella está dedicada La muerte del comendador, pero también a Dostoievski, Orwell, Chandler y, por supuesto, referencias a la cultura popular como la música, el cine o las series de televisión.

La nueva novela de Haruki Murakami. Foto: Especial

Casado con una mujer que se parece a su hermana fallecida, gracias a una infidelidad el matrimonio termina. Cuando el hombre huye de todo lo conocido, tiene un reproductor de cedes y escucha tres temas del primer álbum de Sheryl Crow. Sin duda, ese es el gran disco de la cantante de Misuri, de 56 años, que supo ser novia de Lance Armstrong y que hoy lleva más de 20 compactos en su larga carrera.

El disco se llama Tuesday Night Music Club, es de 1993 y tiene temas maravillosos, como “Run, baby, run”.

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El protagonista recuerda a su mujer y la evoca a través de la música de Mendelssohn.

“Uno era del octeto para cuerdas de Mendelssohn interpretado por el conjunto de cámara I Musici. A mi mujer le gustaba pasear en coche mientras lo escuchábamos. Era una composición para un conjunto de cuerdas formado por cuatro violines, dos violas y dos violonchelos, con una bella melodía. Mendelssohn lo compuso con tan sólo dieciséis años. Eso me explicó ella. Al parecer, fue un niño prodigio”.

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Es una música melancólica, nostalgiosa, que obliga a pensar en el pasado.

Pero la huida requiere otras músicas como el blues de Milt Jackson y su sagrado disco Pirámides, de Modern Jazz Quartet.

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“Claude Debussy escribió sobre sus dificultades al llegar a un punto muerto mientras componía una ópera: “Sólo creaba la nada. Así un día detrás de otro”, reflexiona el ex retratista, perdido entre la nada en la casa del pintor demente.

Escucha a Puccini, sus preferidas eran Turandot y La Bohème”, en el marco de querer seguir oyendo la música que oía Tomohiko Amada, su casero sin quererlo.

“A mediodía solía escuchar ópera y por la noche los cuartetos para cuerda de Beethoven y Schubert”, dice.

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Cuando descubre el cuadro La muerte del comendador, una obra escondida y que nadie conocía, se acuerda de Wolfgang Amadeus Mozart y de su ópera Don Giovanni:

“Justo al comienzo había una escena que se llamaba así La muerte del comendador. Fui a la estantería de los discos en el salón y busqué la ópera. Leí las explicaciones del libreto y confirmé que, en efecto, el personaje que moría asesinado en la escena inicial era un comendador. No tenía nombre, tan sólo se le conocía como el comendador”.

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Cuando conoce a Odawara Menshiki, un hombre que será muy importante en su historia, llevó una silla al comedor y buscó que se pusiera cómodo.

“Se levantó y dedicó alrededor de cinco minutos a buscar. Después volvió con El caballero de la rosa, de Richard Strauss, dirigido por Georg Solti. Era un estuche de cuatro vinilos. La orquesta era la filarmónica de Viena y los papeles principales los interpretaban Regine Crespint e Yvonne Minton”, anuncia.

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Así transcurre la novela La muerte del comendador, una primera parte llena de imaginación, que tendrá una continuación y que demuestra que Murakami ha regresado después de cinco años.

Cómo ser lectora en Irán: Azar Nafisi

sábado, diciembre 2nd, 2017

La literatura vista como una forma de esperanza. Los libros como catalizadores de reflexión, pero también como instrumentos de libertad. Lectores del mundo, unidos, fue el slogan de la escritora en Guadalajara

Ciudad de México, 2 de diciembre (SinEmbargo).- La escritora iraní Azar Nafisi (Teherán, 1948), autora de Leer Lolita en Teherán y La República de la imaginación, es profesora de estética, cultura y literatura y directora ejecutiva de Conversaciones Culturales en la Universidad John Hopkins en Washington D.C. Es especialista en literatura inglesa.

Creció en el seno de una familia dedicada a la política. Su madre fue la primera parlamentaria de Irán en los ‘70 y su padre fue diplomático y alcalde de Teherán.

Fue expulsada como profesora de la Universidad de Teherán en 1981 al negarse a usar el velo islámico. Leer Lolita en Teherán es un retrato compasivo y desgarrador de la revolución islámica en Irán. En el libro narra cómo, luego de ser expulsada de la universidad, reunió en su casa a siete de sus alumnas para leer y comentar algunas de las novelas occidentales prohibidas por el régimen de los ayatolás.

Obras de Jane Austen, Henry James, Scott Fitzgerald y, por supuesto, de Vladimir Nabokov, el autor de Lolita, se van leyendo, mientras las jóvenes  poco a poco se dan cuenta cómo sus propias vidas se van transformando y mezclando con la trama de las obras a las que se entregan, en un libro que permaneció 17 semanas primero en ventas en los Estados Unidos.

Azar Nafisi, con una humildad apasionada, fue distinguida con el Premio Internacional FCG Pensamiento y Humanidades 2011 por su decidida y valiente defensa de los valores humanos en Irán y su labor de crear conciencia a través de la literatura sobre la situación de la mujer en la sociedad islámica.

La poesía, la literatura y la pintura son los base de los ideales que defiende Azar Nafisi “como las mejores armas para la comunicación entre las culturas y como lucha para conseguir la democracia. Escribo para conectarme con el mundo”, dijo.

“Antes de llegar a esta Feria pensé que los libros te conectan con las personas a través de la pasión”, dijo Nasifi. Foto: FIL

“No quiero presentar a la mujer como víctima. Evidentemente, no nos gusta que haya lapidaciones, que nos traten como prostitutas, que los hombres puedan tener cuatro esposas, porque eso no es la cultura de Irán ni de Egipto, es solo una ideología determinada. Las mujeres que han decidido quitarse el velo son unas heroínas, pero no porque tengan un interés político, sino por lo que significa de dignidad”, argumentó.

Azar Nafisi es una escritora que entiende el viaje como una experiencia de vida, un viaje que en muchos momentos ha ocurrido de manera obligatoria. Desde Irán, su país de origen, hasta Estados Unidos e Inglaterra, estas vivencias de viaje le han otorgado una visión más completa de lo que ocurre a su alrededor.

“Antes de llegar a esta Feria pensé que los libros te conectan con las personas a través de la pasión” y en una evocación a la obra de Octavio Paz, en particular al poema “Piedra del sol”, Nafisi expresó la admiración que siente por el escritor mexicano y agregó que los libros han significado, de muchas maneras, una forma de salvación.

“Llevo conmigo los libros cuando viajo”, dijo y añadió que en su país natal no podía sentirse segura: el régimen de Irán cambió leyes que tienen consecuencias terribles para la mujer. “La edad para casarse pasó de los 18 a los nueve años de edad”.

“Nos sentimos ofendidas cuando nos obligan a usar un velo, pero también los hombres deberían sentirse ofendidos por esta manera de quitarnos la libertad”, agregó.

Muchas mujeres escucharon su conferencia. Foto: FIL

“Los dictadores tienen miedo a la imaginación. Tienen miedo porque les gusta mentir. Por este motivo recurren a la censura”, dijo, al señalar que quizá los libros no eviten una ejecución, pero dan la sensación de dignidad.

Fiel admiradora de Frida Kahlo, a quien describió como una mujer que amó siempre la libertad,  la escritora no dejó la oportunidad de recalcar que los libros significan esperanza y, aunque  admitió que no le gustan los eslóganes, terminó con la frase: “Lectores del mundo, unidos”.

Hemingway no era un “tipo duro”, sino un “prisionero de su propia leyenda”

sábado, junio 10th, 2017

Hasta Ernest Hemingway. A Biography, publicada el mes de mayo en Estados Unidos por Knopf, ninguna mujer había puesto sus ojos, como biógrafa, en el autor de Por quien doblan las campanas.

Ciudad de México, 10 de junio (SinEmbargo).- Ernest Hemingway no fue un “tipo duro” sino un “prisionero de su propia leyenda”, según la mujer que mejor le conoce: Mary V. Dearborn, autora de la primera biografía completa del escritor estadounidense en 25 años.

Hasta Ernest Hemingway. A Biography, publicada el mes de mayo en Estados Unidos por Knopf, ninguna mujer había puesto sus ojos, como biógrafa, en el autor de Por quien doblan las campanas.

“Los anteriores biógrafos, todos hombres, han tendido a jugar con la misma historia una y otra vez acerca del macho bebedor, mujeriego y deportista”, señala Dearborn en una entrevista con Efe.

A juicio de esta escritora especializada en biografías, con obras sobre Peggy Guggenheim, Henry Miller y Norman Mailer, entre otros. “el mito le hizo la vida increíblemente difícil a Ernest, que casi fue un prisionero de su propia leyenda”.

Dearborn menciona que la leyenda dice que el escritor nacido en 1899 y fallecido en 1961 era un mujeriego hambriento de sexo que usaba a las mujeres hasta que se cansaba de ellas. “Nada más alejado de la verdad”, subraya.

“Se casó cuatro veces y no creo que durmiera con más de seis o siete mujeres en toda su vida, claro que esto es difícil de comprobar”, dice con humor.

ERNEST HEMINGWAY ERA UN ROMÁNTICO

La mujeres le hirieron tremendamente y en cada uno de sus matrimonios se dejó parte de su bagaje emocional. “Era más bien un romántico”, señala.

Eso no quiere decir que fuera un buen marido, pero no era en absoluto un donjuán, precisa.

Su obra sobre Hemingway, que muestra en la portada una foto del escritor apuntando con un arma a la cámara, incluye una cantidad de nuevo material biográfico aparecido en los últimos 25 años.

La biógrafa piensa que Hemingway fue alguien “mucho más vulnerable” y “más trágico” de lo que se cree. De hecho, era sensible y se le hería con facilidad. “No fue un tipo duro”, sentencia Dearborn.

Según su biógrafa, sufría probablemente un transtorno bipolar, era alcohólico, tenía varias lesiones cerebrales traumáticas y, para colmo, consumía “cócteles” de medicamentos que le recetaban los médicos.

“El último año de su vida estaba demacrado, era un hombre roto. Ya no tenía ninguno de los enormes placeres que había sabido sacar de la vida y sentía que no podía escribir, así que se disparó a si mismo”, relata Dearborn.

Otro de los factores que contribuyeron a que se deprimiera y suicidara fue el tener que abandonar Cuba por la llegada de Fidel Castro y los revolucionarios al poder.

“Dejar Cuba le rompió el corazón”, dice Dearborn, quien estuvo en el país que su biografiado tanto amaba, pero no encontró ya muchos de los documentos que él dejó, incluido su historial médico, pues, según dijo, están ya en su mayoría en Estados Unidos.

En la isla quedan sus libros, algunos con anotaciones de su puño y letra. “Es la última frontera”, afirma.

Mary V. Dearborn ha escrito varias biografías de escritores. Foto: efe

LA MANERA DE HABLAR DE LA GENTE

A Hemingway le gustaba la manera de hablar, la gente y “algo intangible de Cuba que no encontró en España”.

Aunque España y los españoles, a los que veía como “gente romántica y noble”, le gustaron desde la primera vez que fue allí en los años 20, atraído por las corridas de toros, el único espectáculo en el que se puede ver la vida y la muerte, según escribió.

Sin embargo, fue la Guerra Civil (1936-1939) lo que le hizo “apasionarse absolutamente por España”, pero no quiso vivir en el país después de que el bando de Francisco Franco ganara la guerra.

Explorar en la vida y obra de Hemingway le generó a Dearborn “mucha compasión” hacia él y le llevó a comprender de donde venían algunos de sus comportamientos malvados como los que tuvo con el también escritor Scott Fitzgerald pese a ser un “buen amigo” suyo.

“Finalmente fui capaz de verle como una figura humana de verdad y no como una leyenda de cartón”, indicó.

Dearborn no piensa que su biografía, de más de 700 páginas e ilustrada, sea la definitiva, pues siempre hay espacio para otra. “Cada generación ve a Hemingway de una manera nueva”, concluye.