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RESEÑA | Nadie nos vio partir: Tamara Trottner rememora su pasado y la ruptura de la inocencia

sábado, octubre 10th, 2020

¿Qué significa el secuestro para dos pequeños que apenas comienzan a entender el mundo? Inspirada en fragmentos de su vida, Tamara Trottner teje la memoria del pasado de una niña y el presente de una mujer que intenta descifrar un suceso que la marcó. Relata a detalle cómo se formaron los planes de un viaje que parecía ser interminable.

Por venganza en contra de su esposa, un hombre secuestra a sus hijos y huye con ellos a distintos países. Comienza así una guerra entre dos poderosas familias que ejercen su autoridad y su riqueza hasta las últimas consecuencias. Para una niña de cinco años es difícil comprender que su vida se vea sacudida por una tolvanera de amores y odios. En esta nueva existencia, ella tratará de entender que el amor incondicional está lleno de condiciones.

Por Katia Briseño

Ciudad de México, 10 de octubre (LangostaLiteraria).- ¿Qué entiende una niña cuando su padre la arranca de la normalidad? La niñez es un símbolo de inocencia y fragilidad. De la mano de un padre o madre todo es más acogedor, pero, ¿qué sucede cuando deciden luchar entre ellos? Esta es la historia de una pequeña que con muchas dudas y tristezas es abruptamente alejada de su realidad junto a su hermano mayor.

Despertar, vestirse, ir a la escuela. Aprender. Regresar a casa de la mano de mamá o papá para encontrar a la mascota querida. Visitar a los tíos, abuelos y de vez en cuando salir de vacaciones. Caminar en el parque, en la calle y saborear un dulce de leche. Contar la historia familiar nunca ha sido algo tan profundo como lo hace Tamara Trottner (Ciudad de México) que, entre líneas, explora temas como la ruptura y pérdida de la infancia.

Narrada desde los ojos de una niña, la autora recopila una serie de sucesos que cambiaron su vida para siempre. ¿Qué significa el secuestro para dos pequeños que apenas comienzan a entender el mundo? Un paseo, un viaje, un recuerdo interminable. Ella cuenta momento a momento, cómo se formaron los planes de este viaje que parecía ser interminable.

El amor, secuestro y la construcción de lazos familiares son tres aspectos importantes de esta novela. Inspirada en fragmentos de la vida de la creadora, leerla resulta viajar al árbol genealógico de la familia en el que los integrantes desean empezar de nuevo, llegar a un continente desconocido y hacer todo por prosperar. Al transcurso de las páginas se forma el dibujo de un legado judío con grandes sueños y esperanzas.

Valeria y Leo son jóvenes pertenecientes a dos de las familias ortodoxas más poderosas en la ciudad. Persuadidos por el deseo de sus padres de formar un lazo poderoso, los desposan. El matrimonio es el punto de partida de un pasaje romántico y desgarrador: Nadie nos vio partir. Ella, una madre que intenta escapar del universo impuesto por el destino y a su vez debe terminar la tesis, ser ama de casa, dedicarse a atender a sus hijos y a su esposo. Él, un hombre que entre la búsqueda de la felicidad y la estabilidad, tomará una decisión peligrosa: llevar a sus hijos a un viaje inesperado.

Leo es un hombre de negocios y amante del arte. Desea cumplir las obligaciones impuestas por su comunidad y aunque en el fondo su anhelo más grande es dedicarse a la pintura, atiende al mandato impuesto. Valeria es arriesgada, soñadora y decidida. Una joven estudiante que no abandona la oportunidad de ser feliz en medio de una encrucijada: enamorarse de otro hombre y dejar atrás su vida impuesta. La ambición, venganza y búsqueda de la felicidad de ambos provocará conflictos familiares, en los que la persecución estará presente en toda la novela.

Lo más distintivo de esta obra es, posiblemente, la destacada mirada de una niña que aún no entiende lo que sucede en su alrededor: el secuestro. El “viaje” nos lleva a conocer los rincones de una escuela en París, paisajes en África y la solidaridad en Israel. Es una radiografía de la ruptura de la inocencia de una niña que, ante sus ojos, cree fielmente en que todo está bien y nada malo sucede a pesar de lo que ve. La mirada de una niña que despierta, juega con sus muñecas y, de un día a otro, debe abandonar sus tesoros más preciados sin razón alguna.

La escritora teje la memoria del pasado de una niña y el presente de una mujer que intenta descifrar lo que motivó a sus padres, tíos y abuelos para determinar el futuro de sus vidas en cuestión de una llamada.

“Todo tenía que morir, hija. Desaparecer para poder empezar de nuevo. Era la única forma de quitarte la tristeza de extrañarlo cada día. Es mejor arrancar la curita de un golpe, aunque el dolor sea muy fuerte, se sentirá sólo una vez”.

La fiesta de cumpleaños con pastel de betún en la que nunca pudo abrir sus regalos, la tristeza de saber que su mascota más querida muere, la emoción del primer amor y la angustia de vivir un bombardeo en un kibutz, son algunos de los instantes más potentes de este libro.

¿Cómo se siente la ruptura de los padres? Trottner recupera la novela que comenzó a escribir a los 17 años y tal vez la llevó a descubrir muchos secretos de su vida. El título es una promesa de la autora que se concreta: dos niños salen de una fiesta de cumpleaños tan repentinamente de sus vidas que nadie los vio partir.

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RESEÑA | Los días del Cáucaso: Banine narra su turbulenta juventud, desde el mar Caspio hasta París

sábado, octubre 10th, 2020

Banine fue el seudónimo de la escritora, periodista y traductora Umm-El-Banine Assadoulaeff. Publicado originalmente en 1945, este libro de memorias evoca la juventud de la autora durante la revolución bolchevique. Irónica y conmovedora, esta es una de las más originales y trepidantes autobiografías del siglo XX.

Por Ricardo Martínez Llorca

Ciudad de México, 10 de octubre (Culturamas).- Banine recuerda las aguas del mar Caspio, su lujosa mansión en Bakú, las espléndidas fiestas, las frutas, los dulces; a su institutriz alemana de rubísima melena, a su imperiosa y estricta abuela musulmana, a sus tan adinerados como nada respetables parientes que, discutiendo y fumando sin tregua, se jugaban a los naipes la inmensa fortuna que el petróleo les había hecho amasar.

También recuerda cómo entonces llegaron los bolcheviques, y de pronto lo perdieron todo; cómo en el torbellino de la revolución y el derramamiento de sangre se enamoró apasionadamente de un hombre, pero solo para ser obligada a casarse con otro al que detestaba; hasta que llegó la oportunidad de escapar, a Estambul primero, a París más adelante.

Además evoca en esta elegante, irónica y conmovedora mémoire —uno de los más originales y trepidantes libros autobiográficos del siglo XX—, su fascinante y turbulenta juventud en el disputado territorio de Azerbaiyán, en perpetuo equilibrio entre Oriente y Occidente, entre el mundo de ayer y los inciertos días venideros.

Banine (Bakú, 1905-París, 1992) fue el seudónimo de la escritora Umm-El-Banine Assadoulaeff. Educada en el seno de una privilegiada familia de Azerbaiyán —entonces parte del Imperio ruso—, se vio obligada a huir de su país tras el triunfo de la revolución bolchevique.

En París, mientras trabajaba como traductora, periodista y modelo de alta costura, pasó a formar parte del destacado círculo literario que incluía a figuras como Nikos Kazantzakis, André Malraux o Marina Tsvetáyeva. Los días del Cáucaso, escrita en francés y publicada originalmente en 1945, es sin duda su obra maestra.

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RESEÑA | El abuelo que saltó por la ventana y se largó: la edad no impide romper las reglas

sábado, septiembre 12th, 2020

El escritor Jonas Jonasson ofrece una visión distinta sobre la vejez, dejando de lado los límites de la senectud. El protagonista de la historia demuestra que el ímpetu por vivir no tiene edad y nunca es tarde para embarcarse en una aventura, incluso cuando parece que la vida ya no tiene nada que ofrecerte.

Por Antares Maldonado y Mary Paz Hernández

Ciudad de México, 12 de septiembre (LangostaLiteraria).- Después de experimentar la adrenalina más pura, producto del amor por las explosiones, y de sentir el cansancio bajo los pies al recorrer continentes intentando huir del fascismo, del comunismo y del capitalismo, cien años no son suficientes para contar las historias que han quedado atrapadas en la piel. Tras toda una vida lejos de casa, el cuerpo viaja ligero, sin ataduras a una religión o ideología.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó muestra una cómica retrospectiva del siglo XX en la que perseguimos a Allan Karlsson durante un capítulo más de su atareada existencia. El lector se puede encontrar sonriendo mientras pasa las páginas de este libro y no puede evitar reírse de las situaciones a las que Allan y sus compañeros de aventura se enfrentan.

Momentos antes de que el reloj marque las 15:00 horas, y dé inicio a su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson se niega a continuar su vida en una residencia de ancianos y, sin pensarlo demasiado, coge su mejor traje y escapa por la ventana dejando atrás a la enfermera Alice y a los invitados a celebrar la fiesta. Sin rumbo fijo, Karlsson deambula por las calles de Malmköping y cuenta sus billetes con la esperanza de que lo lleven a un sitio lejano.

La estación de autobuses es el punto de encuentro entre Allan y un ‘’joven esmirriado de pelo rubio, largo y grasiento, barba hirsuta y una cazadora vaquera’’ en cuya espalda decía «Never Again», y que le pide vigilar su maleta mientras él utiliza el sanitario. Inmediatamente, Allan se apodera de la misteriosa maleta y sube al primer autobús. En ese instante, nuestro héroe que momentos antes huía de su fiesta de cumpleaños se adentra en una persecución en la que se ve inmiscuida la policía y también la organización criminal dueña de aquella maleta repleta de billetes.

Algo que inició como un pasatiempo, pronto se convirtió en un estilo de vida. Cuando el joven Allan Karlsson descubrió su peculiar afición por los explosivos, y tras destruir accidentalmente su hogar, optó por descubrir nuevos horizontes ajenos por completo a su persona. Por esta razón se negó a vivir sus últimos días en la insoportable tranquilidad de la residencia de Malmköping, y tomó una decisión irrevocable que terminaría por cambiar el rumbo de su insólita vida. Una lectura recomendable que nos enseña que nunca es tarde para huir por la ventana y embarcarse a la aventura.

A través de la excéntrica biografía de este peculiar protagonista, Jonas Jonasson cuenta la historia de un hombre que marcó un hito en la historia mundial al emprender aventuras inverosímiles que lo relacionaron directamente con personajes como Churchill, Francisco Franco, Stalin, Mao Tse Tung, Truman y hasta Albert Einstein.

Esta novela ofrece una visión distinta sobre la vejez. Dejando de lado los límites y la serenidad de la senectud, Allan Karlsson demuestra que la edad no es un impedimento para romper las reglas y que, sin importar los años, es posible hallar amigos en el camino dispuestos a hacer lo mismo.

Este libro nos lleva a través de una historia poco probable y absurda pero muy divertida. A medida que avanza la historia, Allan reúne un grupo heterogéneo de personajes realmente interesantes pero defectuosos (un elefante incluido), que, a través de la casualidad y la suerte, emprenden una aventura con él. Además, la historia se entremezcla con flashbacks de la vida de Allan y cómo, sin darse cuenta, logró estar en el lugar correcto en el momento equivocado y ayudó a influir una serie de eventos que cambiaron el curso de la historia del siglo XX.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó nos enseña que la vida no se termina aunque ya tengas 100 años, las aventuras pueden seguir. La manera en la que Allan se escapa de su aparente destino habla de esa imprudencia y ansias de vivir, que el alma puede tener incluso cuando parece que la vida ya no tiene nada que ofrecerte.

El autor de este libro, Jonas Jonasson, nació en 1962 en Växjö, ciudad del sur de Suecia. Tras una larga carrera como periodista, consultor de medios y productor de televisión, Jonasson decidió emprender una nueva vida como escritor. Se instaló en Ponte Tresa, un pequeño poblado junto al lago de Lugano, en Suiza, donde escribió El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Acreedor del ‘’Premio de los Libreros’’ en Suecia, esta novela se tradujo a treinta y cinco idiomas y ha vendido seis millones de ejemplares.

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RESEÑA | Depredadores: libro detonante del movimiento #MeToo, del Premio Pulitzer Ronan Farrow

sábado, julio 11th, 2020

En una mezcla de thriller de espionaje y periodismo de investigación, Ronan Farrow relata cómo consiguió sacar adelante un reportaje sobre los abusos sexuales de Harvey Weinstein, uno de los productores más poderosos de Hollywood protegido por dinero y por una conspiración de silencio.

Esta es la historia de las tácticas de vigilancia e intimidación desarrolladas por hombres ricos y poderosos para amenazar a periodistas y silenciar a las víctimas. Aporta además una serie de historias demoledoras de mujeres que arriesgaron todo para revelar la verdad y alentar un movimiento global.

Por Carmen López

Ciudad de México, 11 de julio (ElDiario).- En el primer capítulo de la cuarta temporada de la serie The Good Fight, la protagonista se despierta en una realidad que no comprende. Todo le indica que la presidencia de Trump fue una pesadilla demasiado vívida que había tenido la noche anterior y que Hillary Clinton es la auténtica inquilina de la Casa Blanca. Diane Lockhart descubre al llegar a su bufete que es la nueva representante de Harvey Weinstein, el famoso productor de cine.

En esa dimensión, no existe el movimiento #MeToo, ni se toman demasiado en serio los rumores sobre acoso sexual que apuntan al magnate de Hollywood. Horrorizada, menciona como argumento el trabajo del periodista Ronan Farrow y su socio le pregunta incrédulo si se refiere a la investigación chapucera de la NBC. En esa realidad, Weinstein se ha salido con la suya y las mujeres no pueden decir nada: ya tienen una Presidenta ¿qué más quieren?

Afortunadamente para las víctimas y, por qué no decirlo, para el periodista, esa historia es solo ficción aunque podría no haberlo sido. Farrow lo cuenta en su último libro titulado Depredadores que la editorial Roca acaba de publicar en España traducido por María Enguix Tercero. Un relato al detalle de cómo consiguió sacar adelante el reportaje sobre los abusos sexuales de Weinstein y otros poderosos estadounidenses como Matt Lauer (presentador del programa televisivo de la NBC Today Show), pese a muchas dificultades.

La información sobre el escándalo de Harvey Weinstein publicada en la revista The New Yorker y que le valió el Premio Pulitzer a Farrow en 2018 —compartido con otros periodistas de The New York Times que también cubrieron la historia— es mundialmente conocida. De hecho, la última acusación de abusos sexuales al productor, que ya está en la cárcel con una condena de 23 años, se presentó hace apenas un mes.

El público ya sabía antes de que saliese el libro que la investigación de Farrow fue el detonante del movimiento de denuncia #MeToo, iniciado por las mujeres de Hollywood en 2017 y que después se extendió a trabajadoras de otras industrias. También conocía los nombres de las implicadas, las vejaciones a las que fueron sometidas y demás detalles escabrosos del escándalo, así que el libro tenía que ofrecer algo distinto. Y el periodista, ya convertido en estrella, hizo una apuesta segura: contar su propia historia.

Con buen olfato comercial o muy buenos asesores editoriales (posiblemente ambos), supo transformar lo que podría haber sido un informe solo interesante para periodistas aún creyentes en su profesión en un libro superventas. Un thriller de más de 400 páginas sobre espionaje, periodismo, víctimas y pudientes magnates, que tiene como héroe a un famoso que se humaniza, aunque él ha dicho que no debe ser el foco de atención.

Según declaró en el programa de televisión de Rachel Maddow, haciendo alusión a su trabajo y al de la periodista Jodi Kantor de The New York Times: “al final nosotros estamos al servicio de esas mujeres, que están haciendo algo muy duro, y espero que la gente oiga sus voces y se centre en eso”.

Su intención posiblemente fuese esa, pero inevitablemente en el libro el protagonista es él, un joven y aguerrido periodista que lucha junto a su compañero Rick McHugh por sacar una verdad a la luz. Contra ellos está el malvado poderoso que intenta tumbar la historia con dinero, presiones e incluso espías israelíes. Alguien le recomienda que se compre una pistola, una amiga le deja un piso seguro y guarda documentos en una caja fuerte. Cuando la compañía de televisión le da vía libre para llevarse la historia a otro medio, entra por las puertas de la prestigiosa The New Yorker y da el salto de gracia. La serie basada en el libro está tardando en llegar.

Aunque puede haberle metido algo de literatura a la trama para hacerla un poco trepidante, constantemente deja claro que los hechos y las declaraciones fueron debidamente contrastados antes de la publicación del artículo. Junto a él trabajaron el editor de la revista David Remnick, su equipo de verificadores y su departamento jurídico. No se pueden dejar flecos sueltos en una historia de tal calibre y la publicación neoyorquina goza de una reputación intachable.

Sin embargo, el pasado 17 de mayo, The New York Times publicó un artículo firmado por el columnista Ben Smith titulado ¿Es Ronan Farrow demasiado bueno para ser verdad?. En él se intenta desmontar el libro de Farrow, poniendo en duda la verificación de algunas fuentes y dejando la duda de que quizás algunas cosas no pasaron exactamente como las narra.

“Mr. Farrow, 32, no es un cuentista. Sus informaciones pueden ser confusas, pero no se inventa cosas. Sin embargo, su trabajo revela la debilidad de un tipo de periodismo que ha prosperado en la era de Donald Trump: si los reporteros nadan hábilmente siguiendo las mareas de las redes sociales y producen información perjudicial sobre las figuras públicas que no gustan a las voces más potentes, las viejas reglas de equidad y mentalidad abierta pueden parecer más impedimentos que imperativos periodísticos esenciales”, sentencia Smith.

La reseña revela bastante inquina contra el periodista, aunque no es de extrañar que suscite recelos o envidias. Actualmente es uno de los periodistas de investigación más famoso de Estados Unidos, tiene un contrato de tres años con HBO para producir documentales y se codea con famosos. Además —y aunque Smith puntualiza que él no trabajó en él— el artículo del Times sobre Weinstein quedó sepultado por el de Farrow.

De hecho, el autor cuenta en el libro cómo el miedo a que el periódico lo publicara antes, se desvaneció al ver que aportaba una información más floja que la suya. Poco después, The New Yorker lanzó el de Farrow y se llevó la gloria. Quizás la herida aún escueza.

UNA VIDA EN PRIMERA PLANA

La trayectoria de Ronan Farrow es excepcional, aunque eso también se sabía antes del boom de su artículo y posterior libro. Hijo biológico de Mia Farrow y Woody Allen (aunque en 2014 su madre reveló que quizás su padre fuese Frank Sinatra y la red está llena de fotos comparándolos), ha sido famoso desde que nació en 1987.

Acudió a un colegio para niños superdotados, con 15 años se licenció en filosofía y posteriormente en derecho por la Universidad de Yale. Trabajó para el Departamento de Estado en Pakistán y Afganistán y fue asesor de Hillary Clinton. Antes de trabajar para la NBC en el departamento de reportajes de investigación había escrito para medios como The Washington Post y había tenido su propio programa de televisión.

Su nombre ha salido en los tabloides más de lo que él habría querido. Su hermana Dylan acusó a Woody Allen de haber abusado de ella cuando tenía siete años e inevitablemente el caso se publicó en todos los medios. Y, para colmo, el director de cine se casó con otra de sus hermanas, Soon Yi, hija adoptiva de Farrow.

Las acusaciones de Dylan nunca llegaron a probarse —el proceso fue largo, estuvo lleno de reproches públicos, abogados, detectives y demás enredos— y hasta hace unos años, Ronan intentó desvincularse de toda la historia. Como cuenta en el libro, le pidió varias veces a Dylan que pasara página y lo olvidase todo.

Sin embargo, cuando empezó a hablar con las fuentes de su reportaje sobre Weinstein y el resto de depredadores, se puso en contacto con su hermana para pedirle consejo y según avanzaba en su trabajo, más empatizaba con ella. Tanto, que la animó a retomar la historia y llevarla a los medios.

El último encontronazo público con su padre —en el libro sólo lo refiere como Woody Allen—, fue con motivo de las memorias del cineasta. La editorial que las compró en un principio, Hachette, es la misma que publicó el libro de Farrow, quien expresó públicamente su incomodidad. Además, un grupo de trabajadores amenazó con dimitir si la empresa seguía adelante, así que fue Arcade Publishing la que finalmente se hizo con ellas.

La editorial Roca tiene pensado publicar próximamente War on Peace, otro superventas que escribió antes que Depredadores. Él sigue escribiendo en The New Yorker, trabajando con HBO y ganando seguidores en Twitter. Mientras tanto, su público está a la espera de una nueva exclusiva sobre algún famoso acusado de abusos sexuales, su especialidad.

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RESEÑA | El miedo del portero al penalti, el relato que catapultó a la fama a Peter Handke en 1970

sábado, junio 13th, 2020

Gruppe 47 fue un movimiento de autores alemanes que, desde 1946 hasta su disolución en 1977, agitó el mundo de las letras con obras que desplazaron los contenidos históricos canónicos para enfocarse en aspectos como la riqueza de las culturas populares y fenómenos sociales como la migración.

Un ejemplo de dicha experimentación estética es este libro de Handke, que se volvió un éxito en 1970 y ahora llega la reimpresión de Alfaguara bajo la traducción de Pilar Fernández. Una gran forma de iniciarse en la obra del autor austriaco reconocido con el Premio Nobel de Literatura 2019.

Por Carlos Priego Vargas

Ciudad de México, 13 de junio (LangostaLiteraria).- Se conoce como Gruppe 47 al movimiento de autores alemanes que desde 1946 agitaron el mundo de las letras teutonas y que culminó con la publicación de grandes obras de la narrativa contemporánea.

Antes de eso las letras alemanas se encontraban invadidas por la seguridad que les daba la publicación de nuevos títulos que tendían a circunscribirse a estilos y géneros consolidados y a los que se les reprochaba la falta de originalidad, languidez, redundancia temática y, sobre todo, la pérdida de sustancia artística.

Pero autores como Gabriele Wohmann, Hans Magnus Enzensberger, Hans Werner Richter o Peter Handke buscaban reaccionar frente a ese atascamiento y contemplaron la necesidad de trabajar en una renovación existencial anteponiendo la exploración del sujeto mediante la literatura y resaltando la crisis de la individualidad.

A la vez, con la consigna de apoyar a jóvenes autores, el grupo trató de incluir en los contenidos literarios nuevos temas como la autorreflexión, la introspección de la vida cotidiana y el mundo fantástico de los sueños, sin dejar de lado las implicaciones políticas y la crítica social. Todo lo anterior impulsó una literatura cargada de experiencias personales subjetivas –en ocasiones limítrofes– e incluso autobiográficas.

Este nuevo movimiento no tardó en transmitir al mundo una nueva imagen humanista de Alemania que a partir de ese momento estuvo marcada por dos grandes eventos literarios: La Feria del libro de Fráncfort y los encuentros anuales del Gruppe 47–que se celebraron de 1947 hasta su disolución en 1977–.

Las propuestas de los integrantes de este grupo se apartaron de la definición de arte y dejaron a un lado los contenidos históricos canónicos que dictaron la dirección del panorama narrativo, por mucho tiempo, para luego rehacerlo poniendo especial atención en aspectos antes excluidos como la riqueza de las culturas populares, los fenómenos sociales –como la migración– y sus repercusiones.

Este movimiento no tardó en calar en el mercado editorial. ¿Sus motivos?, el soplo de aire fresco que el mundo literario esperaba y donde a partir del uso de juegos de lenguaje, de paradojas, pastiches y la fragmentación narrativa llevaron al lector a enfrentarse a obras reconocidas como ficción pero que contenían una alta carga de ambigüedad, discontinuidad e inmanencia.

Aunque fue hace varias décadas cuando el Grupo del 47 inició su labor, en los últimos años varios de sus integrantes han sido galardonados con los premios literarios más prestigiosos. Gracias a los reconocimientos y a la gran multitud de obras que fueron leídas en las reuniones al interior del grupo podemos afirmar que el Grupo del 47 supuso una revolución dentro de la literatura que antaño parecía estancada.

Un ejemplo de esa experimentación estética es El miedo del portero al penalti, relato escrito por Peter Handke que se volvió un éxito y lo catapultó a la fama en 1970. Fue, en 1994, publicado por primera vez en español por editorial Alfaguara bajo la traducción de Pilar Fernández y luego reimpreso en 2019.

Alejado de los grandes relatos y de la presencia de héroes inmortales, Handke plantea un texto corto que no utiliza el modelo clásico de trama planteado por Aristóteles. Es decir, no está organizado en función del planteamiento – nudo – desenlace; si no que la trama fluye de principio a fin como una secuencia narrativa y que en algunos casos se asemeja mucho más a una imagen de carácter fotográfico.

Así se presenta la historia de un sujeto moderno, Josef Bloch, un antiguo portero de fútbol y, hasta el momento en el que comienza el libro, mecánico de profesión, quien por razones desconocidas es despedido de su trabajo, hecho que lo obligará a replantearse y comenzar una nueva vida.

A partir de ahí partirá un viaje que vivirá escrupulosamente a cada momento, pero que al mismo tiempo atravesará como si una nube borrosa lo envolviera todo. Durante el relato el protagonista visitará cines, bares, hoteles y cometerá un crimen, pero ninguno de esos hechos logra crear un cargo en su consciencia. Lo único que es claro son los recuerdos de su época de futbolista que se presentan de vez en vez durante la obra.

Al ser un texto que se pensó como un guion de cine, para construir este relato Peter Handke utilizó un lenguaje sencillo, apoyado en el constante uso de imágenes y descripciones minuciosas como si la intención fuera acercar al lector a una experiencia más realista.

Los hechos en la vida del protagonista son casi irrelevantes, pero las escenas descritas dan la sensación de enfrentarse a una reproducción fiel –casi fotográfica– de la realidad que vive. Para encontrar alguna de esas escenas hiperreales bastará con abrir el libro prácticamente en cualquier página. Otro elemento significativo es el vacío que retrata en la obra.

Narrada en tercera persona, se ilustran de manera notable únicamente los detalles domésticos y expone una realidad observada a consciencia donde lo más alarmante es, aparentemente, el protagonismo de lo banal. Más que tratarse de la historia de una partida hacia otro lugar u otra realidad para comenzar una nueva vida, se trata de una ausencia, de un abandono interno hacia lo profundo de la existencia de Josef Bloch.

Con el característico estilo ligero y preciso del autor austriaco para mostrar las expresiones humanas, la obra de Hanke no está orientada a desarrollar un juego detectivesco o un acertijo a descifrar. Es un texto más bien psicológico que demanda voluntad y tiempo, además de una lectura dedicada y atenta, incluso de lecturas repetidas. Por demás es una buena manera para iniciarse en la obra de este autor reconocido con el Premio Nobel de Literatura 2019.

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RESEÑA | El hijo, de Philipp Meyer, la épica historia sobre una familia y el origen de Texas

sábado, mayo 30th, 2020

El hijo trata de tres personajes que se rebelan a los modelos de su tiempo: Eli, quien aprende una nueva forma de vivir con un pueblo originario; Pete, quien no acepta la violencia de su familia y Jeanne Anne quien actúa contra las expectativas impuestas por una comunidad machista.

Para la construcción identitaria del texano en esta obra, los lazos mexicanos son igual de relevantes que los lazos con los pueblos originarios. El autor muestra que Texas acepta y se enorgullece del aporte identitario, pero reniega su cara hispana.

Por Ariel Omar Orenday Martínez

Ciudad de México, 30 de mayo (LangostaLiteraria).- La novela El hijo, de Philipp Meyer fue publicada originalmente en 2013 y es una novela con rasgos de historia de vaqueros, drama de colonos visionarios y ambiciosos. Muchos la han descrito como una historia épica sobre el origen de Texas y recalcan que es una descripción de las vicisitudes que sufre una familia rica y poderosa.

Aunque la importancia que se le ha dado al tema de los “problemas de los poderosos” no les hace justicia a las diferentes preocupaciones reflejadas en el libro. A grandes rasgos, El hijo trata de tres personajes que trascienden por rebelarse a los modelos de su tiempo.

Por un lado está Eli, quien es secuestrado por los comanches y con ellos encuentra una forma de vivir que no podrá conciliar con las demandas de la Texas modernizada. Por otro, su hijo Pete no acepta la violencia innata a la riqueza de su familia; opta por separarse de ellos y enmendar a su manera viejos pecados. Por último, su bisnieta Jeanne Anne gastará su vida tratando de rebelarse a las expectativas impuestas por una comunidad machista y adinerada.

Los tres personajes comparten— y son casi cautivos — de la misma parcela por más de ciento cincuenta años, la cual se transformará a la par de las exigencias impuestas por su colonización y urbanización. Así, la prosperidad de los McCullough crece mientras la tierra es devastada.

El nombre de la novela parece una evocación simbólica de la independencia y transformación de la propia Texas desde su separación de México. No es coincidencia que Eli McCullough comparta fecha de nacimiento con la firma de la Declaración de Independencia texana. Se podría decir que él es el hijo de la nueva república y que su vida es una alegoría del nacimiento de esta nueva nación.

Siguiendo este análisis, se pueden hacer reflexiones más interesantes que aquellas centradas en “la búsqueda del poder”. Por ejemplo, que los lazos identitarios con los pueblos originarios son más prominentes de lo que al gobierno estadounidense le gustaría admitir, sobre todo en tiempos donde la frontera colonizada apenas era una idea en la mente de muchos aventureros.

Gracias a las anécdotas de Eli podemos ver cómo la importancia al mérito alimentaba la vida de los pueblos originarios. No sólo en sus luchas, sino también en el demostrarse autosuficiente e independiente ante la naturaleza y entre los compañeros de una aldea. Eli, rebautizado Tiehteti, aprenderá esta manera de vivir en su ocaso, donde la interacción cada vez más obligada con los colonos, y no las batallas, será lo que lleve al borde de la extinción a los grandes pueblos nativos.

Desde entonces, volver a esta vida de libertad silvestre y absoluta será la principal motivación del joven McCullough. Hecho rangeramericano, resignificará la tradición comanche del hurto como forma de restitución, convirtiéndola en una justificación para sus saqueos indiscriminados. Al finalizar la guerra de secesión, Eli se alzará como un gran ganadero a costa de la rapiña. Buscará su libertad en la máxima riqueza posible.

Siguiendo con la construcción identitaria del texano para esta obra, los lazos mexicanos son igual de relevantes que los lazos con los pueblos originarios. El tercer hijo de Eli, Peter, se rebelará ante la violencia que su padre y sus compañeros estadounidenses practican contra los habitantes mexicanos.

Si bien la ley suprema del oeste es impartir justicia “a mano propia”, la masacre que cometen los McCullough es excesiva, pero la autoridad del pueblo no tiene problemas en mirar a otro lado y construir una historia más adecuada.

Por dos años Peter vivirá bajo la sombra acosadora de los horribles actos de su estirpe, a la vez pierde toda independencia ante las decisiones de su padre y su esposa. Para él, la libertad vendrá después de ser absuelto por los crímenes de su familia.

Finalmente, Jeanne Anne McCullough es la heredera tanto de la riqueza a mano armada de su bisabuelo Eli, como de la tradición silvestre del vaquero y de las faltas pasadas de su familia. En ella se conjurarán todas estas condiciones familiares y sociales, y a través del filtro de su propia feminidad es que responderá a la pregunta obligada: ¿qué es la libertad y cómo conseguirla?

Su vida será arrastrada por las pasadas decisiones familiares mientras ella trata de imponerse mediante sus propias acciones. Llena de inseguridades pero de carácter fuerte, navegará de una idea de libertad a otra, sin nunca sentirse completa. Obtendrá liberación sexual, independencia y soberanía económica con el debido tiempo.

Sin más dónde buscar, y sin poder justificar su vida en la búsqueda de dinero que le llega casi como un subproducto de su propio status, su vida escapará de sus manos a la par de que su conciencia huye de su cuerpo en sus últimos momentos de vida.

Jeanne es el primer miembro de la familia que no cuenta su historia por sí misma; en cambio, un ente omnipresente retoma todos sus recuerdos desde niña, casi como si estuviese viendo la película de su vida. Se proyectan sus recuerdos frente a sus propios ojos sin opción a negarse; una última oportunidad de reflexionar acerca de su vida.

Aquí, El hijo da un vuelco a la historia con la aparición de un miembro inesperado. El autor abre camino a una pregunta: ¿quién se puede llamar hijo de Texas?

Pensemos: ¿qué vena de la identidad del colono cegó el “destino manifiesto” y la expansión industrial norteamericana? Meyer da a entender que Texas acepta y se enorgullece del aporte identitario fruto de la relación que estableció con los pueblos originarios, pero reniega con mayor fuerza su cara hispana.

Aquellos eran tiempos donde ser racista era parte importante para existir. ¿Hoy será posible una reconciliación? Y, al mismo tiempo, Meyer parece hacerles una pregunta general a los estados fronterizos: ¿cuándo y cómo traicionaron esa querida libertad que el gran oeste les otorgó sin buscarla?

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RESEÑA | El banquete celestial, de Donald Ray Pollock: un western hecho novela para el siglo XXI

sábado, mayo 23rd, 2020

Como fondo de esta novela avasalladora, cómica a ratos, tenemos la Gran Guerra y el panorama rural de un Estados Unidos al que comienza a llegar la modernidad y en el que aún se pueden ver grandes actos de racismo.

Con historias entrelazadas y peculiares personajes, Pollock deja claro que la bondad es posible en personas y sitios donde no hubiéramos pensado encontrarla, mientras que la maldad se esconde bajo máscaras de buenas intenciones y galantería.

Por Yessica Paola Puga Ferral

Ciudad de México, 23 de mayo (LangostaLiteraria).- El banquete celestial, de Donald Ray Pollock, es una novela con diversas historias entrelazadas, las cuales nos llevan en un viaje desde la frontera entre Georgia y Alabama hasta Meade, en Kansas. Como fondo tenemos la Gran Guerra y el panorama rural de un Estados Unidos al que comienza a llegar la modernidad y en el que aún se pueden ver grandes actos de racismo.

El punto de partida de este gran viaje es la vida de Pearl Jewett y sus tres hijos, Cane, Cob y Chimney, quienes trabajan arduamente para un terrateniente rico de apellido Tardweller, el cual les malpaga y los explota. Sin poder salir de su miseria y tras la muerte de su padre, los tres chicos empiezan una vida de bandoleros, motivados por un relato pulp llamado Vida y epóca del sanguinario Bill Bucket. Como consecuencia emprenden una travesía para llegar a Canadá, pues son varios los que buscan sus cabezas y ofrecen una buena recompensa por ellas.

La personalidad de los chicos es un recurso que desencadenará cada uno de los eventos posteriores. Por su parte, Cane es el más sensato y mesurado de los tres hermanos. Su intención es robar algunos bancos para salir de la miseria y tener una vida digna, pero con la firme convicción de no robar ni matar nunca más después de eso. Él es quien cuida y protege a Cob, el hermano idiota, quien logrará la simpatía de los personajes con los que se cruza en el camino.

Las acciones y diálogos de Cob nos moverán tanto a la risa como a la ternura, pues son inocentes y desinteresados. Por otro lado, Chimney es el más impulsivo de los tres, quien sólo piensa en prostitutas y sexo, probablemente por ser el hermano menor y porque es el más interesado en tener una vida como la del sanguinario Bill.

A la par se nos cuenta la historia de Ellsworth Fiddler, un granjero cualquiera de Ohio que busca a su hijo, quien se escapó de casa recientemente para unirse, según, al ejército. Cabe mencionar que a Ellsworth lo estafaron un año antes de los acontecimientos, por lo que su existencia quedó reducida a vivir el día a día junto con su esposa Eula; la culpa lo consume al notar la decadencia en la que ambos están hundidos y las pocas probabilidades de salir de ahí.

Nos encontraremos con algunas otras historias conforme avanza la novela. Como la del teniente francés de apellido Bovard, quien intenta ocultar su homosexualidad y desea luchar en el frente durante la guerra en Alemania, pues imagina una muerte heroica en batalla como aquellas relatadas por sus adorados autores grecolatinos. También conoceremos a Jasper Cone, un limpiador de letrinas que se siente mal consigo mismo por poseer un atributo sexual muy grande, el cual su madre religiosísima calificaba de monstruosidad.

Lo más interesante de la pluma de Pollock es la agilidad con que logra que cohabiten historias tan dispares en un mismo espacio, al tiempo que dota a cada uno de sus personajes de rasgos particulares y muy definidos que nos dan una idea tanto de su pasado como de su actual situación, por lo cual es fácil sentirnos atraídos hacia cada uno de ellos e inclusive tenerles simpatía.

Hay que resaltar que todos estos personajes comparten situaciones de vida precarias, de trabajo duro y sin descanso, lo que es posible percibir en sus modos de habla e intereses; por esto pueden parecer simples en un primer momento, pese a que conservan rasgos entrañables en sí mismos y tienen deseos tan comunes a cualquier humano como una buena cena, vivir junto a una familia acogedora o contar con un amigo.

Asimismo, a lo largo de la novela se pueden reconocer las distintas acciones racistas hacia los negros y algunos prejuicios que prevalecían hacia ellos, pero también todo el espectro de vividores, proxenetas, psicópatas y estafadores que conviven a diario con personas que eventualmente serán sus víctimas. Esto es lo que permite que la obra adquiera tesituras reveladoras y sorprendentes, pues éstas llegan en cuanto esperábamos un poco más de acción. Este mundo es de personajes grises con vidas ruinosas de las cuales buscan escapar o al menos sobrevivir, ya sea que hayan llegado ahí por mera coincidencia o por el curso natural de su desafortunada vida.

La historia final de este western (el cual no estoy segura de llamarlo como tal, pues ocurre en el Este) se da en Meade, en tugurios como el Establo de las Putas y el único bar a la redonda conocido como Blind Owl. De hecho, parece muy adecuado que la recta última de esta convergencia entre historias tenga que suceder en un lugar tan corroído como esta ciudad, pues enfatiza aquellas cualidades de las que “carecen” los personajes desde su nacimiento.

Y digo lo anterior entre comillas porque es difícil precisar quiénes son “los malos” y “los buenos”. Porque como bien lo menciona Pollock en una entrevista: “No escribo cuentos de hadas. Seamos realistas: aunque la mayoría de las personas suelen ser amables y cariñosas, unas cuantas son malas”.

Y esto es El banquete celestial: una novela avasalladora, cómica a ratos, que deja claro que la bondad es posible en personas y sitios donde no hubiéramos pensado encontrarla, como en asesinos o prostíbulos; mientras que la maldad se esconde bajo máscaras de buenas intenciones y galantería, en personas comunes y corrientes con quienes convivimos todos los días.

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