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1911. La batalla de Ciudad Juárez: el origen de un hecho que determinó la Revolución mexicana

sábado, junio 6th, 2020

Este ejemplar, publicado en 2003 bajo el sello Cuadro por Cuadro, narra detalladamente el desarrollo de un acontecimiento determinante para la Revolución, pero menospreciado por la historiografía oficial.

Pedro Siller presenta los antecedentes de la contienda, registra a los verdaderos responsables de la revolución, y subraya la labor de los fotoperiodistas, quienes arriesgaron su vida para dejar un testimonio gráfico.

Por José Vargas

Para mi mamá, mi tía y mi mami,
que le regalaron este libro a mi tata en navidad.

Ciudad Juárez, Chihuahua, 6 de junio (JuaritosLiterario).- 1911 La batalla de Ciudad Juárez ∕ 1. La historia, lo escribió el doctor Pedro Siller como resultado de una investigación que realizó junto con Miguel Ángel Berumen, autor del segundo volumen dedicado al archivo gráfico de la contienda.

Ambos ejemplares se publicaron en 2003 bajo el sello editorial Cuadro por Cuadro, Imagen y Palabra. El primer tomo narra detalladamente el origen y el desarrollo de un acontecimiento histórico determinante para la Revolución mexicana, el cual, hasta hoy, ha sido menospreciado por la historiografía oficial.

«Por años detesté la frase “el libro que marcó mi vida”. Me parecía bastante cliché, de booktuber. Hasta que descubría el porqué. En casa nunca hubo una biblioteca; mis padres jamás leyeron un libro completo. Pero en la de mi abuelo materno sí, el cual proviene de una familia del sur del estado. Su padre, descendiente de un mestizo y una española, se robó de Santa Bárbara a su esposa, quien, como alguna vez afirmó, provenía de una familia de migrantes franceses. Huyeron en un tren. “Me robó”, con esas palabras mi bisabuela me narró parte de su historia una de las últimas navidades que pasé en su casa, cuando ya todos dormían y me encontró en la cocina sirviéndome más pavo. Me contó que esa fue la última vez que vio a su familia; ya que luego, junto con su pareja, recorrió Chihuahua en un vagón hasta llegar a Juárez. Una promesa de vida. El inicio de una familia que se ha extendido hasta el punto de desconocer el total de sus integrantes.

Por su parte, mi tata, como lo he llamado toda la vida, formó parte de la Liga Comunista 23 de septiembre. Por ello, estuvo a punto de no casarse con mi abuela, ya que en 1972 lo detuvieron por secuestrar camiones y ella pensó que la había abandonado. Cuando se escapó juró no volver a esas andadas. Hasta el día de hoy pinta, canta, toca la guitarra, y, sobre todo, lee. Diariamente, al levantarse a las 4 de la mañana, devorara libros durante horas hasta que el desayuno se sirve. De niño pasé muchos días en su casa, tantos que a mi abuela la llamo mami. Una de mis aficiones consistía en buscar entre los libreros algún ejemplar que llamara mi atención. Nunca había conocido un lugar con tantos libros. Había de todo, pero resaltaban los textos sobre historia prehispánica y el viejo oeste. Muchas tardes sorprendí a mi Tata mirando algún spaguetti western después de tomarse un café en la terraza.

El 21 de diciembre de 2003, con nueve años de edad, me encontraba en casa de mis abuelos. Por la ventana miraba caer la nieve. Mi mamá me prometió que en Navidad iríamos a ver una película que me gustaría: The Lord of the Rings. En la cocina hacían tamales. Olía a chile colorado cuando llegó mi tata; así que, sorprendidas, mi madre y tía corrieron a esconder su regalo que aún no terminaban de envolver. En Noche Buena, en casa de mi bisabuela, abrimos los presentes. Aún mantengo el recuerdo de la cara de asombro de mi Tata al desenvolver el suyo: 1911 La batalla de Ciudad Juárez ∕ 1. La historia, cuyo autor sería, muchísimos años después, mi profesor en la licenciatura de Historia de la UACJ. El enorme libro contaba la historia de unos pistoleros que habían tomado la ciudad hacía casi cien años, disque para hacer una revolución. Dejé mis obsequios y corrí a ver el libro. Contenía una gran cantidad de fotografías que nunca había visto. “¡Esa es la iglesia del centro, Tata!”, grité. “Sí, mijo, esa es. Este es el mercado que está enfrente, mire.” Mis primos continuaban jugando con sus figuras de Gandalf, Aragorn y Légolas; yo solo quería acabarme el libro. Por semanas, cuando visitábamos su casa, lo primero que hacía era buscarlo, observaba una y otra vez todas las fotos y leía pequeños fragmentos hasta que mucho tiempo después lo terminé».

Antes de la investigación de Siller, no existía texto alguno sobre la Casa de Adobe, la cual, durante varias semanas, fungió como oficina presidencial. Tampoco se había ahondado en las figuras de Pascual Orozco, Abraham González y Giuseppe Garibaldi; menos, en la labor de los fotoperiodistas, quienes arriesgaron su vida para dejar un testimonio gráfico de los últimos días del viejo oeste. El libro del historiador oriundo de Chiapas registra de manera escrita y gráfica a los verdaderos responsables de la revolución; pues, como sabemos, después de la Decena Trágica todo se convirtió en una Guerra Civil. A partir de este texto, comenzaron a surgir otros que abordan dicha perspectiva. En ese sentido destaca Del Cerro Bola al Rio Bravo: Soldados de fortuna, forajidos e insurrectos durante la rebelión maderista en la frontera (1910-1911), de Reidezel Mendoza, el cual rescata, nombre por nombre, la identidad de muchos de los personajes, salidos de una película de tiroteos, que lograron la renuncia de Porfirio Díaz.

«Pasaron los años y, debido a diversas situaciones, dejamos de visitar a mis abuelos. Perdí el interés por los libros. Solo quería escuchar música y ser John Lennon. Detestaba la escuela y juraba que terminando la preparatoria haría una banda y me volvería famoso. ¡JA! En quinto semestre comenzó la presión. “¡Tienes que estudiar! ¡Necesitas ser alguien en la vida!” Me ponía los audífonos y reproducía una y otra vez Nowhere man de los Beatles. No sé qué sucedió después, pero de repente me encontraba en clases de Historia. Aún desconozco porqué elegí eso, pues estaba en contra de los libros, de los discursos oficiales, de todo. 17 años después de aquel 24 de diciembre, el libro que me maravilló en casa de mi Tata, ha vuelto a mí. Ahora, caigo en la cuenta de que ese libro marcó mi vida. Ha sido el responsable de mi constante necesidad por visitar el pasado y conocer el espacio que habito. Debido a él me atreví a cuestionar a mi bisabuela aquella penúltima Noche Buena que pasé a su lado; le preguntaba a mi Tata sobre los días de guerrilla; me quedaba horas mirando las fotografías colgadas en las paredes de las casas a donde iba; deambulaba por el centro de Ciudad Juárez nada más para entrar a la Misión de Guadalupe e imaginar la batalla. Gracias a ese libro estudié historia y sigo escribiendo sobre los rebeldes olvidados».

A lo largo de un prólogo y nueve capítulos, Siller narra la batalla ocurrida desde el Río Bravo hasta el sur de la ciudad en donde se encontraba el cuartel general de los militares. Asimismo, presenta los antecedentes de la contienda y los previos fracasos al intentar tomar otros poblados como Casas Grandes.

De igual forma, reconstruye los días posteriores al triunfo militar y las distintas versiones sobre el altercado entre Madero y Orozco, quien estuvo a nada de derivar al líder en un tiroteo. Sin embargo, el gran valor de esta obra, más allá de la reconfiguración de un suceso prácticamente olvidado e ignorado, radica en la amplia capacidad narrativa y en la sensibilidad del autor.

Quien lee 1911 La batalla de Ciudad Juárez no se enfrenta a las dificultades de un texto histórico común de la academia, lleno de citas y referencias teóricas que alejan al lector; sino que encuentra la voz de alguien que, apasionadamente, busca contarnos algo de suma importancia para él. Siller no pretende impresionar a los colegas “expertos”, pues su interés consiste en brindarle un regalo al pueblo fronterizo.

Un obsequio envuelto en un libro de gran formato, el cual nos muestra sin tapujos nuestra historia, el rostro de nuestra gente de a pie que en medio de un tiroteo carga con una máquina de coser para entregársela a su pareja; la que aguanta la bravura del clima, el frío que yaga la piel y el calor que seca el cabello; la que convive con la violencia desde que se fundó este pueblo “porque no hay de otra”; la que ante la injusticia se levanta y se manifiesta. Gente que se resiste al olvido desde el desierto.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE JUARITOS LITERARIO. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

ENSAYO desde Juárez | Huellas de la Toma, segunda parada: la batalla contada desde la fotografía

sábado, mayo 30th, 2020

En el segundo tomo de 1911 La Batalla de Ciudad Juárez (2003), Miguel Ángel Berumen se adentra, a través de imágenes, en uno de los episodios más importantes de la historia de la frontera. El autor fija su atención en el pueblo, el cual atestiguó una lucha que cambió el curso de nuestra nación.

El libro se aparta de la mirada oficial que narra los hechos desde el discurso centralista con sus figuras ya establecidas. Además destaca la importancia del estudio iconográfico al momento de analizar la historia local, nacional y el fotoperiodismo moderno.

Por Adolfo Abraham Cruz Carbajal

Ciudad Juárez, Chihuahua, 30 de mayo (JuaritosLiterario).- En el segundo tomo de 1911 La Batalla de Ciudad Juárez (2003), Miguel Ángel Berumen se adentra, a través de múltiples imágenes, en uno de los episodios más importantes de la historia de la frontera. El libro consiste en una investigación de los avatares de uno de los eventos coyunturales del movimiento revolucionario encabezado por Francisco I. Madero.

Más allá de centrarse en los protagonistas del acontecimiento, Berumen fija su atención en el pueblo, el cual atestiguo una lucha que cambió el curso de nuestra nación. De esta manera, la cotidianidad retratada por diversas lentes durante aquellos estrepitosos meses se convirtió en la fuente principal para recrear la contienda ocurrida entre el 8 y el 10 de mayo de 1911. El espacio fronterizo nos hace repensar una vez más la narrativa desde la fotografía.

Berumen nació en Ciudad Juárez en 1962. No obstante, su interés por la fotografía como documento para mirar la historia y su fascinación por el cine, surgió al estudiar sociología en la capital del país. Cuando volvió a la frontera se dedicó a promover el séptimo arte e investigar cómo fue la llegada del cine a los límites de la nación. Así descubrió el valor de la investigación iconográfica y volteó su mirada hacia los documentos que retrataron la Revolución Mexicana en el septentrión.

Berumen ha destacado como historiador, gestor cultural, productor editorial y museógrafo; en el 2005 publicó Pancho Villa, la construcción del mito y, gracias al libro aquí tratado, obtuvo el premio internacional Southwest Book Award. Dirigió por varios años el Museo Nacional de la Revolución Mexican, localizado en el sótano del monumento homónimo, y ahora labora como curador del Museo de la Revolución en la Frontera (MUREF). Entre sus proyectos más recientes destaca la coordinación de la exhibición La búsqueda de un ideal. La Constitución, la cual busca indagar si este documento cumplió con sus objetivos, y así generar una reflexión sobre los eventos que nos han posicionado en nuestro actual lugar como nación.

La Batalla de Ciudad Juárez II. Las imágenes se aparta de la mirada oficial que narra los acontecimientos desde el discurso centralista con sus figuras y monumentos de bronce ya establecidos, ya que Berumen erige su investigación a partir de un aspecto que la historiografía había pasado de largo: las fotografías. El autor entiende que su objeto de estudio no se prioriza en un área –la Historia– que tradicionalmente se basa en los documentos escritos; por ello, en la introducción enfatiza la importancia del estudio iconográfico al momento de analizar la historia local, la nacional y el fotoperiodismo moderno.

Asegura que, igual que los archivos, las imágenes aportan datos imprescindibles sobre la revuelta armada que cimbró a Ciudad Juárez; ya que uno de los aspectos que más llama sobresale de este evento radica en la atención mediática sin precedentes de la que fue objeto: más de cincuenta fotoperiodistas buscaban la primicia del cuadro que captara el mejor momento. Berumen se interesa en este aspecto, pues la frivolidad de los medios que acecharon a Juárez se intensificó a tal grado que, incluso los revolucionarios sucumbieron ante el encanto de la lente, conscientes del poder de las imágenes para ganarse la opinión pública.

La importancia de la fotografía consiste, sobre todo, en la preservación de la memoria y en las diversas lecturas que de ella pueden desprenderse. Aspecto del que se desprenden algunas de las principales interrogaciones de Berumen: “quiénes eran los personajes que aparecían en el encuadre, en dónde estaban, en qué fecha, los sucesos que describían, quién tomó las fotografías, qué motivó a los fotógrafos, cámaras utilizadas, cómo se difundieron esas imágenes, etcétera.” Los hallazgos realizados a partir de estas cuestiones sorprendieron al mismo autor debido a la variedad de fuentes iconográficas que localizó; por ejemplo, las postales producidas por fotógrafos paseños, quienes, con su amarillismo, construyeron un imaginario bastante bárbaro de la revolución norteña.

El británico Jimmy Hare es una de las figuras más importante entre la pléyade de fotógrafos extranjeros que arribaron a Ciudad Juárez, pues sus imágenes retrataron muy de cerca los días de la contienda y significan un registro detallado de los acontecimientos que surgían a cada instante. Debido a esto, Berumen le dedica gran parte de su investigación. De las más de cien fotografías de la Revolución Mexicana que se produjeron para la revista Collier’s, la mayoría surgió de la lente de Hare. Gracias a su obra, el investigador juarense estableció la ruta seguida por una de las columnas revolucionarias en esta frontera. Además, como prueba de su arrojo y determinación, resalta el episodio en donde, durante la toma de la Misión de Guadalupe, Hare se sube al techo de antigua iglesia para captar el momento en que los insurrectos tomaban el control de la ciudad.

El alcance de la imagen fotográfica sirvió también para intereses políticos; Francisco I. Madero lo sabía muy bien. Su llegada a Ciudad Juárez la mañana del 16 de abril de 1911 acaparó la atención en ambos lados de la frontera provocando el morbo de la población, como si de un espectáculo circense se tratara. La población paseña, incluso, hizo caso omiso a las advertencias del peligro al que se exponían si se aceraban a la línea de fuego. La frivolidad de este acontecimiento, de acuerdo a la investigación de Berumen, se evidencia a través de los escalofriantes anuncios que se publicaban en los periódicos locales:

“La forma más segura de ver la pelea es conseguirse unos binoculares y quedarse fuera de rango […]. Después de esta batalla viene un evento musical que no puede darse el lujo de perderse.” Era tal el magnetismo del bando rebelde que en una de las primeras victorias de Madero sobre las fuerzas armadas de Porfirio Díaz, el campamento maderista se inundó de “periodistas, fotógrafos y simpatizantes que llegaban desde El Paso […] propiciando cientos de momentos fotográficos.”

Un testimonio impreso en El Paso Herald confirma este ambiente de carnaval que evocaba una especie de territorio libre: “La multitud una vez más inundó el campo insurrecto el domingo […]. Los insurrectos estaban en el campamento como siempre, y fueron fotografiados aproximadamente 1723 veces por los corresponsales aficionados”.

La imagen de la Revolución que se formó a partir de las fotografías otorga una lectura nueva sobre este hecho histórico, pues un cúmulo de miradas detrás de las lentes armaron un discurso visual que no debemos ignorar. El aporte de Berumen en 1911 La Batalla de Ciudad Juárez II. Las imágenes resulta de suma valía para el lector contemporáneo, ya que lo invita a reflexionar y cuestionarse sobre la manera en que estamos acostumbrados a interpretar la historia. Al redefinir el imaginario que se nos ha impuesto por décadas, veremos con nuevos ojos no solo a los personajes históricos, sino también el valor del espacio fronterizo que habitamos.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE JUARITOS LITERARIO. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.