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1911. La batalla de Ciudad Juárez: el origen de un hecho que determinó la Revolución mexicana

sábado, junio 6th, 2020

Este ejemplar, publicado en 2003 bajo el sello Cuadro por Cuadro, narra detalladamente el desarrollo de un acontecimiento determinante para la Revolución, pero menospreciado por la historiografía oficial.

Pedro Siller presenta los antecedentes de la contienda, registra a los verdaderos responsables de la revolución, y subraya la labor de los fotoperiodistas, quienes arriesgaron su vida para dejar un testimonio gráfico.

Por José Vargas

Para mi mamá, mi tía y mi mami,
que le regalaron este libro a mi tata en navidad.

Ciudad Juárez, Chihuahua, 6 de junio (JuaritosLiterario).- 1911 La batalla de Ciudad Juárez ∕ 1. La historia, lo escribió el doctor Pedro Siller como resultado de una investigación que realizó junto con Miguel Ángel Berumen, autor del segundo volumen dedicado al archivo gráfico de la contienda.

Ambos ejemplares se publicaron en 2003 bajo el sello editorial Cuadro por Cuadro, Imagen y Palabra. El primer tomo narra detalladamente el origen y el desarrollo de un acontecimiento histórico determinante para la Revolución mexicana, el cual, hasta hoy, ha sido menospreciado por la historiografía oficial.

«Por años detesté la frase “el libro que marcó mi vida”. Me parecía bastante cliché, de booktuber. Hasta que descubría el porqué. En casa nunca hubo una biblioteca; mis padres jamás leyeron un libro completo. Pero en la de mi abuelo materno sí, el cual proviene de una familia del sur del estado. Su padre, descendiente de un mestizo y una española, se robó de Santa Bárbara a su esposa, quien, como alguna vez afirmó, provenía de una familia de migrantes franceses. Huyeron en un tren. “Me robó”, con esas palabras mi bisabuela me narró parte de su historia una de las últimas navidades que pasé en su casa, cuando ya todos dormían y me encontró en la cocina sirviéndome más pavo. Me contó que esa fue la última vez que vio a su familia; ya que luego, junto con su pareja, recorrió Chihuahua en un vagón hasta llegar a Juárez. Una promesa de vida. El inicio de una familia que se ha extendido hasta el punto de desconocer el total de sus integrantes.

Por su parte, mi tata, como lo he llamado toda la vida, formó parte de la Liga Comunista 23 de septiembre. Por ello, estuvo a punto de no casarse con mi abuela, ya que en 1972 lo detuvieron por secuestrar camiones y ella pensó que la había abandonado. Cuando se escapó juró no volver a esas andadas. Hasta el día de hoy pinta, canta, toca la guitarra, y, sobre todo, lee. Diariamente, al levantarse a las 4 de la mañana, devorara libros durante horas hasta que el desayuno se sirve. De niño pasé muchos días en su casa, tantos que a mi abuela la llamo mami. Una de mis aficiones consistía en buscar entre los libreros algún ejemplar que llamara mi atención. Nunca había conocido un lugar con tantos libros. Había de todo, pero resaltaban los textos sobre historia prehispánica y el viejo oeste. Muchas tardes sorprendí a mi Tata mirando algún spaguetti western después de tomarse un café en la terraza.

El 21 de diciembre de 2003, con nueve años de edad, me encontraba en casa de mis abuelos. Por la ventana miraba caer la nieve. Mi mamá me prometió que en Navidad iríamos a ver una película que me gustaría: The Lord of the Rings. En la cocina hacían tamales. Olía a chile colorado cuando llegó mi tata; así que, sorprendidas, mi madre y tía corrieron a esconder su regalo que aún no terminaban de envolver. En Noche Buena, en casa de mi bisabuela, abrimos los presentes. Aún mantengo el recuerdo de la cara de asombro de mi Tata al desenvolver el suyo: 1911 La batalla de Ciudad Juárez ∕ 1. La historia, cuyo autor sería, muchísimos años después, mi profesor en la licenciatura de Historia de la UACJ. El enorme libro contaba la historia de unos pistoleros que habían tomado la ciudad hacía casi cien años, disque para hacer una revolución. Dejé mis obsequios y corrí a ver el libro. Contenía una gran cantidad de fotografías que nunca había visto. “¡Esa es la iglesia del centro, Tata!”, grité. “Sí, mijo, esa es. Este es el mercado que está enfrente, mire.” Mis primos continuaban jugando con sus figuras de Gandalf, Aragorn y Légolas; yo solo quería acabarme el libro. Por semanas, cuando visitábamos su casa, lo primero que hacía era buscarlo, observaba una y otra vez todas las fotos y leía pequeños fragmentos hasta que mucho tiempo después lo terminé».

Antes de la investigación de Siller, no existía texto alguno sobre la Casa de Adobe, la cual, durante varias semanas, fungió como oficina presidencial. Tampoco se había ahondado en las figuras de Pascual Orozco, Abraham González y Giuseppe Garibaldi; menos, en la labor de los fotoperiodistas, quienes arriesgaron su vida para dejar un testimonio gráfico de los últimos días del viejo oeste. El libro del historiador oriundo de Chiapas registra de manera escrita y gráfica a los verdaderos responsables de la revolución; pues, como sabemos, después de la Decena Trágica todo se convirtió en una Guerra Civil. A partir de este texto, comenzaron a surgir otros que abordan dicha perspectiva. En ese sentido destaca Del Cerro Bola al Rio Bravo: Soldados de fortuna, forajidos e insurrectos durante la rebelión maderista en la frontera (1910-1911), de Reidezel Mendoza, el cual rescata, nombre por nombre, la identidad de muchos de los personajes, salidos de una película de tiroteos, que lograron la renuncia de Porfirio Díaz.

«Pasaron los años y, debido a diversas situaciones, dejamos de visitar a mis abuelos. Perdí el interés por los libros. Solo quería escuchar música y ser John Lennon. Detestaba la escuela y juraba que terminando la preparatoria haría una banda y me volvería famoso. ¡JA! En quinto semestre comenzó la presión. “¡Tienes que estudiar! ¡Necesitas ser alguien en la vida!” Me ponía los audífonos y reproducía una y otra vez Nowhere man de los Beatles. No sé qué sucedió después, pero de repente me encontraba en clases de Historia. Aún desconozco porqué elegí eso, pues estaba en contra de los libros, de los discursos oficiales, de todo. 17 años después de aquel 24 de diciembre, el libro que me maravilló en casa de mi Tata, ha vuelto a mí. Ahora, caigo en la cuenta de que ese libro marcó mi vida. Ha sido el responsable de mi constante necesidad por visitar el pasado y conocer el espacio que habito. Debido a él me atreví a cuestionar a mi bisabuela aquella penúltima Noche Buena que pasé a su lado; le preguntaba a mi Tata sobre los días de guerrilla; me quedaba horas mirando las fotografías colgadas en las paredes de las casas a donde iba; deambulaba por el centro de Ciudad Juárez nada más para entrar a la Misión de Guadalupe e imaginar la batalla. Gracias a ese libro estudié historia y sigo escribiendo sobre los rebeldes olvidados».

A lo largo de un prólogo y nueve capítulos, Siller narra la batalla ocurrida desde el Río Bravo hasta el sur de la ciudad en donde se encontraba el cuartel general de los militares. Asimismo, presenta los antecedentes de la contienda y los previos fracasos al intentar tomar otros poblados como Casas Grandes.

De igual forma, reconstruye los días posteriores al triunfo militar y las distintas versiones sobre el altercado entre Madero y Orozco, quien estuvo a nada de derivar al líder en un tiroteo. Sin embargo, el gran valor de esta obra, más allá de la reconfiguración de un suceso prácticamente olvidado e ignorado, radica en la amplia capacidad narrativa y en la sensibilidad del autor.

Quien lee 1911 La batalla de Ciudad Juárez no se enfrenta a las dificultades de un texto histórico común de la academia, lleno de citas y referencias teóricas que alejan al lector; sino que encuentra la voz de alguien que, apasionadamente, busca contarnos algo de suma importancia para él. Siller no pretende impresionar a los colegas “expertos”, pues su interés consiste en brindarle un regalo al pueblo fronterizo.

Un obsequio envuelto en un libro de gran formato, el cual nos muestra sin tapujos nuestra historia, el rostro de nuestra gente de a pie que en medio de un tiroteo carga con una máquina de coser para entregársela a su pareja; la que aguanta la bravura del clima, el frío que yaga la piel y el calor que seca el cabello; la que convive con la violencia desde que se fundó este pueblo “porque no hay de otra”; la que ante la injusticia se levanta y se manifiesta. Gente que se resiste al olvido desde el desierto.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE JUARITOS LITERARIO. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

ENSAYO desde Juárez | Huellas de la Toma, segunda parada: la batalla contada desde la fotografía

sábado, mayo 30th, 2020

En el segundo tomo de 1911 La Batalla de Ciudad Juárez (2003), Miguel Ángel Berumen se adentra, a través de imágenes, en uno de los episodios más importantes de la historia de la frontera. El autor fija su atención en el pueblo, el cual atestiguó una lucha que cambió el curso de nuestra nación.

El libro se aparta de la mirada oficial que narra los hechos desde el discurso centralista con sus figuras ya establecidas. Además destaca la importancia del estudio iconográfico al momento de analizar la historia local, nacional y el fotoperiodismo moderno.

Por Adolfo Abraham Cruz Carbajal

Ciudad Juárez, Chihuahua, 30 de mayo (JuaritosLiterario).- En el segundo tomo de 1911 La Batalla de Ciudad Juárez (2003), Miguel Ángel Berumen se adentra, a través de múltiples imágenes, en uno de los episodios más importantes de la historia de la frontera. El libro consiste en una investigación de los avatares de uno de los eventos coyunturales del movimiento revolucionario encabezado por Francisco I. Madero.

Más allá de centrarse en los protagonistas del acontecimiento, Berumen fija su atención en el pueblo, el cual atestiguo una lucha que cambió el curso de nuestra nación. De esta manera, la cotidianidad retratada por diversas lentes durante aquellos estrepitosos meses se convirtió en la fuente principal para recrear la contienda ocurrida entre el 8 y el 10 de mayo de 1911. El espacio fronterizo nos hace repensar una vez más la narrativa desde la fotografía.

Berumen nació en Ciudad Juárez en 1962. No obstante, su interés por la fotografía como documento para mirar la historia y su fascinación por el cine, surgió al estudiar sociología en la capital del país. Cuando volvió a la frontera se dedicó a promover el séptimo arte e investigar cómo fue la llegada del cine a los límites de la nación. Así descubrió el valor de la investigación iconográfica y volteó su mirada hacia los documentos que retrataron la Revolución Mexicana en el septentrión.

Berumen ha destacado como historiador, gestor cultural, productor editorial y museógrafo; en el 2005 publicó Pancho Villa, la construcción del mito y, gracias al libro aquí tratado, obtuvo el premio internacional Southwest Book Award. Dirigió por varios años el Museo Nacional de la Revolución Mexican, localizado en el sótano del monumento homónimo, y ahora labora como curador del Museo de la Revolución en la Frontera (MUREF). Entre sus proyectos más recientes destaca la coordinación de la exhibición La búsqueda de un ideal. La Constitución, la cual busca indagar si este documento cumplió con sus objetivos, y así generar una reflexión sobre los eventos que nos han posicionado en nuestro actual lugar como nación.

La Batalla de Ciudad Juárez II. Las imágenes se aparta de la mirada oficial que narra los acontecimientos desde el discurso centralista con sus figuras y monumentos de bronce ya establecidos, ya que Berumen erige su investigación a partir de un aspecto que la historiografía había pasado de largo: las fotografías. El autor entiende que su objeto de estudio no se prioriza en un área –la Historia– que tradicionalmente se basa en los documentos escritos; por ello, en la introducción enfatiza la importancia del estudio iconográfico al momento de analizar la historia local, la nacional y el fotoperiodismo moderno.

Asegura que, igual que los archivos, las imágenes aportan datos imprescindibles sobre la revuelta armada que cimbró a Ciudad Juárez; ya que uno de los aspectos que más llama sobresale de este evento radica en la atención mediática sin precedentes de la que fue objeto: más de cincuenta fotoperiodistas buscaban la primicia del cuadro que captara el mejor momento. Berumen se interesa en este aspecto, pues la frivolidad de los medios que acecharon a Juárez se intensificó a tal grado que, incluso los revolucionarios sucumbieron ante el encanto de la lente, conscientes del poder de las imágenes para ganarse la opinión pública.

La importancia de la fotografía consiste, sobre todo, en la preservación de la memoria y en las diversas lecturas que de ella pueden desprenderse. Aspecto del que se desprenden algunas de las principales interrogaciones de Berumen: “quiénes eran los personajes que aparecían en el encuadre, en dónde estaban, en qué fecha, los sucesos que describían, quién tomó las fotografías, qué motivó a los fotógrafos, cámaras utilizadas, cómo se difundieron esas imágenes, etcétera.” Los hallazgos realizados a partir de estas cuestiones sorprendieron al mismo autor debido a la variedad de fuentes iconográficas que localizó; por ejemplo, las postales producidas por fotógrafos paseños, quienes, con su amarillismo, construyeron un imaginario bastante bárbaro de la revolución norteña.

El británico Jimmy Hare es una de las figuras más importante entre la pléyade de fotógrafos extranjeros que arribaron a Ciudad Juárez, pues sus imágenes retrataron muy de cerca los días de la contienda y significan un registro detallado de los acontecimientos que surgían a cada instante. Debido a esto, Berumen le dedica gran parte de su investigación. De las más de cien fotografías de la Revolución Mexicana que se produjeron para la revista Collier’s, la mayoría surgió de la lente de Hare. Gracias a su obra, el investigador juarense estableció la ruta seguida por una de las columnas revolucionarias en esta frontera. Además, como prueba de su arrojo y determinación, resalta el episodio en donde, durante la toma de la Misión de Guadalupe, Hare se sube al techo de antigua iglesia para captar el momento en que los insurrectos tomaban el control de la ciudad.

El alcance de la imagen fotográfica sirvió también para intereses políticos; Francisco I. Madero lo sabía muy bien. Su llegada a Ciudad Juárez la mañana del 16 de abril de 1911 acaparó la atención en ambos lados de la frontera provocando el morbo de la población, como si de un espectáculo circense se tratara. La población paseña, incluso, hizo caso omiso a las advertencias del peligro al que se exponían si se aceraban a la línea de fuego. La frivolidad de este acontecimiento, de acuerdo a la investigación de Berumen, se evidencia a través de los escalofriantes anuncios que se publicaban en los periódicos locales:

“La forma más segura de ver la pelea es conseguirse unos binoculares y quedarse fuera de rango […]. Después de esta batalla viene un evento musical que no puede darse el lujo de perderse.” Era tal el magnetismo del bando rebelde que en una de las primeras victorias de Madero sobre las fuerzas armadas de Porfirio Díaz, el campamento maderista se inundó de “periodistas, fotógrafos y simpatizantes que llegaban desde El Paso […] propiciando cientos de momentos fotográficos.”

Un testimonio impreso en El Paso Herald confirma este ambiente de carnaval que evocaba una especie de territorio libre: “La multitud una vez más inundó el campo insurrecto el domingo […]. Los insurrectos estaban en el campamento como siempre, y fueron fotografiados aproximadamente 1723 veces por los corresponsales aficionados”.

La imagen de la Revolución que se formó a partir de las fotografías otorga una lectura nueva sobre este hecho histórico, pues un cúmulo de miradas detrás de las lentes armaron un discurso visual que no debemos ignorar. El aporte de Berumen en 1911 La Batalla de Ciudad Juárez II. Las imágenes resulta de suma valía para el lector contemporáneo, ya que lo invita a reflexionar y cuestionarse sobre la manera en que estamos acostumbrados a interpretar la historia. Al redefinir el imaginario que se nos ha impuesto por décadas, veremos con nuevos ojos no solo a los personajes históricos, sino también el valor del espacio fronterizo que habitamos.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE JUARITOS LITERARIO. VER ORIGINAL AQUÍ. PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN.

ENSAYO desde Juárez | Ruta literaria virtual, primera parada: Materia de sombras, de Pedro Siller

sábado, mayo 23rd, 2020

La ruta literaria virtual Huellas de la Toma, organizada por Juaritos Literario, tiene por objetivo recorrer, a través de distintas obras literarias, las calles citadinas y ese momento histórico que cimbró a Ciudad Juárez y resonó en todo el país.

A continuación, se analizará el autor y el contenido del primer texto del recorrido: Materia de sombras (2001), novela de Pedro Siller, narra lo sucedido durante y después de la contienda a partir de la figura de Abraham González.

Por José Vargas

Ciudad Juárez, Chihuahua, 23 de mayo (JuaritosLiterario).- El 8 de mayo de 1911, en el ahora Centro Histórico, comenzó una de las batallas más importantes de la Revolución Mexicana, quizá la de mayor trascendencia de aquella estrepitosa época. Durante la Toma de Ciudad Juárez se consolidaron figuras políticas como Francisco I. Madero y Abraham González y comenzó la leyenda de Pancho Villa y Pascual Orozco. Además, tras el derrocamiento de las tropas federales en esta frontera, Porfirio Díaz renunció a la presidencia de la República.

Debido a esta importancia, la ruta literaria virtual Huellas de la Toma, diseñada y organizada por Juaritos Literario, tiene por objetivo recorrer, a través de distintas obras literarias, las calles citadinas y ese momento histórico que cimbró a nuestra localidad y resonó en todo el país.

A continuación, me detendré en el autor y el contenido del primer texto abordado en el recorrido, el cual comienza en las instalaciones del Museo de la Revolución en la Frontera (MUREF). Materia de sombras (2001), novela escrita por Pedro Siller, narra lo sucedido durante y después de la contienda a partir de la figura de Abraham González.

Su autor, aunque chiapaneco de nacimiento y economista de formación, es uno de los historiadores que más ha aportado a la ciudad que lo adoptó. Hablar del acontecimiento que aquí nos ocupa significa hablar de su arduo trabajo, el cual publicó, en coautoría con Miguel Ángel Berumen, en 1911: La batalla de Ciudad Juárez, una exhaustiva investigación que apareció en dos volúmenes en el 2003. Antes de su edición, nadie se había ocupado de este episodio clave y desencadenante en la historia nacional.

La Casa de Adobe era un cuartucho derruido en donde se reunían las pandillas de las afueras de la ciudad. No existía ninguna iniciativa por parte del gobierno municipal, estatal o federal para reconstruir y revalorizar la importancia cultural e histórica de la abandonada construcción, hasta que la obra de Siller y Berumen comenzó a circular.

Pedro Siller labora como profesor-investigador en el Departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Sus líneas de investigación giran en torno a la Independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa, el Porfiriato y la Revolución Mexicana. Intereses que quizá devengan de las revueltas estudiantiles y levantamientos civiles a nivel mundial ocurridos durante sus años universitarios en la década de los 70’s; por ejemplo, la Revolución Cubana y los motivos que convirtieron al Che en un símbolo de resistencia, o el movimiento armado en Nicaragua, el cual se retoma en la novela Adiós muchachos de Sergio Ramírez.

No extraña entonces la dedicación del doctor Siller para reconstruir el archivo histórico de la Toma de Ciudad Juárez. Su pasión por el tema continúa vigente a través de la publicación de artículos sobre el germen de la Revolución y lo acontecido durante la Decena Trágica, otro de los momentos que lo motivan en sus investigaciones. ¿Qué sería de nuestra historia si el docente universitario no se hubiera aventurado en la titánica labor documental en torno a aquel mayo de 1911? Probablemente aún ignoraríamos el valor de la emblemática batalla y, sin duda, Huellas de la toma no existiría. Por tanto, la intención de la primera intervención del recorrido consiste en reconocer y valorar su trabajo a partir de Materia de sombras, texto ficcional que precedió a la publicación de su obra académica.

En la novela, publicada al igual que 1911. La Toma de Ciudad Juárez bajo el sello editorial Cuadro por Cuadro, Imagen y Palabra, Siller aborda los antecedentes de la batalla y sus consecuencias inmediatas a través de la voz de los mismos protagonistas, quienes giran en torno a Julieta Álvarez, narradora e intermediaria de la historia. En el presente ficcional, ella, exiliada en Estados Unidos labora como secretaria tras haber mantenido una relación amorosa con don Abraham González, primer gobernador revolucionario de Chihuahua y uno de los principales artífices de movimiento armado en la frontera. Debido a las condiciones del asesinato del revolucionario, acontecido en 1913, Julieta jamás pudo despedirse. Pero, décadas después recibió una carta en la que se narraba lo que le había ocurrido a su antiguo amante. A partir de ese momento, la protagonista aprovechará sus habilidades como médium –adquiridas por enseñanza de Francisco I. Madero– para contactar a las personas con las que el político había convivido durante sus últimos años, pues no lograba comunicarse con él en el más allá.

Para lograr su cometido Julieta convoca a las sombras de Pascual Orozco, Francisco Villa y el doctor Francisco Vázquez Gómez. El acierto de Materia de sombras radica en que, más allá de mostrar una historia de amor imposible, se presenta como una novela histórica en la que los mismos actores de la batalla alzan la voz. Gracias a su arduo trabajo investigativo, Siller logró sustentar varios hechos históricos de la Revolución con el testimonio de sus propios incitadores. Orozco, Villa y Vázquez Gómez le cuentan a Julieta, y a nosotros como lectores, lo que sucedió antes, durante y después de la Toma, la cual culminó con la victoria de los rebeldes, trasladando al poder político-militar de la Casa de Adobe a la Ex Aduana (actual MUREF). Ciudad Juárez se convertía, una vez, en capital del país.

En la obra se aprecian tres momentos en los que intervienen los protagonistas narrando su pasado, los días previos a la batalla, el momento de la contienda y las semanas posteriores a la victoria. De esta manera, Materia de sombras ofrece varias lecturas. La primera, meramente histórica, describe lo que sucedió y los datos que el novelista-historiador sustenta; por ejemplo, cuando asegura que “Me entregó una carta en la que Zapata me decía que él era un ferviente partidario de la paz, pero no de una paz mecánica, ni de siervos, sino una paz de acuerdo con los ideales inscritos en el Plan de Ayala”, dejando entrever que tuvo acceso a dichos legajos. Otra perspectiva es la romántica que se vuelca sobre el amor imposible entre don Abraham y Julieta, y su empeño por volver a escucharlo. Por último, encontramos una mirada humana, en la cual descubrimos el lado más sensible de los aguerridos revolucionarios.

El novelista cede la palabra a Pascual Orozco para que nos hable de su lugar de origen, su árbol genealógico, la tradición de resistencia de la que proviene y de el fuerte deseo de vengar el fusilamiento de su tío por órdenes del general Juan Navarro. La religión –¿protestante?– del general oriundo del municipio chihuahuense Guerrero, influyó en su quehacer político, aunque constantemente afirmara que lo suyo solo era lo militar. En Materia de sombrasse percibe el esfuerzo por reivindicar a esta figura clave para el triunfo maderista, la cual, aún con toda su popularidad y seguidores, lidió con el estigma de traidor.

De la misma manera, atestiguamos la confesión de Pancho Villa sobre su pasado bandolero. El Centauro del Norte nos cuenta, además, cómo, de manera fortuita, un asalto a don Abraham González derivó en su anexión a la lucha revolucionaria, debido a su conocimiento del terreno, habilidades como pistolero y su gran poder de convocatoria. De ahí en adelante, este famoso personaje, preocupado por su honor, se concentró en los acuerdos que estableció con González y Madero, y comenzó a forjar una leyenda que, hasta el día de hoy, continúa presente en el imaginario colectivo.

El doctor Francisco Vázquez Gómez, por su parte, le narra a la protagonista sus vivencias desde que era un niño de bajos recursos hasta cuando, mediante el estudio y a pesar de ser discriminado por su condición social, se tituló en Medicina en las mejores universidades de Estados Unidos. Con el paso de los años se convirtió en médico de Porfirio Díaz y amigo íntimo de la familia del dictador. Este vínculo conflictuó su deber político; situación que le confiesa a Julieta al expresas sus sospechas respecto a Madero, pues creía que una vez obtenido el triunfo, el insurgente no cumpliría a cabalidad con sus propuestas debido a su tibieza y a la manipulación que sobre él ejercían sus parientes.

Algunos pasajes de la novela histórica se desarrollan dentro del MUREF.  Uno de los más interesantes, debido a la tensión creada por el autor, se desarrolla cuando Orozco enfrenta de manera directa a Madero por nombrar a un gabinete con políticos que solo presenciaron la batalla desde El Paso y, sobre todo, por no permitirle fusilar al general Navarro, asesino de su entrañable tío:

“Dos días después, cuando Madero estaba presidiendo una junta de gabinete en el edificio de la Aduana, donde era la sede de su gobierno, Villa y yo acompañados de diez hombres armados entramos sin previo aviso en medio del salón. Tomé la palabra y dirigiéndome a Madero le reproché su falta de cumplimiento a los principios que nos había enseñado con anterioridad don Abraham sobre la Revolución. Después le hice tres demandas. La primera era que el General Navarro fuera juzgado como criminal de guerra y le cité el párrafo del Plan de San Luis en donde se decía que serían fusilados durante las veinticuatro horas siguientes y después de un juicio sumario, las autoridades civiles o militares al servicio del General Díaz, que una vez estallada la Revolución hubieran ordenado fusilar a prisioneros de guerra”.

Estos y otros reveses políticos acontecidos durante aquellos meses se intercalan con una serie de monólogos de Julieta Álvarez, los cuales destacan las cualidades del verdadero protagonista de Materia de sombras: Abraham González, hombre amable en su trato y convincente con su palabra, autor intelectual de la armada que tomó nuestra frontera en mayo de 1911, quien, lamentablemente, ha sido desdeñado por la historia nacional. Gracias a trabajo y la pluma de Pedro Siller, su pensamiento y andanzas perviven en las hojas de una novela excelentemente documentada que logra situar a cualquier lector en los primeros años del siglo XX y sitúa a la Toma de Ciudad Juárez como el inicio de una guerra civil que duró más de una década.

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“Huellas de la toma”, una ruta virtual que recorre escenarios de batalla retratados en la literatura

sábado, mayo 9th, 2020

Desde este sábado 9 de mayo, Juaritos Literario te invita a visitar, a través de YouTube, los sitios protagónicos de la Toma de Ciudad Juárez, acontecida del 8 al 11 de mayo de 1911. A través de crónicas, novelas, obras de teatro, fotografías y versos, distintas voces mostrarán el espacio referido y describirán el texto literario que se ocupa de dicho lugar.

La idea del recorrido consiste en redescubrir un acontecimiento desdeñado por la historiografía nacional y valorar la trascendencia de la región juarense en el desarrollo de la historia mexicana para fortalecer la identidad de dicha región.

Por Amalia Rodríguez

Ciudad Juárez, Chihuahua, 9 de mayo (JuaritosLiterario).- “Cartografía literaria de Ciudad Juárez” tiene como propósito principal vincular los espacios de ficción que retratan a la frontera con su equivalente real. Quienes participamos en este proyecto colectivo partimos de la idea de que el vínculo entre la identidad de una región con las letras que se ocupan de su propia cultura resulta vital.

Es decir, buscamos enlazar al transeúnte, habitante o visitante con los textos que, justo como ellos, han ocupado o recorrido nuestras calles. ¿Cómo difundir todas aquellas obras, en apariencia lejanas a un público no especializado, que retratan a nuestra frontera, para después proyectar esa referencia en el trazado urbano real? ¿Cuál es la manera más factible de hacer partícipe a la comunidad del patrimonio literario (intangible) y arquitectónico (intangible) que le pertenece?

Las rutas literarias cristalizan, a través de las historias que comparten los asistentes y el recorrido que siguen sus pies al caminarlas, la relación entre las letras y el territorio fronterizo. Nuestros circuitos se encaminan a domeñar el espacio citadino, dominarlo, y finalmente apropiárnoslo. La investigación, desde la filología, averigua qué ocurre cuando pensamos y describimos en términos espaciales y locales la tradición literaria que da cuenta de los procesos históricos de Ciudad Juárez. Proceder así, saliendo a las calles, es tomar en serio la unidad de acción, tiempo y lugar.

Durante los cuatro años en que hemos puesto en marcha la iniciativa, las rutas literarias (ocho hasta el momento), con cierta incidencia en el turismo cultural, representan un acontecimiento en vivo, que requiere la presencia física, anímica e intelectual de un grupo de personas reunido para platicar, explorar y descubrir un área específica de la localidad. Así, la emoción que permea las páginas de diversos libros se vuelve el aliciente a cada paso y en cada parada, en circuitos de dos a tres kilómetros.

No obstante, desde hace cuatro o cinco semanas la forma de actuar de todas y todos ha cambiado sustancialmente. Ahora requerimos aprovechar las herramientas tecnológicas que estos días han sacado a flote a la comunidad, ya sea para cuestiones laborales, educativas o culturales. De esta manera, y con el fin de ahondar en uno de los hechos históricos más importantes que cimbraron a nuestra frontera, diseñamos y adaptamos a las circunstancias actuales Huellas de la toma, una ruta literaria virtual en la que recorreremos, de manera remota a través de nuestro canal en YouTube, los escenarios de batalla de la Toma de Ciudad Juárez, acontecida entre el 8 y el 11 de mayo de 1911. “En el espacio leemos el tiempo”, sentenciaba el lema del fundador de la geografía humana, Friedrich Ratzel.

Foto: Alex Briseño, Juaritos Literario

El recorrido virtual llevará a los espectadores por medio de cápsulas videográficas a los sitios retratados por la literatura como sitios protagónicos de la contienda. Diez videos, almacenados en streaming y publicados periódicamente desde hoy, 9 de mayo, mostrarán el espacio referido y describirán el texto literario que se ocupa de dicho lugar.

Distintas voces (gracias a la participación de estudiantes de la maestría en Estudios Literarios de la UACJ), a través de crónicas, novelas, obras de teatro, fotografías y versos, contarán frente a la cámara lo que sucedió durante los tres días de una breve pero determinante batalla que culminó con la renuncia de Porfirio Díaz al poder.

Conservamos múltiples perspectivas, posiciones y bandos sobre la toma o rendición de la plaza. La idea consiste en redescubrir y posicionar en su justo lugar un acontecimiento desdeñado por la historiografía nacional; identificar y valorar la trascendencia de nuestra región en el desarrollo de la historia mexicana fortalece la unión y la identidad de nuestra comunidad.

Huellas en la Toma comienza en el lugar que hoy sirve como resguardo oficial de las memorias de aquella estrepitosa época, el Museo de la Revolución en la Frontera. Ahí, presentaremos a Abraham González, figura capital un tanto olvidada, protagonista de la novela Materia de sombras (2001), cuyo autor es uno de los mayores responsables de rescatar del polvo la trascendencia de la batalla de Ciudad Juárez.

El historiador Pedro Siller publicó, además, en coautoría con Miguel Ángel Berumen, curador del MUREF, 1911: La batalla de Ciudad Juárez (2003), una exhaustiva investigación en dos volúmenes que ha servido como punta de lanza para ahondar en un episodio clave y desencadenante, y en la que nos hemos basado para el diseño del presente proyecto. Las Historias desconocidas de la revolución mexicana en El Paso y Ciudad Juárez 1893-1923 (2005), del historiador David Dorado Romo, y Ciudad Juárez: versiones de una toma, 1911 (2011), del crítico literario José Manuel García completan nuestras fuentes documentales.

Luego, en el Callejón Manuel Doblado interpretaremos distintas piezas musicales de inicios del siglo pasado que aparecen en A Texas-Mexican cancionero (1976), editado por Américo Paredes. En esta misma línea, pero más cercanos al puente internacional Santa Fe, tocará el turno a la poesía de Miguel Ángel Chávez, Violentta Schmidt y Míkel Deltoya, inspirada en estampas revolucionarias. De ahí, nos trasladaremos a lo alto de la Presidencia Municipal para escuchar una de las voces extranjeras, y de mayor preparación en materia militar, que intervinieron en el movimiento armado: A toast to Rebellion (1936) de Guiseppe Garibaldi. Junto a la Acequia Madre, sobre la calle Internacional, hablaremos sobre la enigmática figura de quien inició la insurgencia; será él mismo quien nos compartirá sus visiones espiritistas en las páginas de Madero, el otro (1986), novela histórica del Ignacio Solares.

Después, en el antiguo Edificio Río Bravo, locación del mediometraje documental Las luces de la batalla (2003) de Ángel Estrada, subrayaremos la importancia del fotoperiodismo a través de Jimmy Hare y Esther Eva Strauss. El Monumento a Benito Juárez, por su parte, fungirá como epicentro de distintas obras dramáticas de Edeberto “Pilo” Galindo y Guadalupe de la Mora que retoman el episodio de la batalla, la victoria insurgente, la caída de Díaz, la ruptura en las tropas defensoras y el papel de las mujeres. Las Memorias de Pancho Villa (1940) de Martín Luis Guzmán se abordarán en la antigua Garita de Metales para delinear la personalidad de una de las leyendas revolucionarias que se forjaron en estas tierras: el Centauro del Norte. Casi para terminar, en la plaza de la Misión de Guadalupe, a un costado del símbolo móvil de la revuelta, una locomotora, se desentrañará la trama de la primera novela revolucionaria en recurrir a temas homoeróticos: Vereda del norte (1937) de José Urbano Escobar.

Finalmente, cerraremos la ruta con la vida y obra de Nellie Campobello en un espacio acorde a sus andanzas en esta frontera, el Piano Bar Mr. Fog, ubicado justo a un lado del hotel en el que Nellie interpretó a Madame Zobeida, la adivinadora venida desde el lejano Egipto (en realidad, desde la Segunda del Rayo de Parral), para ganarse la vida, y sobrada fama, en estas calles.

Huellas en la Toma, al igual que el resto de nuestras rutas literarias, ya sea en formato presencial o virtual, busca, además de promover la lectura como una práctica ciudadana, redefinir y mejorar la imagen que tenemos de nuestra ciudad e historia. Pues, aunque los tiempos cambien y con ellos las formas de relación, la búsqueda y arraigo de una identidad colectiva resultan, quizá ahora más que nunca imprescindibles, para fortalecernos y continuar con el desarrollo de una sociedad habitable.